miércoles, 21 de noviembre de 2012


Miércoles de la 33ª semana (par). Jesús nos habla de hacer rendir los dones para la vida eterna

 “En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: -«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo." Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey." Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez." Él le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades." El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco." A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades." El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras." Él le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses." Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez." Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas." "Os digo: 'Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.' Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia."» Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén” (Lucas 19,11-28).

1. Cuando la gente escuchaba las palabras de Jesús -anunciando que la salvación había venido para Zaqueo-, añadió una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén, lo que hacía creer que el reino de Dios iba a apuntar de un momento a otro. Pascua está cerca. Multitud de peregrinos suben para celebrarla. Es el aniversario de la Liberación de Egipto. Todo el mundo se imagina que ha llegado para Jesús la hora del triunfo, y que el Reino de Dios «aparecerá de modo visible»... y ensalzarán al «Hijo de David» en la entrada a Jerusalén. Muchos como los discípulos de Emaús esperaban “que era aquél que había de liberar Israel» (Lc 24,21). Y los Doce le preguntarán luego: “¿Es ahora que vas a restablecer la realeza en Israel?” (Hch 1,6):
-“Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, encargándoles: «Negociad, mientras vuelvo...»” Jesús, nos hablas de un tiempo, durante el cual nos confías unas responsabilidades. No hay que «soñar», hay que «negociar»...
Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron detrás de él una delegación que dijese: ¡No queremos a éste por Rey!” Los contemporáneos de Jesús hubieran querido un Reino esplendoroso, vencedor. Jesús les da a entender que antes de su inauguración, habrá una revuelta contra ese «rey»: «¡fuera ese!, ¡suéltanos a Barrabás!» (Lc 23,18). El rechazo de Dios es un fenómeno histórico inquietante. Jesús lo anunció. Es un fenómeno actual, un hecho de todos los tiempos. Por otra parte, Jesús tenía en cuenta un acontecimiento histórico reciente: Arquelao, de quien precisamente dependía la ciudad de Jericó, había ido a Roma para pedir el título de Rey al Emperador Augusto... una delegación judía de cincuenta notables intrigó para que no le fuera concedido tal título... todos entenderían lo que contaba…
-“Cuando volvió mandó llamar a los empleados para enterarse de lo que había ganado cada uno con lo que había recibido”... La «parábola de los talentos» relatada por san Mateo tiene un contexto escatológico equivalente. El tiempo que precede al «Reino de Dios aparente» es un tiempo en el que Dios reina ya, pero no de modo visible. Es el tiempo de la persecución. Es el tiempo de la fidelidad en la prueba. El tiempo de la perseverancia. Es el tiempo del trabajo para Dios: de «negociar, de hacer fructificar lo que se nos ha confiado» Es el tiempo de ser fiel en «las cosas pequeñas» (Lc 16,10) en la espera de recibir mayores responsabilidades: los empleados, que negociaron bien una moneda de plata, obtuvieron el gobierno de una ciudad. Es el tiempo de la Iglesia. Es el hoy (Noel Quesson).
A la vuelta del rey, pide cuentas y uno le da más rendimiento a lo administrado, otro menos… no es decisivo si con las diez monedas uno ha conseguido otras diez, o sólo cinco. Lo que no hay que hacer es "guardarlas en un pañuelo", dejándolas improductivas, como hace uno de ellos. Algunos hombres de Arquelao protegieron sus propiedades mientras estaba fuera, por que se mezclan la ida a ser coronado rey con la administración de las monedas (mina es una unidad contable = 570 gramos de plata = 100 dracmas).
Jesús, tú superas la visión mesiánica de reinados de este mundo, sitúas tu reino a otro nivel, enseñas que vendrás como Rey, que reinará y juzgará. Además, nos dices que no hemos de preocuparnos por los enemigos del Reino, sino hacer fructificar la herencia que nos has encomendado. Si sabemos apreciar los tesoros que nos ha encomendado (vida, fe, gracia…) pondremos empeño en hacerlos fructificar: “Que tu vida no sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor.
Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. -Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón” (S. Josemaría Escrivá).
¿Qué estamos haciendo de nuestros dones personales, y de la fe, del Bautismo, de la Palabra, de la Eucaristía?, ¿qué fruto estamos sacando, en honor de Dios y bien de la comunidad, de esa moneda de oro que es nuestra vida, la humana y la cristiana? Ojalá al final todos oigamos las palabras de un Juez sonriente: "muy bien, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor" (J. Aldazábal).
A quien tiene la alegría del Evangelio, a quien tiene la perla preciosa, el tesoro, se le concederá el discernimiento de todos los otros valores, de los valores de las otras religiones, de los valores humanos existentes fuera del cristianismo; se le dará la capacidad de dialogar sin timidez, sin tristeza, sin reticencias, incluso con alegría, precisamente porque conocerá el valor de todas las demás cosas. Al que tiene la alegría del Evangelio se le dará la intuición del sentido de la verdad que puede haber en otras religiones. Por el contrario, al que no tenga se le quitará aun lo poco que tenga. Al que posee poca alegría del Evangelio se le irá de las manos la capacidad de diálogo y se obstinará en la defensa a ultranza de lo poco que posee, se cerrará dentro de sí mismo, entrará en liza con los demás por temor a perder lo poco que tiene. Este es nuestro drama, el drama de nuestra sociedad. La poca alegría del Evangelio es causa de mezquindad y de tristeza en todos los terrenos de la vida eclesiástica y social, produce corazones encogidos y es causa de absurdas discusiones sobre auténticas nimiedades (Carlo M. Martini).
Tenemos que ser creativos hasta que el Señor vuelva. Él nos concede sus dones para seguir construyendo su proyecto del Reino. Hace de nosotros pequeños creadores. Puede que la cultura actual sea una fábrica de pasividad, pero los hombres y las mujeres seguimos siendo genéticamente creativos. Si no lo fuéramos moriríamos. Forma parte del equipaje con que venimos al mundo para enfrentarnos a este mundo complejo. La memoria, el bagaje cultural, las tradiciones, los valores... las raíces, todo eso es fuente de la creatividad.
2. El Apocalipsis no es catastrofista, sino «mensaje de esperanza». Pero este libro fue escrito en pleno período de persecución, entre Nerón y Domiciano, en un contexto de crisis violenta para la Iglesia. El mensaje apocalíptico es pues un "dopping" -estimulante-: «cristianos, que estáis debatiéndoos en las peores dificultades, ¡mantened la confianza en la omnipotencia de Dios! que ha prometido ¡salvar de todo mal a su pueblo!»
-“Tuve esta visión: una puerta estaba abierta en el cielo... oí una voz: «Te voy a enseñar lo que va a suceder»”. Muchas catedrales, en particular las de Vézelay, Chartres, Angers, y otras muchas... recogen esa imagen.
Esas pruebas de hoy serán sólo temporales: los perseguidores no vencerán siempre. Dios tendrá la última palabra. Todas las imágenes aquí acumuladas quieren hacernos captar visualmente, la grandeza y la omnipotencia de Dios, dueño de todo.
-“Un trono erigido en el cielo... Y «Uno» sentado en el trono... de aspecto semejante al jaspe y a la cornalina... Un arco iris semejante a la esmeralda, alrededor del trono... y sentados en círculo en sendos tronos, veinticuatro ancianos con vestiduras blancas... Del trono salían relámpagos y fragor y truenos. Siete lámparas de fuego ardían ante el trono.
Delante del trono, como un mar de cristal. En medio del trono y en torno a él cuatro vivientes...: el primero como un león, el segundo como un novillo, el tercero, con rostro humano, el cuarto como un águila en pleno vuelo...”
¡Todo es luz, deslumbramiento! Belleza. ¡Trascendencia! ¡Magnificencia! ¿Cómo temer, cuando nuestro Dios es un Dios tal? Aunque hoy seamos menos sensibles a ese cúmulo de imágenes, hay que reconocer que artísticamente son sorprendentes y evocadoras. Conviene, empero, no engañarse tomándolas en sentido material: Dios es «Espíritu»... no necesita de trono y no hay localización en El...
El mismo san Juan no se engaña: no olvida decirnos que sus visiones son aproximativas... «los vivientes están a la vez en medio y alrededor del trono»... «algo así como con rostro humano»...
-“Y no cesan de decir: «Santo, santo, santo es el Señor, soberano de todo.»” Aquí por lo menos, reconocemos la cita de Isaías, que nuestras misas cantan al fin de cada prefacio. Es toda una liturgia que se despliega en torno a Dios. ¿Somos sensibles al hecho que ya aquí en la tierra, en nuestras eucaristías, tomamos parte en esta inmensa alabanza?: el cielo ya ha comenzado.. . La Iglesia de HOY es una puerta abierta al cielo. Procuraré cantar el «sanctus...» con más Fe.
-"El era, es, y viene". Es la repetición de la definición que Dios dio de Sí mismo a Moisés: Soy el que soy... Yavé... El Ser por excelencia, que da el ser y la existencia a todas las criaturas. En efecto, la revelación de Dios es "mensaje de esperanza" (Noel Quesson).
3. Triunfo, cantos jubilosos, liturgia festiva de los salvados… un mensaje de esperanza para los que vamos cuesta arriba. El salmo nos habla también de ese optimismo: "alabad al Señor en su templo, alabadlo por sus obras magnificas, alabadlo tocando trompetas... todo ser que alienta alabe al Señor".
Llucià Pou Sabaté

lunes, 19 de noviembre de 2012


Martes de la 33ª semana (par): Jesús salva a un pecador publicano: “El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.”

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: -«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: -«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.» Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.» Jesús le contestó: -«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido»” (Lucas 19,1-10).

