viernes, 31 de julio de 2015

Sábado de la semana 17 de tiempo ordinario; año impar

Sábado de la semana 17 de tiempo ordinario; año impar

Quien sigue a Jesús, puede ser castigado por los poderes del mundo, y por ese sacrificio se dará la salvación
“En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes: -«Ése es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él.» Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo habla metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: -«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.» El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús” (Mateo 14,1-12).
1. Juan Bautista y Jesús... Se comparaba el uno al otro. En todo el evangelio subyace esta comparación. Esto prueba el impacto que la predicación de Juan Bautista había tenido en la opinión pública.
-“Oyó Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo: "Ese es Juan Bautista que ha resucitado..."”Herodes no tenía buena conciencia. Había mandado decapitar al profeta; pero temía un castigo divino. Y, de lejos, ¡Jesús le aparecía como una reviviscencia de aquél que había creído decapitar! No basta creer en lo "maravilloso", para creer verdaderamente en Dios.
-“En efecto, Herodes, había mandado prender a Juan a causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, pues Juan le decía: "¡No te es lícito tenerla por mujer!"” "El evangelio no es neutro". Toma posición... y quien es fiel, puede ser mártir... Hoy, como ayer, la defensa de la vida, de la libertad religiosa, de la dignidad humana, puede hacer perder el prestigio, el empleo, o la misma vida a tantos. ¿Somos capaces de comprometernos por la verdad, la justicia, la moral? Señor, ten piedad de nosotros. Danos el valor de decir la verdad, cueste lo que cueste.
Este Herodes Antipas es el mismo de la pasión, hijo de Herodes el Grande (Lc 2,1-18 que vemos en el nacimiento de Jesús) y gobernaba las regiones de Galilea y Perea, estaba casado con una hija de un rey de Arabia pero vivía en concubinato con Herodías. El historiador Flavio Josefo nos dice que la hija de Herodías se llamaba Salomé, la que baila: “danza una joven, su madre siente rebosar crueldad, entre los placeres y lascivias de los comensales se jura temerariamente, e impíamente se cumple lo jurado” (S. Agustín), cometen un crimen. Es el anti-ejemplo del gobernante, y de lo que no se debe jurar, y cuándo no se debe cumplir un juramento… “es malo prometer el reino como recompensa por un baile, es cruel conceder la muerte de un profeta por mantener un juramento” (S. Ambrosio).
Jesús, a ti te espera el mismo destino que a tu precursor. Un profeta auténtico no sólo es rechazado en su tierra -como decía Jesús ayer-, sino que ese rechazo termina, muchas veces, con la muerte. “El ávido dragón degustaba la cabeza del siervo, teniendo ansias de la Pasión del Señor” (S. Pedro Crisólogo).
-“El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en público, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera. "¡Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista!"” Juan Bautista, el más "grande de todos los profetas" según las palabras de Jesús... el que "bautizó" a Jesús en el Jordán... termina su vida por el capricho de una persona. ¿Cómo es posible, Señor, que tus amigos estén tan a menudo a la merced de los grandes de este mundo? ¿Por qué tus amigos parecen todos fracasar humanamente? Mientras triunfan los impíos, aquellos que se mofan de las leyes elementales de la justicia y de la moral... El misterio de tu cruz está ya presente en esa cárcel en la que se corta la cabeza a un profeta, en esa corte escandalosa donde baila una mozuela, en ese festín abominable en el cual, y mientras se sirven los mejores vinos, se presenta la cabeza de un hombre en una hermosa bandeja cincelada. Dichosos los pobres, para ellos es el reino de los cielos. En cualquier lugar donde sufre un hombre, eres tú, Jesús, el que sufre y al que se tortura.
-“El rey se entristeció, pero debido a los juramentos que había hecho, ordenó decapitar a Juan en su prisión”. La figura del Bautista es recia y admirable, en su coherencia, en la lucidez de su predicación y de sus denuncias. También en eso es Precursor de Jesús. “¿Qué mal le ha causado su final a este hombre justo? ¿Qué ha podido hacer su muerte violenta? (…) No fue una muerte, sino una victoria lo que él recibió, no fue el fin de una vida, sino el comienzo de una mayor. Aprende a comportarse como un cristiano, y no sólo no te causará daño nada, sino que ganarás mejores recompensas” (S. Juan Crisóstomo).
