jueves, 8 de diciembre de 2016

Viernes semana 2 de Adviento

Viernes de la semana 2 de Adviento

Jesús es nuestro salvador, que nos toca una música divina… que hemos de aprender a bailar
“En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: - «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios»” (Mateo 11,16-19).
1. -“Jesús declara a las gentes: "¿a quién compararé esta raza de hombres? es semejante a los muchachos sentados en la plaza que interpelando a otros..."” Jesús, ves a los niños sentados en plaza… gente de tu tiempo y también nos ves a nosotros, que como niños no saben lo que quieren.
-“Os hemos entonado cantares alegres y no habéis bailado; cantares lúgubres y no habéis llorado.” Eran juegos que hacían los críos, y nos indica esa inconstancia que nosotros podemos también ser como a veces la opinión pública, que se deja llevar por la moda y no por la verdad…
-“Porque vino Juan que casi no come, ni bebe, y dicen: Es un loco. Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "¡Es un glotón y un bebedor, amigo de publicanos y de pecadores!” Te duele que al Bautista con su austeridad fuera acusado de extraño endemoniado; y que a ti con tu sencillez de compartir la comida de los hombres, digan que eres comilón. Gracias, Señor Jesús, por permitir que te hicieran esta acusación. Gracias de haber venido a inaugurar el tiempo de la alegría, de habernos venido a ofrecer tu amistad a nosotros, que somos pecadores. Amigo de los pecadores... Amigo de los pecadores... Gracias.
-“Pero, la sabiduría de Dios se revela "justa" a través de lo que hace”. La austeridad de Juan con su penitencia, la alegría de Jesús y su Reino... El tiempo de Adviento y de Navidad comporta esos dos aspectos (Noel Quesson).
Esperamos con ganas la Navidad, y por eso rezamos: "¡Ven Señor Jesús!". "Ha llegado el Adviento. ¡Qué buen tiempo para remozar el deseo, la añoranza, las ansias sinceras por la venida de Cristo!, ¡por su venida cotidiana a tu alma en la Eucaristía! - "Ecce veniet"! - ¡que está al llegar!, nos anima la Iglesia" (san Josemaría).
Navidad es el mundo de las cosa pequeñas, de los sencillos, y se nos propone que nos hagamos pequeños como niños: "hacernos niños: renunciar a la soberbia, a la autosuficiencia; reconocer que nosotros solos nada podemos, porque necesitamos de la gracia, del poder de nuestro Padre Dios para aprender a caminar y para perseverar en el camino. Ser pequeños exige abandonarse como se abandonan los niños, pedir como piden los niños" (san Josemaría). Es un camino de sencillez, descomplicación, quitar los laberintos del corazón, máscaras o gafas negras.
Es un camino de apertura a Jesús. Hay un famoso cuadro en la iglesia de Sant Paul, en Londres, que muestra Jesús, abriendo una puerta, que representa el corazón de una persona. Alguien le dijo al pintor: “falta el picaporte de esa puerta, para que Jesús pueda entrar en la casa”, y el pintor contestó: “no se me olvidó pintarla, es que esta puerta, la del corazón de cada persona, sólo puede abrirse desde dentro”. Vamos a procurar abrir esa puerta para que entre Jesús, y con él el Cielo, en nuestro corazón. Vamos a colaborar con el Señor ayudando a que todos los hombres le abran la puerta a Jesús. Jesús es el que llama a la puerta del corazón del hombre, toca la música para consolar al triste, acompañar al enfermo, ayudar al necesitado, visitar al que esté solo. Llama y toca la música ahí donde nos encontramos: en la familia, con los amigos, vecinos…
“En vísperas de la Navidad —cuenta la Madre Teresa de Calcuta— yo abrí un hogar para enfermos de SIDA en Nueva York como regalo de nacimiento para Jesús. Lo empezamos con quince lechos para otros tantos pacientes y con cuatro jóvenes a quienes conseguí sacar de la cárcel porque no querían morir allí. Ellos fueron los primeros huéspedes de nuestro hogar. Les había preparado una capilla, de modo que tales jóvenes de veinte o veinticinco años, que no habían estado cerca o se habían alejado de Jesús, de la oración o de la confesión, pudiesen, si lo deseaban, acercarse de nuevo a Él. Gracias a la bendición de Dios y a su amor, sus corazones se transformaron por completo. Los trece o catorce han fallecido ya en nuestro hogar, porque se trata de una enfermedad mortal, incurable. La última vez que estuve allí, recientemente todavía, uno de ellos hubo de ser trasladado al hospital. Antes de ir me dijo:
—Madre Teresa, usted es amiga mía. Quiero hablar a solas con usted.
¿Qué creéis que me dijo aquel hombre que veinticinco años atrás se había confesado y comulgado por última vez y que desde entonces había interrumpido sus contactos con Jesús?
Me dijo esto:
—¿Sabe, Madre Teresa? Cuando siento un tremendo mal de cabeza, lo comparto con el dolor de Jesús al ser coronado de espinas. Cuando experimento un dolor insoportable (y es que el dolor que produce esa enfermedad es insoportable de verdad), cuando el dolor resulta insoportable en mi espalda, lo comparto con el dolor de Jesús al ser azotado. Cuando el dolor se hace insoportable en mis manos y mis pies, lo comparto con el dolor experimentado por Jesús al ser crucificado. Le pido que me lleve de nuevo al hogar. Quiero morir cerca de ustedes.
Conseguí permiso del médico para llevármelo a casa. Lo acompañé a la capilla. Jamás he visto a nadie hablar con Dios como lo hizo aquel hombre, con un amor de comprensión tan grande entre él y Jesús. Después de tres días murió. Difícil de comprender el cambio experimentado por aquel hombre."
Es el amor en estado puro, le que nos muestra el Señor y nos da plenitud.Una de las experiencias más amargas que podemos experimentar al desvivirnos por alguna persona, sea familiar o amigo, es cuando no somos correspondidos. Si en “pago”, por los servicios prestados se nos ignora o se nos critica, nos sentimos traicionados y heridos. A Jesús en este pasaje le sucede algo parecido. Se siente triste y decepcionado de la respuesta del hombre. Él como Dios, nos ha amado y querido hasta el límite –inigualable- de la encarnación y de su muerte en cruz. En su vida no hizo otra cosa que pasar “haciendo el bien”... y todo este despliegue de compasión, de amor y misericordia ¿dio fruto?, ¿cuál fue la respuesta recibida a cambio? Sabemos que la semilla dio fruto después de su muerte. En nuestro caso, tenemos que reconocer que “todo” podría estar a nuestro favor. Tenemos su presencia en la eucaristía, su gracia sacramental, su acción a través de su Espíritu Santo... tenemos a María, Madre nuestra.
¿Por qué estamos siempre insatisfechos? Si hay por que hay y si no porque no… total ¿quién nos dará gusto? En esta vida podemos estar contentos, pero no satisfechos… hay siempre un “más” que nos reclama la esperanza. Nuestra vida no tiene sentido si no es junto al Señor. “¿Adónde iremos, Señor? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6, 68). Él viene a traernos un amor que lo penetra todo como el fuego y a darle sentido a nuestra vida sin sentido. Amor exigente es el del Señor, que pide siempre más y nos lleva a crecer en finura del alma con Dios y a dar muchos frutos.
La falta de amor sería ese no querer bailar, la tibieza, que nace de una dejadez prolongada en la vida interior que se expresa en el descuido habitual de las cosas pequeñas, en la falta de contrición ante los errores personales, en la falta de metas concretas en el trato con el Señor. Se ha dejado de luchar por ser mejores y se abandona la mortificación. La tibieza es como una pendiente inclinada; casi insensiblemente nace una preocupación por no excederse, por quedarse en el límite, en lo suficiente para no caer en pecado mortal, aunque se descuida y se acepta sin dificultad el venial. Las Comuniones son frías, la Santa Misa distraída, la oración difusa, y el examen se abandona. Estemos alerta para percibir los primeros síntomas de esta enfermedad del alma, y acudamos con prontitud a la Virgen. Ella aumenta nuestra esperanza, y nos trae la alegría del nacimiento de Jesús (Francisco Fernández Carvajal).
2. El destierro es duro pero motivo de manifestar el Señor su salvación en Jesús:
-“Así habla el Señor, tu Redentor”. «Rescate» es pagar la deuda de otro, y Jesús se puso en nuestro lugar y pagó nuestra justificación. En hebreo tiene otro matiz: «Yo, el Señor, soy tu redentor, tu 'goel'». En el derecho tribal primitivo había un «goel»: era el hombre encargado de «vengar la sangre», el responsable del honor de la tribu. De hecho la idea es pues la de «un amor de Dios que se ha comprometido en el destino de los hombres». La idea principal no es la de un Dios que requiere sangre para aplacarse. Es la idea de un Dios que ama «apasionadamente la humanidad y se compromete totalmente para salvarla». «¡Yo, el Señor, vengo a auxiliarte!» «Yo, el Señor, soy tu «goel», tu redentor!» ¡Qué misterio! Contemplo en Belén a Jesús encarnado, compartiendo totalmente nuestra condición humana, y muriendo en la cruz.
-“Yo, el Señor tu Dios, te instruyo en lo que es provechoso y te marco el camino por donde debes ir”. Dios se ha comprometido en nuestra salvación. Pero no nos reemplaza. Nos invita a "caminar", a aceptar la instrucción "provechosa", la que salva. La enseñanza de Jesús, el Evangelio. "Te doy una instrucción, una enseñanza" dice Jesús también. ¿Cómo es mi fidelidad en recibir y meditar esa enseñanza? ¿Cómo me esfuerzo en aumentar mi cultura religiosa? ¿Y en ser fiel a la oración?
-“Si hubieras estado atento a mis mandatos...” «Atento»... Es una cualidad esencial a la oración... y a toda la vida del hombre. Haznos atentos, Señor. Jesús hablaba a menudo de vigilancia: «velad y orad» -...”Tu paz sería como un río”. El que se deja "guiar" por Dios, el que escucha la «enseñanza provechosa», el que está «atento a amar», ¡está lleno de paz! ¡Un río! Evoco esa imagen...
-..”.Tu dicha y tu justicia serían como las olas del mar. ...Tu posteridad sería como la arena del mar, y tus hijos tantos como los granos de arena”. Repetición de la promesa hecha a Abraham. A pesar de todos nuestros rechazos, de todas nuestras faltas de amor, Dios quiere nuestra felicidad, nuestra «justicia» nuestra «rectitud», nuestra «santidad»... ¡vasta y potente como las olas del mar! Y Dios quiere que nuestra vida sea fecunda, que «nuestros talentos rindan el céntuplo»... ¡como los granos de arena de las riberas! Una sola condición: estar atento a tus mandatos, Señor (Noel Quesson).
3. Vienes como la luz, Señor: «Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos… sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto… y cuanto emprende tiene un buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento, porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal». Vida y muerte aparecen como dos caminos, bendición y maldición, a fin de que tomemos el camino recto que lleva a la felicidad. Dios no nos creó para la muerte, sino para la vida.
Llucià Pou Sabaté
San Juan Diego Cuachtlatoatzin

Ante la voces que pretenden negar la historicidad de Juan Diego, y en el marco del proceso de canonización del beato indio, la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, decidió crear en 1998 una Comisión histórica para analizar su fundamento. Nombró como presidente de la Comisión histórica al profesor de Historia eclesiástica en las Universidades Pontificias Urbaniana y Gregoriana, Fidel González Fernández, reconocido como uno de los máximos expertos en la materia. La Comisión solicitó la cooperación de unos 30 investigadores de diversas nacionalidades que ofrecieron una contribución decisiva no sólo para justificar la historicidad de Juan Diego, sino incluso para aportar nueva luz a la historia de México. El padre González expuso los resultados de este trabajo en un Congreso extraordinario celebrado en la Congregación Vaticana para las Causas de los Santos el 28 de octubre de 1998, obteniendo un éxito positivo en la resolución de las dudas presentadas sobre la problemática histórica.
Quizá uno de los trabajos más originales del padre González, quien ha sido asistido en esta labor por otros miembros de la comisión, Eduardo Chávez Sánchez y José Luis Guerrero Rosado (cf. «El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego», Editorial Porrúa, México 1999, 564 pp.) es la presentación de 27 documentos o testimonios indígenas guadalupanos y 8 de procedencia mixta indo_española. Entre todos ellos, destaca el «El Nican Mopohua» y el llamado Códice «Escalada».
«El Nican Mopohua», del escritor indio Antonio Valeriano, constituye un testimonio privilegiado del proceso de transculturación del cristianismo de la Nueva España. Sin embargo, la cuestión acerca de la historicidad de su contenido y de cuanto en él es revestimiento literario o parte de un entorno cultural sigue siendo discutido con vehemencia. Cada palabra de los 218 versos del «Nican Mopohua» tiene sus significados dentro de la filosofía y mitología nahuas así como cristianas respectivamente. Al ser untexto literario, no tiene un valor histórico, sin embargo, ofrece el testimonio de la cosmovisión india del momento, algo mucho más importante para esa cultura que lo que podría haber sido una crónica fechada. Por otra parte, su autor un indígena de raza tecpaneca pura, fue un testigo, pues vivió entre 1520 y 1606. Los historiadores afirman que era sobrino del emperador Moctezuma. A los trece años __en 1533, testimonio de la impresionante labor que realizaron los misioneros__ ya entró a estudiar en el colegio de San Cruz de Tlatelolco, fundado por el obispo Juan de Zumárraga. Fue, por tanto, uno de los primeros indios en hablar latín y gobernador de Azcapotzalco durante 35 años. Tenía 11 años en 1531, año de las apariciones, y 28 en 1548, cuando murió Juan Diego.
Por otra parte, el Códice «Escalada», firmado por el indio Antonio Valeriano y el español fray Bernardino de Sahagún, recién descubierto, constituye un testimonio directo de la historicidad de Juan Diego, pues contiene una especie de «acta de defunción» del indígena.
Dado que todavía no se han encontrado documentos históricos relativos a los veinte años que siguieron a las apariciones de Guadalupe, quienes se oponen a ellas aseguran que este «silencio» documental es prueba de que no existieran. Se olvida, sin embargo, que muchas fuentes indígenas fueron destruidas, como dos autoridades indiscutibles de la primera hora, fray Bernardino de Sahagún y Gerónimo de Mendieta declaran. Además, no hay que olvidar otros elementos históricos como los incendios (el del Archivo del Cabildo de México de 1692) o la llamada «crisis del papel» que invistió a la Nueva España durante mucho tiempo y que obligó como algo normal a la reutilización del papel ya usado, incluso de documentos de archivo, para nuevos usos sea en el comercio como en la escritura.
Preguntas sin responder
Los antiaparicionistas, sin embargo, no pueden explicar con elementos históricos algunos aspectos decisivos de la historia de México sin tener en cuenta el milagro de Guadalupe. Como, por ejemplo, el que, después una conquista dramática y tras dolorosas divisiones y contraposiciones en el seno del mundo político nahuatl, en un lugar significativo para el mundo indígena, en el cerro del Tepeyac, se levantara en seguida una ermita dedicada a la Virgen María bajo el nombre de Guadalupe, que con la Guadalupe de España coincide sólo en el nombre.
No explican tampoco cómo Guadalupe se convirtió en señal de una nueva historia religiosa y de encuentro entre dos mundos hasta ese momento en dramática contraposición.
