miércoles, 14 de noviembre de 2012


Jueves de la semana 32 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
El Reino de Dios se va haciendo realidad dentro de nosotros y en la Historia, cuando tenemos buen corazón a imagen de Jesús
“En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: -«El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.» Dijo a sus discípulos: -«Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación»” (Lucas, 17,20-25).  
1. -“Los fariseos preguntaron a Jesús; «¿Cuándo va a llegar el reino de Dios?»” Para Israel, un Día, Dios tomaría el poder, y salvaría a su pueblo de todos sus opresores... Era la espera de «días mejores», la espera de la «gran noche», el deseo de «una sociedad nueva», el sueño de una humanidad feliz. No eran sólo los fariseos los que deseaban ese Día. Los Doce, ellos también, en el momento en que Jesús iba a dejarles, se acercaban aún a preguntarle: «¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino para Israel?» (Hch 1,6).
La llegada de los tiempos había anunciada por el profeta Daniel. Hay mucha curiosidad, entonces como ahora, por el final, apocalipsis, pero Jesús nunca contesta directamente a esta clase de preguntas, sino que aprovecha para aclarar algunos aspectos: "el Reino de Dios no vendrá espectacularmente", "el Reino de Dios está ya dentro de vosotros".
-“Jesús les contestó: "El Reino de Dios viene sin dejarse sentir"”. Rezamos muchas veces: "venga a nosotros tu Reino". Es como el fermento que actúa en lo escondido, la semilla que es sepultada en tierra y va produciendo su fruto. Está oculto, pero ya está actuando: en la Iglesia, en su Palabra, en los sacramentos, en la vitalidad de tantos y tantos cristianos que han creído en el evangelio y lo van cumpliendo. En los humildes y sencillos: "bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos". En lo sencillo, en lo cotidiano. Es el Dios de las cosas pequeñas. Al impetuoso Elías, Dios le dio una lección y se le apareció, no en el terremoto ni en el estruendo de la tormenta ni en el viento impetuoso, sino en una suave brisa. El Reino está "dentro de vosotros", o bien, "en medio de vosotros", como también se puede traducir, o "a vuestro alcance" (en griego es "entós hymón", y en latín "intra vos").
-“Ni podrán decir: «¡Míralo aquí o allí!" porque el Reino de Dios ya está entre vosotros”. Y es que el Reino es el mismo Jesús. Que, al final de los tiempos, se manifestará en plenitud, pero que ya está en medio de nosotros. Y más, para los que celebramos su Eucaristía: "el que me come, permanece en mí y yo en él" (J. Aldazábal).
Lo importante es el día de la fidelidad a la vida cotidiana, como hiciste tú, Jesús. Hasta que llegó Cristo, el hombre consideró el tiempo como una fatalidad que se le imponía desde fuera. Inclusive el judío que ansiaba ya más un tiempo de tipo lineal e "histórico", seguía concibiendo su evolución como una iniciativa exclusiva de Dios. Festejar el tiempo era conformarse con una evolución de la que no se poseían las llaves. Con Jesucristo, el primer hombre que percibió la eternidad del presente porque era Hombre-Dios, el hombre festeja su propio tiempo en la medida en que busca la eternidad de cada instante y la vive en la vida misma de Dios.
La vida cotidiana avanza según esto al compás de un calendario preestablecido; la memoria del pasado y los proyectos hacia el futuro solo sirven para contribuir al valor de eternidad que se encierra en el presente. No existe ningún día que haya que esperar más allá de la historia; cada día encierra en sí la eternidad para quien lo vive en unión con Dios (Maertens-Frisque).
No puede decirse: «Míralo aquí o allí»... simplemente porque ¡ya ha llegado! ¡Ese Reino está oculto! Para detectarlo es necesaria mucha agudeza de atención, buenos oídos finos para oír su susurro, y ojos nuevos para discernirlo «en la noche». ¡Ese Reino es misterio! No se le encuentra nunca en lo espectacular y ruidoso sino tan sólo en humildes trazos, en pobres «signos», en los sacramentos de su presencia oculta. Pero, como precisamente un signo es siempre frágil y ambiguo, hay que descifrarlo, interpretarlo... ese es el papel de la Fe.
-“Llegará un tiempo en que desearéis vivir siquiera un día con el Hijo del hombre y no lo veréis. Os dirán: «¡Míralo aquí, míralo allí!" No vayáis, no corráis detrás”. ¡Siempre tenemos la tentación de ir a buscar los signos de Dios en otra parte! Es en vuestra vida cotidiana donde se encuentra Dios.
-“Porque igual que el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así ocurrirá con el Hijo del hombre cuando vendrá en "su Día" Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por esa generación”. Sí, «un Día» vendrá para Gloria de Dios, para el Esplendor de Dios, para el Triunfo de Dios y de su Cristo. Será como el estruendo del trueno, como el rayo que cruza el firmamento: imprevisible, sorprendente, súbito. Pero, entre tanto, es el tiempo del «sufrimiento», del «rechazo», de la «humillación y vergüenza»: "Antes tiene que padecer mucho". Antes de ese triunfo de Jesús y de su Padre, ambos, escarnecidos, humillados, arrastrados en el lodo y la sangre... negados por los ateos, dejados de lado por los indiferentes... ridiculizados por todos los descreídos... y, por desgracia, traicionados por «los suyos». ¡Señor, ten piedad de nosotros! (Noel Quesson).
2. La carta que Pablo dirige a Filemón sobre su esclavo es el escrito más corto del Nuevo Testamento. El esclavo –Onésimo- había huido y se había convertido a la fe, y estaba con Pablo, que ahora lo devuelve según la justicia de la época y le exhorta a acogerlo con amor y no portarse con él como un amo pagano. Pablo no rechaza la esclavitud social pero sí la moral, luego las ideas penetrarán en las costumbres sociales. Se ponen las bases del amor y fraternidad que supera las diferencias globales que en aquel momento se dan aún consagradas por la ley y la costumbre.
Onésimo quiere decir "útil". Sin ir contra la ley, dirá Pablo que no habrá ya entre ellos una relación de "utilidad" sino de "fraternidad" en la que el “amo” no puede hacer lo que le plazca, ha quedado modificada. La llamada de Cristo acarrea una transformación radical de las relaciones: el esclavo se convierte en un liberto de Cristo y el libre se hace esclavo de Cristo. Esta libertad gracias a Cristo y la servidumbre bajo él, la hermandad en el Señor, es la solución dada por el cristianismo primitivo al problema de la esclavitud. Merced al evangelio se produce una nueva relación del hombre para con Dios, y ella crea a su vez una nueva relación respecto a los demás hombres, cuyo determinante es el amor. Habrá que esperar para que esas ideas fructifiquen en cambio social (Dabar 1977).
No puede abolir la esclavitud en el mundo, pero logra que dos hombres se sientan hermanos y se abracen. Nos toca no deshumanizar la vida cristiana. Antes están las personas que los principios. La dureza por la dureza no es cristiana (J. Guiteras).
Pablo le llama "Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión". Y ahora pide que lo acepte de nuevo "no como esclavo, sino como hermano querido", ya que ahora los dos, el amo y el esclavo, son cristianos. Y añade: "si te debe algo, ponlo en mi cuenta: yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño". Al igual que el grado de marginación del niño o de la mujer, ahora Pablo, pide a Filemón la libertad a Onésimo.
3. El salmo nos muestra los sentimientos de Dios: “Que mantiene su fidelidad perpetuamente, / que hace justicia a los oprimidos, / que da pan a los hambrientos. / El Señor liberta a los cautivos”.  Son los que hemos de tener nosotros con los demás, transformando la sociedad paso a paso, persona a persona.
El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, / el Señor ama a los justos. / El Señor guarda a los peregrinos”. Sólo en la relación con cada persona podemos encontrar su misterio, y promover leyes para todos.
Sustenta al huérfano y a la viuda / y trastorna el camino de los malvados. / El Señor reina eternamente, / tu Dios, Sión, de edad en edad”. Así promovemos el Reino de Dios.
Llucià Pou Sabaté

