martes, 18 de junio de 2024

Miércoles de la 11ª semana del tiempo ordinario: oración, ayuno y limosna, en rectitud de intención, resumen de las prácticas de ascensión a Dios

Miércoles de la 11ª semana del tiempo ordinario: oración, ayuno y limosna, en rectitud de intención, resumen de las prácticas de ascensión a Dios

 

A. Lecturas

   1. II Reyes (2,1.6-14): Cuando el Señor iba a arrebatar a Elías al cielo en el torbellino, Elías y Elíseo se marcharon de Guilgal.

   Llegaron a Jericó, y Elías dijo a Elíseo: «Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta el Jordán.»

   Eliseo respondió: «¡Vive Dios! Por tu vida, no te dejaré.»

   Y los dos siguieron caminando. También marcharon cincuenta hombres de la comunidad de profetas y se pararon frente a ellos, a cierta distancia. Los dos se detuvieron junto al Jordán; Elías cogió su manto, lo enrolló, golpeó el agua, y el agua se dividió por medio, y así pasaron ambos a pie enjuto.

   Mientras pasaban el río, dijo Elías a Elíseo: «Pídeme lo que quieras antes de que me aparten de tu lado.»

   Eliseo pidió: «Déjame en herencia dos tercios de tu espíritu.»

   Elías comentó: «¡No pides nada! Si logras verme cuando me aparten de tu lado, lo tendrás; si no me ves, no lo tendrás.»

   Mientras ellos seguían conversando por el camino, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en el torbellino.

   Eliseo lo miraba y gritaba: «¡Padre mío, padre mío, carro y auriga de Israel! »

   Y ya no lo vio más. Entonces agarró su túnica y la rasgó en dos; luego recogió el manto que se le había caído a Elías, se volvió y se detuvo a la orilla del Jordán; y agarrando el manto de Elías, golpeó el agua diciendo: «¿Dónde está el Dios de Elías, dónde?»

   Golpeó el agua, el agua se dividió por medio, y Eliseo cruzó.

   2. Salmo 30,20.21.24: Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles, y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos.

   En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas; los ocultas en tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras.

   Amad al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales, y a los soberbios les paga con creces.

   3. Mateo 6,1-6.16-18:

 

 

   3. Mateo 6,1-6,16-18: "«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.  Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;  así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. «Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará". 

 

B. Comentario:

   1. Este encuentro contigo, Señor, puede ser de muchos modos. El relato de 2R 1,6-14, lleno de imágenes y de símbolos, nos cuenta que fue arrebatado al cielo al final de su vida, y que transmite su poder profético a su discípulo, Eliseo...

   En tiempos de Jesús, se esperaba el retorno de Elías que debía preceder al Mesías. Así la gente preguntaba a Juan Bautista: «¿Eres tú Elías?» (Juan 1,21). Es lo que el ángel había dicho a Zacarías anunciando el nacimiento de Juan Bautista: «Estará con él el espíritu y el poder de Elías» (Lucas 1,17). Y Jesús dirá un día: «Si queréis admitirlo, él es Elías el que iba a venir» (Mateo 11,14).

   -Dijo Eliseo a Elías: «Que tenga yo doble parte de tu espíritu.» Esto me da también ocasión a pedirte, Señor, que tu espíritu esté en mí. Elías es el hombre a la escucha de Dios, imagen de Juan Bautista, que nos dirá que "conviene que yo mengüe y él crezca en mí". También es mi lema, que yo mengüe y tú, Señor, crezcas en mí, fruto de esa escucha de la oración y las obras de caridad y los sacrificios.

   Concédenos, Señor, este mismo «espíritu», ¡tu Espíritu! Haz de nosotros hombres espirituales, transfigurados desde el interior, hombres que tienen «un manantial en ellos», hombres de los que mana «el agua viva». «Hablaba del Espíritu que debían recibir los que creerían en él.»

   Elías permanece vivo. En la mañana de la Transfiguración, Pedro, Santiago y Juan, han visto a Jesús hablando con Moisés y Elías (Mateo 17). A través de esas páginas concretas está la afirmación de nuestra fe en el más allá, en la supervivencia. Pienso en los innumerables «vivientes» que están en Dios... los de mi familia.

   -Eliseo tomó el manto de Elías... Si Elías no ha muerto, si vive en el cielo en Dios... es verdad también que continuará viviendo aquí abajo, en sus sucesores, sus discípulos, los que prosiguen su misión. El «manto de Elías», símbolo de su papel de profeta, pasa a los hombros de Eliseo. Arriesgar la vida por ti, Señor. Responder a mi vocación… ¿Quién recogerá hoy el «manto de Elías»? (Noel Quesson).

   2. Te doy gracias, Padre, con palabras del salmo de hoy (30/31): "¡Qué grande es tu bondad, Yahveh! Tú la reservas para los que te temen, se la brindas a los que a ti se acogen, ante los hijos de Adán". En la oración es donde te conozco, en lo secreto: "Tú los escondes en el secreto de tu rostro, lejos de las intrigas de los hombres; bajo techo los pones a cubierto de la querella de las lenguas".

   Y de ahí nace el afán de darte a conocer, de que todos te amen: "Amad a Yahveh, todos sus amigos; a los fieles protege Yahveh, pero devuelve muy sobrado al que obra por orgullo".

   3. La única opinión que vale es la tuya, Señor. Si queréis ser justos, evitad el hacer vuestras obras de piedad delante de la gente para llamar la atención; si no, os quedáis sin paga de vuestro Padre del cielo. Un principio esencial. Que no haga las cosas para ser visto por los demás, sino por ti, Dios mío. Esto da una fuente de paz infinita. Que vuestra vida sea "en la interioridad". Que no busque el elogio, ni la aprobación, ni la recompensa... que no tema la reprobación, ni el olvido, ni la ingratitud. Con un desprendimiento completo de mí mismo. Tú me conoces, Señor, y me sabes débil, que muchas veces hago cosas para quedar bien. Te pido la fortaleza de ánimo para vivir en esta libertad de espíritu de hacer las cosas no para el aplauso de los hombres, sino por ti, por amor.

   -Cuando des limosna, cuando reces, cuando ayunes... no lo anuncies, no hagas de ello un espectáculo como los que buscan que la gente los alabe. Los más hermosos gestos de la verdadera religión -la limosna, la oración, el ayuno- pueden, por desgracia, ser desviados de su sentido: resulta entonces una búsqueda de sí mismo... hay también una complacencia que no es para agrado de los demás, sino de mí mismo: es la complacencia de hacer el bien, porque me satisface. Así puedo sentirme movido a ayudar a los demás por una necesidad de sentirme bien ayudando, y sufriré si no puedo hacerlo. Sin embargo, la solución no será dar algo a un pobre para tranquilizar la conciencia, sino emplearme en darle trabajo a esa persona si está dispuesta, acogerla, exigirle… tengo que hacer un esfuerzo para que la cabeza domine, y no domine el sentimiento. A la larga, es mejor. Buscar hacer las cosas por amor, y no para sentirme bien.

   -Cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha... Cuando quieras rezar, entra en tu cuarto y echa la llave... Cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara... Jesús, nos recomiendas no aparecer... que nadie pueda notarlos, salvo Dios. Los fariseos del tiempo de Jesús eran gentes sin duda admirables por sus regularidades y fidelidades... Jesús no les reprocha "lo que hacen bien", sino su "manera de hacerlo" para dar lecciones a los demás. En este sentido hay siempre fariseos... e incluso hay un fariseo en cada uno de nosotros... ¡que le gusta ponerse en primera fila! Aquí también, hay que procurar poner en práctica los consejos de Jesús: hacer gestos de caridad verdadera que nadie nos reconocerá y que uno mismo procurará olvidar... rezar en un lugar retirado, en el que nadie podrá ser testigo del tiempo que pasamos en oración... renunciar a las ventajas, sacrificar algunas cosillas, a las que tenemos derecho, sin que nadie pueda darse cuenta ni adivinarlo.

   -Y tu Padre que ve lo escondido, te recompensará. Me agrada, Señor, esta definición tan simple de Dios: "El que ve lo escondido, lo invisible"... está mal empleada cuando hablamos del "ojo de Dios" en cuanto a: "Cuidado, Dios te ve incluso cuando te escondes"... pero Dios no es "el gran hermano", para castigar las tonterías escondidas, sino un Dios que sabe ver y recompensar todo lo que está escondido, todo lo que ¡los hombres no saben ver! ¡Maravilloso Dios! ¡Maravilloso Padre! ¡Dios atento a todo! ¡Padre lleno de bondad y delicadeza! Padre que no olvida nada de todo lo bueno que podemos hacer... sobre todo si nos olvidamos de nosotros mismos (Noel Quesson).

