viernes, 24 de noviembre de 2023

Sábado de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Jesús Rey de la historia nos abre la fe a la vida eterna, a un Dios que “no es Dios de muertos, sino de vivos”.

Sábado de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Jesús Rey de la historia nos abre la fe a la vida eterna, a un Dios que "no es Dios de muertos, sino de vivos".

A. Lecturas:

   1. I Macabeos 6, 1-13. En aquellos días, el rey Antioco recorría las provincias del norte, cuando se enteró de que en Persia habla una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros: escudos dorados, lorigas y armas dejadas allí por Alejandro, el de Filipo, rey de Macedonia, que habla sido el primer rey de Grecia. Antioco fue allá e intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle. Antioco tuvo que huir, y emprendió el viaje de vuelta a Babilonia, apesadumbrado. Entonces llegó a Persia un mensajero, con la noticia de que la expedición militar contra Judá había fracasado: Lisias, que había ido como caudillo de un ejército poderoso, habla huido ante el enemigo; los judíos, sintiéndose fuertes con las armas y pertrechos, y el enorme botín de los campamentos saqueados, habían derribado el arca sacrílega construida sobre el altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta como la de antes, y lo mismo en Betsur, ciudad que pertenecía al rey. Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que cayó en cama con una gran depresión, porque no le hablan salido las cosas como quería. Allí pasó muchos días, cada vez más deprimido. Pensó que se moría, llamó a todos sus grandes y les dijo: -«El sueño ha huido de mis ojos; me siento abrumado de pena y me digo: " ¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido, yo, feliz y querido cuando era poderoso! " Pero ahora me viene a la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando el ajuar de plata y oro que había allí, y enviando gente que exterminase a los habitantes de Judá, sin motivo. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya veis, muero de tristeza en tierra extranjera. »

   2. Salmo 9, 2-3.4 y 6.16 y 19. Te doy gracias, Señor, de todo corazón, proclamando todas tus maravillas; me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo.

   Porque mis enemigos retrocedieron, cayeron y perecieron ante tu rostro. Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío y borraste para siempre su apellido.

   Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron, su pie quedó prendido en la red que escondieron. Él no olvida jamás al pobre, ni la esperanza del humilde perecerá.

 

   3. Lucas 20,27-40: "En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: -«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: -«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.» Intervinieron unos escribas: -«Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas".

 

B. Comentario:

   1. La muerte de Antíoco, el impío rey que les había perseguido, muere   "al conocer las derrotas de sus ejércitos", consternado, "cayó en cama, enfermo de pesadumbre" arrepentido "de los males que hice en Jerusalén". Es un relato vivo, del que se desprende que Dios "derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes" (como dijo santa María en su Magnificat, precisamente hablando de la historia de su pueblo). Las consecuencias del mal aparecen tarde o temprano: sinsabor de boca, sensación de vaciedad, y el miedo a presentarnos delante de Dios con las manos vacías. De ese rey se recuerdan sus «pillajes de templos» para aumentar su tesoro. Su enfermedad y su muerte han sido interpretadas como un castigo divino. Nadie se ríe de Dios. El verdugo que sin escrúpulo ordenaba degollar a siete hijos en presencia de su madre pagará su culpa. Tú sabrás, Señor, que el misterio de tu misericordia se concilie con el de tu justicia. Porque también la desgracia que sufren los purifica de sus pecados. ¿Sabemos dar a todos una oportunidad de conversión, en lugar de encerrarles para siempre en su mal? Danos, Señor, a nosotros también ser conscientes de nuestro mal.

   -«Reconozco que por esta causa me han sobrevenido los males presentes y muero de profunda pesadumbre en tierra extraña.» Es una especie de «confesión». «Preparémonos a la celebración de la eucaristía reconociendo que somos pecadores.» Lo reconozco, Señor. ¡No nos agrada meditar sobre la «justicia» de Dios! Somos, sin embargo, muy exigentes desde el punto de vista de la justicia, cuando se trata de nosotros, o de lo que nos atañe más directamente. Jesús nos ha pedido no "juzgar" a los demás. Pero en cambio nos pide que «nos» juzguemos a nosotros mismos. No se trata de condenar a cualquiera ni a fulminarle con la justicia de Dios: sería esto todo lo contrario al evangelio. Hay que desear la conversión de todos, incluso de los peores.

   En la vida eterna, el asesino no puede sentarse a comer con la víctima, como si no hubiera pasado nada, es necesario un juicio en la historia una purificación más allá de esta vida. La conciencia no puede dejar tranquilos a quienes hicieron el mal a los inocentes. Tal vez uno pueda dedicarse de un modo inconsciente a "disfrutar la vida" a costa de hacer sufrir a otras personas. El tiempo pone las cosas en su sitio, incluso la locura podrían afectar a esas mentes depravadas. Aunque si piden perdón pueden siempre abrirse a la divina misericordia.

