viernes, 28 de febrero de 2014

Sábado de la semana 7 de tiempo ordinario (par): El niño es el símbolo de la sencillez y disponibilidad, de dependencia y obediencia.
http://www.almudi.org/Portals/0/PropertyAgent/1099/Images/118.jpg«Le presentaban unos niños para que les impusiera las manos; pero los discípulos les reñían. Al verlo Jesús se enfadó y les dijo: Dejad que los niños se acerquen a mí y no se lo impidáis, porque de éstos es el Reino de Dios. En verdad os digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y abrazándolos, los bendecía imponiéndoles las manos» (Marcos 10,13-16).
1.  –“Presentáronle unos niños para que los tocase; pero los discípulos los reprendían”. Jesús, gracias por ser tan "humano", próximo a nosotros... que te enojas cuando algo es injusto... eres tierno, amoroso, sensible, abrazas... no me gusta ver a los apóstoles ¡que regañaban a los niños!
Jesús nos dice: -"Dejad que vengan a mí los niños, y no se lo estorbéis, porque de ellos y de los que se asemejan a ellos es el Reino de Dios". No se trata pues tan sólo de un amor natural, encantador, es que para Jesús, el Reino de Dios está reservado a los que se hacen niños. Los niños son capaces de entrar en relación con Dios de un modo muy auténtico.
Ante el desprecio que había entonces hacia los niños, se comenzará a bautizar a los niños pequeños, integrarles a la vida de la comunidad litúrgica, hacerles participar de la eucaristía… Las tomas de posición de Jesús "en favor de los niños", en este contexto tienen una resonancia capital: el niño ¡es una persona! Y delante de Dios tiene un valor infinito.
-“En verdad os digo: quien no acoge el Reino de Dios como lo hace un niño, no entrará en él”. El niños es muchas veces maestro para los adultos. No se trata de infantilismo, ni nostalgia de la inocencia y del frescor puro de nuestra infancia... Es una invitación a ponernos en relación con Dios en una total "dependencia" de El: el niño es aquí el símbolo de la sencillez y disponibilidad, de dependencia y obediencia. El niño no calcula, se da todo él, de una pieza, sin discutir, sin hacer comentarios... mientras que el adulto tiende a perderse en el análisis complicado de sus razonamientos. El niño dado como ejemplo a los adultos es el que se echa en brazos de su madre y ¡que confía plenamente en ella... para todo! El niño no puede vivir si no es amado. Vive de este amor. Depende vitalmente de este amor. Es para él una cuestión de vida o muerte (Noel Quesson).
Estamos en el núcleo de la vida cristiana, la filiación divina: «¿Qué mayor gracia pudo hacernos Dios? Teniendo un Hijo único le hizo Hijo del Hombre, para que el hijo del hombre se hiciera hijo de Dios. Busca dónde está tu mérito, busca de dónde procede, busca cuál es tu justicia; y verás que no puedes encontrar otra cosa que no sea pura gracia de Dios» (San Agustín). La realidad de la filiación divina -soy hijo de Dios- lleva a entender la vida cristiana como una «vida de infancia»: a sentirse y actuar en todo momento como hijo de Dios. Como dicen los franceses, “enfant de Dieu”, pues hijo se escribe “niño”: «Ser pequeño: las grandes audacias son siempre de los niños. -¿Quién pide... la luna? -¿Quién no repara en los peligros para conseguir su deseo? / «Poned» en un niño «así», mucha gracia de Dios, el deseo de hacer su Voluntad (de Dios), mucho amor a Jesús, toda la ciencia humana que su capacidad le permita adquirir. y tendréis retratado el carácter de los apóstoles de ahora, tal como indudablemente Dios los quiere» (J. Escrivá, Camino 857).
2. En la conclusión de su carta, Santiago considera ahora algunos casos particulares: cuando se está contento... cuando se está enfermo... cuando uno se siente pecador...
Sinceridad. Verdad y honradez en la palabra. "Que vuestro sí sea un sí y vuestro no un no". Que se comprometan de verdad en lo que dicen, sin ninguna necesidad de tener que apuntalar su palabra con apoyos que por sí solos no son garantía de verdad. «No juréis ni por el cielo ni por la tierra...».
-“Hermanos, ¿sufre alguno entre vosotros? ¡Que ore!” Esto parece muy sencillo. Es la reacción de la gente sencilla, de la gente de pueblo, ¡de todos los pueblos! Rezar es el consuelo, el único a veces junto a la compañía de los seres queridos. Pues nos hace mirar las cosas de otro modo, con ojos de Dios. Sucede incluso que algunos no saben rezar más que en este caso: cuando las cosas marchan mal... Pero es normal. Lo que no es normal es que no sepamos dirigirnos suficientemente a Dios, cuando marchan bien. Señor, te confío mis preocupaciones. Me detengo a expresarlas concretamente... a orar partiendo de mis dificultades, de mis penas.
-“¿Está alguno alegre? ¡Que cante salmos!” Esto parece también muy sencillo. Cuando se es feliz, ¡se «canta»! Pues bien, seamos de los que «cantan» a Dios. No es por azar que la reforma litúrgica ha sido pensada sobre todo para «hacer participar» a la asamblea del canto y de la plegaria expresada corporalmente. Y aun estando solo, en una plegaria silenciosa es preciso que yo sea un alma alegre, un alma que canta ante Dios, un alma de acción de gracias y de alabanza. Hay ciertamente muchas cosas buenas que puedo contar a Dios. ¡Tantas maravillas que ha hecho! ¡Tantas cosas buenas que me da!
Señor, te alabo por tus maravillas. Las expreso concreta y detenidamente... orar partiendo de mis alegrías, de lo que me hace feliz.
Yo vi como el beato Álvaro del Portillo, ante una circunstancia buena decía “¡gracias a Dios”; y ante una circunstancia adversa, decía también: “¡bendito sea Dios!”…
-“¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los «ancianos» -los presbíteros- de la Iglesia que oren sobre él y le unjan con óleo, en el nombre del Señor”. Esto se llamaba antes la Extremaunción... El Concilio ha pedido que se renueve este sacramento, llamándolo en adelante la Unción de los enfermos... y dándolo más generosamente siempre que sea conveniente. No es un sacramento de agonizantes.
Desde el comienzo de la Iglesia, se ve que los Apóstoles, -los Doce- escogieron a unos presbíteros para que colaborasen con ellos y ocupasen algunos cargos en las comunidades. Cada pequeña comunidad de cristianos está estructurada. La familia del enfermo llama a un presbítero; quien no es ahora solamente Don Tal o Cual... es Cristo quien visita a este enfermo. El sacerdote reza y hace la unción "en el nombre del Señor", y no en nombre propio. Dios necesita de los hombres. Dios necesita de los sacerdotes. Hace poco me tocó celebrar la unción de los enfermos en una residencia sacerdotal. Otros sacerdotes me acompañaban. En el momento de imponer las manos, les invité a que ellos también lo hicieran. Ante su perplejidad, les leí este texto del Apóstol, donde dice que se “llame a los «ancianos» -los presbíteros- de la Iglesia que oren sobre él y le unjan con óleo, en el nombre del Señor”. Es una invitación a que fuera –en ese caso se podía- una oración comunitaria, no de un solo sacerdote.
-“Si hubiera cometido pecados, le serán perdonados”. Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados. Mirad pues otro "sacramento" testificado aquí. Incluso si no tiene precisamente la «forma» con que podemos haberlo conocido. La confesión es también uno de esos sacramentos esenciales que todos debemos redescubrir y renovar. La Liturgia Penitencial colectiva va en el sentido de la más pura tradición -aunque aparezca para algunos como una novedad-: los primeros cristianos debieron «confesarse» sin duda con toda simplicidad (Noel Quesson).
La carta termina con un gran elogio de la corrección fraterna: el que logra recuperar a un hermano que se estaba desviando, se salvará de la muerte él mismo y sepultará un sinfín de pecados.
3. Nos irían mucho mejor las cosas si «oráramos nuestra vida». O sea, si las diversas experiencias de nuestra historia, tanto las alegres como las tristes, las convirtiéramos en oración y en comunicación con Dios (J. Aldazábal). Por ejemplo, si en los momentos de enfermedad hiciéramos nuestras las palabras del salmista: «Señor, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso».

