domingo, 2 de noviembre de 2025

Lunes de la 31 semana (impar): no podemos estar cerrados, pues la apertura a los demás en el amor y el compartir es estar con Jesús

Lunes de la 31 semana (impar): no podemos estar cerrados, pues la apertura a los demás en el amor y el compartir es estar con Jesús

 

A. Lecturas

1. Romanos (11,29-36):

Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos. ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.

2. Salmo 68,30-31.33-34.36-37

R/. Que me escuche, Señor, tu gran bondad

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. 
R/.

Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. 
R/.

El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella. 
R/.

 3. «Decía también al que le había invitado: «Cuando des una comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, no sea que también ellos te devuelvan la invitación y te sirva de recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, llama a pobres, tullidos, a cojos, y a ciegos; y serás bienaventurado, porque no tienen para corresponderte; se te recompensará en la resurrección de los justos» (Lucas 14,12-14).

B. Comentario:

            1. –"Los dones de Dios y su llamada son irrevocables". Es algo «asegurado», «sólido», de «promesa irrevocable», de «algo dado». Por nuestra parte se trata de vincularnos a ello.

-"Antes erais paganos... Desobedecisteis... Obtuvisteis misericordia. También los judíos desobedecieron... También ellos obtuvieron misericordia". Estamos unidos misteriosamente a los judíos, hay una cierta comunión –imperfecta- de unos de los otros, que se ha perdido lamentablemente en la historia, pero que se intenta recomponer.

-"Dios, en efecto, encerró a todos los hombres en la rebeldía, para usar con todos ellos de misericordia". La misericordia tiene la última palabra. Dios permite que cada hombre pase por el pecado -la desobediencia- para que experimente la vanidad, el vacío y la incapacidad de su voluntad... a fin de abrirlo entonces a la gratuidad del amor divino, única salida... Ayúdame Señor, a ver así mis pecados. No como una vejación personal ante el fracaso de mi voluntad. No con despecho.

No con desesperación -«yo no llegaré nunca»-; sino con la certeza de que esos pecados me abren a tu misericordia y me hacen sentir más hondamente cuán necesario me eres. Señor, ayúdame a ver así a todo pecador entorno a mí, como un futuro objeto de tu misericordia, como un actual objeto de tu misericordia. ¡Tú amas a los pecadores! Amas a este pecador que está junto a mí y cuyo pecado me hace sufrir. ¿Seré, junto a él, el testigo de tu misericordia?

-"¡Oh abismo... de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios!" El término griego traducido por «abismo» es el término «bathos», raíz que se encuentra en el término «bathyscafo», el aparato que trata de explorar las «profundidades», los «abismos» del mar.

-«¡Cuán insondables son sus decisiones e impenetrables sus caminos!» Ninguna sonda puede llegar hasta el «hondón» de Dios. Ningún viajero, ningún explorador puede «penetrar» hasta ese país secreto, en el corazón de esta selva impenetrable. Y sin embargo vale la pena partir, aventurarse por ese «camino» que conduce hacia... Dios.

«Los caminos de Dios»... hermosa expresión, capaz de hacer soñar, capaz de hacer rezar. Oro, partiendo de lo que estas palabras me sugieren. ¡Oh, Señor, haz que camine hacia Ti! ¿Estoy en el camino que conduce a Ti? ¿Cuándo se efectuará el encuentro?

-"¿Quién conoció el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero?" Confesión de ignorancia. Pablo está profundamente extrañado del rechazo de Israel a adherirse al plan en Dios. Su mentalidad farisea, su orgullo nacional han sido heridos en lo vivo. Sólo puede confesar su ignorancia. A menudo en nuestras vidas tampoco nosotros comprendemos el designio de Dios. Humildemente me remito a Ti.

-"Porque «de» Él, «por» Él y «para» Él son todas las cosas. ¡A Él la gloria por los siglos! Amén". Dios, origen de todo. El que lo conserva todo. El objetivo hacia el cual todo va (Noel Quesson).

2. "Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias". Señor, te pido ser más humilde y comprensivo con los demás. Como la Virgen. "Clemente y compasivo es Yahveh, tardo a la cólera y grande en amor (…) sus ternuras sobre todas sus obras (...) en todas sus obras amoroso. Yahveh sostiene a todos los que caen, a todos los encorvados endereza". A ti la alabanza por siempre, Señor.

2. –Jesús, eres amigo de la paradoja, y una vez más has querido despertar la curiosidad de sus oyentes... nos hablas de convidar a comer a los más desvalidos quizá nos dices que si no salimos de "nosotros mismos" en un primer círculo de personas que forman parte de nosotros... nos cerramos, y vamos mal. Podría ser en parte seguir amándonos a nosotros mismos. "Si amáis sólo a los que os aman ¿qué hacéis de extraordinario? Los pecadores también lo hacen" (Lc 6,32).

-"Por el contrario, cuando des un banquete, invita a "pobres", "lisiados", "cojos", "ciegos"..." Jesús, nos muestras un modo nuevo de vivir: - sin distinción de clase social (Lucas 14,12-14; Santiago 1,9; 2,1-6); - sin distinción de razas (Romanos 10,12; Corintios 12,13; Gálatas 3,28) - sin excluir, siquiera, a los pecadores (Lucas 7,36-5O).

  -"Y "dichoso" serás tú entonces, porque no te pueden corresponder". Esta es la palabra clave del amor evangélico: "amar sin esperar correspondencia". El desinterés más absoluto. Es difícil… cuántas veces una madre se deprime al ver que sus hijos no corresponden a todo el amor que ella ha puesto durante tantos años… es natural, pero el Señor nos anima a ir siempre más allá…

-"Esto te será devuelto cuando resuciten los justos". Es lo mismo que decir amar "sólo por Dios". Hay casos, en que esta es la única motivación capaz de hacernos superar unas repugnancias invencibles, unos bloqueos afectivos, aparentemente sin salida y unas dificultades psicológicas extremas. Hay personas, que aman por encima de toda visión humana: «Es éste un distintivo del hombre justo: que, aun en medio de sus dolores y tribulaciones, no deja de preocuparse por los demás; sufre con paciencia sus propias aflicciones, sin abandonar por ello la instrucción que prevé necesaria para los demás, obrando así como el médico magnánimo cuando está él mismo enfermo. Mientras sufre las desgarraduras de su propia herida, no deja de proveer a los otros el remedio saludable» (San Gregorio Magno).

