viernes, 14 de julio de 2017

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Sábado de la semana 14 de tiempo ordinario; año impar

Jesús nos llama a cada uno en el camino de la vida, y nos habla de no tener miedo, pues la providencia de Dios saca bien de todo lo que nos pasa a lo largo del camino de la vida
 “No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos!«No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados. «Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10,24–33).
1.Jesús, eres el Maestro resucitado, que sigues enseñando a tus discípulos por medio del Espíritu. Continúas enviando a tus discípulos para ser misioneros abiertos a todas las gentes, y a todas sus culturas. Los sigues formando en la escucha atenta de tu Palabra en la Biblia y en la vida.
Nos pides, Señor, ser semejantes a ti, imitarte, adoptar tus pensamientos, tus maneras de ver y de amar. Todo el esfuerzo de nuestra vida es reconocerte.
-“Y si al Cabeza de familia lo han llamado "Belcebú" ¡cuánto más a la gente de su casa!” Se te acusa, Jesús, de ser un poseso. Siendo criticados y acusados nos parecemos a ti, Señor, el "cabeza de familia": tu casa, familia, es la Iglesia, nosotros somos "la gente de tu casa". Tú habitas con nosotros. Que seas Tú verdaderamente el "cabeza de familia", el que guía, el que decide, con quien agrada encontrarse, a quien se pide consejo, con quien se confía.
-“No les temáis... No tengáis miedo de los que matan el cuerpo”... No temáis: vosotros valéis más que todos los gorriones juntos. Por tres veces, Jesús, nos repites que no tengamos miedo. Para ti, Dios está presente en los menores acontecimientos de nuestras vidas: no cae un pájaro del nido sin que Dios no lo disponga... No crece una hierba, no madura un fruto, ni un solo animalillo sufre sin que Dios no lo sepa: Dios lo sabe todo, se interesa por todas sus criaturas... Dios ama a todas sus criaturas. Con más razón se interesa por sus criaturas preferidas, los hombres, sus hijos muy amados. "Los cabellos de vuestra cabeza están contados... ¡Vosotros valéis más que todos los pájaros del mundo! ¡No tengáis miedo!" ¿Tengo hacia el Padre esa confianza absoluta, inaudita que Jesús me sugiere?
-“Lo que os digo "en secreto"... "en la oscuridad"... "al oído"... Dadlo a conocer en torno vuestro, a plena luz, ¡proclamadlo!” Esas imágenes evocan la idea de confidencia: Jesús, tú no gritas al hablar... no te impones, nos hablas bajito, a media voz, junto al oído, si sabemos escucharle atentamente... es como un secreto confiado.
Haz, Señor, que oiga tu dulce y discreta voz, en la oración. Que sepa dedicar un tiempo a rezar cada día. Y luego ayúdame a repetir, a proclamar a todos tu Palabra.
-“Todo el que se pronuncie por mí ante los hombres, Yo me pronunciaré por él ante mi Padre del cielo”. Jesús, quieres ser nuestro "mediador": te pido que seas mi defensa (Noel Quesson)
«No tengáis miedo». Es la frase que más se repite en el pasaje de hoy. «No tengáis miedo de soñar», decía Benedicto XVI en el encuentro con los jóvenes en Loreto: «hoy por desgracia, con frecuencia, una existencia llena y feliz es vista por muchos jóvenes como un sueño difícil y, en ocasiones, casi irrealizable».
Quizá el materialismo ahoga la espiritualidad, y –seguía diciendo- «muchos de vuestros coetáneos ven el futuro con miedo y se plantean muchos interrogantes”. Se preguntan «cómo integrarse en una sociedad caracterizada por muchas y graves injusticias y sufrimientos. ¿Cómo reaccionar ante el egoísmo y la violencia que, en ocasiones, parecen prevalecer? ¿Cómo dar un sentido a la vida?»
La respuesta es Cristo: «¡No tengáis miedo, Cristo puede llenar las aspiraciones más íntimas de vuestro corazón!:… cada uno de vosotros, si está unido a Cristo, puede hacer grandes cosas».
«Por este motivo, queridos amigos, no debéis tener miedo de soñar, con los ojos abiertos, en grandes proyectos de bien, y no tenéis que dejaros desalentar por las dificultades». Como hemos de tener un espíritu joven, nos van muy bien estas palabras.
No es el éxito inmediato delante de los hombres lo que cuenta. Sino el éxito de nuestra misión a los ojos de Dios, que ve, no sólo las apariencias, sino lo interior y el esfuerzo que hemos hecho. Si nos sentimos hijos de ese Padre, y hermanos y testigos de Jesús, nada ni nadie podrá contra nosotros, ni siquiera las persecuciones y la muerte. El ejemplo lo tenemos en ti, Jesús, objeto de contradicciones y muerte de cruz. Pero no cediste, amaste la verdad aunque incomodara a los poderosos. Y salvaste a la humanidad y fuiste elevado a la gloria de la resurrección.
Las pruebas y las dificultades de la vida -las personales, de nuestro ambiente o del mundo- no nos deben asustar; y sigamos anunciando a plena luz, a los cercanos y a los lejanos, la buena noticia de la salvación que Dios nos ofrece (J. Aldazábal)
¿Recordáis que el Papa Juan Pablo II comenzó su pontificado gritando con fuerza ese "No tengáis miedo" de Jesús? Son palabras importantes: porque hay mucho miedo: nos asusta todo lo que no controlamos, y el futuro y la muerte… y la posibilidad de no salvarnos, pero nos dice san Juan que “El amor perfecto echa fuera el temor”, que “el que tiene miedo no es aún perfecto en el amor”: y nos han infundido mucho miedo, se ha entendido mal el temor de Dios, que está usado en la Biblia como sinónimo de reverenciarlo y no prescindir de El; de tomarlo en cuenta para confiar y esperar en Él; de no olvidarse de que Él es la suprema Realidad. Se ha tomado como una opresión a la conciencia para estar sin paz pensando que estamos en pecado, cuando Jesús nos dice: "Soy Yo, no temáis... ¿por qué teméis?... no se turbe vuestro corazón; la paz sea con vosotros; os doy la paz mía".
«No debes desconfiar de Dios ni desesperar de su misericordia; no quiero que dudes ni que desesperes de poder ser mejor: porque, aunque el demonio te haya podido precipitar desde las alturas de la virtud a los abismos del mal, ¿cuánto mejor podrá Dios volverte a la cumbre del bien, y no solamente reintegrarte al estado que tenias antes de la caída, sino también hacerte más feliz de lo que parecías antes?» (Rabano Mauro).
2. Están abreviadas, hoy, las despedidas de los dos últimos patriarcas, Jacob y José, con lo que se cierra el ciclo de Abrahán. Es nuestra última página del Génesis (el lunes iniciaremos la lectura del libro del Éxodo). Jacob siente que va a morir, que va a «reunirse con los suyos», y encarga que sin falta, cuando vuelvan a la tierra de Canaán, lleven sus restos mortales a la aldea de Mambré, cerca de Hebrón, a la cueva de Macpela que había comprado Abrahán y donde están enterrados sus antepasados. La muerte está contada con unos rasgos sencillos y emocionantes: «recogió los pies en la cama, expiró y se reunió con los suyos». Queda José con sus hermanos y sus familias. Cuando Jacob murió, los hermanos de José temieron a éste, y decidieron enviarle este mensaje: ‘antes de morir, tu padre nos encargó que te dijéramos que perdonaras nuestro crimen...’ Al recibirlo, José les respondió: No tengáis miedo...; yo os mantendré a vosotros y a vuestros hijos...” Quien asumió con resignación el ser vendido; quien asumió el trabajo y servicio a los demás como vía de realización personal humana en Egipto; quien alcanzó puestos de gran poder y honor en el mundo; quien no cultivó odio alguno en su corazón, acaba siendo ángel de la guarda de aquéllos que un día le traicionaron. Ése es el triunfo de la caridad, de la suma verdad, del amor.
Una vez más, aparece la magnanimidad de José y su perdón: «no tengáis miedo, ¿soy yo acaso Dios?». Es Dios quien juzga y premia y castiga. De nuevo José interpreta lo sucedido desde la visión providencial de Dios: «vosotros intentasteis hacerme mal, pero Dios intentaba hacer bien, para dar vida a un pueblo numeroso». También José les hace prometer que, cuando abandonen Egipto, llevarán sus restos a la tierra prometida por Dios a Abrahán. En efecto, así lo hicieron y fue enterrado en la cueva de Macpela, en Hebrón, la llamada «tumba de los patriarcas».
La muerte de nuestros seres queridos es buena ocasión para reflexionar: nos recuerda la caducidad de la vida, nos invita a reconciliarnos con los que permanecemos aquí, nos ayuda a echar una sabia mirada hacia atrás y hacia delante, nos sitúa en la presencia de Dios como Señor de la vida y de la muerte, nos consuela al pensar que «los nuestros», nuestros seres queridos ya fallecidos, se mantienen en comunión con nosotros de un modo misterioso y nos esperan hasta que también a nosotros nos llegue la hora final...
En nuestra Eucaristía recordamos, no sólo a la Virgen y a los Santos, sino también a nuestros difuntos, con quienes nos sentimos unidos y para quienes pedimos a Dios que les conceda contemplar la luz de su rostro y participar de su felicidad. Cuando nosotros, en nuestra muerte, pasemos también a la nueva existencia, «nos reuniremos con los nuestros» en un reencuentro gozoso y definitivo. Además, como para la familia de José, esos momentos son los mejores para la reconciliación y la amnistía, momentos en que hay que saber olvidar y empezar de cero, reparando brechas y tensiones y dejando el juicio último a Dios. José renueva su perdón con sencillez, sin darse importancia: «y los consoló hablándoles al corazón». Los hermanos renuevan su arrepentimiento. Todos maduran y la historia sigue. Sería bueno que, cuando nos asaltan sentimientos de venganza, repitiéramos la frase de José: «¿soy yo acaso Dios?», y tuviéramos el valor de perdonar y seguir con naturalidad la vida.
3.“¡Dad gracias a Yahvé, aclamad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas! ¡Cantadle, salmodiad para Él, sus maravillas todas recitad; gloriaos en su santo nombre, se alegre el corazón de los que buscan a Yahvé!” La obra redentora del Señor, que domina toda la tierra, y cuida de sus criaturas, se expresa en este salmo en una acción de gracias y una invitación a la alabanza. Las invitaciones iniciales van dirigidas a Israel y a los que acuden al templo donde se recitaban el inicio de este salmo con otros, para hacer memoria de la causa de nuestra alegría, de lo que nos llena de esperanza: “¡Buscad a Yahvé y su fuerza, id tras su rostro sin descanso, Raza de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido: Él, Yahvé, es nuestro Dios, por toda la tierra sus juicios”.
Llucià Pou Sabaté
San Buenaventura, obispo y doctor de la Iglesia

