miércoles, 3 de abril de 2024

Jueves de la octava de Pascua: Jesús nos ofrece la paz, participar en su familia de hijos de Dios, por su Resurrección

Jueves de la octava de Pascua: Jesús nos ofrece la paz, participar en su familia de hijos de Dios, por su Resurrección

 

A. Lecturas:

   1. Libro de los Hechos de los Apóstoles 3,11-26: Como él no soltaba a Pedro y a Juan, todo el pueblo, lleno de asombro, corrió hacia ellos, que estaban en el pórtico de Salomón. Al ver esto, Pedro dijo al pueblo: "Israelitas, ¿de qué se asombran? ¿Por qué nos miran así, como si fuera por nuestro poder o por nuestra santidad, que hemos hecho caminar a este hombre? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de él delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad. Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Por haber creído en su Nombre, ese mismo Nombre ha devuelto la fuerza al que ustedes ven y conocen. Esta fe que proviene de él, es la que lo ha curado completamente, como ustedes pueden comprobar. Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes obraron por ignorancia, lo mismo que sus jefes. Pero así, Dios cumplió lo que había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías debía padecer. Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados. Así el Señor les concederá el tiempo del consuelo y enviará a Jesús, el Mesías destinado para ustedes. El debe permanecer en el cielo hasta el momento de la restauración universal, que Dios anunció antiguamente por medio de sus santos profetas. Moisés, en efecto, dijo: El Señor Dios suscitará para ustedes, de entre sus hermanos, un profeta semejante a mí, y ustedes obedecerán a todo lo que él les diga. El que no escuche a ese profeta será excluido del pueblo. Y todos los profetas que han hablado a partir de Samuel, anunciaron también estos días. Ustedes son los herederos de los profetas y de la Alianza que Dios hizo con sus antepasados, cuando dijo a Abraham: En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra. Ante todo para ustedes Dios resucitó a su Servidor, y lo envió para bendecirlos y para que cada uno se aparte de sus iniquidades".

   2. Salmo 8,2.5-9: ¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! Quiero adorar tu majestad sobre el cielo: / ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? / Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; / le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies: / todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes; / las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas.

   3. Lucas 24,35-48: "En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo habían conocido a Jesús en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy Yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.

   Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: 'Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí'». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas»".

 

B. Comentario:

   1. Leemos que después de la curación del mendigo cojo, Pedro habla nuevamente al pueblo, a los fieles que, como él, han subido al templo a orar, y les anuncia a Jesús, el Señor, en cuyo nombre ha obrado el milagro. Sus palabras pueden ser ejemplo de lo que fue la predicación de la Iglesia de Jerusalén en su período inicial:

   -"Habéis dado muerte al "Príncipe de la vida"... Pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos"... «Príncipe de la vida»... Un título poco habitual para hablar de Jesús: el Victorioso, el Viviente por excelencia ¡Danos, Señor, esta Vida! Comulgando el Cuerpo de Cristo, entramos en comunión con la Vida.

   -"Es por la fe en su nombre que este hombre está aquí y todos vosotros le veis completamente restablecido". Es el símbolo de la humanidad salvada. ¡Que cada vez que salga de un pecado, Señor, sea con esa alegría! El pecado es lo que daña a la humanidad. La verdadera parálisis es la de la voluntad encogida, incapaz de reaccionar-. Danos, Señor, plena salud de alma y cuerpo... de alma sobre todo.

   -"Sin embargo, hermanos, sé que obrasteis por ignorancia, lo mismo que vuestros jefes". Es la ignorancia que tienen los que hacen el mal, siguiendo lo que decía Jesús: "Padre, perdónalos, no saben lo que se hacen..." También podemos relacionar ese perdón con el poder de atar y desatar, con el perdón que en nombre del Señor administra la Iglesia.

   -"Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados; así vendrá la consolación por parte del Señor". El perdón es el "tiempo de la consolación". ¡Admirable fórmula! ¿Concibo mis confesiones, como una participación en la resurrección? No cuento con apoyarme en la fuerza de mi voluntad, sino en la fuerza de «Aquél que resucitó a Jesús de entre los muertos» (Noel Quesson).

   2. "¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!  Quiero adorar tu majestad sobre el cielo: / ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? / Lo hiciste poco inferior a los ángeles". Se puede traducir como que ha sido «rebajados» a los ángeles, y lógicamente no habla de los hombres, pues nunca han estado por encima de ellos, y sigue con la majestad de Jesús y lo que le es destinado.

   «Lo coronaste de gloria y dignidad». En esa gloria, él vislumbra el premio que el Señor nos reserva cuando hemos superado la prueba de la tentación, y dice san Ambrosio: «El Señor ha coronado también de gloria y magnificencia a su amado. Ese Dios que desea distribuir las coronas, permite las tentaciones: por ello, cuando seas tentado, recuerda que te está preparando la corona. Si descartas el combate de los mártires, descartarás también sus coronas; si descartas sus suplicios, descartarás también su dicha». "Le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies: / todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes; / las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas". Dios prepara para nosotros esa «corona de justicia» (2 Tim 4,8) con la que recompensará nuestra fidelidad que le demostramos incluso en los momentos de tempestad que sacuden nuestro corazón y nuestra mente.

   3. Estaban los discípulos de Emaús hablando de lo que les había pasado, cuando encontraron a Jesús, y "Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros»". El saludo de paz es importante para que lo digamos muchas veces. San Gregorio Nacianceno nos exhorta: «Debiéramos avergonzarnos al prescindir del saludo de la paz, que el Señor nos dejó cuando iba a salir del mundo. La paz es un nombre y una cosa sabrosa, que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a los filipenses: 'La paz de Dios'; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los efesios: 'Él es nuestra paz'». Al leer este Evangelio en Misa, en el colegio, los niños al oír las palabras: "la paz sea con vosotros" responden "y con tu espíritu", y es cierto que con el espíritu de Jesús podemos tener paz. Disipa los temores que los Apóstoles han acumulado durante los días de pasión y de soledad. Pienso que las preguntas que angustian a las personas de hoy son: "¿de verdad hay Dios, o estaré solo cuando sufra, sobre todo cuando llegue la muerte?" "¿me salvaré, si hay un más allá?"

   "Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?" Es el "¡no temáis!" que suele decir Jesús. Nos dice también hoy el Señor: En mi vida personal, en la vida del mundo, de la Iglesia, evoco, hoy, una situación en la que falta la esperanza. Pero Tú estás aquí, Señor, "en medio de nosotros".

    "Mirad mis manos y mis pies; soy Yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies".  Él no es un fantasma, es totalmente real, pero, a veces, el miedo nos paraliza.

   "Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos". Los discípulos, en su alegría, no se atrevían a creer que es Jesús, por eso la comida: para esos semitas que ni siquiera tienen idea de una distinción del "cuerpo y del alma", si Jesús vive, ha de ser con toda su persona: no es un fantasma si es un cuerpo que come... Será un cuerpo sin materia corpórea, fuera del espacio y del tiempo podrá aparecerse a quien quiere y como quiere, como un disco duro del ordenador alberga todos los momentos de la vida, o una película puede presentarse en cualquiera de sus secuencias, así la resurrección transforma y quedaremos transfigurados, para poder salir del universo material, y penetrados por el Espíritu de Dios, como Cristo, aparecer en cualquiera forma. "Nosotros esperamos como salvador al Señor Jesucristo, que transfigurará el cuerpo de nuestra vileza conforme a su Cuerpo glorioso, en virtud del poder que tiene para someter a sí todas las cosas", dirá san Pablo (Flp 3, 21).

   "Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: 'Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí'». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas»". Esta catequesis de la Pascua es similar a la que había hecho con los discípulos de Emaús, sobre los sufrimientos del Mesías, la resurrección de los muertos, la conversión proclamada en su nombre para el perdón de los pecados... A todas las naciones, empezando por Jerusalén. Vosotros daréis testimonio de esto. "Jesucristo es ahora realmente el Señor, que tiene poder sobre todo el universo, sobre todos los hombres, y que da a los hombres la misión de ir a todo el mundo. En cierto sentido, todo está hecho en Cristo. Pero todo está por hacer. ¿Trabajo yo en esto? ¿Doy testimonio de esto?" (Noel Quesson).

