sábado, 15 de noviembre de 2014

Domingo semana 33 de tiempo ordinario; ciclo A

Domingo de la semana 33 de tiempo ordinario; ciclo A

Aprovechemos los talentos que Dios nos ha dado, en el servicio a los demás, pues será la medida para recibir mayor gracia del cielo
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: -Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata; a otro, dos; a otro, uno; a cada cual según su capacidad. Luego se marchó [...]Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: -Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco. Su señor le dijo: -Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.Se acercó luego el que había recibido dos talentos, y dijo: -Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos. Su señor le dijo: -Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante: pasa al banquete de tu señor.Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: -Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo. El señor le respondió: -Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco para que al volver yo pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene se le quitará, hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes” (Mateo 25,14-30).
1. Los judíos piadosos buscaban su seguridad personal en la observancia de la Ley, con el fin de hacer méritos ante Dios. Misteriosa y clara, la parábola de los talentos sigue el consejo del domingo pasado ("velad porque no sabéis el día ni la hora") y prepara el juicio que leeremos el próximo domingo, final del año litúrgico (Cristo Rey). El hombre que se marcha es Jesús subiendo al cielo. Los talentos son las capacidades que cada persona tiene. La vuelta, la segunda venida de Jesús al final de los tiempos. El tiempo entre la marcha y la vuelta de Jesús, la historia humana. El rendimiento de cuentas, el juicio final en el que cada uno deberá responder de las capacidades recibidas. El premio y el castigo, el cielo y el infierno…
Jesús, eres un maravilloso maestro del lenguaje, y tus parábolas hieren. Ayúdame a no guardarme los talentos que he recibido, que no sea de los que dicen: "Yo no hago daño a nadie, no me meto con nadie"... ayúdame a descubrir las necesidades de los demás, a implicarme en mejorar a los que están a mi alrededor. Decía uno de los políticos populistas: “aman tanto a los pobres que los multiplican”. Yo quiero implicarme en elevar el nivel de los que están a mi alrededor, ayudarles en lo material y lo espiritual. Dirá Orígenes que el justo se ocupa de lo espiritual, pero no sólo, pues diremos también que “el justo reparte limosna a los pobres y que el Señor recoge en sus graneros todo lo que el justo ha repartido en limosnas a los pobres. Segando lo que no sembró y recogiendo lo que no esparció, considera y estima como ofrecido a sí mismo todo lo que se sembró o se esparció en los fieles pobres, diciendo a los que hicieron el bien al prójimo: ‘Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer’, etc… Para el que piensa que Dios es bueno, seguro de conseguir su perdón si se convierte a él, para él Dios es bueno. Pero para el que considera que Dios es bueno, hasta el punto de no preocuparse de los pecados de los pecadores, para ese Dios no es bueno, sino exigente… sembremos para el espíritu y esparzamos en los pobres, y no escondamos el talento de Dios en la tierra. Porque no es buena esa clase de temor ni nos libra de aquellas tinieblas exteriores, si fuéremos condenados como empleados negligentes y holgazanes” que no escuchan “las palabras del Señor”, ni las depositan “en el banco de los oyentes, que, como banqueros, todo lo examinan, todo lo someten a prueba, para quedarse con el dogma bueno y verdadero, rechazando el malo y falso, de suerte que cuando vuelva el Señor pueda recibir la palabra que nosotros hemos encomendado a otros con los intereses y, por añadidura, con los frutos producidos por quienes de nosotros recibieron la palabra. Pues toda moneda, esto es, toda palabra que lleva grabada la impronta real de Dios y la imagen de su Verbo, es legítima”.
Pensar en el final de la vida es sabiduría, la vida es aprendizaje, la muerte no es más que una transformación a un nivel superior. La plegaria eucarística IV da gracias a Dios por ello: "a imagen tuya creaste al hombre, y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su creador, dominara todo lo creado..." Es como una creación continuada, en la que estamos implicados: ¿estoy dando rendimiento a las cualidades que tengo? ¿Colaboro con los demás, aportando los dones que he recibido como bienes a administrar?
Se nos pedirá no que llevemos las manos limpias, sino llenas de frutos de amor. Así animaba Luther King: “Debemos rezar constantemente por la paz, pero también debemos trabajar con todas nuestras fuerzas” por la paz, “utilizar nuestra inteligencia rigurosamente para planear la paz como la hemos utilizado para planear la guerra”. Rogar por “la justicia racial”, y usar la inteligencia para proyectos de cara a la justicia económica, “planes sociales que produzcan una mejor distribución de la riqueza en nuestra nación y en los países subdesarrollados del mundo”. Dios, “Padre amoroso que concede a sus hijos todas las abundantes bendiciones que quieran recibir con buena disposición”, nos pide que trabajemos: “El hombre tiene que hacer algo siempre. ‘Ponte en pie, que voy a hablarte’ (Ez 2,1)”.
G. Bernanos ha observado que los cristianos poseen un mensaje de liberación. Pero que en la historia, han sido frecuentemente los otros los que han “liberado” a los hombres, por la inactividad de muchos “cristianos”. La colecta de hoy es una llamada a comprender correctamente qué significa esta fructificación de los talentos: "En servirte a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero"…
“Te he confesado hasta el fin / con firmeza y sin rubor. / No he puesto nunca, Señor, / la luz bajo el celemín. / Me cercaron con rigor / angustias y sufrimientos, / pero en mis desalientos / vencí, Señor, con ahínco. / Me diste cinco talentos / y te devuelvo otros cinco” (José Mª Pemán).
2. La primera lectura de hoy alaba a una mujer que sabe realizar correctamente las tareas domésticas… quizá es hora de que el Estado instaure la seguridad social y la pensión para las amas de casa, para realzar esta dignidad de un trabajo tan importante para la nación. “Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Extiende la mano hacia el huso y sostiene con la palma la rueca. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre”. Es la mujer ideal como compañera.
En el último versículo vemos el sentido religioso del texto: “Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura; la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza”.
El salmista pinta el cuadro de la "felicidad en familia", con la imagen de los "hijos alrededor de la mesa", de que todo está bien, comer juntos es bendición de Dios.
3. “El Día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar”. Hay una falsa mística cristiana, que se funda en la paz y en la seguridad. En querer controlar. La verdadera mística es la de la sorpresa: nuestro Dios es un Dios ladrón de nuestras seguridades burguesas y, por lo tanto, exige de nosotros una actitud de apertura a todo lo nuevo y sorprendente. Decía Miguel de Unamuno que no sabía “si merecíamos un más allá ni que la lógica nos lo muestre; digo que lo necesito, merézcalo o no, y nada más. Digo que lo que pasa no me satisface, que tengo sed de eternidad, y que sin ella me es todo igual. Yo necesito eso, ¡lo ne-ce-si-to! Y sin ello ni hay alegría de vivir ni la alegría de vivir quiere decir nada. Es muy cómodo esto de decir: ‘¡hay que vivir, hay que contentarse con la vida!’ ¿Y los que no nos contentamos con ella?"
Ese deseo nos abre a la esperanza, que no nos quita el trabajo de mejorar: “Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y vivamos sobriamente”.
Llucià Pou Sabaté

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Santa Margarita de Escocia. Santa Gertrudis, virgen

SANTA MARGARITA DE ESCOCIA, VIRGEN
Nieta del rey Edmund Ironside de Inglaterra.
Bisnieta-sobrina de San Esteban de Hungría.
Nació en Hungría alrededor del año 1046 mientras su familia estaba exilada por la invasión danesa de Inglaterra.
Fue dada en matrimonio a los 24 años al rey de Escocia, Malcon III. Tuvo ocho hijos, uno de los cuales fue San Maud, esposa de Enrique I.
Margarita fundó abadías y utilizó su posición para trabajar en favor de la justicia y los pobres.
Su esposo e hijo mayor murieron defendiendo a Escocia de la invasión de Inglaterra. Ella le entregó su profundo dolor a Dios y cuatro días mas tarde murió también.
 Murió en Edimburgo el año 1093.  Enterrada frente al altar mayor en Dunfermline, Escocia.
Canonizada en 1251 por el Papa Inocencio IV
Margarita era hija del rey San Eduardo. Su padre tuvo que salir huyendo de Inglaterra cuando el rey Canuto de Dinamarca invadió el país. Luego de caer Inglaterra en poder de Guillermo el Conquistador, Margarita y sus hermanos se refugiaron en Escocia, donde era rey Malcon III, el cual al darse cuenta de las cualidades de bondad y caridad que tenía la joven, se casó con ella. Y así Margarita, a los 24 años llegó a ser reina de Escocia.
Para ella lo principal en la vida era ayudar a los pobres. Cada día antes de ir a almorzar servía personalmente el almuerzo a nueve niños huérfanos (y a veces les servía de rodillas, al recordar que los favores que hacemos al pobre los recibe Jesucristo como hechos a Él mismo). En su palacio de reina se atendía diariamente a centenares de pobres, y cuando ella salía por las calles volvía a la casa sin dinero, sin joyas y hasta sin el manto, porque todo lo regalaba a los necesitados. Era estimadísima entre el pueblo por la inmensa compasión que demostraba hacia los más miserables.
Tuvo seis hijos y dos hijas. Su esposo Malcon III era cruel y rudo, pero la amabilidad de Margarita lo fue volviendo amable y caritativo, tanto que él mismo le ayudaba a servir el almuerzo a los centenares de pobres que llegaban a pedir alimentos. De los hijos de Margarita, dos llegaron a ser santos y tres fueron reyes, y del esposo de una hija de ella, Enrique I, proviene la actual familia real de Inglaterra.
Costeó la construcción de conventos y templos y organizó una asociación de señoras para dedicarse con ellas a tejer y bordar ornamentos para las iglesias, a sus hijos los educó muy cuidadosamente en la religión católica y se esmeró porque aprendieran muy bien el catecismo y la doctrina cristiana. En su casa y entre la gente del pueblo hacía leer las vidas de santos. Se esmeraba en conseguir sacerdotes fervorosos para las parroquias. A su esposo el rey, lo entusiasmaba continuamente para que hiciera obras a favor de la Iglesia y de los pobres, y para que fuera compasivo con sus enemigos.
Construyó una hermosísima catedral. Insistía mucho a la gente en el deber de santificar el domingo. En Cuaresma y en Adviento (las cuatro semanas anteriores a la Navidad) ayunaba cada día. Le gustaba mucho leer los Evangelios y pasaba varias horas de la noche en oración.
Su esposo y su hijo mayor murieron batallando contra los ingleses que querían invadir el territorio de Escocia. Santa Margarita sufrió inmensamente al saber tan trágica noticia. Exclamó entonces: "Te doy gracias Dios mío, porque al mandarme tan dolorosas noticias me purificas de mis pecados", y cuatro días después ella también murió, el 16 de noviembre del año 1093.
Inmediatamente el pueblo empezó a honrarla como santa, y su popularidad ha sido inmensa en Escocia y en otros países. Es recordada sobre todo por su admirable generosidad para con los pobres y afligidos.
SANTA GERTRUDIS, VIRGEN
Nació el 6 de enero de 1256 en Eisleben (Turingia). A los cinco años de edad, fue enviada a estudiar al monasterio benedictino de Helfta donde su maestra, Santa Matilde, era su hermana de sangre y abadesa. Las dos santas eran muy unidas en el amor al Señor. Gertrudis era muy atractiva e inteligente.  Con el tiempo tomó el hábito en el mismo convento. Era amiga de Santa Mechtilde of Hackeborn +1298, quien era de la misma comunidad y también tenía una especial devoción al Corazón de Jesús.