Llucià Pou Sabaté
Viernes de la semana 7 de tiempo ordinario (par). La amistad nos enriquece y es fundamental en la vida, y también para muchos el matrimonio, alianza de dos con Dios
«Saliendo de allí llegó a la región de Judea, al otro lado del Jordán; y otra vez se congregó ante él la multitud y como era su costumbre, de nuevo les enseñaba. Se acercaron entonces unos fariseos que le preguntaban para tentarle, si es lícito al marido repudiar a su mujer Él les respondió: ¿Qué os mandó Moisés? Ellos dijeron: Moisés permitió darle escrito el libelo de repudio y despedirla. Pero Jesús les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este precepto. Pero en el principio de la creación los hizo Dios varón y hembra: por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer; y serán los dos una sola carne. Por tanto lo que Dios unió, no lo separe el hombre. Una vez en la casa, sus discípulos volvieron a preguntarle sobre esto. Y les dice: Cualquiera que repudie a su mujer y se una con otra, comete adulterio contra aquélla; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio» (Marcos 10, 1-12).
1. Piensan que Jesús ha caído en la trampa, cuando le preguntan: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?". ¿La ley o la misericordia? Tema de gran actualidad, por la plaga de divorcios que vivimos. -“Por la dureza de vuestro corazón, os dio Moisés esta ley”. Jesús establece aquí una distinción extremadamente importante: la Ley del Deuteronomio no es un "mandamiento"... sino un "permiso" concedido por Moisés de mala gana porque no hay manera de hacerlo de otro modo, "por la dureza de vuestro corazón". Pero no es para Jesús una abolición de la ley fundamental del matrimonio, la cual subsiste.
Es la alternativa de "lo permitido y lo prohibido"... Jesús retrocede hasta los orígenes: "Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer... Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre". Jesús no discute. Es, y quiere seguir siendo, sencillo. Atenerse a la ley y al reglamento es olvidar el impulso de la vida. De lo que se trata es de aproximarse a lo que es la ambición de Dios: el amor es más exigente que cualquier ley. Para conocer la gran intuición de Dios es preciso retroceder a los comienzos, cuando, por ternura, sacó de la tierra al hombre y a la mujer para que correspondieran a su amor. Regresar a nuestros orígenes para volver a descubrir la regla de nuestra vida es volver a descubrir que necesitamos hablar el lenguaje del otro. Para Dios, amar fue también hacerse vulnerable, pedigüeño: no permaneció en el cielo de su indiferencia. Dios no sólo da: necesita recibir. Regresar a nuestros orígenes para volver a descubrir la regla de nuestra vida es hacernos vulnerables. El que ama, acepta desear, esperar, pedir, sufrir. Para Dios, amar fue también creer y esperar. Dios no nos ha programado. Nos ha puesto en pie, libres y creadores. Volver a descubrir la regla de nuestra vida es volver a aprender la esperanza.
El amor es fecundo, suscita, resucita, saca a flote, perdona. El amor espera con el otro. Para Dios, amar es perdonar. Perdonar es mucho más que olvidar. Es seguir amando al otro incluso cuando nos rechaza, seguir esperando en él incluso cuando nos decepciona. Volver a aprender la regla de nuestra vida es amar sin dejar de esperar en el otro, cualquiera que sea el mentís de los hechos. Para Dios, finalmente, amar es dar la vida. Dios murió de amor. El lenguaje de su amor está forjado en carne y sangre. Aproximarse a lo que Dios ambiciona acerca de nuestra vida es aceptar no poner límite a nuestra andadura y escuchar la voz que siempre nos llama fuera. La ley fundamental del matrimonio hay que buscarla a ese nivel: la complementariedad de los sexos, es una "creación", una "voluntad" de Dios, inscrita en la naturaleza profunda del hombre y de la mujer, desde el origen.
-“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y serán los dos una sola carne. De manera que no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios unió, no lo separe el hombre”. "Unirse" al otro. "No ser sino uno" con el otro. Romper con todo el pasado para fundar una nueva familia. No son "dos" solamente las voluntades comprometidas, sino "tres": los esposos no están comprometidos solamente el uno con el otro por una especie de contrato entre dos que podría romperse por común acuerdo... hay también una "voluntad de Dios", un compromiso ante El. Una alianza. Ningún hombre, ni el mismo Moisés, dice Jesús, puede romper esta unidad básica de los dos cónyuges. Dios interviene, con todo su absoluto, para solidificar el amor.
-“Vuelto a casa, de nuevo le preguntaron sobre esto los discípulos. Él les dijo: "El que repudia a su mujer... Si la mujer repudia al marido...” El hombre y la mujer tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones. El amor conyugal es un terreno privilegiado donde se juega la venida del Reino de Dios (Noel Quesson). Hay que quitar las adherencias culturales que ha habido de discriminación. Y también entender qué es el matrimonio, porque ciertas uniones –aunque se llamen matrimonios- no lo son… no eran “una carne”, comunión de corazones…
2. Santiago se dirige ahora a los más pobres. No les recomienda la rebelión: -“No os quejéis hermanos unos de otros si no queréis ser juzgados. Mirad que el Juez está ya a las puertas”. Es un motivo religioso que debería movernos a «no quejarnos»: ¡Mirad que el Juez está ya a las puertas! La venida del Señor está cerca... a las puertas. La familia de santa Bernardita Soubirous, en Lourdes, en el siglo pasado, vivió maravillosamente esa pobreza «digna», que se abandona a Dios, tratando leal y noblemente de «salir del paso», sin acusar a nadie y sin caer uno mismo en la injusticia.
Vivir ante Dios. Dios está muy cerca. ¡La injusticia y la desgracia no triunfarán siempre! Dios está a las puertas. -¡Aguante! ¡Paciencia! ¡Perseverancia! ¿De veras espero yo esa venida de Dios? ¿Está mi vida orientada hacia Dios? No se trata precisamente de la resignación, que tiene un aspecto más pasivo. El aguante, la paciencia, la perseverancia son virtudes activas que requieren valentía y dinamismo. Quien se yergue en la adversidad es «grande», incluso humanamente... y proclamamos «felices» a los que sufrieron con paciencia. Jesús también había proclamado esta bienaventuranza.
Es quizá incluso una de las misteriosas razones que explica en parte que Dios pueda permitir ciertos sufrimientos -hay que decir esto con mucha modestia y moderación-. Hay dichas, grandezas humanas, valores de redención y de amor... que nacen de la prueba.
Señor, que todos los que sufren descubran esa alegría. Señor, ayúdanos a todos cuando estemos en el lagar o en el huerto de los olivos.
Alivia, Señor, el peso de nuestros corazones y de nuestros cuerpos.
-“Habéis oído hablar de la paciencia de Job en el sufrimiento y sabéis el final que el Señor le dio, porque el Señor es compasivo y misericordioso. Santiago, dirigiéndose a antiguos judíos, hace alusión a la Escritura. Job "clamó" bajo el sufrimiento. Dios le defendió y le reconfortó. Porque Dios es «ternura»... Muéstranos esta ternura, Señor. Sálvanos. Salva la vida de tus pobres (Noel Quesson).
3. El salmo nos hace expresar un talante espiritual muy sabio: «Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios... él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura... el Señor es compasivo y misericordioso, no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo». A la vez que trabajamos para que haya más justicia en el mundo, debemos conservar la paz interior y confiar en Dios.
Llucià Pou Sabaté


