lunes, 6 de mayo de 2024

MARTES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA: el Espíritu Santo nos lleva a la alegría de la salvación, y a difundirla en los demás.

MARTES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA: el Espíritu Santo nos lleva a la alegría de la salvación, y a difundirla en los demás.

 

A. Lecturas

   1. Hechos de los apóstoles (16,22-34): En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados ordenaron que les arrancaran y que los azotaran con varas; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, él los cogió, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo.
   A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los presos los escuchaban. De repente, vino un terremoto tan violento que temblaron los cimientos de la cárcel. Al momento se abrieron todas las puertas, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pero Pablo lo llamó a gritos, diciendo: «No te hagas daño alguno, que estamos todos aquí».
   El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó fuera y les preguntó: «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?»
   Le contestaron: «Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia». Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa.
   A aquellas horas de la noche, el carcelero los tomó consigo, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos; los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.

   2. Salmo 137,1-2a.2bc.3.7c-8: Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque escuchaste las palabras de mi boca; delante de los ángeles tañeré para ti; me postraré hacia tu santuario.

   Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma.

   Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. 

   3. Juan 16,5-11: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: '¿Adónde vas?'. Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando Él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado».

 

B. Comentario:

   1. La predicación de Pablo provoca conflictos. La gente se amotinó contra Pablo y Silas... También hoy vemos ataques a la libertad religiosa, con excusas de legalidad sin mostrar los auténticos motivos ideológicos… hay violencia entonces y ahora; también hoy se trata de impedir a la Iglesia que lleve a cabo su obra, en India y en Nigeria, y tantos sitios donde mueren mártires de la fe tantos cristianos. «Dichosos seréis, si, por mi causa, se dice cualquier clase de mal contra vosotros

   "Hacia la medianoche Pablo y Silas oraban y cantaban alabanzas a Dios, y los presos les escuchaban". Son felices aun en la contradicción. ¡Cantan! Están alegres, porque tienen a Dios. En las dificultades podemos rebelarnos, o vivir la "bienaventuranza": ¡Felices los que lloran! En medio de la noche, se abrieron las puertas de la cárcel y se soltaron las cadenas de todos. El jefe de la prisión "los sacó fuera y les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para salvarme? Ellos le contestaron: Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa. Le predicaron entonces la palabra del Señor a él y a todos los de su casa". Los llevó a su casa y "les lavó las heridas y acto seguido se bautizó él y todos los suyos. Les hizo subir a su casa, les preparó la mesa y se regocijó con toda su familia por haber creído en Dios" (Hch 16,22-34). Es una de las primeras experiencias de bautismo de niños, de conversión de toda la familia. Señor, dame la libertad, quítame mis cadenas, por ejemplo de ser esclavo de mis obligaciones, para hacerlas libremente. San Juan Crisóstomo: «Ved al carcelero venerar a los Apóstoles. Les abrió su corazón, al ver las puertas de la prisión abiertas. Les alumbra con su antorcha, pero es otra la luz que ilumina su alma... Después les lavó las heridas y su alma fue purificada de las inmundicias del pecado. Al ofrecerles un alimento, recibe a cambio el alimento celeste... Su docilidad prueba que creyó sinceramente que todas las faltas le habían sido perdonadas», y rezamos hoy: «Concédenos, Señor, darte gracias siempre por medio de estos misterios pascuales; y ya que continúan en nosotros la obra de tu redención, sean también fuente de gozo incesante» (Ofertorio).

   2. Pablo podía cantar con toda razón el salmo que hoy cantamos nosotros: «Señor, tu derecha me salva... te doy gracias de todo corazón... Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos». La antífona de entrada nos muestra que esa acción de gracias sea porque «Cristo tenía que padecer y resucitar de entre los muertos, para entrar en su gloria. Aleluya… con alegría  y regocijo demos gloria a Dios, porque el Señor ha establecido su reinado. Aleluya». Es la petición de la colecta de hoy: «Que tu pueblo, Señor,  exulte siempre al verse renovado y rejuvenecido en el espíritu; y que la alegría de haber recobrado la adopción filial afiance su esperanza de resucitar gloriosamente».  En el Padrenuestro queremos darle a Dios esta gloria: "Santificado sea tu nombre, venga tu reino". Queremos cantar con María su acción de gracias del Magníficat.

   Lo más importante en la vida es el "amor": sentirse querido y amar... A veces no sabemos si amamos bastante a Dios, pero sí sabemos que Él nos ama muchísimo. ¡Gracias, Señor! Yo me despisto, me duermo, tú no… Te doy gracias por tu fidelidad "a prueba de bomba": "¡No abandones Señor, la obra de tus manos!" Cuenta Francisca Javiera del Valle que se quedó con una oscuridad interior, y se abandonaba en la fe de la Iglesia en aquella noche, "y sin poder decir más ni hablar, ni entender, así pasé meses y meses hasta pasados dos años… y de la misma manera que 'me metieron' en esa oscuridad, también ahora vi que 'me sacaron' de ella. Y cuando lloraba la pérdida de mi fe, me vi vestida de ella". Y daba gracias a Dios: "me desnudaste de la fe que yo tenía, para vestirme de una fe que nadie me podrá arrancar. Admirable es tu modo de enseñar".

   Decía Juan Pablo II que "debemos tener la seguridad de que, por más pesadas y tempestuosas que sean las pruebas que debamos afrontar, nunca estaremos abandonados a nosotros mismos, nunca caeremos fuera de las manos del Señor, las manos que nos han creado y que ahora nos siguen en el itinerario de la vida. Como confesará san Pablo, «Aquel que inició en vosotros la obra buena, él mismo la llevará a su cumplimiento» (Flp 1,6)".

   3. Jesús anuncia a sus apóstoles su próxima partida y estos se llenan de tristeza, por eso añade: "os conviene que me vaya, pues si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros". Quiero estar ahí, Jesús, con los apóstoles tristes, que se guardan de hacerte preguntas. Vuelves al Padre porque tu misión ha terminado. Te aparecerás luego resucitado, y luego para que se te veamos con la fe. Creo que no nos dejas solos. Ayúdame a ser dócil a las inspiraciones de tu santo Espíritu. Con tu "retorno a casa" haces que yo también me sienta "en casa", como quien es el "hijo del Amo", libre, sin complejos. Sé a dónde voy... Alguien me espera... Soy amado... Voy a encontrar a Aquel a quien amo... y ya tengo aquí su compañía. Con tu Espíritu, Señor, tu Presencia en el mundo lo llena todo: "Oh Señor, envía tu Espíritu para que renueve la faz de la tierra".

   Estamos en el "tiempo del Espíritu", "tiempo de la Iglesia". Es la Iglesia Cuerpo místico de Cristo, siempre abierta a lo que Dios pide, siempre "en construcción".

 

LUNES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA: el Espíritu Santo nos da la fortaleza para vivir en la Verdad y ser amigos de Jesús en medio de las contradicciones del mundo

LUNES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA: el Espíritu Santo nos da la fortaleza para vivir en la Verdad y ser amigos de Jesús en medio de las contradicciones del mundo

 

A. Lecturas:

   1. Hechos 16, 11-15: 11Haciéndose a la mar, fuimos desde Tróade derechos a Samotracia; al día siguiente a Neápolis, 12y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la región de Macedonia, y colonia romana. En esta ciudad permanecimos algunos días.

