viernes, 3 de noviembre de 2023

San Pablo habla de la caída de Israel, y de que resurgirá y se convertirá: Sábado de la semana XXX (impar). La humildad va unida al servicio, y así estamos con el Señor, ya sin buscar gloria humana

Sábado de la semana XXX (impar). La humildad va unida al servicio, y así estamos con el Señor, ya sin buscar gloria humana

A. Lecturas:

1. Romanos (11,1-2a.11-12.25-29): ¿Habrá Dios desechado a su pueblo? De ningún modo. También yo soy israelita, descendiente de Abrahán, de la tribu de Benjamín. Dios no ha desechado al pueblo que él eligió. Pregunto ahora: ¿Han caído para no levantarse? Por supuesto que no. Por haber caído ellos, la salvación ha pasado a los gentiles, para dar envidia a Israel. Por otra parte, si su caída es riqueza para el mundo, es decir, si su devaluación es la riqueza de los gentiles, ¿qué será cuando alcancen su pleno valor? Hay aquí una profunda verdad, hermanos, y, para evitar pretensiones entre vosotros, no quiero que la ignoréis: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que entren todos los pueblos; entonces todo Israel se salvará, según el texto de la Escritura: «Llegará de Sión el Libertador, para alejar los crímenes de Jacob; así será la alianza que haré con ellos cuando perdone sus pecados.» Considerando el Evangelio, son enemigos, y ha sido para vuestro bien; pero considerando la elección, Dios los ama en atención a los patriarcas, pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.

2. Salmo 93,12-13a.14-15.17-18: Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso tras los años duros.

Porque el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad: el justo obtendrá su derecho, y un porvenir los rectos de corazón.

Si el Señor no me hubiera auxiliado, ya estaría yo habitando en el silencio. Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene.

3.   Lucas14,1.7-11: «Y sucedió que al entrar él un sábado a comer en casa de uno de los principales fariseos, ellos le estaban observando. Proponía a los invitados una parábola al notar cómo iban eligiendo los primeros puestos diciéndoles: «Cuando seas invitado por alguien a una boda, no te sientes en el primer puesto, no sea que otro más distinguido que tú haya sido invitado por él, y al llegar el que os invitó a ti y al otro, te diga: "Cede el sitio a éste"; y entonces empieces a buscar lleno de vergüenza, el último lugar: Al contrario, cuando seas invitado, ve a sentarte en el último lugar, para que cuando llegue el que te invitó te diga: "Amigo, sube más arriba". Entonces quedarás muy honrado ante todos los comensales. Porque todo el que se ensalza será humillado; y el que se humilla será ensalzado».

B. Comentario:

1. Pablo nos enseña que Dios no deja de ser fiel a su esposa infiel. Dios ama a aquellos que no le aman. Dios no rechaza a nadie: –"Hermanos, os pregunto: ¿Habría Dios rechazado a su pueblo? No, de ningún modo. Yo mismo soy prueba de ello: también soy uno de Israel". Y tomando la tesis de los profetas según la cual sólo un «pequeño resto» subsistiría, hace notar que hay judíos, como él, por ejemplo, que son los testigos de ese amor. Esto nos anima a ser siempre solidarios.

-"¿Ha caído Israel para no levantarse?... si por haber caído ellos la salvación ha pasado a los paganos, su caída ha supuesto riqueza para el mundo". Pablo alude al «hecho histórico» muy conocido: el rechazo de los judíos ayudó a Pablo a no encerrarse en el mundo judío e ir a los paganos. Expulsado de la Sinagoga y de la comunidad judía, se halló casi obligado a dirigirse a los paganos.

-"No quiero dejaros en la ignorancia de este misterio: el endurecimiento de los judíos durará hasta la entrada del conjunto de los paganos". Así el rechazo de la Fe, de los judíos, lejos de contradecir el prodigioso amor salvador de Dios por todos los hombres no es sino una ilustración temporal y brillante de ese amor universal. A través de este misterio quisiera comprender mejor el misterio de la "incredulidad" HOY. ¡Muchos son los que "rechazan" HOY a Dios o viven «como si no existiera»! Quiero creer que Tú sigues amándolos, Señor, y que quieres también salvarlos a todos. Tu proyecto es ¡«la entrada del conjunto de los paganos»! en la salvación.

-"Es así que todo Israel será salvo. En cuanto al Evangelio, son enemigos para vuestro bien. Pero en cuanto a la elección de Dios, son amados en atención a sus padres... ¡Los dones y la vocación de Dios son irrevocables!" También los judíos un día serán creyentes. El Señor vendrá. Pero retrasa su venida para dar a todos un «plazo» de conversión. Así, todo contribuye al proyecto de Dios. La incredulidad de los judíos es la prueba dramática del fracaso del hombre que quiere salvarse por sí mismo. Como tal, esta «incredulidad» tiene un aspecto positivo, pone en evidencia que nos salvamos «por pura misericordia»: mas entonces los judíos pueden también beneficiarse, y se beneficiarán de ello. Los dones de Dios son "IRREVOCABLES" (Noel Quesson).

2. En Nostra aetate, el Concilio quiso hablar de ese respeto de todo corazón a los que viven otras religiones, y siguiendo el ejemplo de Pablo, llenarnos de esperanza de que un día acabarán aceptando a Jesús. Con el salmo decimos: "El Señor no rechaza a su pueblo ni abandona su heredad".

3. –"Durante la comida en casa de uno de los jefes de los fariseos, Jesús, notando que los invitados elegían los primeros puestos..." El mundo judío -por ejemplo, las "reglas de la Comunidad de Qumram- tenía gran preocupación por seguir el orden jerárquico. En un banquete, antes de sentarse, cada invitado elegía "su" puesto según su rango, según la idea que él tenía de su propia dignidad, en comparación a los demás invitados. Y esto estaba codificado por las escuelas de Doctores de la Ley. Se aconsejaba un poco de prudencia elemental, por ejemplo: "Sitúate dos o tres puestos más allá del que te convendría". Hoy tenemos muchos signos distintivos que permiten realzar la posición social de cada uno: marcas en el vestir... o de automóvil...

-"Jesús les propuso esta parábola: "Cuando alguien te convide a una boda no ocupes el puesto principal..." Jesús, no entras aquí en los problemas de las conveniencias mundanas, no es tu objeto...  te interesa decirnos lo que otras veces: ¡sed humildes!, ¡disponeos a ser el servidor de los demás!, ¡ocupad el último puesto!, ¡los pequeños son los más grandes! Si no os hacéis pequeños, ¡no entraréis en el Reino de Dios! No, nadie puede revindicar la entrada a las Bodas eternas como algo que le es debido, en virtud de su propia justicia.

