sábado, 14 de septiembre de 2024

Sábado de la semana 23 de tiempo ordinario; año par Jesús es la roca fuerte sobre la que edificar mi vida, ha venido al mundo para salvarme

Sábado de la semana 23 de tiempo ordinario; año par

Jesús es la roca fuerte sobre la que edificar mi vida, ha venido al mundo para salvarme

A. Lecturas:

   1. I Corintios (9,16-19.22b-27): El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes. Ya sabéis que en el estadio todos los corredores cubren la carrera, aunque uno solo se lleva el premio. Corred así: para ganar. Pero un atleta se impone toda clase de privaciones. Ellos para ganar una corona que se marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita. Por eso corro yo, pero no al azar; boxeo, pero no contra el aire; mis golpes van a mi cuerpo y lo tengo a mi servicio, no sea que, después de predicar a los otros, me descalifiquen a mí.

   2. Salmo 83,3.4.5-6.12: Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.

   Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío.

   Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación.

   Porque el Señor es sol y escudo, él da la gracia y la gloria; el Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable.

   3.  Lucas 6,43-49: "En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: -«No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mi, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina»".  

B. Comentario:

   1. San Pablo, hoy nos animas a no caer en la fe falsa: -"Hermanos queridos, huid de la idolatría. Os hablo como a prudentes". Señor, líbranos de nuestros ídolos. Señor, líbranos de nuestros falsos dioses: el dinero, el éxito, la fama, tanta superstición que sustituye la religión verdadera…

   En el fondo, apoyarse en un ídolo es hacerse vanas ilusiones: se nos quebrará en las manos. Relativizar las cosas relativas es, por el contrario, de "hombres prudentes". Sólo Dios es Dios.

   -"La copa que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?" Las cenas eucarísticas sí tienen un sentido pleno (y no las cenas paganas que hacían entonces). Tu "presencia", Señor, se hace viva cuando rezamos juntos, pero sobre todo cuando compartimos tu pan y vino consagrados: ¡tú estás aquí, Señor, entre nosotros! Y comulgamos con tu Presencia. Te pido ser más consciente de poder estar ya algo en el cielo, si no me distraigo…

   -"Porque, aun siendo muchos, somos un solo pan y un solo cuerpo". Es también muy bonito, Señor, que si estoy contigo estoy más con los demás: unido, pues tú eres Amor, y amar es participar de tu amor. Y con esa unión íntima con los demás, la alegría viene: en la pareja, las familias unidas, ambiente de trabajo...

   -"Pues todos participamos de un solo pan". Misterio de amor: la Iglesia se construye en la Eucaristía, pero ahí está también el centro de mi vida, y de mi relación con los demás. El rito del pan «partido» y repartido es todo un símbolo: comulgamos del mismo pan para expresar que recibimos al mismo Cristo. No hay un Cristo para unos y otro para los demás (Noel Quesson).

   2. "Sálvame, Señor, por tu misericordia", te pido con palabras del Salmo: "A ti, Señor, me acojo: / no quede yo nunca defraudado; / tú, que eres justo, ponme a salvo, / inclina tu oído hacia mí". Porque con tu ayuda voy seguro, pero te pido que no me dejes, que me animes a buscarte siempre y abandonarme en ti: "Ven aprisa a librarme, / sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca y mi baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame". Por último, que si caigo en mis despropósitos o me pierdo en cualquier extravío, me saques pronto de ahí:

   "Sácame de la red que me han tendido, / porque tú eres mi amparo. / A tus manos encomiendo mi espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás". Aunque esté como falto de fuerzas, dame tu fortaleza: "Pero yo confío en ti, Señor, / te digo: "Tú eres mi Dios." / En tus manos están mis azares: / líbrame de los enemigos que me persiguen". Te doy gracias, Señor, por todo: "Qué bondad tan grande, Señor, / reservas para tus fieles, / y concedes a los que a ti se acogen / a la vista de todos".

   3. Nos hablas hoy, Jesús, de pureza de intención, y las obras dan a conocer el corazón de las personas: -"No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. No se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimia uva de los espinos". Quieres recordarnos que es el "fondo" del hombre lo que permite juzgar sus actos. La calidad del fruto depende de la calidad del árbol. El "corazón", es decir, "el interior profundo" del hombre es lo esencial. Es necesario que los gestos exteriores correspondan a una calidad de fondo.

   "-El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal". No somos aquello que decimos sino principalmente lo que hacemos, por nuestros frutos se nos conocerá. Luego, por las palabras, y quizá lo último es lo que pensamos. Lo que tenemos en el corazón es lo que sacamos al exterior, también en las palabras:

   -"Porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca". Jesús, no sé si hablabas aquí de los judíos, como que daban frutos malos porque no cuidaban el buen corazón, pero sin duda quieres también hablarme a mí, y te pido que cuides mi interior para que salga lo bueno fuera. Y al revés, también lo que hablamos influye en lo que hay en corazón y en cómo pasarán las cosas. A veces necesitamos hablar, pero tal como decimos las cosas también nos hacemos positivos o negativos. Un amigo me explicó algo doloroso y luego me dijo: "ya me he desahogado, ahora tengo que decir stop y dejar de hablar de eso, si no me configuraría negativamente". Me gustó, porque los pensamientos, y más las palabras, nos hacen modelar el carácter de un modo u otro. Se puede decir que la proyección de nuestro modo de pensar y hablar hace que la realidad, los hechos, sean según hemos construido antes, así si pensamos que con la ayuda de Dios algo irá bien, aquello tiene más posibilidades de que así sea.

   -"¿Por qué me invocáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que os digo?" Jesús, prefieres los actos buenos a las palabras vacías: -Todo el que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone en obra... nos hablas siempre de la escucha de la Palabra, y de las obras…

   -"Se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y asentó los cimientos sobre roca; vino una crecida, rompió el río contra aquella casa y no se tambaleó porque estaba bien construida". En la vida cristiana, la base eres tú, Jesús, y el don de nuestra filiación divina. Llevas a plenitud lo que es el hombre, que a la base tiene el amor, la lealtad y las otras virtudes humanas. «Cuando un alma se esfuerza por cultivar las virtudes humanas, su corazón está ya muy cerca de Cristo. Y el cristiano percibe que las virtudes teologales -la fe, la esperanza, la caridad-, y todas las otras que trae consigo la gracia de Dios, le impulsan a no descuidar nunca esas cualidades buenas que comparte con tantos hombres.

   "Las virtudes humanas  insisto  son el fundamento de las sobrenaturales; y éstas proporcionan siempre un nuevo empuje para desenvolverse con hombría de bien. Pero, en cualquier caso, no basta el afán de poseer esas virtudes: es preciso aprender a practicarlas. «Discite benefacere», aprended a hacer el bien. Hay que ejercitarse habitualmente en los actos correspondientes -hechos de sinceridad, de veracidad, de ecuanimidad, de serenidad, de paciencia-, porque obras son amores, y no cabe amar a Dios sólo de palabra, sino «con obras y de verdad»" (J. Escrivá, Amigos de Dios  91). Señor, te pido ser leal, afable, cortés, generoso, sincero…

   -"Por el contrario, el que las escucha y no las pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos. Rompió contra ella el río y en seguida se derrumbó, y la destrucción de aquella casa fue completa". Santa María, Madre mía, tú eres el mejor árbol, puesto que has dado el mejor fruto: «bendito es el fruto de tu vientre». Eres maestra de todas las virtudes. Ayúdame a ser humilde, pues sin humildad, no puedo adquirir ninguna virtud (Noel Quesson).

Llucià Pou Sabaté

 

 

No hay comentarios: