viernes, 20 de septiembre de 2024

Domingo de la 25ª (B). Los que obran la justicia sufrirán persecución, como Jesús. No hemos de querer mandar, sino servir

Domingo de la 25ª (B). Los que obran la justicia sufrirán persecución, como Jesús. No hemos de querer mandar, sino servir

 

A. Lecturas:

   1. Sabiduría 2,12.17-20. Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»

   2. Salmo 53,3-4.5.6 y 8: Oh Dios, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder. Oh Dios, escucha mi súplica, atiende a mis palabras.

   Porque unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte, sin tener presente a Dios.

   Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario, dando gracias a tu nombre, que es bueno.

   3. Santiago 3,16-4,3. Queridos hermanos: Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.

   4. Marcos 9,30-37. En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: -«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó - «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: -«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: -«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

 

B. Comentario:

   1. El Libro de la Sabiduría dice que los malos: se meten con el bueno, que les resulta incómodo: porque el que se porta bien "se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada"; es como una bofetada para su mala vida, y ellos lo atacan con la excusa de a ver si Dios se pone a ayudarle: "veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.» No tienen bastante con disfrutar de los placeres, los malvados, sino que hacen la vida imposible al "hijo de Dios".

   2. El Salmo reza: "El Señor sostiene mi vida". "Oh Dios, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder. Oh Dios, escucha mi súplica, atiende a mis palabras". A veces nos vemos en peligro: "Porque unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte, sin tener presente a Dios", como en la primera lectura, nos quieren hacer daño: "Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida", y damos gracias a Dios: "Te ofreceré un sacrificio voluntario, dando gracias a tu nombre, que es bueno". Poniendo este salmo en labios de Jesús encontramos un sentido de la Misa, que se ofrece por nosotros y nos salva: Jesús "dio gracias" (Eucaristía) al Padre por su Alianza en el gran combate contra su enemigo principal, la muerte, y nos consigue la verdadera liberación, la resurrección.

   3. Santiago nos pide que dejemos "envidias y rivalidades", "desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones". Quiere que dejemos todo egoísmo y lo pidemos en la Eucaristía, la escuela de Cristo, para ir asimilando, esta sabiduría de Dios. El "deseo", siempre querer más, incluso a costa de los demás; es acabar en continuas insatisfacciones porque siempre queremos más, y acabamos en guerras.

   4. El Evangelio cuenta que Jesús les decía: -«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó - «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: -«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: -«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

   Por segunda vez, Jesús revela a sus discípulos su muy próxima pasión, y siempre que habla de sufrir dice que es necesario para entrar en el Reino. Además, es preciso estar disponible como un niño, es decir, ser sencillo y no pretender los primeros puestos. Dentro del Reino es preciso hacerse el siervo de todos y ofrecer su amor a los más pequeños. Jesús ha bendecido a los niños para que aprendamos la lección, quiere que sus discípulos se parezcan a los niños en aceptar la dependencia de los otros: no puedo salvarme solo. He de pensar en los demás, no basta que me porte bien en clase o con los amigos y en casa sea un desastre y con mal humor, que sea aplicado cuando me ve el profesor y en el tiempo libre sea un adicto a la tele o cualquier otro aparato, y no obedezca o no esté atento a los de la familia o no sepa ayudar cuando me lo pidan… ser cristiano no es rezar avemarías sino ayudar como lo haría Jesús. Por eso, le pedimos al Señor no ser prepotentes, no marginar a nadie y no dejar de lado a nadie en los juegos, como a nosotros no nos gustaría que hicieran.

   No queremos entender lo de ser servidores de los demás: el evangelista nos hace ver que los que oyen a Jesús están hablando de lo contrario de lo que acaban de oír: "Por el camino habían discutido quién era el más importante". Así somos: queremos ser más que los demás, ser los primeros, ocupar los mejores puestos, "salir en la foto", prosperar nosotros, y pasar de los demás. Jesús nos enseña a desear ser los últimos, disponibles, servidores y así somos felices, alegres como Jesús, que "no ha venido a ser servido sino a servir", que ayuda a todos y no pide nada, y que al final entrega su propia vida por la vida de los demás. Cada vez que comulgamos en la Eucaristía, comemos "el Cuerpo entregado" y le pedimos a Jesús una vida llena de amor, y para esto vivir libres, con corazón de niños: en la confianza en su padre (el niño pequeño se abandona plácidamente en los brazos de su madre, o de su padre, en paz); viviendo el momento presente sin agobios por el qué pasará ni qué pasó (a los niños no les angustia el futuro, ni tampoco viven anclados en su pasado angustiado, lo que han vivido o tendrán que vivir no les preocupa, sencillamente viven el momento presente)… Disfrutan del presente, se acercan a lo que santa Teresa del Niño Jesús decía: «La santidad es vivir amando en el momento presente». Por último, los niños son sencillos. Conforme se van haciendo mayores, comienzan las eternas complicaciones y vergüenzas. El Evangelio es para los sencillos, pues, como dice la Biblia, «los razonamientos complicados nos alejan de Dios»: el Señor ama a los niños porque confían. Viven el momento presente y no son enrevesados ni complicados. Viven con gozo el Evangelio.

   Paul Claudel tuvo una infancia difícil. En su familia Dios no existía. Él se refugió sobre sí  mismo. Sufrió la muerte de su abuelo. Se replegó todavía más, y para dar salida a sus angustias comenzó a escribir. Una Navidad, la de 1886 decidió ir a la Misa Mayor en Notre Dame de París... escuchó la Misa y luego se quedó a las vísperas mientras el majestuoso coro cantaba melódicamente el Magnificat, las palabras del María a Isabel, Paul no sabía qué era. En un momento, Dios le tocó el corazón y fue como si viera la eterna infancia del Creador. Hoy Jesús nos propone el ejemplo, la figura de los niños: la actitud de la infancia espiritual, su trasparencia, su sencillez, su bondad son una autopista para descubrir a Dios en la vida ordinaria. Acoger la vida, cada día como un don, es la mejor forma de vivir y de ver al Señor detrás de cualquier contrariedad, de una alegría, de un sinsabor.

   ¡Qué bonito sería creer, se dijo a sí mismo el autor francés: y creyó! Se dio cuenta de que Dios existía y acudió a Él como los niños.

 

Sábado de la 24ªsemana de Tiempo Ordinario (par). Hemos de procurar guarda la palabra de Diosen el corazón, que nuestro corazón sea la tierra buena que dé frutoperseverando.

Sábado de la 24ª semana de Tiempo Ordinario (par). Hemos de procurar guarda la palabra de Dios en el corazón, que nuestro corazón sea la tierra buena que dé fruto perseverando.

 

A. Lecturas:

   1. I Corintios 15,35ss: Hermanos: Alguno preguntará: ¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Insensato, lo que tú siembras no recibe vida si (antes) no muere. Y al sembrar, no siembras el cuerpo que llegará a ser, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de cualquier otra planta.

