martes, 19 de septiembre de 2023

Miércoles de la 24ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Sentir el amor de Dios nos ayuda a corresponder con amor, que es lo que da sentido a la vida

Miércoles de la 24ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Sentir el amor de Dios nos ayuda a corresponder con amor, que es lo que da sentido a la vida

 

A. Lecturas:

 

1. Primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (3,14-16): Aunque espero ir a verte pronto, te escribo esto por si me retraso; quiero que sepas cómo hay que conducirse en la casa de Dios, es decir, en la asamblea de Dios vivo, columna y base de la verdad. Sin discusión, grande es el misterio que veneramos: Manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, contemplado por los ángeles, predicado a los paganos, creído en el mundo, llevado a la gloria.

 

2. Salmo 110,1-2.3-4.5-6: Doy gracias al Señor de todo corazón, / en compañía de los rectos, en la asamblea. / Grandes son las obras del Señor, / dignas de estudio para los que las aman.

 

Esplendor y belleza son su obra, / su generosidad dura por siempre; / ha hecho maravillas memorables, / el Señor es piadoso y clemente.

 

Él da alimento, a sus fieles, / recordando siempre su alianza; / mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, / dándoles la heredad de los gentiles.

 

3. Evangelio de Lucas 7,31-35: En aquel tiempo, dijo el Señor: -«¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón».

 

B. Comentario:  

 

   1. Nos habla hoy san Pablo de la comunidad y del misterio de Cristo. La comunidad es "templo de Dios", "asamblea de Dios vivo" y "columna y base de la verdad". Cristo es el que da sentido a la evangelización y a la vida de la comunidad: "grande es el misterio que veneramos, se manifestó como hombre, se apareció... se proclamó a las naciones... fue exaltado a la gloria". Es como un credo breve que abarca el camino salvador de Jesús, desde su encarnación hasta su glorificación.

   -"Quiero que sepas como hay que portarse en la casa de Dios que es la Iglesia de Dios vivo". En la Iglesia está Cristo. Dice "casa de Dios" porque los cristianos formamos un edificio sagrado donde habita Dios, del que es imagen el templo de Jerusalén, y esta "columna y fundamento de la verdad", dice el último Concilio, "se extiende a todo cuanto abarca el depósito de la Revelación, que debe ser custodiado santamente y expresado con fidelidad". Los obispos y curas no son dueños de los demás o de nada, sino servidores. Son representantes de Cristo, que es el verdadero Maestro y Salvador y Guía (a imagen de Cristo como cabeza de la Iglesia). ¿Estoy convencido de que todos unidos somos la «familia de Dios»?

   -"La comunidad, la Iglesia de Dios vivo, que es columna y sostén de la verdad". El evangelio sólo puede vivirse en comunión con la «asamblea de Iglesia», si no la Fe se debilita muy pronto, como un charco de agua que sin estar unida al torrente del río, se va pudriendo. Así aparecen sectas, fundamentalismos… y también en el día a día, la Eucaristía es unión, y si se prescinde de la Palabra de Dios y del Pan de Dios... se acaba por vivir sin Dios.

   -"Sin duda alguna, grande es el Misterio de nuestra religión". Pablo gusta de la palabra «misterio» para resumir el «designio de Dios». Misterio escondido antaño y ahora desvelado (1 Co 2,7; Ef 5,32). El misterio... es Cristo...

   -"Manifestado en la carne, justificado en el Espíritu". Verdadero hombre y verdadero Dios. En la carne y en el Espíritu. Esta es la originalidad de Jesús explicitada en ese himno paleocristiano.

   -"Acogido en el mundo, por la Fe, elevado al cielo en la gloria"... es una forma de credo: a la vez en el mundo y en el cielo. Como en las otras epístolas de san Pablo, encontramos aquí esa función central de Cristo que lo llena todo.

   -"Visto de los ángeles, proclamado a los gentiles o paganos"... Presente tanto a los seres más espirituales y más cercanos a Dios, como a los seres que parecen ser los más alejados. Y la comunidad cristiana es precisamente depositaria y columna de este misterio. Ella es la encargada de transmitir al mundo esta verdad. Y esta Fe es la única salvación de la humanidad. Sin ella el hombre se desvanece en la insignificancia y la fragilidad de su condición mortal. En Cristo, hombre-Dios, tiene su porvenir la humanidad. Lo restante no tiene salida alguna. Se comprende que los cristianos, a pesar de ser minoritarios, hayan podido tener una tal conciencia de su función en el corazón del mundo. Sin Dios, la humanidad no es más que una pequeña y efímera pompa de jabón (Noel Quesson). Esto nos compromete a ser imágenes de Cristo en nuestro actuar, comportarnos según su corazón, para participar de su amor y de su tarea salvadora.

  

   2. "Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea", dirá el salmo alabando la alianza divina, lo que Pablo veía hecho realidad en las primeras comunidades… "Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre; ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente". Se habla de la misericordia y la clemencia divinas, y resuena la luz de la gran proclamación del Sinaí: "El Señor, el Señor, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad" (Ex 34,6). La "clemencia" es la gracia divina que envuelve y transfigura al fiel, mientras que la "misericordia" en el original hebreo se expresa con un término característico que remite a las "vísceras" maternas del Señor, más misericordiosas aún que las de una madre (cf. Is 49,15). Este vínculo de amor incluye el don fundamental del alimento y, por tanto, de la vida (cf. Sal 110,5), que, en la relectura cristiana, se identificará con la Eucaristía (Juan Pablo II).

   "Él da alimento, a sus fieles, recordando siempre su alianza; mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles. Ruperto de Deutz ve ahí (en el dar alimento) una referencia al sacramento del cuerpo y de la sangre de Cristo. Ante la contemplación de tantos favores divinos, podemos terminar con un propósito, el de unirnos a María Virgen en su entrega: Hágase en mí, Señor, según tu Palabra; entonces, realmente, nuestro alimento será hacer la voluntad de Dios; entonces Dios hará su obra en nosotros y nos colocará, junto con Cristo, a su diestra en la Gloria eterna.

 

   3. –Después de haber hecho el elogio de Juan Bautista, Jesús, le decías a la gente: "¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? y ¿a quién se parecen?" Empleas esa expresión -"esa generación"- para recriminar la falta de fe.

   -"Se parecen a los chiquillos que, sentados en la plaza, se gritan unos a otros diciendo: "os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado...", "os hemos entonado endechas y no habéis llorado..."" Los chiquillos "obstinados", cabezotas... no quieren jugar con los demás. Esto pasa con los que no quieren la predicación de Juan Bautista, más bien austera... y la predicación de Jesús, más bien alegre... también encuentra obstáculos.

   -"En efecto, ha venido Juan Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: Tiene un demonio dentro..." Jesús, esto lo dices después de alabar a Juan Bautista y de lamentarte de que algunos, los fariseos y escribas, no te acepten. Hay siempre excusas para no dar crédito a su mensaje. Al uno le tildan de fanático. Al otro, de comilón y "amigo de pecadores". Aunque haya curado al criado del centurión y resucitado al hijo de la viuda de Naín, no le aceptan. Cuando no se quiere a una persona, se encuentran con facilidad excusas para no hacer caso de lo que nos propone.

