sábado, 28 de junio de 2025

29 de junio. Solemnidad de San Pedro y San Pablo: Cristo está presente en la Iglesia, que se edifica con los cristianos, con sus vicarios los obispos, y Pedro es portavoz y tiene el poder de las llaves que Jesús le dio A. Lecturas: 1. Lamentaciones (2,2.10-14.18-19): El Señor destruyó sin compasión todas las moradas de Jacob, con su indignación demolió las plazas fuertes de Judá; derribó por tierra, deshonrados, al rey y a los príncipes. Los ancianos de Sión se sientan en el suelo silenciosos, se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal; las doncellas de Jerusalén humillan hasta el suelo la cabeza. Se consumen en lágrimas mis ojos, de amargura mis entrañas; se derrama por tierra mi hiel, por la ruina de la capital de mi pueblo; muchachos y niños de pecho desfallecen por las calles de la ciudad. Preguntaban a sus madres: «¿Dónde hay pan y vino?», mientras desfallecían, como los heridos, por las calles de la ciudad, mientras expiraban en brazos de sus madres.

29 de junio. Solemnidad de San Pedro y San Pablo: Cristo está presente en la Iglesia, que se edifica con los cristianos, con sus vicarios los obispos, y Pedro es portavoz y tiene el poder de las llaves que Jesús le dio

 

A. Lecturas:

1. Lamentaciones (2,2.10-14.18-19): El Señor destruyó sin compasión todas las moradas de Jacob, con su indignación demolió las plazas fuertes de Judá; derribó por tierra, deshonrados, al rey y a los príncipes. Los ancianos de Sión se sientan en el suelo silenciosos, se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal; las doncellas de Jerusalén humillan hasta el suelo la cabeza. Se consumen en lágrimas mis ojos, de amargura mis entrañas; se derrama por tierra mi hiel, por la ruina de la capital de mi pueblo; muchachos y niños de pecho desfallecen por las calles de la ciudad. Preguntaban a sus madres: «¿Dónde hay pan y vino?», mientras desfallecían, como los heridos, por las calles de la ciudad, mientras expiraban en brazos de sus madres.

   ¿Quién se te iguala, quién se te asemeja, ciudad de Jerusalén? ¿A quién te compararé, para consolarte, Sión, la doncella? Inmensa como el mar es tu desgracia: ¿quién podrá curarte? Tus profetas te ofrecían visiones falsas y engañosas; y no te denunciaban tus culpas para cambiar tu suerte, sino que te anunciaban visiones falsas y seductoras.

   Grita con toda el alma al Señor, laméntate, Sión; derrama torrentes de lágrimas, de día y de noche; no te concedas reposo, no descansen tus ojos. Levántate y grita de noche, al relevo de la guardia; derrama como agua tu corazón en presencia del Señor; levanta hacia él las manos por la vida de tus niños, desfallecidos de hambre en las encrucijadas.

   2. Salmo 73: ¿Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados, y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño? Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo, de la tribu que rescataste para posesión tuya, del monte Sión donde pusiste tu morada.

   Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio; el enemigo ha arrasado del todo el santuario. Rugían los agresores en medio de tu asamblea, levantaron sus propios estandartes.

   En la entrada superior abatieron a hachazos el entramado; después, con martillos y mazas, destrozaron todas las esculturas. Prendieron fuego a tu santuario, derribaron y profanaron la morada de tu nombre.

   Piensa en tu alianza: que los rincones del país están llenos de violencias. Que el humilde no se marche defraudado, que pobres y afligidos alaben tu nombre.

   3. Mateo 16,13-19: "En aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe y preguntaba a sus discípulos: -¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Ellos contestaron: -Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. Él les preguntó: -Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: -¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: -Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

 

B. Comentario:

   Santos Pedro y Pablo: columnas de la fe y de la unidad de la Iglesia

«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16)

Celebramos el 29 de junio la solemnidad de San Pedro y San Pablo, mártires y pilares fundamentales de la Iglesia. Sus vidas, tan distintas, confluyen en una misma entrega: la fe en Jesucristo, que no procede de carne ni sangre, sino del Padre que revela el misterio a los humildes.

Ambos fueron llamados por Cristo y transformados por Él: Pedro desde una pesca milagrosa; Pablo desde una caída en el camino de Damasco. Ambos fueron confrontados por su debilidad, pero también fortalecidos por la gracia. Ambos sellaron con su sangre su testimonio. Y desde entonces, la Iglesia es apostólica no solo por sucesión, sino por fe compartida: «La fe de los apóstoles es la fe de la Iglesia, una, santa, católica y apostólica».

Pedro: roca débil y firme

Pedro, el pescador de Betsaida, fue mirado por Jesús con ternura y autoridad: «Tú eres Simón… te llamarás Cefas». Esa mirada lo tocó en lo más profundo. Desde entonces, su corazón fue preparado poco a poco para ser roca, no por méritos humanos, sino por gracia.

Cuando Pedro confiesa: «Tú eres el Cristo», Jesús le revela su misión: ser piedra sobre la que se edificará la Iglesia (cf. Mt 16,18). Las llaves que recibe no son un adorno de poder, sino una responsabilidad de servicio, que implica atar y desatar, permitir y perdonar.

Pedro será el primero en caer —negando a Jesús—, pero también el primero en llorar, en convertirse y en confirmar a los hermanos (cf. Lc 22,31-33). Como decía san León Magno, «la fortaleza de todos se refuerza en Pedro». Por eso, la comunión con el Papa no es un formalismo, sino expresión visible de la unidad que Cristo quiso para su Iglesia.

Pablo: de perseguidor a apóstol de las gentes

Pablo, el fariseo celoso convertido en testigo ardiente, fue elegido no por su virtud sino por la gracia que reconoció en Aquel a quien perseguía. Su vida fue una carrera hasta el martirio, ofrecida como libación (cf. 2 Tim 4,6-8). Desde las cárceles escribió cartas que siguen alimentando la fe de la Iglesia.

Su confesión de fe —«Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí»— complementa la de Pedro. Si Pedro encarna la unidad y solidez institucional, Pablo simboliza la expansión misionera, el dinamismo del Evangelio que rompe fronteras.

La Iglesia los celebra juntos porque en su complementariedad se refleja su plenitud: la fidelidad y la audacia, la estructura y el carisma, la roca y la llama.

Una fe que vence el mundo

Ambos apóstoles nos enseñan que la fe no es producto de esfuerzo humano, sino don del Espíritu que actúa en el corazón disponible. Como escribió Juan Pablo II, el creyente debe estar atento al "laboratorio de la fe" que el Espíritu realiza en su interior.