   Lo mismo es la resurrección de los muertos: se siembra un cuerpo corruptible, resucita incorruptible; se siembra un cuerpo sin gloria, resucita glorioso; se siembra un cuerpo débil, resucita lleno de fortaleza; se siembra un cuerpo animal, resucita espiritual. Si hay un cuerpo animal, lo hay también espiritual.

   Efectivamente, así está escrito: el primer hombre, Adán, se convirtió en ser viviente. El último Adán, en espíritu vivificante. Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lo material y después lo espiritual. El primer hombre, que proviene de la tierra, es terrenal; el segundo hombre es del cielo. Como el hombre terrenal, así son los de la tierra; como el celestial, así son los del cielo. Y lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.

   2. Salmo 55,10-14:  Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, y así sabré que eres mi Dios.

   En Dios, cuya promesa alabo, en el Señor, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo; ¿qué podrá hacerme un hombre?

   Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias; porque libraste mi alma de la muerte, mis pies de la caída; para que camine en presencia de Dios a la luz de la vida.

   3. Lucas 8,4-15: "En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: -«Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.» Dicho esto, exclamó: -«El que tenga oídos para oír, que oiga.» Entonces le preguntaron los discípulos: -«¿Qué significa esa parábola?» Él les respondió: -«A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando».  

 

B. Comentario:

   1. Pablo inicia una controversia: -«¿Cómo resucitarán los muertos?» No se trata tanto del "hecho" de la resurrección, como de la manera, el como. Para contestar a sus objetores Pablo usará tres tipos de argumentos:

   -"¡Insensato! Lo que siembras no revive sin morir primero. No siembras la planta, sino un simple grano". El efecto de la semilla es «signo» del poder divino, y un anuncio de la resurrección: millones de granos vivos se pudren en la tierra y parecen morir en el frío húmedo del invierno... pero la primavera y el verano se preparan en ellos. Jesús, tú utilizaste esa imagen del «grano que muere» para expresar el conocimiento que tenías de tu muerte y de tu supervivencia. Decías también: «ved que ya salen los brotes, la primavera y el verano están viniendo». Sí, ¡lo creo!, ¡lo espero! ¡Ven!

   -"Se siembra un ser perecedero... Lo que crece es imperecedero. Se siembra un ser despreciable... Lo que crece es vigoroso. Se siembra un cuerpo humano... y crece un cuerpo espiritual". La comparación de la simiente prosigue: lo que crece es diferente de lo sembrado. No crece otro grano de trigo sino un tallo verde... No una bellota sino un roble. No llegamos a imaginar lo que es un cuerpo resucitado. Nos parece que es nuestro cuerpo que tenemos ahora y de la misma forma, pero san Pablo nos dice que será espiritualizado.

   Lo feo será hermoso; lo débil, fuerte; el «pecado» en nosotros será por fin santificado, como deseamos. Pero, de hecho, ¿deseamos todo esto? ¿Nos basta quizá la vida terrestre? ¿Somos hombres de deseo? ¿Cuál es nuestra ambición? ¿Vamos trabajando para esta resurrección que viene, en nosotros y a nuestro alrededor?

   -"Hecho de barro, Adán, el primer hombre, viene de la tierra, tiene un cuerpo humano. El segundo hombre, Cristo, venido del cielo, tiene un cuerpo espiritual". («Psíquico» en griego... psyjé significa «alma»). («Neumático» en griego... neuma significa «espíritu»; Noel Quesson).

   2. Con el salmo quiero ofrecerte este propósito, Señor: "Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida." Quiero confiar en ti, y estar tranquilo con esta esperanza: "que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, / y así sabré que eres mi Dios. / En Dios, cuya promesa alabo, / en el Señor, cuya promesa alabo, / en Dios confío y no temo; / ¿qué podrá hacerme un hombre?"

   Por intercesión de santa María, quiero darte gracias, Señor, "porque libraste mi alma de la muerte, / mis pies de la caída; / para que camine en presencia de Dios / a la luz de la vida".

   3. Jesús, hoy cuentas la parábola del sembrador, y también la explicas: la homilía la haces tú. Es la manera de responder las distintas personas respecto a la palabra que oyen.

   -"Salió el sembrador a sembrar. Una parte del grano cayó: - en la vereda, lo pisaron y los pájaros se lo comieron... - en la roca y al brotar se secó por falta de humedad... - entre zarzas y éstas, brotando al mismo tiempo lo ahogaron"... Una siembra con desperdicio aparente. No les gustaría a los que esperaban que un mesías aparecería con manifestación brillante y rápida de Dios, que tú, Jesús, nos hagas ver que el "Reino de Dios" va progresando penosamente en medio de un montón de dificultades... ¡Mucha paciencia es necesaria!

   -"Otra parte cayó en tierra buena, brotó y dio el ciento por uno". Otros evangelios nos hablan de distintos porcentajes: treinta por uno... sesenta por uno... ciento por uno... Lucas pone el rendimiento más elevado. ¡Cada grano de trigo produce otros cien! El Reino de Dios pasa de "muy poco" al "todo"...

   -"Quien tenga oídos para oír, ¡que oiga!" Jesús, nos invitas a estar atentos. Te pido que agudices nuestras facultades de atención, de recogimiento, para poder oír.

   "-A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan". Los caminos de Dios son misteriosos, y por un lado la Palabra de Dios es poderosa, tiene fuerza interior. Pero su fruto depende también de nosotros, porque Dios respeta nuestra libertad, y respeta también unos tiempos (J. Aldazábal).

   ¿Por qué no se hace más evidente la Palabra? Es un misterio… Pascal decía: "Hay claridad suficiente para alumbrar a los elegidos, y bastante oscuridad para humillarlos. Hay suficiente oscuridad para cegar a los réprobos, y bastante claridad para condenarlos y hacerlos inexcusables." "Si hay un Dios, es infinitamente incomprensible... Somos pues incapaces de conocer quién es Él, ni si Él es". "¿Quién censurará a los cristianos no poder dar razón de su creencia, ellos que profesan una religión de la que no pueden dar razón? Si la dieran, no serían consecuentes; y es siendo faltados de prueba que no son faltados de sentido". ¡El mismo Jesús no ha querido convencer "a la fuerza"!

   "Me aparecen dudas sobre lo que antes creía", me decía una persona, hablando de que le costaban ciertas prácticas de piedad, modos de vivir la fe. Le respondí que muchas cosas como las que me hablaba son medios para estar cerca de Dios, pero no el fin que es esa unión. Pueden aparecer dudas y entonces hay que profundizar en la verdad, y escoger la verdad sin miedo antes que nuestras creencias, pues la Verdad es Dios.