   13El sábado salimos fuera de la puerta de la ciudad, junto al río, donde pensábamos que se tendría la oración. Nos sentamos y hablamos a las mujeres que se habían reunido. 14Una de ellas llamada Lidia, vendedora de púrpura de la ciudad de Tiatira y temerosa de Dios, nos escuchaba. El Señor abrió su corazón para que comprendiese lo que Pablo decía. 15Después de haber sido bautizada ella y su casa, nos insistía diciendo: Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y permaneced en mi casa. Y nos obligó.

   2. Salmo 149, 1-2.3-4.5-6a.9b: «Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles, que se alegre Israel por  Creador, los hijos de Sión por su Rey. // Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras, porque el Señor ama a su pueblo, y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas con vítores a Dios en la boca».

   3. Juan 15,26-16,4: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho».

 

B. Comentario:

   1. San Pablo se dedica con toda el alma a la causa del Evangelio. Hoy le vemos con el empuje de su apostolado: Tróade, Samotracia, Neápolis, Filipos, con predicación y conversiones. Y vemos a Lidia, la primera europea convertida escuchando a S. Pablo a la orilla de un río. Comenta S. Juan Crisóstomo: «Qué sabiduría la de Lidia! ¡Con qué humildad y dulzura habla a los apóstoles: "Si juzgáis que soy fiel al Señor"! Nada más eficaz  para persuadirlos que estas palabras, que hubiesen ablandado cualquier corazón. Más que suplicar y comprometer a los apóstoles, para que vayan a su casa, les obliga con insistencia. Ved cómo en ella la fe produce sus frutos y cómo su vocación le parece un bien inapreciable».

   La comunidad cristiana de Filipos recibió más tarde una de las cartas más amables de Pablo. ¿Dónde nos toca evangelizar a nosotros? Pablo se adaptaba a las circunstancias que iba encontrando, predicaba en cualquier sitio, y si le echaban de un sitio, iba a otro. Si podía, se quedaba.

   2. El salmo es optimista, como la entrada de la fe cristiana en Europa ha sido esperanzadora: «el Señor ama a su pueblo... cantad al Señor un cántico nuevo». El canto es nuevo, porque las situaciones son nuevas, pero también porque el amor es nuevo y canta, como dice S. Agustín: "cantar suele ser tarea de enamorados". Además, proclamar las cosas buenas, nos hace buenos; mientras que ser negativos en los comentarios, nos hace también a nosotros negativos.

   A veces nos sentimos pobres de amor: ¿amo a Dios?, nos preguntamos. Quizá "hacemos todo lo que podemos", pero la cosa está en que "podemos poco", porque nos quedamos llenos de nosotros mismos, y no cabe el Amor de Dios. Nos puede servir el ejemplo de un vaso de agua, que si quiero llenarlo de vino, primero tengo que quitar el agua. Señor, quiero trabajar juntos, tú y yo, ese quitar de mi alma las malas hierbas para poder plantar las buenas, tu amor; quitar lo que me sobra para llenarme de buenas obras; achicar como en los barcos el agua que hace lastre, para poder ir más rápido. En el fondo, lo que nos enseñó Juan Bautista: que tú crezcas en mí, Señor, y yo mengüe.

   Este salmo canta con "los pobres, los humildes"… los oprimidos, los pobres y perseguidos por la justicia, también los pacíficos, marginados por los que escogen la violencia, la riqueza y la prepotencia. Este es el sentido de la célebre primera bienaventuranza: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos". Ya el profeta Sofonías se dirigía así a los anawim (pobres-humildes): "Buscad al Señor, vosotros todos, humildes de la tierra, que cumplís sus normas; buscad la justicia, buscad la humildad; quizá encontréis cobijo el día de la cólera del Señor"…

   3. Jesús habla del Paráclito, "el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre". La verdad libera, es la única fuerza capaz de contrarrestarle el mal. En sintonía con Benedicto XVI, que tiene como lema episcopal ser "colaborador de la verdad", podemos pedir hoy: Señor, hazme un hambriento de la verdad, para ser, cada vez más, un testigo ("martyr" en griego) de la verdad, para que sepa yo también dar testimonio de ti, Jesús.

   Sigue Jesús: "Seréis expulsados de las sinagogas; aun más, llega la hora en que todo el que os dé muerte pensará que hace un servicio a Dios". San Pablo glosará esta idea: "Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones" (2 Tm 3,12). Con el Consolador nada hemos de temer. No entendemos esas persecuciones, pero la fe nos ayuda a esperar que de ahí saldrá una cosa buena. San Agustín, ante el asedio de los godos a su ciudad, sentía pena porque caería aquella provincia romana africana, una cultura desaparecería, pero se sentía esperanzado de que aquellos agresores se convertirían a la fe cristiana, nacería otra civilización.

   ¿Soy realmente testigo (mártir) de Dios?, ¿o defiendo mis ideas? Señor, cuando llegue a tu presencia, me darás a entender tantas cosas… Concédeme, el no tener nunca miedo, porque tu Espíritu es mi Defensor. Hazme servidor de tu Palabra, como dijiste en la Ascensión: «seréis mis testigos en Jerusalén y en Samaría y en toda la tierra, hasta el fin del mundo».

            Llucià Pou Sabaté

viernes, 3 de mayo de 2024

Domingo de la 6ª semana de Pascua-B: Jesús nos hace el regalo del Espíritu Santo, Amor y causa de felicidad, para que lo demos a todos

Domingo de la 6ª semana de Pascua-B: Jesús nos hace el regalo del Espíritu Santo, Amor y causa de felicidad, para que lo demos a todos

 

A. Lecturas:

   1. Hechos 10,25-26.34-35.44-48: Aconteció que cuando iba a entrar Pedro, Cornelio salió a su encuentro y se echó a sus pies. Pero Pedro lo levantó diciendo: -Levántate, que soy un hombre como tú. Y tomando de nuevo la palabra, Pedro añadió: -Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles. Pedro añadió: -¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros? Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.

   2. Salmo 97, 1.2-3ab.3cd-4: Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas, / su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo.

   El Señor da a conocer su victoria, / revela a las naciones su justicia: / Se acordó de su misericordia y su fidelidad / en favor de la casa de Israel.

   Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios. / Aclama al Señor, tierra entera; / gritad, vitoread, tocad.

   3. I Juan 4,7-16. Queridos hermanos: Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de Él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo, como propiciación por nuestros pecados. Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en Él y Él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo, para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.

   4. Jn 15,9-17: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.

   »Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».

 

B. Comentario:

   1. "Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado". Los Hechos de los Apóstoles nos hablan de Cornelio, que mandó llamar a Pedro, que se encontraba en Joppe donde tuvo unos sueños de manjares, que no se atrevía a comer porque estaban impuros, y Dios le dijo que comiera, pues para Él eran puros. Pedro fue a casa de Cornelio "cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras". Los que fueron con Pedro "se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles". Pedro "mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo". Fue la gran alegría de que los no judíos recibían el Espíritu Santo. Estamos contentos, Jesús, de que muchos sean llamados a tratar a Dios como Padre que está en los cielos y nos quiere como hijos suyos.

   2.  Y de que el Espíritu Santo haya venido a nuestra alma, por eso hemos cantado este Salmo: "Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas, / su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo". Queremos cantarte, Señor, este cántico nuevo, porque Tú nos da la vida del alma, porque estábamos en la tierra con frío y soledad, a oscuras… y nos llenas con la lluvia de tu misericordia, que es el mismo Jesús, que ha nacido para que nosotros vayamos al cielo con Él.