   Es la Pascua la que ilumina las sagradas Escrituras, como habla San Ireneo: "Si uno lee con atención las Escrituras, encontrará que hablan de Cristo y que prefiguran la nueva vocación. Porque Él es el tesoro escondido en el campo, es decir, en el mundo, ya que el campo es el mundo; tesoro escondido en las Escrituras, ya que era indicado por medio de figuras y parábolas, que no podían entender según la capacidad humana antes de que llegara el cumplimiento de lo que estaba profetizado, que es el advenimiento de Cristo". Y cita al profeta Daniel: "Cierra estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del cumplimiento, hasta que muchos lleguen a comprender y abunde el conocimiento" (Dan 12,4).

Llucià Pou Sabaté

martes, 2 de abril de 2024

Pascua 1, miércoles: la experiencia de Jesús resucitado con los discípulos de Emaús, modelo de cómo Jesús nos busca y podemos encontrarle

Pascua 1, miércoles: la experiencia de Jesús resucitado con los discípulos de Emaús, modelo de cómo Jesús nos busca y podemos encontrarle

 

A. Lecturas:

   1. Hechos de los Apóstoles 3,1-10: En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la tarde. Allí encontraron a un paralítico de nacimiento, que ponían diariamente junto a la puerta del Templo llamada "la Hermosa", para pedir limosna a los que entraban. Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna. Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo: "Míranos". El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo. Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina". Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de inmediato, se le fortalecieron los pies y los tobillos. Dando un salto, se puso de pie y comenzó a caminar; y entró con ellos en el Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios. Toda la gente lo vio camina y alabar a Dios. Reconocieron que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del Templo llamada "la Hermosa", y quedaron asombrados y llenos de admiración por lo que le había sucedido.

   2. Salmo 105,1-4.6-9: ¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan conocer entre los pueblos sus proezas; / canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas! / ¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor! / ¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro; / Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido: / el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos. / El se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones, / del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac.

   3. Lucas 24,13-35: "Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.

   Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?». Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?». Él les dijo: «¿Qué cosas?». Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que Él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a Él no le vieron». Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?». Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre Él en todas las Escrituras.

   Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.

   Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan".

 

B. Comentario:

   1. –"Un tullido de nacimiento pedía limosna... Pedro le dijo: «oro no tengo, pero lo que tengo te doy: en nombre de Jesucristo el Nazareno, levántate y anda»". En mi vida familiar o profesional, ¿contribuyo a «levantar» a la humanidad? ¿Contribuyo a curar? Yo mismo, ¿sé apoyarme en la fuerza de la resurrección para ponerme de nuevo en pie cada vez que una prueba me ha paralizado o anonadado? «En nombre de Jesucristo, ¡que me levante y ande!»

   -"Entró con ellos en el Templo".. Iba el sanado saltando... y alabando a Dios... Es algo muy comprensible. Imagino la escena en el templo. El poder maravilloso de la resurrección comienza a difundirse en el cuerpo de la humanidad, como presagio y anuncio de la exultación final de los «resucitados».

   2. "¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro"; Dios siempre fiel a su Alianza y a su amor hacia nosotros, jamás abandonará a su Pueblo a pesar de nuestras infidelidades. Volvamos al Señor, dejémonos amar por Él, busquemos su rostro. "Él se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones, / del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac". Convirtámonos en fieles testigos suyos, proclamando sus prodigios a todos los pueblos. "Hoy «es el día que hizo el Señor: regocijémonos y alegrémonos en Él» (Sal 117,24). Así nos invita a rezar la liturgia de estos días de la octava de Pascua. Alegrémonos de ser conocedores de que Jesús resucitado, hoy y siempre, está con nosotros. Él permanece a nuestro lado en todo momento. Pero es necesario que nosotros le dejemos que nos abra los ojos de la fe para reconocer que está presente en nuestras vidas. Él quiere que gocemos de su compañía, cumpliendo lo que nos dijo: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20)" (Xavier Pagès).

   3. María Santísima tendrá fe en todo momento, pero los discípulos están en desbandada, y ahí van los de hoy, desanimados, descorazonados. "Aquella tarde van de Jerusalén a Emaús, a pocas horas de camino de la Ciudad Santa, tristes, bajo el peso de la mayor de las decepciones: el Maestro acaba de ser crucificado como un malhechor, no había tenido ningún poder contra la muerte, y ahora todos los suyos se dispersaban sin saber dónde ir. Si el único que tenía palabras de vida eterna había muerto, ¿qué iba a ser de ellos? Andaban -eran dos, un tal Cleofás y otro- contándose entre sí una y otra vez todo aquel desastre, el fin de la gran esperanza. Sin duda se han equivocado, Jesús debió ser profeta, pero no el Mesías, habían entendido mal el mensaje, su muerte, un hecho tan seguro, sólo podía interpretarse así" (Carlos Pujol).

   -"Dos discípulos iban a Emaús... y hablaban entre sí"... El viernes último murió su amigo. Todo ha terminado. Vuelven a su casa. Sorprende que no sean capaces de tener en consideración el testimonio de las mujeres; quizá estaban tan deprimidos por el "fracaso" que para ellos era la muerte de Jesús, que están temporalmente cerrados a todo misterio. Hasta que llegan a la raíz de su decepción: "nosotros esperábamos que Él sería quien redimiera a Israel". Este es el tema. ¿Cuál era su esperanza?: parece una salvación humana; muchos problemas vienen de la tergiversación de la esperanza... ya el tercer día desde que han pasado estas cosas. Ya no esperan nada. "Nosotros esperábamos..." Estas palabras están llenas de una esperanza perdida. Me imagino su decepción. Camino con ellos. Les escucho. En toda vida humana esto sucede algún día: una gran esperanza perdida, una muerte cruel, un fracaso humillante, una preocupación, una cuestión insoluble, un pecado que hace sufrir. Humanamente, no hay salida.

   -"Jesús se les acercó e iba con ellos... pero sus ojos estaban ciegos, no podían reconocerle"... "¿De qué estáis hablando? Parecéis tristes." Por su camino has venido a encontrarles; e inmediatamente te interesas por sus preocupaciones. Tú conoces nuestras penas y nuestras decepciones. Me alivia pensar que no ignoras nada de lo que soporto en el fondo de mí mismo. Me dejo mirar e interrogar por ti.

   -"Lo de Jesús Nazareno... Cómo le entregaron nuestros magistrados para que fuese condenado a muerte y crucificado"... Jesús deja que se expresen detenidamente, sobre sus preocupaciones. No se da a conocer enseguida: deja que hablen, que se desahoguen.

   -"¡Hombres tardos de corazón para creer todo lo que vaticinaron los profetas! Y comenzando por Moisés y por todos los profetas les fue declarando cuanto a Él se refería en todas las Escrituras". He aquí el primer método para "reconocer" a Jesús: tomar contacto, profundamente, cordialmente, con las Escrituras con la Palabra de Dios. Hacer "oración". Procurar por encima de todo tener unos momentos de corazón a corazón. Leer y releer la Escritura.

    Llegan al pueblo, le piden que se quede: "Una de las súplicas más conmovedoras del Evangelio, oscurece (¿quién tiene miedo a la oscuridad, los de Emaús o su compañero misterioso?), y después de aquel coloquio ambulante ahora que todo son sombras lo necesitan." (Carlos Pujol).

   "Jesús en el camino. ¡Señor, qué grande eres siempre! Pero me conmueves cuando te allanas a seguirnos, a buscarnos, en nuestro ajetreo diario. Señor, concédenos la ingenuidad de espíritu, la mirada limpia, la cabeza clara, que permiten entenderte cuando vienes sin ningún signo exterior de tu gloria.

   Se termina el trayecto al encontrar la aldea, y aquellos dos que -sin darse cuenta- han sido heridos en lo hondo de su corazón por la palabra y el amor de Dios hecho hombre, sienten que se vaya. Porque Jesús les saluda con un ademán de continuar adelante. No se impone nunca, este Señor Nuestro. Quiere que le llamen libremente, desde que hemos entrevisto la pureza del Amor, que nos ha metido en el alma. Hemos de detenerlo por fuerza y rogarle: continua con nosotros porque ya es tarde, y ya va el día de caída, se hace de noche.