miércoles, 26 de febrero de 2014

Meditación: Jueves de la semana 7 de tiempo ordinario
Ayudar a los demás es ayudar a Jesús, hacer daño a los demás es hacer daño a Jesús
«Y cualquiera que os dé de beber un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, en verdad os digo que no perderá su recompensa. Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino, de las que mueve un asno, y sea arrojado al mar. Y si tu mano te escandaliza, córtala: más te vale entrar manco en la Vida que con las dos manos ir al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie te escandaliza, córtatelo: más te vale entrar cojo en la Vida que con los dos pies ser arrojado a la gehena del fuego inextinguible. Y si tu ojo te escandaliza, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que con los dos ojos ser arrojado al fuego del infierno, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga. Porque todos serán salados con fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened en vosotros sal y tened paz unos con otros» (Marcos 9, 41-50).
1. «Cualquiera que os dé de beber un vaso de agua en mi nombre no perderá su recompensa.» Es el símbolo del más pequeño servicio que pueda hacerse a alguien: ¡tan solo un vaso de agua. En mi nombre…En razón de pertenecer a Cristo... Jesús subraya la dignidad extraordinaria del "discípulo": pertenece a Cristo. El más pequeño de los creyentes, el más humilde discípulo de Jesús, ¡representa a Jesucristo! Jesús se identifica con el menor de los cristianos… no será defraudado de su recompensa. Es una verdad sorprendente que Jesús repetirá y desarrollará a lo largo de su discurso sobre el Juicio final (Mt 25,31-45): “Lo que hicisteis con alguno de mis hermanos más pequeños conmigo lo hicisteis"… Importancia de los menores gestos. Nada es pequeño. ¡Cuántas ocasiones dejo que se pierdan!
-“Y al que escandalizare a uno de esos pequeñuelos que creen en mí, mucho mejor le fuera que le ataran al cuello una de esas muelas de molino que mueve un asno y ¡le echaran al mar!” Después del consejo "positivo" -dar un vaso de agua-, la puesta en guardia "negativa" -no escandalizar-. Pero de hecho es la misma conducta: ¡la atención a los demás! Descubrimos aquí un nuevo aspecto de Jesús: su violencia interior, su capacidad de vehemencia. Me imagino que no pronunció estas palabras ¡de un modo dulzón y azucarado! Y la imagen que utiliza hace temblar: "¡más le valiera que le echaran al mar atado a una muela de molino!" ¿De quién se trata? ¿Quién es el hombre que merece tal suerte? El que ha arrastrado a otro al pecado." ¡Señor! ¡Señor! Ten piedad de nosotros.
-“Si tu mano te "escandaliza", te arrastra al "pecado", córtatela... Si tu pie te "escandaliza', córtatelo... Si tu ojo te "escandaliza, arráncatelo...” Lógicamente Jesús no habla de mutilarnos, sino de un sentido espiritual, y tiene toda la fuerza… Sólo Jesús tiene derecho a decir palabras semejantes: Sólo Él sabe, verdaderamente, qué es el "pecado". ¡Es algo muy serio! ¡Es dramático!
-“Mejor te será entrar tuerto al reino de Dios, que con ambos ojos ir a la gehena”. La vida eterna merece todos los sacrificios. Ayúdanos, Señor. ¿Somos capaces de esa elección radical, absoluta? ¡Nuestra libertad no es un juego... para hacer como si...!
Y es tremenda la posibilidad del pecado: «Por salvar al hombre, Señor; mueres en la Cruz; y, sin embargo, por un solo pecado mortal, condenas al hombre a una eternidad infeliz de tormentos...: ¡cuánto te ofende el pecado, y cuánto lo debo odiar!» (san J. Escrivá, Forja 1002).
El pecado mortal es una posibilidad radical de la libertad humana como lo es también el amor. Entraña la pérdida de la caridad y la privación de la gracia santificante, es decir; del estado de gracia. Si no es rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno” (Catecismo 1861).
-Buena es la sal; pero si la sal se hace sosa, ¿con qué se la salará? Tened sal en vosotros y vivid en paz unos con otros”. Marcos ha agrupado aquí una serie de consejos de Jesús sobre la vida fraterna: nada de querellas sobre prelaciones entre vosotros, sed servidores los unos de los otros, dejad a todo el mundo hacer el bien, ayudaros unos a otros, no seáis escándalo para nadie, vivid en paz... Y todo esto, después que les anunciara su propia Pasión: la moral cristiana está, por entero, ligada a Jesús. ¡Si por lo menos en nuestras familias, en nuestras comunidades cristianas se tuvieran esas exigencias profundas! (Noel Quesson).
2. Va corrigiendo Santiago los abusos de la vida social y económica. En nuestro tiempo, el Papa Francisco nos habla de ir a la periferia, de atender las necesidades de los demás. No hay derecho a taparse los oídos ante esas palabras ásperas y verdaderamente revolucionarias. ¡El evangelio está comprometido en ello! Pero, ¡cuidado! una vez más no hay que cargar esto a la espalda de los demás: cada uno de nosotros es un hombre más o menos rico, en relación con otros...
-“Sois vosotros, los ricos a quienes me dirijo: Llorad, lamentaos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre. ¡Esta herrumbre os acusará y devorará vuestras carnes como fuego!” Es el tono de todos los profetas y son las mismas expresiones (ver Amós 8). No olvidemos que es también el tono de Jesús (ver Lucas, 12,16-21; 16,19-31; 6-24). Evidentemente, no se trata de los que han aumentado sus bienes lenta y justamente al precio de su trabajo y de su competencia... sino de los que han sido verdaderamente explotadores y se han enriquecido a costa de los pobres.
Ese tipo de aprovechados desvergonzados se encuentra tanto en los países "capitalistas", como en los países "socializados"... sí, en todas partes hay gente que maneja inmensas fortunas en función de intereses particulares, en lugar de poner la mira en la promoción de los más pobres.
Pero si Santiago tiene en cuenta, en primer lugar ese caso de las grandes fortunas, cabe preguntarnos también cómo nos considera a nosotros... ¡a mí mismo! Sería muy extraño que yo no tuviera ningún apego al dinero. No hay que engañarse. Señor, ilumíname sobre mi apego a los bienes de la tierra.
-“Habéis acumulado riquezas «en estos días que son los últimos»”. Santiago no se refiere aquí al uso normal y moderado del dinero, sino a los que "amontonan", a los que hacen el dinero ¡a montones! La imagen es sugestiva. Ciertamente ¡hay demasiadas diferencias, demasiadas desigualdades entre los innumerables pobres que no tienen lo suficiente para su sustento y los que tienen los medios de «amontonar» y de «malgastar»!
La razón dada por Santiago es de orden religioso: «estamos en los últimos tiempos»... El Reino de Dios ha llegado... ha comenzado el Fin de los tiempos... Verdaderamente es así, nadie puede olvidar esto: se me pedirá cuenta de mi «gestión»... como dice Jesús en el evangelio (Lucas 16).
-“El salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando y las reivindicaciones de los segadores han llegado a oídos del Señor del Universo...” Con bastante regularidad, en la historia se ha acusado a la Iglesia de «hacer política», cuando ha repetido esas cosas. Y se dice entonces: «habladnos de Dios, ¡manteneos en lo espiritual!» ¡Pues bien! Justamente, hablemos de Dios: «sus oídos oyen el grito de aquellos a quienes oprimimos». El motivo de la Iglesia es precisamente Dios. Dios que quiere Justicia (Noel Quesson).
3. Compara el apóstol a esos codiciosos con los cerdos, a quienes se ceba para luego matarlos. Los ricos que viven con lujo, entregados al placer, están engordando para el día de la matanza. Qué sabio -y qué duro- se nos muestra el autor del salmo: «Éste es el camino de los confiados, el destino de los hombres satisfechos: son un rebaño para el abismo, la muerte es su pastor... No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa: cuando muera, no se Ilevará nada...». Mientras que Jesús nos ha asegurado: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos».
Llucià Pou Sabaté