martes, 13 de noviembre de 2012

Miércoles de la semana 32 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
Estamos invitados a volver a Dios, con agradecimiento por su misericordia, por su salvación: y también nosotros ser benévolos
“Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: -«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.» Al verlos, les dijo: -«ld a presentaros a los sacerdotes.» Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: -«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? » Y le dijo: -«Levántate, vete; tu fe te ha salvado»” (Lucas 17,11-19).  
1. –“Yendo camino de Jerusalén, atravesó Jesús Samaría”... Jesús, en camino. Es su último viaje. Va «hacia Jerusalén» donde matan a los profetas. «No conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén» (Lucas 13,33). El camino de cruz, el camino de Jesús, ha comenzado desde hace ya mucho tiempo. Contemplo a Jesús subiendo hacia Jerusalén, libremente, conscientemente, voluntariamente, sabiendo donde va.
-“Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron hacia Él diez leprosos. Le pararon a distancia y le gritaron...” La legislación de Moisés era rigurosa: «El leproso debe desgarrar sus vestidos, dejar los cabellos desgreñados, flotar al viento, cubrir su barba y gritar: «¡impuro!, ¡impuro!» (Levítico 13, 45). Esos pobres entre los más pobres respetan pues la Ley: gritan a distancia. Evoco la escena.
Los leprosos eran en la época de Jesús los seres más despreciables. Estaban proscritos y permanecían completamente aislados. Vivían en cavernas a las orillas de los caminos y comían lo que los peregrinos les arrojaban. Eran considerados impuros y no aptos para vivir en sociedad. No se podían acercar a nadie, bajo riesgo de morir si incumplían las prescripciones. Prácticamente, no eran considerados seres humanos.
Jesús permite que un grupo de leprosos se le acerque. Rompe con este gesto la mentalidad segregacionista que divide el mundo en puros e impuros, sacros y profanos. Jesús afronta solo la escena. Los discípulos se ausentan ante tamaño grupo de leprosos proscritos. La petición de los leprosos es simple: haz algo por nosotros. Jesús los remite a los sacerdotes, que era la institución encargada de decidir quién es puro y quién impuro. De camino, todos quedan curados, pero únicamente uno regresa.
-«¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Uno de los grandes clamores de toda humanidad sufriente. Una plegaria que repetimos, con frecuencia en la misa. «¡Señor, piedad!» Que no tenga yo jamás miedo de clamar al Señor, de apelar a su misericordia. En la Biblia, la lepra es a menudo el símbolo del pecado, el mal que desfigura. No es inútil apelar a esa imagen que afecta nuestra sensibilidad, para mejor comprender lo que es el pecado, para Dios.
-“Al verlos, Jesús les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes.»” Era también la Ley (Levítico 14,2). De paso, es un hermoso ejemplo de sumisión de Jesús a las autoridades de su país. “Mientras iban de camino quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a voces. Se echó, el rostro contra el suelo, a los pies de Jesús, dándole las gracias”.
De los diez leprosos curados, sólo uno, y extranjero, vuelve a dar gracias a Jesús. La breve oración de los diez había sido modélica: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros". Pero luego nueve de ellos, se supone que judíos, no regresan.
Nosotros empezamos nuestra celebración eucarística con una súplica parecida a la de los leprosos: "Señor, ten piedad". Y hacemos bien, porque somos débiles y pecadores, y sufrimos diversas clases de lepra. La oración de súplica nos sale bastante espontánea. Pero ¿sabemos también rezar y cantar dando gracias? Los varios himnos de alabanza en la misa -el Gloria, el Santo- y tantos salmos de alegría y acción de gracias, ¿nos salen desde dentro, reconociendo los signos de amor con que Dios nos ha enriquecido?, ¿sólo sabemos pedir, o también admirar y agradecer? Hay personas que nos parecen alejadas y que nos dan lecciones, porque saben reconocer la cercanía de Dios, mientras que nosotros, tal vez por la familiaridad y la rutina de los sacramentos -por ejemplo del perdón que Dios nos concede en la Reconciliación- no sabemos asombrarnos y alegrarnos de la curación que Jesús nos concede. Debemos cultivar en nosotros un corazón que sepa agradecer, a las personas que nos rodean y que seguramente nos llenan de sus favores, y sobre todo a Dios (J. Aldazábal).
«Alabar a Dios a voces» «Darle gracias» Actitud esencial del que ha sido «salvado». Actitud principal del que participa en la «eucaristía», en griego «acción de gracias». Ayúdame, Señor, a saber reconocer tus beneficios... Ayúdame a orar con mis alegrías, mis horas felices, con las gracias que recibo de ti. Cada noche, examinar cómo he pasado el día para darte las gracias. Ir a la eucaristía con el corazón rebosante de gozo por las maravillas de Dios. Y estar dispuesto, durante el acto litúrgico, a glorificar a Dios «de viva voz». Me imagino al leproso curado, sus gritos de alegría, sus gestos...
-“Ahora bien, era un «samaritano»”... Una vez más -según la parábola del buen samaritano, (Lucas 10,30)-  Jesús pone como ejemplo a los que eran mal vistos por los judíos fieles. Algunos paganos, por sus cualidades humanas auténticas, pueden estar más cerca de Dios que algunos fieles. A través de esos hechos evangélicos, adivinamos la apertura del Evangelio a naciones y países hasta aquí apartadas del pueblo de Dios.
-“¿Y los otros nueve? ¿Sólo este extranjero ha vuelto para dar gracias a Dios?” La lección que da Jesús va dirigida a sus paisanos: los del pueblo elegido son, a veces, los que menos saben agradecer los favores de Dios, mientras que hay extranjeros que tienen un corazón más abierto a la fe. Ruego por todos los «samaritanos», los extraños a nuestra fe... y también por todos los fieles que no saben alabar a Dios (Noel Quesson).
A Lucas le encanta subrayar la "vuelta" de sus personajes (el hijo pródigo, los discípulos de Emaús, el leproso curado)? En estas "vueltas" veo representadas las experiencias mías y de muchos. Alejamiento y vuelta: "Jesús, maestro, ten compasión de mí".
En este Evangelio vemos las claves de lo que debe ser la vida del cristiano, resumida en tres sencillas palabras: misericordia, fe y agradecimiento. Jesús, ¡qué grande es tu misericordia, ante los necesitados y enfermos especialmente! Tu piedad no rebaja sino que libera, levanta a las personas. Siente como tuyo el dolor o el sufrimiento de la persona que tiene ante sí. Esta compasión ayuda a quien te mira a tener fe, y así tú puedes hacer milagros con él. Y así puede quien es por ti curado vivir el agradecimiento siendo a su vez misericordioso con los que le rodean.
Pienso que vemos este rostro de Dios cuando nos encontramos a alguien que se detiene en su camino para ayudarnos cuando estamos necesitados, en la carretera por ejemplo, si nuestro coche se ha averiado. Pero también en los pequeños detalles, cuando nos ceden el paso en medio del tráfico, nos sonríen amablemente en el trabajo los lunes por la mañana. Copio del 20minutos (27.10.2009): Montse Ventura está viva gracias a que una mujer que viajaba con ella en un bus urbano de Barcelona a principios de año identificó en su cara unas señales sintomáticas de un tumor. Hoy, operada y recuperada, busca a su 'ángel de la guarda' a través de la prensa catalana para darle las gracias. El azar quiso que Montse, de 55 años y ex maestra, viuda y madre de dos hijas, viajara en un bus de vuelta de un museo al lado de una desconocida que no le quitaba ojo. En un momento dado le pidió hablar con ella a solas y le recomendó que se hiciera una analítica. En un papel le escribió los dos marcadores que debía vigilar. Le dijo poco más, sólo que había visto en su cara un agrandamiento de labios y nariz que podría anticipar un tumor de hipófisis. Y otra cosa: que estaba a tiempo, pero que no tardara en mirarse.
Al cabo de un mes, Montse pidió cita médica y se hizo el preceptivo análisis. Los dos marcadores elegidos por la más que probable doctora del autobús salieron disparados. Tras peregrinar de ginecólogos a endocrinos le diagnosticaron un minúsculo tumor de hipófisis, la parte del cerebro que regula el equilibrio hormonal del cuerpo. Montse decidió operarse, siguiendo el consejo de los médicos, porque la ubicación del tumor era muy peligrosa.
Ahora Montse busca a una mujer de unos 50 años, delgada, con pelo rizado, castaño, que viajaba en el autobús 64 de Barcelona aquella mañana de principios de año. Quiere darle las gracias por salvarle la vida.
Ángeles que Dios pone en nuestro camino… “¿Qué cosa mejor podemos traer en el corazón, pronunciar con la boca, escribir con la pluma, que estas palabras: ¡gracias a Dios!? No hay cosa que se pueda decir con mayor brevedad, ni oír con mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación, ni hacer con mayor utilidad” (San Agustín).
2. Pablo sigue instruyendo su discípulo: -“Hijo muy querido, recuerda a los fieles que deben vivir sumisos a los dirigentes, a las autoridades, obedecerles...” La verdadera revolución no era derrocar a los gobernantes, sino que era interior, una renovación de la sociedad antigua...; pero esto se hará por la renovación de las mentalidades y no por la «toma del poder», o principalmente por actuaciones de carácter político. Jesús había ya resistido a esa misma tentación: «dad al César lo que es del César.» Pablo dice que hay que respetar los poderes de la sociedad civil.
-“Estar disponibles para cualquier buena acción...” En el mundo, se nos pide ser ciudadanos ejemplares: estar dispuestos a toda buena acción. Fórmula admirable. Participación es la palabra que indica nuestra misión en lo social (barrio, escuela, municipio, país).
-“No injuriar a nadie, no ser discutidores, sino benévolos, mostrándonos amables con todos los hombres...” Los cristianos: seres «bienhechores»... seres «benévolos»... Serviciales. Generosos. Atentos. Afables. Obligados. Comprometidos en el servicio de los demás. Complacientes, amables (Noel Quesson).
-“Pues también nosotros fuimos, en algún tiempo, insensatos, desobedientes, aborrecibles... Pero, cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador y su amor a los hombres, El nos salvó. No por actos meritorios nuestros, sino según su misericordia. Por el agua del bautismo nos regeneró, y nos renovó en el Espíritu Santo”.
3. El salmo nos hace cantar: "tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida". Por eso debemos también nosotros repartir bondad en torno nuestro.