   Así somos: siempre poco atrevidos, quizá por insinceridad, o quizá por pudor. En el fondo, pensamos: quédate con nosotros porque nos rodean las tinieblas, y sólo Tú eres luz, sólo Tú puedes calmar esta ansia que nos consume. Porque 'entre las cosas hermosas, honestas, no ignoramos cuál es la primera: poseer siempre a Dios' (San Gregorio Nacianzeno).

   Y Jesús se queda. Se abren nuestros ojos como los de Cleofás y su compañero, cuando Cristo parte el pan; y aunque Él vuelva a desaparecer de nuestra vista, seremos también capaces de emprender de nuevo la marcha -anochece-, para hablar a los demás de Él, porque tanta alegría no cabe en un pecho solo.

   Camino de Emaús. Nuestro Dios ha llenado de dulzura este nombre. Y Emaús es el mundo entero, porque el Señor ha abierto los caminos divinos de la tierra" (San Josemaría Escrivá). Es una imagen de la Misa, de la primera parte, la liturgia de la palabra (explicación de Jesús de las Escrituras) y la Eucaristía (aquí vemos la fracción del pan): -"Jesús, "puesto con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Se les abrieron los ojos y le reconocieron". "Esta es la segunda experiencia para "reconocer a Jesús": la eucaristía, la fracción del pan. La primera había sido la Escritura, explicada por Él. La eucaristía es el sacramento, el signo eficaz de la presencia de Cristo resucitado. Es el gran misterio de la Fe: un signo muy pobre, un signo muy modesto. Comulgar con el "Cuerpo de Cristo". Valorar la eucaristía por encima de todo. Arrodillarse alguna vez ante un sagrario. En el mismo instante se levantaron, y volvieron a Jerusalén. Siempre la "misión". Nadie puede quedarse quieto en su sitio contemplando a Cristo resucitado: Hay que ponerse en camino y marchar hacia los hermanos" (Noel Quesson).

   Muchos cristianos, jóvenes y mayores, experimentamos en la vida, como los dos de Emaús, momentos de desencanto y depresión. A veces por circunstancias personales. Otras, por la visión deficiente que la misma comunidad puede ofrecer. El camino de Emaús puede ser muchas veces nuestro camino. Viaje de ida desde la fe hasta la oscuridad, y ojalá de vuelta desde la oscuridad hacia la fe. Cuántas veces nuestra oración podría ser: «quédate con nosotros, que se está haciendo de noche y se oscurece nuestra vida». La Pascua no es para los perfectos: fue Pascua también para el paralítico del templo y para los discípulos desanimados de Emaús (J. Aldazábal).

Llucià Pou Sabaté

 

 

Martes de la octava de pascua: la primera aparición de Jesús a María Magdalena, la mujer de fe y de amor

Martes de la octava de pascua: la primera aparición de Jesús a María Magdalena, la mujer de fe y de amor

 

A. Lecturas:

   1. Hechos de los Apóstoles 2,36-41: Por eso, todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías". Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: "Hermanos, ¿qué debemos hacer?". Pedro les respondió: "Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa ha sido hecha a ustedes y a sus hijos, y a todos aquellos que están lejos: a cuantos el Señor, nuestro Dios, quiera llamar". Y con muchos otros argumentos les daba testimonio y los exhortaba a que se pusieran a salvo de esta generación perversa. Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil.

   2. Salmo 33,4-5.18-20.22: Porque la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; / él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. / Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, / para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. / Nuestra alma espera en el Señor; él es nuestra ayuda y nuestro escudo. / Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti.

   3. Juan 20,11-18: "María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo". Jesús le dijo: "¡María!" Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!". Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'". María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras".

 

B. Comentario:

   1. Pedro declara que Dios ha constituido «Señor y Cristo» a "este Jesús a quien vosotros habéis crucificado..." Aborda de frente la verdad, no teme la muerte, y habla de la responsabilidad que todos –él también- tienen. Muchos sintieron remordimiento de corazón, y dijeron a Pedro y a los Apóstoles: «Hermanos ¿qué hemos de hacer?». Es la metánoia, la conversión de corazón. La Pasión sigue siendo hoy medio esencial para convertirnos, tomar conciencia de nuestros pecados.

   -Pedro contestó: «Arrepentíos, y que cada uno de vosotros se haga bautizar...» ¿Hay que «cambiar de vida» primero? o bien ¿lo primero es «recibir los sacramentos? Pedro, espontáneamente, dice que hay que hacer ambas cosas. Arrepentirse: cambiar de vida, esforzarse. Recibir el bautismo: recibir el sacramento, reconocer la gracia de Dios (Noel Quesson).

   -Aquel día, fueron tres mil los que acogieron la Palabra y se hicieron bautizar. La familia de Jesús, inicialmente compuesta por María y José, luego los Apóstoles y santas mujeres, se amplía ahora por la fe y el bautismo… Esta conversión ha de ser continua, como Rabano Mauro dice: «Todo pensamiento que nos quita la esperanza de la conversión proviene de la falta de piedad; como una pesada piedra atada a nuestro cuello, nos obliga a  estar siempre con la mirada baja, hacia la tierra, y no nos permite alzar los ojos hacia el Señor». Y Juan Pablo II ha escrito: «El auténtico conocimiento de Dios, Dios de la misericordia y del amor benigno, es una constante e inagotable fuente de conversión, no solamente como momentáneo acto interior, sino también como disposición estable, como estado de ánimo. Quienes llegan a conocer de este modo a Dios, quienes lo ven así, no pueden vivir sino convirtiéndose sin cesar a Él. Viven, pues, en un estado de conversión, es este estado el que traza la componente más profunda de la peregrinación de todo el hombre por la tierra en estado de viador». Así lo hizo S. Agustín en su última etapa, como recordaba Benedicto XVI.

   2. Gracias, Señor… "Porque la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; / él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor". Dejarse amar por Dios, abrirle nuestro corazón es aceptar que Él nos salve del pecado y de la muerte y nos conduzca hacia la posesión de los bienes eternos. "Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, / para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia". La confianza filial es audacia (en griego "parresia") de un niño pequeño que tiene total abandono en su padre. "Nuestra alma espera en el Señor; él es nuestra ayuda y nuestro escudo. / Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti". "-Dejó mi amor la orilla y en la corriente canta. –No volvió a la ribera que su amor era el agua" (Bartolomé Llorens).

   3. El relato de la resurrección de hoy es de Juan, ayer de Mateo. Vemos a María delante del sepulcro, llorando. La razón de su llanto es la ausencia total de Jesús, que no sólo ha muerto, sino que tampoco está su cadáver. Es la tristeza que había anunciado Jesús a sus discípulos (16,20): "vosotros lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo". Mientras lloraba se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies donde había estado el cuerpo de Jesús. María es la comunidad-esposa que busca y llora al esposo, amor de su alma. En el Cantar se describe así la escena (3,2): "me levanté y recorrí la ciudad... buscando el amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: ¿visteis al amor de mi alma?". La primera aparición (Mc 16, 9) estuvo reservada para María Magdalena. El primer anuncio del acontecimiento se hizo a las mujeres. Fueron ellas, fueron unas mujeres las enviadas por Dios a predicar a los apóstoles. Hay muchas interpretaciones alegóricas, sobre esa predilección del Señor, como Eva la que lo perdió… pero otras son reales, pues ellas no le abandonaron, y Jesús mostró su predilección.

   Hay como un instinto divino que mueve (cf. Rom 8,14) en una docilidad que es la esencia de la vida en Cristo. Cuando María Magdalena lloraba fuera del sepulcro, se inclina y mira adentro donde están los ángeles (cf. Jn 20,11-13) movida por la caridad de Cristo (cf 2 Cor 5,14), por el divino instinto que le empuja hacia realidades más altas, recordaba S. Tomás, siguiendo a S. Agustín y otros como San Gregorio Magno: «Llorando, pues, María se inclinó y miró en el sepulcro. Ciertamente había visto ya vacío el sepulcro, ya había publicado que se habían llevado al Señor. ¿Por qué, pues, vuelve a inclinarse y renovar el deseo de verle? Porque al que ama, no le basta haber mirado una sola vez, porque la fuerza del amor aumenta los deseos de buscar. Y, efectivamente, primero le buscó, y no le encontró; perseveró en buscarle y le encontró. Sucedió que, con la dilación, crecieron sus deseos, y creciendo, consiguió encontrarle».

