martes, 29 de octubre de 2024

Martes dela 30ª semana (par): ElReino de Dios va creciendo como un grano de mostaza…

Martes de la 30ª semana (par): El Reino de Dios va creciendo como un grano de mostaza…

A. Lecturas:

   1. Efesios (5,21-33): Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano. Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.» Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.

   2. Salmo 18,2-3.4-5: Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.

   Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.

   Esta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

   3. Lucas 13,18-21: "En aquel tiempo, decía Jesús: - ¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas. » Y añadió: -¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta»".  

 

B. Comentario:

   1. Es la vida nueva "en Cristo" de la que nos continúa hablando hoy san Pablo. Se leía en las misas de bodas y hoy no se entiende, porque hay que distinguir la cultura de la época, que toma como ejemplo el Apóstol, y la enseñanza divina. La mujer tenía entonces una situación muy distinta a la nuestra: tenía una situación de inferioridad. Apoyándose en esa dependencia legal de la mujer respecto a su marido, Pablo sugiere que la Iglesia depende enteramente de Cristo. Si queremos que el texto sea actual, hacer una lectura fructuosa, la actitud adecuada consiste:

   1º en tomar en sentido estricto todo lo que Pablo dice de Cristo y de la Iglesia.

   2º en conjugar en los dos sentidos todo lo que se dice de la pareja. En la civilización de hoy se está todavía lejos de haber realizado la reciprocidad perfecta, pero se tiende hacia este ideal.

   1º Cristo e Iglesia: -"Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo".  La Iglesia se somete a Cristo.

   "Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla y presentársela resplandeciente a sí mismo, sin mancha, ni arruga, ni defecto alguno"... La quería santa e inmaculada. Cristo cuida con cariño a la Iglesia porque somos miembros de su Cuerpo. En estas frases hay dos imágenes entrelazadas: La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, la Iglesia es la Esposa de Cristo.

   Cuerpo de Cristo: estamos en unión vital con Jesús. La Iglesia es Jesucristo. Los cristianos son Jesucristo en el mundo. Estamos ante una imagen de inmensa belleza y rica en consecuencias. Pero esta imagen, por sí sola, tendría el inconveniente de no marcar bastante la diferencia entre la Iglesia y Cristo. Pablo matiza pues su pensamiento diciendo primero que Cristo es «la Cabeza» de ese Cuerpo. No somos «Cristo» por nosotros mismos, sino porque lo recibimos todo de la cabeza.

   Esposa de Cristo. Esta segunda imagen tiene un sentido análogo: se trata siempre de una unión íntima... pero de una relación entre dos personas distintas. ¡Cristo se ha desposado con su Iglesia! se unido a las buenas y a las malas con ella, para siempre... porque la ama. Ha «entregado» su vida por ella, ¡ha muerto por ella para embellecerla! ¡La quiere santa e inmaculada! ¡Cuida de ella! Cristo y la Iglesia son sólo uno, se dan totalmente el uno al otro, para dar a luz al mundo nuevo. Insiste en la sumisión de la Iglesia a Cristo, según la costumbre de la época, porque el "esposo es la cabeza".

   2º La pareja: marido y mujer.

   -"El hombre se unirá a su mujer y los dos serán uno solo: este misterio es grande... Lo digo pensando en Cristo y en la Iglesia". A los esposos, les da a Cristo y a la Iglesia como modelo. El matrimonio elevado a nivel de «sacramento», de signo de gracia, de vía de santidad. Pero hoy ya no vemos una dirección única: marido y mujer han de ser fuente de gracia, y de santidad, el uno para el otro (Noel Quesson).

   Ahora, nos preguntamos: ¿por qué la esposa no puede representar a Cristo en el sentido que aquí se apunta? Influenciado por su judaísmo y por el marco jurídico de la familia que él conoce, Pablo no se plantea que la esposa pueda ejercer ciertas funciones de mediación respecto a su esposo y, por tanto, ser la figura de Cristo, y que el esposo pueda también ser aceptación y receptabilidad, a la manera de la Iglesia. Vivió en un tiempo en que todas las mediaciones del hogar pasaban por el hombre. Y Pablo ha diferenciado, naturalmente, en la situación cristiana, un papel de mediador específico del esposo, figura de Cristo, y una función de receptividad propia de la esposa, figura de la Iglesia (Maertens-Frisque).

   2. Pero Pablo nos habla del amor de Jesús con la Iglesia y no de igualdad entre hombres y mujeres, impensable en su tiempo, pero sí da los criterios que más tarde llevarán a esa conclusión. En otra carta dirá que "ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Ga 3,28).

   El salmo es una imagen idílica de tiempos antiguos: "la mujer como parra fecunda en medio de tu casa, tus hijos como renuevos de olivo alrededor de tu mesa", que más allá de esas formas culturales históricas, ofrece el secreto de la verdadera felicidad y convivencia familiar: "dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos".

   1. Gracias, Señor, por hablarnos hoy de tu Reino: -Jesús decía: "¿A qué se parece el reino de Dios? ¿Con qué lo compararé?" Nos dices que es un "reino escondido": "Mi Reino no es de este mundo..." Lucas nos habla muchas veces de tu Reino, de que has venido para traérnoslo; quiero considerar esas palabras, para entender mejor tu explicación de hoy:

   - "Debo anunciar la "buena nueva" del Reino de Dios" (4,43).

   - "Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios" (6,20).

   - "El más pequeño en el Reino de Dios es mayor que Juan Bautista" (7,28).

   - "A vosotros es dado conocer los misterios del Reino de Dios" (8,10).

   - "Jesús envió a los Doce a proclamar el Reino de Dios" (9,2).

   - "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios" (9,62).

   - "El Reino de Dios está cerca" (10,9-11).

   - "Padre, venga a nosotros tu Reino" (11,2).

   - "Buscad el Reino de Dios, y eso se os dará por añadidura" (12,31).

   - "El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Sabedlo, ya está entre vosotros el Reino de Dios" (17,21).

   - "Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios" (14,15).

   - "Los niños, y de los que son como éstos es el Reino" (18,16).

   - "Es mas difícil a un rico entrar en el Reino de Dios" (18,25).

   - "Nadie que haya dejado casa, mujer... por el Reino de Dios, quedará sin recibir el céntuplo" (18,29).

   - [petición del buen ladrón]: "Jesús, acuérdate de mí cuando vayas a tu Reino" (23,42).

   Nos pones dos parábolas: -"El reino se parece al grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta. Creció; se hizo un árbol". Es, pues, un "crecimiento"... la potencia misma de la vida. No está ya edificada la Iglesia, sino que la obra de Dios crece "a la manera" de un árbol vivo. Me dieron unas semillas de mostaza, para plantar, y vi que es pequeñísima. Y, sin embargo, tiene una fuerza interior que la llevará a ser un arbusto de los más altos. A nosotros nos suelen gustar las cosas espectaculares, solemnes y, a ser posible, rápidas. No es ése el estilo de Dios. También en mi vida, el Reino de Dios conviene que crezca, día a día. Todos los días podemos pasar junto a un árbol sin notar que está creciendo. El Reino de Dios crece, sin que muchos se den cuenta de ello. Sólo la Fe nos abre a ese reconocimiento.

   Muchas veces, son los pequeños los que transforman el mundo, aptos para ser instrumentos de Dios en su obra. Jesús, nos enseñas a tener paciencia y a no precipitarnos, a recordar que Dios tiene predilección por los humildes y sencillos, y no por los que humanamente son aplaudidos por su eficacia. Tu Reino -tu Palabra, tu evangelio, tu gracia- actúa, también hoy, humildemente, desde dentro, vivificado por el Espíritu. Tu Reino es la Iglesia: «El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir, de la llegada del Reino de Dios prometido desde hacía siglos en las Escrituras. Para cumplir la voluntad del Padre, Cristo inauguró el Reino de los cielos en la tierra. La Iglesia es el Reino de Cristo presente ya en misterio» (Catecismo 763). No nos dejemos desalentar por las apariencias de fracaso o de lentitud: la Iglesia sigue creciendo con la fuerza de Dios. En silencio. Estamos llamados a dar fruto, a no fijarnos en ramas secas que caen, en tener confianza en tantas ramas lozanas, en el Reino que se va desarrollando (J. Aldazábal).