-"Al revés, cuando te conviden, vete derecho al último puesto". Durante la última Cena, sabemos que hubo una discusión entre los Doce sobre sus jerarquías y sus prelaciones. "Llegaron a querellarse sobre quién parecía ser el mayor. Jesús les dijo: Los reyes de las naciones gobiernan como señores... Pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros, ocupe el puesto del más joven, y el que manda, el puesto del que sirve... Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve" (Lucas 22,24-27). En las primeras comunidades había estas discriminaciones en las asambleas litúrgicas, como cuenta Santiago: "Si en vuestra reunión entra un personaje con sortijas de oro, magníficamente vestido y entra también un pobretón con traje mugriento; si atendéis al primero en detrimento del pobre, ¿no hacéis una discriminación?" Hoy, hay muchas maneras de creerse superior, de excluir a un tal o a un cual, de hacer discriminaciones.

Señor, haznos acogedores los unos hacia los otros. Que todos los participantes a nuestras asambleas dominicales se sientan cómodos. Que las celebraciones eucarísticas no pasen a ser pequeños clubs cerrados en los que "las personas, allí reunidas, se sientan bien", porque se ha comenzado por excluir a "los que no piensan como nosotros".

-"El que se encumbre, lo abajarán, y al que se abaja lo encumbrarán". Es la condena de cualquier suficiencia. Dios cerrará su Reino, a los que están persuadidos de su propia justicia. Ser humilde. Hacerse pequeño. Juzgarse indigno... No juzgar indignos a los demás.

La parábola del fariseo y el publicano se terminará con la misma fórmula (Lucas 18,14): "Todo el que se encumbra lo abajarán, y al que se abaja, lo encumbrarán." Señor, ayúdame; quiero combatir todas mis formas de orgullo. Quiero conocer mis miserias, para que no me estime superior a los demás. Ayúdame a encontrarme feliz en el "último puesto". Como Tú, Señor: "Jesús, de tal manera tomó para sí el último puesto, que nadie se lo ha podido quitar" (Noel Quesson).

"Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11,29): Jesús, nos enseñas que la humildad va unida al servicio, y quiero aprender de ti, de Belén, de tu vida en Nazaret, de tu entrega en la Cruz y en la Eucaristía.

"Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes da su gracia" (1 Pedro 5,5); dame, Señor, la humildad, para estar abierto a ti, pues nos dices: "Sin mí, nada podéis hacer " (Jn 15,5). Quiero pedirte ser humilde, Señor, por la intercesión de tu Madre María Santísima, meditar tu ejemplo, rectificar cuando la soberbia aprieta, ser sincero en la dirección espiritual, utilizar las experiencias negativas para sacar más fuerza y humildad de ellas, y que todo me sirva para hacer las cosas como tú las harías, para darme a los demás que es lo que me enriquece  y lo que tú dijiste de ti mismo, que "no he venido a dejarme servir sino a servir" (Mt 20,28). Le pedimos: que no nunca en mí, de ser el centor de todo. Te lo pido a ti, santísima Virgen, modelo de humildad y por eso llena de gracia.

Llucià Pou Sabaté

jueves, 2 de noviembre de 2023

Viernes de la 30ª semana (impar). Jesús nos enseña a “quemarnos” por caridad, pues Él lo ha dado todo por nosotros: no poner la reputación o las reglas por encima del amor

Viernes de la 30ª semana (impar). Jesús nos enseña a "quemarnos" por caridad, pues Él lo ha dado todo por nosotros: no poner la reputación o las reglas por encima del amor

 

A. Lecturas:

1. Romanos 9,1-5. Hermanos: Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.

 

2. Salmo 147,12-13.14-15.19-20. Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz.

Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.

 

3. Lucas 14,1-6: "Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: -«¿Es lícito curar los sábados, o no?» Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: -«Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?» Y se quedaron sin respuesta".

 

B. Comentario:

 

1. –"Afirmo la verdad en Cristo. No miento. Mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo". Después de lo que hemos leído los últimos días, de la vida en el Espíritu, pasa ahora Pablo a decirnos que está apenado de que la mayoría del pueblo elegido se ha quedado fuera de la Iglesia cristiana:

-"Siento una gran tristeza y un dolor incesante en el corazón. ¡Desearía incluso ser anatema, separado de Cristo por los judíos, mis hermanos de raza!" Pablo sufre por sus hermanos, por su salvación. Daría todo por ellos. El verdadero amor es desinteresado. Palabras apasionadas, y no olvidemos que era perseguido por aquellos de quienes habla: la Sinagoga lo consideraba un renegado, un apóstata... Concédeme, Señor, que mi oración sea también por los que no me aman. Dame el ansia de la salvación de mis hermanos. Hazme misionero.

-"Son, en efecto, los hijos de Israel, de los cuales es la adopción filial, la gloria, las alianzas, la Ley, el culto, las promesas de Dios y los patriarcas, de los cuales también procede Cristo, según la carne". Una letanía de siete privilegios excepcionales. Siete es la cifra de la perfección. Se resume aquí toda una historia. La historia de un amor. Dios y ese pueblo se amaron. ¿Amor decepcionado? ¿Amor fallido? No, dirá Pablo, más aún, esto no es posible. Todo continúa siendo válido. Dios continúa amándolos, aunque no quisieron reconocerlo como «Dios». Y sin embargo, verdaderamente, ¡Jesucristo es Dios! (Noel Quesson).

-"De ellos procede Cristo, el cual está por encima de todas las cosas, Dios bendito eternamente".

Jesús dijo a la Samaritana: La salvación viene de los judíos. ¿Qué significa esto? Sin duda, que Jesús vino de esa parte de la humanidad. Además, fueron los primeros en ser llamados a la salvación en Cristo. Y aun cuando no todos aceptaron a Cristo, hubo un pequeño resto fiel que sí lo hizo.

2. "Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti". Salmo precioso que invita a alabar al Señor: Jerusalén, personificación del pueblo, es interpelada para que exalte y glorifique a su Dios, que nos libera de todo mal. "Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz". El mensaje del Señor es la paz, «shalom» evocada inmediatamente, pues es contenida simbólicamente en el mismo nombre de Jerusalén: "Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos". Meditando la historia de las intervenciones de Dios a favor de su Pueblo, podemos decir que en verdad Dios lo ha amado. Muchas veces ofendieron a Dios y se alejaron de Él; pero el Señor, rico en misericordia, siempre ha estado dispuesto a perdonar cuando ve que se retorna a Él con un corazón realmente arrepentido. Todo es imagen de lo que vendrá, que ya ha venido: en Cristo, Dios, a quienes no pertenecemos al Pueblo de los Israelitas, nos ha llamado para hacernos partícipes de su Vida. Así, las promesas de salvación no sólo se cumplieron para Israel, sino también para nosotros.

3. –"Un sábado, Jesús fue a comer a casa de uno de los jefes fariseos, y ellos lo estaban observando". Jesús, no rehúsas las invitaciones de tus adversarios habituales. Porque ha venido a salvar a todos los hombres. La casa de ese jefe de los fariseos es muy significada por un gran respeto y devoción a la Ley: en ella, las tradiciones morales y culturales son respetadas de modo muy estricto. Es un sábado, un día sagrado para el anfitrión de Jesús.

-"Un hidrópico se encontraba en frente de Jesús". Para los fariseos toda enfermedad era el castigo de un vicio no declarado. Según ellos, ese pobre hombre (que rondaba por ahí) debió haber llevado una vida inmoral y por esto Dios le habría castigado.

