martes, 26 de noviembre de 2013

Miércoles de la 34ª semana de Tiempo Ordinario (impar).
El Reino de Dios no es de este mundo, pero vencerá al final: “Todos os odiarán por causa mía, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá”.

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas»”

1. –“Os harán comparecer ante Reyes y Gobernadores a causa de mi Nombre”. Jesús, eres signo de contradicción. Tu nombre es salvación y también van contra tu nombre, te persiguen… Nunca prometiste que en esta vida seríamos aplaudidos y que nos resultaría fácil el camino. Lo que sí nos aseguras es que salvaremos la vida por la fidelidad, y que tú darás testimonio ante el Padre de los que hayan dado testimonio de ti ante los hombres.
-“Así tendréis ocasión de dar Testimonio”. Tus discípulos irán probando, a lo largo de la historia, lo que dice san Pablo: «Se ha hecho público en todo el Pretorio que me hallo en cadenas a causa de Cristo» (Fil 1,12). Testimoniar. Ser testigo.
Muchos cristianos, a lo largo de la historia, han sido perseguidos, llevados a la muerte. ¡Cuántos mártires, de todos los tiempos, también del nuestro, nos estimulan con su admirable ejemplo! Y no sólo mártires de sangre, sino también los mártires callados de la vida diaria, que están cumpliendo el evangelio de Jesús y viven con admirable energía y constancia tu seguimiento, Jesús, en la lucha de cada día, como nos dijiste: "con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas". El amor, la amistad y la fortaleza -y nuestra fe- no se muestran tanto cuando todo va bien, sino cuando se ponen a prueba  (J. Aldazábal). Nos lo avisó: "si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros" (Jn 15,20), pero también nos aseguró: "os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí; en el mundo tendréis tribulación, pero ¡ánimo! yo he vencido al mundo" (Jn 16,33).
-“Por tanto, meteos en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa: yo mismo os inspiraré palabras tan acertadas que ningún adversario os podrá oponer resistencia ni contradeciros”. Los apóstoles hablarán con sabiduría, cosa que extraña a todos «porque se trataba de hombres sin instrucción» (Hch 4,13).
Os echarán mano y os perseguirán; os llevarán a las sinagogas y os meterán en la cárcel”. Jesús anuncia que sus discípulos serán perseguidos, como efectivamente pasó: «Pedro y Juan hablaban al pueblo... El jefe del Templo y los saduceos fueron hacia ellos. Les echaron mano y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente» (Hechos 4,1-3; 5,18; 8,3; 24). «Los magistrados de la ciudad de Filipos dieron orden de que quitaran la ropa de Pablo y de Silas y los apalearan. Después de molerlos a palos los metieron en la cárcel» (Hch 16,22).
Los primeros cristianos fueron valientes y no aceptaron el sistema de valores pagano. Fueron criticados por no divinizar el Estado. Valoraron al ser humano por encima de las diferencias étnicas, religiosas y sociales. Constituyeron la comunidad en el centro de interés dejando a un lado el culto por el cuerpo y el placer. Este modo de ver y sentir la vida los llevó a inevitables enfrentamientos.
Jesús, no prometes el éxito, sino la Verdad. Tú no has mentido. Los cristianos se encuentran con la cruz. Pero esos, vencidos la Bestia, la vencerán (servicio bíblico latinoamericano).
-“Todos seréis detestados por causa de mi Nombre. Pero ni un solo cabello de vuestra cabeza se perderá”. ¡Con vuestro aguante y perseverancia conseguiréis la Vida! Perseverancia. Paciencia. Gozo, a pesar de todo. ¿Estoy yo convencido que yendo hacia mi "fin" voy hacia la "Vida"? (Noel Quesson). Aunque haya quienes no comprendan la vocación cristiana... Aunque lleguen dificultades económicas, familiares... aunque llegue la enfermedad, el desaliento, el cansancio... La paciencia es necesaria para perseverar, para estar alegres por encima de cualquier circunstancia; esto será posible porque tenemos la mirada puesta en Cristo, que nos alienta a seguir adelante, sin fijarnos demasiado en lo que querría quitarnos la paz. Sabemos que, en todas las situaciones, la victoria está de nuestra parte. Tú eres, Señor, mi esperanza, en quien confío, quien sé que no me va a fallar.
La paciencia es una virtud bien distinta de la mera pasividad ante el sufrimiento; no es un no reaccionar, ni un simple aguantarse: es parte de la virtud de la fortaleza, y lleva a aceptar con serenidad el dolor y las pruebas de la vida, grandes o pequeñas, como venidos del amor de Dios. Entonces identificamos nuestra voluntad con la del Señor, y eso nos permite mantener la fidelidad y la alegría en medio de las pruebas. Son diversos los campos en los que debemos ejercitar la paciencia. En primer lugar con nosotros mismos, puesto que es fácil desalentarse ante los propios defectos. Paciencia con quienes nos relacionamos, sobre todo si hemos de ayudarles en su formación o en su enfermedad: la caridad nos ayudará a ser pacientes. Y paciencia con aquellos acontecimientos que nos son contrarios porque ahí nos espera el Señor.
Para el apostolado, la paciencia es absolutamente imprescindible. El Señor quiere que tengamos la calma del sembrador que echa la semilla sobre el terreno que ha preparado previamente y sigue los ritmos de las estaciones. El Señor nos da ejemplo de una paciencia indecible. La paciencia va de la mano de la humildad y de la caridad, y cuenta con las limitaciones propias y las de los demás. Las almas tienen sus ritmos de tiempo, su hora. La caridad a todo se acomoda, cree todo, todo lo espera y todo lo soporta (1 Cor 13,7). Si tenemos paciencia, seremos fieles, salvaremos nuestra alma y también la de muchos que la Virgen pone constantemente en nuestro camino.

2. El festín de Baltasar es un texto tan «coloreado» de detalles concretos y que ha inspirado a tantos pintores célebres, es evidente que hay que retener lo esencial –en lugar de verlo como histórico-: ante Dios, el orgullo no vale nada. La orgía de la corte real, y además con los vasos sagrados fruto del pillaje en el templo de Jerusalén, no puede acabar bien. Este festín es como el símbolo del «paganismo» de todos los tiempos.
-"La seducción del orgullo": un gran festín... de mil invitados... comiendo en vajilla de oro y plata. El rey hace alarde de su lujo. ¿Quién paga el costo de todo esto? Los pobres de su reino, sin duda. Pero no piensa en ello. Deslumbra y aplasta a los humildes con su orgullo.
La seducción de la carne»... nos imaginamos la orgía sensual que los artistas han hecho resaltar... la abundancia de vinos... las «mujeres y las cantoras». Cuando la humanidad se abandona a sus instintos, excitada por el alcohol y el sexo ya no se detiene en el camino de la degradación y del envilecimiento. Hemos de ver la moral no tanto como algo personal sino ligado a la caridad, pues estamos concatenados con los demás, la comunión de los santos no es algo teórico, espiritualista o misticista, sino algo real, algo “sensible” y los demás notan si luchamos, si yo venzo los demás van adelante. Y es algo estimulante, ver la grandeza de la vida ordinaria, pues si me motivo, me ilusiono por algo, por ideales nobles de ayuda a los demás, tengo un motivo para levantame de la cama por la mañana, y ver que los demás necesitan eso de mí… así, pasa ese momento quizá de oscuridad donde no se ve nada sobrenatural, y cuando vuelve la luz, se da gracias a Dios por haber aguantado la tormenta y haber seguido en medio de la oscuridad. Quizá es también algo de eso la noche de la fe a la que se referían los místicos, cuando no queda más que cierto recuerdo de aquella luz, y sólo se va adelante por la intuición del amor…
El insulto a Dios»: en este estado es frecuente que el hombre se las haya con Dios. Baltasar, para mostrarse completamente «libre de todos los tabúes religiosos», imaginó «beber en los vasos sagrados, robados antaño al templo». Hay muchas otras maneras de burlarse de Dios.
El miedo y la angustia del más allá»: Se habla hoy mucho de la angustia metafísica del ateo. Se constata la proliferación de prácticas supersticiosas y mágicas, en las personas que no creen en el verdadero Dios. «El rey empalideció, su pensamiento se turbó, sus piernas temblaron». Se pasa de la blasfemia presuntuosa a la debilidad del timorato. Tiene miedo ante el misterio.
-“Tú no has glorificado al Dios que tiene en sus manos tu propio aliento y de quien dependen todos tus caminos”... Frente a ese materialismo pagano, Daniel recuerda «al verdadero Dios». Al hombre que pretende pasarse de Dios, el profeta, con una sola palabra le recuerda su dependencia radical: «¡Dios es el que tiene en sus manos tu propio aliento!» Daniel, en su papel de intérprete de las visiones, es valiente en anunciar lo que significan las letras que aparecen en la pared: "Dios ha contado tus días", "no has dado el peso en su balanza" y "tu reino se ha dividido". Antíoco Epífanes es contemporáneo a cuando se escribe esto, y a él se le puede aplicar todo el texto. Pero también va para cada uno de nosotros: "has adorado a dioses falsos" como el poder o dinero, "te falta peso en la balanza de Dios" porque falta amor… (Noel Quesson).
3. “Sol y luna, bendecid al Señor. Astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor. Vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor. Fríos y heladas, bendecid al Señor”. Que toda la naturaleza bendiga al Señor, pues Él ha hecho resplandecer su Rostro sobre todas las cosas. Cuando la naturaleza cumpla con la función que el Señor le ha asignado estará, con ello, bendiciendo al Señor, pues estará, finalmente, al servicio de la vida y no de la muerte.