Martes de la semana 32 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
El servicio a Dios no nos lleva al engreimiento, sino a la humildad de sentirnos instrumentos para ayudar a Dios y a los demás, 
“En aquel tiempo, dijo el Señor: -«Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer" (Lucas 17,7-10).  
1. “-Jesús decía: «Cuando un criado vuestro, labrador o pastor, vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dirá: "Ven enseguida a la mesa?" No, más bien le decís: «Prepárame de cenar, ponte el delantal y sírveme mientras yo como y bebo. Después comerás y beberás tú.» Jesús no justifica esa situación de desnivel social, sino que la constata. A partir del cap. 14, el evangelista nos pone en aviso contra los fariseos y los ricos, especialmente. Los fariseos creen tener derechos sobre Dios, y quizá lo que censuras, Señor, sea eso, más que a los discípulos, que no tienen esa costumbre de tiranizar a los sirvientes que ya han trabajado todo el día.
-“¿Se tendrá que estar agradecido al criado porque ha hecho lo que se le ha mandado?” El relato va hacia el consejo de «hacer todo lo que Dios ha mandado». Hemos de ver esa parábola en el contexto de un Dios «padre» amante y servicial que se desvivirá por sus servidores: «¿Qué hará el dueño de la casa? Yo os lo digo, se pondrá en actitud de servicio, hará que se coloquen a la mesa, y, pasando junto a ellos, los servirá» (Lc 12,37).
Pero aquí se subraya nuestra actitud de humildad; hemos de decir: «Somos servidores inútiles, hemos hecho lo que debíamos hacer.» Jesús, pienso que quieres destruir la arrogancia de los fariseos, que a fuerza de buenas obras, pensaban que adquirían unos derechos sobre Dios, por sus propios méritos. Otras veces nos decías: no os gloriéis de vuestras obras ante Dios... y ahora lo dices de otro modo. Santa Teresa de Lisieux había comprendido muy bien esa lección capital cuando decía que se presentaría ante Dios con «las manos vacías». Señor, quiero hacer las cosas gratuitamente, por ti, por amor: sin esperar recompensa. Concédenos, Señor, estar a tu servicio desinteresadamente (Noel Quesson).
Dice un dicho popular: "Nadie es necesario, pero todos podemos ser útiles". A veces pensamos que somos imprescindibles, que nuestra aportación es irremplazable. Pero en realidad, indispensable solo es el Señor. Y también podemos verlo al revés: si tenemos a Jesús, lo tenemos todo; mientras él no falte, todo va bien. Los ministerios, en la Iglesia, no son para crecimiento personal, sino para el crecimiento de la comunidad.
Jesús, veo que lo que esperas de nosotros es que estemos siempre dispuestos, como el Buen Pastor, a cuidar de los tuyos, que son nuestros también. No podemos sentarnos a la mesa mientras no lo sirvamos en los hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos y encarcelados.
Decía uno: “Siempre llamó mi atención aquella gente con un corazón sencillo, aquellos que hacen de lo complejo, de lo sofisticado, algo cotidiano, entendible por todos. Gente que quizás habla de cosas importantes, pero tiene en su forma de expresarse una capacidad de llegar al fondo de su mensaje de inmediato. Sea cual fuere el tema del que esas personas hablan, llegan al corazón, el alma se siente atraída. Gente muy sencilla, que quizás sólo nos sirve o ayuda en determinado punto de nuestras vidas. Rostros sonrientes, dispuestos a ayudarnos, adaptarse y comprender.
¡Dan ganas de sentarse a hablar con esa gente, a saber de su vida! Ellos no buscan complejidades, no desconfían más de la cuenta, hablan de modo abierto y claro, tienden a creer y a confiar, ven en la gente lo bueno. La simpleza de corazón se opone a esa otra postura, la de buscar siempre los motivos para no creer, la de dudar de todo, la de complicar las cosas, la de plantear siempre obstáculos y objeciones, la de esperar que finalmente algo nos de la excusa para descalificar.
Esta actitud frente a la vida, la de hacer lo complejo algo sencillo, la de creer, confiar, de poner una sonrisa y un deseo de hacerse entender y querer por el prójimo, es una parte importante del amor. Porque el amor es simple y Dios es simple, El hace las cosas de Su Reino sencillas para nosotros. Pero también pone un velo entre Sus misterios y nuestro entendimiento. Es por este motivo que es tan importante no querer ver o saber más allá de lo que Dios quiera que veamos. ¡Sólo creer en El!
Esta actitud, la de creer, proviene de un corazón sencillo. Creer, con un alma abierta a las cosas del Reino, más allá de que la mente, nuestro intelecto, no alcance a comprender lo que percibe. Es muy difícil tener fe en Dios si queremos procesar todo a través de nuestra razón”. Nuestro orgullo lo complica todo, queremos controlarlo todo. “Y que difícil es la prueba cuando Dios da la gracia de tener una mente desarrollada, una educación elevada. El propio don que Dios da se puede transformar en el motor de nuestra soberbia: vaya, si somos gente inteligente, ¿como podemos creer en estos tiempos en estas cosas, inexplicables para la ciencia del hombre? Cuanta soberbia se esconde en esta pregunta, pero cuan a menudo se la escucha, o se la piensa. El mundo moderno ha desarrollado tal soberbia, que ha dejado poco espacio para las cosas del Señor, que son por supuesto inexplicables, porque pertenecen a un nivel de pensamiento, el Pensamiento Divino, al que el hombre jamás podrá llegar”.
Cuando alguien ha de ejercer su autoridad, muchas veces se cubre de apariencia, por ejemplo un profesor intentará disimular lo que no sabe, para explicar las cosas dando la impresión de que controla toda su especialidad, porque necesita dar esa imagen de persona que sabe más de lo que sabe. En cambio, el sencillo es el que no quiere dar más imagen que mostrarse como es, sin aparentar, y qué mezcla más fascinante, cuando un sabio es sencillo y puede responder cuando algo no lo sabe con un sencillo “no lo sé”. Se llega así a superar una prueba importante, la de la apariencia, así los pastores nos enseñan el camino a Belén: “Sólo aceptar, orar, adorar al Señor, y disfrutar de los pequeños detalles que él nos permite ver, de Su maravilloso Reino.
Se me ocurre que una buena petición es: "Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de Ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a Ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mí mismo para darme todo a Ti" (S. Nicolás de Flüe). Te pido, Señor, lo que necesite para ser buen instrumentos tuyo: "De que tú y yo nos portemos como Dios quiere —no lo olvides— dependen muchas cosas grandes" (J. Escrivá, Camino 755).
Para ser buen instrumento he de ver como don divino las cualidades que tengo, y usar esos talentos. También se necesita humildad, una perfecta subordinación a la voluntad divina, y una unión con el artista, como el barro en manos del alfarero, como el pincel en manos del pintor, y para esto necesito vida interior y obediencia (más que decir o pensar, hacer las cosas). “Las obras de Dios son perfectas” (Dt 32,4), y cuando Dios nos da unos dones, también nos da los medios para usarlos dignamente” (s. Tomás de Aquino). Es lo que se dice en la ordenación en palabras de S. Pablo: el que ha comenzado la buena obra en ti la llevará a término.
Dame, Señor, la rectitud de intención y humildad en todas mis obras. “Soli Deo honor et gloria”, “sólo para Dios el honor y la gloria” (1 Tim 1,17). Esa humildad de instrumentos arraigará en mi corazón, si procuro la unión con la Voluntad de Dios en lo cotidiano. El modelo es la Virgen: “Illum oportet crescere, me autem minui” (conviene que Él crezca, y yo disminuya: Jn 3,30).
2. Ahora Pablo va dirigiéndose a diversas personas: -“Vosotros los hombres de edad... Vosotras las mujeres de edad... Vosotros los jóvenes...” Cada uno recibe el evangelio según su estado, su situación y su edad. No hay que copiarse los unos a los otros. Cada uno tiene un papel diferente según sus posibilidades. Según mi situación, ¿qué papel debo cumplir yo?
-“Sobriedad... Dignidad... Ponderación... Fortaleza en la fe... Caridad... Perseverancia... Gente de buen consejo... Sensatez... Buenas amas de casa...” Va dando el Apóstol consejos muy «humanos»: virtudes naturales, como¡la «ponderación»! Se ve que les convenía a los de Creta. Y a  nosotros.
-“Muéstrate dechado de buenas obras y conducta intachable... Para que el adversario se avergüence no teniendo nada malo que decir de nosotros”. Es lo primero que nos exigen los no creyentes. Que los cristianos den prueba de lo que «dicen», en primer lugar ¡viviendo los valores esenciales de la simple humanidad! ¡Perdón, Señor, por dar tan a menudo, una mala imagen de Ti!
-“Porque la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres. Por ella aprendemos a rechazar el pecado y las pasiones”. El humanismo de Pablo no se basa solo en no embriagarse, amar a su mujer o a su marido, llevar bien el cuidado de la casa, tener buena conducta... Todo esto es obra de Dios, fundamentado en la gracia, el don gratuito de Dios que está siempre ahí. En el fondo, Dios quiere, en primer lugar ¡que seamos hombres cabales! Y, para ello, nos da su gracia.
-“Para vivir en el mundo presente con sensatez, justicia, piedad...” ¡Qué modestia en todo esto! ¿Soy «sensato»? ¿Soy «justo»? ¿Soy «piadoso»? Pienso en lo que esto puede significar para mí, como comportamientos concretos.
-“Aguardando la dicha que esperamos y la Manifestación de la gloria de Jesucristo, nuestro gran Dios y Salvador”. ¡He ahí el «sentido»! Es el carácter específico del cristiano: hombre como todos los demás, invitado a vivir los mismos valores que sus contemporáneos, «sabe a donde va», está orientado, su conducta tiene un Sentido, un objetivo final. Y, para Pablo, ese objetivo del hombre, que justifica y polariza todos sus esfuerzos, es el encuentro de Jesucristo.
-“Porque se entregó por nosotros para rescatarnos de todas nuestras faltas, y purificarnos para hacer de nosotros un pueblo elegido, entregado a hacer el bien”. Toda la «bondad» del mundo dimana de su sacrificio.
Todo el «bien» que se hace en el mundo proviene del don de sí mismo que nos ha sido hecho. ¡Señor Jesús, purifícanos! ¡Señor Jesús, haz que seamos «entregados» en la práctica del bien! Dame, Señor, mucho entusiasmo, mucho ardor: haz de mí un apasionado de Ti (Noel Quesson).
3. De nuevo el salmo insiste en las cualidades básicas, en esas virtudes humanas: "haz el bien, practica la lealtad, sea el Señor tu delicia, apártate del mal y haz el bien". Acudimos a la Santísima Virgen, para que demos ejemplo, de personas de corazón, gente de bien.
            Llucià Pou Sabaté