1. Lucas es el único evangelista que nos cuenta la famosa escena de la conversión de Zaqueo. Estamos en Jericó, primer bastión de la tierra prometida, símbolo de las luchas de Israel. El evangelista de la misericordia y del perdón nos habla hoy de ese publicano -recaudador de impuestos, y además para la potencia ocupante, los romanos-, despreciado y con negocios un tanto dudosos. Dirigía el grupo de cobradores de impuestos de la comarca.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Zaqueo, jefe de publicanos y rico, como no podía ver a Jesús entre la gente por ser bajo, se subió a una higuera, para verlo. Las búsquedas de Zaqueo lo conducen a Jesús, superando todos los obstáculos que se le presentan en su camino. Soluciona su falta de estatura encaramándose a un sicomoro.
“Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: -«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento”. Zaqueo tendrá una conversión radical, consecuente, llevada hasta sus consecuencias materiales y sociales. Jesús busca a todos y que a todos les predica una Noticia. La conversión será paulatina: comienza con el deseo de conocer a Jesús de cerca; luego Jesús le habla, y él lo acoge en su casa.
Jesús, Tú que conoces el interior de las almas no te haces esperar; y una vez más, pagas con creces insospechadas la generosidad del corazón humano: él buscaba verte, y Tú vas a hospedarte en su casa. Zaqueo bajó rápido y lo recibió con gozo. No puede ser de otra manera. Si acudimos continuamente a ponernos en la presencia del Señor, se acrecentará nuestra confianza, al comprobar que su Amor y su llamada permanecen actuales: Dios no se cansa de amarnos. La esperanza nos demuestra que, sin Él, no logramos realizar ni el más pequeño deber; y con él, con su gracia, cicatrizarán nuestras heridas; nos revestiremos con su fortaleza para resistir los ataques del enemigo, y mejoraremos. En resumen: la conciencia de que estamos hechos de barro de botijo nos ha de servir, sobre todo, para afirmar nuestra esperanza en Cristo Jesús (Josemaría Escrivá, Amigos de Dios).
“Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: -«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»” Jesús, tu presencia remueve a Zaqueo y le lleva a la conversión.
“Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»” Es el momento de la decisión, de la luz, de la esperanza, la conversión.
Jesús le contestó: -«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido»” Hoy ha llegado la salvación a esta casa. Todo empezó por aquel deseo de conocerte que le llevó a poner los medios que hiciera falta para verte pasar. Señor, yo también necesito que vengas a mi casa: a mi vida, a mi alma. Tengo tantas heridas que necesitan cicatrizar, tantas flaquezas que necesitan de tu fortaleza divina, tantos egoísmos que me impiden ser feliz. A veces pienso que no puedo... lléname de esperanza: “¡No desesperéis nunca! Os lo diré en todos mis discursos, en todas mis conversaciones; y si me hacéis caso, sanaréis. Nuestra salvación tiene dos enemigos mortales: la presunción cuando las cosas van bien y la desesperación después de la caída; este segundo es con mucho el más terrible” (San Juan Crisóstomo).
Jesús, que la conciencia de mi poquedad y mi fragilidad no me lleve a la desconfianza ni a la desesperación. La conciencia de que estamos hechos de barro de botijo nos ha de servir, sobre todo, para afirmar nuestra esperanza en Cristo Jesús. Y si alguna vez me rompo en mil pedazos, que siempre sepa volver a Ti, especialmente a través del Sacramento de la Penitencia, dándome cuenta de que el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido (Pablo Cardona).
Jesús, provocas el encuentro… el resultado es la alegría, la salvación. “Elige a un jefe de publicanos, ¿quién deseperará de sí mismo cuando éste alcanza la gracia?” (S. Ambrosio). En Zaqueo vemos la búsqueda de Dios, sin miedo… “convéncete de que el ridículo no existe para quien hace lo mejor” (S. Josemaría Escrivá, Camino 392).
Al final, su correspondencia a la gracia, propósitos de devolver… “Que aprendan los ricos que no consiste el mal en tener riquezas, sino en no usar bien de ellas; porque así como las riquezas son un impedimento para los malos, son también un medio de virtud para los buenos” (S. Ambrosio). Jesús llamó a la puerta de Zaqueo y él oyó-subió-abrió, con el esfuerzo que supone querer oír, alzarse y abrir. Jesús entró y comieron juntos. Y la salvación iluminó la casa de un pecador que deseaba oír-ver, quería levantarse y anhelaba abrir la puerta. La salvación entró en casa de alguien que, sabiéndose necesitado de ella, aguzó el oído (Luis Ángel de las Heras).
También de este pasaje aprendo a tener confianza a todos, como hacías tú, Jesús. Deberíamos hacer fácil la rehabilitación de las personas que han tenido momentos malos en su vida, sabiendo descubrir que, por debajo de una posible mala fama, tienen muchas veces valores interesantes. Pueden ser "pequeños de estatura", como Zaqueo, pero en su interior -¡quién lo diría!- hay el deseo de "ver a Jesús", y pueden llegar a ser auténticos "hijos de Abrahán". ¿Nos alegramos del acercamiento de los alejados?, ¿tenemos corazón de buen pastor, que celebra la vuelta de la oveja o del hijo pródigo?, ¿o nos encastillamos en la justicia, como el hermano mayor o como los fariseos, intransigentes ante las faltas de los demás? Si Jesús, nuestro Maestro, vino "a buscar y a salvar lo que estaba perdido", ¿quiénes somos nosotros para desesperar de nadie? "Hoy voy a comer en tu casa". "Hoy ha sido la salvación de esta casa". Cada vez que celebramos la Eucaristía, que es algo más que recibir la visita del Señor, debería notarse que ha entrado la alegría en nuestra vida y que cambia nuestra actitud con los demás (J. Aldazábal).

2. Hoy leemos las cartas que fueron dirigidas a Sardes y a Laodicea. El tono aparece pesimista. Hay desconcierto quizá porque la caída de Jerusalén no supuso como pensaban el fin del mundo. Pero se va viendo que no se puede interpretar así la historia, sino que la visión de Dios es distinta de la del teatro del mundo…y nuestra esperanza se basa en Dios y no en signos de la historia.
-“Tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Despierta... Si no estás en vela, vendré como un ladrón sin que sepas la hora, te sorprenderé”. Los cristianos del siglo I, como nosotros, se veían tentados por la falta de vitalidad y de dinamismo... la muerte, el sueño, la tibieza espiritual. Juan repite los acentos de Jesús: «Velad... despertaos... vengo... os sorprenderé como un ladrón que viene de improviso».
El tema de la «venida» de Jesús es esencial. Este tema importante ocupa ahora un lugar destacado en las nuevas aclamaciones eucarísticas: «esperamos tu venida gloriosa, esperamos tu retorno... Ven, Señor, Jesús...» Inmediatamente después de la consagración, en cada misa, reafirmamos esta fe, que estaba ya presente en el credo, aunque poco valorada: «Volverá glorioso a juzgar a vivos y muertos
-“No eres ni frío ni caliente... Puesto que eres tibio, te vomitaré de mi boca”. Ningún texto condena con tal fuerza la «mediocridad espiritual»… ¿no es quizá la tibieza, la mediocridad lo que caracteriza muchos de mis días? Señor Jesús, enviado por el Padre para sanar y salvar, ¡ten piedad de mí!
“Escucha mi consejo... Cúrate... A los que amo los reprendo y corrijo. ¡Vamos, sé pues ferviente y arrepiéntete!” Es exactamente el mismo Jesús del evangelio, que curaba a los enfermos y devolvía la vista a los ciegos. «A los que amo». ¡Qué ternura en estas palabras! «¡Vamos, anímate!» Escucho estas palabras de aliento que Jesús me dirige. También en este momento me repites las mismas palabras: «¡vamos, ánimo, arrepiéntete!»
-“Mira que estoy a la puerta y llamo...” Una hermosa imagen de la Biblia, es un símbolo, muy comprensible, para todos los tiempos. Dios es «el que espera a nuestra puerta y solicita entrar en nosotros». Humildad de Dios. Discreción de Dios. Proximidad escondida. «El Señor ha llamado a tu ventana, amigo, amigo, amigo... Pero tú dormías.» (Padre Duval)
-“Si alguien oye mi voz y abre la puerta...” Inmenso y misterioso respeto a la libertad de cada uno. Dios no fuerza la puerta. Incluso la «fe», a pesar de la gracia que solicita a todo hombre, sigue siendo un acto libre. Cuando pienso, Señor, como te hemos obligado, a «¡esperarte fuera!» Y, aun más, sin cansarte, continúas llamando discretamente... para que te abramos. Quiero meditar detenidamente esta imagen. Concédeme, Señor, una mayor atención a tu Presencia. Ayúdame a interpretar los signos de tu «venida» cotidiana. Pues, en realidad, es así como «Tú vienes» cada día.
-“Entraré en su casa y cenaré con él y El conmigo”. La cena, intimidad, felicidad. La «comunidad cristiana» de Laodicea, a la que escribía san Juan, no podía dejar de aplicar todas esas imágenes a la eucaristía, sacramento de la presencia de Jesús, anuncio del «festín mesiánico» del fin de los tiempos. Cenar con un amigo, un invitado. Tal es el ofrecimiento de Dios… dulzura y esperanza: tal es una de las imágenes del «fin de los tiempos». ¡Gracias, Señor! (Noel Quesson).