   -"El reino se parece a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que toda la pasta acabó por fermentar". Cada ama de casa cocía el pan cada mañana. La víspera por la tarde preparaba la pasta; agua, un puñado de levadura todo mezclado con la harina... Durante la noche la mezcla "fermentaba" y a la mañana estaba a punto de ser metida en el horno. Así es de potente la acción de Dios: pero se ve poco… (Noel Quesson).

 

Llucià Pou Sabaté

domingo, 27 de octubre de 2024

28 de octubre. San Simón y San Judas Apóstoles. “Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles”; ellos fueron los primero en llevar el testigo del Evangelio, que a nosotros nos toca portar ahora para transmitir a los que vendrán

28 de octubre. San Simón y San Judas Apóstoles. "Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles"; ellos fueron los primero en llevar el testigo del Evangelio, que a nosotros nos toca portar ahora para transmitir a los que vendrán

 

A. Lecturas:

1. Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2,19-22. Hermanos: Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

 

2. Salmo 18,2-3.4-5: El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

 

3. Lucas 6,12-19. En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

 

B. Comentario:

   Judas Tadeo es abogado especial de los casos difíciles y desesperados. Pariente de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen, sobrino nieto de estos dos santos, es a la vez sobrino de María y José, de donde resulta ser primo de nuestro Señor. Hermano del Apóstol Santiago el Menor, tenía otros dos hermanos a quienes llama el Evangelio "hermanos" de Jesús: "¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?" (Mt 13,54) ("hermanos" en hebreo, como en muchos sitios del África, significa un pariente próximo). El padre de Judas era Cleofás. El nombre de su madre era María, que era pariente próxima de la Virgen Santísima. Ella también permaneció junto a la Cruz cuando murió Cristo. "Cerca de la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena" (Jn 19,25).

   Judas recibe el sobrenombre de Tadeo, que se podría traducir por 'amado'. Es como un diminutivo que expresa ternura. De una indicación de S. Pablo (1 Cor 9,5) parece deducirse que acompañó a S. Pedro en sus expediciones apostólicas fuera de Palestina.

  Simón el Cananeo, el Zelotes (fue miembro del partido de los Zelotes galileos, 'nacionalistas' que se oponían con todas sus fuerzas a la dominación romana: Fillion), permanece escondido, sin figurar, y lo vemos en la lista de escogidos por Jesús.

   Judas sería compañero de Jesús en su infancia, y fue como Apóstol a la Mesopotamia durante diez años, regresó a Jerusalén para el Concilio de los Apóstoles. Después se unió a Simón en Libia, donde predicaron.

   La tradición es que Judas y Simón sufrieron martirio en Suanis, ciudad de Persia, donde habían trabajado como misioneros. A Judas se le presenta con una cachiporra (al parecer con la que le mataron), o con un hacha (pues luego le cortaron la cabeza). Sus reliquias se conservan en la Basílica de San Pedro de Roma. También según una antigua tradición, a San Simón lo mataron aserrándolo por medio. Por ello, la Iglesia de occidente los celebra juntos, en tanto que la Iglesia de oriente separa sus respectivas fiestas. Judas es autor de una Carta en el Nuevo Testamento (años 62-65).

   1. La iglesia está naciendo cada día, pero de la mano de la tradición, que surge de Jesús y continúa con los creyentes, en primer lugar los apóstoles como eslabones de una cadena.

   2. El salmo habla de Dios Creador (vv 1-6) y de la revelación que nos da a conocer la voluntad de Dios en cuanto a nuestros deberes (vv 7-11) y el salmista nos enseña el modo de aprovecharnos de él (vv. 12-14). Como un complemento del salmo 8, se cantan las maravillas del sol. De lo visible se nos lleva a la consideración de las cosas invisibles de Dios, cuya gloria brilla con gran resplandor en los cielos visibles, llenos de astros cuya estructura, belleza y orden son maravillosos. Todo nos habla de Él, que es el Padre de las luces (St 1,17).

   3. La elección de los Doce viene precedida de una prolongada oración de Jesús: "Por aquel entonces salió Jesús, fue al monte a orar y se pasó la noche orando a Dios" (6,12). Es una salida/éxodo de Jesús al monte. Al alba, "llamó a sus discípulos, eligió a doce de ellos y los nombró apóstoles" (6,13).

Nos enseña san Jerónimo: «Aunque el Apóstol nos mandó que oráramos siempre, (…) conviene que destinemos unas horas determinadas a este ejercicio». La "práctica" de oración de Jesús será un ejemplo evidente para nosotros.

 

Lunes de la 30ª semana (par). Jesús nos hace alzar la vista que nos impedía antes mirar al cielo en las cosas de cada día

Lunes de la 30ª semana (par). Jesús nos hace alzar la vista que nos impedía antes mirar al cielo en las cosas de cada día

 

"Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Habla una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: -«Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús habla curado en sábado, dijo a la gente: -«Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.» Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: -«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no habla que soltarla en sábado?» A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía" (Lucas 13,10-17).

 

   1. Pasa san Pablo a las consecuencias de vida cristiana: -"Que entre vosotros desborde la generosidad y la ternura. Perdonaos unos a otros como Dios os ha perdonado en Cristo". Nos habló antes del misterio de Cristo, y ahora de la vida del cristiano, miembro del cuerpo de Cristo. Siendo "miembros unos de otros" ¿como podríamos vivir sin mutuo amor? Es algo muy distinto de la simple solidaridad humana o de una ayuda mutua, es una exigencia fundada "en Cristo".

   -"Sed pues «imitadores de Dios» como hijos muy amados". Jesús había ya dicho: «sed perfectos (en el sentido de dejarse conducir por Dios) como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mateo, 5-45). Imitar a Dios. Ahora nos dice que es el buen comportamiento de hijo de Dios.

   Esto apunta particularmente al terreno del amor: Dios es amor. «Mi mandamiento es que os améis los unos a los otros, como Yo os he amado» (Juan, 15-12). Vivid en el amor, como Cristo.

   No, esto no es una "moral" en el sentido ordinario del término. No es una "ley", no es un código de preceptos, no se trata de "permisos ni de prohibiciones". Es Alguien a quien hemos de imitar.

   De ahí la importancia de la meditación del evangelio: de tener continuamente a Cristo ante nuestros ojos. ¿Qué hacía? ¿Qué pensaba? ¿Cuál era su reacción ante tal situación?

   -"Cristo nos amó y se entregó por nosotros, ofreciendo a Dios el sacrificio que podía agradarle". La Pasión, la Cruz... momento esencial de la vida de Jesús. Momento de amor total e infinito. Tenemos tendencia a olvidarlo... a imitar todo el resto de su vida desviando la mirada del camino de la Cruz. Sin embargo esa actitud esencial de Jesús nos es recordada en cada misa: "esto es mi cuerpo entregado". Comulgar con Cristo es comulgar con alguien que "entrega su vida por amor". En la frase de san Pablo distingo el doble amor que llenaba el corazón de Jesús en la cruz: -se entregaba "por nosotros"... -se ofrecía "al Padre" para agradarle... ¡Jesús hablaba de los dos mandamientos que se funden en uno! Y Jesús vivió esta realidad

   -"Desenfreno... Impureza... Codicia.. Groserías... Inmoralidades... Son actos que excluyen del reino de Cristo y de Dios".  Todo ello va contra la simple moral natural y, evidentemente y con mayor razón, es un deber del cristiano evitarlo. Vivid como hijos de la luz (Noel Quesson).

    2. Dios no nos quiere encorvados y afligidos. Dios no nos quiere oprimidos y esclavizados, ni caídos ni acobardados, ni deprimidos ni postrados. Él nos quiere libres, en confianza, transcendencia. Dios no ha creado al hombre para que viva desasosegado, sino para que viva con dignidad, para que sea libre y creador. Por eso, uno de los imperativos que más se repiten en la historia de la salvación es el «levántate». Dios es «el que endereza a los que ya se doblan», «el que levanta de la miseria al pobre», «el que levanta del polvo al desvalido» (cf 1S 2,8; Sal 107,41; Sal 113,7...). Por eso Dios mismo intervino para liberar a su pueblo del peso de la dura esclavitud, y darnos la sabiduría, como aclamamos en el salmo: "dichoso el que no sigue el consejo de los impíos ni entra por la senda de los pecadores... será como un árbol plantado al borde de la acequia, que da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas".