Sí, Dios interviene en el hombre para ensancharle el corazón. Y la "resurrección de los justos" será el brillante despliegue a pleno día de ese amor sin condiciones, sin fronteras, sin exclusivas... que es el amor mismo de Dios (Noel Quesson). Porque Dios "ama a los justos y a los injustos" (Lc 6,35; Mt 5,45).

He leído un texto titulado "Europa cerrada", que denuncia la hipocresía con la que intentamos protegernos de la llegada de inmigrantes africanos. Pero ¿de qué nos protegemos? ¿Acaso no son ellos, en buena parte, el reflejo del daño que durante siglos Europa infligió a África, despojándola de su cultura, de sus recursos naturales y humanos, e inyectándole nuestra fiebre de consumo y poder? Pretender ahora levantar murallas y vivir felices dentro, mientras fuera se extiende el hambre y la desesperación, es repetir la vieja ilusión de quien cree poder salvarse solo.

Edgar Allan Poe, en su cuento La máscara de la muerte roja, describe al príncipe que se encierra en su palacio para celebrar fiestas mientras fuera la peste devora al pueblo. Pero la peste acaba entrando. También nosotros, como Europa, creemos poder aislarnos del sufrimiento ajeno, hasta que la muerte —o la conciencia— llama a nuestra puerta.

Europa es rica, en gran medida, gracias a lo que se llevó de África. Y, sin embargo, hoy mira con miedo a quienes llegan en patera, buscando apenas sobrevivir. Es una vergüenza que mueran de hambre a pocos kilómetros de nuestras costas, mientras aquí se desperdicia la comida. ¿Dónde están los derechos humanos? ¿Dónde la fraternidad cristiana?

El Evangelio nos recuerda que "cuando des un banquete, invita a los pobres, a los cojos, a los ciegos" (Lc 14,13). No solo por generosidad, sino por justicia. Porque el pan que tenemos no es solo nuestro, y la mesa del mundo pertenece a todos los hijos de Dios.

Rechazar al inmigrante es cerrar el corazón a Cristo mismo, que sigue llamando a nuestra puerta en el rostro del que huye del hambre y de la guerra. Europa —y cada uno de nosotros— tiene una deuda moral con esos pueblos. Una deuda que solo se salda compartiendo, acogiendo, reparando.

Ojalá aprendamos a tratarnos todos los seres humanos como iguales. Ojalá llegue el día en que invitemos a nuestra mesa a los necesitados. Solo así saldremos todos adelante, como hermanos, como hijos del mismo Padre.

Llucià Pou Sabaté

 

Noviembre 2, Conmemoración de todos los fieles difuntos: la comunión con los difuntos está basada en la esperanza en Jesús que nos lleva más allá de la muerte, hasta la vida de amor del Cielo

Noviembre 2, Conmemoración de todos los fieles difuntos: la comunión con los difuntos está basada en la esperanza en Jesús que nos lleva más allá de la muerte, hasta la vida de amor del Cielo

 

"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él, apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "venid, benditos de mi padre; tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me disteis de comer, sediento y me disteis de beber, era forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, encarcelado y fuisteis a verme". Los justos le contestarán entonces: "Señor ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?". Y el rey les dirá: "Yo os aseguro que, cuando lo hicisteis con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicisteis" Entonces dirá también a los de la izquierda: "Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles, porque estuve hambriento y no me disteis de comer, sediento y no me disteis de beber, era forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y encarcelado y no me visitasteis". Entonces ellos le responderán: "Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, enfermo o encarcelado y no te asistimos?" Y él les replicará: "Yo os aseguro que, cuando no lo hicisteis con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicisteis conmigo". Entonces, irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna" (Mateo 25,31-46).

 

1. Las lecturas de hoy se escogen libremente, de entre las del formulario de difuntos. Por ellos ofrecemos hoy la misa. ¿Qué pasa con los que mueren? Se ha rezado siempre por ellos en la Iglesia, y se ha formulado la explicación del purgatorio, que no es una cárcel en el más allá, sino el Señor Jesús, en el momento de la muerte, cuando hay el juicio, sale al encuentro del hombre. Con ese abrazo de amor, se le quema al hombre toda la «paja y heno» de su vida y que sólo permanece lo que únicamente puede tener consistencia. Se transforma en aquello que está llamado a ser. Al decir "sí" se hace capaz de acoger la misericordia de Dios. Como el egoísmo le podría impedir decir un "sí" total, debe ser transformado con ese fuego que le transforma con su llama en aquella figura sin mancha que puede convertirse en el recipiente de la eterna alegría. Como todos estamos unidos, podemos rezar por los que han muerto, por ejemplo si uno que muere ha hecho daño a otro, cuando este le perdona ya queda libre de esa pena y puede volar al cielo, y así pasa con todo: estamos en comunicación, y podemos ayudarnos unos a otros, los vivos y los difuntos (Joseph Ratzinger).

Vemos respuesta en la liturgia, en su misteriosa sobriedad: "En Cristo Señor nuestro, brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección: y así aunque la certeza del morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Porque la vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo". También el Catecismo de la Iglesia Católica nos habla de la comunión con los difuntos: ""La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció por ellos oraciones pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados' (2 M 12, 45)" (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor" (n. 958).

La esperanza nos permite vivir sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte: La muerte, "salario" del pecado original, es algo tan olvidado y de otra parte algo tan normal: todos hemos de morir. La muerte, para los hijos de Dios, es vida: "no tenemos aquí ciudad permanente, vamos en busca de la que está por venir" (Hebreos 13,14): la que el Señor nos tiene preparada desde siempre: el cristiano que se une a Él en su propia muerte, ésta ya se convierte en entrada a la vida eterna.

El Evangelio del juicio es poco de cumplir preceptos, y mucho de amar a los demás: "cuanto hacíais con ellos… conmigo lo hacíais".

 

2. Dice la Sabiduría que para los santos las pruebas se vuelven justicia, pues de este modo "Dios los  probó como oro en crisol, y los recibió como sacrificio de holocausto". Lo que los hombres juzgaron la verdad, no lo fue. El  descalabro pasó a ser camino de gloria, de enaltecimiento de los justos sobre razas y pueblos, para juzgarlos y dominarlos, sin otro rey que el  Señor.