   3. La carta de San Juan nos insiste en este Amor de Dios: "Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor". Nos dice aquí también cómo es Dios. El que no ama no conoce a Dios porque Dios es Amor. Y «el amor de Dios ha sido derramado sobre nosotros por el Espíritu Santo que se nos ha dado». Se es cristiano en la medida en que se responde al amor de Dios. "El que ama conoce a Dios". Y luego dice que todo lo hemos recibido en Jesús, la salvación, y que así "vivamos por medio de Él". Y añade algo muy especial: que podemos amar si nos ama Dios primera; pues para poder amar con entusiasmo, hemos de recibir amor: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo, para salvarnos de nuestros pecados". Y la conclusión está clara: "Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros". Sigue S. Juan continuando el tema central del domingo pasado, estar en Cristo, dejarnos posesionar de Jesús, que ha venido del cielo a la tierra para que la tierra pueda comenzar a ser un cielo: "A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud". Gracias, Jesús, por haber venido al mundo, por haber vivido por mí y haber muerto por mí, y porque sigues viviendo por mí. Tu amor me da fuerza para vivir, para luchar cuando algo me cuesta.

   "¿Donde vive Jesús?" Lo pregunté el otro día a los niños de primera comunión, y me contestó enseguida uno: -"En el cielo". -"¿Y dónde más?" –"En la misa, en el sagrario"- "-Y…" –"En nuestro corazón, al comulgar…".  

   Una vez vi a un padre muy alto y un niño muy pequeño, muy bajito, el padre se fue agachando hasta que se puso a su altura… hasta que se puso cara a cara y le miró a los ojos. Pensé en ti, Señor, que te "agachas" y te haces pequeño, hasta ponerte a mi altura. Incluso te haces comida, pan para que podamos comerle… has bajado del cielo, vienes a la misa, vienes a nuestro corazón, en la comunión, y nos hablas del amor, de hacer lo que tú has hecho por nosotros: dar la vida por amor. Nos dices que quien ama conoce a Dios. Y nos mandas que nos amemos. Señor, ayúdame a perdonar, para sentirme perdonado… ayúdame a ver que te pones a nuestra altura para hacerte comida que nos dé fuerza y nos dices: "toma, cómeme". Quiero decirte que sí, tenerte dentro por tu Espíritu. "En esto conocemos que permanecemos en Él y Él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo, para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios".

   3. «A vosotros os he llamado amigos», nos dices hoy, Jesús: en este último domingo antes de la de la Ascensión y Pentecostés, ya al final de la Pascua, nos abres tu corazón después de que Te nos has manifestado como el Buen Pastor y la vid a quien hay que estar unido como los sarmientos, para darnos hoy el amor, el misterio más profundo de Dios, el Amor que os une Padre e Hijo. Todo lo que has hecho, desde la creación hasta la redención, es por amor. Todo lo que esperas de nosotros como respuesta a Tu acción es amor. Por esto, tus palabras resuenan hoy: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor». Que sepa amar, Jesús, con tu corazón, como nos lo recuerda san Agustín: «El Maestro bueno nos recomienda tan frecuentemente la caridad como el único mandamiento posible. Sin la caridad todas las otras buenas cualidades no sirven de nada. La caridad, en efecto, conduce al hombre necesariamente a todas las otras virtudes que lo hacen bueno».

   Te doy gracias, por tu amor inmenso: me amas hasta dar la vida. No quiero darte poco, Jesús, sino como tú, entregarme por entero. Los enamorados se dicen: "daría la vida por ti", y esto hasta morir por amor; pero tú Jesús nos enseñas que tan importante o más que "morir" en un momento es "vivir" toda la vida, cuidar el amor cada día: en el trabajo y en la familia, con los amigos y en el descanso… Cuentan de dos hermanos, que como eran pobres sólo podían mandar a uno de los dos a la escuela, mientras el otro trabajaba para colaborar en que el hermano pudiera estudiar. Las manos del que trabajaba se ajaron, mientras las del estudiante se volvieron ágiles con el pincel, pues el estudiante fue Durero, gran dibujante y pintor, que pintó las manos de su hermano, agradecido de que por él, llegó a ser lo que era. Jesús, que yo también esté agradecido, viendo el esfuerzo que hacen los demás por ayudarme, por sacar las cosas adelante.

   Que no se pierda lo bueno por no cuidarlo, como el amor que se marchita por no atender los detalles. Cuentan de un niño que tenía un periquito que sabía hablar muchos idiomas, pero en su contento al que olvidó darle de comer, y el pobre pajarito se murió. Hemos de alimentar el amor cada día, para que no crezca el odio y otras malas hierbas. También a otro niño se olvidaba de echar de comer a los peces hasta que vio que uno se iba comiendo a todos los demás y vio que lo que tenía era hambre… Así, Jesús, te pido que sepa hacer las cosas que debo, cumplir por amor. Tú nos enseñas a dar la vida por amor, minuto a minuto, día a día. Que sepa atender las necesidades de los demás, como visitar a los enfermos, no marginar a nadie…

   Recuerdo también un cuento antiguo, de un abuelo que murió antes de dar la bendición que tanto apreciaban los nietos, niño y niña, que vivían en un castillo pues eran nobles. Recibieron una carta cada uno, y con alegría fueron a contarse uno al otro que tenían por herencia un tesoro, y la carta decía dónde estaba lo que les tocaba y tenía una llave. Encontraron el tesoro, que estaba en un cofre, en los sótanos del castillo. Abrieron las viejas cerraduras, la de cada uno, y encontraron el tesoro, y también otra carta, una en cada compartimento, que decía, dirigidos a él y ella: "si lees esto solo, recibe mi herencia; si estás con tu hermano-con tu hermana, recibe además mi bendición"… ellos se abrazaron al recibir –como premio a su amor, a su confianza, a contarse las cosas- lo que más deseaban, la bendición del abuelo...

 

Llucià Pou Sabaté

 

Sábado de la semana 5 de Pascua Seguir a Jesús es participar de su misión evangelizadora: trabajar por extender el Evangelio aunque suponga contradicciones

Sábado de la semana 5 de Pascua

 

Seguir a Jesús es participar de su misión evangelizadora: trabajar por extender el Evangelio aunque suponga contradicciones

A. Lecturas

   1. Hechos 16, 1-10: "Pablo y Silas llegaron a Derbe y Listra. Había allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de un griego y de una judía cristiana... Pablo quiso llevárselo consigo y, por consideración a los judíos de la región, lo circuncidó, aunque todos sabían que su padre era pagano.

   Según pasaban por las ciudades comunicaban a los fieles las decisiones de los apóstoles y presbíteros de Jerusalén..., y las iglesias se robustecían en la fe y crecían en número de día en día... Atravesaron Frigia y Galacia, porque el Espíritu Santo les había impedido predicar la palabra en Asia. Llegados cerca de Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces atravesaron Misia y bajaron a Tróade. Durante la noche Pablo tuvo una visión: un macedonio estaba de pie y le suplicaba diciendo: ven a Macedonia y ayúdanos. En cuanto tuvo la visión, intentamos inmediatamente pasar a Macedonia, convencidos de que Dios nos había llamado para anunciarles el Evangelio.

   2. Salmo 100/99, 2.3.5: «Que toda la tierra aclame al Señor». «Aclamad al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios; que Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades».

