lunes, 19 de septiembre de 2016

Martes semana 25 de tiempo ordinario; año par

Martes de la semana 25 de tiempo ordinario; año par

Escuchar palabra de Dios y ponerla en obra, es el camino para pertenecer a la familia de Jesús
“En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron: -«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.» Él les contestó: -«Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra»” (Lucas 8,l9-21).
1. Entre los que seguían a Jesús, hoy aparecen también "su madre y sus hermanos", María su madre y los parientes de Nazaret, que en lengua hebrea se designan indistintamente con el nombre de "hermanos". En la versión de Marcos van a verle para avisarle, que lo que decía hacía peligrar su vida, venían poco menos que a llevárselo, porque decían que "estaba fuera de sí" (Mc 3,20-21). Lucas, que parece conocer noticias más directas -¿de parte de la misma Virgen?- no le da esa lectura. Podían venir sencillamente a saludarle, a hacer acto de presencia junto a su pariente tan famoso, a alegrarse con él y a preocuparse de si necesitaba algo. Esto, en el caso de que fuera la misma escena, pues puede ser otra ocasión.
-“Fueron a verlo su Madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograron llegar hasta El...” Es una escena natural y emotiva...
-“Entonces le avisaron: "Tu Madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte."” ¿Estoy yo también deseoso de "ver a Jesús"? Teresa de Ávila, siendo niña, se escapó un día de su casa. Se la encontró caminando por la carretera "¿Qué haces aquí?" -"¡Quiero ver a Dios!" Había oído decir que los sarracenos mataban a los cristianos, y, en su deseo de ver a Dios, con la ingenuidad de su corazón de niña, se había imaginado llegar hasta el sur de España donde le sería fácil, pensaba, recibir el martirio. Naturalmente fue reconducida a la casa paterna. Pero toda su vida de adulta fue como la realización de ese deseo: quiero ver a Dios. ¿Participa mi oración de ese deseo? Vivir con Dios, acercarme a El.
-“Pero Él les contesto: "Mi Madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios...” Esa es la explicación muy positiva que Lucas nos propone.
Para entender bien ese episodio hemos de ver que están escritos exactamente después de las parábolas de la "semilla" y de la "lámpara". De ese modo Lucas elaboró como una pequeña teología de la Palabra: los que escuchan a Dios, son tierra buena que produce mucho... son también como lámpara sobre un pedestal que alumbra lejos en derredor... pero también, y sobre todo, son la "familia de Jesús"... "¿Mi madre, mis hermanos? ¡Son los que escuchan la Palabra de Dios!"
¡No se trata, para Jesús, de rehusar a su familia, sino de ampliarla! Como si dijera: "¡Oh sí, amo a mi familia; pero esa familia es mucho más extensa de lo que imagináis! Comporta innumerables lazos con innumerables hermanos".
Si escuchamos la Palabra de Jesús, nos hacemos semejantes a El, poco a poco vamos pensando y reaccionando como El... como si viviéramos familiarmente con El, como hermanos...
-“Los que escuchan la Palabra de Dios, y la ponen en obra”. Encontramos aquí la misma insistencia que en las dos parábolas precedentes: vivir la fe... vivir lo que se cree; poner en práctica, eficazmente, nuestras convicciones... practicar, poner en obra, la Palabra de Dios... (Noel Quesson).
Jesús, aprovechas la ocasión para decir cuál es su nuevo concepto de familia o de comunidad: "mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra". Lo pongo en relación con el piropo que le diste a tu madre, cuando alguien la bendijo por haberte traído al mundo y tú dijiste que “bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”, pues María no fue escogida solo por sus donde, sino también por su correspondencia. Modelo de creyente, dijo: "hágase en mí según tu palabra". Su prima Isabel la retrató bien: “dichosa tú, porque has creído” (J. Aldazábal).
“De ahí que María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo. Cristo es la verdad, Cristo tuvo un cuerpo: en la mente de María estuvo Cristo, la verdad; en su seno estuvo Cristo hecho carne, un cuerpo. Y es más importante lo que está en la mente que lo que se lleva en el seno” (S. Agustín).
Desde que Jesucristo está sentado a la diestra del Padre, no podemos ya entrar personalmente en contacto con él, no podemos ya verlo con los ojos, no podemos ya presenciar su acción. Jesús mismo dice qué es lo que importa: oír y poner en práctica la palabra de Dios. Nosotros tenemos la palabra de Dios. Los discípulos la siembran todavía en el mundo. Por Jesús fue traída la palabra de Dios al mundo, hizo una carrera triunfal por el mundo, nos llegó también a nosotros. En la palabra está la acción salvífica de Jesús, él está presente como portador de salud "Bienaventurados los que no vieron y creyeron" (Jn 20,29). El que escucha y pone en práctica la palabra de Dios, es madre y hermano de Jesús. No son los lazos de la sangre los que proporcionan la comunión con Jesús, sino el oír y poner en práctica la palabra de Dios. La Iglesia es edificada por la palabra de Dios. Ésta es el alma de la Iglesia, y la Iglesia es su fruto. De la palabra de Dios brota siempre Iglesia viva. Ésta viene a ser familia de Cristo oyendo y guardando la palabra de Dios. En la historia de la infancia se presenta ya a la madre de Jesús como la tierra buena que oye y hace, pone en práctica la palabra de Dios. Es esclava del Señor, que oye la palabra de Dios y se pone a su disposición como esclava (1. 38). Guarda cada palabra y la medita en su corazón (2,19). Lleva la palabra a Isabel, y su anuncio la hace tan rica, que desborda en un cántico (1,46-55). María es el corazón bueno, que retiene la palabra y lleva fruto con constancia. María es madre de Jesús, no sólo porque le dio la vida humana, sino también porque oyó y puso en práctica la palabra de Dios (El NT y su mensaje, Herder).
-“Los que escuchan la Palabra de Dios, y la ponen en obra”. Encontramos aquí la misma insistencia que en las dos parábolas precedentes: vivir la fe... vivir lo que se cree; poner en práctica, eficazmente, nuestras convicciones... practicar, poner en obra, la Palabra de Dios... (Noel Quesson).
2. –“El corazón del rey es una corriente de agua en la mano del Señor, que él dirige donde quiere”. La Sabiduría popular dice que es una ilusión pensar que no rendirán cuentas los poderosos, como también ellos nos la exigen a nosotros. Existe Dios que les conduce como a un río entre sus orillas.
-“Al hombre le parecen rectos todos sus caminos; pero es el Señor quien pesa los corazones”. Dicen que los que mandan no quieren oír más que lo que está de acuerdo con lo que piensan, y como se enfadan si les dicen otras cosas, sus colaboradores acaban por decirles lo que quieren, y esos poderosos, aunque al principio eran cabales, acaban aislados de la realidad.
¡Señor, dame a conocer tus juicios! Señor, «pesa mi corazón», dime cual es su densidad de amor... ¿según tus Juicios es poca o mucha?
-“Practicar la justicia y la equidad es mejor que los sacrificios”. Jesús citará, casi palabra por palabra, ese dicho popular, que de otra parte se encuentra en muchos juicios de hoy cuando se acusa a ciertos cristianos de que su práctica religiosa no se corresponde con su vida: «¡más les valdría asistir menos a misa y respetar mejor la justicia!»
«Amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios», ¡decía también Jesús! (Marcos 12,33). Señor, ayúdame a «practicar» la justicia y el derecho... que valen más que la "práctica" religiosa. Y haz que sea yo fiel a mis "prácticas religiosas" para que me recuerden sin cesar la exigencia profunda de la justicia cotidiana que debo a mis hermanos.
-“Los proyectos del diligente producen abundancia; pero el que se precipita cae en indigencia”. Estar nervioso, tenso y ajetreado, ¡mal! Dame, Señor esa doble virtud. Virtudes de equilibrio. Virtudes en apariencia, muy a ras de tierra. Lo que Dios quiere es: ¡un hombre activo y equilibrado! Es tan fácil precipitarse por impaciencia… el mundo se salva por la paciencia de Dios, lo pierden la impaciencia de los hombres…
-“Atesorar con lengua engañosa, es vanidad fugaz que lleva a la muerte”. "Los bienes mal adquiridos no aprovechan nunca". "¡Que vuestra palabra sea sí, si es sí; no, si es no!" dirá Jesús. Gran parte de los valores evangélicos, son, buenamente, valores humanos. Ayúdanos a escuchar, Señor, en el corazón de nuestros hermanos, estas sencillas resonancias de tu sabiduría.
-“El que cierra sus oídos a las súplicas del pobre, clamará también él y no obtendrá respuesta”. Como nos dices, Señor, "la medida que uséis al juzgar a los demás la usarán con vosotros" (Mateo 7,2). Señor, hazme bueno... que lo sea con todos... abre mis oídos, mi corazón y mis manos (Noel Quesson).
3. Con el salmo podemos hoy rezar a Dios que nos enseñe su sabiduría: "enséñame a cumplir tu voluntad, guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo".
Llucià Pou Sabaté
San Andrés Kim Taegon, presbítero, y san Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires

 Los laicos llevaron la fe católica a Corea al final del siglo XVI. La evangelización era muy dificil porque Corea se mantenía aislada del mundo, excepto por los viajes a Pekín para pagar impuestos. En uno de esos viajes, hacia el año 1777, algunos coreanos cultos obtuvieron literatura de los padres jesuitas en China. Comenzaron una igleisa doméstica en Corea. Doce años después, un sacerdote chino fue el primer sacerdote que logró entrar secretamente en Corea. Encontró allí 4000 católicos. Ellos nunca habían visto un sacerdote. Siete años mas tarde, en medio de gran persecusión, habían 10,000 católicos.
 
San Andrés Kim Taegon es hijo de nobles coreanos conversos. Su padre, Ignacio Kim, fue martirizado en la persecusión del año 1839 (fue beatificado en 1925 con su hijo).