   -"Ha venido el Hijo del hombre que come y bebe y decís: Ahí tenéis a un glotón y a un borracho, amigo de pecadores..." ¡Cuántas veces hay rechazo de unos a otros, desacreditándolos por cualquier motivo! Hay personas siempre críticas, como tú decías, Señor, que ni entran ni dejan entrar. En el fondo, lo que pasa es que resulta incómodo el testimonio de alguien y por eso se le persigue o se le ridiculiza. Cuando no nos interesa aceptar un mensaje, sacamos excusas -a veces ridículas o contradictorias- para justificar de alguna manera nuestra negativa a aceptarlo. Te pido, Señor, ser de los de corazón sencillo y humilde, los que no están llenos de sí mismos (J. Aldazábal).

   Me gusta, Jesús, tu estilo de predicar y de vivir: las comidas tenían gran importancia en tu vida, para estar con la gente: Anunciabas el Reino de Dios como un banquete mesiánico; y, si bien la penitencia y la exigencia divina no estaban ausentes de tu palabra, y me gusta ese título maravilloso que se te daba, Jesús: "amigo de los pecadores". Señor, Tú que quitas el pecado del mundo, te pido que quites el pecado de mi corazón. Pero sé que me amas tal como soy, pobre y pecador, para salvarme de mi mal. ¡Gracias! Haz que haga yo otro tanto, en ese "tratar bien a los pecadores":... la llamada del publicano Mateo, y la comida con sus colegas recaudadores... la defensa de la mujer adúltera... las parábolas de la misericordia... la oveja perdida y hallada... el hijo pródigo... el paralítico perdonado, aun antes de quedar curado... el ladrón introducido en el paraíso... la primera aparición a María...

   -"Pero la "Sabiduría" de Dios ha quedado justificada y acreditada por todos sus hijos". Jesús vuelve aquí a una de sus más caras ideas: "los pequeños", los "niños" ellos poseen la "sapiencia" por oposición a los escribas y a los sabios. "Yo te doy gracias, Padre por haber escondido esas cosas a los sabios y a los inteligentes, y haberlo revelado a los pequeñuelos" (Lucas 10,21). ¡Haznos disponibles, Señor! (Noel Quesson).

   "El tiempo es demasiado lento para los que esperan; demasiado veloz para los que tienen miedo; demasiado largo para los que sufren; demasiado corto para los que disfrutan, pero para los que aman, el tiempo es la eternidad". ¿Cómo se le puede transmitir esto a nuestra generación?... O sea, que "tocamos la flauta y no bailáis; cantamos lamentaciones y no lloráis". Pero el que ama no se equivoca nunca. Al final, seremos examinados de amor. O mejor: al final, el Amor recibirá al amor (Gonzalo – Claret.org).

 

 

Llucià Pou Sabaté

lunes, 18 de septiembre de 2023

Martes de la semana 24 de tiempo ordinario (impar): somos cuerpo de Cristo, y Cristo es su Cabeza, que nos cuida y nos salva

Martes de la semana 24 de tiempo ordinario (impar): somos cuerpo de Cristo, y Cristo es su Cabeza, que nos cuida y nos salva

A. Lecturas:

1. Primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2,1-8): Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno, y de este testimonio –digo la verdad, no miento– yo he sido constituido heraldo y apóstol, maestro de los gentiles en la fe y en la verdad. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar elevando hacia el cielo unas manos piadosas, sin ira ni discusiones.

2. Salmo 27: Escucha, Señor, mi súplica / cuando te pido ayuda / y levanto las manos hacia tu santuario.

El Señor es mi fuerza y mi escudo, / en él confía mi corazón; / él me socorrió y mi corazón se alegra / y le canta agradecido.

El Señor es la fuerza de su pueblo, / el apoyo y la salvación de su Mesías. / Salva, Señor, a tu pueblo / y bendícelo porque es tuyo; / apaciéntalo y condúcelo para siempre.

3. Evangelio de Lucas 7, 1-10: En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: "Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga". Jesús se puso en marcha con ellos.

Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno: '¡Ve!', y va; a otro: '¡Ven!', y viene; y a mi criado: '¡Haz esto!', y lo hace".

Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande". Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.

B. Comentario:

1. –"Si alguno aspira a ser «epíscope» (hoy se llamaría obispo, aunque entonces comprendía también lo que hoy son sacerdotes): responsable de una comunidad de Iglesia, desea una noble función". Vemos ya la jerarquía, y la noble función del sacerdocio. Ocasión ésta para rogar por las vocaciones sacerdotales.

-"Un responsable de una comunidad ha de ser irreprochable, casado una sola vez, hombre comedido, sensato, reflexivo, hospitalario..." Son cualidades simplemente humanas, bastante comunes. No es necesario estar extraordinariamente dotado. Lo que cuenta, ante todo, es ser equilibrado, ponderado, hombre de buen sentido y capaz de relacionarse. Puedo orar por los responsables de las comunidades que conozco.

-"Capaz de enseñar..." Además de ser animador de la liturgia -pasaje que sigue inmediatamente después de las prescripciones sobre la oración-, la función esencial parece ser, en efecto, la enseñanza de la doctrina.

-"Ni bebedor, ni violento, sino sereno, pacífico, desinteresado". Otra vez esas virtudes sencillas que hacen agradables las relaciones. De ningún modo se pone el acento sobre la autoridad, el poder... sino sobre la bondad y la paciencia. Todo un ideal humano, valedero para todos los que tienen responsabilidades familiares, profesionales, cívicas.

-"Un hombre que gobierne bien su propia casa, que sepa mantener a sus hijos obedientes y respetuosos. Porque un hombre que no sabe gobernar a los suyos, ¿cómo podría encargarse de una Iglesia de Dios?"

-"No debe ser un neo-converso... no fuera a hincharse de orgullo..." En efecto, unas ciertas garantías de estabilidad son necesarias... Y además no hay que perder la cabeza creyendo que «se ha llegado»: nada de considerarse entre los notables.

-"Es necesario también que tenga buena fama entre los de fuera para que no caiga en descrédito y en las trampas del diablo". La comunidad cristiana no es un club cerrado ni un ghetto. Vive a la luz del día. Se la juzga desde el exterior. Son ya numerosos los fenómenos de opinión pública. ¿Qué aspecto presentamos?

-"También los diáconos deben ser dignos de respeto". Para esta otra responsabilidad las mismas cualidades son, más o menos, necesarias.

-"Lo mismo decimos respecto a las mujeres..." Parece también que algunas mujeres se ocupaban de ciertos ministerios. Toda una reflexión y búsqueda se está haciendo en la Iglesia de HOY sobre ese tema (Noel Quesson).

2. El salmo se hace eco de un aspecto que Pablo subrayaba, que los ministros de la comunidad sepan antes gobernar bien su propia casa: "andaré con rectitud de corazón dentro de mi casa... el que sigue un camino perfecto, ése me servirá". Las virtudes humanas son base para la vida cristiana, y fundamentales para el ministerio de gobierno. La madurez personal y el equilibrio, el buen corazón, la fidelidad a los nuestros, el control de nosotros mismos, la honradez y la ejemplaridad... Haremos bien en repasar el programa y respondernos nosotros mismos con sinceridad (J. Aldazábal). Hemos de ser, como decía Juan Pablo II, "expertos en humanidad" y el mejor modo de serlo es estar unidos a Dios.