En tiempos de crisis, su testimonio nos invita a renovar la unidad eclesial, el amor al Papa, y la valentía para dar razón de nuestra esperanza. Nos recuerdan que el escándalo de la división es el mayor obstáculo para la evangelización.

Conclusión: fe, martirio y comunión

La solemnidad de San Pedro y San Pablo no es una celebración del pasado, sino una llamada viva: confesar a Cristo con la vida, perseverar en la fe hasta el final y vivir en comunión con la Iglesia entera.

Como dijo san León Magno: «Hoy no honramos a unos mártires cualesquiera, sino a los príncipes de los Apóstoles». Su sangre fecundó Roma y su ejemplo sigue edificando la Iglesia. Con ellos, también nosotros proclamamos hoy:
«Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo».

 

Llucià Pou Sabaté

viernes, 27 de junio de 2025

Viernes de la semana 13 de tiempo ordinario (impar) La llamada de Jesús en el camino de la vida nos hace descubrir el sentido pleno de nuestra existencia

Viernes de la semana 13 de tiempo ordinario (impar)

La llamada de Jesús en el camino de la vida nos hace descubrir el sentido pleno de nuestra existencia

A. Lecturas

1. Génesis (23,1-4.19;24,1-8.62-67): Sara vivió ciento veintisiete años, y murió en Villa Arbá (hoy Hebrón), en país cananeo. Abrahán fue a hacer duelo y a llorar a su mujer. Después dejó a su difunta y habló a los hititas: «Yo soy un forastero residente entre vosotros. Dadme un sepulcro en propiedad, en terreno vuestro, para enterrar a mi difunta.»
Después Abrahán enterró a Sara, su mujer, en la cueva del campo de Macpela, frente a Mambré (hoy Hebrón), en país cananeo. Abrahán era viejo, de edad avanzada, el Señor lo había bendecido en todo. Abrahán dijo al criado más viejo de su casa, que administraba todas las posesiones: «Pon tu mano bajo mi muslo, y júrame por el Señor, Dios del cielo y Dios de la tierra, que, cuando le busques mujer a mi hijo, no la escogerás entre los cananeos, en cuya tierra habito, sino que irás a mi tierra nativa, y allí buscarás mujer a mi hijo Isaac.»
El criado contestó: «Y si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿tengo que llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?»
Abrahán le replicó: «De ninguna manera lleves a mi hijo allá. El Señor, Dios del cielo, que me sacó de la casa paterna y del país nativo, que me juró: «A tu descendencia daré esta tierra», enviará su ángel delante de ti, y traerás de allí mujer para mi hijo. Pero, si la mujer no quiere venir contigo, quedas libre del juramento. Sólo que a mi hijo no lo lleves allá.»
Mucho tiempo después, Isaac se había trasladado del «Pozo del que vive y ve» al territorio del Negueb. Una tarde, salió a pasear por el campo y, alzando la vista, vio acercarse unos camellos. También Rebeca alzó la vista y, al ver a Isaac, bajó del camello y dijo al criado: «¿Quién es aquel hombre que viene en dirección nuestra por el campo?»
Respondió el criado: «Es mi amo.»
Y ella tomó el velo y se cubrió. El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. Isaac la metió en la tienda de su madre Sara, la tomó por esposa y con su amor se consoló de la muerte de su madre.

2. Salmo 105

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
¿Quién podrá contar las hazañas de Dios,
pregonar toda su alabanza? 

Dichosos los que respetan el derecho
y practican siempre la justicia.
Acuérdate de mí por amor a tu pueblo. 

Visítame con tu salvación:
para que vea la dicha de tus escogidos,
y me alegre con la alegría de tu pueblo,
y me gloríe con tu heredad. 

3. Mateo 9, 9-13: «Cuando partía Jesús de allí, vio a un hombre sentado en el telonio, llamado Mateo, y le dijo: Sígueme. El se levantó y le siguió. Estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y se pusieron también a la mesa con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al ver esto, decían a sus discípulos: ¿Por qué vuestro maestro come con los publicanos y pecadores? Pero él, al oírlo, dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Id y aprended qué sentido tiene: Misericordia quiero y no sacrificio; pues no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores.».

B. Comentario

1. Vemos hoy la sepultura de Sara, la mujer de Abraham. Es un luto familiar que se transforma en un acto profético. Abraham, el nómada, compra una parcela de tierra, para enterrar dignamente a su esposa. Tiene mucho empeño en ello: es el primer paso hacia la posesión de la tierra prometida por Dios. En la mezquita de Hebrón se venera todavía hoy la tumba de Sara donde Abraham enterró a su mujer «en la gruta del campo de Makpelá, al frente de Mambré en el país de Canaán». A nosotros también nuestra Tierra prometida nos pertenecerá de modo definitivo después de nuestra muerte.

Tengo mis ojos puestos en ti, Señor. Al recordar los difuntos de mi propia familia, ruego por ellos. Ellos ya poseen la Tierra prometida, ellos están en la luz definitiva.

Vemos también cómo Abraham recomienda a su servidor que encuentre una mujer para su hijo, del mismo clan. El primer encuentro de Isaac y de Rebeca es precioso: Isaac es un hombre del desierto. A la caída de la tarde ve llegar una caravana de camellos. Rebeca monta uno de ellos. Ve a un apuesto joven. Salta de su camello y pregunta a su servidor: «¿Quién es ese joven que sale a encontrarnos?» Luego enrojece y cubre el rostro con su velo... escena oriental, llena de poesía. Recemos por los jóvenes que tienen relaciones. Que sus encuentros se hagan bajo tu mirada, Señor. Que sean abiertos y constructivos.

-"Se desposó, fue su mujer y la amó. Entonces Isaac se consoló de la muerte de su madre". Las mujeres tienen una transmisión de la herencia humana y de la herencia de la Fe. La esposa de Isaac relevará a su propia madre. Transmitir la vida. No tan sólo la vida biológica, sino la vida del espíritu (Noel Quesson).

Dios actúa en el interior de los corazones, y en las mujeres de los patriarcas vemos una lección de apertura a la fe, cómo va conduciendo Dios la historia del pueblo que ha elegido como suyo.

2. "¿Quién dirá las proezas de Yahveh, hará oír toda su alabanza?" El salmo nos guía a ese dejarnos llevar por Dios:  "¡Dichosos los que guardan el derecho, los que practican en todo tiempo la justicia!" Dios nos va conduciendo a la felicidad, la herencia prometida; a nosotros nos toca escucharle y tener fe, paciencia: "¡Acuérdate de mí, Yahveh, por amor de tu pueblo; con tu salvación visítame, que vea yo la dicha de tus elegidos, me alegre en la alegría de tu pueblo, con tu heredad me felicite!"