-"Jesús tomó la palabra y preguntó a los Doctores de la Ley y a los fariseos: "¿Es lícito curar en sábado, o no?" Ellos se callaron." Porque piensan: ¡Qué extraña pregunta! ¿A qué viene ese innovador? Las Escuelas enseñaban que: - Cuando la vida de una persona corre peligro, está permitido socorrerlo... - Cuando el peligro no es mortal agudo, hay que esperar que termine el día sábado para prestarle alguna ayuda. ¿No es esto lógico? ¿Por qué no contentarse con la "tradición de los antiguos"? ¿Por qué suscitar nuevas cuestiones? Los fariseos callan. No quieren discutir. Ellos poseen la verdad. No es cuestión de modificar en nada sus costumbres. Jesús no puede hablar ni actuar en nombre de Dios, puesto que no se conforma a "su" enseñanza... a la enseñanza tradicional.

El lunes pasado leíamos una que hizo Jesús con la mujer encorvada. Hoy es con un hombre aquejado del mal de la hidropesía, la acumulación de líquido en su cuerpo. Pero no importa tanto el hecho milagroso, que se cuenta con pocos detalles. Lo fundamental es el diálogo de Jesús con sus adversarios sobre el sentido del sábado: una vez más da a entender que la mejor manera de honrar este día santo es practicar la caridad con los necesitados. Y les echa en cara que por interés personal -por ejemplo para ayudar a un animal de su propiedad- sí suelen encontrar motivos para interpretar más benignamente la ley del descanso. Por tanto no pueden acusarle a él si ayuda a un enfermo.

-"Jesús tomó al enfermo de la mano, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: "Si a uno de vosotros se le cae al pozo su hijo o su buey ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado?"" Si un animal cae en una cisterna los legistas permitían que se le alimentara para que no muriera antes del día siguiente... y de otra parte, estaba permitido echarle unas mantas y almohadas para facilitarle salir por sus propios medios; pero ¡sin "trabajar" uno mismo en sábado! Esos ejemplos nos muestran la gran liberación aportada por Jesús. Una nueva manera de concebir el "descanso" del sábado, del domingo. Más allá de todos los juridicismos. El sábado es el día de la benevolencia divina, el día de la redención, de la liberación, de la misericordia de Dios para con los pobres, los desgraciados, los pecadores. El día por excelencia para hacer el bien, curar, salvar. El día en el que hay que dejarse curar por Jesús. Señor, ayúdanos a ser fieles, incluso en las cosas pequeñas, pero sin ningún formalismo, sin meticulosidad. Señor, ayúdanos a permanecer abiertos, a no estar demasiado seguros de nuestras opiniones, a no quedarnos inmovilizados en nuestras opciones precedentes. El mundo de hoy nos presenta muchas cuestiones nuevas: ¿sabremos abordarlas con la misma profundidad con que las juzga Jesús? (Noel Quesson).

Uno de los 39 trabajos que se prohibían en sábado era el de curar. Pero una reglamentación, por religiosa que pretenda ser, que impida ayudar al que está en necesidad, no puede venir de Dios. Será, como en el caso de aquí, una interpretación exagerada, obra de escuelas rigoristas. ¿Qué excusas ponemos nosotros para no salir de nuestro horario, en ayuda del hermano, y tranquilizar así nuestra conciencia?, ¿el rezo?, ¿el trabajo?, ¿el derecho al descanso? Sí, el domingo es día de culto a Dios, de agradecimiento por sus grandes dones de la creación y de la resurrección de Jesús. Todo lo que hagamos para mejorar la calidad de nuestra Eucaristía dominical y para dar a esa jornada un contenido de oración y de descanso pascual, será poco. Pero hay otros aspectos del domingo que también pertenecen a su celebración en honor del Resucitado: es un día de alegría, todo él -sus veinticuatro horas- vivido pascualmente, sabiendo encontrarnos a nosotros mismos y nuestra paz y armonía interior y exterior, un día de contacto con la naturaleza, por poco que podamos. Y también un día de apertura a los demás: vida de familia y de comunidad -que nos resulta menos posible los días entre semana- y un día de "saber descansar juntos", cultivando valores humanos importantes. Un día de caridad, en que se nos ocurran detalles pequeños de humanidad con los demás: ¿a qué enfermo de hidropesía ayudamos a sanar en domingo?, ¿no hay personas a nuestro lado con depresiones o agobiadas por miedos o complejos, a las que podemos echar una mano y alegrar el ánimo? Jesús iba a la sinagoga, los sábados. Y parece como que además prefiriera ese día precisamente para ayudar a las personas curándolas de sus males. Sus seguidores podríamos conjugar también las dos cosas (J. Aldazábal).

 

Llucià Pou Sabaté

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Noviembre 2, Conmemoración de todos los fieles difuntos: la comunión con los difuntos está basada en la esperanza en Jesús que nos lleva más allá de la muerte, hasta la vida de amor del Cielo

 

Noviembre 2, Conmemoración de todos los fieles difuntos: la comunión con los difuntos está basada en la esperanza en Jesús que nos lleva más allá de la muerte, hasta la vida de amor del Cielo

 

A. Lecturas:

1. Sabiduría 3, 1-9: Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz. La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable. En el día del juicio brillarán los justos como chispas que se propagan en un cañaveral. Juzgará a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor reinará eternamente sobre ellos. Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos.

 

2. Salmo 26,1.4.7-8b-9a.13-14): El señor es mi luz y salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida.

Lo único que pido, lo único que busco es vivir en la casa del Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar continuamente en su presencia.

Oye, Señor, mi voz y mis clamores y tenme compasión. El corazón me dice que te busque y buscándote estoy. No rechaces con cólera a tu siervo.

La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Armate de valor y fortaleza y en el Señor confía.

 

3. 1 Juan 3, 14-16: Hermanos: Nosotros estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida y bien saben ustedes que ningún homicida tiene la vida eterna. Conocemos lo que es el amor, en que Cristo dio su vida por nosotros. Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros hermanos. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

 

4. Mateo 25, 31-46: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él, apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "vengan benditos de mi padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme". Los justos le contestarán entonces: "Señor ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?". Y el rey les dirá: "Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron" Entonces dirá también a los de la izquierda: "Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles, porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron". Entonces ellos le responderán: "Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, enfermo o encarcelado y no te asistimos?" Y él les replicará: "Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo". Entonces, irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna".

 

B. Comentario: Dicen que un análisis de sangre basado en pruebas del ADN indica la longevidad de las personas: no una fecha precisa de defunción, sino una probabilidad estadística de llegar a los 90 años. Y se quiere alargar la vida por todos los medios, incluso por una "copia" de la mente en bits, que pueda implantarse en otra persona o incluso mantenerse en un ordenador. Pero no estamos solamente en el cuerpo, ni siquiera en el cerebro y adn: tenemos alma. Y no tenemos en la tierra morada permanente, sino que estamos de paso, de camino hacia la vida eterna. "La fe embellece la muerte y la hace dulce, alegre, preciosa y deseable si se despoja de toda idea de destrucción, que tan espantosa la hace a la mayoría de los hombres, y representándola como un rescate de esta cárcel terrena, en la que se suele agonizar más que vivir" (Gioberti).