Aun antes que Nuestro Señor se apareciera a Santa Margarita María, Santa Gertrudis la Grande tuvo una experiencia mística del Sagrado Corazón de Jesús.
Santa Gertrudis se adelantó a su tiempo en ciertos puntos, como la comunión frecuente, la devoción a San José y la devoción al Sagrado Corazón. Con frecuencia hablaba del Sagrado Corazón con Santa Matilde y se cuenta que en dos visiones diferentes reclino la cabeza sobre el pecho del Señor y oyó los latidos de su corazón.
Murió el 17 de Noviembre del 1301
Se discute si Santa Gertrudis fue benedictina o cisterciense ya que ambas órdenes reclaman la pertenencia de su convento en aquella época y ambas veneran a Santa Gertrudis.


Alrededor de sus veintiséis años, Santa Gertrudis tuvo la primera de sus revelaciones. Cuando iba a acostarse, le pareció ver al Señor en forma de joven.
"Aunque sabía yo que me hallaba en el dormitorio, me parecía que me encontraba en el rincón del coro donde solía hacer mis tibias oraciones y oí estas palabras `yo te salvaré y te libraré. No Temas.` Cuando el Señor dijo esto, extendió su mano fina y delicada hasta tocar la mía, como para confirmar su promesa y prosiguió: `Has mordido el polvo con mis enemigos y has tratado de extraer miel de las espinas. Vuélvete ahora a Mí, y mis delicias divinas serán para ti como vino.`" Entonces se interpuso un seto de espinos entre los dos. Pero Gertrudis se sintió como arrebatada por los aires y se encontró al lado del Señor: "Entonces vi en la mano que poco antes se me había dado como prenda, las joyas radiantes que anularon la pena de muerte que se cernía sobre nosotros."
Tal fue la experiencia de Gertrudis que podría llamarse su "conversión", a pesar de que se trataba del alma más pura e inocente. A partir de entonces, se entregó con plena conciencia y toda deliberación a la conquista de la perfección y de la unión con Dios. Hasta entonces, los estudios profanos habían sido sus delicias; en adelante, se dedicó a estudiar la Biblia y los escritos de los Padres, sobre todo de San Agustín y de San Bernardo, quien había muerto no hacía mucho tiempo. En otras palabras, del estudio de la gramática pasó al de la teología"; y sus escritos muestran claramente la influencia de la liturgia y de sus lecturas privadas.
Comentarios sobre la muerte
Exteriormente, la vida de Santa Gertrudis fue como la de tantas otras contemplativas, es decir, poco pintoresca. Sabemos que solía copiar pasajes de la Sagrada Escritura y componer pequeños comentarios para sus hermanas en religión, y que se distinguía por su caridad para con los difuntos y por su libertad de espíritu. El mejor ejemplo de esto último es su reacción ante las muertes súbitas e inesperadas. "Deseo con toda el alma tener el consuelo de recibir los últimos sacramentos, que dan la salud; sin embargo, la mejor preparación para la muerte es tener presente que Dios escoge la hora. Estoy absolutamente cierta de que, ya sea que tenga una muerte súbita o prevista, no me faltará la misericordia del Señor, sin la cual no podría salvarme en ninguno de los dos casos."
Continúa la presencia del Señor y las revelaciones
Después de la primera revelación, Gertrudis siguió viendo al Señor "veladamente", a la hora de la comunión, hasta la víspera de la Anunciación. Ese día, el Señor la visitó en la capilla durante los oficios de la mañana y, "desde entonces, me concedió un conocimiento más claro de El, de suerte que empecé a corregirme de mis faltas mucho más por la dulzura de Su amor que por temor de su justa cólera". Los cinco libros del "Heraldo de la a bondad de Dios" (Comúnmente llamados "Revelaciones de Santa Gertrudis"), de los que la santa sólo escribió el segundo, contienen una serie de visiones, comunicaciones y experiencias místicas, que han sido ratificadas por muchos místicos y teólogos distinguidos.
La santa habla de un rayo de luz, como una flecha, que procedía de la herida del costado de un crucifijo. Cuenta también que su alma, derretida como la cera, se aplicó al pecho del Señor como para recibir la impresión de un sello y alude a un matrimonio espiritual en que su alma fue como absorbida por el corazón de Jesús. Pero "la adversidad es el anillo espiritual que sella los esponsales con Dios".
Recuesta la cabeza en el costado de Jesús
En la fiesta de San Juan Evangelista, Santa Gertrudis tuvo una visión de Nuestro Señor, quién le permitió descansar su cabeza en la Llaga de Su costado.  Al escuchar el palpitar de Su Corazón, ella se tornó hacia San Juan, quién estaba también presente. Le preguntó si había escuchado lo mismo en la Ultima Cena, cuando se reclinó sobre el pecho del Señor y de haberlo escuchado, por qué no lo relató en su Evangelio. San Juan contestó que la revelación del Sagrado Corazón de Jesús estaba reservada para tiempos posteriores cuando el mundo, aumentando en frialdad, necesitaría ser reavivado en el amor.
Escritos
A la santa se le atribuyen cinco libros que componen el "Heraldo de la amorosa bondad de Dios" (Comúnmente llamados "Revelaciones de Santa Gertrudis"). El primero fue escrito por amigos íntimos de la santa después de su muerte, el segundo fue escrito por la santa y los restantes fueron compuestos bajo su dirección.
Sus escritos relatan visiones, comunicaciones y experiencias místicas.  Habla de un rayo de luz, como una flecha, que procedía de la herida del costado de un crucifijo. Cuenta también que su alma, derretida como la cera, se aplicó al pecho del Señor como para recibir la impresión de un sello y alude a un matrimonio espiritual en el que su alma fue como absorbida por el corazón de Jesús. Enseña al mismo tiempo que "la adversidad es el anillo espiritual que sella los esponsales con Dios".
Se le atribuyen además ciertas oraciones del siglo XVII  aunque no son de ella.
Final
Santa Gertrudis sufrió diez años de penosas enfermedades y murió el 17 de Noviembre de 1301 o 1302. Tenía alrededor de los cuarenta y cinco años.

Ni Santa Gertrudis ni su hermana fueron canonizadas formalmente, pero Inocencio XI introdujo el nombre de Gertrudis en el Martirologio Romano en 1677. Clemente XII   ordenó que se celebrase su fiesta en toda la Iglesia de occidente.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Sábado semana 32 de tiempo ordinario; año par

Sábado de la semana 32 de tiempo ordinario; año par

Dios hará justicia a sus elegidos que le piden, y nos pide que cooperemos en la propagación de la verdad.
“En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: -«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad habla una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, corno esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara. "» Y el Señor añadió: -«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»” (Lucas 18,1-8).
1. Lucas nos muestra muchas veces a Jesús orando y nos transmite su enseñanza sobre cómo debemos orar. Hoy, con la parábola de la viuda insistente.
-“Entonces les propuso esta parábola, para explicar a sus discípulos que tenían que orar siempre y no desanimarse”. Jesús quiere que despertemos de nuestras torpezas y de nuestras indiferencias, pero no quiere angustiarnos. Por eso, la contemplación del juicio en estos últimos días del año litúrgico, ha de hacerse con mucha paz. A las preguntas: ¿perseveraré hasta el fin? ¿Sería yo capaz de abandonar a Dios? ¿Podría mi fe desmoronarse por la duda o la desgracia?, el Señor nos habla de oración, que es una medicina anti-angustia:
-“Érase una vez un juez que no temía a Dios y se burlaba de los hombres. En la misma ciudad había una viuda que iba a decirle: «Hazme justicia»”. Las viudas eran generalmente objeto de explotación y marginación, junto con los huérfanos, los extranjeros y los enfermos. Podían buscar un defensor de sus derechos, que era llamado «Goel» y representaba el camino hacia una vida digna. Jesús toma este ejemplo y lo aplica a la oración. En la oración nos sentimos como la viuda: carentes de toda protección y a merced de la voluntad de Dios. Sin embargo, Dios no es un juez sordo o injusto. Dios se nos muestra como un Padre misericordioso, resuelto a escuchar a sus hijos. Fe y constancia, confianza y tenacidad, son las dos llaves que nos abren la posibilidad de un diálogo sincero con Dios y con los hermanos. Dios escucha el clamor de los marginados, de los oprimidos, de los justos. Si nosotros clamamos en estas condiciones hemos de tener la certeza de ser escuchados (servicio bíblico latinoamericano).
El juez por bastante tiempo no quiso atenderla, pero después pensó: "Yo no temo a Dios, ni respeto a los hombres; pero esa viuda me está amargando la vida: Le voy a hacer justicia para que no venga sin parar a importunarme..."” ¡Fijaos en lo que dice ese juez injusto! Pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que están clamando a El día y noche? Hemos de hacer como la viuda, seguros de que, si perseveramos, conseguiremos lo que pedimos, pues Jesús dijo esta parábola "para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse". Dios siempre escucha nuestra oración. Él quiere nuestro bien y nuestra salvación más que nosotros mismos. Nuestra oración es una respuesta, no es la primera palabra. Nuestra oración se encuentra con la voluntad de Dios, que deseaba lo mejor para nosotros. El Catecismo lo expresa con el ejemplo del encuentro de Jesús con la mujer samaritana, junto a la boca del pozo. "Nosotros vamos a buscar nuestra agua", pero resulta que ya estaba allí Jesús: "Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de él" (1560).
Esto se llama una parábola «a contraste» en la que la lección a sacar de ella es lo «contrario» del ejemplo expuesto. El juez es «sin Dios» y «sin misericordia» y acaba haciendo justicia... ¡Con cuánta mayor razón, Dios que es padre y ama a los hombres, hará justicia a los que ama y la hará prontamente! La lección esencial de la parábola no es la perseverancia en la oración, sino más bien en la certidumbre de ser atendida: si un hombre impío y sin escrúpulos acaba atendiendo a una pobretona, ¡cuánto más sensible será Dios a los clamores de los que, en su pobreza, se dirigen a El! Sus elegidos claman a El noche y día... Hay que rogar siempre, sin desanimarse... Vuelvo a escuchar esas palabras. Si nos pides esto, Señor Jesús, es porque Tú mismo lo has hecho también: orabas sin cesar noche y día. No nos pides nada imposible ¿Cómo trataré hoy de hacer algo mejor una plegaria continua? No, forzosamente, recitando fórmulas de plegarias... sino por una unión constante contigo.
-“Pero, cuando vuelva el Hijo del hombre, ¿encontrará Fe en la tierra?” Señor, confío en ti, y te pido que no te abandone jamás. ¿Qué voy a hacer HOY para alimentar mi fe? (Noel Quesson; J. Aldazábal).
Orar más y mejor es un deseo que a menudo se encadena con el deseo de hacer un poco de ejercicio físico, vigilar la dieta o comunicarnos con los amigos que hace años que no vemos. A veces tenemos la impresión de estar siempre empezando y de estar siempre interrumpiendo.
Cuando nos indignamos por la injusticia de los  hombres, y no podemos hacer nada, descubrimos a fondo la importancia de la oración. Nos podemos desanimar si no recibimos rápido lo que pedimos, y por eso, Jesús, nos cuentas la parábola que nos muestra la fuente de toda justicia y que conviene orar siempre, sin desfallecer jamás. Así la lucha por la justicia va unida a la confianza en Dios, íntimamente comprometido con los valores de la justicia (Josep Rius-Camps).
2. Después de la segunda carta de Juan, y antes de pasar al libro del Apocalipsis, leemos hoy algo de la tercera carta de Juan, dirigida a Gayo, un hombre bueno que atendía a los misioneros itinerantes que pasaban por su comunidad y les proveía de lo necesario, "cooperando así en la propagación de la verdad". En esta nueva evangelización a la que estamos convocados, todos tenemos unas cualidades, dones divinos, para ser protagonistas. En la Iglesia primitiva, había un intenso ir y venir de una comunidad a otra. Viajeros, misioneros, gentes de otra ciudad. Con dimensión local del lugar donde uno está y su cultura, etc., y dimensión universal en la comunión con el Cuerpo de Cristo y todos sus miembros.
En nuestras parroquias, en nuestros grupos ¿sabemos acoger al forastero? ¿Lo hacemos en nuestras familias? Vayamos más lejos. ¿Sabemos acoger «lo que nos diferencia», es decir, lo que en el otro no se asemeja a lo nuestro? Su temperamento, opuesto al nuestro, sus gustos, que encontramos extraños o raros, su manera de hablar o de actuar que nos molesta... etc.
-“Esos forasteros han dado testimonio de tu amor, ante la Iglesia”. La acogida, la hospitalidad han sido tan sinceras que han llenado el corazón de los beneficiarios, que lo comentan en las nuevas comunidades donde se insertan. Conviene a veces escuchar "lo que se dice de nosotros": ¿somos reputados como acogedores... o como gente "difícil de conectar"?
-“Harás bien de proveerlos para el viaje, de manera digna de Dios; pues por su Nombre salieron, sin recibir nada de los paganos...” Juan anima a cuidar de los "misioneros"… ¿Aporto también mi ayuda a los "misioneros" ¿Participo en la propagación del Evangelio y de la Fe?
En general ¿cuál es mi participación en la vida material de la Iglesia, para que pueda "seguir su obra"? Las colectas del domingo forman parte de la misa: ¿es sólo una costumbre? o ¿un gesto consciente? ¿quésentido damos a ese gesto? Varias veces durante el año hay colectas extraordinarias, cuyos fondos van destinados a obras de interés mundial. ¿No es ésta una manera de continuar lo que hacían ya nuestros hermanos los primeros cristianos?
Debemos acoger a tales hombres para ser colaboradores de la verdad.
Este es uno de los sentidos que podríamos dar a las colectas: "colaborar con la verdad"... ayudar a los que hacen progresar la "buena nueva"... (Noel Quesson).
3. Te pido hoy, Señor, por tantas personas anónimas que "cooperan en la propagación de la verdad", palabras que quiso poner Benedicto XVI como lema de su episcopado, de su vida: cooperar en la verdad. Y reciben la bienaventuranza del salmo: "dichoso el que se apiada y presta... su caridad es constante, sin falta".
Llucià Pou Sabaté

