viernes, 24 de mayo de 2024

Jesús está con nosotros por la gracia del Espíritu Santo, y con ellos el Padre (domingo de la Santísima Trinidad)

Jesús está con nosotros por la gracia del Espíritu Santo, y con ellos el Padre  (domingo de la Santísima Trinidad)

 

A. Lecturas

   1. Deuteronomio 4,32-34.39-40: Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.

   2. Salmo 32: La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.

   La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos, porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió.

   Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

   Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

   3. Romanos 8,14-17: Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

   4. Mateo 28,16-20: En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

 

B. Comentario:

   1. El Deuteronomio nos habla de Moisés que recibe de Dios la Alianza, un pacto de amor: "medita en tu corazón que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor tu Dios te da para siempre". El Dios del cielo está aquí en la tierra, junto a los hombres. No hay nación que tenga a los dioses tan cercanos. Y lo admirable de Dios es que se acerca de manera salvadora, que actúa liberadoramente en favor de su pueblo. Y lo incomprensible de Dios es su amor, un amor de predilección hacia los pequeños,  hacia el que «reconoce... y medita... y guarda». Como María. Un día me dijo un niño de 6 años: "yo he visto mi ángel de la guarda". Yo le contesté: "me parece muy bien… yo no he visto nunca el mío". No creemos porque veamos ángeles, o tengamos ganas de ir a Misa, sino porque nos fiamos de Dios, porque seguimos a Jesús, aunque a veces no haya sentimientos como hablaba san Josemaría a los que dicen: "mi piedad antes tan segura y llena, me parece una comedia... Pues a los que atraviesan esa situación, y a todos vosotros, contesto: ¿una comedia? ¡Gran cosa! El Señor está jugando con nosotros como una padre con sus hijos. / Se lee en la Escritura: … que El juega en toda la redondez de la tierra. Pero Dios no nos abandona, … son mis delicias estar con los hijos de los hombres. ¡El Señor juega con nosotros! Y cuando se nos ocurra que estamos interpretando una comedia… ha sonado la hora de pensar que Dios juega con nosotros… de ordinario yo voy a contrapelo. Sigo mi plan, no porque me guste, sino porque debo hacerlo, por Amor. Pero, Padre, ¿se puede interpretar una comedia con Dios?, ¿no es eso una hipocresía? Quédate tranquilo: para ti ha llegado el instante de participar en una comedia humana con un espectador divino. Persevera, que el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo, contemplan esa comedia tuya; realiza todo por amor a Dios, por agradarle, aunque a ti te cueste. / ¡Qué bonito es ser juglar de Dios! ¡Qué hermoso recitar esa comedia por Amor, con sacrificio, sin ninguna satisfacción personal, por agradar a nuestro Padre Dios, que juega con nosotros! Encárate con el Señor, y confíale: no tengo ninguna ganas de ocuparme de esto, pero lo ofreceré por Ti. Y ocúpate de verdad de esa labor, aunque pienses que es una comedia. ¡Bendita comedia!".

   2. El Salmo bendice "la nación cuyo Dios es el Señor… La palabra del Señor es sincera, / y todas sus acciones son leales; / El ama la justicia y el derecho, /y su misericordia llena la tierra. / La palabra del Señor hizo el cielo, / el aliento de su boca, sus ejércitos, / porque El lo dijo y existió, / El lo mandó y surgió. / Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, / en los que esperan en su misericordia, / para librar sus vidas de la muerte / y reanimarlos en tiempo de hambre. / Nosotros aguardamos al Señor: / El es nuestro auxilio y escudo; / que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, / como lo esperamos de ti". Es un canto de alabanza al Señor del universo y de la historia… El otro día un chico me decía si querer a una chica y decirle "vivo por ti" es un insulto a Dios, como una blasfemia… le dije que no, que la amistad o el amor, cuando es noble, no excluye a Dios, y otro chico respondió: "claro, Dios está en todas las cosas"… la palabra creadora de Dios se celebra en este salmo, su aliento nos mantiene en vida. El universo, semejante a un templo cósmico, no surgió y ni se desarrolló a consecuencia de una lucha entre dioses, como decían los mitos del antiguo Oriente Próximo, sino sólo gracias a la eficacia de la palabra divina. Precisamente como enseña la primera página del Génesis: "Dijo Dios... Y así fue", y el salmo: "Porque Él lo dijo, y existió; Él lo mandó, y surgió". En el Salmo "Palabra", "Aliento", de Dios son las personas del Hijo y del Espíritu Santo, que viene bajo forma de «paloma» en el bautismo de Jesús cuando «desciende y se posa» sobre Él (ya estaba simbolizada la paloma al final del diluvio al surgir de una nueva  y en el Cantar de los Cantares como símbolo de la mujer amada). Así Jesús, el Cordero en su gloria, nos dice ahora: "Mira que hago nuevas todas las cosas". Y desde su trono del cielo, con su luz, con el libro de la vida en el que se recogen los nombres de los redimidos, con su Espíritu reza con nosotros junto a la Iglesia, la esposa del Cordero, para que llegue el Reino de Dios, y decimos: "Ven, Señor Jesús".

   Dios interviene en la historia como padre tierno y cariñoso con los que en Él confían. Él es «padre de los huérfanos y defensor de las viudas» (Salmo 68); «Yo soy un padre para Israel... ¿Es un hijo tan querido para mí, o niño tan mimado, que tras haberme dado tanto que hablar, tenga que recordarlo todavía? Pues, en efecto, se han conmovido mis entrañas por él; ternura hacia él no ha de faltarme» (Jeremías 31). «Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo... Yo le enseñé a caminar, tomándole por los brazos, pero ellos no comprendieron que yo cuidaba de ellos. Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer... Mi corazón está en mí trastornado, y a la vez se estremecen mis entrañas» (Oseas 11). Y el Padre «tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él» (Juan 3). El Hijo entra en el tiempo y en el espacio –nuestro programa, nuestro sistema operativo en el ordenador del universo- y así nos salva: «Cuando yo sea alzado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Juan 12). Y sube al cielo: «¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siempre!» (Hebr 13). Y se queda, se encuentra ya en medio de nosotros. Aquí entra en acción el Espíritu Santo. Es él quien se infunde en los profetas, como Jesús recuerda en Nazaret: «El espíritu del Señor está sobre mí… A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia del Señor» (Isaías 61; Lucas 4).