   Son días para rezar más por las almas del Purgatorio, siguiendo el ejemplo de los santos, que nos muestran que no tienen importancia el éxito o el fracaso, la salud o la enfermedad, la carencia o la abundancia de medios... Lo que verdaderamente cuenta es el amor. "Cuanto más recordemos a las personas queridas y nos aflijamos por ellas, tanto más aprenderemos a imitar su buena conducta y a estimarlas, aunque las hayamos perdido" (U. Foscolo).

   ¿Qué pasa con los que mueren? Se ha rezado siempre por ellos en la Iglesia, y se ha formulado la explicación del purgatorio, que no es una cárcel en el más allá, sino el Señor Jesús, en el momento de la muerte, cuando hay el juicio, sale al encuentro del hombre. Con ese abrazo de amor, se le quema al hombre toda la «paja y heno» de su vida y que sólo permanece lo que únicamente puede tener consistencia. Se transforma en aquello que está llamado a ser. Al decir "sí" se hace capaz de acoger la misericordia de Dios. Como el egoísmo le podría impedir decir un "sí" total, debe ser transformado con ese fuego que le transforma con su llama en aquella figura sin mancha que puede convertirse en el recipiente de la eterna alegría. Como todos estamos unidos, podemos rezar por los que han muerto, por ejemplo si uno que muere ha hecho daño a otro, cuando este le perdona ya queda libre de esa pena y puede volar al cielo, y así pasa con todo: estamos en comunicación, y podemos ayudarnos unos a otros, los vivos y los difuntos (Joseph Ratzinger).

    Creemos que "en Cristo Señor nuestro, brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección: y así aunque la certeza del morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Porque la vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo", reza la liturgia. También el Catecismo de la Iglesia Católica nos habla de la comunión con los difuntos: ""La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció por ellos oraciones pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados' (2 M 12, 45)" (Lumen Gentium 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor" (n. 958).

   Las lecturas de hoy se escogen libremente, de entre las varias que ofrece el formulario de difuntos. Por ellos ofrecemos hoy la misa. La esperanza nos permite vivir sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte: La muerte, "salario" del pecado original, es algo tan olvidado y de otra parte algo tan normal: todos hemos de morir. La muerte, para los hijos de Dios, es vida: "no tenemos aquí ciudad permanente, vamos en busca de la que está por venir" (Hebreos 13,14): la que el Señor nos tiene preparada desde siempre: el cristiano que se une a Él en su propia muerte, ésta ya se convierte en entrada a la vida eterna.

   1. Dice la Sabiduría que para los santos las pruebas se vuelven justicia, pues de este modo "Dios los  probó como oro en crisol, y los recibió como sacrificio de holocausto". Lo que los hombres juzgaron la verdad, no lo fue. El  descalabro pasó a ser camino de gloria, de enaltecimiento de los justos sobre razas y pueblos, para juzgarlos y dominarlos, sin otro rey que el  Señor.

   Hay una comunicación entre los de aquí y los que han cruzado el río de la vida, y podemos ayudarles con nuestros esfuerzos y sacrificios (el sentido profundo de los sufragios por los difuntos) y ellos nos animan como espectadores que están viendo nuestro partido, pues estamos corriendo en el campo y ellos desde la grada: "¡venga, ánimo... mete este gol!" En estos días que se preparan dulces tan buenos siguiendo las tradiciones populares, pienso que con aquella sonrisa o detalle de servicio vamos amasando, con buenos ingredientes, esos dulces que se amasan con amor.

   2. El salmo enuncia esta búsqueda de Dios, al que vemos también en el dolor. «Una cosa pido al Señor, y eso buscaré: habitar en la casa del Señor por todos los días  de mi vida». Es necesario entender estas palabras en su verdadera profundidad, es decir, en su  sentido figurado: vivir en el «templo» de su intimidad, cultivar su amistad, acoger  profundamente su presencia; «gozar de la dulzura del Señor», esto es, experimentar  vivamente la ternura de mi Dios, su predilección, su amor, que se me da sin motivos ni  merecimientos, cultivar interminablemente, «por todos los días de mi vida», la relación  personal y liberadora con el Señor, mi Dios.

   «Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu  rostro», vamos por esta vida detrás de tus pistas, Jesús: «tu rostro buscaré, Señor»; por eso te pido, Señor: «no me escondas tu  Rostro»; «no rechaces a tu siervo»; «no me abandones»; «no me dejes»; y todo esto con la esperanza de que «aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me acogerá». Es un canto a la esperanza: «Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida». País de la vida es esta  vida, oportunidad que Dios nos da para ser felices y hacer felices. Gozar de la dicha del  Señor es, simplemente, vivir, ni más ni menos. Mucha gente no vive, agoniza. Anegados entre temores y ansiedades no viven, su existencia es una  angustia; dicen que la meticulosidad va unida a la "reacción catastrófica", pues ante el miedo a catástrofes, como defensa se defienden con un control del presente, en las rutinas pequeñas del hoy. Pero la esperanza nos dice que podemos respirar en paz sin ansiedades, sentirnos libres, gozosos,  felices. Esto es vivir.

   Y tanta hermosura como contiene este salmo no podía acabar sino con un grito largo de  coraje y esperanza: «Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor».

   El hombre tiene que habérselas con la vida y sus peligros; necesita refugios donde  acogerse. Ha aprendido a no confiar en los poderosos de la tierra, «los señores de la  tierra»; y sabe por experiencia que sólo salvan el poder y el cariño de Dios. Este poder y  amor suscitan la confianza del hombre, y en esta confianza se basa su seguridad. Y esta  seguridad se transforma en el gozo de vivir, vivir plenamente, Shalom (Larrañaga).

   Este es el deseo de mi vida que recoge y resume todos mis deseos: ver tu rostro. Palabras atrevidas que yo no habría pretendido pronunciar si no me las hubieras dado tú mismo. En otros tiempos, nadie podía ver tu rostro y permanecer con vida. Ahora te quitas el velo y descubres tu presencia. Y una vez que sé eso, ¿qué otra cosa puedo hacer el resto de mis días, sino buscar ese rostro y desear esa presencia? Ese es ya mi único deseo, el blanco de todas mis acciones, el objeto de mis plegarias y esfuerzos y el mismo sentido de mi vida. «Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo. Tu rostro buscaré, Señor; no me escondas tu rostro».