   Jesús, nos concretas hoy tres cosas: la oración contigo, la caridad con los demás, y el ayuno como sacrificio. Es el programa de la Cuaresma, y el de toda nuestra vida.

 

Llucià Pou Sabaté

lunes, 17 de junio de 2024

Martes de la XI semana (año par): Jesús nos pide amor hacia los enemigos, y rezar por ellos

Martes de la XI semana (año par): Jesús nos pide amor hacia los enemigos, y rezar por ellos

 

A. Lecturas

   1. I Reyes (21,17-29): Después de la muerte de Nabot, el Señor dirigió la palabra a Ellas, el tesbita: «Anda, baja al encuentro de Ajab, rey de Israel, que vive en Samaria. Mira, está en la vifía de Nabot, adonde ha bajado para tomar posesión. Dile: «Así dice el Señor: '¿Has asesinado, y encima robas?' Por eso, así dice el Señor: 'En el mismo sitio donde los perros han lamido la sangre de Nabot, a ti también los perros te lamerán la sangre.»

   Ajab dijo a Elías: «¿Conque me has sorprendido, enemigo mío?» Y Elías repuso: «¡Te he sorprendido! Por haberte vendido, haciendo lo que el Señor reprueba, aquí estoy para castigarte; te dejaré sin descendencia, te exterminaré todo israelita varón, esclavo o libre. Haré con tu casa como con la de Jeroboán, hijo de Nabat, y la de Basá, hijo de Ajías, porque me has irritado y has hecho pecar a Israel. También ha hablado el Señor contra Jezabel: «Los perros la devorarán en el campo de Yezrael.» A los de Ajab que mueran en poblado los devorarán los perros, y a los que mueran en descampado los devorarán las aves del cielo.»

   Y es que no hubo otro que se vendiera como Ajab para hacer lo que el Sefior reprueba, empujado por su mujer Jezabel. Procedió de manera abominable, siguiendo a los ídolos, igual que hacían los amorreos, a quienes el Señor había expulsado ante los israelitas. En cuanto Ajab oyó aquellas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió un sayal y ayunó; se acostaba con el sayal puesto y andaba taciturno.

   El Señor dirigió la palabra a Ellas, el tesbita: «¿Has visto cómo se ha humillado Ajab ante mí? Por haberse humillado ante mí, no lo castigaré mientras viva; castigaré a su familia en tiempo de su hijo.»

   2. Salmo 50,3-4.5-6a.11.16: Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

   Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.

   Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia.

   3. Mateo 5,43–48: "Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial".

 

B. Comentario:

   1. El Señor volvió a hablar a Elías: «Levántate... ¡baja al encuentro de Ajab!» y Elías, como siempre, obedece, totalmente entregado a sus hermanos los hombres. Un hombre capaz de vivir en relación con lo invisible, en la oración y capaz de arriesgarse, en servicio de la justicia. Su fuerza viene de su oración.

   Señor, te pedimos la valentía de Elías tu profeta. Ayúdanos a estar a tu escucha de tal modo, que oigamos la llamada de nuestros hermanos que piden justicia.

   Le toca transmitir el mensaje de que el rey ha asesinado a Nabot para quedarse con su viña.

   Da, Señor, a tu Iglesia de hoy, la valentía de defender a la justicia y a los pobres. Concede a todos los cristianos esa pasión por la justicia. Para decir las verdades con valentía.

   Ajab reconoce su pecado y lo deplora. Elías, que antes trajo al rey la amenaza, ahora es instrumento de misericordia. Ya sabemos que Dios no amenaza nunca por amenazar: «el Señor no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva.» Concédenos, Señor, en medio de nuestros combates, ese sentido de la justicia y de la bondad (Noel Quesson).

   Hay también hoy día una misión social en la Iglesia, como nos dice el Catecismo por ejemplo sobre la misa: «la Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres», y san Juan Crisóstomo se queja de unos cristianos que muestran un culto muy cuidadoso al Cristo eucarístico, pero no tienen en cuenta al Cristo que está en la persona del hermano: «Has gustado la sangre del Señor y luego no reconoces a tu hermano... Dios te ha invitado a esta mesa, y tú, aun así, no te has hecho más misericordioso» (CEC 1397).

   2. Por eso te pedimos hoy, Señor, con el salmo 50, estar libres de todo rencor y juicio negativo sobre los demás, para poder abrirnos a tu misericordia: "Misericordia, Dios mío, por tu bondad, / por tu inmensa compasión borra mi culpa; / lava del todo mi delito, / limpia mi pecado".

   Cuando perdonamos a los demás, tenemos también el corazón libre para recibir el perdón divino: "Pues yo reconozco mi culpa, / tengo siempre presente mi pecado: / contra ti, contra ti solo pequé, / cometí la maldad que aborreces.

   Aparta de mi pecado tu vista, / borra en mí toda culpa. / Líbrame de la sangre, oh Dios, / Dios, Salvador mío, / y cantará mi lengua tu justicia".

   3. Jesús, gracias por darnos como doctrina lo que has hecho con tu vida. Tú has amado a los enemigos, y nos enseñas a hacerlo para ser felices como tú. Después de citar las palabras del Levítico ("amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo"), añades la interpretación auténtica, no la de una letra muerta, sino la del espíritu que hay debajo de la ley: "amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen".

   "La oración cristiana llega hasta el perdón de los enemigos (cf Mt 5,43-44). Transfigura al discípulo configurándolo con su Maestro. El perdón es cumbre de la oración cristiana; el don de la oración no puede recibirse más que en un corazón acorde con la compasión divina. Además, el perdón da testimonio de que, en nuestro mundo, el amor es más fuerte que el pecado. Los mártires de ayer y de hoy dan este testimonio de Jesús. El perdón es la condición fundamental de la reconciliación  de los hijos de Dios con su Padre y de los hombres entre sí (cf Juan Pablo II, Cart. enc. DM 14)" (Catecismo, 2844).

   Con la oración de San Francisco, te pido: "Señor, hazme un instrumento de tu paz: donde haya odio, ponga yo amor, donde haya ofensa, ponga yo perdón, donde haya discordia, ponga yo armonía, donde haya error, ponga yo verdad, donde haya duda, ponga yo la fe, donde haya desesperación, ponga yo  esperanza, donde haya tinieblas, ponga yo la luz, donde haya tristeza, ponga yo alegría.

   Oh, Señor, que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar, en ser comprendido,  como en comprender, en ser amado, como en amar; porque dando se recibe, olvidando se encuentra, perdonando se es perdonado, muriendo se resucita a la vida. Amén".

   Cuentan que un importante señor gritó al director de su empresa, porque estaba enfadado en ese momento.

    El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa.

   Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato.

   La empleada dio una patada al perro porque la hizo tropezar.

   El perro salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por la acera, porque le cerraba el paso. Esa señora fue al hospital para ponerse la vacuna y que le curaran la herida, y gritó al joven médico, porque le dolió la vacuna al ser aplicada.

   El joven médico llegó a su casa y gritó a su madre, porque la comida no era de su agrado.

   Su madre, tolerante y un manantial de amor y perdón, acarició sus cabellos diciéndole: - "Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida favorita. Tú trabajas mucho, estás cansado y precisas una buena noche de sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y perfumadas, para que puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor". Bendijo a su hijo y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos...

   En ese momento, se interrumpió el círculo del odio, porque chocó con la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor. Si tú eres de los que ingresaron en un círculo del odio, acuérdate que puedes romperlo con tolerancia, dulzura, perdón y amor. No caigamos en el círculo del odio pensando que es imposible encontrar amor: la manera más rápida de recibir amor es darlo, hay más alegría en dar que en recibir.

   El amor lo perdemos cuando lo queremos para nosotros, es como el fuego que cuando lo extendemos nos acaricia con su calor; el amor tiene alas y no hay que encadenarlo. El amor es el don más preciado que Dios nos ha regalado, y que nos da la oportunidad de regalar. Además, cuanto más se da más nos queda porque se agranda nuestro corazón al amar, ahí está el secreto del amor.