   -"Lo que cae en buena tierra, son los que, después de haber oído la Palabra, la conservan con corazón bueno y recto, y dan fruto con su perseverancia". El Reino de Dios no es un "destello" estrepitoso y súbito: viene a través de la humildad del día a día (Noel Quesson).

   Como en las labores de campo, hay tierras mejores que otras: a) El camino es tierra dura y crece ahí poca semilla, el corazón también puede estar duro por ideologías que son contrarias al Reino.

   b) En el terreno rocoso hay también poca tierra fértil, no profundiza la semilla como en algunos corazones que no se comprometen, inconstantes.

   c) Luego están los márgenes húmedos repletos de zarzas, que aprisionan la palabra, como el dinero y el poder y los placeres, a veces es esto que llamamos "sociedad de consumo" o "Estado del bienestar" lo que nos hace estar mal porque no fomenta más que el egoísmo, y la felicidad viene por la generosidad. "Abrasemos las espinas, pues son ellas las que ahogan la palabra divina. Bien lo saben los ricos, que no sólo son inútiles para la tierra. Sino también para el cielo (…) De dos fuentes nace el daño para su espíritu: de la vida de placer y de las preocupaciones. Cualquiera de las dos, por sí misma, basta para hundir el esquife del alma. Considerad, pues qué naufragio les espera cuando concurren las dos juntas. Y no os maravilléis de que el Señor llamara espinas a los placeres. Si no los reconocéis como tales, es que estáis embrigados por la pasión; los que están sanos saben muy bien que el placer punza más que una espina" (S. Juan Crisóstomo).

   d) Por fin la tierra fértil. Son los oyentes que, «al escuchar el mensaje, lo van guardando en un corazón noble y bueno». El fruto del reino no es instantáneo, sino que requiere constancia. Ni se trata de un fruto estacional, sino que «van dando fruto con su firmeza». Es toda una vida al servicio de los demás. Todos tenemos una parcela de 'tierra fértil/buena'. Es la lucha, como dice el Catecismo (1810): "Las virtudes humanas adquiridas mediante la educación, mediante actos deliberados, y una perseverancia, reanudada siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas".

   Dios espera de nosotros un corazón bueno y bien dispuesto, que nos haga dar fruto por nuestra constancia. Ya en una ocasión el Señor nos había anunciado: Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié.

 

Llucià Pou Sabaté

Fiesta. San Mateo, Apóstol y Evangelista (21 de Septiembre) En bien de la Iglesia, Jesús nos llama no por nuestros méritos: “no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”, y a cada uno nos dice: “Sígueme”…

Fiesta. San Mateo, Apóstol y Evangelista (21 de Septiembre)

 

En bien de la Iglesia, Jesús nos llama no por nuestros méritos: "no he venido a llamar a justos, sino a pecadores", y a cada uno nos dice: "Sígueme"…

 

 

A. Lecturas

   1. Carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,1-7.11-13): Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

 

   2. Salmo 18,2-3.4-5: El cielo proclama la gloria de Dios, / el firmamento pregona la obra de sus manos: / el día al día le pasa el mensaje, / la noche a la noche se lo susurra.

   Sin que hablen, sin que pronuncien, / sin que resuene su voz, / a toda la tierra alcanza su pregón / y hasta los límites del orbe su lenguaje.

 

   3. Mateo 9,9-13. "En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: -«Sígueme.» Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:

   -«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y  pecadores?» Jesús lo oyó y dijo: -«No tienen necesidad de médico  los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.» En aquel tiempo vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió".

 

B. Comentario:    

   1. La iglesia es el gran proyecto divino para que vivamos unidos, siendo el cuerpo de Cristo, en variedad de dones y tareas que Cristo otorga a cada uno: "El Espíritu Santo, que habita en los creyentes y llena y gobierna a toda la Iglesia, realiza esa admirable reunión de los fieles, y tan estrechamente une a todos en Cristo, que es el Principio de la unidad de la Iglesia" (Conc. Vat. II).

   La Iglesia es cuerpo de Cristo, y también la Esposa de Cristo, que se hace una con Él y que se convierte en signo verdadero de su presencia, llena de humildad, de mansedumbre, de paciencia y capaz de soportar a todos por amor.

   2. El salmo es hoy un canto poético al sol y a su irradiación sobre la faz de la tierra, que se une a los que hay en Oriente Próximo (himno a Atón por ejemplo). Pero la Biblia nos dice en cambio que el sol no es un dios, sino una criatura al servicio del único Dios y creador. Basta recordar las palabras del Génesis: "Dijo Dios: haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y valgan de señales para solemnidades, días y años; (...) Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del día, y el lucero pequeño para el dominio de la noche (...) y vio Dios que estaba bien" (Gn 1,14.16.18). Y los cielos "proclaman", "pregonan" las maravillas de la obra divina. También el día y la noche son representados como mensajeros que transmiten la gran noticia de la creación: testimonio silencioso, pero que se escucha con fuerza, como una voz que recorre todo el cosmos. Con la mirada interior del alma, con la intuición religiosa que no se pierde en la superficialidad, el hombre y la mujer pueden descubrir que el mundo no es mudo, sino que habla del Creador. Como dice el antiguo sabio, "de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor" (Sb 13, 5).

   También san Pablo recuerda a los Romanos que "desde la creación del mundo, lo invisible de Dios se deja ver a la inteligencia a través de sus obras" (Rm 1, 20).

   San Juan Crisóstomo afirma: "El silencio de los cielos es una voz más resonante que la de una trompeta: esta voz pregona a nuestros ojos, y no a nuestros oídos, la grandeza de Aquel que los ha creado". Y san Atanasio: "El firmamento, con su grandeza, su belleza y su orden, es un admirable predicador de su Artífice, cuya elocuencia llena el universo"". 

   Todo se hizo por aquel que es la Palabra externa del Padre, y sin Él no se hizo nada. Así, todo lo creado es una expresión de Dios entre nosotros. Sin que las cosas pronuncien palabra alguna, a su modo nos hablan de Aquel que las ha creado. La persona humana, en sí, debería ser el mejor de los lenguajes de Dios entre nosotros, pues el Señor nos creó a su imagen y semejanza. Llegada la plenitud de los tiempos, Dios nos envió a su propio Hijo, el cual mediante sus palabras, sus obras, sus actitudes y su vida misma es para nosotros la suprema revelación del Padre. Y del costado abierto de Jesús,  dormido en la cruz, nació la iglesia. Mediante Ella resuena por toda la tierra la Palabra en nos hace conocer a Dios y experimentar su amor, hasta el último rincón de la tierra. 

  

   3. Jesús llama a los que quiere, hoy a un publicano –tenido por pecaminoso, ya que recaudaba impuestos a sus compatriotas para venderlos a los romanos-, Mateo, que se llama también Leví. No hemos de desanimarnos si nos vemos llenos de miserias, pues ante Dios no podemos vernos de otra forma, y Él ha venido a buscar a todos, pero quien se considere justo se está cerrando a la gracia… abrir las puertas al Señor es lo fundamental.