3. "-Salió Jesús de allí, vio al pasar a un hombre llamado "Mateo", sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme"". Se trata de Leví, un hombre que el pueblo detesta: es recaudador de impuestos. Jesús no duda elegir a alguien cuya situación social es despreciada... La reputación de los "publicanos" era también y ante todo de que se enriquecían en gran parte, a cuenta de los pobres: ¡solían ser ricos! A los pescadores ya llamados en la orilla del lago Jesús añade ahora a un hombre, que no inspira demasiada confianza: ¡es algo raro el equipo que Jesús está constituyendo allí! La tradición atribuye a este Mateo la redacción de este evangelio.

Para poder oír también nosotros la voz del Señor, una costumbre muy buena es el examen de conciencia: «Avanzad siempre, hermanos míos. Examinaos cada día sinceramente, sin vanagloria, sin autocomplacencia, porque nadie hay dentro de ti que te obligue a sonrojarte o a jactarte. Examínate y no te contentes con lo que eres, si quieres llegar a lo que todavía no eres. Porque en cuanto te complaces en ti mismo, allí te detuviste. Si dices ¡basta!, estás perdido» (San Agustín).

Señor, ayúdame a ponerme cada noche unos minutos en tu presencia -dos o tres minutos- para repasar cómo he vivido el día, y así me harás dar cuenta de por dónde mejorar mi vida espiritual, para luchar al día siguiente con un propósito de mejora.

Jesús, se podría decir que Mateo «tenía la vida resuelta», cuando oyó tu voz, y te siguió. La llamada está en el designio de Dios desde siempre, pero se desvela en el tiempo, y te pido hoy, Señor, que me ayudes a responder con mi vida a tus gracias, a no poner pegas ni estar apegado a las cosas, sino decirte que sí, para poder ser plenamente feliz.

 "-El hombre se levantó y lo siguió". Fue instantáneamente. Se comporta exactamente como Jesús había dicho, sin demora, dejándolo todo. ¡Es realmente un riesgo para un rico! Pero, para "seguir" a Jesús, siempre hay que correr algún riesgo. Si miro atentamente mi vida, podré descubrir en ella lo que más me retiene para seguir mejor a Cristo.

"-Estando Jesús a la mesa en casa acudió un buen grupo de recaudadores y descreídos y se reclinaron con El y sus discípulos". Al ver aquello preguntaron los fariseos a los discípulos: "¿Por qué come vuestro maestro con publicanos y pecadores?" Mateo ha festejado pues su vocación ofreciendo un banquete: al que, evidentemente, asisten también sus colegas, toda una pandilla de "sucios publicanos", y de "gentes-no-bien"... Se come, se bebe, se canta. ¡Qué escándalo!

-"Jesús lo oyó y dijo: "No necesitan médico los sanos, sino enfermos."" Jesús cita aquí un proverbio. Hay que contemplar detenidamente lo que esta frase nos revela de la persona y del corazón de Jesús... Todos somos pecadores. Ahora bien, ¡Jesús dice que para eso ha venido! No sólo no le repele el pecado, sino que se siente atraído por nuestras miserias.

¿Dios puede estar en ciertos ambientes malos o perversos? Dios se encuentra allí... para salvar, para curar. Todo el evangelio, cuando se trata de Dios, nos urge a que sepamos sobrepasar la noción de Justicia y a descubrir la Misericordia infinita de Dios por los pecadores.

 -"Misericordia quiero, no sacrificios". No he venido a llamar a los "Justos" sino a los "Pecadores".Las comidas de Jesús con los pecadores nos recuerdan que hoy también la Eucaristía se ofrece "en remisión de los pecados". La revalorización de los elementos penitenciales de la misa continúa una tradición que viene directamente de Jesús.

Acercarse a ti, Señor, yo no soy digno. La Eucaristía es también una comida de Jesús con los pecadores. Por eso el sacramento de la Penitencia nos ayuda a entrar con confianza, pero no se es nunca digno de recibir a Jesús.

Señor, sálvanos. Que tu Cuerpo nos sane y nos purifique. Por tu Cuerpo y por tu Sangre sanados... Señor, sana el corazón del hombre de HOY.

No se trata, ciertamente, de menosprecio hacia Dios. Pero es necesario primordialmente creer en su misericordia, creer lo que Jesús ha dicho y ha hecho (Noel Quesson).

Llucià Pou Sabaté

 

jueves, 26 de junio de 2025

Sábado después del Sagrado Corazón: Corazón Inmaculado de María, reflejo del amor divino: Un corazón que guarda, ama y espera

Sábado después del Sagrado Corazón: Corazón Inmaculado de María, reflejo del amor divino: Un corazón que guarda, ama y espera

 

A. Lecturas:

1. Isaías (61,9-11):

La estirpe de mi pueblo será célebre entre las naciones, y sus vástagos entre los pueblos. Los que los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido con un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.

2. Salmo 2,1-8

Mi corazón se regocija por el señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. 

Se rompen los arcos de tus valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. 

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. 

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. 

 

3. Lucas (2,41-51):

Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.

B. Comentario:

1. "Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios..."

Este texto profético canta la alegría de un alma revestida por Dios. Es una expresión de júbilo espiritual, de alguien que se sabe transformado por el amor y la elección divina. Este pasaje puede leerse como un retrato anticipado del alma de María: vestida con un traje de gala, coronada como novia por la gracia de Dios, fecunda en justicia y belleza interior. La imagen de un jardín que brota es especialmente evocadora para hablar del Corazón Inmaculado de María, en quien brotó el Verbo hecho carne y cuya vida fue terreno fértil de fe, esperanza y caridad.

María es, en sí misma, esa estirpe bendecida que el Señor ha glorificado entre los pueblos. En su corazón, el gozo del Señor no es un simple sentimiento, sino una configuración total de su ser a la voluntad divina.

2. "Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador..."

Este cántico de Ana resuena con fuerza en labios marianos. De hecho, inspira directamente el Magníficat de María (Lc 1,46-55). Es el canto de una mujer que ha visto la acción salvífica de Dios en su pequeñez. El paralelismo entre Ana y María es evidente: ambas experimentan la acción de un Dios que exalta a los humildes, levanta a los pobres, y da vida en medio de la esterilidad.

El Corazón de María se regocija por un Salvador que derriba los tronos y enaltece a los humildes. Su inmaculado corazón es, por tanto, lugar donde se encarna la teología de la gratuidad: todo don viene de lo alto, y todo lo pequeño es exaltado si está en manos de Dios. Como Ana, María sabe reírse de sus enemigos, no por venganza, sino por la alegría profunda que da saberse salvada y amada.