Lo único que sabemos acerca de este ilustre hijo de San Francisco de Asís, por lo que se refiere a sus primeros años, es que nació en Bagnorea, cerca de Viterbo, en 1221 y que sus padres fueron Juan Fidanza y María Ritella. Después de tomar el hábito en la orden seráfica, estudió en la Universidad de París, bajo la dirección del maestro inglés Alejandro de Hales.
Buenaventura, a quien la historia debía conocer con el nombre de "el doctor seráfico", enseñó teología y Sagrada Escritura en la Universidad de París, de 1248 a 1257. A su genio penetrante unía un juicio muy equilibrado, que le permitía ir al fondo de las cuestiones y dejar de lado todo lo superfluo para discernir todo lo esencial y poner al descubierto los sofismas de las opiniones erróneas. Nada tiene, pues, de extraño que el santo se haya distinguido en la filosofía y teología escolásticas. Buenaventura ofrecía todos los estudios a la gloria de Dios y a su propia santificación, sin confundir el fin con los medios y sin dejar que degenerara su trabajo en disipación y vana curiosidad.
La oración, clave de la vida espiritualNo contento con transformar el estudio en una prolongación de la plegaria, consagraba gran parte de su tiempo a la oración propiamente dicha, convencido de que ésa era la clave de la vida espiritual. Porque, como lo enseña San Pablo, sólo el Espíritu de Dios puede hacernos penetrar sus secretos designios y grabar sus palabras en nuestros corazones.
Tan grande era la pureza e inocencia del santo que su maestro, Alejandro de Hales, afirmaba que "parecía que no había pecado en Adán". El rostro de Buenaventura reflejaba el gozo, fruto de la paz en que su alma vivía. Como el mismo santo escribió, "el gozo espiritual es la mejor señal de que la gracia habita en un alma."
El santo no veía en sí más que faltas e imperfecciones y, por humildad, se abstenía algunas veces de recibir la comunión, por más que su alma ansiaba unirse al objeto de su amor y acercarse a la fuente de la gracia. Pero un milagro de Dios permitió a San Buenaventura superar tales escrúpulos. Las actas de canonización lo narran así: "Desde hacía varios días no se atrevía a acercarse al banquete celestial.
Pero, cierta vez en que asistía a la Misa y meditaba sobre la Pasión del Señor, Nuestro Salvador, para premiar su humildad y su amor, hizo que un ángel tomara de las manos del sacerdote una parte de la hostia consagrada y la depositara en su boca."
A partir de entonces, Buenaventura comulgó sin ningún escrúpulo y encontró en la santa Comunión una fuente de gozo y de gracias. El santo se preparó a recibir el sacerdocio con severos ayunos y largas horas de oración, pues su gran humildad le hacía acercarse con temor y temblor a esa altísima dignidad. La Iglesia recomienda a todos los fieles la oración que el santo compuso para después de la misa y que comienza así: Transfige, dulcissime Domine Jesu...
Celo por las almasBuenaventura se entregó con entusiasmo a la tarea de cooperar a la salvación de sus prójimos, como lo exigía la gracia del sacerdocio. La energía con que predicaba la palabra de Dios encendía los corazones de sus oyentes; cada una de sus palabras estaba dictada por un ardiente amor. Durante los años que, pasó en París, compuso una de sus obras más conocidas, el "Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo", que constituye una verdadera suma de teología escolástica. El Papa Sixto IV, refiriéndose a esa obra, dijo que "la manera como se expresa sobre la teología, indica que el Espíritu Santo hablaba por su boca."
Víctima de ataquesLos violentos ataques de algunos de los profesores de la Universidad de París contra los franciscanos perturbaron la paz de los años que Buenaventura pasó en esa ciudad. Tales ataques se debían, en gran parte, a 1a envidia que provocaban los éxitos pastorales y académicos de los hijos de San Francisco ya que la santa vida de los frailes resultaba un reproche constante a la mundana existencia de otros profesores. El líder de los que se oponían a los franciscanos era Guillermo de Saint Amour, quien atacó violentamente a San Buenaventura en una obra titulada "Los peligros de los últimos tiempos".
‘Éste tuvo que suspender sus clases durante algún tiempo y contestó a los ataques con un tratado sobre la pobreza evangélica, con el título de "Sobre la pobreza de Cristo." El Papa Alejandro IV nombró a una comisión de cardenales para que examinasen el asunto en Anagni, con el resultado de que fue quemado públicamente el libro de Guillermo de Saint Amour, fueron devueltas sus cátedras a los hijos de San Francisco y fue ordenado el silencio a sus enemigos. Un año más tarde, en 1257, San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino recibieron juntos el título de doctores.
Sus escritos y anhelo de la perfección cristianaSan Buenaventura escribió un tratado "Sobre la vida de perfección", destinado a la Beata Isabel, hermana de San Luis de Francia y a las Clarisas Pobres del convento de Longchamps. Otras de sus principales obras místicas son el "Soliloquio" y el tratado "Sobre el triple camino". Es conmovedor el amor que respira cada una de las palabras de San Buenaventura.
Gerson, el erudito y devoto canciller de la Universidad de París, escribe a propósito de sus obras: "A mi modo de ver, entre todos los doctores católicos, Eustaquio (porque así podemos traducir el nombre de Buenaventura) es el que más ilustra la inteligencia y enciende al mismo tiempo el corazón. En particular, el Breviloquium Itinerarium mentis in Deum están compuestos con tanto arte, fuerza y concisión, que ningún otro escrito puede aventajarlos." Y en otro libro, comenta: "Me parece que las obras de Buenaventura son las más aptas para la instrucción de los fieles, por su solidez, ortodoxia y espíritu de devoción. Buenaventura se guarda cuanto puede de los vanos adornos y no trata de cuestiones de lógica o física ajenas a la materia. No existe doctrina más sublime, más divina y más religiosa que la suya." Estas palabras se aplican sobre todo, a los tratados espirituales que reproducen sus meditaciones frecuentes sobre las delicias del cielo y sus esfuerzos por despertar en los cristianos el mismo deseo de la gloria que a él le animaba.
Como dice en un escrito, "Dios, todos los espíritus gloriosos y toda la familia del Rey Celestial nos esperan y desean que vayamos a reunirnos con ellos. ¡Es imposible que no se anhele ser admitido en tan dulce compañía! Pero quien en este valle de lágrimas no haya tratado de vivir con el deseo del cielo, elevándose constantemente sobre las cosas visibles, tendrá vergüenza al comparecer a la presencia de la corte celestial." Según el santo, la perfección cristiana, más que en el heroísmo de la vida religiosa, consiste en hacer bien las acciones más ordinarias.
He aquí sus propias palabras: "La perfección del cristiano consiste en hacer perfectamente las cosas ordinarias. La fidelidad en las cosas pequeñas es una virtud heroica". En efecto, tal fidelidad constituye una constante crucifixión del amor propio, un sacrificio total de la libertad, del tiempo y de los afectos y, por ello mismo, establece el reino de la gracia en el alma. El mejor ejemplo que puede darse de la estima en que San Buenaventura tenía la fidelidad en las cosas pequeñas, es la anécdota que se cuenta de él y del Beato Gil de Asís (23 de abril).
Es elegido superior general de los FranciscanosEn 1257, Buenaventura fue elegido superior general de los Frailes Menores. No había cumplido aún los treinta y seis años y la orden estaba desgarrada por la división entre los que predicaban una severidad inflexible y los que pedían que se mitigase la regla original; naturalmente, entre esos dos extremos, se situaban todas las otras interpretaciones. Los más rigoristas, a los que se conocía con el nombre de "los espirituales", habían caído en el error y en la desobediencia, con lo cual habían dado armas a los enemigos de la orden en la Universidad de París. El joven superior general escribió una carta a todos los provinciales para exigirles la perfecta observancia de la regla y la reforma de los relajados, pero sin caer en los excesos de los espirituales.
El primero de los cinco capítulos generales que presidió San Buenaventura, se reunió en Narbona en 1260. Ahí presentó una serie de declaraciones de las reglas que fueron adoptadas y ejercieron gran influencia sobre la vida de la orden, pero no lograron aplacar a los rigoristas. A instancias de los miembros del capítulo, San Buenaventura empezó a escribir la vida de San Francisco de Asís.
La manera en que llevó a cabo esa tarea, demuestra que estaba empapado de las virtudes del santo sobre el cual escribía. Santo Tomás de Aquino, que fue a visitar un día a Buenaventura cuando éste se ocupaba de escribir la biografía del "Pobrecillo de Asís," le encontró en su celda sumido en la contemplación. En vez de interrumpirle, Santo Tomás se retiró, diciendo: "Dejemos a un santo trabajar por otro santo". La vida escrita por San Buenaventura, titulada "La Leyenda Mayor", es una obra de gran importancia acerca de la vida de San Francisco, aunque el autor manifiesta en ella cierta tendencia a forzar la verdad histórica para emplearla como testimonio contra los que pedían la mitigación de la regla.
Lo nombran cardenalSan Buenaventura gobernó la orden de San Francisco durante diecisiete años y se le llama, con razón, el segundo fundador. En 1265,  a la muerte de Godofredo de Ludham, el Papa Clemente IV trató de nombrar a San Buenaventura arzobispo de York, pero el santo consiguió disuadirle de ello. Sin embargo, al año siguiente, el Beato Gregorio X le nombró cardenal obispo de Albano, le ordenó aceptar el cargo por obediencia y le llamó inmediatamente a Roma.  Los legados pontificios le esperaban con el capelo y las otras insignias de su dignidad; según se cuenta, fueron a su encuentro hasta cerca de Florencia y le hallaron en el convento franciscano de Mugello, lavando los platos. Como Buenaventura tenía las manos sucias, rogó a los legados que colgasen el capelo en la rama de un árbol y que se paseasen un poco por el huerto hasta que terminase su tarea. Sólo entonces San Buenaventura tomó el capelo y fue a presentar a los legados los honores debidos.
Gregorio X encomendó a San Buenaventura la preparación de los temas que se iban a tratar en el Concilio ecuménico de Lyon, acerca de la unión con los griegos ortodoxos, pues el emperador Miguel Paleólogo había propuesto la unión a Clemente IV. Los más distinguidos teólogos de la Iglesia asistieron a dicho Concilio. Como se sabe, Santo Tomás de Aquino murió cuando se dirigía a él. San Buenaventura fue, sin duda, el personaje más notable de la asamblea. Llegó a Lyon con el Papa, varios meses antes de la apertura del Concilio. Entre la segunda y la tercera sesión reunió el capítulo general de su orden y renunció al cargo de superior general. Cuando llegaron los delegados griegos, el santo inició las conversaciones con ellos y la unión con Roma se llevó a cabo. En acción de gracias, el Papa cantó la misa el día de la fiesta de San Pedro y San Pablo. La epístola, el evangelio y, el credo, se cantaron en latín y en griego y San Buenaventura predicó en la ceremonia.
Muere el Doctor SeráficoEl Seráfico Doctor murió durante las celebraciones, la noche del 14 al 15 de julio. Ello le ahorró la pena de ver a Constantinopla rechazar la unión por la que tanto había trabajado. Pedro de Tarantaise, el dominico que ciñó más tarde la tiara pontificia con el nombre de Inocencio V, predicó el panegírico de San Buenaventura y dijo en él: "Cuantos conocieron a Buenaventura le respetaron y le amaron. Bastaba simplemente con oírle predicar para sentirse movido a tomarle por consejero, porque era un hombre afable, cortés, humilde, cariñoso, compasivo, prudente, casto y adornado de todas las virtudes."
La autoridad al servicioSe cuenta que, como superior general, fue un día a visitar el convento Foligno. Cierto frailecillo tenía muchas ganas de hablar con él, pero era demasiado humilde y tímido para atreverse. Pero, en cuanto partió San Buenaventura, el frailecillo cayó en la cuenta de la oportunidad que había perdido y echó correr tras él y le rogó que le escuchase un instante. El santo accedió inmediatamente y tuvo una larga conversación con él, a la vera del camino.
Cuando el frailecillo partió de vuelta al convento, lleno de consuelo, San Buenaventura observó ciertas muestras de impaciencia entre los miembros de su comitiva y les dijo sonriendo: "Hermanos míos, perdonadme, pero tenía que cumplir con mi deber, porque soy a la vez superior y siervo y ese frailecillo es, a la vez, mi hermano y mi amo. La regla nos dice: ‘Los superiores deben recibir a los hermanos con caridad y bondad y portarse con ellos como si fuesen sus siervos, porque los superiores, son, en verdad, los siervos de todos los hermanos’. Así pues, como superior y siervo, estaba yo obligado a ponerme a la disposición de ese frailecillo, que es mi amo, y a tratar de ayudarle lo mejor posible en sus necesidades".
Tal era el espíritu con que el santo gobernaba su orden. Cuando se le había confiado el cargo de superior general, pronunció estas palabras: "Conozco perfectamente mi incapacidad, pero también sé cuán duro es dar coces contra el aguijón. Así pues, a pesar de mi poca inteligencia, de mi falta de experiencia en los negocios y de la repugnancia que siento por el cargo, no quiero seguir opuesto al deseo de mi familia religiosa y a la orden del Sumo Pontífice, porque temo oponerme con ello a la voluntad de Dios. Por consiguiente, tomaré sobre mis débiles hombros esa carga pesada, demasiado pesada para mí. Confío en que el cielo me ayudará y cuento con la ayuda que todos vosotros podéis prestarme". Estas dos citas revelan la sencillez, la humildad y la caridad que caracterizaban a San Buenaventura. Y, aunque no hubiese pertenecido a la orden seráfica, habría merecido el título de "Doctor Seráfico" por las virtudes angélicas que realzaban su saber. Fue canonizado en 1482 y declarado Doctor de la Iglesia en 1588.