   3. Juan 15,18-21: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado» .

B. Comentario:

   1. Bernabé irá con Marcos, que Pablo no quiere porque fue cobarde, e irá con Silas. Las iglesias se robustecían en la fe y crecían en número de día en día... "Durante la noche Pablo tuvo una visión: un macedonio estaba de pie y le suplicaba diciendo: ven a Macedonia y ayúdanos". Y así comenzó la fe cristiana en Europa, pues ellos fueron a Grecia "convencidos de que Dios nos había llamado para anunciarles el Evangelio" (Hechos 16,1-10).

   ¡Señor, que sepa ver con los ojos de la fe! ¡Que sepa ayudarte, para ir más lejos, abordar nuevos retos, proclamar tu palabra ante tantos que nos dicen con los ojos: «Ven a ayudarnos»! ¡Que sepa estar atento a esas llamadas de las personas de mi alrededor! En primer lugar, con la Colecta de hoy, te pido que comience por mí mismo: «Señor, Dios Todopoderoso, que por las aguas del bautismo nos has engendrado a la vida eterna; ya que has querido hacernos capaces de la vida inmortal, no nos niegues ahora tu ayuda para conseguir los bienes eternos».

   2. «Que toda la tierra aclame al Señor», cantamos con el Salmo: gracias porque nos ha llenado de fe y esperanza. María, Madre mía, quiero unirme a tu canto de alegría, para reconocer que el Señor es el Dios que nos hace hijos suyos, que nos llena de su bondad, misericordia y fidelidad, por siempre, por eso contigo clamamos: «Aclamad al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios; que Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades» (Salmo 100/99,2.3.5).

   3. Las palabras de Jesús resuenan en nuestros oídos, cuando tenemos dificultades: "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros". Decía S. Gregorio Magno que "la hostilidad de los perversos suena como alabanza para nuestra vida, porque demuestra que tenemos al menos algo de rectitud en cuanto que resultamos molestos a los que no aman a Dios: nadie puede resultar grato a Dios y a los enemigos de Dios al mismo tiempo. Demuestra que no es amigo de Dios quien busca complacer a los que se oponen a Él: y quien se somete a la verdad luchará contra lo que se opone a la verdad".

   Sigue Jesús: "Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia". Los cristianos, dirá Pablo, "están crucificados con Jesús", y así como el mundo no reconoció a Jesús, tampoco sus discípulos serán reconocidos. Jesús es la luz que nos ilumina, y Karol Wojtyla nos decía «que esta luz nos haga fuertes y capaces de aceptar y amar la entera Verdad de Cristo, de amarla más cuanto más la contradice el mundo».

   "No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra…" Me gusta que me quieran, Señor, pero acepto el desprecio, y pasar contradicciones, por amor a ti. Sólo te pido que me des la fuerza para llevarlas. Que no me deje llevar por la mundanidad, en la búsqueda de placer o dinero, sino por las bienaventuranzas. Te pido que sepa estar en el mundo, como tú, sin dejarme llevar por el egoísmo, las fuerzas del mal; que piense que sólo tú "tienes palabras de vida eterna". Comenta San Agustín: «Si queréis saber cómo se ama a sí mismo el mundo de perdición que odia al mundo de redención, os diré que se ama con un amor falso, no verdadero. Y si se ama con amor falso, en realidad se odia: porque quien ama la maldad tiene odio a su propia alma... Pero se dice que se ama porque ama la iniquidad que le hace inicuo; y se dice que a la vez se odia, porque ama lo que es perjudicial. En sí mismo odia la naturaleza y ama el vicio; ama lo que en él hizo su propia voluntad. Por lo cual se nos manda y se nos prohíbe amarlo. Se nos prohíbe cuando dice: "No améis el mundo"; y se nos manda en aquellas palabras: "Amad a vuestros enemigos".  Se nos prohíbe, pues, amar en él lo que él en sí mismo odia, esto es, la hechura de Dios y los múltiples consuelos de su bondad. Se nos prohíbe amar sus vicios y se nos manda amar su naturaleza, ya que él ama sus vicios y odia su naturaleza. A fin de que nosotros lo amemos y odiemos con rectitud, ya que él se ama y se odia con perversidad».

   "No pertenecéis al mundo, porque yo os elegí y os saqué del mundo, por eso el mundo os odia." Y comenta San Cipriano de Cartago: "El Señor quiere que nos alegremos, que saltemos de gozo cuando nos vemos perseguidos, porque cuando hay persecución es cuando se merece la corona de la fe. Es entonces cuando los soldados de Cristo se manifiestan en la pruebas, entonces se abren los cielos a sus testigos. No combatimos en la filas de Dios para tener una vida tranquila, para esquivar el servicio, cuando el Maestro de la humildad, de la paciencia y del sufrimiento llevó el mismo combate antes que nosotros. Lo que él ha enseñado lo ha cumplido antes, y si nos exhorta a mantenernos firmes en la lucha es porque Él mismo ha sufrido antes que nosotros y por nosotros.

   "Para participar en las competiciones del estadio, uno tiene que entrenarse y ejercitarse y se considera feliz si bajo la mirada de la multitud le entregan el premio. Pero aquí hay una competición más noble y deslumbrante. Dios mismo mira nuestro combate, nos mira como hijos suyos y Él mismo nos entrega el premio celestial. Los ángeles nos miran, nos mira Cristo y nos asiste. Pertrechémonos con todas nuestra fuerzas, libremos el buen combate con un ánimo animoso y una fe sincera".

Llucià Pou Sabaté

 

VIERNES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA: Jesús nos da la ley del amor fraterno

VIERNES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA: Jesús nos da la ley del amor fraterno

 

A. Lecturas:

   1. Hechos 15, 22-31: "Concluida la deliberación, los apóstoles y los presbíteros, con toda la Iglesia, acordaron elegir a algunos de entre ellos para que se fueran a Antioquía con Pablo y Bernabé.

   Los elegidos fueron Judas, Barsaba y Silas, miembros eminentes de la comunidad. Y les entregaron esta carta: 'Los apóstoles, los presbíteros y los hermanos, saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo... En vista de lo sucedido entre vosotros, os enviamos a Silas y Judas para que os digan de palabra lo que sigue: "Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que no os contaminéis con la idolatría, que no comáis sangre ni animales estrangulados y que os abstengáis de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud"... Los fieles, al leer aquellas palabras alentadoras, se alegraron mucho".

   2. Salmo 57/56, 8-12: «Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar y a tocar. Despierta gloria mía; despertad cítara y arpa, despertaré a la aurora. Te daré gracias ante los pueblos, Señor, tocaré para Ti ante las naciones; por tu bondad que es más grande que los cielos, por tu fidelidad que alcanza a las nubes. Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria».

   3. Jn 15,12-17: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».

 

B. Comentario:

      1. Vemos hoy la conclusión de aquel primer Concilio de Jerusalén, con una parte doctrinal y una parte de normas variables. Lo importante no es tanto lo que hacemos los hombres, sino lo que Dios hace en la historia. "El Espíritu Santo y nosotros"…, dicen. Y todo basado en el amor, que hacía decir a los paganos, al verles: "¡mirad cómo se aman!" Ahí tenemos un punto bien concreto para nuestro examen: ¿los demás pueden decir de nosotros que destacamos -los cristianos- porque amamos a los demás, porque servimos?...