3. "Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón."

Hoy celebramos la memoria del Corazón Inmaculado de María. Un corazón sin mancha, lleno de Dios, abierto totalmente a obedecerle y escucharle. El corazón, en el lenguaje de la Biblia, se refiere a lo más profundo de la persona, de donde emanan todos sus pensamientos, palabras y obras. ¿Qué emana del corazón de María? Fe, obediencia, ternura, disponibilidad, espíritu de servicio, fortaleza, humildad, sencillez, agradecimiento, y toda una estela inacabable de virtudes.

¿Por qué? La respuesta la encontramos en las palabras de Jesús: «Donde está tu tesoro allí estará tu corazón» (Mt 6, 21). El tesoro de María es su Hijo, y en él tiene puesto todo su corazón; los pensamientos, palabras y obras de María tienen como origen y como fin contemplar i agradar al Señor.

El Evangelio de hoy nos da una buena muestra de ello. Después de narrarnos la escena del niño Jesús perdido y hallado en el templo, nos dice que «su madre guardaba todas estas cosas en su corazón» (Lc 2, 51). San Gregorio de Nisa comenta: «Dios se deja contemplar por los que tienen el corazón purificado». ¿Qué guarda María en su corazón? Des de la Encarnación hasta la Ascensión de Jesús al cielo, pasando por las horas amargas del Calvario, son tantos y tantos recuerdos meditados y profundizados: la alegría de la visita del ángel Gabriel manifestándole el designio de dios para Ella, el primer beso y el primer abrazo a Jesús recién nacido, los primeros pasos de su Hijo en la tierra, ver cómo iba creciendo en sabiduría y en gracia, su "complicidad" en las bodas de Caná, las enseñanzas de Jesús en su predicación, el dolor salvador de la Cruz, la esperanza en el triunfo de la Resurrección...

Pidámosle a Dios tener el gozo de amarle cada día de un modo más perfecto, con todo el corazón, como buenos hijos de la Virgen (Jordi Pascual).

Este evangelio nos lleva directamente al núcleo de la memoria litúrgica que celebramos: el Corazón Inmaculado de María. En este pasaje, María aparece desconcertada, angustiada incluso, como toda madre cuando un hijo se le "pierde". Sin embargo, lo más admirable es que, aunque no comprende, conserva en el corazón. Su fe no se basa en la claridad, sino en la fidelidad.

Este conservar y meditar nos revela su corazón como lugar de memoria y discernimiento espiritual, un santuario donde se guarda lo humano y lo divino, lo comprensible y lo misterioso. María no impone respuestas, sino que guarda, rumia, espera, ama. Su corazón no es pasivo, sino activo en el silencio, en la escucha, en la obediencia.

La expresión de Lucas es profundamente teológica: María vive en actitud contemplativa. Cada gesto de su hijo es para ella materia de oración. Y así, su corazón se convierte en modelo para el nuestro: limpio, abierto, fiel, disponible. Un corazón que nos enseña a guardar incluso lo que no entendemos.

Las tres lecturas juntas forman una sinfonía espiritual que nos introduce en el misterio del Corazón de María. Desde la alegría profética de Isaías, pasando por el cántico esperanzado de Ana y culminando en la contemplación silenciosa de María, se dibuja una pedagogía del corazón: un corazón agradecido, humilde, receptivo, fecundo.

María es la mujer nueva, en cuyo corazón se cumple la promesa antigua: el amor de Dios no solo se anuncia, se encarna. Y en ella vemos cómo nuestras emociones, dudas, alegrías y sufrimientos pueden transformarse en oración y ofrecimiento.

Que en la escuela de su Corazón Inmaculado, aprendamos a mirar el mundo con ternura, a vivir con valentía y a guardar en lo profundo aquello que aún no entendemos, esperando en Dios.

 

Sagrado Corazón de Jesús; ciclo C. El Señor es el buen Pastor que nos cuida, y nos pide que vivamos como Él, para los demás

Sagrado Corazón de Jesús; ciclo C. El Señor es el buen Pastor que nos cuida, y nos pide que vivamos como Él, para los demás

A. Lecturas

1. Deuteronomio 7,6-11: Habló Moisés al pueblo y dijo: -Tú eres un pueblo santo para el Señor tu Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad.

Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más numerosos que los demás -porque sois el pueblo más pequeño-, sino que, por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto.

Así sabrás que el Señor tu Dios es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos por mil generaciones.

Pero paga en su persona a quien lo aborrece acabando con él. No se hace esperar, paga a quien lo aborrece en su persona.

Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy.

 

2. Salmo 102:

Bendice, alma mía, al Señor / y todo mi ser a su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor, / y no olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas / y cura todas tus enfermedades; / él rescata tu vida de la fosa / y te colma de gracia y de ternura.

El Señor hace justicia / y defiende a todos los oprimidos; / enseñó sus caminos a Moisés / y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso, / lento a la ira y rico en clemencia. / No nos trata como merecen nuestros pecados, / ni nos paga según nuestras culpas.

 

3. I Juan 4,7-16. Queridos hermanos: Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.

Queridos hermanos: Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.

4.   Lucas 15,3-7: «Jesús les dijo esta parábola: "Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido". Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».

B. Comentario:

El mes de junio es el mes que tradicionalmente los fieles han dedicado a la devoción del Corazón de Jesús. La plenitud de la misericordia divina hacia nosotros se manifiesta en la Encarnación de la Segunda Persona de la Trinidad. No sólo hemos conocido que Dios nos ama por ser ésta la continua enseñanza de Jesús, sino que su misma presencia entre nosotros es la prueba máxima de ese amor.

S. Agustín enseña que la fuente de todas las gracias es el amor que Dios nos tiene y que nos ha revelado no sólo con palabras, sino con obras.

En la Antífona de entrada de la Sta. Misa leemos: "Los proyectos del corazón del Señor subsisten de edad en edad, para librar las almas de sus fieles de la muerte y para reanimarlos en tiempo de hambre".

Existía como devoción particular en la edad Media, sin embargo aparece como fiesta litúrgica en 1675, a raíz de las apariciones del Señor a Santa Margarita María de Alacoque. Un día como hoy —viernes de la festividad del Corpus Christi— Jesús le pidió e esta santa que promoviera el amor a la comunión frecuente…, sobre todo los primeros viernes de mes, con sentido de reparación, y le prometió hacerle partícipe, todas las noches de este jueves al viernes, de su pena en el Huerto de los Olivos. Un año más tarde, se le apareció Nuestro Señor y descubriéndole su Corazón Sacratísimo, le dirigió  estas palabras, que han alimentado la piedad de tantas almas: "Mira este Corazón que ha amado tanto a los hombres y  que no ha omitido nada hasta agotarse y consumirse para manifestarles su amor; y en reconocimiento, Yo no recibo de la mayor parte sino ingratitudes por sus irreverencias y sacrilegios y por las frialdades y desprecios que tienen hacia Mí en este sacramento de amor. Pero lo que me es más sensible todavía es que sean corazones que me están consagrados  los que así me traten. Por eso, te pido Yo que el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento sea dedicado a una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando ese día  y reparando con algún acto de desagravio"….