3. En el momento de participar en la Eucaristía, reconozcamos la voz de Jesús: "estoy a la puerta llamando; si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos". Si lo hacemos así, nos incorporará al cortejo de los que participan de su victoria: "a los vencedores los sentaré en mi trono, junto a mí". Es lo que cantamos en el salmo: “El que procede honradamente / y practica la justicia, / el que tiene intenciones leales / y no calumnia con su lengua”. Te pido, Señor, un corazón bueno, que sepa amar: “El que no hace mal a su prójimo / ni difama al vecino, / el que considera despreciable al impío / y honra a los que temen al Señor”. Quien no    hace daño y obra la verdad, “el que así obra nunca fallará”.
Llucià Pou Sabaté

sábado, 17 de noviembre de 2012


Domingo de la semana 33 de tiempo ordinario; ciclo B

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
San Miguel salva a Israel, y anuncia que Jesús con su sacrificio nos salvará de una vez para siempre, y nos reunirá.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre»” (Marcos 13,24-32).  
1. En el Evangelio, Jesús habla del fin del mundo: “el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte”; y para cuando se acabe todo hay que tener la maleta hecha, estar preparados, haber dado fruto: “Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que Él está cerca, a la puerta”. Y como no sabemos cuándo será el examen de la vida, hemos de llevar las asignaturas al día, sobre todo la del amor. Ya no habrá más cosas desagradables, será todo precioso entonces, como una fiesta continua con los mejores deportes, las mejores músicas y canciones y bailes, los mejores amigos y por supuesto nuestra familia, todas las diversiones y paisajes con montañas y valles, ríos y mares, islas y playas, aves y peces y nuestros animales preferidos, y los salvajes,  que podremos jugar con ellos, todo lleno de olores y colores y sabores y con las mejores comidas y pasteles y helados, etc. Y allá se podrá practicar desde el esquí al submarinismo, básquet y fútbol con los mejores jugadores de la historia, pero lo mejor será estar con el Señor, y con la Virgen y los santos junto al Padre en el Espíritu Santo. ¡Vale la pena luchar por ello, ánimo!
2. El libro de Daniel dice que Miguel arcángel salvará al pueblo de Israel y “todos los inscritos en el libro… despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad”. O sea que irán al cielo, nos habla de la resurrección de los muertos. Hace poco he leído el chiste de uno que llama preguntando por alguien: “¿está fulanito?” y responden al otro lado: “-no, pero vendrá”. Insiste: –“¿Cuándo? ¿Tardará mucho en ir?” –“no sé, pero vendrá”, le dicen. Y algo curioso, quiere aclarar cómo sabe que irá si no lo conoce: “-oiga, ¿cómo está usted tan seguro?, ¿con quién hablo?” Y le responden: –“Con el cementerio…”
En la Misa de hoy nos dice Jesús: “yo tengo pensamientos de paz y no de aflicción”, de manera que si alguna cosa nos quita la paz, no es de Dios, hemos de quitarla de la cabeza como si fuera una idea del demonio, porque Jesús es Príncipe de la Paz, y hemos de pensar las cosas –también las decisiones difíciles-  de manera que nos den paz, pensamientos de paz, de resurrección… de cielo, que vale la pena. En la práctica, eso se hace pensando de manera positiva y constructiva, sin olvidar que lo mejor está por venir, sin dejarse ganar la batalla de la esperanza, que tanto fastidia al demonio, y por eso nos quiere hacer perder la paz… Daniel, en tiempos difíciles, les anima a sus compañeros con esa esperanza, la gloria especial que Dios les tiene reservada, para que les anime ante la persecución que sufren.
Con el Salmo pido a Dios: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”, con la esperanza de que el Señor es mi seguridad, “mi heredad” y mi suerte, yo “tengo siempre presente al Señor, con Él… no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas”, porque nos guía hasta el cielo: “Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua” a tu lado. No nos da una herencia de unos millones, Dios mismo y su Reino es nuestra herencia, la lotería que nos toca: ¡estamos de suerte, porque nos ama tanto, más que todas las madres y las abuelas del mundo juntas! Y ya es decir, eh?  Por eso queremos llevar el amor de Dios en nuestro corazón, seguir las pistas que nos da y decirle a Jesús que sea nuestro "camino": "Me enseñarás el camino de la vida" que lleva al "gozo pleno en la presencia" divina, a "la alegría perpetua" junto al Señor hasta más allá de la muerte, en la vida eterna, para siempre… "mi fiesta".
Mientras, vamos a seguir su mandato: "Tomad y bebed". Sí, nuestra suerte es maravillosa, nuestra parte la más bella... y sin cesar nos reunimos para dar "gracias". Esto es la Eucaristía. Tenemos ya la presencia de Dios, la prenda de felicidad... ¿Escuchamos a Jesús que pronuncia estas palabras ardientes? Nos preguntamos a veces lo que Jesús podría decir durante las largas noches que pasaba en oración y ¿hacemos oración? "Permaneced en mí, como yo permanezco en vosotros". "Estoy a la puerta y llamo... si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo". No es por mera casualidad que Jesús tomara como signo de su presencia ¡"una comida", a la cual nos invita!... La certeza de que Dios está con nosotros, Emmanuel. Podemos mantener con Él una conversación continua, día y noche: meditación-conversación-oración... nos prepara para el cielo. Señor, que te busque, que Tú seas mi único amor absoluto: los demás, contigo (porque quien busca el amor total en otros, se defrauda en los amigos, en los esposos, porque hay algo que sólo Dios da…).
3. La carta a los Hebreos nos dice que “Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio… Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a lo que van siendo consagrados”, y en la Misa se ofrece para nuestra salvación. Así como el Sacerdote entraba en el templo, Cristo ha entrado en un santuario eterno que es el cielo, su ascensión hasta el Padre y el sacrificio de Cristo abre a todos los hombres el acceso a los bienes espirituales, al cielo, en tanto que los sacrificios antiguos sólo eran símbolos: el sacrificio de Cristo es causa de una salvación eterna. Todo por su obediencia amorosa, que es aceptación y exaltación de la condición humana. Así, donde había el pecado, ahora hay más amor. El Señor nos introduce en la religión interior, fundada en la confianza de hijos y confianza, y no en el temor. No debemos, pues, preocuparnos de nuestros fallos y defectos, pues no importan, lo que importa es la victoria de Cristo sobre el pecado y nuestra buena voluntad en luchar, para que la victoria sea en todas sus consecuencias. Por ejemplo, no se trata tanto de hacer sacrificios para alcanzar el perdón, sino de perdonar para poder participar de la gracia del sacrificio de Cristo: “misericordia quiero, y no sacrificio”. Así también nosotros entramos en el templo, nuestra entrada ante Dios consiste en la «sinceridad y plenitud de fe..., la confesión de la esperanza..., la caridad y las buenas obras». Creyendo, esperando y amando: «Tenemos libertad para entrar en el santuario llevando la sangre de Cristo... Acerquémonos... por la fe, la esperanza y la caridad». Esto es lo que hemos de ofrecer. Esto es lo que hizo Cristo.
Llucià Pou Sabaté


viernes, 16 de noviembre de 2012


Sábado de la 32ª semana (par). Dios hará justicia a sus elegidos que le piden, y nos pide que cooperemos en la propagación de la verdad.

“En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: -«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad habla una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, corno esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara. "» Y el Señor añadió: -«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»” (Lucas 18,1-8).  

1. Lucas nos muestra muchas veces a Jesús orando y nos transmite su enseñanza sobre cómo debemos orar. Hoy, con la parábola de la viuda insistente.
-“Entonces les propuso esta parábola, para explicar a sus discípulos que tenían que orar siempre y no desanimarse”. Jesús quiere que despertemos de nuestras torpezas y de nuestras indiferencias, pero no quiere angustiarnos. Por eso, la contemplación del juicio en estos últimos días del año litúrgico, ha de hacerse con mucha paz. A las preguntas: ¿perseveraré hasta el fin? ¿Sería yo capaz de abandonar a Dios? ¿Podría mi fe desmoronarse por la duda o la desgracia?, el Señor nos habla de oración, que es una medicina anti-angustia:
-“Érase una vez un juez que no temía a Dios y se burlaba de los hombres. En la misma ciudad había una viuda que iba a decirle: «Hazme justicia»”. Las viudas eran generalmente objeto de explotación y marginación, junto con los huérfanos, los extranjeros y los enfermos. Podían buscar un defensor de sus derechos, que era llamado «Goel» y representaba el camino hacia una vida digna. Jesús toma este ejemplo y lo aplica a la oración. En la oración nos sentimos como la viuda: carentes de toda protección y a merced de la voluntad de Dios. Sin embargo, Dios no es un juez sordo o injusto. Dios se nos muestra como un Padre misericordioso, resuelto a escuchar a sus hijos. Fe y constancia, confianza y tenacidad, son las dos llaves que nos abren la posibilidad de un diálogo sincero con Dios y con los hermanos. Dios escucha el clamor de los marginados, de los oprimidos, de los justos. Si nosotros clamamos en estas condiciones hemos de tener la certeza de ser escuchados (servicio bíblico latinoamericano).
El juez por bastante tiempo no quiso atenderla, pero después pensó: "Yo no temo a Dios, ni respeto a los hombres; pero esa viuda me está amargando la vida: Le voy a hacer justicia para que no venga sin parar a importunarme..."” ¡Fijaos en lo que dice ese juez injusto! Pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que están clamando a El día y noche? Hemos de hacer como la viuda, seguros de que, si perseveramos, conseguiremos lo que pedimos, pues Jesús dijo esta parábola "para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse". Dios siempre escucha nuestra oración. Él quiere nuestro bien y nuestra salvación más que nosotros mismos. Nuestra oración es una respuesta, no es la primera palabra. Nuestra oración se encuentra con la voluntad de Dios, que deseaba lo mejor para nosotros. El Catecismo lo expresa con el ejemplo del encuentro de Jesús con la mujer samaritana, junto a la boca del pozo. "Nosotros vamos a buscar nuestra agua", pero resulta que ya estaba allí Jesús: "Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de él" (1560).
Esto se llama una parábola «a contraste» en la que la lección a sacar de ella es lo «contrario» del ejemplo expuesto. El juez es «sin Dios» y «sin misericordia» y acaba haciendo justicia... ¡Con cuánta mayor razón, Dios que es padre y ama a los hombres, hará justicia a los que ama y la hará prontamente! La lección esencial de la parábola no es la perseverancia en la oración, sino más bien en la certidumbre de ser atendida: si un hombre impío y sin escrúpulos acaba atendiendo a una pobretona, ¡cuánto más sensible será Dios a los clamores de los que, en su pobreza, se dirigen a El! Sus elegidos claman a El noche y día... Hay que rogar siempre, sin desanimarse... Vuelvo a escuchar esas palabras. Si nos pides esto, Señor Jesús, es porque Tú mismo lo has hecho también: orabas sin cesar noche y día. No nos pides nada imposible ¿Cómo trataré hoy de hacer algo mejor una plegaria continua? No, forzosamente, recitando fórmulas de plegarias... sino por una unión constante contigo.
-“Pero, cuando vuelva el Hijo del hombre, ¿encontrará Fe en la tierra?” Señor, confío en ti, y te pido que no te abandone jamás. ¿Qué voy a hacer HOY para alimentar mi fe? (Noel Quesson; J. Aldazábal).
Orar más y mejor es un deseo que a menudo se encadena con el deseo de hacer un poco de ejercicio físico, vigilar la dieta o comunicarnos con los amigos que hace años que no vemos. A veces tenemos la impresión de estar siempre empezando y de estar siempre interrumpiendo.
Cuando nos indignamos por la injusticia de los  hombres, y no podemos hacer nada, descubrimos a fondo la importancia de la oración. Nos podemos desanimar si no recibimos rápido lo que pedimos, y por eso, Jesús, nos cuentas la parábola que nos muestra la fuente de toda justicia y que conviene orar siempre, sin desfallecer jamás. Así la lucha por la justicia va unida a la confianza en Dios, íntimamente comprometido con los valores de la justicia (Josep Rius-Camps).