3. Jesús, hoy nos muestras tu diálogo con un hombre de fe: -"Jesús entró en Cafarnaúm. Un centurión del ejército romano tenía un siervo a quien estimaba mucho; éste estaba enfermo a punto de morir". Este oficial era un pagano... pues al hacer el milagro que le pedía, Jesús hizo notar "que no había encontrado una fe tal ni en Israel". Estamos ante una salvación universal que desde el principio nos ofrece Jesús, aunque luego no todos vivan ese espíritu -"El centurión había oído hablar de Jesús, y le envió unos notables judíos para rogarle que fuera a curar a su siervo...": "Merece que se lo concedas porque quiere a nuestra nación y es él quien nos ha construido la sinagoga". Ese pagano es seguidor de Jesús sin saberlo, busca la verdad, y de su propio bolsillo había pagado la construcción de una sinagoga, que no era su religión romana. Quizá había superado el politeísmo. Entre los paganos y los incrédulos que me rodean ¿no los hay que se interrogan y que buscan la verdad? -"Jesús se fue con ellos. No estaba ya lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, que yo no soy quién para que entres bajo mi techo. Por eso tampoco me atreví a ir en persona a encontrarte."" No quiere el pagano que Jesús se manche entrando en su casa según la creencia de los judíos, pero Jesús, para quien no hay esas impurezas legales, agradece esa atención y es respetuoso con el detalle de cortesía.  -"No merezco que entres bajo mi techo". Como él, también nosotros nos encontramos indignos de estar en presencia de Dios: ¡es maravilloso pensar que la Iglesia no ha hallado fórmula mejor para poner en nuestros labios en el momento que nos acercamos a la eucaristía! Repito esa fórmula de humildad, de verdad. Rezo... -"Pero con una palabra tuya se curará mi criado". Jesús, sueles curar con gestos y palabras, y delante de la persona enferma. Aquí lo harás a distancia con el centurión, y solo con la palabra, como decimos en la misa: "pero di solamente una palabra y mi alma quedará salvada". Y el oficial subraya el poder de la palabra, por su propia experiencia del mando -"digo a mis subalternos: "ve" y "va""- y quiere decir que tu palabra, Jesús, es una palabra potente, que realiza siempre lo que decide. Jesús, di una palabra por lo que te pido (lo que tengamos en el corazón ahora mismo): que se cure esa persona, que se arregle esta situación si conviene, si es la voluntad de Dios tu sola Palabra está presente para salvarnos. Auméntame la fe, Señor, para creer en esta Palabra, que opera nuestra salvación.

-"Al oír esto Jesús se quedó admirado: No he encontrado tanta fe..."  La Fe... ese sexto sentido que nos permite percibir unas realidades nuevas, invisibles a los sentidos corporales. Dichosos ellos, paganos modernos o cristianos, que mantienen su corazón a la escucha de esas realidades misteriosas y que no aceptan estar solamente clavados a la materia... al tiempo... Lo eterno está aquí (Noel Quesson).

Hoy vemos también intercesores, santos que nos ayudan a aumentar la fe: «Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos a Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad» (Catecismo 956). Señor, auméntame la fe, basada en la humildad: «no soy digno de que entres en mi casa»; y esto no depende de mis méritos: «Pásmate ante la bondad de Dios, porque Cristo quiere vivir en ti..., también cuando percibes todo el peso de la pobre miseria, de esta pobre carne, de esta vileza, de este pobre barro. "-Sí, también entonces, ten presente esa llamada de Dios: Jesucristo, que es Dios, que es Hombre, me entiende y me atiende porque es mi Hermano y mi Amigo» (J. Escrivá, Forja 182).

Todavía hay cristianos que piensan que a lo largo de la vida tenemos que ir haciendo "méritos" ante Dios para conseguir la salvación, la curación, la solución de problemas, etc. Esos méritos se conseguirían a base de sacrificios, oraciones repetidas interminablemente, limosnas, misas asistidas y cosas por el estilo. Todo eso nos terminaría creando una especie de "derechos" ante Dios. Así nos aseguraríamos la salvación y el favor de Dios. Pero en el mensaje de Jesús no es eso lo que nos encontramos. Y, para ser realistas, ni siquiera en la relaciones humanas. El amor es siempre gratuito, sin condiciones. Así es como nos ama Dios a nosotros que somos sus creaturas. No hay "méritos" que valgan. No hay derechos adquiridos. Solo hay amor, gratuidad, regalo (Fernando Torres). Pero está claro (y es el mensaje del domingo pasado) que si obramos el bien como hacía el Centurión, somos capaces de acoger el amor de Dios. No depende de nuestros méritos, sino de nuestra capacidad de acogerlo. Lo diré con un ejemplo: el amor divino es como una cascada de agua, pero si voy con un paraguas no me mojo. O mejor dicho: si mi corazón es egoísta puede ser pequeña mi capacidad, como si voy a recoger el agua con un dedal; si mi corazón es generoso es como un gran recipiente y cabrá más agua. Así, cabe más amor en un corazón generoso. Aunque cada uno recibirá en plenitud todo ese amor de Dios, según la capacidad de acogerlo, claro.

Llucià Pou Sabaté

 

sábado, 16 de septiembre de 2023

Domingo 24, ciclo A

Domingo de la semana 24 de tiempo ordinario; ciclo A

Perdonar de todo corazón nos asemeja al amor divino

 

A. Lecturas

1. Lectura del libro del Eclesiástico 27,33-28,9.

El furor y la cólera son odiosos: / el pecador los posee.

Del vengativo se vengará el Señor / y llevará estrecha cuenta de sus culpas.

Perdona la ofensa a tu prójimo, / y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas.

¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro / y pedir la salud al Señor?

No tiene compasión de su semejante, / ¿y pide perdón de sus pecados?

Si él, que es carne, conserva la ira, / ¿quién expiará por sus pecados?

Piensa en tu fin y cesa en tu enojo, / en la muerte y corrupción y guarda los mandamientos.

Recuerda los mandamientos y no te enojes con tu prójimo, / la alianza del Señor, y perdona el error.

 

2. Salmo 102,1-2. 3-4. 9-10. 11-12. R/. El Señor es compasivo y misericordioso, / lento a la ira y rico en clemencia.

Bendice, alma mía, al Señor, / y todo mi ser a su santo nombre. / Bendice, alma mía, al Señor, / y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas / y cura todas tus enfermedades; / él rescata tu vida de la fosa / y te colma de gracia y de ternura.

No está siempre acusando, / ni guarda rencor perpetuo. / No nos trata como merecen nuestros pecados / ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra, / se levanta su bondad sobre sus fieles; / como dista el oriente del ocaso, / así aleja de nosotros nuestros delitos.

 

3. Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 14,7-9.

Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo / y ninguno muere para sí mismo.

Si vivimos, vivimos para el Señor; / si morimos, morimos para el Señor. / En la vida y en la muerte somos del Señor.

Para esto murió y resucitó Cristo, / para ser Señor de vivos y muertos.

 

3. Evangelio: Mateo 18,21-35.

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: -Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?

Jesús le contesta: -No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y les propuso esta parábola:

Se parece el Reino de los Cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: -Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.

El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y agarrándolo lo estrangulaba diciendo: -Págame lo que me debes. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: -Ten paciencia conmigo y te lo pagaré. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: -¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti? Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano.

 

B. Comentario:

1. Se rechaza expresamente el espíritu vengativo y se promete el perdón a los que saben perdonar. Se anticipa ya lo que se dice en el padrenuestro. Pero la "salud" implica también pedir perdón por los pecados, pues según la mentalidad oriental y bíblica, el perdón de los pecados tiene frecuentemente como consecuencia la curación de las enfermedades (en aquel tiempo se relaciona la enfermedad con el castigo por los pecados).

   Es un primer paso,  pues no vengarse, perdonar, es la forma de obtener el perdón de Dios en tiempo oportuno (vv. 2 y 5). Es el primer paso para salir de la ley del talión (acción-reacción inmediata).