   Los ángeles se dirigen a ella con el apelativo "Mujer" que Jesús había usado con su Madre en Caná (2, 4) y en la cruz (19, 26) y con la samaritana (4, 21), la esposa fiel y la esposa infiel de la antigua alianza. Los ángeles ven en María a la esposa de la nueva alianza, que busca al esposo desolada, pensando que lo ha perdido. María, de hecho, llama a Jesús mi Señor, como mujer al marido, según el uso de entonces.

   "Dicho esto da media vuelta y ve a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: mujer ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: Señor, si tú te lo has llevado, dime donde lo has puesto y yo lo recogeré". El tema del huerto-jardín se relaciona con el Cantar. Se prepara el encuentro de la esposa con el esposo. María no lo reconoce aún, pero ya está presente la primera pareja del mundo nuevo, el comienzo de la nueva humanidad. Es el nuevo Paraíso. Jesús, como los ángeles, la ha llamado "Mujer" (esposa, el alma). Ella expresando sin saberlo la realidad de Jesús, lo llama "Señor" (esposo, Dios).

   "Jesús le dice ¡María! Ella se vuelve y le dice ¡Rabboni! (que significa Maestro)". Jesús le llama por su nombre y ella lo reconoce por la voz. Este tema también aparece en el Cantar: "Estaba durmiendo, mi corazón en vela, cuando oigo la voz de mi amado que me llama: ¡ábreme, amada mía!" (5, 2; 2,8, LXX). Al oír la voz de Jesús y reconocerlo, María se vuelve del todo, no mira más al sepulcro, que es el pasado, se abre para ella su horizonte propio: la nueva creación que comienza. Jeremías (33,11) dice: "se escuchará la voz alegre y la voz gozosa, la voz del novio y la voz de la novia". Se consuma la Nueva Alianza por medio del Mesías. La respuesta de María: Rabboni, Señor mío, tratamiento que se usaba para los maestros, pone este momento en relación con la escena donde Marta dice a su hermana: El Maestro está ahí y te llama".

   "Le dijo Jesús: suéltame que todavía no he subido al Padre". El giro «no me abraces» o "no me toques" o -de forma positiva- "Suéltame" sólo puede significar que la existencia del Resucitado no ha de comprobarse de esa manera mundana. El encuentro y contacto con Jesús resucitado se realiza en un terreno distinto, a saber: en la fe, por la palabra o «en espíritu». Realmente al resucitado no se le puede retener en este mundo. Con el deseo de palpar el hombre conecta frecuentemente la otra tendencia de querer convertir algo en posesión suya, de poder disponer de ello. Ahora bien el resucitado ni puede ni quiere ser abrazado así; mostrando con ello que escapa a cualquier forma de ser manejado por el hombre.

   "Vete a mis hermanos y diles: Voy a subir a mi Padre y a vuestro Padre; a mi Dios y a vuestro Dios." La renuncia a la forma de comunicación material y sensible no significa en modo alguno la imposibilidad de comunicarse con Jesús. Precisamente su ida al Padre creará la base para la comunión permanente de la comunidad de discípulos con Jesús, según ha quedado expuesto de múltiples formas en los discursos de despedida. Esta expresión, «a mis hermanos», resulta sorprendente; pero en este pasaje describe las nuevas relaciones que Jesús establece con los suyos, por cuanto que ahora los introduce de forma explícita en su propia relación con Dios. El alegre mensaje pascual, que María ha de comunicar a los hermanos de Jesús, consiste en la fundación de una nueva comunidad escatológica de Dios mediante el retorno de Jesús al Padre (cf. también 1Jn 1,1-4). Vista así, la escena indica desde qué ángulo hay que entender el cuarto evangelio, que tiene su fundamento en la comunión divina permanente abierta por Jesús con la pascua" (El Nuevo Testamento y su mensaje, Herder).

   "El amor auténtico pide eternidad. Amar a otra persona es decirle «tú no morirás nunca» – como decía Gabriel Marcel. De ahí el temor a perder el ser amado. María Magdalena no podía creer en la muerte del Maestro. Invadida por una profunda pena se acerca al sepulcro. Ante la pregunta de los dos ángeles, no es capaz de admirarse. Sí, la muerte es dramática. Nos toca fuertemente. Sin Jesús Resucitado, carecería de sentido. «Mujer: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?» Cuántas veces, Cristo se nos pone delante y nos repite las mismas preguntas. María no entendió. No era capaz de reconocerlo. Así son nuestros momentos de lucha, de oscuridad y de dificultad. «¡María!» Es entonces cuando, al oír su nombre, se le abren los ojos y descubre al maestro: «Rabboni»... Nos hemos acostumbrado a pensar que la resurrección es sólo una cosa que nos espera al otro lado de la muerte. Y nadie piensa que la resurrección es también, entrar «más» en la vida. Que la resurrección es algo que Dios da a todo el que la pide, siempre que, después de pedirla, sigan luchando por resucitar cada día" (Xavier Caballero).

   La Iglesia aplica hoy el introito no sólo a sus hijos recién bautizados, sino también a todos nosotros, "iluminados" por los santos misterios: "Les da a beber el agua de la sabiduría. Con ella los hace fuertes y los ensalzará para siempre". Y en esta Octava cantamos: «Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo» (aleluya). Y en la oración Colecta pedimos: «Tu, Señor, que nos has salvado por el misterio pascual, continúa favoreciendo con dones celestes a tu pueblo, para que alcance la libertad verdadera y pueda gozar de la alegría del cielo que ya ha empezado a gustar en la tierra».

Llucià Pou Sabaté 

lunes, 1 de abril de 2024

Lunes de la octava de Pascua: el anuncio del ángel, y la alegría de la resurrección, vivida en la primera Iglesia

Lunes de la octava de Pascua: el anuncio del ángel, y la alegría de la resurrección, vivida en la primera Iglesia

 

A. Lecturas:

   1. Hechos de los Apóstoles 2,14.22-32: Entonces, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: "Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido. Israelitas, escuchen: A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen, a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él. En efecto, refiriéndose a él, dijo David: Veía sin cesar al Señor delante de mí, porque él está a mi derecha para que yo no vacile. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua canta llena de gozo. También mi cuerpo descansará en la esperanza, porque tú no entregarás mi alma al Abismo, ni dejarás que tu servidor sufra la corrupción. Tú me has hecho conocer los caminos de la vida y me llenarás de gozo en tu presencia. Hermanos, permítanme decirles con toda franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como él era profeta, sabía que Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría en su trono. Por eso previó y anunció la resurrección del Mesías, cuando dijo que no fue entregado al Abismo ni su cuerpo sufrió la corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos.

   2. Salmo 16,1-2.5.7-11: Mictán de David. Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.  / Yo digo al Señor: "Señor, tú eres mi bien, no hay nada superior a ti". / El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte! / Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! / Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca vacilaré. / Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: / porque no me entregarás la Muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. / Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha.

   3. Mateo 28,8-15: "En aquel tiempo, las mujeres partieron al instante del sepulcro con temor y gran alegría, y corrieron a dar la noticia a los discípulos. De pronto Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, abrazaron sus pies y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id y anunciad a mis hermanos que vayan a Galilea: allí me verán. Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los príncipes de los sacerdotes todo lo sucedido. Reunidos con los ancianos, después de haberlo acordado, dieron una buena suma de dinero a los soldados con el encargo de decir: Sus discípulos vinieron de noche y lo robaron mientras nosotros dormíamos. Si esto llegara a oídos del procurador nosotros le calmaremos y cuidaremos de vuestra seguridad. Ellos tomaron el dinero v actuaron según las instrucciones recibidas. Así se divulgó este rumor entre los judíos hasta el día de hoy".