2. Después de la segunda carta de Juan, y antes de pasar al libro del Apocalipsis, leemos hoy algo de la tercera carta de Juan, dirigida a Gayo, un hombre bueno que atendía a los misioneros itinerantes que pasaban por su comunidad y les proveía de lo necesario, "cooperando así en la propagación de la verdad". En esta nueva evangelización a la que estamos convocados, todos tenemos unas cualidades, dones divinos, para ser protagonistas. En la Iglesia primitiva, había un intenso ir y venir de una comunidad a otra. Viajeros, misioneros, gentes de otra ciudad. Con dimensión local del lugar donde uno está y su cultura, etc., y dimensión universal en la comunión con el Cuerpo de Cristo y todos sus miembros.
En nuestras parroquias, en nuestros grupos ¿sabemos acoger al forastero? ¿Lo hacemos en nuestras familias? Vayamos más lejos. ¿Sabemos acoger «lo que nos diferencia», es decir, lo que en el otro no se asemeja a lo nuestro? Su temperamento, opuesto al nuestro, sus gustos, que encontramos extraños o raros, su manera de hablar o de actuar que nos molesta... etc.
-“Esos forasteros han dado testimonio de tu amor, ante la Iglesia”. La acogida, la hospitalidad han sido tan sinceras que han llenado el corazón de los beneficiarios, que lo comentan en las nuevas comunidades donde se insertan. Conviene a veces escuchar "lo que se dice de nosotros": ¿somos reputados como acogedores... o como gente "difícil de conectar"?
-“Harás bien de proveerlos para el viaje, de manera digna de Dios; pues por su Nombre salieron, sin recibir nada de los paganos...” Juan anima a cuidar de los "misioneros"… ¿Aporto también mi ayuda a los "misioneros" ¿Participo en la propagación del Evangelio y de la Fe?
En general ¿cuál es mi participación en la vida material de la Iglesia, para que pueda "seguir su obra"? Las colectas del domingo forman parte de la misa: ¿es sólo una costumbre? o ¿un gesto consciente? ¿quésentido damos a ese gesto? Varias veces durante el año hay colectas extraordinarias, cuyos fondos van destinados a obras de interés mundial. ¿No es ésta una manera de continuar lo que hacían ya nuestros hermanos los primeros cristianos?
Debemos acoger a tales hombres para ser colaboradores de la verdad.
Este es uno de los sentidos que podríamos dar a las colectas: "colaborar con la verdad"... ayudar a los que hacen progresar la "buena nueva"... (Noel Quesson).

3. Te pido hoy, Señor, por tantas personas anónimas que "cooperan en la propagación de la verdad", palabras que quiso poner Benedicto XVI como lema de su episcopado, de su vida: cooperar en la verdad. Y reciben la bienaventuranza del salmo: "dichoso el que se apiada y presta ... su caridad es constante, sin falta".
Llucià Pou Sabaté

miércoles, 14 de noviembre de 2012


Jueves de la semana 32 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
El Reino de Dios se va haciendo realidad dentro de nosotros y en la Historia, cuando tenemos buen corazón a imagen de Jesús
“En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: -«El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.» Dijo a sus discípulos: -«Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación»” (Lucas, 17,20-25).  
1. -“Los fariseos preguntaron a Jesús; «¿Cuándo va a llegar el reino de Dios?»” Para Israel, un Día, Dios tomaría el poder, y salvaría a su pueblo de todos sus opresores... Era la espera de «días mejores», la espera de la «gran noche», el deseo de «una sociedad nueva», el sueño de una humanidad feliz. No eran sólo los fariseos los que deseaban ese Día. Los Doce, ellos también, en el momento en que Jesús iba a dejarles, se acercaban aún a preguntarle: «¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino para Israel?» (Hch 1,6).
La llegada de los tiempos había anunciada por el profeta Daniel. Hay mucha curiosidad, entonces como ahora, por el final, apocalipsis, pero Jesús nunca contesta directamente a esta clase de preguntas, sino que aprovecha para aclarar algunos aspectos: "el Reino de Dios no vendrá espectacularmente", "el Reino de Dios está ya dentro de vosotros".
-“Jesús les contestó: "El Reino de Dios viene sin dejarse sentir"”. Rezamos muchas veces: "venga a nosotros tu Reino". Es como el fermento que actúa en lo escondido, la semilla que es sepultada en tierra y va produciendo su fruto. Está oculto, pero ya está actuando: en la Iglesia, en su Palabra, en los sacramentos, en la vitalidad de tantos y tantos cristianos que han creído en el evangelio y lo van cumpliendo. En los humildes y sencillos: "bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos". En lo sencillo, en lo cotidiano. Es el Dios de las cosas pequeñas. Al impetuoso Elías, Dios le dio una lección y se le apareció, no en el terremoto ni en el estruendo de la tormenta ni en el viento impetuoso, sino en una suave brisa. El Reino está "dentro de vosotros", o bien, "en medio de vosotros", como también se puede traducir, o "a vuestro alcance" (en griego es "entós hymón", y en latín "intra vos").
-“Ni podrán decir: «¡Míralo aquí o allí!" porque el Reino de Dios ya está entre vosotros”. Y es que el Reino es el mismo Jesús. Que, al final de los tiempos, se manifestará en plenitud, pero que ya está en medio de nosotros. Y más, para los que celebramos su Eucaristía: "el que me come, permanece en mí y yo en él" (J. Aldazábal).
Lo importante es el día de la fidelidad a la vida cotidiana, como hiciste tú, Jesús. Hasta que llegó Cristo, el hombre consideró el tiempo como una fatalidad que se le imponía desde fuera. Inclusive el judío que ansiaba ya más un tiempo de tipo lineal e "histórico", seguía concibiendo su evolución como una iniciativa exclusiva de Dios. Festejar el tiempo era conformarse con una evolución de la que no se poseían las llaves. Con Jesucristo, el primer hombre que percibió la eternidad del presente porque era Hombre-Dios, el hombre festeja su propio tiempo en la medida en que busca la eternidad de cada instante y la vive en la vida misma de Dios.
La vida cotidiana avanza según esto al compás de un calendario preestablecido; la memoria del pasado y los proyectos hacia el futuro solo sirven para contribuir al valor de eternidad que se encierra en el presente. No existe ningún día que haya que esperar más allá de la historia; cada día encierra en sí la eternidad para quien lo vive en unión con Dios (Maertens-Frisque).
No puede decirse: «Míralo aquí o allí»... simplemente porque ¡ya ha llegado! ¡Ese Reino está oculto! Para detectarlo es necesaria mucha agudeza de atención, buenos oídos finos para oír su susurro, y ojos nuevos para discernirlo «en la noche». ¡Ese Reino es misterio! No se le encuentra nunca en lo espectacular y ruidoso sino tan sólo en humildes trazos, en pobres «signos», en los sacramentos de su presencia oculta. Pero, como precisamente un signo es siempre frágil y ambiguo, hay que descifrarlo, interpretarlo... ese es el papel de la Fe.
-“Llegará un tiempo en que desearéis vivir siquiera un día con el Hijo del hombre y no lo veréis. Os dirán: «¡Míralo aquí, míralo allí!" No vayáis, no corráis detrás”. ¡Siempre tenemos la tentación de ir a buscar los signos de Dios en otra parte! Es en vuestra vida cotidiana donde se encuentra Dios.
-“Porque igual que el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así ocurrirá con el Hijo del hombre cuando vendrá en "su Día" Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por esa generación”. Sí, «un Día» vendrá para Gloria de Dios, para el Esplendor de Dios, para el Triunfo de Dios y de su Cristo. Será como el estruendo del trueno, como el rayo que cruza el firmamento: imprevisible, sorprendente, súbito. Pero, entre tanto, es el tiempo del «sufrimiento», del «rechazo», de la «humillación y vergüenza»: "Antes tiene que padecer mucho". Antes de ese triunfo de Jesús y de su Padre, ambos, escarnecidos, humillados, arrastrados en el lodo y la sangre... negados por los ateos, dejados de lado por los indiferentes... ridiculizados por todos los descreídos... y, por desgracia, traicionados por «los suyos». ¡Señor, ten piedad de nosotros! (Noel Quesson).
2. La carta que Pablo dirige a Filemón sobre su esclavo es el escrito más corto del Nuevo Testamento. El esclavo –Onésimo- había huido y se había convertido a la fe, y estaba con Pablo, que ahora lo devuelve según la justicia de la época y le exhorta a acogerlo con amor y no portarse con él como un amo pagano. Pablo no rechaza la esclavitud social pero sí la moral, luego las ideas penetrarán en las costumbres sociales. Se ponen las bases del amor y fraternidad que supera las diferencias globales que en aquel momento se dan aún consagradas por la ley y la costumbre.
Onésimo quiere decir "útil". Sin ir contra la ley, dirá Pablo que no habrá ya entre ellos una relación de "utilidad" sino de "fraternidad" en la que el “amo” no puede hacer lo que le plazca, ha quedado modificada. La llamada de Cristo acarrea una transformación radical de las relaciones: el esclavo se convierte en un liberto de Cristo y el libre se hace esclavo de Cristo. Esta libertad gracias a Cristo y la servidumbre bajo él, la hermandad en el Señor, es la solución dada por el cristianismo primitivo al problema de la esclavitud. Merced al evangelio se produce una nueva relación del hombre para con Dios, y ella crea a su vez una nueva relación respecto a los demás hombres, cuyo determinante es el amor. Habrá que esperar para que esas ideas fructifiquen en cambio social (Dabar 1977).
No puede abolir la esclavitud en el mundo, pero logra que dos hombres se sientan hermanos y se abracen. Nos toca no deshumanizar la vida cristiana. Antes están las personas que los principios. La dureza por la dureza no es cristiana (J. Guiteras).
Pablo le llama "Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión". Y ahora pide que lo acepte de nuevo "no como esclavo, sino como hermano querido", ya que ahora los dos, el amo y el esclavo, son cristianos. Y añade: "si te debe algo, ponlo en mi cuenta: yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño". Al igual que el grado de marginación del niño o de la mujer, ahora Pablo, pide a Filemón la libertad a Onésimo.
3. El salmo nos muestra los sentimientos de Dios: “Que mantiene su fidelidad perpetuamente, / que hace justicia a los oprimidos, / que da pan a los hambrientos. / El Señor liberta a los cautivos”.  Son los que hemos de tener nosotros con los demás, transformando la sociedad paso a paso, persona a persona.
El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, / el Señor ama a los justos. / El Señor guarda a los peregrinos”. Sólo en la relación con cada persona podemos encontrar su misterio, y promover leyes para todos.
Sustenta al huérfano y a la viuda / y trastorna el camino de los malvados. / El Señor reina eternamente, / tu Dios, Sión, de edad en edad”. Así promovemos el Reino de Dios.
Llucià Pou Sabaté