Y dice Juan Pablo II:  ˜esta "revelación" manifiesta a Dios en el insondable misterio de su ser -uno y trino- rodeado de "luz inaccesible" (I Tim. 6, 16). No obstante, mediante esta "revelación" de Cristo conocemos a Dios, sobre todo en su relación de amor hacia el hombre(...). Es justamente ahí donde "sus perfecciones invisibles" se hacen de modo especial "visibles", incomparablemente más visibles que a través de todas las demás "obras realizadas por él": tales perfecciones se hacen visibles en Cristo y por Cristo a través de sus acciones y palabras y, finalmente, mediante su muerte en la cruz y su resurrección" (Dives in misericordia, n.2).

¿Qué es tener corazón?... Un corazón que se manifiesta externamente, pero que al mismo tiempo es algo muy interno, lo más interno, lo más grande que tenemos. Asemejarnos a Cristo en su corazón... Cristo que ama, Cristo que perdona, Cristo que no ha venido a ser servido sino a servir, Cristo misericordioso, Cristo que se entrega, Cristo que es el Amigo... que nos dice: ˜Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón..." (Mt. XI, 25-30).

˜¡Gracias, Jesús mío!, porque has querido hacerte perfecto hombre, con un Corazón amante y amabilísimo, que ama hasta la muerte y sufre; que se llena de gozo y de dolor; que se entusiasma con los caminos de los hombres, y nos muestra el que lleva al Cielo; que se sujeta heroicamente al deber, y se conduce por la misericordia; que vela por los pobres y por los ricos; que cuida de los pecadores y de los justos...

            -¡Gracias, Jesús mío, y danos un corazón a la medida del Tuyo! (Surco n.813).

Porque el Corazón de Cristo es "horno ardiente de Caridad". Y la Caridad de Cristo fue su entrega hasta la muerte, con totalidad, sin reservarse nada. Oí en Italia una expresión que me gustó: tener el corazón "infuoconato", metidos en un fogón lleno de amor. Corazón de Cristo lleno de amor, ha sufrido la lanzada en su corazón, «mirarán al que traspasaron» (Jn 19, 37). Nos da confirmación también el Apocalipsis: «Mirad que viene entre nubes, y todo ojo lo verá, especialmente los que le traspasaron» (Ap 1, 7).

El horno, quemando poco a poco se apaga. El Corazón de Jesús, en cambio, es un horno inextinguible. En esto se parece a la zarza ardiente del libro del Éxodo, en que Dios se reveló a Moisés. La zarza que ardía con el fuego pero que no se consumió .. Cfr. Ex 3, 2.

El amor que arde en el Corazón de Jesús es sobre todo el Espíritu Santo. en el que Dios-Hijo se une eternamente al Padre. El Corazón de Jesús, el Corazón humano del Dios-Hombre, está abrazado por la llama viva del amor trinitario, que Jamás se extingue.

Rezamos hoy: "Oh, Dios, que en el corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad,; te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, te ofrezcamos una amplia reparación".

1. "Así dice el Señor Dios: Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro..., y las libraré, sacándolas de todos los lugares donde se desperdigaron el día de los nubarrones y de la oscuridad". Cristo habría muerto también en la cruz si sólo hubiera tenido que salvar a una única persona, dicen algunos santos. Cristo ha muerto por mí, dirá san Pablo, me quiere igual que a los demás, todos pecadores, todos amados por Dios hasta el extremo.

«Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas». En Jesús vemos a Dios, que quiere «buscar personalmente a sus ovejas», sacarlas de los lugares «donde se desperdigaron el día de los nubarrones y de la oscuridad». Esto nos muestra una última cosa: que el corazón humano de Jesús es la expresión del amor del Dios eterno, que experimenta desde siempre por sus criaturas (Hans Urs von Balthasar): "Las sacaré de entre los pueblos, las congregaré de los países... Las apacentaré en pastizales escogidos, tendrán sus dehesas en lo alto de los montes de Israel... 

Buscaré las ovejas perdidas, haré volver a las descarriadas, vendaré a las heridas, curaré a las enfermas..." El amor busca, el amor llama, el amor escucha, el amor acoge. Dios es amor. Lo demás vale poco. Sea nuestra confianza estar y vivir en el corazón de Jesús.

«El Señor es mi pastor». Él se encarga de que llegue sano y salvo. Cristo tenía presente este salmo cuando contaba la parábola del buen pastor y ha cambiado a sabiendas las primeras palabras «el Señor es mi pastor» por «yo soy el buen pastor» (Jn 10, 14). "El Señor es mi pastor, nada me falta": lo tengo todo. Estoy en buenas manos. Contigo, Señor, no tendré en mi corazón agresividad, envidia, rivalidad, y otras actitudes que amenazan siempre el convivir con los otros fraternalmente.

"Nada me falta... El Padre me conduce... Aunque tenga que pasar por un valle de muerte, no temo mal alguno... Mi copa desborda... Benevolencia y felicidad sin fin... Porque Tú, Oh Padre, estás conmigo...". ¿Quién mejor que Jesús, vivió una intimidad amorosa con el Padre, su alimento, su mesa (Jn 4,32.34)? la mesa servida: entraré en su casa para cenar con Él, yo cerca de Él y Él cerca de mí (cf Ap 3,20).

Me recuerda también el bautismo, donde los que salen de las "aguas tranquilas que los hicieron revivir"... se dirigían hacia el lugar de la Confirmación, en que se "derramaba el perfume sobre su cabeza"... antes de introducirlos a su primera Eucaristía, "mesa preparada para ellos".

El clima árido "de la sociedad de consumo" lleva a muchos jóvenes y menos jóvenes a la búsqueda de "fuentes frescas". El hombre no vive solamente de pan ni de supermercados, ni de placeres... Hoy descubre alegrías más profundas. La experiencia de la "vida con" Dios hace parte de estas alegrías secretas: "porque Tú estás conmigo"... "Nada me falta", cuando vivo esta experiencia. Vuelta a la naturaleza. Es esta una de las aspiraciones del hombre moderno. "Mirad las flores del campo", decía Jesús. Este salmo nos invita a mirar las praderas, las fuentes, los trabajos pastoriles, la mesa en que recibimos a los amigos, las casas que nos alojan. Muchas alegrías inocentes están a nuestro alcance. ¿Por qué no aprovecharlas? ¿Por qué no proporcionarlas a los demás? (Noel Quesson).