   3. –"Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu. Andaba muy encorvada sin poderse enderezar del todo". De nuevo se pone de manifiesto la misericordia de Jesús hacia los pobres. Qué desgracia verse reducido a mirar siempre al suelo, sin poder contemplar las caras de sus interlocutores, sin posibilidad de mirar hacia arriba. «La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él» (CEC.-1501). Pero aunque no se pueda mirar hacia arriba en algún caso, el Señor viene… como con esta mujer.

   Veo también en esa mujer un símbolo de la humanidad "cautiva". Es esa mujer símbolo de todas las mujeres, excesivamente vejadas, en la historia Es un símbolo de todos los que soportan pesos intolerables, de cualquier tipo que sean. Puede que sean más de lo que nos parece, aunque sus espaldas no se curven materialmente. He ahí a hombres y mujeres curvados por el peso del hambre y de la pobreza. Hombres y mujeres curvados por el peso de los hijos y las preocupaciones familiares. Hombres y mujeres curvados por el peso de los trabajos y los desvelos. Hombres y mujeres curvados por el esfuerzo y la lucha de la vida. Hombres y mujeres curvados por la incomprensión y la soledad. Hombres y mujeres curvados por el vicio y los apegos. Hombres y mujeres curvados por los recuerdos y los remordimientos, por los fracasos y las tristezas. Hombres y mujeres curvados por la falta de salud y por los años.

   -"Al verla la llamó Jesús y le dijo "Mujer, quedas libre de tu enfermedad". Le impuso las manos, y en el acto la mujer se enderezó". Contemplo esa escena: Jesús "de pie" junto a esa mujer "enferma". Antes de que ella le hiciera petición alguna, Jesús toma la iniciativa: pone las manos sobre la espalda encorvada, y al instante le queda enderezada ¡Señor, enderézanos! ¡Señor endereza a todos los que van siempre inclinados hacia el suelo!

   -"Y empezó a alabar a Dios." A lo largo de toda esa narración se descubre un nuevo sentido del sábado: pasa a ser el día del Señor Jesús, el día de la nueva dignidad de los hijos e hijas de Dios. Es el día de la alabanza, de la "eucaristía", de la acción de gracias a Dios. La misa, ¿es para mí, una acción de gracias? ¿Cuáles son mis motivos de alabar a Dios?

   -"Intervino el jefe de la sinagoga indignado porque Jesús había curado en sábado: "¡Hay seis días de trabajo! ¡Venid esos días a que os curen, y no los sábados!" El Señor replicó: "¡Hipócritas! Cualquiera de vosotros, aunque sea sábado, desata del pesebre el buey o el asno, y lo lleva a abrevar..." Jesús no sigue los protocolos del sábado, apela al buen sentido. La Ley ha de ser siempre humana. "No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre", dijiste, Señor, para no divinizar ni siquiera las leyes más santas. "El hombre es el camino para la Iglesia", dijo Juan Pablo II. La ley proponía el "descanso del sábado" precisamente por consideraciones de orden absolutamente humanitario y social, teniendo en cuenta a los empleados de la casa y aun al ganado: "El séptimo día descansarás, para que reposen tu buey y tu asno y tengan un respiro el hijo de tu sierva y el forastero" (Dt 5,14; Ex 23,12). Efectivamente, Señor, nuestro mundo de hoy tiene mucha necesidad de "respirar", de tomarse un descanso. Ayúdanos a restituir ese sentido a cada uno de nuestros domingos. Día de alegría. Día en el que se acaba la Creación, el "séptimo día", el día del gran reposo de Dios (Gn 2,14) Y ¿sabemos procurar para los demás, a nuestro alrededor, ese espacio de "respiro" y de libertad? Domingo, día de liberación, día de la redención de Jesús, día de "salvación".

   -"Y a ésta, que es hija de Abraham, y que Satán ató hace ya dieciocho años, ¿no había que soltarla de sus cadenas...?" Líbranos, Señor, de todas nuestras cadenas, de todas nuestras esclavitudes.

   -"Según iba diciendo esto se abochornaban sus adversarios, mientras toda la gente se alegraba de tantos portentos como hacía". Haz que seamos sencillos, como la gente que sabe "maravillarse". ¡Que jamás no falle una ocasión de maravillarme de ti! (Noel Quesson).

   -"¡Levántate!" Y por eso se nos acerca el mismo Dios en Cristo Jesús: para quitarnos todas las cargas y los yugos: "Venid a mí...» (Mt 11,28). Y extiende su mano para levantar a los que están postrados, con el imperativo: «Levántate», sea a la suegra de Pedro (Mc 1,30-31), sea a la hija de Jairo (Mc 5,41 = Talita Kum), sea a la mujer encorvada. Levántate. A Dios le gusta vernos de pie. Si hay alguna fuerza que te oprime y de la que no eres capaz de liberarte, di a Cristo que extienda su mano sobre ti y diga con fuerza su palabra: "KUM, levántate" (Caritas).

   Lucas siempre muestra esa predilección de Jesús por los pobres, los que están oprimidos, y concretamente por la condición femenina de aquellos tiempos. Para levantar la mirada de toda esclavitud o discriminación, y poder mirar al cielo.

   "Así encontró el Señor a esta mujer que había estado encorvada durante dieciocho años: no se podía erguir. Como ella -comenta San Agustín- son los que tienen su corazón en la tierra". Muchos pasan la vida entera mirando a la tierra, atados por la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida (1 Juan 2, 16). La concupiscencia de la carne impide ver a Dios, pues sólo lo verán los limpios de corazón (Mt 5,8). La concupiscencia de los ojos, una avaricia de fondo, nos lleva a no valorar sino lo que se puede tocar: los ojos se quedan pegados a las cosas terrenas, y por lo tanto, no pueden descubrir las realidades sobrenaturales y llevan a juzgar todas las circunstancias sólo con visión humana. Ninguno de estos enemigos podrá con nosotros si continuamente suplicamos al Señor que siempre nos ayude a levantar nuestra mirada hacia Él. Cuando, mediante la fe, tenemos la capacidad de mirar a Dios, comprendemos la verdad de la existencia: el sentido de los acontecimientos, la razón de la cruz, el valor sobrenatural de nuestro trabajo, y cualquier circunstancia que, en Dios y por Dios, recibe una eficacia sobrenatural. El cristiano adquiere una particular grandeza de alma cuando tiene el hábito de referir a Dios las realidades humanas y los sucesos, grandes o pequeños, de su vida corriente. Acudamos a la misericordia del Señor para que nos conceda ese don vivir de fe, para andar por la tierra con los ojos puestos en el Cielo, en Él, en Jesús (Francisco Fernández Carvajal).

Llucià Pou Sabaté

sábado, 26 de octubre de 2024

Domingo de la 30ª semana (B).Jesús cura a los ciegos y nos da luz para que podamos ver cuando no somoscapaces.

Domingo de la 30ª semana (B). Jesús cura a los ciegos y nos da luz para que podamos ver cuando no somos capaces.

 

A. Lecturas:

   1. Jeremías 31,7-9. Así dice el Señor: «Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito.»

   2. Salmo 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.

   Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

   Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

   Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.

    3. Hebreos 5,1-6. Hermanos: Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, se gún el rito de Melquisedec.»

   4. Marcos 10,46-52: "En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: - «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.» Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: - «Hijo de David, ten compasión de mí.» Jesús se detuvo y dijo: - «Llamadlo.» Llamaron al ciego, diciéndole: - «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: - «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le contestó: - «Maestro, que pueda ver.» Jesús le dijo: - «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino".

