viernes, 22 de noviembre de 2024

Viernes de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (par). Jesús nos muestra que hay que tratar santamente las cosas santas, y podemos escucharlo en nuestro interior, al meditar las Escrituras Santas.

Viernes de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (par). Jesús nos muestra que hay que tratar santamente las cosas santas, y podemos escucharlo en nuestro interior, al meditar las Escrituras Santas.

 

A. Lecturas:

   1. Apocalipsis (10,8-11): Yo, Juan, escuché la voz del cielo que se puso a hablarme de nuevo diciendo: «Ve a tomar el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra». Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el librito. Él me dice: «Toma y devóralo; te amargará en el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel». Tomé el librito de mano del ángel y lo devoré; en mi boca sabía dulce como la miel, pero, cuando lo comí, mi vientre se llenó de amargor. Y me dicen: «Es preciso que profetices de nuevo sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reinos».

   2. Salmo 118,14.24.72.103.111.131: Mi alegría es el camino de tus preceptos,

más que todas las riquezas.

   Tus preceptos son mi delicia, tus enseñanzas son mis consejeros.

   Más estimo yo la ley de tu boca que miles de monedas de oro y plata.

   ¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca!

   Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón.

   Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos.

   3. Lucas 19,45-48: "En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: -«Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."» Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios".

 

B. Comentario:

   1. "Ve a coger el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra." El libro que en la visión le es entregado a Juan contiene las profecías del Antiguo Testamento y recibe como misión el revelar su sentido a la luz del Nuevo. Esta segunda parte del Apocalipsis puede ser considerada como la explicación del contenido profético de este libro.

   "Me acerqué al ángel y le dije: "Dame el librito." Él me contestó: "Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor." 
Y así lo hizo Juan, y así lo sintió en su interior como se le dijo.

   Dios único es el guía de la Historia. No la marca con la fatalidad que vemos en el pensamiento griego, sino con el amor fruto del encuentro de dos libertades: la de Dios y la del hombre, y si bien hay leyes de la naturaleza y desgracias en medio de la historia, Jesucristo pronunció el "sí" de la alianza sobre el mal y sobre la muerte. Dios sacará un bien de todas las cosas, aunque en el momento histórico nos toque sufrir. Juan se encuentra lleno de amargura después de haber tragado el libro, pero el sabor es por fin un sabor de dulzura y de paz. Las Escrituras meditadas en nuestro interior, la Palabra viva en la oración (Lectio divina) nos da consuelo, porque nos confiamos a la presencia de Dios en los acontecimientos que viven los hombres.

   Vemos en el texto de hoy referencias que explican el libro que hay que comer (Ezequiel 2,8; Jeremías 1,10). Se trata de «alimentarse de la palabra y del pensamiento que contiene». Juan se nutre de pasajes del Antiguo Testamento, para ver a Jesús en mi tiempo, en este momento… ¿Procuro hacerlo también yo?

   Saborear la Palabra de Dios, gustarla, da dulzura a nuestro paladar, aunque a veces cueste, haya cosas amargas en el sentido que nos revela también nuestros pecados, nuestras insuficiencias, que sacude nuestras tibiezas y nuestras cobardías. Pero, por una parte, la verdad está aquí, como decía s. Pedro: "¿A quien iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna".

   -"Entonces se me dijo: "Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes"". Como Jesús en la escena del templo, como nosotros en la sociedad en que hemos de participar, puede costarnos «profetizar» la verdad (Noel Quesson).

   Se acerca el toque de la séptima trompeta, ya que «se ha terminado el tiempo» (v 6). El término del tiempo actual, del mundo presente, supone el comienzo del tiempo definitivo, de la nueva dimensión expresada por la fórmula «un cielo nuevo y una tierra nueva» (21,1). El misterio de Dios, es decir, la obra final de salvación, que la voluntad divina ha decidido realizar sobre la historia. Sin embargo, el cómo de este designio es todavía secreto y por eso el vidente no puede hacer públicas las palabras del Señor. Pero una cosa es cierta: estamos a las puertas de la consumación del reino de Dios (¡el grano de mostaza es ya un árbol frondoso en que habitan los pájaros!).

   «El que vive por los siglos de los siglos» viene para reinar eternamente. El fin de la historia es el cumplimiento definitivo del evangelio.

   Te pedimos, Señor, que la asimilación de la palabra sea siempre un acto previo a la predicación, a la actuación. Que ella me penetre hasta lo más profundo y me convierta en un servidor de tu mensaje (A. Puig), como decía el profeta: "Mira, yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, destruir y demoler, edificar y plantar" (Jr 1,10).

   2. Te rezo, Señor, con el salmo, que de alguna manera resume todo lo dicho; te pido meditarlo en mi corazón, sentir dulzura en el paladar, en mi oración de cada día: "Mi alegría es el camino de tus preceptos, / más que todas las riquezas… Abro la boca y respiro, / ansiando tus mandamientos".

   3. Jesús, te veo lleno de santa ira purificando el templo, cuando entras "te enojas al ver el mercado que se había organizado con los animales que debían sacrificarse según la ley.

   "Lo que debía ser un lugar de encuentro con Dios, se ha convertido en un negocio económico.

   "La misma caridad perfecta que ayer te hacía llorar sobre la cuidad de Jerusalén, te mueve hoy a enfadarte santamente con aquellos mercaderes" (Pablo Cardona): «derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas».

   Me gustaría ver, Jesús, los rasgos de tu faz, escuchar el tono de tu voz, porque te imagino con autoridad, y al mismo tiempo con amor hacia estos "sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo" que querían matarte. Eres valiente, Señor, y tu conciencia y tu libertad están por encima de la opinión de los demás.

   Como buenos hijos de la Iglesia, tenemos la obligación de corregir a los que no tratan santamente las cosas santas, con paciencia, pero también con entereza, especialmente en lo que se refiera al Santo Sacrifico de la Misa. Cuando vea que no se celebra con dignidad, tengo que intervenir, normalmente será informar al obispo, que es quien tiene la responsabilidad en la diócesis, para mejorar la situación.

   "Tampoco me puedo callar ante el abuso de los recursos naturales, pues toda la creación te pertenece.

   Es una actitud cristiana -de buen hijo de Dios- defender la naturaleza, sabiendo que la has creado para el uso -pero no el abuso- del hombre.

   De manera especial, he de defender los derechos de la persona, elemento central de la creación" (Pablo Cardona), pues la creación entera es como un templo donde está Dios, y la primera ecología es la humana, el respeto a la persona y sobre todo el derecho a la vida desde la concepción y hasta la muerte.

   Gracias, Señor, por mostrarme la importancia de tratar santamente las cosas santas. El alma en gracia es templo del Espíritu Santo, casa especial de Dios; y no puedo convertirla en «cueva de ladrones.» Te pido, Santo Espíritu, la finura de conciencia para cuidar este tesoro que llevo en vaso de barro que es mi persona.

   Jesús, al verte en el Templo pienso que tú eres el Templo, en tu persona. Y tu Iglesia es Sacramento de tu Cuerpo por la que nos dices "yo estaré con vosotros cada día, hasta el fin del mundo", y nos conduces hasta la Jerusalén celestial donde tú eres el Cordero Inmaculado en el culto perfecto a Dios Padre. Para esto, hemos de cultivar la Tradición que nos has dejado, Jesús, tu memorial, la Eucaristía, y la oración, y el cuidado en el culto, y los templos y el decoro en la liturgia.

   «La iglesia, casa de Dios, es el lugar propio de la oración litúrgica de la comunidad parroquial. Es también el lugar privilegiado para la adoración de la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento. La elección de un lugar favorable no es indiferente para la verdad de la oración» (Catecismo 2691).