   2. "Te doy gracias, Señor, de todo corazón, me alegro y exulto contigo... porque mis enemigos retrocedieron... reprendiste a los pueblos, destruiste al impío... los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron... y yo gozaré, Señor, de tu salvación". La serena alegría del salmo de hoy se abre a esa verdad: "El Señor reina": el Señor reina, vestido de esplendor.

   3. En esta vida, el amor tiene cierto exclusivismo debido a nuestra limitación, como dicen los niños a veces: "si eres mi amigo, no puedes ser amigo de este otro", pero en el cielo nos amaremos todos y con un corazón puro, sin envidias ni recelos, y no solamente al esposo o a la esposa, a los hijos o a los de nuestra sangre, sino a todo el mundo, sin excepciones ni discriminaciones de lengua, nación, raza o cultura, ya que el «amor verdadero alcanza una gran fuerza» (San Paulino de Nola).

   –"Unos saduceos, -los que negaban la resurrección- se acercaron a Jesús". Esa nobleza sacerdotal, que no cree en la resurrección (los únicos que no creen) que se ha revelado en los últimos siglos, están anclados solo en Moisés. Plantean el hombre sin hijos que muere, y los hermanos se van casando con la viuda a medida que van muriendo. "Pues bien, a la resurrección esa mujer ¿de quién será la esposa...?" Es una "emboscada" para que tú, Jesús, quedes mal, respondas lo que respondas. Es la casuística típica de una religión de muertos.

   Nos hace un gran bien escuchar a Jesús, que nos diga que hay un futuro más allá de la destrucción de nuestro cuerpo y de este mundo que pasa: «Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven» (Lc 20,37-38). Un primer punto: todos viven en Dios, no es un renacer a esta vida donde la gente se casa, sino una vida nueva transformada por Dios. No se trata de una prolongación de esta vida. Allí "son como ángeles y son hijos de Dios siendo hijos de la resurrección". Quiere decir que dejarán de tener vigencia las limitaciones. Suelen preguntarse los matrimonios que se quieren: "¿Será que sólo estaremos juntos hasta que la muerte nos separe"? y la verdad es: "no os preocupéis, que en el cielo los amores continúan por toda la eternidad, estaréis siempre unidos, también en el cielo, como marido y mujer". Pero algún matrimonio, que lo pasa muy mal en su cruz, preguntan: "¿esta cruz que llevo en el matrimonio, será por toda la eternidad, o sólo hasta que la muerte nos separe?" "-No te preocupes, hay que contestarles, será sólo hasta que la muerte os separe, pues ninguna pena de este mundo pasa al otro, allí solo quedan los amores auténticos, sólo éstos perduran". Es una condición nueva, la del Espíritu, imposible de enmarcar dentro de las coordenadas de espacio y de tiempo: «por haber nacido de la resurrección, serán hijos de Dios».

   Me gusta ver como Jesús explica las cosas a partir de los textos bíblicos, como la palabra de Dios requiere una interpretación correcta. También me gusta que la Iglesia ponga en estos días las lecturas de Macabeos y otras donde se va mostrando la verdad de la resurrección, que Jesús explicará de manera mas completa. La continuidad de la Escritura entre "se os ha dicho" y "yo os digo" es preciosa. También me gusta ver como la palabra del Maestro llega al alma, a esa evidencia interior que intuimos y que necesitamos se nos confirme: «Bien dicho, Maestro». Es la confirmación de nuestra certeza interior.

   Jesús nos ha enseñado a ver a Dios como un "Dios de vivos". Él quiere que disfrutemos del don de la vida. Ya en el siglo II, San Ireneo afirmaba que "la gloria de Dios es que el ser humano viva". Sobre cada ser humano que viene a este mundo, Dios pronuncia una palabra de amor irrevocable: "Yo quiero que tú vivas". La vida eterna es la culminación de este proyecto de Dios que ya disfrutamos en el presente. Por eso, todas las formas de muerte (la violencia, la tortura, la persecución, el hambre) son desfiguraciones de la voluntad de Dios.

Al final, no reviviremos; seremos resucitados, elevados y quedaremos libres del sufrimiento, del llanto, del dolor, de la muerte, y de todo lo que nos angustiaba aquí en la tierra.

Llucià Pou Sabaté

 

jueves, 23 de noviembre de 2023

Viernes de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Jesús nos muestra que hay que tratar santamente las cosas santas, y podemos escucharlo en nuestro interior, al meditar las Escrituras Santas.

Viernes de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Jesús nos muestra que hay que tratar santamente las cosas santas, y podemos escucharlo en nuestro interior, al meditar las Escrituras Santas.

 

A. Lecturas:

   1. Primer libro de los Macabeos 4,36-37.52-59. En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron: -«Ahora que tenemos derrotado al enemigo, subamos a purificar y consagrar el templo.» Se reunió toda la tropa, y subieron al monte Sión. El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno, que es el de Casleu, madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el nuevo altar de los holocaustos recién construido. En el aniversario del día en que lo habían profanado los paganos, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y platillos. Todo el pueblo se postró en tierra, adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito. Durante ocho días, celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos. Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de Casleu.