martes, 13 de noviembre de 2012

Miércoles de la semana 32 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
Estamos invitados a volver a Dios, con agradecimiento por su misericordia, por su salvación: y también nosotros ser benévolos
“Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: -«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.» Al verlos, les dijo: -«ld a presentaros a los sacerdotes.» Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: -«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? » Y le dijo: -«Levántate, vete; tu fe te ha salvado»” (Lucas 17,11-19).  
1. –“Yendo camino de Jerusalén, atravesó Jesús Samaría”... Jesús, en camino. Es su último viaje. Va «hacia Jerusalén» donde matan a los profetas. «No conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén» (Lucas 13,33). El camino de cruz, el camino de Jesús, ha comenzado desde hace ya mucho tiempo. Contemplo a Jesús subiendo hacia Jerusalén, libremente, conscientemente, voluntariamente, sabiendo donde va.
-“Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron hacia Él diez leprosos. Le pararon a distancia y le gritaron...” La legislación de Moisés era rigurosa: «El leproso debe desgarrar sus vestidos, dejar los cabellos desgreñados, flotar al viento, cubrir su barba y gritar: «¡impuro!, ¡impuro!» (Levítico 13, 45). Esos pobres entre los más pobres respetan pues la Ley: gritan a distancia. Evoco la escena.
Los leprosos eran en la época de Jesús los seres más despreciables. Estaban proscritos y permanecían completamente aislados. Vivían en cavernas a las orillas de los caminos y comían lo que los peregrinos les arrojaban. Eran considerados impuros y no aptos para vivir en sociedad. No se podían acercar a nadie, bajo riesgo de morir si incumplían las prescripciones. Prácticamente, no eran considerados seres humanos.
Jesús permite que un grupo de leprosos se le acerque. Rompe con este gesto la mentalidad segregacionista que divide el mundo en puros e impuros, sacros y profanos. Jesús afronta solo la escena. Los discípulos se ausentan ante tamaño grupo de leprosos proscritos. La petición de los leprosos es simple: haz algo por nosotros. Jesús los remite a los sacerdotes, que era la institución encargada de decidir quién es puro y quién impuro. De camino, todos quedan curados, pero únicamente uno regresa.
-«¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Uno de los grandes clamores de toda humanidad sufriente. Una plegaria que repetimos, con frecuencia en la misa. «¡Señor, piedad!» Que no tenga yo jamás miedo de clamar al Señor, de apelar a su misericordia. En la Biblia, la lepra es a menudo el símbolo del pecado, el mal que desfigura. No es inútil apelar a esa imagen que afecta nuestra sensibilidad, para mejor comprender lo que es el pecado, para Dios.
-“Al verlos, Jesús les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes.»” Era también la Ley (Levítico 14,2). De paso, es un hermoso ejemplo de sumisión de Jesús a las autoridades de su país. “Mientras iban de camino quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a voces. Se echó, el rostro contra el suelo, a los pies de Jesús, dándole las gracias”.
De los diez leprosos curados, sólo uno, y extranjero, vuelve a dar gracias a Jesús. La breve oración de los diez había sido modélica: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros". Pero luego nueve de ellos, se supone que judíos, no regresan.
Nosotros empezamos nuestra celebración eucarística con una súplica parecida a la de los leprosos: "Señor, ten piedad". Y hacemos bien, porque somos débiles y pecadores, y sufrimos diversas clases de lepra. La oración de súplica nos sale bastante espontánea. Pero ¿sabemos también rezar y cantar dando gracias? Los varios himnos de alabanza en la misa -el Gloria, el Santo- y tantos salmos de alegría y acción de gracias, ¿nos salen desde dentro, reconociendo los signos de amor con que Dios nos ha enriquecido?, ¿sólo sabemos pedir, o también admirar y agradecer? Hay personas que nos parecen alejadas y que nos dan lecciones, porque saben reconocer la cercanía de Dios, mientras que nosotros, tal vez por la familiaridad y la rutina de los sacramentos -por ejemplo del perdón que Dios nos concede en la Reconciliación- no sabemos asombrarnos y alegrarnos de la curación que Jesús nos concede. Debemos cultivar en nosotros un corazón que sepa agradecer, a las personas que nos rodean y que seguramente nos llenan de sus favores, y sobre todo a Dios (J. Aldazábal).
«Alabar a Dios a voces» «Darle gracias» Actitud esencial del que ha sido «salvado». Actitud principal del que participa en la «eucaristía», en griego «acción de gracias». Ayúdame, Señor, a saber reconocer tus beneficios... Ayúdame a orar con mis alegrías, mis horas felices, con las gracias que recibo de ti. Cada noche, examinar cómo he pasado el día para darte las gracias. Ir a la eucaristía con el corazón rebosante de gozo por las maravillas de Dios. Y estar dispuesto, durante el acto litúrgico, a glorificar a Dios «de viva voz». Me imagino al leproso curado, sus gritos de alegría, sus gestos...
-“Ahora bien, era un «samaritano»”... Una vez más -según la parábola del buen samaritano, (Lucas 10,30)-  Jesús pone como ejemplo a los que eran mal vistos por los judíos fieles. Algunos paganos, por sus cualidades humanas auténticas, pueden estar más cerca de Dios que algunos fieles. A través de esos hechos evangélicos, adivinamos la apertura del Evangelio a naciones y países hasta aquí apartadas del pueblo de Dios.
-“¿Y los otros nueve? ¿Sólo este extranjero ha vuelto para dar gracias a Dios?” La lección que da Jesús va dirigida a sus paisanos: los del pueblo elegido son, a veces, los que menos saben agradecer los favores de Dios, mientras que hay extranjeros que tienen un corazón más abierto a la fe. Ruego por todos los «samaritanos», los extraños a nuestra fe... y también por todos los fieles que no saben alabar a Dios (Noel Quesson).
A Lucas le encanta subrayar la "vuelta" de sus personajes (el hijo pródigo, los discípulos de Emaús, el leproso curado)? En estas "vueltas" veo representadas las experiencias mías y de muchos. Alejamiento y vuelta: "Jesús, maestro, ten compasión de mí".
En este Evangelio vemos las claves de lo que debe ser la vida del cristiano, resumida en tres sencillas palabras: misericordia, fe y agradecimiento. Jesús, ¡qué grande es tu misericordia, ante los necesitados y enfermos especialmente! Tu piedad no rebaja sino que libera, levanta a las personas. Siente como tuyo el dolor o el sufrimiento de la persona que tiene ante sí. Esta compasión ayuda a quien te mira a tener fe, y así tú puedes hacer milagros con él. Y así puede quien es por ti curado vivir el agradecimiento siendo a su vez misericordioso con los que le rodean.
Pienso que vemos este rostro de Dios cuando nos encontramos a alguien que se detiene en su camino para ayudarnos cuando estamos necesitados, en la carretera por ejemplo, si nuestro coche se ha averiado. Pero también en los pequeños detalles, cuando nos ceden el paso en medio del tráfico, nos sonríen amablemente en el trabajo los lunes por la mañana. Copio del 20minutos (27.10.2009): Montse Ventura está viva gracias a que una mujer que viajaba con ella en un bus urbano de Barcelona a principios de año identificó en su cara unas señales sintomáticas de un tumor. Hoy, operada y recuperada, busca a su 'ángel de la guarda' a través de la prensa catalana para darle las gracias. El azar quiso que Montse, de 55 años y ex maestra, viuda y madre de dos hijas, viajara en un bus de vuelta de un museo al lado de una desconocida que no le quitaba ojo. En un momento dado le pidió hablar con ella a solas y le recomendó que se hiciera una analítica. En un papel le escribió los dos marcadores que debía vigilar. Le dijo poco más, sólo que había visto en su cara un agrandamiento de labios y nariz que podría anticipar un tumor de hipófisis. Y otra cosa: que estaba a tiempo, pero que no tardara en mirarse.
Al cabo de un mes, Montse pidió cita médica y se hizo el preceptivo análisis. Los dos marcadores elegidos por la más que probable doctora del autobús salieron disparados. Tras peregrinar de ginecólogos a endocrinos le diagnosticaron un minúsculo tumor de hipófisis, la parte del cerebro que regula el equilibrio hormonal del cuerpo. Montse decidió operarse, siguiendo el consejo de los médicos, porque la ubicación del tumor era muy peligrosa.
Ahora Montse busca a una mujer de unos 50 años, delgada, con pelo rizado, castaño, que viajaba en el autobús 64 de Barcelona aquella mañana de principios de año. Quiere darle las gracias por salvarle la vida.
Ángeles que Dios pone en nuestro camino… “¿Qué cosa mejor podemos traer en el corazón, pronunciar con la boca, escribir con la pluma, que estas palabras: ¡gracias a Dios!? No hay cosa que se pueda decir con mayor brevedad, ni oír con mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación, ni hacer con mayor utilidad” (San Agustín).
2. Pablo sigue instruyendo su discípulo: -“Hijo muy querido, recuerda a los fieles que deben vivir sumisos a los dirigentes, a las autoridades, obedecerles...” La verdadera revolución no era derrocar a los gobernantes, sino que era interior, una renovación de la sociedad antigua...; pero esto se hará por la renovación de las mentalidades y no por la «toma del poder», o principalmente por actuaciones de carácter político. Jesús había ya resistido a esa misma tentación: «dad al César lo que es del César.» Pablo dice que hay que respetar los poderes de la sociedad civil.
-“Estar disponibles para cualquier buena acción...” En el mundo, se nos pide ser ciudadanos ejemplares: estar dispuestos a toda buena acción. Fórmula admirable. Participación es la palabra que indica nuestra misión en lo social (barrio, escuela, municipio, país).
-“No injuriar a nadie, no ser discutidores, sino benévolos, mostrándonos amables con todos los hombres...” Los cristianos: seres «bienhechores»... seres «benévolos»... Serviciales. Generosos. Atentos. Afables. Obligados. Comprometidos en el servicio de los demás. Complacientes, amables (Noel Quesson).
-“Pues también nosotros fuimos, en algún tiempo, insensatos, desobedientes, aborrecibles... Pero, cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador y su amor a los hombres, El nos salvó. No por actos meritorios nuestros, sino según su misericordia. Por el agua del bautismo nos regeneró, y nos renovó en el Espíritu Santo”.
3. El salmo nos hace cantar: "tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida". Por eso debemos también nosotros repartir bondad en torno nuestro.