Frente a las dificultades y angustias de la vida, simbolizadas por las "cañadas oscuras", el salmista nada teme. Se fía de su pastor, de su Dios. Se encuentra en sus manos, y por tanto, ¿qué le puede suceder de malo?, ¿no le protegerá el amor y la solicitud de su pastor? "Tu vara y tu cayado me sosiegan": la vara contra los animales, chacales, lobos, y el cayado como una guía que encamina y endereza e impide descarriarse. Así el salmista se siente protegido, seguro, feliz.

Alegres y despreocupadas, las ovejas no calculan. ¿Cuánto tiempo queda? ¿Adónde iremos mañana? ¿Bastarán las lluvias de ahora para los pastos del año que viene? Las ovejas no se preocupan, porque hay alguien que lo hace por ellas. Las ovejas viven de día en día, de hora en hora. Y en eso está la felicidad. «El Señor es mi pastor». Sólo con que yo llegue a creer eso, cambiará mi vida. Se irá la ansiedad, se disolverán mis complejos y volverá la paz a mis atribulados nervios. Vivir de día en día, de 'hora en hora, porque él está ahí. El Señor de los pájaros del cielo y de los lirios del campo. El Pastor de sus ovejas. Si de veras creo en él, quedaré libre para gozar, amar y vivir. Libre para disfrutar de la vida. Cada instante es transparente, porque no está manchado con la preocupación del siguiente. El Pastor vigila, y eso me basta. Felicidad en los prados de la gracia.

2. "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros estábamos todavía sin fuerza, Cristo, en el momento oportuno, murió por los impíos..., murió por nosotros... La oveja descarriada de la parábola es en realidad la persona que se aleja de Dios, la que lo rechaza y le es hostil. El amor del Buen Pastor no se basa por tanto en una reciprocidad: es un amor que sólo mediante su entrega plena y perfecta busca engendrar reciprocidad, correspondencia. La oveja salvada, cuando vuelve a casa sobre los hombros de su dueño, comienza a saber cuán preciosa es para el pastor y cuánto le debe. Pero la parábola no se pronunció con la intención de suscitar esta reciprocidad: el amor de Dios es «sin porqué»:«Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores».

Ahora estamos a salvo al amparo del amor divino, de que hemos obtenido la «reconciliación». Esta certeza nos obliga a cada uno de nosotros a dar una respuesta de amor, Dios la promueve espontáneamente en nosotros: Ahora, pues, que ya estamos justificados por su sangre, con más razón seremos salvados por él..."

El Sagrado Corazón de Jesús nos comunica esta enseñanza: Dios no nos ama porque seamos buenos o cuando somos buenos; nos ama porque él mismo es bueno, y lo es siempre. Su amor a todo hombre es incondicional y se manifiesta en el ofrecimiento de vida que le hace por medio de Jesús. Esta confianza absoluta en la bondad de Dios, manifestada en Jesús, es la paz del cristiano (Josep Rius-Camps).

Dios no ama lo malo que hay en nosotros, pero en nosotros ve lo que hemos de llegar a ser, y así nos ama sabedor que ese amor nos da fuerzas para ser lo que estamos llamados a ser, como rezamos en la Colecta: "¡Oh Dios!, tú has depositado en el corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, infinitos tesoros de caridad. Te pedimos que, al rendirle hoy el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos también una cumplida reparación como hijos pródigos que vuelven al hogar paterno".

3.- Jesús nos da esta parábola: "Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra?" Señor, nos invitas a hacer experiencia de misericordia, en nosotros y con los demás. María Magdalena fue despreciada en su tiempo, como tantas personas, pero tú no juzgas por la situación social de esa mujer, sino que vas a su corazón, la salvas. Y me pides que yo haga lo mismo. Que te sienta presente en la historia, en mi vida, que te vea en la vida de cada persona especialmente de los más necesitados. Veo que tanto legalismo nos hace daño, como lo hizo en tiempo de fariseos. Veo, Señor, que participar de tu Eucaristía es convertirme a tu misericordia, y ser testimonio, hacer parte de tu misericordia con los demás. La meta de la búsqueda no es cubrir un expediente cara a la galería sino que es encontrar. Y hasta que eso se produzca no debe cesar la búsqueda. «Buscarla hasta que la encuentra». Y el «hasta que» no se detiene en el cansancio, ni en las dificultades, ni ante el paso del tiempo. El «hasta que» tiene una meta, una sola: encontrar la oveja perdida.

Aquel hijo perdido que, volviendo a sí mismo, se dijo: "Me levantaré e iré hacia mi padre" ahora soy yo, y tú Señor, con una inspiración interior y una llamada misteriosa me has buscado y resucitado: "había muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido hallado" (Lc 15,18.24). El camino de la iniquidad se considera sin retorno por los expertos, como decían también los antiguos: "Los que caminan por él, no volverán" (Prov 2,19), no puede volver el hombre por sí mismo, pero sí por la gracia que vuelva a llamarlo, la gracia que hace volver.

"Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido"". nos aseguras, Señor, que «quien busca, encuentra». Nos pides rezar con paciencia, que todo lo alcanza. Buscad, y encontraréis, nos insistes. El éxito viene de esa confianza en ti, Señor, y no dice «Y si la encuentra...», admitiendo la posibilidad encontrarla, sino que dices: «Y cuando la encuentra...». Si uno busca de esa forma, con ansia, con amor, con confianza, con dolor, encuentra; y viene la alegría: «Cuando una mujer da a luz siente los dolores de parto, pero luego ya ni se acuerda del dolor: todo es alegría» (Juan 16,21). Después del dolor y de las  penas, viene la alegría que hace que todo mereciera la pena.

A la oveja perdida la toma sobre sus hombros. Hay en este gesto todo un mundo de misericordia. La misericordia del buen Pastor. El mundo del legalismo dice "el que la hace la paga", "si se ha perdido allá la oveja", y sabe liar fardos pesados en la conciencia de los demás. Los hombros de Cristo llevan la oveja perdida; llevan la Cruz. El cristiano está llamado a ser buen pastor. Como Cristo. No fariseo.