   De nada tiene necesidad este mundo como del amor. Leía hace poco algo que nos viene muy bien para permanecer en el círculo del amor, y no caer en el del odio: el amor alienta, el odio abate; el amor sonríe, el odio gruñe; el amor atrae, el odio rechaza; el amor confía, el odio sospecha; el amor enternece, el odio enardece; el amor canta, el odio espanta; el amor tranquiliza, el odio altera; el amor guarda silencio, el odio vocifera; el amor edifica, el odio destruye; el amor siembra, el odio arranca; el amor espera, el odio desespera; el amor consuela, el odio exaspera; el amor suaviza, el odio irrita; el amor aclara, el odio confunde; el amor perdona, el odio intriga; el amor vivifica, el odio mata; el amor es dulce; el odio es amargo; el amor es pacífico; el odio es explosivo; el amor es veraz, el odio es mentiroso; el amor es luminoso, el odio es tenebroso; el amor es humilde, el odio es altanero; el amor es sumiso, el odio es jactancioso; el amor es manso, el odio es belicoso; el amor es espiritual, el odio es carnal. El amor es sublime, el odio es triste. El amor todo lo puede... No hay dificultad por muy grande que sea, que el amor no lo supere. No hay enfermedad por muy grave que sea, que el amor no la sane. No hay puerta por muy cerrada que esté, que el amor no la abra. No hay distancias por extremas que sean, que el amor no las acorte tendiendo puentes sobre ellas. No hay muro por muy alto que sea, que el amor no lo derrumbe. No hay pecado por muy grave que sea, que el amor no lo redima. No importa cuán serio sea un problema, cuán desesperada una situación, cuán grande un error, el amor tiene poder para superar todo esto. Quien es capaz de experimentar realmente el amor, puede ser la persona más feliz y más poderosa del mundo. Amar... Siempre... En cada acto, en cada pensamiento, en cada día que amanece, en cada noche que llega, hacer de la vida siempre una canción de amor...

   «Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial». Hoy, Jesús, nos invitas a amar. Amar sin medida, que es la medida del Amor verdadero. Dios es Amor, «que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos». Y el hombre, chispa de Dios, ha de luchar para asemejarse a Él cada día, «para que seáis hijos de vuestro Padre celestial». ¿Dónde encontramos tu rostro, Señor? "En los otros, en el prójimo más cercano. Es muy fácil compadecerse de los niños hambrientos de Etiopía cuando los vemos por la TV, o de los inmigrantes que llegan cada día a nuestras playas. Pero, ¿y los de casa? ¿Y nuestros compañeros de trabajo? ¿Y aquella parienta lejana que está sola y que podríamos ir a hacerle un rato de compañía? Los otros, ¿cómo los tratamos? ¿Cómo los amamos? ¿Qué actos de servicio concretos tenemos con ellos cada día?

   Es muy fácil amar a quien nos ama. Pero el Señor nos invita a ir más allá, porque «si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?». ¡Amar a nuestros enemigos! Amar aquellas personas que sabemos —con certeza— que nunca nos devolverán ni el afecto, ni la sonrisa, ni aquel favor. Sencillamente porque nos ignoran. El cristiano, todo cristiano, no puede amar de manera "interesada"; no ha de dar un trozo de pan, una limosna al del semáforo. Se ha de dar él mismo. El Señor, muriéndose en la Cruz, perdona a quienes le crucifican. Ni un reproche, ni una queja, ni un mal gesto...

   Amar sin esperar nada a cambio. A la hora de amar tenemos que enterrar las calculadoras. La perfección es amar sin medida. La perfección la tenemos en nuestras manos en medio del mundo, en medio de nuestras ocupaciones diarias. Haciendo lo que toca en cada momento, no lo que nos viene de gusto. La Madre de Dios, en las bodas de Caná de Galilea, se da cuenta de que los invitados no tienen vino. Y se avanza. Y le pide al Señor que haga el milagro. Pidámosle hoy el milagro de saberlo descubrir en las necesidades de los otros" (Iñaki Ballbé Turu).

 

Llucià Pou Sabaté

domingo, 16 de junio de 2024

Lunes de la 11 semana del año (ciclo par): frente a la venganza, Jesús propone la misericordia y el perdón con los enemigos, pues se vence siempre con el amor y no con la violencia

Lunes de la 11 semana del año (ciclo par): frente a la venganza, Jesús propone la misericordia y el perdón con los enemigos, pues se vence siempre con el amor y no con la violencia

A. Lecturas:

   1. I Reyes (21,1-16): Por aquel tiempo, Nabot, el de Yezrael, tenía una viña pegando al palacio de Ajab, rey de Samaria. Ajab le propuso: «Dame la viña para hacerme yo una huerta, porque está al lado, pegando a mi casa; yo te daré en cambio una viña mejor o, si prefieres, te pago en dinero.» Nabot respondió: «¡Dios me libre de cederte la heredad de mis padres!» Ajab marchó a casa malhumorado y enfurecido por la respuesta de Nabot, el de Yezrael, aquello de: «No te cederé la heredad de mis padres.» Se tumbó en la cama, volvió la cara y no quiso probar alimento. Su esposa Jezabel se le acercó y le dijo: «¿Por qué estás de mal humor y no quieres probar alimento?» Él contestó: «Es que hablé a Nabot, el de Yezrael, y le propuse: «Véndeme la viña o, si prefieres, te la cambio por otra.» Y me dice: «No te doy mi viña.»» Entonces Jezabel dijo: «¿Y eres tú el que manda en Israel? ¡Arriba! A comer, que te sentará bien. ¡Yo te daré la viña de Nabot, el de Yezrael!» Escribió unas cartas en nombre de Ajab, las selló con el sello del rey y las envió a los ancianos y notables de la ciudad, paisanos de Nabot. Las cartas decían: «Proclamad un ayuno y sentad a Nabot en primera fila. Sentad en frente a dos canallas que declaren contra él: «Has maldecido a Dios y al rey.» Lo sacáis afuera y lo apedreáis hasta que muera.» Los paisanos de Nabot, los ancianos y notables que vivían en la ciudad, hicieron tal como les decía Jezabel, según estaba escrito en las cartas que habían recibido. Proclamaron un ayuno y sentaron a Nabot en primera fila; llegaron dos canallas, se le sentaron enfrente y testificaron contra Nabot públicamente: «Nabot ha maldecido a Dios y al rey.» Lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon hasta que murió. Entonces informaron a Jezabel: «Nabot ha muerto apedreado.» En cuanto oyó Jezabel que Nabot había muerto apedreado, dijo a Ajab: «Hala, toma posesión de la viña de Nabot, el de Yezrael, que no quiso vendértela. Nabot ya no vive, ha muerto.» En cuanto oyó Ajab que Nabot había muerto, se levantó y bajó a tomar posesión de la viña de Nabot, el de Yezrael.

   2. Salmo 5,2-3.5-6.7: Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío.

   Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia.

   Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor.

   3. Mateo 5,38-42: "En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Sabéis que está mandado: "Ojo por ojo, diente por diente". Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñalo dos; a quien te pide, dale; y al que te pide prestado, no lo rehúyas"".

B. Comentario:

   1. Nos cuenta la primera lectura que Nabot tenía una viña pegando al palacio de Ajab, rey de Samaria, y no le quiso vender la viña, heredad de sus padres. La reina lo mandó acusar falsamente, y lo ejecutaron injustamente. Y el rey tomó posesión de la viña de Nabot. También hoy día muchas tierras han sido expropiadas por afán de crecimiento de los de arriba. La viña de Nabot es un signo de los que mueren en lucha por un pedazo de tierra. Yo veo ahí, Señor, que nos invitas a no ser tercos, pues por un amor desmesurado a la tierra podemos caer en fanatismo, y hay que contar que los de arriba tienen medios para quitar las cosas, si uno se les opone sin medir las fuerzas. Aquí se puede aplicar también lo de que es mejor ceder, ante la vida, cualquier otra cosa material, pues la vida es el principal don, y cuando se tiene puede tenerse lo demás. También veo lo que nos dices, de no centrarnos en las cosas de la tierra sino las del cielo. En el Evangelio no se nos habla de las propiedades de tu familia, Jesús: ayúdanos a estar desprendidos de todo lo material.