   2. ICro29,10.llabc.lld-12a.12bed. Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra.

Tú eres rey y soberano de todo. De ti viene la riqueza y la gloria.

Tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y confortas a todos.

   3. Lucas 19,45-48: "En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: -«Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."» Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios".

 

B. Comentario:

   1. "Ve a coger el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra." El libro que en la visión le es entregado a Juan contiene las profecías del Antiguo Testamento y recibe como misión el revelar su sentido a la luz del Nuevo. Esta segunda parte del Apocalipsis puede ser considerada como la explicación del contenido profético de este libro.

   "Me acerqué al ángel y le dije: "Dame el librito." Él me contestó: "Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor." 
Y así lo hizo Juan, y así lo sintió en su interior como se le dijo.

   Dios guía la Historia por encima de sus fatalidades. No entendemos el mal y no sabemos cómo lo permite Dios, pero tenemos la confianza de que será para bien, aunque en el momento histórico nos toque sufrir. Las Escrituras meditadas en nuestro interior, la Palabra viva en la oración (Lectio divina) nos da consuelo, paz, porque nos confiamos a la presencia de Dios en los acontecimientos que viven los hombres.

   El libro que hay que comer hace referencia a los profetas (Ezequiel 2,8; Jeremías 1,10), «alimentarse de la palabra y del pensamiento que contiene» es lo que necesitamos. Juan se nutre de pasajes del Antiguo Testamento, para ver a Jesús en mi tiempo, en este momento… ¿Procuro hacerlo también yo? Saborear la Palabra de Dios, gustarla, da dulzura a nuestro paladar, aunque a veces cueste, haya cosas amargas en el sentido que nos revela también nuestros pecados, nuestras insuficiencias, que sacude nuestras tibiezas y nuestras cobardías. Pero, por una parte, la verdad está aquí, como decía s. Pedro: "¿A quien iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna".

   -"Entonces se me dijo: "Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes"". Como Jesús en la escena del templo, como nosotros en la sociedad en que hemos de participar, puede costarnos «profetizar» la verdad.

   Se acerca el toque de la séptima trompeta, ya que «se ha terminado el tiempo» (v 6). Se acaba el año litúrgico, ya cerca del último domingo de Cristo Rey. El término del tiempo actual, del mundo presente, supone el comienzo del tiempo definitivo, de la nueva dimensión expresada por la fórmula «un cielo nuevo y una tierra nueva» (21,1). «El que vive por los siglos de los siglos» viene para reinar eternamente. El fin de la historia es el cumplimiento definitivo del evangelio.

   Te pedimos, Señor, que fructifique en mi interior tu palabra, que me penetre hasta lo más profundo y me convierta en tu servidor.

   2. Los Macabeos purifican el Templo y reanudan el culto después de liberarlo de los enemigos; levantan las piedras del altar a semejanza del Templo de Salomón o el de la restauración llevada a cabo por Esdras y Nehemías, y resalta la novedad del fuego que va a ser usada para los sacrificios. La importancia queda establecida con motivo de la dedicación del Templo (cf 2 M 1,9.18; 2,16). En hebreo se llama Hanuskkah y en griego Encenias porque se encendían lámparas en las casa –y siguen ahora- simbolizando la luz de la Ley. En esta fiesta Jesús se declaró Hijo de Dios ante los judíos (Jn 10,22-39). Además, Jesús es el Templo anunciado…

   2. "Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel", cantamos con la tradición que pone en boca de David este grito de júbilo por la construcción del templo. "Tuyos son, Señor, la grandeza (...) y el reino". David glorifica a Dios de quien es todo mérito, diríamos todo éxito. Todo viene de él. De aquí brota el espíritu contemplativo. Podemos nosotros, con Jesús, llamar a Dios "Abbá" (Padre, papá: Mc 14,36). Por su filiación, somos "hijos en el Hijo". Podemos unir todo cuanto hacemos como sacrificio, y decir con Cristo: "Bendito seas Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros pan de vida". Y proclamar "tuyo es el Reino"… unidos a Cristo Rey.

   3. Jesús, te veo lleno de santa ira purificando el templo, cuando entras "te enojas al ver el mercado que se había organizado con los animales que debían sacrificarse según la ley.

   "Lo que debía ser un lugar de encuentro con Dios, se ha convertido en un negocio económico.

   "La misma caridad perfecta que ayer te hacía llorar sobre la cuidad de Jerusalén, te mueve hoy a enfadarte santamente con aquellos mercaderes" (Pablo Cardona): «derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas».

   Me gustaría ver, Jesús, los rasgos de tu faz, escuchar el tono de tu voz, porque te imagino con autoridad, y al mismo tiempo con amor hacia estos "sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo" que querían matarte. Eres valiente, Señor, y tu conciencia y tu libertad están por encima de la opinión de los demás.

   «Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos." Aquí nos das dos citas, una de Jeremías y otra de Isaías.