martes, 25 de febrero de 2014

Miércoles de la VII semana del tiempo ordinario. La humildad del corazón nos abre a los planes divinos, por eso conviene hacer planes diciendo siempre “si Dios quiere”…
«Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno expulsando demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no viene con nosotros. Jesús le contestó: No se lo prohibáis, pues no hay nadie que haga un milagro en mi nombre y pueda a continuación hablar mal de mí: el que no está contra nosotros, está con nosotros.»(Marcos 9, 38-40)
1. "Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba a los espíritus impuros, pero que no es de los nuestros y se lo hemos prohibido”. Decididamente, ¡cuán enzarzados se hallan todos en cuestiones de prelaciones, de envidias, de mezquindades! Jesús acaba de anunciar su Pasión en la que se hará el "último de los servidores"..., ha aconsejado a sus discípulos hacerse servidores y no buscar los primeros sitios. Y he aquí que la reacción de Juan, uno de los mejores, es una reacción de dominio, una voluntad de poder, una preocupación de conservar un monopolio; ¡quisiera guardar para él solo, acaparar para el grupo de los Doce el poder de Cristo! No juzguemos a los apóstoles, no juzguemos a nadie. Sería demasiado fácil, ya lo hemos dicho, aplicar el evangelio... a los demás. ¿Quién de nosotros no ha tenido alguna vez esos sectarismos de grupo? La capa de la solidaridad y de la defensa del bien común de nuestro medio ambiente, ¿no resulta a veces que de hecho estamos defendiendo nuestros propios intereses? ¿Quién de nosotros no ha buscado, algún que otro día, conservar ventajas adquiridas, impidiendo así que otros probaran su suerte?
-“Este hombre no está con nosotros, no es de los nuestros...” No forma parte de nuestro grupo. Y sin embargo... hace el bien, ¡expulsa los demonios en tu Nombre! Esta situación es muy frecuente y muy actual en la Iglesia de hoy. Sí, la gracia de Cristo actúa más allá de las estructuras visibles de Iglesia. Hombres y mujeres, como en tiempo de Jesús, no forman parte del grupo de discípulos y no obstante actúan en nombre de Jesús.
-“No se lo prohibáis”. He aquí la respuesta de Jesús. –“Pues ninguno que haga un milagro en mi nombre, hablará luego mal de mí”. Trabajar para Cristo, actuar en el mismo sentido que actuaba Cristo, es ya una cosa buena... que permite caminar hacia un conocimiento y una palabra conformes a Cristo. No es este el único pasaje del evangelio en el que Jesús da valor a la acción. Para muchos hombres de nuestro tiempo, es también por la acción recta, por el compromiso serio según la propia conciencia... que podrá instaurarse una pedagogía de la fe que llevará al descubrimiento más explícito de Cristo.
-“El que no está contra nosotros, está con nosotros”. Esto va en el mismo sentido… apertura total. Jesús invita a sus discípulos a confiar en el Espíritu Santo. La Iglesia actual, siguiendo a Jesús, quiere ser ampliamente abierta. El último Concilio voluntariamente renunció a hacer ninguna condena: ¿creo efectivamente que Dios actúa en todas partes? ¿Y que el Espíritu no es propiedad de ningún grupo? ¿Ni de ninguna estructura? El Espíritu sopla donde quiere. ¡No se lo impidamos! (Noel Quesson).
«Además, muchos elementos de santificación y de verdad existen fuera de los límites visibles de la Iglesia católica: la palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del Espíritu Santo y los elementos visibles. El Espíritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvación cuya fuerza viene de la plenitud de gracia y de verdad que Cristo ha confiado a la Iglesia católica. Todos estos bienes provienen de Cristo y conducen a Él y de por sí impelen a la unidad católica» (Catecismo 819).
 «Ama y practica la caridad, sin límites y sin discriminaciones, porque es la virtud que nos caracteriza a los discípulos del Maestro. -Sin embargo, esa caridad no puede llevarte -dejaría de ser virtud- a amortiguar la fe, a quitar las aristas que la definen, a dulcificaría hasta convertirla, como algunos pretenden, en algo amorfo que no tiene la fuerza y el poder de Dios» (J. Escrivá, Forja 456).
2. Santiago se dirige hoy ante todo a los orgullosos y a los ricos: -“Me dirijo ahora a vosotros que decís: "hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí el año, "negociaremos" y tendremos "ganancias"»...” Es la «pasión de los negocios», el gusto por el comercio y la habilidad en ver y aprovechar las ocasiones de venta. Cada vez se ve más importante, en el mundo de la empresa, el crecimiento espiritual tanto en el campo personal como el profesional; la empresa requiere una “humanización”, que la haga competente no sólo desde el punto de vista técnico sino global, humano.
-“Pero no sabéis qué será de vuestra vida el "día de mañana". Sois humo que aparece un momento y después desaparece”. La vida es corta. Puede absolutizarse ese aspecto de trabajo, y la vida puede estar “secuestrada” por las «cosas materiales», el «trabajo cotidiano» puede llegar a ser un fin en sí, una especie de absoluto. El horizonte único de nuestra vida se reduce entonces al éxito material. Y no se vive más que «¡humareda que sube un instante y después desaparece!». Vanidad, caducidad de la vida, si no se tiene en cuenta lo esencial. Humareda pasajera. Jesús decía: «donde está tu tesoro, allá está también tu corazón». ¿Dónde coloco lo que es esencial, para mí? ¿En el «humo» o en los valores seguros del amor? No hay que despreciar mi vida profesional, ni mi manera de «ganar dinero»... Pero, ¿qué amor o qué egoísmo se impregna de ello?
-“Lo que deberíais decir es esto: «Si el Señor quiere y nos da vida, haremos esto o aquello...»” A fuerza de dejarnos sumergir por nuestros «negocios» acabaríamos por vivirlos sin referencia a Dios. Por el contrario, la Fe nos mantiene en estado de dependencia: «Si Dios quiere, haré esto...»
-“Pero ahora hacéis gala de vuestra fanfarronería. Toda jactancia de este estilo es mala”. En efecto, a menudo, por desgracia, somos presuntuosos, nos pasamos de listos, nos creemos capaces de disponer de nuestra vida a nuestro gusto, sin contar con Dios. «¡Insensato! Esta misma noche, se te reclamará el alma!» Con relación al tiempo que paso en mis negocios, ¿cuánto tiempo dedico a mi alma? (Noel Quesson).
3. El salmo suena ahora igual que hace dos mil quinientos años: «Los malvados confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas... Mirad, los sabios mueren lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas a extraños». ¿Y de qué les habrá servido todo lo que han almacenado? A nosotros tal vez no nos pasa con las riquezas pecuniarias. Pero sí con otras riquezas y actividades, a veces frenéticas, que llevamos entre manos. Tal vez también nosotros proyectamos ampliar graneros para que nos quepan todos nuestros papeles y proyectos y esperanzas humanas. Todo eso será «si Dios quiere». Es bonito usar esa expresión, que deja todo en manos de Dios…
No se nos está invitando a no trabajar y a no prevenir el futuro. Pero sí nos conviene un poco de sabio escepticismo ante las posibles sorpresas de la vida, sin entusiasmos exagerados, que no nos pueden llevar más que a desengaños y disgustos. Generosos en el trabajo, disponibles a todo, pero poniendo cada día de nuestra vida en manos de Dios. «Si Dios quiere» (J. Aldazábal).
Llucià Pou Sabaté


lunes, 24 de febrero de 2014

Martes de la semana 7 de tiempo ordinario: la cruz tiene un sentido transformador