La historicidad del beato ha quedado tan fundamentada que el presidente dela Comisión creada por la Congregación romana para las Causas de los Santos, Fidel González, está estudiando los orígenes sociales de Juan Diego. No se sabe si era un noble indio o un «pobre» indio. Se trata de una confusión provocada por las traducciones del «Nican Mopohua» al castellano. Existen otras muchas pruebas históricas sobre la existencia de Juan Diego, como, por ejemplo, la tradición oral, fuente decisiva al estudiar a los pueblos mexicanos, cuya cultura era principalmente oral. Esta tradición, en esos casos suele obedecer a cánones bien precisos y, en el caso de Guadalupe, siempre confirma la figura histórica y espiritual de Juan Diego. Quien quiera profundizar en el aspecto histórico del vidente de Guadalupe, puede leer a continuación el artículo inédito escrito por una de las personalidades más competentes en la materia, Fidel González, presidente de la Comisión histórica sobre Juan Diego constituida por la Santa Sede. ZS99121909
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LA DOCUMENTACION HISTORICA SOBRE LA VIRGEN DE GUADALUPE Y JUAN DIEGO
 Estudio inédito de uno de los máximos expertos en la materia (1) Por Fidel González, mccj
Presidente de la Comisión Histórica sobre Juan Diego nombrada por la Congregación romana para las Causas de los Santos y profesor de Historia eclesiástica en las Universidades Pontificias Urbaniana y Gregoriana) ROMA, 19 (ZENIT)._ En los comienzos de la presencia misionera cristiana en México y en otros lugares del Nuevo Mundo, se constata un choque entre el mundo religioso y cultural precortesiano y el cristiano llegado de Europa. Sin embargo vemos que se va a dar un encuentro no exento de dolor. Ahora bien, Guadalupe es la expresión más lograda de este encuentro y el indio neo_cristiano Juan Diego Cuauhtlatoatzin un eslabón que lo representa, o como es llamado por el "Nican Mopohua", el más importante documento de indígena sobre el hecho guadalupano, su "mensajero"(2). Así lo han percibido tanto la "traditio" india como la española, la criolla y la mestiza. En este sentido el hecho guadalupano y la misión del indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin tienen un marcado sentido eclesial y misionero. En el Acontecimiento guadalupano se muestra los comienzos dramáticos de la historia del continente americano. La reciente publicación en México por la prestigiosa editorial Porrúa del libro en colaboración de F. González Fernández, E. Chávez Sánchez, J. L. Guerrero Rosado señala esta problemática al investigar documentalmente el tema guadalupano. Elargumento guadalupano ha sido objeto de apasionados debates históricos desde que a finales del s. XVIII un académico español, Juan Bautista Muñoz (3), seguido luego por dos mexicanos, el extravagante fraile dominico fray Servando Teresa de Mier y a finales del siglo XIX el erudito Joaquín García Icazbalceta pusieron en duda desde posiciones y por motivos muy diversos la historicidad del hecho guadalupano. Desde entonces la polémica va a predominar en la historiografía guadalupana sobre la investigación documental. 1. TESIS CONTRAPUESTAS
En la historia de la controversia guadalupana se encuentran tesis contrapuestas. Algunas quieren vaciar el Acontecimiento guadalupano de su historicidad reduciéndolo a un mero símbolo de valor variable. Sintetizamos algunas de estas tesis.
a) Para algunos "Guadalupe" es un mito religioso que representaría las antiguas tradiciones religiosas mexicanas sincretísticamente asumidas por el catolicismo. La Virgen de Guadalupe sería la transposición católica de una "divinidad" pagana y Juan Diego uno de los personajes del mito. b) Otros antiaparicionistas creen que "Guadalupe" es un instrumento catequético usado por los misioneros en la evangelización de los indígenas; habrían aplicado al caso mexicano la tradición española que usaba el teatro, las escenificaciones y los pasos procesionales con tal fin dando lugar a una rica tradición escultórica e iconográfica.
c) Otros ven "Guadalupe" como una creación del naciente "Criollismo" a partir del siglo XVII, una afirmación de poder frente a los peninsulares españoles. Habría nacido así el nacionalismo mexicano con raíces criollas y la Virgen de Guadalupe como su símbolo. Solamente en un segundo tiempo se daría espacio al "indio Juan Diego" y a los indios, que no habrían sido recordados como protagonistas en el hecho hasta entrado el siglo XVIII. La misma Independencia mexicana habría sido proclamada bajo este símbolo (4). d) Para otros antiaparicionistas la duda nace de la falta de fuentes exhaustivas en los primeros veinte años; pesa mucho sobre ellos el llamado "silencio documental franciscano", especialmente el de fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la diócesis de México, y el de otros cronistas de la época, sumamente fieles en la transmisión de los hechos más importantes de la conquista y de la evangelización (5).
e) Algunos no niegan la historicidad de "Guadalupe". Sin embargo para ellos lo fundamental sería el simbolismo guadalupano (6).
f) Para algunos lo interesante en el hecho guadalupano es el drama de la conquista y las diversas actitudes de los misioneros y del mundo indígena en los primeros momentos de la evangelización. También, y por motivos opuestos, algunos seguidores del idealismo filosófico leen bajo este prisma el hecho guadalupano interpretándolo dialécticamente y como una creación del sujeto.
g) Existen numerosas publicaciones de carácter divulgativo donde prevalece el aspecto devocional sin ninguna preocupación de carácter histórico. h) Algunas de estas visiones, aplicadas al hecho guadalupano, pueden llevar a un fideísmo y en algunos casos incluso a soslayar el problema de la racionalidad de la fe y de su nexo con la historia, y en otros a la reducción de "Guadalupe" a puro símbolo o a mero sentimiento sin ninguna relación con los hechos históricos.
II. PROBLEMATICA SOBRE LA HISTORICIDAD DE JUAN DIEGO.
1. La Causa de beatificación de Juan Diego ocasión de nuevos estudios y debates
Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indio "vidente" de Santa María de Guadalupe, nació al parecer hacia el 1474 y murió en 1548. Algunas fuentes primitivas indígenas guadalupanas, y más tarde las "españolas", lo llaman explícitamente "embajador_mensajero" de Santa María de Guadalupe. Fue beatificado en la basílica de Guadalupe de la ciudad de México el 6 de mayo de 1990 por Juan Pablo II durante su segundo viaje apostólico a México. La historia de su Causa está estrechamente unida al de del hecho guadalupano. Desde un punto de vista jurídico se abrió un proceso en 1666 para reconocer el hecho. La petición fue firmada por el Obispo de Puebla, Gobernador de la Arquidiócesis de México, sede vacante, y por el virrey de la Nueva España (7). Las «Informaciones» fueron solamente leídas en 1667 por la Sagrada Congregación de Ritos sin dar, que conozcamos, una respuesta (8)
En el siglo XVIII, en 1739 el erudito Lorenzo Boturini Benalluci recogió muchos documentos sobre el hecho guadalupano durante su viaje a la Nueva España con el objetivo de publicar su historia; muchos de estos documentos se perdieron cuando Boturini fue expulsado de la Nueva España. Algunos de estos documentos de Boturini aparecerán más tarde en archivos y colecciones privadas
Benedicto XIV acogió las peticiones de las autoridades eclesiásticas yciviles de la Nueva España y declaró la Virgen de Guadalupe en 1754 como patrona principal de la Nueva España y de los Dominios de la Corona de España. Por su parte la Sagrada Congregación de Ritos concedió misa y oficio especiales para el 12 de diciembre, solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe (10). En 1894 los obispos mexicanos obtuvieron la concesión por parte de la Sagrada Congregación de Ritos de la coronación canónica de la Virgen de Guadalupe (11) entonces fueron presentadas de nuevo las «Informaciones Jurídicas de 1666» y otros nuevos datos como respuestas a las "animadversiones, (12). En las primeras décadas del siglo XX los obispos de México y de muchas otras partes del mundo solicitaron a Pío X y luego a Pío XI la declaración de la Virgen de Guadalupe como Patrona del Continente Americano y de las Filipinas (13). A partir de 1974, V Centenario de la hipotética fecha del nacimiento de Juan Diego, los obispos mexicanos y más tarde los latinoamericanos pidieron su canonización ~ Durante su primera Visita pastoral a México en 1979 Juan Pablo II presentó también a Juan Diego como un personaje histórico, importante en la historia de la evangelización de México. Se llegó así a su beatificación en la basílica de Guadalupe en México por Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990. Sin embargo la beatificación, llevada a cabo con el método de las llamadas beatificaciones "equivalentes" ("equipolenti"), suscitó una polémica sobre la historicidad del acontecimiento guadalupano y sobre la misma figura de Juan Diego. Dado que muchos obispos pedían su canonización, a principios de 1998 la Congregación para la Causa de los Santos nombró una comisión histórica encargada de investigar más a fondo la problemática histórica (15). Parte de los resultados de tal estudio han sido recogidos en el volumen de F. González Fernández, E. Chávez Sánchez, J. L. Guerrero Rosado. Las dudas y objeciones han constituido un estímulo positivo para esta investigación. La obra presenta una serie de documentos de procedencia diversa, que a nuestro entender, afirman de manera convergente el hecho guadalupano. Ha sido preocupación de los autores examinar críticamente esta documentación. Ofrecen también algunas hipótesis razonables para explicar algunos vacíos, como el llamado "silencio guadalupano" de algunos personajes eclesiásticos y civiles del siglo XVI.
III. METODOLOGIA USADA
La investigación tenía como objetivo inmediato llegar a un dictamen histórico sobre la historicidad de Juan Diego en vistas de su proceso de canonización. Dadas las características peculiares del tiempo, del ambiente y de la naturaleza de la documentación se tenían que estudiar los distintos problemas históricos respetando la índole de tal documentación. Para alcanzar tal propósito se siguieron los criterios del método usado en laCongregación vaticana para las Causas de los Santos: investigar el asunto "plene ac rite", es decir, con los criterios de la metodología crítico_histórica en archivos y bibliotecas; averiguar si las fuentes eran dignas de fe, total o parcial, y en qué medida; y ver si en tales fuentes se podían encontrar aquellos elementos que pudiesen ofrecer un fundamento histórico para llegar a un juicio sobre la historicidad del acontecimiento guadalupano de México y de su nexo con el indio Juan Diego. En este orden de cosas había que tener presente la naturaleza y la diversa tipología de las fuentes históricas y literarias, y por lo tanto, la metodología adecuada que debía aplicarse a cada caso.
Las fuentes históricas y literarias proceden fundamentalmente de tres matrices culturales distintas: las "estrictamente indias e indígenas"; las "españolas y europeas"; y las "mestizas" donde se dan cita los dos elementos anteriores en manera diversa. El tratamiento de cada fuente lo impone la fuente misma y su naturaleza, es decir, el objeto debe prevalecer sobre los "a priori" del investigador; hay que ver también los datos según la totalidad de sus factores, sin eliminar o descuidar alguno, y, finalmente, hay que tener en cuenta también el influjo de la moralidad en la dinámica del conocimiento de los hechos. Por todo ello hay que tener en cuenta la historia y la cultura mexicana prehispánica. la de los conquistadores y misioneros españoles y el proceso evolutivo histórico que se da en la Nueva España o México desde el siglo XVI en adelante. Además, para dar un justo valor a las fuentes históricas hay que tener en cuenta los hechos de interculturación de los dos mundos: su lenguaje cultural, el valor de sus tradiciones y el método de su transmisión (16). Las fuentes indígenas
El momento histórico en el que se desenvuelven los hechos guadalupanos mexicanos explica la escasez relativa de documentos guadalupanos directos de la primera hora. Sin embargo, tenemos el recurso de noticias e informes fidedignos tempranos, tanto indígenas como españoles, pertenecientes a los primeros veinte años tras los hechos, o de otros, que a partir de mediados del siglo XVI, abordaron el tema recurriendo a documentos o testigos antiguos, como es el caso de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl y, sobre todo, las «Informaciones Jurídicas de 1666», que recogieron muchos de estos testimonios, entre ellos de gente contemporánea que conoció a testigos de los hechos y a sus protagonistas.
En la historia de la documentación cobran especial relieve los códices indígenas, por lo que es necesario su interpretación adecuada. En una carta, recientemente descubierta, del erudito italiano del siglo XVIII Lorenzo Boturini, el autor enumera los documentos que pretende recuperar, y busca la intervención de personas competentes para que le sean entregados(17). Muchas fuentes indígenas fueron destruidas, como dos autoridades indiscutibles de la primera hora, fray Bernardino de Sahagún y Gerónimo de Mendieta declaran (18).
Hay una fuente documental, no siempre debidamente valorada, y que en el caso guadalupano mexicano tiene una capital importancia: la transmisión oral o la tradición. Ya en el siglo XVI un observador atento como el jesuita p. José de Acosta, conocedor de las realidades de México y de Perú, se preguntaba sobre el valor de las tradiciones y de la transmisión oral en su correspondencia con el padre jesuita mexicano p. Juan de Tovar (19). Un siglo más tarde el lingüista y catedrático mexicano, Luis Becerra Tanco, volvía sobre el mismo argumento (20). Ambos testimonios subrayan el valor positivo de tal tradición y método. En 1578, el misionero dominico fray Diego Durán reconocía el error de haber destruido los códices indígenas. La validez y fiabilidad de este tipo de transmisión han sido confirmadas por los modernos investigadores nahuatlacos como Miguel León Portilla (22). Por ello es necesario tener presente la importancia de la tradición oral como fuente histórica entre los pueblos de cultura principalmente oral, como lo eran los pueblos mexicanos. La tradición oral en esos casos suele obedecer a cánones bien precisos.
Observaciones sobre las fuentes indígenas y sobre las fuentes "mestizas" o mixtas
En la obra de F. González Fernández, E. Chávez Sánchez, J. L. Guerrero Rosado (23) se presentan 27 documentos o testimonios indígenas guadalupanos de diversa procedencia, valor e interpretación, entre los que destaca el "El Nican Mopohua"; y 8 de procedencia mixta indo_española o mestiza, entre los que destacan los pertenecientes a don Femando de Alva Itlilxóchitl y el llamado Códice "Escalada", recientemente descubierto. Ante todo hay que establecer su procedencia, su cronología, y su finalidad. Entre las fuentes indígenas la principal es sin duda "El Nican Mopohua", atribuido al escritor indio Antonio Valeriano, de cuya paternidad hoy día los mejores investigadores ya no dudan (24). El Documento tiene una estructura poética y se trata "de un testimonio privilegiado del proceso de transculturación del cristianismo de Nueva España, el cual sigue manteniendo un valor y una actualidad ejemplar para la introducción a filosofías y teologías mexicanas, así como para la praxis teológico y social y para la pastoral eclesiástica en el México actual y en otros países de América" (25). Sin embargo, la cuestión acerca de la historicidad de su contenido y de cuanto en él es revestimiento literario o parte de un entorno cultural sigue siendo discutido con vehemencia.
El documento de Antonio Valeriano fue dado a conocer en su texto náhuatl por Lasso de la Vega en 1649. "Es un texto complejo y simple a la vez quese convirtió en el paradigma para otros relatos posteriores y que influye decisivamente en el proceso religioso de México. En este texto en náhuatl lo que más destaca, como ya lo había expresado el historiador y nahuatlaco A. María Garibay es el extraordinario mensaje de la maternidad espiritual de María, principalmente hacia lo pobres y los desamparados" (26). Por todo ello, el documento va estudiado en su contexto cultural, en "la configuración literaria del acontecimiento guadalupano" (27) "teniendo presente las reflexiones filosóficas y recensiones teológicas del acontecimiento guadalupano" (28), y la "cosmovisión náhuatl (tolteca_azteca) y cristiana. Cada palabra de los 218 versos del "Nican Mopohua" tiene sus significados dentro de la filosofía y mitología nahuas así como cristianas respectivamente" (29). La complejidad y la amplitud de la cosmovisión náhuatl y del profundo intento de inculturación cristiana por obra de los misioneros son temas que necesitan un conocimiento y un estudio atento. Para entenderlo hay que tener presente todos los datos que nos ofrecen las fuentes históricas y literarias de los siglos XVI y XVII en la Nueva España (30).