   "Detente a considerar la ira santa del Maestro, cuando ve que, en el Templo de Jerusalén, maltratan las cosas de su Padre.

   "¡Qué lección, para que nunca te quedes indiferente, ni seas cobarde, cuando no tratan respetuosamente lo que es de Dios!" (J. Escrivá, Forja 546). Como buenos hijos de la Iglesia, tenemos la obligación de corregir a los que no tratan santamente las cosas santas, con paciencia, pero también con entereza, especialmente en lo que se refiera al Santo Sacrifico de la Misa. Cuando vea que no se celebra con dignidad, tengo que intervenir, normalmente será informar al obispo, que es quien tiene la responsabilidad en la diócesis, para mejorar la situación.

   "Tampoco me puedo callar ante el abuso de los recursos naturales, pues toda la creación te pertenece.

   Es una actitud cristiana -de buen hijo de Dios- defender la naturaleza, sabiendo que la has creado para el uso -pero no el abuso- del hombre.

   De manera especial, he de defender los derechos de la persona, elemento central de la creación" (Pablo Cardona), pues la creación entera es como un templo donde está Dios, y la primera ecología es la humana, el respeto a la persona y sobre todo el derecho a la vida desde la concepción y hasta la muerte.

   Gracias, Señor, por mostrarme la importancia de tratar santamente las cosas santas. El alma en gracia es templo del Espíritu Santo, casa especial de Dios; y no puedo convertirla en «cueva de ladrones.» Te pido, Santo Espíritu, la finura de conciencia para cuidar este tesoro que llevo en vaso de barro que es mi persona.

   Jesús, al verte en el Templo pienso que tú eres el Templo, en tu persona. Y tu Iglesia es Sacramento de tu Cuerpo por la que nos dices "yo estaré con vosotros cada día, hasta el fin del mundo", y nos conduces hasta la Jerusalén celestial donde tú eres el Cordero Inmaculado en el culto perfecto a Dios Padre. Para esto, hemos de cultivar la Tradición que nos has dejado, Jesús, tu memorial, la Eucaristía, y la oración, y el cuidado en el culto, y los templos y el decoro en la liturgia.

   «La iglesia, casa de Dios, es el lugar propio de la oración litúrgica de la comunidad parroquial. Es también el lugar privilegiado para la adoración de la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento. La elección de un lugar favorable no es indiferente para la verdad de la oración» (Catecismo 2691).

 

Llucià Pou Sabaté

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Jueves de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Jesús siente la infidelidad de Jerusalén, y le pide conversión: “¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!”

Jueves de la 33ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Jesús siente la infidelidad de Jerusalén, y le pide conversión: "¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!"

 

A. Lecturas:

   1. I Macabeos 2,15-29. En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer apostatar por la fuerza llegaron a Modin, para que la gente ofreciese sacrificios, y muchos israelitas acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus hijos, y los funcionarios del rey le dijeron: -«Eres un personaje ilustre, un hombre importante en este pueblo, y estás respaldado por tus hijos y parientes. Adelántate el primero, haz lo que manda el rey, como lo han hecho todas las naciones, y los mismos judíos, y los que han quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos recibiréis el título de grandes del reino, os premiarán con oro y plata y muchos regalos. » Pero Matatias respondió en voz alta: -«Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, y aunque prefíeran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey, desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda.» Nada más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar sobre el ara de Modin, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatias se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre sobre el ara. Y entonces mismo mató al funcionario real, que obligaba a sacrificar, y derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a Zinirí, hijo de Salu. Luego empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad: -«El que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, i que me siga! » Después se echó al monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenia. Por entonces, muchos bajaron al desierto para instalarse allí, porque deseaban vivir según derecho y justicia.

   2. Salmo 49, 1-2.5-6.14-15. El Dios de los dioses, el Señor, habla: convoca la tierra de oriente a occidente. Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece.

   «Congregadme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio.» Proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a juzgar.

   «Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo e invócame el día del peligro: yo te libraré, y tú me darás gloria.»

   3. Lucas 19,41-44. "En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: -« ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida»".  

 

B. Comentario:

   1. Los dos libros de los Macabeos hablan de los mismos hechos. El celo religioso del fiel Matatías y sus hijos hace estallar la revolución. Harto ya de las artimañas del poder real que se esfuerza en apartar a los judíos de la Fe, Matatías, jefe de una importante familia sacerdotal convoca a los fieles a la "resistencia" y predica la «guerra santa». Hoy queremos dejar esa creencia antigua de que las guerras arreglan algo, y escoger la verdad del diálogo. Ayúdanos, Señor, a entendernos los unos con los otros. Ayúdanos, Señor, a descubrir el sentido de tu bienaventuranza: «felices los artífices de la paz».