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San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia

Los propios contemporáneos de San Alberto, fueron quienes le dieron el título de "Magno".  Por la profundidad y amplitud de sus conocimientos, solían llamarle también "el Doctor Universal" pues sus conocimientos en todos los campos eran extraordinarios. El monje Rogelio Bacon le consideraba como "una autoridad" y calificaba sus obras de "fuentes originales".
San Alberto fue el maestro de Santo Tomás de Aquino, el mas importante de los teólogos de todos los tiempos, pero Alberto es un hombre grande por sí mismo.  De origen suabo, pertenecía a la familia Bollstädt; nació en el castillo de Lauingen, a orillas del Danubio, en 1206.
Lo único que sabemos sobre su juventud, es que estudió desde los 16 años en la Universidad de Padua donde vivía su tío. Allí encontró en 1222, al Beato Jordán de Sajonia, segundo maestro general de la orden de Santo Domingo, quién lo dirigió en la vida religiosa y escribió desde Padua a la Beata Diana de Andelo, que estaba en Bolonia, anunciándole que había admitido en la orden a diez postulantes, "y dos de ellos son hijos de condes alemanes".  Uno era Alberto.
Cuando el conde de Bollstädt se enteró de que su hijo vestía el hábito de los frailes mendicantes, se enfureció sobremanera y habló de sacarlo por la fuerza de la orden. Pero los superiores de Alberto le enviaron discretamente a otro convento, probablemente el de Colonia, Alemania donde estaba la escuela mas importante de la orden y la cosa paró ahí. El hecho es que Alberto enseñaba en Colonia en 1228 y en 1229 vistió el hábito de los frailes predicadores. Más tarde, fue prefecto de estudios y profesor en Hildesheim, Friburgo de Brisgovia y Estrasburgo. Cuando volvió a Colonia, era ya famoso en toda la provincia alemana.
Como París era entonces el centro intelectual de Europa occidental, Alberto pasó ahí algunos años como maestro subordinado, hasta que obtuvo el grado de profesor.  La concurrencia de estudiantes a sus famosas clases fue tan grande que debió enseñar en la plaza pública, la cual, aunque pocos lo saben, lleva su nombre. Se trata de la Plaza Maubert, nombre que viene de "Magnus Albert".
Elegido superior provincial de Alemania, abandonó la cátedra de París y estuvo constantemente presente en las comunidades que gobernaba, recorriendo a pie la región, mendigando por el camino el alimento y el hospedaje para la noche.
En 1248, los dominicos determinaron abrir una nueva Universidad ("studia generalia") en Colonia y nombraron rector a San Alberto. Desde entonces hasta 1252, tuvo entre sus discípulos a un joven fraile llamado Tomás de Aquino.
En aquella época, la filosofía comprendía las principales ramas del saber humano accesibles a la razón natural: la lógica, la metafísica, las matemáticas, la ética y las ciencias naturales.  Entre los escritos de San Alberto, que forman una colección de treinta y ocho volúmenes in-quarto, hay obras sobre todas esas materias, por no decir nada de los sermones y de los tratados bíblicos y teológicos.  La figura de San Alberto y la de Rogelio Bacon se destacan en el campo de las ciencias naturales, cuya finalidad, según dice el santo, consiste en "investigar las causas que operan en la naturaleza". Algunos autores llegan incluso a decir que San Alberto contribuyó aún más que Bacon al desarrollo de la ciencia. En efecto, fue una autoridad en física, geografía, astronomía, mineralogía, alquimia (es decir, química) y biología, por lo cual nada tiene de sorprendente que la leyenda le haya atribuido poderes mágicos. En sus tratados de botánica y fisiología animal, su capacidad de observación le permitió disipar leyendas como la del águila, la cual, según Plinio, envolvía sus huevos en una piel de sorra y los ponía a incubar al sol. También han sido muy alabadas las observaciones geográficas del santo, ya que hizo mapas de las principales cadenas montañosas de Europa, explicó la influencia de la latitud sobre el clima y, en su excelente descripción física de la tierra demostró que ésta es redonda.
Pero el principal mérito científico de San Alberto reside en que, al caer en la cuenta de la autonomía de la filosofía y del uso que se podía hacer de la filosofía aristotélica para ordenar la teología, re-escribió, por decirlo así, las obras del filósofo para hacerlas aceptables a los ojos de los críticos cristianos. Por otra parte, aplicó el método y los principios aristotélicos al estudio de la teología, por lo que fue el iniciador del sistema escolástico, que su discípulo Tomás de Aquino había de perfeccionar. Así pues, fue San Alberto el principal creador del "sistema predilecto de la Iglesia".  El reunió y seleccionó los materiales, echó los fundamentos y Santo Tomás construyó el edificio. Al mismo tiempo se mantenía humilde y rezaba así: "Señor Jesús pedimos tu ayuda para no dejarnos seducir de las vanas palabras tentadoras sobre la nobleza de la familia, sobre el prestigio de la Orden, sobre lo que la ciencia tiene de atractivo". 
San Alberto escribió durante sus largos años de enseñanza y no dejó de hacerlo cuando se dedicó a otras actividades. Como rector del "studium" de colonia, se distinguió por su talento práctico, de suerte que de todas partes le llamaban a arreglar las dificultades administrativas y de otro orden. En 1254, fue nombrado provincial en Alemania. Dos años más tarde, con su alto cargo asistió al capítulo general de la orden en París, donde se prohibió a los dominicos que aceptasen en las universidades el título de "maestro" o "doctor" o cualquier otro tratamiento que no fuera el de su propio nombre. Para entonces, ya se le llamaba a San Alberto "el doctor universal", y el prestigio de que gozaba había provocado la envidia de los profesores laicos contra los dominicos. En vista de esa dificultad, que había costado a Santo Tomás y a San Buenaventura un retraso en la obtención del doctorado, San Alberto fue a Italia a defender a las órdenes mendicantes contra los ataques de que eran objeto en París y otras ciudades. Guillermo de Saint-Amour se había hecho eco de dichos ataques en su panfleto "Sobre los peligros de la época actual". Durante su estancia en Roma, San Alberto desempeñó el cargo de maestro del sacro palacio, es decir, de teólogo y canonista personal del Papa. Por entonces, predicó en las diversas iglesias de la ciudad.
Obispo de Regensburgo
En 1260, el Papa le ordenó obispo de la sede de Regensburgo, la cual, según se le informó, era "un caos, tanto en lo espiritual como en lo material". San Alberto fue obispo de Regensburgo menos de dos años, pues el Papa Urbano IV aceptó su renuncia, permitiéndole regresar a la vida de comunidad en el convento de Würzburg y a enseñar en Colonia. Pero en ese breve período hizo mucho por remediar los problemas de su diócesis. Su humildad y pobreza eran ejemplares. Desgraciadamente, los intereses creados y la persistencia de ciertos abusos no permitieron al santo terminar la obra comenzada. Para gran gozo del maestro general de los dominicos, Beato Humberto de Romanos, que había tratado en vano de impedir que Alejandro le consagrase obispo, San Alberto volvió al "studium" de Colonia. Pero al año siguiente, el santo recibió la orden de colaborar en la predicación de la Cruzada en Alemania con el franciscano Bertoldo de Ratisbona.  
Una vez terminada esa tarea, San Alberto volvió a Colonia, donde pudo dedicarse a escribir y enseñar hasta 1274, cuando se le mandó asistir al Concilio Ecuménico de Lyon. En víspera de partir, se enteró de la muerte de su querido discípulo, Santo Tomás de Aquino (según se dice, lo supo por revelación divina). A pesar de esta impresión y de su avanzada edad, San Alberto tomó parte muy activa en el Concilio, ya que, junto con el Beato Pedro de Tarantaise (Inocencio X) y Guillermo de Moerbeke, trabajó ardientemente por la reunión de los griegos, apoyando con toda su influencia la causa de la paz y de la reconciliación.
Defiende la obra de Santo Tomás
Probablemente, la última aparición que hizo en público tuvo lugar tres años más tarde, cuando el obispo de París, Esteban Tempier, y otros personajes, atacaron violentamente ciertos escritos de Santo Tomás. San Alberto partió apresuradamente a París para defender la doctrina de su difunto discípulo, que coincidía en muchos puntos con la suya, y propuso a la Universidad que le diese la oportunidad de responder personalmente a los ataques; pero ni aun así consiguió evitar que se condenasen en París ciertos puntos.
La Virgen lo había preparado
En 1278, cuando dictaba una clase, le falló súbitamente la memoria y perdió la agudeza de entendimiento. 
La visión de la escalera.  San Alberto había dicho que, de joven, le costaban los estudios y que por eso una noche dispuso huir del colegio donde estudiaba.  Pero al tratar de huir por una escalera colgada de una pared, cuando llegó a la parte de arriba se encontró con Nuestra Señora la Virgen María que le dijo: "Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a mí que soy 'Causa de la Sabiduría'?  Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que sí fui yo quien te la concedí, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías".  Aquello sucedió como la Virgen le dijo. 
Santa muerte
Dos años después, a los 74 años, murió apaciblemente, sin que hubiese padecido antes enfermedad alguna, cuando se hallaba sentado conversando con sus hermanos en Colonia.  Era el 15 de noviembre de 1280.  Se había mandado a construir su propia tumba, ante la cual todos los días iba a rezar el Oficio de Difuntos.
No fue beatificado sino hasta 1622, y aunque se le veneraba ya mucho, especialmente en Alemania, la canonización se hizo esperar todavía.  En 1872 y en 1927, los obispos alemanes pidieron a la Santa Sede su canonización, pero al parecer, fracasaron.  Finalmente, el 16 de diciembre de 1931, Pío XI, en una carta decretal, proclamó a Alberto Magno Doctor de la Iglesia lo que equivalía a la canonización e imponía a toda la Iglesia de occidente la obligación de celebrar su fiesta. San Alberto, según dijo el sumo Pontífice, poseyó en el más alto grado el don raro y divino del espíritu científico . . . Es exactamente el tipo de santo que puede inspirar a nuestra época, que busca con tantas ansias la paz y tiene tanta esperanza en sus descubrimientos científicos".  San Alberto es el patrono de los estudiantes de ciencias naturales.
Bibliografía
Butler; Vida de los Santos
Sálesman, P. Eliécer, Vidas de los Santos  # 4  -
Sgarbossa, Mario; Luigi Giovannini; Un Santo Para Cada Día