   2. Te lo pedimos con palabras del salmo: "Señor, escucha mis palabras, / atiende a mis gemidos, / haz caso de mis gritos de auxilio, / Rey mío y Dios mío". Te pedimos por tanta gente que sufre de las injusticias de los gobernantes, que dominan a sus súbditos, hoy a través de los partidos políticos y de los poderes económicos, te pedimos que nuestro corazón esté libre de todo rencor y de toda maldad, que no contestemos mal por mal, y que, tú que lo puedes todo, hagas que se haga justicia, aquí en la tierra y en la vida futura: "Tú no eres un Dios que ame la maldad, / ni el malvado es tu huésped, / ni el arrogante se mantiene en tu presencia.

   Detestas a los malhechores, / destruyes a los mentirosos; / al hombre sanguinario y traicionero / lo aborrece el Señor".

   3. La ley del talión fue un avance en la antigüedad, pues limitaba las venganzas. Pero tú, Jesús, nos hablas de otra dimensión. Tiene que haber justicia, pero tu solución, Jesús, no es nunca la violencia. Te entendió Gandhi, cuando dijo: "ojo por ojo... y todos acabaríamos tuertos". Nos hablas de otra visión en la que no hay apego a las cosas materiales. Hace poco una persona superó un cáncer, y miraba atónita a sus parientes, envueltos en envidias por cosas de dinero. Ella ya había madurado, entendía lo de "poner la otra mejilla" y "dar la capa", "acompañar dos millas al que pide una", "dar al que pide prestado".

   Leí esta noticia: "Cuatro años habían pasado desde la muerte de mi padre, por un accidente de coche, y aquella era la última audiencia del juicio. Mientras el juez leía la sentencia –seis meses de reclusión, con la condicional- el chico que lo mató, su mujer y el padre parecían muy deprimidos: se les veía sufrir mucho. Salimos todos de la sala, pero yo no podía irme así como así… junto a mi hermana alcancé aquellas personas y nos presentamos. Noté una actitud defensiva hacia nosotros, pero me apresuré a tranquilizarles: 'si esto les puede alegrar los ánimos, sepa que no le guardamos rencor', dije al que lo había atropellado, y nos dimos la mano con fuerza. Había aprendido de alguien que hemos de aprovechar la ocasión, para oír la voz de Dios dentro de nosotros. La felicidad que sentía en aquel momento ciertamente me venía de haber sabido, en aquel preciso instante, 'aprovechar la ocasión' para mirar al dolor del otro olvidándome de mí".

   La vida es como un eco, recibimos lo que damos, y si volvemos bien por mal, nuestro corazón recibe ya el pago de las buenas obras. Según lo que plantamos cosechamos: quién planta flores, cosecha perfume; quién siembra trigo, cosecha pan; quién planta amor, lo recoge; quién siembra alegría, cosecha felicidad. Ser positivo vale la pena en todos los sentidos, tanto en bienestar espiritual, como también en lo corporal que es la base de lo demás, pues alarga la vida: la ciencia está trabajando en una posible relación directa entre el bienestar psicológico y la salud. Las emociones negativas, como la ira y el estrés, roban años. En cambio, las emociones positivas, como la satisfacción vital, el placer de vivir o el disfrute cotidiano... el bienestar mental es algo tan esencial que incluso alarga la vida. El sufrimiento mata; el dolor moral y las preocupaciones perjudican el organismo; la alegría de vivir, una cierta despreocupación por los problemas a base del sentido del humor, ayuda a vivir bien y más. Y la clave está en el amor.

   Jesús, pienso que en este Evangelio nos planteas un tema muy actual: nos encontramos con un pariente que tiene problemas por causa de una herencia, un colega que sufre acoso moral, por ejemplo el mobbing en el trabajo, una mujer que está oprimida por un marido machista pero quiere permanecer ahí por el bien de sus hijos... nos sirvió de ejemplo Juan Pablo II al abrazar a quien le disparó una bala para matarle, aunque no interfirió en los mecanismos de justicia. Nos sirves de ejemplo sobre todo Tú, Señor, cuando en la cruz rezas por los que te matan: "Padre, perdónales, que no saben lo que hacen". El amor no está reñido con la misericordia y la justicia, cada uno tiene su lugar. "Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque DIOS ES AMOR. En esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y nos envió a su Hijo como víctima de expiación por nuestros pecados" (1 Juan 4,7-19).

   La conducta del cristiano no es buscar revancha, pero sí mantenerse firme; estar abierto al perdón y decir las cosas claramente. Ciertamente no es un arte fácil, pero es el único modo de frenar la violencia y manifestar la gracia divina a un mundo a menudo carente de gracia (J. Meseguer). San Basilio nos aconseja: «Haced caso y olvidaréis las injurias y agravios que os vengan del prójimo. Podréis ver los nombres diversos que tendréis uno y otro; a él lo llamarán colérico y violento, y a vosotros mansos y pacíficos. Él se arrepentirá un día de su violencia, y vosotros no os arrepentiréis nunca de vuestra mansedumbre».

Llucià Pou Sabaté

 

viernes, 14 de junio de 2024

Domingo 11 del año (B): el Reino de Dios es como una semilla que crece sin que nos demos cuenta

Domingo 11 del año (B): el Reino de Dios es como una semilla que crece sin que nos demos cuenta

A. Lecturas:

   1. Ezequiel (17,22-24): Esto dice el Señor Dios: «Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré. De sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima de un monte elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel; para que eche brotes y dé fruto y se haga un cedro noble. Anidarán en él aves de toda pluma, anidarán al abrigo de sus ramas. Y todos los árboles silvestres sabrán que yo soy el Señor, que humilla los árboles altos y ensalza los árboles humildes, que seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.»

   2. Salmo 91,2-3.13-14.15-16: Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad.

   El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano; plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios.

   En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad.

   3. II Corintios (5,6-10): Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor. Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el premio o el castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.

   4. Marcos 4,26-34: "En aquel tiempo decía Jesús a las turbas: -'El Reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche, y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega'.

   Dijo también: —'¿Con qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después, brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas'.

   Con muchas parábolas parecidas les exponía la Palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado".

B. Comentario:

   1. La lectura de Ezequiel es una profecía rica en simbolismo, expresada a través de una metáfora que usa la imagen de un cedro y su trasplante. La rama del alto cedro es una figura de autoridad; se da una  intervención divina directa, y es plantada en un "monte elevado", en "la montaña más alta de Israel". Echa brotes y da fruto la rama plantada: está destinada a crecer, echar brotes, convirtiéndose en "un cedro noble". Y muchas aves de diversas especies anidarán en el árbol: símbolo de paz, seguridad y refugio; y  todos los "árboles silvestres" -es decir todas las naciones o pueblos- reconocerán la obra de Dios. En resumen, esta profecía de Ezequiel subraya la soberanía de Dios y su capacidad para transformar y renovar. También contiene un mensaje de esperanza para el pueblo de Israel, prometiendo un futuro donde, bajo la guía divina, habrá crecimiento, protección y reconocimiento de la obra de Dios por todas las naciones.

    2. Un esqueje de rama da origen a un cedro enorme. Nos recuerda el fracaso del árbol grande y orgulloso que había sido Israel, y que es tronchado. Pero también un rayo de esperanza: una ramita de este tronco roto, el "resto" de ese Israel maltrecho, se convertirá en un árbol grande, el pueblo mesiánico. No por los propios méritos, sino por obra de Dios. Una invitación también para nosotros, a saber ver cómo también en nuestra historia lo humilde y sencillo, lo cotidiano y poco espectacular, puede ser el lugar del encuentro con un Dios que salva, como rezaremos en el Salmo: "El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano".

   3. «Siempre tenemos confianza», dice s. Pablo. "La actitud del labrador que espera pacientemente la cosecha es la de una permanente seguridad de que la ley que Dios ha puesto en la naturaleza se cumplirá. Del mismo modo la confianza de Pablo en la segunda lectura es una confianza permanente, sea cual sea la apariencia del clima espiritual en su vida o en la de su comunidad. «Caminamos guiados por la fe». El hombre preferiría dirigir el tiempo, manejar el clima a su antojo, ser el dueño de los imponderables; Pablo preferiría vivir ya junto al Señor antes que vivir en la fe, en el «destierro», pero, como para el labrador, el abandono en manos de Dios es más importante que sus preferencias, ya «estemos en destierro o en patria». También el apóstol es sólo un labrador": «Yo planté, Apolo regó, pero era Dios quien hacía crecer» (1 Co 3,6). Y la iglesia siempre sigue siendo un grano de mostaza: para ella, siempre es viernes santo, pascua y pentecostés al mismo tiempo (H. Urs von Balhasar). "Ella no es como una planta en la que la semilla sólo está en el principio. La cruz no es para ella ningún comienzo lejano, sino siempre es presente. Ella experimenta siempre de nuevo el viernes santo, así como siempre puede experimentar de nuevo también la pascua" (Ratzinger).

   4. A lo largo de la historia, en muchos momentos parece que Dios calla, parece no intervenir; también tú, Jesús, notaste el aparente abandono: te quedaste aislado, sin éxito, cada vez más rechazado por los tuyos. Pero este silencio de Dios es muchas veces como el grano que enterrado en tierra aparentemente está muerto; parece que no pasa nada hasta que brota el tallo, y enseguida la espiga para segar: "El Reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche, y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo". Muchas veces no se dan los signos extraordinarios: crece la semilla lentamente, hay que esperar. Una llamada a no perder la confianza: el que ha comenzado la obra en nosotros la consumará; en la historia del mundo y nuestra vida, tras el silencio, Dios habla; tras la noche, amanece Dios. Mientras tanto, en lo minúsculo actúa ya lo grandioso: incluso en este mundo que parece no conocer el reino, está ya actuando el Reino de Dios (Maertens-Frisque). Por eso, Jesús, nos hablas de siembra y luego no cuentas todo el trabajo que viene después: la poda, la lucha contra la sequía, la preocupación por el mal tiempo... Prescindes de todo esto porque tienes una lección concreta que ofrecernos: el Reino crece de todos modos, "lo mismo que la luz brilla sin que nosotros podamos hacer nada, lo mismo que nada puede ocultarse cuando Dios abre el camino". No son los hombres los que le dan fuerza a la palabra ni son sus resistencias las que pueden detenerla. Por eso el discípulo hará bien en despojarse de toda forma de inútil ansiedad (Maggioni).

   Del grano de mostaza quieres hacernos ver, Señor, que hay un contraste y continuidad entre la humildad del punto de partida (un pequeño grano) y la magnitud del punto de llegada (el árbol). El Reino, el Reino grandioso, está ya presente en esta pequeña semilla, o sea, en la vida y en tu predicación y más tarde en la vida y en la predicación de la comunidad cristiana. Jesús, tú eres la pequeña semilla, que germina poco a poco pero encierra dentro de sí una enorme potencialidad.

   No se nos habla del futuro del cielo, sino de la historia: Por tanto, como el Reino está aquí, en medio de las oposiciones y de los fracasos, entonces no tenemos que huir de la historia (aunque ésta sea fragmentaria, equívoca y mezquina). El discípulo sabe ver en todo esto la presencia de Dios.

   Parece que muchas cosas no dan fruto, que no sirvan para nada, comenzando con el rezar, pero Dios (y el amor que se le parece) no pretende que cada gesto tenga un fruto, que cada esfuerzo obtenga su recompensa. El amor vale por sí mismo, lo mismo que la atención a los hombres, la obstinación en la solidaridad, la esperanza. Dios se da sin reservas (Maggioni).

   Todo esto nos invita a sembrar con paciencia, esperando que un día recogeremos con alegría: "Se va, se va llorando, al llevar la semilla; mas se vuelve, se vuelve entre gritos de júbilo al traer las gavillas" (Sal 126, 6). También en la Eucaristía podemos encontrar la Palabra de Dios, semilla fecunda y vigorosa, como el Cuerpo y Sangre de Cristo, el alimento que Cristo nos da como garantía y semilla de vida eterna en nosotros, tienen mucho de oculto, son elementos sencillos, pero con una eficacia salvadora. Con ese doble alimento que Cristo Resucitado nos comunica tenemos la mejor fuerza para que la vida sea en verdad fecunda para los demás (J. Aldazábal).

   Jesús, en la parábola de la semilla quieres hacernos ver que ésta crece «sin que [el labrador] sepa cómo»: en la historia, no ponemos nosotros la fuerza de ese crecimiento del Reino, pues «la tierra va produciendo la cosecha ella sola». "Esto no significa que el hombre no tenga nada que hacer: tiene que preparar la tierra y echar en ella la simiente. Pero no es él quien realiza el trabajo principal, sino -y esto es lo que acentúa la parábola- el propio Dios, mientras el hombre «duerme de noche y se levanta de mañana» día tras día. El reino de Dios tiene sus propias leyes, unas leyes que en modo alguno le son impuestas por el hombre; el reino de Dios no es un producto de la técnica; la semilla, el tallo, la espiga, el grano, el momento de la cosecha: todo esto pertenece a la estructura propia del reino y en modo alguno depende de las prestaciones humanas. Esto es precisamente lo que muestra la segunda parábola: el fruto en sazón, que al principio parecía tan ridículamente pequeño a ojos de los hombres, se revela al final más grande que todo lo que el hombre hubiera podido realizar. ¿Y la cosecha? Será ciertamente la cosecha de Dios, pero en beneficio del hombre que prepara la tierra y esparce en ella la semilla. Dios cosecha, como dice el empleado negligente y cobarde de la parábola de los talentos, «donde no siembra», pero cosecha en el fondo para ambos: pues encomienda al empleado fiel y cumplidor el gobierno de un amplio territorio" (H. Urs von Balthasar).

   «Más alta que las demás hortalizas», nos dice la segunda parábola sobre el reino de los cielos, "es un nuevo ejemplo de las numerosas declaraciones de Jesús a propósito de que «el más pequeño» en el reino de Dios se convertirá en «el más grande», precisamente porque se ha hecho pequeño y se ha colocado en el «último puesto», algo de lo que el propio Jesús dio ejemplo en su vida terrena y sigue dándolo en su Eucaristía. Con esta imagen Jesús retoma el pasaje de Ezequiel, que describe en la primera lectura cómo gracias a la fuerza del Señor la frágil rama del pueblo de Dios ha crecido hasta llegar a convertirse en el más poderoso de los árboles, de suerte que «las aves de toda pluma pueden anidar al abrigo de sus ramas». El profeta atribuye esto inequívocamente a la fuerza de Dios; todos los demás árboles (es decir, todas las demás naciones) deben saber «que yo soy el Señor», el que tiene poder para humillar a los árboles altos y para ensalzar a los árboles humildes, para secar a los lozanos y hacer florecer a los secos. Tanto en la Antigua como en la Nueva Alianza la parábola nada tiene que ver con la moralidad humana, sino que se refiere enteramente al poder superior de Dios, que trata al hombre según esta ley cuando el hombre se somete a El" (H. Urs von Balthasar).

Llucià Pou Sabaté

Sábado de la semana 10ª del tiempo ordinario (par): somos auténticos, cuando estamos con la Verdad, el Señor nos llama y podemos decirle que sí

Sábado de la semana 10ª del tiempo ordinario (par): somos auténticos, cuando estamos con la Verdad, el Señor nos llama y podemos decirle que sí

 

A. Lecturas:

   1. I Reyes (19,19-21): En aquellos días, Elías se marchó del monte y encontró a Elíseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto.

   Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: «Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo.»

   Elías le dijo: «Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?»

   Elíseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.

    2. Salmo 15,1-2a.5.7-8.9-10: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano.

   Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.

   Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

   3. Mateo 5,33-37: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno".

 

B. Comentario:

   1. Vemos hoy la vocación de Eliseo: "-Cuando Elías bajó del monte encontró a Elíseo, hijo de Safat, que estaba arando. Había delante de él doce yuntas y él estaba con la duodécima". Eliseo, que va a ser consagrado como profeta, sucesor de Elías. Un agricultor. El Señor nos llama en el trabajo cotidiano.

   -"Elías pasó junto a él y le echó su manto encima". Toma posesión. Lo llama. ¿Somos suficientemente sensibles a las llamadas de Dios para llegar a ser capaces de hacerlas sonar en los demás? Con humildad. Con discreción. Pero con la fuerza de Dios.

   -Entonces Eliseo dejó sus bueyes y dijo: «Déjame ir a besar a mi padre y a mi madre.» Quiere seguirle. Y hacer una despedida. –"Elías respondió: "Anda ¡vuélvete allá!"" Seguir a Dios no se hace sin ciertas rupturas, sin ciertas renuncias... pero «quien quiera venir en pos de mí, que tome su cruz y que me siga». Don total.