   Ser cordial con los que nos rodean en las incidencias de cada día, mantener la serenidad sin enfadarse, resulta arduo, difícil. Y es que la convivencia humana provoca, inevitablemente, incomprensiones, roces, disputas... que pueden, incluso, conducir a la agresión. Más que lugar de convivencia humana nuestro mundo se asemeja a una jaula de perros que no cesan de gruñir y de mostrarse los dientes a todas horas: en casa y en la calle, andando y conduciendo el coche, en el trabajo y en el reposo... Nunca cesamos de gruñir. -La vida en comunidad es terreno abonado y propicio para que en nuestro interior, y de forma casi imperceptible vaya germinando y gestándose un cierto malestar que puede aflorar, con el correr de los días, en furor, cólera..., y si no se corrige a tiempo, en rencor y venganza. Por eso, Jesús ben Sirah, autor de este libro y profundo sicólogo, nos exhorta a que los humanos sepamos perdonarnos. Esta es la enseñanza sapiencial que nos ofrece un autor del s. II a. de C. acerca de un problema humano, viejo como el hombre, pero en el que eternamente tropezamos. ¡No tenemos remedio!

 

   2. Salmo 102. Es un himno al amor de Dios. Y de "¡ternura!" ¡Dios es bueno! ¡Dios es amor! ¡Dios es Padre!: "con la ternura de un padre con sus hijos"... Jesús quitará todo espíritu de temor que aflora en las Escrituras, y llevará a plenitud esta revelación: "Padre nuestro, que estás en los cielos, perdona nuestras ofensas". Y el resultado de este amor, ¡es el "perdón"! Se escucha ya la parábola del "Hijo pródigo" (Lucas 15,1-32). Se escuchan ya estas palabras: "Amad a vuestros enemigos, entonces seréis hijos del Dios Altísimo, porque El es bondadoso con los ingratos y los malos" (Lucas 6. 27-38).

   La alegría estalla en este canto. Dejémonos llevar por su impulso alegre, que invita a todos los ángeles y todo el cosmos, a corear su acción de gracias. Grandeza del hombre, que por su "ser espiritual" su "alma", es una especie de microcosmos que resume toda la creación: "¡bendice al Señor alma mía!" Un hombre solo, de rodillas concentra en El toda la alabanza del universo... a condición de ser un "alma", esto es, un pedazo de este cosmos material, pero "interiorizado" y "consciente". Cuando rezo, todo el universo reza por mí. ¡Sí, el hombre es grande, él es el cantor del universo! Y sin embargo, ¡qué frágil es el hombre!: la flor del campo, la hierba, que florece por la mañana y se marchita por la tarde. Con este toque poético desgarrador: "¡nadie vuelve a saber de ella!"

   La maravilla de este salmo y de toda la revelación bíblica, es precisamente esta debilidad del hombre que atrae el amor de Dios. El poeta no encuentra otra explicación para este amor que la siguiente: "El sabe de qué estamos hechos, sabe bien que somos polvo".

    La soledad y angustia de la persona en tiempos modernos olvida que más allá de la región del frío y de la oscuridad donde anda perdido, debe abrir los ojos a esos brazos, esa patria, ese Alguien, que le quiere. Su problema es de amor, de consolación: necesita que alguien comparta su soledad, de Alguien que sale al encuentro del hombre, convertir la soledad en presencia, entonces las lágrimas se evaporan, los miedos huyen, y la consolación inunda su alma. Dejarse amar, saberse amado, es la solución a todos los males.

   Es el salmo que condensa todas las vibraciones de la ternura humana, transferidas esta vez a los espacios divinos. Nos muestra la misericordia… no hay otra palabra que mejor defina a Dios: «El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia». Nos da ejemplo pues si para Dios perdonar es comprender, y comprender es saber, así ha de ser también para nosotros. Que no nos cueste perdonar, que el perdón vaya acompañado de ternura, y a esto lo llamamos misericordia, sentimiento-actitud espléndidamente expresado en este salmo: «El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas» (Sal 145,8). La comprensión deriva de la compasión (capacidad de sufrir con), y la compasión desemboca finalmente en la ternura. La comprensión, la compasión y la ternura (en una palabra, la misericordia) son los sentimientos naturales que inevitablemente surgen en el corazón de Dios, cuando se asoma al barro humano.

 

   3. Pablo nos da unas orientaciones prácticas para que en la comunidad cristiana reine siempre el respeto mutuo y el amor. Los que se creen fuertes, no deben juzgar la conducta de los débiles (v. 1-4). En cualquier caso, unos y otros deben atenerse a su propia conciencia (v. 5) y no condenar al que se comporta de manera distinta. Pues todos somos del Señor y nadie es esclavo del prójimo para que éste pueda juzgar y decidir sobre su vida (v. 4). El Señor es el que juzga y a quien debemos atenernos tanto en la vida como en la muerte.

La fe nos hace libres, pero cada uno debe respetar los comportamientos de cada uno en su marcha hacia Dios por los caminos de la fe, para edificar en lugar de destruir, tendiendo siempre a ver más lo que une que lo que separa.

 

4. Es el perdón de corazón. Que nuestra vida transparente el perdón divino. A veces nuestro honor queda herido y esperamos que el otro pida perdón. Hay una frase bonita de la película Love Story que dice: "amar es no tener que decir nunca lo siento". Es adivinar que al otro no le sale el pedir perdón, pero por su actitud se ve que aunque no entiende claramente que está mal lo que hizo, quiere hacer las paces… el amor es más fuerte que cualquier forma de ego…  "no saben lo que hacen…" y eso es participar de la vida divina en Cristo.

   Perdonar, ser perdonados; lo necesitamos para poder salir adelante en la vida, en cierta manera es un "olvido divino" que de algún modo vemos en muchas madres, que el amor a los hijos se fija solo en lo que une, en lo bueno.

   Es un perdón total, incondicional, que humaniza todas las relaciones humanas.

   La parábola nos muestra que las personas no pueden negarse el perdón porque a todos y cada uno Dios les ha perdonado muchísimo más. Y como dice el padrenuestro, que lo que hacemos a los demás, nuestra actitud, nos compromete en nuestra situación ante Dios. Es una continuación al Evangelio del domingo pasado. Es la gratuidad del amor manifestado en su parte más divina, el perdón y la misericordia. Ese "setenta veces siete" es un número perfecto, significa "siempre".

Jesús, en una cultura donde dominaba la ley del Talión -ojo por ojo y diente por diente- perdonar dos veces era ya demasiado. Cuando Pedro te pregunta cuántas veces debe perdonar, se responde -como llegando al límite-: «¿hasta siete? No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete», que es como decir: hay que perdonar siempre.

Pedro intentaba ser generoso, pero a lo humano.Tú le elevas el nivel: hay que imitar a Dios, que es infinitamente misericordioso. Y para que le quede claro, le explicas la parábola del siervo despiadado: su señor le ha perdonado diez mil talentos -unos setenta millones de denarios- y él no es capaz de perdonar cien denarios a su compañero.

Jesús, a veces pienso que lo que alguien me ha hecho es imperdonable, y no me doy cuenta de que eso -que me parece enorme- es como cien denarios comparado con los setenta millones que Tú me has perdonado muriendo en la cruz.

«Dios a nadie aborrece y rechaza tanto como al hombre que se acuerda de la injuria, al corazón endurecido, al ánimo que conserva el enojo» (San Juan Crisóstomo).