   Hoy, una vez más, Jesús, resuena tu "sígueme" con claridad: no te vayas, no te preocupes, no te quedes ahí, no tengas miedo, ¡sígueme! No hay nada más esperanzador para un enfermo que escuchar a su médico explicarle con firme tranquilidad cuál va a ser el camino de la curación, nada más tranquilizador para una persona que está perdida en medio de un bosque que encontrar un sendero, nada más acogedor que los brazos de papá o de mamá para un niño asustado. Todo eso es el sígueme de Jesús. 

   Podemos rememorar nuestra historia, esos momentos en los que hemos sentido la intervención divina, los que han orientado nuestra vida. San Beda el Venerable, comentando la conversión de Mateo, escribe: «La conversión de un cobrador de impuestos da ejemplo de penitencia y de indulgencia a otros cobradores de impuestos y pecadores (...). En el primer   instante de su conversión, atrae hacia Él, que es tanto como decir hacia la salvación, a todo un grupo de pecadores».

   El Señor, pasando junto a mí, me ha dicho: Sígueme. Y yo, ¿cómo he correspondido? ¿Cómo me dejo guiar por él en mi día a día? ¿Cómo mejoro en el amor, que es la medida de ese camino de Jesús?

   "Descubrir esta llamada, esta vocación, es caer en la cuenta de que Cristo tiene fijos los ojos en ti y que te invita con la mirada a la entrega total en el amor. Ante esa mirada, ante ese amor suyo, el corazón abre las puertas de par en par y es capaz de decirle que sí" (Juan Pablo II en Asunción, Paraguay, 18.5.1988). Y decía también: "La búsqueda y el descubrimiento de la voluntad de Dios para vosotros es una experiencia profunda y fascinante… A fin de cuentas, toda vocación, todo camino al que Cristo nos llama, lleva a la realización y a la felicidad, pues conduce a Dios, a compartir la misma vida divina" (en Manila, 13.1.1995).

   En hebreo, Mateo significa "don de Dios". Es fácil imaginar la escena de su llamada viendo el lienzo de Caravaggio (de San Luis de los Franceses, en Roma). Jesús no se para ante su condición que se consideraba por los judíos pecadora. Jesús dirá: "no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mc 2, 17). También habla Jesús del publicano en una parábola: "el publicano (...) no se atrevía ni a elevar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:  "¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!"". Y Jesús comenta:  "Os digo que este bajó a su casa justificado y aquel no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado" (Lc 18, 13-14). Pocas veces habla el Evangelio de las profesiones de los discípulos, salvo él y los pescadores. Se fija en ello san Juan Crisóstomo: "pues no hay nada más detestable que el recaudador y nada más común que la pesca" (In Matth. Hom.:  PL 57, 363).

   Es también bonito ver que no tarda en responder a Jesús:  "Él se levantó y lo siguió". Lo dejó todo. Quizá llevaba tiempo hastiado de ser como una sanguijuela para su pueblo, y esperaba una señal, que llegó. Y se dedicó en cuerpo y alma al seguimiento de Jesús, escribiendo el Evangelio más cercano a sus coetáneos judíos, para mostrarles la Buena Nueva. Se le atribuya desde Papías, por el año 130, que dice: "Mateo recogió las palabras (del Señor) en hebreo, y cada quien las interpretó como pudo" (en Eusebio de Cesarea, Hist. eccl. III, 39, 16).

   Llucià Pou Sabaté

 

 

 

Viernes de la 24ª semana de Tiempo Ordinario. Algunas mujeres acompañaban a Jesús y lo ayudaban, dando un ambiente femenino necesario a la familia que es la Iglesia.

Viernes de la 24ª semana de Tiempo Ordinario. Algunas mujeres acompañaban a Jesús y lo ayudaban, dando un ambiente femenino necesario a la familia que es la Iglesia.

 

A. Lecturas:

   1. I Corintios (15,12-20): Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que lo muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo. Además, como testigos de Dios, resultamos unos embusteros, porque en nuestro testimonio le atribuimos falsamente haber resucitado a Cristo, cosa que no ha hecho, si es verdad que los muertos no resucitan. Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

   2. Salmo 16,1.6-7.8.15: Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño.

   Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Muestra las maravillas de tu misericordia, tú que salvas de los adversarios

a quien se refugia a tu derecha.

   Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme. Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.

   3. Lucas 8, 1-3: "En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él habla curado de malos espíritus y enfermedades: Maria la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes"

 

B. Comentario:

   1. Pablo parte hoy también de una pregunta: -"¿Cómo es posible que haya entre vosotros quienes dicen...?" mentes muy racionalistas tendían a pensar que la resurrección del «cuerpo» -enterrado, o incinerado... ¡descompuesto!- era imposible, filosóficamente hablando. Hoy también hay dificultades para creer la resurrección de la carne y muchos se "escapan" de la verdad con teorías de reencarnaciones.

   -"Proclamamos -gritamos- que Cristo ha resucitado de entre los muertos". Señor, ayúdame a que mi fe en tu resurrección sea auténtica, firme, que penetre hasta el hondón de mi alma. ¿Puedo decir que mi Fe compromete todo mi ser: intelecto, corazón, acción?

   -"Si Cristo no resucitó, vacío es nuestro mensaje, vacía también vuestra fe, sin objeto..." ¡La resurrección es la piedra angular, el punto esencial de la nueva religión! Si esto no fuera verdad, todo llegaría a ser «vacío», «nada»: tanto el mensaje de los apóstoles como la fe de los fieles, que es la respuesta al mensaje.

   La alegría pascual es la señal del «cristiano», su característica principal. ¿Se nota en mí que creo en ella? ¿Aparece a través de mi conducta, en mis relaciones humanas frente al sufrimiento, frente a la muerte? ¿Y en todas las dificultades que pesan sobre mí? ¡Gracias, Señor! Ayúdame a testimoniar contigo tu buena nueva.

   -"Si Cristo no ha resucitado somos convictos de falsos testigos de Dios...": o bien la resurrección existe, tal como Dios ha dicho... o bien habría que confesar la inexistencia de Dios... Y entonces llegamos a ser «falsos testigos», defendemos una causa que no tiene defensa, somos unos impostores hablando de Dios.

   -"Si Cristo no resucitó, estáis todavía en vuestros pecados... Por tanto, los que durmieron en Cristo... perecieron". Pero la resurrección es una «fuerza activa» que destruye el pecado y la muerte. Es un hecho real que pasó, y una realidad permanente en nosotros, pues la vida divina, que hizo surgir a Jesús de la muerte, continúa en todas partes sacando al hombre del pecado y de la muerte. ¿Es ésta mi fe? (Noel Quesson).