Figura de tantos cristianos que han muerto víctimas de la intolerancia por el testimonio que daban contra situaciones inaguantables, es ahora Juan profeta mudo que nos muestra cómo ser luz y sal y fermento de este mundo. O sea, profetas. Profetas son los que interpretan y viven las realidades de este mundo desde la perspectiva de Dios. Por eso, muchas veces, tienen que denunciar el desacuerdo entre lo que debería ser y lo que es, entre lo que Dios quiere y lo que los intereses de determinadas personas o grupos pretenden. Un cristiano deberá estar dispuesto a todo. Ya anunció Jesús a los suyos que los llevarían a los tribunales, que los perseguirían, que los matarían. Como a él. Y, sin embargo, vale la pena ser coherentes y dar testimonio del mensaje de Jesús en nuestro mundo, empezando por nuestra familia, grupo o comunidad (J. Aldazábal).
Queda Herodes como símbolo de lo mundano, de una pobre humanidad, mezcla de debilidad y de buenas intenciones. Ten piedad de nosotros, Señor. Ten piedad de las víctimas y de los verdugos. Ten piedad de los que se divierten desenfrenadamente. Ten piedad de los que hacen mofa de la persona humana, de la vida humana.
-“Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús”. Es pues en un contexto de ese género en el que Tú has vivido, Señor. Juan, era tu primo, tu precursor... Sí, él te precedía. Tu propia muerte está cerca (Noel Quesson).
2. –“Declararéis «Santo» este año cincuenta”... La fiesta de hoy, el Jubileo, se celebra cada cincuenta años. Cada siete semanas de años, y empezando en la fiesta de la Expiación, se celebraba en Israel un año especial, año-sabático, con barbecho de tierra: cada uno recobra la propiedad de lo que había enajenado; las tierras vuelven a la familia, se condonan las deudas, los esclavos son liberados («promulgaréis manumisión en el país»), incluso el campo descansa en barbecho durante ese año. Esta prescripción fue considerada utópica, pues en seguida la legislación sacerdotal la reemplazó por la creación de un año jubilar, cada cincuenta años, con la restitución de todas las tierras compradas en los años precedentes, y que la herencia familiar pueda ser mantenida. La tierra pertenece a Dios, el "rescate" por un pariente (el "goel") hace que no se pierda el derecho a la herencia. Y la remisión de deudas y pecados aparece en el décimo día del séptimo mes, día de las Expiaciones: de este modo se establece una conexión entre la remisión de las deudas y la de los pecados. La palabra "evangelio" ha nacido, además, en este contexto, como si lo esencial del evangelio fuera la "buena nueva" del "año de gracia" del Señor.
-“Proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes: cada uno recobrará su patrimonio, cada cual regresará a su familia”. Un año de libertad... en el que los amos liberan a sus siervos y no les obligan ya a trabajar. ¡Una especie de sabat, de domingo de un año de duración! ¿Soy consciente de las formas nuevas y disimuladas que toma HOY la esclavitud? El trabajo embrutecedor... Las promiscuidades impuestas... La tensión nerviosa provocada por los ritmos y la velocidad... La avidez del dinero mantenida por la publicidad... La creación de falsas necesidades... A partir de mi propia vida puedo buscar cuales son las esclavitudes de las que el Señor quisiera liberarme. Vivir mis domingos con ese espíritu.
-“Este año cincuenta será para vosotros un año jubilar”... ¡Jubilar! ¿Tiene esta palabra significado para mí? ¿Suelo mostrar júbilo, ser feliz en profundidad y difundir a mi alrededor el gusto de vivir?
-“No sembraréis, ni segaréis los rebrotes, ni vendimiaréis... Comeréis lo que el campo dé de sí”. Esto nos parece un poco irreal. Pero, más allá de las prescripciones concretas, ¡qué lección se encuentra también aquí! ¡Conviene que nos lo repitamos de vez en cuando! El hombre no está hecho para el trabajo sino para la vida, sobre todo cuando el trabajo es embrutecedor, pesado, falto de atractivo. Hemos de descubrir de nuevo el sentido del «tiempo libre», de la «oración», de la «contemplación", de la «creatividad artística», del «juego por el juego» del «gusto de estar juntos». ¡Dios nos quiere felices! Su creación no es una trampa, no se trata de una inmensa fábrica de desgracias para los hombres «Dios vio que todo era bueno ¡y descansó del trabajo que había hecho!» Es preciso que meditemos esa sorprendente fórmula. (Génesis, 2-3) ¿Sé encontrar tiempo de "respirar"? ¿Personalmente, en familia?
-“Que ninguno de vosotros dañe a su prójimo, antes bien que conserve el temor de Dios, pues Yo soy el Señor, vuestro Dios”. ¡Dios se hace fiador de la justicia y de la libertad! Jesús se presentó a sí mismo en ese contexto jubilar cuando dijo «el Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la Buena Nueva a los pobres, la libertad a los cautivos, dar libertad a los oprimidos, proclamar un "año jubilar", un año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19) En efecto, Jesús es la alegría. El Evangelio es la alegría (Noel Quesson).