   El sagrario ha de ser un reclamo, como un imán para recogernos en oración y tratar bien a Dios en ti, Jesús Rey. Ahí estás ofrecido místicamente, en recuerdo de tu ofrecimiento en la Cruz, con los brazos extendidos: nos esperas en gesto sacerdotal, acogiendo la salvación de todos, cargando con los pecados....

   Estos días nos preparamos para tu fiesta de Cristo, Rey del universo; y para esto queremos que seas Rey de nuestras almas: primero tienes que reinar en nuestras almas. Es suficiente con nuestra lucha: mientras haya lucha, por amor, Dios está contento. El hombre no deja de ser grande ni en su debilidad, cuando se abre a Dios, a este reinado de Cristo, y entonces es un reinado suave, es un reino de hijos libres, donde dejamos que reine por atracción: nos dijiste que cuando fuera ensalzado sobre la tierra, atraerías a sí todas las cosas. Y lo haces en la fuerza de la Eucaristía, en la Iglesia que es tu Cuerpo, y en tu Cuerpo que es la Eucaristía que está en los sagrarios que acogen nuestra oración confiada. Vamos a consagrarnos a Ti en estos días, ya que tú te has consagrado a nosotros: Dios Hijo, te encarnas para redimirnos, para ser nuestro Sacerdote (mediador).

   Vamos a poner nuestra esperanza en Cristo Rey. Vamos a refugiarnos en las llagas del Señor para encontrar fortaleza para la lucha.

   Con el paso de los años a veces las ilusiones de esta vida van perdiendo peso relativo: son ilusiones finitas, mientras que nuestros deseos son ilimitados (ilimitadas ansias de felicidad): puede venirnos la angustia: es el momento de agarrarnos al consuelo que nos dan las llagas de Cristo: estas heridas son una realidad sufrida por cada uno de nosotros. Nos llevan a una realidad más alta, no reinados efímeros sino su Reino, por el que vale la pena vivir, y dar la vida, pues es Vida.

Llucià Pou Sabaté

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Jueves de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (par). Jesús siente la infidelidad de Jerusalén: “¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!”

Jueves de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (par). Jesús siente la infidelidad de Jerusalén: "¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!"

 

A. Lecturas:

   1. Apocalipsis (5,1-10): Yo, Juan, vi en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso, que pregonaba en alta voz:

   «¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?».

   Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni mirarlo. Yo lloraba mucho, porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el libro y de mirarlo. Pero uno de los ancianos me dijo:

   «Deja de llorar; pues ha vencido el león de la tribu de Judá, el retoño de David, y es capaz de abrir el libro y sus siete sellos».

   Y vi en medio del trono y de los cuatro vivientes, y en medio de los ancianos, a un Cordero de pie, como degollado; tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra. Se acercó para recibir el libro de la mano derecha del que está sentado en el trono.

   Cuando recibió el libro, los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero; tenían cítaras y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los santos. Y cantan un cántico nuevo:

   «Eres digno de recibir el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado, y con tu sangre has adquirido para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinarán sobre la tierra».

   2. Salmo 149,1-2.3-4.5-6a.9b: Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.

   Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.

   Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles.

   3. Lucas 19,41-44: "En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: -« ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida»".  

 

B. Comentario:

   1. Sigue el Apocalipsis: "-Vi en la mano derecha «del que» está sentado en el trono, un libro escrito por el anverso y el reverso, y «sellado» con siete sellos..." Es lo de Ezequiel 2, 9-lO: «lo tiene en su mano derecha», él es el dueño, lo tiene «en sus manos»... «un libro sellado», sólo El conoce el secreto de la historia...

   El libro de la historia del mundo, el libro de la creación, de la redención, el libro del tiempo... ¡está en la mano de Dios! Veo la historia y su evolución, los cambios culturales, disciplinares… somos historia, hacemos historia… hemos de tener paciencia en ver esos cambios…

   -"«¿Quién es digno de abrir el libro y de soltar los sellos?» Nadie era capaz de ello ni en el cielo ni en la tierra. Y yo lloraba mucho porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el libro ni de leerlo". Juan se lamenta y llora mucho, en nombre de la Iglesia perseguida de su tiempo, que se pregunta por el significado de los acontecimientos que está sufriendo.

   También nosotros nos sentimos a veces trastornados: ¿quien podría decirnos el sentido de lo que estamos viviendo?, ¿qué significa tal acontecimiento, la muerte de un inocente, de una madre de familia con hijos pequeños?, ¿a donde nos llevará todo esto?, ¿cuál es el porvenir de mis hijos, de mi oficio, de la Iglesia?

   -"Uno de los ancianos me dijo: «No llores. El león de la tribu de Judá ha triunfado, el retoño de David podrá abrir el libro de los siete sellos...»

   «De pie, delante del trono había un Cordero, como degollado: el cordero recibió el libro...»

   Dos imágenes superpuestas: «el león es el símbolo del Mesías» (Génesis 49,9-12), «el cordero» es también símbolo del Mesías, según todo el Nuevo Testamento. En efecto, Cristo, que fue inmolado y que venció, es el único ser capaz de decirnos el significado de lo que vivimos. La historia de la humanidad tiene su única y definitiva significación en Cristo Jesús: él es en verdad la clave de la historia del mundo. Sin El, el mundo no tiene sentido. Sin él, la creación entera es como un libro «escrito en el anverso y reverso» pero indescifrable, ilegible, incomprensible. Señor, cuando no entienda nada de lo que sucede en el mundo, de lo que suceda en mi vida… hazme confiar en ti, en tu lógica, en que tú das sentido a todo…

   -«Tú eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado: y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación... » La humanidad no camina hacia el anonadamiento, la muerte, las catástrofes, sino hacia la «salvación», el «rescate», la «vida para Dios, junto a Dios» de hombres venidos de todos los horizontes, razas y culturas. El Cordero derramó su sangre por la humanidad. No hay un más grande amor. De todo lo malo sacas bueno. De tu muerte, nuestra salvación…

   -"Y de esos hombres de toda raza... has hecho de ellos, para nuestro Dios, un Reino de Sacerdotes que reinarán sobre la tierra". ¡He ahí la llamada misteriosa, que une esta lectura a tus lágrimas sobre la infidelidad de Jerusalén! Tu invitación sigue viva más allá de toda infidelidad nuestra… Se hacen «reyes», «sacerdotes» que alaben a Dios y «ofrezcan, en todo lugar, una ofrenda a Dios», su vida ofrecida, entregada a Dios. Y todo esto tiene su origen en tu sacrificio, Jesús, y se proyecta en la historia, en mi vida... (Noel Quesson).

   2. El salmo es de victoria: "cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles", con un estribillo tomado del himno del Apocalipsis: "nos hiciste para nuestro Dios reyes y sacerdotes".

   Señor, tú eres el Cristo, centro de toda la liturgia en el cielo y la tierra. El Sacerdote y el Maestro y la Palabra y el Cantor y el Orante y el Templo. Rezamos contigo en nuestras súplicas, que concluimos con: "por Cristo Nuestro Señor". Contigo somos mediadores y sacerdotes: "has hecho de ellos una dinastía sacerdotal". Hoy me fijaré con más amor al cantar en la misa el Santo, y el "Cordero de Dios". Para ver en la misa el "banquete de bodas del Cordero", sentirlo cuando se nos diga: "Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".

   El "Cristo total" está aquí presente en la misa, todos los unidos a ti Señor, y ya ahora "participamos ya de la liturgia del cielo, allí donde la celebración es enteramente comunión y fiesta" (Catecismo).