 Llucià Pou Sabaté

lunes, 25 de noviembre de 2013

Martes de la 34ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Dios suscitará un reino que nunca será destruido, sino que acabará con todos los demás reinos. No quedará piedra sobre piedra de lo viejo.

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -«Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» Ellos le preguntaron: -«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: -«Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "el momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: -«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo»” (Lucas 21,5-11).

1. –“Algunos discípulos de Jesús comentaban la belleza del Templo por la calidad de la piedra y de las donaciones de los fieles”. En tiempos de Jesús, el Templo estaba recién edificado; incluso no terminado del todo. Se comenzó su construcción diecinueve años antes de Jesucristo: era considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. Sus mármoles, su oro, sus tapices, sus artesonados esculpidos, eran la admiración de los peregrinos. Se decía: "¡Quien no ha visto el santuario, ése no ha visto una ciudad verdaderamente hermosa!"  
Jesús les dijo: "Eso que contempláis llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido". Símbolo de la fragilidad, de la caducidad de las más hermosas obras humanas. Los más bellos edificios del hombre se construyen sobre las ruinas de otros edificios destruidos. En ese mismo lugar ya había estado en otro tiempo otra maravilla: el Templo construido por Salomón, hacia el año 1.000 antes de Jesucristo, y destruido por Nabuconosor en 586... El Templo contemporáneo de Jesús, el Segundo Templo del que hablan aún los judíos, contraído por Herodes, será destruido unos años más tarde por Tito, en 70 d. de J.C..., para ser reemplazado en 687 por la Mezquita de Omar, que continúa en el mismo sitio. Existe en la actualidad, junto al Muro de las Lamentaciones (resto del Segundo Templo),  una exposición de lo que los judíos quieren que sea el Tercer Templo, incluso exhiben ya las vestiduras de los sacerdotes. Pero para ello tendrían que echar a los musulmanes de la Explanada de las Mezquitas, y saben muy bien que ello desencadenaría la peor guerra de que podamos imaginar…
Jesús hace una predicción de desgracia, en el más tradicional estilo de los profetas. Medito sobre la gran fragilidad de todas las cosas... sobre «mi» fragilidad... sobre la brevedad de la belleza, de la vida... Hay que saber mirar de frente esa realidad, siguiendo la invitación de Jesús: «todo será destruido».
-“Los discípulos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que va a suceder?” Los discípulos nos representan muy bien, junto a Jesús. Ellos le proponen la pregunta que nos hacemos hoy. Querríamos también saber el día y la señal... Creemos que sería más conveniente saber la «fecha»... Jesús respondió: "Cuidado con dejarse extraviar... porque muchos dirán-: «Ha llegado el momento» No los sigáis... No tengáis pánico..." Todas las doctrinas de tipo "adventistas" fundadas sobre una susodicha profecía precisa del retorno de Cristo, quedan destruidas por esa palabra de Jesús. Hay que vivir, día tras día, sin saber la fecha... sin dejarse seducir por los falsos mesías, sin dejarse amedrentar por los hechos aterradores de la historia (Noel Quesson).
Jesús, nos hablas de los acontecimientos futuros y del fin del mundo. No sé qué es de ahora y qué del final de los tiempos. Nos dices que "cuidado con que nadie os engañe: el final no vendrá en seguida". Esta semana, y durante el Adviento, escuchamos repetidamente la invitación a mantenernos vigilantes. Que es la verdadera sabiduría. Cada día es volver a empezar la historia. Cada día es tiempo de salvación, si estamos atentos a la cercanía y a la venida de Dios a nuestras vidas (J. Aldazábal).
En la imitación de Cristo (1,15,2) se lee: "Mucho hace quien mucho ama". El amor es el mejor de los maestros. Tanto haremos cuanto en verdad amemos aquello-Aquel por quien nos afanamos. Los últimos días del año litúrgico ponen al descubierto la verdad de nuestro amor. Si es verdad que el amor es el mejor de los maestros, las palabras de Jesús del evangelio de hoy las podemos meditar en esta clave: Lo importante no es la decoración externa sino la calidez de nuestro amor, esa Verdad sostén de nuestra alma y de nuestras convicciones que sobrevive a los cambios de decorado. "Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida… Mirad no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy" y "el tiempo está cerca". No les sigáis… Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo". ¿Hay mejor señal en el cielo que las provocadas por el amor?
La presencia de Dios sólo puede ser ligada a una vida que está dispuesta a aceptar su Palabra y a obrar en consecuencia. La destrucción de las falsas seguridades –el Templo- no debe llevarnos a un alarmismo nacido de un miedo que ve en todos los acontecimientos que nos rodean la intervención de Dios al final de los tiempos. Es necesario que sepamos interpretar los acontecimientos de la historia en su justa dimensión y no tomar a cada uno de ellos como un anuncio infalible del fin del mundo (Josep Rius-Camps).

2. –“A ti, ¡oh rey de reyes!, el Señor del Cielo ha dado reino, poder y gloria.” Realiza este rey pagano, sin saberlo, los proyectos de Dios. Creo, Señor, que los acontecimientos de HOY están bajo tu control. Hago oración para descubrir mejor su sentido... Te pido, Señor, que me otorgues participar en tu plan del mundo. A través de mi vida, de mis responsabilidades ¿qué puedo hacer para que la historia avance hacia su término? ¿Hacia el Reino, hacia el éxito en Dios? Señor, dame esperanza: venga lo que venga, Tú conduces la historia y tu plan avanza y tendrá éxito.
-“El Dios del cielo hará surgir un "reino" que jamás será destruido”. Venga a nosotros tu Reino, Señor: en mi familia, profesión, vida personal y vida colectiva... ¡hágase tu voluntad! Tú decías: «El Reino de Dios está cerca, está entre vosotros». Y nos encontramos en él. Estamos en los «últimos tiempos».
Presenta Daniel el sueño del gigante con la cabeza de oro, y va bajando la solidez del material hasta los pies de barro mezclado con hierro. Cae una piedra de un monte y lo derriba todo al ir a dar en los pies frágiles. Esta composición mixta de los pies del coloso indica la rivalidad que separaba a los Láguidas y a los Seléucidas, al mismo tiempo que subraya la fragilidad del reino seléucida, que pretendía imponer su ley a Israel. Bastará con una piedrecita para derribarlo. De esta piedra se dice que se desprenderá de una montaña, "sin intervención de mano alguna". Como por obra de Dios habrá ese derrumbamiento de los imperios terrenos, que "hará surgir un reino que jamás será destruido".
Y la piedra se convirtió en una gran montaña, que llenó la tierra entera; en efecto, en toda la tierra resuena el anuncio de la resurrección de Cristo y de todos los pueblos de la tierra se ha edificado el Resucitado su cuerpo místico, la Iglesia: -“La piedrecita que viste desprenderse del monte, sin intervención de mano alguna y que redujo a polvo el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro”... Jesús conocía esta profecía y la vuelve a tratar en relación a Él. «La piedra que desecharon los constructores, se ha convertido en piedra angular... Todo el que caiga sobre esta piedra se destrozará y a aquel sobre quien ella caiga, lo aplastará» (Lc 20,18).
-“El Dios grande ha dado a conocer al rey lo que ha de suceder”. ada de un reino procedente del cielo, el del Mesías. La lectura de hoy nos da ánimos para que confiemos en ese Reino universal de Cristo, que celebramos el domingo pasado y que da color a estos últimos días del Año Litúrgico y al próximo Adviento. Todo lo demás es caduco. Cristo, ayer, hoy, y siempre, el mismo.
La interpretación del sueño de Nabucodonosor alude -con los diversos metales- a los diversos reinos que se han ido sucediendo, para el tiempo en que se escribe este libro. Después del babilonio de Nabucodonosor (oro) el medo (v 39), el persa (v 39b) y el griego (vv 40ss), que se explicita más por ser el contemporáneo del autor: hasta la herencia de Alejandro (hierro), dividida entre los Láguidas (hierro) y Seléucidas (barro cocido). Al final de la visión apocalíptica se espera la aparición del reino de Dios (v 44: "el Dios de los cielos"; v 45: la piedra se desprende "sin ayuda de mano") que "permanecerá para siempre" (v 44). En la frase final ("el sueño es verdadero y cierta su interpretación": v 45) no es tanto a Nabucodonosor cuanto a los lectores a los que el autor tiene presentes. Es una esperanza de que el reino de Dios está cerca, como anunciará Jesús, y cuya pronta venida nos exhorta a pedir en el Padre Nuestro (Noel Quesson).
Aquí tenemos puntos de reflexión para una filosofía de la historia, para una teología de la historia, como hacía S. Agustín en La ciudad de Dios y Juan Pablo II en Memoria e identidad. Ahí se nos habla de que Dios actúa diciendo “¡basta!” a los 9 años de nazismo o 70 de comunismo, y por una piedra pequeña caen los muros de Berlín y el gran gigante, el socialismo ruso (la URSS)…, la historia está movida por los pequeños (los pastores de Fátima, la oración de los sencillos y sobre todo esa acción de Dios…)
Todo Imperio terrenal es como un gigante de pies de arcilla que puede derrumbarse en cualquier momento. Pero el pueblo fiel a Dios no pasará jamás.
3. «Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos... Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos»: invitación a bendecir a Dios dirigida a toda la creación; canto de acción de gracias que los fieles elevan al Señor por todas las maravillas del universo. El hombre se hace eco de toda la creación para alabar y dar gracias a Dios.
Llucià Pou Sabaté


domingo, 24 de noviembre de 2013

Lunes de la 34ª semana de Tiempo Ordinario (impar). No se encontró a ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, fieles a Dios. También Jesús vio una viuda pobre que echaba todo lo que tenía: tenía fe y se daba del todo

En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: -«Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir» (Lucas 21,1-4).