   3. En la carta a los Romanos san Pablo dice que "los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: ¡Abba! (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y si somos hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo". No estamos ya bajo la ley del temor, no tenemos que contabilizar "puntos" para que nos dé unos premios, o exigir recompensas como si fuéramos unos asalariados. El siervo se limita a cumplir por temor al castigo o por el deseo de recompensa. El hijo lo hace por amor, con generosidad, sin límites, con libertad y responsabilidad. La herencia de los que no creen es la muerte. La de los hijos de Dios, la vida eterna.

   4. El Evangelio de Mateo nos cuenta la despedida de Jesús: "-Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Igual como la revelación de Dios en el Antiguo Testamento tuvo lugar en el monte Sinaí, la revelación de Jesús como nuevo Moisés tiene lugar también en el monte: en el de la transfiguración, en el de las bienaventuranzas y en el de Galilea. Y Jesús dice: "Estoy con vosotros hasta el fin del mundo": no se ha ido, sino que ha venido. "Emmanuel, Dios con nosotros", y nuestra vida es estar con Jesús, y con Él estar en camino hacia la Trinidad, como nos recuerda S. Pablo: "La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros" (2 Cor 13). Un niño jugaba haciendo agujeros en la arena de la playa, y sacaba agua de allí con un cubo, quería sacarla toda, hasta que le dijo el hermano que se filtraba la del mar, que no podía vaciarlo todo. Esto nos pasa con Dios, no podemos hacer que entre en nuestra cabeza y entenderlo todo, pero sí podemos tratarlo y amarlo. Y así como uno imita a su líder preferido y sigue la moda y se viste con su estilo, así también nos vamos pareciendo más a Jesús y nos da su Espíritu para tratar a Dios: "Señor y Dios mío, mi única esperanza, óyeme para que no sucumba al desaliento y deje de buscarte; ansíe siempre tu rostro con ardor. Dame fuerzas para la búsqueda, tú que hiciste que te encontrara y me has dado esperanzas de un conocimiento más perfecto. Ante ti está mi firmeza y mi debilidad… Haz que me acuerde de ti, te comprenda y te ame… Cuando arribemos a tu presencia, cesarán estas muchas cosas que ahora hablamos sin entenderlas, y tú permanecerás todo en todos, y entonces modularemos un cántico eterno, loándote a un tiempo todos unidos en ti. / Señor, Dios uno y Dios Trinidad, cuanto queda dicho en estos mis libros porque tú me lo has inspirado, conózcanlo los tuyos; si algo hay en ellos de mi cosecha, perdónalo tú, Señor, y perdónenme los tuyos. Así sea".

Sábado de la semana 7 de tiempo ordinario (par): El niño es el símbolo de la sencillez y disponibilidad, de dependencia y obediencia.

Sábado de la semana 7 de tiempo ordinario (par): El niño es el símbolo de la sencillez y disponibilidad, de dependencia y obediencia.

 

A. Lecturas:

   1. Santiago (5,13-20): ¿Sufre alguno de vosotros? Rece. ¿Está alegre alguno? Cante cánticos. ¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él, después de ungirlo con óleo, en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido pecado, lo perdonará. Así, pues, confesaos los pecados unos a otros, y rezad unos por otros, para que os curéis. Mucho puede hacer la oración intensa del justo. Elías, que era un hombre de la misma condición que nosotros, oró fervorosamente para que no lloviese; y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Luego volvió a orar, y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos. Hermanos míos, si alguno de vosotros se desvía de la verdad y otro lo encamina, sabed que uno que convierte al pecador de su extravío se salvará de la muerte y sepultará un sinfín de pecados.

   2. Salmo 140,1-2.3.8: Señor, te estoy llamando, ven deprisa, escucha mi voz cuando te llamo. Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.

   Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios. Señor, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso.

   3. Marcos 10,13-16: «Le presentaban unos niños para que les impusiera las manos; pero los discípulos les reñían. Al verlo Jesús se enfadó y les dijo: Dejad que los niños se acerquen a mí y no se lo impidáis, porque de éstos es el Reino de Dios. En verdad os digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y abrazándolos, los bendecía imponiéndoles las manos».

B. Comentario:

    1. En la conclusión de su carta, Santiago considera ahora algunos casos particulares: cuando se está contento... cuando se está enfermo... cuando uno se siente pecador...

    Sinceridad. Verdad y honradez en la palabra. "Que vuestro sí sea un sí y vuestro no un no". Que se comprometan de verdad en lo que dicen, sin ninguna necesidad de tener que apuntalar su palabra con apoyos que por sí solos no son garantía de verdad. «No juréis ni por el cielo ni por la tierra...».

    -"Hermanos, ¿sufre alguno entre vosotros? ¡Que ore!" Esto parece muy sencillo. Es la reacción de la gente sencilla, de la gente de pueblo, ¡de todos los pueblos! Rezar es el consuelo, el único a veces junto a la compañía de los seres queridos. Pues nos hace mirar las cosas de otro modo, con ojos de Dios. Sucede incluso que algunos no saben rezar más que en este caso: cuando las cosas marchan mal... Pero es normal. Lo que no es normal es que no sepamos dirigirnos suficientemente a Dios, cuando marchan bien. Señor, te confío mis preocupaciones. Me detengo a expresarlas concretamente... a orar partiendo de mis dificultades, de mis penas.

    -"¿Está alguno alegre? ¡Que cante salmos!" Esto parece también muy sencillo. Cuando se es feliz, ¡se «canta»! Pues bien, seamos de los que «cantan» a Dios. No es por azar que la reforma litúrgica ha sido pensada sobre todo para «hacer participar» a la asamblea del canto y de la plegaria expresada corporalmente. Y aun estando solo, en una plegaria silenciosa es preciso que yo sea un alma alegre, un alma que canta ante Dios, un alma de acción de gracias y de alabanza. Hay ciertamente muchas cosas buenas que puedo contar a Dios. ¡Tantas maravillas que ha hecho! ¡Tantas cosas buenas que me da!

   Señor, te alabo por tus maravillas. Las expreso concreta y detenidamente... orar partiendo de mis alegrías, de lo que me hace feliz.