jueves, 13 de julio de 2017

Viernes semana 14 de tiempo ordinario; año impar

Viernes de la semana 14 de tiempo ordinario; año impar

Jesús es signo de contradicción, y nos manda el Espíritu Santo y su perdón, que nos da la libertad completa
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre»” (Mateo 10,16-23)
1. Jesús nos avisa de la lucha del discípulo contra el mal: "Os envío como ovejas en medio de lobos". El discípulo es pobre y está inerme; sólo es rico en fe en la validez de su anuncio. Somos vulnerables a los poderes del mundo. Pero con la fe somos fuertes. Simples y prudentes, son las palabras de Cristo. La simplicidad, o sencillez,  es lealtad, transparencia, confianza en la verdad y, por tanto, rechazo de cualquier subterfugio y de todo medio de violencia, la prudencia es la capacidad (y la humildad) de valorar las situaciones concretas. Pero se trata siempre, por supuesto, de la prudencia de Cristo, no de la prudencia del mundo, basada en cálculos cínicos, diplomacia y compromisos, siempre en busca de una salvación propia (Bruno Maggioni).
El Reino de Dios se revela en la debilidad de Jesús y de sus mensajeros. San Pablo dirá también que "la fortaleza de Dios encuentra su cumplimiento en la debilidad" (2 Cor 12,9). Toda la historia de la Iglesia confirma esta verdad. Son los pequeños y los humildes los que han hecho las mayores obras. Bernardita Soubirous era la más débil en Lourdes cuando Dios la escogió para que transmitiera el mensaje de la Virgen.
-“Sed cautos como serpientes e ingenuos como palomas”. Jesús, tomas tus comparaciones del mundo animal. Anuncias la persecución a tus apóstoles, pero les pides que no se expongan inoportunamente: nos pides que seamos "cautos", es decir inteligentes, hábiles, finos, como serpientes... y también que hemos de conservar la "ingenuidad", es decir la "candidez", la simplicidad, sin disimulo, sin segunda intención, como palomas... Es preciso que se perciba que los mensajeros del evangelio sólo se ocupan de Dios y no buscan su propio provecho.
-“Os llevarán a los tribunales... os conducirán ante gobernadores y reyes por mi causa, así daréis testimonio ante ellos”. Jesús, no escondes la verdad a tus apóstoles: el evangelio provoca, a veces, la oposición y la persecución. Esto no te espanta. Nos pides que nos mantengamos valientes, como tú, pues tú mismo fuiste acusado ante el tribunal de Pilato.
-“No os preocupéis por lo que vais a decir; será el Espíritu de vuestro Padre quien hable por medio de vosotros”. Dios, que "habita en nuestros corazones", que habita "en mí"... Ayúdanos, Señor, a escucharte y a ser dóciles.
A veces las dificultades surgen en el ambiente social, profesional, familiar. San  Ambrosio, hablando sobre los padres que no querían que sus hijos se entregaban a Dios, decía: “Y porque sé de no pocas jóvenes que, deseosas de consagrar a Dios su virginidad, no lo consiguieron por estorbárselo sus madres (...), a tales madres dirijo ahora mi discurso y pregunto: ¿no son libres vuestras hijas para amar a los hombres y elegir marido entre ellos, amparándolas la ley en su derecho aun contra vuestra voluntad? Y las que pueden libremente desposarse con un hombre, ¿no han de ser libres para desposarse con Dios?”
-“Todos os odiarán por causa mía; pero quien resista hasta el final, se salvará”. La oposición y la persecución vienen, a veces, de la propia familia: "un hermano entregará a su hermano y un padre a su hijo..." El odio puede nacer en todas partes. Jesús, nos sugieres una sola solución: ¡"aguantar"!, ¡permanecer fieles! Conservar la firmeza y el valor, contra toda decepción, contra toda oposición y contra todo fracaso. Lo que cuenta es la salvación eterna, "salvarse"... y saber que Jesús está con nosotros.
-“Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre”. Jesús, nos promete que "vienes", que te veremos, que viviremos contigo. “No te prometo que serás dichosa en este mundo sino en el otro”, decía santa María a Santa Bernardita (Noel Quesson).
Ya cuando se redactan los Evangelios, Santiago y Esteban han sido mártires, así como Pedro y Pablo. La salvación está en ti, Señor, y te pido el modo de comunicarla a los demás. Con prudencia y, al mismo tiempo, con sencillez. Ayudados por el Espíritu de Dios. Tenemos trabajo hasta el fin del mundo, hasta la vuelta del Señor (J. Aldazábal).
Y «el que persevere hasta el final, se salvará». Decía S. Josemaría: «¡Acabar!, ¡acabar! -Hijo, «qui perseveraverit usque in finem, hic salvus erit» -se salvará el que persevere hasta el fin.
”-Y los hijos de Dios disponemos de los medios, ¡tú también!: cubriremos aguas, porque todo lo podemos en Aquél que nos conforta.
”-Con el Señor no hay imposibles: se superan siempre» (Forja 656).
2. José perdonó a sus hermanos e invitó a que su padre Jacob se instalara en Egipto con toda su familia. –“Partió Jacob a Egipto con todo lo que poseía. Cuando llegó a Berseba ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac”. Las etapas de nuestras vidas, ¿están llenas de Dios como la de los patriarcas?
-“Dijo Dios a Jacob en visión nocturna: "¡Jacob! ¡Jacob!" Respondió: «¡Heme aquí!»” Oírse llamado por su nombre. Contestar manifestando nuestra disponibilidad. Es el resumen exacto de la fe, que es respuesta a una llamada, Dios tiene la iniciativa, pero ¿sabemos responderle o hacemos oídos sordos? Gracia y Libertad. Don de Dios aceptado o rechazado. HOY todavía me llama Dios por mi nombre. "Cada instante me aporta una llamada de Dios. ¿Cómo corresponderé a ella?"
-"No temas bajar a Egipto, porque allí te haré una gran nación. Yo bajaré contigo a Egipto, Yo mismo te subiré también y José te cerrará los ojos." La confianza en Dios, dejarnos llevar como un niño que baja por un tobogán, sin ofrecer resistencia, confiando en el porvenir: ¡esto es propiamente la esperanza! Señor, líbranos de la obsesión del miedo al futuro. «Bastará a cada día su trabajo», dirá Jesús. Hay que vivir al día. El porvenir está en manos del Padre. «Estoy contigo», decía el Señor a Jacob. ¿Creo yo profundamente que Dios está conmigo? Porque ahí está todo…
-“Y Jacob marchó a Egipto con toda su familia”. Sabemos que nada terreno es para siempre y que vendrá servidumbre (Éxodo 2,23-24), y Dios enviará a Moisés, de manera que todos los anteriores son como preludio del Profeta, y éste de Cristo.
-“José salió al encuentro de su padre y viéndole se echó a su cuello, le abrazó y lloró largamente”. Es la aventura de tantos hombres reconciliados con su Padre, los hijos y padres pródigos. Dios tiene la iniciativa, pero ¿sabemos responderle? Cada instante nos aporta una llamada de Dios. Casi siempre hacemos oídos sordos. Señor, enséñanos a vivir el presente. El porvenir está en tus manos (Noel Quesson).
3. El salmo nos invita, una vez más, a hacer el bien y a tener confianza en Dios, que nos sigue en todos nuestros «viajes» con cercanía de padre: «Confía en el Señor y haz el bien... el Señor vela por los días de los buenos... apártate del mal y haz el bien, porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles... el Señor es quien salva a los justos, los protege y los libra». Vivir con rectitud además de prosperidad es tener al Señor, que socorre en las circunstancias más adversas a quienes buscan refugio en Él. “Confiemos, hermanos y hermanas: sostenemos el combate del Dios vivo y lo ejercitamos en esta vida presente, con miras a obtener la corona en la vida futura. Ningún justo consigue enseguida la paga de sus esfuerzos, sino que tiene que esperarla pacientemente. Si Dios premiase enseguida a los justos, la piedad se convertiría en un negocio; daríamos la impresión de que queremos ser justos por amor al lucro y no por amor a la piedad. Por esto, los juicios divinos a veces nos hacen dudar y entorpecen nuestro espíritu, porque no vemos aún las cosas con claridad” (Homilía anónima del s. II). José va a Egipto, Jesús irá a Egipto, y a cada uno de nosotros que va por el camino de la vida acompañado por la mirada amorosa de Dios; en el abrazo de Jacob y José vemos el encuentro que tenemos con Dios Padre que nos busca (que Jesús nos presenta en la parábola del hijo pródigo).
Llucià Pou Sabaté
San Camilo de Lelis, presbítero