   3. –"Jesús se acercaba a Jerusalén, y al verla"... El viaje hacia Jerusalén se está acabando, desde Jericó Jesús ha andado veinte kilómetros de cuesta. Llegado a Betania, desde esas alturas  se domina el espléndido paisaje de Jerusalén. La magnífica ciudad está allí extendida a nuestros pies... las casas apiñadas unas contra otras sobre el rocoso espolón que limitan el valle de Cedrón y la Geena... las sólidas murallas que protegen la ciudad... El Templo del Dios viviente, en el centro de Jerusalén, resplandeciente con sus columnas de mármol, y el techo de oro fino. Era en ese lugar de su camino donde los peregrinos llenos de entusiasmo entonaban el Salmo 121: «Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor, Ya están pisando nuestros pies, tus umbrales, Jerusalén: Jerusalén, ciudad bien construida, maravilla de unidad... Haya «paz» en tus muros y en tus palacios, días espléndidos. Por amor de mis hermanos y amigos, diré: «¡La paz contigo!». Por amor de la casa del Señor, nuestro Dios, yo os auguro la felicidad» . Esto es lo que Jesús oye cantar a su alrededor.

   -"Jesús lloró"... Tienes sentimientos, Señor, y no quieres ocultarlos. Esas lágrimas manifiestan tu no poder hacer nada ante la libertad, Jesús. Trataste de «convertir» Jerusalén, pero esa ciudad, en conjunto, te resistió, y te rechaza: dentro de unos días serás juzgado, condenado, y ejecutado...

   Dios prefiere "llorar de impotencia en Jesús antes que privar al hombre de su libertad" (Stöger). Este llanto es todavía llamamiento a su paz mesiánica, y te vemos, Jesús, cómo amas a tu pueblo, y cómo tus sentimientos de pena prorrumpen en llanto. Aún hoy este pueblo busca su conversión, quizá sin saberlo, y san Pablo dirá que será un signo del fin de los tiempos, esa conversión.

   La misma conversión que buscamos todos, la que S. Ambrosio explicaba así a las vírgenes: "La que de esta manera busca a Cristo y lo encuentra puede decir: Lo abracé, y ya no lo soltaré, hasta meterlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó en sus entrañas. ¿Cuál es la casa de tu madre y su alcoba, sino lo más íntimo y secreto de tu ser?

   "Guarda esta casa, limpia sus aposentos más retirados, para que, estando la casa inmaculada, la casa espiritual fundada sobre la piedra angula, se vaya edificando el sacerdocio espiritual, y el Espíritu Santo habite en ella.

   "La que así busque a Cristo, la que así ruega a Cristo no se verá abandonada por Él; más aún, será visitada por Él con frecuencia, pues está con nosotros hasta el fin del mundo".

   -"¡Si también tú, en ese día, comprendieras lo que te traería la «paz»!" Era el deseo del Salmo. Era el nombre mismo de Jerusalén: «Ciudad de la Paz». Jesús sabe que el aporta la expansión, la alegría, la paz a los hombres. Pero se toma en serio la libertad del hombre y respeta sus opciones: más que manifestar su poder, llora y se contenta con gemir... «Si comprendieras...»

   -"Pero, por desgracia, tus ojos no lo ven". La incredulidad de Jerusalén, es símbolo de todas las otras incredulidades... La incredulidad de aquel tiempo, símbolo de la incredulidad de todos los tiempos... Jerusalén está ciega: no ha «visto» los signos de Dios, no ha sabido reconocer la hora excepcional que se le ofrecía en Jesucristo. Jerusalén crucificará, dentro de unos días, a aquél que le aportaba la paz. "No reconociste el tiempo de la visita de Dios". ¡Admirable fórmula de ternura! Era el tiempo de la «cita» de amor entre Dios y la humanidad. Esa visita única, memorable, se desarrollaba en esa ciudad única en toda la superficie de la tierra. «Y Jerusalén, ¡tú no compareciste a la cita!» Pero ¿estoy yo, a punto hoy para las «visitas» de Dios? De cuántas de ellas estoy ausente también por distracción, por culpa, por ceguera espiritual!... por estar muy ocupado en muchas otras cosas.

   -"Días vendrán sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos, y no dejarán en ti piedra sobre piedra". Cuando Lucas escribía eso, ya había sucedido la predicción del Señor: en el 70, los ejércitos de Tito habían arrasado prácticamente la ciudad... esa hermosa ciudad que Jesús contemplaba aquel día con los ojos llenos de lágrimas... (Noel Quesson)

martes, 19 de noviembre de 2024

Miércoles de la 33ª semana (par). Jesús nos habla de hacer rendir los dones para la vida eterna

Miércoles de la 33ª semana (par). Jesús nos habla de hacer rendir los dones para la vida eterna

 

A. Lecturas:

   1. Apocalipsis (4,1-11): Yo, Juan, en la visión vi en el cielo una puerta abierta; la voz con timbre de trompeta que oí al principio me estaba diciendo: «Sube aquí, y te mostraré lo que tiene que suceder después.» Al momento caí en éxtasis. En el cielo había un trono y uno sentado en el trono. El que estaba sentado en el trono brillaba como jaspe y granate, y alrededor del trono había un halo que brillaba como una esmeralda. En círculo alrededor del trono había otros veinticuatro tronos, y sentados en ellos veinticuatro ancianos con ropajes blancos y coronas de oro en la cabeza. Del trono saltan relámpagos y retumbar de truenos; ante el trono ardían siete lámparas, los siete espíritus de Dios, y delante se extendía una especie de mar transparente, parecido al cristal. En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás: El primero se parecía a un león, el segundo a un novillo, el tercero tenía cara de hombre y el cuarto parecía un águila en vuelo. Los cuatro seres vivientes, cada uno con seis alas, estaban cubiertos de ojos por fuera y por dentro. Día y noche cantan sin pausa: «Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo: el que era y es y viene.» Y cada vez que los cuatro seres vivientes dan gloria y honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, adorando al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas ante el trono, diciendo: «Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.»

   2. Salmo 150,1-2.3-4.5: Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.

   Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras, alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas.

   Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Señor.

   3. Lucas 19,11-28: "En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: -«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo." Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey." Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez." Él le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades." El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco." A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades." El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras." Él le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses." Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez." Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas." "Os digo: 'Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.' Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia."» Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén".

 

B. Comentario:

   1. El Apocalipsis no es catastrofista, sino «mensaje de esperanza». Pero este libro fue escrito en pleno período de persecución, entre Nerón y Domiciano, en un contexto de crisis violenta para la Iglesia. El mensaje apocalíptico es pues un "dopping" -estimulante-: «cristianos, que estáis debatiéndoos en las peores dificultades, ¡mantened la confianza en la omnipotencia de Dios! que ha prometido ¡salvar de todo mal a su pueblo!»

   -"Tuve esta visión: una puerta estaba abierta en el cielo... oí una voz: «Te voy a enseñar lo que va a suceder»". Muchas catedrales, en particular las de Vézelay, Chartres, Angers, y otras muchas... recogen esa imagen.

   Esas pruebas de hoy serán sólo temporales: los perseguidores no vencerán siempre. Dios tendrá la última palabra. Todas las imágenes aquí acumuladas quieren hacernos captar visualmente, la grandeza y la omnipotencia de Dios, dueño de todo.

   -"Un trono erigido en el cielo... Y «Uno» sentado en el trono... de aspecto semejante al jaspe y a la cornalina... Un arco iris semejante a la esmeralda, alrededor del trono... y sentados en círculo en sendos tronos, veinticuatro ancianos con vestiduras blancas... Del trono salían relámpagos y fragor y truenos. Siete lámparas de fuego ardían ante el trono.

   Delante del trono, como un mar de cristal. En medio del trono y en torno a él cuatro vivientes...: el primero como un león, el segundo como un novillo, el tercero, con rostro humano, el cuarto como un águila en pleno vuelo..."