   Yo vi como una persona santa, ante una circunstancia buena decía "¡gracias a Dios"; y ante una circunstancia adversa, decía también: "¡bendito sea Dios!"…

   -"¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los «ancianos» -los presbíteros- de la Iglesia que oren sobre él y le unjan con óleo, en el nombre del Señor". Esto se llamaba antes la Extremaunción... El Concilio ha pedido que se renueve este sacramento, llamándolo en adelante la Unción de los enfermos... y dándolo más generosamente siempre que sea conveniente. No es un sacramento de agonizantes.

   Desde el comienzo de la Iglesia, se ve que los Apóstoles, -los Doce- escogieron a unos presbíteros para que colaborasen con ellos y ocupasen algunos cargos en las comunidades. Cada pequeña comunidad de cristianos está estructurada. La familia del enfermo llama a un presbítero; quien no es ahora solamente Don Tal o Cual... es Cristo quien visita a este enfermo. El sacerdote reza y hace la unción "en el nombre del Señor", y no en nombre propio. Dios necesita de los hombres. Dios necesita de los sacerdotes. Hace poco me tocó celebrar la unción de los enfermos en una residencia sacerdotal. Otros sacerdotes me acompañaban. En el momento de imponer las manos, les invité a que ellos también lo hicieran. Ante su perplejidad, les leí este texto del Apóstol, donde dice que se "llame a los «ancianos» -los presbíteros- de la Iglesia que oren sobre él y le unjan con óleo, en el nombre del Señor". Es una invitación a que fuera –en ese caso se podía- una oración comunitaria, no de un solo sacerdote.

   -"Si hubiera cometido pecados, le serán perdonados". Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados. Mirad pues otro "sacramento" testificado aquí. Incluso si no tiene precisamente la «forma» con que podemos haberlo conocido. La confesión es también uno de esos sacramentos esenciales que todos debemos redescubrir y renovar. La Liturgia Penitencial colectiva va en el sentido de la más pura tradición -aunque aparezca para algunos como una novedad-: los primeros cristianos debieron «confesarse» sin duda con toda simplicidad (Noel Quesson).

   La carta termina con un gran elogio de la corrección fraterna: el que logra recuperar a un hermano que se estaba desviando, se salvará de la muerte él mismo y sepultará un sinfín de pecados.

   2. Nos irían mucho mejor las cosas si «oráramos nuestra vida». O sea, si las diversas experiencias de nuestra historia, tanto las alegres como las tristes, las convirtiéramos en oración y en comunicación con Dios (J. Aldazábal). Por ejemplo, si en los momentos de enfermedad hiciéramos nuestras las palabras del salmista: «Señor, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso».

   3.  –"Presentáronle unos niños para que los tocase; pero los discípulos los reprendían". Jesús, gracias por ser tan "humano", próximo a nosotros... que te enojas cuando algo es injusto... eres tierno, amoroso, sensible, abrazas... no me gusta ver a los apóstoles ¡que regañaban a los niños!

   Jesús nos dice: -"Dejad que vengan a mí los niños, y no se lo estorbéis, porque de ellos y de los que se asemejan a ellos es el Reino de Dios". No se trata pues tan sólo de un amor natural, encantador, es que para Jesús, el Reino de Dios está reservado a los que se hacen niños. Los niños son capaces de entrar en relación con Dios de un modo muy auténtico.

   Ante el desprecio que había entonces hacia los niños, se comenzará a bautizar a los niños pequeños, integrarles a la vida de la comunidad litúrgica, hacerles participar de la eucaristía… Las tomas de posición de Jesús "en favor de los niños", en este contexto tienen una resonancia capital: el niño ¡es una persona! Y delante de Dios tiene un valor infinito.

   -"En verdad os digo: quien no acoge el Reino de Dios como lo hace un niño, no entrará en él". El niños es muchas veces maestro para los adultos. No se trata de infantilismo, ni nostalgia de la inocencia y del frescor puro de nuestra infancia... Es una invitación a ponernos en relación con Dios en una total "dependencia" de El: el niño es aquí el símbolo de la sencillez y disponibilidad, de dependencia y obediencia. El niño no calcula, se da todo él, de una pieza, sin discutir, sin hacer comentarios... mientras que el adulto tiende a perderse en el análisis complicado de sus razonamientos. El niño dado como ejemplo a los adultos es el que se echa en brazos de su madre y ¡que confía plenamente en ella... para todo! El niño no puede vivir si no es amado. Vive de este amor. Depende vitalmente de este amor. Es para él una cuestión de vida o muerte (Noel Quesson).

   Estamos en el núcleo de la vida cristiana, la filiación divina: «¿Qué mayor gracia pudo hacernos Dios? Teniendo un Hijo único le hizo Hijo del Hombre, para que el hijo del hombre se hiciera hijo de Dios. Busca dónde está tu mérito, busca de dónde procede, busca cuál es tu justicia; y verás que no puedes encontrar otra cosa que no sea pura gracia de Dios» (San Agustín). La realidad de la filiación divina -soy hijo de Dios- lleva a entender la vida cristiana como una «vida de infancia»: a sentirse y actuar en todo momento como hijo de Dios. Como dicen los franceses, "enfant de Dieu", pues hijo se escribe "niño": «Ser pequeño: las grandes audacias son siempre de los niños. -¿Quién pide... la luna? -¿Quién no repara en los peligros para conseguir su deseo? / «Poned» en un niño «así», mucha gracia de Dios, el deseo de hacer su Voluntad (de Dios), mucho amor a Jesús, toda la ciencia humana que su capacidad le permita adquirir. y tendréis retratado el carácter de los apóstoles de ahora, tal como indudablemente Dios los quiere» (J. Escrivá, Camino 857).

Llucià Pou Sabaté

 

 

«Dejad que los niños vengan a mí»

Hoy, los niños son noticia. Más que nunca, los niños tienen mucho que decir, a pesar de que la palabra "niño" significa "el que no habla". Lo vemos en los medios tecnológicos: ellos son capaces de ponerlos en marcha, de usarlos e, incluso, de enseñar a los adultos su correcta utilización.

Ya decía J. L. Aranguren que, «a pesar de que los niños no hablan, no es signo de que no piensen».

En el fragmento del Evangelio de Marcos encontramos varias consideraciones. «Algunos presentaban a Jesús unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían» (Mc 10, 13).

Pero el Señor, a quien en el Evangelio leído en los últimos días le hemos visto hacerse todo para todos, con mayor motivo se hace con los niños. Así, «al ver esto, se enfadó y les dijo: 'No se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios'» (Mc 10, 14).

La caridad es ordenada: comienza por el más necesitado. ¿Quién hay, pues, más necesitado, más "pobre", que un niño? Todo el mundo tiene derecho a acercarse a Jesús; el niño es uno de los primeros que ha de gozar de este derecho: «Dejad que los niños vengan a mí» (Mc 10, 14).

Pero notemos que, al acoger a los más necesitados, los primeros beneficiados somos nosotros mismos. Por esto, el Maestro advierte: «Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él» (Mc 10, 15). Y, correspondiendo al talante sencillo y abierto de los niños, Él los «abrazaba (...), y los bendecía poniendo las manos sobre ellos» (Mc 10, 16).

Hay que aprender el arte de acoger el Reino de Dios. Quien es como un niño tiene —como los antiguos "pobres de Yahvé"— la fácil disponibilidad para encontrar que todo es don, todo es una gracia.

Desde la pequeñez uno está abierto a recibir. Como recomendaba san Ambrosio, «que cuando venga encuentre tu puerta abierta».

 

 

jueves, 23 de mayo de 2024

Viernes de la semana 7 de tiempo ordinario La amistad nos enriquece y es fundamental en la vida, y también para muchos el matrimonio, alianza de dos con Dios

Viernes de la semana 7 de tiempo ordinario

La amistad nos enriquece y es fundamental en la vida, y también para muchos el matrimonio, alianza de dos con Dios

 

A. Lecturas:

   1. Santiago (5,9-12): No os quejéis, hermanos, unos de otros, para no ser condenados. Mirad que el juez está ya a la puerta. Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor. Llamamos dichosos a los que tuvieron constancia. Habéis oído ponderar la paciencia de Job y conocéis el fin que le otorgó el Señor. Porque el Señor es compasivo y misericordioso. Pero ante todo, hermanos míos, no juréis ni por el cielo ni por la, tierra, ni pronunciéis ningún otro juramento; vuestro sí sea un sí y vuestro no un no, para no exponeros a ser juzgados.

   2. Salmo 102,1-2.3-4.8-9.11-12: Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

   Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa

y te colma de gracia y de ternura.

   El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo.

   Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.

   3. Marcos 10, 1-12: «Saliendo de allí llegó a la región de Judea, al otro lado del Jordán; y otra vez se congregó ante él la multitud y como era su costumbre, de nuevo les enseñaba. Se acercaron entonces unos fariseos que le preguntaban para tentarle, si es lícito al marido repudiar a su mujer El les respondió: ¿Qué os mandó Moisés? Ellos dijeron: Moisés permitió darle escrito el libelo de repudio y despedirla. Pero Jesús les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este precepto. Pero en el principio de la creación los hizo Dios varón y hembra: por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer; y serán los dos una sola carne. Por tanto lo que Dios unió, no lo separe el hombre. Una vez en la casa, sus discípulos volvieron a preguntarle sobre esto. Y les dice: Cualquiera que repudie a su mujer y se una con otra, comete adulterio contra aquélla; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

 

B. Comentario:

   1. Santiago se dirige ahora a los más pobres. No les recomienda la rebelión: -"No os quejéis hermanos unos de otros si no queréis ser juzgados. Mirad que el Juez está ya a las puertas". Es un motivo religioso que debería movernos a «no quejarnos»: ¡Mirad que el Juez está ya a las puertas! La venida del Señor está cerca... a las puertas. La familia de santa Bernardita Soubirous, en Lourdes, en el siglo pasado, vivió maravillosamente esa pobreza «digna», que se abandona a Dios, tratando leal y noblemente de «salir del paso», sin acusar a nadie y sin caer uno mismo en la injusticia.

   Vivir ante Dios. Dios está muy cerca. ¡La injusticia y la desgracia no triunfarán siempre! Dios está a las puertas. -¡Aguante! ¡Paciencia! ¡Perseverancia! ¿De veras espero yo esa venida de Dios? ¿Está mi vida orientada hacia Dios? No se trata precisamente de la resignación, que tiene un aspecto más pasivo. El aguante, la paciencia, la perseverancia son virtudes activas que requieren valentía y dinamismo. Quien se yergue en la adversidad es «grande», incluso humanamente... y proclamamos «felices» a los que sufrieron con paciencia. Jesús también había proclamado esta bienaventuranza.

   Es quizá incluso una de las misteriosas razones que explica en parte que Dios pueda permitir ciertos sufrimientos -hay que decir esto con mucha modestia y moderación-. Hay dichas, grandezas humanas, valores de redención y de amor... que nacen de la prueba.

   Señor, que todos los que sufren descubran esa alegría. Señor, ayúdanos a todos cuando estemos en el lagar o en el huerto de los olivos.

   Alivia, Señor, el peso de nuestros corazones y de nuestros cuerpos.

   -"Habéis oído hablar de la paciencia de Job en el sufrimiento y sabéis el final que el Señor le dio, porque el Señor es compasivo y misericordioso. Santiago, dirigiéndose a antiguos judíos, hace alusión a la Escritura. Job "clamó" bajo el sufrimiento. Dios le defendió y le reconfortó. Porque Dios es «ternura»... Muéstranos esta ternura, Señor. Sálvanos. Salva la vida de tus pobres (Noel Quesson).

   2. El salmo nos habla de cantar gozosos a Yahveh, aclamar  a la Roca de nuestra salvación; con acciones de gracias. "Porque es Yahveh un Dios grande, Rey grande sobre todos los dioses; en sus manos están las honduras de la tierra, y suyas son las cumbres de los montes; suyo el mar, pues él mismo lo hizo, y la tierra firme que sus manos formaron". Es una actitud de amor y adoración, "porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su pasto, el rebaño de su mano".

   3. Piensan que Jesús ha caído en la trampa, cuando le preguntan: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?". ¿La ley o la misericordia? Tema de gran actualidad, por la plaga de divorcios que vivimos. -"Por la dureza de vuestro corazón, os dio Moisés esta ley". Jesús establece aquí una distinción extremadamente importante: la Ley del Deuteronomio no es un "mandamiento"... sino un "permiso" concedido por Moisés de mala gana porque no hay manera de hacerlo de otro modo, "por la dureza de vuestro corazón". Pero no es para Jesús una abolición de la ley fundamental del matrimonio, la cual subsiste.

Es la alternativa de "lo permitido y lo prohibido"... Jesús retrocede hasta los orígenes: "Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer... Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre". Jesús no discute. Es, y quiere seguir siendo, sencillo. Atenerse a la ley y al reglamento es olvidar el impulso de la vida. De lo que se trata es de aproximarse a lo que es la ambición de Dios: el amor es más exigente que cualquier ley. Para conocer la gran intuición de Dios es preciso retroceder a los comienzos, cuando, por ternura, sacó de la tierra al hombre y a la mujer para que correspondieran a su amor. Regresar a nuestros orígenes para volver a descubrir la regla de nuestra vida es volver a descubrir que necesitamos hablar el lenguaje del otro. Para Dios, amar fue también hacerse vulnerable, pedigüeño: no permaneció en el cielo de su indiferencia. Dios no sólo da: necesita recibir. Regresar a nuestros orígenes para volver a descubrir la regla de nuestra vida es hacernos vulnerables. El que ama, acepta desear, esperar, pedir, sufrir. Para Dios, amar fue también creer y esperar. Dios no nos ha programado. Nos ha puesto en pie, libres y creadores. Volver a descubrir la regla de nuestra vida es volver a aprender la esperanza.

El amor es fecundo, suscita, resucita, saca a flote, perdona. El amor espera con el otro. Para Dios, amar es perdonar. Perdonar es mucho más que olvidar. Es seguir amando al otro incluso cuando nos rechaza, seguir esperando en él incluso cuando nos decepciona. Volver a aprender la regla de nuestra vida es amar sin dejar de esperar en el otro, cualquiera que sea el mentís de los hechos. Para Dios, finalmente, amar es dar la vida. Dios murió de amor. El lenguaje de su amor está forjado en carne y sangre. Aproximarse a lo que Dios ambiciona acerca de nuestra vida es aceptar no poner límite a nuestra andadura y escuchar la voz que siempre nos llama fuera. La ley fundamental del matrimonio hay que buscarla a ese nivel: la complementariedad de los sexos, es una "creación", una "voluntad" de Dios, inscrita en la naturaleza profunda del hombre y de la mujer, desde el origen.

   -"Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y serán los dos una sola carne. De manera que no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios unió, no lo separe el hombre". "Unirse" al otro. "No ser sino uno" con el otro. Romper con todo el pasado para fundar una nueva familia. No son "dos" solamente las voluntades comprometidas, sino "tres": los esposos no están comprometidos solamente el uno con el otro por una especie de contrato entre dos que podría romperse por común acuerdo... hay también una "voluntad de Dios", un compromiso ante El. Una alianza. Ningún hombre, ni el mismo Moisés, dice Jesús, puede romper esta unidad básica de los dos cónyuges. Dios interviene, con todo su absoluto, para solidificar el amor.

   -"Vuelto a casa, de nuevo le preguntaron sobre esto los discípulos. El les dijo: "El que repudia a su mujer... Si la mujer repudia al marido..." El hombre y la mujer tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones. El amor conyugal es un terreno privilegiado donde se juega la venida del Reino de Dios (Noel Quesson). Hay que quitar las adherencias culturales que ha habido de discriminación. Y también entender qué es el matrimonio, porque ciertas uniones –aunque se llamen matrimonios- no lo son… no eran "una carne", comunión de corazones…

Llucià Pou Sabaté

 

miércoles, 22 de mayo de 2024

Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. “Él fue traspasado por nuestras rebeliones”, dijo el profeta, y habla de Jesús, que en la santa Cena pronuncia: “Esto es mi cuerpo. Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre”, y se entrega por nosotros

Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. "Él fue traspasado por nuestras rebeliones", dijo el profeta, y habla de Jesús, que en la santa Cena pronuncia: "Esto es mi cuerpo. Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre", y se entrega por nosotros

 

A. Lecturas:

   1. Jeremías (31, 31-34): Ya llegan días – oráculo del Señor – en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será un alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor – oráculo del Señor -.

   Esta será la alianza que haré con ellos después de aquellos días – oráculo del Señor – : Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo: «Conoced al Señor», pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor – oráculo del Señor -, cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados.

   Lectura Alternativa: Lectura de la carta a los Hebreos (10,11-18): Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Esto nos lo atestigua también el Espíritu Santo. En efecto, después de decir: Así será la alianza que haré con ellos después de aquellos días dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones y las escribiré en su mente; añade: Y no me acordaré ya de sus pecados ni de sus crímenes. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.

   2. Salmo 109, 1bcde. 2.3: Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies».

   Desde Sion extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos.

   «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados: yo mismo te engendré, desde el seno, antes de la aurora».

 

B. Comentario:

   1. El canto de Ísaías habla de Jesús: "Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito… como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron… Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores". Está maravillosamente explicado como toma nuestros pecados y los hace suyos, al tomar la cruz carga con ellos…

   Hebreos explica que por medio del Sacrificio expiatorio de Cristo hemos sido santificados de tal forma que, perdonados nuestros pecados, hemos sido consagrados para poder acercarnos al Dios vivo y poder, así, participar de la ciudad celeste. Así se ha cumplido lo que el Espíritu Santo prometió en las Sagradas Escrituras: Que nos perdonaría nuestras culpas y olvidaría para siempre nuestros pecados. Los que por medio de la fe aceptamos a Cristo y su oferta de salvación, junto con Él participamos ya desde ahora de la Vida que Él nos ofrece, y que llegará a su plenitud en nosotros cuando junto con Él, mediante su Sangre derramada por nosotros, estemos eternamente con Dios, santos como Él es Santo.

   2. Es lo que hoy celebramos en la fiesta de Cristo Sacerdote perfecto, que canta con el Salmo: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad…". Son las maravillas que Dios ha hecho a favor nuestro…

   3. Hoy, la liturgia nos invita a adentrarnos en el maravilloso corazón sacerdotal de Cristo. Admiramos su corazón de pastor y salvador, que se deshace por su rebaño, al que no abandonará nunca. Un corazón que manifiesta "ansia" por los suyos, por nosotros: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer» (Lc 22,15). Este corazón de sacerdote y pastor manifiesta sus sentimientos, especialmente, en la institución de la Eucaristía. Comienza la Última Cena en la que el Señor va a instituir el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, misterio de fe y de amor.

   Por lo mismo que Dios ama, creó el mundo: ¡Cuánta maravilla, cuánta belleza!: "¡Oh montes y espesuras, / plantados por la mano del Amado!, / ¡oh, prado de verduras de flores esmaltado!, / decid si por vosotros ha pasado" (San Juan de la Cruz). Creó los hombres. Los hombres desobedecieron y pecaron (Gén 3,9). El pecado es un desequilibrio, un desorden, como un ojo monstruoso fuera de su órbita, como un hueso desplazado de su sitio, buscando el placer, la satisfacción del egoismo, de la soberbia. Como un sol que se sale del camino buscando su independencia. Frustraron el camino y la meta de la felicidad. De ahí nace la necesidad de la expiación, del sufrimiento, del dolor, por amor, para restablecer el equilibrio y el orden. Dios envía una Persona divina, su Hijo, a "aplastar la cabeza de la serpiente", haciéndose hombre para que ame como Dios, hasta la muerte de cruz, con el Corazón abierto.

   Ese Hombre Dios, el Siervo de Yavé, que, "desfigurado no parecía hombre, como raiz en tierra árida, si figura, sin belleza, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, considerado leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes, como cordero llevado al matadero", inicia la redención de los hombres, sus hermanos. El es la Cabeza, a la cual quiere unir a todos los hombres, que convertidos en sacerdotes, darán gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu, e incorporados a la Cabeza, serán corredentores con El de toda la humanidad. El Padre, cuya voluntad ha venido a cumplir, lo ha constituído Pontífice de la Alianza Nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y determinando, en su designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio. Para eso, antes de morir, elige a unos hombres para que, en virtud del sacerdocio ministerial, bauticen, proclamen su palabra, perdonen los pecados y renueven su propio sacrificio, en beneficio y servicio de sus hermanos. "Él no sólo ha conferido el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, ha elegido a hombres de este pueblo, para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión. Ellos renuevan en su nombre el sacrificio de la redención, y preparan a sus hijos el banquete pascual, donde el pueblo santo se reúne en su amor, se alimenta con su palabra y se fortalece con sus sacramentos. Sus sacerdotes, al entregar su vida por él y por la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y así dan testimonio constante de fidelidad y amor" (Prefacio).

   El sacerdote intercede ante Dios, le hace propicio, le da gracias, da a Dios el culto debido. Impetra sus dones. El sacerdote ama. Ha reservado su corazón para ser para todos. El sacerdote es antorcha que sólo tiene sentido cuando arde e ilumina. El sacerdote hace presente a Cristo. En los sacramentos y en su vida. Es el alma del mundo. Donde falta Dios y su Espíritu él es la sal y la vida. No hace cosas sino santos. Todos hemos de ser santos, pero sin sacerdotes difícilmente lo seremos. Es grano de trigo que si muere da mucho fruto. Hemos de pedir al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies.

 

Miércoles de la VII semana del tiempo ordinario. La humildad del corazón nos abre a los planes divinos, por eso conviene hacer planes diciendo siempre “si Dios quiere”…

Miércoles de la VII semana del tiempo ordinario. La humildad del corazón nos abre a los planes divinos, por eso conviene hacer planes diciendo siempre "si Dios quiere"…

A. Lecturas:

   1. Santiago (4,13-17): Vosotros decís: «Mañana o pasado iremos a esa ciudad y pasaremos allí el año negociando y ganando dinero». Y ni siquiera sabéis qué pasará mañana. Pues, ¿qué es vuestra vida? Una nube que aparece un momento y en seguida desaparece. Debéis decir así: «Si el Señor lo quiere y vivimos, haremos esto o lo otro.» En vez de eso, no paráis de hacer grandes proyectos, fanfarroneando; y toda jactancia de ese estilo es mala cosa. Al fin y al cabo, quien conoce el bien que debe hacer y no lo hace es culpable.

   2. Salmo 48,2-3.6-7.8-10.11: Oíd esto, todas las naciones; escuchadlo, habitantes del orbe: plebeyos y nobles, ricos y pobres.

   ¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados, que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas?

   Si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate. Es tan caro el rescate de la vida, que nunca les bastará para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa.

   Mirad: los sabios mueren, lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas a extraños.

   3. Marcos 9, 38-40: «Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno expulsando demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no viene con nosotros. Jesús le contestó: No se lo prohibáis, pues no hay nadie que haga un milagro en mi nombre y pueda a continuación hablar mal de mí: el que no está contra nosotros, está con nosotros.»

B. Comentario:

    1. Santiago se dirige hoy ante todo a los orgullosos y a los ricos: "Me dirijo ahora a vosotros que decís: "hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí el año, "negociaremos" y tendremos "ganancias"»..." Es la «pasión de los negocios», el gusto por el comercio y la habilidad en ver y aprovechar las ocasiones de venta. Cada vez se ve más importante, en el mundo de la empresa, el crecimiento espiritual tanto en el campo personal como el profesional; la empresa requiere una "humanización", que la haga competente no sólo desde el punto de vista técnico sino global, humano.

   -"Pero no sabéis qué será de vuestra vida el "día de mañana". Sois humo que aparece un momento y después desaparece". La vida es corta. Puede absolutizarse ese aspecto de trabajo, y la vida puede estar "secuestrada" por las «cosas materiales», el «trabajo cotidiano» puede llegar a ser un fin en sí, una especie de absoluto. El horizonte único de nuestra vida se reduce entonces al éxito material. Y no se vive más que «¡humareda que sube un instante y después desaparece!». Vanidad, caducidad de la vida, si no se tiene en cuenta lo esencial. Humareda pasajera. Jesús decía: «donde está tu tesoro, allá está también tu corazón». ¿Dónde coloco lo que es esencial, para mí? ¿En el «humo» o en los valores seguros del amor? No hay que despreciar mi vida profesional, ni mi manera de «ganar dinero»... Pero, ¿qué amor o qué egoísmo se impregna de ello?

   -"Lo que deberíais decir es esto: «Si el Señor quiere y nos da vida, haremos esto o aquello...»" A fuerza de dejarnos sumergir por nuestros «negocios» acabaríamos por vivirlos sin referencia a Dios. Por el contrario, la Fe nos mantiene en estado de dependencia: «Si Dios quiere, haré esto...»