   2. Te doy gracias, Señor, con el salmista: "El cielo proclama la gloria de Dios, / el firmamento pregona la obra de sus manos: / el día al día le pasa el mensaje, / la noche a la noche se lo susurra".

   Por siempre me alcanza tu amor salvador, Señor, y quiero alabarte hoy y cada día; es preciosa la frase final del salmista dirigida a Dios: "al despertar me saciaré de tu semblante".

   3. –"Jesús iba caminando por pueblos y aldeas, proclamando la "Buena" Noticia". Es preciso, de vez en cuando, volver a meditar, sobre ese tema. "evangelio"... ¿"euaggelion", en griego? "buena noticia" en castellano. Así, ¡lo que Jesús proclama es algo bueno!

   -"Lo acompañaban los doce, y algunas mujeres..." El pasado martes vimos a Jesús hacer una resurrección en atención a una mujer, la viuda de Naím. Ayer Jesús rehabilitaba a una mujer, la pecadora, en casa de Simón. Lucas insiste en el papel de las mujeres: pensemos en la función esencial de María en los relatos de la infancia de Jesús... pensemos en el episodio de Marta y María (Lc 10, 38) que es él el único en relatarlo.

   -"Mujeres que Jesús había curado de malos espíritus y de enfermedades"... Jesús, liberas totalmente a la mujer: ni en tu mente ni en tus actitudes concretas haces diferencia alguna de dignidad entre el hombre y la mujer.

   Nunca un rabino admitía a mujeres en el grupo de sus discípulos. Jesús, tú . Eran mujeres a las que habías curado de alguna enfermedad o mal espíritu, y "le ayudaban con sus bienes". Lucas nos transmite el nombre de varias de ellas.

   ¡Cuántas veces aparecen las mujeres en el evangelio con una actitud positiva y admirable! Baste recordar las que estuvieron cerca de él en el momento más trágico, al pie de la cruz, junto con María, su madre. Y que luego fueron las primeras que tuvieron la alegría de ver al Resucitado y anunciarlo a los demás. Son un buen símbolo de las incontables mujeres que, a lo largo de los siglos, han dado en la Iglesia testimonio de una fe recia y generosa: religiosas, laicas, misioneras, catequistas, madres de familia, enfermeras, maestras... Que ayudaron a Jesús en vida y que colaboran eficazmente en la misión de la Iglesia, cada una desde su situación, entregando su tiempo, su trabajo y también su ayuda económica. La primera persona europea que creyó en Cristo, por la predicación de Pablo, fue una mujer: Lidia (Hch 16). A veces nos fijamos en que la Iglesia no se ve con capacidad de admitir mujeres al ministerio sacerdotal, pero lo principal es el amor, la santidad, y tenemos en común la fe y la misión evangelizadora.

   Jesús dijo: "¿quién es mi madre y mis hermanos? El que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica". Y en eso las mujeres han sido, ya desde el principio (la Virgen Maria: "hágase en mi según tu palabra") las que más ejemplo nos han dado a toda la comunidad. No serán obispos ni párrocos, como tampoco las que acompañaban a Jesús fueron elegidas y enviadas como apóstoles, pero las mujeres cristianas, religiosas o laicas, siguen realizando una misión hermosísima y meritoria en la vida de la comunidad. Es interesante recordar que, en la lenta y progresiva valoración de la mujer por parte de la Iglesia, Pablo VI nombró a dos mujeres insignes "doctoras de la Iglesia", santa Teresa de Jesús y santa Catalina de Siena, y últimamente Juan Pablo II hizo lo mismo con santa Teresa del Niño Jesús y algunas más (J. Aldazábal).

   -"María, "Magdalena" de sobrenombre... -¡que había sido liberada de siete demonios!-, Juana, mujer de Kuza, el intendente de Herodes... Susana..." y muchas más... la mujer no contaba mucho, podían participar al culto de la sinagoga, pero no estaban obligadas a ello. La liturgia empezaba cuando, por lo menos, diez hombres estaban presentes, mientras que a las mujeres no se las contaba.

   -... "Que le ayudaban con sus bienes". Realismo del evangelio: se necesita dinero para poder anunciar el evangelio. Si los Doce y Jesús parecen tan libres, sin cuidados materiales, ¡es porque hay mujeres que cuidan de ellos! Trabajo capital que permite todo el resto. ¿Soy una acomplejada por mis tareas humildes? o bien ¿sé darles un valor divino? (Noel Quesson).

   Juan Pablo II trató del tema del papel de lo femenino en la Iglesia: "El Evangelio revela y permite entender precisamente este modo de ser de la persona humana. El Evangelio ayuda a cada mujer y a cada hombre a vivirlo y, de este modo, a realizarse. Existe, en efecto, una total igualdad respecto a los dones del Espíritu Santo y las "maravillas de Dios" (Act 2,11). Y no sólo esto. Precisamente ante las "maravillas de Dios" el Apóstol-hombre siente la necesidad de recurrir a lo que es por esencia femenino, para expresar la verdad sobre su propio servicio apostólico. Así se expresa Pablo de Tarso cuando se dirige a los Gálatas con estas palabras: "Hijos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto" (Gal 4,19). En la primera Carta a los Corintios (7,38) el apóstol anuncia la superioridad de la virginidad sobre el matrimonio -doctrina constante de la Iglesia según las palabras de Cristo, como leemos en el evangelio de San Mateo (19,10-12)-, pero sin ofuscar de ningún modo la importancia de la maternidad física y espiritual. En efecto, para ilustrar la misión fundamental de la Iglesia, el Apóstol no encuentra algo mejor que la referencia a la maternidad.

   Un reflejo de la misma analogía -y de la misma verdad- lo hallamos en la Constitución dogmática sobre la Iglesia. María es la "figura" de la Iglesia: "Pues en el misterio de la Iglesia, que con razón es llamada también madre y virgen, precedió la Santísima Virgen, presentándose de forma eminente y singular como modelo tanto de la virgen como de la madre (...) Engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre (...) a quien Dios constituyó primogénito entre muchos hermanos (cf Rom 8,29), esto es, los fieles, a cuya generación y educación coopera con amor materno". "La Iglesia, contemplando su profunda santidad e imitando su caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, se hace también madre mediante la palabra de Dios aceptada con fidelidad, pues por la predicación y el bautismo engendra a una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios". Se trata de la maternidad "según el espíritu" en relación con los hijos y las hijas del género humano. Y tal maternidad -como ha se ha dicho- es también la "parte" de la mujer en la virginidad. La Iglesia "es igualmente virgen, que guarda pura e íntegramente la fe prometida al Esposo". Esto se realiza plenamente en María. La Iglesia, por consiguiente, "a imitación de la Madre de su Señor, por la virtud del Espíritu Santo, conserva virginalmente una fe íntegra, una esperanza sólida y una caridad sincera".

