martes, 23 de octubre de 2012


Miércoles de la 29ª semana (par): nos pide el Señor estar vigilantes a su venida.

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» Pedro le preguntó: -«Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?» El Señor le respondió: -«¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá»” (Lucas 12,39-48).  

1. Jesús, quieres que estemos atentos, en estas últimas semanas que quedan de año litúrgico, cuando vivimos la preparación para tu segunda venida, y nos pones hoy la comparación de estar alerta para que no entre un ladrón en casa.
-“Si el dueño de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón... Estad también vosotros preparados: pues cuando menos lo penséis llegará el Hijo del hombre.” Para la antigua Grecia y otros pueblos de oriente, la historia es un perpetuo volver a empezar; un círculo continuado… pero la fe nos dice que hay un fin en la historia, vamos en progresión y en el curso de los años Dios se ha ido manifestando con lo que llamamos “revelación” (quitar el velo) de la Verdad, que se ha revelado plenamente en Cristo. Jesús, tú has venido entre nosotros, has vivido con nosotros, y continúas viniendo, y nos anuncias que vendrás... para juzgar el mundo y salvarlo.
Es verdad que los primeros cristianos esperaron, casi físicamente, la última venida -la Parusía- de Jesús... la deseaban con ardor y rogaban para adelantar esa venida: "Ven Señor Jesús". Las nuevas plegarias eucarísticas, desde el Concilio, nos han retornado esa bella y esencial plegaria: "Esperamos tu venida gloriosa... esperamos tu retorno... Ven, Señor Jesús". Sabemos que no sabemos ni el día ni la hora, pues nos dices: "llegará cuando menos lo penséis..." y que tu venida, Señor, puede tardar aún mucho tiempo. Pero, al mismo tiempo, sabemos que ya estás aquí, en nuestra vida y nuestra historia…
"Vino a su casa y los suyos no lo recibieron" (Jn 1,11). Quiero verte, Señor, y no dejar que llores otra vez "porque la ciudad no reconoció el tiempo en que fue "visitada" (Lc 19,44). Cada uno estamos invitados a recibir la "visita íntima y personal" de Jesús: "He ahí que estoy a la puerta y llamo: si uno me oye y me abre, entraré en su casa y tomaremos la "cena" juntos" (Ap 3,20). Oh Señor, ayúdame a pensarlo. Despierta mi corazón para esos encuentros contigo.
-“Pedro le dijo entonces: "Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos en general?" El Señor responde: "¿Dónde está ese administrador fiel y sensato a quien el Amo va a encargar de repartir a los sirvientes la ración de trigo a sus horas? Dichoso el tal empleado si el Amo al llegar lo encuentra en su trabajo”.
Nos invitas a la vigilancia, Jesús, y pides a los que podemos influir en otros que hemos de ser "fieles y sensatos". "Llegará cuando menos lo penséis..." Quieres que estemos atentos, Jesús, y por eso nos lo repites… Los administradores somos nosotros, que no sabemos día y hora, porque ya estás aquí, Señor, en mi día de  hoy. Y cuando dependen otras personas de nosotros, hemos de pensar que tendemos que rendir cuentas. Su papel esencial es "dar a cada uno el alimento a sus horas." Pero todos somos responsables de los demás, de cada uno dependen los demás. Así pues, toda la Iglesia tiene que estar en actitud de "vigilancia"... cada cristiano, pero también y ante todo cada responsable. El Reino de Dios ya está inaugurado.
Referirse a ese Reino -que ciertamente no estará "acabado" más que al Fin- no supone para la Iglesia un proyectarse en un futuro de ensueño, sino aceptar el presente como esperanza, y contribuir a que ese presente acepte y reciba el Reino que ya está aquí  (Noel Quesson).
-"Dichoso el servidor si su amo al llegar le encuentra en su trabajo". Ayúdame, Señor, a estar en mi trabajo cada día y a captar tu presencia.
-“Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le pedirá.” Podemos sentirnos muy seguros del Reino, porque hemos sido elegidos responsables ante los demás... Tu, Jesús, nos haces reflexionar, hacer examen, pues "al que mucho se le confió, más se le exigirá".
Tenemos el peligro de la pereza, del amodorramiento, y los las comparaciones que nos pones, Señor, del ladrón que puede venir en cualquier momento, o el amo que puede presentarse improvisamente, nos ayudan a examinarnos y no pensar que somos dueños, sino que todo puede acabarse y hemos de tener las cosas preparadas para dar cuentas. No quieres, Jesús, que vivamos con angustia, ni una tensión psicológica, mala, sino una tensión de amor, de tener los ojos abiertos y llenos de luz porque tú nos esperas en cada acontecimiento. Así, con sentido de responsabilidad, sin descuidar ni la defensa de la casa ni el arreglo y el buen orden en las cosas que dependen de nosotros... y si tenemos responsabilidades sociales, procuraremos vivir no como dueños de los demás sino sus servidores. Así nos dice el Concilio Vaticano II: “Una misma es la santidad que cultivan en cualquier clase de vida y de profesión los que son guiados por el espíritu de Dios y, obedeciendo a la voz del Padre, adorando a Dios y al Padre en espíritu y verdad, siguen a Cristo pobre, humilde y cargado con la cruz, para merecer la participación de su gloria. Según eso, cada uno según los propios dones y las gracias recibidas, debe caminar sin vacilación por el camino de la fe viva, que excita la esperanza y obra por la caridad”.
Los pastores han de ser responsables con su deber ministerial: los obispos, “santamente y con entusiasmo, con humildad y fortaleza, según la imagen del Sumo y Eterno sacerdote”. Así también los demás sacerdotes, los diáconos, “asiduos en la oración, fervorosos en el amor, preocupados siempre por la verdad, la justicia, la buena fama, realizando todo para gloria y honor de Dios. A los cuales todavía se añaden aquellos seglares, escogidos por Dios, que, entregados totalmente a las tareas apostólicas, son llamados por el Obispo y trabajan en el campo del Señor con mucho fruto”.
“Conviene que los cónyuges y padres cristianos, siguiendo su propio camino, se ayuden el uno al otro en la gracia, con la fidelidad en su amor a lo largo de toda la vida, y eduquen en la doctrina cristiana y en las virtudes evangélicas a la prole que el Señor les haya dado. De esta manera ofrecen al mundo el ejemplo de un incansable y generoso amor, construyen la fraternidad de la caridad y se presentan como testigos y cooperadores de la fecundidad de la Madre Iglesia, como símbolo y al mismo tiempo participación de aquel amor con que Cristo amó a su Esposa y se entregó a sí mismo por ella. Un ejemplo análogo lo dan los que, en estado de viudez o de celibato, pueden contribuir no poco a la santidad y actividad de la Iglesia. Y por su lado, los que viven entregados al duro trabajo conviene que en ese mismo trabajo humano busquen su perfección, ayuden a sus conciudadanos, traten de mejorar la sociedad entera y la creación, pero traten también de imitar, en su laboriosa caridad, a Cristo, cuyas manos se ejercitaron en el trabajo manual, y que continúa trabajando por la salvación de todos en unión con el Padre; gozosos en la esperanza, ayudándose unos a otros en llevar sus cargas, y sirviéndose incluso del trabajo cotidiano para subir a una mayor santidad, incluso apostólica”.
Jesús, que esté atento a tu venida final, y a esas pequeñas pero irrepetibles venidas en las ocasiones diarias en que muestras tu cercanía; te pido estar despierto, vigilante (J. Aldazábal).
2. Nos dice san Pablo: -“El misterio de Cristo... es que los gentiles son coherederos, miembros del mismo Cuerpo y partícipes de la misma Promesa”. Es el proyecto de amor universal sin fronteras. Apertura infinita. Unidad total de todos los hombres. Cristo es verdaderamente el momento decisivo de la historia toda de la humanidad.
-“Es el proyecto eterno que Dios ha realizado en Cristo”. ¿Soy de veras consciente de que "esto" es el proyecto de Dios? ¿Es mi corazón lo suficientemente grande? ¿Estoy debidamente abierto a estas perspectivas? o bien, quizá y por mi propia cuenta personal ¿me he acomodado a cierta religioncilla, buena para mí, para mi salvación individual? ¿Participo en la aventura misionera de la Iglesia que quiere ser fiel a ese «proyecto de Dios» de asociar a los paganos a la misma esperanza? ¿Estoy comprometido en la evangelización del mundo? ¿Suelo orar por «los que no conocen a Dios»?
-“Gracias al anuncio del Evangelio del cual he venido a ser ministro”. A diferencia de los «misterios» paganos que eran a menudo unos ritos sagrados, reservados sólo a los «iniciados»... el misterio de Cristo está hecho para ser revelado, anunciado a todos. Su secreto, Dios quiere dar a conocer su secreto. Dios quiere que participen en su proyecto cuantos más mejor. Ayúdame, Señor, a contemplar el mundo desde la fe, ver las soledades y los "egoísmos", los exclusivismos violentos y los sectarismos...
-“A mí, el último de todos los fieles me fue concedida la gracia de anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo y esclarecer cómo se ha dispensado el Misterio escondido desde siglos en Dios, Creador de todas las cosas.” Desde siempre, desde la creación inicial, Dios tenía en su mente: el proyecto de una humanidad reunida por fin en el amor. Y hasta el "último de los fieles" ha de representar su papel en ese vasto proyecto. Desde donde humildemente me encuentro puedo hacer avanzar algo ese plan. ¿Cuál es mi tarea en esa obra esencial en la que se construye el futuro de la humanidad? ¿Trabajo yo en este sentido? o ¿en el sentido opuesto? ¿Excluyo algo? ¿Mantengo privilegios? o bien ¿procuro amar siempre como Dios ama? ¡Dios ama a los que yo no amo! Es una formidable invitación a amarlos en adelante.
-“Gracias a la Iglesia, las mismas fuerzas invisibles conocerán los múltiples aspectos de la sabiduría de Dios. Y Cristo, mediante la fe en El, nos da valor para llegarnos confiadamente a Dios”. Es una revolución preciosa, en la historia de las relaciones entre Dios y la humanidad (Noel Quesson).
3. Te doy gracias con el salmista, “mi Dios y Salvador: / confiaré y no temeré, / porque mi fuerza y mi poder es el Señor, / él fue mi salvación. / Y sacaréis aguas con gozo / de las fuentes de la salvación”.
Llucià Pou Sabaté 