SANTA CATHERINE o KATERI TEKAKWITHA
Catherine o Kateri Tekakwitha nació en 1656 en Ossernenon, actual Auriesville (Estados Unidos). Era hija de un jefe de tribu Mohawk y una india algonquín católica que había sido bautizada y educada por misioneros franceses. A los cuatro años perdió a su familia a causa de una epidemia de viruela, y ella misma quedó desfigurada y con la vista muy disminuida a causa de la enfermedad. Fue adoptada por un pariente, jefe de una tribu vecina. Creciendo se interesó por el cristianismo, y a los 20 años fue bautizada por un misionero francés.
Los miembros de su tribu no comprendieron su nueva filiación religiosa, por lo que fue marginada. Se mortificaba como camino de santidad, y rezaba por la conversión de sus parientes y de los miembros de su tribu. Sufrió persecuciones que amenazaron su vida, por lo que tuvo que huir para establecerse en una comunidad de nativos cristianos en Kahnawake, Quebec (Canadá), donde vivió dedicada a la oración, la penitencia y el cuidado de enfermos y ancianos. También hizo voto de castidad. Murió en 1680, a la edad de 24 años. Sus últimas palabras fueron: "Jesús, te quiero". La tradición dice que las cicatrices de Catherine se desvanecieron después de su muerte, revelando una mujer de gran belleza; y que numerosos enfermos que asistieron a su funeral sanaron.
El proceso de canonización comenzó en 1884. Fue declarada venerable por el Papa Pío XII en 1943, y beatificada por el beato Juan Pablo II en 1980. Como primera india norteamericana beatificada, ocupa un lugar especial en la devoción de los pueblos nativos de América del Norte. Su fiesta se celebra el 14 de julio.
Milagro oficial. No sucedió en un lugar remoto, en circunstancias confusas, ni hace cientos de años... pasó en 2006, en Estados Unidos, en el país mejor comunicado del mundo, en el Hospital Infantil de Seattle y la cámara hiperbárica del centro médico Virginia Mason, bajo la supervisión de un equipo pediatra e interdisciplinar.
Su protagonista, Jake Finkbonner, tenía cinco años y estuvo a punto de morir, pero milagrosamente vive... y si no pasa nada extraño vivirá muchos años, y contará su testimonio bien adentrado el siglo XXI.
Jake tiene once años y ha colocado las fotos de su rostro deformado por la enfermedad en su web www.jakefinkbonner.com . Todo a la vista.
Y habla en televisiones y se deja entrevistar, como aquí, en KomoNews.com (KomoTV). http://www.seattlepi.com/local/komo/article/Vatican-calls-Whatcom-boy-s-survival-a-miracle-2414150.php#ixzz1h6dvq5ru .
Así, Kateri (Catalina) Tekakwitha, una india insignificante, de cara desfigurada por la viruela y despreciada por su pueblo en el siglo XVI, que murió joven, se convierte en la primera india de América del Norte santa, una de las pocas laicas santas de Estados Unidos, un país que pedirá que se cuente una y otra vez el milagro.
Por muy anticatólico que sea Hollywood, la asombrosa relación entre Kateri y Jake (que es indio lummi por rama paterna) y el drama de la enfermedad invencible y asombrosamente vencida, da para más de una película. Como ha insistido siempre el cristianismo, el sufrimiento esperanzado de aquella (Kateri) trae la liberación luminosa de éste (Jake). Kateri gana batallas después de muerta, porque los santos viven con Dios. De hecho, Jake dice que lo vio, a Dios, durante su enfermedad.
El milagro sucedió en 2006 y hace tiempo que se conocía, pero solo este lunes 19 de diciembre de 2011 el vicepostulador de la causa de Kateri Tekakwitha confirmó que éste es el milagro aceptado en la Congregación de la Causa de los Santos para canonizar a la joven india. Los expertos médicos del proceso de canonización y los que atendieron a Jake, según parece probado, no saben por qué se curó el niño.
Todo empezó cuando Jake tenía cinco años y, jugando al baloncesto en su ciudad de Sandy Point, se cayó al suelo y se hizo una herida en la boca. Por esa herida entró la bacteria Fasciitis necrocitante, también llamada Strep A, y, de forma más popular, la "bacteria devoradora de carne". En realidad no come la carne pero genera toxinas que disuelven los tejidos a gran velocidad y a menudo la única forma de salvarse es cortar con rapidez el miembro infectado; así perdió su pierna en 1994 el antiguo primer ministro de Quebec, Lucien Bouchard, o quedó sin brazo en 2004 el Nobel de física Eric Allin Cornell.
La madre de Jake, Elsa Finkbonner, lo explica con claridad: "lo normal es que la gente adquiera esta enfermedad en una extremidad, y la solución más simple es amputar. Pero no podías hacer eso por Jake, porque la infección estaba en su cara".
Las fotos son terribles.Cada día los doctores del Hospital Infantil de Seattle cortaban más y más trozos de piel y tejidos, pero la enfermedad avanzaba. Cada día llevaban al niño a la cercana cámara hiperbárica del centro Virginia Mason: el oxígeno debía ayudar a ralentizar el proceso. Pero la enfermedad no se detenía. Se extendió por el cuello y por los hombros. Cada día los médicos pensaban que el niño iba a morir, pero seguían actuando contra toda esperanza.
Mientras tanto, Elsa y su marido Donny rezaban por su hijo. Donny es miembro de la nación india lummi, también llamada Lhaq´temish, (www.lummi-nsn.org), de los que quedan unos 5.000, y que son católicos en su mayoría desde que fueron evangelizados por los oblatos en el siglo XIX. Muchos viven en una pequeña península en la costa pacífica, cerca de la frontera de Canadá, y sus ancestros controlaban en esas costas e islas, un pueblo de mar y canoas.
Fueron los médicos los que recomendaron a los Finkbonner que llamaran a su sacerdote. El padre Tim Sauer atendía la parroquia de la reserva lummi y dos parroquias más. El padre Sauer llamó al capellán del hospital, conocido suyo, que le dijo "bien, padre, es muy posible que Jake ya no esté aquí mañana". Así entendió que Jake podía morir en cualquier momento.
El padre Sauer pensó en la beata Kateri Tekakwitha, hija de un indio mohawk y una india algonquina raptada, cuyo rostro había quedado marcado por la viruela en su infancia, y que dedicó toda su juventud a orar y cuidar enfermos. Se dice que cuando murió, las marcas de su rostro desaparecieron, y todos los enfermos que había estado cuidando se curaron milagrosamente en el día de su funeral. Kateri es patrona de los indios, así que Tim Sauer animó a los padres a rezar pidiendo su intercesión. Lo mismo hicieron en sus tres parroquias, incluyendo la de la nación lummi, y mucha otra gente alertada por los parroquianos.
Durante 18 días, los médicos cortaron piel y tejidos. Realizaron 20 operaciones quirúrgicas en esos días. Y la enfermedad remitió. Se detuvo la corrupción de tejidos y desapareció el peligro de muerte. Quedaron las cicatrices y el rostro deformado.
Todavía no circulan declaraciones públicas del equipo médico sobre lo que pasó, pero sí ha hablado el vicepostulador de la causa, Paul A. Lenz: "ellos [los médicos de Seattle y los de la comisión del Vaticano] no creen que su habilidad médica fuese la cura; cada noche pensaban que Jake iba a morir".
Los Finkbonner están encantados con los médicos. Consideran que su entrega y pasión ya son en sí mismas milagrosas y lo han declarado muchas veces. En su web, Jake escribe: "estoy agradecido a los médicos del Hospital Infantil de Seattle que salvaron mi vida". Y la familia anima a la gente a donar sangre, con fotos y todo. Su hijo a los 9 años ya había necesitado 100 unidades de sangre, por las 20 operaciones de 2006 y otras cinco que vendrían después. En 2011, ya son 29 operaciones.
La familia cumple lo que enseña la Biblia en Eclesiástico 38 (Sirácida): "Honra al médico por sus servicios, como corresponde, porque también a él lo ha creado el Señor. La curación procede del Altísimo (...). El Señor dio a los hombres la ciencia, para ser glorificado por sus maravillas. Con esos remedios el médico cura y quita el dolor, y el farmacéutico prepara sus ungüentos."
Pero los Finkbonner también están agradecidos a la santa y a Dios. "En mi corazón, todos nosotros, hemos visto siempre que la recuperación de Jake, su curación y supervivencia, fue realmente un milagro. Si hacen santa a la beata Kateri, será un honor formar parte del proceso", afirma Elsa, la madre, en The Bellingham Herald.
"En nuestro corazón, sabemos que lo de Jake es un milagro, lo hemos visto con nuestros propios ojos", dice el padre, Donny.
En la nación lummi, Henry Cage, antiguo presidente de la reserva y parroquiano de la Iglesia Católica de St. Joachim, afirma: "mucha gente está contenta hoy, es algo que todos estábamos esperando." Una causa de alegría para todos los indios de Estados Unidos y Canadá (Kateri Tekakwitha vivió en ambos países).
Un aspecto curioso de este milagro no es solo que el milagrado vive para contarlo, sino que además, a sus once años, tiene una experiencia mística que explicar a cualquier televisión o radio que le pregunte. Le sucedió durante los días en que se debatía entre la vida y la muerte. Dice que sintió su cuerpo muy ligero, y que entonces tuvo una visión. "Veía abajo el hospital, veía mi familia. Lo único que no veía era a mí mismo", explica.
También vio a parientes difuntos, como su tío y su bisabuela, y ángeles. Y el Cielo y a Dios. Dice que Dios se sentaba en una gran silla y que era muy alto. "No era del tamaño de una persona normal", afirma Jake. "Le di un abrazo a Dios. Le pregunté si podía estar en el Cielo, porque me gustaba de verdad estar allí. Y Él me dijo que no, porque mi familia me necesitaba en la tierra".
Elsa Finkbonner recuerda que ella estaba sentada junto a su hijo de cinco años, terriblemente deformado. "Recuerdo que él yacía allí, en su cama de hospital, en su habitación, y se sentó muy recto y dijo: me han alzado ["I´ve been raised", en inglés]. Y yo dije: ¿dónde? Y me dijo: al Cielo". Y le contó su visión.
Hoy Jake estudia en Bellingham, en la Assumption Catholic School, y le atrae ser cirujano plástico, pero también arquitecto. Su madre dice que "le emocionará ver al Papa, sería la guinda del pastel para él". Sigue jugando a baloncesto y le gustan los videojuegos.
Y tiene un consejo para los que sufren enfermedades que pueden ser mortales. "No os asustéis en absoluto. En cualquier caso, será algo bueno. Si vais al Cielo, estaréis en un lugar mejor. Si vivís, volveréis con vuestra familia", asegura con tranquilidad.
En el país con los medios de comunicación más potentes e influyentes del mundo, este mensaje puede llegar a millones de personas. Cuando se establezca la fecha de la canonización y las televisiones americanas se vuelquen en Roma, la familia Finkbonner tendrá mucho que decir a sus compatriotas.
SAN CAMILO DE LELIS, PRESBÍTERO
Nacido en una aldea del reino de Nápoles el 25 de mayo de 1550. Emprendió una vida de penitencia y fervor cuando tenía ya veinticinco años. En 1582 concibió la idea de fundar una Congregación para la asistencia de los enfermos, poniendo enseguida manos a la obra. Fue ordenado sacerdote en 1584. El Papa Sixto V aprobó la Congregación en 1586. Dejando establecidas 15 casas, creados 8 hospitales y contando la Congregación con más de 200 profesores, falleció el santo Fundador en Roma el 14 de julio de 1614. — Fiesta: 18 de julio. Misa propia.
San Camilo nació en un establo, porque así lo quiso su madre, animada de un profundo espíritu franciscano, que le sugirió dar a luz a su hijo en lugar semejante al que había servido a María para el nacimiento de Jesús. Mujer tan piadosa, ciertamente, como noble... Se acercaba ya a sus sesenta años, cuando concibió a Camilo, cuyos extraordinarios destinos le habían sido presagiados en un sueño, y se dispuso a educarlo cuidadosamente. No pudo completar su obra, porque murió cuando el muchacho contaba trece años. La instrucción humana de Camilo tuvo que ser bastante rudimentaria. Su padre era marqués —el Marqués de Lelis—, y anduvo siempre metido en guerra, como capitán que era al servicio del emperador Carlos V. No pudo ocuparse, pues, intensamente en la formación de su hijo.
Desgraciadamente, a pesar de los antiguos cuidados maternos, Camilo, con todo y llevar una conducta correcta en cuanto a la pureza, fue adquiriendo un vicio que le había de causar mucho daño: a los quince años era un gran jugador de cartas. A causa de su pasión por el juego, sufrirá importantes reprensiones y perderá alguna colocación. A los diecinueve años, declara a su padre que desea seguir la carrera de las armas. El capitán logra enrolarle en el ejército de Venecia, que entonces luchaba contra los turcos. Pero en vísperas del embarque del hijo, muere súbitamente. Suspende Camilo su decisión, llora completamente desorientado la desgracia, y cruza por su mente la idea de hacerse capuchino, debida seguramente a que un tío suyo era Guardián del convento de capuchinos de Aquila. Va a consultarle, y le dice él, categóricamente, después de prodigarle los consuelos: «No es éste tu camino: enrólate soldado». Sin embargo, Dios tenía decidida otra cosa: ni soldado ni capuchino. Se le abre una llaga en una pierna. Contratiempo de cuidado, que le dará mucho que hacer. Abandona todo otro plan y se dirige a Roma para ingresar en el hospital de Santiago, donde hábiles cirujanos curan su llaga, y donde se queda como enfermero. No sabe conservar la plaza, con la que se ganaba perfectamente el pan. El director del hospital le despide porque su incorregible apasionamiento de jugador le hace ser negligente con los enfermos. Se inscribe otra vez para las armas. Durante seis años se bate, primeramente al servicio de la república de Venecia, después bajo las banderas de España. Más de una vez se roza con la muerte. Pero nada le vuelve juicioso: juega, juega locamente. En 1575 lo encontramos mendigando, y poco después peón de albañil en Manfredonia, donde los capuchinos están construyendo un nuevo convento.
Un día, pudo observar que un fraile le estaba hablando quedamente, casi al oído... ¿Qué le diría?... A poco, arrodillóse en un momento dado en pleno campo y comenzó a exclamar: «Desgraciado de mí... ¿Por qué, Señor, no os he conocido antes? Perdonadme. ¡Ya nada más del mundo, nada más del mundo!». Se había dado cuenta, en una magnífica intuición, de lo vacía que había sido hasta entonces su vida. Y ahora sí se meterá a capuchino. Gustosamente le admitieron y fue por algún tiempo fraile ejemplar. Se le impuso el nombre de Fray Cristóbal, por su talla gigantesca, que recordaba la del antiguo Santo, que, según la tradición, transportó sobre sus hombros, de orilla a orilla del río, al Niño Jesús. Se le llamaba asimismo Fray Humilde, porque se sentía feliz en los oficios más bajos y con los tratos y penitencias de mayor dureza. Pero no duró mucho aquella felicidad. Se le abrió nuevamente la llaga, y tuvo que salir del convento, reingresando en el hospital romano de Santiago. En su nueva y larga estancia en el hospital descubrirá su sendero.
Los hospitales de aquella época, en su exterior, eran edificios muy presentables y a veces parecían verdaderos palacios. Pero en las salas de los enfermos se desconocía la higiene y la limpieza más elementales. Los médicos de la época sólo tenían horror al aire. El servicio estaba desatendido. La mayor parte de los enfermeros eran personas que estaban condenadas por la justicia, que cumplían sus penas emplazados en aquella pestilencia. ¡Imaginemos cómo estarían asistidos los enfermos, a base de un personal así reclutado! Con nuestro «buen gigante» todo cambió. Recibido con los brazos abiertos, después de su «conversión» ejerció de enfermero, como en el antiguo período, a la vez que medicaba su dolencia; y dio muestras de una diligencia y unos sentimientos tan fraternales para con los enfermos, que muy pronto fue nombrado administrador y director del establecimiento. Aprovechó enseguida sus poderes para desterrar las más lamentables rutinas; cada enfermo tuvo su cama, con ropa limpia; mejoró mucho la alimentación; los medicamentos se dieron con rigurosa puntualidad; y, sobre todo, el nuevo «director», con su gran corazón, asistía personalmente a los dolientes, compadecíales en sus padecimientos, consolaba a los moribundos y les preparaba para su hora postrera, excitando al mismo tiempo el celo de todos, sacerdotes y seglares, en favor de los que sufrían.
Una noche le ocurrió un pensamiento (era en agosto de 1582): «¿Y si reuniera yo a unos hombres de corazón en una especie de Congregación religiosa, para que cuidasen a los enfermos, no como mercenarios sino por el amor de Dios?». Sin tardanza comunicó la idea a cinco buenos amigos, los cuales la aceptaron con entusiasmo. Inmediatamente transformó una estancia del hospital en capilla. La presidía un gran Crucifijo. Pero los altos dirigentes del Hospital (como si dijéramos la Junta rectora) no vieron con buenos ojos el plan y el dinamismo del Santo, prohibieron las reuniones de los congregados y desvalijaron la capilla, sin oponerse a que Camilo se llevase el Crucifijo a su aposento, como lo hizo, con el corazón transido de pena. Rezando ante el mismo, vio un día que el Cristo se animaba y le tendía los brazos, diciéndole: «Prosigue tu obra, que es mía». Definitivamente animado, se dispuso a marchar adelante.
Comprendió, empero, que para realizar sus deseos, le faltaban dos condiciones: el prestigio y la independencia. El prestigio, creyó que debía ser el del sacerdocio. Y por esto emprendió el estudio de la Teología, que enseñaba a la sazón en el Colegio Romano el célebre doctor Roberto Belarmino. A los dos años celebraba su primera Misa. La independencia la adquirió abandonando el hospital y alquilando una casa modestísima para sí y sus compañeros. De ella salían para prestar servicios en el hospital del Santo Espíritu, cuyas vastas salas acogían a más de mil enfermos.
Aprobaba el Papa dos años más tarde la Congregación, y poco después autorizaba a sus miembros a ostentar una cruz roja en la sotana y el manto. He ahí nacida la gran familia de los «Camilos», hermana de la de los «Hospitalarios», fundada en España por San Juan de Dios. No faltaron a los nuevos cruzados de la caridad, magníficos campos de batalla. A poco, la epidemia que invadió el barrio de las Termas; al año siguiente, el tifus, que hizo en Roma muchos millares de víctimas. Ante tales azotes, Camilo y los suyos se multiplicaron. En todas partes donde había apestados, hambre, miseria, se presentaba el admirable Fundador; y movidos por su ejemplo e iluminados por sus ardientes y prácticas instrucciones, todos los religiosos de su mando se convirtieron en enfermeros atentos, hábiles, paternales. El secreto que les enseñó para lograrlo, fue considerar y ver a Jesucristo en cada enfermo.
En 1588 Camilo abrió una segunda Casa en Nápoles. Y después de 1595, la Congregación —ya Orden— se estableció en Milán, Génova, Bolonia, Florencia y otras ocho poblaciones de la península italiana. El Fundador se trasladaba de una a otra, incesantemente, al galope de su caballo o navegando en pésimas embarcaciones.
Sufrió varios accidentes y pasó graves peligros. Repetidamente, su oración calmó tormentas amenazadoras de naufragio. Impulsivo, apasionado siempre, devorado de una audacia heroica, decía: «Quisiera tener un corazón tan grande como el mundo».
Pero un día tuvo que rendirse. Era en 1607. Fatigado y sin ánimos, suplicó al Papa Paulo V le relevara de su cargo de Prefecto General. Aceptó, no obstante, acompañar a su sucesor en una última visita a todas las Casas de la Orden. Así lo realizó a causa de sus diversas dolencias, que le hacían penosos los viajes —la consabida llaga, los forúnculos en la planta de los pies, espasmos estomacales, etc.—, y que él llamaba «las misericordias del Buen Dios». Regresó a la Ciudad Eterna para no levantarse ya de su lecho. Sus últimos seis meses fueron una fervorosa y dolorosa preparación al traspaso.
La Orden cuenta hoy con 1770 miembros, entre profesos, novicios y aspirantes, repartidos por toda Europa, América del Sur, China, etc., y cuida unos siete mil enfermos en 145 hospitales.