   ¡Todo es luz, deslumbramiento! Belleza. ¡Trascendencia! ¡Magnificencia! ¿Cómo temer, cuando nuestro Dios es un Dios tal? Aunque hoy seamos menos sensibles a ese cúmulo de imágenes, hay que reconocer que artísticamente son sorprendentes y evocadoras. Conviene, empero, no engañarse tomándolas en sentido material: Dios es «Espíritu»... no necesita de trono y no hay localización en El...

   El mismo san Juan no se engaña: no olvida decirnos que sus visiones son aproximativas... «los vivientes están a la vez en medio y alrededor del trono»... «algo así como con rostro humano»...

   -"Y no cesan de decir: «Santo, santo, santo es el Señor, soberano de todo.»" Aquí por lo menos, reconocemos la cita de Isaías, que nuestras misas cantan al fin de cada prefacio. Es toda una liturgia que se despliega en torno a Dios. ¿Somos sensibles al hecho que ya aquí en la tierra, en nuestras eucaristías, tomamos parte en esta inmensa alabanza?: el cielo ya ha comenzado.. . La Iglesia de HOY es una puerta abierta al cielo. Procuraré cantar el «sanctus...» con más Fe.

   -"El era, es, y viene". Es la repetición de la definición que Dios dio de Sí mismo a Moisés: Soy el que soy... Yavé... El Ser por excelencia, que da el ser y la existencia a todas las criaturas. En efecto, la revelación de Dios es "mensaje de esperanza" (Noel Quesson).

   2. Triunfo, cantos jubilosos, liturgia festiva de los salvados… un mensaje de esperanza para los que vamos cuesta arriba. El salmo nos habla también de ese optimismo: "alabad al Señor en su templo, alabadlo por sus obras magnificas, alabadlo tocando trompetas... todo ser que alienta alabe al Señor".

   3. Cuando la gente escuchaba las palabras de Jesús -anunciando que la salvación había venido para Zaqueo-, añadió una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén, lo que hacía creer que el reino de Dios iba a apuntar de un momento a otro. Pascua está cerca. Multitud de peregrinos suben para celebrarla. Es el aniversario de la Liberación de Egipto. Todo el mundo se imagina que ha llegado para Jesús la hora del triunfo, y que el Reino de Dios «aparecerá de modo visible»... y ensalzarán al «Hijo de David» en la entrada a Jerusalén. Muchos como los discípulos de Emaús esperaban "que era aquél que había de liberar Israel» (Lc 24,21). Y los Doce le preguntarán luego: "¿Es ahora que vas a restablecer la realeza en Israel?" (Hch 1,6):

   -"Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, encargándoles: «Negociad, mientras vuelvo...»" Jesús, nos hablas de un tiempo, durante el cual nos confías unas responsabilidades. No hay que «soñar», hay que «negociar»...

   "Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron detrás de él una delegación que dijese: ¡No queremos a éste por Rey!" Los contemporáneos de Jesús hubieran querido un Reino esplendoroso, vencedor. Jesús les da a entender que antes de su inauguración, habrá una revuelta contra ese «rey»: «¡fuera ese!, ¡suéltanos a Barrabás!» (Lc 23,18). El rechazo de Dios es un fenómeno histórico inquietante. Jesús lo anunció. Es un fenómeno actual, un hecho de todos los tiempos. Por otra parte, Jesús tenía en cuenta un acontecimiento histórico reciente: Arquelao, de quien precisamente dependía la ciudad de Jericó, había ido a Roma para pedir el título de Rey al Emperador Augusto... una delegación judía de cincuenta notables intrigó para que no le fuera concedido tal título... todos entenderían lo que contaba…

   -"Cuando volvió mandó llamar a los empleados para enterarse de lo que había ganado cada uno con lo que había recibido"... La «parábola de los talentos» relatada por san Mateo tiene un contexto escatológico equivalente. El tiempo que precede al «Reino de Dios aparente» es un tiempo en el que Dios reina ya, pero no de modo visible. Es el tiempo de la persecución. Es el tiempo de la fidelidad en la prueba. El tiempo de la perseverancia. Es el tiempo del trabajo para Dios: de «negociar, de hacer fructificar lo que se nos ha confiado» Es el tiempo de ser fiel en «las cosas pequeñas» (Lc 16,10) en la espera de recibir mayores responsabilidades: los empleados, que negociaron bien una moneda de plata, obtuvieron el gobierno de una ciudad. Es el tiempo de la Iglesia. Es el hoy (Noel Quesson).

   A la vuelta del rey, pide cuentas y uno le da más rendimiento a lo administrado, otro menos… no es decisivo si con las diez monedas uno ha conseguido otras diez, o sólo cinco. Lo que no hay que hacer es "guardarlas en un pañuelo", dejándolas improductivas, como hace uno de ellos. Algunos hombres de Arquelao protegieron sus propiedades mientras estaba fuera, por que se mezclan la ida a ser coronado rey con la administración de las monedas (mina es una unidad contable = 570 gramos de plata = 100 dracmas).

   Jesús, tú superas la visión mesiánica de reinados de este mundo, sitúas tu reino a otro nivel, enseñas que vendrás como Rey, que reinará y juzgará. Además, nos dices que no hemos de preocuparnos por los enemigos del Reino, sino hacer fructificar la herencia que nos has encomendado. Si sabemos apreciar los tesoros que nos ha encomendado (vida, fe, gracia…) pondremos empeño en hacerlos fructificar: "Que tu vida no sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor.

   Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. -Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón" (S. Josemaría Escrivá).

   ¿Qué estamos haciendo de nuestros dones personales, y de la fe, del Bautismo, de la Palabra, de la Eucaristía?, ¿qué fruto estamos sacando, en honor de Dios y bien de la comunidad, de esa moneda de oro que es nuestra vida, la humana y la cristiana? Ojalá al final todos oigamos las palabras de un Juez sonriente: "muy bien, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor" (J. Aldazábal).

   A quien tiene la alegría del Evangelio, a quien tiene la perla preciosa, el tesoro, se le concederá el discernimiento de todos los otros valores, de los valores de las otras religiones, de los valores humanos existentes fuera del cristianismo; se le dará la capacidad de dialogar sin timidez, sin tristeza, sin reticencias, incluso con alegría, precisamente porque conocerá el valor de todas las demás cosas. Al que tiene la alegría del Evangelio se le dará la intuición del sentido de la verdad que puede haber en otras religiones. Por el contrario, al que no tenga se le quitará aun lo poco que tenga. Al que posee poca alegría del Evangelio se le irá de las manos la capacidad de diálogo y se obstinará en la defensa a ultranza de lo poco que posee, se cerrará dentro de sí mismo, entrará en liza con los demás por temor a perder lo poco que tiene. Este es nuestro drama, el drama de nuestra sociedad. La poca alegría del Evangelio es causa de mezquindad y de tristeza en todos los terrenos de la vida eclesiástica y social, produce corazones encogidos y es causa de absurdas discusiones sobre auténticas nimiedades (Carlo M. Martini).

   Tenemos que ser creativos hasta que el Señor vuelva. Él nos concede sus dones para seguir construyendo su proyecto del Reino. Hace de nosotros pequeños creadores. Puede que la cultura actual sea una fábrica de pasividad, pero los hombres y las mujeres seguimos siendo genéticamente creativos. Si no lo fuéramos moriríamos. Forma parte del equipaje con que venimos al mundo para enfrentarnos a este mundo complejo. La memoria, el bagaje cultural, las tradiciones, los valores... las raíces, todo eso es fuente de la creatividad.

Llucià Pou Sabaté

 

Martes de la 33ªsemana (par): Jesússalva a un pecador publicano: “El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvarlo que estaba perdido.”

Martes de la 33ª semana (par): Jesús salva a un pecador publicano: "El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."