En la interpretación de las fuentes indígenas guadalupanas hay que tener en cuenta también que estas no son "puras" en el sentido cultural y lingüístico sino que proceden ya de indígenas cristianos o que han entrado en contacto con el mundo cultural español y misionero. Estos contactos se reflejan en las fuentes, sea en el contenido como en el lenguaje. Por ello, para entender estas fuentes se debe tener presente el rico mundo literario náhuatl de temas religiosos, filosóficos y de ciencias naturales producido por indígenas y por españoles después de 1521. No hay que olvidar la procedencia humanista de muchos frailes misioneros y de muchos conquistadores. Tal humanismo cristiano se encontró con la sabiduría tradicional india. Antonio Valeriano es un ejemplo (31). Frailes misioneros, conquistadores y sabios indígenas nos han legado numerosas investigaciones lingüísticas y filológicas: "artes o gramáticas, vocabularios, doctrinas cristianas, catecismos, sermonarios, devocionarios, confesionarios, traducciones de la Biblia, anales y relatos orales, compilaciones de cartas, poemas e himnos sagrados, textos sobre agricultura, medicina, conjuros y hechizos, fiestas y bailes, educación y sociedad y economía y otras obras a través de los siglos de la Colonia y de la Independencia hasta los tiempos actuales en los que nuevo textos en náhuatl incluyen vocablos e ideas especialmente diseñadas para significar conceptos hebraico_cristianos. Esta rica literatura, largo tiempo desdeñada por los investigadores, es pródiga en implicaciones en el contexto de la historia de las ideas y de procesos de aculturación a nivel de las creencias y prácticas religiosas así como en ideas modernas y filosóficas" (32). Estos principios y experiencias deben tenerse presentes no solamente en el caso especifico del "Nican Mopohua", sino también en la ricaliteratura escrita en lengua náhuatl acerca del acontecimiento guadalupano (33).
Hay que notar también que la lengua náhuatl es rica en expresiones literarias para hablar poéticamente de la cosmovisión mesoamerícana y narrar hechos de su historia. Esta lengua además era la lengua "franca" de Mesoamérica usada por numerosos poetas, cronistas y literatos en tiempos antiguos y en los tiempos inmediatamente posteriores al acontecimiento guadalupano. Los hechos y el mensaje de la doctrina cristiana fueron también expresados en ella con la misma metodología, los mismos acentos y el mismo desarrollo del pensamiento filosófico de los antiguos "tlamatinime", los sabios mexicanos creadores de cantos, crónicas y poesía. Este aspecto de la inculturación náhuatl cristiana explica el estilo y el contenido de estos documentos indígenas.
Llamamos fuentes "mixtas indo_españolas o mestizas" a aquellas fuentes, donde encontramos la presencia de un elemento mestizo determinante o una mezcla cultural por razón de su autor, como en el caso de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (descendiente de español y de indígena); o porque los autores firmantes del mismo documento son un indígena y un español, como en el Códice "Escalada" (firmas del indio Antonio Valeriano y del español fray Bernardino de Sahagún); por la lengua usada (nahuatl, como en el Códice "Escalada", o por otros elementos como autor, composición o lengua que indican la presencia de un mestizaje cultural, que ya no es ni el puramente indígena prehispánico, ni el español importado. Entre estas fuentes hemos catalogado algunas de capital importancia, pero donde ya encontramos presente un nuevo tipo de acercamiento y de juicio cultural, fruto de la nueva situación. Entre ellos recordamos el "Nican Motecpana" de don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, el "Inim Huey Tlamahuizoltica", el mapa de Alva Ixtlixóchitl, el "Inim Huey Tlatnahuizoltzin" [atribuido a Juna González], el testamento de Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin, el llamado Códice "Florentino" [de fray Bernardino de Sahagún], el testimonio de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl respecto a favores a los habitantes de Teotihuacán, y el importante Códice "Escalada" con un testimonio guadalupano directo y una especie de "acta de defunción" de Juan Diego, el vidente guadalupano (34).
En relación a las fuentes españolas y europeas en general
Los documentos del siglo XVI de "procedencia española" a favor de Guadalupe son numerosos; pero también aquí nos encontramos con la misma problemática de lectura de los documentos de procedencia india o mestiza escritos en náhuatl o en castellano.
La mayor parte de los documentos presentados en apoyo del acontecimiento guadalupano pertenecen a la segunda parte del siglo XVI y crecen cada vez más hasta nuestros días. Frecuentemente estos documentos se refieren directa o indirectamente al culto dado a la Virgen de Guadalupe en la capilla a Ella dedicada en las faldas del cerro de Tepeyac a las afueras de la Ciudad de México. Tales fuentes no siempre se refieren al hecho directo de las apariciones; a veces se trata de documentos circunstanciales en los que se recuerda "Guadalupe" de paso; otras veces estos documentos tienen como objeto donaciones o actos de devoción guadalupana; otras se refieren a cuestiones juridícas relativas al santuario de Guadalupe o a controversias relacionadas con las apariciones y con el culto. En algunas no siempre aparece con claridad una referencia a las apariciones o al vidente Juan Diego. También aquí hay que estudiar el origen, el destinatario, el contexto y la finalidad del documento para entender su propósito y alcance. De hecho algunos de estos documentos no tienen como finalidad el tema guadalupano directo sino más bien otras cuestiones; pero el hecho de una afirmación "guadalupana" en un documento, que no tiene por objeto directo "Guadalupe", "Juan Diego" o las apariciones, les da un mayor valor. En la citada obra "El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego" han sido presentados y analizados documentos "guadalupanos", todos pertenecientes a la época que va a partir de la mitad del siglo XVI (hacia 1555 en adelante) y llegan hasta 1630: 9 testamentos, 2 documentos relativos a donaciones, 2 de carácter jurídico (controversias), 11 referencias guadalupanas en crónicas de la época, algunas de especial valor (35), las Actas de Cabildo entre 1568 y 1569, el llamado mapa de Uppsala, algunos testimonios iconográficos primitivos (36), peticiones de indulgencias y privilegios, concesiones de gracias por parte de la Santa Sede a partir de Gregorio XIII; documentos que muestran la importancia del santuario de Guadalupe en el virreinato de la Nueva España; y los testimonios de los jesuitas relativos a Santa María de Guadalupe. Nuevos documentos, fruto de una investigación de archivo, están enriqueciendo los estudios sobre la historicidad guadalupana y juandieguina. Entre ellos habría que destacar los documentos hallados en el archivo del antiguo "Convento del Corpus Christi" de la Ciudad de México y que se refieren a unas pruebas legales de "pureza de sangre" y descendencia de caciques de dos candidatas a la vida monacal. Tales documentos, aún inéditos en su totalidad han sido el punto de partida para la investigación de la genealogía de Juan Diego (37). La investigación en otro archivo desconocido hasta hace poco a los investigadores, el del antiguo convento dominico de Chimalhuacán (fundado 1529), ha dado como resultado el hallazgo de un importante material relativo a los primeros años de la conquista y a algunos protagonistas de la misma, tanto indios como españoles. En este material aparece el entorno cultural y familiar de Juan Diego, con estrechos vínculos con el lugar del convento y con la fundación del mismo convento . La documentación "española" crece a partir de finales del siglo XVI en documentos de índolemuy diversa. Esta riqueza de fuentes no nos impide plantearnos algunos problemas como la falta de documentos conocidos, anteriores a 1548, es decir pertenecientes a las dos primeras décadas inmediatamente sucesivas a 1531, fecha que la tradición y el resto de los documentos dan al acontecimiento guadalupano: ¿existen documentos de estos primeros 20 años aún perdidos en archivos o bibliotecas? Los antiaparicionistas esgrimen este "silencio" documental como su argumento más fuerte; mientras que los aparicionistas ofrecen varias hipótesis para explicarlo. De todas maneras habría que aplicar aquí el principio jurídico de que el "silencio" no afirma ni niega nada. La cuestión está abierta (39).
Las fuentes "españolas o europeas" crecen a partir del segundo arzobispo de México, el dominico Alonso de Montúfar (desde 1554 a 1573). El guadalupanismo de los arzobispos mexicanos desde Montúfar es indiscutible. A lo largo del siglo XVII "Guadalupe" se une cada vez más con la conciencia católica mexicana. La experiencia religiosa católica constituye sin duda la base más fuerte de la identidad católica nacional mexicana. En este juicio coinciden la mayor parte de los autores guadalupanos sea aparicionistas como antiaparicíonistas. Como escribe un autor: "En términos socioculturales, la veneración de la Virgen de Guadalupe permite a los indígenas, gracias a las circunstancias particulares de su aparición a un pobre indio; la reivindicación de sus reclamos de respeto y de reconocimiento dentro de la sociedad colonial y de su participación de la esperanza de la salvación [...] La Virgen de Guadalupe no fue propiedad de los conquistadores ni de los indios; se tornó en elemento decisivo en el largo proceso de formación de una cultura mexicana mestiza, con un marcado distanciamiento del mundo hispano de donde provino. Su doble origen hispano_indio reflejaba la disposición sociocultural de los mestizos, incluso de los criollos en la Nueva España..." (40).
En la segunda mitad del siglo XVI, y con mayor fuerza a lo largo del siglo XVII, la Guadalupe mexicana es llevada por los frailes misioneros y por los pobladores españoles a lo largo de la geografía de la actual Latinoamérica: desde el norte de México hasta Santa Fe de Argentina (de donde es patrona), pasando por Guatemala, Perú, etc.
Unas conclusiones y una reflexión a partir de los datos de esta historia Los resultados del examen de las fuentes muestran una convergencia en lo esencial:
1. Que en los comienzos de la presencia española en México, y precisamenteen el valle del Anáhuac, después una conquista dramática y tras dolorosas divisiones y contraposiciones en el seno del mundo político "nahuatl", en un lugar significativo para el mundo indígena, en el cerro del Tepeyac, se levanta en seguida una ermita dedicada a la Virgen María bajo el nombre de Guadalupe, que con la Guadalupe de España coincide sólo en el nombre (41). 2. Que con una fuerza increíble la ermita de Guadalupe se convierte en punto de atracción devocional, en señal de una nueva historia religiosa y de encuentro entre dos mundos hasta ese momento en dramática contraposición (42).
3. En tomo a la primitiva ermita se desarrolla una "devotio" creciente, ya sea de parte de los indios como de los españoles, criollos y mestizos, y que ninguno __tampoco los influyentes frailes misioneros mendicantes__ pudieron frenar. Esta "devotio" se convierte en el punto de convergencia de los diferentes grupos, "la casa común de todos" que reconocen en María, la "madre de Aquel por el que se vive" (como la llama el "Nican Mopohua"), la Madre de todos.
4. Esto viene progresivamente señalado por las fuentes: con más fuerza por las indígenas y progresivamente por las españolas. Las indígenas hablan muy pronto de las apariciones e indican con claridad al indio Juan Diego; las españolas son más lentas al principio en las referencias juandieguinas y subrayan más el centro del evento que es la mediación de la Virgen María. 5. Entre las fuentes, la tradición oral entre los indígenas ocupa un lugar privilegiado (43).
6. Las fuentes: orales, escritas, representaciones (pinturas, esculturas...) y arqueológicas muestran como en tomo al hecho guadalupano se desarrolla una creciente atención y "devoto", a la cual va íntimamente ligada la veneración popular del vidente Beato Juan Diego Cuauhtlatoatzin, considerado como "embajador de la Virgen María". Las representaciones iconográficas de las apariciones y de Juan Diego siguen cánones precisos que encontramos en los primeros códices indígenas de la segunda mitad del 1500 y en algunas estampas de los comienzos del 1600. Vemos a menudo a Juan Diego representado con la aureola de santo; en los códices indígenas es presentado con los signos reservados para lo sagrado; entre estas pinturas destaca el fresco del convento franciscano de "Ozumba" (Estado de México) de los primeros años del siglo XVII, donde se representa la historia de la primera evangelización de México; en él se puede ver la aparición de la Virgen de Juan Diego en el Tepeyac. Queda la duda si la parte referente a Guadalupe sea un añadido posterior al resto. Sin embargo ello no le resta valor al testimonio. Hay que subrayar también el hecho de que el mural se halla en el pórtico exterior de uno de los más antiguos conventosfranciscanos y que en su iglesia conventual uno de sus altares fue dedicado en el s. XVII a la Virgen de Guadalupe.
7. En los lugares vinculados a la vida de Juan Diego se conserva una memoria viva entre los indígenas, ya a partir del siglo XVI, con signos crecientes de veneración. Sobre el lugar donde la tradición decía que surgía su casa natal se levantó una iglesia en honor de la Virgen. Las excavaciones arqueológicas han confirmado la existencia de una casa indígena de finales del s. XV o principios del XVI debajo y en los aledaños del templo. Otro hecho significativo ya constatado en el siglo XVII por un documento de la época es que era muy común entre los indios del lugar bautizar a sus hijos con aquel nombre compuesto (no muy común en otros lugares). El hecho que su tumba no haya sido aun encontrada no despierta asombro, en cuanto que frecuentemente muchos sepulcros, también de personajes importantes, tanto indígenas como españoles (conquistadores, obispos y misioneros) permanecen anónimas (44). Actualmente se están realizando excavaciones arqueológicas junto a la antigua "capilla" de indios en Guadalupe; tal capilla fue construida en los primeros años del 1600 y es diferente de la "ermita" o iglesia de la Virgen de Guadalupe; en aquel lugar fueron encontradas algunas sepulturas. Parece ser también que una "capilla" haya sido erigida sobre el lugar donde se levantaba la casita de Juan Diego en el Tepeyac, no lejos de la ermita de la Virgen. La tradición, que ya se recoge por escrito a mediados del siglo XVII, habla de que Juan Diego se retiró a la "ermita". El hecho es normal en la tradición cristiana, pero también lo era entre la indígena mexicana. Muchos príncipes mexicanos y gente del pueblo cuando envejecían y no tenían fuerzas para luchar en las guerras estimaban como un gran honor retirarse para servir en los templos de su religión cumpliendo también los servicios más humildes. Algunos continúan tal tradición después del bautismo retirándose a servir iglesias y conventos. Muchas veces se llaman a sí mismos "pobres", "mazehualtzin"; Juan Diego se llama a sí mismo de esta manera en algunos documentos indígenas. Un caso típico conocido es el de don Femando Cortés Ixtlixóchitl, cacique de Texcoco, que ayudó Cortés en la conquista y que se retiró a vivir sirviendo en la iglesia de un convento. Se retira después a Toluca. Parece también fundado el hecho que haya estado en el convento de San Vicente Ferrer Chimalhuacán; según consta por algunos documentos de archivo. En un inventario de la última década del s. XVIII o de la primera del XIX conservado en dicho archivo se dice que hasta hacía poco se conservaba un fresco o mural pintado en el lado del evangelio del presbiterio de la iglesia conventual narrando su conversión cristiana; tal mural fue borrado en una lamentable reestructuración del templo llevada a cabo bajo uno de los párrocos de finales del s. XVIII y comienzos del XIX. Para algunos técnicos del INAH el fresco se encontraría aún bajo el yeso blanco.
8. Está todavía abierta la cuestión de los orígenes sociales de Juan Diego. Sí se trata de un pobre indio en el sentido sociológico. La confusión arranca de la interpretación de la traducción de Becerra Tanco (siglo XVII) del "Nican Mopohua". En él se presenta a Juan Diego como "macehualtzintli icnotlapatzintli", que Becerra Tanco traduce como "un indio plebeyo y pobre, humilde y cándido". Por otra parte, la expresión enuncia un lenguaje cortés y casi "protocolario" en el uso lingüístico de notables indios, como se ve a través de otros documentos indígenas. La expresión se podría por consiguiente traducir: "un indito, un pobre hombre del pueblo" o "un indio, un noble pobrecito" (45).
10. Los franciscanos al principio permanecieron más bien hostiles ante la aceptación del culto de la Virgen de Guadalupe; hay que leer los motivos de tal hostilidad a la luz de su conocida metodología misionera frente al mundo cultural y religioso indígena y al miedo de un comprensible sincretismo (46).
11. Las "Informaciones de 1666" es uno de los documentos más seguros, por su naturaleza jurídica, por su objetivo, por su destinatario y por la calidad de los testigos, sobre todo indios, que nos dan abundantes noticias transmitidas por su tradición oral relativas al acontecimiento guadalupano y a su paisano Juan Diego (47).