 

B. Comentario:

   En la antífona de Entrada nos preparamos para entrar en ese paraíso perdido: «El Señor nos ha introducido en una tierra que mana leche y miel, para que tengáis en los labios la Ley del Señor. Aleluya" (Ex 13,5-9). O bien «El Señor ha resucitado de entre los muertos, como lo había dicho; alegrémonos y regocijémonos todos, porque reina para siempre. Aleluya».

   Comienzan los 50 días de pascua (de ahí "Pentecostés" a cumplirse ese tiempo), y durante la primera semana leemos relatos de la resurrección. Las cartas apostólicas muestran nuestra fe, la resurrección (p.ej. 1 Cor 15,3-8 sería de la década de los treinta en Palestina, y otros textos son de la liturgia, como los famosos Fil 2, 5s, Col 3 que leíamos ayer y durante toda la pascua...). Los relatos de la resurrección son narrativos y se escribieron después con interés por saber qué pasó. Así vemos los de Emaús, una vez vueltos a Jerusalén, que fueron saludados por los once con este anuncio: "El Señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón" (Lc 24,34). Sería este pasaje –cuenta Ratzinger- el más antiguo texto sobre la resurrección que ha llegado hasta nosotros. Poco a poco, van reuniendo esos textos, como "Cristo murió según las Escrituras", y "por nuestros pecados", que relacionan la Alianza y los profetas (como explica Jesús a los de Emaús, que convenía que él sufriera).

   Pedimos en la Colecta la ampliación de esta familia que Jesús ha formado: «Señor Dios, que por medio del bautismo haces crecer a tu Iglesia, dándole siempre nuevos hijos; concede a cuantos han renacido en la fuente bautismal, vivir siempre de acuerdo con la fe que profesaron».

   1. Veremos en pascua el nacer de los treinta primeros años de la Iglesia, hasta el año 63 después de Jesucristo. Primero en Jerusalén. Expansión de la Iglesia hacia Samaria y Siria. Luego vemos con San Pablo que se extiende por todo el oriente Medio y Grecia. Los «hechos» de los apóstoles tienen un "actor" principal; ¡el Espíritu! Jesús viviente en su Iglesia.

   Pedro, de pie en medio de los once, decía con voz fuerte: "Escuchad... Jesús el Nazareno, el que matasteis en una cruz, Dios lo ha resucitado". Los acontecimientos son recientes. En una ciudad limitada como Jerusalén, se conservan en el recuerdo de todos. Debieron de ver su cadáver, colgado por los clavos en el patíbulo. Pudieron ver también el lanzazo final que abrió el corazón del condenado. Y Pedro acaba de decirles: después de todo esto ¡nosotros le hemos vuelto a ver! ¡más vivo que antes! (Noel Quesson).

   2. El salmo nos habla de Jesús: «Mi carne descansa confiada: Tú no puedes abandonar mi espíritu al abismo... No dejarás que tu Santo vea la corrupción". Pedro, para un público de judíos, se refiere a la Biblia, cita este salmo, que comentó Juan Pablo II como "un salmo de intensa fuerza espiritual", "un cántico luminoso, con espíritu místico, como sugiere ya la profesión de fe puesta al inicio: "Mi Señor eres tú; no hay dicha para mí fuera de ti" (v. 2). Así pues, Dios es considerado como el único bien. El salmo 15 desarrolla dos temas, expresados mediante tres símbolos. Ante todo, el símbolo de la "heredad", término que domina los versículos 5-6. En efecto, se habla de "lote de mi heredad, copa, suerte". Estas palabras se usaban para describir el don de la tierra prometida al pueblo de Israel. Ahora bien, sabemos que la única tribu que no había recibido un lote de tierra era la de los levitas, porque el Señor mismo constituía su heredad. El salmista declara precisamente: "El señor es el lote de mi heredad. (...) Me encanta mi heredad" (Sal 15,5-6). Así pues, da la impresión de que es un sacerdote que proclama la alegría de estar totalmente consagrado al servicio de Dios". San Agustín comenta: "El salmista no dice: "Oh Dios, dame una heredad. ¿Qué me darás como heredad?", sino que dice: "Todo lo que tú puedes darme fuera de ti, carece de valor. Sé tú mismo mi heredad. A ti es a quien amo". (...) Esperar a Dios de Dios, ser colmado de Dios por Dios. Él te basta, fuera de él nada te puede bastar." La herencia es la gloria, el cielo.

   El segundo tema es el de la comunión perfecta y continua con el Señor: "El salmista manifiesta su firme esperanza de ser preservado de la muerte, para permanecer en la intimidad de Dios, la cual ya no es posible en la muerte (cf. Sal 6,6; 87,6). Con todo, sus expresiones no ponen ningún límite a esta preservación; más aún, pueden entenderse en la línea de una victoria sobre la muerte que asegura la intimidad eterna con Dios".

   Vemos también el símbolo del "camino": "Me enseñarás el sendero de la vida" (v. 11). Es el camino que lleva al "gozo pleno en la presencia" divina, a "la alegría perpetua a la derecha" del Señor. Estas palabras se adaptan perfectamente a una interpretación que ensancha la perspectiva a la esperanza de la comunión con Dios, más allá de la muerte, en la vida eterna. En este punto, es fácil intuir por qué el Nuevo Testamento asumió el salmo 15 refiriéndolo a la resurrección de Cristo. San Pedro, en su discurso de Pentecostés, cita precisamente la segunda parte de este himno con una luminosa aplicación pascual y cristológica: "Dios resucitó a Jesús de Nazaret, librándole de los dolores de la muerte, pues no era posible que quedase bajo su dominio" (Hch 2,24). San Pablo, durante su discurso en la sinagoga de Antioquía de Pisidia, se refiere al salmo 15 en el anuncio de la Pascua de Cristo. Desde esta perspectiva, también nosotros lo proclamamos: "No permitirás que tu Santo experimente la corrupción. Ahora bien, David, después de haber servido en sus días a los designios de Dios, murió, se reunió con sus padres y experimentó la corrupción. En cambio, aquel a quien Dios resucitó -o sea, Jesucristo-, no experimentó la corrupción" (Hch 13,35-37)".

   3. Ante la desobediencia de tomar del árbol de la ciencia del bien y del mal, Jesús ha mostrado obediencia, humildad y amor: hasta su muerte, que pone fin a la muerte con su resurrección.

   -"Al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María"... Son amigas de Jesús. Han vuelto a la tumba de Jesús por amistad, como entre nosotros, después del sepelio de un ser querido suele hacerse una visita al cementerio. Son las mismas, precisamente, que en la tarde del viernes asistieron al amortajamiento (Mateo 27,55-56). No hay pues error posible sobre esta tumba. Saben ir con el amor… Sólo se ve bien con el corazón. Sólo el amor introduce en el conocimiento profundo de los seres con los que vivimos.

   -"Después de haber visto al ángel del Señor, que les había dicho: "No temáis. Buscáis a Jesús, no está aquí, ha resucitado como había dicho". Se alejaron rápidamente del sepulcro... llenas de temor... ¡Dios está ahí! Hay dos signos claros de esa presencia: "el ángel", mensajero de Dios, y el "temor", por la presencia de lo divino. Yo también quisiera dejarme aprehender por esta Presencia.

   -"Y con gran gozo corrieron a comunicarlo a los discípulos". Temor y gozo, a la vez. Primera reacción: correr... ir a llevar la noticia... Son muchos los que "corren" la mañana de Pascua. Pedro y Juan pronto también correrán para ir a ver (Juan 20,4) ¿Tengo yo ese gozo? ¿Anuncio la "gozosa nueva" de Pascua?

   -"Jesús les salió al encuentro diciéndoles: Dios os salve". O bien "alegraos", según las traducciones. Ellas, acercándose, le abrazaron los pies y se postraron ante Él. Es Jesús el que toma la iniciativa. Es Él quien se presenta, quien les da los "buenos días". Es siempre tan "humano" como antes. Probablemente les sonríe. Pero ellas, manifiestamente ¡están ante la majestad divina! Como derrumbadas, el rostro en tierra. Su gesto es de adoración.