Hay una comunicación entre los de aquí y los que han cruzado el río de la vida, y podemos ayudarles con nuestros esfuerzos y sacrificios (el sentido profundo de los sufragios por los difuntos) y ellos nos animan como espectadores que están viendo nuestro partido, pues estamos corriendo en el campo y ellos desde la grada: "¡venga, ánimo... mete este gol!" En estos días que se preparan dulces tan buenos siguiendo las tradiciones populares, pienso que con aquella sonrisa o detalle de servicio vamos amasando, con buenos ingredientes, esos dulces que se amasan con amor.

El salmo enuncia esta búsqueda de Dios, al que vemos también en el dolor. «Una cosa pido al Señor, y eso buscaré: habitar en la casa del Señor por todos los días  de mi vida». Es necesario entender estas palabras en su verdadera profundidad, es decir, en su  sentido figurado: vivir en el «templo» de su intimidad, cultivar su amistad, acoger  profundamente su presencia; «gozar de la dulzura del Señor», esto es, experimentar  vivamente la ternura de mi Dios, su predilección, su amor, que se me da sin motivos ni  merecimientos, cultivar interminablemente, «por todos los días de mi vida», la relación  personal y liberadora con el Señor, mi Dios.

«Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu  rostro», vamos por esta vida detrás de tus pistas, Jesús: «tu rostro buscaré, Señor»; por eso te pido, Señor: «no me escondas tu  Rostro»; «no rechaces a tu siervo»; «no me abandones»; «no me dejes»; y todo esto con la esperanza de que «aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me acogerá». Es un canto a la esperanza: «Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida». País de la vida es esta  vida, oportunidad que Dios nos da para ser felices y hacer felices. Gozar de la dicha del  Señor es, simplemente, vivir, ni más ni menos. Mucha gente no vive, agoniza. Anegados entre temores y ansiedades no viven, su existencia es una  angustia; dicen que la meticulosidad va unida a la "reacción catastrófica", pues ante el miedo a catástrofes, como defensa se defienden con un control del presente, en las rutinas pequeñas del hoy. Pero la esperanza nos dice que podemos respirar en paz sin ansiedades, sentirnos libres, gozosos,  felices. Esto es vivir. Y tanta hermosura como contiene este salmo no podía acabar sino con un grito largo de  coraje y esperanza: «Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor».

El hombre tiene que habérselas con la vida y sus peligros; necesita refugios donde  acogerse. Ha aprendido a no confiar en los poderosos de la tierra, «los señores de la  tierra»; y sabe por experiencia que sólo salvan el poder y el cariño de Dios. Este poder y  amor suscitan la confianza del hombre, y en esta confianza se basa su seguridad. Y esta  seguridad se transforma en el gozo de vivir, vivir plenamente, Shalom (Larrañaga).

Este es el deseo de mi vida que recoge y resume todos mis deseos: ver tu rostro. Palabras atrevidas que yo no habría pretendido pronunciar si no me las hubieras dado tú mismo. En otros tiempos, nadie podía ver tu rostro y permanecer con vida. Ahora te quitas el velo y descubres tu presencia. Y una vez que sé eso, ¿qué otra cosa puedo hacer el resto de mis días, sino buscar ese rostro y desear esa presencia? Ese es ya mi único deseo, el blanco de todas mis acciones, el objeto de mis plegarias y esfuerzos y el mismo sentido de mi vida. «Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo. Tu rostro buscaré, Señor; no me escondas tu rostro». He estudiado tu palabra y conozco tu revelación. Sé lo que sabios teólogos dicen de ti, lo que los santos han enseñado y tus amigos han contado acerca de sus tratos contigo. He leído muchos libros y he tomado parte en muchas discusiones sobre ti y quién eres y qué haces y por qué y cuándo y cómo. Sé muchas cosas de ti, e incluso llegué a creer que bastaba con lo que sabía, y que eso era todo lo que yo podía dar de mí en la oscuridad de esta existencia transitoria. Pero ahora sé que puedo aspirar a mucho más, porque tú me lo dices y me llamas y me invitas. Y yo lo quiero con toda mi alma. Quiero ver tu rostro. Tengo ciencia, pero quiero experiencia; conozco tu palabra, pero ahora quiero ver tu rostro. Hasta ahora tenía sobre ti referencias de segunda mano; ahora aspiro al contacto directo. Es tu rostro lo que busco, Señor. Ninguna otra cosa podrá ya satisfacerme. Tú sabes la hora y el camino. Tienes el poder y tienes los medios. Tú eres el Dueño del corazón humano y puedes entrar en él cuando te plazca. Ahí tienes mi invitación y mi ruego. A mi me toca ahora esperar con paciencia, deseo y amor. Así lo hago de todo corazón. «Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo... y espera en el Señor».

"Busca su rostro. Sí, tu rostro, Señor, es lo que busco." (Sal 26,7-8): "Soy desvergonzado y temerario, oh tú, mi socorro y mi apoyo de siempre, tú que no me abandonas jamás. Mira, es el amor de tu amor el que me hace buscar tu rostro" (Sal 26,8) Tú me ves y yo no puedo verte. Pero tú me has dado el deseo de verte y ver todo lo que te complace en mí. Tú perdonas al instante a este ciego que corre hacia ti. Tú le das la mano en cuanto tropieza. En el fondo de mi alma resuena la voz de tu presencia y responde a mi deseo. El alma protesta y echa fuera todo lo que hay en mí y mis ojos interiores son deslumbrados por el fulgor de tu verdad. Me recuerda que el hombre no te puede ver y quedar con vida (Ex 33,20). Hundido en el pecado hasta el día de hoy, no he logrado morir a mí mismo para vivir únicamente para ti (2Cor 5, 15). No obstante, por tu palabra y por tu gracia, me quedo atento, aguardando sobre la roca de la fe, en el lugar que está junto a ti (Ex 33, 21). Apoyado en esta fe, espero paciente, según mis posibilidades y abrazo tu derecha que me sostiene y me guarda (Sab 5,16). Alguna vez, cuando contemplo y miro -por la espalda (Ex 33,23)- a aquel que me ve, a Cristo tu Hijo, en su humildad como hombre, me paro a contemplar... Lo poco que he podido sentir y percibir de él atiza la llama de mi deseo interior. Con paciencia espero que tú retires tu mano (cf Ex 33,22) y que derrames en mí tu gracia iluminadora para que según la respuesta de tu verdad, muerto a mí mismo y vivo para ti, comience a contemplar tu rostro descubierto" (Guillén de Saint-Tierry).