Es innegable el profundo sentido mariano de la espiritualidad española que llega a México a través de conquistadores y misioneros españoles. También es innegable la devoción de muchos de ellos a la Virgen de Guadalupe de Extremadura, en España. Muchos de los conquistadores y misioneros de la primera hora procedían de aquella región española. Tal devoción los acompaña. La Virgen "pertenece" a la historia épica de la reconquista española; con frecuencia en la conquista militar del Nuevo Mundo y en la "conquista espiritual" del mismo, para usar el titulo del conocido libro de Robert Ricard (48), les acompaña esta mentalidad que se muestra en devociones e iconografías. En este sentido cabe el juicio de Richard Nebel de que la Virgen: "era garante de sus victorias, tal como lo había sido en España" (49). El mismo autor citado se pregunta: "¿por qué entonces la Virgen deviene también en una figura central del cosmos religioso de los conquistados?". ¿Fue sólo una función "compensatoria" o "sustitutoria", como sugiere el autor citado? Nebel afirma que "en términos socioculturales, la veneración de la Virgen de Guadalupe permite a los indígenas, gracias a las circunstancias particulares de su aparición a un pobre indio la reivindicación de sus reclamos de respeto y de reconocimiento dentro de la sociedad colonial y de su participación de la esperanza de la salvación" (50). A nuestro parecer, y a la luz de la documentación histórica y de la antropología religiosa, los indios neobautizados veneran bajo la advocación de Virgen de Guadalupe la personahistórica de María de Nazaret, Madre de Jesús, Verbo Encamado en su seno (como lo indica claramente la iconografia del "ayate" guadalupano y las indicaciones precisas de los documentos indígenas), y no simplemente la transposición de un símbolo que podía tener ya desde sus comienzos un significado ambiguo (51).
Para los más antiguos documentos guadalupanos a nuestra disposición Guadalupe no es una simple sustitución; fue un acontecimiento histórico, percibido como tal. Tal historicidad llena de contenido un símbolo que hace razonable una práctica y una devoción mariana de la envergadura de Guadalupe. El acontecimiento guadalupano, por ello, afirma sin duda la catolicidad del anuncio cristiano y la capacidad inculturadora del mismo llevada a cabo por los misioneros.
La cultura de un pueblo, es decir la balanza de su historia, es la expresión vivida de lo que ha construido el pueblo. Muchos documentos eclesiásticos de los papas, a partir de León XIII, y de los obispos latinoamericanos (a partir del Concilio Plenario Latinoamericano de 1899 y a lo largo del siglo XX) hablan del "catolicismo" como un rasgo característico del pueblo latinoamericano: "En nuestros pueblos, el Evangelio ha sido anunciado, presentando a la Virgen María como su realización más alta [de la Iglesia como instrumento de comunión, Puebla n. 280_281].Desde los orígenes __en su aparición y advocación de Guadalupe__ María constituyó el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo con quienes ella nos invita a entrar en comunión. María fue también la voz que impulsó a la unión entre los hombres y los pueblos. Como el de Guadalupe, los otros santuarios marianos del continente son signos del encuentro de la fe de la Iglesia con la historia latinoamericana,(52). "Madre y educadora del naciente pueblo latinoamericano, en Santa María de Guadalupe, a través del Beato Juan Diego, se ofrece un gran ejemplo de Evangelización perfectamente inculturada" (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 24) (53). ___________________________________________
NOTAS
(1) Cf. los resultados de la reciente investigación histórica sobre el argumento en: Fidel González Fernández, Eduardo Chávez Sánchez, José Luis Guerrero Rosado, "El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego",Editorial Porrúa, México 1999, 564 pp. ISBN 970_07_1886_7. (2) III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, "Documentos de Puebla", n. 282; n. 446; "simboliza luminosamente el Evangelio encamado en nuestros pueblos": IV CONFERENCIA GENERAL. I)EL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, "Documentos de Santo Domingo", n. 15.
(3) JUAN BAUTISTA MUÑOZ, "Memoria sobre las Apariciones y el Culto de Muestra Señora de Guadalupe de México", en ERNESTO DE LA TORRE VILLAS Y RAMIRO NAVARRO DE ANDA, "Testimonios Históricos Guadalupanos", Ed. FCE México 1982, p. 692: disertación ante la Academia de la Historia que lo recibió como miembro el 18 de abril de 1794; en ella se sostenía por primera vez, que el Acontecimiento guadalupano carecía de fundamento histórico por el argumento que desde entonces siempre se ha repetido: el silencio de quienes deberían haber hablado. Muñoz ignoraba la mayor parte de los documentos guadalupanos. Fray Servando Teresa de Mier se hallaba por entonces recluido en un convento de Burgos. Este extravagante fraile dominico había predicado en México un sermón guadalupano lleno de absurdos, como la identificación por parte de la antigua mitología mexica de personajes míticos o dioses como divinizado Quetzalcóatl con Santo Tomás o la de Jesucristo con Huitziopochtli, o que en la capa de Santo Tomás se había pintado la imagen de la Virgen María y otras lindezas por el estilo. Todo ello le había merecido un juicio por la Inquisición y su destierro a España. El fraile entrará en contacto con Muñoz y se mostrará antiguadalupano, mezclándose en la vida política de la insurgencia mexicana y cambiando de opinión según como soplaban los vientos: sobre la compleja, confusa y enredada personalidad del fraile con frecuentes mentiras en sus escritos (llegó a escribir que había sido creado Nuncio del Papa en los nuevos Estados de México y América y Arzobispo): cf. ALFONSO JUNCO, "El increible fray Servando. Psicología y Epistolario", Ed. Jus (=Col. Figuras y episodios de la historia de México, N. 66). México 1959. Joaquín García Icazbalceta fíe un gran erudito, pero también profesaba una gran antipatía por los indios: en 1883 el arzobispo de México Pelagio Labastida le pide su opinión sobre Guadalupe y así escribe una famosa carta en la que se muestra dudoso sobre Guadalupe: JOAQUIN GARCIA ICAZBALCETA, "Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México", publicada por orden del arzobispo de México, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, México 1896. Sobre la historia de la historiografía antiaparícionista cf. F. GONZALEZ FERNANDEZ, E. CHAVEZ SANCHEZ, J. L. GUERRERO ROSADO, "El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego", pp. 3_2 5. Citaremos a continuación como: "El encuentro...".
(4) En 1995 apareció la obra de STAFFORD POO1, "Our Lady of Guadalupe. The Origins and Sources of a Mexican Natioanal Symbol 1531_1797", The University of Arizona Press, Tucson & London 1995. El autor sostiene, comoya el título indica, el origen simbólico, religioso y nacional de Guadalupe como instrumento del "criollismo", a partir de mediados del siglo XVII para imponer su propia afirmación de poder de frente a los peninsulares españoles y dar un fundamento religioso en el contexto católico del tiempo a una "mexicanidad" que con el tiempo desembocaría en la Independencia. Por lo tanto para ni las apariciones ni Juan Diego tendrían una base histórica; serían simples símbolos fabricados que con el pasar del tiempo se impondrían en la devoción y opinión pública mexicana como un hecho histórico. La obra que contiene sin duda muchos elementos válidos. Sin embargo la tesis del autor parte de una serie de tesis enunciadas a priori y que intenta demostrar de manera forzada excluyendo todo documento contrario o interpretándolo de manera parcial.
(5) Entre estos autores se encuentra Joaquín García Icazlbalceta, el conocido erudito mexicano del s. XIX, el cual no se cerrada al hecho en sí mismo: "Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de México, publicada por orden del arzobispo de México, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos", México 1896. Son conocidos sus sentimientos poco favorables al mundo indígena y las polémicas suscitadas por su carta así como las dudas y contradicciones sobre algunos aspectos de su publicación. Cf. en "El encuentro", pp. 10_12.
(6) Cf. RICHARD NEBEL, "Santa María Tonantzin Virgen de Guadalupe. Continuidad y transformación religiosa en México", Traducción del alemán por el Pbro. Dr. Carlos Wamholtz Bustillos, arcipreste de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, con la colaboración de la señora Irma Ochoa de Nebel, Fondo de Cultura Económica, Primera edición en español 1995; primera reimpresión 1996; titulo original: "Santa María Tonantzin de Guadalupe _Religiose Kontinuittit und Trassformation in Mexiko", Neue Zeitschrifi fu Missionswissenschaft, 1992. La obra apareció en alemán en 1992; cf. también: RICHARD NEBEL "Nican Mopahua. Casmovisión Indígena e Inculturación cristiana", en HANS _ JUROEN PRIEN (ed), "Religiosidad e Historiografía. La irrupción del pluralismo religioso en América y su elaboración metódica en la historiografía", Frankfurt am Main: Vervuert, _ Madrid: Iberoamericana, 1998.
(7) Pero el asunto llevaba años de preparación con algunas investigaciones de la autoridad eclesiástica mexicana enviadas a la Santa Sede; lo demuestra un documento fechado en 1658 y conservado en la Biblioteca Apostólica Vaticana, fondo Chigiano: F IV 96 ff 16, titulado: "Historica narratia... imaginis SS Virginis Mariae vulgo de Guadalupe in Indiis nuncupate quae Mexici, mirabili modo... anno 1531 apparuit DD fr Joanni de Zumarraga". Sobre el iter de aquellas Informaciones Cf. CONCGREGATIO PRO CAUSIS SANCTORUM, 184, "Mexicana Canonizationis Seria Dei Ionnis Didaci Cuauhtlatoatzin Viri Laici (14 74_1548), Positio superfamae santictatisvirtutibus, et cultu ab immemorabili praestito ex officio concinata", Romae 1989, Doc. IX.
(8) "Positio", Doc. X, 1.
(9) "Positio", Doc. Xl, 5.
(10) "Positio", Doc. XII, 9.
(11) "Positio", Doc XII, 8.
(12) Esta documentación presentada por los obispos mexicanos se encuentra aún totalmente inédita, depositada en el archivo de la Congregación para las Causas de los Santos (Vaticano).
(13) Juan Pablo II concederá tal patronazgo, en parte ya concedido y declarará "festividad" litúrgica el 12 de diciembre, en la Basílica de Guadalupe en ocasión de la entrega del Documento Final del Sínodo Especial de los Obispos para América, en enero de 1999.
(14) Cf. "Positio", Doc XIII, 119. La Congregación para la Causa de los Santos informó al entonces arzobispo de México, el cardenal Ernesto Corripio Ahumada, de los pasos necesarios en tal sentido el 8 de junio de 1982: Carta S. Congregación para la Causa de los Santos al cardenal Ernesto Corripio Ahumada el 8 de junio de 1982, prot. N. 1408_3/1982. Fue nombrada entonces una comisión histórica que preparó el material necesario en tales casos. El 19 de enero de 1984 se nombró un postulador en Roma y se llevó adelante el proceso canónico ordinario exigido en tales casos desde el 7 de enero de 1984 hasta el 23 de marzo de 1986. La Congregación Romana para la Causa de los Santos aprobó el camino andado el 7 de abril de 1986. El primer postulador de la Causa fue el P. Antonio Cairoli O.F.M. que seria sustituido después de su muerte por el P. Paolo Molinari S.J.. en 1989. Tratándose de una causa inminentemente histórica el trabajo fue realizado en este campo: Cf. Carta S. Congregación para la Causa de los Santos al cardenal Ernesto Corripio Ahumada el 8 de junio de 1982, prot. N. 1408_3/1982, pp. XVI_XXIV; XIX. Se llegó así a la preparación de una "Positio" con los elementos necesarios para demostrar la historicidad del Siervo de Dios Juan Diego, su "fama de santidad" y su fecundidad eclesial. Esta "Positio" tiene sin duda el mérito de haber ofrecido documentos importantes en tal sentido; sin embargo, dejaba sin resolver algunos problemas de carácter histórico y ofrecía numerosas dudas desde un punto de vista metodológico y de la critica histórica, como relevaron algunos consultores historiadores (cfr "Relatio et Vota" de los consultores historiadores del 30 de enero de 1990 y de los consultores teólogos del 30 de marzo de 1990).
(15) Nombró como presidente de la Comisión histórica al profesor de Historia eclesiástica en las Universidades Pontificias Urbaniana y Gregoriana, p. Fidel González Fernández mccj, consultor de la misma Congregación vaticana y uno de los consultores más críticos de la antigua "Positio". Dicha Comisión, formada entre otros por el historiador mexicano Dr. Eduardo Chávez Sánchez y el conocido estudioso guadalupano Lic. José Luis Guerrero Rosado, solicitó la cooperación de unos 30 investigadores de diversas nacionalidades que aportaron notablemente con sus datos en el estudio de la problemática. El p. F. González expuso los resultados en un Congreso Extraordinario celebrado en el Dícasterio Vaticano de los Santos el 28 de octubre de 1998, obteniendo un éxito positivo en la resolución de las dudas presentadas sobre la problemática histórica.
(16) Cf. "El encuentro", pp. 283_297.
(17) Hemos visto la carta original en el Archivo de Chimalhuacán Chalco, Edo de México, dentro de una documentación denominada Códice Teresa Franco, en honor de la investigadora del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia, México), responsable de la reorganización y restauración de dicho archivo, totalmente desconocido al público de los investigadores hasta hace pocos años. Entre los restauradores destaca la labor del Lic. Augusto Vallejo de Villar, que nos introdujo al Archivo y su documentación. Hemos transcrito dicha carta en la obra: "El encuentro", pp. 283_284. Que sepamos es la primera vez que se da a conocer.
(18) Cf. FRAY BERNARDINO DE SAHAGUN, «Historia general de las Cosas de la Nueva España», Ed. Porrúa (=Col. "Sepan Cuántos... N. 300), México 1982, pp. 18_19; FRAY GERONIMO DE MEND1ETA, "Historia Eclesiástica Indiana", Ed. Porrúa (=Col. Biblioteca Porrúa N. 46), México 1980 , p. 630; lo reproduce literalmente también FRAY JUAN DE TORQUEMADA, "Monarquía Indiana", Ed. Porrúa (=Col. Biblioteca Porrúa N. 41, 42 y 43). Introducción de León Portilla, México 1986, 3 vols., T. III, p. 449; otras causas de la escasez de fuentes de archivo serán indicadas a lo largo de este escrito: cf. algunos datos en "El encuentro", pp. 284_285: como robos, incendios (recordamos el del Archivo del Cabildo de México de 1692, la legislación sobre el papel, su reciclaje para usos comerciales etc.).
(19) Cf. en ANGEL MARIA GARIBAY K.., «Fray Juan de Zumárraga y Juan Diego _ Elogio Fúnebre», Ed. Bajo el signo de "ábside", México 1949, pp. 11_14. (20) LUIS BECERRA TANCO, «Origen milagroso del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe», en ERNESTO DE LA
TORRE VILLAR Y RAMIRO NAVARRO DE ANDA, «Testimonios históricos guadalupanos», Fondo de Cultura Económica, México 1982, pp. 323_326. (21) FRAY DIEGO DURAN, «Historia de las Indias de la Nueva España e Islas de Tierra Firme», Ed. Porrúa (=Colección Biblioteca Porrúa N. 36 y 37), México 1967, 2 vols.: T. I, p. 6. Abundan los testimonios sobre la destrucción de muchas antigüedades y códices indígenas. Una lista de algunos de esos testimonios puede verse en ROBERT RICARD, "La conquista espiritual de México", Fondo de Cultura Económica, México, México, cd. de 1986, pp. 106_108; se citan los testimonios de Sahagún, Durán, Mendieta, Dávila Padilla y Burgoa, entre otros.
(22) MIGUEL LEON PORTILLA, "El destino de la palabra. De la oralidad y los glifos mesoamericanos a la escritura
alfabética", Ed. Fondo de Cultura Económica, México 1996, pp. 19_71. (23) "E1 encuentro", pp. 143_189.
(24) Cf. "El encuentro", pp. 143_189. Cf. la bibliografia crítica sobre esta fuente en la obra citada. Además J L
GUERREO O., "El Nican Mopohua Un intento de exégesis", Universidad Pontificia de México, 2 vols., 1998: Editorial Realidad, Teoría y Práctica, Cuautitlán, Estado de México 1998.