Martes de la 29ª semana. Jesús nos pide vigilancia, llena de confianza: vivir de esperanza, estar en vela, en fidelidad, edificando su cuerpo que es la Iglesia.

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos»” (Lucas 12,35-38).

1. Jesús, quiero aprender lo que nos dirás estos días sobre la vigilancia, esa actitud de espera activa y despierta que nos pides:
-“Jesús decía: "Poneos el traje de trabajo" -"llevad ceñida la cintura"- y "mantened las lámparas encendidas". Llevar puesto el delantal es estar presto para el trabajo: es el "uniforme" de servicio; también el atuendo del viajero el que llevaban los judíos para celebrar la Pascua: el viaje del éxodo. Dispuestos a salir de viaje ("con las maletas preparadas").

Tener la lámpara encendida, es estar siempre a punto, incluso durante la noche, como las cinco muchachas prudentes que esperaban al novio. Con el aceite de la fe, de la esperanza y del amor. Mirar hacia delante. Ayer se nos decía que no nos dejáramos apegar a las riquezas, porque nos estorbarán en el momento decisivo. Hoy, que vigilemos. Es sabio el que vive despierto y sabe mirar al futuro. No porque no sepa gozar de la vida y cumplir sus tareas del "hoy", pero sí porque sabe que es peregrino en esta vida y lo importante es asegurarse su continuidad en la vida eterna. Y vive con una meta y una esperanza. En las cosas de aquí abajo afinamos mucho los cálculos: para que nos llegue el presupuesto, para conseguir éxitos comerciales o deportivos, para aprobar el curso. Pero ¿somos igualmente espabilados en las cosas del espíritu? "Dichosos ellos, si el amo los encuentra así". Y escucharemos las palabras que serán el colmo de la felicidad: "muy bien, siervo fiel, entra en el gozo de tu Señor". Y nos sentará a su mesa y nos irá sirviendo uno a uno (J. Aldazábal).
Señor, quieres que estemos en alerta constante, siempre prestos a la acción y preparados para servir día y noche. ¿Estoy yo preparado para servir en todo instante, en todo momento?
-“Pareceos a los que aguardan a que su amo vuelva de la boda para, cuando llegue, abrirle en cuanto llame”. Nos hablas de una llegada de "improviso", oculta... ¿Estoy siempre a punto de recibir a Jesús? "Vienes" de muchas maneras:
- en tu Palabra, propuesta cada día, esta allí... ¿Soy fiel a la oración?
- estás en todo hombre que necesita de mí... "he tenido hambre, estaba solo..."
- en la Iglesia y lo que me propone, estas allí... "quien a vosotros escucha, a mí me escucha..."
- en los acontecimientos, "signos de los tiempos", que es preciso descifrar, estas allí...
- en mis alegrías y mis penas, en mi muerte y en mi vida estas allí. Los hijos vuelven de la escuela: es Jesús quien viene y espera mi disponibilidad. Un colega viene a pedirme que le eche una mano: es Jesús quien viene. Se me invita a una reunión importante para participar en la vida de la escuela, de la empresa, de la colectividad, de la Iglesia... ¿me quedaré tranquilo en mi rincón? Estoy preparando la comida... Trabajo en mi oficina, en mi despacho, en mi taller... Acepto una responsabilidad que se me confía... Es Jesús que viene y al que hay que recibir.
-“Dichosos esos criados si el Amo al llegar los encuentra "en vela"”. Velar, en sentido estricto, es renunciar al sueño de la noche, para terminar un trabajo urgente, o para no ser sorprendido por un enemigo... En un sentido más simbólico, es luchar contra el entorpecimiento, la negligencia, para estar siempre en estado de disponibilidad. ¡Dichosos! ¡Dichosos ellos! (Noel Quesson)
-“Os aseguro que el Amo se ceñirá el delantal, los hará recostarse y les servirá uno a uno”. Es cosa inaudita que el amo haga eso con sus siervos. Tanto en los momentos grandes como el momento de nuestra propia muerte –en hora imprevista- como para la venida cotidiana del Señor a nuestras vidas, en su palabra, en los sacramentos, en los acontecimientos, en las personas. Si estamos despiertos, podremos aprovechar su presencia. Si estamos adormilados, ni nos daremos cuenta.