3. La vida plena responde a las aspiraciones más profundas del  corazón humano (¡cuántas cosas hacemos para alargar la vida, para  luchar contra la enfermedad y la muerte!). Pero la experiencia  constante es que, más pronto o más tarde, todos morimos, porque  somos hijos de esta tierra, perecederos ("por Adán murieron todos").  Jesús, también. "Mirad que amor nos ha tenido el Padre para  llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!" El camino del Hijo es el  camino de los hijos; avanzamos hacia el triunfo de Jesús; cuando  celebramos su victoria anunciamos la nuestra. Nuestra vida no se  agota en lo que vemos y tocamos, en lo que podemos darnos unos a  otros: como Jesús, hemos nacido de Dios y a Dios retornamos, nuestro  aliento está en manos del Padre. Tal es la promesa hecha a "los  cristianos", a los que viven como él vivió. La muerte no es para el cristiano la nada y la destrucción: si rompe  unos lazos, quedan otros, y tanto si vivimos como si morimos estamos  siempre en las mismas manos: las del Padre. "Aquellos que nos han dejado no están ausentes, sino invisibles. Tienen sus ojos llenos de gloria, fijos en los nuestros, llenos de lágrimas" (San Agustín).

Dedicar un día del año litúrgico a la oración de todos los difuntos apareció como costumbre de algunas ordenes monásticas bien pronto, aunque es en el siglo IX cuando aparece en algunas parroquias. Con el tiempo se fue extendiendo a la Iglesia universal. En el año 1915, en consideración a los muertos de la primera guerra mundial, el Papa Benedicto XV concedió que los sacerdotes pudieran celebrar este día tres misas y así poder atender la demanda de sufragio. La reciente reforma conciliar, en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, dispuso que "la liturgia de los difuntos debe expresar más claramente el carácter pascual de la muerte cristiana" (n. 81). De ahí las novedades en lecturas, oraciones y color de ornamento que hemos visto en las exequias. A este respecto hay que notar la supresión del famoso canto "Dies irae" que no está en consonancia con esta nueva perspectiva. La lectura de San Pablo explica bien el carácter "pascual" de la muerte cristiana. El Apóstol comienza afirmando: "Porque si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya". Se trata de un "paso" que comienza en "morir" a todo lo que nos separa del Padre, tanto el pecado como nuestra propia vida terrena, pues, al final, tienen que ser destruidos para llegar a un "resucitar" que nos haga posible el encuentro definitivo y plenificante con Dios Padre y participar de su gloria. Esta visión de la vida y de la muerte es la que engendra la actitud de serenidad y esperanza ante la muerte que presiden las lecturas y las oraciones de la liturgia de hoy (Antonio Luis Martínez).

Llucià Pou Sabaté 

viernes, 31 de octubre de 2025

Viernes de la 30ª semana (impar). Jesús nos enseña a “quemarnos” por caridad, pues Él lo ha dado todo por nosotros: no poner la reputación o las reglas por encima del amor

Viernes de la 30ª semana (impar). Jesús nos enseña a "quemarnos" por caridad, pues Él lo ha dado todo por nosotros: no poner la reputación o las reglas por encima del amor

 

A. Lecturas

1. Romanos 9,1-5. Hermanos: Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.

 

2. Salmo 147,12-13.14-15.19-20. R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz.

Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.

 

3. "Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: -«¿Es lícito curar los sábados, o no?» Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: -«Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?» Y se quedaron sin respuesta" (Lucas 14,1-6).

 

B. Comentario:

1. –"Afirmo la verdad en Cristo. No miento. Mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo". Después de lo que hemos leído los últimos días, de la vida en el Espíritu, pasa ahora Pablo a decirnos que está apenado de que la mayoría del pueblo elegido se ha quedado fuera de la Iglesia cristiana:

-"Siento una gran tristeza y un dolor incesante en el corazón. ¡Desearía incluso ser anatema, separado de Cristo por los judíos, mis hermanos de raza!" Pablo sufre. No con un dolor personal, sino por la salvación del mundo. ¡Pablo obsesionado por la salvación de sus hermanos! ¡Un auténtico misionero! ¡Viendo que sus hermanos de raza, los judíos, rehúsan la fe, llega hasta a desear su un cierto tipo de excomunión si esto puede salvarlos! El verdadero amor es desinteresado. Leyendo estas palabras apasionadas, no olvidemos que Pablo era perseguido por aquellos de quienes habla: la Sinagoga lo consideraba un renegado, un apóstata... Concédeme, Señor, que mi oración sea también por los que no me aman. Dame el ansia de la salvación de mis hermanos. Hazme misionero.

-"Son, en efecto, los hijos de Israel, de los cuales es la adopción filial, la gloria, las alianzas, la Ley, el culto, las promesas de Dios y los patriarcas, de los cuales también procede Cristo, según la carne". Una letanía de siete privilegios excepcionales. Siete es la cifra de la perfección. Se resume aquí toda una historia. La historia de un amor. Dios y ese pueblo se amaron. ¿Amor decepcionado? ¿Amor fallido? No, dirá Pablo, más aún, esto no es posible. Todo continúa siendo válido. Dios continúa amándolos, aunque no quisieron reconocerlo como «Dios». Y sin embargo, verdaderamente, ¡Jesucristo es Dios! (Noel Quesson).

-"De ellos procede Cristo, el cual está por encima de todas las cosas, Dios bendito eternamente".

Jesús dijo a la Samaritana: La salvación viene de los judíos. ¿Qué significa esto? Sin duda, que Jesús vino de esa parte de la humanidad. Además, fueron los primeros en ser llamados a la salvación en Cristo. Y aun cuando no todos aceptaron a Cristo, hubo un pequeño resto fiel que sí lo hizo.