El pastor llama a sus amigos y vecinos y les dice: «Alegraos conmigo». Es la fiesta. Fiesta en la tierra por encontrar la oveja perdida. Fiesta en el cielo por el pecador que se convierte: «-Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse

Es la fiesta de la vuelta, pero también de la perseverancia: «Va tras la descarriada, hasta que la encuentra», de que en el amor no se calcula, no se piensa en el riesgo que supone dejar a la mayoría de las ovejas sin protección; únicamente se tiene ante los ojos el peligro que amenaza a una de ellas, como si sólo importara ésta. El Papa Francisco nos habla de ese ir "a las periferias" a buscar a esas ovejas, y nos dice que "prefiero una Iglesia accidentada a cerrada", en el sentido de que no nos quedemos hablando del bien sin hacer el bien, aun con los riesgos que tiene ese comprometerse, riesgo a equivocarse.

Llucià Pou Sabaté

Jueves de la semana 12ª del tiempo ordinario (impar): edificar la vida sobre buena base es tener asentado todo en el amor de Dios, abrirnos así a su palabra y hacerla vida

Jueves de la semana 12ª del tiempo ordinario (impar): edificar la vida sobre buena base es tener asentado todo en el amor de Dios, abrirnos así a su palabra y hacerla vida

A. Lecturas

1. Génesis (16,1-12.15-16): En aquellos días, Saray maltrató a Hagar, y ella se escapó.

El ángel del Señor la encontró junto a la fuente del desierto, la fuente del camino de Sur, y le dijo: «Hagar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y adónde vas?»

Ella respondió: «Vengo huyendo de mi señora.»

El ángel del Señor le dijo: «Vuelve a tu señora y sométete a ella.»

Y el ángel del Señor añadió: «Haré tan numerosa tu descendencia que no se podrá contar.»

Y el ángel del Señor concluyó: «Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor te ha escuchado en la aflicción. Será un potro salvaje: él contra todos y todos contra él; vivirá separado de sus hermanos.»

Hagar dio un hijo a Abrán, y Abrán llamó Ismael al hijo que le había dado Hagar. Abrán tenía ochenta y seis años cuando Hagar dio a luz a Ismael.

 

2. Salmo 105,1-2.3-4a.4b-5: Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia.

¿Quién podrá contar las hazañas de Dios,

pregonar toda su alabanza?

 

Dichosos los que respetan el derecho

y practican siempre la justicia.

Acuérdate de mí por amor a tu pueblo.

 

Visítame con tu salvación:

para que vea la dicha de tus escogidos,

y me alegre con la alegría de tu pueblo,

y me gloríe con tu heredad.

 

3. Mateo 7, 21-29: «No todo el que me dice: Señor, Señor entrará en el Reino de los Cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor ¿pues no hemos profetizado en tu nombre, y arrojado los demonios en tu nombre, y hecho prodigios en tu nombre? Entonces yo les diré públicamente: Jamás os he conocido: apartaos de mí, los que habéis obrado la iniquidad. Por tanto, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, es como un hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, llegaron las riadas, soplaron los vientos e irrumpieron contra aquella casa, pero no se cayó porque estaba cimentada sobre roca. Pero todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica es como un hombre necio que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, llegaron las nadas, soplaron los vientos e irrumpieron contra aquella casa, y cayó y fue tremenda su ruina. Y sucedió que, cuando terminó Jesús estos discursos, las multitudes quedaron admiradas de su doctrina, pues les enseñaba como quien tiene potestad y no como los escribas.»

 

B. Comentario:

1. –"Sara dio en maltratar a su sirvienta Agar -que estaba encinta- y ésta huyó de su presencia. El ángel del Señor la encontró junto a una fuente que hay en el desierto, camino del Sur". Dios mismo, por medio de su mensajero, trata de arreglar las cosas. «Retorna donde tu ama... Muéstrate sumisa... Estás en cinta, darás a luz a un hijo y le darás por nombre Ismael". De este modo, también HOY Dios está presente en todas partes donde hombres divididos entre sí se dañan mutuamente, tratando de ayudarlos a soportarse los unos a los otros. Te ruego, Señor, por los árabes y por los judíos. Te ruego por todos aquellos que están en conflictos...

El ángel le dice a la desconsolada Agar: «haré tu descendencia tan numerosa, que no se podrá contar... el Señor ha escuchado tu aflicción». Dejo que esta palabra penetre en mí. Dios se compadece. Considera a todo hombre como hijo suyo. Está presente con quien sufre. Señor, que mi oración por el mundo entero llegue hasta Ti. ¡Hay tantas aflicciones todavía después de la de Agar!

-"Agar dio a luz un hijo a Abraham, y Abraham le puso por nombre Ismael". El origen del pueblo Islam=Ismael tiene relación con la Alianza y con la Fe monoteísta de Abraham. Al hijo de la esclava le alcanza el amor de Dios: se llama Ismael, que significa «Dios escucha». Dios ama también a los que nosotros consideramos que están fuera. Recordemos lo que el Concilio Vaticano II dijo (Nostra aetate, n. 3): «la Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes, que adoran al único Dios vivo y subsistente, misericordioso y omnipotente... a cuyos ocultos designios procuran someterse por entero, como se sometió a Dios Abrahán, a quien la fe islámica se refiere de buen grado... Si bien en el transcurso de los siglos han surgido no pocas disensiones y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, ejerzan sinceramente la comprensión mutua». Las tres grandes religiones monoteístas -cristianismo, judaísmo, Islam- tenemos un común punto de referencia en Abrahán y su fidelidad a Dios. Lástima que no nos conozcamos ni estemos reconciliados. El que Dios ame también a Ismael nos debería enseñar a tener un corazón más universal y ecuménico para con las personas que no son de nuestra raza, de nuestra edad y cultura. Por desgracia las heridas entre árabes y judíos no se han cicatrizado. Para convencerse de ello basta evocar la actual situación política del próximo Oriente. De modo que, una vez más, un texto, aparentemente «lejano» y casi «arqueológico» se revela como de flagrante actualidad: la trágica envidia de Sara y Agar continúa en pleno siglo xx. Por lo mismo, los cristianos deberían también prodigar una mejor acogida a los árabes que vienen a trabajar entre nosotros... A través de ese contexto, ¡la «humanidad» de Dios quedará patente!»

Abraham por un momento creyó que ese hijo sería el cumplimiento de la «promesa». De sufrimiento en sufrimiento ¡avanza, a pesar de todo, hacia la realización de lo que Dios le ha prometido! Sara ¡por fin!, le dará un hijo. Señor, me atrevo a pedirte que mis titubeos y mis errores sirvan a tu designio. «Dios escribe recto en líneas torcidas.» ¡Afortunadamente! (Noel Quesson).