(25) Richard Karl NEBEL, "Nican Mopohua. Cosmovisión indígena e inculturación cristiana", 238.
(26) NEBEL Ibidem, 236.
(27) NEBEL, Ibidem, 238.
(28) NEBEL, lbidem, 239.
(29) NEBEL, Ibidem, 240.
(30) En este sentido la obra que consideramos más importante sobre el asunto es la citada del conocido estudioso guadalupano J. L. GUERRERO, "El Nican Mopohua. Un intento de exégesis", Universidad Pontificia de México, 2 vols., 1998.
(31) Antonio Valeriano (1520_1606), autor del "Nican Mopohua", era un indígena de raza tecpaneca pura. El historiador eclesiástico mexicano, el jesuita p. Cuevas, dice que era sobrino del emperador Moctezuma y que nació en 1520 en Azcapotzalco, población muy cercana al Tepeyac, pero vivió en México desde 1526. A la edad de 13 años entró en cl colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, fundado por Zumárraga, primer obispo de México, inaugurado en 1533, siendo así Valeriano uno de los estudiantes fundadores. Entre suscompañeros latinos, como los llama Sahagún, y "fundadores" destacan: Martín Jacobita, de Cuauhtitlán [el probable lugar de nacimiento de Juan Diego] y amigo de Valeriano; Pedro de San Buenaventura, de Tlatilulcuo; Andrés Leonardo. De ellos salieron entre otras obras: Códice de Chimalpopoca; Anales de Cuauhtitlán; Anales, los Himnos de los dioses, el Relato de las Apariciones de la Virgen de Guadalupe... Antonio Valeriano fue gobernador de Azcapotzalco durante 35 años. Persona altamente dotada; fue el primer graduado en latín y griego. Su padre fue contemporáneo de Juan Diego y él mismo lo fue también [de modo que pudo escuchar de sus labios la historia guadalupana: tenía 11 años en 1531, año de las apariciones, y 28 en 1548, fecha de la muerte de Juan Diego]. Adquirió una gran autoridad entre indios y españoles como hombre honrado y erudito y de él decía el obispo Fuenleal que "era tan hábil y capaz que hacía gran ventaja a los españoles". Sahagún lo califica como "el principal y más sabio" (entre los alumnos de aquella escuela). Fue honrado también con honores y cargos por el rey de España Felipe II. Escribe su relato sobre Guadalupe cuando aún vivían muchos de los testigos del acontecimiento; su firma aparece en el Códice guadalupano "Escalada". Cf. "Enciclopedia Guadalupana", dirigida por Xavier Escalada, México 1995: Voz "Antonio Valeriano", pp. 49_50.
(32) NEBEL, Ibidem, 244.
(33) NEBEI., Ibidem, 245.
(34) "El encuentro", pp.329_352.
(35) Destaca una especie de diario del 1619 de la monja Ana de Cristo, compañera de la primera monja fundadora de un convento en las islas Filipinas, Jerónima de la Asunción: cf. en "El encuentro" p. 399. (36) Como la Virgen de Echave del 1606. el mural del convento de Ozumba de principios del s. XVII y el grabado de Stradanus del 1622: cf. "El encuentro", pp.395_400.
(37) Los estudios sobre la genealogía del indio vidente no han sido todavía publicados en el momento de redacción de estas notas. (38) El archivo, hoy propiedad de la parroquia de San Vicente Ferrer de Chímalhuacán, fue reorganizado y restaurado por miembros del INAH [Instituto Nacional de Antropología e Historia de México]. Entre los documentos guadalupanos destacan: un poema inédito latino sobre María de Guadalupe [Ramo Album Códice], algunos sermones guadalupanos, correspondencia del investigador y erudito guadalupano del s. XVIII, Boturini y otros documentos indirectos guadalupanos de la primera época del convento en los que se nos confirman noticias y nos dan base para lareconstrucción de la genealogía y estudios sobre la procedencia de Juan Diego. (39) Hemos afrontado el problema en "El encuentro", pp. 23 5_277, ofreciendo varias hipótesis. Un aspecto que podría ayudar también a explicar la falta de muchos documentos de archivo o los vacíos de archivo de esta época es la llamada "crisis del papel" que invistió a la Nueva España durante mucho tiempo, debido a la política prohibicionista de la Corona y que obligó como algo normal a la reutilización del papel ya usado, incluso de documentos de archivo, para nuevos usos sea en el comercio como en la escritura.
(40) NEBEL, Ibidem, 237_23 8: "La que antes era la banderas de los conquistadores españoles se volcó contra ellos en la guerras de independencias. '¡Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines!' era uno de los gritos de batalla de las hueste rebeldes. Así, la Virgen se transforma en un símbolo de la continuidad de la vida y de las culturas en México. Representa un punto culminante de las fuerzas religiosas y creadoras de la nación mexicana. Por eso no es sorprendente que haya sido punto de parada de movimientos sociales, culturales, religiosos y políticos, que ya desde el siglo XVII favorecieron en buen grado, tanto su evolución hacia la independencia de España, la madre patria, como el surgimiento de una conciencia nacional 'mexicana'".
(41) Sobre los orígenes mexicanos de este nombre extremeño_español dado a la Virgen mexicana existen teorías divergentes: desde quiénes sostienen que fue la corrupción castellana de un nombre indígena hasta la teoría más común que el nombre fue explícitamente elegido (como aparece ya en el "Nican Mopohua") para dejar claro que se trataba de la Virgen Maña, venerada por los recién llegados españoles (buena parte de ellos extremeños) bajo aquella advocación tan querida para ellos, y no de una representación de un culto prehispánico: cf. S.L. GUERRERO, "El Nican Mopohua Un intento de exégesis", vol. II, p. 585_589.
(42) Tal contraposición, irreconciliable humanamente, era reconocida por: FRAY TORIBIO DE BENAVENTE MOLTOLINIA, "Memoriales...", p. 31. (43) Cf. ejemplo de la tradición totonaca (México), recogida por el estudioso p. Ismael Olmedo, en "El encuentro", pp. 289_291. (44) VICENTE DE PAULA ANDRADE, "Estudio Histórico sobre la Leyenda Guadalupana", 1908, en "Positio", I, pp. 173_ 177.
(45) J. L., GUERRERO, "El Nican Mopohua Un intento de exégesis". México 1996, 101405, 117.
(46) Entre los muchos ejemplos que se podrían poner, baste recordar la actitud iconoclasta de fray Diego de Landa, provincial franciscano, misionero y obispo de Yucatán (muere en 1579), gran defensor de los indios y al mismo tiempo figura muy controvertida. Fue uno de los impulsadores en Yucatán del proceso contra nativos idólatras, ordenando también la destrucción de códices, libros y esculturas mayas para borrar toda idolatría: cf. LOPETEGUI, sj _ ZIIJBILLAGA s.j., "Historia de la Iglesia en la América española. Desde el descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX", BAC, Madrid 1965, pp.498_499.
(47) La intención de incoar un verdadero proceso canónico de beatificación en el sentido actual comienza a abrirse camino a finales del s. XVII. Los intentos del guadalupanista Boturini en ese sentido a mediados del s. XVIII, se basan en la base de una "fama sanctitatis" popular de Juan Diego, especialmente entre la población india pero también en la española_criolla. Tal fama parece ser precedente a los conocidos decretos de Urbano VIII sobre el culto a los santos (1634). Sin embargo, tales disposiciones cooperaron a suspender cautelosamente formas explícitas de culto, pero sin llegar nunca a erradicarlo de la mentalidad popular, como lo demuestran los numerosos documentos de la segunda mitad del siglo XVII en adelante. (48) Robert, RICARD "La conquista espiritual de México", trad. española FCE, México 1986.
(49) NEBEL, Ibidem, 237.
(50) NEBEL, Ibidem, 237.
(51)' El titulo de la obra de Richard NEBEL, "Santa María Tonantzin. Virgen de Guadalupe. Transformación y continuidad religiosa en México", México 1995, mantiene esta posición ambigua. (52) III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, "Documentos de Puebla", n. 282; n. 446; "simboliza luminosamente el Evangelio encarnado en nuestros pueblos".
(53) CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, "Documentos de Santo Domingo", n. 15.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Jueves semana 2 de Adviento. La Inmaculada Cocepción de Santa Maria Virgen

Jueves de la semana 2 de Adviento

Jesús viene a salvarnos, como anuncia el profeta: “Yo soy tu redentor, el Santo de Israel”, y Juan Bautista es modelo de cómo hemos de prepararnos estos días de Adviento
En aquel tiempo, dijo Jesús a las turbas: «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga»”. (Mateo 11,11-15).
1. Juan Bautista fue fiel a su misión. “Dijo Jesús a las turbas: «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista”. Su vida era servicio a los demás: predica la conversión y penitencia y bautiza con agua anunciando que vendrá quien bautiza con el Espíritu Santo. Proclama la verdad sin ningún respeto humano por quedar bien, o por miedo a perder la vida. Le siguieron como discípulos los que luego fueron primeros discípulos de Jesús: por lo menos Juan y Andrés, que luego llevaron a los demás. Estuvo  firme ante las dificultades, hasta la muerte: "El Reino de los Cielos padece violencia, y los esforzados lo conquistan."
“…sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”. En la lucha espiritual, no cuentan tanto los resultados sino la lucha en las cosas pequeñas de cada día: transformando la envidia en detalles de servicio, el mal genio en comprensión, la “memoria histórica” en perdón, la comodidad en pensar en los demás, el estar “en Babia” por prestar atención a lo que toca, el pesimismo por el volver a empezar.
"Hoy, decía san Josemaría Escrivá, que empieza un tiempo lleno de afecto hacia el Redentor, es un buen día para que nosotros recomencemos. ¿Recomenzar? Sí, recomenzar. Yo -me imagino que tú también- recomienzo cada jornada, cada hora; cada vez que hago un acto de contrición, recomienzo”. Y esto significa luchar “de tal manera que, detrás de cada pelea y de cada batalla, haya una pequeña victoria, con la gracia de Dios; y de este modo contribuimos a la paz de la humanidad”. En el mundo, tan lleno de agresividad, falta paz. En un pueblo me contaron de niños violentos que se peleaban en la calle, aparentemente los padres eran educados, pero los niños captan lo que hay en el interior de los mayores, más allá de estas capas de educación con que a veces nos revestimos. Y viendo una tensión de violencia contenida, ellos salían violentos sin ninguna careta. Por esto, si de verdad queremos que haya paz en el ambiente, hemos de llevarla en nuestro corazón.
Para ello, es importante no encerrarse en pequeños traumas e insatisfacciones, no conformarse con los fracasos, sino convertirlos en experiencia para recomenzar: luchar con perseverancia, convertir lo bueno en una ocasión de agradecimiento, y lo malo en ocasión de rectificar, con un poco más de amor. El tiempo litúrgico va clamando: ¡ven, Señor Jesús!, ¡ven! Estas son llamadas para ahondar en la fuerza y el amor que vienen de esta búsqueda sincera de Jesús, deseando que nazca en nosotros, que nos transforme en Él.
El examen de conciencia es una buena arma para luchar con este espíritu de victoria. El siervo de Dios Álvaro del Portillo nos aconsejaba “hacer a conciencia el examen de conciencia”, es decir poner atención a ahondar en las raíces de nuestra actuación, agradecer las luces sobre lo que aún no va, ya que saber a dónde hay que ir -qué es lo que hay que mejorar- es tener medio camino hecho.
Hasta el día 17 seguiremos al precursor, Juan Bautista, para llegar al Mesías, como rezamos en la Plegaria Eucarística IV: «cuando por desobediencia perdió tu amistad, no le abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca». Nos dice: «yo te cojo de la mano y te digo: no temas». Son dos manos que se unen: la nuestra que se eleva hacia Dios pidiendo salvación, y la de Dios, que nos ofrece mucho más de lo que podemos imaginar. Te pedimos, Señor, abrir los ojos para ver tu mano tendida hacia nosotros, para que «veamos y conozcamos, reflexionemos y aprendamos de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho» (J. Aldazábal).
“El Reino de Dios padece violencia, y quienes se esfuerzan lo conquistan”: los poderes del mal en el exterior, nuestras malas inclinaciones en el alma, muestra el mapa de esa violencia, y con lucha llena de paciencia y humildad, pidiendo más ayuda al Señor, podremos ir adelante llenos de esperanza. No importa si somos débiles, si nos acogemos a la fuerza de ti, Señor: “Detesta con todas tus fuerzas la ofensa que has hecho a Dios y, con valor y confianza en su misericordia, prosigue el camino de la virtud que habías abandonado” (San Francisco de Sales).
2. La historia tiene un sentido porque hay Alguien que sabe adónde va, que marca un ritmo y deja libertad, pero a veces dice “basta” al mal, pone un límite, y reencamina todo hacia bien: un Dios que llena de su misericordia el mundo, es su huella:
-"No temas, gusanito de Yavhé". Israel ha sido en su destierro como un gusano pisoteado por las naciones. Pero tú, Señor, lo llevas de la mano, "te agarro de la diestra". Es bueno que gustemos esta maravillosa expresión de amor de Dios muchas veces al día: "Yo te llevo de la mano". Así estaremos mucho más tranquilos, con ocupaciones, pero sin preocupaciones…
-"Los pobres buscan..." Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia. Fórmula que expresa le espera, el deseo. –“Yo, el señor, les responderéNo temas, Yo te ayudo. No temas, Jacob, débil gusanillo; Israel, miserable mortal”. Esta es ya una bienaventuranza: la de los pobres. Pequeñez de ese pueblo de deportados, despreciados, explotados, perdidos en la gran Babilonia pagana. Pequeñez de María, portadora, sin embargo, del Misterio de Dios, «débil criatura» que vivía en una pobre aldea, casi desconocida. ¡No en Roma, la triunfante... No en Atenas, la sabia... Ni en Babilonia, la soberbia... Ni siquiera en Jerusalén, la santa... Ni en ninguna de las grandes capitales de la época! Sino en Nazaret poblado desconocido, en medio de gente humilde y sencilla. El verdadero valor no procede de la situación humana sino de la mirada de Dios. ¿Qué es lo que esto cuestiona mi vida?
-“Yo soy el Señor, tu Dios. Te tengo asido por la diestra”. Es preciso saborear, en el silencio, esas declaraciones de amor... Basta con dejarse llevar por esa imagen: ¡Toma mi diestra, Señor! ¡Quédate de veras «conmigo»! Escucho... Escucho esas palabras que me diriges. ¿Qué podría dañarme, en mi pequeñez, si, de verdad, conservo tu mano en la mía?
-“Triturarás los montes... Y tú te regocijarás en el Señor”. Es una réplica contra los opresores babilonios. Es, ante todo, el anuncio de un gran gozo después de la pena.
-“Los pequeños y los pobres buscan agua... pero no hay nada. Su lengua se les secó de sed. La boca de Dios lo testifica”. Nos recuerda aquel «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia.» Ser amados y considerados... ganar regularmente un salario justo... ir adquiriendo algo más de responsabilidad, de confort... ser como todo el mundo, no ser humillados... ser atendidos en las necesidades, con una visita oportuna... y que los sufrimientos y la mala suerte no sea algo normal en sus vidas... Ante esos deseos tan humanos, ante esa «sed», debemos también, como Dios, testificar «y no hay nada» ¿Es una espera frustrada, un deseo inútil, la Nada?
-“Yo, el Señor, los atenderé... No los abandonaré”... Señor, realiza tu promesa, hoy. Señor, ayúdanos también a atender a los pobres en todo lo que esté de nuestra parte.
-“Abriré en los montes, ríos y fuentes... Convertiré el desierto en lagunas... Y la tierra árida en hontanar de aguas... Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos, olivos, cipreses, pinos y enebros... De modo que todos vean y sepan que la mano del Señor ha hecho eso”. Imágenes de lozanía, de fecundidad y de abundancia. En nuestro mundo tan «árido», tan duro... ¡haz que mane el «agua viva»! (Noel Quesson).