Andrés fue bautizado a los 15 años de edad. Después viajó 1,300 millas hasta el seminario mas cercano, en Macao, China. Seis años después se las arregló para volver a sus país a través de Manchuria. Ese mismo año cruzó el Mar Amarillo y fue ordenado sacerdote en Shangai. Era el primer sacerdote nacido en Corea.
Regresó a Corea y se le asignó preparar el camino para la entrada de misioneros por el mar, para evitar los guardias de la frontera. En 1846 fue arrestado, torturado y decapitado junto al Rios Han, cerca de Seoul, Corea. Tenía 25 años.
Hubieron varios miles de mártires coreanos en esa época. En 1883 llegó la libertad religiosa.
 
Beatificado en 1925
Canonizado el 6 de Mayo de 1984 por Juan Pablo II en su visita a Corea, junto con 102 otros mártires, incluyendo el seminarista Pablo Chong Hasang. La mayoría de los mártires canonizados eran laicos. La multitud en la misa de canonización fue una de las mas grandes que jamás se han reunido en la faz de la tierra.
Juan Pablo II en la canonización: "La Iglesia coreana es única porque fue fundada completamente por laicos. Esta Iglesia incipiente, tan joven y sin embargo tan fuerte en la fe, soportó hola tras hola de feroz persecusión. De manera que en menos de un siglo podía gloriarse de tener 10,000 mártires. La muerte de estos mártires fue la levadura de la Iglesia y llevó al espléndido florecimiento actual de la Iglesia coreana. Todavía hoy, el espíritu inmortal de los mártires sostiene a los cristianos de la Iglesia del silencio en el norte de esta tierra trágicamente dividida"  (Traducción no oficial del inglés por el P. Jordi Rivero).

Relatos sobre los mártires de Coréa:
 
San Pablo Chong Hasang era un seminarista coreano de 45 años de edad.  Murió mártir en la misma persecusión en que murió San Andrés Kim Taegon, arriba. 
 
Entre los mártires del 1839 está Columba Kim, soltera de 26 años, y su hermana Agnes. Las arrestaron y las tiraron desnudadas a una celda con criminales condenados. Aunque las tuvieron allí dos días, aquellos hombres no las molestaron. Después que Columba protestó por esa indignidad, ya no sometieron a otras mujeres a esa ignominia. A Columba la quemaron con herramientas calientes y carbones. Ambas fueron finalmente decapitadas.

A un niño de 13 años, Pedro Ryou, le destrozaron la piel de tal manera que podía tomar pedazos de ella y tirarla a los jueces. Lo estrangularon. Protase Chong, un noble de 41 años de edad, apostató bajo tortura y lo liberaron. Mas tarde volvió y confesó su fe y lo torturaron hasta la muerte.
Fecha de canonización: Los 103 mártires fueron canonizados por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984, en Seúl, Corea.
Integran el grupo: santos Simeón Berneux, Antonio Daveluy, Lorenzo Imbert, obispos; Justo Ranfer de Bretenières, Ludovico Beaulieu, Pedro Enrique Dorie, Padro Maubant, Jacobo Chastan, Pedro Aumaître, Martín Lucas Huin, presbíteros; Juan Yi Yunil, Andrés Chong Hwa-gyong, Esteban Min Kuk-ka, Pablo Ho Hyob, Agustín Pak Chong-won, Pedro Hong Pyong-ju, Pablo Hong Yong-ju, José Chang Chu-gi, Tomás Son Cha-son, Lucas Hwang Sok-tu, Damián Nam Myong-hyog, Francisco Ch’oe Kyong-hwan, Carlos Hyon Song-mun, Lorenzo Han I-hyong, Pedro Nam Kyong-mun, Agustín Yu Chin-gil, Pedro Yi Ho-yong, Pedro Son Son-ji, Benedicta Hyon Kyongnyon, Pedro Ch’oe Ch’ang-hub, catequistas; Agueda Yi, María Yi In-dog, Bárbara Yi, María Won Kwi-im, Teresa Kim Im-i, Columba Kim Hyo-im, Magdalena Cho, Isabel Chong Chong-hye, vírgenes; Teresa Kim, Bárbara Kim, Susana U Sur-im, Agueda Yi Kan-nan, Magdalena Pak Pong-son, Perpetua Hong Kum-ju, Catalina Yi, Cecilia Yu Sosa, Bárbara Cho Chung-i, Magdalena Han Yong-i, viudas; Magdalena Son So-byog, Agueda Yi Kyong-i, Agueda Kwon Chin-i, Juan Yi Mun-u, Bárbara Ch’oe Yong-i, Pedro Yu Chong-nyul, Juan Bautista Nam Chong-sam, Juan Bautista Chon Chang-un, Pedro Ch’oe Hyong, Marcos Chong Ui-bae, Alejo U Se-yong, Antonio Kim Song-u, Protasio Chong Kuk-bo, Agustín Yi Kwang-hon, Agueda Kim A-gi, Magdalena Kim O-bi, Bárbara Han Agi, Ana Pak Ag-i, Agueda Yi So-sa, Lucía Pak Hui-sun, Pedro Kwon Tu-gin, José Chang Song-jib, Magdalena Yi Yong-hui, Teresa Yi Mae-im, Marta Kim Song-im, Lucía Kim, Rosa Kim, Ana Kim Chang-gum, Juan Bautista Yi Kwang-nyol, Juan Pak Hu-jae, María Pak Kuna- gi Hui-sun, Bárbara Kwon-hui, Bárbara Yi Chong-hui, María Yi Yon-hui, Inés Kim Hyo-ju, Catalina Chong Ch’or-yom, José Im Ch’i-baeg, Sebastián Nam I-gwan, Ignacio Kim Che-jun, Carlos Cho Shin-ch’ol, Julita Kim, Águeda Chong Kyong-hyob, Magdalena Ho Kye-im, Lucía Kim, Pedro Yu Taech’ol, Pedro Cho Hwa-so, Pedro Yi Myong-so, Bartolomé Chong Mun-ho, José Pedro Han Chae-kwon, Pedro Chong Won-ji, José Cho Yun-ho, Bárbara Ko Sun-i y Magdalena Yi Yong-dog.
Andrés Kim, Pablo Chong y compañeros, SantosAndrés Kim Tae-Gon, nació el 21 de agosto de 1821 en Solmoe (Corea). Sus padres eran Ignacio Kim Chejun y Ursula Ko. Era niño cuando la familia se trasladó a Kolbaemasil para huir de las persecuciones. Su padre murió mártir el 26 de septiembre de 1839. También su bisabuelo Pío Kim Chunhu había muerto mártir en el año 1814, después de diez años de prisión. Tenía quince años de edad cuando el padre Maubant lo invitó a ingresar al seminario.
Fue enviado al seminario de Macao. Hacia el año 1843 intentó regresar a Corea con el obispo Ferréol, pero en la frontera fueron rechazados.
Se ordenó diácono en China en el año 1844. Volvió a Corea el 15 de enero de 1845. Por su seguridad sólo saludó unos cuantos catequistas; ni siquiera vio a su madre quien, pobre y sola, tenía que mendigar la comida. En una pequeña embarcación de madera guió, a los misioneros franceses hasta Shangai, a la que arribaron soportanto peligrosas tormentas.
En Shangai recibió la ordenación sacerdotal de manos de monseñor Ferréol el 17 de agosto de 1845, convirtiéndose en el primer sacerdote coreano. Hacia fines del mismo mes emprendió el regreso a Corea con el obispo y el padre Daveluy. Llegaron a la Isla Cheju y, en octubre del mismo año, arribaron a Kanggyong donde pudo ver a su madre.
El 5 de junio de 1846 fue arrestado en la isla Yonpyong mientras trataba con los pescadores la forma de llevar a Corea a los misioneros franceses que estaban en China. Inmediatamente fue enviado a la prisión central de Seúl. El rey y algunos de ministros no lo querían condenar por sus vastos conocimientos y dominar varios idiomas. Otros ministros insistieron en que se le aplicara la pena de muerte. Después de tres meses de cárcel fue decapitado en Saenamt´õ el 16 de septiembre de 1846, a la edad de veintiséis años.
Antes de morir dijo: ¡Ahora comienza la eternidad!y con serenidad y valentía se acercó al martirio.Andrés Kim, Pablo Chong y compañeros, Santos
Pablo Chong Ha-Sang nació en el año 1795 en Mahyon (Corea) siendo miembro de una noble familia tradicional. Después del martirio de su padre, Agustín Chong Yakjong, y de su hermano mayor Carlos, ocurridos en el año 1801, la familia sufrió mucho. Pablo tenía siete años. Su madre, Cecilia Yu So-sa, vio cómo confiscaban sus bienes y les dejaban en extrema pobreza. Se educó bajo los cuidados de su devota madre.
A los veinte años dejó su familia para reorganizar la iglesia católica en Seúl y pensó en traer misioneros. En el año 1816 viajó a Pekín para solicitar al obispo algunos misioneros; se le concedió uno que falleció antes de llegar a Corea. Él y sus compañeros escribieron al papa para que enviara misioneros. Finalmente gracias a los ruegos de los católicos, el 9 de septiembre de 1831 se estableció el vicariato apostólico de Corea y se nombró su primer obispo encargando a la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París la evangelización de Corea.
Pablo introdujo al obispo Ímbert en Corea, lo recibió en su casa y lo ayudó durante su ministerio. Monseñor Ímbert pensó que Pablo podía ser sacerdote y comenzó a enseñarle teología... Mientras tanto brotó una nueva persecución. El obispo pudo escapar a Suwon. Pablo, su mamá y su hermana Isabel fueron arrestados en el año 1839.
Aguantó las torturas hasta que fue decapitado a las afueras de Seúl el 22 de septiembre. Poco después también su madre y su hermana sufrieron el martirio.