Meditación para cada día

---------- Mensaje reenviado ----------
De: "Almudi.org - Información en abierto sobre la Iglesia y el mundo actual. Cuestiones de pensamiento, filosóficas y teológicas" <suscripciones@almudi.org>
Fecha: 12 jul. 2017 11:51 a. m.
Asunto: Almudi.org > Meditación para cada día
Para: "[name]" <ervilches@gmail.com>
Cc:

Jueves de la semana 14 de tiempo ordinario; año impar


Dios está junto a nosotros, en nuestro trabajo, en nuestro corazón, y nos pide que seamos misioneros de su reino de paz, amor y misericordia.

"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo»" (Mateo 10,7-15).

1. El estilo misionero tiene entre sus características la pobreza. Tus discípulos, Jesús, se ponen a disposición gratuitamente (su fe, su tiempo, su amistad), dan gratis lo que gratuitamente han recibido. Es lo que nos has enseñado, Señor: todo lo que hay en nosotros es don; por eso hemos de darlo y darnos. Y nos enseñas a contentarnos con lo estrictamente necesario. Y la tarea que nos das no es imponer la verdad sino una propuesta clara y convincente porque va atestiguada con nuestras vidas, y luego dejarla a la libertad del hombre (Bruno Maggioni).

-"Jesús recomendaba a los doce apóstoles"... Jesús, abres la boca y hablas. Trato de imaginar algo del tono de tu voz... de la atención te prestan los apóstoles... Les dices lo que llevas en el corazón... tus recomendaciones...

-"Proclamad que el Reino de Dios está aquí." Se busca, a veces a Dios "demasiado lejos": ¡de hecho está "aquí"! cerca de nosotros, como insistía san Josemaría: "Es preciso convencerse de que Dios está junto a  nosotros de continuo. -Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado. 

"-Y está como un Padre amoroso -a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos-,  ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo... y perdonando.

"-!Cuántas veces hemos hecho desarrugar el ceño de nuestros padres diciéndoles, después de una travesura: ya no lo haré más! -Quizá aquel mismo día volvimos a caer de nuevo... Y nuestro padre, con fingida dureza en la voz, la cara seria, nos reprende..., a la  par que se enternece su corazón, conocedor  de nuestra flaqueza, pensando: pobre chico, qué esfuerzos hace para portarse bien!

"-Preciso es que nos empapemos, que nos saturemos de que Padre y muy Padre nuestro es el Señor que está junto a nosotros y en los cielos" (Camino).

Señor, ayúdanos a descubrir que estás próximo, junto a nosotros. Un Dios próximo, un Dios amoroso. No estoy nunca solo, incluso cuando me siento abandonado o solitario. Para poder proclamar a los demás la bondad, la proximidad de la presencia de Dios... primero hay que haber hecho la experiencia en sí mismo, personalmente. ¿Cómo podría decir a los demás: "el Reino de los cielos, la felicidad de los cielos esta aquí"... "Dios esta junto a ti"... si yo mismo no creyera en ello? ¡Ayúdanos, Señor, a creer que tu Reino ha comenzado!

«La Iglesia ha nacido con este fin: propagar el reino de Cristo en toda la tierra para gloria de Dios Padre, y hacer así a todos los hombres partícipes de la redención salvadora, y por medio de ellos ordenar realmente todo el universo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo místico, dirigida a este fin, recibe el nombre de apostolado, el cual la Iglesia lo ejerce por obra de todos sus miembros, aunque de diversas maneras» (Vaticano II.- A. A.-2).