jueves, 13 de noviembre de 2014

Viernes semana 32 de tiempo ordinario; año par

Viernes de la semana 32 de tiempo ordinario; año par

El Hijo del Hombre vendrá en el día final, a poner justicia. Pero ya podemos vivir en el Reino siguiendo a Jesús
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.» Ellos le preguntaron: -«¿Dónde, Señor?» Él contestó: -«Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo»” (Lucas, 17,26-37).
1. Si ayer nos anunciaba Jesús que el Reino es imprevisible, hoy refuerza su afirmación comparando su venida a la del diluvio en tiempos de Noé y al castigo de Sodoma en los de Lot.
A medida que el año litúrgico se acerca a su fin, nuestro pensamiento se orienta también hacia una reflexión sobre el «fin» de todas las cosas. «Todo lo que se acaba es corto». A medida que Jesús subía hacia Jerusalén, su pensamiento se orientaba hacia el último fin. En la lectura de hoy, Jesús nos propondrá que descifremos tres hechos históricos que considera símbolos de todo «Fin»: el diluvio... la destrucción de una ciudad entera, Sodoma... la ruina de Jerusalén...
-“En tiempo de Noé... En tiempo de Lot... Lo mismo sucederá el día que el Hijo del hombre se revelará...” En nuestro tiempo... Una salida de fin de semana... o bien en primavera... o durante el trabajo... o en plenas vacaciones...
-“Comían... Bebían... Se casaban... Compraban... Vendían... Sembraban... Construían”... Estamos en una sociedad de «consumo»... de «producción»..., como decimos hoy. De crisis, porque nos preocupa la situación en estos años. El diluvio sorprendió a la mayoría de las personas muy entretenidas en sus comidas y fiestas. El fuego que cayó sobre Sodoma encontró a sus habitantes muy ocupados en sus proyectos. No estaban preparados. Así sucederá al final de los tiempos. ¿Dónde? (otra pregunta de curiosidad): "donde está el cadáver se reunirán los buitres", o sea, en cualquier sitio donde estemos, allí será el encuentro definitivo con el juicio de Dios.
Lo que Jesús dice del final de la historia, con la llegada del Reino universal podemos aplicarlo al final de cada uno de nosotros, al momento de nuestra muerte, y también a esas gracias y momentos de salvación que se suceden en nuestra vida de cada día. Otras veces puso Jesús el ejemplo del ladrón que no avisa cuándo entrará en la casa, y el del dueño, que puede llegar a cualquier hora de la noche, y el del novio que, cuando va a iniciar su boda, llama a las muchachas que tengan preparada su lámpara. Estamos terminando el año litúrgico. Estas lecturas son un aviso para que siempre estemos preparados, vigilantes, mirando con seriedad hacia el futuro, que es cosa de sabios. Porque la vida es precaria y todos nosotros, muy caducos. Vale la pena asegurarnos los bienes definitivos, y no quedarnos encandilados por los que sólo valen aquí abajo. Sería una lástima que, en el examen final, tuviéramos que lamentarnos de que hemos perdido el tiempo, al comprobar que los criterios de Cristo son diferentes de los de este mundo: "el que pretenda guardarse su vida, la perderá, y el que la pierda, la recobrará". La seriedad de la vida va unida a una gozosa confianza, porque ese Jesús al que recibimos con fe en la Eucaristía es el que será nuestro Juez como Hijo del Hombre, y él nos ha asegurado: "el que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día" (J. Aldazábal).
Muchos no se poseen, están “entre-tenidos”, es decir “tenidos-entre muchas cosas”, distraídos… en satisfacer el hambre, la sed, el sexo, la afición por los negocios, trabajo, tareas. Dormir... Muchos afirman «no haber nada después de la muerte».
-“Entonces llegó el diluvio, y perecieron todos... Pero el día que Lot salió de Sodoma llovió fuego y azufre del cielo y perecieron todos...” La vida no es una «diversión» agradable. Es algo más…
-“Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas”. Jesús, eres el mismo que nos hablas de abandono en Dios, pero aquí quieres que hagamos examen, para no perder el tiempo, la vida…
-“Aquella noche estarán dos en una cama, a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán”. Nos repites que hay que estar «siempre a punto». «Dios mío, ¿será esta noche?» Cada día es el día del juicio (Noel Quesson).
Demasiado ocupados en sus cosas algunos prefieren no escuchar (como los habitantes de Sodoma); o abandonan la lucha retornando hacia lo antiguo (la mujer de Lot). De forma irresponsable, como con inconsciencia, afrontan muchos la vida. Pero el tiempo presente es ámbito de realización de la salvación para nosotros y para los demás. El tiempo es “kairós”, oportunidad de salvación que nos aleja de la despreocupación y de una vida “light”, en la espera del Señor que vendrá con gran poder y majestad; y quiere que estemos vigilantes, como el siervo bueno y fiel a quien el Amo confió el cuidado de todas sus posesiones y de los habitantes de su casa. El Señor viene en cada hombre y en cada acontecimiento de la vida, y si bien habrá un final, nuestra lucha en el hoy es servicio a Dios, amando, sirviendo, socorriendo, alimentando, visitando, consolando a nuestros prójimos que viven desprotegidos, construyendo un mundo más en paz y más fraternalmente unido por el amor. Entonces estaremos ciertos de que, al final, seremos de Dios y estaremos con Él eternamente (www.homiliacatolica.com
 
).

Jesús, son enigmáticas las palabras que dices cuando te preguntan: -«¿Dónde, Señor?» Él contestó: -«Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo».” El cuerpo, dicen algunos, sería el anticristo, al que hace referencia la primera lectura que vemos a continuación. Los buitres, son sus seguidores que buscan esa carroña de muerto. Mostraría la caducidad de lo malo, pues al final se queda en nada. Por contraste, las águilas serán los seguidores nobles del Cuerpo (de Cristo, la Eucaristía).
2. "Todo cambia", dicen. Y algunos miran al pasado como si fueran mejores. Juan nos habla aquí de afrontar firmemente las «herejías», las «falsas ideas».
-“Muchos seductores han salido al mundo que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne mortal: éste es el seductor y el Anticristo”. La verdad de la «encarnación» de Dios... está en la base de nuestra fe: «Jesús venido en carne mortal». Algunos «espirituales», siguiendo a algunos filósofos griegos desprecian la «materia» y la «carne». Lo rezamos: «se encarnó de María Virgen».
Tú, Señor, has venido a habitar entre nosotros. Gracias por tomar nuestra condición de hombres hasta la muerte. Gracias por compartir nuestras alegrías y nuestras penas, de cerca, desde la intimidad. Gracias por salvarnos de nuestros pecados, cargando sobre Ti nuestras faltas.
-“El que no permanece en la doctrina de Cristo, no posee a Dios”. Dios es inaccesible. No hay otro camino para encontrarle que el que pasa por Jesús. Jesús es el único que nos revela al verdadero Dios. A través de la «carne» de Jesús, «poseemos a Dios». La eucaristía es este signo, sensible, carnal, por así decirlo que nos hace encontrar a Dios.
-“He tenido el gozo de encontrarme entre los que viven en la verdad, según el mandamiento del Padre”... es la verdad del mandamiento nuevo: "Amaos los unos a los otros." Para Juan, todo eso guarda relación (Noel Quesson). "El que no ama, no conoce a Dios. Dios es Amor. Y a Dios se le encuentra cuando se ama".
3. La felicidad viene de acoger el don de Dios, es la vida buena que canta el salmo: “Dichoso el que, con vida intachable, / camina en la voluntad del Señor.
Dichoso el que, guardando sus preceptos, / lo busca de todo corazón.
Te busco de todo corazón, / no consientas que me desvíe de tus mandamientos”. Esto pido al Señor, cumplir su voluntad en su amor: “En mi corazón escondo tus consignas, / así no pecaré contra ti.
Haz bien a tu siervo: viviré / y cumpliré tus palabras.
Ábreme los ojos, y contemplaré / las maravillas de tu voluntad”.
Llucià Pou Sabaté

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Jueves semana 32 de tiempo ordinario; año par