   Le hacen chantaje, moneda de cambio en sistemas corruptos, pero no acepta. La codicia va unida a esa perversión, pero se mantiene fiel: "Yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos en la alianza de nuestros padres": «Aunque todos abandonen a Dios...» ellos siguen fieles. Hoy de modo sibilino aparecen modos de traicionar la fe. ¿Cuál es mi actuación? Olivier Clerc cuenta de una rana que se mete en una cacerola llena de agua fría en la que nada tranquilamente. Encienden fuego bajo la cacerola, y el agua se calienta lentamente. Se va poniendo tibia, y la ranita encuentra esto más bien agradable, y  continúa nadando. Ahora el agua está caliente, se siente un poco cansada pero no se da cuenta que va adormeciéndose. Cuando el agua está demasiado caliente ya la ranita está tan debilitada, que no puede hacer nada. La ranita termina muriendo por no notar el cambio. En agua de 50 grados,  según como entra saldría de la cacerola con un golpe de sus patas. Con eso se quiere hacer ver que cuando un cambio viene de un modo suficientemente lento escapa a la conciencia, y no provoca en la mayor parte de los casos ninguna reacción, ninguna oposición, ninguna revuelta…

   Otros se unen a ellos y fueron al desierto… ¿son los antepasados de los fariseos y los esenios? En el Qumram, en el desierto, se han hallado muchos indicios de la cultura y modo de vida de los que se instalaron en el desierto.

   2. "Al que sigue buen camino, le haré ver la salvación de Dios..." Isaías nos revela que en el último día «el Señor apacentará como un pastor a su rebaño, reunirá a los corderitos y los estrechará contra su pecho». Y como si todas esas promesas no bastaran, el mismo profeta, cuya mirada inspirada se hundía ya en las profundidades de la eternidad, exclama en nombre del Señor: «Como una madre acaricia a su hijo, así os consolaré yo, os llevaré en brazos y sobre las rodillas os acariciaré».

   3. El viaje hacia Jerusalén se está acabando, desde Jericó Jesús ha andado veinte kilómetros de cuesta. Llegado a Betania, desde esas alturas  se domina el espléndido paisaje de Jerusalén. La magnífica ciudad está allí extendida a nuestros pies... las casas apiñadas unas contra otras sobre el rocoso espolón que limitan el valle de Cedrón y la Gehena... las sólidas murallas que protegen la ciudad... El Templo del Dios viviente, en el centro de Jerusalén, resplandeciente con sus columnas de mármol, y el techo de oro fino. Era en ese lugar de su camino donde los peregrinos llenos de entusiasmo entonaban el Salmo 121: "Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor…". Esto es lo que Jesús oye cantar a su alrededor.

-"Jesús lloró"... Tienes sentimientos, Señor, y no quieres ocultarlos. Esas lágrimas manifiestan tu no poder hacer nada ante la libertad, Jesús. Trataste de «convertir» Jerusalén, pero esa ciudad, en conjunto, te resistió, y te rechaza: dentro de unos días serás juzgado, condenado, y ejecutado... Jesús «lloró» (Lc 19,41) por la suerte de la ciudad escogida, que no ha reconocido la presencia de su Salvador. Un individualismo deshumanizante en nuestra sociedad nos puede hacer llorar como hizo Jesús en su día, como hace hoy.

Dios prefiere "llorar de impotencia en Jesús antes que privar al hombre de su libertad" (Stöger). Este llanto es todavía llamamiento a su paz mesiánica, y te vemos, Jesús, cómo amas a tu pueblo, y cómo tus sentimientos de pena prorrumpen en llanto. Aún hoy este pueblo busca su conversión, quizá sin saberlo, y san Pablo dirá que será un signo del fin de los tiempos, esa conversión.

   La misma conversión que buscamos todos, la que S. Ambrosio explicaba así a las vírgenes: "La que de esta manera busca a Cristo y lo encuentra puede decir: Lo abracé, y ya no lo soltaré, hasta meterlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó en sus entrañas. ¿Cuál es la casa de tu madre y su alcoba, sino lo más íntimo y secreto de tu ser?

   "Guarda esta casa, limpia sus aposentos más retirados, para que, estando la casa inmaculada, la casa espiritual fundada sobre la piedra angula, se vaya edificando el sacerdocio espiritual, y el Espíritu Santo habite en ella.

   "La que así busque a Cristo, la que así ruega a Cristo no se verá abandonada por Él; más aún, será visitada por Él con frecuencia, pues está con nosotros hasta el fin del mundo".

   -"¡Si también tú, en ese día, comprendieras lo que te traería la «paz»!" Era el deseo del Salmo. Era el nombre mismo de Jerusalén: «Ciudad de la Paz». Jesús sabe que el aporta la expansión, la alegría, la paz a los hombres. Pero se toma en serio la libertad del hombre y respeta sus opciones: más que manifestar su poder, llora y se contenta con gemir... «Si comprendieras...»