2. San Pablo nos habla de la reunión de paganos y judíos y la única Iglesia de Dios. Cristo es "paz". Inaugura una nueva humanidad en la que todos somos iguales, y reconciliados con Dios. Cristo es la piedra angular del edificio:
-“Hermanos, recordad como en otro tiempo, estabais lejos del Mesías, excluidos de la comunidad de Israel y extraños a las alianzas, sin esperanza y sin Dios en el mundo”. En otro tiempo existían los "privilegiados" y los no «privilegiados». Y estaba prohibido a los «goyims» -naciones paganas- atravesar el recinto del Templo que les estaba reservado... bajo pena de muerte. Este desprecio de los «paganos» había suscitado a su vez un anti-judaísmo muy generalizado. Perdón, Señor, por nuestras estrecheces y por nuestras exclusiones…
-“Es El, Cristo, nuestra «paz». De los dos, Israel y «gentiles» ha hecho un solo pueblo”. Por su carne resucitada derribó el muro que los separaba, el odio, suprimiendo las prescripciones jurídicas de la ley... El japonés que en el sótano del hospital murió cuando el tsunami arreglando la electricidad, dando la vida para la salvación de muchos, pudo encontrar a Jesús ahí, sin conocerle, como también podemos nosotros que lo conocemos.
Uno de los frutos esenciales de la redención es la unidad, la paz, la supresión de los racismos, la destrucción de los «muros que separaban a los hombres entre sí». Y esto es simbolizado por Pablo por la coexistencia en el seno de la misma Iglesia de cristianos procedentes de Israel y cristianos venidos del paganismo. Hoy, en nuestro mundo actual, en nuestra Iglesia actual ¿cuáles son los riesgos y los puntos de ruptura, los puntos por los que el odio se infiltra?
-“Cristo quería reunir a unos y otros en la paz y crear en El «un solo hombre nuevo»”. Unos y otros, reunidos en un «solo cuerpo» quería reconciliarlos con Dios por la cruz. Estamos invitados por ti, Jesús, a tener un mismo Padre, en fraternidad con los demás… Haz que comulgue con tu voluntad, Señor. Entrar en la aventura del amor que «agrupa» que «hace la paz», que «reconcilia», que «reúne»... esto cuesta la sangre de la cruz. No es una empresa fácil. ¡Señor! ¡Haznos constructores de paz, constructores de amor!
-“En su persona dio muerte a la enemistad”. Señor, que trate yo contigo de dar muerte a la enemistad.
-“Por El, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu. Ya no sois «transeúntes» ni «forasteros» sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios...” Estáis siendo juntamente edificados hasta ser «morada de Dios» en el Espíritu. El verdadero Templo de Dios no está hecho de piedras, sino de personas vivas: Dios habita en la humanidad... Esto confiere una preeminente dignidad a todo ser humano (Noel Quesson).
La imagen de la casa lleva consigo la imagen de la edificación. Israel es la construcción por excelencia de Dios, que la ha "edificado" a lo largo de una obra secular, preservándola de sus enemigos, asegurándole su fidelidad, santificándola con una atención continuada. Pero los judíos rechazaron a Cristo, la piedra angular, y han descartado piedras vivas, las naciones paganas, a las que Dios contaba con incorporar en la construcción (Jer 12,16). Cristo debía haber sido la piedra cumbre del edificio. Pero los judíos la rechazaron y el edificio se ha derrumbado, y la destrucción del templo reveló la ruina del edificio-Israel (Mt 23,37-38; 24,2).
Sin embargo, Dios continúa edificando su pueblo: reemplaza el equipo de edificadores con Cristo y sus apóstoles. Hay que hacer notar el carácter personalista de esta construcción: se trata de una acción personal de Jesús, confiada a otras personas: por una parte, los apóstoles; por otra, los cristianos venidos del paganismo. Pablo habla por vez primera de la participación de todos los fieles en la obra de la edificación: hasta ahora había reservado este privilegio a los apóstoles. Además, la edificación no termina nunca, debido a la diversidad y perennidad de los ministerios, pero siempre bajo el único impulso de Cristo (Maertens-Frisque).

3. Igual que Cristo hizo caer el muro divisorio entre Israel y el resto de la humanidad, igual que en Berlín cayó felizmente el muro que separaba el Este del Oeste, tal vez tendrán que desaparecer más muros en nuestra vida personal o comunitaria, para que puedan cumplirse estas perspectivas tan optimistas de Pablo y lo que ya el salmo cantaba: "Dios anuncia la paz a su pueblo".