   -"Pero ahora hacéis gala de vuestra fanfarronería. Toda jactancia de este estilo es mala". En efecto, a menudo, por desgracia, somos presuntuosos, nos pasamos de listos, nos creemos capaces de disponer de nuestra vida a nuestro gusto, sin contar con Dios. «¡Insensato! Esta misma noche, se te reclamará el alma!» Con relación al tiempo que paso en mis negocios, ¿cuánto tiempo dedico a mi alma? (Noel Quesson).

   2. El salmo suena ahora igual que hace dos mil quinientos años: «Los malvados confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas... Mirad, los sabios mueren lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas a extraños». ¿Y de qué les habrá servido todo lo que han almacenado? A nosotros tal vez no nos pasa con las riquezas pecuniarias. Pero sí con otras riquezas y actividades, a veces frenéticas, que llevamos entre manos. Tal vez también nosotros proyectamos ampliar graneros para que nos quepan todos nuestros papeles y proyectos y esperanzas humanas. Todo eso será «si Dios quiere». Es bonito usar esa expresión, que deja todo en manos de Dios…

   No se nos está invitando a no trabajar y a no prevenir el futuro. Pero sí nos conviene un poco de sabio escepticismo ante las posibles sorpresas de la vida, sin entusiasmos exagerados, que no nos pueden llevar más que a desengaños y disgustos. Generosos en el trabajo, disponibles a todo, pero poniendo cada día de nuestra vida en manos de Dios. «Si Dios quiere» (J. Aldazábal).

   3. "Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba a los espíritus impuros, pero que no es de los nuestros y se lo hemos prohibido". Decididamente, ¡cuán enzarzados se hallan todos en cuestiones de prelaciones, de envidias, de mezquindades! Jesús acaba de anunciar su Pasión en la que se hará el "último de los servidores"..., ha aconsejado a sus discípulos hacerse servidores y no buscar los primeros sitios. Y he aquí que la reacción de Juan, uno de los mejores, es una reacción de dominio, una voluntad de poder, una preocupación de conservar un monopolio; ¡quisiera guardar para él solo, acaparar para el grupo de los Doce el poder de Cristo! No juzguemos a los apóstoles, no juzguemos a nadie. Sería demasiado fácil, ya lo hemos dicho, aplicar el evangelio... a los demás. ¿Quién de nosotros no ha tenido alguna vez esos sectarismos de grupo? La capa de la solidaridad y de la defensa del bien común de nuestro medio ambiente, ¿no resulta a veces que de hecho estamos defendiendo nuestros propios intereses? ¿Quién de nosotros no ha buscado, algún que otro día, conservar ventajas adquiridas, impidiendo así que otros probaran su suerte?

   -"Este hombre no está con nosotros, no es de los nuestros..." No forma parte de nuestro grupo. Y sin embargo... hace el bien, ¡expulsa los demonios en tu Nombre! Esta situación es muy frecuente y muy actual en la Iglesia de hoy. Sí, la gracia de Cristo actúa más allá de las estructuras visibles de Iglesia. Hombres y mujeres, como en tiempo de Jesús, no forman parte del grupo de discípulos y no obstante actúan en nombre de Jesús.

   -"No se lo prohibáis". He aquí la respuesta de Jesús. –"Pues ninguno que haga un milagro en mi nombre, hablará luego mal de mí". Trabajar para Cristo, actuar en el mismo sentido que actuaba Cristo, es ya una cosa buena... que permite caminar hacia un conocimiento y una palabra conformes a Cristo. No es este el único pasaje del evangelio en el que Jesús da valor a la acción. Para muchos hombres de nuestro tiempo, es también por la acción recta, por el compromiso serio según la propia conciencia... que podrá instaurarse una pedagogía de la fe que llevará al descubrimiento más explícito de Cristo.

   -"El que no está contra nosotros, está con nosotros". Esto va en el mismo sentido… apertura total. Jesús invita a sus discípulos a confiar en el Espíritu Santo. La Iglesia actual, siguiendo a Jesús, quiere ser ampliamente abierta. El último Concilio voluntariamente renunció a hacer ninguna condena: ¿creo efectivamente que Dios actúa en todas partes? ¿Y que el Espíritu no es propiedad de ningún grupo? ¿Ni de ninguna estructura? El Espíritu sopla donde quiere. ¡No se lo impidamos! (Noel Quesson).

   «Además, muchos elementos de santificación y de verdad existen fuera de los límites visibles de la Iglesia católica: la palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del Espíritu Santo y los elementos visibles. El Espíritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvación cuya fuerza viene de la plenitud de gracia y de verdad que Cristo ha confiado a la Iglesia católica. Todos estos bienes provienen de Cristo y conducen a Él y de por sí impelen a la unidad católica» (Catecismo 819).

Llucià Pou Sabaté

 

lunes, 20 de mayo de 2024

Martes de la semana 7 de tiempo ordinario: la cruz tiene un sentido transformador

Martes de la semana 7 de tiempo ordinario: la cruz tiene un sentido transformador

 

A. Lecturas:

   1. Santiago (4,1-10): ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios? El que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No en vano dice la Escritura: «El espíritu que Dios nos infundió está inclinado al mal.» Pero mayor es la gracia que Dios nos da. Por eso dice la Escritura: «Dios se enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes.» Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; hombres indecisos, purificaos el corazón, lamentad vuestra miseria, llorad y haced duelo; que vuestra risa se convierta en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos ante el Señor, que él os levantará.

   2. Salmo 54,7-8.9-10a.10b-11.23: Pienso: «¡Quién me diera alas de paloma para volar y posarme! Emigraría lejos, habitaría en el desierto.»

   «Me pondría en seguida a salvo de la tormenta, del huracán que devora, Señor; del torrente de sus lenguas.»

   Violencia y discordia veo en la ciudad: día y noche hacen la ronda sobre sus murallas.

   Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará; no permitirá jamás que el justo caiga.

   3. Marcos (9,30-37):  «Una vez que salieron de allí cruzaban Galilea, y no quería que nadie lo supiese; pues iba instruyendo a sus discípulos y les decía: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán, y después de muerto, resucitará a los tres días. Pero ellos no entendían sus palabras y temían preguntarle. Y llegaron a Cafarnaún. Estando ya en casa, les preguntó: ¿De qué discutíais por el camino? Pero ellos callaban, porque en el camino habían discutido entre sí sobre quién sería el mayor Entonces se sentó y llamando a los doce, les dijo: Si alguno quiere ser el primero, hágase el último de todos y servidor de todos. Y tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe; y quien me recibe a mí, no me recibe a mí, sino al que me envió».