   He estudiado tu palabra y conozco tu revelación. Sé lo que sabios teólogos dicen de ti, lo que los santos han enseñado y tus amigos han contado acerca de sus tratos contigo. He leído muchos libros y he tomado parte en muchas discusiones sobre ti y quién eres y qué haces y por qué y cuándo y cómo. Sé muchas cosas de ti, e incluso llegué a creer que bastaba con lo que sabía, y que eso era todo lo que yo podía dar de mí en la oscuridad de esta existencia transitoria. Pero ahora sé que puedo aspirar a mucho más, porque tú me lo dices y me llamas y me invitas. Y yo lo quiero con toda mi alma. Quiero ver tu rostro. Tengo ciencia, pero quiero experiencia; conozco tu palabra, pero ahora quiero ver tu rostro. Hasta ahora tenía sobre ti referencias de segunda mano; ahora aspiro al contacto directo. Es tu rostro lo que busco, Señor. Ninguna otra cosa podrá ya satisfacerme. Tú sabes la hora y el camino. Tienes el poder y tienes los medios. Tú eres el Dueño del corazón humano y puedes entrar en él cuando te plazca. Ahí tienes mi invitación y mi ruego. A mi me toca ahora esperar con paciencia, deseo y amor. Así lo hago de todo corazón. «Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo... y espera en el Señor».

   "Busca su rostro. Sí, tu rostro, Señor, es lo que busco." (Sal 26,7-8): "Soy desvergonzado y temerario, oh tú, mi socorro y mi apoyo de siempre, tú que no me abandonas jamás. Mira, es el amor de tu amor el que me hace buscar tu rostro" (Sal 26,8) Tú me ves y yo no puedo verte. Pero tú me has dado el deseo de verte y ver todo lo que te complace en mí. Tú perdonas al instante a este ciego que corre hacia ti. Tú le das la mano en cuanto tropieza. En el fondo de mi alma resuena la voz de tu presencia y responde a mi deseo. El alma protesta y echa fuera todo lo que hay en mí y mis ojos interiores son deslumbrados por el fulgor de tu verdad. Me recuerda que el hombre no te puede ver y quedar con vida (Ex 33,20). Hundido en el pecado hasta el día de hoy, no he logrado morir a mí mismo para vivir únicamente para ti (2Cor 5, 15). No obstante, por tu palabra y por tu gracia, me quedo atento, aguardando sobre la roca de la fe, en el lugar que está junto a ti (Ex 33, 21). Apoyado en esta fe, espero paciente, según mis posibilidades y abrazo tu derecha que me sostiene y me guarda (Sab 5,16). Alguna vez, cuando contemplo y miro -por la espalda (Ex 33,23)- a aquel que me ve, a Cristo tu Hijo, en su humildad como hombre, me paro a contemplar... Lo poco que he podido sentir y percibir de él atiza la llama de mi deseo interior. Con paciencia espero que tú retires tu mano (cf Ex 33,22) y que derrames en mí tu gracia iluminadora para que según la respuesta de tu verdad, muerto a mí mismo y vivo para ti, comience a contemplar tu rostro descubierto" (Guillén de Saint-Tierry).

   3. La vida plena responde a las aspiraciones más profundas del  corazón humano (¡cuántas cosas hacemos para alargar la vida, para  luchar contra la enfermedad y la muerte!). Pero la experiencia  constante es que, más pronto o más tarde, todos morimos, porque  somos hijos de esta tierra, perecederos ("por Adán murieron todos").  Jesús, también. "Mirad que amor nos ha tenido el Padre para  llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!" El camino del Hijo es el  camino de los hijos; avanzamos hacia el triunfo de Jesús; cuando  celebramos su victoria anunciamos la nuestra. Nuestra vida no se  agota en lo que vemos y tocamos, en lo que podemos darnos unos a  otros: como Jesús, hemos nacido de Dios y a Dios retornamos, nuestro  aliento está en manos del Padre. Tal es la promesa hecha a "los  cristianos", a los que viven como él vivió. La muerte no es para el cristiano la nada y la destrucción: si rompe  unos lazos, quedan otros, y tanto si vivimos como si morimos estamos  siempre en las mismas manos: las del Padre. "Aquellos que nos han dejado no están ausentes, sino invisibles. Tienen sus ojos llenos de gloria, fijos en los nuestros, llenos de lágrimas" (San Agustín).

   Dedicar un día del año litúrgico a la oración de todos los difuntos apareció como costumbre de algunas ordenes monásticas bien pronto, aunque es en el siglo IX cuando aparece en algunas parroquias. Con el tiempo se fue extendiendo a la Iglesia universal.

   La muerte es "la pascua", se trata de un "paso" que comienza en "morir" a todo lo que nos separa del Padre, tanto el pecado como nuestra propia vida terrena, pues, al final, tienen que ser destruidos para llegar a un "resucitar" que nos haga posible el encuentro definitivo y plenificante con Dios Padre y participar de su gloria. Esta visión de la vida y de la muerte es la que engendra la actitud de serenidad y esperanza ante la muerte que presiden las lecturas y las oraciones de la liturgia de hoy (Antonio Luis Martínez).

   4. El Evangelio del juicio es poco de cumplir preceptos, y mucho de amar a los demás: "cuanto hacíais con ellos… conmigo lo hacíais". Teresita de Jesús hablaba de que el amor de Dios se volcará por completo en llenar nuestra capacidad de amor cuando muramos, dependiendo de nuestra capacidad tendremos más o menos, todos el máximo que podamos albergar en nuestro corazón. Por eso, "todo cuanto pudieres hacer de bueno, hazlo sin perder tiempo (...) porque ni obra, ni inteligencia, ni sabiduría, ni ciencia ha lugar en el sepulcro, hacia el cual vas corriendo" (Eclesiástico, 9,10).

Llucià Pou Sabaté

   

martes, 31 de octubre de 2023

1 de Noviembre, solemnidad de todos los Santos: Todos estamos llamados a ser santos, es decir a ser plenamente hijos de Dios, por el amor.

1 de Noviembre, solemnidad de todos los Santos: Todos estamos llamados a ser santos, es decir a ser plenamente hijos de Dios, por el amor.

 

A. Lecturas:

 

1. Apocalipsis 7,2-4,9-14: Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello de Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: No dañéis a la tierra ni al mar, ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.

Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!

Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes, cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios , por los siglos de los siglos. Amén.

Y uno de los ancianos me dijo: Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?

Yo le respondí: Señor mío, tú lo sabrás.

Él me respondió:

Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero.

 

2. Salmo 23, 1-2, 3-4ab, 5-6: Del Señor es la tierra y cuanto la llena / el orbe y todos sus habitantes: / Él la fundó sobre los mares, / Él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor? / ¿Quién puede estar en el recinto sacro? / El hombre de manos inocentes / y puro corazón. / Ése recibirá la bendición del Señor, / le hará justicia el Dios de salvación

 

3. 1 carta san Juan 3, 1-3: Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él. Queridos: ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en Él, se hace puro como puro es Él.

 

4. Mateo 5, 1-12a: En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos; y Él se pudo a hablar enseñándolos:

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la Tierra.

Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

 

B. Comentario:

 

1. El Apocalipsis habla de unos ángeles que señalan "en la frente a los siervos de nuestro Dios", es la llamada de los escogidos, y luego están todos los que se salvarán que se presentan ante Jesús, que se presentan ante Dios de todas partes. Los de vestiduras blancas son los mártires, "los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero".   Es una fiesta de alegría y se nos habla del cielo, la Jerusalén celestial. Muchos que hemos conocido y han muerto y están en el cielo celebran hoy su fiesta, hombres y mujeres como nosotros, que nos dicen que han recorrido esta tierra como nosotros. Es como una carrera de relevos, como una procesión inmensa, y la cabeza, que es Jesús y los santos, ya ha "entrado", mientras nosotros vamos caminando y otros empiezan a salir o esperan su turno.

2. El Salmo habla del "monte del Señor", el templo de Jerusalén: "¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?". Es preciso tener "manos inocentes y corazón puro". Hacer las cosas bien y con buena intención. Y luego "no mentir", los ídolos son falsos dioses, es decir, "mentira". Y "no jurar contra el prójimo en falso", no engañar. Es Jesús el que con su vida hace todas las pruebas para poder entrar: «¿Quién  es este Rey de la gloria?» Es el Señor, héroe valeroso, héroe de la guerra que además nos dice que "a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados".

3. Somos hijos de Dios, pero aún no somos lo que seremos en el cielo… San Juan nos habla del cielo y de la esperanza de ser santos, buenos hijos de Dios; por el amor. ¿Quién podrá decir lo que habrá en el cielo? Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni se le ocurre al corazón del hombre, es algo tan grande que nada tiene comparación con la gloria que se revelará en el cielo a los santos.

4. El Evangelio es de las Bienaventuranzas que son un canto a las personas que sufren por Jesús: pobreza, no violencia, llanto, ansia de justicia, ayuda a los demás, limpieza de mirada, búsqueda de la paz y, por último, persecución por causa de la justicia de seguir a Jesús. Son dichosas ante un futuro de esperanza, vencieron el egoísmo, perdonaron siempre. Santos son los que aman, son justos, luchan por ser sinceros, buscan la paz, la misericordia. Son abiertos, se dan con la confianza de un niño. Se saben hijos de Dios. Es una aventura, para cambiar el mundo y ayudar a los demás a tener una vida feliz aquí y llegar al cielo: que no se dejen llevar por la avaricia, seamos todos mansos y busquemos hacer a los demás lo que queremos que hagan con nosotros, nos consolemos, les llevemos a Jesús en los Sacramentos: "Yo soy -dijo Jesús- el pan que ha bajado del cielo", el pan que quita el hambre para siempre. Los limpios de corazón verán a Dios: preparemos el corazón para llegar a ver, iluminados por la fe y por el amor, un corazón que sepa amar. Hay quien piensa que el cielo es para los campeones que superan marcas de atletas. No: cuando ayudamos a los demás, lo hacemos con Jesús, ésta es la clave… Cuenta una historia de un samurai que tuvo una visión. Vio el infierno con demonios hambrientos y enflaquecidos que parecían esqueletos. Estaban sentados delante de un enorme plato con un sabroso arroz. En sus manos tenían unos largos palillos de unos dos metros de longitud. Cada demonio intentaba coger la mayor cantidad posible de arroz. Sin embargo cada uno obstaculizaba al otro con su largos bastones, que además no podían alcanzar a ponérselo en la boca, y sin que ninguno llegase a comer nada. El samurai espantado apartó su mirada de aquella visión... Más tarde llegó al cielo. Allí vio a la gente feliz, en una estancia preciosa y todos en una mesa con comida muy rica, con el mismo gran plato con el arroz sabroso y los mismos largos palillos. Pero los elegidos respiraban literalmente salud. Los enormes palillos no les causaban ninguna dificultad. Es verdad que ninguno podía alimentarse con su instrumento. Pero cada uno tomaba del plato del que tenía delante y le servía, se lo ponía en la boca… buscamos la felicidad, pero no tenemos un instrumento para dárnosla a nosotros mismos, cuando hacemos el bien a los demás nos transformarnos en buenos, y entonces, "de rebote", como las canastas, viene la felicidad: tenemos unos palillos de dos metros para ser felices: darnos a los demás. 

lunes, 30 de octubre de 2023

Martes de la 30ª semana (impar): El Reino de Dios va creciendo como un grano de mostaza…

Martes de la 30ª semana (impar): El Reino de Dios va creciendo como un grano de mostaza…

 

A. Lecturas:

1. Romanos 8,18-25. Hermanos: Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.

 

2. Salmo 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía sonar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.

 

3. Lucas 13,18-21:  "En aquel tiempo, decía Jesús: - ¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas. » Y añadió: -¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta»".  

 

B. Comentario:

1. –"Estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables a la gloria que se ha de manifestar pronto en nosotros". La «filiación» divina, la maravillosa "adopción de amor" de la que somos objeto no suprime todo sufrimiento en este mundo. Lo mismo que los que no creen, estamos sometidos a toda clase de pruebas. Pero estas pruebas tienen un «sentido»: sabemos que terminarán con la «gloria que se ha de manifestar».

-"La creación desea vivamente la revelación de los "hijos de Dios"". El mundo está en tensión hacia... Avanza hacia... Tiene un sentido... Espera... «Desea»... Y no se trata de una «espera pasiva»: el hombre tiene un papel en la creación, el de expresar esta «aspiración profunda» y trabajar para que ésta llegue a término. Hacer que avance esta «revelación de los hijos de Dios», que progresen los hombres en esta dignidad y esa conciencia, en la correspondencia de su vida a esa dignidad de «hijos de Dios». ¿Cómo me responsabilizo yo?

-"La creación fue sometida al poder de la nada"... Expresión sorprendente. La creación «sometida a la vanidad», como decían antaño... «sometida al vacío, al sin sentido, al no-ser»... «sometida a la nada»... Es preciso experimentar ese vértigo del hombre-sin-Dios para comprender mejor lo que sigue.

-"Sin embargo ha conservado la esperanza: será liberada de la esclavitud, de la degradación inevitable, para conocer, ella también, la libertad, la gloria de los «hijos de Dios»". La creación, como el hombre, es «hija de Dios, salida de su amor, querida por Dios, concebida por Dios, amorosamente amada por Dios, paternalmente envuelta por los cuidados de Dios». «¡Ser hijo de Dios!» Trato de evocar en mi corazón y en mi experiencia humana, lo que esto puede significar ya en el caso de la paternidad o maternidad humana. «¡Ser tu hijo, Señor!» - vivir contigo, en tu casa, junto a Ti. - recibir de Ti la vida y múltiples cuidados... - heredar de todos los bienes divinos, alegría, amor, eternidad, felicidad infinita... Gracias. Gracias.

-"La creación entera gime, pasa por los dolores de parto que duran todavía". El universo y la humanidad no permanecen en un estado de fácil euforia: sufrimientos, gritos, injusticias, desgracias, enfermedades, opresiones, pecados, muerte. Pues bien, todo esto no es, para Dios un «sufrimiento de agonía»... ¡que termina en la muerte! es «sufrimiento de parto»... ¡que lleva a la vida!