Llucià Pou Sabaté

lunes, 22 de octubre de 2012


Semana XXIX, lunes (par): Jesús nos lleva a tener confianza en la gracia de Dios y no idolatrar el dinero
“En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: -«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.» Él le contestó: -«Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?» Y dijo a la gente: -«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.» Y les propuso una parábola: -«Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios»” (Lucas 12,13-21).   
1. Uno le pidió a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". El derecho de sucesión estaba regido, como siempre en Israel, por la ley de Moisés. Pero se solía pedir a los rabinos que hicieran arbitrajes y dictámenes periciales. En este caso una persona va a Jesús para que influya sobre su hermano injusto.
-Le contestó Jesús: "¿Quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?" Jesús, no quieres mandar sobre cosas temporales. Así aprende la Iglesia, como nos dice en su último concilio: "Es de suma importancia distinguir claramente entre las responsabilidades que los fieles, ya individualmente considerados, ya asociados, asumen, de acuerdo con su conciencia cristiana... y de los actos que ponen en nombre de la Iglesia en comunión con sus Pastores... La Iglesia no está ligada a ningún sistema político" (G. S. 76). "Que los cristianos esperen de los sacerdotes la luz y el impulso espiritual, pero no piensen que sus pastores vayan a estar siempre en condiciones de tal competencia que hayan de tener al alcance una solución concreta e inmediata por cada problema, aun grave, que se les presente" (G. S. 43).
Jesús no quiere responder a un problema entre hermanos causado por dinero de una herencia. Me gustaría que lo hubieras hecho, Señor, y que hubieras dicho algo sobre cómo comportarse en esos casos, pues veo que en muchas familias los hermanos se pelean por causa de la herencia.
Prefieres dar unas normas generales que guíen nuestras acciones, sin entrar en la casuística. En esta línea, la Iglesia también dice una palabra muchas veces sobre doctrina social. No quiere eliminar la libre discusión de los problemas del mundo, sino dar puntos de referencia morales para poder dar una orientación justa a esos problemas. La solución será diversa, dependiendo de esa libertad de actuación de cada uno según su modo de aplicar la doctrina, y criterios de actuación, con discernimiento personal.
Jesús, hoy me hablas de uno de los pecados capitales: la avaricia, que va contra el décimo mandamiento: «El décimo mandamiento prohíbe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos. Prohíbe el deseo desordenado nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y de su poder. Prohíbe también el deseo de cometer una injusticia mediante la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales» (Catecismo 2536).
Tu consejo, Señor, es claro: «guardaos de toda avaricia». El avaro nunca se contenta con lo que tiene, porque, en el fondo, su principal fin está en la posesión de riqueza material. Y como es un fin que no llena, el avaro pierde absurdamente su vida en una continua búsqueda por acaparar dinero y poder.
Jesús, yo también he de luchar contra la avaricia. Y por eso hago examen y me pregunto: ¿Sé dejar a otros lo mío cuando lo necesitan? ¿Me creo necesidades por lujo, capricho, vanidad, comodidad, etc.? ¿Dónde tengo puesto el corazón, en Dios y los demás, o en las cosas materiales? O lucho por despegarlo de las cosas materiales, o acabaré siendo avaricioso (Pablo Cardona).
-“Luego, dirigiéndose Jesús a la multitud dijo: "Cuidado, guardaos de toda codicia porque la vida de una persona, aunque ande en la abundancia, no depende de sus riquezas”.  Jueces y magistrados que hagan la aplicación al caso concreto, pero tú, Señor, nos vas a dar una parábola para ilustrarnos:
-"Un hombre rico... cuyas tierras dieron una gran cosecha... decidió derribar sus graneros y construir otros más grandes para almacenar más grano y provisiones. Se dijo: "Tienes reservas abundantes para muchos años. Descansa. Come. Bebe. Date la buena vida". Pero Dios le dijo: "Estás loco: Esta misma noche te van a reclamar la vida". Hay una parábola de Antonio Machado que dice: “Érase de un marinero / que hizo un jardín junto al mar / y se metió a jardinero. // Estaba el jardín en flor / y el marinero se fue / por esos mares de Dios”. Se aplica a otra cosa, pero veo que también nos puede servir para pensar que tenemos muchas ilusiones que nos hacen felices, pero cuando aquellos planes se hacen realidad, ya no nos gustan. Esto se me ocurrió viendo la exposición de Sorolla en la Alhambra, sobre la luz. Son cuadros preciosos de cipreses y jardines. Se ven los bocetos que el pintor hace para su jardín en su casa de Madrid, dos proyectos sucesivos, tomando elementos de Granada, y de esculturas clásicas, etc. En la sala de esos bocetos, aparecen estos versos de Juan Ramón Jiménez: “Mariposa de luz, la belleza se va cuando yo llego a su rosa. / Corro, ciego, tras ella...  La medio cojo aquí y allá... ¡Solo queda en mi mano la forma de su huida!” Se puede aplicar a la luz que se nos escapa, que cuesta apresar en un cuadro. Así también el encanto de lo que deseamos se escapa muchas veces en la realización de esos proyectos que nos movían, la visión que nos mueve al deseo queda luego como frustrada, pensando: “¿sólo era eso?”. Proyectamos cosas, que cuando tenemos no nos satisfacen, como nos ilusionaba el proyecto de esas mismas cosas. Poco disfrutó Sorolla de los jardines de esa casa preciosa, pues al final de ese decenio de sus bocetos, en 1920 tuvo una hemiplejia y murió a los tres años. Pensé en esos deseos que nos mueven hacia algo más allá de lo tangible, nos transportan siempre más allá…
Recuerdo de pequeño la imagen del burro, al que oía con frecuencia pues era de un vecino que hacía cestos. Me gustaba subirme a él, tenía un encanto especial y oía con satisfacción sus rebuznos, que procuraba imitar. Me sorprendió ver en los tebeos la imagen del burro que va con una zanahoria “a cuestas”, se la ponen delante de los ojos para que vaya adelante, siempre adelante... ahora pienso que nosotros pasamos toda nuestra vida siguiendo zanahorias de metas y de propósitos, y al rebuscar en la memoria encontramos que lo que nos prometía la imaginación no era lo que nos dio la realidad: nos planteábamos “consigue esto y serás feliz”... y a veces no conseguimos aquello, pero otras muchas sí, y a pesar de conseguir estos objetivos no tenemos aquella “felicidad ...”
Esto lleva a veces a una frustración o desengaño, sobre todo cuando se han puesto muchas ansias en alcanzar a cualquier costo aquel objetivo, sacrificando cosas que luego vemos que eran más importantes, y nos acordamos que en el fondo no buscaba eso, ni aquello… algo se nos ha escapado… la mariposa se fue… con el ganar, el beneficio, la meta. Hay metas nobles, para el perfeccionamiento personal y el bien social, y es difícil mantener el equilibrio de ver qué es “medios" y qué es “fin”. Sabemos que la frustración genera formas de marginación como drogas, homicidios, etc. El alma del hombre es infinita y los anhelos de algo grande no pueden satisfacerse con lo limitado, con lo material. Dios es infinito.
Ayúdame, Jesús, a guardarme de toda avaricia, y a tener libre el corazón para ser más generoso con los demás y con Dios, a seguir el consejo de san Pablo: "Buscad las cosas de arriba".
-“Eso le pasa al que amontona riquezas "para sí" y no es rico "para Dios"”. El uso que hacemos del dinero lo cambia todo: quien lo usa "para sí", está loco, quien lo usa "para Dios", es un sabio. Fórmula lapidaria que condena cualquier egoísmo, cualquier esclavitud del dinero (Noel Quesson).
2. San Pablo nos habla de la ayuda divina: “Por gracia”... que perfecciona la naturaleza. "La naturaleza", es el hombre en sus fuerzas humanas, «la gracia», es el hombre elevado por la potencia divina, el hombre-con-Dios:
-“Estabais destinados a la muerte como consecuencia de vuestras faltas. Vivisteis en pecado según el proceder de este mundo, según el príncipe de los demonios, ese «espíritu» que prosigue su obra en los rebeldes”. Los poderes del mal…
-“Todos nosotros hemos sido también rebeldes en otro tiempo, vivíamos según las tendencias egoístas de la carne, esclavos de sus caprichos y de los malos pensamientos y así, por naturaleza, estábamos destinados a la cólera como los demás”. La "naturaleza" humana es frágil y también desordenada y culpable. Siempre puede el hombre volverse hacia sí mismo y no hacia otro... tiende a satisfacerse egoístamente en lugar de amar... Ayúdanos, Señor, a saber detectar el egoísmo escondido, el amor propio hábilmente disfrazado, que impregna, inconscientemente a veces, nuestros mejores actos. Haznos lúcidos respecto al mal que nos envenena y hace sufrir a los que viven con nosotros. Ayúdanos a "reconocer que somos pecadores".
-“Dios es rico en misericordia. Por el gran amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestras faltas, nos vivificó juntamente con Cristo: ¡Es ciertamente por gracia que habéis sido salvados!” Por el amor de Dios en Jesús, ¡los hombres hemos sido salvados!
 -“Con El nos resucitó... Con El nos hizo sentar en los cielos... «En» Cristo Jesús… Y esto no proviene de vosotros; es un don de Dios: que nadie se engañe”. Hemos “ascendido” con Jesús, «con El y en El», ofrecemos la Misa con nuestras vidas, ya redimidas (Noel Quesson).
3. “Aclama la tierra” a Dios, con el salmista, y nos anima a servir “al Señor con alegría”, a ser suyos y dar gracias y bendecir su nombre.
Llucià Pou Sabaté  

sábado, 20 de octubre de 2012


Domingo de la 29ª semana (B). Para vivir la vida hemos de servir a los demás, como Jesús que ha venido a salvarnos con su amor

“En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: - «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: - «¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: - «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús replicó: - «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?» Contestaron: - «Lo somos.» Jesús les dijo: - «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: - «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos» (Marcos 10,35-45).

1. El Evangelio nos dice que los hermanos Santiago y Juan piden un puesto especial a Jesús: -«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús les habla de sufrir por amor, de la cruz, y de servicio: “el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. Jesús salva no por una acción heroica, una guerra salvadora, sino por la obediencia del martirio. ¿A quién gana Jesús nuestro rescate, a quien lo paga? Al pecado, a la muerte, al demonio… a los poderes del mal. Nos cuesta descubrir que sólo Dios puede perdonar nuestros pecados y que para eso ha venido al mundo Jesús que es nuestro único Salvador, por eso le decimos: gracias, Jesús, creo firmemente que has venido al mundo para salvarme, y te pido perdón de mis pecados, porque sólo Tú puedes y quieres perdonarme. Gracias, Jesús. A veces me siento que no me salen las cosas, no me siento con fuerzas para estudiar o portarme bien, como el paralítico que no podía andar, y tú le dijiste: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. Quiero sentir tu fuerza y ver que contigo, con la confesión, con la comunión, con la oración, puedo sacar adelante todo, obedecer tus Mandamientos. Con tu Muerte en la Cruz te sacrificaste por nosotros como un corderito llevado al matadero. Por eso le decimos en la Misa: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo... Y es tan grande el poder de tu Sangre, que una sola gota puede librar al mundo de todos los pecados. Tú perdonas a muchos pecadores: a María Magdalena, al buen ladrón... También a nosotros nos perdonas, pero ahora lo haces por medio de sus sacerdotes, en el Sacramento de la Penitencia o Confesión.
Propósito: - Cada noche al acostarme miraré a Jesús a la cara y, si en algo te he disgustado, le pediré perdón. Demos gracias a Jesús, que con su Sangre nos ha purificado de nuestros pecados, diciéndole: - Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. - Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. - Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz (Fomento).
¿Cada cuándo tengo que confesarme? La Iglesia pone el mínimo una vez al año, pero el Espíritu Santo nos sugiere que nos acerquemos con más frecuencia, la que cada uno quiera (semanal, quincenal, mensual…) pues la confesión además de limpiar de los pecados nos da fuerzas, nos hace amigos de Dios. Me decía un sacerdote anciano que mientras que la comunión a veces no sentimos nada, siempre que nos confesamos sentimos un gozo y paz, una alegría hasta física, como un regalo del cielo.
Bautizarse es participar en ese "dar su vida" en  sustitución "por muchos", aunque es una manera de hablar pero lo entendemos. En cambio, mucho más claro es lo que sigue: ese dar la vida se hace no dominando sino sirviendo, no hay que reinar con el poder de ser más que los demás, sino con servicio, cuando nos queremos, no siendo el primero sino el último: "El que quiera ser grande, sea vuestro servidor". Ésta es la doctrina cristiana: “¿sois capaces?” nos pregunta Jesús hoy. Comulgar es comprometerse a compartir el mismo gesto de Jesús. En cada misa, Jesús vuelve a preguntarnos: «¿Podéis beber esta copa que yo bebo?»