Lunes semana 25 de tiempo ordinario; año par

Lunes de la semana 25 de tiempo ordinario; año par

Jesús nos comunica la luz de su gracia, para que alumbremos a los demás con ella
“Nadie que ha encendido una lámpara, la oculta con una vasija o la pone debajo de la cama, sino que la coloca sobre un candelero para que los que entran vean la luz.Porque no hay oculto que no haya de manifestarse y hacerse público. Mirad, pues, cómo oís: porque al que tiene se la dará, y a todo aquel que no tiene, incluso lo que piensa tener se le quitará”. (Lucas  8,16-18)
1. -“Jesús decía a sus discípulos: "Nadie enciende una lámpara para cubrirla con una vasija o ponerla debajo de la cama..."” Una lámpara se la coloca en el lugar más adecuado para que alumbre al máximo.
-“Se la pone sobre un candelero, para que los que entran vean la luz”. Hemos de usar las cosas con “rendimiento”, y cuanta más luz demos, mejor. ¡Dar fruto en abundancia, si es un árbol! ¡Dar ciento por uno, si es una semilla! ¡Iluminar todo el entorno, si es una lámpara! Yo, en mi vida ¿tengo una verdadera solicitud por "hacer que la luz rinda" al máximo su resplandor y claridad?
«Te aseguro que, sí los hijos de Dios queremos, contribuiremos poderosamente o iluminar el trabajo y la vida de los hombres, con el resplandor divino  -¡eterno!- que el Señor ha querido depositar en nuestras almos.
”-Pero «quien dice que mora en Jesús, debe seguir el camino que ÉI siguió», como enseña San Juan: camino que conduce siempre o la gloria, pasando -siempre también- a través del sacrificio» (J. Escrivá, Forja 1018).
-“Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no llegue a ser conocido y manifiesto”. ¿Tengo yo esa solicitud para no esconder el don de Dios, y dejar que se propague? Los discípulos son aún como una luz "escondida", pero Jesús entrevé el día en el cual el evangelio será proclamado "a plena luz". ¿Procuro que mi vida y mis palabras, en ocasiones oportunas, sean evangelizadoras? La fe no será nunca un "secreto" personal, un "asunto privado", pues el amor, si bien no lleva a imposiciones, sí lleva a desear para los que se ama lo mejor…
-“Estad atentos al modo como escucháis y aprendéis...” a veces nos dormimos, como los alumnos que no están muy interesados en la lección. Ayúdame, Señor, a tener un buen “rendimiento”, escuchar tu palabra, dejarme iluminar por ella, darla a los demás…
-“Porque al que tenga se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará...” Sí, es una verdad popular, de experiencia: se pierden los dones que no se hacen fructificar... se atrofian los músculos que no se hacen actuar... se apaga poco a poco la Fe que no se lleva a la práctica (Noel Quesson).
La parábola de la semilla que leímos el sábado, que da el ciento por uno de fruto, se relaciona con la luz del Evangelio de hoy. Si escuchamos la palabra de Dios "con un corazón noble y generoso" y la guardamos, tendremos esa luz para los demás, daremos el ciento por uno.
Quisiera que me explicaras, Jesús, la misteriosa expresión "al que tiene, se le dará". Imagino que si me abro a la Palabra, la tengo y se multiplica sus frutos en nosotros. Y al revés, si no hago caso de tu Palabra, "se le quitará hasta lo que cree tener" y quedará estéril.
Sería una pena desperdiciar la luz, la semilla… una madre sacrificada, un amigo que sabe animar y también decir una palabra orientadora, una muchacha que está cuidando de su padre enfermo, un anciano que muestra paciencia y ayuda con su interés y sus consejos a los más jóvenes, un voluntario que sacrifica sus vacaciones para ayudar a los más pobres… son luz para el mundo.
El día de nuestro Bautismo -y lo recordamos en el cirio pascual, en la Vigilia Pascual y las misas de difuntos- se encendió esa luz de la fe en el alma, para alumbrar según el compromiso de bautizados de dar testimonio de esa luz ante las personas que viven con nosotros.
El Vaticano II llamó a la Iglesia Lumen Gentium, luz de las naciones. Lo deberíamos ser en realidad, comunicando la luz y la alegría y la fuerza que recibimos de Dios, de modo que no queden ocultas por nuestra pereza o nuestro miedo. Jesús, que se llamó a sí mismo Luz del mundo, también nos dijo a sus seguidores: vosotros sois la luz del mundo. Somos Iglesia misionera, que multiplica los dones recibidos comunicándolos a cuantos más mejor (J. Aldazábal).
2. Durante dos semanas leeremos en Misa una pequeña selección de los Libros Sapienciales, que nos invitan a una reflexión entre humana y creyente sobre la historia y la vida. Hoy comenzamos con Proverbios, frases breves, atribuidas a Salomón o a otros sabios y Profetas, dirigidas a orientar nuestra conducta.
-“Hijo mío, no niegues un favor a quien es debido, si en tu mano está el hacérselo. No digas a tu prójimo «vete, te daré mañana» si tienes algo para darle”. En Oriente y en África, se viven mejor estos valores de hospitalidad: ¡Si tienen, dan! La solidaridad es profunda, pertenece al centro de la fe cristiana. Señor, ayúdanos a ver en los necesitados tu presencia... a que pongamos en práctica estas actitudes tan humanas. No solamente, ni ante todo importa "dar limosna", sino estar en continua disponibilidad para los demás: dar, equivale a darse, es decir, a servir.
-“No te querelles sin motivo contra nadie, que no te ha hecho ningún mal. No envidies al hombre violento, ni elijas ninguno de sus caminos”. La vida cotidiana es donde nos espera Dios. Ser un hombre de "paz", de "perdón", de "reconciliación": el evangelio está cerca... es Jesús quien está ahí…
-“Porque el Señor abomina a los perversos, pero abre su intimidad a los hombres que obran con rectitud”. Todavía no se había hecho mención de "Dios" en ese texto, todo se refería a comportamientos humanos. Pero: ¡ahí está! Ya estaba. Ayúdanos Señor, a tomarnos en serio nuestra sencilla vida humana (Noel Quesson).
San Maximiliano María Kolbe, hablando de esa importancia del momento, decía: “Vive siempre el hoy que tienes en tus manos  como si fuera el último día de tu vida. Mira que para ti el mañana es muy inseguro, y  acaso no llegue a ser ‘hoy, y el ‘ayer’ no te pertenece. Feneció. Ya pasó. Solamente el ‘hoy’ es tuyo. Aprovéchalo”.
Esto lo ponemos en relación con que “al que tiene se le dará”, del Evangelio de hoy. Concédeme, Señor, que este ‘hoy’ lo llene de vida, de gracia, de merecimiento; que no lo tenga ‘vacío’ de amor, justicia, gratuidad, solicitud, compasión... Que hoy vuelva  de mi destierro como el pueblo de Israel, y comience a construir mi templo y a escribir mi libro  de vida, para responder a tu amor con fidelidad.
3. Quisiera ser de los que el salmista elogia, y dan luz: “el que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará”… y “el justo habitará en tu monte santo, Señor”.
Llucià Pou Sabaté
San Jenaro, obispo y mártir