Jueves de la semana 32 de tiempo ordinario; año par

El Reino de Dios se va haciendo realidad dentro de nosotros y en la Historia, cuando tenemos buen corazón a imagen de Jesús
“En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: -«El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.» Dijo a sus discípulos: -«Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación»” (Lucas, 17,20-25).
1. -“Los fariseos preguntaron a Jesús; «¿Cuándo va a llegar el reino de Dios?»” Para Israel, un Día, Dios tomaría el poder, y salvaría a su pueblo de todos sus opresores... Era la espera de «días mejores», la espera de la «gran noche», el deseo de «una sociedad nueva», el sueño de una humanidad feliz. No eran sólo los fariseos los que deseaban ese Día. Los Doce, ellos también, en el momento en que Jesús iba a dejarles, se acercaban aún a preguntarle: «¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino para Israel?» (Hch 1,6).
La llegada de los tiempos había anunciada por el profeta Daniel. Hay mucha curiosidad, entonces como ahora, por el final, apocalipsis, pero Jesús nunca contesta directamente a esta clase de preguntas, sino que aprovecha para aclarar algunos aspectos: "el Reino de Dios no vendrá espectacularmente", "el Reino de Dios está ya dentro de vosotros".
-“Jesús les contestó: "El Reino de Dios viene sin dejarse sentir"”. Rezamos muchas veces: "venga a nosotros tu Reino". Es como el fermento que actúa en lo escondido, la semilla que es sepultada en tierra y va produciendo su fruto. Está oculto, pero ya está actuando: en la Iglesia, en su Palabra, en los sacramentos, en la vitalidad de tantos y tantos cristianos que han creído en el evangelio y lo van cumpliendo. En los humildes y sencillos: "bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos". En lo sencillo, en lo cotidiano. Es el Dios de las cosas pequeñas. Al impetuoso Elías, Dios le dio una lección y se le apareció, no en el terremoto ni en el estruendo de la tormenta ni en el viento impetuoso, sino en una suave brisa. El Reino está "dentro de vosotros", o bien, "en medio de vosotros", como también se puede traducir, o "a vuestro alcance" (en griego es "entós hymón", y en latín "intra vos").
-“Ni podrán decir: «¡Míralo aquí o allí!" porque el Reino de Dios ya está entre vosotros”. Y es que el Reino es el mismo Jesús. Que, al final de los tiempos, se manifestará en plenitud, pero que ya está en medio de nosotros. Y más, para los que celebramos su Eucaristía: "el que me come, permanece en mí y yo en él" (J. Aldazábal).
Lo importante es el día de la fidelidad a la vida cotidiana, como hiciste tú, Jesús. Hasta que llegó Cristo, el hombre consideró el tiempo como una fatalidad que se le imponía desde fuera. Inclusive el judío que ansiaba ya más un tiempo de tipo lineal e "histórico", seguía concibiendo su evolución como una iniciativa exclusiva de Dios. Festejar el tiempo era conformarse con una evolución de la que no se poseían las llaves. Con Jesucristo, el primer hombre que percibió la eternidad del presente porque era Hombre-Dios, el hombre festeja su propio tiempo en la medida en que busca la eternidad de cada instante y la vive en la vida misma de Dios.
La vida cotidiana avanza según esto al compás de un calendario preestablecido; la memoria del pasado y los proyectos hacia el futuro solo sirven para contribuir al valor de eternidad que se encierra en el presente. No existe ningún día que haya que esperar más allá de la historia; cada día encierra en sí la eternidad para quien lo vive en unión con Dios (Maertens-Frisque).
No puede decirse: «Míralo aquí o allí»... simplemente porque ¡ya ha llegado! ¡Ese Reino está oculto! Para detectarlo es necesaria mucha agudeza de atención, buenos oídos finos para oír su susurro, y ojos nuevos para discernirlo «en la noche». ¡Ese Reino es misterio! No se le encuentra nunca en lo espectacular y ruidoso sino tan sólo en humildes trazos, en pobres «signos», en los sacramentos de su presencia oculta. Pero, como precisamente un signo es siempre frágil y ambiguo, hay que descifrarlo, interpretarlo... ese es el papel de la Fe.
-“Llegará un tiempo en que desearéis vivir siquiera un día con el Hijo del hombre y no lo veréis. Os dirán: «¡Míralo aquí, míralo allí!" No vayáis, no corráis detrás”. ¡Siempre tenemos la tentación de ir a buscar los signos de Dios en otra parte! Es en vuestra vida cotidiana donde se encuentra Dios.
-“Porque igual que el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así ocurrirá con el Hijo del hombre cuando vendrá en "su Día" Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por esa generación”. Sí, «un Día» vendrá para Gloria de Dios, para el Esplendor de Dios, para el Triunfo de Dios y de su Cristo. Será como el estruendo del trueno, como el rayo que cruza el firmamento: imprevisible, sorprendente, súbito. Pero, entre tanto, es el tiempo del «sufrimiento», del «rechazo», de la «humillación y vergüenza»: "Antes tiene que padecer mucho". Antes de ese triunfo de Jesús y de su Padre, ambos, escarnecidos, humillados, arrastrados en el lodo y la sangre... negados por los ateos, dejados de lado por los indiferentes... ridiculizados por todos los descreídos... y, por desgracia, traicionados por «los suyos». ¡Señor, ten piedad de nosotros! (Noel Quesson).
2. La carta que Pablo dirige a Filemón sobre su esclavo es el escrito más corto del Nuevo Testamento. El esclavo –Onésimo- había huido y se había convertido a la fe, y estaba con Pablo, que ahora lo devuelve según la justicia de la época y le exhorta a acogerlo con amor y no portarse con él como un amo pagano. Pablo no rechaza la esclavitud social pero sí la moral, luego las ideas penetrarán en las costumbres sociales. Se ponen las bases del amor y fraternidad que supera las diferencias globales que en aquel momento se dan aún consagradas por la ley y la costumbre.
Onésimo quiere decir "útil". Sin ir contra la ley, dirá Pablo que no habrá ya entre ellos una relación de "utilidad" sino de "fraternidad" en la que el “amo” no puede hacer lo que le plazca, ha quedado modificada. La llamada de Cristo acarrea una transformación radical de las relaciones: el esclavo se convierte en un liberto de Cristo y el libre se hace esclavo de Cristo. Esta libertad gracias a Cristo y la servidumbre bajo él, la hermandad en el Señor, es la solución dada por el cristianismo primitivo al problema de la esclavitud. Merced al evangelio se produce una nueva relación del hombre para con Dios, y ella crea a su vez una nueva relación respecto a los demás hombres, cuyo determinante es el amor. Habrá que esperar para que esas ideas fructifiquen en cambio social (Dabar 1977).
No puede abolir la esclavitud en el mundo, pero logra que dos hombres se sientan hermanos y se abracen. Nos toca no deshumanizar la vida cristiana. Antes están las personas que los principios. La dureza por la dureza no es cristiana (J. Guiteras).
Pablo le llama "Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión". Y ahora pide que lo acepte de nuevo "no como esclavo, sino como hermano querido", ya que ahora los dos, el amo y el esclavo, son cristianos. Y añade: "si te debe algo, ponlo en mi cuenta: yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño". Al igual que el grado de marginación del niño o de la mujer, ahora Pablo, pide a Filemón la libertad a Onésimo.
3. El salmo nos muestra los sentimientos de Dios: “Que mantiene su fidelidad perpetuamente, / que hace justicia a los oprimidos, / que da pan a los hambrientos. / El Señor liberta a los cautivos”.  Son los que hemos de tener nosotros con los demás, transformando la sociedad paso a paso, persona a persona.
El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, / el Señor ama a los justos. / El Señor guarda a los peregrinos”. Sólo en la relación con cada persona podemos encontrar su misterio, y promover leyes para todos.
Sustenta al huérfano y a la viuda / y trastorna el camino de los malvados. / El Señor reina eternamente, / tu Dios, Sión, de edad en edad”. Así promovemos el Reino de Dios.
Llucià Pou Sabaté

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San Leandro, obispo

Una de las más impresionantes figuras de la Historia de Sevilla del siglo VI es San Leandro. Vive en la segunda mitad de este siglo y le toca sufrir la oposición entre las culturas hispano-romana y visigótica, entre el catolicismo de los dominados por el rey Leovigildo y el arrianismo de los dominadores bárbaros. Nace en Cartagena ca. 540, de familia noble.
Su padre era hispano-romano y, por motivos probablemente políticos, tuvo que salir de su tierra estableciéndose en Sevilla. De sus cuatro hijos, todos son santos de la Iglesia Católica: el mayor, Leandro, otros dos varones, Fulgencio que fue obispo de Écija e Isidoro, obispo de Sevilla y Florentina, religiosa contemplativa.
A la muerte de su padre, San Leandro asumió la dirección de la familia, ocupándose de la educación de su hermano Isidoro. A éste le dedicaría más adelante un tratado para que no temiera la muerte. Terminada la educación de sus hermanos, San Leandro abrazó la vida monástica y se dedicó a difundir el catolicismo entre los visigodos en contra del arrianismo del rey.
Desde el monasterio es elevado a la sede episcopal hispalense, donde sigue su preocupación contra la herejía arriana, que Leovigildo quiso hacer extensiva a toda Hispania. Pero el plan real sufre un duro golpe cuando su hijo Hermenegildo se convierte al catolicismo. El padre le había hecho gobernador de la Bética, cuya capital era Sevilla. Aquí, San Leandro e Infunda, esposa católica de Hermenegildo, logran que éste se convierta a la fe católica. Todos los autores contemporáneos atribuyen su conversión a la predicación y consejos de San Leandro. Así, San Gregorio Magno afirma: “Poco ha que Hermenegildo, hijo de Leovigildo, rey de los visigodos, se ha convertido de la herejía arriana por la predicación de Leandro, obispo de Sevilla”.
Estalla la guerra entre Leovigildo y Hermenegildo, siendo éste derrotado por su padre y más tarde asesinado. San Leandro tiene que sufrir el destierro marchando a Constantinopla. El rey veía en él el principal responsable de la conversión y rebelión de su hijo y, por tanto, el principal obstáculo en su intento de unificación político-religiosa de Hispania sobre la base de la fe arriana.
Desde el exilio, San Leandro siguió combatiendo el arrianismo. Viendo Leovigildo la imposibilidad de de unificar la península en el arrianismo levantó el destierro a los obispos católicos. Su otro hijo, Recaredo, en contacto con San Leandro, se convierte al catolicismo en el III Concilio de Toledo presidido por el arzobispo hispalense. De esta forma, la población española adquiere la convicción de que forma un pueblo, una nación.
Pero la influencia de San Leandro en la sociedad hispana no termina en ese Concilio. En el 590 convoca y preside el I Concilio de Sevilla, contribuyendo, además, con su sabiduría, al resurgimiento literario. La escuela de Sevilla, creada por él, fue la más ilustre de todas las de España y el centro de la restauración científica visigótica. Allí se estudiaba griego, hebreo, himnos, poemas clásicos, etc. Los principales doctores visigóticos eran helenistas, y lo era también San Leandro. De esta escuela salió su más insigne discípulo, su hermano San Isidoro.
De San Leandro dice Isidoro que era “suave en el hablar, grande en el ingenio y clarísimo en la vida y doctrina”. De San Leandro se dice, igualmente, que fue un hombre distinguido por su elegancia y brillantez. Con aires de pensador, citaba a los filósofos griegos y recordaba la filosofía de Séneca.
La elocuencia del metropolitano hispalense ha sido comparada con la de San Juan Crisóstomo. Al morir sobre el año 600 dejó concluida definitivamente la cuestión arriana. Su gran personalidad y santidad fue reconocida por la Iglesia Universal y su influencia histórica por todos los tratados de nuestra Historia.
Carlos Martínez. Doctor en Historia.
Capellán del Real Monasterio de San Leandro de Sevilla