2. El libro de Isaías nos habla de la profecía del sufrimiento de un Siervo de Dios que iba a “entregar su vida como expiación”: y así “verá su descendencia, prolongará sus años” porque comenzará una nueva familia no hecha de los hijos naturales sino de la fe, de los que quieren ser hijos de Dios. Él salvará de la esclavitud a los prisioneros: “Por los sacrificios de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos”. Hoy, el día del Domund, día de las misiones… podemos también ayudar a los de lejos, en primer lugar a los de cerca: - La alegría es para el hombre lo que la luz del sol para las plantas. Haz el favor de sonreír, aunque no tengas ganas. Sonríe siempre y estimula tu propia alegría. - Que no haya antipatía, desprecio o rechazo de los demás sino siempre modales amables, simpatía con todas las personas, especialmente con los de casa. - Evítales a los demás todos los disgustos que puedas. - Si te equivocas, sé humilde y rectifica, con sentido del humor, tomándonos poco en serio, que no vale la pena enfadarnos y amargar a los demás: arreglarlo enseguida nos alegra y pone contento a los demás y a Dios sobre todo. Jesús, gracias, porque eres Amor de Dios encarnado que no se acobardó ni buscó escapatorias ante el peligro, y aceptó vivir ese amor pasase lo que pasase. De esa muerte dramática nace luz, salvación, vida para todos: el amor rompió el maleficio del mal y de la muerte, y abrió un camino nuevo para la humanidad entera; el amor vivido por el Dios hecho hombre abrió para todos los hombres la vida de Dios.
El Salmo nos dice que “la palabra del Señor es sincera… y su misericordia llena la tierra”, que la gran obra de Dios es la salvación de Jesús, donde la mirada  eterna e invisible de Dios se transparenta en la retina visible del Cristo. "¡Los ojos  deseados que tengo en mis entrañas dibujados!" (S. Juan de la Cruz). Y mirada también de la Virgen que  dice al Dios enamorado, que viene a visitarnos, que también en la tierra se mira como se  mira en el Cielo. Le preguntaron a unas monjas carmelitas descalzas cómo hacían para no aburrirse sin ver la tele, sin estar al día de las noticias… y ellas contestaron que su “tele” era el Sagrario… ahí está el Corazón de Jesús, la puerta del cielo, la ventana mágica para sentir sobre nosotros la "mirada de Dios", para sentir cuando nos sintamos débiles la defensa más segura para todas las tentaciones, y la fuerza más grande de todo poder humano. Ante un mundo de violencia, ambición y guerra, pienso en las personas comprometidas a favor de la vida, las actividades que organizan respiran alegría, paz y “buen rollo”, orden, optimismo, esperanza… una lucha pacífica que da confianza para que las familias puedan hacer oír su voz en la calle sin que los políticos las manipulen, y poco a poco puedan cambiar la sociedad. En una de esas manifestaciones escuché la “canción de los niños”, de Perales, sonaba como una canción de paz para cambiar las leyes… y al final, «el plan del Señor subsiste por siempre; los proyectos de su corazón, de edad en edad», que es lo que hace feliz al hombre, por tanto hemos de tener confianza: Dios nos ha hablado, Cristo nos ha prometido que todo irá bien.
3. Es lo que nos dice la Carta a los Hebreos: “Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios”, y desde allí nos prepara un lugar, y cuida de que no nos descaminemos, nos va guiando; además nos comprende porque ha pasado por lo que pasamos nosotros: “No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente”. Pues acudamos a Él, a través de la Virgen, su Madre y nuestra.
Llucià Pou Sabaté

viernes, 19 de octubre de 2012


Sábado de la 28ª semana de Tiempo Ordinario. El Espíritu Santo, Espíritu de Jesús, nos ilumina y da fuerza para seguir sus inspiraciones, y ser sus testigos

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir»” (Lucas 12,8-12).  

1. “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios”. Nos animas, Jesús, a ser valientes a la hora de dar testimonio de ti. Antes nos has dicho que Dios nunca se olvida de nosotros: si cuida los pajarillos y los cabellos de nuestra cabeza, ¡cuánto más con cada uno de nosotros, que somos sus hijos! Hoy tú nos das otro motivo para ser intrépidos en la vida cristiana: tú mismo, Jesús, darás testimonio a favor nuestro ante la presencia de Dios, el día del juicio.
Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios”. Ser cristiano es dar testimonio de Ti, Señor, con mi vida. Además, muchos dependen de lo que haga, con mi buen o mal ejemplo, con la comunión de los santos mando gracia o dejo de mandarla a quienes están incluso lejos. “Jesús, hay momentos en los que cuesta especialmente dar testimonio cristiano. Por ejemplo, cuando mi grupo de amigos se divierte ridiculizando a la Iglesia o a personas consagradas; o cuando algunos planes a los que me invitan no son dignos de un cristiano; o cuando es difícil ser honrado en los negocios” (Pablo Cardona). Ayúdame, Señor, a dar la cara aunque cueste, ir contra corriente. Puede costarme también –y te pido ayuda, Jesús-, cuando sufro algún revés físico, económico o moral, cuando me entra rebeldía por cosas que no me gustan. Para estos momentos te pido serenidad, fortaleza, esperanza y paz.
«Vosotros tenéis que desarrollar una tarea altísima, estáis llamados a completar en vuestra carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, a favor de su cuerpo, que es la Iglesia. Con vuestro dolor podéis afianzar a las almas vacilantes, volver a llamar al camino recto a las descarriadas, devolver serenidad y confianza a las dudosas y angustiadas. Vuestros sufrimientos, si son aceptados y ofrecidos generosamente en unión de los del crucificado, pueden dar una aportación de primer orden en la lucha por la victoria del bien sobre las fuerzas del mal, que de tantos modos insidian a la humanidad contemporánea. En vosotros, Cristo prolonga su pasión redentora» (Juan Pablo II).
“Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará”. No sabemos exactamente qué quieres decir, Señor, con esa blasfemia. Intuyo que es impedir que entre tu gracia en mi,  por la presunción o la desesperación que aún es peor, el descorazonamiento, o la perversión de hacer daño a los demás sin buscar el bien sino la maldad… por eso te pido vivir abierto a tu gracia, y cuanto más grandes sean mis pecados, más me abandonaré en tu misericordia. «Nuestro Señor Jesucristo lo quiere: es preciso seguirle de cerca. No hay otro camino. Esta es la obra del Espíritu Santo en cada alma -en la tuya-, y has de ser dócil, para no poner obstáculos a tu Dios» (J. Escrivá, Forja 860).
Sólo hay una clase de personas sin remedio, los que "blasfeman contra el Espíritu Santo", o sea, los que, viendo la luz, la niegan, los que no quieren ser salvados. Son ellos mismos los que se excluyen del perdón y la salvación. Quiero no cerrarme a tu Espíritu, Jesús, que es el santificador de mi alma…
“…no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir»”… Jesús, hoy me dices que no me preocupe ante las acusaciones y las insidias de los incrédulos. Fortalecido e iluminado por la gracia del Espíritu Santo sabré responder bien por mal, verdad por mentira, honestidad por hipocresía. Tú sugieres en mi alma lo que tengo que decir. Quiero ser dócil, dejarme conducir por ti. Quiero cuidar la oración, para recibir tu fortaleza para hacer lo que me pides, la humildad para pedir perdón y arreglar lo que no hago bien, y la alegría por saberme en tus manos, y llevado por tu amor corresponder a esa entrega que tú has hecho por mi con tu vida, pasión y muerte y resurrección.
Por eso he de acudir a esos medios santos –los Sacramentos- para llenarme de tu gracia, el Espíritu de Dios. Así se completa la cercanía del Dios Trino. El Padre que no nos olvida, Jesús que "se pondrá de nuestra parte" el día del juicio, y el Espíritu que nos inspirará cuando nos presentemos ante los magistrados y autoridades para dar razón de nuestra fe.
Jesús, nos aseguras el amor de Dios y la ayuda eficaz de tu Espíritu. Y además, nos prometes que tú mismo saldrás fiador a nuestro favor en el momento decisivo. No te dejarás ganar en generosidad, si nosotros hemos sido valientes en nuestro testimonio, si no hemos sentido vergüenza en mostrarnos cristianos en nuestro ambiente. No tenemos motivos para dejarnos llevar del miedo o de la angustia (J. Aldazábal). La angustia es la conmoción y dolor del alma por el miedo ante algo malo que, si pasara, nunca sería tan malo como lo que sufrimos por el miedo de que pase…
El redil de las falsas seguridades también puede provocar angustias, pero tú, Señor, nos dices siempre que no nos preocupemos por el futuro, aquí nos dices que no temamos por preparar nuestra defensa o justificación ante cosas. «Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir». En la tarea de la nueva evangelización, tú eres mi esperanza, Señor, tu gracia sigue activa ante cualquier contrariedad, como en tiempo de los apóstoles (Josep Rius-Camps).