   -"Pero, por desgracia, tus ojos no lo ven". La incredulidad de Jerusalén, es símbolo de todas las otras incredulidades... La incredulidad de aquel tiempo, símbolo de la incredulidad de todos los tiempos... Jerusalén está ciega: no ha «visto» los signos de Dios, no ha sabido reconocer la hora excepcional que se le ofrecía en Jesucristo. Jerusalén crucificará, dentro de unos días, a aquél que le aportaba la paz. "No reconociste el tiempo de la visita de Dios". ¡Admirable fórmula de ternura! Era el tiempo de la «cita» de amor entre Dios y la humanidad. Esa visita única, memorable, se desarrollaba en esa ciudad única en toda la superficie de la tierra. «Y Jerusalén, ¡tú no compareciste a la cita!» Pero ¿estoy yo, a punto hoy para las «visitas» de Dios? De cuántas de ellas estoy ausente también por distracción, por culpa, por ceguera espiritual!... por estar muy ocupado en muchas otras cosas.

   -"Días vendrán sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos, y no dejarán en ti piedra sobre piedra". Cuando Lucas escribía eso, ya había sucedido la predicción del Señor: en el 70, los ejércitos de Tito habían arrasado prácticamente la ciudad... esa hermosa ciudad que Jesús contemplaba aquel día con los ojos llenos de lágrimas... (Noel Quesson).

 

Llucià Pou Sabaté

martes, 21 de noviembre de 2023

Miércoles de la 33ª semana (par). Jesús nos habla de hacer rendir los dones para la vida eterna

Miércoles de la 33ª semana (par). Jesús nos habla de hacer rendir los dones para la vida eterna

A. Lecturas:

   1. II Macabeos 7,1.20-31. En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Pero ninguno más admirable y digno de recuerdo que la madre. Viendo morir a sus siete hijos en el espacio de un día, lo soportó con entereza, esperando en el Señor. Con noble actitud, uniendo un temple viril a la ternura femenina, fue animando a cada uno, y les decía en su lengua: -«Yo no sé cómo aparecisteis en mi seno; yo no os di el aliento ni la vida, ni ordené los elementos de vuestro organismo. Fue el creador del universo, el que modela la raza humana y determina el origen de todo. Él, con su misericordia, os devolverá el aliento y la vida, si ahora os sacrificáis por su ley.» Antioco creyó que la mujer lo despreciaba, y sospechó que lo estaba insultando. Todavía quedaba el más pequeño, y el rey intentaba persuadirlo, no sólo con palabras, sino que le juraba que si renegaba de sus tradiciones lo haría rico y feliz, lo tendría por amigo y le darla algún cargo. Pero como el muchacho no hacia ningún caso, el rey llamó a la madre y le rogaba que aconsejase al chiquillo para su bien. Tanto le insistió, que la madre accedió a persuadir al hijo; se inclinó hacia él y, riéndose del cruel tirano, habló así en su idioma: «Hijo mío, ten piedad de mí, que te llevé nueve meses en el seno, te amamanté y crié tres años y te he alimentado hasta que te has hecho un joven. Hijo mío, te lo suplico, mira el cielo y la tierra, fíjate en todo lo que contienen y verás que Dios lo creó todo de la nada, y el mismo origen tiene el hombre. No temas a ese verdugo, no desmerezcas de tus hermanos y acepta la muerte. Así, por la misericordia de Dios, te recobraré junto con ellos.» Estaba todavía hablando, cuando el muchacho dijo: -«¿Qué esperáis? No me someto al decreto real. Yo obedezco los decretos de la ley dada a nuestros antepasados por medio de Moisés. Pero tú, que has tramado toda clase de crímenes contra los hebreos, no escaparás de las manos de Dios.»

   2. Salmo 16,1.5-6.8.15. Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño.

   Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, y no vacilaron mis pasos. Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras.

   Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme. Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.

   3. Lucas 19,11-28: "En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: -«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo." Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey." Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez." Él le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades." El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco." A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades." El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras." Él le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses." Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez." Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas." "Os digo: 'Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.' Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia."» Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén".

 

B. Comentario:

1. El martirio de la madre con sus hijos nos llena de esperanza del cielo que también es recompensa: -"La madre vio morir a sus siete hijos en el espacio de un solo día"... ayúdanos, Señor, a tener una gran esperanza de que la muerte no es más que un momento, un pasaje a lo mejor, a la Vida eterna y feliz.

-"La madre decía: "No fui yo quien os dio el espíritu y la vida... Sino el Creador del mundo que modela al niño, que preside su origen y el de toda cosa... Yo te llevé nueve meses en mi seno, te amamanté, te alimenté, te crié... Mira el cielo y la tierra; y sepas que Dios hizo todo esto..."" Tal vez a nosotros no se nos presenta la ocasión de dar testimonio con el admirable heroísmo que vemos en Eleazar y en la madre y sus siete hijos. Pero a veces lo que falta en intensidad con una muerte de mártires, puede tener equivalencia en una vida de mártires: una conducta perseverante, fiel a Dios, resistiendo a la presión del ambiente. También para ir contra corriente, un cristiano o una familia necesitan un cierto heroísmo. Lo mismo que una comunidad religiosa que hace votos de seguir a Cristo en los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, que son realmente contrarios a las tendencias que prevalecen en el mundo (tener, gozar, mandar).