2. "Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti". Es un salmo famoso: «Lauda, Jerusalem, Dominum». Una invitación a alabar al Señor: Jerusalén, personificación del pueblo, es interpelada para que exalte y glorifique a su Dios, que nos libera de todo mal. "Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz". El mensaje del Señor es la paz, «shalom» evocada inmediatamente, pues es contenida simbólicamente en el mismo nombre de Jerusalén: "Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos". Meditando la historia de las intervenciones de Dios a favor de su Pueblo, podemos decir que en verdad Dios lo ha amado. Muchas veces ofendieron a Dios y se alejaron de Él; pero el Señor, rico en misericordia, siempre ha estado dispuesto a perdonar cuando ve que se retorna a Él con un corazón realmente arrepentido. Todo es imagen de lo que vendrá, que ya ha venido: en Cristo, Dios, a quienes no pertenecemos al Pueblo de los Israelitas, nos ha llamado para hacernos partícipes de su Vida. Así, las promesas de salvación no sólo se cumplieron para Israel, sino también para nosotros.

3. –"Un sábado, Jesús fue a comer a casa de uno de los jefes fariseos, y ellos lo estaban observando". Jesús, no rehúsas las invitaciones de tus adversarios habituales. Porque ha venido a salvar a todos los hombres. La casa de ese jefe de los fariseos es muy significada por un gran respeto y devoción a la Ley: en ella, las tradiciones morales y culturales son respetadas de modo muy estricto. Es un sábado, un día sagrado para el anfitrión de Jesús.

-"Un hidrópico se encontraba en frente de Jesús". Para los fariseos toda enfermedad era el castigo de un vicio no declarado. Según ellos, ese pobre hombre (que rondaba por ahí) debió haber llevado una vida inmoral y por esto Dios le habría castigado.

-"Jesús tomó la palabra y preguntó a los Doctores de la Ley y a los fariseos: "¿Es lícito curar en sábado, o no?" Ellos se callaron." Porque piensan: ¡Qué extraña pregunta! ¿A qué viene ese innovador? Hace ya tiempo que las "Escuelas" han saldado definitivamente todos esos casos. Si Jesús hubiera ido a las Escuelas, sabría que: - Cuando la vida de una persona corre peligro, está permitido socorrerlo... - Cuando el peligro no es mortal agudo, hay que esperar que termine el día sábado para prestarle alguna ayuda. ¿No es esto lógico? ¿Por qué no contentarse con la "tradición de los antiguos"? ¿Por qué suscitar nuevas cuestiones? Los fariseos callan. No quieren discutir. Ellos poseen la verdad. No es cuestión de modificar en nada sus costumbres. Jesús no puede hablar ni actuar en nombre de Dios, puesto que no se conforma a "su" enseñanza... a la enseñanza tradicional.

El lunes pasado leíamos una que hizo Jesús con la mujer encorvada. Hoy es con un hombre aquejado del mal de la hidropesía, la acumulación de líquido en su cuerpo. Pero no importa tanto el hecho milagroso, que se cuenta con pocos detalles. Lo fundamental es el diálogo de Jesús con sus adversarios sobre el sentido del sábado: una vez más da a entender que la mejor manera de honrar este día santo es practicar la caridad con los necesitados. Y les echa en cara que por interés personal -por ejemplo para ayudar a un animal de su propiedad- sí suelen encontrar motivos para interpretar más benignamente la ley del descanso. Por tanto no pueden acusarle a él si ayuda a un enfermo.

-"Jesús tomó al enfermo de la mano, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: "Si a uno de vosotros se le cae al pozo su hijo o su buey ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado?"" Si un animal cae en una cisterna los legistas permitían que se le alimentara para que no muriera antes del día siguiente... y de otra parte, estaba permitido echarle unas mantas y almohadas para facilitarle salir por sus propios medios; pero ¡sin "trabajar" uno mismo en sábado! Esos ejemplos nos muestran la gran liberación aportada por Jesús. Una nueva manera de concebir el "descanso" del sábado, del domingo. Más allá de todos los juridicismos. El sábado es el día de la benevolencia divina, el día de la redención, de la liberación, de la misericordia de Dios para con los pobres, los desgraciados, los pecadores. El día por excelencia para hacer el bien, curar, salvar. El día en el que hay que dejarse curar por Jesús. Señor, ayúdanos a ser fieles, incluso en las cosas pequeñas, pero sin ningún formalismo, sin meticulosidad. Señor, ayúdanos a permanecer abiertos, a no estar demasiado seguros de nuestras opiniones, a no quedarnos inmovilizados en nuestras opciones precedentes. El mundo de hoy nos presenta muchas cuestiones nuevas: ¿sabremos abordarlas con la misma profundidad con que las juzga Jesús? (Noel Quesson).

Uno de los 39 trabajos que se prohibían en sábado era el de curar. Pero una reglamentación, por religiosa que pretenda ser, que impida ayudar al que está en necesidad, no puede venir de Dios. Será, como en el caso de aquí, una interpretación exagerada, obra de escuelas rigoristas. ¿Qué excusas ponemos nosotros para no salir de nuestro horario, en ayuda del hermano, y tranquilizar así nuestra conciencia?, ¿el rezo?, ¿el trabajo?, ¿el derecho al descanso? Sí, el domingo es día de culto a Dios, de agradecimiento por sus grandes dones de la creación y de la resurrección de Jesús. Todo lo que hagamos para mejorar la calidad de nuestra Eucaristía dominical y para dar a esa jornada un contenido de oración y de descanso pascual, será poco. Pero hay otros aspectos del domingo que también pertenecen a su celebración en honor del Resucitado: es un día de alegría, todo él -sus veinticuatro horas- vivido pascualmente, sabiendo encontrarnos a nosotros mismos y nuestra paz y armonía interior y exterior, un día de contacto con la naturaleza, por poco que podamos. Y también un día de apertura a los demás: vida de familia y de comunidad -que nos resulta menos posible los días entre semana- y un día de "saber descansar juntos", cultivando valores humanos importantes. Un día de caridad, en que se nos ocurran detalles pequeños de humanidad con los demás: ¿a qué enfermo de hidropesía ayudamos a sanar en domingo?, ¿no hay personas a nuestro lado con depresiones o agobiadas por miedos o complejos, a las que podemos echar una mano y alegrar el ánimo? Jesús iba a la sinagoga, los sábados. Y parece como que además prefiriera ese día precisamente para ayudar a las personas curándolas de sus males. Sus seguidores podríamos conjugar también las dos cosas (J. Aldazábal).