   -"Entonces Eliseo tomó el par de bueyes para sacrificarlos, asó su carne con el yugo de los bueyes... luego se fue tras de Elías y entró a su servicio". Imagen viva y penetrante. El labriego que quema su instrumento de trabajo para no volver atrás. Jesús pidió el mismo gesto a esos pescadores de la orilla del lago, quienes dejaron sus redes y sus barcas... ¡Abandonar el oficio y las riquezas es un duro sacrificio! Se pide eso a algunos, por el «reino de Dios». A los que han aceptado esta exigencia y la han comprendido libremente, Jesús propone a cambio una «vida de amistad con El»: «no os llamaré ya siervos, sino amigos» (Juan 15, 15).

   ¡Comprometerme totalmente, en cuerpo y bienes! Cortar las amarras. Quemar el yugo -o las naves- para no tener ya la tentación de volver atrás. Donación a Dios, sin retorno (Noel Quesson).

   2. Con el Salmo (15) me pongo en tus manos, Señor: "protégeme, Dios mío, que me refugio en ti… tú eres mi bien", veo que con la llamada me das tu herencia, tú mismo eres la herencia, la paz, todo lo que necesito: "el Señor es el lote de mi heredad, y mi copa, mi suerte está en tu mano." Alegrémonos, porque el Señor está siempre con nosotros. Más aún: es la parte que nos ha tocado en herencia; nosotros somos del Señor y Él es nuestro.

   3. Hoy, Jesús, nos muestras tu tercera antítesis del sermón de la montaña relativa a la ley del juramento y a la del talión. Vas más allá que la ley judía cuando prohíbe la mentira en todas las circunstancias, haciendo así inútil el juramento. En realidad, el juramento sacraliza la palabra humana relacionándola con un poder exterior, en la mayoría de los casos divino. Cuando recomiendas la renuncia al juramento, tú Señor nos hablas de lealtad y objetividad en sí misma sin tener que someterse a tutelas exteriores. Y si Dios está presente en la palabra humana, no lo es tanto por la invocación de su nombre como por la fuente misma de la sinceridad del hombre. No quieres un hombre esclavizado; lo quiere erguido y fiel a sí mismo (Maertens-Frisque).

   Se ha dicho: -"No jurarás en falso" y "cumplirás tus votos al Señor". Es el "¡no dirás falso testimonio, ni mentirás!" La Ley antigua prohibía los juramentos falsos, esto es "tomar a Dios por testigo" para sostener falsedades. Y tú, Señor, dices: "-Pues bien, Yo os digo ¡que no juréis en absoluto!" La ley, interiorizada, nos manda decir siempre la verdad.

   -"Que vuestro "sí" sea un sí y vuestro "no" un no, lo que pasa de ahí es cosa del Maligno". Dios es verdad. Satán es mentira. ¡He aquí lo que ve Jesús! (Noel Quesson). Jesús, nos invitas a vivir la veracidad en toda ocasión, a conformar nuestro pensamiento, nuestras palabras y nuestras obras a la verdad. "Y la verdad, ¿qué es? Es la gran pregunta, que ya vemos formulada en el Evangelio por boca de Pilato, en el juicio contra Jesús, y a la que tantos pensadores a lo largo de los tiempos han procurado dar respuesta. Dios es la Verdad" (Jordi Pascual). Quien vive agradando a Dios, cumpliendo sus Mandamientos, vive en la Verdad. Dice el santo Cura de Ars: «La razón de que tan pocos cristianos obren con la exclusiva intención de agradar a Dios es porque la mayor parte de ellos se encuentran sometidos a la más espantosa ignorancia. Dios mío, ¡cuántas buenas obras se pierden para el Cielo!». Hay que pensar en ello.

   Nos conviene formarnos, leer el Evangelio y el Catecismo. Después, vivir según lo que hemos aprendido.

Llucià Pou Sabaté

jueves, 13 de junio de 2024

Viernes de la semana 10ª del tiempo ordinario (par): Jesús nos ayuda a vivir el amor y educar los deseos: en la oración encontramos el camino

Viernes de la semana 10ª del tiempo ordinario (par): Jesús nos ayuda a vivir el amor y educar los deseos: en la oración encontramos el camino

 

A. Lecturas:

   1. I Reyes (19,9a.11-16): En aquellos días, cuando Elías llegó a Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo: «Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va a pasar!» Vino un huracán tan violento que descuajaba los montes y hacía trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva. Entonces oyó una voz que le decía: «¿Qué haces, aquí, Elías?» Respondió: «Me consume el celo por el Señor, Dios de los ejércitos, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derruido tus altares y asesinado a tus profetas; sólo quedo yo, y me buscan para matarme.» El Señor dijo: «Desanda tu camino hacia el desierto de Damasco y, cuando llegues, unge rey de Siria a Jazael, rey de Israel a Jehú, hijo de Nimsí, y profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén.»

   2. Salmo 26,7-8a.8b-9abc.13-14: Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»

   Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches.

   Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

   3. Mateo 5,27–32: "«Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna. «También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio. Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio".

 

B. Comentario:

   1. Elías sale en busca de Yavhé, hacia Horeb y la montaña del Sinaí. Se agazapó en la concavidad de la roca, en donde el mismo Moisés se había refugiado para asistir a la teofanía, y también él recibió el beneficio de una aparición divina. Esta experiencia le lleva a la comprensión de que Dios no se encuentra en los fenómenos naturales: huracán, temblor de tierra y rayo, en donde los paganos le situaban preferentemente (1R 19,9-16). Dios tampoco está en el fuego, en donde se lo imaginaba la tradición yavhista del Sur. Elías aprende a desacralizar la naturaleza y ver que Dios está por encima de ella. Elías percibe, al fin, el paso de una brisa ligera que protege el incógnito y el silencio de Dios. Dios guarda silencio y solo el creyente puede oírle. Lo mismo sucede con el creyente. Junto con el mundo ateo en el que vive, reconoce el silencio de Dios y, sin embargo, le oye, se cubre el rostro, como Elías, y sale de su refugio para cumplir su misión (Maertens-Frisque).

   ¿Tengo yo una «cueva» un lugar de «retiro», un sitio, un momento en el que más particularmente puedo ponerme a la escucha de tu presencia? ¿Transformo con demasiada frecuencia esta meditación en una simple lectura, en una serie de ideas intelectuales? Cuando su única finalidad es la de suscitar el encuentro, el diálogo, contigo, Señor. -«Sal y ponte en el monte, ante el Señor, que El pasará». El paso de Dios. El encuentro con Dios. Es el punto más importante de la oración: ¡mantenerse delante de Alguien! Esto es lo que cuenta ante todo. Incluso si no digo nada. Si no tengo ninguna hermosa idea. "Brisa ligera…" Efectivamente nuestro Dios es un Dios discreto un Dios "escondido". No se impondrá a nosotros como una tempestad que nos aplasta. No se dará a oír más que a los oídos atentos. Dios es esa "brisa" casi imperceptible ese "viento" ligero que apenas se nota. Hay que acallar en nosotros todos los ruidos para percibir, para oír su dulce voz. Concédenos Señor estar atentos a tu presencia discreta y humilde. Y de la oración, el propósito: -«Siento un celo ardiente por Ti, Señor, porque los hijos de Israel han abandonado tu alianza...» y Dios que le habla: -«Vuelve a Damasco, consagrarás a un rey de Siria, y en Israel...» (Noel Quesson).

   2. Jesús, veo que el modo de vivir los deseos tienen su camino en el trato contigo, en la oración. Acabo pidiéndote con el Salmo: "Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: 'buscad mi rostro'. / Tu rostro buscaré, señor, no me escondas tu rostro… Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor".

   3. "Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón." Jesús, nos dices que la castidad no es sólo evitar la traición en los actos, sino también en los deseos. Lo que cuenta para ti no es quedar bien ante los hombres, lo exterior, sino el fondo de los corazones. Lo que mancha al hombre no es su cuerpo, sino su mente, su deseo, su intención. Introduces un nuevo valor: el respeto profundo de sí mismo, el respeto del otro sexo, la nobleza del amor... En aquel entonces, en Israel, el divorcio era legal; pero tú Jesús nos haces ver que la moral conyugal, la moral sexual, no es ante todo una lista material de actos permitidos y de actos prohibidos... es una actitud interior, mucho más exigente que pide una continua superación. Hay una ley natural impresa en el alma, Señor, y pienso que el deseo sexual lo has puesto para proteger el bien de la familia, de modo parecido que el de comer lo has puesto para bien de la vida propia. Te pedimos que sea en función de ese bien que ordenemos nuestros apetitos: ven a ayudarnos. Sin ti no podemos seguir tu evangelio.