1. –“Jesús enseñaba en el Templo”. Jesús habla y enseña. Después de tantos caminos, pueblos, a la orilla del mar, en las sinagogas provincianas, enseña «en el Templo».
-“Alzando los ojos vio a los que depositaban sus ofrendas en el arca del Tesoro”. Jesús, tus ojos ven, bajo el peristilo del templo, con una galería de columnas de mármol que adornaban la fachada, ante el vestíbulo de la «Tesorería», las trece grandes arcas, cuya cubierta formaba un embudo o buzón de amplia ranura. Un sacerdote de servicio se ocupaba de anotar el valor total de la ofrenda y la «intención» que le comunicaba el donante.
-“Vio a los ricos que depositaban sus donativos. Vio también a una viuda necesitada que echaba unos cuartos”. Dos «lepta»... Las monedas más pequeñas de entonces. Jesús lo miraba. Abre mis ojos, Señor, que sepa «mirar» mejor y en profundidad.
-“Jesús dijo: «En verdad os digo: Esa pobre viuda ha echado más que nadie. Porque todos esos han echado de lo que les sobra, mientras que ella, de lo que le hace falta. Ha dado todo lo que tenía”. La mirada de Dios, la apreciación de Dios... ¡Cuán diferente es de la mirada habitual de los hombres! Dios ve de un modo distinto. Los ricos parecen poderosos, y hacen ofrendas aparentemente mayores. Pero, para Jesús, la pobre mujer ha dado «más». ¡Cuánta necesidad tenemos de cambiar nuestro modo de «ver», para ir adoptando, cada vez más, la manera de ver de Dios!... los pobres, los humildes, los pequeños ¡Cuánta necesidad tenemos de un cambio en nuestros corazones! (Noel Quesson).
Ella creyó que nadie la veía, pero Jesús sí se dio cuenta y llamó la atención de todos. Otros, más ricos, echaban donativos mayores en el cepillo del templo. Ella, que era una viuda pobre, echó los dos reales que tenía. No importa la cantidad de lo que damos, sino el amor con que lo damos. A veces apreciamos más un regalo pequeño que nos hace una persona que uno más costoso que nos hacen otras, porque reconocemos la actitud con que se nos ha hecho. La buena mujer dio poco, pero lo dio con humildad y amor. Y, además, dio todo lo que tenía, no lo que le sobraba. Mereció la alabanza de Jesús. Aunque no sepamos su nombre, su gesto está en el evangelio y ha sido conocido por todas las generaciones. Y si no estuviera en el evangelio, Dios sí la conoce y aplaude su amor. ¿Qué damos nosotros: lo que nos sobra o lo que necesitamos?; ¿lo damos con sencillez o con ostentación, gratuitamente o pasando factura?; ¿ponemos, por ejemplo, nuestras cualidades y talentos a disposición de la comunidad, de la familia, de la sociedad, o nos reservamos por pereza o interés? No todos tienen grandes dones: pero es generoso el que da lo poco que tiene, no el que tiene mucho y da lo que le sobra. Dios se nos ha dado totalmente: nos ha enviado a su Hijo, que se ha entregado por todos, y que se nos sigue ofreciendo como alimento en la Eucaristía. ¿Podremos reservarnos nosotros en la entrega a lo largo del día de hoy? Al final de una jornada, al hacer durante unos momentos ese sabio examen de conciencia con que vamos ritmando nuestra vida, ¿podemos decir que hemos sido generosos para el bien común? Más aún, ¿se puede decir que nos hemos dado a nosotros mismos? Teníamos dolor de cabeza, estábamos cansados, pero hemos seguido trabajando igual, y hasta hemos echado una mano para ayudar a otros. Nadie se ha dado cuenta ni nos han aplaudido. Pero Dios sí lo ha visto, y ha sonreído, y lo ha escrito en su evangelio (J. Aldazábal).
Cristo Jesús, el Hijo de Dios encarnado, se hizo pobre por nosotros, no aferrándose a su dignidad de Hijo; despojándose de todo se humilló y se hizo Dios-con-nosotros; bajó hasta nuestra miseria para enriquecernos con su pobreza, con aquello de lo que se había despojado; elevándonos así, a la dignidad de hijos en el Hijo de Dios. Él se convirtió en el buen samaritano que se baja de su cabalgadura para colocarnos a nosotros en ella; que paga con el precio de su propia sangre para que nos veamos libres de la enfermedad del pecado, y que con su retorno glorioso nos eleva a la dignidad de hijos de Dios. Él no nos dio de lo que le sobraba, sino que lo dio todo por nosotros, pues amándonos, nos amó hasta el extremo, cumpliendo así, Él mismo, las palabras que había pronunciado: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Y el Señor nos pide que por el bien y por la salvación de nuestro prójimo no demos lo que nos sobra, sino que lo demos todo, pues toda nuestra vida se ha de convertir en causa de salvación para todos, por nuestra permanencia en la comunión y en el amor con Cristo (www.homiliacatolica.com).
“Hacedlo todo por Amor. -Así no hay cosas pequeñas: todo es grande. -La perseverancia en las cosas pequeñas, por amor, es heroísmo” (J. Escrivá, Camino 813).
2. El libro de Daniel, que leeremos en esta última semana del Año Litúrgico, sitúa sus relatos edificantes -no necesariamente históricos- en tiempos del rey Nabucodonosor, el que llevó al destierro al pueblo de Israel. Pero su intención va para los lectores de la época en que se escribió, cuando el pueblo estaba sufriendo el ataque paganizante del rey Antíoco Epífanes hacia el 170 antes de Cristo. Por tanto, es contemporáneo de los libros de los Macabeos. Daniel no es el autor del libro, sino su protagonista. Además del ejemplo de unos jóvenes en la corte real, el libro presenta unas visiones escatológicas referentes al final de los tiempos o a la venida del Mesías. Su estilo es el llamado "apocalíptico" o "de revelación", con visiones llenas de simbolismo sobre los planes de salvación que Dios quiere llevar a cabo en el futuro mesiánico, en el mismo tono como nosotros celebramos ayer la fiesta de Jesucristo Rey del Universo. Tiene mérito la postura de fidelidad a su fe de estos cuatro jóvenes, a pesar de los halagos y del ambiente pagano de la corte real. Pero Dios está con ellos y tanto en salud como en sabiduría son los mejores de entre todos los jóvenes al servicio del rey.
-“Cuatro jóvenes... Daniel Ananías, Misael, Azarías”. Entonces, como ahora, encuentran esos judíos en Babilonia la falta de fe, el ateísmo, el materialismo. Acepto, Señor, contemplar ese contexto de vida.
-“Se les enseñaba la escritura y la lengua de los caldeos... Se les asignaba una ración diaria de los manjares y vinos del rey”. Estaban destinados al servicio del monarca.
-“Los tres jóvenes eligieron «rechazar» los alimentos paganos”. Al cabo de diez días tenían mejor aspecto y muy buena salud. ¡Los que siguen la Ley de Dios no perjudican su salud ni su moral! Los tres jóvenes, viviendo de legumbres, verduras y agua fresca, tienen buen aspecto y muy buena salud, a pesar de las renuncias aceptadas por su Fe. Es un símbolo... ¿Soy un cristiano abierto?, ¿o un cristiano sombrío, taciturno? (Noel Quesson).
Dios les concedió a los cuatro un conocimiento profundo de todos los libros del saber. Daniel sabía además interpretar visiones y sueños. Al cumplirse el plazo señalado por el rey, el jefe de eunucos se los presentó a Nabucodonosor. Después de conversar con ellos, el rey no encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y los tomó a su servicio. Y en todas las cuestiones y problemas que el rey les proponía, lo hacían diez veces mejor que todos los magos y adivinos de todo el reino”.
3. Cada vez que rezamos el "cántico de Daniel y sus compañeros" -que a lo largo de esta semana iremos desgranando como salmo responsorial- podríamos acordarnos de cómo ellos, envueltos en mil tentaciones más inmediatas y atrayentes, entonan una alabanza al Dios creador del universo, y tratar de imitar su fe y su capacidad de admiración de la obra de Dios.
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el trono de tu reino.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos.
Bendito eres en la bóveda del cielo”.
“Este himno es como una letanía, repetitiva y a la vez nueva: sus invocaciones suben hasta Dios como figuras espirales de humo de incienso, recorriendo el espacio con formas semejantes pero nunca iguales. La oración no tiene miedo de la repetición, como el enamorado no duda en declarar infinitas veces a la amada todo su cariño. Insistir en las mismas cuestiones es signo de intensidad y de los múltiples matices propios de los sentimientos, de los impulsos interiores, y de los afectos” (Juan Pablo II).