 

Llucià Pou Sabaté

Jueves de la semana 30 de tiempo ordinario (impar): la vida del cristiano es una lucha, para la que el Señor nos prepara para la victoria, con su fuerza

Jueves de la semana 30 de tiempo ordinario (impar): la vida del cristiano es una lucha, para la que el Señor nos prepara para la victoria, con su fuerza

 

A. Lecturas

1. Romanos (8,31b-39):

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza.» Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

2. Salmo 108,21-22.26-27.30-31

R/. Sálvame, Señor, por tu bondad

Tú, Señor, trátame bien, por tu nombre,
líbrame con la ternura de tu bondad;
que yo soy un pobre desvalido,
y llevo dentro el corazón traspasado. 
R/.

Socórreme, Señor, Dios mío,
sálvame por tu bondad.
Reconozcan que aquí está tu mano,
que eres tú, Señor, quien lo ha hecho. 
R/.

Yo daré gracias al Señor con voz potente,
lo alabaré en medio de la multitud:
porque se puso a la derecha del pobre,
para salvar su vida de los jueces. 
R/.

3.   Lucas 13,31-35: «En aquel momento se acercaron algunos fariseos diciéndole: «Sal y aléjate de aquí, porque Herodes te quiere matar». Y les dijo: «Id a decir a ese zorro: he aquí que expulso demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día acabo. Pera es necesario que yo siga mi camino hoy y mañana y al día siguiente, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén!, que matas a los profetas y lapidas a los que te son enviados; ¡cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo las alas, y no quisiste! He aquí que vuestra casa se os va quedar desierta. Os aseguro que no me veréis hasta que llegue el día en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor».

B. Comentario:

1. –"Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?" No estamos seguros de nosotros. Seguimos sin fiarnos de nuestros propios límites, desgraciadamente continuamos pecando... Pero ¡estamos seguros de Dios ¡Estamos seguros del amor de Jesús!

-"El que no perdonó ni a su propio Hijo... Antes bien lo entregó por todos nosotros... ¿cómo no nos dará con El todas las cosas?" Quiero tratar de contemplar detenidamente ese «don del Hijo». Dios, ¡que ha dado su Hijo por nosotros! Que es lo más querido. Alusión al sacrificio que Abraham había aceptado también (Génesis 22,16). Dios no entrega a su hijo a la muerte, lo ama y el Hijo ama a su Padre y ambos están de acuerdo en el Espíritu y el Hijo «se entrega". Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros. Y el Padre acepta ese don total, que la malignidad de los hombres se ingenió en hacer cruel. El Padre también se entrega… ¿De qué obstáculo no podrá triunfar tal amor?

-"¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¡Pues es Dios quien justifica! ¿Quién condenará? Puesto que Jesucristo murió..." Más aún, resucitó... Está a la diestra del Padre... Intercede por nosotros... No somos dignos, Señor. Somos muy ingratos contigo. Quisiera amarte más. Quiero contemplar la intercesión que en este instante estás llevando a cabo por mí en el cielo... por nosotros los hombres, ¡por todos! En este mismo instante, Tú, Señor, estás intercediendo por los pecadores, por aquellos que, como yo, cometen el mal. Estás intercediendo por todos los que me están dañando, por todos los que yo no amaría o que detestaría.

-"¿Quién podrá separarme del amor de Cristo?" A veces, Señor, llego a preguntarme si te amo de veras... Lo cierto, es que yo quisiera amarte, sinceramente. Pero, ¡mis actos cotidianos contradicen tan a menudo este deseo y esta buena voluntad! Esa frase de san Pablo me invita HOY a no pensar ya en el "amor que debería yo tener por Ti"... para pensar, en cambio, en el «amor que Tú tienes por mí». Incluso si llego a abandonarte alguna vez, Señor, sé que Tú no me abandonas nunca. ¿«Quién podrá separarme del amor de Cristo»?

-"Nada podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Jesús". Ni la tribulación, ni la angustia, ni la persecución, ni el peligro, ni... Es una especie de letanía triunfal en la que san Pablo pone a continuación todos los obstáculos que ha ido encontrando personalmente: nada, nada, nada, puede separarnos de Ti. Guardo unos momentos de silencio para reflexionar en lo que podría yo añadir a esa lista: ¿cuáles son mis pruebas y dificultades desde hace unas semanas, HOY mismo? Trato de repetir a mi vez la certeza: ni... ni... ¡ni... podrán jamás separarme de tu amor, Señor!

San Agustín señala que "la felicidad es la alegría de la verdad" (Confesiones X, 23), en donde identifica la verdad con Dios mismo; y ningún obstáculo puede separarnos del amor de Dios:
durante la Misa, antes de la Comunión, el celebrante pronuncia en voz baja esta humilde oración, que todos los fieles pueden repetir: "Haz que nunca me separe de ti". Y al revés, que el trabajo nos una al Señor. Y dice de Santo Tomás su biógrafo, Guillermo de Tocco: "Siempre que quería estudiar, entablar un debate, enseñar, escribir o dictar, se retiraba a orar en secreto y rezaba derramando lágrimas  para  obtener  la inteligencia de los divinos misterios" (Vita S. Thomae Aquinatis auctore Guillelmo de Tocco, 30). Lo mismo han hecho muchos otros santos. Benedicto XVI pone como modelo de teólogo a De Hans Urs von Balthasar, que solía hablar de una "teología orante" o "de rodillas":  "El ejemplo que Von Balthasar nos ha dejado es (...) el de un verdadero teólogo, que en la contemplación había descubierto la acción coherente con vistas al testimonio cristiano en el mundo".

-"Saldremos vencedores, gracias a Aquel que nos amó". Qué hermosa definición de Jesús: «aquel que nos amó"... Trato de dar a estas palabras un contenido concreto: Tú piensas en mí, Señor... Quieres mi felicidad... Me tiendes la mano cuando caigo... Me comprendes... Das tu vida por mí... Me perdonas... Me amas... (Noel Quesson).