Dices: "Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios." Resumes en estas cuatro frases todos los beneficios que los apóstoles deben aportar a sus hermanos, los hombres. Es lo que tú has hecho, Señor: curar, dar la vida, limpiar a pobres leprosos, liberar a los pecadores de sus pecados. El apóstol es el que distribuye beneficios... el que hace crecer a sus hermanos... el que les aporta luz, paz y alegría... Te pido, Señor, ser fiel a tus palabras: ¿Cuál será mi manera de ayudar, de servir, de curar?

-"De balde lo recibisteis, dadlo de balde. No os procuréis oro, plata ni moneda... ni alforja, ni dos túnicas, ni sandalias ni bastón... pues el bracero merece su sustento". Tu simplicidad de vida es difícil de entender, Señor. Veo que ahí está mi verdadero crecimiento. Cuanto más se tiene, más se quiere... no se está nunca contento. Por lo contrario, el que sabe reducir al mínimo sus necesidades, encuentra una alegría y una libertad mayores: se contenta con poco.

-"Al entrar en una casa, saludad. Si la casa se lo merece, la paz que le deseáis se pose sobre ella. Si no se lo merece, vuestra paz vuelva a vosotros. Si alguno no os recibe, salid de esta casa"... Me das instrucciones para mi apostolado, sin imponer… tú nos dejas libres. Ofrecer la paz. Ofrecer la alegría. Dar aliento. No hay que sorprenderse si uno no tiene éxito, si no es aceptado: hay que conservar la paz y el gozo interior. Nuestra buena tentativa ha sido para el Señor (Noel Quesson).

Jesús nos habla de misión y de confianza: «En las empresas de apostolado está bien -es un deber- que consideres tus medios terrenos (2+2=4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por fortuna, con otro sumando: Dios +2+2...» (J. Escrivá, Camino 471).

2. La historia de José llega a la escena culminante del reencuentro y la reconciliación con sus hermanos, una de las páginas más bellas de la Biblia, tanto en el aspecto literario como en el humano y religioso.

¿Viven todavía vuestros padres?» preguntó José. «Tenemos un padre anciano y un hermano pequeño, nacido en los días de su vejez; el hermano de éste murió, por lo tanto a su madre le queda sólo este hijo ¡y nuestro padre le ama!» -Dijo José: "Traédmelo, que puedan verlo mis ojos." Se trata de Benjamín, el pequeño y el último, el verdadero hermano de José, nacido de la misma madre: Raquel murió al dar a luz... esto explica el afecto muy particular de Jacob por esa mujer... y la ternura muy particular de José por "éste" que entre los restantes hijos de Jacob le recordaba las facciones de su propia madre. "¡Que puedan verlo mis ojos!" En medio de las rudezas de la época, contemplamos la maravilla del amor que ilumina todo lo que toca. "Dios es amor. El que ama, conoce a Dios", dirá san Juan. Y en todo verdadero amor humano ¿sabemos reconocer a Dios?

Como se acabó el trigo, tuvieron que hacer un segundo viaje, y tienen que llevar al pequeño. "Jacob dijo: «Sabéis que mi mujer sólo me dio dos hijos. Uno lo perdí y dije: "¡Fue despedazado como una presa!" y hasta el presente no lo he vuelto a ver. Si ahora apartáis a éste de mi lado y le sucede alguna desgracia, haríais bajar penosamente mi vejez a la mansión de los muertos." El amor paterno es una de esas maravillas que nos habla de Dios, como una verdadera participación en la paternidad de Dios «de quien toda paternidad toma nombre» (Ef 3, 15).

En este segundo viaje, José retiene a Benjamín. Cuando Judá le cuenta el disgusto del padre por la venta de José y pide que no le quiten ahora en su vejez al pequeño, José no puede ya contenerse más y, entre lágrimas, se da a conocer a sus hermanos: -"Entonces José no pudo contenerse, hizo salir a todo el mundo y cuando quedaron sólo los hermanos se dio a conocer a ellos y se echó a llorar a gritos". Vencido por la emoción, José deja que lo reconozcan.

¡Soy José, vuestro hermano!» Sin duda el niño José Roncalli había oído esa emotiva historia de reconciliación cuando asistía al catecismo en su pueblo. Adulto, debió de meditar esa página de perdón fraterno. El caso es que siendo ya el Papa Juan XXIII, al recibir en audiencia a un grupo de judíos, con los brazos abiertos les dijo: «Yo soy José, vuestro hermano.»

«Yo soy José, vuestro hermano, al que vendisteis a los egipcios». Y les perdona: «acercaos a mí». Y añade: -"Ahora bien no os pese más ni os enoje haberme vendido aquí: pues para salvar vuestras vidas me envió Dios delante de vosotros"... ¡Si por lo menos, Señor, todos los hermanos separados, todos los hombres en pugna por conflictos... llegasen a tener esa misma visión de una historia que progresa hacia el encuentro fraterno y el amor! Y que Tú diriges, ¡oh Padre! (Noel Quesson). Nos hablas de Jesús, entregado por los suyos a la cruz; mientras él pide perdón al Padre por a sus verdugos, muestra que la salvación de Dios también actúa a través del mal y del pecado de las personas. Nosotros tendríamos que aprender, sobre todo, a perdonar a los que nos han ofendido. Difícilmente nos harán un mal tan grande como el que los hermanos de José o los discípulos de Jesús les hicieron a ellos. Ellos perdonaron. ¿Yo sé perdonar? ¿Hubiéramos tenido nosotros, en su lugar, la grandeza de corazón que aquí muestra José?, ¿y Cristo en la cruz?, ¿facilitamos que se puedan rehabilitar las personas, dándoles un voto de confianza, a pesar de que hayan fallado una o más veces? Aunque nos cueste, ¿sabemos perdonar?

3. El salmo comenta y desarrolla esta misma idea: «Recordad las maravillas que hizo el Señor. Llamó al hambre sobre aquella tierra... por delante había enviado a José, vendido como esclavo». Los planes de Dios son admirables. El va llevando a cumplimiento su promesa mesiánica por caminos que nos sorprenden. Este salmo, que sigue al que alaba la obra creadora de Dios, ensalza la obra que el Señor realiza en su redención con Israel su pueblo, y si en el anterior se refleja la gloria de Dios eternamente, eternamente en éste se proclama la Alianza divina con el pueblo elegido: Dios, que domina toda la tierra, cuida de todas sus criaturas, dio la tierra de Canaán a su pueblo y llena de alegría a sus elegidos, y si bien muchos de ellos pecan no por ello deja de favorecerlos con su bondad. José prepara la ida a Egipto que será luego con la opresión una ocasión de la pascua profética del Mesías, al igual que la tierra prometida es profética del cielo, Jerusalén de la ciudad celestial e Israel de la Iglesia… A la luz de la providencia divina y del cumplimiento de la palabra del Señor vemos toda la historia del mundo y personal nuestra.

Llucià Pou Sabaté

San Enrique


Fue el único emperador canonizado. Nace en el año 972 en el castillo de Abaudia, sobre el río Danubio siendo hijo de Enrique, duque de Baviera y de Gisela, hija de Conrado, rey de Borgoña. Fue criado en un ambiente cristiano, su hermano Bruno era obispo, su hermana Brígida monja.

Se casó con Santa Cunegunda de Luxemburgo, que más tarde llegaría a ser Santa, con la que vivió como hermanos guardando perfecta castidad y tuvo como tutor a San Wolfgan, obispo. Al poco tiempo de morir Wolfgan lo soñó escribiendo en una pared la frase "después de 6". Enrique creyó que se trataba del momento de su muerte en 6 días y se prepara santamente, luego creyó que sería 6 meses y se siguió preparando y al cabo de 6 años fue elegido emperador. El daba gracias a Dios por tan magnífica preparación. Funda, dota y restaura los monasterios, ya que veía en ellos una fuerza viva, un foco de oración, de estudio y de actividad bienhechora. Consigue la conversión del esposo de su hermana Gisela, Esteban, el rey de Hungría, que sería San Esteban. Consultaba con Dios lo que había de disponer en el gobierno, oraba intensamente , era bondadoso con sus súbditos.

Era amado por su pueblo. Amante de la paz, se esfuerza por verla reinar en su imperio. Trabajó también  por la extensión del evangelio. Junto a esta vida agitada, llevaba cuando podía una vida recogida y piadosa como un monje.

De entre todas las iglesias, la que merecía su particular predilección era la catedral de Bamberga, que Él mismo había edificado, y en la que reposa junto con Santa Cunegunda. Junto a la estatua del famoso caballero, se encuentra un monumento en memoria de los "Santos Enrique y Cunegunda, que brillaron en medio de las tinieblas de su tiempo como dos lises de oro sobre el altar". Al final de su vida, Enrique, llamado con razón el Piadoso, se retira al monasterio de Vanne. El abad Ricardo le ordena volver al trono.

Pero poco después, el 13 de julio del año 1024, a los cincuenta y dos años, recibía la corona de la gloria en el castillo de Grona. Fue canonizado el 1146 por Eugenio III.


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miércoles, 12 de julio de 2017