Martes de la semana 32 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
El servicio a Dios no nos lleva al engreimiento, sino a la humildad de sentirnos instrumentos para ayudar a Dios y a los demás, 
“En aquel tiempo, dijo el Señor: -«Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer" (Lucas 17,7-10).  
1. “-Jesús decía: «Cuando un criado vuestro, labrador o pastor, vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dirá: "Ven enseguida a la mesa?" No, más bien le decís: «Prepárame de cenar, ponte el delantal y sírveme mientras yo como y bebo. Después comerás y beberás tú.» Jesús no justifica esa situación de desnivel social, sino que la constata. A partir del cap. 14, el evangelista nos pone en aviso contra los fariseos y los ricos, especialmente. Los fariseos creen tener derechos sobre Dios, y quizá lo que censuras, Señor, sea eso, más que a los discípulos, que no tienen esa costumbre de tiranizar a los sirvientes que ya han trabajado todo el día.
-“¿Se tendrá que estar agradecido al criado porque ha hecho lo que se le ha mandado?” El relato va hacia el consejo de «hacer todo lo que Dios ha mandado». Hemos de ver esa parábola en el contexto de un Dios «padre» amante y servicial que se desvivirá por sus servidores: «¿Qué hará el dueño de la casa? Yo os lo digo, se pondrá en actitud de servicio, hará que se coloquen a la mesa, y, pasando junto a ellos, los servirá» (Lc 12,37).
Pero aquí se subraya nuestra actitud de humildad; hemos de decir: «Somos servidores inútiles, hemos hecho lo que debíamos hacer.» Jesús, pienso que quieres destruir la arrogancia de los fariseos, que a fuerza de buenas obras, pensaban que adquirían unos derechos sobre Dios, por sus propios méritos. Otras veces nos decías: no os gloriéis de vuestras obras ante Dios... y ahora lo dices de otro modo. Santa Teresa de Lisieux había comprendido muy bien esa lección capital cuando decía que se presentaría ante Dios con «las manos vacías». Señor, quiero hacer las cosas gratuitamente, por ti, por amor: sin esperar recompensa. Concédenos, Señor, estar a tu servicio desinteresadamente (Noel Quesson).
Dice un dicho popular: "Nadie es necesario, pero todos podemos ser útiles". A veces pensamos que somos imprescindibles, que nuestra aportación es irremplazable. Pero en realidad, indispensable solo es el Señor. Y también podemos verlo al revés: si tenemos a Jesús, lo tenemos todo; mientras él no falte, todo va bien. Los ministerios, en la Iglesia, no son para crecimiento personal, sino para el crecimiento de la comunidad.
Jesús, veo que lo que esperas de nosotros es que estemos siempre dispuestos, como el Buen Pastor, a cuidar de los tuyos, que son nuestros también. No podemos sentarnos a la mesa mientras no lo sirvamos en los hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos y encarcelados.
Decía uno: “Siempre llamó mi atención aquella gente con un corazón sencillo, aquellos que hacen de lo complejo, de lo sofisticado, algo cotidiano, entendible por todos. Gente que quizás habla de cosas importantes, pero tiene en su forma de expresarse una capacidad de llegar al fondo de su mensaje de inmediato. Sea cual fuere el tema del que esas personas hablan, llegan al corazón, el alma se siente atraída. Gente muy sencilla, que quizás sólo nos sirve o ayuda en determinado punto de nuestras vidas. Rostros sonrientes, dispuestos a ayudarnos, adaptarse y comprender.
¡Dan ganas de sentarse a hablar con esa gente, a saber de su vida! Ellos no buscan complejidades, no desconfían más de la cuenta, hablan de modo abierto y claro, tienden a creer y a confiar, ven en la gente lo bueno. La simpleza de corazón se opone a esa otra postura, la de buscar siempre los motivos para no creer, la de dudar de todo, la de complicar las cosas, la de plantear siempre obstáculos y objeciones, la de esperar que finalmente algo nos de la excusa para descalificar.
Esta actitud frente a la vida, la de hacer lo complejo algo sencillo, la de creer, confiar, de poner una sonrisa y un deseo de hacerse entender y querer por el prójimo, es una parte importante del amor. Porque el amor es simple y Dios es simple, El hace las cosas de Su Reino sencillas para nosotros. Pero también pone un velo entre Sus misterios y nuestro entendimiento. Es por este motivo que es tan importante no querer ver o saber más allá de lo que Dios quiera que veamos. ¡Sólo creer en El!
Esta actitud, la de creer, proviene de un corazón sencillo. Creer, con un alma abierta a las cosas del Reino, más allá de que la mente, nuestro intelecto, no alcance a comprender lo que percibe. Es muy difícil tener fe en Dios si queremos procesar todo a través de nuestra razón”. Nuestro orgullo lo complica todo, queremos controlarlo todo. “Y que difícil es la prueba cuando Dios da la gracia de tener una mente desarrollada, una educación elevada. El propio don que Dios da se puede transformar en el motor de nuestra soberbia: vaya, si somos gente inteligente, ¿como podemos creer en estos tiempos en estas cosas, inexplicables para la ciencia del hombre? Cuanta soberbia se esconde en esta pregunta, pero cuan a menudo se la escucha, o se la piensa. El mundo moderno ha desarrollado tal soberbia, que ha dejado poco espacio para las cosas del Señor, que son por supuesto inexplicables, porque pertenecen a un nivel de pensamiento, el Pensamiento Divino, al que el hombre jamás podrá llegar”.
Cuando alguien ha de ejercer su autoridad, muchas veces se cubre de apariencia, por ejemplo un profesor intentará disimular lo que no sabe, para explicar las cosas dando la impresión de que controla toda su especialidad, porque necesita dar esa imagen de persona que sabe más de lo que sabe. En cambio, el sencillo es el que no quiere dar más imagen que mostrarse como es, sin aparentar, y qué mezcla más fascinante, cuando un sabio es sencillo y puede responder cuando algo no lo sabe con un sencillo “no lo sé”. Se llega así a superar una prueba importante, la de la apariencia, así los pastores nos enseñan el camino a Belén: “Sólo aceptar, orar, adorar al Señor, y disfrutar de los pequeños detalles que él nos permite ver, de Su maravilloso Reino.
Se me ocurre que una buena petición es: "Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de Ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a Ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mí mismo para darme todo a Ti" (S. Nicolás de Flüe). Te pido, Señor, lo que necesite para ser buen instrumentos tuyo: "De que tú y yo nos portemos como Dios quiere —no lo olvides— dependen muchas cosas grandes" (J. Escrivá, Camino 755).
Para ser buen instrumento he de ver como don divino las cualidades que tengo, y usar esos talentos. También se necesita humildad, una perfecta subordinación a la voluntad divina, y una unión con el artista, como el barro en manos del alfarero, como el pincel en manos del pintor, y para esto necesito vida interior y obediencia (más que decir o pensar, hacer las cosas). “Las obras de Dios son perfectas” (Dt 32,4), y cuando Dios nos da unos dones, también nos da los medios para usarlos dignamente” (s. Tomás de Aquino). Es lo que se dice en la ordenación en palabras de S. Pablo: el que ha comenzado la buena obra en ti la llevará a término.
Dame, Señor, la rectitud de intención y humildad en todas mis obras. “Soli Deo honor et gloria”, “sólo para Dios el honor y la gloria” (1 Tim 1,17). Esa humildad de instrumentos arraigará en mi corazón, si procuro la unión con la Voluntad de Dios en lo cotidiano. El modelo es la Virgen: “Illum oportet crescere, me autem minui” (conviene que Él crezca, y yo disminuya: Jn 3,30).
2. Ahora Pablo va dirigiéndose a diversas personas: -“Vosotros los hombres de edad... Vosotras las mujeres de edad... Vosotros los jóvenes...” Cada uno recibe el evangelio según su estado, su situación y su edad. No hay que copiarse los unos a los otros. Cada uno tiene un papel diferente según sus posibilidades. Según mi situación, ¿qué papel debo cumplir yo?
-“Sobriedad... Dignidad... Ponderación... Fortaleza en la fe... Caridad... Perseverancia... Gente de buen consejo... Sensatez... Buenas amas de casa...” Va dando el Apóstol consejos muy «humanos»: virtudes naturales, como¡la «ponderación»! Se ve que les convenía a los de Creta. Y a  nosotros.
-“Muéstrate dechado de buenas obras y conducta intachable... Para que el adversario se avergüence no teniendo nada malo que decir de nosotros”. Es lo primero que nos exigen los no creyentes. Que los cristianos den prueba de lo que «dicen», en primer lugar ¡viviendo los valores esenciales de la simple humanidad! ¡Perdón, Señor, por dar tan a menudo, una mala imagen de Ti!
-“Porque la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres. Por ella aprendemos a rechazar el pecado y las pasiones”. El humanismo de Pablo no se basa solo en no embriagarse, amar a su mujer o a su marido, llevar bien el cuidado de la casa, tener buena conducta... Todo esto es obra de Dios, fundamentado en la gracia, el don gratuito de Dios que está siempre ahí. En el fondo, Dios quiere, en primer lugar ¡que seamos hombres cabales! Y, para ello, nos da su gracia.
-“Para vivir en el mundo presente con sensatez, justicia, piedad...” ¡Qué modestia en todo esto! ¿Soy «sensato»? ¿Soy «justo»? ¿Soy «piadoso»? Pienso en lo que esto puede significar para mí, como comportamientos concretos.
-“Aguardando la dicha que esperamos y la Manifestación de la gloria de Jesucristo, nuestro gran Dios y Salvador”. ¡He ahí el «sentido»! Es el carácter específico del cristiano: hombre como todos los demás, invitado a vivir los mismos valores que sus contemporáneos, «sabe a donde va», está orientado, su conducta tiene un Sentido, un objetivo final. Y, para Pablo, ese objetivo del hombre, que justifica y polariza todos sus esfuerzos, es el encuentro de Jesucristo.
-“Porque se entregó por nosotros para rescatarnos de todas nuestras faltas, y purificarnos para hacer de nosotros un pueblo elegido, entregado a hacer el bien”. Toda la «bondad» del mundo dimana de su sacrificio.
Todo el «bien» que se hace en el mundo proviene del don de sí mismo que nos ha sido hecho. ¡Señor Jesús, purifícanos! ¡Señor Jesús, haz que seamos «entregados» en la práctica del bien! Dame, Señor, mucho entusiasmo, mucho ardor: haz de mí un apasionado de Ti (Noel Quesson).
3. De nuevo el salmo insiste en las cualidades básicas, en esas virtudes humanas: "haz el bien, practica la lealtad, sea el Señor tu delicia, apártate del mal y haz el bien". Acudimos a la Santísima Virgen, para que demos ejemplo, de personas de corazón, gente de bien.
            Llucià Pou Sabaté