 

B. Comentario:

   1. Jeremías dice de parte de Dios unas palabras de consuelo, que curará ciegos y cojos. "Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos… Seré un padre para Israel". Es un himno de alegría, la marcha llorosa del pueblo se cambia en un volver gozoso, el llanto se transforma en alegría, por el gran amor de Dios hacia Israel. Hay momentos oscuros en los que parece que Dios calla, se oculta... pero nunca se olvida: Dios es siempre fiel con su pueblo. Y ésta debe ser también la razón de nuestra alegría. Cuando nosotros sintamos la tristeza, el abandono, hemos de creer –saber-  que Dios sigue ahí a nuestro lado y no tener miedo. Es el buen pastor que cuida de los que van despistados y se preocupa de que nadie se quede en el camino. El corazón de Dios es el de un padre que nos quiere con locura, es Padre de Israel.

   2. El Salmo recuerda cómo "el Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres": "nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares", y es que uno canta cuando está contento, porque con Dios vamos bien, aunque a veces lo hemos pasado mal: "los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas". Es un cantar para la fiesta de la cosecha, cuando todo es alegría, y así el torrente de agua viva que hace florecer toda la tierra en primavera, hace que las semillas del grano de trigo que mueren bajo tierra den lugar al nacimiento a la alegría de las cosechas. Esto recuerda la salida de la esclavitud de Egipto y la conquista de la tierra prometida, la cárcel de Babilonia y la liberación y reconstrucción de Jerusalén, y la única verdadera "liberación" que es la Pascua de Jesús. Jesús habla de la "semilla" muchas veces, y del grano de trigo y de sembrar y de dar fruto. Ante los fracasos hemos de pensar que Jesús está ahí, en nuestro corazón, y que nos dice "venga, no te rajes, que tú puedes", y con su fortaleza damos un paso más, y aquello se va haciendo como una bola de nieve, que al principio cuesta, pero se va volviendo más grande, y lo que costaba mucho ya no nos cuesta: estudiar, pedir perdón, hacer las paces, o lo que sea… nos vamos haciendo más fuertes, más bondadosos, con un corazón cada vez más grande, si lo hacemos todo con Jesús, que no quiere que nos amarguemos cuando algo no nos sale sino que lo arreglemos enseguida con humildad, con alegría, volviendo a comenzar enseguida.

   Nuestra esperanza no es la vaga esperanza de que las cosas se arreglarán algún día, en el cielo… Es la certeza de que Dios "está en acción" para curarnos hoy, cada día, está haciendo madurar la cosecha. Dios quiere sólo nuestra colaboración. La salvación es un "don gratuito". Entonces la risa llena nuestra boca, ¡el canto nuestra lengua! La admiración y belleza de este canto continúan en el de la Virgen después de la Anunciación cuando exclama: "porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso". Y hará grandes cosas con nosotros si le dejamos hacer: "nos parecía soñar".

   3. La Carta a los Hebreos nos dice esta semana que Jesús ha sido proclamado por Dios: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», y «Tú eres sacerdote eterno.» Es el sacerdocio de Cristo, y de ahí viene que somos con Él sacerdotes. Cuando yo vivía en Roma un seminarista amigo, alemán, me decía que ser sacerdote es lo más importante que se puede ser en la vida. Le dije que celebrar Misa era lo más alto, pero que la santidad no era eso, que mi madre era mucho más santa que yo y no era sacerdote. Eso le hizo pensar y no confundir dos cosas: misión de cada uno en la Iglesia, la función que tenemos, y la importancia de la santidad que está en otra cosa, en el amor, porque entonces sería menos importante una mujer por no poder ser sacerdote. Lo esencial en la Iglesia es la santidad, como vemos en María Virgen.

   Lo más importante en mi vida es mi ser hijo de Dios, mi sacerdocio real, lo que aprendí de mi madre: procurar tener buen corazón, hacer el bien, y para eso, rezar a mi Dios, a mi Jesús. Las oraciones aprendidas de mi madre, al levantarme y acostarme, tratar a Jesús y María, y pedir ayuda a mi ángel de la guarda, cosas que aunque abandonemos en algún momento nunca olvidaremos. La Misa de los domingos en familia, la primera comunión y las siguientes con una preparación exquisita, por parte de la parroquia. Cuando vemos que la gente nos quiere, nos sentimos en casa, y nos quedamos con ellos. Esto es lo que pasó con Jesús y la Iglesia, la familia de los cristianos, los amigos de Dios. Y algunos de estos son sacerdotes para seguir lo que Jesús nos dejó, los Sacramentos. Este año está dedicado a rezar por los sacerdotes, y podemos hacer una oración especial por ellos, y para que haya más y sobre todo sean santos, buenos.

   4. El Evangelio nos dice que Jesús sale de Jericó camino de Jerusalén. Va con sus discípulos y más gente. De pronto se escuchan unos gritos. Es un mendigo ciego que, desde el borde del camino, se dirige a Jesús: «Hijo de David, ten compasión de mí». Su ceguera le impide disfrutar de la vida como los demás. Él nunca podrá peregrinar hasta Jerusalén. El mendigo ciego Bartimeo está sentado en el camino de la vida. Entonces los caminos eran los lugares de paso; por tanto, todos los que deseaban encontrarse con la gente iban a los caminos. Jesús camina con nosotros. Al oír que pasaba Jesús, lo llama por su nombre: Jesús, Hijo de David.

   Decir el Nombre de Jesús salva. "Esta invocación de fe bien sencilla ha sido desarrollada en la tradición de la oración bajo formas diversas en Oriente y en Occidente. La formulación más habitual, transmitida por los espirituales del Sinaí, de Siria y del Monte Athos es la invocación:  «Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ¡ten piedad de nosotros, pecadores!» Conjuga el himno cristológico de Flp 2,6-11 con la petición del publicano y del mendigo ciego. Mediante ella, el corazón está acorde con la miseria de los hombres y con la misericordia de su Salvador" (2667).

   Jesús se acerca, a pesar de que la gente trata de alejar al ciego del Señor. San Josemaría comentaba con frecuencia esta escena: "¿No te entran ganas de gritar a ti, que estás también parado a la vera del camino, de ese camino de la vida… a ti, que te faltan luces…: Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí? ¡Qué hermosa jaculatoria, para que la repitas con frecuencia!".

   "Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: - «Hijo de David, ten compasión de mí.» Jesús se detuvo y dijo: - «Llamadlo.» Llamaron al ciego, diciéndole: - «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús" A veces hemos de dejar cosas, para seguir mejor a Jesús, porque cargados de tonterías no podemos seguirle.... y "comienza un diálogo divino, un diálogo de maravilla, que conmueve, que enciende, porque tú y yo somos ahora Bartimeo. Abre Cristo la boca divina y pregunta: …"¿qué quieres que te conceda?" Y el ciego: "Maestro, ¡que vea!"… Yo no puedo dejar de recordar que, al meditar este pasaje muchos años atrás, al comprobar que Jesús esperaba algo de mí -¡algo que yo no sabía qué era!-, hice mis jaculatorias. Señor, ¿qué quieres?, ¿qué me pides? Presentía que me buscaba para algo nuevo y Maestro, que vea- me movió a suplicar a Cristo, en una continua oración: Señor, que eso que Tú quieres, se cumpla… Ahora es a ti, a quien habla Cristo. Te dice: ¿qué quieres de Mí? ¡Que vea, Señor, que vea! Y Jesús: anda, que tu fe te ha salvado. E inmediatamente vio y le iba siguiendo por el camino.

   Seguirle en el camino. Tú has conocido lo que el Señor te proponía, y has decidido acompañarle en el camino. Tú intentas pisar sobre sus pisadas, vestirte de la vestidura de Cristo, ser el mismo Cristo: pues tu fe, fe en esa luz que el Señor te va dando, ha de ser operativa y sacrificada… hemos de andar a su ritmo con obras llenas de generosidad, arrancando y soltando lo que estorba." Muchas veces vemos ejemplos de personas que por encima de sus intereses ayudan a los demás; Jesús está ahí, en esas personas, enseñándonos que la vida se vive mejor com-partiendo que com-pitiendo.