«Una vez que salieron de allí cruzaban Galilea, y no quería que nadie lo supiese; pues iba instruyendo a sus discípulos y les decía: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán, y después de muerto, resucitará a los tres días. Pero ellos no entendían sus palabras y temían preguntarle. Y llegaron a Cafarnaún. Estando ya en casa, les preguntó: ¿De qué discutíais por el camino? Pero ellos callaban, porque en el camino habían discutido entre sí sobre quién sería el mayor Entonces se sentó y llamando a los doce, les dijo: Si alguno quiere ser el primero, hágase el último de todos y servidor de todos. Y tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe; y quien me recibe a mí, no me recibe a mí, sino al que me envió» (Marcos 9,30-37).
1. “-Jesús y sus discípulos atravesaban la Galilea, queriendo que no se supiese. Pues les enseñaba diciendo: "El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres."” Como Jesús no quiere que se utilice el titulo de "Hijo de Dios" utiliza constantemente el de "Hijo del hombre", que no está contaminado por interpretaciones judías, y en cambio recoge la profecía de la venida de Dios en Daniel,7-13-14… «Desde el comienzo de su vida pública, en su bautismo, Jesús es el «Siervo» enteramente consagrado a la obra redentora que llevará a cabo en el «bautismo» de su pasión» (Catecismo 565).
-“Le darán muerte y al cabo de tres días resucitará”. Es el segundo anuncio de la Pasión. Ni Buda, ni Mahoma ni ninguna ideología humanista han propuesto solución alguna a esta gran angustia del hombre que sabe que morirá. Solamente Jesús, serenamente, sencillamente dijo: le darán muerte y ¡tres días después resucitará! Jesús es aquel que se dirigía hacia la muerte en medio de una gran paz total... porque sabía que, detrás de la puerta sombría, le esperaba: no la nada desesperante, sino los brazos del Padre. La nueva liturgia de difuntos canta: "En el umbral de su casa, nuestro Padre te espera, y los brazos de Dios se abrirán para ti”.
-“Y los discípulos no entendían esas palabras y temían preguntarle”. Es una buena muestra de humanidad corriente, más bien mediana. Fueron transformados por un acontecimiento... fueron levantados por encima de sí mismos, e investidos de una fuerza y de una inteligencia que no venía de ellos. Siempre es así hoy en la Iglesia: no se la puede juzgar simplemente desde un punto de vista estrictamente humano.
-“¿Qué discutíais en el camino? Ellos se callaron porque habían discutido entre sí sobre quién sería el mayor”. He aquí su nivel de reflexión y de ambición. ¡Humanidad corriente, mediana!
-“Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. En su Pasión, a la que alude, Jesús se hizo el último, el servidor. Así, el anuncio de la Cruz, no es sólo para El, sino también para nosotros. No hay otro camino para seguir a Jesús, que el de pasar por la muerte para llegar a la vida. ¿Es esto, desde ahora, mi vida cotidiana? (Noel Quesson).
Y pones el ejemplo de un niño… ayúdame, Señor, a ser niño, para entender tu Reino.
2.¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre vosotros? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en vuestros mismos miembros? Vosotros ambicionáis, y si no conseguís lo que deseáis, matáis; envidiáis, y al no alcanzar lo que pretendéis, combatís y hacéis la guerra”. ¿De dónde esos conflictos? Santiago está inquieto por los conflictos que surgen en las comunidades cristianas.
-El deseo de placer como forma equivocada de gozar, y la codicia. Primera causa de discordias: el amor propio, la codicia, el deseo de los bienes materiales. Todo empieza en el fondo de nuestro corazón.
-También la envidia a los demás. Cuántas tristezas provienen del hecho de compararnos con los demás. Señor, enséñanos a ser realistas y aceptar sinceramente nuestras limitaciones, nuestro temperamento. Ayúdanos a alegrarnos de las cualidades de los demás.
-No tenéis, porque no pedís. O bien, pedís y no recibís, porque pedís mal, con el único fin de satisfacer vuestras pasiones”. La oración mal hecha, con ansias de querer utilizar a Dios y traerlo a nuestra voluntad. La envidia pasa a ser plegaria. Es una oración centrada en mí mismo. No dirigida más frecuentemente a las necesidades de los demás que a las propias.
-Ustedes no tienen, porque no piden. O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones. ¡Corazones adúlteros! ¿No saben acaso que haciéndose amigos del mundo se hacen enemigos de Dios? Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios”. El amor del mundo. Adúlteros... "El amor de este mundo es adulterio contra Dios" (san Agustín). No se pueden tener "dos amores". No se puede servir a dos amos. ¿Le amo?¿Le prefiero a todo lo demás? Pregunta fundamental que debemos hacernos de vez en cuando. Que debe ser ocasión de un encuentro regular con Jesús en el sacramento de la reconciliación: No te he amado bastante, Señor. Vengo a reconciliarme contigo, a repetirte que a pesar de mis caídas, te amo.
-Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No piensen que la Escritura afirma en vano: El alma que Dios puso en nosotros está llena de deseos envidiosos. Pero él nos da una gracia más grande todavía, según la palabra de la Escritura que dice: Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes”. El orgullo. Creerse más y mejor que los demás. Imaginarse que nuestras ideas son las mejores (Noel Quesson).Someteos a Dios; resistid al demonio, y él se alejará de vosotros. Acercaos a Dios y él se os acercará. Que los pecadores purifiquen sus manos; que se santifiquen los que tienen el corazón dividido”.
Es la humildad el gran camino a la alegría: “Reconozcan su miseria con dolor y con lágrimas. Que la alegría de ustedes se transforme en llanto, y el gozo, en tristeza. Humíllense delante del Señor, y él los exaltará”. 
-“¿De dónde esas guerras, de dónde esas luchas entre vosotros?” Santiago está inquieto por los conflictos que surgen en las comunidades cristianas e intenta dilucidar las razones de ellos. ¡Tema de actualidad!
3. “¡Quién me diera alas de paloma para volar y descansar!
Entonces huiría muy lejos, habitaría en el desierto. Me apuraría a encontrar un refugio contra el viento arrasador y la borrasca”. 
Libres de todo impedimento, podremos volar, vivir en paz.
El salmo sigue pidiendo: “confunde sus lenguas, Señor, divídelas, porque no veo más que violencia y discordia en la ciudad,  rondando día y noche por sus muros. Dentro de ella hay maldad y opresión”.
Por fin, acaba con un confiado abandono en manos del Señor, a quien vamos de la mano de la Santísima Virgen: “confía tu suerte al Señor, y él te sostendrá: nunca permitirá que el justo perezca”.