   El Concilio ha confirmado que si no se recurre a la Madre de Dios no es posible comprender el misterio de la Iglesia, su realidad, su vitalidad esencial. Indirectamente hallamos aquí la referencia al paradigma bíblico de la "mujer", como se delinea claramente ya en la descripción del "principio" (cf Gen 3,15) y a lo largo del camino que va de la creación -pasando por el pecado- hasta la redención. De este modo se confirma la profunda unión entre lo que es humano y lo que constituye la economía divina de la salvación en la historia del hombre. La Biblia nos persuade del hecho de que no se puede lograr una auténtica hermenéutica del hombre, es decir, de lo que es "humano", sin una adecuada referencia a lo que es "femenino". Así sucede, de modo análogo, en la economía salvífica de Dios; si queremos comprenderla plenamente en relación con toda la historia del hombre no podemos dejar de lado, desde la óptica de nuestra fe, el misterio de la "mujer": virgen-madre-esposa".

   Llucià Pou Sabaté

miércoles, 18 de septiembre de 2024

Jueves de la 24ª semana. El perdón acompaña al amor: se nos perdonan los pecados si amamos, y amamos si acogemos el perdón

Jueves de la 24ª semana. El perdón acompaña al amor: se nos perdonan los pecados si amamos, y amamos si acogemos el perdón

A. Lecturas:

   1. I Corintios (15,1-11): Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.

   2. Salmo 117,1-2.16ab-17.28: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.

   «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa.» No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor.

   Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo.

   3. Juan 7,36-50: "En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: -«Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora. » Jesús tomó la palabra y le dijo: -«Simón, tengo algo que decirte.» Él respondió: -«Dímelo, maestro.» Jesús le dijo: -«Un prestamista tenía dos deudores; uno le debla quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?» Simón contestó: -«Supongo que aquel a quien le perdonó más.» Jesús le dijo: -«Has juzgado rectamente.» Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: -«¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.» Y a ella le dijo: -«Tus pecados están perdonados.» Los demás convidados empezaron a decir entre sí: -«¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: -«Tu fe te ha salvado, vete en paz».  

 

B. Comentario:

   1. Pablo nos habla de "la «buena nueva»... El evangelio... Lo habéis recibido, y en el cual permanecéis firmes, por el cual también sois salvados si lo guardáis tal como os lo anuncié... Si no, habríais creído en vano..." El evangelio es una alegría, un gozo, es algo «bueno». No se inventa: se «recibe». No se deforma, se toma «tal cual es». Es «salvador», restaura al hombre, lo reconstruye.

   -"Os he transmitido lo que yo mismo he recibido". Profunda humildad del apóstol, es el primero en someterse al mensaje que ha de transmitir.

   -"Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras... Fue sepultado... Resucitó al tercer día según las Escrituras..." Es un acto de fe o uno de las primeras redacciones del Credo, basado en la muerte, la sepultura, la resurrección de Jesús, anunciados en todo tiempo por las «escrituras». La fórmula repetida, «conforme a las Escrituras» muestra que la muerte y la resurrección de Jesús eran unos hechos esenciales en el plan de Dios para la salvación del mundo, "por nuestros pecados"...

   -"Se apareció a Pedro, a los doce, luego a quinientos hermanos, y a mí el más pequeño de los apóstoles. Mas por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. He trabajado penosamente... Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo". Es la vida nueva en que cada uno "ha muerto a su pecado" y ha "resucitado", por así decir, con Cristo.

   La fórmula algo embarazosa de Pablo es muy reveladora: ni yo solo, ni Dios solo, sino Dios y yo... en una unión indivisible. Admirable expresión de la «gracia» que no trabaja sin nosotros pero con la cual hacemos mucho más de lo que lograríamos con nuestras solas fuerzas (Noel Quesson).

   2. Quiero entrar en la oración del salmista, Señor: "Dad gracias al Señor porque es bueno, / porque es eterna su misericordia. / Diga la casa de Israel: / eterna es su misericordia".

   Quiero alabarte, Señor, por el perdón y la misericordia que nos das con tu vida: "La diestra del Señor es poderosa, / la diestra del Señor es excelsa." / No he de morir, viviré / para contar las hazañas del Señor. // Tú eres mi Dios, te doy gracias; / Dios mío, yo te ensalzo."

   3. –"Un fariseo invitó a Jesús a comer con él"... Tres veces (Lc 7,36; 11,37; 14,1). Veo como aceptas la invitación, Señor.

   –"En esto una mujer, conocida como pecadora en la ciudad... llegó con un frasco lleno de perfume... se colocó detrás de Jesús junto a sus pies, llorando, y empezó a regarle los pies con sus lágrimas; se los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con perfume"... El fariseo era un "puro". La escena le choca profundamente: "Si este hombre fuera un profeta sabría quién es esa mujer que lo toca: ¡una pecadora!" Efectivamente, se trataba de una pecadora, y todo induce a creer que era una prostituta. Pecados, los que había acumulado... hasta el hastío de sí misma y de los demás. Seguro que sin vergüenza de acercarse a ti, Señor, ella pensó: "¡Si solamente él, el profeta Jesús, pudiera salvarme!" Y allí está, por el suelo, a los pies de Jesús. Cubre de besos los pies de Jesús y su perfume embriagador llena la sala del banquete. Señor, la escena es curiosa: ¿cuál es el mensaje importante que quieres transmitirnos? Pienso en mis propios pecados, y en la sucia marea de todos los pecados del mundo: Tú debes estar habituado, Señor, desde que hay hombres sobre la tierra; en tu genealogía las cuatro mujeres que aparecen están en una situación irregular, y una de ellas es prostituta.

   Lucas describe muy bien algunos detalles, como la diferente actitud de Simón, que ha invitado a Jesús a comer, y aquella mujer pecadora que sabe intuir detalles de amor hacia Jesús. Me gusta verte, Señor, anunciar el amor y perdón en casa de un fariseo. El argumento parece fluctuar en dos direcciones. Tanto se puede decir que se le perdona porque ha amado ("sus pecados están perdonados, porque tiene mucho amor"), como que ha amado porque se le ha perdonado ("amará más aquél a quien se le perdonó más"). Me gustaría saber ser como tú, Jesús, dar ánimos a los "pecadores", y no dedicarme a hundirlos más con rigideces. Ayúdame a ser como un padre, y no como el hermano mayor del hijo pródigo o como este Simón y los otros convidados, que no saben ser benévolos y amar. Quisiera tener tu corazón, Señor, para levantar a la mujer adúltera, acoger a Zaqueo el publicano, y tener esas palabras de ánimo para esta mujer que hoy entra en la sala del banquete y te unge los pies.