Llucià Pou Sabaté

 

 

 

 

Sábado de la 29ª semana (par). No dependemos de la impaciencia de los hombres, ni de los poderes del mal, sino del amor de Dios, que con paciencia nos va guiando hacia nuestra salvación

Sábado de la 29ª semana (par). No dependemos de la impaciencia de los hombres, ni de los poderes del mal, sino del amor de Dios, que con paciencia nos va guiando hacia nuestra salvación

 

A. Lecturas:

   1. Efesios (4,7-16): A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: «Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres.» El «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados al retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo nutren, actuando a la medida de cada parte, se procura el crecimiento del cuerpo, para construcción de sí mismo en el amor

   2. Salmo 121,1-2.3-4a.4b-5: ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.

   Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor.

   Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.

   3. Lucas 13,1-9: "En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» Y les dijo esta parábola: -«Uno tenla una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas"»".  

 

B. Comentario:

   1. Prosiguiendo la meditación de ayer, Pablo nos propone contemplar a la Iglesia como "signo e instrumento" de esta ascensión de la humanidad «hacia la unidad de Dios»: -"Descendió... Luego subió a lo más alto de los cielos para llenarlo todo, para dar al universo su plenitud". Todo el itinerario de Cristo -su descenso a lo más hondo de la condición humana, y su ascensión a lo más alto de la señoría divina- tiene por finalidad, dice san Pablo, de «dar al universo su plenitud».

   No se repetirá nunca bastante que: los cristianos, la Iglesia, tienen en sus manos el proyecto de Dios. ¿Cómo explicar que, con tanta frecuencia estrechemos, achiquemos, recortemos, reduzcamos a polvo nuestra vida?

   El futuro de la humanidad, la plenitud del universo están en Cristo: o bien la humanidad se dislocará en una especie de autodestrucción... o bien se construirá en la armonía de un solo Cuerpo... Esta es su oportunidad.

   -"Él mismo «dio» a unos el ser apóstoles, a otros, profetas; a otros evangelizadores; a otros pastores y maestros. Así cada fiel ocupará su lugar en orden a las funciones de su ministerio y para edificación del Cuerpo de Cristo". ¡Cada uno tiene un papel, en esa construcción del porvenir del universo! ¿Cuál es mi papel? No tiene que haber un papel mundano, por ejemplo una concepción política por parte de la jerarquía, sino que tiene que haber obispos en países de sistema «socialista», y en el seno de un sistema «liberal». Obispos americanos en comunión con obispos polacos, obispos árabes con obispos de raza judía.

   Tampoco tiene más importancia el que es ordenado sacerdote, y la mujer tenga por eso menos importancia. Lo que importa en la Iglesia –lo que debería importar- es el amor.

   -"Al final llegaremos todos a la unidad de la fe y al conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombres «adultos», a la madurez de la plenitud de Cristo". La Iglesia conduce poco a poco a la humanidad hacia su «madurez»... en la medida, precisamente, en que construye la «cohesión», la «comunión». Por el contrario, todos los que «dividen», todos los falsos doctores que se «dejan llevar a la deriva por todas las corrientes ideológicas, a gusto de las gentes que se burlan de los demás y que emplean la astucia para llevarlos al error», estos mantienen a la humanidad en un estado de «infantilismo».

   -"Viviendo en el amor, creceremos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo: de quien todo el cuerpo recibe trabazón y coherencia". Y nada lo detendrá. Pero ¿participo yo en ello? (Noel Quesson).

   2. Estamos con Dios cuando vivimos en el amor, y entonces cantamos con el salmo: "¡Qué alegría cuando me dijeron: / "Vamos a la casa del Señor"! / Ya están pisando nuestros pies / tus umbrales, Jerusalén."

   3. Jesús, ayer nos hablaste de saber interpretar los signos de los tiempos. Hoy nos pones dos ejemplos. Pilato aplasta una revuelta de galileos cuando estaban sacrificando en el Templo, mezclando su sangre con la de los animales que ofrecían. Sabemos por Flavio Josefo que ese u otro hecho es real, que fue así dominado con violencia. Tampoco sabemos más de ese accidente, el derrumbamiento de un muro de la torre de Siloé, que aplastó a dieciocho personas:

   -"En aquel momento llegaron algunos que le contaron lo de los Galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Y aquellas dieciocho personas que murieron aplastadas al desplomarse la torre de Siloé..." Jesús, no juzgas como los antiguos, que los males son castigo divino. Superas esta visión, que también tiene el pueblo judío, y en continuidad con la revelación de la resurrección de la carne que poco tiempo antes ya creían, y nos dices que habrá otra vida con una justicia plena, y aquí del mal saca Dios un bien. También nos indicas que todos tenemos que convertirnos, para que así la muerte, sea cuando sea, nos encuentre preparados.

   Todo lo que acaece puede ser portador de un mensaje; es un signo, si sabemos hacer su lectura en la Fe. Tal enfermedad, tal fracaso, tal éxito, tal solicitud, tal amistad, tal responsabilidad, tal accidente, tal hijo que nos da preocupación o alegría, tal esposo, tal esposa, tal gran corriente contemporánea... Todo es "signo". ¿Qué quiere Dios decirnos a través de esas cosas?

   -"¿Pensáis que aquellos Galileos eran más pecadores que los demás? ¡Os digo que no!; y si no os enmendáis, todos vosotros pereceréis también". Se creía que las víctimas de una desgracia recibían así el castigo por sus pecados. Es una manera simplista de ver la historia. Todos nuestros males o los de nuestros vecinos son signos de la fragilidad humana; no hay que abandonarse a una seguridad engañosa... vamos hacia nuestro "fin"... es urgente tomar posición. La "revisión de vida" sobre los acontecimientos no tiene que llevarnos a juzgar a los demás -es demasiado fácil- sino a una conversión personal.

   Hay también otra explicación de las palabras de Jesús: que esos hombres que murieron no eran malos. Simplemente eligieron el camino equivocado; además, si la multitud toma ese camino, le va a ocurrir igual. Precisamente esto fue lo que ocurrió en el año 75 d.C. cuando algunos fanáticos nacionalistas se rebelaron contra Roma. Su mentalidad posesiva y opresora los llevó a interminables luchas internas que le facilitaron el triunfo a Roma. Jesús les advierte: no es el éxito armado lo que garantiza una victoria sobre el sistema vigente, sino el cambio de mentalidad en las personas y en la comunidad. De lo contrario, la violencia seguirá reproduciéndose y la guerra, entonces como ahora, será despiadada e interminable. Jesús llama al Pueblo de Dios para que no se convierta en una higuera estéril, sino que se transforme en un árbol que de abundantes frutos de solidaridad, justicia e igualdad. Por eso, advierte al pueblo que tiene un breve tiempo, en el que Dios espera que la higuera de los frutos que le corresponden. Terminado el tiempo, Dios decidirá qué hacer con ella. Así, el Pueblo tiene que entender que el tiempo no es indefinido, sino que debe comenzar aquí y ahora a cambiar su manera de pensar y a transformar su manera de actuar (servicio bíblico latinoamericano).

   -"Jesús añadió esa parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar higos y no encontró. Entonces dijo al viñador: "Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto de esta higuera y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a agotar la tierra?"" Siempre es cuestión de urgencia. ¿Soy una higuera estéril para Dios, para mis hermanos?

   -"Pero el viñador le contestó: "Señor, déjala todavía este año, entretanto yo cavaré y le echaré estiércol. Quizá dará fruto de ahora en adelante"". Tenemos aquí un elemento capital de apreciación de los "signos de los tiempos": ¡la paciencia de Dios! La intercesión de ese viñador es una línea de conducta para nosotros. Tan necesario es no perder un minuto en trabajar para nuestra propia conversión como ser nosotros muy pacientes con los demás e interceder a favor de ellos. Tenemos siempre tendencia a juzgar a los demás demasiado aprisa y desconsideradamente. Jesús nos pone como ejemplo a ese viñador que no escatima sus energías: cava, pone abono. Seguramente Jesús, compartiendo la vida dura de los pobres cultivadores galileos, debió también hacer ese humilde trabajo en el cercado de su viña familiar. Contemplo a Jesús cavando la tierra de una higuera que no quería dar fruto. Todo un símbolo de Dios hacia nosotros. Jesús, hoy todavía, se porta así conmigo. Gracias, Señor.