Si quiero ser tu discípulo, si quiero imitarte, he de aprender a «perdonar a lo divino».

Y para ello necesito primero «amar a lo divino». Enséñame a amar a los demás como Tú los amas (Pablo Cardona).

   Llucià Pou Sabaté

viernes, 15 de septiembre de 2023

Comentarios litúrgicos del Sábado de la 23 semana, año I

Sábado de la semana 23 de tiempo ordinario; año I

Jesús es la roca fuerte sobre la que edificar mi vida, ha venido al mundo para salvarme

A. Lecturas

1. De la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 15-17: Hermano: Puedes fiarte de lo que voy a decirte y aceptarlo sin reservas: que Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero Cristo Jesús me perdonó, para que fuera yo el primero en quien él manifestara toda su generosidad y sirviera yo de ejemplo a los que habrían de creer en él, para obtener la vida eterna.

Al rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

2. Salmo 112,1-2.3-4.5a.6-7: Alabad, siervos del Señor, / alabad el nombre del Señor. / Bendito sea el nombre del Señor, / ahora y por siempre.

De la salida del sol hasta su ocaso, / alabado sea el nombre del Señor. / El Señor se eleva sobre todos los pueblos, / su gloria sobre los cielos.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro, / que se abaja para mirar al cielo y a la tierra? / Levanta del polvo al desvalido, / alza de la basura al pobre.

3. Evangelio: "En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: -«No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mi, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina»" (Lucas 6,43-49).  

1. "Ningún otro fue el motivo de la venida de Cristo el Señor sino la salvación de los pecadores –comenta San Agustín-. Si eliminas las enfermedades, las heridas, ya no tiene razón de ser la medicina. Si vino del cielo el gran médico es que un gran enfermo yacía en todo el orbe de la tierra. Ese enfermo es el género humano". Es lo que decimos en el Credo, que Jesús vino "por nosotros los hombres y por nuestra salvación". Pablo nos dice eso hoy, recordando rasgos de su autobiografía, en forma de una acción de gracias a Dios por su benevolencia con él. Su catequesis sobre Jesús se resume en esta afirmación: "Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores". Pero en seguida se lo aplica a sí mismo: "y yo soy el primero, y por eso se compadeció de mí''.

Si ante los problemas con los demás (entre cónyuges, entre padres e hijos, etc.) pudiéramos decir sencillamente: "Jesús se compadeció de mí"', "en mí, el primero, mostró Cristo toda su paciencia", entonces ¡qué bien iría todo! ¡Soy el mayor pecador!; ¡soy el primero en saber qué es ser perdonado!

-"Al rey de los siglos, honor y gloria"... fórmula litúrgica que las comunidades cristianas cantarían: -"Al Dios único, invisible e inmortal, por los siglos de los siglos. Amén". Quizá tomó Pablo aquí denominaciones judías o griegas para cantar su fe en ese Dios que nos ama y que ha puesto su mirada en nosotros como Padre Bueno.

2. Podemos unirnos a los sentimientos del salmo de hoy: "alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor..." Así dice el Catecismo 2143: "Entre todas las palabras de la revelación hay una, singular, que es la revelación de su Nombre. Dios confía su nombre a los que creen en él; se revela a ellos en su misterio personal. El don del Nombre pertenece al orden de la confidencia y la intimidad. "El nombre del Señor es santo". Por eso el hombre no puede usar mal de él. Lo debe guardar en la memoria en un silencio de adoración amorosa (cf Za 2,17). No lo hará intervenir en sus propias palabras sino para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo"…

"De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos". Y desde allí "el Señor, Dios nuestro, se abaja para mirar al cielo y a la tierra. Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre". No somos ricos, no somos poderosos, sino pobres y débiles. Así se sentía Pablo en su ministerio. Y así hizo lo que hizo, fiado más de Dios que de sí mismo. "Dios defiende y libra al humilde; al humilde ama y consuela; al hombre humilde se inclina; al humilde concede gracia, y después de su abatimiento le levanta a gran honra. Al humilde descubre sus secretos, y le trae dulcemente a Sí y le convida. El humilde, recibida la afrenta, está en paz; porque está con Dios y no en el mundo" (Kempis).

3. Nos hablas hoy, Jesús, de pureza de intención, y las obras dan a conocer el corazón de las personas: -"No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. No se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimia uva de los espinos". Quieres recordarnos que es el "fondo" del hombre lo que permite juzgar sus actos. La calidad del fruto depende de la calidad del árbol. El "corazón", es decir, "el interior profundo" del hombre es lo esencial. Es necesario que los gestos exteriores correspondan a una calidad de fondo.

"-El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal". No somos aquello que decimos sino principalmente lo que hacemos, por nuestros frutos se nos conocerá. Luego, por las palabras, y quizá lo último es lo que pensamos. Lo que tenemos en el corazón es lo que sacamos al exterior, también en las palabras:

-"Porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca". Jesús, no sé si hablabas aquí de los judíos, como que daban frutos malos porque no cuidaban el buen corazón, pero sin duda quieres también hablarme a mí, y te pido que cuides mi interior para que salga lo bueno fuera. Y al revés, también lo que hablamos influye en lo que hay en corazón y en cómo pasarán las cosas. A veces necesitamos hablar, pero tal como decimos las cosas también nos hacemos positivos o negativos. Un amigo me explicó algo doloroso y luego me dijo: "ya me he desahogado, ahora tengo que decir stop y dejar de hablar de eso, si no me configuraría negativamente". Me gustó, porque los pensamientos, y más las palabras, nos hacen modelar el carácter de un modo u otro. Se puede decir que la proyección de nuestro modo de pensar y hablar hace que la realidad, los hechos, sean según hemos construido antes, así si pensamos que con la ayuda de Dios algo irá bien, aquello tiene más posibilidades de que así sea.

-"¿Por qué me invocáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que os digo?" Jesús, prefieres los actos buenos a las palabras vacías: -Todo el que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone en obra... nos hablas siempre de la escucha de la Palabra, y de las obras…

-"Se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y asentó los cimientos sobre roca; vino una crecida, rompió el río contra aquella casa y no se tambaleó porque estaba bien construida". En la vida cristiana, la base eres tú, Jesús, y el don de nuestra filiación divina. Llevas a plenitud lo que es el hombre, que a la base tiene el amor, la lealtad y las otras virtudes humanas. Cuando alguien tiene estas virtudes homanas, decimos que tiene buen corazón, y fácilmente se abre a la fe y demás virtudes sobrenaturales. Pero "no basta el afán de poseer esas virtudes: es preciso aprender a practicarlas. «Discite benefacere», aprended a hacer el bien. Hay que ejercitarse habitualmente en los actos correspondientes -hechos de sinceridad, de veracidad, de ecuanimidad, de serenidad, de paciencia-, porque obras son amores, y no cabe amar a Dios sólo de palabra, sino «con obras y de verdad»" (J. Escrivá, Amigos de Dios  91). Señor, te pido ser leal, afable, cortés, generoso, sincero…

-"Por el contrario, el que las escucha y no las pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos. Rompió contra ella el río y en seguida se derrumbó, y la destrucción de aquella casa fue completa". Santa María, Madre mía, tú eres el mejor árbol, puesto que has dado el mejor fruto: «bendito es el fruto de tu vientre». Eres maestra de todas las virtudes. Ayúdame a ser humilde, pues sin humildad, no puedo adquirir ninguna virtud (Noel Quesson).