martes, 11 de noviembre de 2014

Miércoles semana 32 de tiempo ordinario; año par

Miércoles de la semana 32 de tiempo ordinario; año par

Estamos invitados a volver a Dios, con agradecimiento por su misericordia, por su salvación: y también nosotros ser benévolos
“Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: -«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.» Al verlos, les dijo: -«ld a presentaros a los sacerdotes.» Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: -«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? » Y le dijo: -«Levántate, vete; tu fe te ha salvado»” (Lucas 17,11-19).
1. –“Yendo camino de Jerusalén, atravesó Jesús Samaría”... Jesús, en camino. Es su último viaje. Va «hacia Jerusalén» donde matan a los profetas. «No conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén» (Lucas 13,33). El camino de cruz, el camino de Jesús, ha comenzado desde hace ya mucho tiempo. Contemplo a Jesús subiendo hacia Jerusalén, libremente, conscientemente, voluntariamente, sabiendo donde va.
-“Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron hacia Él diez leprosos. Le pararon a distancia y le gritaron...” La legislación de Moisés era rigurosa: «El leproso debe desgarrar sus vestidos, dejar los cabellos desgreñados, flotar al viento, cubrir su barba y gritar: «¡impuro!, ¡impuro!» (Levítico 13, 45). Esos pobres entre los más pobres respetan pues la Ley: gritan a distancia. Evoco la escena.
Los leprosos eran en la época de Jesús los seres más despreciables. Estaban proscritos y permanecían completamente aislados. Vivían en cavernas a las orillas de los caminos y comían lo que los peregrinos les arrojaban. Eran considerados impuros y no aptos para vivir en sociedad. No se podían acercar a nadie, bajo riesgo de morir si incumplían las prescripciones. Prácticamente, no eran considerados seres humanos.
Jesús permite que un grupo de leprosos se le acerque. Rompe con este gesto la mentalidad segregacionista que divide el mundo en puros e impuros, sacros y profanos. Jesús afronta solo la escena. Los discípulos se ausentan ante tamaño grupo de leprosos proscritos. La petición de los leprosos es simple: haz algo por nosotros. Jesús los remite a los sacerdotes, que era la institución encargada de decidir quién es puro y quién impuro. De camino, todos quedan curados, pero únicamente uno regresa.
-«¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Uno de los grandes clamores de toda humanidad sufriente. Una plegaria que repetimos, con frecuencia en la misa. «¡Señor, piedad!» Que no tenga yo jamás miedo de clamar al Señor, de apelar a su misericordia. En la Biblia, la lepra es a menudo el símbolo del pecado, el mal que desfigura. No es inútil apelar a esa imagen que afecta nuestra sensibilidad, para mejor comprender lo que es el pecado, para Dios.
-“Al verlos, Jesús les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes.»” Era también la Ley (Levítico 14,2). De paso, es un hermoso ejemplo de sumisión de Jesús a las autoridades de su país. “Mientras iban de camino quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a voces. Se echó, el rostro contra el suelo, a los pies de Jesús, dándole las gracias”.
De los diez leprosos curados, sólo uno, y extranjero, vuelve a dar gracias a Jesús. La breve oración de los diez había sido modélica: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros". Pero luego nueve de ellos, se supone que judíos, no regresan.
Nosotros empezamos nuestra celebración eucarística con una súplica parecida a la de los leprosos: "Señor, ten piedad". Y hacemos bien, porque somos débiles y pecadores, y sufrimos diversas clases de lepra. La oración de súplica nos sale bastante espontánea. Pero ¿sabemos también rezar y cantar dando gracias? Los varios himnos de alabanza en la misa -el Gloria, el Santo- y tantos salmos de alegría y acción de gracias, ¿nos salen desde dentro, reconociendo los signos de amor con que Dios nos ha enriquecido?, ¿sólo sabemos pedir, o también admirar y agradecer? Hay personas que nos parecen alejadas y que nos dan lecciones, porque saben reconocer la cercanía de Dios, mientras que nosotros, tal vez por la familiaridad y la rutina de los sacramentos -por ejemplo del perdón que Dios nos concede en la Reconciliación- no sabemos asombrarnos y alegrarnos de la curación que Jesús nos concede. Debemos cultivar en nosotros un corazón que sepa agradecer, a las personas que nos rodean y que seguramente nos llenan de sus favores, y sobre todo a Dios (J. Aldazábal).
«Alabar a Dios a voces» «Darle gracias» Actitud esencial del que ha sido «salvado». Actitud principal del que participa en la «eucaristía», en griego «acción de gracias». Ayúdame, Señor, a saber reconocer tus beneficios... Ayúdame a orar con mis alegrías, mis horas felices, con las gracias que recibo de ti. Cada noche, examinar cómo he pasado el día para darte las gracias. Ir a la eucaristía con el corazón rebosante de gozo por las maravillas de Dios. Y estar dispuesto, durante el acto litúrgico, a glorificar a Dios «de viva voz». Me imagino al leproso curado, sus gritos de alegría, sus gestos...
-“Ahora bien, era un «samaritano»”... Una vez más -según la parábola del buen samaritano, (Lucas 10,30)-  Jesús pone como ejemplo a los que eran mal vistos por los judíos fieles. Algunos paganos, por sus cualidades humanas auténticas, pueden estar más cerca de Dios que algunos fieles. A través de esos hechos evangélicos, adivinamos la apertura del Evangelio a naciones y países hasta aquí apartadas del pueblo de Dios.
-“¿Y los otros nueve? ¿Sólo este extranjero ha vuelto para dar gracias a Dios?” La lección que da Jesús va dirigida a sus paisanos: los del pueblo elegido son, a veces, los que menos saben agradecer los favores de Dios, mientras que hay extranjeros que tienen un corazón más abierto a la fe. Ruego por todos los «samaritanos», los extraños a nuestra fe... y también por todos los fieles que no saben alabar a Dios (Noel Quesson).
A Lucas le encanta subrayar la "vuelta" de sus personajes (el hijo pródigo, los discípulos de Emaús, el leproso curado)? En estas "vueltas" veo representadas las experiencias mías y de muchos. Alejamiento y vuelta: "Jesús, maestro, ten compasión de mí".
En este Evangelio vemos las claves de lo que debe ser la vida del cristiano, resumida en tres sencillas palabras: misericordia, fe y agradecimiento. Jesús, ¡qué grande es tu misericordia, ante los necesitados y enfermos especialmente! Tu piedad no rebaja sino que libera, levanta a las personas. Siente como tuyo el dolor o el sufrimiento de la persona que tiene ante sí. Esta compasión ayuda a quien te mira a tener fe, y así tú puedes hacer milagros con él. Y así puede quien es por ti curado vivir el agradecimiento siendo a su vez misericordioso con los que le rodean.
Pienso que vemos este rostro de Dios cuando nos encontramos a alguien que se detiene en su camino para ayudarnos cuando estamos necesitados, en la carretera por ejemplo, si nuestro coche se ha averiado. Pero también en los pequeños detalles, cuando nos ceden el paso en medio del tráfico, nos sonríen amablemente en el trabajo los lunes por la mañana. Copio del 20minutos (27.10.2009):Montse Ventura está viva gracias a que una mujer que viajaba con ella en un bus urbano de Barcelona a principios de año identificó en su cara unas señales sintomáticas de un tumor. Hoy, operada y recuperada, busca a su 'ángel de la guarda' a través de la prensa catalana para darle las gracias. El azar quiso que Montse, de 55 años y ex maestra, viuda y madre de dos hijas, viajara en un bus de vuelta de un museo al lado de una desconocida que no le quitaba ojo. En un momento dado le pidió hablar con ella a solas y le recomendó que se hiciera una analítica. En un papel le escribió los dos marcadores que debía vigilar. Le dijo poco más, sólo que había visto en su cara un agrandamiento de labios y nariz que podría anticipar un tumor de hipófisis. Y otra cosa: que estaba a tiempo, pero que no tardara en mirarse.
Al cabo de un mes, Montse pidió cita médica y se hizo el preceptivo análisis. Los dos marcadores elegidos por la más que probable doctora del autobús salieron disparados. Tras peregrinar de ginecólogos a endocrinos le diagnosticaron un minúsculo tumor de hipófisis, la parte del cerebro que regula el equilibrio hormonal del cuerpo. Montse decidió operarse, siguiendo el consejo de los médicos, porque la ubicación del tumor era muy peligrosa.
Ahora Montse busca a una mujer de unos 50 años, delgada, con pelo rizado, castaño, que viajaba en el autobús 64 de Barcelona aquella mañana de principios de año. Quiere darle las gracias por salvarle la vida.
Ángeles que Dios pone en nuestro camino… “¿Qué cosa mejor podemos traer en el corazón, pronunciar con la boca, escribir con la pluma, que estas palabras: ¡gracias a Dios!? No hay cosa que se pueda decir con mayor brevedad, ni oír con mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación, ni hacer con mayor utilidad” (San Agustín).
2. Pablo sigue instruyendo su discípulo: -“Hijo muy querido, recuerda a los fieles que deben vivir sumisos a los dirigentes, a las autoridades, obedecerles...” La verdadera revolución no era derrocar a los gobernantes, sino que era interior, una renovación de la sociedad antigua...; pero esto se hará por la renovación de las mentalidades y no por la «toma del poder», o principalmente por actuaciones de carácter político. Jesús había ya resistido a esa misma tentación: «dad al César lo que es del César.» Pablo dice que hay que respetar los poderes de la sociedad civil.
-“Estar disponibles para cualquier buena acción...” En el mundo, se nos pide ser ciudadanos ejemplares: estar dispuestos a toda buena acción. Fórmula admirable. Participación es la palabra que indica nuestra misión en lo social (barrio, escuela, municipio, país).
-“No injuriar a nadie, no ser discutidores, sino benévolos, mostrándonos amables con todos los hombres...” Los cristianos: seres «bienhechores»... seres «benévolos»... Serviciales. Generosos. Atentos. Afables. Obligados. Comprometidos en el servicio de los demás. Complacientes, amables (Noel Quesson).
-“Pues también nosotros fuimos, en algún tiempo, insensatos, desobedientes, aborrecibles... Pero, cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador y su amor a los hombres, El nos salvó. No por actos meritorios nuestros, sino según su misericordia. Por el agua del bautismo nos regeneró, y nos renovó en el Espíritu Santo”.
3. El salmo nos hace cantar: "tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida". Por eso debemos también nosotros repartir bondad en torno nuestro.
Llucià Pou Sabaté

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San Josafat, obispo y mártir