   Benedicto XVI habla mucho de que el mundo lo pierde la impaciencia de los hombres (nuestras precipitaciones) y lo gana la paciencia de Dios (ahí, en la Cruz, Jesús, indefenso, consigue ganar nuestro corazón). La paciencia todo lo alcanza…

   La paciencia de Dios contrasta con nuestra impaciencia. Queremos ver pronto los resultados, que todo se arregle en un instante, que se acabe de golpe con el mal. Y la vida no es así: se crece lentamente, se madura lentamente, no siempre se da el fruto deseado. Hay que saber, por tanto, adoptar una actitud de espera activa y positiva, como la de aquel viñador que dio un plazo más a la higuera y dejó abierta la puerta a la esperanza de una cosecha abundante de higos, haciendo mientras tanto lo que estaba de su parte: cavar y echar estiércol (servicio bíblico latinoamericano).

   -"Si no, la cortas." "Un año" aún ante mí, para dar fruto... El Final de los tiempos se acerca... ha empezado.... ¡Señor, que sepa utilizar bien el tiempo que tú me das! (Noel Quesson).

   La muerte también es un misterio, y no es Dios quien la manda como castigo de los pecados ni "la permite" a pesar de su bondad. En su plan no entraba la muerte, pero lo que sí entra es que incluso de la muerte saca vida, y del mal, bien. Desde la muerte de Cristo, también trágica e injusta, toda muerte tiene un sentido misterioso pero salvador. Jesús nos enseña a sacar de cada hecho de estos una lección de conversión, de llamada a la vigilancia. Somos frágiles, nuestra vida pende de un hilo: tengamos siempre las cosas en regla, bien orientada nuestra vida, para que no nos sorprenda la muerte, que vendrá como un ladrón, con la casa en desorden. Lo mismo nos dice la parábola de la higuera estéril. ¿Podemos decir que damos a Dios los frutos que esperaba de nosotros?, ¿que si nos llamara ahora mismo a su presencia tendríamos las manos llenas de buenas obras o, por el contrario, vacías? Una última reflexión: ¿tenemos buen corazón, como el de aquel viñador que "intercede" ante el amo para que no corte el árbol?, ¿nos interesamos por la salvación de los demás, con nuestra oración y con nuestro trabajo evangelizador? ¿Somos como Jesús, que no vino a condenar, sino a salvar? Con nosotros mismos, tenemos que ser exigentes: debemos dar fruto. Con los demás, debemos ser tolerantes y echarles una mano, ayudándoles en la orientación de su vida (J. Aldazábal).

 

Llucià Pou Sabaté

Viernes de la 29ª semana (par). Jesús nos ayuda a entender los signos de los tiempos, a ver la salvación, en acoger la llamada divina

Viernes de la 29ª semana (par). Jesús nos ayuda a entender los signos de los tiempos, a ver la salvación, en acoger la llamada divina

 

A. Lecturas:

   1. Efesios (4,1-6): Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

   2. Salmo 23,1-2.3-4ab.5-6: Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.

   ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos.

   Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

   3. "En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: -«Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo» (Lucas 12,54-59).  

 

B. Comentario:

   1. La carta de Efesios insiste en esa vida de hijos de Dios: -"Yo, preso por Cristo, os exhorto a que viváis de una manera digna de la vocación a la que habéis sido llamados..." Pablo, «cautivo de una causa divina», anima a sus fieles a mantenerse firmes.

   -"Todo con mucha humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros por amor... Reunidos en la paz, poniendo empeño en conservar la unidad en un mismo Espíritu". La fe no es sólo una idea hermosa y justa, es una convicción que compromete todo su ser, y que le obliga a adoptar unos comportamientos muy concretos, muy prácticos en la vida corriente... en particular en el ámbito de las relaciones humanas elementales. Humildad, Dulzura, Paciencia, Ayuda mutua.

   Cuidado de conservar la unidad. Señor, ayúdame a mirar mi vida cotidiana desde este ángulo.

   -"Un solo Cuerpo... Un solo Espíritu... Un solo Dios y Padre..." Fórmula Trinitaria: la exigencia de la unidad de todos los hombres es absoluta, esencial... el secreto de la «unidad» del género humano procede de la vida común de las Tres divinas personas. En el esquema sobre la Iglesia, el Concilio Vaticano II ha revalorizado esta convicción: «La Iglesia es el sacramento, es decir, el «signo» e «instrumento» de la intima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano... Las condiciones de estos tiempos añaden a este deber de la Iglesia una nueva urgencia. Es preciso que todos los hombres, unidos hoy más íntimamente entre ellos por toda clase de relaciones sociales, técnicas y culturales, consigan también la plena unidad en Cristo» (Lumen Gentium 1).

   «La Iglesia se manifiesta como una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (ibid, 4). Quiero contemplar, Señor, tu Dinamismo Trinitario obrando en el mundo: el progreso de toda solidaridad, de todo trabajo en equipo, de todo acuerdo entre gentes que no se entendían, de todo compromiso al servicio de los demás, de todo servicio prestado... etc. Dios está allí donde «varios forman uno solo». Quisiera, Señor, que toda mi vida concreta, humilde, modesta, pequeña, cotidiana, marchase en el sentido de tu Dinamismo Trinitario.

   -"Cristo... El Espíritu... El Padre..." La labor de Cristo, en el Espíritu, hasta el Padre. La humanidad se remonta hacia la unidad (Noel Quesson).

   -"Una sola esperanza... Una sola fe... Un solo bautismo..." Una sola vocación, en la Iglesia, que se concreta en el lugar donde cada uno estamos, en ese diálogo entre Dios y el hombre que es la historia.

   2. El salmo nos muestra el Señor del que "es la tierra y cuanto la llena, / el orbe y todos sus habitantes: / él la fundó sobre los mares, / él la afianzó sobre los ríos". Ante él está "el hombre de manos inocentes / y puro corazón, / que no confía en los ídolos". En la liturgia pedimos al Padre: "danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado" (Plegaria V b), y también que "crezcamos en la fidelidad al evangelio, que nos preocupemos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres" (Plegaria V c).

   3. Jesús, hoy nos quieres hacer entender que hay quien niega lo previsible:  -"Cuando veis subir una nube por el poniente decís enseguida: "Tendremos lluvia", y así sucede. Cuando sopla el viento sur decís: "Hará calor", y así sucede". Por medio de esas palabras, Jesús reprocha a sus conciudadanos no saber interpretar los "signos de los tiempos", cuando son perfectamente capaces de interpretar los signos meteorológicos. La Iglesia contemporánea cuida especialmente de ser fiel a esa invitación de Jesús. En el Concilio Vaticano II decía: "Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura... Es necesario, por ello, conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el rasgo dramático que con frecuencia le caracteriza.

   -"¡Hipócritas! si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo es que no sabéis interpretar el "momento presente"? Los hombres del campo y del mar, mirando el color y la forma de las nubes y la dirección del viento, tienen un arte especial, a veces mejor que los meteorólogos de profesión, para conocer el tiempo que va a hacer. Pero los judíos no tenían vista para "interpretar el tiempo presente" y reconocer en Jesús al Enviado de Dios, a pesar de los signos milagrosos que les hacía. Jesús les llama "hipócritas": porque sí que han visto, pero no quieren creer.

   La ofuscación no era exclusiva de los contemporáneos de Jesús. Hay algunos muy hábiles en algunas cosas y necios y ciegos para las importantes. Espabilados para lo humano y obtusos para lo espiritual. Cuando Jesús se queja de esta ceguera voluntaria, emplea la palabra "kairós" para designar "el tiempo presente". "Kairós" significa tiempo oportuno, ocasión de gracia, momento privilegiado que, si se deja escapar, ya no vuelve. Nosotros ya reconocemos en Jesús al Mesías. Pero seguimos, tal vez, sin reconocer su presencia en tantos "signos de los tiempos" y en tantas personas y acontecimientos que nos rodean, y que, si tuviéramos bien la vista de la fe, serían para nosotros otras tantas voces de Dios.