Llucià Pou Sabaté

sábado, 23 de noviembre de 2013

XXXIV domingo, FIESTA DE CRISTO REY, ciclo C: el reinado de Cristo es de paz, de justicia y de amor, y comienza en nuestro corazón, y a partir de ahí podemos llevarlo a los demás
«Las autoridades y el pueblo hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido”. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: “Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro lo increpaba: “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada”. Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Jesús le respondió: “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”» (Lucas 23,35-43).
1. Estos días vimos a Jesús hablar del Templo del que era figura el de Jerusalén: el Templo de su Cuerpo, del que formamos parte. Así también, Jesús es Rey como aparece en el cartel de la cruz. Es un reino de paz, de justicia, de amor: el bien es más poderoso que el mal; y al final, el bien y la verdad habrán de triunfar sobre el mal y la mentira. Sobre todo, de misericordia.
No es un reino político, ámbito en el que hay libertad, pues ya dijiste, Jesús, “mi reino no es de este mundo”: "Si hubieras cogido la espada y la corona, todos se hubieran sometido a ti de buen grado. En una sola mano hubieras reunido el dominio completo sobre las almas y los cuerpos, y hubiera comenzado el imperio de la eterna paz. Pero has prescindido de esto...
No bajaste de la cruz cuando te gritaron con burla y desprecio: ¡Baja de la cruz y creeremos que eres el Hijo de Dios! No bajaste, porque no quisiste hacer esclavos a los hombres por medio de un milagro, porque deseabas un amor libre y no el que brota del milagro. Tenías sed de amor voluntario, no de encanto servil ante el poder, que de una vez para siempre inspira temor a los esclavos. Pero aún aquí los has valorado demasiado, puesto que son esclavos -te lo digo-, habiéndolos creado como rebeldes...
Si hubieras tomado la espada y la púrpura del emperador, hubieses establecido el dominio universal y dado al mundo la paz. Pues, verdaderamente: quién puede dominar a los hombres, sino aquellos que tienen en su mano sus conciencias y su pan" (Dostoievski, Los hermanos Karamazoff).
«Se han levantado los reyes de la tierra, y se han reunido los príncipes contra el Señor y contra su Cristo» (Salmo 2,2). Muchos no quieren obedecer, Señor, no quieren servir; entienden tus mandatos sólo como restricciones a su libertad. «Rompamos, dijeron, sus ataduras, y sacudamos lejos de nosotros su yugo» (Salmo 2,3). Y se engañan sirviendo sus propias pasiones, como la codicia que se convierte en idolatría, como vemos en el noveno círculo del infierno de Dante en La divina comedia, donde están los traidores al amor a los que come Lucifer, y Judas Iscariote el primero. Pensé al leerlo que como era codicioso, se pervirtió su corazón y dejó de ver a Dios. Ayúdame, Señor, a vencer el egoísmo con generosidad. A entender que tener un buen corazón es ser feliz, y eso significa amar, y para esto servirte con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis potencias, con todas mis fuerzas.
En 1925, como fruto del Año Santo, Pío XI, como remedio de la secularización ya avanzada, instituyó esta fiesta para desde el reinado de Jesús en los corazones llegara a reinar en las sociedades y en la historia. Luego se le dio un nuevo sentido, para cerrar el año litúrgico y resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal, que nos guía hacia el día que vendrá de nuevo, y será Rey de todo el universo. Reinado que ya se hizo presente con su primera venida hace dos mil años, pero que se está siempre haciendo, y para que Jesús reine en el mundo ha de hacerlo primero en nuestros corazones: hoy es un buen momento para decirle: ¡queremos que Él reine! Como dice una oración litúrgica: “Dominus Iudex noster, Domunis Legifer noster, Dominus Rex noster, Ipse salvavit nos”, Él nos salvará. Es Juez y Señor, pero también “un Rey que al mismo tiempo es nuestro hermano, nuestro Padre: Como Rey es todopoderoso —mucho más que todos los reyes de la tierra— es Dios, y es nuestro Legislador y es y será nuestro Juez. Es nuestro Juez y lo será en nuestro último momento y lo es constantemente”, decía san Josemaría Escrivá, y de esto sacaba punta, para afinar en la correspondencia: “Se nos llena el corazón de alegría al pensar que Cristo es nuestro Rey. El, que murió por nosotros, es nuestro Salvador, es nuestro Maestro, es el Mesías, es nuestro Amigo... y es nuestro Rey. ¡Pues que lo sea de verdad!”
Decía san Josemaría: “nos debemos preguntar: ¿dónde debe reinar Cristo Jesús? Debe reinar, primero en nuestras almas. Debe reinar en nuestra vida, porque toda tiene que ser testimonio de amor. ¡Con errores! No os preocupe tener errores.... ¡Con flaquezas! Siempre que luchemos, no importan. ¿Acaso no han tenido errores los santos que hay en los altares?”. La santidad está en la lucha esforzada: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos padece violencia, y los esforzados lo conquistan” (Mt 11, 12).
Todos los días pedimos en el Padrenuestro: "venga a nosotros tu reino", le pedimos hoy a la Virgen Santísima que nos ayuda a desear verdaderamente que reine en nosotros: “El que se conserva puro en sus acciones, sus pensamientos y sus palabras, puede decir a Dios: '¡Venga tu Reino!'” (San Cirilo de Jerusalén, catech. myst. 5, 13).
«Este es el Rey de los judíos». El letrero colocado sobre la cabeza del Crucificado ha sido formulado por Pilato como provocación a los judíos; los soldados que lo leen se burlan de él, al igual que las «autoridades» del pueblo, diciendo: «Si eres tú el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Pero en el evangelio de Lucas hay al menos uno que toma en serio este letrero, uno de los dos malhechores crucificados con Jesús, quien se dirige a él en estos términos: «Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». La inscripción colocada sobre la cruz indica que el reino de Dios tradicional se entiende aquí por primera vez como un reino de Cristo, y que el antiguo «Dios es rey» de los salmos se trasforma ahora en «Cristo es rey». Poco importa cómo el buen ladrón se imagina este reinado de Jesús; en todo caso parece claro que piensa que este Rey puede ayudarle a él, un pobre agonizante. Se trata del primer barrunto de la soberanía regia de Jesús sobre el mundo entero.
2. «Ungieron a David como rey de Israel». David como rey es el antepasado de Jesús; había sido ya ungido por Samuel cuando no era más que un joven pastor y en una época en que todavía reinaba Saúl; aquí es reconocido oficialmente por todas las tribus de Israel como el pastor de todo el pueblo. Es una imagen anticipada de lo que sucede en la cruz: Jesús era desde el principio el Ungido (Mesías), pero en la cruz es proclamado Rey oficialmente (en las tres lenguas del mundo según Juan). En la revolución mexicana de los cristeros, muchos cristianos se encaminaron a la muerte gritando hasta el último aliento: «¡Viva Cristo Rey!». ¿Es Cristo Rey y Señor de mi vida? ¿Quién reina dentro de mí, quién fija los objetivos y establece las prioridades: Cristo u otro?
“Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la casa del señor" Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor”. Con la alegría del salmista, queremos caminar hacia Jesús en su plenitud de la historia, al servicio de su reino.
3. «Todo se mantiene en él... Por la sangre de su cruz». La segunda lectura amplía el presentimiento del buen ladrón hasta lo ilimitado, sin abandonar el centro de esta realeza de Jesús, su cruz. La creación entera está sometida a él como Rey, porque sin él ella simplemente no existiría. Toda ella «se mantiene» en él. El Padre ha concebido el mundo desde un principio de modo que debe llegar a convertirse en el «reino de su Hijo querido», y esto por así decirlo no a partir de sí mismo, sino expresamente de modo que por Jesús «sean reconciliados todos los seres» y todos recibamos por él «la redención, el perdón de los pecados», y de modo que esta «paz» entre todos los seres, los del cielo y los de la tierra, sólo debe fundarse en «la sangre de su cruz». Sólo en esta entrega suprema, bajo las burlas de judíos y paganos y la huida y la negación cobardes de los cristianos, se manifestó en el Hijo todo el amor de Dios al mundo, de tal manera que este amor divino en la figura del Hijo puede obtener ahora la soberanía sobre todas las cosas (H. von Balthasar).
Cristo es el Señor del cosmos y de la historia. En él, la historia de la humanidad e incluso de toda la Creación encuentran su recapitulación, su cumplimiento trascendente (Catecismo 668). Conviene que Cristo reine… en todas las cosas. “Por Él fueron creadas todas las cosas que hay en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles…” La historia no está a la merced de fuerzas ciegas e irracionales, sino que, a pesar del pecado y el mal, se rige y está orientada por Cristo hacia la plenitud. El himno traza, de este modo, un estupendo cuadro del universo y de la historia, invitándonos a la confianza. Formamos parte de un proyecto surgido del amor del Padre.
La historia tiene una meta, una dirección. La historia va hacia la humanidad unida en Cristo, va hacia el hombre perfecto, hacia el humanismo perfecto: hay progreso en la historia hacia Cristo, hacia la plenitud de su Reino. Queremos ayudarle, con su madre santa María, Reina.

Llucià Pou Sabaté

viernes, 22 de noviembre de 2013

Sábado de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Jesús Rey de la historia nos abre la fe a la vida eterna, a un Dios que “no es Dios de muertos, sino de vivos”.

“En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: -«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: -«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.» Intervinieron unos escribas: -«Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas” (Lucas 20,27-40).