    2. Canta el el salmo la confianza en el Señor, y así como se avecina la aurora a medida que pasa la noche, así la salvación se acerca en la tribulación: "Mi corazón está firme, Dios mío…" el orante está esperando que despunte el alba, para que la luz venza la oscuridad y los miedos… "Te daré gracias ante los pueblos, Señor… por tu bondad que es más grande que los cielos, por tu fidelidad que alcanza a las nubes». Dios en su bondad nos da el mandamiento nuevo, y si profesamos la fe de verdad, no hemos de conformarnos con evitar a los demás los males que no deseamos para nosotros mismos. El amor llega… hasta dar la vida: «Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos.» Cuando pienso en mis derechos de manera desmesurada, y se me mete el orgullo, me quedo solo, y triste porque hago daño a los demás; pero cuando sigo tu mandato, soy generoso y todos estamos felices. Dame tu humildad y sencillez para servir a los de mi familia, mis amigos, las personas que me rodean.

   3. También quiero aprender, Jesús, a ver que no soy yo el que merezco la salvación, como bien dices: «No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros.» Me has elegido porque me amas, y por eso me ha creado Dios contigo, con tu amor; me has dado dones para que los emplee en seguir haciendo el bien como tú lo haces en mí, si me dejo, y así doy fruto: «el treinta por uno, el sesenta por uno, y el ciento por uno» (Mt 4,8).

   «Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.» ¿Qué fruto permanece? La santidad, apostolado, trabajo bien hecho, servicio a los demás.

   Señor, que dé yo también frutos de amor... que sepa vivir con obras este mandamiento nuevo, tu testamento, Jesús. Que con tu ayuda sepa amar a los demás, servir, ayudar, comprender,  disculpar... Que no quiera ser yo el centro de todo. Como decía Tagore: "Dormía y soñaba que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servicio. Empecé a servir y comprobé que el servicio era alegría". Que sepa abrir los ojos a los demás, a sus virtudes: "Sólo serás bueno, si sabes ver las cosas buenas y las virtudes de los demás" (san Josemaría). Que sepa manifestar ese amor en el uso de la lengua, Jesús, pues criticar es muy fácil, como lo es destruir con una pedrada la vidriera espléndida de una catedral, pero es difícil recomponerla, como también lo es el honor de alguien por maledicencias... Que sepa construir, edificar, que es tarea de artistas...

   No es que amemos nosotros, es que Dios nos ha amado primero. "La caridad no la construimos nosotros; nos invade con la gracia de Dios: porque Él nos amó primero. Conviene que nos empapemos bien de esta verdad hermosísima: si podemos amar a Dios, es porque hemos sido amados por Dios. Tú y yo estamos en condiciones de derrochar cariño con los que nos rodean, porque hemos nacido a la fe, por el amor del Padre. Pedid con osadía al Señor este tesoro, esta virtud sobrenatural de la caridad, para ejercitarla hasta en el último detalle", sigue diciendo san Josemaría; algo tan bonito como la palabra "caridad" se ha malogrado a veces: "Expresaba bien esta aberración la resignada queja de una enferma: aquí me tratan con caridad, pero mi madre me cuidaba con cariño".

   Los matices de Jesús son entrañables: «os llamo… amigos». Hemos pasado del "permanecer" en Él, a amarse unos a otros. Esta "ley de amor" sustituye al temor de los siervos; es "ley de gracia" (por el Espíritu Santo); "ley de libertad" porque "nos hace pasar de la condición del siervo «que ignora lo que hace su señor», a la de amigo de Cristo, «porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer»" (Catecismo, 1972). «Si el Señor te ha llamado «amigo», has de responder a la llamada, has de caminar a paso rápido, con la urgencia necesaria, ¡al paso de Dios! De otro modo, corres el riesgo de quedarte en simple espectador» (S. Josemaría, Surco 629).

   «Porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer.» ¡Gracias, Señor, porque me das a conocer tantas cosas! Gracias por la maravilla que nos das, de concedernos todo lo bueno: «todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo concederá.» Todo lo que está en el Padrenuestro quiero pedirte ahora, Señor: "Padre, te pido más corazón, para corresponder al amor que me tienes; te pido más fortaleza, para no conformarme con «ir tirando», sino que me ponga a luchar en serio en el camino de la santidad; te pido más generosidad, para saber dar la vida por Ti y por los demás como ha hecho Jesús; te pido más lealtad, para no traicionar la amistad que Jesús me ha dado, rechazando el pecado con todas mis fuerzas; te pido más vibración apostólica, para que sepa dar ejemplo y hablar de Ti a mis familiares y amigos: para dar fruto, y que ese fruto permanezca" (P. Cardona).

   Jesús, en la intimidad del Jueves santo reunido con tus discípulos, nos confías "un nuevo mandamiento": «Que os améis los unos a los otros como yo os he amado»: es la ley del amor, con una medida, es como si nos dijera: "como me habéis visto hacer a mí y como todavía me veréis hacer". Jesús, el amigo, nos anima a propagar ese amor. Jesús, nos has dado la medida del amor: como tú nos has amado… me enseñas que amar mucho es "dar la vida". Te doy gracias porque nos enseñas el modelo de amor para los esposos que se entregan uno al otro, y sienten la responsabilidad de ser padres; modelo de los misioneros que llevan el Evangelio por el mundo; de los religiosos, sacerdotes y obispos, de los laicos en medio del mundo… Que aprenda, Señor, lo que has dicho un poco antes: «si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda él solo; pero si muere da mucho fruto» (Jn 12,24). Tú me invitas a morir a mis cosas, para vivir en una entrega a los demás. Pienso que amar es participar de ti, Dios mío; cuanto más sea tuyo, más podré querer, pues amar debe de ser tener "un cachito" de Dios en mí. Que sepa atender las necesidades de los demás, Señor.

 

JUEVES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA: por el amor de Jesús entramos en el amor que tiene con el Padre, por la obediencia y la fe

JUEVES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA: por el amor de Jesús entramos en el amor que tiene con el Padre, por la obediencia y la fe

 

A. Lecturas:

   1. Hechos de los apóstoles 15, 7-21: "En la asamblea de Jerusalén, después de una larga discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y a los ancianos: Hermanos, desde los primeros días, como sabéis, Dios me escogió para que los gentiles oyeran de mi boca el mensaje del Evangelio, y creyeran... Pero Dios no hizo distinción entre ellos (gentiles) y nosotros... Creemos que tanto ellos como nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús.

   Luego, toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y a Pablo, que les contaron los signos y prodigios que habían hecho entre los gentiles con la ayuda de Dios. Cuando terminaron, Santiago resumió la discusión... y añadió: a mi parecer no hay que molestar a los gentiles que se convierten; basta escribirles que no se contaminen con la idolatría..."

   2. Salmo: 95, 1-2a.2b-3.10 Contad a los pueblos la gloria del Señor. «Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos: "El Señor es Rey. Él afianzó el orbe y no se moverá. Él gobierna a los pueblos rectamente"».

   3. Jn 15,9-11: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado».

 

B. Comentario:

   1. Seguimos hoy con aquel primer Concilio; se proclama que "Dios no hizo distinción entre ellos (gentiles) y nosotros... Creemos que tanto ellos como nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús". Pedro dirá que la Ley antigua es irrelevante para la salvación. Como comentará S. Efrén: "todo lo que Dios nos ha dado mediante la fe y la Ley lo ha concedido Cristo a los gentiles mediante la fe y sin la observancia de la Ley". Pedro aparece como garante de la fe de sus hermanos (Hechos 15,7-21).