B. Comentario:

   1. "¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre vosotros? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en vuestros mismos miembros? Vosotros ambicionáis, y si no conseguís lo que deseáis, matáis; envidiáis, y al no alcanzar lo que pretendéis, combatís y hacéis la guerra". ¿De dónde esos conflictos? Santiago está inquieto por los conflictos que surgen en las comunidades cristianas.

   -El deseo de placer como forma equivocada de gozar, y la codicia. Primera causa de discordias: el amor propio, la codicia, el deseo de los bienes materiales. Todo empieza en el fondo de nuestro corazón.

   -También la envidia a los demás. Cuántas tristezas provienen del hecho de compararnos con los demás. Señor, enséñanos a ser realistas y aceptar sinceramente nuestras limitaciones, nuestro temperamento. Ayúdanos a alegrarnos de las cualidades de los demás.

   -"No tenéis, porque no pedís. O bien, pedís y no recibís, porque pedís mal, con el único fin de satisfacer vuestras pasiones". La oración mal hecha, con ansias de querer utilizar a Dios y traerlo a nuestra voluntad. La envidia pasa a ser plegaria. Es una oración centrada en mí mismo. No dirigida más frecuentemente a las necesidades de los demás que a las propias.

   -"Ustedes no tienen, porque no piden. O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones. ¡Corazones adúlteros! ¿No saben acaso que haciéndose amigos del mundo se hacen enemigos de Dios? Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios". El amor del mundo. Adúlteros... "El amor de este mundo es adulterio contra Dios" (san Agustín). No se pueden tener "dos amores". No se puede servir a dos amos. ¿Le amo?¿Le prefiero a todo lo demás? Pregunta fundamental que debemos hacernos de vez en cuando. Que debe ser ocasión de un encuentro regular con Jesús en el sacramento de la reconciliación: No te he amado bastante, Señor. Vengo a reconciliarme contigo, a repetirte que a pesar de mis caídas, te amo.

   -"Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No piensen que la Escritura afirma en vano: El alma que Dios puso en nosotros está llena de deseos envidiosos. Pero él nos da una gracia más grande todavía, según la palabra de la Escritura que dice: Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes". El orgullo. Creerse más y mejor que los demás. Imaginarse que nuestras ideas son las mejores (Noel Quesson). "Someteos a Dios; resistid al demonio, y él se alejará de vosotros. Acercaos a Dios y él se os acercará. Que los pecadores purifiquen sus manos; que se santifiquen los que tienen el corazón dividido".

   Es la humildad el gran camino a la alegría: "Reconozcan su miseria con dolor y con lágrimas. Que la alegría de ustedes se transforme en llanto, y el gozo, en tristeza. Humíllense delante del Señor, y él los exaltará". 

   -"¿De dónde esas guerras, de dónde esas luchas entre vosotros?" Santiago está inquieto por los conflictos que surgen en las comunidades cristianas e intenta dilucidar las razones de ellos. ¡Tema de actualidad!

   2. "¡Quién me diera alas de paloma para volar y descansar! 
Entonces huiría muy lejos, habitaría en el desierto. Me apuraría a encontrar un refugio contra el viento arrasador y la borrasca". 
Libres de todo impedimento, podremos volar, vivir en paz.

   El salmo sigue pidiendo: "confunde sus lenguas, Señor, divídelas, porque no veo más que violencia y discordia en la ciudad,  rondando día y noche por sus muros. Dentro de ella hay maldad y opresión".

   Por fin, acaba con un confiado abandono en manos del Señor, a quien vamos de la mano de la Santísima Virgen: "confía tu suerte al Señor, y él te sostendrá: nunca permitirá que el justo perezca".

   3. "-Jesús y sus discípulos atravesaban la Galilea, queriendo que no se supiese. Pues les enseñaba diciendo: "El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres."" Como Jesús no quiere que se utilice el titulo de "Hijo de Dios" utiliza constantemente el de "Hijo del hombre", que no está contaminado por interpretaciones judías, y en cambio recoge la profecía de la venida de Dios en Daniel,7-13-14… «Desde el comienzo de su vida pública, en su bautismo, Jesús es el «Siervo» enteramente consagrado a la obra redentora que llevará a cabo en el «bautismo» de su pasión» (Catecismo 565).

   -"Le darán muerte y al cabo de tres días resucitará". Es el segundo anuncio de la Pasión. Ni Buda, ni Mahoma ni ninguna ideología humanista han propuesto solución alguna a esta gran angustia del hombre que sabe que morirá. Solamente Jesús, serenamente, sencillamente dijo: le darán muerte y ¡tres días después resucitará! Jesús es aquel que se dirigía hacia la muerte en medio de una gran paz total... porque sabía que, detrás de la puerta sombría, le esperaba: no la nada desesperante, sino los brazos del Padre. La nueva liturgia de difuntos canta: "En el umbral de su casa, nuestro Padre te espera, y los brazos de Dios se abrirán para ti".

   -"Y los discípulos no entendían esas palabras y temían preguntarle". Es una buena muestra de humanidad corriente, más bien mediana. Fueron transformados por un acontecimiento... fueron levantados por encima de sí mismos, e investidos de una fuerza y de una inteligencia que no venía de ellos. Siempre es así hoy en la Iglesia: no se la puede juzgar simplemente desde un punto de vista estrictamente humano.

   -"¿Qué discutíais en el camino? Ellos se callaron porque habían discutido entre sí sobre quién sería el mayor". He aquí su nivel de reflexión y de ambición. ¡Humanidad corriente, mediana!

   -"Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos". En su Pasión, a la que alude, Jesús se hizo el último, el servidor. Así, el anuncio de la Cruz, no es sólo para El, sino también para nosotros. No hay otro camino para seguir a Jesús, que el de pasar por la muerte para llegar a la vida. ¿Es esto, desde ahora, mi vida cotidiana? (Noel Quesson).

   Y pones el ejemplo de un niño… ayúdame, Señor, a ser niño, para entender tu Reino.

Llucià Pou Sabaté