 San Jenaro, patrón de Nápoles, es famoso por el milagro que generalmente ocurre cada año desde hace siglos, el día de su fiesta, el 19 de septiembre. Su sangre, se licua ante la presencia de todos los testigos que deseen asistir.  (Mas sobre este milagro en la segunda parte de esta página)
Nápoles y Benevento (donde fue obispo) se disputan el nacimiento de San Jenaro y Benevento.
Durante la persecución de Diocleciano, fueron detenidos en Pozzuoli, por orden del gobernador de Campania, Sosso, diácono de Miseno, Próculo, diácono de Pozzuoli, y los laicos Euticio y Acucio. El delito era haber públicamente confesado su fe.
Cuando San Jenaro tuvo noticias de que su amigo Sosso y sus compañeros habían caído en manos de los perseguidores, decidió ir a visitarlos y a darles consuelo y aliento en la prisión. Como era de esperarse, sus visitas no pasaron inadvertidas y los carceleros dieron cuenta a sus superiores de que un hombre de Benevento iba con frecuencia a hablar con los cristianos. El gobernador mandó que le aprehendieran y lo llevaran a su presencia.  El obispo Jenaro, Festo, su diácono y Desiderio, un lector de su iglesia, fueron detenidos dos días más tarde y conducidos a Nola, donde se hallaba el gobernador.
Los tres soportaron con entereza los interrogatorios y las torturas a que fueron sometidos. Poco tiempo después el gobernador se trasladó a Pozzuoli y los tres confesores, cargados con pesadas cadenas, fueron forzados a caminar delante de su carro.   En Pozzuoli fueron arrojados a la misma prisión en que se hallaban sus cuatro amigos. Estos últimos habían sido echados a las fieras un día antes de la llegada de San Jenaro y sus dos compañeros, pero las bestias no los atacaron. Condenaron entonces a todo el grupo a ser echados a las fieras. Los siete condenados fueron conducidos a la arena del anfiteatro y, para decepción del público, las fieras hambrientas y provocadas no hicieron otra cosa que rugir mansamente, sin acercarse siquiera a sus presuntas víctimas.
El pueblo, arrastrado y cegado por las pasiones que se alimentan de la violencia, imputó a la magia la mansedumbre de las fieras ante los cristianos y a gritos pedía que los mataran. Ahí mismo los siete confesores fueron condenados a morir decapitados. La sentencia se ejecutó cerca de Pozzuoli, y en el mismo sitio fueron enterrados.
Los cristianos de Nápoles obtuvieron las reliquias de San Jenaro que, en el siglo quinto, fueron trasladadas desde la pequeña iglesia de San Jenaro, vecina a la Solfatara, donde se hallaban sepultadas. Durante las guerras de los normandos, los restos del santo fueron llevados a Benevento y, poco después, al monasterio del Monte Vergine, pero en 1497, se trasladaron con toda solemnidad a Nápoles que, desde entonces, honra y venera a San Jenaro como su patrono principal.
Muchos se cuestionan la autenticidad de los hechos arriba mencionados y de la misma reliquia porque no hay registros sobre el culto a San Jenaro anteriores al año 431.   Pero es significante que ya en esa época el sacerdote Uranio relata sobre el obispo Jenaro en términos que indican claramente que le consideraba como a un santo reconocido. Los frescos pintados en el siglo quinto en la "catacumba de san Jenaro", en Nápoles, lo representan con una aureola. En los calendarios más antiguos del oriente y el occidente figura su nombre.
El milagro continúa
Mientras que muchos se cuestionan sobre la historicidad de San Jenaro, nadie se puede explicar el milagro que ocurre con la reliquia del santo que se conserva en la Capilla del Tesoro de la Iglesia Catedral de Nápoles, Italia. Se trata de un suceso maravilloso que ocurre periódicamente desde hace cuatrocientos años. La sangre del santo experimenta la licuefacción (se hace líquida). Ocurre cada año en tres ocasiones relacionadas con el santo: la traslación de los restos a Nápoles, (el sábado anterior al primer domingo de Mayo); la fiesta del santo (19 de septiembre) y el aniversario de su intervención para evitar los efectos de una erupción del Vesubio en 1631 (16 de diciembre)
El día señalado, un sacerdote expone la famosa reliquia sobre el altar, frente a la urna que contiene la cabeza de san Jenaro. La reliquia es una masa sólida de color oscuro que llena hasta la mitad un recipiente de cristal sostenido por un relicario de metal. Los fieles llenan la iglesia en esas fechas. Es de notar entre ellos un grupo de mujeres pobres conocidas como zie di San Gennaro (tías de San Jenaro). En un lapso de tiempo que varía por lo general entre los dos minutos y una hora, el sacerdote agita el relicario, lo vuelve cabeza abajo y la masa que era negra, sólida, seca y que se adhería al fondo del frasco, se desprende y se mueve, se torna líquida y adquiere un color rojizo, a veces burbujea y siempre aumenta de volumen.  Todo ocurre a la vista de los visitantes. Algunos de ellos pueden observar el milagro a menos de un metro de distancia. Entonces el sacerdote anuncia con toda solemnidad: "¡Ha ocurrido el milagro!", se agita un pañuelo blanco desde el altar y se canta el Te Deum. Entonces la reliquia es venerada por el clero y la congregación.
El 5 de mayo del 2008, reporteros de 20 canales de TV, entre ellos CNN estaban presentes en la catedral cuando ocurrió el milagro.
El milagro ha sido minuciosamente examinado por personas de opiniones opuestas. Se han ofrecido muchas explicaciones, pero en base a las rigurosas investigaciones, se puede afirmar que no se trata de ningún truco y que tampoco hay, hasta ahora, alguna explicación racional satisfactoria. En la actualidad ningún investigador honesto se atreve a decir que no sucede lo que de hecho ocurre a la vista de todos. Sin embargo, antes de que un milagro sea reconocido con absoluta certeza, deben agotarse todas las explicaciones naturales, y todas las interrogantes deben tener su respuesta. Por eso la Iglesia favorece la investigación.
Fruto de las investigaciones.
Entre los elementos positivamente ciertos en relación con esta reliquia, figuran los siguientes:
1 -La sustancia oscura que se dice es la sangre de San Jenaro (la que, desde hace más de 300 años permanece herméticamente encerrada dentro del recipiente de cristal que está sujeta y sellada por el armazón metálico del relicario) no ocupa siempre el mismo volumen dentro del recipiente que la contiene. Algunas veces, la masa dura y negra ha llenado casi por completo el recipiente y, en otras ocasiones, ha dejado vacío un espacio equivalente a más de una tercera parte de su tamaño.
2 -Al mismo tiempo que se produce esta variación en el volumen, se registra una variante en el peso que, en los últimos años, ha sido verificada en una balanza rigurosamente precisa. Entre el peso máximo y el mínimo se ha llegado a registrar una diferencia de hasta 27 gramos.
3 -El tiempo más o menos rápido en que se produce la licuefacción, no parece estar vinculado con la temperatura ambiente. Hubo ocasiones en que la atmósfera tenía una temperatura media de más de 30º centígrados y transcurrieron dos horas antes de que se observaran signos de licuefacción. Por otra parte, en temperaturas mas bajas, de 5º a 8º centígrados, la completa licuefacción se produjo en un lapso de 10 a 15 minutos.
4 -No siempre tiene lugar la licuefacción de la misma manera. Se han registrado casos en que el contenido líquido burbujea, se agita y adquiere un color carmesí muy vivo, en otras oportunidades, su color es opaco y su consistencia pastosa.
Aunque no se ha podido descubrir razón natural para el fenómeno, la Iglesia no descarta que pueda haberlo.  La Iglesia no se opone a la investigación porque busca la verdad.  La fe católica enseña que Dios es todopoderoso y que todo cuanto existe es fruto de su creación.  Pero la Iglesia es cuidadosa en determinar si un particular fenómeno es, en efecto, de origen sobrenatural . 
La Iglesia pide prudencia para no asentir ni rechazar prematuramente los fenómenos. Reconoce la competencia de la ciencia para hacer investigación en la búsqueda de la verdad, cuenta con el conocimiento de los expertos.
Una vez que la investigación establece la certeza de un milagro fuera de toda duda posible, da motivo para animar nuestra fe e invitarnos a la alabanza.  En el caso de los santos, el milagro también tiene por fin exaltar la gloria de Dios que nos da pruebas de su elección y las maravillas que El hace en los humildes.
El Cardenal Crescenzio Sepe de Nápoles anunció que en el 2009 un grupo de científicos investigará la milagrosa reliquia.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Domingo semana 25 de tiempo ordinario; ciclo C