   "Entonces Jesús les dice: "No temáis"". Es lo que Dios dice siempre. El temor es un sentimiento natural ante Dios. Pero Dios nos dice: "No temáis". -"Id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea y que allí me verán". Jesús, netamente, envía a la misión. Si se da a conocer a algunos, no es para que nos regocijemos de ello... sino para que nos pongamos en camino hacia nuestros hermanos. "Id a avisar a mis hermanos."    

   Todos estamos llamados a esa evangelización, a esa misión de anunciar la vida que nos prepara a la Vida, como seguimos pidiendo en el Ofertorio: «Recibe, Señor, en tu bondad, las ofrendas de tu pueblo, para que, renovados por la fe y el bautismo, consigamos la eterna bienaventuranza».

   Los guardas fueron sobornados para que dijeran una mentira, que el cadáver fue robado: es la solución que los "enemigos" han encontrado para explicar la tumba vacía... que les estorbaba. Los jefes judíos no desmienten el "hecho": le buscan otra explicación... inverosímil (Noel Quesson). Hay ahí una ironía del Evangelio, pues cómo podían testificar que tales personas robaron el cuerpo, alegando que mientras ellos dormían: si dormían, ¿cómo reconocieron a los ladrones? Mejor buscar la verdad que entretenerse con los mentirosos, pues «Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre Él. Aleluya» (Rom 6,9, antif. Comunión), y queremos participar de esa vida, como rezamos en la Postcomunión: «Te pedimos, Señor, que la gracia del misterio pascual llene totalmente nuestro espíritu, para que, quienes estamos en el camino de la salvación, seamos dignos de tus beneficios».

   La alegría de la resurrección. El Señor ha resucitado de entre los muertos, como lo había dicho, alegrémonos y regocijémonos todos, porque reina para siempre. ¡Aleluya! Se suprimen en este tiempo, estos días de la Octava, los ayunos y otras mortificaciones corporales, como símbolo de esta alegría del alma y del cuerpo. "Estar alegres es una forma de dar gracias a Dios por los innumerables dones que nos hace. Con nuestra alegría hacemos mucho bien a nuestro alrededor, pues esa alegría lleva a los demás a Dios. Dar alegría será con frecuencia la mejor muestra de caridad para quienes están a nuestro lado. Muchas personas pueden encontrar a Dios en nuestro optimismo, en la sonrisa habitual, en nuestra actitud cordial. Pensemos en la alegría de la Santísima Virgen, "abierta sin reservas a la alegría de la Resurrección; sus hijos en la tierra, volviendo los ojos hacia la madre de la esperanza y madre de la gracia, la invocamos como causa de nuestra alegría" (Pablo VI).

Llucià Pou Sabaté

viernes, 29 de marzo de 2024

Pascua, Domingo (Misa del día): La Resurrección de Jesús, fundamento de nuestra filiación divina, la fe en ella se convierte en fuente de esperanza y causa de la alegría

Pascua, Domingo (Misa del día): La Resurrección de Jesús, fundamento de nuestra filiación divina, la fe en ella se convierte en fuente de esperanza y causa de la alegría

 

A. Lecturas

   1. Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43: En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Hermanos: Vosotros conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados".

   2. Salmo 117,1-2. 16ab-17. 22-23: Dad gracias al Señor porque es bueno, / porque es eterna su misericordia. / Diga la casa de Israel: / eterna es su misericordia. La diestra del Señor es poderosa, / la diestra del Señor es excelsa. / No he de morir, viviré / para contar las hazañas del Señor.

   La piedra que desecharon los arquitectos, / es ahora la piedra angular. / Es el Señor quien lo ha hecho, / ha sido un milagro patente.

  3. Colosenses 3,1-4: Hermanos: "Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria".

   Secuencia: Ofrezcan los cristianos / ofrendas de alabanza / a gloria de la Víctima / propicia de la Pascua. // Cordero sin pecado / que a las ovejas salva, / a Dios y a los culpables / unió con nueva alianza. // Lucharon vida y muerte / en singular batalla / y, muerto el que es Vida, / triunfante se levanta. // ¿Qué has visto de camino, / María, en la mañana? / -A mi Señor glorioso, / la tumba abandonada, / los ángeles testigos, / sudarios y mortaja. // ¡Resucitó de veras / mi amor y mi esperanza! / Venid a Galilea, / allí el Señor aguarda; / allí veréis los suyos / la gloria de la Pascua. // Primicia de los muertos, / sabemos por tu gracia / que estás resucitado; / la muerte en ti no manda. // Rey vencedor, apiádate / de la miseria humana / y da a tus fieles parte / en tu victoria santa. /Amén. Aleluya.

   4. Juan 20,1-9: "El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto».

   Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos".

B. Comentario:

   1. Tenemos aquí un compendio de la predicación de Pedro, que habla solidariamente con todos los apóstoles: "Nosotros somos testigos..." ¿de qué? De que Jesús es el Cristo, el Señor. El Cristo predicado es el Jesús histórico.

   "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia". El amor de Dios se ve en el salmo, que Jesús rezó al ofrecerse. Como decía Juan Pablo II, "si no hubiera existido esa agonía en la Cruz, la verdad de que Dios es Amor estaría por demostrar." "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular". Jesús cita esta frase, aplicándola a su misión de muerte y de gloria, después de narrar la parábola de los viñadores homicidas (cf. Mt 21,42). También la recoge san Pedro en los Hechos de los Apóstoles: "Este Jesús es la piedra que vosotros, los constructores, habéis desechado y que se ha convertido en piedra angular. Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos".

   2. Los primeros relatos que tenemos de la pascua son las cartas apostólicas, que recogen lo que vivían los primeros cristianos en su primitiva liturgia: el hecho de la resurrección. Pensar en las cosas de arriba donde está Jesús, "gustar" de esas cosas… son reminiscencias de esos himnos litúrgicos que recibe S. Pablo y que re-piensa en su teología: es posible la nueva vida; porque todavía no se ha manifestado, es necesario dar frutos de vida eterna. Nuestra vida se mueve entre el "ya" y el "todavía-no".

   Se nos invita a pensar en "los bienes de arriba". Sin dejar de estar en la tierra. Cuando Cristo aparezca, se mostrará en Él nuestra vida y entonces veremos lo que ahora somos ya en Cristo. S. Agustín comenta esta expresión: "Si habéis resucitado con Cristo... ¿Cómo vamos a resucitar si aún no hemos muerto? ¿Qué quiso decir entonces el Apóstol con estas palabras: Si habéis resucitado con Cristo? ¿Acaso Él hubiese resucitado de no haber muerto antes? Hablaba a personas que aún vivían, que todavía no habían muerto y ya habían resucitado. ¿Qué significa esto? Ved lo que dice: 'Si habéis resucitado con Cristo, gustad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios; buscad las cosas de arriba, no las de la tierra; pues estáis muertos y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vuestra vida, también vosotros apareceréis entonces en la gloria con Él'".

   3. Pascua es el paso de la muerte a la vida. Cristo crucificado ha resucitado y ha vencido al mundo. El amor es más fuerte que el odio, ha vencido y tenemos que asociarnos a esta victoria del amor. En una estancia por Madrid, por la calle, pude conocer a un hombre algo anciano, que no podía aguantar contar su alegría a alguien, y me contó. Había llegado a la capital después de la guerra, y entre pesares pudo ir adelante, recogiendo colillas y papeles y otros desechos. Allí fue bautizado, pero pronto abandonó la práctica religiosa porque no se atrevía, se veía indigno. Pasaron los años y le pasó de todo. Acabó en la cárcel, 12 años estuvo en tiempos del anterior régimen. Perdió un tobillo en un accidente (le colocaron una prótesis) y al poco murió su mujer. En medio de muchos pesares, y sin saber qué rumbo tomar, salió a ver procesiones de Semana Santa, y decía: "ayer, al ver el paso del Cristo de los gitanos, no pude aguantar más y me puse a llorar como un niño... Quiero volver al trato con Dios, volver al momento en que lo dejé…" Tenía ganas de portarse mejor, de cambiar de vida, de hacer algo... confesó y fue a los Oficios, para comulgar. Qué tendría aquella mirada del Cristo de los gitanos...