Martes de la semana 32 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
El servicio a Dios no nos lleva al engreimiento, sino a la humildad de sentirnos instrumentos para ayudar a Dios y a los demás, 
“En aquel tiempo, dijo el Señor: -«Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer" (Lucas 17,7-10).  
1. “-Jesús decía: «Cuando un criado vuestro, labrador o pastor, vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dirá: "Ven enseguida a la mesa?" No, más bien le decís: «Prepárame de cenar, ponte el delantal y sírveme mientras yo como y bebo. Después comerás y beberás tú.» Jesús no justifica esa situación de desnivel social, sino que la constata. A partir del cap. 14, el evangelista nos pone en aviso contra los fariseos y los ricos, especialmente. Los fariseos creen tener derechos sobre Dios, y quizá lo que censuras, Señor, sea eso, más que a los discípulos, que no tienen esa costumbre de tiranizar a los sirvientes que ya han trabajado todo el día.
-“¿Se tendrá que estar agradecido al criado porque ha hecho lo que se le ha mandado?” El relato va hacia el consejo de «hacer todo lo que Dios ha mandado». Hemos de ver esa parábola en el contexto de un Dios «padre» amante y servicial que se desvivirá por sus servidores: «¿Qué hará el dueño de la casa? Yo os lo digo, se pondrá en actitud de servicio, hará que se coloquen a la mesa, y, pasando junto a ellos, los servirá» (Lc 12,37).
Pero aquí se subraya nuestra actitud de humildad; hemos de decir: «Somos servidores inútiles, hemos hecho lo que debíamos hacer.» Jesús, pienso que quieres destruir la arrogancia de los fariseos, que a fuerza de buenas obras, pensaban que adquirían unos derechos sobre Dios, por sus propios méritos. Otras veces nos decías: no os gloriéis de vuestras obras ante Dios... y ahora lo dices de otro modo. Santa Teresa de Lisieux había comprendido muy bien esa lección capital cuando decía que se presentaría ante Dios con «las manos vacías». Señor, quiero hacer las cosas gratuitamente, por ti, por amor: sin esperar recompensa. Concédenos, Señor, estar a tu servicio desinteresadamente (Noel Quesson).
Dice un dicho popular: "Nadie es necesario, pero todos podemos ser útiles". A veces pensamos que somos imprescindibles, que nuestra aportación es irremplazable. Pero en realidad, indispensable solo es el Señor. Y también podemos verlo al revés: si tenemos a Jesús, lo tenemos todo; mientras él no falte, todo va bien. Los ministerios, en la Iglesia, no son para crecimiento personal, sino para el crecimiento de la comunidad.
Jesús, veo que lo que esperas de nosotros es que estemos siempre dispuestos, como el Buen Pastor, a cuidar de los tuyos, que son nuestros también. No podemos sentarnos a la mesa mientras no lo sirvamos en los hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos y encarcelados.
Decía uno: “Siempre llamó mi atención aquella gente con un corazón sencillo, aquellos que hacen de lo complejo, de lo sofisticado, algo cotidiano, entendible por todos. Gente que quizás habla de cosas importantes, pero tiene en su forma de expresarse una capacidad de llegar al fondo de su mensaje de inmediato. Sea cual fuere el tema del que esas personas hablan, llegan al corazón, el alma se siente atraída. Gente muy sencilla, que quizás sólo nos sirve o ayuda en determinado punto de nuestras vidas. Rostros sonrientes, dispuestos a ayudarnos, adaptarse y comprender.
¡Dan ganas de sentarse a hablar con esa gente, a saber de su vida! Ellos no buscan complejidades, no desconfían más de la cuenta, hablan de modo abierto y claro, tienden a creer y a confiar, ven en la gente lo bueno. La simpleza de corazón se opone a esa otra postura, la de buscar siempre los motivos para no creer, la de dudar de todo, la de complicar las cosas, la de plantear siempre obstáculos y objeciones, la de esperar que finalmente algo nos de la excusa para descalificar.
Esta actitud frente a la vida, la de hacer lo complejo algo sencillo, la de creer, confiar, de poner una sonrisa y un deseo de hacerse entender y querer por el prójimo, es una parte importante del amor. Porque el amor es simple y Dios es simple, El hace las cosas de Su Reino sencillas para nosotros. Pero también pone un velo entre Sus misterios y nuestro entendimiento. Es por este motivo que es tan importante no querer ver o saber más allá de lo que Dios quiera que veamos. ¡Sólo creer en El!
Esta actitud, la de creer, proviene de un corazón sencillo. Creer, con un alma abierta a las cosas del Reino, más allá de que la mente, nuestro intelecto, no alcance a comprender lo que percibe. Es muy difícil tener fe en Dios si queremos procesar todo a través de nuestra razón”. Nuestro orgullo lo complica todo, queremos controlarlo todo. “Y que difícil es la prueba cuando Dios da la gracia de tener una mente desarrollada, una educación elevada. El propio don que Dios da se puede transformar en el motor de nuestra soberbia: vaya, si somos gente inteligente, ¿como podemos creer en estos tiempos en estas cosas, inexplicables para la ciencia del hombre? Cuanta soberbia se esconde en esta pregunta, pero cuan a menudo se la escucha, o se la piensa. El mundo moderno ha desarrollado tal soberbia, que ha dejado poco espacio para las cosas del Señor, que son por supuesto inexplicables, porque pertenecen a un nivel de pensamiento, el Pensamiento Divino, al que el hombre jamás podrá llegar”.
Cuando alguien ha de ejercer su autoridad, muchas veces se cubre de apariencia, por ejemplo un profesor intentará disimular lo que no sabe, para explicar las cosas dando la impresión de que controla toda su especialidad, porque necesita dar esa imagen de persona que sabe más de lo que sabe. En cambio, el sencillo es el que no quiere dar más imagen que mostrarse como es, sin aparentar, y qué mezcla más fascinante, cuando un sabio es sencillo y puede responder cuando algo no lo sabe con un sencillo “no lo sé”. Se llega así a superar una prueba importante, la de la apariencia, así los pastores nos enseñan el camino a Belén: “Sólo aceptar, orar, adorar al Señor, y disfrutar de los pequeños detalles que él nos permite ver, de Su maravilloso Reino.
Se me ocurre que una buena petición es: "Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de Ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a Ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mí mismo para darme todo a Ti" (S. Nicolás de Flüe). Te pido, Señor, lo que necesite para ser buen instrumentos tuyo: "De que tú y yo nos portemos como Dios quiere —no lo olvides— dependen muchas cosas grandes" (J. Escrivá, Camino 755).
Para ser buen instrumento he de ver como don divino las cualidades que tengo, y usar esos talentos. También se necesita humildad, una perfecta subordinación a la voluntad divina, y una unión con el artista, como el barro en manos del alfarero, como el pincel en manos del pintor, y para esto necesito vida interior y obediencia (más que decir o pensar, hacer las cosas). “Las obras de Dios son perfectas” (Dt 32,4), y cuando Dios nos da unos dones, también nos da los medios para usarlos dignamente” (s. Tomás de Aquino). Es lo que se dice en la ordenación en palabras de S. Pablo: el que ha comenzado la buena obra en ti la llevará a término.
Dame, Señor, la rectitud de intención y humildad en todas mis obras. “Soli Deo honor et gloria”, “sólo para Dios el honor y la gloria” (1 Tim 1,17). Esa humildad de instrumentos arraigará en mi corazón, si procuro la unión con la Voluntad de Dios en lo cotidiano. El modelo es la Virgen: “Illum oportet crescere, me autem minui” (conviene que Él crezca, y yo disminuya: Jn 3,30).
2. Ahora Pablo va dirigiéndose a diversas personas: -“Vosotros los hombres de edad... Vosotras las mujeres de edad... Vosotros los jóvenes...” Cada uno recibe el evangelio según su estado, su situación y su edad. No hay que copiarse los unos a los otros. Cada uno tiene un papel diferente según sus posibilidades. Según mi situación, ¿qué papel debo cumplir yo?
-“Sobriedad... Dignidad... Ponderación... Fortaleza en la fe... Caridad... Perseverancia... Gente de buen consejo... Sensatez... Buenas amas de casa...” Va dando el Apóstol consejos muy «humanos»: virtudes naturales, como¡la «ponderación»! Se ve que les convenía a los de Creta. Y a  nosotros.
-“Muéstrate dechado de buenas obras y conducta intachable... Para que el adversario se avergüence no teniendo nada malo que decir de nosotros”. Es lo primero que nos exigen los no creyentes. Que los cristianos den prueba de lo que «dicen», en primer lugar ¡viviendo los valores esenciales de la simple humanidad! ¡Perdón, Señor, por dar tan a menudo, una mala imagen de Ti!
-“Porque la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres. Por ella aprendemos a rechazar el pecado y las pasiones”. El humanismo de Pablo no se basa solo en no embriagarse, amar a su mujer o a su marido, llevar bien el cuidado de la casa, tener buena conducta... Todo esto es obra de Dios, fundamentado en la gracia, el don gratuito de Dios que está siempre ahí. En el fondo, Dios quiere, en primer lugar ¡que seamos hombres cabales! Y, para ello, nos da su gracia.
-“Para vivir en el mundo presente con sensatez, justicia, piedad...” ¡Qué modestia en todo esto! ¿Soy «sensato»? ¿Soy «justo»? ¿Soy «piadoso»? Pienso en lo que esto puede significar para mí, como comportamientos concretos.
-“Aguardando la dicha que esperamos y la Manifestación de la gloria de Jesucristo, nuestro gran Dios y Salvador”. ¡He ahí el «sentido»! Es el carácter específico del cristiano: hombre como todos los demás, invitado a vivir los mismos valores que sus contemporáneos, «sabe a donde va», está orientado, su conducta tiene un Sentido, un objetivo final. Y, para Pablo, ese objetivo del hombre, que justifica y polariza todos sus esfuerzos, es el encuentro de Jesucristo.
-“Porque se entregó por nosotros para rescatarnos de todas nuestras faltas, y purificarnos para hacer de nosotros un pueblo elegido, entregado a hacer el bien”. Toda la «bondad» del mundo dimana de su sacrificio.
Todo el «bien» que se hace en el mundo proviene del don de sí mismo que nos ha sido hecho. ¡Señor Jesús, purifícanos! ¡Señor Jesús, haz que seamos «entregados» en la práctica del bien! Dame, Señor, mucho entusiasmo, mucho ardor: haz de mí un apasionado de Ti (Noel Quesson).
3. De nuevo el salmo insiste en las cualidades básicas, en esas virtudes humanas: "haz el bien, practica la lealtad, sea el Señor tu delicia, apártate del mal y haz el bien". Acudimos a la Santísima Virgen, para que demos ejemplo, de personas de corazón, gente de bien.
            Llucià Pou Sabaté


