Domingo de Pascua; ciclo B
Hoy es el día del Señor, el día del sol, el primer domingo, cuando Jesús resucita y nos abre las puertas del paraíso.
“El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos” (Juan 20,1-9).
1. La Semana Santa ha terminado con el sábado (día del reposo de Jesús en el sepulcro) y comienza este domingo el tiempo de Pascua, la fiesta de la Resurrección del Señor. Jesús había sido enterrado y los apóstoles estaban asustados, hasta que a la mañana del domingo van las mujeres al sepulcro… De esto nos habla el Evangelio de esta vigilia: no sabían quién les movería la piedra a la entrada del sepulcro, pero vieron que la piedra estaba corrida, y “en el sepulcro vieron un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: -No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. HA RESUCITADO. Mirad el sitio donde lo pusieron. Ahora id y decid a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo. Salieron corriendo del sepulcro, temblando de espanto”. Y el Evangelio de la misa del hoy sigue con este relato desde la perspectiva de María Magdalena: “el primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro.”
Después de la gran noche, viene el día del sol, que ahora llamamos también día del Señor, que es el significado de “domingo” (de “dominus”, Señor). Esta noche hemos cantado las proezas de Dios en la historia. El Génesishabla de la creación: “Y dijo Dios: "Que exista la luz"”, es la luz que exulta elpregón pascual: “¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos… ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos”. Es la gran transformación: Jesús entró en el sepulcro, como el gusano en su caparazón para salir transformado en una vida nueva, en la que todo es bueno, y quiere llevarnos con Él a la felicidad del cielo.
Esta noche de domingo de Pascua hemos recordado también el paso del mar Rojo, cuando el pueblo de Israel sale de la esclavitud de Egipto y se abren las aguas y van hacia la tierra prometida. Así nosotros por la muerte de Jesús y su Resurrección tenemos el bautismo y pasamos de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad. Aunque el pueblo falla, el amor de Dios es inmenso y jamás falla, siempre espera. El amor es más fuerte que todas las infidelidades, que todas las debilidades de los hombres.
Hoy vemos cómo los apóstoles “corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos”. El momento más solemne de la historia no tiene testigos, sólo el hueco que ha dejado en la sábana el cuerpo del Señor que ha salido. Sábana que conservamos con sus huellas en Turín.
Después de la aparición a María Magdalena, la misma tarde del domingo Cristo resucitado se aparecerá a los de Emaús, y a los del Cenáculo atravesando la pared, y les hará el regalo pascual: “La paz sea con vosotros... Recibid el Espíritu Santo”. Paz y Espíritu… Comienzan los 50 días de la fiesta de Pascua…
2. Nos dice san Pedro en la primera lectura de hoy: «nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándole de un madero;a éste, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse,no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos.Y nos mandó que predicásemos al Pueblo, y que diésemos testimonio de que él está constituido por Dios juez de vivos y muertos.De éste todos los profetas dan testimonio de que todo el que cree en él alcanza, por su nombre, el perdón de los pecados.»
En el salmo proclamamos la alabanza a Dios: “¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!¡Diga la casa de Israel: que es eterno su amor!Excelsa la diestra de Yahveh, la diestra de Yahveh hace proezas!»No, no he de morir, que viviré, y contaré las obras de Yahveh;la piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido;esta ha sido la obra de Yahveh, una maravilla a nuestros ojos”.
3. Damos gracias a Dios por nuestra participación en el bautismo de Jesús, “por el que fuimos sepultados con Él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva… quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado”. Esto es lo que recordábamos esta noche. Hoy también san Pablo nos dice: “así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra.Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios.Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él”.
Llucià Pou Sabaté
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