Domingo de la semana 25 de tiempo ordinario; ciclo C

Amar a Dios nos llena de libertad y alegría al darnos a los demás. En cambio, la codicia nos empobrece, es egoísmo y autodestrucción
«Decía también a los discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador, al que acusaron ante el amo de malversar la hacienda. Le llamó y le dijo: "¿Qué es esto que oigo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando". Y dijo para sí el administrador: "¿Qué haré, puesto que mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo: mendigar, me avergüenza. Ya sé lo que haré para que me reciban en sus casas cuando sea retirado de la administración". Y, convocando uno a uno a los deudores de su amo, dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?". El respondió: "Cien medidas de aceite". Y le dijo. "Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta". Después dijo a otro: "¿Tu, cuánto debes?". El respondió: "Cien cargas de trigo". Y le dijo: "Toma tu recibo y escribe ochenta". El dueño alabó al administrador infiel por haber actuado sagazmente; porque los hijos de este mundo son más sagaces en lo suyo que los hijos de la luz.
Y yo os digo: «Haceos amigos con las riquezas injustas, para que, cuando falten, os reciban en las moradas eternas. 
Quien es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho; y quien es injusto en lo poco también es injusto en lo mucho. 
Por tanto, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo vuestro? 
Ningún criado puede servir a dos señores, pues odiará a uno y amará al otro, o preferirá a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero» (Lucas 16, 1-13).
1. Jesús, en esta parábola alabas la habilidad del administrador sinvergüenza que adora a "mammon" (palabra de origen fenicio, que ha sido traducida por "dinero", pero que en realidad es la esclavitud de la riqueza que adquiere un poder que envilece al hombre). Sólo la obediencia a Dios es compatible con la verdadera libertad del hombre (Eucaristía 1971).
El judaísmo veía en las riquezas la bendición de Dios. Jesús viene a explicar lo auténticamente humano, y de ahí podemos sacar ideas para la solidaridad, que es hoy más posible que nunca y más necesaria que nunca. Parece que la agudeza mental sea solo para sacar provecho, y no para que aproveche a los demás. Es una pena que ese apegamiento al dinero destruya la naturaleza y sobre todo al corazón del hombre, dándole una pobreza interior donde la mentira sustituye a la verdad cuando conviene, el com-petir sustituye al com-partir.
«Los hijos de este mundo son más sagaces que los hijos de la luz». El administrador del evangelio, que ha derrochado los bienes de su rico señor y al que éste le pide cuentas de su gestión, elige la estafa como salida «astuta» a su comprometida situación. Para él ésa es la forma de salir del atolladero en el último momento. Su calculada astucia consiste en que, cuando se produzca el despido anunciado, espera encontrar acogida en casa de los deudores a los que ha perdonado parte de lo que éstos debían a su amo. Cristo no alaba la estafa, sino la astucia que vemos en el ámbito mundano que podría usarse para el bien: basta pensar en los usos de la economía mundial. Los cristianos deberían tomar alguna precaución para que en su día los «reciban en las moradas eternas», al menos dar limosna, repartir su dinero entre los necesitados, en vez de esperar como holgazanes a que llegue el juicio y se produzca el eventual despido (H. von Balthasar).
"No podéis servir a Dios y al dinero". Jesús nos coloca ante el dilema de elegir entre el servicio a Dios y el servicio al dinero. Pues Dios y el dinero son irreconciliables. Servir a Dios no es simplemente dar culto a Dios, es decir, ir a Misa los domingos, bautizar a los niños, casarse por la Iglesia, enterrar a los muertos, etc. Servir a Dios es servir a los hombres, es comprometerse con la causa de aquél que vino a liberarnos del pecado y de todas sus consecuencias. Y a Dios hay que servirlo, por lo menos, con la misma fuerza, la misma diligencia y hasta la misma sagacidad con la que sirven al dinero cuantos explotan a los hombres. No nos dejemos engañar (Eucaristía 1974).
Jesús, ayúdame a vivir como nos pides: “quien dé a uno de mis discípulos un vaso de agua fría sólo por ser mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa” (Mt 10,42). Debemos socorrer en esta tierra a los necesitados para que se cumpla en nosotros lo que está escrito:Dichosos los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia (Mt 5,7). La solidaridad es parte de la justicia: "No le das al pobre de lo tuyo, sino que le devuelves lo que es suyo".
2. «Compráis por dinero al pobre». En la primera lectura se aborda el tema del «Mamón injusto» -como en el evangelio- de una manera que toda la injusticia se sitúa no en el dinero mismo, sino en el uso que los opresores hacen de él. No se trata sólo de ciertas manipulaciones sin escrúpulos en la vida económica («disminuís la medida, aumentáis el precio»), sino del fraude manifiesto («usáis balanzas con trampa»), y esto unido a una valoración del pobre como pura mercancía («compráis al mísero por un par de sandalias»). Todo esto es un atentado contra el mismo centro de la alianza con Dios, que no sólo condena la mentira y el robo, sino que exige amar al prójimo como uno se ama a sí mismo. En el pensamiento del mundo de fuera de la alianza muchos de estos hábitos pueden ser considerados «normales», aunque también en él los hombres de Estado se hayan preocupado siempre de promover la justicia para todos (von Balthasar).
Los explotadores dicen: "¿Cuándo pasará la luna nueva para vender el trigo y el sábado para ofrecer el grano?" El descanso del sábado se puso con una “marcada intención social: "Seis días trabajarás y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo a Yahvé; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva... para que descanse tu siervo y tu sierva como tú" (Dt 5,13ss.). Los explotadores lo ven como un freno a su ambición egoísta. Para ellos, era tiempo perdido. Hoy tenemos una legislación laboral mejor que nunca, y un tiempo libre para disfrutar… logros que un día parecieron imposibles. Pero siempre aparece la manipulación de los explotadores, astutos, y saben incluso integrar la explotación dentro del espacio conquistado para la libertad. El ocio aparece así ligado al consumo y en lugar de ser libres estamos “entre-tenidos”: tenidos entre cosas. Recemos por esos, que al vivir para el dinero no viven: El que adora el dinero, está siempre inquieto: «La abundancia de riquezas no sólo no sacia la ambición del rico, sino que la aumenta, como sucede con el fuego que se fomenta más cuando encuentra mayores elementos que devorar. Por otra parte, los males que parecen propios de la pobreza son comunes a las riquezas, mientras que los de las riquezas son propios exclusivamente de ellas» (San Juan Crisóstomo).
El Concilio señala: "Aunque hay que distinguir cuidadosamente el progreso terreno del crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en la medida en que puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa mucho al reino de Dios" (GS, 39).
El salmo es el primero de los himnos de Hallel egipcio, cantado en la comida de Pascua, y en las grandes solemnidades de Israel: “los justos se alegran y cantan ante la faz de Dios, y saltan de alegría” Dios es "grande", Altísimo... El mira y ama a los "humildes"... Para comprender este salmo en su plenitud, recordemos los trasfondos bíblicos: este "débil", este "pobre" levantado del polvo (¡del "estiércol"! en el texto hebreo), es colectivamente el pueblo de Israel, liberado por Dios de la esclavitud de Egipto, mediante la Pascua, para luego hacerlo un pueblo real, de príncipes: “cantad a Dios… que cabalga en las nubes”, dice haciendo referencia a la nube que albergaba su presencia. Exalta el salmo la liberación de la esclavitud del faraón y la tierra prometida.
 “Padre de los huérfanos y tutor de las viudas es Dios en su santa morada. Dios da a los desvalidos el cobijo de una casa... Tu grey halló una morada, aquella que en tu bondad, oh Dios, al desdichado preparabas”. Así, la mujer estéril, Sara, fue madre de todos los pueblos "numerosos como las arenas del mar y las estrellas del cielo"... Ana, la mujer estéril, fue feliz madre de Samuel...
El Señor «se eleva sobre todos los pueblos», «se eleva en su trono» y «se abaja», pues «su gloria está sobre los cielos». “Dios se inclina, por tanto, ante los necesitados y los que sufren para consolarles. Y esta expresión encuentra su significado último, su máximo realismo en el momento en el que Dios se inclina hasta el punto de encarnarse, de hacerse como uno de nosotros, como uno de los pobres del mundo. Al pobre le confiere el honor más grande, el de «sentarlo con los príncipes»; sí entre «los príncipes de su pueblo». A la mujer sola y estéril, humillada por la antigua sociedad como si fuera una rama seca e inútil, Dios le da el honor y la gran alegría de tener muchos hijos. Por tanto, el salmista alaba a un Dios sumamente diferente de nosotros en su grandeza, pero al mismo tiempo muy cercano a sus criaturas que sufren” (Benedicto XVI).
Jesús es la Encarnación de ese Dios que se agacha para atendernos paternalmente, rezó sabiendo que en Él se cumplían plenamente esas palabras. La Virgen María canta ese amor: "alaba el nombre santísimo"... Ella canta al Dios que "engrandece a los pobres"... Ella es por excelencia la mujer dichosa a quien Dios da una posteridad inesperada, ya que es virgen, y por ello las "generaciones la llamarán bienaventurada".
3. "Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos" (1 Tm 2,5). “En esta expresión  (…) está contenida la verdad central de la fe cristiana. "Dios es uno", Señor de cielo y tierra, omnipotente y misericordioso. "Uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús". Es el único mediador de salvación, que se realiza en la pobreza: "Siendo rico, por vosotros se hizo pobre, a fin de que os enriquecierais con su pobreza" (2 Co 8,9, citado en el Aleluya).
“La vida de Jesús fue coherente con el designio salvífico del Padre, "que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tm 2,4). Él testimonió con fidelidad esta voluntad, ofreciéndose "en rescate por todos" (1 Tm 2, 6). Al entregarse totalmente por amor, nos consiguió la amistad con Dios, perdida a causa del pecado. También a nosotros nos recomienda esta "lógica del amor", pidiéndonos que la apliquemos sobre todo mediante la generosidad hacia los necesitados. Es una lógica que puede unir a cristianos y musulmanes, comprometiéndolos a construir juntos la "civilización del amor". Es una lógica que supera cualquier astucia de este mundo y nos permite granjearnos amigos verdaderos, que nos acojan "en las moradas eternas" (cf. Lc 16, 9), en la "patria" del cielo” (Juan Pablo II).
La gloria de Dios brilla en la pequeñez del hombre. Yo tengo que desaparecer para que tú aparezcas, Señor: mientras yo esté lleno de mi propia importancia, no haré más que poner obstáculos a tu poder. El día en que yo no sea nada, tú lo harás todo. Yo he de disminuir para que tú crezcas, como dijo alguien que preparaba tus caminos. Que yo me gloríe en mi debilidad, para que la plenitud de tu poder se ejerza en mí (Carlos G. Vallés).