2. Pablo, al final de su himno de bendición, pide a Dios la gracia del conocimiento de su designio, para los destinatarios de su carta. La revelación del destino de un hombre Dios es también nuestro destino, y la herencia de gloria suya también es la nuestra. Todo está manifestado ya en la resurrección de Cristo, que garantiza nuestra propia transfiguración.
-“He tenido noticia de vuestra fe... y no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mis oraciones”. Una buena manera de orar: recordar a los que amamos... dar gracias a Dios por ellos... pronunciar sus nombres... Juan, Ignacio, María Teresa, Eulalia... etc.
-“Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda el espíritu de sabiduría para conocerle perfectamente”. Detenerse para descubrir y conocer a Cristo. ¡Dame esa «sabiduría», Señor! ¡Concédela a todos los que amo! A todos los hombres. ¡Que sepa yo trabajar para que te descubran y conozcan!
-“La soberana grandeza de su poder para con nosotros los creyentes es la misma fuerza, el poder y el vigor que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos”. ¡La «fuerza divina» que trabaja en mi corazón de creyente, es, ni más ni menos, la misma que resucitó a Jesús y lo elevó a los cielos! ¿Y me atreveré a desesperar de mis pecados y de mis debilidades? Pero, esta maravilla que me ofreces, Señor, ¿la creo de veras, firmemente? ¿Qué hago de hecho, para conectar con esa «corriente de fuerza» con este voltaje divino? En lugar de gemir en mis momentos bajos, ¿busco la comunión con Cristo, me aferro a la fuerza de resurrección que trabaja en el fondo de mi mismo?
-“Dios estableció a Cristo por encima de todas las potestades y seres que nos dominan, sea cual fuere su nombre, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Pablo se complace en contemplar a Cristo elevado por encima de todas las potencias angélicas”. Los efesios vivían en el temor de los «espíritus»: se trata de una tendencia supersticiosa, todavía hoy, lejos de desaparecer completamente. El cristiano es un hombre liberado de esos miedos. Jesucristo es vencedor. Los ángeles malos, demonios, son criaturas, no pueden mucho…
-“Dios sometió bajo sus pies todas las cosas... Le constituyó «Cabeza suprema de la Iglesia» que es su Cuerpo, la Plenitud total del que lo llena todo en todo”. Tú si puedes, Señor, y tu Iglesia, ¡el «cuerpo» de Cristo! ¡El lugar de su presencia activa, el cumplimiento total de Cristo! Entre Cristo y la Iglesia rigen las relaciones de la cabeza con el resto del organismo. Un influjo vital pasa de Cristo a la Iglesia. La Iglesia es también «el pueblo que todos nosotros formamos», un pobre grupo humano, lleno de debilidad y de pecado y que a menudo hace de pantalla que oculta a Cristo, en lugar de ser su «cumplimiento». Ruego, Señor, por la Iglesia..., para que sea de veras lo que Tú quieras que sea (Noel Quesson).

3. Señor, nos has hecho tan grandes que no tenemos miedo de nada, como dice el salmo sobre Cristo y a todo hombre: "lo hiciste (en apariencia) poco inferior a los ángeles, (pero) lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos".
Llucià Pou Sabaté

jueves, 18 de octubre de 2012


Viernes la 28ª semana. La misericordia y el perdón divinos nos hacen vivir sin miedo, con amor, con sinceridad.

“En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: -«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones»” (Lucas 12,1-7).  

1. Sigue diciéndonos Jesús que seamos auténticos:
-“En esto habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse uno a otros”... Jesús empezó a hablar, dirigiéndose en primer lugar a sus discípulos: "Guardaos de la levadura de los fariseos que es la hipocresía"” Ante la gente que se agolpa a su alrededor, Jesús hace una serie de recomendaciones, la primera es que tengan "cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía"; la levadura hace fermentar a toda la masa; puede ser buena, como en el pan y en la repostería, y entonces todo queda beneficiado; pero si es mala, todo queda corrompido;
La hipocresía es el pecado típico del fariseo. El discípulo de Jesús debe proceder sin disimulo, sin doblez, sin mentira. Su conducta debe ser siempre franca, como quien obra a la luz del día, como en plena plaza. Toda su acción, toda palabra suya será un día testimonio público. El discípulo es el amigo de Jesús, el que recibe sus confidencia, el hombre de la intimidad. Farisaicos somos cuando pensamos que no tenemos pecado, que no necesitamos del perdón. Farisaico es preferir las tinieblas, en la oscura nube de lo puramente humano -¡cuan pronto se torna incluso animal-! y de lo puramente natural, que en seguida se vuelve hasta contra naturaleza.
El cáliz de la cruz está junto a nuestros labios, igual que el beso del esposo en los de la esposa. La cruz va unida al amor. Es fariseo el que no cree en el amor, el que no bebe el amor, el que no retorna amor por amor. Y no puede pasar al más allá con Cristo quien muere en su pecado. ¿Somos acaso nosotros los fariseos? (Emiliana Löhr).
Algunos fariseos eran los notables de entonces, hombres relevantes... observadores minuciosos de la Ley... conocedores, sabios expertos en cuestiones religiosas. Jesús no les reprocha sus cualidades. Pero no soporta su orgullo ni su desprecio de los pequeños. Nuevas formas de hipocresía las tenemos cuando queremos exigir lo que nosotros no nos exigimos. Aparecer como superiores, disimulando nuestras carencias interiores. Recuerdo que hablaba con un amigo, profesor, del encanto que supone decir cuando nos preguntan algo que no sabemos: “no lo sé, lo estudiaré…”, la vulnerabilidad hace a la persona más atrayente, y no tiene que pasarlo mal disimulando al ir con la verdad por delante. Me respondió el profesor: “esto me atrevo a hacerlo ahora, cuando ya tengo un nombre, prestigio…” Y es que estamos en un mundo de apariencias… Desconfía de ti mismo si te crees perfecto, si, para ti ¡la verdad eres tú!
-“Nada hay encubierto que no deba descubrirse, ni nada escondido que no deba saberse, porque lo que dijisteis de noche se escuchará en pleno día, y lo que dijisteis al oído en un rincón de la casa, se pregonará desde las azoteas”.  Nos invitas, Jesús, a hablar francamente, sin tener en cuenta las opiniones demasiado humanas; como tú lo hiciste y nos aconsejaste: "no temáis a los que matan el cuerpo".
-“¿No se venden cinco gorriones por cuatro cuartos? Y, sin embargo, ni de uno solo de ellos se olvida Dios. No tengáis miedo: valéis mas que todos los gorriones juntos”. Dios se ocupa de las más pequeñas de sus criaturas, contempla los pajarillos, se interesa por todo lo que no tiene la menor apariencia de grandeza. Todo lo lleva en su corazón. ¡Mayormente a los hombres! Señor, yo creo que estoy "ante tu mirada" (Noel Quesson).
Con este convencimiento, ¿cómo puedo tener miedo? Le decía S. Tomás Moro a su hija: “Finalmente, mi querida Margarita, de lo que estoy cierto es de que Dios no me abandonará sin culpa mía. Por esto, me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianza. Si a causa de mis pecados permite mi perdición, por lo menos su justicia será alabada a causa de mi persona. Espero, sin embargo, y lo espero con toda certeza, que su bondad clementísima guardará fielmente mi alma y hará que sea su misericordia, más que su justicia, lo que se ponga en mí de relieve... nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor”. Esto es fe en la providencia, vivir el Evangelio, estar en la verdad…