Llucià Pou Sabaté

domingo, 23 de febrero de 2014

Lunes de la semana 7 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
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«Toda sabiduría viene de Dios», por eso le rezamos: «Tus mandatos son fieles y seguros,  la santidad es el adorno de tu casa «Tengo fe, pero dudo, ayúdame».
 “Al llegar junto a los discípulos, vieron a una gran muchedumbre que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos. En seguida, al verle, todo el pueblo quedó sorprendido y corrían a saludarle. Y Él les preguntó: ¿Qué discutíais entre vosotros? A lo que respondió uno de la muchedumbre: Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu mudo; y en cualquier sitio se apodera de él, lo tira al suelo, le hace echar espuma y rechinar los dientes y lo deja rígido; pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido. Él les contestó: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que sufriros? ¡Traédmelo! Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al niño, que cayendo a tierra se revolcaba echando espuma. Entonces preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Le contestó: Desde muy niño; y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua, para acabar con él; pero si algo puedes, ayúdanos, compadecido de nosotros. Y Jesús dijo: ¡Si puedes...! ¡Todo es posible para el que cree! En seguida el padre del niño exclamó: Creo, Señor; ayuda mi incredulidad. Al ver Jesús que aumentaba la muchedumbre, increpó al espíritu inmundo diciéndole: ¡Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando, sal de él y ya no vuelvas a entrar en él! Y gritando y agitándole violentamente salió; y quedó como muerto, de manera que muchos decían: Ha muerto. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y se mantuvo en pie. Cuando entró en casa le preguntaron sus discípulos a solas: ¿Por qué nosotros no hemos podido expulsarlo? Y les respondió: Esta raza no puede ser expulsada por ningún medio, sino con la oración” (Marcos 9,14-29).
1. –“Te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo. Cuando se apodera de él, le derriba, le  hace echar espumarajos y rechinar los dientes y se queda rígido... Muchas veces le arroja  al fuego y al agua para hacerle perecer”. Aquí nos parece ver una epilepsia y una presencia demoníaca. Jesús llevará a cabo esta  curación en dos tiempos: hay primero un exorcismo que le libra del "espíritu impuro" y deja  al muchacho como muerto; luego la curación definitiva, hecha más sencillamente a la  manera de otras curaciones: Jesús lo tomó de la mano y lo levantó.
-“Dije a tus discípulos que lo arrojasen, pero no han podido”...
Jesús tomó la palabra y les dijo: "¡Generación incrédula!'; ¿Hasta cuándo tendré que  soportaros?” Este milagro parece haber sido relatado para poner en evidencia el contraste entre la  impotencia de los discípulos y el poder de Jesús. Jesús manifiesta sufrimiento. Hay como un desánimo en estas palabras. Jesús se  encuentra solo, incomprendido, despreciado. ¡Incluso sus discípulos no tienen fe! Y da la  impresión de que tiene prisa por dejar esta compañía insoportable. Todo esto nos hace penetrar en el alma de Jesús. A fuerza de verle actuar como hombre,  acabamos por encontrar muy natural que "Dios" se haya hecho "hombre". Y no acabamos  de comprender en qué manera esta "encarnación" fue de hecho un anonadamiento, un  encadenamiento, un “descenso”: "¿Hasta  cuándo tendré que estar con vosotros?” 
-"Todo le es posible al que cree" "Creo. Ayuda a mi incredulidad" Sí, es Fe lo que Jesús  necesita. Es la Fe lo que pide a los que le rodean. Su gran sufrimiento es que en su  entorno las gentes no creen y El sabe las maravillas que la Fe es capaz de hacer. El padre del muchacho intuye todo esto, y, a la invitación de Jesús, hace una admirable  "profesión de Fe"... admirable porque está llena de modestia. "¡Sí, creo! Pero, Señor, ven a  robustecer mi pobre fe, pues siento ¡que no creo todavía suficiente! 
Jesús aparece de nuevo como más fuerte que el mal. Tiene la fuerza de Dios. Igual que  en la montaña los tres discípulos han sido testigos de su gloria divina, ahora los demás  presencian asombrados otra manifestación mesiánica: ha venido a librar al mundo de sus  males, incluso de los demoníacos, de la enfermedad y de la muerte. Los verbos que emplea  el evangelista son muy parecidos a los que empleará para la resurrección de Jesús: «Lo  levantó y el niño se puso en pie». Cristo, el que libera al mundo de todo mal, nos enseña a vencer el mal con el bien. No sólo con el bien, sino con El que salva y el que libera. Por eso lo importante es la oración, que nos mantiene unidos a Él. Así podemos decir como el padre del  muchacho enfermo: «Tengo fe, pero dudo, ayúdame». En el sacramento del Bautismo hay una «oración de exorcismo» en que suplicamos a  Dios que libere de todo mal al que se va a bautizar: «tú que has enviado tu Hijo al mundo para librarnos del dominio de Satanás, espíritu del mal»; «tú sabes que estos niños van a  sentir las tentaciones del mundo seductor y van a tener que luchar contra los engaños del  demonio... Arráncalos del poder de las tinieblas y, fortalecidos con la gracia de Cristo,  guárdalos a lo largo del camino de la vida». En la guerra continua entre el bien y el mal Cristo se nos muestra como vencedor y nos  invita a que, apoyados en él -con la oración y el ayuno, no con nuestras fuerzas-  colaboremos a que esa victoria se extienda a todos también en nuestro tiempo. 
-“¿Por qué no hemos podido echarle nosotros? "Esta especie no puede ser expulsada por  ningún medio si no es por la oración”. Poder de la FE = poder de la oración. Los apóstoles por sí mismos, humanamente son radicalmente incapaces de hacer un  OBRA DIVINA: su poder les viene de Dios y encuentra su fuente en la oración. 
-“El espíritu impuro salió del muchacho dejándolo como un cadáver, de suerte que  muchos decían: "Está muerto". Pero Jesús, tomándolo de la mano, le levantó y se mantuvo  en pie”. Este milagro tiene un tono pascual: muerte y resurrección. Esto evoca la impotencia radical del hombre, de la cual sólo Dios puede librarnos. La  fatalidad última y esencial sólo puede ser vencida por Dios: ¡Únicamente la fe y la plegaria  humilde pueden liberarnos de esta fatalidad y de este miedo! (Noel Quesson). Jesús lo cura todo.
2. Comenzamos hoy la lectura del libro del "Eclesiástico" (así llamado desde San Cipriano), muy usado en las lecturas litúrgicas. Fue escrito en hebreo hacia el año 190 a. JC. en Jerusalén, por Ben-Sirac, un judío culto y experimentado. Su obra parece recoger en parte sus enseñanzas de  escuela.
-“Toda sabiduría proviene del Señor y con él está por siempre”. Es la primera frase del libro y la clave de todo lo restante. Ben Sirac posee un sólido humanismo que llama «sabiduría», que a la vez es inseparable  de su fe. Según él, el éxito del hombre, el arte del bien vivir procede de una  correspondencia con el pensamiento divino de Dios. 
-“Sólo uno es sabio y en extremo temible, el que está sentado en su trono: es el Señor”:  así «el temor de Dios» -que con frecuencia equivale al «amor de Dios»- es la fuente  misma de la «sabiduría». Así, en filigrana, ¿no podríamos adivinar ya como un esbozo de la Encarnación? El  Hombre perfecto será pronto aquél que es también la Sabiduría misma de Dios. Y en ese  preludio de Ben Sirac percibimos como un anuncio del prólogo de san Juan: “En el principio era el Verbo... «El Verbo estaba en Dios...  Y el Verbo era Dios”... (Juan 1,1)  
-“El Señor creó la sabiduría, la midió y la derramó sobre todas sus obras, en todos los  vivientes conforme a su largueza y la dispensó a los que le aman”. Podemos seguir comparándolo con el prólogo de san Juan, que dice: “Todo fue hecho por El y nada se hizo sin El. En El estaba la vida y la vida es la luz de  los hombres» (Juan 1,3), pues la sabiduría es Jesús, y «de su plenitud, todos hemos recibido» (Juan 1,16). Es una visión absolutamente optimista del hombre, fundada sobre la convicción de que  Dios «derramó sobre todo ser viviente» algo de sí mismo, una participación de su sabiduría, de su Espíritu. ¿Estoy convencido de que «buscar a Dios» es también «crecer en  humanidad»? ¿Qué  importancia doy a la oración, a la contemplación de la Sabiduría de Dios en Sí mismo? ¿Estoy convencido, en consecuencia, de que «crecer en humanidad» es aproximarse  a Dios? Todo esfuerzo de promoción, de verdadero humanismo, incluso si  momentáneamente parece ignorar a Dios, va dirigido a la Sabiduría de Dios. ¿Qué importancia doy a la cultura humana, al esfuerzo moral, a la promoción válida de  mis hermanos y mía?  
-“La arena del mar, las gotas de la lluvia, los días de la eternidad, la altura del cielo, la  extensión de la tierra, la profundidad del abismo... ¿Quién dirá su número, quien los  explorará? Antes de todo estaba creada la Sabiduría, la inteligencia prudente...” ¿Quién  conoce sus recursos, sus finezas?  Sabiduría. Inteligencia. Fineza. Ciencia... ¡Dones de Dios!(Noel Quesson).
3. El «temor de Dios» no quiere decir miedo, sino  respeto,  admiración y reconocimiento de la grandeza de Dios: o sea, una actitud de fe y  obediencia. Sólo los creyentes pueden tener verdadera sabiduría como participación de la  de Dios. Por eso el salmo nos hace cantar nuestra confianza en el Dios creador del mundo: «El  Señor reina... así está firme el orbe y no vacila... tus mandatos son fieles Y seguros». En el mundo de hoy, ¿dónde encontrar la verdadera sabiduría? Nosotros lo sabemos: en la Palabra de Dios, que es Cristo mismo, a quien escuchamos  día tras día como interpelación de Dios siempre nueva, sobre todo en la celebración de la  misa. Dichoso el que tiene el secreto de esta sabiduría en su vida. Dichoso el que escucha  esta Palabra, la asimila, la recuerda, la pone en práctica, construyendo sobre ella el edificio  de su vida. Dichoso el que se deja enseñar por Cristo Jesús Maestro de sabiduría. 