 

A. Lecturas:

   1. Apocalipsis (3,1-6.14-22): Yo, Juan, escuché al Señor que me decía: «Escribe al ángel de la Iglesia en Sardes: "Esto dice el que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas. Conozco tus obras, tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Sé vigilante y reanima lo que te queda y que estaba a punto de morir, pues no he encontrado tus obras perfectas delante de mi Dios. Acuérdate de cómo has recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete. Si no vigilas, vendré como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes en Sardes unas cuantas personas que no han manchado sus vestiduras, y pasearán conmigo en blancas vestiduras, porque son dignos.

   El vencedor será vestido de blancas vestiduras, no borraré su nombre del libro de la vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias".

   Escribe al ángel de la Iglesia en Laodicea: "Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios. Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca. Porque dices: 'Yo soy rico, me he enriquecido, y no tengo necesidad de nada'; y no sabes que tú eres desgraciado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas; y vestiduras blancas para que te vistas y no aparezca la vergüenza de tu desnudez; y colirio para untarte los ojos a fin de que veas. Yo, a cuantos amo, reprendo y corrijo; ten, pues, celo y conviértete. Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.

   Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».

   2. Salmo 14,2-3ab.3cd-4ab.5: El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua.

   El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino. El que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor.

   El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará.

   3. Lucas 19,1-10: "En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: -«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: -«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.» Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.» Jesús le contestó: -«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido»".

 

B. Comentario:

   1. Hoy leemos las cartas que fueron dirigidas a Sardes y a Laodicea. El tono aparece pesimista. Hay desconcierto quizá porque la caída de Jerusalén no supuso como pensaban el fin del mundo. Pero se va viendo que no se puede interpretar así la historia, sino que la visión de Dios es distinta de la del teatro del mundo…y nuestra esperanza se basa en Dios y no en signos de la historia.

   -"Tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Despierta... Si no estás en vela, vendré como un ladrón sin que sepas la hora, te sorprenderé". Los cristianos del siglo I, como nosotros, se veían tentados por la falta de vitalidad y de dinamismo... la muerte, el sueño, la tibieza espiritual. Juan repite los acentos de Jesús: «Velad... despertaos... vengo... os sorprenderé como un ladrón que viene de improviso».

   El tema de la «venida» de Jesús es esencial. Este tema importante ocupa ahora un lugar destacado en las nuevas aclamaciones eucarísticas: «esperamos tu venida gloriosa, esperamos tu retorno... Ven, Señor, Jesús...» Inmediatamente después de la consagración, en cada misa, reafirmamos esta fe, que estaba ya presente en el credo, aunque poco valorada: «Volverá glorioso a juzgar a vivos y muertos

    -"No eres ni frío ni caliente... Puesto que eres tibio, te vomitaré de mi boca". Ningún texto condena con tal fuerza la «mediocridad espiritual»… ¿no es quizá la tibieza, la mediocridad lo que caracteriza muchos de mis días? Señor Jesús, enviado por el Padre para sanar y salvar, ¡ten piedad de mí!

   "Escucha mi consejo... Cúrate... A los que amo los reprendo y corrijo. ¡Vamos, sé pues ferviente y arrepiéntete!" Es exactamente el mismo Jesús del evangelio, que curaba a los enfermos y devolvía la vista a los ciegos. «A los que amo». ¡Qué ternura en estas palabras! «¡Vamos, anímate!» Escucho estas palabras de aliento que Jesús me dirige. También en este momento me repites las mismas palabras: «¡vamos, ánimo, arrepiéntete!»

    -"Mira que estoy a la puerta y llamo..." Una hermosa imagen de la Biblia, es un símbolo, muy comprensible, para todos los tiempos. Dios es «el que espera a nuestra puerta y solicita entrar en nosotros». Humildad de Dios. Discreción de Dios. Proximidad escondida. «El Señor ha llamado a tu ventana, amigo, amigo, amigo... Pero tú dormías.» (Padre Duval)

    -"Si alguien oye mi voz y abre la puerta..." Inmenso y misterioso respeto a la libertad de cada uno. Dios no fuerza la puerta. Incluso la «fe», a pesar de la gracia que solicita a todo hombre, sigue siendo un acto libre. Cuando pienso, Señor, como te hemos obligado, a «¡esperarte fuera!» Y, aun más, sin cansarte, continúas llamando discretamente... para que te abramos. Quiero meditar detenidamente esta imagen. Concédeme, Señor, una mayor atención a tu Presencia. Ayúdame a interpretar los signos de tu «venida» cotidiana. Pues, en realidad, es así como «Tú vienes» cada día.

   -"Entraré en su casa y cenaré con él y El conmigo". La cena, intimidad, felicidad. La «comunidad cristiana» de Laodicea, a la que escribía san Juan, no podía dejar de aplicar todas esas imágenes a la eucaristía, sacramento de la presencia de Jesús, anuncio del «festín mesiánico» del fin de los tiempos. Cenar con un amigo, un invitado. Tal es el ofrecimiento de Dios… dulzura y esperanza: tal es una de las imágenes del «fin de los tiempos». ¡Gracias, Señor! (Noel Quesson).

   2. En el momento de participar en la Eucaristía, reconozcamos la voz de Jesús: "estoy a la puerta llamando; si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos". Si lo hacemos así, nos incorporará al cortejo de los que participan de su victoria: "a los vencedores los sentaré en mi trono, junto a mí". Es lo que cantamos en el salmo: "El que procede honradamente / y practica la justicia, / el que tiene intenciones leales / y no calumnia con su lengua". Te pido, Señor, un corazón bueno, que sepa amar: "El que no hace mal a su prójimo / ni difama al vecino, / el que considera despreciable al impío / y honra a los que temen al Señor". Quien no    hace daño y obra la verdad, "el que así obra nunca fallará".

   3. Lucas es el único evangelista que nos cuenta la famosa escena de la conversión de Zaqueo. Estamos en Jericó, primer bastión de la tierra prometida, símbolo de las luchas de Israel. El evangelista de la misericordia y del perdón nos habla hoy de ese publicano -recaudador de impuestos, y además para la potencia ocupante, los romanos-, despreciado y con negocios un tanto dudosos. Dirigía el grupo de cobradores de impuestos de la comarca.

   Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Zaqueo, jefe de publicanos y rico, como no podía ver a Jesús entre la gente por ser bajo, se subió a una higuera, para verlo. Las búsquedas de Zaqueo lo conducen a Jesús, superando todos los obstáculos que se le presentan en su camino. Soluciona su falta de estatura encaramándose a un sicomoro.

   "Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: -«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»" Jesús, tu presencia remueve a Zaqueo y le lleva a la conversión.

   "Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»" Es el momento de la decisión, de la luz, de la esperanza, la conversión.

   Jesús le contestó: -«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido»" Hoy ha llegado la salvación a esta casa. Todo empezó por aquel deseo de conocerte que le llevó a poner los medios que hiciera falta para verte pasar. Señor, yo también necesito que vengas a mi casa: a mi vida, a mi alma. Tengo tantas heridas que necesitan cicatrizar, tantas flaquezas que necesitan de tu fortaleza divina, tantos egoísmos que me impiden ser feliz. A veces pienso que no puedo... lléname de esperanza: "¡No desesperéis nunca! Os lo diré en todos mis discursos, en todas mis conversaciones; y si me hacéis caso, sanaréis. Nuestra salvación tiene dos enemigos mortales: la presunción cuando las cosas van bien y la desesperación después de la caída; este segundo es con mucho el más terrible" (San Juan Crisóstomo).

   Jesús, que la conciencia de mi poquedad y mi fragilidad no me lleve a la desconfianza ni a la desesperación. La conciencia de que estamos hechos de barro de botijo nos ha de servir, sobre todo, para afirmar nuestra esperanza en Cristo Jesús. Y si alguna vez me rompo en mil pedazos, que siempre sepa volver a Ti, especialmente a través del Sacramento de la Penitencia, dándome cuenta de que el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido (Pablo Cardona).