-"No temas a este verdugo, hijo mío. Acepta la muerte para que vuelva yo a encontrarte con tus hermanos en la misericordia"... Fe en la resurrección. Respuesta final. Muchos santos Padres elogiaron estos mártires y su madre, su moderación: "igualémosla nosotros con la paciencia y la templanza contra las concupiscencias irracionales, contra la ira, la avaricia de las riquezas, las pasiones del cuerpo, la vanagloria y todas las otras semejantes. Pues si dominamos su llama, como aquellos dominaron la del fuego, podremos estar cerca de ellos y ser participantes de su confianza y libertad" (S. Juan Crisóstomo).

   2. Ojalá podamos hoy, además de cantarlo con el salmo llenos de confianza: "mis pies estuvieron firmes en tus caminos y no vacilaron mis pasos... yo te invoco, inclina el oído y escucha mis palabras... guárdame como a las niñas de tus ojos, y al despertar me saciaré de tu semblante". Son palabras preciosas, de confianza en un Dios lleno de ternura que nos cuida con desvelo.

   3. Hoy, el Evangelio nos propone la parábola de las minas-dinero que aquel noble repartió entre sus siervos, antes de marchar de viaje. Jesús nos enseña que hemos de hacer rendir los dones y cualidades que Él nos ha dado, no son "nuestros" sino que somos administradores, no podemos hacer con ellos lo que nos apetezca. No hemos de perder el tiempo en cosas que nos quitan el foco en lo importante, por ejemplo la curiosidad malsana de querer saber la hora de la solemne y victoriosa vuelta del Señor. Piensan en cosas extraordinarias, que el Reino de Dios «aparecerá de modo visible»... y ensalzarán al «Hijo de David» en la entrada a Jerusalén. Muchos como los discípulos de Emaús esperaban "que era aquél que había de liberar Israel» (Lc 24,21). Y los Doce le preguntarán luego: "¿Es ahora que vas a restablecer la realeza en Israel?"

   Pero Jesús nos dice: «Negociad, mientras vuelvo...»" Jesús, nos hablas de un tiempo, durante el cual nos confías unas responsabilidades. No hay que «soñar», hay que «negociar»...

   "Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron detrás de él una delegación que dijese: ¡No queremos a éste por Rey!" Los contemporáneos de Jesús hubieran querido un Reino esplendoroso, vencedor. Jesús les da a entender que antes de su inauguración, habrá una revuelta contra ese «rey»: «¡fuera ese!, ¡suéltanos a Barrabás!» (Lc 23,18). El rechazo de Dios es un fenómeno histórico inquietante. Jesús lo anunció. Es un fenómeno actual, un hecho de todos los tiempos. Por otra parte, Jesús tenía en cuenta un acontecimiento histórico reciente: Arquelao, de quien precisamente dependía la ciudad de Jericó, había ido a Roma para pedir el título de Rey al Emperador Augusto... una delegación judía de cincuenta notables intrigó para que no le fuera concedido tal título... todos entenderían lo que contaba…

   -"Cuando volvió mandó llamar a los empleados para enterarse de lo que había ganado cada uno con lo que había recibido"... Es similar a la «parábola de los talentos», es el tiempo de ser fiel en «las cosas pequeñas» (Lc 16,10).

   A la vuelta, el Rey pide cuentas y uno le da más rendimiento a lo administrado, otro menos… no es decisivo si con las diez monedas uno ha conseguido otras diez, o sólo cinco. Lo que no hay que hacer es "guardarlas en un pañuelo", dejándolas improductivas, como hace uno de ellos. Quizá se refiere a que algunos hombres de Arquelao protegieron sus propiedades mientras estaba fuera, por que se mezclan la ida a ser coronado rey con la administración de las monedas (mina es una unidad contable = 570 gramos de plata = 100 dracmas).

   En cualquier caso, la enseñanza es saber apreciar los tesoros que nos ha encomendado (vida, fe, gracia…) poner empeño en hacerlos fructificar: "Que tu vida no sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor.

   Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. -Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón" (S. Josemaría Escrivá).

   A quien tiene la alegría del Evangelio, a quien tiene la perla preciosa, el tesoro, se le concederá el discernimiento de todos los otros valores, de los valores de las otras religiones, de los valores humanos existentes fuera del cristianismo; se le dará la capacidad de dialogar sin timidez, sin tristeza, sin reticencias, incluso con alegría, precisamente porque conocerá el valor de todas las demás cosas. Al que tiene la alegría del Evangelio se le dará la intuición del sentido de la verdad que puede haber en otras religiones. Por el contrario, al que no tenga se le quitará aun lo poco que tenga. Al que posee poca alegría del Evangelio se le irá de las manos la capacidad de diálogo y se obstinará en la defensa a ultranza de lo poco que posee, se cerrará dentro de sí mismo, entrará en liza con los demás por temor a perder lo poco que tiene. Este es nuestro drama, el drama de nuestra sociedad. La poca alegría del Evangelio es causa de mezquindad y de tristeza en todos los terrenos de la vida eclesiástica y social, produce corazones encogidos y es causa de absurdas discusiones sobre auténticas nimiedades (Carlo M. Martini). Se nos pide que fomentemos nuestra creatividad, pues todo lo que tenemos -memoria, bagaje cultural, tradiciones, valores...- las raíces, todo eso es fuente de la creatividad.