Iniciativas como la condonación de deudas al Tercer Mundo, la ayuda económica del 0'7, la aportación personal y la valiosa colaboración de las diversas clases de voluntariado a los países más pobres, serían buenos pasos hacia una justicia social más concreta, para que la distancia entre países ricos y pobres no vaya agrandándose, como hasta ahora, sino reduciéndose. Y eso, tanto en el nivel internacional como en la distribución de bienes en el nacional (Maertens-Frisque).
La semana de semanas que forma el “octavo día” anuncia la significación de Pentecostés después de una semana de semanas del tiempo pascual. Los siete días de la creación son de la tierra y el octavo del cielo, creado por el Señor... En el Libro de los secretos de Henoch se dice: «Yo bendigo toda mi creación visible y el séptimo día, en el cual descansé de todas mis obras. Yo determiné también el octavo día para que sea el primero, el primero creado con mi descanso... Como el primer día el domingo, así también el octavo día, para que los domingos se sucedan ininterrumpidamente».
Y San Juan Crisostomo: «La vida presente no es más que una sola semana que comienza en el primer día y finaliza en el séptimo y vuelve con las mismas dimensiones y se repite con el mismo principio para encaminarse hacia el mismo fin. He ahí por qué nadie llamaría al domingo octavo día, sino primero. En efecto, el ciclo septenario no se extiende al número ocho. Pero cuando todas las cosas antiguas se detuvieron y se disolvieron, entonces surgió la carrera del octavario. Su curso, en efecto, no vuelve jamás al principio, sino que constituye extensiones sucesivas».
3. "Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben". Esta acción de gracias y alabanza tiene la bendición de los patriarcas: “El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación”.
“Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra”.
“La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe”. Dice Orígenes que "la tierra es santa María, la cual viene de nuestra tierra, de nuestro linaje, de este barro, de este fango, de Adán (…) La tierra ha dado su fruto: primero produjo una flor (...); luego esa flor se convirtió en fruto, para que pudiéramos comerlo, para que comiéramos su carne. ¿Queréis saber cuál es ese fruto? Es el Virgen que procede de la Virgen; el Señor, de la esclava; Dios, del hombre; el Hijo, de la Madre; el fruto, de la tierra". La Iglesia, al rezar este salmo en fiestas de la Virgen María, significa que por su internecesión maternal nos llegan las bendiciones de Dios (Biblia de Navarra).
Y san Agustín: "la tierra estaba llena de espinas", pero "se ha acercado la mano del escardador, se ha acercado la voz de su majestad y de su misericordia; y la tierra ha comenzado a alabar. La tierra ya da su fruto". Ciertamente, no daría su fruto "si antes no hubiera sido regada" por la lluvia, "si no hubiera venido antes de lo alto la misericordia de Dios". Pero ya tenemos un fruto maduro en la Iglesia gracias a la predicación de los Apóstoles: "Al enviar luego la lluvia mediante sus nubes, es decir, mediante los Apóstoles, que anunciaron la verdad, "la tierra ha dado su fruto" con más abundancia; y esta mies ya ha llenado el mundo entero."
Y san Gregorio Magno: "A María se la llama con razón "monte lleno de frutos", porque de ella ha nacido un fruto óptimo, es decir, un hombre nuevo. Y el profeta, contemplando su hermosura y la gloria de su fecundidad, exclama: "Brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz" (Is 11,1). David, exultando por el fruto de este monte, dice a Dios: "Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. (...) La tierra ha dado su fruto". Sí, la tierra ha dado su fruto, porque aquel que la Virgen engendró no lo concibió por obra de hombre, sino porque el Espíritu Santo la cubrió con su sombra. Por eso, el Señor dice al rey y profeta David: "Pondré sobre tu trono al fruto de tus entrañas" (Sal 131,11). Por eso, Isaías afirma: "Y el fruto de la tierra será sublime" (Is 4,2). En efecto, aquel que la Virgen engendró no fue solamente "un hombre santo", sino también "Dios fuerte" (Is 9,5)"”.
Llucià Pou Sabaté
San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia

San Alfonso nació en Nápoles el 27 de Septiembre de 1696. Sus padres Don José de Liguori y Doña Ana Cavalieri eran de familias nobles y distinguidas.
Era un "niño prodigio" con gran facilidad para los idiomas, ciencias, arte, música y demás disciplinas. Empezó a estudiar leyes a los 13 años y a los 16 años presentó el examen de doctorado en derecho civil y canónico en la Universidad de Nápoles. A los 19 años ya era un abogado famoso.