Martes de la semana 32 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
El servicio a Dios no nos lleva al engreimiento, sino a la humildad de sentirnos instrumentos para ayudar a Dios y a los demás, 
“En aquel tiempo, dijo el Señor: -«Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer" (Lucas 17,7-10).  
1. “-Jesús decía: «Cuando un criado vuestro, labrador o pastor, vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dirá: "Ven enseguida a la mesa?" No, más bien le decís: «Prepárame de cenar, ponte el delantal y sírveme mientras yo como y bebo. Después comerás y beberás tú.» Jesús no justifica esa situación de desnivel social, sino que la constata. A partir del cap. 14, el evangelista nos pone en aviso contra los fariseos y los ricos, especialmente. Los fariseos creen tener derechos sobre Dios, y quizá lo que censuras, Señor, sea eso, más que a los discípulos, que no tienen esa costumbre de tiranizar a los sirvientes que ya han trabajado todo el día.
-“¿Se tendrá que estar agradecido al criado porque ha hecho lo que se le ha mandado?” El relato va hacia el consejo de «hacer todo lo que Dios ha mandado». Hemos de ver esa parábola en el contexto de un Dios «padre» amante y servicial que se desvivirá por sus servidores: «¿Qué hará el dueño de la casa? Yo os lo digo, se pondrá en actitud de servicio, hará que se coloquen a la mesa, y, pasando junto a ellos, los servirá» (Lc 12,37).
Pero aquí se subraya nuestra actitud de humildad; hemos de decir: «Somos servidores inútiles, hemos hecho lo que debíamos hacer.» Jesús, pienso que quieres destruir la arrogancia de los fariseos, que a fuerza de buenas obras, pensaban que adquirían unos derechos sobre Dios, por sus propios méritos. Otras veces nos decías: no os gloriéis de vuestras obras ante Dios... y ahora lo dices de otro modo. Santa Teresa de Lisieux había comprendido muy bien esa lección capital cuando decía que se presentaría ante Dios con «las manos vacías». Señor, quiero hacer las cosas gratuitamente, por ti, por amor: sin esperar recompensa. Concédenos, Señor, estar a tu servicio desinteresadamente (Noel Quesson).
Dice un dicho popular: "Nadie es necesario, pero todos podemos ser útiles". A veces pensamos que somos imprescindibles, que nuestra aportación es irremplazable. Pero en realidad, indispensable solo es el Señor. Y también podemos verlo al revés: si tenemos a Jesús, lo tenemos todo; mientras él no falte, todo va bien. Los ministerios, en la Iglesia, no son para crecimiento personal, sino para el crecimiento de la comunidad.
Jesús, veo que lo que esperas de nosotros es que estemos siempre dispuestos, como el Buen Pastor, a cuidar de los tuyos, que son nuestros también. No podemos sentarnos a la mesa mientras no lo sirvamos en los hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos y encarcelados.
Decía uno: “Siempre llamó mi atención aquella gente con un corazón sencillo, aquellos que hacen de lo complejo, de lo sofisticado, algo cotidiano, entendible por todos. Gente que quizás habla de cosas importantes, pero tiene en su forma de expresarse una capacidad de llegar al fondo de su mensaje de inmediato. Sea cual fuere el tema del que esas personas hablan, llegan al corazón, el alma se siente atraída. Gente muy sencilla, que quizás sólo nos sirve o ayuda en determinado punto de nuestras vidas. Rostros sonrientes, dispuestos a ayudarnos, adaptarse y comprender.
¡Dan ganas de sentarse a hablar con esa gente, a saber de su vida! Ellos no buscan complejidades, no desconfían más de la cuenta, hablan de modo abierto y claro, tienden a creer y a confiar, ven en la gente lo bueno. La simpleza de corazón se opone a esa otra postura, la de buscar siempre los motivos para no creer, la de dudar de todo, la de complicar las cosas, la de plantear siempre obstáculos y objeciones, la de esperar que finalmente algo nos de la excusa para descalificar.
Esta actitud frente a la vida, la de hacer lo complejo algo sencillo, la de creer, confiar, de poner una sonrisa y un deseo de hacerse entender y querer por el prójimo, es una parte importante del amor. Porque el amor es simple y Dios es simple, El hace las cosas de Su Reino sencillas para nosotros. Pero también pone un velo entre Sus misterios y nuestro entendimiento. Es por este motivo que es tan importante no querer ver o saber más allá de lo que Dios quiera que veamos. ¡Sólo creer en El!
Esta actitud, la de creer, proviene de un corazón sencillo. Creer, con un alma abierta a las cosas del Reino, más allá de que la mente, nuestro intelecto, no alcance a comprender lo que percibe. Es muy difícil tener fe en Dios si queremos procesar todo a través de nuestra razón”. Nuestro orgullo lo complica todo, queremos controlarlo todo. “Y que difícil es la prueba cuando Dios da la gracia de tener una mente desarrollada, una educación elevada. El propio don que Dios da se puede transformar en el motor de nuestra soberbia: vaya, si somos gente inteligente, ¿como podemos creer en estos tiempos en estas cosas, inexplicables para la ciencia del hombre? Cuanta soberbia se esconde en esta pregunta, pero cuan a menudo se la escucha, o se la piensa. El mundo moderno ha desarrollado tal soberbia, que ha dejado poco espacio para las cosas del Señor, que son por supuesto inexplicables, porque pertenecen a un nivel de pensamiento, el Pensamiento Divino, al que el hombre jamás podrá llegar”.
Cuando alguien ha de ejercer su autoridad, muchas veces se cubre de apariencia, por ejemplo un profesor intentará disimular lo que no sabe, para explicar las cosas dando la impresión de que controla toda su especialidad, porque necesita dar esa imagen de persona que sabe más de lo que sabe. En cambio, el sencillo es el que no quiere dar más imagen que mostrarse como es, sin aparentar, y qué mezcla más fascinante, cuando un sabio es sencillo y puede responder cuando algo no lo sabe con un sencillo “no lo sé”. Se llega así a superar una prueba importante, la de la apariencia, así los pastores nos enseñan el camino a Belén: “Sólo aceptar, orar, adorar al Señor, y disfrutar de los pequeños detalles que él nos permite ver, de Su maravilloso Reino.
Se me ocurre que una buena petición es: "Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de Ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a Ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mí mismo para darme todo a Ti" (S. Nicolás de Flüe). Te pido, Señor, lo que necesite para ser buen instrumentos tuyo: "De que tú y yo nos portemos como Dios quiere —no lo olvides— dependen muchas cosas grandes" (J. Escrivá, Camino 755).
Para ser buen instrumento he de ver como don divino las cualidades que tengo, y usar esos talentos. También se necesita humildad, una perfecta subordinación a la voluntad divina, y una unión con el artista, como el barro en manos del alfarero, como el pincel en manos del pintor, y para esto necesito vida interior y obediencia (más que decir o pensar, hacer las cosas). “Las obras de Dios son perfectas” (Dt 32,4), y cuando Dios nos da unos dones, también nos da los medios para usarlos dignamente” (s. Tomás de Aquino). Es lo que se dice en la ordenación en palabras de S. Pablo: el que ha comenzado la buena obra en ti la llevará a término.
Dame, Señor, la rectitud de intención y humildad en todas mis obras. “Soli Deo honor et gloria”, “sólo para Dios el honor y la gloria” (1 Tim 1,17). Esa humildad de instrumentos arraigará en mi corazón, si procuro la unión con la Voluntad de Dios en lo cotidiano. El modelo es la Virgen: “Illum oportet crescere, me autem minui” (conviene que Él crezca, y yo disminuya: Jn 3,30).
2. Ahora Pablo va dirigiéndose a diversas personas: -“Vosotros los hombres de edad... Vosotras las mujeres de edad... Vosotros los jóvenes...” Cada uno recibe el evangelio según su estado, su situación y su edad. No hay que copiarse los unos a los otros. Cada uno tiene un papel diferente según sus posibilidades. Según mi situación, ¿qué papel debo cumplir yo?
-“Sobriedad... Dignidad... Ponderación... Fortaleza en la fe... Caridad... Perseverancia... Gente de buen consejo... Sensatez... Buenas amas de casa...” Va dando el Apóstol consejos muy «humanos»: virtudes naturales, como¡la «ponderación»! Se ve que les convenía a los de Creta. Y a  nosotros.
-“Muéstrate dechado de buenas obras y conducta intachable... Para que el adversario se avergüence no teniendo nada malo que decir de nosotros”. Es lo primero que nos exigen los no creyentes. Que los cristianos den prueba de lo que «dicen», en primer lugar ¡viviendo los valores esenciales de la simple humanidad! ¡Perdón, Señor, por dar tan a menudo, una mala imagen de Ti!
-“Porque la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres. Por ella aprendemos a rechazar el pecado y las pasiones”. El humanismo de Pablo no se basa solo en no embriagarse, amar a su mujer o a su marido, llevar bien el cuidado de la casa, tener buena conducta... Todo esto es obra de Dios, fundamentado en la gracia, el don gratuito de Dios que está siempre ahí. En el fondo, Dios quiere, en primer lugar ¡que seamos hombres cabales! Y, para ello, nos da su gracia.
-“Para vivir en el mundo presente con sensatez, justicia, piedad...” ¡Qué modestia en todo esto! ¿Soy «sensato»? ¿Soy «justo»? ¿Soy «piadoso»? Pienso en lo que esto puede significar para mí, como comportamientos concretos.
-“Aguardando la dicha que esperamos y la Manifestación de la gloria de Jesucristo, nuestro gran Dios y Salvador”. ¡He ahí el «sentido»! Es el carácter específico del cristiano: hombre como todos los demás, invitado a vivir los mismos valores que sus contemporáneos, «sabe a donde va», está orientado, su conducta tiene un Sentido, un objetivo final. Y, para Pablo, ese objetivo del hombre, que justifica y polariza todos sus esfuerzos, es el encuentro de Jesucristo.
-“Porque se entregó por nosotros para rescatarnos de todas nuestras faltas, y purificarnos para hacer de nosotros un pueblo elegido, entregado a hacer el bien”. Toda la «bondad» del mundo dimana de su sacrificio.
Todo el «bien» que se hace en el mundo proviene del don de sí mismo que nos ha sido hecho. ¡Señor Jesús, purifícanos! ¡Señor Jesús, haz que seamos «entregados» en la práctica del bien! Dame, Señor, mucho entusiasmo, mucho ardor: haz de mí un apasionado de Ti (Noel Quesson).
3. De nuevo el salmo insiste en las cualidades básicas, en esas virtudes humanas: "haz el bien, practica la lealtad, sea el Señor tu delicia, apártate del mal y haz el bien". Acudimos a la Santísima Virgen, para que demos ejemplo, de personas de corazón, gente de bien.
            Llucià Pou Sabaté