Llucià Pou Sabaté

sábado, 22 de febrero de 2014

Domingo de la semana 7 de tiempo ordinario; ciclo A

Meditaciones de la semana
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«Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los Cielos, que hace salir su sol sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos y pecadores. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? ¿Acaso no hacen eso también los publicanos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿Acaso no hacen eso también los paganos? Sed, pues, perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto.» (Mateo 5, 38-48)
1º. «Amad a vuestros enemigos, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los Cielos.»
Jesús, quieres que aprenda de Ti a amara todos como Tú los amas.
Tú eres el Hijo de Dios, pero hoy me dices que también yo puedo ser hijo de Dios: pertenecer a la familia de Dios, vivir con Dios, ser heredero de su Reino.
¿Cómo puedo, Jesús, imitarte tanto que venga a ser hijo de Dios?
Por el amor.
«De todos los movimientos del alma, de sus sentimientos y de sus afectos, el amor es el único que permite a la criatura responder a su Creador; si no de igual a igual, al menos de semejante a semejante». (San Bernardo).
No hay otro camino.
Dios siempre está dispuesto a brindarme su gracia, que es la que me da esa vida sobrenatural y divina de hijo suyo.
Pero si yo no sé amar, si me encierro en mis intereses y egoísmos, si mi corazón sólo busca compensaciones y placeres, la gracia de Dios no penetra, no es fecunda, no produce su fruto.
«Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?»
Jesús, no dices que sea malo ni egoísta amar a los que me aman.
Puede haber un amor sincero, real, entregado, aunque esté acompañado por la compensación de recibir amor, de sentirse comprendido y querido.
Esta compensación es buena también, pero impide distinguir si lo que busco es dar o recibir.
Por eso, el mérito se mide examinando cómo amo a los que no me aman, incluso a los que me tienen por enemigo.
 
2º. «Que hermanos somos todos en Jesús, hijos de Dios, hermanos de Cristo: su Madre es nuestra Madre.
No hay más que una raza en la tierra: la raza de los hijos de Dios. Todos hemos de hablar la misma lengua, la que nos enseña nuestro Padre que está en los cielos: la lengua del diálogo de Jesús con su Padre, la lengua que se habla con el corazón y con la cabeza, la que empleáis ahora vosotros en vuestra oración. La lengua de las almas contemplativas, la de los hombres que son espirituales, porque se han dado cuenta de su filiación divina. Una lengua que se manifiesta en mil mociones de la voluntad, en luces claras del entendimiento, en afectos del corazón, en decisiones de vida recta, de bien, de contento, de paz» (Es Cristo que pasa.- 13).
Dios mío, si Tú eres mi Padre, todos son mis hermanos.
¿Por qué tantos odios, tantas guerras, tanta lucha?
Jesús, a veces veo con malos ojos a uno porque es de otra raza, de otra cultura, de otro país, de otra lengua o, simplemente, de otro equipo de fútbol o de otro partido político.
Que aprenda a amar a todos, «que hermanos somos todos en Jesús, hijos de Dios, hermanos de Cristo».
«Su Madre es nuestra Madre».
María, que te aprenda a tratarcomo madre mía que eres: pidiéndote lo que necesito y lo que necesiten los demás, que también son hijos tuyos.
Me doy cuenta de que lo que más quieres es que todos tus hijos amen a Dios.
Quiero ayudarte en esa tarea; quiero ser buen hijo tuyo, porque así seré también buen hijo de Dios.
«No hay más que una raza en la tierra: la raza de los hijos de Dios.»
¿Cómo voy a ser buen hijo si no quiero a todos?
Y ¿cómo voya decir que quiero a todos si no empiezo con los que me rodean?
Poreso lo primero que debo hacer es vivir cristianamente en mi familiay en mi trabajo, buscando ahí la perfección, la santidad: «Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto.»
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.

La Cátedra del apóstol San Pedro

«Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos respondieron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro dijo. Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: Bienaventurado eres, Simón hijo de Juan, porque no te ha revelado eso ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que atares sobre la tierra quedara atado en los Cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra, quedará desatado en los Cielos. Entonces ordenó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.» (Mateo 16, 13-19)
1º. Jesús, después de preguntar qué piensan los demás de Ti, te diriges de nuevo a los discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Te importa mi respuesta personal: ¿quién eres Tú para mí?
¿Me doy cuenta de que eres «el Cristo, el Hijo de Dios vivo?»
¿Te pido ayuda, sabiendo que la fe no me la ha revelado «ni la carne ni la sangre,» no es producto de la razón ni del sentimiento, sino que proviene de Dios?
Para vivir cristianamente necesito tener fe.
Por eso es bueno que te la pida cada día: Jesús, aumenta mi fe; que te vea siempre como quien eres: el Hijo de Dios.
No eres Elías, ni Juan el Bautista, ni «alguno de los profetas.»
No eres un gran filósofo, que dejó unas enseñanzas maravillosas de amor a los demás.
El Evangelio no es una guía de comportamiento humanitario, que me ayuda a ser mejor y que interpreto según me parezca o según me sienta más o menos identificado.
El Evangelio es la Palabra de Dios.
Por eso reprendes duramente a Pedro cuando no quiere aceptar la Cruz: «¡Apártate de mí, Satanás! Pues no sientes las cosas de Dios sino las de los hombres.»
Desde entonces Pedro, el primer Papa, aprenderá a no interpretar las cosas según las sienten los hombres, sino según la voluntad de Dios.
Además, el Papa recibe una gracia especial para no dejarse llevar por las modas, los gustos o las flaquezas de las distintas culturas.
2º. «Fe, poca. El mismo Jesucristo lo dice. Han visto resucitar muertos, curar toda clase de enfermedades, multiplicar el pan y los peces, calmar tempestades, echar demonios. San Pedro, escogido como cabeza, es el único que sabe responder prontamente.- «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Pero es una fe que él interpreta a su manera, por eso se permite encararse con Jesucristo para que no se entregue en redención por los hombres» (Es Cristo que pasa.- 2).
Jesús, a mi alrededor veo cristianos que tienen fe en Ti, pero es una fe que cada uno interpreta a su manera: no van a Misa, no se confiesan, no hacen oración, no saben encontrar el sentido al sacrificio.
¿Qué les puedo decir?
Hoy me das la respuesta: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.»
El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral.
La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro, sobre todo en un concilio ecuménico.
Jesús, has escogido a San Pedro y a sus sucesores como representantes tuyos en la tierra: «todo lo que atares sobre la tierra quedará atado en los Cielos.»
No es suficiente con tener buena intención; es necesario seguir las indicaciones del Papa y de los obispos.
Sólo así podré «sentir las cosas de Dios,» y no me veré arrastrado por una visión humana de las cosas.

Sábado de la semana 6 de tiempo ordinario: la transfiguración es anuncio de la pasión, que es es camino a la gloria. Hemos de aprender a educar la lengua, para adelantar en ser imagen de Dios 

«Seis días después, tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó a ellos solos aparte a un monte alto, y se transfiguró ante ellos. Sus vestidos se volvieron resplandecientes y muy blancos. Y se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús. Tomando Pedro la palabra, dice a Jesús: Maestro, qué bien estamos aquí; hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Pues no sabía lo que decía, porque estaban llenos de temor Entonces se formó una nube que los cubrió, y se oyó una voz desde la nube que decía: Este es mi hijo, el Amado, escuchadle a él. Y luego, mirando a su alrededor; ya no vieron a nadie, sino sólo a Jesús con ellos» (Marcos 9,2-10).
 