2. "¡Y tú, Señor Yahveh, actúa por mí en gracia de tu nombre, porque tu amor es bueno, líbrame!, porque soy pobre y desdichado, y tengo dentro herido el corazón; ¡ayúdame, Yahveh, Dios mío, sálvame por tu amor!" Quien se ve perseguido y condenado injustamente, fácilmente reacciona con violencia; la justicia no siempre es posible aquí, pero se realizará más tarde, y mientras podemos unirnos a la oración de Jesús: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.  Entonces seremos un signo divino en medio del mundo: "¡Sepan ellos que tu mano es ésta, que tú, Yahveh, lo has hecho! ¡Copiosas gracias a Yahveh en mi boca, entre la multitud le alabaré: porque él se pone a la diestra del pobre para salvar su alma de sus jueces!"

3. –"Algunos fariseos se acercaron a Jesús para decirle: "Vete, márchate de aquí, que Herodes quiere matarte"". Lucas presenta a fariseos que ayudan a Jesús para que salve su vida. Por tanto, no hay que pensar que todos los fariseos iban contra Jesús. Los poderosos de este mundo lo consideran un hombre peligroso al que hay que suprimir. Herodes sería capaz... ya había hecho decapitar a Juan Bautista, unos meses antes solamente. Quiero compartir contigo, Señor, esa angustia de tu muerte que se avecina.

-"Jesús les contestó: "Id a decir a ese zorro..."" Jesús, te veo con imperio, sin preocuparte de lo que será de ti, pues sabes que estás en buenas manos, y que tu misión está por encima de todo. El "zorro" es un animal miedoso que sólo caza de noche y huye a su madriguera al menor peligro... así defines, Señor, a ese gobernante.

-"Mira, hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; y al tercer día acabo". La expresión "el tercer día" es usual en lengua aramea para significar "en plazo breve". "Acabo"... estoy llegando al final, o bien "he logrado mi objetivo..." Jesús sube a Jerusalén. Sube hacia su muerte, va hacia un cumplimiento. No morirá el día que Herodes decida, sino ¡el día que está previsto.

-"Pero hoy, mañana, y el día siguiente es preciso que prosiga mi camino, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén". Palabras misteriosas, anunciadas por tantos profetas, como el profeta Oseas: "Dentro de dos días, el Señor nos dará la vida y al tercer día, nos levantará y en su presencia, viviremos" (Oseas 6,2). Jesús, caminando hacia Jerusalén, caminando hacia su muerte, pone en manos de Dios el cuidado de prolongar su misión.

Jesús morirá por amor nuestro: «porque vine a servir y no a ser servido. Yo soy amigo, y miembro y cabeza, y hermano y hermana y madre: todo lo soy, y sólo quiero contigo intimidad. Yo, pobre por ti, mendigo por ti, crucificado por ti, sepultado por ti; en el cielo, por ti ante Dios Padre; y en la tierra soy legado suyo ante ti. Todo lo eres para Mí, hermano y coheredero, amigo y miembro. ¿Qué más quieres?» (San Juan Crisóstomo).

-¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían!... Jerusalén, ciudad de la "proximidad de Dios..." ciudad del rechazo a Dios... el punto culminante será ahora... ¡los hombres van a juzgar a Dios!

-"¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca a sus pollitos bajo las alas... pero no habéis querido!" Imagen de ternura. Imagen maternal. El pájaro que protege a sus polluelos. La oferta de la salvación, de la protección, de la ternura de Dios... ha sido rehusada. "¡No habéis querido!"

-"Pero Yo os digo: "No me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: Bendito el que viene en nombre del Señor"". Jesús sabe que hay un más allá después de su muerte... Día vendrá en el que se le saludará exclamando: "Bendito el que viene" (Noel Quesson). Jesús, quisiera tener una entrega decidida como la tuya, llena de misericordia y de amor (J. Aldazábal).

 Llucià Pou Sabaté

Miércoles de la semana 30 (impar): el Reino de Dios nos compromete, para vivir en cristiano en todas las circunstancias, con todas las personas, de la familia y sociedad

Miércoles de la semana 30 (impar): el Reino de Dios nos compromete, para vivir en cristiano en todas las circunstancias, con todas las personas, de la familia y sociedad

1. Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2,19-22. Hermanos: Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

2. Salmo 18,2-3.4-5. R. A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

3. Lucas 13,22-30: «Y recorría ciudades y aldeas enseñando, mientras caminaban hacia Jerusalén. Y uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Él les contestó: «Esforzaos para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os digo, intentarán entrar y no podrán. Una vez que el dueño de la casa haya entrado y cerrado la puerta, os quedaréis fuera y empezaréis a golpear la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos". Y os responderá: "No sé de dónde sois". Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y hemos bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas". Y os diré: "No sé de dónde sois; apartaos de mí todos los que obráis la iniquidad". Allí será el llanto y rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham y a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras que vosotros sois arrojados fuera. Y vendrán de Oriente y de Occidente y del Norte y el Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Pues hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos».

B. Comentario:

1.  -"Hermanos, el Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues nosotros no sabemos orar como conviene. Mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables". Al gemido de la creación que aspira ser liberada de la nada, corresponde el inmenso gemido de todos los hombres que claman a Dios. Pero un tercer gemido, un «grito inefable» toma el relevo, el del Espíritu Santo. A través de todo lo que se agita, lucha y gime en el mundo, ¡es Dios mismo quien quiere transformar ese mundo! Dios no es un ser lejano, ausente de nuestras luchas, de nuestros esfuerzos, alejado de nuestros «clamores» y de nuestras plegarias... ¡está en el corazón, en el interior! El los suscita. Es El quien clama en nosotros cuando pedimos la vida, el amor, la alegría... cuando suplicamos ser liberados de nuestras limitaciones, de nuestras flaquezas y de cualquier carga que pese sobre nosotros. La persona –cada uno- tenemos así un «espíritu» animado por el «Espíritu» de Dios.

-"Y Dios que escruta los corazones, conoce cuál es la aspiración del Espíritu"... Él sabe... ¡Dios «conoce», Dios «sabe», Dios ve el fondo de las cosas! Nosotros, estamos, a menudo, en la noche, en la niebla, no vemos donde van a parar todos esos sufrimientos, todos esos enfrentamientos: ¡Dios «ve»! Quiero confiar en Ti, Señor, y pedir tu luz.