   ¿Dónde quedamos retratados, en los fariseos o en Jesús? No se trata de que lo aprobemos todo. Como Jesús no aprobaba el pecado y el mal. Sino de imitar su actitud de respeto y tolerancia. Con nuestra acogida humana, podemos ayudar a tantas personas -drogadictos, delincuentes, marginados de toda especie- a rehabilitarse, haciéndoles fácil el camino de la esperanza. Con nuestro rechazo justiciero les podemos quitar los pocos ánimos que tengan. Claro que, para ser benévolos en nuestros juicios con los demás, antes tendremos que ser conscientes de que Dios ha empleado misericordia con nosotros. Se nos ha perdonado mucho a nosotros y por tanto deberíamos ser más tolerantes con los demás, sin constituirnos en jueces prestos siempre a criticar y a condenar. Dios es rico en misericordia. Lo ha demostrado en Cristo Jesús. Y lo quiere seguir mostrando también a través de nosotros (J. Aldazábal).

   Jesús, quieres que aprendamos de tu enseñanza, por eso le dices al fariseo: -"Simón, tengo algo que decirte: Un acreedor tenía dos deudores... Uno le debía una gran suma, la deuda del otro era muy pequeña... Se las perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le amará más?" Los acreedores humanos no se comportan de ese modo, habitualmente. ¡Pero Dios sí! Es El quien lo dice. Y nos pide que nos portemos también así: "perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Si te colocas sobre ese terreno, Señor, entonces es mejor ser Magdalena que Simón...

   -"¿Ves a esta mujer...? Y Jesús hace su elogio. Habla de ella con respeto, la valora. Subraya todo lo que ha hecho bien. Había sufrido mucho. Señor, ayúdame a ver a los pecadores con tu propia mirada llena de bondad y misericordia. Dame el don de saberlos rehabilitar a sus propios ojos. Que todas mis palabras y mis actitudes digan ¡cuán bueno eres, Señor!

   -"Quedan perdonados sus muchos pecados porque muestra un gran amor... A quien poco se le perdona poco amor muestra"... Esas dos frases contienen una de las mayores revelaciones sobre el "pecado":

   - el amor provoca el perdón: Tú le perdonas sus pecados porque ama...

   - el perdón provoca el amor: cuanto más perdonado se ha sido, tanto más se siente uno llevado a amar. ¡Gracias, Señor! El amor es la causa y la consecuencia del perdón. Quizá es por esto que, después de todo, Tú permites, Señor, nuestros pecados... ¡para que un día se transformen en amor! Cada uno de mis pecados, ¡qué misterio! podría llegar a ser una ocasión de amar más a Dios: instante este maravilloso en el que tomo conciencia de la misericordia... en el que adivino "hasta dónde" me ama Dios... Es el instante del perdón, el instante del mayor amor. ¿No vale la pena de celebrarlo en el sacramento de penitencia o reconciliación? (Noel Quesson).

   Muchos de los contemporáneos de Jesús querían alcanzar la salvación por medio del estricto cumplimiento de la ley. Por eso, evitaban todo contacto con las personas que eran consideradas impuras: extranjeros, enfermos y pecadores; llevaban rigurosamente el descanso del sábado: no cocinaban, no comerciaban, no caminaban. Esta manera de actuar les creaba la falsa seguridad de que ya estaban salvados. Jesús permanentemente cuestionaba esta forma de vivir la experiencia de Dios. Para él, lo más importante era el amor al hermano, al pecador e, incluso, al enemigo. Las verdaderas personas de Dios eran aquellas personas capaces de convertirse en fuente de vida para los demás.

   No sabemos de qué mujer se trata, y se ha confundido con la Magdalena. Lo que sí sabemos son los detalles que manifiestan que descubre en Jesús el amor de su vida y está dispuesta a dejarlo todo. Se desprende su cabello. Cubre de besos los pies de Jesús. Derrama sobre sus pies un frasco de perfume… Es una escena de un profundísimo y sorprendente amor. Jesús, acogido por esta mujer con un amor, que no había sido capaz de mostrarle su anfitrión, se hace hospitalidad que perdona, acoge y transforma. Hoy me sorprendo al ver que María de Betania, más tarde, imitará paso a paso los detalles de amor de esta pecadora... quién sabe qué pasaría por su corazón…

   La experiencia del vacío de la vida es -frecuentemente- la mejor condición para encontrar el sentido de la vida. Profundicemos en nuestro interior. Veamos cuántas cosas nos llenan de verdad, y cuántas nos defraudan, nos dejan insatisfechos. Busquemos el sentido y lo encontraremos. Jesús está resucitado. Sigue en medio de nosotros. Es posible encontrarlo. Mejor todavía, ¡nos sale al encuentro!

   También te pido, Señor, la virtud del agradecimiento, no así como el fariseo que está convencido de que se ha ganado a pulso la salvación. La seguridad personal que podemos tener en el mero cumplimiento es insegura, además de que impide experimentar plenamente la gratuidad de la salvación. La mujer pecadora, en cambio, que ha tocado fondo, tiene mucha más capacidad que el otro de percatarse de la novedad que comporta el mensaje de Jesús y de la nueva e incomparable libertad que ha experimentado al acogerlo. Vemos la actitud de acogida de la persona de Jesús por parte de la pecadora y cómo contrasta con las omisiones del fariseo.

   En un sermón sobre la preparación para recibir al Señor, exclama San Juan de Ávila: «¡Qué alegre se iría un hombre de este sermón si le dijesen: "El rey ha de venir mañana a tu casa a hacerte grandes mercedes"! Creo que no comería de gozo y de cuidado, ni dormiría en toda la noche, pensando: "El rey ha de venir a mi casa, ¿cómo le aparejaré posada?". Hermanos, os digo de parte del Señor que Dios quiere venir a vosotros y que trae un reino de paz». ¡Es una realidad muy grande! ¡Es una noticia para estar llenos de alegría!

   Cristo mismo, el que está glorioso en el Cielo, viene sacramentalmente al alma. «Con amor viene, recíbelo con amor». El amor supone deseos de purificación –acudiendo a la Confesión sacramental cuando sea necesario o incluso conveniente–, aspirando a estar el mayor tiempo posible con Él.

   Jesús desea estar con nosotros, y repite para cada uno aquellas memorables palabras de la Última Cena: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros... (Lc 22,15). «La posada que Él quiere es el ánima de cada uno; ahí quiere Él ser aposentado, y que la posada esté muy aderezada, muy limpia, desasida de todo lo de acá. No hay relicario, no hay custodia, por más rica que sea, por más piedras preciosas que tenga, que se iguale a esta posada para Jesucristo. Con amor viene a aposentarse en tu ánima, con amor quiere ser recibido» (San Juan de Ávila), y haremos como esta mujer, que cuida los detalles. Te pedimos, Señor, este sentido de lo sagrado: Señor Jesús, bondadoso pelícano, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero (Himno Adoro te devote).