lunes, 12 de noviembre de 2012


Lunes de la semana 32 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
Pedimos a Jesús el don de perdonar, que es la cosa más grande; y también las otras cualidades de su corazón
«Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan los escándalos; pero, ay de aquel por quien vienen. Más le valdría ajustarle al cuello una piedra de molino y arrojarle al mar, que escandalizar a uno de esos pequeños: andaos con cuidado. Si tu hermano peca, repréndele; y, si se arrepiente, perdónale. Y si peca siete veces al día contra ti, y siete veces vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", le perdonarás». Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Respondió el Señor: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este moral: "Arráncate y plántate en el mar, y os obedecería"» (Lucas 17,1-6).
1. –“Jesús decía: "Es inevitable que sucedan los escándalos; pero ¡ay del que los provoca!” Estamos todos interconexionados, unidos como los siameses, y esto es la comunión de los santos: si nos esforzamos, ayudamos a los demás, y si hacemos daño, dañamos a todos. "Nadie es una isla". Toda persona esta religada a otras. Juan Pablo II pidió perdón por los errores históricos de la Iglesia, y vemos que en el mundo hay muchos crímenes, pero en primer lugar hemos de reflejar el rostro de Jesús a través de nuestra vida, de la vida de la Iglesia, para dar testimonio al mundo. Por desgracia, hemos visto también en la Iglesia graves pecados contra niños, que claman al cielo. Pidamos al Señor que arranque de la Iglesia todo daño grave, y hoy especialmente este: «El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otros a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual. El escándalo constituye una falta grave, si por acción u omisión, arrastra deliberadamente a otro a una falta grave» (Catecismo, 2284).
-“Más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar... antes que escandalizar a uno de esos pequeños”. Jesús es extremadamente riguroso cuando se trata de defender a "los pequeños".
Y pasas, Señor, a hablarnos del perdón: -“Si tu hermano te ofende, repréndelo; y si se arrepiente perdónalo. Si te ofende siete veces al día y vuelve siete veces a decirte: "Lo siento" lo perdonarás”. El amor "sin límites" es la característica propia del cristianismo. Lo vemos en una madre, cuando sigue perdonando la malicia o debilidad de un hijo, que con sus mentiras o faltas de respeto se aleja de ella, y luego siempre encuentra el perdón maternal cuando va a buscarla. El amor de una madre es el modelo más cercano de lo que Jesús nos muestra, de lo que es el amor de Dios. Señor, te pido aprender a perdonar según la medida de tu corazón.
-“Dijeron los Apóstoles al Señor... ¡Auméntanos la Fe!” Tenemos aquí un ejemplo de los diálogos provocados por tus palabras, Jesús. Eran muy conscientes de que era algo grande lo que pedías, Señor, y así te pedimos también nosotros: "danos, Señor, por gracia, eso que Tú esperas de nosotros". Como también decía San Agustín: pide lo que quieras y dame la fuerza para cumplirlo. O Santa Teresa de Jesús: “manda lo que quisieras y dime lo que mandares, que lo que tu mandares no he dejar de hacer por ningún tesoro del mundo”, claro, con tu fuerza, Señor. Así te pedimos en la plegaria de los fieles de cada misa: por las necesidades mías y de todo el mundo.
-“El Señor contestó: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este árbol: Arráncate y plántate en el mar. Y os obedecería"”. ¡Cuántos "árboles" a arrancar, Señor! Soy como un pobre delante de ti; dame varios "granos de mostaza" (Noel Quesson).
2. Hoy vemos la carta a Tito, discípulo de san Pablo, pastor responsable de Creta: “-Yo Pablo, siervo de Dios...” Su único titulo humano: servidor... Me dejo llevar por esta sencilla imagen. ¿Qué representa para mí? Humildad, competencia, desvelo, estar a la escucha...
-“Apóstol de Jesucristo...” Apóstol significa «enviado». Es también una imagen de dependencia, de humildad: el enviado de alguien no habla en su propio nombre, es el enviado de otro. ¿Me preocupo de mi conformidad y autenticidad a Jesucristo?
-“Para llevar a los escogidos de Dios a la fe y al pleno conocimiento religioso de la verdad”. Se ha dicho que era la mejor definición del apostolado. Pienso en mi oración, en los que están a mi cuidado. No puedo darles la fe... debo tratar de «conducir hacia...» Aquí también, ¡modestia!
-“Apoyado en la esperanza de la vida eterna, prometida desde toda la eternidad por Dios, que no miente...” Repito una y otra vez esta formula. Dejo que cada palabra penetre en mí.
-“Si te he dejado en Creta es para que acabaras de organizar todo lo que faltaba, y establecieras "presbíteros" en cada ciudad”. Tito es el encargado de nombrar a unos "responsables", sin duda de los "colegios de Ancianos", como los había en las sinagogas judías: Tito escoge a los que le parecen más aptos para animar el grupo... hombres maduros, de cierta edad, hombres con experiencia. Su nombre "presbyteroi" = ancianos, y de ahí procede lo que llamamos ahora presbítero.
-“¿Sus cualidades? Que sean irreprochables... Que tengan un buen equilibrio personal... Un amor conyugal ejemplar.. Una buena gestión familiar... El sentido de la hospitalidad”. Los "sermones" ayudan, pero más la vida del predicador. Lo que también es verdad para todos: laicos, religiosas, sacerdotes.
-“Intendente de la casa de Dios...” Adicto a la doctrina auténtica, conforme a la enseñanza recibida así será capaz de exhortar según la sana doctrina y de rebatir a los adversarios... He ahí las dos misiones del "responsable" de la comunidad: gobernar como un "buen intendente" -éste era el término que usaba Jesús- y enseñar (Noel Quesson).
3. Nos dice san Pablo que el apóstol ha de tener humanidad. La importancia de las virtudes humanas es también un recordatorio para nosotros, a ejemplo de Jesús: ¿cómo vamos de amabilidad, simpatía, accesibilidad para que nos pregunten cosas, cómo damos confianza porque respetamos la intimidad de las conciencias? Esos son, decía Juan Pablo II, las cualidades de los evangelizadores que espera el mundo moderno: «Se necesitan heraldos del Evangelio expertos en humanidad, que conozcan a fondo el corazón del hombre de hoy, participen de sus gozos y esperanzas, de sus angustias y tristezas, y al mismo tiempo sean contemplativos, enamorados de Dios. Para esto se necesitan nuevos santos. Los grandes evangelizadores de Europa han sido los santos. Debemos suplicar al Señor que aumente el espíritu de santidad en la Iglesia y nos mande nuevos santos para evangelizar el mundo de hoy». El salmo apunta también a las virtudes humanas: "¿quién puede subir al monte del Señor?: el hombre de manos inocentes y puro corazón... Éste es el grupo que busca al Señor".
Llucià Pou Sabaté