   Jesús, provocas el encuentro… el resultado es la alegría, la salvación. "Elige a un jefe de publicanos, ¿quién deseperará de sí mismo cuando éste alcanza la gracia?" (S. Ambrosio). En Zaqueo vemos la búsqueda de Dios, sin miedo… "convéncete de que el ridículo no existe para quien hace lo mejor" (S. Josemaría Escrivá, Camino 392).

   Al final, su correspondencia a la gracia, propósitos de devolver… "Que aprendan los ricos que no consiste el mal en tener riquezas, sino en no usar bien de ellas; porque así como las riquezas son un impedimento para los malos, son también un medio de virtud para los buenos" (S. Ambrosio). Jesús llamó a la puerta de Zaqueo y él oyó-subió-abrió, con el esfuerzo que supone querer oír, alzarse y abrir. Jesús entró y comieron juntos. Y la salvación iluminó la casa de un pecador que deseaba oír-ver, quería levantarse y anhelaba abrir la puerta. La salvación entró en casa de alguien que, sabiéndose necesitado de ella, aguzó el oído (Luis Ángel de las Heras).

    También de este pasaje aprendo a tener confianza a todos, como hacías tú, Jesús. Deberíamos hacer fácil la rehabilitación de las personas que han tenido momentos malos en su vida, sabiendo descubrir que, por debajo de una posible mala fama, tienen muchas veces valores interesantes. Pueden ser "pequeños de estatura", como Zaqueo, pero en su interior -¡quién lo diría!- hay el deseo de "ver a Jesús", y pueden llegar a ser auténticos "hijos de Abrahán". ¿Nos alegramos del acercamiento de los alejados?, ¿tenemos corazón de buen pastor, que celebra la vuelta de la oveja o del hijo pródigo?, ¿o nos encastillamos en la justicia, como el hermano mayor o como los fariseos, intransigentes ante las faltas de los demás? Si Jesús, nuestro Maestro, vino "a buscar y a salvar lo que estaba perdido", ¿quiénes somos nosotros para desesperar de nadie? "Hoy voy a comer en tu casa". "Hoy ha sido la salvación de esta casa". Cada vez que celebramos la Eucaristía, que es algo más que recibir la visita del Señor, debería notarse que ha entrado la alegría en nuestra vida y que cambia nuestra actitud con los demás (J. Aldazábal).

Llucià Pou Sabaté

Lunes de la 33ª semana (par). Un ciego lleno de fe pide a Jesús ver, y también nosotros pedimos al Señor la fe y la perseverancia en el amor

Lunes de la 33ª semana (par). Un ciego lleno de fe pide a Jesús ver, y también nosotros pedimos al Señor la fe y la perseverancia en el amor

 

A. Lecturas:

   1. Apocalipsis (1,1-4;2,1-5a): Revelación de Jesucristo, que Dios le encargó mostrar a sus siervos acerca de lo que tiene que suceder pronto. La dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan, el cual fue testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo de todo cuanto vio. Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca.

   Juan a las siete iglesias de Asia: «Gracia y paz a vosotros de parte del que es, el que era y ha de venir; de parte de los siete Espíritus que están ante su Trono». Escuché al Señor que me decía: Escribe al ángel de la Iglesia en Éfeso: «Esto dice el que tiene las siete estrellas en su derecha, el que camina en medio de los siete candelabros de oro. Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos. Tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero. Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y haz las obras primeras».

    2. Salmo 1,1-2.3.4.6: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.

   Será como un árbol, plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.

   No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.

    3. Lucas 18,35-43: "En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: -«Pasa Jesús Nazareno.» Entonces gritó: -«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!» Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: -«¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: -«¿Qué quieres que haga por ti?» Él dijo: -«Señor, que vea otra vez.» Jesús le contestó: -«Recobra la vista, tu fe te ha curado.» En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios".

 

B. Comentario:

   1. Durante las dos últimas semanas del año litúrgico, la Iglesia nos presenta textos que evocan el "fin de los tiempos". El "Apocalipsis" de san Juan no es sinónimo de «catastrófico». Quiere decir «revelación». Allí hay «ideas teológicas» y «símbolos concretos», es un mensaje cifrado, y nos da algunas explicaciones: una «estrella» representa un «ángel», un «candelabro» significa «una iglesia particular», el color «blanco del lino» representa «las buenas acciones de los fieles»…

   -"Revelación que Dios ha entregado a Jesucristo para que muestre a sus siervos lo que tiene que suceder pronto". Cristo, por medio de un ángel, se la comunica al "siervo Juan", el cual, "narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo". Por tanto, no hay que buscar cábalas ni lo que sale en películas futuristas o góticas. Es «levantar el velo» (re-velar) de ciertas realidades, que sólo Dios conoce. Y se nos felicita a los lectores: "dichosos los que escuchan las palabras de esta profecía y tienen presente lo que en ella está escrito".

   -"El que tiene las siete estrellas en su mano derecha, y que camina en medio de siete candelabros de oro..." Siete estrellas, Ángeles de las iglesias, «en la mano derecha» de Dios: su poder. Creo, Señor que la Iglesia continúa HOY estando en tu mano.

   -"Al ángel de la iglesia de Efeso, escribe esto..." Leemos el primero de «siete» mensajes dirigidos a siete «parroquias» o «diócesis» de Asia Menor, en la Turquía actual. Señor, ayúdanos a implantarnos humildemente en algún sitio; existe un lugar, una iglesia en la que recibo la Palabra de Dios y la Eucaristía.

   -"La voz del cielo" alaba la entereza de Éfeso: "has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga", y ha sabido discernir quiénes eran los falsos profetas en su seno. Pero le recrimina: "Conozco tu conducta, tu trabajo y tu perseverancia... Pero tengo en contra que has abandonado tu amor primero... Conviértete"... Invitación a progresar... a encontrar de nuevo los entusiasmos de la juventud… (Noel Quesson).

   «El que tenga oídos, que oiga»: es una invitación a desentrañar las palabras de la profecía, a abrirse totalmente a ellas. Porque la palabra del Señor descubre las cosas ocultas y es exigencia de conversión constante (A. Puig).

   La redacción de este texto pudo ser a fines del siglo I, en una Iglesia duramente perseguida por el emperador Domiciano (81-96), y con otras crisis internas de fatiga, herejías y divisiones. El dragón y el Cordero lucharán, el mal y el bien.

   Quizá también nosotros sintamos el reproche: "has abandonado el amor primero". La perseverancia nos cuesta a todos, y más en medio de un mundo que no nos ayuda a seguir los caminos de Jesús. Cada uno sabrá en qué ha decaído y, por tanto, en qué ha de recapacitar en estos últimos días del año y en el Adviento próximo. Que resuene dentro de nosotros la invitación del vidente: "recuerda de dónde has caído, conviértete y vuelve a proceder como antes". "¡Vuelve!".

   2. El salmo primero nos invita a una renovada fidelidad: "dichoso el que no sigue el consejo de los impíos ni entra por la senda de los pecadores, sino que su gozo es la ley del Señor... el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal". El estribillo es esperanzador, como todo el Apocalipsis de donde se toma: "al que venciere le daré a comer del árbol de la vida".

   3. Jesús, te vemos hoy después de anunciar tu Pasión y resurrección, que curas a un ciego que es modelo de fe. Veo que subes a Jerusalén para cumplir la ley y los profetas; pero para comprender este misterio pascual hay que abrir los ojos de la fe para poder entender las Escrituras, como los discípulos de Emaús. Lucas concibe su Evangelio como una subida progresiva a Jerusalén en donde se consumará el sacrificio de la cruz. El hombre judío quiere manifestar con su peregrinación a la ciudad santa el contenido de su fe en Yahvé. Así también tú, Señor, subes a Jerusalén para morir de amor por los hombres (Maertens-Frisque).