 

Llucià Pou Sabaté

jueves, 14 de septiembre de 2023

Viernes de la 23 semana, año i

Viernes de la semana 23 de tiempo ordinario; año impar

Para poder ayudar a otros en la misión que nos pide el Señor, hemos de mejorar en primer lugar nosotros mismos

Primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1,1-2.12-14. Pablo, apóstol de Cristo Jesús por disposición de Dios, nuestro salvador, y de Jesucristo, nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mi, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.

 

Salmo 15,1-2a y 5.7-8.11. R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres ¡ni bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

 

Santo evangelio según san Lucas 6,39-42. En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: -« ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, sí bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.»

Comentario:

1. Leeremos esta semana y la que viene la primera Carta de Pablo a su discípulo Timoteo, uno de los compañeros más fieles de Pablo en sus viajes y responsable de la comunidad cristiana de Efeso. Es la primera de las "cartas pastorales".

-"A Timoteo, verdadero hijo mío en la fe, te deseo"... Pablo había convertido a Timoteo, pagano de Listra en Liconia, de padre griego y madre judía (Hch 16,1). –"Te deseo... gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro". Es la gracia de Dios que deja esos frutos de alegría y paz, que hemos de conquistar cada día con nuestra docilidad a la gracia.

-"Ya que me consideró digno de confianza al encargarme del ministerio, a mí, que antes fui un blasfemo, un perseguidor y un insolente". Es el agradecimiento por la «confianza que Dios le ha manifestado».

-"Cristo me perdonó, porque obré por ignorancia, porque no tenía fe". Propone como «buena nueva» su propia experiencia: ¡soy un pecador perdonado! ¡He experimentado la misericordia de Dios! Es la ignorancia de la fe la causa de estar perdido. La oración de Jesús en la cruz por los que "no saben lo que hacen" nos hace pensar en que puede haber salvación también para ellos.

-"Pero la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí, juntamente con la fe y el amor en Cristo Jesús". Es la primacía de la gracia, la gratuidad del don de Dios... la justificación por la fe y no por las obras... la salvación considerada como una obra de amor divino. Señor Jesús, ¡sé de veras el más fuerte! en mi vida de cada día, en mis combates cotidianos (Noel Quesson).

2. El salmo expresa sentimientos de alegría y confianza en Dios: "Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano". San Agustín comenta: "El salmista no dice: "Oh Dios, dame una heredad. ¿Qué me darás como heredad?", sino que dice: "Todo lo que tú puedes darme fuera de ti, carece de valor. Sé tú mismo mi heredad. A ti es a quien amo". (...) Esperar a Dios de Dios, ser colmado de Dios por Dios. Él te basta, fuera de él nada te puede bastar". Tener en herencia al propio Dios es mejor que todos los demás bienes, por eso se ve como el único bien, lo único que se quiere.

"Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré". Es la seguridad que nos da estar en manos de Dios.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha". Es un canto a la esperanza de la comunión con Dios, más allá de la muerte, en la vida eterna, como dirá san Pedro: "Dios resucitó a Jesús de Nazaret, librándole de los dolores de la muerte, pues no era posible que quedase bajo su dominio" (Hch 2,24). También San Pablo insiste: "No permitirás que tu santo experimente la corrupción. Ahora bien, David, después de haber servido en sus días a los designios de Dios, murió, se reunió con sus padres y experimentó la corrupción. En cambio, aquel a quien Dios resucitó -o sea, Jesucristo-, no experimentó la corrupción" (Hch 13,35-37).

3. Jesús, sigues con tus parábolas: -"¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?" Nos equivocamos muchas veces, pues la inteligencia está influenciada por la emotividad, por tantas cosas que absolutizan un aspecto de la verdad. Por eso nos animas a tener los ojos muy abiertos, a no dejarnos engañar. Se señala la incapacidad de hacer de guía de otros, cuando uno está desorientado: ese afán puede esconder cierta tendencia de dominio, la ayuda a un necesitado puede esconder entonces ganas de ser como dueño de su destino…

Jesús, tú eres el maestro verdadero, y no has querido juzgar a los demás, sino que les ayudas; les ofreces lo que tienes. Este ejemplo del maestro se debe convertir en norma de conducta para todos los creyentes.

-"¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo, y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?" Muchas veces echamos la culpa a los demás, de algo que nosotros fallamos los primeros. La autocrítica es muy importante, la sencillez, y algo muy bonito que es la vulnerabilidad: mostrarnos como somos, con defectos, no intentar disimularnos. Esto hace más atractiva esa humanidad del cristiano, de quien se sabe con los méritos de Cristo aunque sea miserable.

Es muy grande la tendencia a dominar a los demás, querer hacerlos a nuestra medida, que piensen según la verdad que "yo tengo"… pero nadie es dueño de los otros, ni de la verdad… muchas veces la autoridad intenta imponer el criterio a los súbditos; sometidos así "a los que mandan". Jesús, ayúdanos a entender el modo de salir de estos egoísmos, con la lógica del amor (edic Marova).

-"¿Cómo te permites decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo...? ¡Te equivocas! Sácate primero la viga de tu ojo." Echamos la culpa a los gobiernos de la corrupción, pero fácilmente nos quedamos con un dinero que no nos toca, sin darnos cuenta de que la justicia social es la suma de pequeñas justicias personales. Así los padres echan la culpa a los profesores de la deficiente educación de sus hijos, y estos a los padres, y así muchas cosas… «Cuando nos veamos precisados a reprender a otros, pensemos primero si alguna vez hemos cometido aquella falta que vamos a reprender; y si no la hemos cometido, pensemos que somos hombres y que hemos podido cometerla. O si la hemos cometido en otro tiempo, aun que ahora no la cometamos. Y entonces tengamos presente la común fragilidad para que la misericordia, y no el rencor, preceda a aquella corrección» (San Agustín).

-"Sácate primero la viga de tu ojo, entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano". La "revisión de vida" es un ejercicio espiritual eminentemente evangélico: se trata de reconsiderarse a sí mismo, de revisar, de repasar la propia vía y los propios compromisos. Señor, haznos lúcidos y clarividentes; así podremos intentar ayudar a nuestros hermanos a ver también más claro (Noel Quesson).

¡Qué fácilmente vemos los defectos de nuestros hermanos, y qué capacidad tenemos de disimular los nuestros! Eso se llama ser hipócritas. Hablaba un sufí oriental que de joven quería cambiar el mundo, y fracasó; luego pensó cambiar a los que estaban más cerca de él, solo ellos… y también fracasó. Por fin, ya mayor, pensó en cambiar él mismo… por donde tenía que haber comenzado desde el principio. Pero yo añadiría que así es como podemos ayudar a los de alrededor, y cambiar el mundo, cuando hacemos la revolución en nuestro interior, y llenos de esperanza vamos llevando a otros corazones ese mismo afán de mejora. No hay más maestro que Jesús, y como instrumentos suyos podemos ser maestros, si sabemos que nunca hemos acabado de aprender nosotros. Jesús, te pido que cuando vea fallos en los demás, piense: "y yo seguramente tengo fallos mayores y los demás no me los echan en cara continuamente, sino que disimulan: ¿por qué tengo tantas ganas de ser juez y fiscal de mis hermanos?". Ayúdame, Jesús, a mirarme en el espejo de tu vida, en tu Palabra, que me vaya orientando día tras día (J. Aldazábal).