Jueves semana 14 de tiempo ordinario; año impar

Jueves de la semana 14 de tiempo ordinario; año impar

Dios está junto a nosotros, en nuestro trabajo, en nuestro corazón, y nos pide que seamos misioneros de su reino de paz, amor y misericordia.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo»” (Mateo 10,7-15).
1. El estilo misionero tiene entre sus características la pobreza. Tus discípulos, Jesús, se ponen a disposición gratuitamente (su fe, su tiempo, su amistad), dan gratis lo que gratuitamente han recibido. Es lo que nos has enseñado, Señor: todo lo que hay en nosotros es don; por eso hemos de darlo y darnos. Y nos enseñas a contentarnos con lo estrictamente necesario. Y la tarea que nos das no es imponer la verdad sino una propuesta clara y convincente porque va atestiguada con nuestras vidas, y luego dejarla a la libertad del hombre (Bruno Maggioni).
-“Jesús recomendaba a los doce apóstoles”... Jesús, abres la boca y hablas. Trato de imaginar algo del tono de tu voz... de la atención te prestan los apóstoles... Les dices lo que llevas en el corazón... tus recomendaciones...
-"Proclamad que el Reino de Dios está aquí." Se busca, a veces a Dios "demasiado lejos": ¡de hecho está "aquí"! cerca de nosotros, como insistía san Josemaría: “Es preciso convencerse de que Dios está junto a  nosotros de continuo. -Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado. 
”-Y está como un Padre amoroso -a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos-,  ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo... y perdonando.
”-!Cuántas veces hemos hecho desarrugar el ceño de nuestros padres diciéndoles, después de una travesura: ya no lo haré más! -Quizá aquel mismo día volvimos a caer de nuevo... Y nuestro padre, con fingida dureza en la voz, la cara seria, nos reprende..., a la  par que se enternece su corazón, conocedor  de nuestra flaqueza, pensando: pobre chico, qué esfuerzos hace para portarse bien!
”-Preciso es que nos empapemos, que nos saturemos de que Padre y muy Padre nuestro es el Señor que está junto a nosotros y en los cielos” (Camino).
Señor, ayúdanos a descubrir que estás próximo, junto a nosotros. Un Dios próximo, un Dios amoroso. No estoy nunca solo, incluso cuando me siento abandonado o solitario. Para poder proclamar a los demás la bondad, la proximidad de la presencia de Dios... primero hay que haber hecho la experiencia en sí mismo, personalmente. ¿Cómo podría decir a los demás: "el Reino de los cielos, la felicidad de los cielos esta aquí"... "Dios esta junto a ti"... si yo mismo no creyera en ello? ¡Ayúdanos, Señor, a creer que tu Reino ha comenzado!
«La Iglesia ha nacido con este fin: propagar el reino de Cristo en toda la tierra para gloria de Dios Padre, y hacer así a todos los hombres partícipes de la redención salvadora, y por medio de ellos ordenar realmente todo el universo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo místico, dirigida a este fin, recibe el nombre de apostolado, el cual la Iglesia lo ejerce por obra de todos sus miembros, aunque de diversas maneras» (Vaticano II.- A. A.-2).
Dices: "Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios." Resumes en estas cuatro frases todos los beneficios que los apóstoles deben aportar a sus hermanos, los hombres. Es lo que tú has hecho, Señor: curar, dar la vida, limpiar a pobres leprosos, liberar a los pecadores de sus pecados. El apóstol es el que distribuye beneficios... el que hace crecer a sus hermanos... el que les aporta luz, paz y alegría... Te pido, Señor, ser fiel a tus palabras: ¿Cuál será mi manera de ayudar, de servir, de curar?
-“De balde lo recibisteis, dadlo de balde. No os procuréis oro, plata ni moneda... ni alforja, ni dos túnicas, ni sandalias ni bastón... pues el bracero merece su sustento”. Tu simplicidad de vida es difícil de entender, Señor. Veo que ahí está mi verdadero crecimiento. Cuanto más se tiene, más se quiere... no se está nunca contento. Por lo contrario, el que sabe reducir al mínimo sus necesidades, encuentra una alegría y una libertad mayores: se contenta con poco.
-“Al entrar en una casa, saludad. Si la casa se lo merece, la paz que le deseáis se pose sobre ella. Si no se lo merece, vuestra paz vuelva a vosotros. Si alguno no os recibe, salid de esta casa”... Me das instrucciones para mi apostolado, sin imponer… tú nos dejas libres. Ofrecer la paz. Ofrecer la alegría. Dar aliento. No hay que sorprenderse si uno no tiene éxito, si no es aceptado: hay que conservar la paz y el gozo interior. Nuestra buena tentativa ha sido para el Señor (Noel Quesson).
Jesús nos habla de misión y de confianza: «En las empresas de apostolado está bien -es un deber- que consideres tus medios terrenos (2+2=4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por fortuna, con otro sumando: Dios +2+2...» (J. Escrivá, Camino 471).
2. La historia de José llega a la escena culminante del reencuentro y la reconciliación con sus hermanos, una de las páginas más bellas de la Biblia, tanto en el aspecto literario como en el humano y religioso.
¿Viven todavía vuestros padres?» preguntó José. «Tenemos un padre anciano y un hermano pequeño, nacido en los días de su vejez; el hermano de éste murió, por lo tanto a su madre le queda sólo este hijo ¡y nuestro padre le ama!» -Dijo José: "Traédmelo, que puedan verlo mis ojos." Se trata de Benjamín, el pequeño y el último, el verdadero hermano de José, nacido de la misma madre: Raquel murió al dar a luz... esto explica el afecto muy particular de Jacob por esa mujer... y la ternura muy particular de José por "éste" que entre los restantes hijos de Jacob le recordaba las facciones de su propia madre. “¡Que puedan verlo mis ojos!” En medio de las rudezas de la época, contemplamos la maravilla del amor que ilumina todo lo que toca. “Dios es amor. El que ama, conoce a Dios”, dirá san Juan. Y en todo verdadero amor humano ¿sabemos reconocer a Dios?
Como se acabó el trigo, tuvieron que hacer un segundo viaje, y tienen que llevar al pequeño. “Jacob dijo: «Sabéis que mi mujer sólo me dio dos hijos. Uno lo perdí y dije: "¡Fue despedazado como una presa!" y hasta el presente no lo he vuelto a ver. Si ahora apartáis a éste de mi lado y le sucede alguna desgracia, haríais bajar penosamente mi vejez a la mansión de los muertos.” El amor paterno es una de esas maravillas que nos habla de Dios, como una verdadera participación en la paternidad de Dios «de quien toda paternidad toma nombre» (Ef 3, 15).
En este segundo viaje, José retiene a Benjamín. Cuando Judá le cuenta el disgusto del padre por la venta de José y pide que no le quiten ahora en su vejez al pequeño, José no puede ya contenerse más y, entre lágrimas, se da a conocer a sus hermanos: -“Entonces José no pudo contenerse, hizo salir a todo el mundo y cuando quedaron sólo los hermanos se dio a conocer a ellos y se echó a llorar a gritos”. Vencido por la emoción, José deja que lo reconozcan.
¡Soy José, vuestro hermano!» Sin duda el niño José Roncalli había oído esa emotiva historia de reconciliación cuando asistía al catecismo en su pueblo. Adulto, debió de meditar esa página de perdón fraterno. El caso es que siendo ya el Papa Juan XXIII, al recibir en audiencia a un grupo de judíos, con los brazos abiertos les dijo: «Yo soy José, vuestro hermano.»
«Yo soy José, vuestro hermano, al que vendisteis a los egipcios». Y les perdona: «acercaos a mí». Y añade: -“Ahora bien no os pese más ni os enoje haberme vendido aquí: pues para salvar vuestras vidas me envió Dios delante de vosotros”... ¡Si por lo menos, Señor, todos los hermanos separados, todos los hombres en pugna por conflictos... llegasen a tener esa misma visión de una historia que progresa hacia el encuentro fraterno y el amor! Y que Tú diriges, ¡oh Padre! (Noel Quesson). Nos hablas de Jesús, entregado por los suyos a la cruz; mientras él pide perdón al Padre por a sus verdugos, muestra que la salvación de Dios también actúa a través del mal y del pecado de las personas. Nosotros tendríamos que aprender, sobre todo, a perdonar a los que nos han ofendido. Difícilmente nos harán un mal tan grande como el que los hermanos de José o los discípulos de Jesús les hicieron a ellos. Ellos perdonaron. ¿Yo sé perdonar? ¿Hubiéramos tenido nosotros, en su lugar, la grandeza de corazón que aquí muestra José?, ¿y Cristo en la cruz?, ¿facilitamos que se puedan rehabilitar las personas, dándoles un voto de confianza, a pesar de que hayan fallado una o más veces? Aunque nos cueste, ¿sabemos perdonar?
3. El salmo comenta y desarrolla esta misma idea: «Recordad las maravillas que hizo el Señor. Llamó al hambre sobre aquella tierra... por delante había enviado a José, vendido como esclavo». Los planes de Dios son admirables. El va llevando a cumplimiento su promesa mesiánica por caminos que nos sorprenden. Este salmo, que sigue al que alaba la obra creadora de Dios, ensalza la obra que el Señor realiza en su redención con Israel su pueblo, y si en el anterior se refleja la gloria de Dios eternamente, eternamente en éste se proclama la Alianza divina con el pueblo elegido: Dios, que domina toda la tierra, cuida de todas sus criaturas, dio la tierra de Canaán a su pueblo y llena de alegría a sus elegidos, y si bien muchos de ellos pecan no por ello deja de favorecerlos con su bondad. José prepara la ida a Egipto que será luego con la opresión una ocasión de la pascua profética del Mesías, al igual que la tierra prometida es profética del cielo, Jerusalén de la ciudad celestial e Israel de la Iglesia… A la luz de la providencia divina y del cumplimiento de la palabra del Señor vemos toda la historia del mundo y personal nuestra.
Llucià Pou Sabaté
San Enrique

Fue el único emperador canonizado. Nace en el año 972 en el castillo de Abaudia, sobre el río Danubio siendo hijo de Enrique, duque de Baviera y de Gisela, hija de Conrado, rey de Borgoña. Fue criado en un ambiente cristiano, su hermano Bruno era obispo, su hermana Brígida monja.
Se casó con Santa Cunegunda de Luxemburgo, que más tarde llegaría a ser Santa, con la que vivió como hermanos guardando perfecta castidad y tuvo como tutor a San Wolfgan, obispo. Al poco tiempo de morir Wolfgan lo soñó escribiendo en una pared la frase "después de 6". Enrique creyó que se trataba del momento de su muerte en 6 días y se prepara santamente, luego creyó que sería 6 meses y se siguió preparando y al cabo de 6 años fue elegido emperador. El daba gracias a Dios por tan magnífica preparación. Funda, dota y restaura los monasterios, ya que veía en ellos una fuerza viva, un foco de oración, de estudio y de actividad bienhechora. Consigue la conversión del esposo de su hermana Gisela, Esteban, el rey de Hungría, que sería San Esteban. Consultaba con Dios lo que había de disponer en el gobierno, oraba intensamente , era bondadoso con sus súbditos.

Era amado por su pueblo. Amante de la paz, se esfuerza por verla reinar en su imperio. Trabajó también  por la extensión del evangelio. Junto a esta vida agitada, llevaba cuando podía una vida recogida y piadosa como un monje.

De entre todas las iglesias, la que merecía su particular predilección era la catedral de Bamberga, que Él mismo había edificado, y en la que reposa junto con Santa Cunegunda. Junto a la estatua del famoso caballero, se encuentra un monumento en memoria de los "Santos Enrique y Cunegunda, que brillaron en medio de las tinieblas de su tiempo como dos lises de oro sobre el altar". Al final de su vida, Enrique, llamado con razón el Piadoso, se retira al monasterio de Vanne. El abad Ricardo le ordena volver al trono.

Pero poco después, el 13 de julio del año 1024, a los cincuenta y dos años, recibía la corona de la gloria en el castillo de Grona. Fue canonizado el 1146 por Eugenio III.

martes, 11 de julio de 2017

Curso taller sobre desarrollo de la consciencia: Mañana miércoles 12 de junio 2017

Hola! 
   Te invitamos a la próxima sesión que tenemos mañana, sobre felicidad y niveles de consciencia. Saludos!
   Llucià

Descubre que es lo que realmente te impulsa, atrévete a saber mas de ti participando en este importante estudio

Hola!
   
Estamos realizando una investigación relacionada con eneatipos, características de personalidad y niveles de consciencia. Nos encantaría que participaras en esta investigación.  Toda la información se mantendrá en estricta confidencialidad y no será divulgada. Cualquier resultado o informe no identificará a los participantes por nombre o iniciales. Pero tú si tendrás tus resultados de eneagrama y test de personalidad.

   Esta investigación pertenece al desarrollo de un Trabajo Fin de Master (Master Universitario Oficial en Ciencia de Datos e Ingeniería de Computadores) dirigido y propuesto por María del Carmen Pegalajar (Dpto. Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial (UGR)) y que está siendo realizado por el alumno José Rubén Sánchez Iruela. Colaboran como asesores relacionados con el tema Celina Jiménez (Clínica ALTEA), Manuel Capel  (Dpto. Lenguajes y Sistemas (UGR))  y la Fundación para el Desarrollo de la Consciencia.






lunes, 10 de julio de 2017

La renovación (leyenda del águila)


Hola! 
   Mando un video sobre renovarse: https://www.youtube.com/watch?v=VWctX7VVrIg, es una historia que no tiene porqué ser real, puede ser una leyenda, pero me parece que tiene enseñanza. La leí hace tiempo y añado aquí algunas reflexiones que hice hace años. Saludos!
   Luciano

Resurgir de una crisis
Insoportables pesadumbres que se presentan en la vida y que debemos afrontar con mucha fe y sobre todo mucha esperanza, sin movernos, hasta que la tormenta haya pasado.