1. La escena de la Transfiguración pone un contrapunto a la página anterior del evangelio, cuando Jesús tuvo que reñir a Pedro porque no entendía, e invitaba a sus seguidores a cargar con la cruz. A los tres apóstoles predilectos, los mismos que estarán presentes más tarde en la crisis del huerto de los Olivos, Jesús les hace experimentar la misteriosa escena de su epifanía o manifestación divina: acompañado por Moisés y Elías (Jesús es la recapitulación del Antiguo Testamento, de la ley y los profetas), oye la voz de Dios: «Éste es mi Hijo amado». Aparece envuelto en la nube divina, con un blanco deslumbrante, como anticipando el destino de victoria que seguirá después de la cruz, tanto para el Mesías como para sus seguidores. La voz de Dios invita a los discípulos a aceptar a Cristo como el maestro auténtico: «Escuchadlo». El protagonismo de Pedro también aparece resaltado en esta escena. No es muy feliz su petición, después de la negativa anterior a aceptar la cruz: ahora que está en momentos de gloria, quiere hacer tres tiendas. Marcos comenta la no muy brillante intervención de Pedro diciendo que «no sabía lo que decía».
Nosotros escuchamos este episodio ya desde la perspectiva de la Pascua. Creemos en Jesús Resucitado, el que a través de la cruz y la muerte ha llegado a su nueva existencia glorificada y nos ha incorporado también a nosotros a ese mismo movimiento pascual, que incluye las dos cosas: la cruz y la gloria. Sabemos muy bien que, como dice el prefacio de la Transfiguración (el 6 de agosto), «la pasión es el camino de la resurrección». El misterio de la gloria ilumina el sentido último de la cruz. Pero el misterio de la cruz ilumina el camino de la gloria. Es de esperar que nuestra reacción ante este hecho no sea como la de Pedro, espabilado él, que aquí sí que quiere construir tres tiendas y quedarse para siempre. Le gusta el Tabor, con la gloria. No quiere oír hablar del Calvario, con la cruz. Acepta lo fácil. Rehúye lo exigente. De nuevo aparece el mandato de que no propalen todavía su mesianismo. «Hasta que resucite de entre los muertos», porque no veía todavía preparada a la gente. Por cierto que después de la resurrección de Jesús, Marcos nos dirá que las mujeres, temblando de miedo, se callaron y no dijeron nada a nadie de su encuentro con el ángel.
Además, también recibimos la gran consigna de Dios: «Éste es mi Hijo amado: escuchadle». ¿Escuchamos de veras a Jesús como al Maestro, como a la Palabra viviente de Dios?, ¿le prestamos nuestra atención y nuestra obediencia?, ¿comulgamos con Cristo Palabra antes de acudir a comulgar con Cristo Pan?
Hay una diferencia en la teofanía de ahora: en el bautismo, esta voz se dirige a Jesús solo... ahora se dirige a los discípulos con ese detalle suplementario "¡escuchadle!". La Palabra del Padre viene a autentificar las enseñanzas de Jesús. Cuando Él os dice que va a sufrir, y morir y resucitar ¡es verdad! Hay que escucharle. Jesús de Nazaret, con Dios, es como un Hijo con su Padre. San Juan explicitará más este misterio de relación.
-“Bajando del monte, les prohibió contar a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitase de entre los muertos”. Decididamente, nos sentimos turbados por ese secreto constantemente solicitado. La divinidad de Jesús es un misterio muy grande. Jesús nos pone en guardia: si decimos muy a prisa "Jesús es Dios", no decimos nada. Hay que esperar y llenar las palabras de su contenido real. No es una afirmación fácil. Muchos cristianos de hoy se imaginan que, si hubiesen sido contemporáneos de Jesús le hubieran "reconocido". Ahora bien, Jesús era de tal modo hombre que no podía verse que era Dios, desde el primer momento. Dios está "escondido". Dios es un "incógnito". Dios es misterio. Sí, Señor, lo decimos demasiado maquinalmente en el "credo": "Verdadero Dios y verdadero hombre". Leyendo a Marcos, descubrimos el misterio: hubo un hombre ¡que era también Dios! "Dios se hizo hombre", ¡esto significa cosas mucho más inmensas que todo lo que de ellas pueda decirse! A veces es mejor callarse.
-“Guardaron aquella orden y se preguntaban qué era aquello de: "cuando resucitase de entre los muertos"”. Ellos, los tres que han visto... no se hacen los listos. Continúan preguntándose. Son muy modestos. San Pedro, san Jaime, san Juan, rogad por nosotros.
-“Le preguntaron: ¿Cómo dicen los escribas que primero ha de venir Elías?"” Y bien, responde Jesús, Elías ha venido, le han hecho sufrir y llevado a la muerte: es Juan Bautista. Todos los verdaderos amigos de Dios pasan por ello (Noel Quesson).
Santo Tomás de Aquino dice: «Con el fin de que una persona camine rectamente por un camino es necesario que conozca antes, de alguna manera, el lugar al cual se dirige». Jesús, has querido probar ese callejón que se ve muchas veces como sin salida, has querido pasar por eso, para darnos tu amor de comprensión.
Contemplar es seguir al Transfigurado: Cristo llama sin cesar nuevos discípulos, hombres y mujeres para comunicarles, gracias a la efusión del Espíritu Santo (cf Rm 5,5) el amor divino, el ágape, su manera de amar, y para exhortarlos a servir a los prójimos en el humilde don de sí mismos, lejos de todo cálculo interesado. Pedro que se extasía ante la luz de la transfiguración exclama: “¡Señor, qué bien estamos aquí!” (Mt 17,4) es invitado por Jesús a volver a los caminos de la vida, para continuar en el servicio del Reino de Dios (Juan Pablo II).
“¡Pedro, baja! Tú querías descansar en la montaña; baja y proclama la Palabra, amonesta a tiempo y a destiempo, reprocha, exhorta, anima con gran bondad y con toda clase de doctrina. Trabaja, esfuérzate, soporta las torturas para poseer lo que está significado en las vestiduras blancas del Señor, también en la blancura y la belleza de tu recto obrar, inspirado por la caridad.” (S. Agustín).
2. “Hermanos, que no haya muchos entre ustedes que pretendan ser maestros, sabiendo que los que enseñamos seremos juzgados más severamente, porque todos faltamos de muchas maneras”.  Santiago invita a la modestia. Desea que los cristianos no reivindiquen demasiado las tareas doctrinales en la medida que esto podría denotar una cierta suficiencia: «Yo poseo la verdad, vengo a enseñaros.» En nuestra época de pluralismo hemos de vivir el mensaje evangélico de no querer arrancar la cizaña pues nos llevaríamos el trigo también. Tiene que haber las dos cosas y al final se verá, así nos aproximarnos a la verdad respetando los demás en su evolución. No nos apresuremos, pues a acusar a los que expresan su fe con palabras distintas a las nuestras.
-“Todos caemos en muchas faltas. Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto”. Si supiéramos reconocer esto, seríamos sin duda menos intolerantes con los demás. Yo también me equivoco. Mi lenguaje es aproximativo. Y sin embargo sé que tengo buena fe. Entonces, ¿por qué acusaría de mala fe a los demás?
-La importancia de la «lengua». Santiago la compara al freno del caballo, al timón del navío... La lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de grandes cosas. El lenguaje. La comunicación. La palabra. Instrumento principal del diálogo entre dos personas.
Importancia de la palabra, ligada a la persona, expresión del alma, medio de influencia. Invitación para mí a verificar la calidad de mis conversaciones o de mis silencios. ¿Hablo demasiado? ¿Hablo poco? ¿Digo la verdad? ¿Hablo por hablar?
-“La lengua es también un fuego, un pequeño fuego que puede abrasar todo un bosque”. ¿Somos suficientemente conscientes del daño que podemos hacer a los demás simplemente con una palabra? Cuántos matrimonios, familias, grupos de amigos... se han visto verdaderamente envenenados por unas palabras o unos silencios inoportunos.
Y, desde un punto de vista más colectivo, la sociedad se ve a menudo envenenada por la publicidad, la propaganda, las ideologías: temible poder de la prensa, del cine, de los anuncios, de las revistas.
-“Ningún hombre ha podido domar la lengua”. Nada es más difícil de controlar.
-“Con ella bendecimos al Señor, nuestro Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios”. «Bendición» y «maldición» salen de la misma boca. Somos capaces de lo mejor y de lo peor. Da, Señor, a mi palabra el tono y la dirección de la «bendición». Ayúdame a ser fuente de diálogo, de consuelo, de gozo y de alegría. Ayúdame a encontrar las palabras adecuadas (Noel Quesson).
3. "En la lengua está nuestra fuerza; nuestros labios no defienden, ¿quién nos dominará?". La lengua puede matar la fama, o hacer el bien y aumentar la esperanza a nuestro alrededor. Según cómo la usemos.
Y aunque muchos se portan mal -«desaparece la lealtad entre los hombres, no hacen más que mentir a su prójimo, hablan con labios embusteros»-, las promesas del Señor son sinceras como plata purificada en el crisol, depurada siete veces”. 

Llucià Pou Sabaté