lunes, 12 de noviembre de 2012


Lunes de la semana 32 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
Pedimos a Jesús el don de perdonar, que es la cosa más grande; y también las otras cualidades de su corazón
«Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan los escándalos; pero, ay de aquel por quien vienen. Más le valdría ajustarle al cuello una piedra de molino y arrojarle al mar, que escandalizar a uno de esos pequeños: andaos con cuidado. Si tu hermano peca, repréndele; y, si se arrepiente, perdónale. Y si peca siete veces al día contra ti, y siete veces vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", le perdonarás». Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Respondió el Señor: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este moral: "Arráncate y plántate en el mar, y os obedecería"» (Lucas 17,1-6).
1. –“Jesús decía: "Es inevitable que sucedan los escándalos; pero ¡ay del que los provoca!” Estamos todos interconexionados, unidos como los siameses, y esto es la comunión de los santos: si nos esforzamos, ayudamos a los demás, y si hacemos daño, dañamos a todos. "Nadie es una isla". Toda persona esta religada a otras. Juan Pablo II pidió perdón por los errores históricos de la Iglesia, y vemos que en el mundo hay muchos crímenes, pero en primer lugar hemos de reflejar el rostro de Jesús a través de nuestra vida, de la vida de la Iglesia, para dar testimonio al mundo. Por desgracia, hemos visto también en la Iglesia graves pecados contra niños, que claman al cielo. Pidamos al Señor que arranque de la Iglesia todo daño grave, y hoy especialmente este: «El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otros a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual. El escándalo constituye una falta grave, si por acción u omisión, arrastra deliberadamente a otro a una falta grave» (Catecismo, 2284).
-“Más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar... antes que escandalizar a uno de esos pequeños”. Jesús es extremadamente riguroso cuando se trata de defender a "los pequeños".
Y pasas, Señor, a hablarnos del perdón: -“Si tu hermano te ofende, repréndelo; y si se arrepiente perdónalo. Si te ofende siete veces al día y vuelve siete veces a decirte: "Lo siento" lo perdonarás”. El amor "sin límites" es la característica propia del cristianismo. Lo vemos en una madre, cuando sigue perdonando la malicia o debilidad de un hijo, que con sus mentiras o faltas de respeto se aleja de ella, y luego siempre encuentra el perdón maternal cuando va a buscarla. El amor de una madre es el modelo más cercano de lo que Jesús nos muestra, de lo que es el amor de Dios. Señor, te pido aprender a perdonar según la medida de tu corazón.
-“Dijeron los Apóstoles al Señor... ¡Auméntanos la Fe!” Tenemos aquí un ejemplo de los diálogos provocados por tus palabras, Jesús. Eran muy conscientes de que era algo grande lo que pedías, Señor, y así te pedimos también nosotros: "danos, Señor, por gracia, eso que Tú esperas de nosotros". Como también decía San Agustín: pide lo que quieras y dame la fuerza para cumplirlo. O Santa Teresa de Jesús: “manda lo que quisieras y dime lo que mandares, que lo que tu mandares no he dejar de hacer por ningún tesoro del mundo”, claro, con tu fuerza, Señor. Así te pedimos en la plegaria de los fieles de cada misa: por las necesidades mías y de todo el mundo.
-“El Señor contestó: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este árbol: Arráncate y plántate en el mar. Y os obedecería"”. ¡Cuántos "árboles" a arrancar, Señor! Soy como un pobre delante de ti; dame varios "granos de mostaza" (Noel Quesson).
2. Hoy vemos la carta a Tito, discípulo de san Pablo, pastor responsable de Creta: “-Yo Pablo, siervo de Dios...” Su único titulo humano: servidor... Me dejo llevar por esta sencilla imagen. ¿Qué representa para mí? Humildad, competencia, desvelo, estar a la escucha...
-“Apóstol de Jesucristo...” Apóstol significa «enviado». Es también una imagen de dependencia, de humildad: el enviado de alguien no habla en su propio nombre, es el enviado de otro. ¿Me preocupo de mi conformidad y autenticidad a Jesucristo?
-“Para llevar a los escogidos de Dios a la fe y al pleno conocimiento religioso de la verdad”. Se ha dicho que era la mejor definición del apostolado. Pienso en mi oración, en los que están a mi cuidado. No puedo darles la fe... debo tratar de «conducir hacia...» Aquí también, ¡modestia!
-“Apoyado en la esperanza de la vida eterna, prometida desde toda la eternidad por Dios, que no miente...” Repito una y otra vez esta formula. Dejo que cada palabra penetre en mí.
-“Si te he dejado en Creta es para que acabaras de organizar todo lo que faltaba, y establecieras "presbíteros" en cada ciudad”. Tito es el encargado de nombrar a unos "responsables", sin duda de los "colegios de Ancianos", como los había en las sinagogas judías: Tito escoge a los que le parecen más aptos para animar el grupo... hombres maduros, de cierta edad, hombres con experiencia. Su nombre "presbyteroi" = ancianos, y de ahí procede lo que llamamos ahora presbítero.
-“¿Sus cualidades? Que sean irreprochables... Que tengan un buen equilibrio personal... Un amor conyugal ejemplar.. Una buena gestión familiar... El sentido de la hospitalidad”. Los "sermones" ayudan, pero más la vida del predicador. Lo que también es verdad para todos: laicos, religiosas, sacerdotes.
-“Intendente de la casa de Dios...” Adicto a la doctrina auténtica, conforme a la enseñanza recibida así será capaz de exhortar según la sana doctrina y de rebatir a los adversarios... He ahí las dos misiones del "responsable" de la comunidad: gobernar como un "buen intendente" -éste era el término que usaba Jesús- y enseñar (Noel Quesson).
3. Nos dice san Pablo que el apóstol ha de tener humanidad. La importancia de las virtudes humanas es también un recordatorio para nosotros, a ejemplo de Jesús: ¿cómo vamos de amabilidad, simpatía, accesibilidad para que nos pregunten cosas, cómo damos confianza porque respetamos la intimidad de las conciencias? Esos son, decía Juan Pablo II, las cualidades de los evangelizadores que espera el mundo moderno: «Se necesitan heraldos del Evangelio expertos en humanidad, que conozcan a fondo el corazón del hombre de hoy, participen de sus gozos y esperanzas, de sus angustias y tristezas, y al mismo tiempo sean contemplativos, enamorados de Dios. Para esto se necesitan nuevos santos. Los grandes evangelizadores de Europa han sido los santos. Debemos suplicar al Señor que aumente el espíritu de santidad en la Iglesia y nos mande nuevos santos para evangelizar el mundo de hoy». El salmo apunta también a las virtudes humanas: "¿quién puede subir al monte del Señor?: el hombre de manos inocentes y puro corazón... Éste es el grupo que busca al Señor".
Llucià Pou Sabaté