ConversiónSegún se cuenta, en su profesión como abogado no perdió ningún caso en 8 años, hasta que un día después de su brillante defensa, un documento demostró que él había apoyado (aunque sin saberlo), lo que era falso. Eso cambió su vida radicalmente.
Hizo un retiro en el convento de los lazaristas y se confirmó en la cuaresma de 1722. Estos dos eventos reavivaron su fervor. Al año siguiente, en dos ocasiones oyó una voz que le decía: "abandona el mundo y entrégate a mi". Hizo voto de celibato y abandonó completamente su profesión. Muy pronto Dios le confirmó cual era su voluntad.
Se fue a la iglesia Nuestra Señora de la Misericordia a pedir ser admitido en el oratorio. Su padre trató de impedirlo, pero al verlo tan decidido le dio permiso de hacerse sacerdote pero con la condición de que se fuese a vivir a su casa. Alfonso aceptó, siguiendo el consejo de su director espiritual que era oratoriano.
Hizo los estudios sacerdotales en su casa. Fue ordenado sacerdote en 1726 a los 30 años. Los dos años siguientes se dedicó a los "vagos" de los barrios de las afueras de Nápoles.
La predica sencilla desde el corazónEn los comienzos del siglo XVIII combatió la prédica muy florida y el rigorismo jansenista en los confesionarios. El predicaba con sencillez. El santo decía a sus misioneros: "Emplead un estilo sencillo, pero trabajad a fondo vuestros sermones. Un sermón sin lógica resulta disperso y falto de gusto. Un sermón pomposo no llega a la masa. Por mi parte, puedo deciros que jamás he predicado un sermón que no pudiese entender la mujer más sencilla".
San Alfonso abandonó su casa paterna en 1729, a los 33 años de edad y se fue de capellán a un seminario donde se preparaban misioneros para la China.
En 1730 el Obispo de Castellamare, el Monseñor Falcoia, invita a Alfonso a predicar unos ejercicios en un convento religioso en Scala. Este hecho tuvo grandes consecuencias, porque ayudó a discernir a las religiosas una revelación que tuvo la hermana María Celeste. El día de la transfiguración de 1731, las religiosas vistieron el nuevo hábito y empezaron la estricta clausura y vida de penitencia. Así comienza la Congregación de las Redentoristas.
En 1732 se despide de sus padres y vuelve a Scala, y con la ayuda y colaboración de un grupo de laicos, a los 36 años funda la Congregación del Santísimo Redentor, cuya primera casa perteneció al convento de las religiosas. San Alfonso era el superior inmediato y Monseñor Falcoia era el director general.
Grandes pruebasAl poco tiempo comenzaron los problemas. La congregación se dividió entre los dos superiores. Al poco tiempo la hermana María Celeste se va a fundar otra congregación. A los 5 meses el santo se quedó solo con un hermano, pero mas tarde se presentaron nuevos candidatos y se estableció en una casa más grande.
En 1734 funda otra casa en Villa degli Schiavi y se dedica a misionar allí. Su confesionario estaba siempre lleno. Trataba a sus penitentes como almas que era necesario salvar.
En 1737, se divulgan rumores sobre la casa de Villa degli Schiavi y San Alfonso decide suprimir esa fundación. Al año siguiente también cierra la casa de Scala.
Organizó misiones en Nápoles por 2 años a pedido del Cardenal Spinelli, arzobispo.
En 1743, al morir Mons. Falcoia, San Alfonso vuelve a ocuparse de su congregación como superior general y se encarga de redactar las constituciones. A pesar de la oposición de las autoridades españolas, los misioneros reorganizados fundan varias casas.
En 1748 San Alfonso publica en Nápoles la primera edición de su "Teología Moral". La segunda edición apareció entre los años 1753 y 1755.
En 1749 el papa Benedicto XIV aprobó la congregación y a partir de eso, el éxito fue enorme.
En 1750, los Jansenistas comienzan a divulgar que la devoción a la Santísima Virgen era una superstición. San Alfonso defiende a Nuestra Señora, publicando "Las Glorias de María".
San Alfonso era estricto, pero a la vez tierno y compasivo.En el proceso de beatificación el P. Cajone dijo: "A mi modo de ver, su virtud característica era la pureza de intención. Trabajaba siempre y en todo, por Dios, olvidado de si mismo. En cierta ocasión nos dijo: 'Por la gracia de Dios, jamás he tenido que confesarme de haber obrado por pasión. Tal vez sea porque no soy capaz de ver a fondo en mi conciencia, pero, en todo caso, nunca me he descubierto ese pecado con claridad suficiente para tener que confesarlo' ". Esto es realmente admirable, teniendo en cuenta que San Alfonso era un Napolitano de temperamento apasionado y violento, que podía haber sido presa fácil de la ira, el orgullo y de la precipitación.