Nace en Vladimir de Volhinia por el año 1580 de padres ortodoxos; se convirtió a la fe católica e ingresó en la Orden de san Basilio.
Ordenado sacerdote en el rito bizantino en 1609. Ordenado obispo de Vitebsk 1617, meses mas tarde, Arzobispo de Polotzk, Lituania.
Trabajó infatigablemente por la unidad de la Iglesia. Perseguido a muerte por sus enemigos, sufrió el martirio el año 1623.
Protomártir de la re-unificación de la cristiandad. Canonizado en 1867.
En Octubre de 1595, el metropolitano de los ortodoxos disidentes de Kiev y otros cinco obispos, que representaban a millones de rutenos (hoy llamados ucranios), hallándose reunidos en Brest-Litovsk, ciudad de Lituania, decidieron someterse al Papa y estar en comunión con la Iglesia católica. Se trata de la histórica Unión de Brest. Esta unificación dio lugar a grandes controversias llegándose hasta la violencia. San Josafat por aquel tiempo era muy jovencito, pero aquellos eventos tendrían un profundo impacto en su vida ya que el mismo daría su vida por la unidad de la Iglesia.
Su nombre de bautismo era Juan Kunsevich. Su padre, que era un católico de buena familia, puso a su hijo en la escuela de su pueblo natal. Después Juan entró a trabajar como aprendiz en una tienda de Vilna, pero en vista de que el comercio no estaba en su corazón, empleaba sus tiempos libres aprendiendo el eslavo eclesiástico para comprender mejor los divinos oficios y poder recitar diariamente el oficio bizantino. Juan conoció por entones a Pedro Arcudius, rector del colegio oriental de Vilna, así como a los jesuitas Valentín Fabricio y Gregorio Gruzevsky, quienes se interesaron por él y le alentaron a seguir adelante. Al principio, el amo de Juan no veía con muy buenos ojos sus inquietudes religiosas, pero el joven supo cumplir tan bien con sus obligaciones, que el comerciante acabó por ofrecerle que se asociase con él y tomase por esposa a una de sus hijas. Juan rehusó ambas proposiciones, pues estaba decidido a hacerse monje.
En 1601 ingresó en el monasterio de la Santísima Trinidad de Vilna. El santo indujo también a seguir su ejemplo a José Benjamín Rutsky, un hombre muy culto, convertido del calvinismo. Los dos jóvenes monjes empezaron juntos a trazar planes para promover la unión y reformar la observancia en los monasterios rutenos. Desde entonces se llamó Josafat, recibió el diaconado, después el sacerdocio y pronto adquirió fama por sus sermones sobre la unión con Roma.
Su vida personal era muy austera, ya que añadía a las penitencias acostumbradas en las reglas monásticas del oriente, otras mortificaciones tan severas, que en más de una ocasión le criticaron los mismos monjes. En el proceso de beatificación el burgomaestre de Vilna declaró que "no había en el pueblo ningún religioso más bueno que el P. Josafat."
Josafat, al notar que su superior, Samuel, el abad del monasterio de la Santísima Trinidad, manifestaba  tendencia a separarse de Roma, se lo advirtió a sus superiores. El arzobispo de Kiev sustituyó a Samuel por Josafat.  Bajo su gobierno, el monasterio se repobló. Ello movió a sus superiores a retirarle del estudio de los Padres orientales para que fundase otros monasterios en Polonia.
En 1614, Rutsky fue elegido metropolitano de Kiev y Josafat Ie sucedió en el cargo de abad de Vilna. Cuando el nuevo metropolitano fue a tomar posesión de su catedral, Juan le acompañó en el viaje y aprovechó la ocasión para visitar el famoso monasterio de las Cuevas de Kiev. Pero la comunidad de dicho monasterio, que se componía de más de 200 monjes, estaba relajada y el reformador católico estuvo a punto de ser arrojado al río Dnieper. Aunque sus esfuerzos por hacer volver a la unidad a la comunidad fracasaron, su ejemplo y sus exhortaciones consiguieron hacer cambiar un tanto la actitud de los monjes.
Obispo ejemplar
En 1617, el P. Josafat fue consagrado obispo de Vitebsk con derecho de sucesión a la sede de Polotsk. Pocos meses después murió el anciano arzobispo de esa sede y Josafat se halló al frente de una eparquía  extensa pero poco fervorosa. Muchos se inclinaban al cisma porque temían que Roma interfiriese en sus ritos y costumbres. Las iglesias estaban en ruinas y se hallaban manos de los laicos. Muchos miembros del clero secular habían contraído matrimonio, algunos varias veces. La vida monástica estaba en decadencia. Josafat pidió ayuda a algunos de sus hermanos de Vilna y emprendió la tarea: reunió sínodos en las ciudades principales, publicó e impuso un texto de catecismo, redactó una serie de ordenaciones sobre la conducta del clero y combatió la interferencia de los "señores" en los asuntos de las iglesias locales. A todo ello añadió el ejemplo de su vida, su celo en la instrucción, la predicación, la administración de sacramentos y la visita a los pobres, a los enfermos, a los prisioneros y a las aldeas más remotas.
Hacia 1620, prácticamente toda la eparquía era ya sólidamente católica, el orden estaba restaurado y el ejemplo de aquel puñado de hombres buenos había producido un renacimiento de la vida cristiana. Pero en ese mismo año, disidentes en la región que se había unido a Roma, establecieron obispos paralelos, contrarios a Roma. Así, un tal Melecio Smotritsky fue nombrado arzobispo de Polotsk, sede de San Josafat, y se dedicó enérgicamente a destruir la obra del arzobispo católico, diciendo que Josafat se había "convertido al latinismo", que iba a obligar a sus fieles a seguir su ejemplo y que el catolicismo no era la forma tradicional del cristianismo ruteno. La nobleza y la mayoría del pueblo estaban por la unión, pero habían zonas disidentes. Un monje llamado Silvestre Smotritsky recorrió las poblaciones de Vitebsk, Mogilev y Orcha sublevando a la gente contra el catolicismo. Cuando el rey de Polonia proclamó un decreto afirmando que Josafat era el único arzobispo legítimo de Polotsk, se produjeron desórdenes no sólo en Vitebsk, sino en la misma Vilna. El decreto fue leído públicamente en presencia del santo y éste estuvo a punto de perder la vida.
El canciller de Lituania, León Sapieha, que era católico, temeroso de los resultados políticos de la inquietud general, prestó oídos a los rumores esparcidos por los disidentes que, fuera de Polonia, acusaban a San Josafat de haber sido el causante de los desórdenes con su política. Así pues, en 1622, Sapieha escribió al santo acusándole de emplear la violencia para mantener la unión, de exponer el reino al peligro de una invasión de los cosacos, de sembrar la discordia entre el pueblo, de haber clausurado por la fuerza ciertas iglesias no católicas y de otras cosas por el estilo. Tan solo era cierto que Josafat había pedido el auxilio del gobierno para recobrar la iglesia de Mogilev, de la que se habían apoderado los disidentes. El arzobispo tuvo que hacer frente también a la oposición, las críticas y la falta de comprensión de algunos católicos. Una de las razones por la que que una parte del pueblo fácilmente se dejó llevar por las falsas acusaciones era para evitar la disciplina y las exigencias morales del renacimiento católico.
En octubre de 1623, sabedor de que Vitebsk era todavía el centro de la oposición, decidió ir allá personalmente. Sus amigos no lograron disuadirle ni convencerle de que llevase una escolta militar. "Si Dios me juzga digno de merecer el martirio, no temo morir'", respondió San Josafat. Así pues, durante dos semanas predicó en las iglesias de Vitebsk y visitó a los fieles sin distinción alguna. Sus enemigos le amenazaban continuamente y provocaban a sus acompañantes para poder asesinarle aprovechando el desorden. El día de la fiesta de San Demetrio, una turba enfurecida rodeó al mártir, el cual les dijo:
"Sé que queréis matarme y que me acecháis en todas partes: en las calles, en los puentes, en los caminos, en la plaza central. Pero yo estoy entre vosotros como vuestro pastor y quiero que sepáis que me consideraría muy feliz de dar la vida por vosotros. Estoy pronto a morir por la sagrada unión, por la
supremacía de San Pedro y del Romano Pontífice."
Martirio
Smotritsky, fomentador de la agitación, probablemente solo pretendía obligar al santo a salir de la ciudad. Pero sus partidarios empezaron a tramar una conspiración para asesinar a Josafat el 12 de noviembre, a no ser que se excusase ante ellos por haber empleado la violencia. Un sacerdote llamado Elías fue el encargado de penetrar en el patio de la casa del arzobispo e insultar a sus criados por su religión y al amo
a quien servían. Como la escena se repitiese varias veces, San Josafat dio permiso a sus criados de arrestar al sacerdote, si volvía a presentarse. En la mañana del 12 de noviembre, cuando el arzobispo se dirigía a la iglesia para el rezo del oficio de la aurora, Elías le salió al encuentro y comenzó a insultarle. El santo dio entonces permiso a su diácono para que mandase encerrar al agresor en un aposento de la casa. Eso era precisamente lo que deseaban sus enemigos que buscaban pretexto para atacarle. Al punto, echaron a vuelo las campanas, y la multitud empezó a clamar que se pusiese en libertad a Elías y se castigase al arzobispo. Después del oficio, San Josafat volvió a su casa y devolvió la libertad a Elías, no sin antes haberle amonestado. A pesar de ello, el pueblo penetró en la casa, exigiendo la muerte de Josafat y golpeando a sus criados. El santo salió al encuentro de la turba y preguntó: "¿Por qué golpeáis a mis criados, hijos míos?   Si tenéis algo contra mí, aquí estoy; dejadlos a ellos en paz." (Palabras muy parecidas a las de Santo Tomás Becket en ocasión semejante). La turba comenzó entonces a gritar: "¡Muera el Papista!", y San Josafat cayó atravesado por una alabarda y herido por una bala. Su cuerpo fue arrastrado por las calles y arrojado al río Divna.
El martirio del santo produjo como resultado inmediato un movimiento en favor de la unidad católica. Desgraciadamente, la controversia se prolongó con violencia y los disidentes tuvieron también un mártir, el abad Anastasio de Brest, quien fue ejecutado en 1648. Por otra parte, el arzobispo Melecio Smotritsky se reconcilió más tarde con la Santa Sede.
La gran reunión rutena existió, con altos y bajos, hasta que, después de la repartición de Polonia, los soberanos rusos obligaron por la fuerza a los rutenos católicos a unirse con la Iglesia Ortodoxa de Rusia. El  comunismo favoreció la opresión de la fe católica. Hoy como ayer es necesaria la intercesión y el ejemplo de San Josafat a favor de la unión en la verdad y el amor.
San Josafat Kunsevich fue canonizado en 1867 por el Papa Pío IX. Fue el primer santo de la Iglesia de oriente canonizado con proceso formal de la Sagrada Congregación de Ritos. Quince años más tarde, León XIII fijó el 14 de noviembre como fecha de la celebración de su fiesta en toda la Iglesia de occidente. La reforma litúrgica movió la fiesta al 12 de noviembre.
El Papa Pío XI declaró a San Josafat Patrón de la Reunión entre Ortodoxos y Católicos el 12 de noviembre de 1923, III centenario de su martirio.
El 25 de Noviembre de 1963, durante el Concilio Vaticano II y por petición del Papa Juan XXIII, quién estaba muy interesado en la unidad, el cuerpo de San Josafat finalmente encontró su descanso en el altar de San Basilio en la Basílica de San Pedro.