   «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado» (Lucas 24,5-6), preguntó el ángel a las santas mujeres aquel primer domingo de pascua, y como una onda que pasa transversalmente a través de los siglos, parece que aletean en el aire estas palabras del ángel, para que el anuncio de la resurrección de Jesús llegue a toda persona de buena voluntad y todos nos sintamos protagonistas en construir un mundo mejor. Porque en medio de tantos rincones del planeta envueltos en zumbidos de guerras y lágrimas, late este mensaje de esperanza, que nos dice que es posible vencer en la apuesta de la tolerancia y de la solidaridad, es posible tener capacidad y coraje para un desarrollo respetuoso de cada ser humano.

   Después que hubieran puesto la experiencia de Jesús resucitado por escrito, la fe de los primeros cristianos quiso conocer los hechos anecdóticos, los acontecimientos según el orden de los sucesos, y antes de que murieran los Apóstoles se fueron recogiendo los relatos, que se fueron escribiendo según el orden de los Evangelistas, y con sus variantes y tradiciones fueron componiéndose los Evangelios.   

   Pienso que primero Jesús se aparece en su interior a la Virgen y le comunica, en la madrugada del domingo, es decir hoy, que ha resucitado. Este gozo lo comunican los ángeles a las mujeres, que anuncian la nueva a los Apóstoles, primero Simón y Juan que van y creen, al ver los lienzos como "desinflados". María Magdalena se queda allí, y habla con Jesús creyendo que es el hortelano hasta que la llama por su nombre: "María" y ella le reconoce. Esto nos hace ver que Jesús en su cuerpo glorioso –que no tiene materia, que puede pasar por espacios sólidos y cruzar en el mismo tiempo varios lugares- se aparece a quien quiere, y quizá también a quien está preparado para ver, como vemos en la siguiente aparición, los de Emaús: por el camino les explica las Escrituras, y se encienden al ver que desde Moisés y los profetas hablan de que Jesús tiene que sufrir antes de resucitar (toda la cuaresma hemos leído estos pasajes) y luego le dicen que se quede (se hace de noche, cuando Él no está) y Él cena con ellos, y al partir el pan lo reconocen. En esta aparición vemos las dos escenas de la Misa: la lectura viva de la Palabra que enciende nuestros corazones, y nos prepara para verle en la fracción del pan, segunda parte de la Misa, en la mesa del altar. Luego, siguiendo con las apariciones, lo hace aquella misma noche de pascua a los apóstoles ya reunidos, y luego el domingo siguiente –es una repetición dominical- y otro más en el lago, y luego por último el día de la Ascensión.

   En las palabras de María Magdalena resuena probablemente la controversia con la sinagoga judía, que acusaban a los discípulos de haber robado el cuerpo de Jesús para así poder afirmar su resurrección. Los discípulos no se han llevado el cuerpo de Jesús. Más aún, al encontrar doblados y en su sitio la sábana y el sudario, queda claro que no ha habido robo.

   Corrieron ellos, entraron, vieron solamente las vendas, pero no el cuerpo y creyeron que había desaparecido, no que hubiese resucitado. Al verlo ausente del sepulcro, creyeron que lo habían sustraído y se fueron". En este día santo "lucharon vida y muerte / en singular batalla / y, muerto el que es Vida, / triunfante se levanta" (Secuencia de Pascua). Y ya tenemos las primeras aplicaciones a nosotros: nuestro pensar, sentir, hablar, el unir nuestra acción con la idea de Dios, el buscar la realidad de su amor, éste es el camino para entrar en el espacio de la inmortalidad.

   El amor tiende a morir a uno mismo, esto lo hace fructificar como el grano de trigo.  Las fuerzas atávicas del mal, toda la tradición del chivo expiatorio se cambia, el círculo del odio queda sustituido por el círculo del amor; una nueva ola que alcanza –con su Resurrección- todos los lugares del cosmos en todos sus tiempos. Se establece la redención, la vuelta al paraíso original, a la auténtica comunión con todos y todo. Y cuando estamos en contacto con Jesús, en la comunión, también estamos con los que están con Él, de todos los lugares de todos los tiempos, con los que queremos y ya se han ido de nuestro mundo y tiempo.

   Este es el misterio pascual de Jesús, el paso de la muerte a la Vida, la luz que se enciende con la nueva aurora. El cuerpo que se entierra es semilla –grano de trigo que muere y da mucho fruto- para una vida más plena, de resurrección.

   El amor humano nos hace entender ese amor eterno, pues el amor nace para ser eterno, aunque cambiemos de casa quedamos unidos a los que amamos. Jesús nos enseña plenamente el diccionario del amor, nos habla del amor de un Dios que es padre y que nos quiere con locura, y dándose en la Cruz, hace nuevas todas las cosas, en una renovación cósmica del amor: las cosas humanas, sujetas al dolor y la muerte, tienen una potencia salvífica, se convierten en divinas.

   Estos días queremos vivir el misterio, abrir los ojos como las mujeres al buscar a Jesús en la mañana de pascua, y les dice el ángel, aquel primer domingo: "¿por qué buscáis entre los muertos aquel que está vivo? No está aquí, ha resucitado". Queremos ver más allá de lo que se ve, beber de ese amor verdadero que es eterno, para iluminar nuestros días con ese día de fiesta, de esperanza cierta. La misa de Pascua está llena de gozo, del gozo de la Vida que nos comunica el  Resucitado: "Señor Dios, que en este día nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a los que celebramos la solemnidad de la resurrección de Jesucristo, ser renovados por tu Espíritu para resucitar en el reino de la luz y de la paz", pedimos en la Oración colecta.

   Es el día en que Jesús «manifiesta plenamente el hombre al mismo hombre y le descubre su altísima vocación» (Gaudium et Spes 22). El gran signo que hoy nos da el Evangelio es que el sepulcro de Jesús está vacío. Ya no tenemos que buscar entre los muertos a Aquel que vive, porque ha resucitado. Y los discípulos, que después le verán Resucitado, es decir, lo experimentarán vivo en un encuentro de fe maravilloso, captan que hay un vacío en el lugar de su sepultura. Sepulcro vacío y apariciones serán las grandes señales para la fe del creyente. El Evangelio dice que «entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó». Supo captar por la fe que aquel vacío y, a la vez, aquella sábana de amortajar y aquel sudario bien doblados eran pequeñas señales del paso de Dios, de la nueva vida. El amor sabe captar aquello que otros no captan, y tiene suficiente con pequeños signos. El «discípulo a quien Jesús quería» se guiaba por el amor que había recibido de Cristo. "Ver y creer" de los discípulos que ha de ser también nuestro.

Llucià Pou Sabaté

Semana Santa, Vigilia Pascual: en la noche santa Jesús nos abre las puertas del paraíso

Semana Santa, Vigilia Pascual: en la noche santa Jesús nos abre las puertas del paraíso

 

A. Lecturas (extracto):

   1. Génesis 1,1-2,2: "Al principio creó Dios el cielo y la tierra… Y dijo Dios: "Que exista la luz." Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz "Día"; a la tiniebla, "Noche". Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero… Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…" Y creó Dios al hombre a su imagen. Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos. Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho".

   Salmo 103: "¡Qué magníficas son tus obras, Señor! / Todas las cosas hiciste con sabiduría, / llena está la tierra de tus criaturas. / Bendice, alma mía, al Señor".

   2. Génesis 22, 1-2. 9a. 10-13. 15-18: En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: "¡Abrahán!" Él respondió: "Aquí me tienes…" El ángel le ordenó: "No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo."

   Salmo 15: 5 El Señor es el lote de mi heredad… Por eso se me alegra el corazón… Me enseñarás el sendero de la vida, / me saciarás de gozo en tu presencia".

   3. Éxodo 14, 15-15, 1: "…se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda…  Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto". Éxodo 15, 1-6,17-18: "Cantaré al Señor… Tu mano, Señor, resplandece por su fuerza… ¡El Señor reina eternamente!". 