sábado, 10 de noviembre de 2012



Tiempo ordinario Domingo 32 (B). Las mujeres cristianas son un modelo de fe en la resurrección, que lleva a darse totalmente al servicio de Dios y de los demás. Descripción: Descripción: imagesCAB50VZQ
«Y (Jesús), enseñándoles, decía: Guardaos de los escribas, que les gusta pasear con vestidos lujosos y que los saluden en las plazas, y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; que devoran las casas de las viudas mientras fingen largas oraciones; éstos recibirán un juicio más severo.
Sentado Jesús frente al gazofilacio (cepillo de templo), miraba cómo la gente echaba en él monedas de cobre, y bastantes ricos echaban mucho. Y al llegar una viuda pobre, echó dos monedas, que hacen la cuarta parte del as. Llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más en el gazofilacio que todos los otros, pues todos han echado algo de lo que les sobraba; ella, en cambio, en su necesidad, ha echado todo lo que tenía, todo su sustento» (Marcos 12,38-44).
1. Jesús, al ver que muchos ricos daban limosnas en el Templo, te fijas en que “se acercó una viuda pobre y echó dos reales”. Entonces llamas a tus discípulos, y les dices: “-Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”. Sigues como ayer y anteayer hablándonos de generosidad… ¿Nosotros damos de lo que nos sobra? Ella, casi avergonzada, echa sus dos moneditas de cobre, las más pequeñas que nadie ve, pero Dios lo ve todo, y se conmueve por un corazón que se da. El otro día vino un chico a entregar su ayuda para el Domund, y se notaba que hacía una entrega especial, le pregunté y ya me dijo entre tímido y orgulloso que había dado de lo que tenía ahorrado, haciendo un sacrificio escondido había dado de lo suyo. Es la alegría del corazón, pues hay más gozo en dar que en recibir: "ha echado más que nadie", pues ha dado de lo suyo… todo lo que tenía.
Es más tener a Dios en el alma que oro en el arca… ¿Quieres ser rico en Dios? Da a Dios. Dios no valora la cantidad sino la voluntad. Nadie dio tanto como la que no reservó nada para sí. Veremos en la primera lectura otra historia preciosa, también de una viuda. “¿No has visto las lumbres de la mirada de Jesús cuando la pobre viuda deja en el templo su pequeña limosna?  Dale tú lo que puedas dar: no está el mérito en lo poco ni en lo mucho, sino en la voluntad con que lo des” (J. Escrivá, Camino 829)Descripción: Descripción: elías y viuda.
2. El libro de los Reyes nos cuenta que el profeta Elías se encontró a una viuda que recogía leña y le pidió que le hiciera pan, pero ella le dijo que sólo le quedaba un poco de harina y aceite: “Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos”. El profeta parecía un poco caradura porque le dijo: “No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: «La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra»”. Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Y en aquel tiempo de hambre, se le arreglaron los males a madre e hijo: “Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.” Se hizo el milagro, y esto significa que Dios nos paga todo lo que hacemos a los demás, como que lo hacemos a Jesús.
La lección es clara: para conseguir que el corazón de Dios se sienta "tocado" no hace falta hacer cosas importantes, ni llevar ropas de marca, sino poner el corazón "en la bandeja" y Él lo pone con el suyo, hace el milagro de que ya no se acabe nunca la esperanza, la ilusión, la harina y el aceite sobrenatural que necesitamos para caminar por la vida cristiana.
La Santísima Virgen, nuestra Madre, es modelo que nos enseña a darnos con lo que somos y tenemos. Ella que se dio sin dudar, sin pereza, como nos muestra el Evangelio, pensando siempre en los demás, antes que en sí misma, cuando ya embarazada hizo un largo viaje hasta la casa de Isabel y Zacarías para ayudar en el nacimiento de san Juan Bautista. O cuando –mujeDescripción: Descripción: eucaristia2r al fin y al cabo, detallista y previsora- se da cuenta antes que nadie del bochorno que espera a aquellos novios que se quedan sin vino a mitad de la celebración. Madre nuestra,  Mujer modelo de todas las virtudes… ¡Ruega por nosotros!
El Salmo canta: “Alaba, alma mía, al Señor”. ¿Procuro alabar a Dios, y darle gracias? Es tan bonito ser agradecido, y nos hace mejores. Además, la fe nos hace ver que al final todo será bueno, que todas las cosas las permite Dios para que sirvan para algo bueno. Hoy es un día en que las protagonistas son mujeres que se fían. Ayer me decía un amigo que fueron un día al piso donde habían vivido sus suegros, de casualidad, y ahí en la escalera había una monja africana sentada ante la puerta del piso, esperando: “¿qué hace usted ahí?” le preguntaron; “esperando a los señores, que me recomendaron venir”; “pero si hace tiempo que no viven aquí…” y ella: “vi abajo en el portón la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y pensé que mejor esperar, que alguien vendría a ayudarme…” Siguió esa intuición, y recibió la ayuda… Tenía fe en que vendrían, porque había visto la imagen de Jesús. A veces nos ponemos a rezar para que se arregle algo, y como por arte de magia aquello acaba bien. Tengo un amigo que dejó el coche y al volver ya no estaba. Llamó a la grúa y a la policía por si le habían robado, pero nada. Sólo cuando rezó y se quedó tranquilo, se acordó de dónde lo había dejado, en una calle cercana. Tantas veces nos hace esos juegos la memoria: perdemos cosas y pensamos: “¿quién me ha quitado esto?” y resulta que lo habíamos dejado en otro lugar… vamos a rezar y con calma lo encontraremos…
En la vida tenemos “la mala educación” de enfadarnos cuando las cosas nos salen mal, con los demás y con nosotros mismos, ponernos de mal humor… y Dios no lo quiere, está siempre con nosotros, ayudándonos y nos quiere igual, por eso el pan y el aceite que no se acaban nunca son arreglar las cosas enseguida, pidiendo perdón o haciendo las paces, y con una sonrisa. Así, con el pan de la humildad y el aceite del buen humor, siempre irá todo bien, podremos dormir tranquilos, habrá alegría para nosotros y para los demás, “buen rollo” como dicen ahora, al abrigo de todos los riesgos y de todas las miserias, porque qué más da si nos equivocamos: lo arreglamos y ya estamos contentos otra vez. Así podemos llevar como un sacrificio, como decimos en la Misa, todas las cosas, también las que nos cuestan, junto a Jesús: "Mira con bondad, Señor, los sacrificios que te presentamos, para que, al celebrar la pasión de tu Hijo en este sacramento, gocemos de sus frutos en nuestro corazón"; "que él nos transforme en ofrenda permanente".
Cantamos en el salmo que Yahvé Dios guarda a los peregrinos, protege al huérfano y a la viuda... es una especie de letanía de desgraciados a los cuales ayuda Dios: los "oprimidos", los "hambrientos", los "prisioneros", los "ciegos", los "abatidos", los "extranjeros", las "viudas", los "huérfanos"... ¡Toda la desgracia del mundo que conmueve a Dios!: "Mi Dios"... "Su Dios"... "Tu Dios"...  Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. - El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. - Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente”.
Muchos milagros de Jesús fueron para dar de comer a los hambrientos, dar la vista a los ciegos, la liberación de los prisioneros del pecado... A la sala del festín de su reino, los pobres, los lisiados, los encorvados, los ciegos, son los primeros invitados. Igual que el salmo, Jesús pronunció también "bienaventuranzas": "bienaventurado aquel cuyo auxilio es Dios... Bienaventurado el que escucha la palabra de Dios..." hambre de escuchar a Jesús, y hambre de Jesús: Tenemos hambre de Cristo, y él mismo nos dará el pan del cielo. "Danos hoy nuestro pan de cada día". Y por esto comulgamos, nos alimentamos con el Cuerpo de Cristo.
3. La Carta a los Hebreos nos dice que “Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces… Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación con el pecado, a los que lo esperan, para salvarlos”.  En este año de rezar por los sacerdotes vemos a Cristo Sacerdote que nos salva con su nueva "alianza" (= "testamento" = "última voluntad"). La alianza nueva es, además, "testamento nuevo", es decir, deseo de Cristo de cumplir la voluntad del Padre; testamento que entró en vigor al entregar su vida en sacrificio perfecto. Y desde el cielo nos está subiendo como en una cuerda, “aupando” para que donde Él está estemos también nosotros. Que le dejemos hacer, que nos dejemos querer por su amor, que cuidemos la oración, hablar con él cada día…
Llucià Pou Sabaté