Martes semana 32 de tiempo ordinario: año par

Martes de la semana 32 de tiempo ordinario; año par

El servicio a Dios no nos lleva al engreimiento, sino a la humildad de sentirnos instrumentos para ayudar a Dios y a los demás,
“En aquel tiempo, dijo el Señor: -«Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer" (Lucas 17,7-10).
1. “-Jesús decía: «Cuando un criado vuestro, labrador o pastor, vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dirá: "Ven enseguida a la mesa?" No, más bien le decís: «Prepárame de cenar, ponte el delantal y sírveme mientras yo como y bebo. Después comerás y beberás tú.» Jesús no justifica esa situación de desnivel social, sino que la constata. A partir del cap. 14, el evangelista nos pone en aviso contra los fariseos y los ricos, especialmente. Los fariseos creen tener derechos sobre Dios, y quizá lo que censuras, Señor, sea eso, más que a los discípulos, que no tienen esa costumbre de tiranizar a los sirvientes que ya han trabajado todo el día.
-“¿Se tendrá que estar agradecido al criado porque ha hecho lo que se le ha mandado?” El relato va hacia el consejo de «hacer todo lo que Dios ha mandado». Hemos de ver esa parábola en el contexto de un Dios «padre» amante y servicial que se desvivirá por sus servidores: «¿Qué hará el dueño de la casa? Yo os lo digo, se pondrá en actitud de servicio, hará que se coloquen a la mesa, y, pasando junto a ellos, los servirá» (Lc 12,37).
Pero aquí se subraya nuestra actitud de humildad; hemos de decir: «Somos servidores inútiles, hemos hecho lo que debíamos hacer.» Jesús, pienso que quieres destruir la arrogancia de los fariseos, que a fuerza de buenas obras, pensaban que adquirían unos derechos sobre Dios, por sus propios méritos. Otras veces nos decías: no os gloriéis de vuestras obras ante Dios... y ahora lo dices de otro modo. Santa Teresa de Lisieux había comprendido muy bien esa lección capital cuando decía que se presentaría ante Dios con «las manos vacías». Señor, quiero hacer las cosas gratuitamente, por ti, por amor: sin esperar recompensa. Concédenos, Señor, estar a tu servicio desinteresadamente (Noel Quesson).
Dice un dicho popular: "Nadie es necesario, pero todos podemos ser útiles". A veces pensamos que somos imprescindibles, que nuestra aportación es irremplazable. Pero en realidad, indispensable solo es el Señor. Y también podemos verlo al revés: si tenemos a Jesús, lo tenemos todo; mientras él no falte, todo va bien. Los ministerios, en la Iglesia, no son para crecimiento personal, sino para el crecimiento de la comunidad.
Jesús, veo que lo que esperas de nosotros es que estemos siempre dispuestos, como el Buen Pastor, a cuidar de los tuyos, que son nuestros también. No podemos sentarnos a la mesa mientras no lo sirvamos en los hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos y encarcelados.
Decía uno: “Siempre llamó mi atención aquella gente con un corazón sencillo, aquellos que hacen de lo complejo, de lo sofisticado, algo cotidiano, entendible por todos. Gente que quizás habla de cosas importantes, pero tiene en su forma de expresarse una capacidad de llegar al fondo de su mensaje de inmediato. Sea cual fuere el tema del que esas personas hablan, llegan al corazón, el alma se siente atraída. Gente muy sencilla, que quizás sólo nos sirve o ayuda en determinado punto de nuestras vidas. Rostros sonrientes, dispuestos a ayudarnos, adaptarse y comprender.
¡Dan ganas de sentarse a hablar con esa gente, a saber de su vida! Ellos no buscan complejidades, no desconfían más de la cuenta, hablan de modo abierto y claro, tienden a creer y a confiar, ven en la gente lo bueno. La simpleza de corazón se opone a esa otra postura, la de buscar siempre los motivos para no creer, la de dudar de todo, la de complicar las cosas, la de plantear siempre obstáculos y objeciones, la de esperar que finalmente algo nos de la excusa para descalificar.
Esta actitud frente a la vida, la de hacer lo complejo algo sencillo, la de creer, confiar, de poner una sonrisa y un deseo de hacerse entender y querer por el prójimo, es una parte importante del amor. Porque el amor es simple y Dios es simple, El hace las cosas de Su Reino sencillas para nosotros. Pero también pone un velo entre Sus misterios y nuestro entendimiento. Es por este motivo que es tan importante no querer ver o saber más allá de lo que Dios quiera que veamos. ¡Sólo creer en El!
Esta actitud, la de creer, proviene de un corazón sencillo. Creer, con un alma abierta a las cosas del Reino, más allá de que la mente, nuestro intelecto, no alcance a comprender lo que percibe. Es muy difícil tener fe en Dios si queremos procesar todo a través de nuestra razón”. Nuestro orgullo lo complica todo, queremos controlarlo todo. “Y que difícil es la prueba cuando Dios da la gracia de tener una mente desarrollada, una educación elevada. El propio don que Dios da se puede transformar en el motor de nuestra soberbia: vaya, si somos gente inteligente, ¿como podemos creer en estos tiempos en estas cosas, inexplicables para la ciencia del hombre? Cuanta soberbia se esconde en esta pregunta, pero cuan a menudo se la escucha, o se la piensa. El mundo moderno ha desarrollado tal soberbia, que ha dejado poco espacio para las cosas del Señor, que son por supuesto inexplicables, porque pertenecen a un nivel de pensamiento, el Pensamiento Divino, al que el hombre jamás podrá llegar”.
Cuando alguien ha de ejercer su autoridad, muchas veces se cubre de apariencia, por ejemplo un profesor intentará disimular lo que no sabe, para explicar las cosas dando la impresión de que controla toda su especialidad, porque necesita dar esa imagen de persona que sabe más de lo que sabe. En cambio, el sencillo es el que no quiere dar más imagen que mostrarse como es, sin aparentar, y qué mezcla más fascinante, cuando un sabio es sencillo y puede responder cuando algo no lo sabe con un sencillo “no lo sé”. Se llega así a superar una prueba importante, la de la apariencia, así los pastores nos enseñan el camino a Belén: “Sólo aceptar, orar, adorar al Señor, y disfrutar de los pequeños detalles que él nos permite ver, de Su maravilloso Reino.
Se me ocurre que una buena petición es: "Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de Ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a Ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mí mismo para darme todo a Ti" (S. Nicolás de Flüe). Te pido, Señor, lo que necesite para ser buen instrumentos tuyo: "De que tú y yo nos portemos como Dios quiere —no lo olvides— dependen muchas cosas grandes" (J. Escrivá, Camino 755).
Para ser buen instrumento he de ver como don divino las cualidades que tengo, y usar esos talentos. También se necesita humildad, una perfecta subordinación a la voluntad divina, y una unión con el artista, como el barro en manos del alfarero, como el pincel en manos del pintor, y para esto necesito vida interior y obediencia (más que decir o pensar, hacer las cosas). “Las obras de Dios son perfectas” (Dt 32,4), y cuando Dios nos da unos dones, también nos da los medios para usarlos dignamente” (s. Tomás de Aquino). Es lo que se dice en la ordenación en palabras de S. Pablo: el que ha comenzado la buena obra en ti la llevará a término.
Dame, Señor, la rectitud de intención y humildad en todas mis obras. “Soli Deo honor et gloria”, “sólo para Dios el honor y la gloria” (1 Tim 1,17). Esa humildad de instrumentos arraigará en mi corazón, si procuro la unión con la Voluntad de Dios en lo cotidiano. El modelo es la Virgen: “Illum oportet crescere, me autem minui” (conviene que Él crezca, y yo disminuya: Jn 3,30).
2. Ahora Pablo va dirigiéndose a diversas personas: -“Vosotros los hombres de edad... Vosotras las mujeres de edad... Vosotros los jóvenes...” Cada uno recibe el evangelio según su estado, su situación y su edad. No hay que copiarse los unos a los otros. Cada uno tiene un papel diferente según sus posibilidades. Según mi situación, ¿qué papel debo cumplir yo?
-“Sobriedad... Dignidad... Ponderación... Fortaleza en la fe... Caridad... Perseverancia... Gente de buen consejo... Sensatez... Buenas amas de casa...” Va dando el Apóstol consejos muy «humanos»: virtudes naturales, como¡la «ponderación»! Se ve que les convenía a los de Creta. Y a  nosotros.
-“Muéstrate dechado de buenas obras y conducta intachable... Para que el adversario se avergüence no teniendo nada malo que decir de nosotros”. Es lo primero que nos exigen los no creyentes. Que los cristianos den prueba de lo que «dicen», en primer lugar ¡viviendo los valores esenciales de la simple humanidad! ¡Perdón, Señor, por dar tan a menudo, una mala imagen de Ti!
-“Porque la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres. Por ella aprendemos a rechazar el pecado y las pasiones”. El humanismo de Pablo no se basa solo en no embriagarse, amar a su mujer o a su marido, llevar bien el cuidado de la casa, tener buena conducta... Todo esto es obra de Dios, fundamentado en la gracia, el don gratuito de Dios que está siempre ahí. En el fondo, Dios quiere, en primer lugar ¡que seamos hombres cabales! Y, para ello, nos da su gracia.
-“Para vivir en el mundo presente con sensatez, justicia, piedad...” ¡Qué modestia en todo esto! ¿Soy «sensato»? ¿Soy «justo»? ¿Soy «piadoso»? Pienso en lo que esto puede significar para mí, como comportamientos concretos.
-“Aguardando la dicha que esperamos y la Manifestación de la gloria de Jesucristo, nuestro gran Dios y Salvador”. ¡He ahí el «sentido»! Es el carácter específico del cristiano: hombre como todos los demás, invitado a vivir los mismos valores que sus contemporáneos, «sabe a donde va», está orientado, su conducta tiene un Sentido, un objetivo final. Y, para Pablo, ese objetivo del hombre, que justifica y polariza todos sus esfuerzos, es el encuentro de Jesucristo.
-“Porque se entregó por nosotros para rescatarnos de todas nuestras faltas, y purificarnos para hacer de nosotros un pueblo elegido, entregado a hacer el bien”. Toda la «bondad» del mundo dimana de su sacrificio.
Todo el «bien» que se hace en el mundo proviene del don de sí mismo que nos ha sido hecho. ¡Señor Jesús, purifícanos! ¡Señor Jesús, haz que seamos «entregados» en la práctica del bien! Dame, Señor, mucho entusiasmo, mucho ardor: haz de mí un apasionado de Ti (Noel Quesson).
3. De nuevo el salmo insiste en las cualidades básicas, en esas virtudes humanas: "haz el bien, practica la lealtad, sea el Señor tu delicia, apártate del mal y haz el bien". Acudimos a la Santísima Virgen, para que demos ejemplo, de personas de corazón, gente de bien.
            Llucià Pou Sabaté

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San Martín de Tours, obispo

 San Martín de Tours (Sabaria, Panonia; actual Szombathely, Hungría, 316 – Candes, actual Candes-Saint-Martin, Francia, 397) es uno de los santos más populares de la Cristiandad.
Recibió su educación en Pavía, ingresó con 15 años en la guardia imperial romana, en la que sirvió hasta el año 356, primero en Francia y luego en la Galia.
La leyenda más famosa en torno a su vida sucedería en el invierno de 337, cuando estando Martín en Amiens encuentra cerca de la puerta de la ciudad un mendigo tiritando de frío, a quien da la mitad de su capa, pues la otra mitad pertenece al ejército romano en que sirve. En la noche siguiente, Cristo se le aparece vestido con la media capa para agradecerle su gesto. Esta es la escena que iconográficamente se ha preferido para su representación.
Martín decide entonces dejar el ejército romano y convertirse, lo cual no puede hacer hasta pasado un tiempo, al negarle su licencia el emperador.
Tras dejar la vida militar se bautiza y se une a los discípulos de San Hilario de Poitiers en la ciudad de Poitiers.
En el año 370 es nombrado Obispo de Tours. Su vida pastoral se caracterizó por la evangelización y la lucha contra las costumbres paganas. Aunque perseguía las teorías del gnosticismo y maniqueísmo de Prisciliano, acudió ante el emperador Magno Clemente Máximo para evitar que fuera ejecutado. El obispo galaico Hidacio insistió ante el emperador hasta que Prisciliano fue ejecutado. Martín, afligido y enfadado por este hecho, rompió sus relaciones con Hidacio. Más tarde tuvo que reconciliarse con él, cuando el emperador se lo exigió como condición a cambio de terminar con las ejecuciones de priscilianistas.
Fallece en Candes en el año 397. Su vida la escribe Sulpicio Severo probablemente ese mismo año. Es uno de los elementos que contribuyen fuertemente a difundir su devoción y presencia en la cultura popular.
Su festividad se celebra el 11 de noviembre, coincidiendo con la matanza del cerdo en muchas regiones de España, de ahí el origen de la expresión «A cada cerdo le llega su San Martín».