1. –“Unos saduceos, -los que negaban la resurrección- se acercaron a Jesús”. Los saduceos eran nobleza sacerdotal. Eran conservadores en religión y rechazaban toda evolución del judaísmo: aceptaban sólo el Pentateuco (la Torá), y no las tradiciones de los rabinos.
-"Maestro, Moisés nos dio esta Ley: Si un hombre tiene un hermano casado que muere dejando mujer pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano... Resultó que eran siete hermanos... [todos se casaron con ella y no dejó hijos]. Pues bien, a la resurrección esa mujer ¿de quién será la esposa...?" Quieren demostrar con ello que la resurrección no tiene ningún sentido. Análogamente nosotros nos entretenemos también a veces en cuestiones insignificantes o insólitas que no tienen salida. Es una "emboscada" para que tú, Jesús, quedes mal, respondas lo que respondas. Es la casuística típica de una religión de muertos.
La vida eterna va más allá de tener posesiones. Por eso el vínculo de amor no será ya de posesión (“¿de quién será mujer?”, le preguntan) sino una vida nueva transformada por Dios. No se trata de una prolongación de esta vida. No una prórroga para remediar entuertos. La resurrección abre las puertas de una vida distinta. De una plenitud difícil de comprender, pero que intuimos. Tú Jesús pones el dedo en la llaga cuando dices de ellos: "Están en un error por no entender las Escrituras y el Poder de Dios" (Mt 22,29).
-“Jesús responde: En esta vida los hombres y las mujeres se casan; en cambio los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección, no se casarán porque ya no pueden morir: Son como ángeles y son hijos de Dios siendo hijos de la resurrección”. Los judíos del tiempo de Jesús -los Fariseos en particular en oposición a los Saduceos- se representaban la vida de los resucitados como simple continuación de su vida terrestre. Jesús, de forma enigmática, habla del cambio radical entre «este mundo» y «el mundo futuro»... «serán como ángeles» quiere decir que dejarán de tener vigencia las limitaciones inherentes a la creación presente. Por ejemplo, suelen preguntar los matrimonios que se quieren: “¿Será que sólo estaremos juntos hasta que la muerte nos separe”? y hay que decirles: “no os preocupéis, que en el cielo los amores continúan por toda la eternidad, estaréis siempre unidos, también en el cielo, como marido y mujer”. Pero algún matrimonio, que lo pasa muy mal en su cruz, preguntan: “¿esta cruz que llevo en el matrimonio, será por toda la eternidad, o sólo hasta que la muerte nos separe?” “-No te preocupes, hay que contestarles, será sólo hasta que la muerte os separe, pues ninguna pena de este mundo pasa al otro, allí solo quedan los amores auténticos, sólo éstos perduran”. Es una condición nueva, la del Espíritu, imposible de enmarcar dentro de las coordenadas de espacio y de tiempo: «por haber nacido de la resurrección, serán hijos de Dios».
-“En cuanto a decir que los muertos deben resucitar, lo indicó el mismo Moisés... cuando llama al Señor: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». No es un Dios de muertos sino de vivos, porque para El todos viven”. Para contestar a los Saduceos, Jesús se vale de uno de los libros de la Biblia más antiguos, cuya autenticidad reconocían (Éx 3,6). Si Abraham, Isaac y Jacob estuviesen muertos definitivamente, esas palabras serían irrisorias. Hay algo precioso en esa frase de Jesús: «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque todos tienen la vida por El». Nuestros difuntos son «vivientes», viven «por Dios». Gracias, Dios mío, por haber inventado la maravilla de la «vida».
La fe en la resurrección se abrió paso en medio de los mártires en tiempos de los Macabeos. Es interesante observar que esta revelación divina ha sido reservada a través de los hombres y mujeres que perdían la vida por el compromiso de Dios y de su fe, que en su intuición abrían la doctrina… Nuestra fe se expresa en lo que rezamos, y estos días vemos en los mártires (los Macabeos, la profecía de Daniel, el Apocalipsis), lo que Jesús luego enseña, también con su vida y su doctrina: la resurrección de la carne.
Una gran prueba de la resurrección, de la vida eterna, es ver cómo gente da la vida, consciente de que hay algo más importante que la vida, ver que creen, esta esperanza viva es fuente viva de esperanza para todos, de la participación de los bienes de Dios al final de los tiempos.
-“Intervinieron algunos escribas: «Bien dicho, Maestro». Porque no se atrevían a hacerle más preguntas. Los doctores de la ley te llaman Maestro, Señor. Quisiera conocer bien tu pensamiento, Jesús, pues tú eres el gran doctor. Quiero creerte, Señor (Noel Quesson).
En esta vida a veces podemos sentir que "no hay salida", que la paz es muy difícil. Que hay mucha violencia y agresividad en las personas. Que no hay justicia. Que es difícil influir en hacer un mundo mejor, que es fácil desanimarse ante tanta corrupción política y de tantos sitios, y problemas como el hambre, que se mira con hipocresía. Señor, tú nos haces ver que "sí hay salida". Tu Iglesia es un lugar de vivos. Al final, la última palabra es del Dios de la vida. Y su palabra siempre es palabra de vida. Sí hay salida (Luis Ángel de las Heras).
Hoy, en ciertos sectores se ha ido abriendo camino la idea budista de la rencarnación, según como nos portáramos aquí se llegaría a vivir una nueva existencia más noble o más humilde, así repetidamente hasta lograr la purificación plena. Es señal de que no aceptamos a una muerte irrevocable, pero "la revelación cristiana excluye la rencarnación, y habla de un cumplimiento que la persona está llamada a realizarse en el curso de una única existencia sobre la tierra" (Juan Pablo II).
Jesús nos ha enseñado a ver a Dios como un "Dios de vivos". Él quiere que disfrutemos del don de la vida. Ya en el siglo II, San Ireneo afirmaba que "la gloria de Dios es que el ser humano viva". Sobre cada ser humano que viene a este mundo, Dios pronuncia una palabra de amor irrevocable: "Yo quiero que tú vivas". La vida eterna es la culminación de este proyecto de Dios que ya disfrutamos en el presente. Por eso, todas las formas de muerte (la violencia, la tortura, la persecución, el hambre) son desfiguraciones de la voluntad de Dios.
Al final, no reviviremos; seremos resucitados, elevados y quedaremos libres del sufrimiento, del llanto, del dolor, de la muerte, y de todo lo que nos angustiaba aquí en la tierra.
2. Acabamos la lectura de la historia de los Macabeos con el relato de la muerte de Antíoco, el impío rey que les había perseguido. Es otro ejemplo de cómo los autores sagrados leían la historia desde la perspectiva de la fe.
-Al conocer las derrotas de sus ejércitos, quedó el rey consternado, presa de intensa agitación y cayó en cama, enfermo de pesadumbre. El rey sintió que iba a morir: llamó a sus amigos y les dijo: «Huye el sueño de mis ojos... He sido bueno y amado mientras fui poderoso... Pero ahora caigo en cuenta de los males que hice en Jerusalén»”. Es un relato vivo, del que se desprende que Dios "derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes" (como dijo santa María en su Magnificat, precisamente hablando de la historia de su pueblo). Las consecuencias del mal aparecen tarde o temprano: sinsabor de boca, sensación de vaciedad, y el miedo a presentarnos delante de Dios con las manos vacías. De ese rey se recuerdan sus «pillajes de templos» para aumentar su tesoro. Su enfermedad y su muerte han sido interpretadas como un castigo divino. Nadie se ríe de Dios. El verdugo que sin escrúpulo ordenaba degollar a siete hijos en presencia de su madre pagará su culpa. Tú sabrás, Señor, que el misterio de tu misericordia se concilie con el de tu justicia. Porque también la desgracia que sufren los purifica de sus pecados. ¿Sabemos dar a todos una oportunidad de conversión, en lugar de encerrarles para siempre en su mal? Danos, Señor, a nosotros también ser conscientes de nuestro mal.
Reconozco que por esta causa me han sobrevenido los males presentes y muero de profunda pesadumbre en tierra extraña.» Es una especie de «confesión». «Preparémonos a la celebración de la eucaristía reconociendo que somos pecadores.» Lo reconozco, Señor. ¡No nos agrada meditar sobre la «justicia» de Dios! Somos, sin embargo, muy exigentes desde el punto de vista de la justicia, cuando se trata de nosotros, o de lo que nos atañe más directamente. Jesús nos ha pedido no "juzgar" a los demás. Pero en cambio nos pide que «nos» juzguemos a nosotros mismos. No se trata de condenar a cualquiera ni a fulminarle con la justicia de Dios: sería esto todo lo contrario al evangelio. Hay que desear la conversión de todos, incluso de los peores.
«Reconozco» que soy pecador, Señor. Pero sé todo cuanto Tú has hecho para salvarnos. Y cuento con tu amor misericordioso. Este es el sentido del Purgatorio. Es inútil querer imaginar el Purgatorio como un «lugar». Es más bien como «una maravillosa y última oportunidad dada» por Dios para una purificación total... para una toma de conciencia: reconozco que soy pecador, sáname. Que las almas de los fieles difuntos descansen en paz (Noel Quesson).
El asesino no puede sentarse a comer con la víctima, como si no hubiera pasado nada, es necesario un juicio en la historia… La conciencia no puede dejar tranquilos a quienes hicieron el mal a los inocentes. Tal vez uno pueda dedicarse de un modo inconsciente a "disfrutar la vida" a costa de hacer sufrir a otras personas. El tiempo pone las cosas en su sitio, incluso la locura podrían afectar a esas mentes depravadas. Aunque si piden perdón pueden siempre abrirse a la divina misericordia.