-"Hemos recibido las primicias del Espíritu Santo, pero esperamos nuestra adopción y la liberación de nuestro cuerpo". Pues hemos sido salvados, pero en esperanza... pero esperar lo que no vemos es esperar con perseverancia. Optimismo fundamental, apoyado no sobre una observación científica del cosmos ni sobre una reflexión filosófica que busca el sentido del futuro del mundo... sino sobre la Fe y la Esperanza. No hay aquí un desprecio de las ciencias ni de la filosofía, sino la afirmación de la Fe: la esperanza es una «superación» del mundo visible verificable... un punto de apoyo en Dios solo. «Esperamos nuestra adopción definitiva» (Noel Quesson).

 

2. "Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía sonar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares".  Es la alegría de toda la creación y de cada uno (el mundo cósmico está también destinado a la salvación, al igual que nosotros estamos llamados a salvarnos, no sólo en nuestro espíritu, sino también en nuestra corporeidad). Al Espíritu le rezamos los cristianos pidiendo "que renueve la faz de la tierra". En la Plegaria Eucarística IV del Misal, al mirar al pasado, damos gracias a Dios porque "hiciste todas las cosas para colmarlas de tus bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria"; y al mirar al futuro, nos gozamos porque un día, "junto con toda la creación, libre ya del pecado y de la muerte, te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro".

"Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres". Los gentiles son espectadores externos de los favores divinos.

"Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares". Hemos de esmerarnos en obrar bien, incluso cuando lo estamos pasando mal. Así como el terreno es preparado por la lluvia para recibir la semilla, así se prepara muchas veces el alma por medio de lágrimas para recibir bendiciones. Hay lágrimas que son semillas que nosotros mismos debemos sembrar: Las lágrimas de dolor por el pecado, propio y ajeno; las lágrimas de simpatía por los hermanos que están afligidos o perseguidos; las de ternura en la oración y en la meditación de la palabra de Dios. Job, José, David, y muchos otros, tuvieron cosecha de gozo tras la siembra de lágrimas. Quienes siembran con lágrimas de santa contrición, cosecharán con el gozo de un perdón completo y de una paz asegurada (www.adorador.com): "Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas".

3. Gracias, Señor, por hablarnos hoy de tu Reino: -Jesús decía: "¿A qué se parece el reino de Dios? ¿Con qué lo compararé?" Nos dices que es un "reino escondido": "Mi Reino no es de este mundo..." Lucas nos habla muchas veces de tu Reino, de que has venido para traérnoslo: - "Buscad el Reino de Dios, y eso se os dará por añadidura" (12,31). - "El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Sabedlo, ya está entre vosotros el Reino de Dios" (17,21). - "Los niños, y de los que son como éstos es el Reino" (18,16). Y entre otras muchas destaco la petición del buen ladrón: "Jesús, acuérdate de mí cuando vayas a tu Reino" (23,42).

Nos pones dos parábolas: -"El reino se parece al grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta. Creció; se hizo un árbol". Es, pues, un "crecimiento"... la potencia misma de la vida. No está ya edificada la Iglesia, sino que la obra de Dios crece "a la manera" de un árbol vivo. Me dieron unas semillas de mostaza, para plantar, y vi que es pequeñísima. Y, sin embargo, tiene una fuerza interior que la llevará a ser un arbusto de los más altos. A nosotros nos suelen gustar las cosas espectaculares, solemnes y, a ser posible, rápidas. No es ése el estilo de Dios. También en mi vida, el Reino de Dios conviene que crezca, día a día. Todos los días podemos pasar junto a un árbol sin notar que está creciendo. El Reino de Dios crece, sin que muchos se den cuenta de ello. Sólo la Fe nos abre a ese reconocimiento.

Muchas veces, son los pequeños los que transforman el mundo, aptos para ser instrumentos de Dios en su obra. Jesús, nos enseñas a tener paciencia y a no precipitarnos, a recordar que Dios tiene predilección por los humildes y sencillos, y no por los que humanamente son aplaudidos por su eficacia. Tu Reino -tu Palabra, tu evangelio, tu gracia- actúa, también hoy, humildemente, desde dentro, vivificado por el Espíritu. Tu Reino es la Iglesia: «El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir, de la llegada del Reino de Dios prometido desde hacía siglos en las Escrituras. Para cumplir la voluntad del Padre, Cristo inauguró el Reino de los cielos en la tierra. La Iglesia es el Reino de Cristo presente ya en misterio» (Catecismo 763).

-"El reino se parece a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que toda la pasta acabó por fermentar". Cada ama de casa cocía el pan cada mañana. La víspera por la tarde preparaba la pasta; agua, un puñado de levadura todo mezclado con la harina... Durante la noche la mezcla "fermentaba" y a la mañana estaba a punto de ser metida en el horno. Así es de potente la acción de Dios: pero se ve poco… (Noel Quesson).

 

Llucià Pou Sabaté

domingo, 29 de octubre de 2023

Lunes de la 30ª semana (impar). Jesús nos hace alzar la vista que nos impedía antes mirar al cielo en las cosas de cada día

Lunes de la 30ª semana (impar). Jesús nos hace alzar la vista que nos impedía antes mirar al cielo en las cosas de cada día

 

A. Lecturas:

1. Romanos 8,12-17. Hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

 

2. Salmo 67,2 y 4.6-7ab.20-21.
Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian. En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría.

 
Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece.

 
Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.

 

3. Lucas 13,10-17: "Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Habla una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: -«Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús habla curado en sábado, dijo a la gente: -«Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.» Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: -«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no habla que soltarla en sábado?» A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía".

 

B. Comentario:

1. Pablo nos ha presentado la salvación en Jesucristo como una «liberación» de la muerte, del pecado y de la Ley. Pero es una «liberación» que hay que ir completando sin cesar. Encontramos aquí la comparación habitual en san Pablo, entre la «carne» y el «espíritu». La carne aquí es el «hombre entero cuando se ha apartado de la mirada de Dios», «el hombre sin Dios». El espíritu es precisamente lo contrario, no es el alma solamente, es el hombre entero en cuanto que animado por Dios.

-"Todos aquellos que se dejan conducir por el Espíritu de Dios, éstos son «Hijos de Dios»"... «Dejarse conducir»... no por un instinto como los animales, no por la razón solamente como podemos las personas, sino dejarnos llevar ¡por Dios! He ahí lo que reemplaza totalmente a la Ley. He ahí el centro de la vida cristiana, que si ha quedado explicada por Jesús en el corazón de Dios Padre que nos ama como vemos en la parábola del hijo pródigo, si nos da la oración confiada del Padrenuestro y el alimento de la Eucaristía, si lo importante no es tanto lo que hacemos sino dejar hacer a Dios, aquí nos pone san Pablo el modo de vivir como hijos de Dios, y es "dejarnos llevar" por ese divino instinto, algo intuitivo que nos guía, y que si le dejamos nos da fuerzas para «dejarse conducir por el Espíritu de Dios». ¡Es una inmensa simplificación de la moral! Pero esto no es nada fácil, pues tenemos ganas de hacer cosas, de cumplir, pero lo esencial no es esto, sino "dejar hacer" al Espíritu de Dios en nosotros, para cumplir esa vocación a la que Dios nos llama: "a los que recibieron la Palabra les dio poder de hacerse hijos de Dios" (Jn1,12) y "mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios: pues ¡lo somos!" (1 Jn 3,1).