   El ciego se ponía todos los días en el mismo lugar, y aparece Jesús el Nazareno.

   -"Al oír que pasaba gente"... Serán peregrinos, que cantan sin duda los «cánticos de las subidas», los Salmos 120 a 134, según la tradición. El ciego sentado está oyéndolos.

   -"Preguntó qué era aquello". Es el ciego, el que toma la iniciativa.

   -"Le explicaron: «Está pasando Jesús, el Nazareno.

   -Empezó a gritar diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mi!»" Es el título mesiánico, anunciado a María el día de la concepción de Jesús (Lucas 1,32): «el Señor Dios le dará el trono de David, su padre». De modo que muchos vieron las obras de Jesús y permanecieron ciegos sobre su verdadera identidad. Pero el Mesías, anunciado por los profetas, es ciertamente aquel que «cura a los ciegos» (Isaías 35,5; Lucas 4,18) ¡y son esos «videntes interiores», los pobres, los que ven justo!

    Los que estaban ahí le regañaban para que callara. Es triste que en el momento del encuentro contigo, Señor, haya gente que quiera impedir que se te acerquen las almas.

   -"Jesús se paró y mandó que se lo trajeran". Acepta ese título de realeza, cuyo uso había prohibido antes (Mateo 9,30). Ahora que su Pasión está cerca, todas las esperanzas políticas y nacionales que no quiso asumir, cuando todo el mundo le empujaba a ellas, han quedado atrás: se dirige a Jerusalén, no para tomar el poder, sino para morir.

   -El diálogo es breve: "Señor, que vea otra vez". «El descubrimiento de la vocación personal es el momento más importante de toda la existencia. Hace que todo cambie sin cambiar nada, de modo semejante a como un paisaje, siendo el mismo, es distinto después de salir el sol que antes, cuando lo bañaba la luna con su luz o le envolvían las tinieblas de la noche. Todo descubrimiento comunica una nueva belleza a las cosas y, como al arrojar nueva luz provoca nuevas sombras, es preludio de otros descubrimientos y de luces nuevas, de más belleza» (F. Suárez, La Virgen Nuestra Señora).

   -"Recobra tu vista, tu fe te ha curado". Y el buen hombre le sigue lleno de alegría, glorificando a Dios. Podemos vernos reflejados de varias maneras. También nosotros recobramos la luz cuando nos acercamos a Jesús. El que le sigue no anda en tinieblas. Y nunca agradeceremos bastante la luz que Dios nos ha regalado en Cristo Jesús. Con su Palabra, que escuchamos tan a menudo, él nos enseña sus caminos e ilumina nuestros ojos para que no tropecemos. ¿O tal vez estamos en un período malo de nuestra vida en que nos sale espontánea la oración: "Señor, que vea otra vez"? También podemos preguntarnos qué hacemos para que otros recobren la vista: ¿somos de los que ayudan a que alguien se entere de que está pasando Jesús?, ¿o más bien de los que no quieren oír los gritos de los que buscan luz y ayuda? Si somos seguidores de Jesús, ¿no tendríamos que imitarle en su actitud de atención a los ciegos que hay al borde del camino?, ¿sabemos pararnos y ayudar al que está en búsqueda, al que quiere ver?, ¿o sólo nos interesamos por los sanos y los simpáticos y los que no molestan?

   Esos "ciegos" que buscan y no encuentran pueden ser jóvenes desorientados, hijos o hermanos con problemas, amigos que empiezan a ir por malos caminos. ¿Les ayudamos? ¿Les llevamos hacia Jesús, que es la Luz del mundo? (J. Aldazábal).

   -"Jesús le dijo: «Recobra la vista. Tu fe te ha salvado.» Y en el acto recobró la vista, y siguió a Jesús bendiciendo a Dios." ¡Concédeme, Señor, que yo también te siga hasta la cruz y hasta la Pascua! (Noel Quesson).

   El Señor nunca niega su gracia. Este hombre es imagen "de quien desconoce la claridad de la luz eterna", pues en ocasiones el alma puede sufrir también momentos de ceguera y de oscuridad. Muchas veces esta situación está causada por pecados personales, cuyas consecuencias no han sido del todo zanjadas, o por falta de correspondencia a la gracia. En otras ocasiones, el Señor permite esta difícil situación para purificar el alma, para madurarla en la humildad y en la confianza en Él. Sea cual sea su origen, si alguna vez nos encontramos en ese estado, ¿qué haremos? Dirigirnos al Señor, siempre cercano para que tenga misericordia de nosotros, y pedirle: ¡Que vea, Señor!

   Si el Señor permite que nos quedemos a oscuras, incluso en cosas pequeñas; si sentimos que nuestra fe no es firme, acudamos al buen pastor. La falta de objetividad con que nos vemos a nosotros mismos hace imposible encontrar los senderos seguros que nos llevan en la dirección justa. "El alma sola sin maestro, que tiene virtud, es como el carbón encendido que está solo; antes se irá enfriando que encendiendo" (San Juan de la Cruz). ¡Cuántas veces Jesús espera la sinceridad y la docilidad del alma para obrar el milagro! Nunca niega el Señor su gracia si acudimos a Él en la oración y en los medios por los cuales derrama su gracia.

   En quien nos ayuda vemos al mismo Cristo, que enseña, ilumina, cura y da alimento a nuestra alma para que siga su camino. Sin ese sentido sobrenatural, sin esta fe, el acompañamiento espiritual quedaría desvirtuado. Se transformaría en algo completamente distinto: en intercambio de opiniones, quizá. Este medio es una gran ayuda cuando lo que realmente queremos es averiguar la voluntad de Dios sobre nosotros e identificarnos con ella. No busquemos en la dirección espiritual a quien pueda resolver nuestros asuntos temporales; nos ayudará a santificarlos, nunca a organizarlos ni a resolverlos. No es ésa su misión. Si seguimos bien este medio de dirección espiritual, nos sentiremos como el ciego que seguía en el camino a Jesús glorificando a Dios, lleno de alegría.

Llucià Pou Sabaté

viernes, 15 de noviembre de 2024

Sábado de la 32ª semana (par). Dios hará justicia a sus elegidos que le piden, y nos pide que cooperemos en la propagación de la verdad.

Sábado de la 32ª semana (par). Dios hará justicia a sus elegidos que le piden, y nos pide que cooperemos en la propagación de la verdad.

 

A. Lecturas:

   1. III Juan (5-8): Querido amigo Gayo, te portas con plena lealtad en todo lo que haces por los hermanos, y eso que para ti son extraños. Ellos han hablado de tu caridad ante la comunidad de aquí. Por favor, provéelos para el viaje como Dios se merece; ellos se pusieron en camino para trabajar por él sin aceptar nada de los gentiles. Por eso debemos nosotros sostener a hombres como éstos, cooperando así en la propagación de la verdad.

   2. Salmo 111,1-2.3-4.5-6: Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita.

   En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo.

   Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo.

   3. Lucas 18,1-8: "En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: -«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad habla una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, corno esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara. "» Y el Señor añadió: -«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»".  

 

B. Comentario:

   1. Después de la segunda carta de Juan, y antes de pasar al libro del Apocalipsis, leemos hoy algo de la tercera carta de Juan, dirigida a Gayo, un hombre bueno que atendía a los misioneros itinerantes que pasaban por su comunidad y les proveía de lo necesario, "cooperando así en la propagación de la verdad". En esta nueva evangelización a la que estamos convocados, todos tenemos unas cualidades, dones divinos, para ser protagonistas. En la Iglesia primitiva, había un intenso ir y venir de una comunidad a otra. Viajeros, misioneros, gentes de otra ciudad. Con dimensión local del lugar donde uno está y su cultura, etc., y dimensión universal en la comunión con el Cuerpo de Cristo y todos sus miembros.