 

Llucià Pou Sabaté

martes, 17 de septiembre de 2024

Miércoles de la 24ª semana de Tiempo Ordinario (par). Sentir el amor de Dios nos ayuda a corresponder con amor, que es lo que da sentido a la vida

Miércoles de la 24ª semana de Tiempo Ordinario (par). Sentir el amor de Dios nos ayuda a corresponder con amor, que es lo que da sentido a la vida

 

A. Lecturas:

   1. I Corintios (12,31–13,13): Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional. Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca. ¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará. Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.

   2. Salmo 32: Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones.

   Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.

   Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

   3. Lucas 7,31-35: "En aquel tiempo, dijo el Señor: -«¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón»".  

 

B. Comentario:

   1. Pablo trató de contestar a varias preguntas concretas que interesaban a esta comunidad de Corinto: celibato y el matrimonio, celebraciones litúrgicas, diversidad legítima y unidad en la Iglesia, carismas... ahora nos habla de lo importante, la «caridad», el amor-ágape! Y leemos escrito por su mano el más hermoso himno al amor que jamás haya sido escrito.

   -"Entre los dones de Dios, he ahí lo mejor... Una vía superior a todas las demás: la caridad, el amor". Sabemos que "eros" significaba el amor-deseo, el amor-placer que quiere gozar y poseer, como cuando decimos: al lobo le gustan los corderos; a mí también me gusta el cordero asado.

   «Agape» significaba el amor-don, el amor desinteresado, capaz de sacrificarse por otro, como cuando decimos «la madre ama a su hijo», o «Dios nos ama»...

   -"La caridad es paciente, no busca su interés. La caridad no se irrita, no es envidiosa. La caridad es servicial. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta..." Pablo piensa en Cristo, que ha realizado todo esto a la perfección.

   -"Aunque conociera toda la ciencia y todos los misterios, aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, ¡si no tengo caridad, nada soy!" El «valor» esencial de nuestra religión no es la «fe» en su aspecto «doctrinal», de «conocimiento intelectual», ¡es el «amor-caridad»! Una viejecita que amasa su pan con amor tiene un mayor grado de gracia que un gran teólogo de corazón enjuto, e incluso mayor que el que hiciera milagros, dice san Pablo. «¡Por este signo seréis reconocidos como discípulos míos, si amáis!» ¿Qué parte tiene en mi vida el amor-ágape?

   -"Actualmente tenemos una imagen oscura... Aquel día veremos a Dios cara a cara. Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad; pero la mayor de estas tres es la caridad". Es la vida después de la muerte. En el cielo veremos a Dios «cara a cara»: la expresión es muy viva y penetrante. Dios es "amor", y entonces estaremos totalmente investidos de ese amor: Ayúdanos, Señor, ya desde hoy (Noel Quesson).

   2. Como glosó san Juan de la Cruz, "en el último día seremos examinados de amor". Al ver cómo nos quieres, Señor, me sale del alma cantarte con el salmista: "Dad gracias al Señor con la cítara, / tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; / cantadle un cántico nuevo, / acompañando los vítores con bordones".

   Es una suerte sentirse querido, y nos ayuda a corresponder: "Que la palabra del Señor es sincera, / y todas sus acciones son leales; / él ama la justicia y el derecho, / y su misericordia llena la tierra".

   Sentirme querido por ti, Señor, sin merecérmelo, me da paz, y quiero abandonarme en ti con confianza: "Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, / el pueblo que él se escogió como heredad. / Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, / como lo esperamos de ti."

   3. –Después de haber hecho el elogio de Juan Bautista, Jesús, le decías a la gente: "¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? y ¿a quién se parecen?" Empleas esa expresión -"esa generación"- para recriminar la falta de fe.

   -"Se parecen a los chiquillos que, sentados en la plaza, se gritan unos a otros diciendo: "os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado...", "os hemos entonado endechas y no habéis llorado..."" Los chiquillos "obstinados", cabezotas... no quieren jugar con los demás. Esto pasa con los que no quieren la predicación de Juan Bautista, más bien austera... y la predicación de Jesús, más bien alegre... también encuentra obstáculos.

   -"En efecto, ha venido Juan Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: Tiene un demonio dentro..." Jesús, esto lo dices después de alabar a Juan Bautista y de lamentarte de que algunos, los fariseos y escribas, no te acepten. Hay siempre excusas para no dar crédito a su mensaje. Al uno le tildan de fanático. Al otro, de comilón y "amigo de pecadores". Aunque haya curado al criado del centurión y resucitado al hijo de la viuda de Naín, no le aceptan. Cuando no se quiere a una persona, se encuentran con facilidad excusas para no hacer caso de lo que nos propone.

   -"Ha venido el Hijo del hombre que come y bebe y decís: Ahí tenéis a un glotón y a un borracho, amigo de pecadores..." ¡Cuántas veces hay rechazo de unos a otros, desacreditándolos por cualquier motivo! Hay personas siempre críticas, como tú decías, Señor, que ni entran ni dejan entrar. En el fondo, lo que pasa es que resulta incómodo el testimonio de alguien y por eso se le persigue o se le ridiculiza. Cuando no nos interesa aceptar un mensaje, sacamos excusas -a veces ridículas o contradictorias- para justificar de alguna manera nuestra negativa a aceptarlo. Te pido, Señor, ser de los de corazón sencillo y humilde, los que no están llenos de sí mismos (J. Aldazábal).

   Me gusta, Jesús, tu estilo de predicar y de vivir: las comidas tenían gran importancia en tu vida, para estar con la gente: Anunciabas el Reino de Dios como un banquete mesiánico; y, si bien la penitencia y la exigencia divina no estaban ausentes de tu palabra, y me gusta ese título maravilloso que se te daba, Jesús: "amigo de los pecadores". Señor, Tú que quitas el pecado del mundo, te pido que quites el pecado de mi corazón. Pero sé que me amas tal como soy, pobre y pecador, para salvarme de mi mal. ¡Gracias! Haz que haga yo otro tanto, en ese "tratar bien a los pecadores":... la llamada del publicano Mateo, y la comida con sus colegas recaudadores... la defensa de la mujer adúltera... las parábolas de la misericordia... la oveja perdida y hallada... el hijo pródigo... el paralítico perdonado, aun antes de quedar curado... el ladrón introducido en el paraíso... la primera aparición a María...

   -"Pero la "Sabiduría" de Dios ha quedado justificada y acreditada por todos sus hijos". Jesús vuelve aquí a una de sus más caras ideas: "los pequeños", los "niños" ellos poseen la "sapiencia" por oposición a los escribas y a los sabios. "Yo te doy gracias, Padre por haber escondido esas cosas a los sabios y a los inteligentes, y haberlo revelado a los pequeñuelos" (Lucas 10,21). ¡Haznos disponibles, Señor! (Noel Quesson).

   El tiempo es demasiado lento para los que esperan; demasiado veloz para los que tienen miedo; demasiado largo para los que sufren; demasiado corto para los que disfrutan, pero para los que aman, el tiempo es la eternidad.

 

Llucià Pou Sabaté