   2. El anuncio de las maravillas que ha hecho Dios tiene una proyección universal, como cantamos en el Salmo (96/95): «Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra… bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria». La invitación de toda la tierra a alabar a Dios es el "cántico nuevo": la llamada de todos a la salvación. Por este motivo, ya la Carta de Bernabé enseñaba que «el reino de Jesús está sobre el madero» y el mártir san Justino, citando casi íntegramente el Salmo en su Primera Apología, concluía invitando a todos los pueblos a exultar porque «el Señor reinó desde el madero» de la Cruz: «el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

   3. « Como el Padre me ha amado, así os he amado yo: Permaneced en mi amor…» ¡Es maravilloso saberme amado por ti, Señor, hasta el punto que pones este amor en relación con el que os tenéis tú con el Padre". «Como el Padre me amó, así os he amado yo.» Jesús, tengo ganas de sondear el amor del Padre y Tú, que imagino inmenso, tierno, entrañable. Me sirve para ello el libro de los Proverbios, cuando contempla tu Sabiduría hablando del Padre, antes de la creación: «yo estaba allí, como arquitecto, y era yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo» (Prov 8,30). Así nos amas también a nosotros por eso quizá añades que «jugando por el orbe de su tierra, mis delicias están con los hijos de los hombres» (Prov 8,31).

   «Permaneced en mi amor.» Ayúdame, Jesús, a guardar tus mandamientos, para permanecer en el amor: «Jesús resumió los deberes del hombre para con Dios en estas palabras: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente» (...). Dios nos amó primero. El amor del Dios Único es recordado en la primera de «las diez palabras». Los mandamientos explicitan a continuación la respuesta de amor que el hombre está llamado a dar a su Dios» (Catecismo 2083).

   "Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor"… Tengo que guardar tus mandamientos, Jesús, como tú los del Padre; lo entiendo. Quiero introducirme en esa lógica divina. Si te amo, comprendo todo. Me hablas de tu amor al Padre y de a qué te lleva ese amor: «El que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él» (Jn 8,29). El Padre te proclamó bien alto en el Jordán como quien le complace: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido» (Mc 1,11) y, más tarde, en el Tabor: «Éste es mi Hijo amado, escuchadle» (Mc 9,7). Tú has respondido, «Abbá», ¡papá! Y ahora nos revelas que entramos en ese torrente de amor divino: «como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros». Ayúdame, Señor, a mantenerme en su amor, a cumplir tus mandamientos, a amar la Voluntad del Padre. Ya sé que en algún momento te costó, cuando dirás al cabo de un rato: "Si es posible que se aleje de mí este cáliz", en el huerto de los olivos. Y añadiste: "Pero, Padre, no lo que Yo quiero, sino lo que Tú quieres." También diré yo en el Padrenuestro: "Hágase tu voluntad" (Lluís Raventós).

    "Os he dicho esto para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea completo". Tú nos das, Jesús, el secreto de la felicidad, del gozo. Una receta tuya, y yo me fío pues "Tú eres el «inventor», y por ello sabes mejor que nadie cómo funciono, y qué efectos tienen en mí mis propias acciones. Tú sabes bien lo que, en el fondo, me perfecciona como persona o me envilece" (P. Cardona). Tu gozo, Jesús, es ser amado y amar. Haz que como tú, Dios sea la fuente de mi gozo.

   La fuente de todo amor es el Padre, que ama a Jesús y Jesús al Padre. Ahí es donde entramos, al amar a Jesús y permanecer en su amor, guardando sus mandamientos, entramos en la relación de Jesús que permanece en el amor al Padre, cumpliendo su voluntad. Y esto lleva a la alegría plena: «que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud». La alegría brota del amor y de la fidelidad con que se guardan en la vida concreta las leyes del amor.

   Hay un himno litúrgico que tiene dos versiones: "Donde hay verdad y amor allí está Dios", pero se ha hecho quizá más famosa esta otra: "Donde hay caridad y amor, allí está Dios", uniendo ambos amores –a Dios y al prójimo- que es en lo que está nuestro gozo, al tener a Dios: los dos amores son inseparables, y Jesús dijo también que Él está en medio de los que se reúnen en su Nombre. No hay mayor gozo que saberse amado así, y por eso pedimos en la Colecta: «Señor Dios Todopoderoso, que, sin mérito alguno de nuestra parte, nos has hecho pasar de la muerte a la vida y de la tristeza al gozo; no pongas fin a tus dones, ni ceses de realizar tus maravillas en nosotros, y concede a quienes ya hemos sido justificados por la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella».

   Nada vale la pena si nos aparta de Dios. A veces me despisto… y pierdo la cabeza. Ayúdame Tú, Jesús. Yo, por mi parte, te prometo poner todos los medios a mi alcance: si la peor de los apegamientos es la codicia, dame vigilancia de la vista para no envidiar nada que no me corresponda; dame cuidar de la salud y atención del cuerpo, sin excederme; trabajar con perfección; acudir con regularidad a los sacramentos (Pan y Palabra, hostia y oración); nutrirme de buenas lecturas; y un confiado amor a santa María, madre de Dios y madre mía.

Llucià Pou Sabaté

 

jueves, 2 de mayo de 2024

MIÉRCOLES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA: permanecer como sarmientos unidos a la Vid que es Cristo, y a la Iglesia en la unidad de Pedro.

MIÉRCOLES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA: permanecer como sarmientos unidos a la Vid que es Cristo, y a la Iglesia en la unidad de Pedro.

 

A. Lecturas:

   1. Hechos 15, 1-6: "En aquellos días, unos [judeocristianos] que vinieron de Judea a Antioquía enseñaban a los hermanos que si no se circuncidaban, según la ley de Moisés, no podían salvarse. Este hecho provocó un altercado y fuerte discusión entre Pablo y Bernabé y ellos, y, a causa de esto, decidieron en la Comunidad que Pablo, Bernabé y algunos otros se fueran a Jerusalén para tratar la cuestión con los apóstoles y demás responsables. Decidieron que Pablo y Bernabé, con algunos otros, acudieran a los Apóstoles y presbíteros en Jerusalén, para tratar de esta cuestión.

   Así pues, ellos, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaría, narrando con detalle la conversión de los gentiles y causando gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, la Iglesia y los apóstoles y los presbíteros los recibieron muy bien, y ellos contaron lo que habían hecho con la ayuda de Dios. Tras oírles, algunos fariseos que habían abrazado la fe intervinieron diciendo que era necesario circuncidar a los convertidos y obligarles a cumplir la ley de Moisés. Entonces los apóstoles y demás responsables se reunieron para estudiar el asunto".

   2. Salmo 122/121, 1-2.3-4a.4b-5: «Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor. Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor. Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor. En ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David».

   3. Jn 15,1-8: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».

 

B. Comentario:

    1. Hoy vemos el primer «Concilio» de Jerusalén, sobre la permanencia de las costumbres judías, o la "innovación" del nuevo injerto. Ya no es una cuestión física, biológica, la pertenencia al nuevo pueblo de Dios: "no han nacido de la carne, ni de la sangre, sino de Dios", por la fe, dirá S. Juan. Desde entonces, hay una evolución histórica, como el hombre es histórico. La Iglesia está asistida por el Espíritu Santo, y hay una renovación en la tradición, posturas en la Iglesia que han de dialogarse, nunca buscar imponerse; y siempre en la unidad con el Papa. San Efrén glosa así las palabras que Cristo dirigió a Pedro: "Simón, mi Apóstol, yo te he constituido fundamento de la Santa Iglesia. Yo te he llamado ya desde el principio Pedro, porque tú sostendrás todos los edificios; tú eres el superintendente de todos los que edificarán la Iglesia sobre la tierra... Tú eres el manantial de la fuente, de la que emana mi doctrina; tú eres la cabeza de mis Apóstoles... Yo te he dado las llaves de mi reino"».

   2. Señor, quiero cantar con el salmo de hoy la peregrinación a Jerusalén, donde vemos hoy que van los apóstoles, a la casa del Señor, a buscar la fortaleza en la fe: «Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor"... Rezamos en la Colecta,  buscando esta luz, la Verdad: «¡Oh Dios!, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido; atrae hacia ti el corazón de tus fieles, para que siempre vivan a la luz de tu verdad los que han sido librados de las tinieblas del error».

   Acabamos con este propósito de oración, pues «la tentación más frecuente, la más oculta, es nuestra falta de fe. Esta se expresa menos en una incredulidad declarada que en preferencias de hecho. Cuando se empieza a orar, se presentan como prioritarios mil trabajos y cuidados que se consideran más urgentes; una vez más, es el momento de la verdad del corazón y de clarificar preferencias. En cualquier caso, la falta de fe revela que no se ha alcanzado todavía la disposición propia de un corazón humilde: «Sin mí, no podéis hacer nada» (Catecismo 2732).

   Yo veo que quiero con mi vida ayudar a los demás… Ayúdame, Jesús, a dar fruto, y para eso no separarme nunca de Ti y así glorificar al Padre: «En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos.»

   3. El Evangelio nos trae algo muy de la cultura hebrea, la imagen de la viña, para expresar el desvelo amoroso de Dios para con su pueblo (la "viña"). Es una de las parábolas más "ricas" y expresivas: "Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador". Ahora vemos que el pueblo es su Cuerpo, todos estamos unidos a Jesús como Cabeza de este Cuerpo: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada». Por un lado, somos otros Cristos unidos a Él como cabeza de la Iglesia. De otro, nos identificamos con Él, para ser Cristo, pues Dios sólo tiene un Hijo. ¿Cómo compaginar ese ser "otros Cristos" (alter Cristus) con ser al mismo tiempo "el mismo Cristo" (ipse Cristus)? Son las dos líneas de nuestro pobre pensamiento: por un lado, somos Iglesia, y con ella hijos de Dios en el Hijo, por el bautismo y ese "endiosamiento" por el que Cristo es "primogénito entre muchos hermanos" (otros Cristos, con Él). Por otro lado, el camino es la identificación con Él, pues ser cristiano no es seguir un libro sino una Persona, que vive en nosotros y "gime dentro de nosotros: abbá, Padre" (Gal 4,6). Él nos hace clamar también, en esa "sinergia" que es su inhabitación, que podamos también "nosotros clamar: abbá, Padre" (Rom 8.15). Es "el mayor" de los hermanos en la fe, y está en mí como "lo más íntimo de mi interior". Jesús, sé que si estoy unido a ti, alimentado de tu savia, creceré, daré fruto. Si no, me pierdo (soy "cortado").

   San Ignacio de Antioquía nos anima: «Corred todos a una como a un solo templo de Dios, como a un solo altar, a un solo Jesucristo que procede de un solo Padre». El medio de esta identificación, nos lo dice Santa María, Madre nuestra: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5).

   "A todo sarmiento que no da fruto, lo arranca; y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto..." Señor, sé que si se poda, da más fruto… pero también sé que cuando se la poda, la viña 'llora', dicen los viñadores... algunas gotas de savia fluyen antes de que se cierre la cicatriz de mi alma. Y esto, Jesús, me duele, no me gusta… Jesús, tú poda en mí, limpia, purifica. Haz que lo entienda bien, aunque me cueste, mejorar defectos del carácter que son cualidades mal enfocadas que hay que trabajar, apegamientos a nuestro criterio (que es una polarización del ego) o a los bienes materiales (la codicia es el peor de nuestros enemigos), respetos humanos (la vergüenza viene cuando no reconocemos nuestra dignidad), detalles de comodidad o de sensualidad... Aunque nos cueste, trabajemos por quitar peso muerto, para poder volar. No hemos de tomar en consideración lo la gente denomina fracasos que no son más que procesos en el aprendizaje, enfermedades que podemos prevenir o cuidar cuando llegan pero sin preocuparnos, difamaciones pues el tiempo pone las cosas en su sitio... todo eso es la poda que necesitamos.

   Jesús es la vid y nosotros los sarmientos. Es tiempo de vendimia y los sarmientos están llenos de fruto porque ha llegado la savia del tronco, unidos a él, que nos dice: «porque sin mino podéis hacer nada».

   Todo depende de la unión contigo, Jesús: el "vino eucarístico" es tu Sangre derramada, tu "poda"…, el fruto de tu "vida", de la "vid" que eres Tú. Nosotros somos miembros de tu Cuerpo y queremos "permanecer" en Ti (nos dices esta palabra ocho veces, en esta página). Sé que no "vivo" sino en la medida de mi contigo, Señor. Ayúdame a entender tus palabras: "Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis mis discípulos". Sé que tengo en la Eucaristía el Camino: «el que come mi Carne y bebe mi Sangre, permanece en mí y yo en él... Como yo vivo por el Padre, así el que me coma vivirá por mí».

   "Por tanto -comenta San Agustín-, todos nosotros, unidos a Cristo nuestra Cabeza, somos fuertes, pero separados de nuestra Cabeza no valemos para nada (...). Porque unidos a nuestra cabeza somos vid; sin nuestra cabeza (...) somos sarmientos cortados, destinados no al uso de los agricultores, sino al fuego. De aquí que Cristo diga en el Evangelio: Sin mí no podéis hacer nada. ¡Oh Señor! Sin ti nada, contigo todo (...). Sin nosotros Él puede mucho o, mejor, todo; nosotros sin Él nada".

 

miércoles, 1 de mayo de 2024

1 de Mayo San José, obrero, su paciencia y ejemplo en trato con Jesús y María

1 de Mayo San José, obrero, su paciencia y ejemplo en trato con Jesús y María

 

 

Evangelio (Mateo 13, 54-58): «Y, llegado a su ciudad, les enseñaba en su sinagoga, de manera que se admiraban y decían: ¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos poderes? ¿No es éste el hijo del artesano? ¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas ¿no viven todas entre noso­tros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta menospreciado sino en su tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros a cau­sa de su incredulidad». 

 

Comentario: Jesús era llamado «el hijo del artesano». No estuvo sin trabajar como en la época de la nobleza española que consideraban algo poco respetable el trabajo manual, y aún hoy muchos lo consideran menos respetable que ser intelectual, médico u oficios "superiores". Jesús fue carpintero, trabajador, obrero. «Por su sumisión a María y a José, así como por su humilde trabajo durante largos años en Nazaret, Jesús nos da el ejemplo de santidad en la vida cotidiana de la familia y del trabajo» (Catecismo Iglesia Católica 564).

San José es modelo para nuestra santificación del trabajo ordinario, de él y de su madre aprendió Jesús a hacer las cosas bien hechas, acabadas, con constancia, sin abandonos, con intención sobrenatural. San José sostenía a la Sagrada Familia con su trabajo, y también esto es importante, la responsabilidad económica sin que se caiga en la codicia de querer siempre más.


En este día dedicado a san José obrero, podemos ver que  es modelo para nosotros… ¿como reacciona ante la "duda" de que su esposa María esperaba un hijo? Nos dice escuetamente el Evangelio: "María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto".