   4. Isaías 54, 5-14: "Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de juventud, repudiada -dice tu Dios-… Estarás lejos de la opresión, y no tendrás que temer".

   Salmo 29: 2Te ensalzaré, Señor, porque me has librado… me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

   5. Isaías 55, 1-11: "Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua…"

   Salmo: Isaías 12, 2-6: He aquí que Dios es mi salvador, confiadamente actuaré, no temeré.

   6. Baruc 3, 9-15. 32-4, 4: ¡Dichosos nosotros, Israel, que conocemos lo que agrada al Señor! Salmo 18

   7. Ezequiel 36, 16-28: Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios." 

   Salmo 41: 2Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; / 3tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? / 5Recuerdo otros tiempos, y desahogo mi alma conmigo: cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. / Envía tu luz y tu verdad...

   8. Romanos 6, 3-11: Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

   Salmo 117: Alabad al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga ahora Israel que es bueno, porque es eterna su misericordia. / La diestra del Señor hizo proezas, la diestra del Señor me ensalzó. No moriré, sino viviré y contaré las obras del Señor. / La piedra que desecharon los edificadores, ésta ha sido puesta por piedra angular. Por el Señor ha sido hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos.

   9. Mateo 28,1-10: Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues el ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: «Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis'. Ya os lo he dicho». Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Dios os guarde!». Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron. Entonces les dice Jesús: «No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».

 

B. Comentario: El pregón pascual exulta de gozo en esta noche santa, cuando se ve que "necesario fue el pecado de Adán… ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor! ¡Qué noche tan dichosa!... ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos".

   Las lecturas de la Ley y los Profetas, con los Salmos, tratan de la creación, el sacrificio de Abrahán y el paso del mar Rojo. Luego, la llamada al amor renovador (con una alusión intencionada a los días de Noé y al diluvio: referencia bautismal y eclesial) y las imágenes sapienciales-sacramentales de la alianza (el agua, el alimento, la Palabra) en los dos textos de Isaías; la llamada entusiasta a la fe, en el texto de Baruc; la promesa del don escatológico (un pueblo, un agua pura, un corazón y un espíritu nuevos), en el maravilloso texto de Ezequiel. En los salmos resuenan los temas de las lecturas que les preceden, destacándose los dos cánticos bíblicos: el de Moisés para la lectura del Éxodo y el de Isaías 12 como cántico bautismal (Pere Tena).

   1. Jesús es enterrado y los apóstoles están asustados, hasta que a la mañana del domingo van las mujeres al sepulcro… la gran noche del día del sol, que ahora llamamos también día del Señor, domingo. El Génesis habla de la creación: "Y dijo Dios: "Que exista la luz"", es la luz que exulta el pregón pascual: "¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos… ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos".

   "Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno". Es una visión positiva de la creación, la realidad material no es mala sino buena, la idea maniqueísta de que lo corporal es malo, no es bíblica ni cristiana. El tapiz de la creación, de la catedral de Gerona, habla con pinturas de esta realidad teológica: el mundo es bueno, salido de las manos de Dios, y las realidades de nuestro mundo son buenas, no hemos de renegar de nada, ni reprimir, sino –como dice el texto- trabajar el jardín, cuidar de la creación, dar gloria al Creador trabajando con Él en la superación del caos: Dios pone orden, separa, distingue.

   2. El Génesis nos sigue contando que Abraham fue a sacrificar a su hijo, pero el Señor le mando a un ángel para impedirlo. Dios llama. Respondió Abraham a la llamada de Dios, incluso cuando creía que Dios le estaba pidiendo la muerte de su propio hijo. Pero la llamada de Dios nunca es para la muerte, sino para la vida. Los especialistas ven en este texto un resto de la costumbre  fenicia y cananea de la inmolación del primogénito. El relato iría  contra esta tradición. Dios no quiere sacrificios humanos sino la  obediencia de la fe. La tradición judía ve en la disponibilidad de  Abraham y de Isaac el hecho fundamental por el cual Dios se  comprometerá a salvar a las generaciones venideras. La tradición  patrística vio en Isaac el prototipo de Cristo: hijo único ofrecido y  recuperado por el Padre.

   3. Recordamos el paso del mar Rojo, cuando el pueblo de Israel sale de la esclavitud de Egipto y se abren las aguas y van hacia la tierra prometida. Así nosotros por la muerte de Jesús y su Resurrección tenemos el bautismo y pasamos de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad. Aunque el pueblo falla, el amor de Dios es inmenso y jamás falla,  siempre espera. El amor es más fuerte que todas las infidelidades, que todas las debilidades de los hombres.

   Somos buscados por Dios desde el principio. Y con impaciencia y pasión. Sí, somos fruto de la pasión de Dios, que nos dice: "La fuerza con que te amo no es distinta de la fuerza por la cual existes"" (Paul Claudel).

   El canto de Israel puede ser también el nuestro, así como los peligros de entonces hoy tienen distinta cara: "Dichoso aquel que comprende el significado de los cantos, escribe Orígenes, puesto que nadie canta si no está en fiesta; pero dichoso aún más quien canta el canto de los cantos. Antes es preciso salir de Egipto para poder entonar el primero de los cantos: Cantad a Yahvé, que se ha mostrado de modo glorioso". Y hablando del bautismo decía: «Sábete que los egipcios te persiguen y pretenden  volverte a poner bajo su servicio, quiero decir los dominadores del mundo y los espíritus  malos a quienes tú has servido hasta hoy. Se esfuerzan por perseguirte, mas desciendes a  las aguas, y eres salvado. Purificado de las manchas del pecado, te levantas hombre  nuevo, dispuesto a cantar un cántico nuevo».

   4. Las tres siguientes lecturas, de los profetas, anuncian al pueblo el amor de Dios, el amor inmenso que jamás falla, que siempre espera. El amor que es más fuerte que todas las infidelidades, que todas las debilidades de los hombres. Isaías es el primero: "el que te hizo te tomará por esposa; su nombre es Señor de los ejércitos. Tu redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda la tierra.  Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de juventud… Con misericordia eterna te quiero": La nueva etapa de amor no tendrá fin.

   5. Isaías otra vez: "Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua… Venid a mí, y viviréis". Hace mención del trigo y del vino que tiene resonancias eucarísticas.

   6. Baruc: nos habla de Dios como único, de la llamada divina, que nos muestra la vocación, la auténtica vida y la felicidad. El Señor hace "hablar" las estrellas, imagen de cómo hemos de seguir la vida nueva en el agua y en el  Espíritu.

   7. Ezequiel nos transmite palabras divinas: "os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos... Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios."   Palabras preciosas del don del  Espíritu (Rm 5,5), y cantamos con el Salmo 41: "Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; / tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?"

   8. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más. Cristo murió, pero ahora vive por siempre. El cristiano no puede permanecer en una vida de  pecado: el bautismo ha purificado al "hombre  pecador". El cristiano debe esforzarse en que el pecado no domine ya más en  él: su vida está en Dios. De esta realidad nace la vida del cristiano: el cristiano  está muerto al pecado, pero vive para Dios en Jesucristo. Y el salmo canta este himno hebreo hace referencia a Jesús, esta piedra central, que es fundamento de nuestra fe.

   9. El Evangelio nos dice que "el primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y entrando no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron: -¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. HA RESUCITADO. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea: «El Hijo del Hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar».

   Los primeros testigos de la resurrección son mujeres. Ellas, llevadas del corazón,  con las primeras luces del día del sol, se fueron al sepulcro para ungir mejor el cuerpo del  Amado. Los discípulos, muy prudentes ellos, estaban escondidos, a la espera.

   En este tiempo pascual que hoy comenzamos seremos iluminados permanentemente por la luz de Cristo significada por el cirio pascual que como faro en medio de la noche de nuestra vida, nos guiará al buen puerto de la salvación y grandeza humana. Abramos nuestro corazón, nuestra vida, dejándonos iluminar por el Señor. Que Él vaya cambiando el ser de cada uno de nosotros, transformando nuestra existencia, iluminados por una luz nueva para poder así iluminar a su vez al mundo y a nuestros hermanos con la esperanza de que todo puede ser renovado si es puesto en clave del Señor resucitado.