2. –“En Cristo Jesús, Dios nos ha predestinado a ser un pueblo, nosotros los hijos de Israel... En El también vosotros que habéis escuchado la buena nueva de la salvación”... Buscamos la felicidad no solo individualmente, sino con los demás, pero vemos que esa utopía no coincide con las rupturas que provoca el pecado: división entre las razas, las naciones, los países... el Evangelio comienza por unir los "judíos" y los "paganos", en Cristo. Es el mensaje de Pablo, que hoy nos da.
-“Para ser nosotros, los hijos de Israel, los que ya antes esperábamos en Cristo, alabanza de su gloria...”: primero fue el pueblo judío, un primer "canto", el de la comunidad de la sinagoga.
-“Y también vosotros que habéis escuchado la Palabra de la verdad y creído también en El, habéis sido sellados en el Espíritu Santo...” Es la segunda oleada... como hoy. También están los que "cantan" ya la gloria de Dios porque han descubierto a Cristo... y hay el inmenso grupo de los que esperan el evangelio y la fe... ¿Estoy atento al esfuerzo misionero de la Iglesia de hoy? ¿Me considero como un privilegiado, -un aprovechado- de la fe, o como un apóstol, un participante al proyecto de todos los hombres en Cristo?
-“El sello del Espíritu”. El «sello» con el que se marcaba a las ovejas para indicar su propietario. La Presencia del Espíritu en nosotros nos marca para poder ser reconocidos por El como suyos. Y el Espíritu es el «primer avance», la prenda de la herencia, cuya plena posesión obtendremos el día de la liberación final. Pablo ve la vida cristiana en un dinamismo vital, lo realizado hasta hoy no es más que un inicio, unas "arras", un «primer avance»... Un día llegará la plenitud, el total cumplimiento. Hoy participamos «un poco» de los dones de Dios. Un día seremos colmados.
¿Considero así mi vida? ¿Me contento con ir tirando...? No obstante el Espíritu ya está aquí, me empuja y me zarandea para que me deje conducir por El. Espíritu de Dios, vendaval de Dios, ¡levántame!
-“Para alabanza de su gloria”. Será éste uno de los estribillos de la Epístola: llegar a ser una «alabanza de gloria» para Dios... ser un «cántico» para Dios... Señor, que mi vida cante tu gloria (Noel Quesson).

3. Es una "lectura cristiana" de la vida y de la historia. No estamos solos. Dios nos está muy cerca y nos ha incluido en su proyecto de vida: "la palabra del Señor es sincera y todas sus acciones son leales... dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad". El Señor nos cuida como una madre a sus hijos, “mira desde el cielo, / se fija en todos los hombres”.
Llucià Pou Sabaté


miércoles, 17 de octubre de 2012


18 de octubre, San Lucas, evangelista: "La mies es abundante y los obreros pocos", nos dice el Señor, y desea que le ayudemos a corredimir.
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz en esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el Reino de Dios” (
Lucas 10,1-9).
1. Hoy es el tercero de los grandes santos que hemos celebrado estos días: Teresa de Jesús, Ignacio de Antioquia y Lucas, autor del tercer evangelio de Jesús, y los Hechos de los Apóstoles. Las parábolas del buen samaritano y del hijo pródigo son alguno de los pasajes más bonitos. Junto a estas páginas sublimes sobre la misericordia, también sólo Lucas nos transmite algunos rasgos de santa María, la madre de Jesús. Al “pintar” tan bien esas escenas, tomó la tradición de que era pintor, y así la leyenda nos dice que es suya una imagen romana de la Virgen.
«Después de esto, el Señor designó a otros Setenta». Mientras que el envío de los Doce representan el nuevo Israel (las doce tribus), los setenta tenían que representar la nueva humanidad (según el cómputo judío, las naciones paganas eran en número de setenta). «Setenta y dos», dicen numerosos manuscritos, intento de reconducir la apertura a la universalidad (esbozada en el número «siete/setenta», al recinto de Israel, delimitado por un múltiplo de «doce» [6 x 12 = 72].)
El éxito de la misión es grande. Jesús les anima a evangelizar: «La mies es abundante y los braceros pocos». La cosecha se prevé abundante, el reinado de Dios empieza a producir frutos para los demás. Cuando se comparte lo que se tiene, hay de sobra. No hacen falta explicaciones ni estadísticas: la presencia de la comunidad se ha de notar por los frutos abundantes que produce. Todos estamos llamados al apostolado, tanto clérigos como laicos, religiosos como seglares… «¡Id! Mirad que os envío como corderos entre lobos». Toda comunidad debe ser esencialmente misionera. La misión, si se hace bien, encontrará la oposición sistemática de la sociedad. Esta, al ver que se tambalea su escala de valores, usará toda clase de insidias para silenciar a los enviados, empleando todo tipo de procedimientos legales. Los enviados están indefensos. La defensa la asumirá Jesús a través del Espíritu Santo, el Abogado de los pobres. «No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias». Como en la misión de los Doce, Jesús insiste en que los enviados no confíen en los medios humanos. “Y no saludéis a nadie en el camino”. Ellos han de dejar en sus manos aquello que es más esencial para vivir: el Señor, que viste los lirios de los campos y da alimento a los pájaros, quiere que su discípulo busque, en primer lugar, el Reino del cielo y no, en cambio, «qué comer ni qué beber, y [que] no estéis inquietos. [Porque] por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso» (Lc 12,29-30).
Han de compartir techo y mesa con aquellos que los acogen, curando a los enfermos que haya, liberando a la gente de todo aquello que los atormente. La buena noticia ha de consistir en el anuncio de que «Ya ha llegado a vosotros el reinado de Dios». Empieza un orden nuevo, cuyo estallido tendrá lugar en otra situación. El proceso, empero, es irreversible. La comunidad ya tiene experiencia de ello (Josep Rius-Camps).
Lucas fue de esos apóstoles más allá de “los Doce”, y en su honor decimos hoy en el himno de Laudes:
Vosotros que escuchasteis la llamada / de viva voz que Cristo os dirigía, / abrid nuestro vivir y nuestra alma  / al mensaje de amor que él nos envía.
Vosotros que invitados al banquete / gustasteis el sabor del nuevo vino, / llenad el vaso, del amor que ofrece, / al sediento de Dios en su camino.
Vosotros que lo visteis ya glorioso, / hecho Señor de gloria sempiterna, / haced que nuestro amor conozca el gozo  / de vivir junto a él la vida eterna. Amén.
2. En la carta a Timoteo, nos dice san Pablo que el anuncio del Evangelio debe hacerse a tiempo y a destiempo. Y ha de realizarse con gran paciencia y conforme a la enseñanza, dedicados plenamente al Ministerio que Dios nos ha confiado. A pesar de que tengamos que sufrir oposición de muchos, no hemos de dar marcha atrás en aquello que Dios nos ha confiado: proclamar su Nombre salvador a toda la humanidad. El Señor siempre estará a nuestro lado animándonos y fortaleciéndonos para que su Mensaje de salvación llegue a todos los pueblos. La Iglesia de Cristo no sólo ha de evangelizarse continuamente a sí misma, para vivir más conforme a las enseñanzas del Señor y llegar a la madurez en Él; además ha de evangelizar a todos los pueblos, pues esa es la Misión que el Señor le confió al enviarla a todas las gentes de todos los tiempos y lugares. Al final, libres del pecado y de la muerte, a pesar de que hayamos sufrido por anunciar y vivir el Evangelio en ambientes hostiles al mismo, el Señor nos dará la salvación en su Reino celestial de un modo definitivo a quienes, ya desde ahora, lo tuvimos como Señor y Salvador de nuestra vida.
3. En el salmo vemos que el Señor, Creador y Rey soberano de todo, se manifiesta para con nosotros como un Padre cercano, siempre atento a las necesidades de los suyos. Él no está lejos de quien lo invoca (www.homiliacatolica.com):
“Que todas tus obras te den gracias, Señor, / y que tus fieles te bendigan; / que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder”. Juan Pablo II ha presentado al mundo la Eucaristía como “una gran escuela de paz que puede formar a hombres y mujeres para ser tejedores de diálogo y de comunión. Es escuela de la paz para vivir esta proclamación de tu gloria, Señor, en un camino hacia una sociedad más justa y fraterna. No puede producir otros frutos.
“Así manifestarán a los hombres tu fuerza / y el glorioso esplendor de tu reino: / tu reino es un reino eterno, / y tu dominio permanece para siempre.
El Señor es justo en todos sus caminos / y bondadoso en todas sus acciones; / está cerca de aquellos que lo invocan,  / de aquellos que lo invocan de verdad”. El mundo necesita experimentar que el Señor está cerca, que su destino no va a la deriva, sin rumbo… Dios se imbrica en la historia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, haciendo, con ellos, historia de Salvación.
Llucià Pou Sabaté