2. "Te doy gracias, Señor, de todo corazón, me alegro y exulto contigo... porque mis enemigos retrocedieron... reprendiste a los pueblos, destruiste al impío... los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron... y yo gozaré, Señor, de tu salvación". La serena alegría del salmo de hoy se abre a esa verdad: "El Señor reina": el Señor reina, vestido de esplendor.
Llucià Pou Sabaté


jueves, 21 de noviembre de 2013

Viernes de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Jesús nos muestra que hay que tratar santamente las cosas santas, y podemos escucharlo en nuestro interior, al meditar las Escrituras Santas.

“En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: -«Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."» Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios” (Lucas 19,45-48).

1. Jesús, te veo lleno de santa ira purificando el templo, cuando entras “te enojas al ver el mercado que se había organizado con los animales que debían sacrificarse según la ley.
”Lo que debía ser un lugar de encuentro con Dios, se ha convertido en un negocio económico.
”La misma caridad perfecta que ayer te hacía llorar sobre la cuidad de Jerusalén, te mueve hoy a enfadarte santamente con aquellos mercaderes” (Pablo Cardona): «derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas».
Me gustaría ver, Jesús, los rasgos de tu faz, escuchar el tono de tu voz, porque te imagino con autoridad, y al mismo tiempo con amor hacia estos “sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo” que querían matarte. Eres valiente, Señor, y tu conciencia y tu libertad están por encima de la opinión de los demás.
«Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos." Aquí nos das dos citas, una de Jeremías y otra de Isaías.
“Detente a considerar la ira santa del Maestro, cuando ve que, en el Templo de Jerusalén, maltratan las cosas de su Padre.
”¡Qué lección, para que nunca te quedes indiferente, ni seas cobarde, cuando no tratan respetuosamente lo que es de Dios!” (J. Escrivá, Forja 546).
Como buenos hijos de la Iglesia, tenemos la obligación de corregir a los que no tratan santamente las cosas santas, con paciencia, pero también con entereza, especialmente en lo que se refiera al Santo Sacrifico de la Misa. Cuando vea que no se celebra con dignidad, tengo que intervenir, normalmente será informar al obispo, que es quien tiene la responsabilidad en la diócesis, para mejorar la situación.
“Tampoco me puedo callar ante el abuso de los recursos naturales, pues toda la creación te pertenece.
Es una actitud cristiana -de buen hijo de Dios- defender la naturaleza, sabiendo que la has creado para el uso -pero no el abuso- del hombre.
De manera especial, he de defender los derechos de la persona, elemento central de la creación” (Pablo Cardona), pues la creación entera es como un templo donde está Dios, y la primera ecología es la humana, el respeto a la persona y sobre todo el derecho a la vida desde la concepción y hasta la muerte.
Gracias, Señor, por mostrarme la importancia de tratar santamente las cosas santas. El alma en gracia es templo del Espíritu Santo, casa especial de Dios; y no puedo convertirla en «cueva de ladrones.» Te pido, Santo Espíritu, la finura de conciencia para cuidar este tesoro que llevo en vaso de barro que es mi persona.
Jesús, al verte en el Templo pienso que tú eres el Templo, en tu persona. Y tu Iglesia es Sacramento de tu Cuerpo por la que nos dices “yo estaré con vosotros cada día, hasta el fin del mundo”, y nos conduces hasta la Jerusalén celestial donde tú eres el Cordero Inmaculado en el culto perfecto a Dios Padre. Para esto, hemos de cultivar la Tradición que nos has dejado, Jesús, tu memorial, la Eucaristía, y la oración, y el cuidado en el culto, y los templos y el decoro en la liturgia.
«La iglesia, casa de Dios, es el lugar propio de la oración litúrgica de la comunidad parroquial. Es también el lugar privilegiado para la adoración de la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento. La elección de un lugar favorable no es indiferente para la verdad de la oración» (Catecismo 2691).
El sagrario ha de ser un reclamo, como un imán para recogernos en oración y tratar bien a Dios en ti, Jesús Rey. Ahí estás ofrecido místicamente, en recuerdo de tu ofrecimiento en la Cruz, con los brazos extendidos: nos esperas en gesto sacerdotal, acogiendo la salvación de todos, cargando con los pecados....
Estos días nos preparamos para tu fiesta de Cristo, Rey del universo; y para esto queremos que seas Rey de nuestras almas: primero tienes que reinar en nuestras almas. Es suficiente con nuestra lucha: mientras haya lucha, por amor, Dios está contento. El hombre no deja de ser grande ni en su debilidad, cuando se abre a Dios, a este reinado de Cristo, y entonces es un reinado suave, es un reino de hijos libres, donde dejamos que reine por atracción: nos dijiste que cuando fuera ensalzado sobre la tierra, atraerías a sí todas las cosas. Y lo haces en la fuerza de la Eucaristía, en la Iglesia que es tu Cuerpo, y en tu Cuerpo que es la Eucaristía que está en los sagrarios que acogen nuestra oración confiada. Vamos a consagrarnos a Ti en estos días, ya que tú te has consagrado a nosotros: Dios Hijo, te encarnas para redimirnos, para ser nuestro Sacerdote (mediador).
Vamos a poner nuestra esperanza en Cristo Rey. Vamos a refugiarnos en las llagas del Señor para encontrar fortaleza para la lucha.
Con el paso de los años a veces las ilusiones de esta vida van perdiendo peso relativo: son ilusiones finitas, mientras que nuestros deseos son ilimitados (ilimitadas ansias de felicidad): puede venirnos la angustia: es el momento de agarrarnos al consuelo que nos dan las llagas de Cristo: estas heridas son una realidad sufrida por cada uno de nosotros. Nos llevan a una realidad más alta, no reinados efímeros sino su Reino, por el que vale la pena vivir, y dar la vida, pues es Vida.

2. "Ve a coger el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra." El libro que en la visión le es entregado a Juan contiene las profecías del Antiguo Testamento y recibe como misión el revelar su sentido a la luz del Nuevo. Esta segunda parte del Apocalipsis puede ser considerada como la explicación del contenido profético de este libro.
Me acerqué al ángel y le dije: "Dame el librito." Él me contestó: "Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor." 
Y así lo hizo Juan, y así lo sintió en su interior como se le dijo.
Dios único es el guía de la Historia. No la marca con la fatalidad que vemos en el pensamiento griego, sino con el amor fruto del encuentro de dos libertades: la de Dios y la del hombre, y si bien hay leyes de la naturaleza y desgracias en medio de la historia, Jesucristo pronunció el "sí" de la alianza sobre el mal y sobre la muerte. Dios sacará un bien de todas las cosas, aunque en el momento histórico nos toque sufrir. Juan se encuentra lleno de amargura después de haber tragado el libro, pero el sabor es por fin un sabor de dulzura y de paz. Las Escrituras meditadas en nuestro interior, la Palabra viva en la oración (Lectio divina) nos da consuelo, porque nos confiamos a la presencia de Dios en los acontecimientos que viven los hombres.
Vemos en el texto de hoy referencias que explican el libro que hay que comer (Ezequiel 2,8; Jeremías 1,10). Se trata de «alimentarse de la palabra y del pensamiento que contiene». Juan se nutre de pasajes del Antiguo Testamento, para ver a Jesús en mi tiempo, en este momento… ¿Procuro hacerlo también yo?
Saborear la Palabra de Dios, gustarla, da dulzura a nuestro paladar, aunque a veces cueste, haya cosas amargas en el sentido que nos revela también nuestros pecados, nuestras insuficiencias, que sacude nuestras tibiezas y nuestras cobardías. Pero, por una parte, la verdad está aquí, como decía s. Pedro: "¿A quien iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna".
-“Entonces se me dijo: "Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes"”. Como Jesús en la escena del templo, como nosotros en la sociedad en que hemos de participar, puede costarnos «profetizar» la verdad (Noel Quesson).
Se acerca el toque de la séptima trompeta, ya que «se ha terminado el tiempo» (v 6). El término del tiempo actual, del mundo presente, supone el comienzo del tiempo definitivo, de la nueva dimensión expresada por la fórmula «un cielo nuevo y una tierra nueva» (21,1). El misterio de Dios, es decir, la obra final de salvación, que la voluntad divina ha decidido realizar sobre la historia. Sin embargo, el cómo de este designio es todavía secreto y por eso el vidente no puede hacer públicas las palabras del Señor. Pero una cosa es cierta: estamos a las puertas de la consumación del reino de Dios (¡el grano de mostaza es ya un árbol frondoso en que habitan los pájaros!).
«El que vive por los siglos de los siglos» viene para reinar eternamente. El fin de la historia es el cumplimiento definitivo del evangelio.
Te pedimos, Señor, que la asimilación de la palabra sea siempre un acto previo a la predicación, a la actuación. Que ella me penetre hasta lo más profundo y me convierta en un servidor de tu mensaje (A. Puig), como decía el profeta: "Mira, yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, destruir y demoler, edificar y plantar" (Jr 1,10).
           