   En nuestras parroquias, en nuestros grupos ¿sabemos acoger al forastero? ¿Lo hacemos en nuestras familias? Vayamos más lejos. ¿Sabemos acoger «lo que nos diferencia», es decir, lo que en el otro no se asemeja a lo nuestro? Su temperamento, opuesto al nuestro, sus gustos, que encontramos extraños o raros, su manera de hablar o de actuar que nos molesta... etc.

   -"Esos forasteros han dado testimonio de tu amor, ante la Iglesia". La acogida, la hospitalidad han sido tan sinceras que han llenado el corazón de los beneficiarios, que lo comentan en las nuevas comunidades donde se insertan. Conviene a veces escuchar "lo que se dice de nosotros": ¿somos reputados como acogedores... o como gente "difícil de conectar"?

   -"Harás bien de proveerlos para el viaje, de manera digna de Dios; pues por su Nombre salieron, sin recibir nada de los paganos..." Juan anima a cuidar de los "misioneros"… ¿Aporto también mi ayuda a los "misioneros" ¿Participo en la propagación del Evangelio y de la Fe?

   En general ¿cuál es mi participación en la vida material de la Iglesia, para que pueda "seguir su obra"? Las colectas del domingo forman parte de la misa: ¿es sólo una costumbre? o ¿un gesto consciente? ¿quésentido damos a ese gesto? Varias veces durante el año hay colectas extraordinarias, cuyos fondos van destinados a obras de interés mundial. ¿No es ésta una manera de continuar lo que hacían ya nuestros hermanos los primeros cristianos?

   Debemos acoger a tales hombres para ser colaboradores de la verdad.

   Este es uno de los sentidos que podríamos dar a las colectas: "colaborar con la verdad"... ayudar a los que hacen progresar la "buena nueva"... (Noel Quesson).

   2. Te pido hoy, Señor, por tantas personas anónimas que "cooperan en la propagación de la verdad", palabras que quiso poner Benedicto XVI como lema de su episcopado, de su vida: cooperar en la verdad. Y reciben la bienaventuranza del salmo: "dichoso el que se apiada y presta ... su caridad es constante, sin falta".

   3. Lucas nos muestra muchas veces a Jesús orando y nos transmite su enseñanza sobre cómo debemos orar. Hoy, con la parábola de la viuda insistente.

   -"Entonces les propuso esta parábola, para explicar a sus discípulos que tenían que orar siempre y no desanimarse". Jesús quiere que despertemos de nuestras torpezas y de nuestras indiferencias, pero no quiere angustiarnos. Por eso, la contemplación del juicio en estos últimos días del año litúrgico, ha de hacerse con mucha paz. A las preguntas: ¿perseveraré hasta el fin? ¿Sería yo capaz de abandonar a Dios? ¿Podría mi fe desmoronarse por la duda o la desgracia?, el Señor nos habla de oración, que es una medicina anti-angustia:

   -"Érase una vez un juez que no temía a Dios y se burlaba de los hombres. En la misma ciudad había una viuda que iba a decirle: «Hazme justicia»". Las viudas eran generalmente objeto de explotación y marginación, junto con los huérfanos, los extranjeros y los enfermos. Podían buscar un defensor de sus derechos, que era llamado «Goel» y representaba el camino hacia una vida digna. Jesús toma este ejemplo y lo aplica a la oración. En la oración nos sentimos como la viuda: carentes de toda protección y a merced de la voluntad de Dios. Sin embargo, Dios no es un juez sordo o injusto. Dios se nos muestra como un Padre misericordioso, resuelto a escuchar a sus hijos. Fe y constancia, confianza y tenacidad, son las dos llaves que nos abren la posibilidad de un diálogo sincero con Dios y con los hermanos. Dios escucha el clamor de los marginados, de los oprimidos, de los justos. Si nosotros clamamos en estas condiciones hemos de tener la certeza de ser escuchados (servicio bíblico latinoamericano).

   El juez por bastante tiempo no quiso atenderla, pero después pensó: "Yo no temo a Dios, ni respeto a los hombres; pero esa viuda me está amargando la vida: Le voy a hacer justicia para que no venga sin parar a importunarme..."" ¡Fijaos en lo que dice ese juez injusto! Pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que están clamando a El día y noche? Hemos de hacer como la viuda, seguros de que, si perseveramos, conseguiremos lo que pedimos, pues Jesús dijo esta parábola "para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse". Dios siempre escucha nuestra oración. Él quiere nuestro bien y nuestra salvación más que nosotros mismos. Nuestra oración es una respuesta, no es la primera palabra. Nuestra oración se encuentra con la voluntad de Dios, que deseaba lo mejor para nosotros. El Catecismo lo expresa con el ejemplo del encuentro de Jesús con la mujer samaritana, junto a la boca del pozo. "Nosotros vamos a buscar nuestra agua", pero resulta que ya estaba allí Jesús: "Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de él" (1560).

   Esto se llama una parábola «a contraste» en la que la lección a sacar de ella es lo «contrario» del ejemplo expuesto. El juez es «sin Dios» y «sin misericordia» y acaba haciendo justicia... ¡Con cuánta mayor razón, Dios que es padre y ama a los hombres, hará justicia a los que ama y la hará prontamente! La lección esencial de la parábola no es la perseverancia en la oración, sino más bien en la certidumbre de ser atendida: si un hombre impío y sin escrúpulos acaba atendiendo a una pobretona, ¡cuánto más sensible será Dios a los clamores de los que, en su pobreza, se dirigen a El! Sus elegidos claman a El noche y día... Hay que rogar siempre, sin desanimarse... Vuelvo a escuchar esas palabras. Si nos pides esto, Señor Jesús, es porque Tú mismo lo has hecho también: orabas sin cesar noche y día. No nos pides nada imposible ¿Cómo trataré hoy de hacer algo mejor una plegaria continua? No, forzosamente, recitando fórmulas de plegarias... sino por una unión constante contigo.

   -"Pero, cuando vuelva el Hijo del hombre, ¿encontrará Fe en la tierra?" Señor, confío en ti, y te pido que no te abandone jamás. ¿Qué voy a hacer HOY para alimentar mi fe? (Noel Quesson; J. Aldazábal).

   Orar más y mejor es un deseo que a menudo se encadena con el deseo de hacer un poco de ejercicio físico, vigilar la dieta o comunicarnos con los amigos que hace años que no vemos. A veces tenemos la impresión de estar siempre empezando y de estar siempre interrumpiendo.

   Cuando nos indignamos por la injusticia de los  hombres, y no podemos hacer nada, descubrimos a fondo la importancia de la oración. Nos podemos desanimar si no recibimos rápido lo que pedimos, y por eso, Jesús, nos cuentas la parábola que nos muestra la fuente de toda justicia y que conviene orar siempre, sin desfallecer jamás. Así la lucha por la justicia va unida a la confianza en Dios, íntimamente comprometido con los valores de la justicia (Josep Rius-Camps).

   San Juan Clímaco, a propósito de esta parábola evangélica, dice que «aquel juez que no temía a Dios, cede ante la insistencia de la viuda para no tener más la pesadez de escucharla. Dios hará justicia al alma, viuda de Él por el pecado, frente al cuerpo, su primer enemigo, y frente a los demonios, sus adversarios invisibles. El Divino Comerciante sabrá intercambiar bien nuestras buenas mercancías, poner a disposición sus grandes bienes con amorosa solicitud y estar pronto a acoger nuestras súplicas».

 

Llucià Pou Sabaté