 

martes, 16 de octubre de 2012


Miércoles de la 28ª semana de Tiempo Ordinario. Dios pagará a cada uno según sus obras, según su corazón, judíos y griegos, todos somos hijos de Dios, y la salvación no depende de la rigidez en cumplir leyes sino en el amor de verdad.

“En aquel tiempo, dijo el Señor: -«¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo! » Un maestro de la Ley intervino y le dijo: -«Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.» Jesús replicó: -«¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»” (Lucas 11,42-46).  

1. Jesús, echa hoy en cara a fariseos y escribas, para moverlos a conversión, el pecado de poner empeño escrupuloso en las normas insignificantes mientras desprecian lo esencial; en querer aparecer como irreprochables para ser honrados y estimados como piadosos.
-“¡Ay de vosotros, fariseos...” Lucas pudo agrupar aquí, durante la comida en casa de un fariseo, temas que fueron de hecho tratados en otra parte, como un resumen de diversas palabras de Jesús. En las palabras nos falta el tono con que hablabas, Jesús, sin duda cordial. También puede haber afectado a la redacción de esas palabras la enemistad que pronto hay con los fariseos, que atacan los cristianos de un modo tremendo, después de la caída de la ciudad de Jerusalén…
-“Vosotros pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda legumbre, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios”. La importancia de los detalles se mide por el amor, por el cuidado de las cosas más importantes: "la justicia"... es decir ¡los "derechos" que mis hermanos tienen sobre mí!, "el amor de Dios"... es decir, lo que da valor a los gestos exteriores. Ayúdame, Señor, a valorar las cosas según su importancia. La salvación no está en saber mucho, sino en cumplir lo que se sabe, no en echar cargas sobre los hombros de los demás, sino en ayudar a los "pobres" a llevar su propia carga.
-“Esto había que practicar, y aquello... no omitirlo”. Señor, ayúdame a cumplir mis "pequeños" y mis "grandes" deberes. Jesús, sigues interpelándonos sobre las nuevas formas de ser "fariseos". Te pido vivir tus palabras: "esto habría que practicar (lo importante, lo fundamental), sin descuidar aquello (las normas pequeñas)". Los puestos de honor, la buena fama y el aplauso de todos, me puede gustar tanto que me despiste de lo fundamental.
-“¡Ay de vosotros, los fariseos, que os gusta estar en el primer banco en la sinagogas... y que se os salude en las plazas!...” ¿Apetezco también yo los honores, la consideración? ¿Qué forma tiene en mí ese orgullo universal?, ¿este afán o seguridad de tener la razón?, ¿ese querer llevar a los otros a pensar como yo? Hay mil maneras sutiles de querer el "primer puesto". El otro día un niño de unos 9 años me preguntaba cómo hacer que algún compañero no le “chinchara”, pues él no hacía nada malo… y al oírlo un amigo que estaba cerca, le dijo: “anda, ¡si eres tú que te pasas el día molestando a los demás!” Así somos, no nos conocemos mucho, y a veces vemos las cosas al revés…
-“Entonces un Doctor de la Ley intervino y le dijo: "Maestro, diciendo eso, nos ofendes también a nosotros". Pero Jesús replicó: "¡Ay de vosotros también, doctores de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros ni las rozáis con el dedo!"” Y también me pregunto si hablo de lo que lucho por vivir, o impongo interpretaciones del evangelio que son demasiado exigentes, cargas insoportables, yendo más allá de lo que dice el Catecismo, cargando la conciencia de los que debería ayudar con cosas que no dan paz…
Jesús, te pones como modelo de dar paz, de no juzgar: "venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, porque mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11,29-30). Además, podemos caer en el fallo de ser exigentes con los demás y permisivos con nosotros mismos (J. Aldazábal).
Una vez más Jesús defiende a los pequeños, a los pobres, a los que no pueden cumplir toda la "Ley", de los doctores de la Ley, de los que son expertos en la materia y que lo saben todo. ¿Soy misericordioso con los pecadores? ¿con tantos hombres que no saben bien las exigencias de Dios? (Noel Quesson). ¡Qué paz, las palabras que nos dice el Señor, y muchos santos…! ¡Qué pena, cuando alguien está agresivo poniendo cargas en los demás! Jesús, tú denuncias esa ausencia del Dios de la vida en el ámbito de los dirigentes religiosos, te pido que sepa ser una persona con fe, y con humanidad, sin rigidez ni hipocresía.

2. El hombre es frágil, y san Pablo nos pide no dejarnos llevar por una mala idea de libertad. Somos libres en Cristo:
-“Si os dejáis conducir por el Espíritu, no estáis sujetos a la ley”. «Dejarse conducir» es como el resumen de nuestro actuar cristiano, pues libremente seguimos el instinto divino que Dios ha puesto en nuestro corazón.
-“Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordias, celos, iras, rencillas, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes”. La libertad de Jesús no es una permisividad.
-“Os prevengo: Que quienes hacen tales cosas, no heredarán el Reino de Dios”. El libertinaje sería seguir la "carne" (en cuanto fragilidad), egoísmo. En el Espíritu de Jesús podemos realizar esto: "Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne".
-“En cambio el fruto del espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, bondad, afabilidad, fe, humildad, dominio de sí...” Es una lista de los buenos frutos:
«Señor, concédeme el amor, haz que brote en mí el amor...
Señor, concédeme la alegría, haz que surja en mí la alegría...
Señor, concédeme ser afable y comprensivo... etc.
-“Los que pertenecen a Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias egoístas. Puesto que el Espíritu nos vivifica, dejémonos conducir por el Espíritu”. No es un abandonarse perezoso, sino un «dejarse conducir», que tiene aspectos de crucifixión. «Crucificar en uno mismo su egoísmo.» Señor Jesús, concédeme la gracia de imitarte (Noel Quesson).

3. El salmo nos sigue invitando, desde hace siglos, a elegir los caminos de Dios, y no los del mundo: "dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, sino que su gozo es la ley del Señor y medita su ley día y noche". Señor, te pido dejarme guiar por tu ley interior que está dentro de mí, movido por la fe y el amor, movido por el Espíritu de Cristo.

Llucià Pou Sabaté