El evangelio de hoy nos invita a mirar el mundo y a los otros con la misma mirada de Jesús: una mirada de benevolencia. Los ojos son como un espejo en el que se refleja el mundo. "Si tú me dices: 'muéstrame a tu Dios', yo te diré a mi vez: 'muéstrame tú al hombre que hay en ti', y yo te mostraré a mi Dios. Muéstrame, por tanto, si los ojos de tu mente ven, y si oyen los oídos de tu corazón… ven a Dios los que son capaces de mirarlo, porque tienen abiertos los ojos del espíritu. Porque todo el mundo tiene ojos, pero algunos los tienen oscurecidos y no ven la luz del sol. Y no porque los ciegos no vean ha de decirse que el sol ha dejado de lucir, sino que esto hay que atribuírselo a sí mismos y a sus propios ojos. De la misma manera, tienes tú los ojos de tu alma oscurecidos a causa de tus pecados y malas acciones" (S. Teófilo de Antioquía).

Hay personas para las que toda la realidad es triste y está sujeta a lamentaciones. Todo va mal; y los "sí, pero..." minan toda razón de esperar. Son aguafiestas… El mundo, como por una especie de mimetismo, toma el color de nuestra mirada. Te pido, Señor, tu benevolencia, corazón bueno, y no ser de los que siempre están con sospechas o piensan que son los carceleros de la libertad de los demás, para tomarlos en la argolla de las condenaciones. No queremos ser de la "cofradía del santo reproche"… decía un slogan: "Los demás ven la vida en negro, nosotros vemos razones para esperar". Eso es la benevolencia cristiana: el amor tiene paciencia, lo excusa todo, lo perdona todo, porque toma como modelo la misericordia de Dios. Nuestra benevolencia no es "ver las cosas de color rosa"; es teologal. Nuestras razones para esperar se arraigan en el ser mismo de Dios, que tiene paciencia, y en su gracia, que no fallará jamás. Dios de paciencia infinita, / sé nuestro maestro: / enséñanos a amar como Tú solo puedes amar. / Danos un corazón misericordioso / y razones para esperar / que nuestro tiempo desembocará en la felicidad eterna (Dios cada día, Sal terrae).

El prestigio que de veras ha de interesarnos es el del amor, del que manan la buena conciencia, la misericordia y solidaridad... Danos, Señor, la gracia de ser sinceros, de reconocer nuestras propias miserias y debilidades antes de descubrir la parte oscura de la vida de nuestros hermanos, y de rectificar nuestra conducta, conforme a la verdad, justicia y caridad.

 

Llucià Pou Sabaté

 

Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores

María "estaba al pie de la cruz", corredimía y ofrecía su consuelo, como sigue haciendo con nosotros

"En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y Maria, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: -«Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dijo al discípulo: -«Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa" (Juan 19,25-27).

O bien: "Su padre y su madre estaban sorprendidos por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María su madre: -Mira, éste está puesto para que en Israel unos caigan y otros se levanten, y como bandera discutida -y a ti, una espada atravesará tu alma (tus anhelos te los truncará una espada)-; así quedarán al descubierto las ideas de muchos" (Lucas 2,33-35).

1. El evangelio de Juan nos dice que «junto a la cruz de Jesús estaba su madre», con una fidelidad hasta las últimas consecuencias. La virgen dolorosa es una madre valerosa, que se mantuvo firme de pie junto a la cruz, es decir, que no se dejó derrumbar por el dolor. Es un valor que está sustentado por la esperanza. Es luz para que en las penas pensemos en que está por amanecer un día nuevo, el día de la vida.

"…Y a ti una espada te atravesará el corazón", podemos leer en san Lucas lo que escuchaste tiempo atrás, Virgen María, sobre este momento de la cruz que llegaría, como recuerda el Vaticano II: "Así también la Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz, en donde, no sin designio divino, se mantuvo de pie, se condolió vehementemente con su Unigénito y se asoció con corazón maternal a su sacrificio, consintiendo con amor en la inmolación de la víctima engendrada por Ella misma, y, por fin, fue dada como Madre al discípulo por el mismo Cristo Jesús, moribundo en la Cruz con estas palabras: «¡Mujer, he ahí a tu hijo!»(LG 58).

Así reza el himno de hoy"La Madre piadosa estaba junto a la cruz / lloraba mientras el Hijo pendía; / cuya alma, triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía... // Por los pecados del mundo vio a Jesús / en tan profundo tormento la dulce Madre. / Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre... // Haz que esa cruz me enamore y que en ella viva y more, / de mi fe y amor indicio, porque me inflame y encienda, / y contigo me defienda en el día del juicio. Amén".

Y también: "¡Oh dulce fuente de amor!, / hazme sentir tu dolor  para que llore contigo. / Haz que, por mi Cristo amado  / mi corazón abrasado más viva en Él que conmigo. // ¡Virgen de vírgenes santas!,  / llore ya con ansias tántas  que el llanto dulce me sea;  / porque su pasión y muerte tenga en mi alma, / de suerte que siempre sus penas vea. Amén".

A ti te pedimos, Nuestra Señora de los Dolores, también en algunos sitios se te llama Nuestra Señora de las Angustias, o Nuestra señora de los Siete Dolores, que esta fiesta nos una por ti a Jesús y nos dejemos contemplar por Él. Tú viste a Jesús rechazado por las autoridades del pueblo y amenazado de muerte. Cuando en el Via Crucis te encontraste con tu Hijo llevado para crucificar, quizá le dijiste "aguanta conmigo, Madre, que estoy haciendo nuevas todas las cosas"… y tu paciencia se consumó en el Calvario.

De esta manera, María se convierte en figura y modelo para todo cristiano. Por haber estado estrechamente unida a la muerte de Cristo, también está unida a su resurrección. La perseverancia de María en el dolor, realizando la voluntad del Padre, le proporciona una nueva irradiación en bien de la Iglesia y de la Humanidad. María nos precede en el camino de la fe y del seguimiento de Cristo. Y el Espíritu Santo nos conduce a nosotros a participar con Ella en esta gran aventura (Josep M. Soler, Abad de Montserrat).

"Entregándonos filialmente a María, el cristiano, como el Apóstol Juan, 'acoge entre sus cosas propias' a la Madre de Cristo y la introduce en todo el espacio de su vida interior, es decir, en su 'yo' humano y cristiano" (Juan Pablo II). María es al pie de la Cruz Madre de Cristo, Madre de los cristianos: "Así es, porque así lo quiso el Señor. Y el Espíritu Santo dispuso que quedase escrito, para que constase por todas las generaciones: Estaban junto a la cruz de Jesús, su madre, y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Habiendo mirado, pues, Jesús a su madre, y al discípulo que él amaba, que estaba allí, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después, dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel punto el discípulo la tuvo por Madre.

"Juan, el discípulo amado de Jesús, recibe a María, la introduce en su casa, en su vida. Los autores espirituales han visto en esas palabras, que relata el Santo Evangelio, una invitación dirigida a todos los cristianos para que pongamos también a María en nuestras vidas. En cierto sentido, resulta casi superflua esa aclaración. María quiere ciertamente que la invoquemos, que nos acerquemos a Ella con confianza, que apelemos a su maternidad, pidiéndole que se manifieste como nuestra Madre. 

"Pero es una madre que no se hace rogar, que incluso se adelanta a nuestras súplicas, porque conoce nuestras necesidades y viene prontamente en nuestra ayuda, demostrando con obras que se acuerda constantemente de sus hijos. Cada uno de nosotros, al evocar su propia vida y ver cómo en ella se manifiesta la misericordia de Dios, puede descubrir mil motivos para sentirse de un modo muy especial hijo de María.