   Voces quizá ocultas bajo las ansias de libertad que tienen los pueblos, la solidaridad con los más injustamente tratados, la defensa de los valores ecológicos de la naturaleza, el respeto a los derechos humanos, la revalorización de la mujer en la sociedad y de los laicos en la Iglesia... Podríamos preguntarnos hoy si tenemos una "visión cristiana" de la historia, de los tiempos, de los grandes hechos de la humanidad y de la Iglesia, viendo en todo un "kairós", una ocasión de crecimiento en nuestra fe (J. Aldazábal).

   El Concilio ha reconocido algunos "signos de los tiempos" esenciales. He ahí algunos: - la solidaridad creciente de los pueblos (A.S.,14) - el ecumenismo (D. Ecum. 4) - la preocupación por la libertad religiosa (L.R.15) - la necesidad del apostolado de los laicos (A.L.I). "Movido por la fe que le impulsa a creer que quien le conduce es el Espíritu del Señor, que llena el universo, el pueblo de Dios se esfuerza en discernir en los acontecimientos, las exigencias y los deseos que le son comunes con los demás hombres de nuestro tiempo y cuáles son en ellos las señales de la presencia o de los designios de Dios" (G.S. 11).

   "¡Darnos cuenta" del momento en que nos encontramos! Dios conduce la historia, Dios sigue actuando hoy. Más que dolernos añorando la Iglesia del pasado... Más que evadirnos soñando la Iglesia de mañana... Es preciso, según la invitación de Jesús, "darnos cuenta del momento en que nos encontramos". Sus contemporáneos en la Palestina de aquella época no supieron aprovechar la actualidad prodigiosa del tiempo excepcional que estaban viviendo. ¿Y nosotros? La finalidad de la "revisión de vida" es tratar, humildemente de "reconocer" la acción de Dios en los acontecimientos, en nuestras vidas... para "encontrarlo" y participar en esa acción de Dios... a fin de "revelarlo", en cuanto fuere posible, a los que lo ignoran. Señor, ayúdanos a vivir los menores acontecimientos de nuestras vidas, como los mayores, a ese nivel. Reconocer participar, revelar tu obra actual.

   -"Y ¿por qué no juzgáis vosotros mismos lo que se debe hacer?" El tiempo en el que "yo" estoy viviendo es el único verdaderamente decisivo para mí. "Juzgad vosotros mismos"... Nadie, nadie más que yo puede ponerse en mi lugar para esa opción.

   -"Cuando vas con tu contrincante a ver al magistrado, haz lo posible para librarte de él mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel..." En Mateo, esa misma parábola (Mt 5,25) servía para insistir sobre el deber de la caridad fraterna. Lucas coloca esa parábola en una serie de consejos de Jesús sobre la urgencia de la conversión: no hay que dejar para mañana la "toma de posición", el discernimiento de los "signos de los tiempos" (Noel Quesson).

   Los signos de los tiempos: El Señor sigue pasando cerca de nuestra vida, con suficientes referencias, y cabe el peligro de que en alguna ocasión no lo reconozcamos. Se hace presente en la enfermedad o en la tribulación, en las personas con las que trabajamos o en las que forman nuestra familia, en las buenas noticias esperando que le demos las gracias. Nuestra vida sería bien distinta si fuéramos más conscientes de la presencia divina y desaparecería la rutina, el malhumor, las penas y las tristezas porque viviríamos más confiados de la Providencia divina. La fe se hace más penetrante cuanto mejores son las disposiciones de la voluntad. Cuando no se está dispuesto a cortar con una mala situación, cuando no se busca con rectitud de intención sólo la gloria de Dios, la conciencia se puede oscurecer y quedarse sin luz para entender incluso lo que parece evidente. Si la voluntad no se orienta a Dios, la inteligencia encontrará muchas dificultades en el camino de la fe, de la obediencia o de la entrega al Señor (J. Piepper, La fe, hoy).

   La limpieza de corazón, la humildad y la rectitud de intención son importantes para ver a Jesús que nos visita con frecuencia. Rectifiquemos muchas veces la intención: ¡para Dios toda la gloria! Todos vamos por el camino de la vida hacia el juicio. Aprovechemos ahora para olvidar agravios y rencores, por pequeños que sean, mientras queda algo de trayecto por recorrer. Descubramos los signos que nos señalan la presencia de Dios en nuestra vida. Luego, cuando llegue la hora del juicio, será ya demasiado tarde para poner remedio. Este es el tiempo oportuno de rectificar, de merecer, de amar, de reparar, de pagar deudas de gratitud, de perdón, incluso de justicia. A la vez, hemos de ayudar a otros que nos acompañan en el camino de la vida a interpretar esas huellas que señalan el paso del Señor cerca de su familia, de su trabajo... Hemos de saber descubrir a Jesús, Señor de la historia, presente en el mundo, en medio de los grandes acontecimientos de la humanidad, y en los pequeños sucesos de los días sin relieve. Entonces sabremos darlo a conocer a los demás (Francisco Fernández Carvajal).

Llucià Pou Sabaté

Jueves de la 29ª semana (par). Jesús no quieres una falsa tranquilidad, sino la paz consecuencia de la lucha por vivir como hijos de Dios

Jueves de la 29ª semana (par). Jesús no quieres una falsa tranquilidad, sino la paz consecuencia de la lucha por vivir como hijos de Dios

 

A. Lecturas:

   1. Efesios (4,7-16): A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: «Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres.» El «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados al retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo nutren, actuando a la medida de cada parte, se procura el crecimiento del cuerpo, para construcción de sí mismo en el amor

   2. Salmo 121,1-2.3-4a.4b-5: ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.

   Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor.

   Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.

   3. "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres Contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra»" (Lucas 12,49-53).  

 

B. Comentario:

   1. La carta a los Efesios nos propone hoy nuestra filiación divina: -"Doblo mis rodillas ante el Padre, que es la fuente de toda paternidad". «Doblar las rodillas» para prosternarse: los judíos podían orar de pie, sentados, y se arrodillan -con todo el cuerpo inclinado hasta el suelo- para adorar. Por eso, no es cierto lo que dicen los que quitan reclinatorios de las iglesias diciendo que los primeros cristianos no se arrodillaran. Además, a los orientales les es grato siempre este gesto profundo para expresar una intensa adoración.

   …«Dios fuente de toda paternidad en el cielo y en la tierra»: gracias, oh Padre de habernos hecho partícipes de tu propia alegría de ser «padre», de ser «madre». En todo hombre, en toda mujer que ama y da la vida Dios está presente. Toda paternidad (biológica, espiritual) va unida a esa paternidad escondida de Dios.

   -"Que seáis fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior". Potencia, fuerza. Dones divinos. ¡Haznos fuertes con tu fuerza, Señor! «El hombre interior» es esta parte de nosotros mismos que está bajo la influencia del Espíritu... y que se renueva de día en día, aun cuando «el hombre exterior» vaya «decayendo» (2 Corintios,4-16) "En "mi interior" ciertamente me complazco en la Ley de Dios, pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la ley del pecado" (Romanos,7-22)

   ¡Oh Señor! Afianza en mí a «ese hombre», a ese hombre que ama, que es generoso y acogedor, a ese hombre casto, comprometido en el servicio de todos, a ese hombre conducido por tu Espíritu... a pesar del «otro hombre» que bulle también en el fondo de mí mismo, el hombre egoísta, mezquino, cerrado, impuro, perezoso, indócil...

   -"Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones". He ahí el verdadero hombre: «el hombre interior», en mí, es cierta reproducción, cierta connivencia... un Cristo que se desarrolla en el hondón de mi vida. ¡Qué sea así verdaderamente, Señor!

   -"Permaneced arraigados en el amor... Cimentados en el amor..." "El hombre interior", el Cristo interior es, concretamente, el amor. Dios es amor. Ser amado por el Espíritu de Dios es amar.

   -"Así seréis capaces de comprender cual es «la anchura» y «la longitud», «la altura» y «la profundidad»..." Conoceréis el amor de Cristo que excede a todo conocimiento. ¡Entonces seréis colmados hasta la total Plenitud de Dios! Un amor infinito, que nunca se acaba. Un amor inmenso, inconmensurable. Un amor «amplio». Un amor «extenso». Un amor «elevado». Un amor «profundo». Me dejo impregnar por esas imágenes.