   -"Si tu ojo te pone en peligro, sácatelo y échalo fuera"... Son palabras de una dureza tremenda. El cuerpo humano no es malo. El recelo hacia él no es una actitud cristiana -si bien en la historia muchos se expresaron así-; pero es evidente que el cuerpo puede arrastrar al pecado... lo primero que hemos de entenderte, Jesús, es en que no hay que mutilarse, pues usas un sentido simbólico aquí, tus palabras de aquí no pueden entenderte sino en el contexto de tu Evangelio, que nos habla del cuerpo como parte de nuestra vida y hay que respetar la vida. ¿Cómo entenderlo? Por una lucha en evitar el mal, por tanto el "quítatelo" se refiere a evitar la ocasión, con fuerza, energía.

   -"Se os ha dicho: "El que repudia a su mujer, que le dé acta de divorcio". Pues yo os digo: 'Todo el que repudia a su mujer, fuera del caso de unión ilegal, la lleva al adulterio, y el que se case con la repudiada, comete adulterio'". Has cambiado aquí, Jesús, la Ley de Moisés, llevando todo a sus orígenes. La Ley imperfecta de la Antigua Alianza es pues reemplazada por una Ley nueva. Pero lo haces, Señor, volviendo todo a una intención original de Dios, expresada en el relato de la creación (Gn 1,26); como dirás en otro pasaje: "en el principio no fue así" (Mt 19,1-9). Nos parece que aquí hablas de que no hay ningún motivo de repudio. La excepción señalada, "la unión ilegítima", sería el caso de los que no están casados. Es una llamada profética en favor de la indisolubilidad del matrimonio. Te pedimos, Señor, que veamos todos que esta exigencia "salva el amor" de todo lo que, tan fácilmente, lo destruiría. Hay que leer este pasaje con su complemento: la actitud tan comprensiva de Jesús para con la mujer adúltera (Jn 8,1-11), para ver que no estamos en una religión del miedo sino del amor y del perdón. Que no se juzga aquí las personas sino que se interpreta la ley. Y bien podemos preguntarnos: ¿somos nosotros, cada uno de nosotros, tan buenos como lo fue Jesús con las pobres libertades humanas desfallecientes? (Noel Quesson).

   Las antítesis entre lo que se decía en el Antiguo Testamento y lo que tú nos propones, Jesús, te llevan hoy a tratar la fidelidad conyugal, como ayer lo hacías sobre la caridad fraterna. Pones tu autoridad: «Pero yo os digo». Tus palabras son un canto a la libertad, para salir del yugo de la esclavitud de tanta ley. Vas al fondo de la cuestión. Libertad es ir a la verdad, al bien del amor. Dejarse guiar por el espíritu de Dios. Es la forma de liberarse de la Ley que oprime, para vivir la Ley del amor. Eres más exigente. Buscas profundidad, invitas a ir a la raíz de las cosas. La fuente de todo está en el corazón, en el pensamiento. Hablas con la autoridad de Dios, por encima de la de Moisés, por eso tu Torá es la auténtica Ley. Aquí nos dices  hoy: no más divorcios.

   Juan Pablo II, en su teología del cuerpo, habló de este pasaje y de su significado: cuando el hombre «mira con concupiscencia» define sus intenciones, la mujer se convierte en objeto; se trata de un acto «puramente interior», escondido en el corazón. La mujer, que "existe perennemente «para el hombre» esperando que también él, por el mismo motivo, exista «para ella» queda privada del significado de su atracción en cuanto persona, la cual, aun siendo propia del «eterno femenino», se convierte, al mismo tiempo, para el hombre solamente en objeto": se pasa del respeto a considerarla objeto, y de ahí las palabras duras de Jesús: «Ya adulteró con ella en su corazón».

   La mujer, "sujeto de llamada y atracción personal o sujeto de «comunión»", es vista como objeto, pero todavía no estamos en el ámbito de la voluntad; si arrastrara a la voluntad a su estrecho horizonte, si se diera el caso, "sólo entonces se puede decir que el «deseo» se ha enseñoreado también del «corazón»", que es el pecado del que habla Jesús. Si se da esa «constricción», hay "pérdida de la «libertad del don», connatural a la conciencia profunda del significado esponsalicio del cuerpo".

   Jesús, nos hablas "del modo de existir del hombre y de la mujer como personas, o sea, de ese existir en un recíproco «para», el cual (…) puede y debe servir para la construcción de la unidad de «comunión» en sus relaciones recíprocas. En efecto, éste es el significado fundamental propio de la perenne y recíproca atracción de la masculinidad y de la feminidad, contenida en la realidad misma de la constitución del hombre como persona, cuerpo y sexo al mismo tiempo".

   Además, nos ayudas a ver el plan de Dios en el amor fiel en la vida matrimonial. La dignidad de la mujer estaba perjudicada con las separaciones sin causa, la ley permitía al marido repudiar a su mujer por cualquier causa, y ella quedaba solo con una carta de libertad. Una fidelidad así exige, a veces, renuncias, porque puede haber motivos de separación. Entiendo, Jesús, que prescindir de una parte (los ejemplos del ojo o de la mano), si son ocasión de escándalo, es como una amputación, para salvar el todo, el matrimonio, aun perdiendo algo. Extirpar defectos, cosas que hacen daño... Prescindir de cosas personales (con la aparente pérdida de libertad) cuando esto va en bien común de la familia. Aguantar, no precipitarse… tener paciencia. Aunque a veces puede ser buena una separación, pero también ha de verse como una amputación de una parte, para salvar el "todo" que peligra (paz familiar, formas de violencia)…

   Además, muchas veces el problema está en el "yo": Cuando nos examinamos, deberíamos ante todo analizar más que unos hechos externos aislados, nuestras actitudes internas, que son la raíz de lo que hacemos y decimos. Si dentro de nosotros están arraigados el orgullo, o la pereza, o la codicia, o el rencor, poco haremos para su corrección si no atacamos esa raíz. Si nuestro ojo está viciado, todo lo verá mal. Si lo curamos todo lo verá sano. Las palabras agrias o los gestos inconvenientes nacen de dentro, y es dentro donde tenemos que poner el remedio, arrancando el rencor o la ambición o el orgullo.

   Jesús, nos invitas a tomar en serio el matrimonio. La fidelidad matrimonial –como toda fidelidad- costará, y te pido que nos ayudes a entender que hay que saber pagar algo, renunciar a algo, para seguirte en tu camino. Saber prescindir de lo que nos estorba en nuestros deseos, gustos y ocasiones de tentación. Nos dices que, para conseguir un tesoro escondido, hay que estar dispuestos a vender lo demás (J. Aldazábal).

   De ahí la virtud de la castidad: "La virtud de la castidad, por tanto, entraña la integridad de la persona y la integridad del don" (Catecismo n.2337).

   En la vida hay dos palabras importantes: amor y muerte. Eros y thanatos van unidos. Cuando se pierde la admiración por el otro, malo… comienza la muerte. Y nada consecuente ni oportuno puede decirse sobre la muerte sin asumir primero, quizá por mano del dolor, la seriedad de su paso y su veredicto. Jesús, nos muestras hoy que tomar "en serio" al corazón humano; tomas "en serio" al amor. Cuando decimos "te amo" es de alguna manera sagrado; de ahí la seriedad con que todos hemos de defender el amor (Fray Nelson).

 

Llucià Pou Sabaté

miércoles, 12 de junio de 2024

Jueves de la X semana del tiempo ordinario (par): el amor une todos los mandatos de la ley: "Todo el que esté peleado con su hermano, será procesado"

Jueves de la X semana del tiempo ordinario (par): el amor une todos los mandatos de la ley: "Todo el que esté peleado con su hermano, será procesado"

 

A. Lecturas:

1. 1 Reyes 18, 41-46: En aquellos días, dijo Elías a Ajab: "Vete a comer y a beber, pues ya se oye el ruido de la lluvia". Ajab se fue a comer y a beber. Elías, mientras tanto, subió a la cumbre del monte Carmelo, se arrodilló y con su cabeza tocó la tierra. Entonces le dijo a su criado: "Ve a divisar el mar". El criado fue a ver y le dijo: "No se ve nada". Elías insistió: "Ve otra vez". El criado volvió siete veces, y a la séptima le dijo: "Una nubecilla, como la palma de la mano, sube del mar". Entonces Elías le dijo: "Ve a decirle a Ajab que enganche su carro y se vaya, para que no lo detenga la lluvia". Y en un instante el cielo se oscureció de nubes, empezó a soplar el viento y cayó un fuerte aguacero.