"Los textos de las Sagradas Escrituras que nos hablan de Nuestra Señora, hacen ver precisamente cómo la Madre de Jesús acompaña a su Hijo paso a paso, asociándose a su misión redentora, alegrándose y sufriendo con El, amando a los que Jesús ama, ocupándose con solicitud maternal de todos aquellos que están a su lado" (San Josemaría).

Ella, corredentora, nos enseña la gallardía con que el cristiano debe sobrellevar el dolor. El dolor no es ya un maldito hijo del pecado que nos atormenta tontamente; es el precio del amor a los demás. No es el castigo de un Dios que se regocija en hacer sufrir a sus criaturas, es el momento en que podemos ofrecer ese dolor por el bien espiritual de los demás, es la experiencia de la corredención, como María. Ella miró la cruz y a su Hijo y ofreció su dolor por todos nosotros.  ¿No podríamos hacer también lo mismo cuando sufrimos? Mirar la cruz. Salvar almas.

El sufrimiento parece que se aficiona a algunas personas de un modo especial. La vida de la Santísima Virgen estuvo profundamente marcada por el dolor. Dios quiso probar a su Madre, nuestra Madre, en el crisol del sacrificio. Y la probó como a pocos. María padeció mucho. Pero fue capaz de hacerlo con entereza y con amor. Ella es para nosotros un precioso ejemplo también ante el dolor. Hoy repasamos el dolor ante las palabras de Simeón que anuncian la cruz, y el dolor de la cruz es también causa de salvación. El anciano profeta no le predijo grandes alegrías y consuelos a nivel humano. Al contrario: "este niño será puesto como signo de contradicción, -le aseguró-. Y a ti una espada de dolor te atravesará el alma". Semejantes presagios no le quitaron la paz y la confianza en Dios. Y en su interior volvería a resonar con fuerza y seguridad el fiat aquel lleno de amor de la anunciación.

Ese dolor lo veremos también ante la matanza de los inocentes por Herodes. Sensible al sufrimiento ajeno, no solo piensa en que quieren matar a su hijo, sino que sabe compadecerse, socorrer en la medida que puede, consolar.

El dolor le siguió en la pérdida del Niño. Angustiada por la incertidumbre, pensaría: ¿Dónde estará?, ¿le habrá pasado algo?, ¿me necesita? Rezó mucho y confió en Dios. Esto preparó el dolor de la separación y la primera soledad. ¿Qué pasa por el corazón de una madre en una despedida así, la vida pública del Señor y sobre todo al pie de la Cruz. Mirémosla. "La suave Madre -afirma Luis M. Grignion de Montfort- nos consuela, transforma nuestra tristeza en alegría y nos fortalece para llevar cruces aún más pesadas y amargas". María en la pasión y junto a la cruz de su Hijo se sintió crucificar con Él. Así describe Atilano Alaiz los sentimientos de la Madre ante el Hijo: "Los latigazos que se abatían chasqueando sobre el cuerpo del Hijo flagelado, flagelaban en el mismo instante el alma de la Madre; los clavos que penetraban cruelmente en los pies y en las manos del Hijo, atravesaban al mismo tiempo el corazón de la Madre; las espinas de la corona que se enterraban en las sienes del Hijo, se clavaban también agudamente en las entrañas de la Madre. Los salivazos, los sarcasmos, el vinagre y la hiel atormentaban simultáneamente al Hijo y a la Madre".

El colmo del sacrificio está en ver morir a los seres amados. Lope de Vega decía con gran realismo: "Sin esposo, porque estaba José / de la muerte preso; / sin Padre, porque se esconde; / sin Hijo, porque está muerto; / sin luz, porque llora el sol; / sin voz, porque muere el Verbo; / sin alma, ausente la suya; / sin cuerpo, enterrado el cuerpo; / sin tierra, que todo es sangre; / sin aire, que todo es fuego; / sin fuego, que todo es agua; / sin agua, que todo es hielo..."  Creyendo, confiando y amando Ella supo esperar la mayor alegría de su vida: recuperar a su Jesús para siempre tras la resurrección. Aprendamos de María a llenar el vacío de la soledad que nos invade tras la muerte de nuestros seres queridos. Llenarlo con lo único que puede llenarlo: el amor, la fe y la esperanza de la vida futura. Cuánto nos admira la Virgen dolorosa por haber sufrido como sufrió, por haber amado como amó. Cómo quisiéramos ser como Ella (Marcelino de Andrés).

2. La carta a los Hebreos nos dice que el Hijo de Dios, hecho hombre, compartió con nosotros todo, menos el pecado, pero sufrió más que nosotros; y en su dolor fue acogido y recibió la bendición del Padre, pero sin renunciar a un átomo del camino de amargura en su fidelidad. María lo imitó. Jesús, sufriendo, aprendió a obedecer. Así como Cristo "sufriendo aprendió a obedecer", también María. ¡Cómo rezaría el Padrenuestro, en los momentos duros, diciendo "hágase tu voluntad"! Y así como la obra de su hijo "se ha convertido en autor de salvación para todos", también ella se asoció íntimamente a esa obra.

"Jesús, "aun siendo Hijo, con lo que padeció, experimentó la obediencia" (Hb 5, 8). ¡Con cuánta más razón la deberemos experimentar nosotros, criaturas y pecadores, que hemos llegado a ser hijos de adopción en él! Pedimos a nuestro Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para cumplir su voluntad, su designio de salvación para la vida del mundo. Nosotros somos radicalmente impotentes para ello, pero unidos a Jesús y con el poder de su Espíritu Santo, podemos poner en sus manos nuestra voluntad y decidir escoger lo que su Hijo siempre ha escogido: hacer lo que agrada al Padre (cf Jn 8, 29): 'Adheridos a Cristo, podemos llegar a ser un solo espíritu con él, y así cumplir su voluntad: de esta forma ésta se hará tanto en la tierra como en el cielo (Orígenes, or. 26).

Considerad cómo Jesucristo nos enseña a ser humildes, haciéndonos ver que nuestra virtud no depende sólo de nuestro esfuerzo sino de la gracia de Dios. El ordena a cada fiel que ora, que lo haga universalmente por toda la tierra. Porque no dice 'Que tu voluntad se haga' en mí o en vosotros 'sino en toda la tierra': para que el error sea desterrado de ella, que la verdad reine en ella, que el vicio sea destruido en ella, que la virtud vuelva a florecer en ella y que la tierra ya no sea diferente del cielo (San Juan Crisóstomo, hom. in Mt 19, 5)'" (Catecismo 2825).

"Sálvame, Señor, por tu misericordia", rezamos con el salmista: "A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí". Pedimos al Señor que sea "la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame". Que nos quite todo mal,  y nos abandonamos en Él: "Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen". Esta confianza nos sostiene, y está basada en el amor que Dios nos tiene: "Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles, y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos".

Llucià Pou Sabaté

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Fiesta de la exaltación de la santa Cruz

Hola, paso el comentario de la fiesta de mañana 14 de septiembre. Saludos!

sábado, 18 de febrero de 2023

Invitación para la conferencia del lunes sobre santa Teresa y san Agustín

Te invitamos el lunes que comenzamos otro ciclo de conferencias sobre la mujer en el contexto de los encuentros de historia y espiritualidad, la influencia agustiniana en Teresa de Jesús será la primera. En el colegio mayor Cardenal Cisneros en Neptuno.

Si quieres participar avísanos y si no puedes estar allí presencialmente te pasamos enlace.

Te esperamos! Si quieres difúndelo entre las personas que puedan interesarse. Adjunto programa completo