La vida es superación, búsqueda de un sentido, y el sufrimiento aunque a veces duele engrandece a quien lo padece, todo ello está reflejado en la famosa historia de un águila, ese animal tan longevo, majestuoso en su vuelo, de quien se creía que rejuvenecía cuando cambiaba su plumaje ("de modo que te rejuvenezcas como las águilas", dice el Salmo 103, 5 e Isaías. 40, 31): nuestra águila puede llegar a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40, debe tomar una seria y difícil decisión. Sus uñas están apretadas y flexibles y ya no consigue tomar las presas para alimentarse. Su pico largo y puntiagudo, ya muy largo, se curva demasiado hacia el pecho. Las alas, envejecidas y pesadas, y las plumas gruesas. ¡Volar se hace ya tan difícil!

Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentarse a un doloroso proceso de renovación que durará 150 días: consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, anidar cerca de un paredón. Allí el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancárselo. Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas. Cuando éstas comienzan a nacer, comenzará a desplumarse, y a esperar 5 meses, cuando sale para su vuelo de renovación... a vivir 30 años más.

En nuestras vidas, muchas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación; para continuar un vuelo de victoria, debemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causaron dolor. Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación siempre trae.

En la vida tenemos crisis, a nivel personal, familiar, profesional, social... llamamos crisis a la manifestación aguda de un trastorno físico o moral, cuando se crea una situación tensa y difícil en la vida y hay que resolver un problema, para volver a un equilibrio, una armonía vital... pero de las crisis no se sale siempre derrotado, sino que el resultado puede ser un vuelo con alas nuevas. Los golpes de la vida nos pueden hacer más fuertes, aunque pueden también hacernos caer en el escepticismo.

A algunos, les viene una tristeza vital, esa "insoportable pesadumbre del ser", que dicen ahora. Es una tristeza con preguntas negativas: "¿la vida es sólo esto?, ¿de verdad esto es todo?" Ante un shock que aturde, absolutizamos aspectos que no van (de la vida personal, del cónyuge, del trabajo). La mayoría de las veces aparecen ganas de cambiar de vida, moverse, y es muy fácil equivocarse, pues en esa situación no podemos ser objetivos, perdemos la visión de conjunto.

Son momentos de desnudez en los que se ha perdido pico y plumas, y hay que saber estarse quietos, de cara a Dios, esperando que pase la tormenta (exterior e interior) y vuelva a salir el sol, el pico y las alas, pues como dice la canción "no hay pena que cien años dure".

Me decía una persona: "Con frecuencia tengo angustias por un asunto u otro. A mí me gustaría tener más ligereza en este aspecto, no implicarme hasta este punto, pero no puedo evitarlo..." Pero precisamente allá encuentra el consuelo de Dios: "Por cada problema que tenemos, Nuestro Señor tiene muchas soluciones. Realmente miras la inmensidad del mar y te ves tan poca cosa..., que piensas que arriba hay alguien que ya sabrá encaminar el problema, más bien que yo. Creo que ha de pasar el tiempo. Necesito hablar con alguien que analice las cosas sin involucrarse, alguien que me permita dejarme expresar lo que siento, y así encontrarme mejor".

Un diálogo interior unido de trascender la pena en una apertura a los demás, en un buscar consuelo y sobre todo darlo, serán el mejor remedio para esos momentos de crisis, pues Dios siempre está ahí dispuesto a acogernos y escucharnos.

Así, ese proceso de renovación y limpieza nos preparará para una nueva etapa, a mirar hacia lo que queda de nuestra vida, para afrontar los problemas de cara, porque la fuerza no se obtiene de acostumbrarse a la derrota sino del proyecto que se forja en la inteligencia y en el corazón y del esfuerzo en la lucha para alcanzarlo, con ayuda de la Gracia de Dios.


jueves, 6 de julio de 2017

Viernes semana 13 de tiempo ordinario; año impar

Viernes de la semana 13 de tiempo ordinario; año impar

La llamada de Jesús en el camino de la vida nos hace descubrir el sentido pleno de nuestra existencia
«Cuando partía Jesús de allí, vio a un hombre sentado en el telonio, llamado Mateo, y le dijo: Sígueme. El se levantó y le siguió. Estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y se pusieron también a la mesa con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al ver esto, decían a sus discípulos: ¿Por qué vuestro maestro come con los publicanos y pecadores? Pero él, al oírlo, dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Id y aprended qué sentido tiene: Misericordia quiero y no sacrificio; pues no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores.» (Mateo 9, 9-13).
1. “-Salió Jesús de allí, vio al pasar a un hombre llamado "Mateo", sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme"”. Se trata de Leví, un hombre que el pueblo detesta: es recaudador de impuestos. Jesús no duda elegir a alguien cuya situación social es despreciada... La reputación de los "publicanos" era también y ante todo de que se enriquecían en gran parte, a cuenta de los pobres: ¡solían ser ricos! A los pescadores ya llamados en la orilla del lago Jesús añade ahora a un hombre, que no inspira demasiada confianza: ¡es algo raro el equipo que Jesús está constituyendo allí! La tradición atribuye a este Mateo la redacción de este evangelio.
Para poder oír también nosotros la voz del Señor, una costumbre muy buena es el examen de conciencia: «Avanzad siempre, hermanos míos. Examinaos cada día sinceramente, sin vanagloria, sin autocomplacencia, porque nadie hay dentro de ti que te obligue a sonrojarte o a jactarte. Examínate y no te contentes con lo que eres, si quieres llegar a lo que todavía no eres. Porque en cuanto te complaces en ti mismo, allí te detuviste. Si dices ¡basta!, estás perdido» (San Agustín).
Señor, ayúdame a ponerme cada noche unos minutos en tu presencia -dos o tres minutos- para repasar cómo he vivido el día, y así me harás dar cuenta de por dónde mejorar mi vida espiritual, para luchar al día siguiente con un propósito de mejora.
Jesús, se podría decir que Mateo «tenía la vida resuelta», cuando oyó tu voz, y te siguió. La llamada está en el designio de Dios desde siempre, pero se desvela en el tiempo, y te pido hoy, Señor, que me ayudes a responder con mi vida a tus gracias, a no poner pegas ni estar apegado a las cosas, sino decirte que sí, para poder ser plenamente feliz.
 “-El hombre se levantó y lo siguió”. Fue instantáneamente. Se comporta exactamente como Jesús había dicho, sin demora, dejándolo todo. ¡Es realmente un riesgo para un rico! Pero, para "seguir" a Jesús, siempre hay que correr algún riesgo. Si miro atentamente mi vida, podré descubrir en ella lo que más me retiene para seguir mejor a Cristo.
-Estando Jesús a la mesa en casa acudió un buen grupo de recaudadores y descreídos y se reclinaron con El y sus discípulos”. Al ver aquello preguntaron los fariseos a los discípulos: "¿Por qué come vuestro maestro con publicanos y pecadores?" Mateo ha festejado pues su vocación ofreciendo un banquete: al que, evidentemente, asisten también sus colegas, toda una pandilla de "sucios publicanos", y de "gentes-no-bien"... Se come, se bebe, se canta. ¡Qué escándalo!
-“Jesús lo oyó y dijo: "No necesitan médico los sanos, sino enfermos."” Jesús cita aquí un proverbio. Hay que contemplar detenidamente lo que esta frase nos revela de la persona y del corazón de Jesús... Todos somos pecadores. Ahora bien, ¡Jesús dice que para eso ha venido! No sólo no le repele el pecado, sino que se siente atraído por nuestras miserias.
¿Dios puede estar en ciertos ambientes malos o perversos? Dios se encuentra allí... para salvar, para curar. Todo el evangelio, cuando se trata de Dios, nos urge a que sepamos sobrepasar la noción de Justicia y a descubrir la Misericordia infinita de Dios por los pecadores.
 -"Misericordia quiero, no sacrificios". No he venido a llamar a los "Justos" sino a los "Pecadores".Las comidas de Jesús con los pecadores nos recuerdan que hoy también la Eucaristía se ofrece "en remisión de los pecados". La revalorización de los elementos penitenciales de la misa continúa una tradición que viene directamente de Jesús.
Acercarse a ti, Señor, yo no soy digno. La Eucaristía es también una comida de Jesús con los pecadores. Por eso el sacramento de la Penitencia nos ayuda a entrar con confianza, pero no se es nunca digno de recibir a Jesús.
Señor, sálvanos. Que tu Cuerpo nos sane y nos purifique. Por tu Cuerpo y por tu Sangre sanados... Señor, sana el corazón del hombre de HOY.
No se trata, ciertamente, de menosprecio hacia Dios. Pero es necesario primordialmente creer en su misericordia, creer lo que Jesús ha dicho y ha hecho (Noel Quesson).
2. Vemos hoy la sepultura de Sara, la mujer de Abraham. Es un luto familiar que se transforma en un acto profético. Abraham, el nómada, compra una parcela de tierra, para enterrar dignamente a su esposa. Tiene mucho empeño en ello: es el primer paso hacia la posesión de la tierra prometida por Dios. En la mezquita de Hebrón se venera todavía hoy la tumba de Sara donde Abraham enterró a su mujer «en la gruta del campo de Makpelá, al frente de Mambré en el país de Canaán». A nosotros también nuestra Tierra prometida nos pertenecerá de modo definitivo después de nuestra muerte.
Tengo mis ojos puestos en ti, Señor. Al recordar los difuntos de mi propia familia, ruego por ellos. Ellos ya poseen la Tierra prometida, ellos están en la luz definitiva.
Vemos también cómo Abraham recomienda a su servidor que encuentre una mujer para su hijo, del mismo clan. El primer encuentro de Isaac y de Rebeca es precioso: Isaac es un hombre del desierto. A la caída de la tarde ve llegar una caravana de camellos. Rebeca monta uno de ellos. Ve a un apuesto joven. Salta de su camello y pregunta a su servidor: «¿Quién es ese joven que sale a encontrarnos?» Luego enrojece y cubre el rostro con su velo... escena oriental, llena de poesía. Recemos por los jóvenes que tienen relaciones. Que sus encuentros se hagan bajo tu mirada, Señor. Que sean abiertos y constructivos.
-“Se desposó, fue su mujer y la amó. Entonces Isaac se consoló de la muerte de su madre”. Las mujeres tienen una transmisión de la herencia humana y de la herencia de la Fe. La esposa de Isaac relevará a su propia madre. Transmitir la vida. No tan sólo la vida biológica, sino la vida del espíritu (Noel Quesson).
Dios actúa en el interior de los corazones, y en las mujeres de los patriarcas vemos una lección de apertura a la fe, cómo va conduciendo Dios la historia del pueblo que ha elegido como suyo.
3. “¿Quién dirá las proezas de Yahveh, hará oír toda su alabanza?” Elsalmo nos guía a ese dejarnos llevar por Dios:  “¡Dichosos los que guardan el derecho, los que practican en todo tiempo la justicia!” Dios nos va conduciendo a la felicidad, la herencia prometida; a nosotros nos toca escucharle y tener fe, paciencia: “¡Acuérdate de mí, Yahveh, por amor de tu pueblo; con tu salvación visítame, que vea yo la dicha de tus elegidos, me alegre en la alegría de tu pueblo, con tu heredad me felicite!”
Llucià Pou Sabaté

miércoles, 5 de julio de 2017

Taller de esta tarde sobre "felicidad y desarrollo de la consciencia"

Hola! os invitamos a este taller, como cada miércoles de este mes. Saludos!
   Luciano

Taller sobre "felicidad y desarrollo de la consciencia", 4 julio 2017