viernes, 9 de noviembre de 2012


Sábado de la semana 31 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
San Pablo nos recuerda el modo de vivir el desprendimiento que Jesús nos indica para vivir felices
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: -«Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.» Oyeron esto los fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él. Jesús les dijo: -«Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres Dios la detesta»” (Lucas 16,9-15).  
1. Continúa el Evangelio con la parábola de ayer, la del administrador injusto. Jesús, nos enseñas cómo actuar con el dinero:-“Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas”. Son palabras enigmáticas. Por un lado, Señor, me parece que nos indicas que el dinero y todos los demás bienes de este mundo son buenos, si se usan bien. Necesitamos comer y vestirnos, apoyos materiales. Estas cosas pueden también estorbar. No entiendo este "ganarse amigos" con el dinero. Supongo que te refieres, Señor, a compartirlo con los demás. Hay gente tan pobre que solo posee dinero, y vive para eso. La ambición, la codicia y la avaricia no ayudan a la persona, lo degradan y le ponen triste. Como aquel que era rico de sí mismo, se fue triste y no pudo ver la entrega al Reino de Dios, que acogen los que no están llenos de sí.
-“El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?” Aquí nos haces ver que si el dinero sirve de algo es porque lo administramos bien, según el amor. La misma tierra y todo lo que posee está en nuestras manos para poder hacer el bien, poder desarrollar la creación como amor de Dios.
“Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.» ¡Qué pena, ser esclavo del dinero! En otros momentos nos dijiste que los pobres no pueden entender lo del cielo, como un camello no puede pasar por el agujero de la aguja. Por tanto, en sí el dinero no es un bien, sino un medio para poder hacer el bien, no cuenta el “tener” sino el “ser”.
Los dos señores en pugna son el amor a Dios y al dinero. Y la decisión en favor de uno nos coloca automáticamente en el bando adverso al otro. El dinero puede brindar consideración y respetabilidad en las sociedades humanas del presente, pero esa consideración es engaño y abominación ante los ojos de Dios.
Con el amor de Dios, el dinero puede "servir" y llegar así a ser un símbolo del amor. Lo de ganar amigos con el dinero injusto era lo que hizo el de la parábola del "administrador astuto". El dinero es algo "no importante", "un bien ajeno", a veces para algunos un "bien mal adquirido", pero "con el cual se puede servir" (Noel Quesson).
“Oyeron esto los fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él”. No le gustó eso a los fariseos, y también se burlarán de nosotros, si no aceptamos la pillería de quedarnos con el dinero de otros, si nos negamos a negocios sucios y trampas que otros hacen, Jesús les dijo: -«Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres Dios la detesta»”  
Jesús, te pido ser sencillo, no cerrado como esos “observantes” que se creen perfectos. Todo lo que tengo, Jesús, te lo debo a Ti: familia, inteligencia, riquezas. Tú me has dado más o menos talentos para que los haga rendir. Si vivo con la certeza de que todo lo que tengo es prestado y procuro utilizar mis talentos para darte gloria, entonces Tú podrás premiarme con la filiación divina, con la vida eterna.
Jesús, me recuerdas que no puedo servir a Dios y al dinero. El corazón acaba escogiendo: o amo a Dios sobre todas las cosas o acabaré amando a todas las cosas sobre Dios con una comezón de querer más que no acaba nunca. Si hago las cosas por Dios, usaré las cosas como medios, no como fines; y ese desprendimiento hace que saboree las cosas con libertad.
“La abundancia de riquezas no sólo no sacia la ambición del rico, sino que la aumenta, como sucede con el fuego que se fomenta más cuando encuentra mayores elementos que devorar. Por otra parte, los males que parecen propios de la pobreza son comunes a las riquezas, mientras que los de las riquezas son propios exclusivamente de ellas” (San Juan Crisóstomo).
Vivimos en una sociedad de querer tener cosas, a veces superfluas, inútiles. Le llamamos “sociedad de consumo”. Esto tiene sus inconvenientes, como la avidez desmesurada, acumulación desmedida, compulsiva y egoísta. En cambio, la generosidad de socorrer a los necesitados nos hace felices, a imagen de Cristo que se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza. Se da totalmente en la Eucaristía, donde vemos que lo más frágil de la tierra, el don desinteresado, de quedarnos sin lo nuestro porque lo damos, entonces somos ricos, y esa cosa tan frágil que es el amor en realidad es la fuerza más grande del mundo. Señor, al pedirte el pan de cada día, te pido lo que necesitemos los demás y yo, y sobre todo te pido ese amor.
2. Pablo nos cuenta que recibe en la cárcel un “paquete” con ayuda: –“Hermanos, me alegré mucho en el Señor de que pudierais expresar de nuevo vuestro interés por mí”. Es tan bonito ayudar al necesitado; y es tan bonito el agradecimiento…
-“No lo digo movido por la necesidad, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé andar escaso y sobrado... Estar saciado y pasar hambre... Vivir en la abundancia y falto de todo...” Sabe vivir en pobreza y en la  abundancia, es libre porque ama, y ese amor a Cristo le hace feliz en cualquier situación. “Sólo Dios basta”, decía santo Tomás de Aquino siguiendo esa idea. ¡He ahí un verdadero secreto de felicidad! Ah, si llegáramos también nosotros a tomar la vida tal como se presenta... a saber apreciar las cosas buenas cuando las tenemos -sin exceso para no apegarnos a ellas-; pero también a saber aceptar las privaciones, ¡cuando todo «falta»! De otra parte, esto es fácil de decir pero no deja de ser un ideal. San Pablo, hombre libre, ruega por nosotros.
-“Todo lo puedo en «aquél que me conforta»”. Nos da el Señor su fortaleza, y eso no se refiere a que lo hagamos todo bien, pues también nos dijo san Pablo: «no hago el bien que quisiera» (Romanos,7-19); pero al mismo tiempo, precisamente con la humildad de no llegar a mucho con nuestras fuerzas, podemos decir con san Pablo que con Dios lo podemos todo…
-“Nado en la abundancia después de haber recibido lo que me habéis enviado, como suave aroma, «sacrificio» que Dios acepta con agrado. Y mi Dios proveerá con magnificencia a todas vuestras necesidades conforme a su riqueza en Cristo Jesús”. Es el final de la carta a los Filipenses. Aquí vemos que la caridad, ayudar a los demás, es una ofrenda a Dios: «incienso perfumado, un sacrificio aceptable que agrada a Dios».
3. Cuando estamos enfermos o necesitados, ¡cómo se nota una visita amiga! La alabanza del salmo nos anima a descubrir y atender las necesidades de los demás: "dichoso el que se apiada y presta... reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta". Dios no se dejará ganar en generosidad, como nos ha recordado el Apóstol: "Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús".
Que sepamos "arreglarnos" con poco y con mucho, "en pobreza y abundancia, en hartura y en hambre". Sin codicia ni avaricia ni afán de poseer, conformándonos con lo que nos va deparando la vida. ¿No es ése el secreto de la verdadera felicidad y de la credibilidad ante los demás? Ni riquezas, ni miseria. No servir a dos señores. Considerar a Cristo como el valor fundamental, y todo lo demás, como nos decía ayer Pablo, pérdida y basura (J. Aldazábal). Hoy podemos sacar el propósito, con ayuda de la Virgen, de no valorar en mucho las cosas materiales, una cierta indiferencia para administrar lo que tengamos en bien de los demás, por amor.
Llucià Pou Sabaté


jueves, 8 de noviembre de 2012



Treinta y una Semana del Tiempo Ordinario. Viernes
«Decía también a los discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador, al que acusaron ante el amo de malversar la hacienda. Le llamó y le dijo: "¿Qué es esto que oigo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando". Y dijo para sí el administrador: "¿Qué haré, puesto que mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo: mendigar, me avergüenza. Ya sé lo que haré para que me reciban en sus casas cuando sea retirado de la administración". Y, convocando uno a uno a los deudores de su amo, dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?". El respondió: "Cien medidas de aceite". Y le dijo. "Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta". Después dijo a otro: "¿Tu, cuánto debes?". El respondió: "Cien cargas de trigo". Y le dijo: "Toma tu recibo y escribe ochenta". El dueño alabó al administrador infiel por haber actuado sagazmente; porque los hijos de este mundo son más sagaces en lo suyo que los hijos de la luz». (Lucas 16, 1-8)
1º. Jesús, con la parábola de hoy te quejas de que los que hacen el mal pongan más empeño en sus objetivos que los que intentan hacer el bien: «los hijos de este mundo son más sagaces en lo suyo que los hijos de la luz».
Mientras los primeros no dejan de poner todos los medios a su alcance sin temor a lo que puedan decir los demás, los segundos tienen casi que pedir permiso antes de emprender una obra buena.
Jesús, me pides más espíritu de iniciativa, más tesón, más audacia, más entrega a la hora de hacer el bien, y en especial a la hora de hacer apostolado.
Tú me has dicho: «vosotros sois la luz del mundo» (Mateo 5,14).
Y el mundo está en las tinieblas de la ignorancia, porque faltan apóstoles -«hijos de la luz»- que sepan dar testimonio del Evangelio.
Jesús, por un lado quiero hacer apostolado con mis amigos y familiares: quiero explicarles la alegría y la paz que produce el seguirte.
Pero, a veces, siento otra fuerza que me frena: un temor a quedar mal, a no ser oportuno.
Esta fuerza es lo que se llama «tener respetos humanos», y es la que hace que los «hijos de la luz» no brillen como debieran.
«¡Anunciad la Palabra con toda claridad, indiferentes al aplauso o al rechazo! En definitiva, no somos nosotros quienes promovemos el éxito o el fracaso del Evangelio, sino el Espíritu de Dios. Los creyentes y los no creyentes tienen el derecho a escuchar inequívocamente el auténtico anuncio de la Iglesia. Anunciad la Palabra con todo el amor del Buen Pastor, que se da, que busca, que comprende» (Juan Pablo II).
2º. «¡Qué afán ponen los hombres en sus asuntos terrenos!: ilusiones de honores, ambición de riquezas, preocupaciones de sensualidad. -Ellos y ellas, ricos y pobres, viejos y hombres maduros y jóvenes y aun niños: todos igual. -Cuando tú y yo pongamos el mismo afán en los asuntos de nuestra alma tendremos una fe viva y operativa: y no habrá obstáculo que no venzamos en nuestras empresas de apostolado» (Camino.-317).
Jesús, alabas al administrador infiel, no por su deslealtad, sino por el empeño que pone en sus asuntos terrenos.
Cada día, cada mes y cada año, haría un balance de las cosas que iban bien, de las que iban mal y de cómo mejorar en el próximo ejercicio.
De la misma manera, si me preocupa mi alma, debería hacer un examen de conciencia al acabar el día; dedicar un tiempo al mes para repasar mi vida interior; y retirarme unos días cada año para hacer balance y preparar el próximo periodo.
También se demuestra el afán que pongo en los asuntos de mi alma por la seriedad con la que vivo mi plan de vida.
Así como el deportista que quiere mejorar una marca se pone objetivos audaces y se ata a un plan de entrenamiento constante y ordenado; si de verdad quiero mejorar en mi vida interior, debo vivir con orden y constancia un horario que incorpore ciertas normas de piedad: oración, misa, rosario, etc.
Jesús, si pongo verdadero interés en los asuntos de mi alma, mi fe no será intelectual y abstracta, incapaz de dar frutos; sino una fe viva y operativa que se demuestre con hechos de piedad, de trabajo bien hecho y de servicio a los demás...
Entonces sabré vencer los respetos humanos; y no habrá obstáculos que me detengan en mi labor de apostolado.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.