3. El Salmo 144 canta con gozo: «El Señor es clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en piedad. Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey, bendecir tu nombre por siempre jamás. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Por eso queremos que todas las criaturas le den gracias, lo bendigan sus fieles, proclamen la gloria de su reinado, que hablen de sus hazañas, explicando sus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de su reinado, porque su reinado es un reinado perpetuo y su gobierno va de edad en edad». Demos gracias a Dios que se acerca en Jesús esta Navidad, pues «De su plenitud todos hemos recibido, gracia por gracia» (Jn 1,12.16). Por él «sabemos que hemos sido transplantados de la muerte a la vida» (1 Jn 3,14). «Vivamos, pues, la novedad de esta vida» (Rom 6,4), como verdaderos hijos de Dios, participando de su naturaleza divina.
Llucià Pou Sabaté
La Inmaculada Concepción de Santa María Virgen

Luz en el adviento, esperanza para nosotros sus hijos.
«En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel departe de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María. Y habiendo entrado donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras, y consideraba que significaría esta salutación. Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin.María dijo al ángel: ¿De que modo se hará esto, pues no conozco varón? Respondió el ángel y le dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá será llamado Santo, Hijo de Dios (...). Dijo entonces Maria: He aquí la esclava del Señor hágase en mí según tu palabra. Y el ángel se retiró de su presencia» (Lucas 1,26-38).
1. Leemos hoy el momento sublime de la Anunciación: vocación de María, y la comunicación de la plenitud de su gracia, ya antes de la concepción: “Llena de gracia (…) No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios.» No tengas miedo, madre mía, pues aunque la misión es inmensa, también es extraordinaria la gracia, la ayuda que has recibido de parte de Dios.
Toda la creación espera ese momento de tu respuesta, cuando el Señor te invita: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti.» Madre y Virgen: «Virgen antes del parto, en el parto y por siempre después del parto» (Pablo IV). Dios puede hacerlo. Si no, no sería Dios, si no pudiera hacer milagros. Y ella cree:
«He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra.» Madre mía, ves el camino y respondes con una entrega total: aquí estoy, para lo que haga falta. ¡Qué ejemplo para mi vida, para mi entrega personal a los planes de Dios! Ayúdame a ser generoso con Dios. Que, una vez tenga claro el camino, no busque arreglos intermedios, soluciones fáciles. Sé que si te imito, Madre, seré enteramente feliz (Pablo Cardona).
«Nuestra Madre es modelo de correspondencia a la gracia y, al contemplar su vida, el Señor nos dará luz para que sepamos divinizar nuestra existencia ordinaria. (...) Tratemos de aprender, siguiendo su ejemplo en la obediencia a Dios, en esa delicada combinación de esclavitud y de señorío. En María no hay nada de aquella actitud de las vírgenes necias, que obedecen, pero alocadamente. Nuestra Señora oye con atención lo que Dios quiere, pondera lo que no entiende, pregunta lo que no sabe. Luego, se entrega toda al cumplimiento de la voluntad divina: «he aquí la esclava del Señor hágase en mí según tu palabra». ¿Veis la maravilla? Santa María, maestra de toda nuestra conducta, nos enseña ahora que la obediencia a Dios no es servilismo, no sojuzga la conciencia: nos mueve íntimamente a que descubramos «la libertad de los hijos de Dios» (san Josemaría).
Libertad personal, espontaneidad, ser fiel a proyecto personal, son los valores que están hoy de moda. Pero tú, María, me enseñas hoy que es la obediencia de la fe, el servicio, el modo de descubrir mi proyecto, el que Dios me ha dado con la vida. Tu proyecto, María, es mucho más grande del que podías nunca soñar: “vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
No importa que nos veamos poca cosa, pues “ninguna cosa es imposible para Dios».
Podemos rezarte hoy, santa María: “¿Quién es esta, que se levanta como la aurora, que es hermosa como la luna, y resplandece como el sol?” Podemos cantarte la canción: “Eres más pura que el sol, / más hermosa que las perlas / que ocultan los mares, / Ella sola entre tantos mortales / del pecado de Adán se libró. / Salve, salve, cantaban, María, / que más pura que Tú sólo Dios. / Y en el Cielo una voz repetía: / más que Tú sólo Dios, sólo Dios.
Tú eres toda hermosa, / ¡Oh Madre del Señor!; / tú eres de Dios gloria, / la obra de su amor.
¡Oh rosa sin espinas / oh vaso de elección!, / de ti nació la vida, / por ti nos vino Dios.
Sellada fuente pura / de gracia y de piedad, / bendita cual ninguna, / sin culpa original.
Infunde en nuestro pecho / la fuerza de tu amor, / feliz Madre del Verbo, / custodia del Señor. Amén”.
Si una joven va a caer en un charco de barro y su padre la detiene y la libra de caer, ¿no es mejor esto que haberla dejado caer y sacarla después del charco? Así hizo Dios con la Virgen María. No la dejó caer en el pozo de la mancha del pecado original". Y continúa así el antiguo poema: "Decir que Dios no podía / es manifestar demencia / y es faltar a la  clemencia / si pudiendo no quería.
Creer que en algún pecado, / a Ti la culpa llegó, / es pensar que se juntó / la gracia con el pecado.
¿No es un médico mejor / el que puede preservar / antes que uno se enferme, / que ya después de enfermar?
Pongamos que una paloma / iba a dar en una red. / Y  que alguien muy piadoso / la libró de no caer. / ¿No es esta una redención / que ella debe agradecer?
Así redimió Dios / a la Virgen sacrosanta / no del pecado que tuvo, / sino del que debió tener.
Para Dios qué cuesta más / siendo inmenso su poder: / ¿detenerla que no caiga / o levantarla después?
Pues que lo pudo hacer Dios, / ¿por qué no lo había de hacer? / Que lo pudo está en el Credo.
Pues ¿por qué no he de creer / que si lo pudo lo quiso / estándole a Dios tan bien?
Que si en gracia fue creado / Adán y aun su mujer, / mejor lo sería María / que es mil veces mejor que él.
La Virgen, al decir que sí al Señor, cambia al mundo. En la multiplicación de los panes y peces aquel muchacho podría pensar: si doy lo poco que tengo, me quedo sin nada. Pero no piensa así y se hace, por él, un milagro. Cuando le doy al Señor se hace algo mágico. Lo importante no es que sea poco, sino que sea todo. Dios no necesita nada, pero es tan grande su Amor que quiere hacernos colaboradores. Quiere necesitar de nosotros.  Y ella aplasta la cabeza del mal. El demonio no puede nada contra Ella y contra sus hijos. Con ella se abren todas las puertas, se rompen todas las barreras: Con Ella, todo se vence. Es Remedio de los remedios. Ella es, también, nuestra fortaleza.  Vamos a rezarle cuando algo nos cueste, y siempre.
2. En el libro del Génesis (de los comienzos) vemos que “después que Adán comió del árbol, el Señor Dios lo llamó: —“¿Dónde estás?” El contestó: —“Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí”. El Señor le replicó: —“¿Quién te informó que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?” Adán respondió: —“La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí”.
El Señor Dios dijo a la mujer: —“¿Qué es lo que has hecho?” Ella respondió: —“La serpiente me engañó y comí”. Y Dios anunció que vendría un linaje y una mujer especial: “ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón”. Qué pena, después del pecado, que se echaban la culpa Adán y Eva uno al otro, y que perdieran todos los poderes que tenían… pero qué alegría que Dios anunciara que vendría María Virgen y que nos traería a Jesús.
Por eso decimos en el salmo: “Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas”, y podemos cantar victoria, porque nos acompaña María. Desde pequeños nos han enseñado a rezarle, y hoy queremos honrarla con aquella oración: “Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea; pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón; mírame con compasión, no me dejes, Madre mía”.
3. San Pablo a los Efesios canta: “Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió… antes de crear el mundo para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor… a ser sus hijos”.  Con Cristo somos hijos de Dios. ¡Gracias a ti, Virgen María!
Llucià Pou Sabaté

martes, 6 de diciembre de 2016

Miércoles semana 2 de Adviento

Miércoles de la semana 2 de Adviento

El Señor da seguridad en su salvación: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y hallaréis descanso»
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera»” (Mateo 11,28-30).
1. –“Venid a Mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas”... Gracias, Señor, por esta invitación, que nos trae la paz: “Que yo os aliviaré”. ¡Ayúdame a ver las "cargas" que pesan sobre los hombros de mis hermanos!
-“Tomad mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Pocas veces pienso que tu yugo, Jesús, ponerme bajo tu mismo yugo, es trabajar contigo. Imagino los dos "bueyes atados al mismo yugo y tirando del mismo arado", sus cabezas juntas, que humilde y tenazmente tiran en la misma dirección. "Tomad mi yugo", me dices..., tú que eres “manso y humilde”, para animarme a que no me impaciente ante los demás o ante mis defectos...
-Sí, “mi yugo es suave y mi carga ligera”. Algunos yugos eran rasposos y mal escuadrados y por lo tanto lastimaban el cuello de los animales. Es un nuevo tipo de religión. Una religión en la que no exista "el miedo". Cuando se ama, resultan fáciles multitud de cosas que serían difíciles o insoportables sin el amor (Noel Quesson).
Seguimos con el tema de ayer, pues muchas veces tenemos la tentación de la preocupación, que nos agobia, nos quita la paz. Nos sentimos inquietos al fallar, nuestro afán de ser “perfectos” es tan grande que nos cuesta reconocernos pecadores, y por eso somos capaces incluso de decir que los mandamientos están caducados, antes de reconocer que fallamos, sin que esto nos agobie. Hay una reacción psicológica de volvernos agresivos cuando nos sentimos mal en la conciencia. Así como cuando tenemos una piedra en el zapato nos duele, también en el corazón hay “piedras” que nos hacen sufrir, y por eso discutimos y estamos de mal humor, al menos es una de las causas de nuestro malestar. Y hemos de quitar la piedra que causa la desazón. Pero estas piedras muchas veces nos inquietan… Jesús anima a la adúltera: “vete en paz, y no vuelvas a pecar”. Jesús no tiene memoria de ciertas reglas y regala el perdón: «En la Cruz, durante su agonía, el ladrón le pide que se recuerde de él cuando llegara a su Reino. Si hubiera sido yo -reconoce monseñor Van Thuân- le hubiera respondido: "no te olvidaré, pero tienes que expiar tus crímenes en el purgatorio". Sin embargo, Jesús, le respondió: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso". Había olvidado los pecados de aquel hombre. Lo mismo sucedió con Magdalena, y con el hijo pródigo. Jesús no tiene memoria, perdona a todo el mundo».
Jesús es príncipe de la paz, y los pensamientos que no son de paz no son de Dios, por mucha apariencia que tengan de santos como son los remordimientos por pecados, o que no somos bastante santos. Jesús muestra su misericordia, de modo especial, en su actitud con los pecadores. “Yo tengo pensamientos de paz y no de aflicción, declaró Dios por boca del profeta Jeremías. La liturgia aplica esas palabras a Jesús, porque en Él se nos manifiesta con toda claridad que Dios nos quiere de este modo. No viene a condenarnos, a echarnos en cara nuestra indigencia o nuestra mezquindad: viene a salvarnos, a perdonarnos, a disculparnos, a traernos la paz y la alegría. Si reconocemos esta maravillosa relación del Señor con sus hijos, se cambiarán necesariamente nuestros corazones, y nos haremos cargo de que ante nuestros ojos se abre un panorama absolutamente nuevo, lleno de relieve, de hondura y de luz” (San Josemaría Escrivá).
En realidad, si Dios me quiere como soy, si permite algo malo, por la libertad de la que gozamos todos y de aquello sacará un bien, ¿de qué he de preocuparme? Hay un solo mal, y es el pecado, pero este no ha de motivarnos más que a la conversión, transformar el remordimiento en arrepentimiento. Lo importante así ni es “estar en regla” sino estar con Él: "Porque Dios, aun ofendido, sigue siendo Padre nuestro; aun irritado, nos sigue amando como a hijos. Sólo una cosa busca: no tener que castigarnos por nuestras ofensas, ver que nos convertimos y le pedimos perdón" (San Juan Crisóstomo). Hoy entendemos que el pecado no es el castigo divino, sino la falta de acogida al amor de Dios, y por tanto la soledad por rechazo de esa mano amorosa que Él siempre nos tiende: "La omnipotencia de Dios -dice Santo Tomás- se manifiesta, sobre todo, en el hecho de perdonar y usar de misericordia, porque la manera de demostrar que Dios tiene el poder supremo es perdonar libremente".
No nos merecemos el amor de Dios ni su gracia con nuestras buenas obras, pero es necesaria nuestra conversión para acoger el amor en un buen recipiente, si nuestro corazón está cerrado ahí no puede entrar esa divina esencia, la Vida: "Imagina que Dios te quiere hacer rebosar de miel: si estás lleno de vinagre, ¿dónde va a depositar la miel?, pregunta San Agustín. Primero hay que vaciar lo que contenía el recipiente (...): hay que limpiarlo aunque sea con esfuerzo, a fuerza de frotarlo, para que sea capaz de recibir esta realidad misteriosa".
La paz es mucho más palpable con "el sacramento de la alegría" (en palabras de Pablo VI), la confesión. Pues aún en lo más alto que hay en la tierra, la Eucaristía, no sentimos nada emotivo muchas veces, pero la confesión siempre deja paz y alegría, algo casi físico de bienestar. "¡Mira qué entrañas de misericordia tiene la justicia de Dios! –decía san Josemaría Escrivá- porque en los juicios humanos, se castiga al que confiesa su culpa: y, en el divino, se perdona”. El sacramento de la Penitencia es como eliminar materia de un examen, el del juicio definitivo.
Jesús es manso y humilde porque tiene paz, por eso da paz. A veces nos engañamos y ponemos nombre cristiano a esa cerrazón del remordimiento que en lugar de abrirse al arrepentimiento fosiliza en resentimiento, acritud. En cambio, los mansos siembran alrededor el buen aroma de Cristo, manifestado en la sonrisa, calma y serenidad, buen humor y capacidad de broma, comprensión y tolerancia… Así nos animaba Juan Pablo II: “Nadie es capaz de lograr que lo pasado no haya ocurrido; ni el mejor psicólogo puede liberar a la persona del peso del pasado. Sólo lo puede lograr Dios, quien, con amor creador, marca en nosotros un nuevo comienzo: esto es lo grande del sacramento del perdón: que nos colocamos cara a cara ante Dios, y cada uno es escuchado personalmente para ser renovado por Él.
”Quizá algunos de vosotros habéis conocido la duda y la confusión; quizá habéis experimentado la tristeza y el fracaso cometiendo pecados graves. Éste es un tiempo de decisión. Ésta es la ocasión para aceptar a Cristo: aceptar su amistad y su amor, aceptar la verdad de su palabra y creer en sus promesas.
”Y si, a pesar de vuestro esfuerzo personal por seguir a Cristo, alguna vez sois débiles no viviendo conforme a su ley de amor, a sus mandamientos, no os desaniméis! Cristo os sigue esperando! Él, Jesús, es el Buen Pastor que carga la oveja perdida sobre sus hombros y la cuida con cariño para que sane.
”Gracias al amor y misericordia de Cristo, no hay pecado por grande que sea que no pueda ser perdonado; no hay pecador que sea rechazado. Toda persona que se arrepiente será recibida por Jesucristo con perdón y amor inmenso.
”Sólo Cristo puede salvar al hombre, porque toma sobre sí su pecado y le ofrece la posibilidad de cambiar.
”Siempre, pero especialmente en los momentos de desaliento y de angustia, cuando la vida y el mundo mismo parecen desplomarse, no olvidéis las palabras de Jesús: «Venid a Mí todos los que estáis fatigados y oprimidos, que Yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, pues mi yugo es suave y mi carga ligera
”No nos debemos mirar tanto a nosotros mismos cuanto a Dios, y en Él debemos encontrar ese «suplemento» de energía que nos falta. ¿Acaso no es ésta la invitación que hemos escuchado de labios de Cristo: «Venid a Mí todos los que estáis fatigados y oprimidos, que Yo os aliviaré»? Es Él la luz capaz de iluminar las tinieblas en que se debate nuestra inteligencia limitada; Él es la fuerza que puede dar vigor a nuestras flacas voluntades; Él es el calor capaz de derretir el hielo de nuestros egoísmos y devolver el ardor a nuestros corazones cansados.