2. Una vez rechazado el enemigo, la primera preocupación de los Macabeos es purificar el Templo y reanudar el culto; levantan las piedras del altar a semejanza del Templo de Salomón o el de la restauración llevada a cabo por Esdras y Nehemías, y resalta la novedad del fuego que va a ser usada para los sacrificios. La importancia queda establecida con motivo de la dedicación del Templo (cf 2 M 1,9.18; 2,16). En hebreo se llama Hanuskkah y en griego Encenias porque se encendían lámparas en las casa –y siguen ahora- simbolizando la luz de la Ley. En esta fiesta Jesús se declaró Hijo de Dios ante los judíos (Jn 10,22-39: Biblia de Navarra). Además, Jesús es el Templo anunciado…

3. "Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel", cantamos con la tradición que pone en boca de David este grito de júbilo por la construcción del templo. Pero no es sólo satisfacción humana por la casa de Dios, sino atención a la gloria divina: "Tuyos son, Señor, la grandeza (...) y el reino". David es una persona madura, no quiere protagonismo, sino dar gloria a Dios de quien es todo mérito, diríamos todo éxito. Todo viene de él. De aquí brota el espíritu contemplativo. Podemos nosotros, con Jesús, llamar a Dios "Abbá" (Padre, papá: Mc 14,36). Por su filiación, somos "hijos en el Hijo". Podemos unir todo cuanto hacemos como sacrificio, y decir con Cristo: "Bendito seas Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros pan de vida". Y proclamar “tuyo es el Reino”… unidos a Cristo Rey.


Llucià Pou Sabaté

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Jueves de la semana 33 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB

Jesús siente la infidelidad de Jerusalén, y le pide conversión: “¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!”
“En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: -« ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida»” (Lucas 19,41-44).  

1. –“Jesús se acercaba a Jerusalén, y al verla”... El viaje hacia Jerusalén se está acabando, desde Jericó Jesús ha andado veinte kilómetros de cuesta. Llegado a Betania, desde esas alturas  se domina el espléndido paisaje de Jerusalén. La magnífica ciudad está allí extendida a nuestros pies... las casas apiñadas unas contra otras sobre el rocoso espolón que limitan el valle de Cedrón y la Geena... las sólidas murallas que protegen la ciudad... El Templo del Dios viviente, en el centro de Jerusalén, resplandeciente con sus columnas de mármol, y el techo de oro fino. Era en ese lugar de su camino donde los peregrinos llenos de entusiasmo entonaban el Salmo 121: «Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor, Ya están pisando nuestros pies, tus umbrales, Jerusalén: Jerusalén, ciudad bien construida, maravilla de unidad... Haya «paz» en tus muros y en tus palacios, días espléndidos. Por amor de mis hermanos y amigos, diré: «¡La paz contigo!». Por amor de la casa del Señor, nuestro Dios, yo os auguro la felicidad» . Esto es lo que Jesús oye cantar a su alrededor.
-“Jesús lloró”... Tienes sentimientos, Señor, y no quieres ocultarlos. Esas lágrimas manifiestan tu no poder hacer nada ante la libertad, Jesús. Trataste de «convertir» Jerusalén, pero esa ciudad, en conjunto, te resistió, y te rechaza: dentro de unos días serás juzgado, condenado, y ejecutado...
Dios prefiere "llorar de impotencia en Jesús antes que privar al hombre de su libertad" (Stöger). Este llanto es todavía llamamiento a su paz mesiánica, y te vemos, Jesús, cómo amas a tu pueblo, y cómo tus sentimientos de pena prorrumpen en llanto. Aún hoy este pueblo busca su conversión, quizá sin saberlo, y san Pablo dirá que será un signo del fin de los tiempos, esa conversión.
La misma conversión que buscamos todos, la que S. Ambrosio explicaba así a las vírgenes: “La que de esta manera busca a Cristo y lo encuentra puede decir: Lo abracé, y ya no lo soltaré, hasta meterlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó en sus entrañas. ¿Cuál es la casa de tu madre y su alcoba, sino lo más íntimo y secreto de tu ser?
”Guarda esta casa, limpia sus aposentos más retirados, para que, estando la casa inmaculada, la casa espiritual fundada sobre la piedra angula, se vaya edificando el sacerdocio espiritual, y el Espíritu Santo habite en ella.
”La que así busque a Cristo, la que así ruega a Cristo no se verá abandonada por Él; más aún, será visitada por Él con frecuencia, pues está con nosotros hasta el fin del mundo”.
-“¡Si también tú, en ese día, comprendieras lo que te traería la «paz»!” Era el deseo del Salmo. Era el nombre mismo de Jerusalén: «Ciudad de la Paz». Jesús sabe que el aporta la expansión, la alegría, la paz a los hombres. Pero se toma en serio la libertad del hombre y respeta sus opciones: más que manifestar su poder, llora y se contenta con gemir... «Si comprendieras...»
-“Pero, por desgracia, tus ojos no lo ven”. La incredulidad de Jerusalén, es símbolo de todas las otras incredulidades... La incredulidad de aquel tiempo, símbolo de la incredulidad de todos los tiempos... Jerusalén está ciega: no ha «visto» los signos de Dios, no ha sabido reconocer la hora excepcional que se le ofrecía en Jesucristo. Jerusalén crucificará, dentro de unos días, a aquél que le aportaba la paz. “No reconociste el tiempo de la visita de Dios”. ¡Admirable fórmula de ternura! Era el tiempo de la «cita» de amor entre Dios y la humanidad. Esa visita única, memorable, se desarrollaba en esa ciudad única en toda la superficie de la tierra. «Y Jerusalén, ¡tú no compareciste a la cita!» Pero ¿estoy yo, a punto hoy para las «visitas» de Dios? De cuántas de ellas estoy ausente también por distracción, por culpa, por ceguera espiritual!... por estar muy ocupado en muchas otras cosas.
-“Días vendrán sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos, y no dejarán en ti piedra sobre piedra”. Cuando Lucas escribía eso, ya había sucedido la predicción del Señor: en el 70, los ejércitos de Tito habían arrasado prácticamente la ciudad... esa hermosa ciudad que Jesús contemplaba aquel día con los ojos llenos de lágrimas... (Noel Quesson).

2. Los dos libros de los Macabeos hablan de los mismos hechos. El celo religioso del fiel Matatías y sus hijos hace estallar la revolución. Harto ya de las artimañas del poder real que se esfuerza en apartar a los judíos de la Fe, Matatías, jefe de una importante familia sacerdotal convoca a los fieles a la "resistencia" y predica la «guerra santa». Hoy queremos dejar es creencia antigua de que las guerras arreglan algo, y escoger la verdad del diálogo. Ayúdanos, Señor, a entendernos los unos con los otros. Ayúdanos, Señor, a descubrir el sentido de tu bienaventuranza: «felices los artífices de la paz».
-“Si cumples el decreto del rey, recibirás plata, oro y muchos regalos”. El chantajes es moneda de cambio en sistemas corruptos: la codicia va unida a esa perversión.
-“Aunque todas las naciones que forman el imperio del rey le obedezcan hasta apartarse cada uno del culto de sus padres... Yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos en la alianza de nuestros padres. El cielo nos guarde de abandonar la Ley y los preceptos”. Se trata de una fidelidad interior a Dios... «mantenerse en la Alianza». Permanecer aliado de Dios. Hacer su voluntad. Y esto a pesar de la presión general dominante: «Aunque todos abandonen a Dios...» Hoy vemos de modo sibilino, sin aparente violencia, esas dificultades ambientales. ¿Cuál es mi actuación?
-“Y dejando en la ciudad cuanto poseían, huyeron él y sus hijos a las montañas”. Al grupo de Matatías se suman, entre otros, los asideos que parecen formar ya en esta época un partido religioso más o menos estructurado. Son los "piadosos", los que han permanecido fieles a las tradiciones patrias, mientras muchos judíos se han relajado en lo que respecta a la observancia de la ley. Se cree que son los antepasados de los fariseos y los esenios. En el Qumram, en el desierto, se han hallado muchos indicios de la cultura y modo de vida de los que se instalaron en el desierto. El anciano Matatías designa a su segundo hijo, Simón, como consejero y encomienda al tercero, Judas, la dirección militar.
Olivier Clerc cuenta de una rana que se mete en una cacerola llena de agua fría en la que nada tranquilamente. Encienden fuego bajo la cacerola, y el agua se calienta lentamente. Se va poniendo tibia, y la ranita encuentra esto más bien agradable, y  continúa nadando. Ahora el agua está caliente, se siente un poco cansada pero no se da cuenta que va adormeciéndose. Cuando el agua está demasiado caliente ya la ranita está tan debilitada, que no puede hacer nada. La ranita termina muriendo por no notar el cambio. En agua de 50 grados,  según como entra saldría de la cacerola con un golpe de sus patas. Con eso se quiere hacer ver que cuando un cambio viene de un modo suficientemente lento escapa a la conciencia, y no provoca en la mayor parte de los casos ninguna reacción, ninguna oposición, ninguna revuelta…
Cosas que nos habrían hecho horrorizar 20, 30 o 40 años atrás han sido poco a poco banalizadas, y hoy preocupan apenas, o dejan directa y completamente indiferente a la mayor parte de las personas. En  nombre del progreso, de la ciencia, y del aprovechamiento, se efectúan continuos ataques a las libertades individuales, a la dignidad, a la integridad de la naturaleza, a la belleza y a la felicidad de vivir. Lentamente, pero inexorablemente, con la constante complicidad de las víctimas, inconscientes, o quizás incapaces de defenderse. ¡Conciencia o cocción, debemos  elegir!