Llucià Pou Sabaté

viernes, 16 de septiembre de 2016

Sábado de la semana 24 de tiempo ordinario; año par

Sábado de la semana 24 de tiempo ordinario; año par

Hemos de procurar guardar la palabra de Dios en el corazón, que nuestro corazón sea la tierra buena que dé fruto perseverando.
“En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: -«Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.» Dicho esto, exclamó: -«El que tenga oídos para oír, que oiga.» Entonces le preguntaron los discípulos: -«¿Qué significa esa parábola?» Él les respondió: -«A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando» (Lucas 8,4-15).
1. Jesús, hoy cuentas la parábola del sembrador, y también la explicas: la homilía la haces tú. Es la manera de responder las distintas personas respecto a la palabra que oyen.
-“Salió el sembrador a sembrar. Una parte del grano cayó: - en la vereda, lo pisaron y los pájaros se lo comieron... - en la roca y al brotar se secó por falta de humedad... - entre zarzas y éstas, brotando al mismo tiempo lo ahogaron”... Una siembra con desperdicio aparente. No les gustaría a los que esperaban que un mesías aparecería con manifestación brillante y rápida de Dios, que tú, Jesús, nos hagas ver que el "Reino de Dios" va progresando penosamente en medio de un montón de dificultades... ¡Mucha paciencia es necesaria!
-“Otra parte cayó en tierra buena, brotó y dio el ciento por uno”. Otros evangelios nos hablan de distintos porcentajes: treinta por uno... sesenta por uno... ciento por uno... Lucas pone el rendimiento más elevado. ¡Cada grano de trigo produce otros cien! El Reino de Dios pasa de “muy poco” al “todo”...
-“Quien tenga oídos para oír, ¡que oiga!” Jesús, nos invitas a estar atentos. Te pido que agudices nuestras facultades de atención, de recogimiento, para poder oír.
"-A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan". Los caminos de Dios son misteriosos, y por un lado la Palabra de Dios es poderosa, tiene fuerza interior. Pero su fruto depende también de nosotros, porque Dios respeta nuestra libertad, y respeta también unos tiempos (J. Aldazábal).
¿Por qué no se hace más evidente la Palabra? Es un misterio… Pascal decía: "Hay claridad suficiente para alumbrar a los elegidos, y bastante oscuridad para humillarlos. Hay suficiente oscuridad para cegar a los réprobos, y bastante claridad para condenarlos y hacerlos inexcusables." "Si hay un Dios, es infinitamente incomprensible... Somos pues incapaces de conocer quién es Él, ni si Él es". "¿Quién censurará a los cristianos no poder dar razón de su creencia, ellos que profesan una religión de la que no pueden dar razón? Si la dieran, no serían consecuentes; y es siendo faltados de prueba que no son faltados de sentido". ¡El mismo Jesús no ha querido convencer "a la fuerza"!
“Me aparecen dudas sobre lo que antes creía”, me decía una persona, hablando de que le costaban ciertas prácticas de piedad, modos de vivir la fe. Le respondí que muchas cosas como las que me hablaba son medios para estar cerca de Dios, pero no el fin que es esa unión.Pueden aparecer dudas y entonces hay que profundizar en la verdad, y escoger la verdad sin miedo antes que nuestras creencias, pues la Verdad es Dios.
-“Lo que cae en buena tierra, son los que, después de haber oído la Palabra, la conservan con corazón bueno y recto, y dan fruto con su perseverancia”. El Reino de Dios no es un "destello" estrepitoso y súbito: viene a través de la humildad del día a día (Noel Quesson).
Como en las labores de campo, hay tierras mejores que otras: a) El camino es tierra dura y crece ahí poca semilla, el corazón también puede estar duro por ideologías que son contrarias al Reino.
b) En el terreno rocoso hay también poca tierra fértil, no profundiza la semilla como en algunos corazones que no se comprometen, inconstantes.
c) Luego están los márgenes húmedos repletos de zarzas, que aprisionan la palabra, como el dinero y el poder y los placeres, a veces es esto que llamamos “sociedad de consumo” o “Estado del bienestar” lo que nos hace estar mal porque no fomenta más que el egoísmo, y la felicidad viene por la generosidad. “Abrasemos las espinas, pues son ellas las que ahogan la palabra divina. Bien lo saben los ricos, que no sólo son inútiles para la tierra. Sino también para el cielo (…) De dos fuentes nace el daño para su espíritu: de la vida de placer y de las preocupaciones. Cualquiera de las dos, por sí misma, basta para hundir el esquife del alma. Considerad, pues qué naufragio les espera cuando concurren las dos juntas. Y no os maravilléis de que el Señor llamara espinas a los placeres. Si no los reconocéis como tales, es que estáis embrigados por la pasión; los que están sanos saben muy bien que el placer punza más que una espina” (S. Juan Crisóstomo).
d) Por fin la tierra fértil. Son los oyentes que, «al escuchar el mensaje, lo van guardando en un corazón noble y bueno». El fruto del reino no es instantáneo, sino que requiere constancia. Ni se trata de un fruto estacional, sino que «van dando fruto con su firmeza». Es toda una vida al servicio de los demás. Todos tenemos una parcela de 'tierra fértil/buena'. Es la lucha, como dice el Catecismo (1810): “Las virtudes humanas adquiridas mediante la educación, mediante actos deliberados, y una perseverancia, reanudada siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas”.
Dios espera de nosotros un corazón bueno y bien dispuesto, que nos haga dar fruto por nuestra constancia. Ya en una ocasión el Señor nos había anunciado: Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié.
2. Pablo inicia una controversia: -«¿Cómo resucitarán los muertos?» No se trata tanto del "hecho" de la resurrección, como de la manera, el como. Para contestar a sus objetores Pablo usará tres tipos de argumentos:
-“¡Insensato! Lo que siembras no revive sin morir primero. No siembras la planta, sino un simple grano”. El efecto de la semilla es «signo» del poder divino, y un anuncio de la resurrección: millones de granos vivos se pudren en la tierra y parecen morir en el frío húmedo del invierno... pero la primavera y el verano se preparan en ellos. Jesús, tú utilizaste esa imagen del «grano que muere» para expresar el conocimiento que tenías de tu muerte y de tu supervivencia. Decías también: «ved que ya salen los brotes, la primavera y el verano están viniendo». Sí, ¡lo creo!, ¡lo espero! ¡Ven!
-“Se siembra un ser perecedero... Lo que crece es imperecedero. Se siembra un ser despreciable... Lo que crece es vigoroso. Se siembra un cuerpo humano... y crece un cuerpo espiritual”. La comparación de la simiente prosigue: lo que crece es diferente de lo sembrado. No crece otro grano de trigo sino un tallo verde... No una bellota sino un roble. No llegamos a imaginar lo que es un cuerpo resucitado. Nos parece que es nuestro cuerpo que tenemos ahora y de la misma forma, pero san Pablo nos dice que será espiritualizado.
Lo feo será hermoso; lo débil, fuerte; el «pecado» en nosotros será por fin santificado, como deseamos. Pero, de hecho, ¿deseamos todo esto? ¿Nos basta quizá la vida terrestre? ¿Somos hombres de deseo? ¿Cuál es nuestra ambición? ¿Vamos trabajando para esta resurrección que viene, en nosotros y a nuestro alrededor?
-“Hecho de barro, Adán, el primer hombre, viene de la tierra, tiene un cuerpo humano. El segundo hombre, Cristo, venido del cielo, tiene un cuerpo espiritual”. («Psíquico» en griego... psyjé significa «alma»). («Neumático» en griego... neuma significa «espíritu»; Noel Quesson).
3. Con el salmo quiero ofrecerte este propósito, Señor: "Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida." Quiero confiar en ti, y estar tranquilo con esta esperanza: “que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, / y así sabré que eres mi Dios. / En Dios, cuya promesa alabo, / en el Señor, cuya promesa alabo, / en Dios confío y no temo; / ¿qué podrá hacerme un hombre?”
Por intercesión de santa María, quiero darte gracias, Señor, “porque libraste mi alma de la muerte, / mis pies de la caída; / para que camine en presencia de Dios / a la luz de la vida”.
Llucià Pou Sabaté
San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia

BENEDICTO XVI - AUDIENCIA GENERAL
Sala Pablo VI - Miércoles 23 de febrero de 2011
Queridos hermanos y hermanas:
San Roberto Belarmino, del cual deseo hablaros hoy, nos lleva con la memoria al tiempo de la dolorosa escisión de la cristiandad occidental, cuando una grave crisis política y religiosa provocó la separación de naciones enteras de la Sede apostólica.