”Como cristianos que somos, debemos ofrecer nuestros recuerdos al Señor. Pensar en el pasado no modificará la realidad de vuestros sufrimientos o desengaños, pero puede cambiar el modo de valorarlos. Los jóvenes no llegan a comprender completamente la razón por la que los ancianos vuelven frecuentemente a pensar en el pasado ya lejano, pero esa reflexión tiene su sentido. Y cuando se realiza dentro de la oración puede resultar una fuente de reparación.
”En el camino de vuestra vida, no abandonéis la compañía del Señor. Si la debilidad de la condición humana os llevase alguna vez a no cumplir los mandamientos de Dios, volved vuestra mirada a Jesús y gritadle: «Quédate con nosotros, vuelve, no te alejes.» Recuperad la luz de la gracia por el sacramento de la Penitencia.
”Con El podemos encontrarnos siempre, por mucho que hayamos pecado, por muy alejados que nos sintamos, porque Él está saliendo siempre a nuestro encuentro.
”Dios es infinitamente grande en el amor. «Tal amor es capaz de inclinarse hacia todo hijo pródigo, toda miseria humana y singularmente hacia toda miseria moral o pecado. Cuando esto ocurre, el que es objeto de misericordia no se siente humillado, sino como hallado de nuevo y revalorizado.»
“No hay quien no necesite de esta liberación de Cristo, porque no hay quien, en forma más o menos grave, no haya sido y sea aún, en cierta medida, prisionero de sí mismo y de sus pasiones. Todos tenemos necesidad de conversión y de arrepentimiento; todos tenemos necesidad de la gracia salvadora de Cristo, que Él ofrece gratuitamente, a manos llenas. Él espera sólo que, como el hijo pródigo, digamos «me levantaré y volveré a la casa de mi Padre».”
Jesús, eres bálsamo para la presión psicológica del mundo de hoy, sus miedos, agresividad, soledad profunda, falta de sentido de la vida... Cargados de normas, compromisos, objetivos, estamos expuestos a una tendencia casi depresiva. Nos vertemos en el exterior y perdemos nuestra esencia, interioridad, como decía uno: “Quizá hemos luchado para ser perfectos y en el fondo lo único que queremos es sentirnos amados”. Cuesta no dejarse llevar por el dinero, por el prestigio o por el poder, pero contigo, Jesús, todo es posible.
"Venid a mí..." Ayúdame, Jesús, a ir a ti en el esfuerzo amoroso en el trabajo diario, con el cuidado de las cosas pequeñas, con la sonrisa, en la pobreza, el olvido de mi yo… que se tomar esta dulce carga: "Cualquier otra carga te oprime y te abruma, mas la carga de Cristo te alivia el peso. Cualquier otra carga tiene peso, pero la de Cristo tiene alas. Si a un pájaro le quitas las alas parece que le alivias del peso, pero cuanto más le quites este peso, tanto más le atas a la tierra. Ves en el suelo al que quisiste aliviar de un peso; restitúyele el peso de las alas y verás como vuela." (S. Agustín). Jesús quería liberarnos del insoportable peso de los numerosos preceptos y prohibiciones que rodeaban la ley de Moisés (Mt 23, 4) y que hoy nos rodean de otras formas, y quiere darnos este “descanso” que es paz: «Venid a mí, yo os aliviaré»
Ante tanto dolor, perplejidad en los que buscan la verdad de verdad, no podemos ir con legalismos sino con comprensión. Ayúdame, Jesús Maestro, a no ser maestro exigente que agobia y desconcierta a sus alumnos con su moral rígida, que culpabiliza. Tú acoges a los agobiados, a los cansados. Les das paz, descanso. Te pido que seamos los cristianos portadores de esperanza como tú, y no querer resolver tantos misterios sino mostrarles el Misterio que eres tú, Jesús, en quien todo encuentra su sitio.
Esto no implica no luchar, sino al revés: «Las cargas propias que cada uno lleva son los pecados. A los hombres que llevan cargas tan pesadas y detestables, y que bajo ellas sudan en vano, les dice el Señor: “Venid a Mí todos”… ¿Cómo alivia a los cargados de pecado, sino mediante el perdón de los mismos? (...) Llevad mi yugo. Ya que para tu mal te había subyugado la ambición, que para tu salud te subyugue la caridad… Esos pesos son alas para volar. Si quitas a las aves el peso de las alas, no pueden volar… Toma, pues, las alas de la paz; recibe las alas de la caridad. Ésta es la carga; así se cumple la ley de Cristo» (San Agustín).
2. El Dios grande y trascendente, creador de los astros y del cosmos, es también el Dios cercano, que comunica su fuerza a los que se abren a El... a "los que ponen en El su confianza": «El da la fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido (...) los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse”.
3. “Bendice, alma mía, al Señor… y no olvides sus beneficios”, decimos en el salmo con confianza de que todo irá bien: “Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura”. Nada debe alejarnos de tratarle, pues “el Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestro pecados ni nos paga según nuestras culpas”.
Llucià Pou Sabaté
San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia

El valor y la constancia para resistir el mal forman parte de las virtudes esenciales de un obispo.  En ese sentido, San Ambrosio fue uno de los más grandes pastores de la Iglesia de Dios.  Se le consideró tradicionalmente como uno de los cuatro grandes doctores de la Iglesia de occidente. 
El santo nació en Tréveris, probablemente el año 340. Su padre, que se llamaba también Ambrosio, era entonces prefecto de la Galia.  El prefecto murió cuando su hijo era todavía joven, y su esposa volvió con la familia a Roma.  La madre de San Ambrosio dio a sus hijos una educación esmerada, y puede decirse que el futuro santo debió mucho a su madre y a su hermana Santa Marcelina.  El joven aprendió el griego, llegó a ser buen poeta y orador y se dedicó a la abogacía.  En el ejercicio de su carrera llamó la atención de Anicio Probo y de Símaco.  Este último, que era prefecto de Roma, se mantenía en el paganismo.  Probo era prefecto pretorial de Italia.  Ambrosio defendió ante este último varias causas con tanto éxito, que Probo le nombró asesor suyo.  Más tarde, el emperador Valentiniano nombró al joven abogado gobernador con residencia en Milán (norte de Italia).  Cuando Ambrosio se separó de su protector Probo, éste le recomendó:  "Gobierna más bien como obispo que como juez".  El oficio que se había confiado a Ambrosio era del rango consular y constituía uno de los puestos de mayor importancia y responsabilidad en el Imperio de occidente. 
El obispo Auxencio, un hereje arriano que había gobernado la diócesis de Milán durante casi veinte años, murió el año 374.  La ciudad se dividió en dos partidos, ya que unos querían a un obispo fiel a la fe católica y otros a un arriano.  Para evitar en cuanto fuese posible que la división degenerase en pleito, San Ambrosio acudió a la iglesia en la que iba a llevarse a cabo la elección, y exhortó al pueblo a proceder a ella pacíficamente y sin tumulto.  Mientras el santo hablaba, alguien gritó:  "¡Ambrosio obispo!"  Todos los presentes repitieron unánimemente ese grito, y católicos y arrianos eligieron al santo para el cargo.  Ambrosio quedó desconcertado tanto más cuanto que, aunque era cristiano, no estaba todavía bautizado.  Pero los obispos presentes ratificaron su nombramiento por aclamación.  Ambrosio alegó irónicamente que "la emoción había pesado más que el derecho canónico y trató de huir de Milán.  El emperador recibió un informe sobre lo sucedido.  Por su parte, Ambrosio también le escribió, rogándole que le permitiese renunciar. Valentiniano respondió que se sentía muy complacido por haber sabido elegir a un gobernador que era digno de ser obispo, y mandó al vicario de la provincia que tomase las medidas necesarias para consagrar a Ambrosio.  Este trató de escapar una vez más y se escondió en casa del senador Leoncio.  Pero, cuando Leoncio se enteró de la decisión del emperador, entregó al santo, y éste no tuvo más remedio que aceptar.  Así pues, recibió el bautismo y, una semana más tarde, el 7 de diciembre de 374, se le confirió la consagración episcopal.  Tenía entonces unos treinta y cinco años.
Consciente de que ya no pertenecía al mundo, el santo decidió romper todos los lazos que le unían a él.  En efecto, repartió entre los pobres sus bienes muebles y cedió a la Iglesia todas sus tierras y posesiones;  lo único que conservó fue una renta para su hermana Santa Marcelina.  Por otra parte, confió a su hermano San Sátiro la administración temporal de su diócesis para poder consagrarse exclusivamente al ministerio espiritual.  Poco después de su ordenación, escribió a Valentiniano quejándose con amargura de los abusos de ciertos magistrados imperiales.  El emperador le respondió:  "Desde hace tiempo estoy acostumbrado a tu libertad de palabra y no por ello dejé de aceptar tu elección.  No dejes de seguir aplicando a nuestras faltas los remedios que la ley divina prescribe".  San Basilio escribió a Ambrosio para felicitarle, o más bien dicho para felicitar a la Iglesia por su elección para exhortarle a combatir vigorosamente a los arrianos.  San Ambrosio, que se creía muy ignorante en las cuestiones teológicas, se entregó al estudio de la Sagrada Escritura y de las obras de los autores eclesiásticos, particularmente de Orígenes y San Basilio.  En sus estudios le dirigió San Simpliciano, un sabio sacerdote romano, a quien amaba como amigo, honraba como padre y reverenciaba como maestro. San Ambrosio combatió con tanto éxito el arrianismo que la erradicó casi por completo de Milán.  El santo vivía con gran sencillez y trabajaba infatigablemente. Sólo cenaba los domingos, los días de la fiesta de algunos mártires famosos y los sábados.  En efecto, en Milán no se ayunaba nunca en sábado;  pero cuando Ambrosio estaba en Roma, ayunaba también los sábados.  El santo no asistía jamás a los banquetes y recibía en su casa con suma frugalidad.  Todos los días celebraba la misa por su pueblo y vivía consagrado enteramente al servicio de su grey;  todos los fieles podían hablar con él siempre que lo deseaban, y le amaban y admiraban enormemente.  San Agustín fue a verle varias veces.
Sobre la Virginidad
En sus sermones, San Ambrosio alababa con frecuencia el estado y la virtud de la virginidad por amor a Dios, y dirigía personalmente a muchas vírgenes consagradas.  A petición de Santa Marcelina, el santo reunió sus sermones sobre el tema;  tal fue el origen de uno de sus tratados mas famosos.  Las madres impedían que sus hijas fuesen a oír predicar a San Ambrosio, y aun llegó a acusársele de que quería despoblar el Imperio.  El santo respondía:  "Quisiera que se me citase el caso de un hombre que haya querido casarse y no haya encontrado esposa", y sostenía que en los sitios en que se tiene en alta estima la virginidad la población es mayor.  Según él, la guerra y no la virginidad era el gran enemigo de la raza humana.
Defensa de la Fe y del orden
Como los godos hubiesen invadido ciertos territorios romanos del oriente, el emperador Graciano decidió acudir con su ejército en socorro de su tío Valente.  Sin embargo, para preservarse del arrianismo, del que Valente era gran protector, Graciano pidió a San Ambrosio que le instruyese sobre dicha herejía.  Con ese objeto, el santo escribió el año 377 una obra titulada "A Graciano acerca de la Fe" y, más tarde, la amplió.  Los godos habían causado estragos desde Tracia a la Iliria.  San Ambrosio, no contento con reunir todo el dinero posible para rescatar a los prisioneros, mandó fundir los vasos sagrados.  Los arrianos consideraron esa medida como un sacrilegio y se la echaron en cara.  El santo respondió que le parecía más útil salvar vidas humanas que conservar el oro:  "Si la Iglesia tiene oro, no es para guardarlo, sino para emplearlo en favor de los necesitados". Después del asesinato de Graciano en 383, la emperatriz Justina rogó a San Ambrosio que negociase con el usurpador Máximo para evitar que éste atacase a su hijo, Valentiniano II.  San Ambrosio fue a entrevistarse con Máximo en Tréveris y consiguió convencerle de que se contentase con la Galia, España y las Islas Británicas.  Según se dice, fue ésa la primera vez que un ministro del Evangelio intervino en los asuntos de la alta política. Es un ejemplo clásico una justa intervención por parte de la Iglesia, ya que no buscó favoritismos ni se alió con un lado de la política sino que solo buscó que se ejerciese el derecho, en este caso, defender el orden contra un usurpador armado.  Más tarde, como veremos, prefirió sufrir mucho antes que ceder a las injustas exigencias del otro bando, el de la emperatriz Justina.
Por entonces, ciertos senadores trataron de restablecer en Roma el culto a la diosa Victoria.  El grupo estaba encabezado por Quinto Aurelio Símaco, hijo y sucesor del prefecto romano que había protegido a San Ambrosio en su juventud y había sido un admirable erudito, hombre de Estado y orador.  Quinto Aurelio Símaco pidió a Valentiano que reconstruyese el altar de la Victoria en el senado, pues a dicha diosa atribuía los triunfos y la prosperidad de la antigua Roma.  Quinto Aurelio Símaco redactó muy hábilmente su petición, apelando a la emoción y empleando argumentos que se oyen todavía:  "¿Qué importa el camino por el que cada uno busca la verdad?  Existen muchos caminos para llegar al gran misterio".  La petición era un ataque velado contra San Ambrosio. Cuando el santo se enteró por conducto privado de la existencia del documento, escribió al emperador pidiéndole que le enviase una copia y reprendiéndole por no haberle consultado inmediatamente en ese asunto que atañía a la religión.  Poco después, escribió una respuesta que sobrepasaba en elocuencia a la petición de Símaco y la demolía punto por punto. Tras ridiculizar la idea de que los éxitos conseguidos por el valor de los soldados se vaticinaban en las entrañas de las bestias sacrificadas, el santo, elevándose a las cumbres de la más alta retórica, hablaba por boca de Roma, diciendo que la ciudad se lamentaba de sus errores pasados y que no se avergonzaba de cambiar. Ambrosio exhortaba a Símaco y sus compañeros a interpretar los misterios de la naturaleza a través del Dios que los había creado y a pedir a Dios que concediese la paz a los emperadores, en vez de pedir a los emperadores que les concediesen adorar en paz a sus dioses.  La respuesta del santo terminaba con una parábola sobre el progreso y el desarrollo del mundo: Por medio de la justicia, la verdad se cierne sobre las ruinas de las opiniones que antiguamente gobernaban el mundo".  Tanto el escrito de Símaco como el de San Ambrosio fueron leídos ante el emperador y su consejo. No hubo discusión de ninguna especie.  Valentiniano dijo a los presentes. "Mi padre no destruyó los altares, y nadie le pidió tampoco que los reconstruyese. Yo seguiré su ejemplo y no modificaré el estado de cosas".
La emperatriz Justina no se atrevió a apoyar abiertamente a los arrianos mientras vivieron su esposo y Graciano; pero, en cuanto la paz que San Ambrosio negoció entre Máximo y el hijo de Justina le dieron oportunidad de oponerse al obispo, se olvidó de todo lo que le debía. Al acercarse la Pascua del año 385, Justina indujo a Valentiniano a reclamar la basílica Porcia (actualmente llamada de San Víctor), situada en las afueras de Milán, para cederla a los arrianos, entre los que se contaban ella y muchos personajes de la corte. San Ambrosio respondió que jamás entregaría un templo de Dios. Entonces, Valentiniano envió a unos mensajeros a pedir la nueva basílica de los Apóstoles. Pero el santo obispo no cedió. El emperador mandó a sus cortesanos a apoderarse de la basílica. Los milaneses, enfurecidos ante eso tomaron prisionero a un sacerdote arriano. Al enterarse de lo sucedido, San Ambrosio pidió a Dios que no permitiese que la sangre corriese y envió a varios sacerdotes y diáconos a rescatar al prisionero.  Aunque el santo tenía de su parte a la multitud y aun al ejército, se guardó de hacer o decir nada que pudiese desatar la violencia y poner en peligro al emperador y a su madre. Cierto que se negó a entregar las iglesias, pero se abstuvo de oficiar en ellas para no encender los ánimos. Sus adversarios, que le llamaban "el Tirano", hicieron lo posible por provocarle. San Ambrosio preguntó a sus enemigos: "¿por qué me llamáis tirano?  Cuando me enteré de que la iglesia estaba rodeada de soldados, dije que no la entregaría, pero que tampoco me lanzaría a la lucha. Máximo no afirma que tiranizó a Valentiniano, a pesar de que a él le impedí marchar sobre Italia". 