-"El Espíritu que habéis recibido no hace de vosotros unos "esclavos" llenos de miedo... Es un Espíritu que os hace «hijos»"... sentirme hijo de Dios. ¡Desterrar el miedo! Señor, nos amas como una madre ama a su hijo. Y Tú esperas de nosotros el afecto y no el miedo. Ayúdanos a no considerar jamás nuestra vida cristiana y las renuncias que ésta comporta, como las cadenas que arrastra un esclavo.

-"Empujados por este Espíritu, clamamos al Padre llamándole: Abba: «Padre»": «¡papá!». Palabra tierna que dicen los niños a su padre; no fue nunca usado en la Biblia, ni en el vocabulario religioso del judaísmo, ¡es una invención de Jesús, usarlo para hablar de Dios! Es la palabra usada al comienzo del «Padrenuestro". Tenemos que detenernos sobre esta palabra. Repetirla sin cesar. Sólo este nombre puede «alimentar» toda una oración. Es lo que hacía santa Teresa de Jesús. Ser hijos significa no vivir en el miedo, como los esclavos, sino en la confianza y en el amor. Ser hijos significa poder decir desde el fondo del corazón, y movidos por el Espíritu: "Abbá, Padre". Significa que somos "herederos de Dios y coherederos con Cristo": hijos en el Hijo, hermanos del Hermano mayor, partícipes de sus sufrimientos, pero también de su glorificación.

-"El Espíritu Santo mismo se une a nuestro "espíritu" para decirnos que somos sus hijos, sus herederos". Experiencia de la presencia mística del Espíritu en nuestro espíritu (Noel Quesson; Maertens-Frisque).

2. El salmo nos ofrece una visión optimista: "Nuestro Dios es un Dios que salva..." En Cristo está la raíz de la dignidad de la persona humana, y del respeto que merece toda persona, también los más alejados y pequeños. Todos somos hijos. Por tanto, hermanos. Todos valemos mucho a los ojos de Dios, que no nos quiere como esclavos, sino como hijos. ¿Sentimos dentro de nosotros el Espíritu de Dios, el Espíritu de Jesús, que "nos hace gritar: Abbá, Papá"?

3. Vemos hoy a Jesús frente a la mujer encorvada. No podía mirar hacia arriba. «La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él» (CEC.-1501). Aunque no se pueda mirar hacia arriba en algún caso, el Señor viene… como con esta mujer. Ella es como un símbolo de la humanidad "cautiva", muchos están curvados por el peso del hambre y de la pobreza, por el peso de los hijos y las preocupaciones familiares, por la falta de trabajo y los desvelos por no llegar a final de mes, por la guerra y la destrucción del odio. Por la incomprensión y la soledad. Por la dependencia de adicciones y los apegos. Curvados por el remordimientos, por los fracasos y las tristezas. Hombres y mujeres curvados por la falta de salud y por los años.

-"Al verla la llamó Jesús y le dijo "Mujer, quedas libre de tu enfermedad". Le impuso las manos, y en el acto la mujer se enderezó". Contemplo esa escena: Jesús "de pie" junto a esa mujer "enferma". Antes de que ella le hiciera petición alguna, Jesús toma la iniciativa: pone las manos sobre la espalda encorvada, y al instante le queda enderezada ¡Señor, enderézanos! ¡Señor endereza a todos los que van siempre inclinados hacia el suelo!

-"Y empezó a alabar a Dios." A lo largo de toda esa narración se descubre un nuevo sentido del sábado: pasa a ser el día del Señor Jesús, el día de la nueva dignidad de los hijos e hijas de Dios. Es el día de la alabanza, de la "eucaristía", de la acción de gracias a Dios. La misa, ¿es para mí, una acción de gracias? ¿Cuáles son mis motivos de alabar a Dios?

-"Intervino el jefe de la sinagoga indignado porque Jesús había curado en sábado… El Señor replicó: "¡Hipócritas! Cualquiera de vosotros, aunque sea sábado, desata del pesebre el buey o el asno, y lo lleva a abrevar..." Jesús no sigue los protocolos del sábado, apela al buen sentido. La Ley ha de ser siempre humana. "No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre", dijiste, Señor, para no divinizar ni siquiera las leyes más santas. "El hombre es el camino para la Iglesia", dijo Juan Pablo II. La ley proponía el "descanso del sábado" precisamente por consideraciones de orden absolutamente humanitario y social, teniendo en cuenta a los empleados de la casa y aun al ganado: "El séptimo día descansarás, para que reposen tu buey y tu asno y tengan un respiro el hijo de tu sierva y el forastero" (Dt 5,14; Ex 23,12). Efectivamente, Señor, nuestro mundo de hoy tiene mucha necesidad de "respirar", de tomarse un descanso. Ayúdanos a restituir ese sentido a cada uno de nuestros domingos. Día de alegría. Día en el que se acaba la Creación, el "séptimo día", el día del gran reposo de Dios (Gn 2,14) Y ¿sabemos procurar para los demás, a nuestro alrededor, ese espacio de "respiro" y de libertad? Domingo, día de liberación, día de la redención de Jesús, día de "salvación".

-"Y a ésta, que es hija de Abraham, y que Satán ató hace ya dieciocho años, ¿no había que soltarla de sus cadenas...?" Líbranos, Señor, de todas nuestras cadenas, de todas nuestras esclavitudes.

-"Según iba diciendo esto se abochornaban sus adversarios, mientras toda la gente se alegraba de tantos portentos como hacía". Haz que seamos sencillos, como la gente que sabe "maravillarse". ¡Que jamás no falle una ocasión de maravillarme de ti! Si hay alguna fuerza que te oprime y de la que no eres capaz de liberarte, di a Cristo que extienda su mano sobre ti y diga con fuerza su palabra: "KUM, levántate". Lucas siempre muestra esa predilección de Jesús por los pobres, los que están oprimidos, y concretamente por la condición femenina de aquellos tiempos. Para levantar la mirada de toda esclavitud o discriminación, y poder mirar al cielo.

"Así encontró el Señor a esta mujer que había estado encorvada durante dieciocho años: no se podía erguir. Como ella -comenta San Agustín- son los que tienen su corazón en la tierra". Muchos pasan la vida entera mirando a la tierra, atados por la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida (1 Juan 2, 16). La concupiscencia de la carne impide ver a Dios, pues sólo lo verán los limpios de corazón (Mt 5,8). La concupiscencia de los ojos, una avaricia de fondo, nos lleva a no valorar sino lo que se puede tocar: los ojos se quedan pegados a las cosas terrenas, y por lo tanto, no pueden descubrir las realidades sobrenaturales y llevan a juzgar todas las circunstancias sólo con visión humana.

Llucià Pou Sabaté