Nació el 4 de octubre de 1542 en Montepulciano, cerca de Siena. Era sobrino, por parte de madre, del Papa Marcelo II. Recibió una excelente formación humanística antes de entrar en la Compañía de Jesús el 20 de septiembre de 1560. Los estudios de filosofía y teología, que realizó entre el Colegio Romano, Padua y Lovaina, centrados en santo Tomás y en los Padres de la Iglesia, fueron decisivos para su orientación teológica. Ordenado sacerdote el 25 de marzo de 1570, fue durante algunos años profesor de teología en Lovaina. Sucesivamente, llamado a Roma como profesor en el Colegio Romano, se le encomendó la cátedra de «Apologética»; durante la década en la que ocupó ese cargo (1576 – 1586) elaboró un curso de lecciones que confluyeron después en las Controversiae, obra que en seguida se hizo célebre por la claridad y la riqueza de contenidos y por su corte predominantemente histórico. Hacía poco que se había concluido el concilio de Trento y la Iglesia católica necesitaba afianzar y confirmar su identidad, también respecto a la Reforma protestante. La acción de Belarmino se insertó en este contexto. De 1588 a 1594 fue primero padre espiritual de los estudiantes jesuitas del Colegio Romano, entre los cuales encontró y dirigió a san Luis Gonzaga, y después superior religioso. El Papa Clemente VIII lo nombró teólogo pontificio, consultor del Santo Oficio y rector del Colegio de los Penitenciarios de la basílica de San Pedro. Al bienio 1597–1598 se remonta su catecismo, Doctrina cristiana breve, que fue su trabajo más popular.
El 3 de marzo de 1599 fue creado cardenal por el Papa Clemente VIII y, el 18 de marzo de 1602, fue nombrado arzobispo de Capua. Recibió la ordenación episcopal el 21 de abril del mismo año. En los tres años en los que fue obispo diocesano, se distinguió por el celo de predicador en su catedral, por la visita que realizaba semanalmente a las parroquias, por los tres Sínodos diocesanos y un Concilio provincial que organizó. Después de participar en los cónclaves que eligieron Papas a León XI y Pablo V, fue llamado a Roma, donde fue miembro de las Congregaciones del Santo Oficio, del Índice, de los Ritos, de los Obispos y de la Propagación de la Fe. Asimismo, desempeñó encargos diplomáticos, ante la República de Venecia y ante Inglaterra, en defensa de los derechos de la Sede apostólica. En sus últimos años compuso varios libros de espiritualidad, en los que condensó el fruto de sus ejercicios espirituales anuales. De su lectura el pueblo cristiano obtiene todavía hoy gran edificación. Murió en Roma el 17 de septiembre de 1621. El Papa Pío XI lo beatificó en 1923, lo canonizó en 1930 y lo proclamó doctor de la Iglesia en 1931.
San Roberto Belarmino desempeñó un papel importante en la Iglesia de las últimas décadas del siglo XVI y de las primeras del siglo sucesivo. Sus Controversiae constituyen un punto de referencia todavía válido para la eclesiología católica sobre las cuestiones acerca de la Revelación, la naturaleza de la Iglesia, los sacramentos y la antropología teológica. En ellas aparece acentuado el aspecto institucional de la Iglesia, con motivo de los errores que entonces circulaban sobre esas cuestiones. Sin embargo, Belarmino aclaró también los aspectos invisibles de la Iglesia como Cuerpo místico y los ilustró con la analogía del cuerpo y del alma, a fin de describir la relación entre las riquezas interiores de la Iglesia y los aspectos exteriores que la hacen perceptible. En esta obra monumental, que trata de sistematizar las diversas controversias teológicas de la época, evita todo detalle polémico y agresivo respecto a las ideas de la Reforma, pero, utilizando los argumentos de la razón y de la Tradición de la Iglesia, ilustra de modo claro y eficaz la doctrina católica.
Sin embargo, su herencia está en el modo como concibió su trabajo. Las gravosas funciones de gobierno no le impidieron, de hecho, aspirar diariamente a la santidad con la fidelidad a las exigencias de su estado de religioso, sacerdote y obispo. De esta fidelidad deriva su compromiso en la predicación. Al ser, como sacerdote y obispo, ante todo un pastor de almas, sintió el deber de predicar asiduamente. Son centenares los sermones —las homilías— que pronunció en Flandes, en Roma, en Nápoles y en Capua con ocasión de las celebraciones litúrgicas. No menos abundantes son sus expositiones y sus explanationes a los párrocos, a las religiosas, a los estudiantes del Colegio Romano, que con frecuencia tienen por objeto la Sagrada Escritura, especialmente las cartas de san Pablo. Su predicación y sus catequesis presentan el mismo carácter de esencialidad que había aprendido de la educación ignaciana, toda ella dirigida a concentrar las fuerzas del alma en el Señor Jesús intensamente conocido, amado e imitado.
En los escritos de este hombre de gobierno se percibe con mucha claridad, aun en la discreción detrás de la cual oculta sus sentimientos, la primacía que asigna a las enseñanzas de Cristo. San Roberto Belarmino ofrece así un modelo de oración, alma de toda actividad: una oración que escucha la Palabra del Señor, que se sacia contemplando su grandeza, que no se repliega en sí misma, sino que se alegra de abandonarse a Dios. Un signo distintivo de la espiritualidad de Belarmino es la percepción viva y personal de la inmensa bondad de Dios, por lo que nuestro santo se sentía realmente hijo amado por Dios y era fuente de gran alegría recogerse, con serenidad y sencillez, en oración, en contemplación de Dios. En su libro De ascensione mentis in Deum —Elevación de la mente a Dios— compuesto según el esquema del Itinerarium de san Buenaventura, exclama: «Oh alma, tu modelo es Dios, belleza infinita, luz sin sombras, esplendor que supera el de la luna y el sol. Levanta los ojos a Dios, en el cual se encuentran los arquetipos de todas las cosas, y del cual, como de una fuente de infinita fecundidad, deriva esta variedad casi infinita de las cosas. Por tanto, debes concluir: quien encuentra a Dios lo encuentra todo, quien pierde a Dios lo pierde todo».
En este texto se escucha el eco de la célebre contemplatio ad amorem obtinendum —contemplación para alcanzar amor— de los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. Belarmino, que vive en la fastuosa y a menudo malsana sociedad de finales del siglo XVI y comienzos del XVII, saca de esta contemplación aplicaciones prácticas y proyecta la situación de la Iglesia de su tiempo con profundo sentido pastoral. En el libro De arte bene moriendi —el arte de morir bien— por ejemplo, indica como norma segura de vivir bien, y también de morir bien, meditar con frecuencia y seriamente que habrá que dar cuentas a Dios de las propias acciones y del propio modo de vivir, y tratar de no acumular riquezas en esta tierra, sino de vivir con sencillez y con caridad para acumular bienes en el cielo. En el libro De gemitu columbae —el gemido de la paloma, donde la paloma representa a la Iglesia— llama con fuerza al clero y a todos los fieles a una reforma personal y concreta de la propia vida siguiendo lo que enseñan la Escritura y los santos, entre los cuales cita en particular a san Gregorio Nacianceno, san Juan Crisóstomo, san Jerónimo y san Agustín, así como a los grandes fundadores de Órdenes religiosas como san Benito, santo Domingo y san Francisco. Belarmino enseña con gran claridad y con el ejemplo de su vida que no puede haber auténtica reforma de la Iglesia si antes no tiene lugar nuestra reforma personal y la conversión de nuestro corazón.
De los Ejercicios espirituales de san Ignacio, Roberto Belarmino sacaba consejos para comunicar de modo profundo, incluso a los más sencillos, las bellezas de los misterios de la fe. Escribe: «Si tienes sabiduría, comprendes que eres creado para la gloria de Dios y para tu eterna salvación. Este es tu fin, este el centro de tu alma, este el tesoro de tu corazón. Por eso, considera auténtico bien para ti lo que te lleva a tu fin, y auténtico mal lo que te impide alcanzarlo. El sabio no debe ni buscar acontecimientos prósperos o adversos, riquezas y pobreza, salud y enfermedad, honores y ultrajes, vida y muerte, ni huir de ellos de por sí. Son buenos y deseables sólo si contribuyen a la gloria de Dios y a tu felicidad eterna; son malos y hay que huir de ellos si la obstaculizan» (De ascensione mentis in Deum, grad. 1).
Obviamente, estas palabras no pasan de moda; deberíamos meditarlas largamente a fin de orientar nuestro camino en esta tierra. Nos recuerdan que el fin de nuestra vida es el Señor, el Dios que se reveló en Jesucristo, en el cual él sigue llamándonos y prometiéndonos la comunión con él. También nos recuerdan la importancia de confiar en el Señor, de darlo todo en una vida fiel al Evangelio, de aceptar e iluminar con la fe y con la oración toda circunstancia y toda acción de nuestra vida, buscando siempre la unión con él. Amén.
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Uno de los más grandes defensores de la Iglesia contra la Reforma protestante, fue Roberto Francisco Rómulo Belarmino.  Roberto nació en 1542 en la ciudad de Montepulciano, en Toscana, de una noble familia venida a menos. Sus padres eran Vicente Belarmino y Cintia Cervi, hermana del Papa Marcelo II.  Desde niño, Roberto dio muestras de una inteligencia superior; conocía a Virgilio de memoria, escribía buenos versos latinos, tocaba el violín y así, pronto empezó a desempeñar un brillante papel en las disputas públicas, con gran admiración de sus conciudadanos.