-"El Espíritu quiere lo que Dios quiere". En nosotros, en el fondo de nuestros corazones. Pero, ¿sabremos aceptar ese «querer»? ¿Estaremos disponibles, por ejemplo, a lo que Tú quieres, HOY? Y nosotros lo sabemos. Aquello que Dios «sabe», que Dios «conoce» llega hasta el fondo de nosotros. La Fe, es esto: la resonancia en nosotros de lo que Dios «sabe». Y nosotros sabemos.

-"Lo sabemos, ¡todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios [de los que acogen su amor]!" Esta es también una Palabra de Dios, que, tal cual, puede ser una «oración». Es verdaderamente inverosímil, lo que nos estás diciendo, Señor. ¡«Todo» sirve al bien! ¿Todo?: ¿sufrimientos, ataques, pecados, los míos y los de los que me rodean? ¿Es exactamente esto lo que nos dices?; «nada» puede ser un obstáculo! ¡Nada! Todo pasa a ser un «medio» de santidad.

-"A los que «conocía» de antemano también los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que El fuera el Primogénito de muchos hermanos". La santidad maravillosa de Jesús, su sorprendente amor filial, ¡han sido también «destinados» a nosotros! Hemos sido creados «para» asemejarnos a Él. Así, Señor, a pesar de mi miseria actual, seré un día «como Jesús». Contemplándolo, contemplo la imagen de lo que seré, cuando mi vida será "cumplida", «acabada» (Noel Quesson).

2. "¡Mira, respóndeme, Yahveh, Dios mío! ¡Ilumina mis ojos, no me duerma en la muerte, no diga mi enemigo: «¡Le he podido!», no exulten mis adversarios al verme vacilar!" ¿Hemos pensado alguna vez que los salmos que cantamos, o el Padrenuestro que rezamos, los decimos movidos por el Espíritu de Jesús que está dentro de nosotros?; ¿y que si somos capaces de escuchar con fe la Palabra que Dios nos dirige es porque el Espíritu está haciendo viva esa Palabra y nos impulsa a responderle con nuestro "amén"?; ¿nos sentimos "habitados" y animados por ese Espíritu? "Que yo en tu amor confío; en tu salvación mi corazón exulte. ¡A Yahveh cantaré por el bien que me ha hecho. Samodiaré al nombre de Yahveh, el Altísimo!"

3.-"Camino de Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas que iba atravesando". Jesús está en camino, "viaja". La vida es un "camino". Es uno de los términos preferidos por Lucas. Pablo es, también, como Jesús un gran viajero. Como los Apóstoles, nosotros somos también itinerantes, en el camino de la vida…

-"Uno le preguntó: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?" Jesús dio esta respuesta: "Esforzaos para abriros paso por la puerta estrecha..."" Ser activo. Esforzarse. Efectivamente, ser cristiano, no supone reposo. ¿Qué puerta? Tú mismo, Señor: «Yo soy la puerta; si alguno entra a través de mí, se salvará» (Juan 10,9). Mediador único para Dios: «De nadie puede decirse que sea puerta; esta cualidad Cristo se la reservó para sí; el oficio, en cambio, de pastor lo dio también a otros y quiso que lo tuvieran sus miembros; por ello, Pedro fue pastor y pastores fueron también los otros apóstoles, y son pastores también todos los buenos obispos» (Santo Tomás).

San Pablo lo tenía muy claro: «por eso mortifico mi cuerpo y lo castigo, no sea que habiendo predicado a otros sea yo desechado» (1 Corintios 9,27). Para entrar por la puerta angosta es preciso esforzarse por hacer buenas obras, y para ello hay que luchar contra la comodidad, la sensualidad y el egoísmo: corregir esos vicios y flaquezas, reformar esos ideales egoístas, transformar la vida entera (Pablo Cardona).

-"Porque, muchos intentarán entrar y no podrán". Jesús, nos invitas a ser generosos, en una tensión amorosa. Condenas la molicie y la pereza. Señor, no me veo capaz de grandes cosas, pero me apoyo en tu fuerza para que me des empeño y no vaya yo a ciegas.

-"Una vez que el dueño de la casa, cierre la puerta..." Existe un tiempo favorable para la "salvación"... Jesús, nos has abierto la puerta del cielo. Pero como para el estudiante hay un día de examen, quieres invitarnos a la "decisión" de aplicarnos a lo que en conciencia vemos: no hay que dejarlo para después. ¿Cuánto tiempo me queda a mi? Vivir cada día como si fuera el día del Juicio. Vivir en plenitud cada día como si fuera el último.

-"El dueño de la casa os dirá: "No sé quién sois". Y si replicáis: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras calles". Responderá: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí los que practicáis el mal"". Señor, ayúdanos a tomar en serio esa decisión que esperas de nosotros.

-"Seréis echados fuera. Entonces vendrán de oriente y de occidente, del Norte y del Sur a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios". Nadie podrá acusar a Dios, si no entra a sentarse en el banquete eterno... porque tienen entrada aun los paganos de todos los puntos cardinales del mundo. Sabemos que Jesús nos presenta el amor incondicional de Dios, pero cuenta con nuestra entrega (Noel Quesson). Ya nos habías avisado, Señor: "entrad por la entrada estrecha, porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la vida!" (Mt 7,13-14). El Reino es exigente y, a la vez, abierto a todos. No se decidirá por la raza o la asociación a la que uno pertenezca, sino por la respuesta de fe que hayamos dado en nuestra vida. Al final del evangelio de Mateo se nos dice cuál va a ser el criterio para evaluar esa conversión: "me disteis de comer... me visitasteis". Ahí se ve en qué sentido es estrecha la puerta del cielo, porque la caridad es de lo que más nos cuesta.

El Apocalipsis nos dice que es incontable el número de los que se salvan: "una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar" (Ap 7), los que han seguido a Cristo "entrarán por las puertas en la Ciudad" (Ap 22,14). Es de esperar que nosotros estemos bien orientados en el camino y que lo sigamos con corazón alegre. Para que al final no tengamos que estar gritando: "Señor, ábrenos", ni oigamos la negativa "no sé quiénes sois", sino la palabra acogedora: "venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros" (J. Aldazábal).

Llucià Pou Sabaté