Vemos hoy el origen del pueblo Islam=Ismael y su relación con la Alianza y con la Fe monoteísta de Abraham. El hijo de la esclava parece no tener lugar en la historia de la salvación, pero también a él le alcanza el amor de Dios: se llama Ismael, que significa «Dios escucha». El ángel le dice a la desconsolada Agar: «haré tu descendencia tan numerosa, que no se podrá contar... el Señor ha escuchado tu aflicción». Dios ama también a los que nosotros consideramos que están fuera. Recordemos lo que el Concilio Vaticano II dijo (Nostra aetate 3): «la Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes, que adoran al único Dios vivo y subsistente, misericordioso y omnipotente... a cuyos ocultos designios procuran someterse por entero, como se sometió a Dios Abrahán, a quien la fe islámica se refiere de buen grado... Si bien en el transcurso de los siglos han surgido no pocas disensiones y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, ejerzan sinceramente la comprensión mutua». Las tres grandes religiones monoteístas -cristianismo, judaísmo, Islam- tenemos un común punto de referencia en Abrahán y su fidelidad a Dios. Lástima que no nos conozcamos ni estemos reconciliados. El que Dios ame también a Ismael nos debería enseñar a tener un corazón más universal y ecuménico para con las personas que no son de nuestra raza, de nuestra edad y cultura. Por desgracia las heridas entre árabes y judíos no se han cicatrizado. Para convencerse de ello basta evocar la actual situación política del próximo Oriente. De modo que, una vez más, un texto, aparentemente «lejano» y casi «arqueológico» se revela como de flagrante actualidad: la trágica envidia de Sara y Agar continúa en pleno siglo xx. Por lo mismo, los cristianos deberían también prodigar una mejor acogida a los árabes que vienen a trabajar entre nosotros... A través de ese contexto, ¡la «humanidad» de Dios quedará patente!»

2. "¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!" Tienen motivo para alegrarse los que le buscan ¡cuánto más lo que le hallan!: "¿Quién dirá las proezas de Yahveh, hará oír toda su alabanza?" Las maravillas de su Providencia a favor nuestro nos hacen cantar: "¡Dichosos los que guardan el derecho, los que practican en todo tiempo la justicia!" Es la esperanza de que todo llega a su tiempo: "¡Acuérdate de mí, Yahveh, por amor de tu pueblo; con tu salvación visítame, que vea yo la dicha de tus elegidos, me alegre en la alegría de tu pueblo, con tu heredad me felicite!"

3. "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos...". Leemos hoy las últimas recomendaciones del sermón de la montaña. Si ayer se nos decía que un árbol tiene que dar buenos frutos, y si no, es mejor talarlo y echarlo al fuego, hoy se aplica la misma consigna a nuestra vida: «no todo el que me dice, Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre». No se trata de decir palabras piadosas, sino de cumplir lo que esas palabras prometen.

A veces cambia mi estado de ánimo, Jesús, ocurre que las circunstancias cambian: aquellas prácticas de piedad que antes me llenaban, ahora no me dicen nada: o cambio de lugar y encuentro a faltar aquellos amigos y ese desarraigo influye en mi modo de sentirme; o los estudios o el trabajo me absorben más que en otras épocas: o simplemente, me canso de luchar. Y entonces, mi vida interior sufre como un descalabro, como un terremoto.

Jesús, ayúdame a reforzar los cimientos de mi vida cristiana a base de una vida de piedad más profunda, de una oración más constante, de un esfuerzo más serio por mejorar en las virtudes y en el estudio o trabajo profesional, de una mayor generosidad en el servicio a los demás (Pablo Cardona).

Te pido, Señor, que no haya divorcio entre mis palabras y mis hechos. Porque pienso que tú, Jesús, nos recuerdas que la santidad y la vida no se construye a base de palabras, sino de buenas obras: de amor, que se demuestra en hechos de generosidad, servicio, trabajo… Ayúdame, Señor, ayúdanos a todos, para no dejarnos llevar por un estado de ánimo, engaños como los que dicen: "hemos profetizado en tu nombre, hemos arrojado los demonios, hemos hecho milagros". Pero algo les falta, o es mentira o cumplieron pero por otros motivos, no por amor, pues les dices: "nunca os conocí; apartaos de mí". Quizá les pasan las dos cosas, y también que eran gente que les gusta escuchar, programar; pero que luego no hace, olvida obrar, aplicar los programas, y esta disociación es mala.

Jesús, pones también el ejemplo de la casa sobre roca. Dejarme llevar por mis fuerzas y cambios de ánimo, es como una casa construida sin cimientos. Se construye de prisa, pero está destinada a hundirse. Es el peligro de una oración ("Señor, Señor") que no se traduzca en vida y en compromiso ("la voluntad de Dios"), que no se convierte en nada práctico y operante. Lo esencial de la vida cristiana no es decir, ni tampoco confesar a Cristo de palabra, sino practicar el amor concreto a los pobres, a los oprimidos. Acuden a la mente las palabras de la escena grandiosa del juicio: "Venid, tomad posesión del reino, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui peregrino y me acogisteis" (25,34ss). Más aquí no podemos evitar una pregunta: ¿Por qué a veces la oración se cierra en sí misma, la escucha de la palabra no se traduce en vida y el encuentro con los hermanos no se abre al mundo?

Como final de todo el discurso, Jesús, propones esta imagen. ¿Sobre qué estoy edificando yo mi vida: sobre roca, sobre arena? ¿Sobre qué construyo mis amistades, o mi vida de familia, o mi apostolado: sobre engaños y falsedades? ¿Y me extrañaré de que los derrumbamientos que veo en otras personas o en otras instituciones me puedan pasar también a mi? (J. Aldazábal).

La roca eres tú, Señor, y tu palabra, y la tempestad rompe la casa frágil si no está basada mi fuerza en ti, sino en mis fuerzas. En la fuerza de Dios es donde el hombre encuentra su consistencia.

También me hablas aquí de la necesidad de un compromiso concreto, de un esfuerzo continuo para pasar de las palabras a los hechos. No existe verdadera fe sin empeño moral. La oración y la acción, la escucha y la práctica, son igualmente importantes. Como dirás en la parábola del sembrador, hay gente que recibe la semilla con entusiasmo pero luego la deja secar, no tiene constancia o se deja llevar por los vientos del momento, por el afán de tener, de poder, la comodidad...

Las cosas indispensables son tres: escucha atenta, práctica y perseverancia. La muchedumbre se llenaba de estupor ante tus palabras, Jesús, porque enseñabas "con autoridad". Tus palabras tienen verdad, comprometen, exigen plena disponibilidad (Bruno Maggioni).

Llucià Pou Sabaté