Hay quien ha visto un sentido negativo en la conducta de María. Así Ratzinger en su libro sobre la infancia de Jesús dice: "lo que Mateo anticipa aquí sobre el origen del niño José aún no lo sabe. Ha de suponer que María había roto el compromiso y —según la ley— debe abandonarla". Aunque esta idea de que José dudó está mencionada por algún Padre de la Iglesia, me parece que repugna a una espiritualidad latina y concretamente española. Esta visión positiva en la conducta de Jesús la siguen algunos Padres de la Iglesia que hablan de que José pensó en quitarse del medio, viendo un misterio demasiado grande para él. No dudó de María, simplemente suspendió el juicio, y dejó paso a la confianza. Sabe del pacto de virginidad, que habían acordado entre los dos, respetando la intuición de María; él, seguramente por acompañarla pues la quería en la situación que ella dispusiera, respetando su compromiso con Dios, pues eso hace el amor. 

¿María le dijo lo del ángel a José? Quizá sí, y él la acompañó en su misterio escondido. Quizá se sintió entonces indigno de estar ahí por medio, que molestaba en un plan que no tenía nada que ver con él. Nos dice el Evangelio que Dios interviene en sueños por medio de un ángel que le dice: "José, hijo de David, no tengas recelo... Le pondrás por nombre Jesús, que significa 'El Señor salva'".

A nivel espiritual, veo que estos pasajes nos enseñan a saber esperar ante las dificultades, meditar en el silencio, aguantar sin dejar paso al desconcierto, esperando que se manifiesten las cosas con el tiempo, yo sigo esta norma de conducta: cuando no veo útil actuar de un modo u otro, dejo que el tiempo ponga las cosas en su sitio. Algunos hablan de esperar que nos señalen por dónde desde "arriba", esperar el "dedo" de Dios… 

 

En resumen, nos cuesta esperar y nos impacientamos, buscamos actuar enseguida porque no sabemos esperar, perdemos la calma ante las personas cuando no entendemos su modo de actuar. Dios ilumina a José en sueños, en su conciencia, y José es dócil: aprende a ir al paso de Dios.

Benedicto XVI dijo de que el mundo lo salva la paciencia de Dios, y lo pierde la impaciencia de los hombres. En eso sí estoy plenamente de acuerdo con él. Así, la paciencia está unida a la esperanza, y ese confiar va más allá de la razón, muestra una intuición profunda que tiene que ver con la luz pascual, que ilumina la cosas con una fuerza singular. Es un arte no dejarse llevar por las apariencias y saber esperar para ver las cosas en profundidad, con esa luz interior. Al igual que José no entendía nada nosotros tampoco entendemos nada muchas veces pero al igual que él nunca dudó podemos también nosotros no dudar, pues la duda es humana y la aceptación y la confianza es algo divino. Somos invitados a superar las suposiciones (armas del diablo) con esa luz pascual.

Podríamos resumir la devoción a san José con siete pinceladas para verlo modelo de nuestra vocación, y maestro de como tratar al Señor.

1. Hombre justo y sencillo. Así se puede definir la grandeza de su vida: santidad al alcance de todos. Nosotros queremos hacer cosas extraordinarias, soñamos en heroicidades donde demostramos lo mucho que valemos. Él, el más grande de los santos, después de María, paso inadvertido, nos habla de la grandeza extraordinaria de la vida cotidiana, que la santidad no está en hacer como en el circo las cosas cada vez más complicadas: "¡más difícil todavía!", sino en hacerlas con más amor.

2. Hombre fiel: de fe a prueba de fuego, dócil a la voz del Señor, aunque sea en sueños, como solía hablarle el ángel. Se acomoda a los planes divinos sin protestar. Es el hombre del santo encogimiento de hombros, que todo le está bien. Le veo con una fe que rezumaba paz: cuando una cosa iba como esperaba diría: "gracias a Dios!", y cuando iba al revés, diría: "bendito sea Dios!", de manera que siempre estaba entre dar gracias y bendecir a Dios.

3. Modelo en el amor esponsal: ama a María con el amor más puro y delicado que podemos imaginar. Lo ha pintado de edad avanzada, pero debía ser joven. El corazón sí que lo tenía muy grande, y con una pureza digna del esposo de Maria. "Participó de la plenitud de la Santísima Virgen de una manera bien singular: por su amor conyugal, por su mutua sumisión a las obras y por la comunicación de sus consolaciones interiores. La Santísima Virgen no pudo consentir que San José se viese privado de su perfección, joya y consuelos. Era bondadosísima, y por la presencia de Cristo y de los ángeles gozaba de alegrías ocultas a todos los mortales, que solo podía comunicar a su esposo amadísimo, para que en medio de sus trabajos tuviese un consuelo divino; y así, mediante esta comunicación espiritual con su esposo, la Madre intacta cumplía el precepto del Señor de ser dos una sola carne" (Isidoro de Isolano). Esta unión había de ser muy fuerte. Cuando estuve en el santuario catalán de Montserrat, un monje me comentó que la imagen que hay allí de san José joven se debía a san Josemaría Escrivá que lo imaginaba así, lleno de vitalidad. También se nos dice que san José, que moriría acompañado por María y Jesús, los acompañaría en la resurrección, cuando Jesús subió a los cielos y más tarde su madre María, también José les esperaba ya allí…

4. Padre de Jesús y nuestro. Relación misteriosa y llena de gracia, ser "padre nutricio del Verbo encarnado; fue creado y puesto en el mundo con este fin; es el objeto primero de su predestinación y la razón de todas las gracias" (R. Garrigou-Lagrange). Para nosotros, el santo Patriarca es Padre y Patrón de la Iglesia y de cada miembro de ella; a él le han sido encomendados todos los cristianos de todos los tiempo, y en la multiplicidad de las vocaciones, como cantan sus Letanías: "San José, ilustre descendiente de David, luz de patriarcas, esposo de la Virgen María (...), modelo de los trabajadores, honor de la vida doméstica, guardián de las vírgenes, apoyo de las familias, consuelo de los afligidos, esperanza de los enfermos, patrón de los moribundos, terror de los demonios, protector de la Iglesia santa..."

5. Modelo de vocación eclesial. "A todos los que Dios escoge para alguna cosa, los prepara y dispone para que sean idóneos" (Santo Tomàs de Aquino). Él fue llamado a custodiar el gran Misterio, del que participó como ninguna otra persona, salvo María. Su alma fue revestida con dones eminentes, para llevar a cabo la misión extraordinaria; y dice B. Llamera que –ya que a él Dios encomendó aquello que más estimaba de este mundo- el ministerio de San José fue de tal importancia que todos los ángeles juntos no sirvieron tanto a Dios como José él solo.

6. Intercesor para el apostolado. A él acudimos para pedir más vocaciones, y la fidelidad a nuestra vocación: "cuando, por gracia divina, Dios escoge a alguien para una misión muy elevada, le otorga todos los dones necesarios para llevar a cabo esta misión, lo cual se verifica en grado eminente en San José, padre nutricio de nuestro Señor Jesucristo y esposo de Maria" (San Bernardino de Siena).

7. Es Maestro de vida interior, y tiene mucho poder delante del Señor y delante de la Virgen María: "Quien no encuentre maestro que le enseñe oración, coja este glorioso santo por maestro, y no errará el camino" (Santa Teresa de Jesús). Lo dice aquella rogativa: "¡Oh, José!, varón bienaventurado y feliz, a quien fue concedido de ver y oír a Dios, a quien muchos reyes quisieron ver y oír, y no oyeron ni vieron. Y no solamente verlo y oírlo, sino llevarlo en brazos, besarlo, vestirlo y custodiarlo: rogad por nosotros."