   «¡Conoceréis... lo que excede a todo conocimiento!» Conocer afectivamente, con el corazón. Conocer el amor de Cristo: saborear, adivinar intuitivamente, pasando largos momentos con aquel a quien se quiere conocer (Noel Quesson).

   San Agustín nos explica su propia piedad uniendo este texto a san Juan (Ef 3,18 y Jn 14,9): «El que ha conocido cuál sea la altura y anchura, lo largo y profundo de la caridad de Cristo que sobrepuja todo conocimiento, ése ve a Cristo y ve también al Padre.» Y dice: «Yo suelo entender así las palabras del apóstol Pablo: la anchura significa las buenas obras de amor al prójimo, la largura es la perseverancia hasta el fin, la altura la esperanza de la recompensa celeste, la profundidad el designio inescrutable de Dios por el que esta gracia llega a los hombres». La existencia cristiana abarca estas cuatro dimensiones representadas en la cruz, que así se convierte realmente en fórmula fundamental de la vida cristiana. La anchura es el palo transversal, en que están extendidas las manos del Señor en un gesto en que son una sola cosa inseparable la adoración y el amor a los hombres. La largura es la parte del palo vertical que corre hacia abajo desde el palo transversal, en que cuelga el cuerpo como símbolo de la perseverancia paciente y generosa. La altura es la parte del palo vertical que lleva hacia arriba desde el palo transversal, en que se apoya la cabeza como signo de la esperanza que apunta hacia arriba. La profundidad, finalmente, significa la parte de la cruz hundida en la tierra, que lo sostiene todo; así indica el libre designio de Dios, único que funda en absoluto la posibilidad de que el hombre se salve. Y en la Cruz está la Virgen: solo va al Padre en unidad con la madre, que es la santa Iglesia de Jesucristo (Joseph Ratzinger).

   2. Con el salmo queremos aclamar al Señor, "que merece la alabanza de los buenos. / Dad gracias al Señor" cantando y tocando, pues "la palabra del Señor es sincera, / y todas sus acciones son leales; / él ama la justicia y el derecho, / y su misericordia llena la tierra". Gracias, Señor, por tu amor por siempre, nos quieres como un Padre amoroso quiere a sus hijos.

   3. Jesús, hoy nos pones unas imágenes poéticas, fuertes: -"He venido a traer fuego a la tierra"... Reconsiderando esa hermosa imagen de Jesús, un himno de comunión canta: "Mendigo del fuego yo te tomo en mis manos como en la mano se toma la tea para el invierno... Y Tú pasas a ser el incendio que abrasa el mundo..." En toda la Biblia, el fuego es símbolo de Dios; en la zarza ardiendo encontrada por Moisés, en el fuego o rayo de la tempestad en el Sinaí, en los sacrificios del Templo, donde las víctimas eran pasadas por el fuego, como símbolo del juicio final que purificará todas las cosas. Pero no es un fuego que destruye, pues tú rehúsas dejar que pidan que caiga fuego del cielo sobre los samaritanos (Lc 9,54). Tu fuego es el "fuego del Espíritu", que ardía en el corazón de los peregrinos de Emaús cuando escuchaban al Resucitado sin reconocerlo... (Lc 24,32), que descenderá en Pentecostés...

   -"¡Y otra cosa no quiero sino que baya prendido!" Es tu ardiente deseo de llevar a cabo la misión que te ha dado el Padre, Señor: y comunicar a toda la humanidad el amor, la alegría, tu Espíritu.

   El gran pecado de muchos países que han progresado es la banalidad de la existencia, y tú Señor nos dices que hay que "arder"... en las cosas cotidianas, que se vuelven interesantes por el amor.

   -"Tengo que recibir un bautismo, y ¡cuán angustiado estoy hasta que se cumpla!" Vemos que tienes pasiones, Señor, y la angustia también. Este pensamiento que nos viene antes de que llegue un mal, y que es más fuerte que el mal que vendrá, si llega… Ves que la salvación del mundo requiere tu sufrimiento... dará frutos de Purificación, de redención de los hombres... Señor, danos la gracia de participar a tu bautismo.

   -"¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? Os digo que no, sino división". El Mesías era esperado como Príncipe de la Paz, uno de los más grandes beneficios que el hombre desea es la paz; y se saludaban deseándose la paz: "Shalom". Jesús despedía a los pecadores y pecadoras con esa frase llena de sentido: "Vete en paz" (Lc 7,50; 8,48; 10,5-9). Y sus discípulos tenían que desear la "paz" a las casas donde entraban. Pero... Ese saludo, esa paz nueva, viene a trastornar la paz de este mundo. No es una paz fácil, sin dificultades: es una paz que hay que construir en la dificultad (Noel Quesson).

   -"Porque de ahora en adelante una familia de cinco estará dividida: Tres contra dos, y dos contra tres... El padre contra el hijo, y el hijo contra el padre... La madre contra la hija, y la hija contra la madre"...

   La paz no puede identificarse con una tranquilidad a cualquier precio. Cristo es -ya lo dijo el anciano Simeón en el Templo- "signo de contradicción": optar por él puede traer división en una familia o en un grupo humano. Es algo que parece contradictorio, pero a veces son las paradojas las que mejor nos transmiten un pensamiento, precisamente por su exageración y por su sentido sorprendente a primera vista. El fuego con el que Jesús quiere incendiar el mundo es su luz, su vida, su Espíritu. Ése es el Bautismo al que aquí se refiere: pasar, a través de la muerte, a la nueva existencia e inaugurar así definitivamente el Reino. Ésa es también la "división", quizá quieres indicarnos, Señor, que la opción que cada uno haga, aceptándole o no, crea situaciones de contradicción en una familia o en un grupo. Decir que no has venido a traer la paz indica que no quieres una falsa paz: ánimos demasiado tranquilos y mortecinos, banalidad.

   Si el Papa o los Obispos o un cristiano cualquiera sólo hablara de lo que gusta a la gente, les dejarían en paz. Serían aplaudidos por todos. ¿Pero es ése el fuego que Jesús ha venido a traer a la tierra, la evangelización que nos ha encargado? Jesús aparece manso y humilde de corazón, pero lleva dentro un fuego que le hace caminar hacia el cumplimiento de su misión y quiere que todos se enteren y se decidan a seguirle. Jesús es humilde, pero apasionado. No es el Cristo acaramelado y dulzón que a veces nos han presentado. Ama al Padre y a la humanidad, y por eso sube decidido a Jerusalén, a entregarse por el bien de todos. ¿Nos hemos dejado nosotros contagiar ese fuego? Cuando los dos discípulos de Emaús reconocieron finalmente a Jesús, en la fracción del pan, se decían: "¿no ardía nuestro corazón cuando nos explicaba las Escrituras?". La Eucaristía que celebramos y la Palabra que escuchamos, ¿nos calientan en ese amor que consume a Cristo, o nos dejan apáticos y perezosos, en la rutina y frialdad de siempre? Su evangelio, que a veces compara con la semilla o con la luz o la vida, es también fuego (J. Aldazábal).

   Jesús, ayúdame a ser fiel a tu fuego del Espíritu, para decir como tú: «Pero tengo que ser sumergido por las aguas y no veo la hora de que eso se cumpla» (Lc 12,50). La sociedad reaccionará dándole muerte («ser sumergido por las aguas»), pero tú lo deseas, porque por ese sufrir nos salvas. Por eso, Jesús, vienes a romper la falsa paz del orden establecido (cf. Miq 7,6).

   La paz que Jesús da no es la paz del cementerio, sino de la lucha por instaurar el Reino de Dios, y muchas veces los detentores del poder enmascaran y ocultan las graves tensiones en que una sociedad está inmersa. Llamar paz a tal realidad es continuar la práctica de los falsos profetas que aplauden lo que a Dios desagrada. Por ello los seguidores de Jesús deben prepararse para tomar sobre sí los conflictos y aceptar la carga dolorosa de la división que la misión produce y que ellos deben cargar sobre sus débiles hombros (Josep Rius-Camps).

   El anciano Simeón ya profetizó que "este niño está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, como signo de contradicción, quedando al descubierto las intenciones de muchos corazones".

 

Llucià Pou Sabaté