Decisión por Cristo
Cuando tenía diecisiete años, el rector del colegio de los jesuitas de Montepulciano escribió sobre él en una carta: "Es el mejor de nuestros alumnos y no está lejos del Reino de los Cielos". 
Por ser sobrino de un Pontífice podía esperar obtener muy altos puestos y a ello aspiraba cuando era joven, pero su madre, que era muy piadosa, lo había convencido de que el orgullo y la vanidad son defectos sumamente peligrosos. El cuenta en sus memorias: "De pronto, cuando más deseoso estaba de conseguir cargos honoríficos, me vino de repente a la memoria lo muy rápidamente que se pasan los honores de este mundo y la cuenta que todos vamos a tener que darle a Dios, y me propuse entrar de religioso, pero en una comunidad donde no fuera posible ser elegido obispo ni cardenal. Y esa comunidad era la de los padres jesuitas".  Así lo hizo, aunque le costó la oposición de su padre. El general jesuita hasta le redujo el tiempo de su noviciado y le destinó casi inmediatamente a proseguir los estudios en el Colegio Romano. Fue recibido de jesuita en Roma en 1560.  Quien le iba a decir a San Roberto que Dios tenía destinado a ser cardenal. 
Cambio providencial.  Al principio los sermones de Roberto estaban llenos de frases de autores famosos, y de adornos literarios, para aparecer como muy sabio y literato.  Pero de pronto un día lo enviaron a hacer un sermón, sin haberle anunciado con anticipación, y él sin tiempo para prepararse ni leer, se propuso hacer esa predicación únicamente con frases de la S. Biblia (la cual prácticamente se sabía de memoria) y el éxito fue fulminante.  Aquel día consiguió más conversiones con su sencillo sermoncito bíblico, que las que había obtenido antes con todos sus sermones literarios.  Desde ese día cambió totalmente su modo de predicar: de ahora en adelante solamente predicará con argumentos tomados de la S. Biblia, no buscando aparecer como sabio, sino transformar a los oyentes.  Y su éxito fue asombroso.
Formador
Roberto tuvo que luchar toda la vida contra la mala salud.  Al fin de los tres años de filosofía estaba tan débil, que los superiores le enviaron a tomar los aires natales; el joven religioso aprovechó su estancia en Toscana para instruir a los niños y dar conferencias de retórica y poética latinas.  Un año más tarde, fue trasladado a Mondavi del Piamonte y destinado a dar cursos sobre Cicerón y Demóstenes. Roberto no conocía del griego más que el alfabeto, pero, con su obediencia y energía características, preparaba por la noche la lección de gramática griega que debía impartir al día siguiente. El futuro cardenal se oponía al castigo corporal de los alumnos y jamás lo empleó. Además de ejercer el magisterio, predicaba con frecuencia y el pueblo acudía en masa a sus sermones. Su provincial, el P. Adorno, que le oyó predicar un día, le envió inmediatamente a la Universidad de Padua para que recibiese cuanto antes la ordenación sacerdotal.  Roberto se entregó ahí nuevamente a la predicación y al estudio; pero al poco tiempo, el padre general, San Francisco de Borja, le envió a Lovaina a proseguir sus estudios y a predicar en la Universidad, para contrarrestar las peligrosas doctrinas que esparcía el canciller Miguel Bayo y otros.  En el viaje a Bélgica tuvo por compañero al inglés Guillermo Allen, que sería también, un día, cardenal.  Belarmino pasó siete años en Lovaina. Sus sermones fueron extraordinariamente populares desde el primer día, a pesar de que predicaba en latín y era de tan corta estatura, que subía en un banquillo para sobresalir en el púlpito a fin de que el auditorio pudiese verle y oírle. Pero sus oyentes decían que su rostro brillaba de una manera extraordinaria y que sus palabras eran inspiradas.
Después de recibir la ordenación sacerdotal, en Gante, en 1570, ocupó una cátedra en la Universidad de Lovaina. Fue el primer jesuita a quien se confirió ese honor. Sus cursos sobre la "Summa" de Santo Tomás, en los que exponía brillantemente la doctrina del santo Doctor, le proporcionaban la ocasión de refutar las doctrinas de Bayo sobre la gracia, la libertad y la autoridad pontificia.
No cedió a la tentación de las tácticas mundanas frecuentemente utilizadas en las disputas doctrinales: Los ataques personales, el cinismo, el desprecio, las exageraciones, los insultos.  Ni siquiera mencionaba los nombres de sus adversarios sino que se limitaba elucidar los temas controversiales enseñando la verdad y exponiendo el error.
No obstante el trabajo abrumador que tenía con sus sermones y clases, San Roberto encontró todavía tiempo en Lovaina para aprender el hebreo y estudiar a fondo la Sagrada Escritura y los escritos de los Santos Padres. La gramática hebrea que escribió entonces para ayuda de los estudiantes llegó a ser muy popular.
Las Controversias
Como su salud empezaba a flaquear, los superiores le llamaron nuevamente a Italia. San Carlos Borromeo trató de que le destinasen a Milán, pero fue nombrado en 1576 para ocupar la nueva cátedra de teología apologética "de controversiis", es decir, la defensa de la ortodoxia católica en la Universidad Gregoriana, que en ese tiempo se llamaba Colegio Romano. La apologética era, como lo es hoy día, de gran importancia dado a la cantidad de errores que tienen confundidos al pueblo.
San Roberto trabajó incansablemente en esa cátedra y en la preparación de los cuatro enormes volúmenes de sus "Discusiones sobre los puntos controvertidos", popularmente conocidos como "Las Controversias".  San Roberto en estos libros explica la posición católica ante los errores de los protestantes (luteranos, evangélicos, anglicanos, y otros.). Estos por su parte habían sacado una serie de libros contra los católicos y San Roberto produjo las mejores respuestas. El éxito fue rotundo, teniendo 30 ediciones en 20 años. Los sacerdotes y catequistas de todas las naciones encontraban en ellos los argumentos que necesitaban para la sana enseñanza. San Francisco de Sales utilizaba mucho estos libros de San Roberto.
Tres siglos más tarde, el competente historiador Hefele calificaba esa obra como "la más completa defensa del catolicismo que se ha publicado hasta nuestros días". San Roberto conocía tan a fondo la Biblia, los Santos Padres y los escritos de los herejes, que muchos de sus adversarios no podían creer que sus "Controversias" fuesen la obra de un solo escritor y sostenían que su nombre era el anagrama de un conjunto de sabios jesuitas. 
Las "Controversias" de San Roberto aparecieron en el momento más oportuno, pues los principales reformadores acababan de publicar una serie de volúmenes en los que se proponían demostrar que, desde el punto de vista histórico, el protestantismo era el verdadero representante de la Iglesia de los Apóstoles. Como esos volúmenes habían sido publicados en Magdeburgo y cada tomo correspondía a un siglo, la colección recibió el nombre de "Las Centurias de Magdeburgo".  Baronio refutó dicha obra desde el punto de vista histórico, y Belarmino desde el dogmático.  El éxito de las "Controversias" fue instantáneo: clérigos y laicos, católicos y protestantes leyeron ávidamente los volúmenes.  En Londres la obra fue prohibida, sin embargo un librero declaró: "Este jesuita me ha hecho ganar más dinero que todos los otros teólogos juntos".
 Uno de los más famosos jefes protestantes exclamó al leer uno de sus libros: "Con escritores como éste, estamos perdidos. No hay como responderle".
Diplomacia
En 1589, San Roberto tuvo que interrumpir algún tiempo sus estudios para acompañar al cardenal Cayetano en una embajada diplomática a Francia, desgarrada entonces por la guerra entre Enrique de Navarra y la Liga.  La embajada no produjo ningún resultado; pero sus miembros vivieron la experiencia de ocho meses de sitio en París, donde, según San Roberto Belarmino, "no hicieron nada pero sufrieron mucho".  Al contrario del cardenal Cayetano, quien favorecía a los españoles, San Roberto apoyaba abiertamente la idea de pactar con Enrique de Navarra, con tal de que se convirtiese al catolicismo; pero el Papa Sixto V murió por entonces, poco después del fin del sitio, y los embajadores fueron llamados de nuevo a Roma.
Biblista
Algo más tarde, San Roberto dirigió una comisión a la que el Papa Clemente VIII encargó preparar la publicación de una edición revisada de la Biblia Vulgata. Ya en la época de Sixto V se había preparado una edición, bajo la supervisión del Pontífice; pero la falta de conocimiento de los exegetas y el temor de modificar demasiado el texto corriente, la habían convertido en un trabajo inútil.  La nueva versión, que recibió el "imprimatur" de Clemente VIII, precedida de un prefacio de San Roberto Belarmino, es el texto latino que se usa actualmente.
Maestro de las almas
San Roberto vivía entonces en el Colegio Romano. Como director espiritual de la casa, había estado en estrecho contacto con San Luis Gonzaga, a quien atendió en su lecho de muerte.  El futuro cardenal profesaba tanto cariño al santo joven, que pidió ser enterrado a sus pies, "pues fue una época mi hijo espiritual".
Por entonces empezó para San Roberto la carrera de los honores.  En 1592, fue nombrado rector del Colegio Romano y, en 1594, provincial de Nápoles.
Tres años más tarde, volvió a Roma a trabajar como teólogo de Clemente VIII.  Por expreso deseo del Pontífice escribió sus dos célebres catecismos para gente sencilla.  Su famoso Catecismo Resumido Fue traducido a 55 idiomas y ha tenido mas de 300 ediciones, éxito superado solo por la Santa Biblia y La Imitación de Cristo. Luego redactó el Catecismo Explicado, el cual llegó a las manos de sacerdotes y catequistas en todos los países del mundo. Durante su vida logró ver veinte ediciones seguidas de sus preciosos catecismos.
Un Humilde Cardenal
Dios tiene sus caminos. San Roberto entró en los Jesuitas porque estos tenían un reglamento que prohibía aceptar cargos en la jerarquía. Sin embargo, por obediencia al Sumo Pontífice, muy en contra de sus deseos personales,  llegó a ser el único obispo y cardenal de los jesuitas en ese tiempo. En 1598, Belarmino fue elevado al cardenalato por Clemente VIII, "en premio de su ciencia inigualable".  El santo no abandonó su austeridad. Se alimentaba, como los pobres, de pan y ajo y ni siquiera en invierno había fuego en su casa. En cierta ocasión pagó el rescate de un soldado que había desertado y regalaba a los pobres los tapices de sus departamentos, diciendo: "Las paredes no tienen frío".
Arzobispo de Capua
En 1602, fue inesperadamente nombrado arzobispo de Capua. Cuatro días después de su consagración, partió de Roma a su sede. Aunque fue admirable en todo, tal vez donde más se distinguía era en el ejercicio de las funciones pastorales en su inmensa diócesis. Haciendo a un lado los libros, aquel hombre de estudios, que no tenía ninguna experiencia pastoral, se dedicó a evangelizar a su pueblo con el celo de un joven misionero y a aplicar las reformas decretadas por el Concilio de Trento. Predicaba continuamente, visitaba su diócesis, exhortaba al clero, instruía a los niños, socorría a los necesitados y se ganó el cariño de todos sus hijos.  
Regresa a Roma
San Roberto no pudo permanecer mas que tres años en Capua ya que el recién elegido Papa Paulo V le insistió en que volviese a la Ciudad Eterna. San Roberto renunció a su diócesis y, a partir de entonces, como encargado de la Biblioteca Vaticana y como miembro de casi todas las congregaciones, desempeñó un papel muy importante en todos los asuntos de la Santa Sede.  
Cuando Venecia abrogó arbitrariamente los derechos de la Iglesia y fue castigada con el entredicho, San Roberto fue el gran paladín pontificio en la discusión con el famoso servita veneciano, Fray Pablo Sarpi.  
Otro adversario todavía más importante fue Jaime I de Inglaterra.  El cardenal Belarmino había reprendido a su amigo, el arcipreste Blackwell, por haber prestado el juramento de fidelidad a dicho monarca, ya que en él se negaban los derechos temporales del Papa.  El rey Jaime, que se consideraba como un controversista, intervino en la contienda con dos libros en defensa del juramento, a los que respondió el cardenal Belarmino.  En su primera respuesta, San Roberto empleó el tono ligeramente humorístico que manejaba tan bien. En cambio, en el segundo tratado respondió en forma seria y aplastante a cada una de las objeciones de su adversario.
Aunque defendió abierta y lealmente la supremacía pontificia en lo espiritual, las opiniones de Belarmino sobre la autoridad temporal no agradaban a los extremistas de ninguno de los dos campos.  Como sostenía que la jurisdicción del Papa sobre los reyes era sólo indirecta, perdió el favor de Sixto V; y como sostuvo contra el jurista escocés Barclay que la monarquía no era una institución de derecho divino, su libro De potestate Papae fue quemado públicamente en el parlamento de París.
Casi nombrado Papa.  En la elección del nuevo Sumo Pontífice, el cardenal Belarmino obtuvo 14 votos, la mitad de los votantes. Quizá no lo eligieron por ser Jesuita (los cuales tenían muchos enemigos). El rezaba muy fervorosamente a Dios para que lo librara de semejante cargo.
Amigo de Galileo Galilei
San Roberto era amigo de Galileo Galilei, a quien dedicó uno de sus libros.  En 1616, se le confió la misión de amonestar al gran astrónomo; pero en su amonestación, que Galileo tomó muy bien, se limitó a rogarle que propusiese simplemente como hipótesis las teorías que no estaban todavía probadas. Galileo, sin renunciar a sus investigaciones, habría ganado mucho si se hubiese atenido a ese consejo.
Sería imposible mencionar aquí todas las actividades de San Roberto en sus últimos años. Siguió escribiendo hasta el fin, pero ya no obras de controversia; terminó un comentario de los Salmos y escribió cinco libros espirituales, el último de los cuales se titulaba "Arte de morir".  
Su Testamento
Poco antes de morir escribió en su testamento que lo poco que tenía se repartiera entre los pobres. Lo que dejó no alcanzó sino para costear los gastos del entierro. Pidió que sus funerales fueran de noche (para que no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad. Pero a pesar de que se le obedeció haciéndole los funerales de noche, el gentío fue inmenso y todos estaban convencidos de que estaban asistiendo al entierro de un santo.
Cuando su vida tocaba a su fin, San Roberto obtuvo permiso de retirarse al noviciado de San Andrés, Roma, donde murió a los setenta y siete años, el 17 de diciembre de 1621.  Precisamente en esa fecha se celebraba la fiesta de los estigmas de San Francisco de Asís, que se había introducido a petición suya.  
El proceso de beatificación, que comenzó casi inmediatamente, se prolongó por tres siglos.  Después, en un solo año, en el 1930, San Roberto obtuvo del Papa Pío XI ser beatificado y canonizado santo.  Fue declarado Doctor de la Iglesia en 1931.
San Roberto Belarmino, ruega por nosotros para que con todo el corazón imitemos tu celo por conocer y dar a conocer la verdadera doctrina y salvar almas.

BIBLIOGRAFÍA
Butler; Vida de los Santos
Sálesman, Eliécer; Vidas de Santos #3
Sgarbossa, Mario y Luigi Giovannini; Un Santo Para Cada Día