miércoles, 7 de noviembre de 2012



Jueves de la 32ª semana (par). El Reino de Dios se va haciendo realidad dentro de nosotros y en la Historia, cuando tenemos buen corazón a imagen de Jesús

“En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: -«El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.» Dijo a sus discípulos: -«Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación»” (Lucas, 17,20-25).  

1. -“Los fariseos preguntaron a Jesús; «¿Cuándo va a llegar el reino de Dios?»” Para Israel, un Día, Dios tomaría el poder, y salvaría a su pueblo de todos sus opresores... Era la espera de «días mejores», la espera de la «gran noche», el deseo de «una sociedad nueva», el sueño de una humanidad feliz. No eran sólo los fariseos los que deseaban ese Día. Los Doce, ellos también, en el momento en que Jesús iba a dejarles, se acercaban aún a preguntarle: «¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino para Israel?» (Hch 1,6).
La llegada de los tiempos había anunciada por el profeta Daniel. Hay mucha curiosidad, entonces como ahora, por el final, apocalipsis, pero Jesús nunca contesta directamente a esta clase de preguntas, sino que aprovecha para aclarar algunos aspectos: "el Reino de Dios no vendrá espectacularmente", "el Reino de Dios está ya dentro de vosotros".
-“Jesús les contestó: "El Reino de Dios viene sin dejarse sentir"”. Rezamos muchas veces: "venga a nosotros tu Reino". Es como el fermento que actúa en lo escondido, la semilla que es sepultada en tierra y va produciendo su fruto. Está oculto, pero ya está actuando: en la Iglesia, en su Palabra, en los sacramentos, en la vitalidad de tantos y tantos cristianos que han creído en el evangelio y lo van cumpliendo. En los humildes y sencillos: "bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos". En lo sencillo, en lo cotidiano. Es el Dios de las cosas pequeñas. Al impetuoso Elías, Dios le dio una lección y se le apareció, no en el terremoto ni en el estruendo de la tormenta ni en el viento impetuoso, sino en una suave brisa. El Reino está "dentro de vosotros", o bien, "en medio de vosotros", como también se puede traducir, o "a vuestro alcance" (en griego es "entós hymón", y en latín "intra vos").
-“Ni podrán decir: «¡Míralo aquí o allí!" porque el Reino de Dios ya está entre vosotros”. Y es que el Reino es el mismo Jesús. Que, al final de los tiempos, se manifestará en plenitud, pero que ya está en medio de nosotros. Y más, para los que celebramos su Eucaristía: "el que me come, permanece en mí y yo en él" (J. Aldazábal).
Lo importante es el día de la fidelidad a la vida cotidiana, como hiciste tú, Jesús. Hasta que llegó Cristo, el hombre consideró el tiempo como una fatalidad que se le imponía desde fuera. Inclusive el judío que ansiaba ya más un tiempo de tipo lineal e "histórico", seguía concibiendo su evolución como una iniciativa exclusiva de Dios. Festejar el tiempo era conformarse con una evolución de la que no se poseían las llaves. Con Jesucristo, el primer hombre que percibió la eternidad del presente porque era Hombre-Dios, el hombre festeja su propio tiempo en la medida en que busca la eternidad de cada instante y la vive en la vida misma de Dios.
La vida cotidiana avanza según esto al compás de un calendario preestablecido; la memoria del pasado y los proyectos hacia el futuro solo sirven para contribuir al valor de eternidad que se encierra en el presente. No existe ningún día que haya que esperar más allá de la historia; cada día encierra en sí la eternidad para quien lo vive en unión con Dios (Maertens-Frisque).
No puede decirse: «Míralo aquí o allí»... simplemente porque ¡ya ha llegado! ¡Ese Reino está oculto! Para detectarlo es necesaria mucha agudeza de atención, buenos oídos finos para oír su susurro, y ojos nuevos para discernirlo «en la noche». ¡Ese Reino es misterio! No se le encuentra nunca en lo espectacular y ruidoso sino tan sólo en humildes trazos, en pobres «signos», en los sacramentos de su presencia oculta. Pero, como precisamente un signo es siempre frágil y ambiguo, hay que descifrarlo, interpretarlo... ese es el papel de la Fe.
-“Llegará un tiempo en que desearéis vivir siquiera un día con el Hijo del hombre y no lo veréis. Os dirán: «¡Míralo aquí, míralo allí!" No vayáis, no corráis detrás”. ¡Siempre tenemos la tentación de ir a buscar los signos de Dios en otra parte! Es en vuestra vida cotidiana donde se encuentra Dios.
-“Porque igual que el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así ocurrirá con el Hijo del hombre cuando vendrá en "su Día" Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por esa generación”. Sí, «un Día» vendrá para Gloria de Dios, para el Esplendor de Dios, para el Triunfo de Dios y de su Cristo. Será como el estruendo del trueno, como el rayo que cruza el firmamento: imprevisible, sorprendente, súbito. Pero, entre tanto, es el tiempo del «sufrimiento», del «rechazo», de la «humillación y vergüenza»: "Antes tiene que padecer mucho". Antes de ese triunfo de Jesús y de su Padre, ambos, escarnecidos, humillados, arrastrados en el lodo y la sangre... negados por los ateos, dejados de lado por los indiferentes... ridiculizados por todos los descreídos... y, por desgracia, traicionados por «los suyos». ¡Señor, ten piedad de nosotros! (Noel Quesson).

2. La carta que Pablo dirige a Filemón sobre su esclavo es el escrito más corto del Nuevo Testamento. El esclavo –Onésimo- había huido y se había convertido a la fe, y estaba con Pablo, que ahora lo devuelve según la justicia de la época y le exhorta a acogerlo con amor y no portarse con él como un amo pagano. Pablo no rechaza la esclavitud social pero sí la moral, luego las ideas penetrarán en las costumbres sociales. Se ponen las bases del amor y fraternidad que supera las diferencias globales que en aquel momento se dan aún consagradas por la ley y la costumbre.
Onésimo quiere decir "útil". Sin ir contra la ley, dirá Pablo que no habrá ya entre ellos una relación de "utilidad" sino de "fraternidad" en la que el “amo” no puede hacer lo que le plazca, ha quedado modificada. La llamada de Cristo acarrea una transformación radical de las relaciones: el esclavo se convierte en un liberto de Cristo y el libre se hace esclavo de Cristo. Esta libertad gracias a Cristo y la servidumbre bajo él, la hermandad en el Señor, es la solución dada por el cristianismo primitivo al problema de la esclavitud. Merced al evangelio se produce una nueva relación del hombre para con Dios, y ella crea a su vez una nueva relación respecto a los demás hombres, cuyo determinante es el amor. Habrá que esperar para que esas ideas fructifiquen en cambio social (Dabar 1977).
No puede abolir la esclavitud en el mundo, pero logra que dos hombres se sientan hermanos y se abracen. Nos toca no deshumanizar la vida cristiana. Antes están las personas que los principios. La dureza por la dureza no es cristiana (J. Guiteras).
Pablo le llama "Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión". Y ahora pide que lo acepte de nuevo "no como esclavo, sino como hermano querido", ya que ahora los dos, el amo y el esclavo, son cristianos. Y añade: "si te debe algo, ponlo en mi cuenta: yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño". Al igual que el grado de marginación del niño o de la mujer, ahora Pablo, pide a Filemón la libertad a Onésimo.

3. El salmo nos muestra los sentimientos de Dios: “Que mantiene su fidelidad perpetuamente, / que hace justicia a los oprimidos, / que da pan a los hambrientos. / El Señor liberta a los cautivos”.  Son los que hemos de tener nosotros con los demás, transformando la sociedad paso a paso, persona a persona.
El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, / el Señor ama a los justos. / El Señor guarda a los peregrinos”. Sólo en la relación con cada persona podemos encontrar su misterio, y promover leyes para todos.
Sustenta al huérfano y a la viuda / y trastorna el camino de los malvados. / El Señor reina eternamente, / tu Dios, Sión, de edad en edad”. Así promovemos el Reino de Dios.
Llucià Pou Sabaté