3. "Al que sigue buen camino, le haré ver la salvación de Dios... ofrece al Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo, e invócame el día del peligro: yo te libraré y tú me darás gloria". Dios es aquí Soberano que da leyes y convoca a juicio. Anuncia a Jesús, que nos salvará, y  me mostrará el único camino que da gloria a Dios y nos conduce a su Gloria. Ese camino es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en brazos de su padre... «El que sea pequeñito, que venga a mí», dijo el Espíritu Santo por boca de Salomón. Y ese mismo Espíritu de amor dijo también que «a los pequeños se les compadece y perdona». Y, en su nombre, el profeta Isaías nos revela que en el último día «el Señor apacentará como un pastor a su rebaño, reunirá a los corderitos y los estrechará contra su pecho». Y como si todas esas promesas no bastaran, el mismo profeta, cuya mirada inspirada se hundía ya en las profundidades de la eternidad, exclama en nombre del Señor: «Como una madre acaricia a su hijo, así os consolaré yo, os llevaré en brazos y sobre las rodillas os acariciaré».

Miércoles de la 33ª semana (par). Jesús nos habla de hacer rendir los dones para la vida eterna

 “En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: -«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo." Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey." Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez." Él le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades." El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco." A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades." El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras." Él le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses." Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez." Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas." "Os digo: 'Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.' Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia."» Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén” (Lucas 19,11-28).

1. Cuando la gente escuchaba las palabras de Jesús -anunciando que la salvación había venido para Zaqueo-, añadió una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén, lo que hacía creer que el reino de Dios iba a apuntar de un momento a otro. Pascua está cerca. Multitud de peregrinos suben para celebrarla. Es el aniversario de la Liberación de Egipto. Todo el mundo se imagina que ha llegado para Jesús la hora del triunfo, y que el Reino de Dios «aparecerá de modo visible»... y ensalzarán al «Hijo de David» en la entrada a Jerusalén. Muchos como los discípulos de Emaús esperaban “que era aquél que había de liberar Israel» (Lc 24,21). Y los Doce le preguntarán luego: “¿Es ahora que vas a restablecer la realeza en Israel?” (Hch 1,6):
-“Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, encargándoles: «Negociad, mientras vuelvo...»” Jesús, nos hablas de un tiempo, durante el cual nos confías unas responsabilidades. No hay que «soñar», hay que «negociar»...
Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron detrás de él una delegación que dijese: ¡No queremos a éste por Rey!” Los contemporáneos de Jesús hubieran querido un Reino esplendoroso, vencedor. Jesús les da a entender que antes de su inauguración, habrá una revuelta contra ese «rey»: «¡fuera ese!, ¡suéltanos a Barrabás!» (Lc 23,18). El rechazo de Dios es un fenómeno histórico inquietante. Jesús lo anunció. Es un fenómeno actual, un hecho de todos los tiempos. Por otra parte, Jesús tenía en cuenta un acontecimiento histórico reciente: Arquelao, de quien precisamente dependía la ciudad de Jericó, había ido a Roma para pedir el título de Rey al Emperador Augusto... una delegación judía de cincuenta notables intrigó para que no le fuera concedido tal título... todos entenderían lo que contaba…
-“Cuando volvió mandó llamar a los empleados para enterarse de lo que había ganado cada uno con lo que había recibido”... La «parábola de los talentos» relatada por san Mateo tiene un contexto escatológico equivalente. El tiempo que precede al «Reino de Dios aparente» es un tiempo en el que Dios reina ya, pero no de modo visible. Es el tiempo de la persecución. Es el tiempo de la fidelidad en la prueba. El tiempo de la perseverancia. Es el tiempo del trabajo para Dios: de «negociar, de hacer fructificar lo que se nos ha confiado» Es el tiempo de ser fiel en «las cosas pequeñas» (Lc 16,10) en la espera de recibir mayores responsabilidades: los empleados, que negociaron bien una moneda de plata, obtuvieron el gobierno de una ciudad. Es el tiempo de la Iglesia. Es el hoy (Noel Quesson).
A la vuelta del rey, pide cuentas y uno le da más rendimiento a lo administrado, otro menos… no es decisivo si con las diez monedas uno ha conseguido otras diez, o sólo cinco. Lo que no hay que hacer es "guardarlas en un pañuelo", dejándolas improductivas, como hace uno de ellos. Algunos hombres de Arquelao protegieron sus propiedades mientras estaba fuera, por que se mezclan la ida a ser coronado rey con la administración de las monedas (mina es una unidad contable = 570 gramos de plata = 100 dracmas).
Jesús, tú superas la visión mesiánica de reinados de este mundo, sitúas tu reino a otro nivel, enseñas que vendrás como Rey, que reinará y juzgará. Además, nos dices que no hemos de preocuparnos por los enemigos del Reino, sino hacer fructificar la herencia que nos has encomendado. Si sabemos apreciar los tesoros que nos ha encomendado (vida, fe, gracia…) pondremos empeño en hacerlos fructificar: “Que tu vida no sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor.
Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. -Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón” (S. Josemaría Escrivá).
¿Qué estamos haciendo de nuestros dones personales, y de la fe, del Bautismo, de la Palabra, de la Eucaristía?, ¿qué fruto estamos sacando, en honor de Dios y bien de la comunidad, de esa moneda de oro que es nuestra vida, la humana y la cristiana? Ojalá al final todos oigamos las palabras de un Juez sonriente: "muy bien, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor" (J. Aldazábal).
A quien tiene la alegría del Evangelio, a quien tiene la perla preciosa, el tesoro, se le concederá el discernimiento de todos los otros valores, de los valores de las otras religiones, de los valores humanos existentes fuera del cristianismo; se le dará la capacidad de dialogar sin timidez, sin tristeza, sin reticencias, incluso con alegría, precisamente porque conocerá el valor de todas las demás cosas. Al que tiene la alegría del Evangelio se le dará la intuición del sentido de la verdad que puede haber en otras religiones. Por el contrario, al que no tenga se le quitará aun lo poco que tenga. Al que posee poca alegría del Evangelio se le irá de las manos la capacidad de diálogo y se obstinará en la defensa a ultranza de lo poco que posee, se cerrará dentro de sí mismo, entrará en liza con los demás por temor a perder lo poco que tiene. Este es nuestro drama, el drama de nuestra sociedad. La poca alegría del Evangelio es causa de mezquindad y de tristeza en todos los terrenos de la vida eclesiástica y social, produce corazones encogidos y es causa de absurdas discusiones sobre auténticas nimiedades (Carlo M. Martini).
Tenemos que ser creativos hasta que el Señor vuelva. Él nos concede sus dones para seguir construyendo su proyecto del Reino. Hace de nosotros pequeños creadores. Puede que la cultura actual sea una fábrica de pasividad, pero los hombres y las mujeres seguimos siendo genéticamente creativos. Si no lo fuéramos moriríamos. Forma parte del equipaje con que venimos al mundo para enfrentarnos a este mundo complejo. La memoria, el bagaje cultural, las tradiciones, los valores... las raíces, todo eso es fuente de la creatividad.
2. El martirio de la madre con sus hijos nos llena de esperanza del cielo que también es recompensa: -“La madre vio morir a sus siete hijos en el espacio de un solo día”... ayúdanos, Señor, a tener una gran esperanza de que la muerte no es más que un momento, un pasaje a lo mejor, a la Vida eterna y feliz.
-“La madre decía: "No fui yo quien os dio el espíritu y la vida... Sino el Creador del mundo que modela al niño, que preside su origen y el de toda cosa... Yo te llevé nueve meses en mi seno, te amamanté, te alimenté, te crié... Mira el cielo y la tierra; y sepas que Dios hizo todo esto..."” Tal vez a nosotros no se nos presenta la ocasión de dar testimonio con el admirable heroísmo que vemos en Eleazar y en la madre y sus siete hijos. Pero a veces lo que falta en intensidad con una muerte de mártires, puede tener equivalencia en una vida de mártires: una conducta perseverante, fiel a Dios, resistiendo a la presión del ambiente. También para ir contra corriente, un cristiano o una familia necesitan un cierto heroísmo. Lo mismo que una comunidad religiosa que hace votos de seguir a Cristo en los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, que son realmente contrarios a las tendencias que prevalecen en el mundo (tener, gozar, mandar).
-“No temas a este verdugo, hijo mío. Acepta la muerte para que vuelva yo a encontrarte con tus hermanos en la misericordia”... Fe en la resurrección. Respuesta final. Muchos santos Padres elogiaron estos mártires y su madre, su moderación: “igualémosla nosotros con la paciencia y la templanza contra las concupiscencias irracionales, contra la ira, la avaricia de las riquezas, las pasiones del cuerpo, la vanagloria y todas las otras semejantes. Pues si dominamos su llama, como aquellos dominaron la del fuego, podremos estar cerca de ellos y ser participantes de su confianza y libertad” (S. Juan Crisóstomo).

3. Ojalá podamos hoy, además de cantarlo con el salmo llenos de confianza: "mis pies estuvieron firmes en tus caminos y no vacilaron mis pasos... yo te invoco, inclina el oído y escucha mis palabras... guárdame como a las niñas de tus ojos, y al despertar me saciaré de tu semblante".
Llucià Pou Sabaté