   Ajab montó en su carro y se fue a Yezrael, y Elías, por inspiración y con la fuerza del Señor, se ciñó la túnica y fue corriendo delante del carro de Ajab hasta la entrada de Yezrael.

   2. Salmo 64, 10abcd. 10e-11. 12-13: Señor, tú cuidas de la tierra; la riegas y la colmas de riquezas. las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias.

   Riegas los surcos, aplanas los terrenos, reblandeces el suelo con la lluvia, bendices los renuevos.

   Tú coronas el año con tus bienes, tus senderos derraman abundancia, están verdes los pastos del desierto, las colinas con flores adornadas.

   Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalanan. Todo aclama al Señor. Todo le canta.

   3. Mateo 5,20-26: "En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano, será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego.

   Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Procura arreglarte con el que te pone pleito en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí".

 

B. Comentario:

   1. Jesús, tú eres el verdadero Elías (S. Ambrosio), quien por medio de incesantes oraciones al Padre consiguió que el cielo cerrado se abriese en señal de perdón y la tierra árida de los corazones endurecidos por el pecado fuera regada por el rocío de la gracia y así "la tierra produjese" de nuevo "su fruto". Jesús, tú eres este rocío y lluvia celestial, de la que había prometido el profeta "caerá como lluvia sobre el prado segado, como lluvia que penetra en la tierra" (Sal 71, 6). Primero humedeció el "prado", pues fue la Virgen Madre quien antes que ninguna otra fue cubierta con la sombra del Espíritu Santo. Pero también lo fue toda la tierra del rededor; es decir, todo el resto de la Humanidad, en tanto que creía y se hacía bautizar, fue visitada, lavada y fecundada por la lluvia celestial (Emiliana Löhr).

   -"Elías subió a la cima del Carmelo, se encorvó incluso hacia la tierra y puso su rostro entre sus rodillas". Se pone en oración, como tú, Jesús, como yo. Se aísla, sube a una montaña y se concentra en postración profunda. Los occidentales han abandonado esas técnicas corporales de oración. Juan Pablo II se prostraba en suelo. Muchos jóvenes redescubren esta tradición del oriente.

   -«Sube y mira hacia el mar», le dice el Señor. Pero «no hay nada.» «Vuelve siete veces.» Después de un largo período de sequía, espera ahora la lluvia bienhechora que hará cesar el hambre. Puesto que el pueblo ha abandonado a los falsos dioses, ¡es ahora el tiempo del perdón! Pero esto no se hace sin más, ni con una sola oración rápida y fugitiva. Elías persevera y pide perseverar. Siete veces. A nosotros también nos pides constancia, Señor, ayúdame a tener paciencia, como dices: "Hay que orar sin cesar y sin cansarse".

   Señor, suelo desanimarme con mucha frecuencia. Creo que es suficiente pedir una vez. Me imagino que un solo esfuerzo me convertirá para siempre.

   -"A la séptima vez, el servidor dijo: "Hay una nube como la palma de la mano que sube del mar"". No es mucho, pero Elías sabe interpretar los "signos de los tiempos", y se mueve en la esperanza. Ayúdanos, Señor, a ver claro... a descubrir tu manera de atender a nuestras plegarias, a escrutar los pequeños signos que nos envías...

   -"Luego se fue oscureciendo el cielo por las nubes y el viento y se produjo una gran lluvia". Para un pueblo que durante meses de sequía está esperando, la estación de las lluvias es una promesa de fecundidad. La lluvia tan deseada acabará con el hambre. Para esos pueblos, el agua es vida, lo que da vida... Dondequiera que falte el agua la vida se para y decae. Allí donde el agua es abundante la vida brota y se desarrolla. Por eso el agua viva es una imagen de Jesús y su gracia.

   Jesús, nos hablas de «agua viva». Tu bautismo, el que nos das, es inmersión en el agua, símbolo de la vida divina.

   Elías reza, y Tú, Señor, nos dices que el mundo necesita almas de oración. Todos hemos de ser «contemplativos» (Noel Quesson).

   2. Acabamos esta meditación pidiéndote, Señor, que nuestra caridad aumente con una oración viva, y te damos gracias con el salmo (64): "Oh Dios, tú mereces un himno en Sión," por tus cuidados continuos: "Tú cuidas de la tierra, la riegas / y la enriqueces sin medida; / la acequia de Dios va llena de agua, / preparas los trigales… / bendices sus brotes. / Coronas el año con tus bienes, / tus carriles rezuman abundancia; / rezuman los pastos del páramo, / y las colinas se orlan de alegría".

   3. Los primeros ejemplos que hoy leemos se presentan a partir de la oposición entre "lo que fue dicho a los antiguos" y el "yo les digo" de Jesús, que con su actividad legislativa lo conecta con Moisés que en el Sinaí transmitió la ley divina a Israel.

   Jesús, quieres enseñarnos a amar como tú nos amas. Las autoridades judías son puestas en evidencia por tus palabras, cuando dices: "Os digo que si vuestra justicia y fidelidad no sobrepasa la de los escribas o letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de Dios".

   Luego pasas a darnos el sentido de la ley de Moisés, con una interpretación verdadera, auténtica: -"Habéis oído que se mandó a los antiguos: No matarás... Pues Yo os digo: Todo el que trate con ira a su hermano será condenado por el tribunal". La falta de respeto contra el hermano es un modo de homicidio, y requiere la intervención del tribunal; pero estás hablando también de otro tribunal: el de la conciencia, el del juicio ante Dios. En el fondo, es un cambio total: nos pides, Jesús, que de la práctica formalista pasemos a una actitud de interiorización, mucho más exigente. Lo que corrompe el interior del corazón humano no es en primer lugar el gesto de matar -por desgracia se puede matar sin querer-... sino el odio -alguien puede ser un verdadero homicida de su hermano sin derramamiento de sangre-...

   Quería fijarme en el modo de interpretar la ley: «Pero yo os digo». Jesús, te veo con la autoridad del profeta definitivo enviado por Dios,

   Y añades que la piedad hacia Dios no es verdadera si la acompaña el amor a los hermanos. "El que dice "amo a Dios" y no ama primero a su hermano, es un mentiroso". El culto será bueno si es auténtico, y para eso la fraternidad verdadera es prioritaria al servicio cultual de Dios; o mejor aún, está Dios, ¡el servicio que Dios espera en primer lugar!

   -"…si yendo a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí ante el altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve entonces y presenta tu ofrenda". Se me ocurre que si alguien cuando va a comulgar se acuerda de que tiene algo que resolver con alguien, no se trata de salir de la fila para ir enseguida a hacer las paces, pero sí de tener en aquel momento el propósito de hacerlas cuanto antes mejor…

   -"Muéstrate conciliador con el que te pone pleito, mientras vais todavía de camino..." ¡Restablece rápidamente la amistad con tu adversario! Casi siempre un buen acuerdo es mejor que un mal pleito, incluso un mal acuerdo es mejor que un buen pleito… No siempre se puede arreglar así, Jesús, pero eres realista y pones el caso de un hombre que tiene deudas con otro hombre, que está obligado a comparecer ante el tribunal... con riesgo de ser encarcelado. Y dices: "procura aprovechar el tiempo que aún te queda para obtener "amistosamente" la reconciliación" (Noel Quesson).

   Jesús, tú quieres que cuidemos nuestras actitudes interiores, que es de donde proceden los actos externos. Antes de comulgar con Cristo, en la misa hacemos el gesto de que queremos estar en comunión con el hermano. El «daos fraternalmente la paz» no apunta sólo a un gesto para ese momento, sino a un compromiso para toda la jornada: ser obradores de paz, tratar bien a todos, callar en el momento oportuno, decir palabras de ánimo, saludar también al que no me saluda, saber perdonar. Son las actitudes que, según Jesús, caracterizan a su verdadero seguidor. Las que al final, decidirán nuestro destino: «tuve hambre y me diste de comer, estaba enfermo y me visitaste» (J. Aldazábal).

   Nos dices todo esto, Jesús, para movilizarnos en un gran amor. San Pablo resumirá: «En efecto lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud» (Rm 13,9-10). Te pedimos, Señor, ser renovados en el don de la caridad —hasta el mínimo detalle— para con el prójimo, y nuestra vida será la mejor y más auténtica ofrenda al Dios.

Llucià Pou Sabaté