En el momento en que el santo explicaba un pasaje del libro de Job al pueblo, irrumpió en la capilla un pelotón de soldados, a los que habían dado la orden de atacar; pero ellos se negaron a obedecer y entraron a orar con los católicos. A los pocos momentos, todo el pueblo se dirigió a la basílica contigua, arrancó las decoraciones que se habían puesto para recibir al emperador, y las dio a los niños para que jugasen con ellas. Sin embargo, San Ambrosio no aprovechó ese triunfo y no entró en la basílica sino hasta el día de Pascua, cuando Valentiniano retiró de ahí a los soldados. El pueblo celebró con gran júbilo esa victoria. San Ambrosio escribió un relato de los hechos a Santa Marcelina, que estaba entonces en Roma, y añadió que preveía desórdenes todavía mayores:  "El eunuco Calígono, que es camarlengo imperial, me dijo:  'Tú desprecias al emperador, de suerte que te voy a mandar decapitar'.  Yo repuse:  ¡Dios lo quiera!  Así sufriría yo como corresponde a un obispo, y tú obrarías como las gentes de tu calaña' ".
En enero del año siguiente, Justina convenció a su hijo de que promulgase una ley para autorizar a los arrianos a celebrar reuniones y las prohibiera a los católicos. Dicha ley amenazaba con la pena de muerte a quien tratase de impedir las reuniones de los arrianos. Además se condenaba al destierro a quien se opusiese a que las iglesias fuesen cedidas a los arrianos. San Ambrosio no hizo caso de la ley y se negó a entregar una sola iglesia. Sin embargo, nadie se atrevió a tocarle. "Yo he dicho ya lo que un obispo tenía que decir. Que el emperador proceda ahora como corresponde a un emperador. Nabot se negó a entregar la herencia de sus antepasados. ¿Cómo voy yo a entregar las iglesias de Jesucristo?"  El Domingo de Ramos, el santo predicó sobre su decisión de no entregarlas.  Entonces, el pueblo, temeroso de la venganza del emperador, se encerró con su pastor en la basílica.  Las tropas imperiales la sitiaron con miras a vencer al pueblo por el hambre;  pero ocho días después, el pueblo seguía ahí.  Para ocupar a las gentes, San Ambrosio se dedicó a enseñarles himnos y salmos que él mismo había compuesto.  Todos cantaban en coros alternados.  El emperador envió al tribuno Dalmacio a conferenciar con el santo. Proponía que Ambrosio y el obispo arriano, Auxencio, eligiesen conjuntamente un grupo de jueces para decidir la cuestión. Si San Ambrosio no aceptaba esa proposición, debía retirarse y dejar la diócesis en manos de Auxencio. Ambrosio respondió por escrito al emperador, haciéndole notar que los laicos (pues Valentiniano había propuesto que se eligiesen jueces laicos) no tenían derecho a juzgar a los obispos ni a dictar leyes eclesiásticas.  En seguida, el santo subió al púlpito y expuso al pueblo el desarrollo de los acontecimientos en el último año.  En una sola frase resumió espléndidamente el fondo de la disputa:  "El emperador está en la Iglesia, no sobre la Iglesia". 
Entre tanto, llegó la noticia de que Máximo, con el pretexto de la persecución de que eran objeto los católicos, así como ciertas cuestiones de fronteras, estaba preparándose para invadir Italia. Valentiniano y Justina, sobrecogidos por el pánico, rogaron entonces a San Ambrosio que partiese nuevamente a impedir la invasión del usurpador. Olvidando todas las injurias públicas y privadas de que había sido objeto, el santo emprendió el viaje. Máximo, que estaba en Tréveris, se negó a concederle una audiencia privada, a pesar de que Ambrosio era obispo y embajador imperial, y le propuso recibirle en un consistorio público.  Cuando Ambrosio fue introducido a la presencia de Máximo y éste se levantó del trono para darle el beso de paz, el santo permaneció inmóvil y se negó a acercarse a recibir el ósculo.  En seguida, demostró públicamente a Máximo que la invasión que proyectaba era injustificable y constituía una deslealtad y terminó pidiéndole que enviase a Valentiniano los restos de su hermano Graciano como prenda de paz.  Desde su llegada a Tréveris, el santo se había negado a mantener la comunión con los prelados de la corte que habían participado en la ejecución del hereje Prisciliano, y aun con el mismo Máximo.  Por ello, se le ordenó al día siguiente que abandonase Tréveris.  El santo regresó a Milán, no sin escribir antes a Valentiniano para referirle lo sucedido y aconsejarle que no se dejase engañar por Máximo, pues consideraba a éste como un enemigo velado que prometía la paz pero buscaba la guerra.  En efecto, Máximo invadió súbitamente Italia, donde no encontró oposición alguna.  Justina y Valentiniano dejaron en Milán a San Ambrosio para que hiciese frente a la tormenta y huyeron a Grecia en busca del amparo del emperador de oriente, Teodosio, en cuyas manos se pusieron. Teodosio declaró la guerra a Máximo, le derrotó y ejecutó en Panonia, y devolvió a Valentiniano sus territorios y los que le había arrebatado el usurpador.  Pero en realidad, Teodosio fue quien gobernó desde entonces el imperio.
Teodocio permaneció algún tiempo en Milán, e indujo a Valentiniano abandonar el arrianismo y a tratar a San Ambrosio con el respeto que merecía un obispo verdaderamente católico. Sin embargo, no dejaron de surgir conflictos entre Teodosio y San Ambrosio y hay que reconocer que en el primero de esos conflictos no faltaba razón a Teodosio.  En efecto, ciertos cristianos de Kallinikum de Mesopotamia habían demolido la sinagoga de los judíos. Cuando Teodosio se enteró, ordenó que el obispo del lugar, a quien se acusaba de estar complicado en el asunto, se encargase de reconstruir la sinagoga.  El obispo apeló a San Ambrosio, quien escribió una carta de protesta a Teodosio ; pero, en vez de alegar que no se conocían con certeza las circunstancias del caso, el santo basó su protesta en la tesis exagerada de que ningún obispo cristiano tenía derecho a pagar la construcción de un templo de una religión falsa. Como Teodosio hiciese caso omiso de esa protesta, San Ambrosio predicó contra él en su presencia, lo que dio lugar a una discusión en la iglesia.  El santo no celebró la misa hasta haber arrancado a Teodosio la promesa de que revocaría la orden que había dado.
El año 390, llegó a Milán la noticia de una horrible matanza que había tenido lugar en Tesalónica.  Buterico, el gobernador, había encarcelado a un auriga que había seducido a una sirvienta de palacio, y se negó a ponerle en libertad por más que el pueblo quería verlo correr en el circo. La multitud se enfureció tanto ante la negativa, que mató a pedradas a varios oficiales y asesinó a Buterico. Teodosio ordenó que se tomasen represalias increíblemente crueles. Los soldados rodearon el circo cuando todo el pueblo se hallaba congregado en él, y cargaron contra la multitud. La carnicería duró cuatro horas.  Los soldados dieron muerte a 7,000 personas, sin distinción de edad, de sexo, ni de grado de culpabilidad.  El mundo entero quedó aterrorizado y volvió los ojos a San Ambrosio, quien reunió a los obispos para consultarles sobre el caso.  En seguida, escribió a Teodosio una carta muy digna, en la que le exhortaba a aceptar la penitencia eclesiástica y declaraba que no podía ni estaba dispuesto a recibir su ofrenda y celebrar ante él los divinos misterios hasta que hubiese cumplido esa obligación.  "Los sucesos de Tesalónica no tienen precedente.  Sois humano y os habéis dejado vencer por la tentación.  Os aconsejo, os ruego y os suplico que hagáis penitencia. Vos, que en tantas ocasiones os habéis mostrado misericordioso y habéis perdonado a los culpables, mandasteis matar a muchos inocentes. El demonio quería sin duda arrancaros la corona de piedad que era vuestro mayor timbre de gloria. Arrojadle lejos de vos ahora que podéis hacerlo.  Os escribo esto de mano propia para que leáis en particular".  El emperador le escribió diciéndole:  "Dios perdonó a David; luego a mí también me perdonará".  San Ambrosio respondió:  "Ya que has imitado a David en cometer un gran pecado, imítalo ahora haciendo una gran penitencia, como la que hizo él".
El efecto que produjo esta carta en un hombre que sin duda estaba devorado por los remordimientos ha sido desvirtuado por una leyenda, según la cual, como Teodosio se negase a aceptar la penitencia eclesiástica, San Ambrosio salió a la puerta de la iglesia para impedirle el paso, cuando se acercaba con toda su corte a oír la misa.  El obispo le reprendió públicamente y se negó a admitirle.  El emperador estuvo excomulgado ocho meses, al cabo de los cuales se sometió sin condiciones.  El P. Van Ortroy, S. J., echó por tierra esa leyenda.  Por otra parte, la "religiosa humildad" que San Agustín, bautizado apenas tres años antes por San Ambrosio, atribuye a Teodosio, resume perfectamente cuanto necesitamos saber.  "Habiendo incurrido en las penas eclesiásticas, hizo penitencia con extraordinario fervor y, los que habían acudido a interceder por él, se estremecían de compasión al ver tanto rebajamiento de la dignidad imperial más de lo que hubiesen temblado ante su cólera si se hubieran sentido culpable de alguna falta en su presencia".  En la oración fúnebre de Teodosio, dijo San Ambrosio simplemente:  "Se despojó de todas las insignias de la dignidad regia y lloró públicamente su pecado en la iglesia.  El, que era emperador, no se avergonzó de hacer penitencia pública, en tanto que otros muchos menores que él se rehúsan a hacerla. El no cesó de llorar su pecado hasta el fin de su vida".  Ese triunfo de la gracia en Teodosio y del deber pastoral en Ambrosio demostró al mundo que la iglesia no hace distinción de personas y que las leyes morales obligan a todos por igual.  El propio Teodosio dio testimonio de la influencia decisiva de San Ambrosio en aquellas circunstancias, al señalarle como el único obispo digno de ese nombre que él había conocido.
Teodoreto menciona otro ejemplo de la humildad y religiosidad de que Teodosio dio muestra.  Un día de fiesta, durante la misa en la catedral de Milán, Teodosio se acercó al altar a depositar su ofrenda y permaneció en el presbiterio. San Ambrosio le preguntó si deseaba algo. El emperador dijo que quería asistir a la misa y comulgar. Entonces San Ambrosio mandó al diácono a decirle: "Señor, durante la celebración de la misa nadie puede estar en el presbiterio. Os ruego que os retiréis a donde están los demás. La púrpura os hace príncipe pero no sacerdote. "Teodosio se disculpó y dijo que estaba en la creencia de que en Milán existía la misma costumbre que en Constantinopla, donde el sitial del emperador se hallaba en el presbiterio. En seguida, dio las gracias al obispo por haberle instruido y se retiró al sitio en el que se hallaban los laicos.
El año 393, tuvo lugar la patética muerte del joven Valentiniano, quien fue asesinado en las Galias por Arbogastes cuando se hallaba solo entre sus enemigos. San Ambrosio, que había partido en auxilio suyo, encontró la procesión funeraria antes de cruzar los Alpes. Arbogastes, a quien se había dicho que San Ambrosio era "un hombre que dice al sol: '¡Detente!, y el sol se detiene", había maniobrado para conseguir que el santo obispo le apoyase en sus intereses.  Pero Ambrosio, sin nombrar personalmente a Arbogastes, manifestó claramente en la oración fúnebre de Valentiniano que sabía a qué atenerse sobre su muerte. Por otra parte, salió de Milán antes de la llegada de Eugenio, el enviado de Arbogastes, de suerte que este último empezó a amenazar con perseguir a los cristianos. Entre tanto, San Ambrosio fue de ciudad en ciudad, exhortando al pueblo a oponerse a los invasores. Después regresó a Milán, donde recibió la carta en que Teodosio le anunciaba que había vencido a Arbogastes en Aquileya. Dicha victoria fue el golpe de muerte al paganismo en el imperio. Pocos meses después, murió Teodosio en brazos de San Ambrosio. En la oración fúnebre del emperador, el santo habló con gran elocuencia del amor que profesaba al difunto y de la gran responsabilidad que pesaba sobre sus dos hijos, a quienes tocaba gobernar un imperio cuyo lazo de unión era el cristianismo.
En tanto que el Imperio Romano comenzaba a decaer en el occidente, San Ambrosio daba nueva vida a su idioma y enriquecía a la iglesia con sus escritos. [*3*] Pero el santo sólo sobrevivió dos años a Teodosio el Grande. Una de las últimas obras que escribió fue el tratado sobre "La bondad de la muerte".  Las obras homiléticas, exegéticas, teológicas, ascéticas y poéticas del santo son numerosísimas. Cuando el santo cayó enfermo, predijo que moriría después de la Pascua, pero prosiguió sus estudios acostumbrados y escribió una explicación al salmo 43.  Mientras San Ambrosio dictaba, Paulino, que era su secretario y fue más tarde su biógrafo, vio una llama en forma de escudo posarse sobre su cabeza y descender gradualmente hasta su boca, en tanto que su rostro se ponía blanco como la nieve. A este propósito escribió Paulino:  "Estaba yo tan asustado, que permanecí inmóvil, sin poder escribir. Y a partir de ese día, dejó de escribir y de dictarme, de suerte que no terminó la explicación del salmo".  En efecto, el escrito sobre el salmo se interrumpe en el versículo veinticuatro.  Después de ordenar al nuevo obispo de Pavía, San Ambrosio tuvo que guardar cama. Cuando el conde Estilicón, tutor de Honorio, se enteró de la noticia, dijo públicamente: "El día en que ese hombre muera, la ruina se cernirá sobre Italia". Inmediatamente, el conde envió al santo unos mensajeros para pedirle que rogara a Dios que le alargase la vida.  El santo repuso:  "He vivido de suerte que no me avergonzaría de vivir más tiempo. Pero tampoco tengo miedo de morir, pues mi Amo es bueno".  El día de su muerte, Ambrosio estuvo varias horas acostado con los brazos en cruz, orando constantemente.  San Honorato de Vercelli, que se hallaba descansando en otra habitación, oyó una voz que le decía tres veces:  "¡Levántate pronto, que se muere!"  Inmediatamente bajó y dio el viático a San Ambrosio, quien murió a los pocos momentos.  Era el Viernes Santo, 4 de abril de 397.  El santo tenía aproximadamente cincuenta y siete años.  Fue sepultado el día de Pascua.  Sus reliquias reposan bajo el altar mayor de su basílica, a donde fueron trasladadas el año 835.  Su fiesta se celebra el día del aniversario de su consagración episcopal, tanto en oriente como en occidente.  Su nombre figura en el canon de la misa del rito de Milán.
Sus libros son sus reflexiones y discursos. De modo que sus famosos Comentarios Exegéticos, antes de ser reunidos en volúmenes, habían sido predicados.  Por eso son tan vivos y ungidos por el Espíritu Santo.
Bibliografía
Adaptación de la obra de Vida de los Santos, de Butler.
Sálesman, Eliécer; Vidas de Santos # 4
Sgarbossa, Mario - Luigi Giovannini; Un santo para cada día