Llucià Pou Sabaté

 

lunes, 20 de noviembre de 2023

Martes de la 33ª semana (impar): Jesús salva a un pecador publicano: “El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.”

Martes de la 33ª semana (impar): Jesús salva a un pecador publicano: "El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."

 

A. Lecturas:

   1. II Macabeos 6,18-31. En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida. Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración. Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido: -« ¡Enviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso seria manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley.» Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar. El, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: -«Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él.» Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.

   2. Salmo 3,2-3.4-5.6-7. Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mi; cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.»

   Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza. Si grito invocando al Señor, él me escucha desde su monte santo.

   Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene. No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor.

   3. Lucas 19,1-10: "En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: -«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: -«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.» Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.» Jesús le contestó: -«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido»".

 

B. Comentario:

   1. El anciano Eleazar, que se mantiene firme en su fe a pesar de las promesas y de las amenazas de los enemigos de Israel, es en verdad admirable y aleccionador para sus contemporáneos y para nosotros. El buen anciano quiere dar a todos un ejemplo de fidelidad a la Alianza: "si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo". Dejó a todos "un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud".  Nos enseña que seguir a Dios es lo primero, y que el ejemplo dado por personas de relevancia social tiene consecuencias de enorme importancia. Es "primicia de aquellos que sufrieron antes de Cristo; así como Esteban lo es de aquellos que sufrieron después de Cristo" (San Gregorio Nacianceno). Ha quedado como un modelo de fortaleza.

   2. Ante tantos que desconfían de la protección de Dios, proclama el justo: "tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza. Si grito invocando al Señor, él me escucha desde su monte santo". El salmista despierta del sueño de la muerte del que despertó Jesucristo por el poder de Dios que le resucitó de entre los muertos (cf Rm 1,4) y Jesús nos recordará que lo que pidamos en su nombre nos lo concederá Dios. "Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene. No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor".

   3. Lucas es el único evangelista que nos cuenta la famosa escena de la conversión de Zaqueo. Estamos en Jericó, primer bastión de la tierra prometida, símbolo de las luchas de Israel. El evangelista de la misericordia y del perdón nos habla hoy de ese publicano -recaudador de impuestos, y además para la potencia ocupante, los romanos-, despreciado y con negocios un tanto dudosos. Dirigía el grupo de cobradores de impuestos de la comarca.

   Fue a ver a Jesús y como era bajo "se subió a una higuera, para verlo". Tendría sus búsquedas interiores, y una intuición superior (divino instinto) lo llevó a Él.

   "Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: -«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida y lo recibió muy contento". Hoy, Zaqueo somos nosotros… no tiene miedo de hacer el ridículo, de perder su posición de maestro de publicanos. "Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: -«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»"

"Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: -«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»" Es algo que recuerda el pensamiento de Platón, de cómo en la edad avanzada y pensando en rendir cuentas, las personas que querían purificarse remediaban así las injusticias cometidas. Es el momento de la decisión, de la luz, de la esperanza, la conversión.

   Jesús le contestó: -«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido»". Y nosotros, ¿nos sentimos necesitados de esa salvación, o quizá estamos todavía perdidos? Decía san Máximo: «Nada hay más querido y agradable a Dios como que los hombres se conviertan a Él con un arrepentimiento sincero».

   Señor, yo también necesito que vengas a mi casa: a mi vida, a mi alma. Tengo tantas heridas que necesitan cicatrizar, tantas flaquezas que necesitan de tu fortaleza divina, tantos egoísmos que me impiden ser feliz. A veces pienso que no puedo... lléname de esperanza: "¡No desesperéis nunca! Os lo diré en todos mis discursos, en todas mis conversaciones; y si me hacéis caso, sanaréis. Nuestra salvación tiene dos enemigos mortales: la presunción cuando las cosas van bien y la desesperación después de la caída; este segundo es con mucho el más terrible" (San Juan Crisóstomo).

   Jesús provoca el encuentro… también con nosotros; y el resultado es la alegría, la salvación. "Elige a un jefe de publicanos, ¿quién desesperará de sí mismo cuando éste alcanza la gracia?" (S. Ambrosio). No es que lo malo sea el dinero, sino que éste impida ver a los demás: "Que aprendan los ricos que no consiste el mal en tener riquezas, sino en no usar bien de ellas; porque así como las riquezas son un impedimento para los malos, son también un medio de virtud para los buenos" (S. Ambrosio).

Llucià Pou Sabaté