ObispoA los 60 años fue elegido obispo de Sant' Agata de' Goti, diócesis pequeña con 30,000 habitantes, diecisiete casas religiosas y cuatrocientos sacerdotes entre los cuales habían varios que no practicaban su ministerio sacerdotal o llevaban mala vida. Algunos celebraban la misa en 15 minutos. San Alfonso los suspendió "ipso facto", a no ser que se corrigiesen, y escribió un tratado sobre ese punto: "En el altar el sacerdote representa a Jesucristo, como dice San Cipriano. Pero muchos sacerdotes actuales, al celebrar la misa, parecen mas bien saltimbanquis que se ganan la vida en la plaza pública. Lo mas lamentable es que aun los religiosos de ordenes reformadas, celebran la misa con tal prisa y mutilando tanto los ritos, que los mismos paganos quedarían escandalizados….Ver celebrar así el Santo Sacrificio es para perder la fe".
Poco tiempo después se desata en su diócesis una terrible epidemia que San Alfonso había profetizado 2 años antes. Se morían por millares. El santo, para ayudar a las víctimas, vendió todo lo que tenía y La Santa Sede le autoriza a usar fondos de la diócesis y contrae grandes deudas.
Sus esfuerzos por reformar la moralidad pública le trajo numerosos enemigos que lo amenazaron de muerte. Solía decir: "Cada obispo está obligado a velar por su propia diócesis. Cuando los que infringen la ley se vean en desgracia, arrojados de todas partes, sin techo y sin medios de subsistencia, entraran en razón y abandonaran su vida de pecado".
Dirigió la diócesis de Santa Agata por 19 años.
Y mas pruebas...En Junio de 1767, sufre un terrible ataque de reumatismo que casi lo lleva a la muerte.
Al terminar de celebrar la misa el 21 de septiembre de 1774, San Alfonso se desmayó y quedó inconsciente por 24 horas. Cuando regresó en sí, dijo a los presentes: "Fui a asistir al Papa, que acaba de morir". El Papa Clemente XIV muere el 22 de Septiembre de 1774.
En 1775 San Alfonso pidió a Pío VI que le permitiera renunciar al gobierno de su sede. El Papa le concede teniendo en cuenta su enfermedad. San Alfonso se retiró ciego y sordo. Fue a pedir hospitalidad a sus hijos espirituales, en Nocera, cerca de Nápoles, pensando así acabar tranquilamente sus días.
En 1777, los Redentoristas son atacados de nuevo. El Santo sufre con paciencia muchas humillaciones a causa de la traición de Monseñor Testa que era Capellán del Rey. El Santo se vio excluido de la congregación que había fundado.
Dios le reservaba una prueba aún mas dura. Entre 1784 y 1785, el santo atraviesa por un terrible periodo de "noche obscura del alma", sufre tentaciones sobre su fe y sus virtudes. Se ve abrumado por sus escrúpulos, temores y alucinaciones diabólicas. Le duró 18 meses, con intervalos de luz y reposo. A esto le siguió un periodo de éxtasis, profecías y milagros.
Gran escritorSus últimos 12 años de vida se dedicó a escribir, aumentando así sus obras ascéticas y teológicas. Sus mas conocidos libros son: La Practica de amar a Jesucristo, la Preparación para la muerte, las Glorias de María.
La Teología Moralis fue una obra que influyó en la formación del clero hasta hace pocos años.
El santo murió 2 meses antes de cumplir 91 años, la noche del 31 de julio al 1 de agosto de 1787.
El Papa Pío VI en 1796 decreta la introducción de la causa de beatificación de Alfonso María Ligorio.  La beatificación se da en 1816
Fue canonizado en 1839.
En 1871 fue declarado Doctor de la Iglesia y propuesto como patrono de los confesores y de los teólogos de moral.

jueves, 30 de julio de 2015

Viernes de la semana 17 de tiempo ordinario; año impar

Viernes de la semana 17 de tiempo ordinario; año impar

Dios no está en el éxito mundano, en lo que aplauden las autoridades, sino en el corazón que le está unido
“En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: -«¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: -«Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe” (Mateo 13,54-58).
1. Dejamos ahora la "sección discursos" -las parábolas agrupadas- para abordar la "sección hechos". Lo característico de los cuatro capítulos que seguirán ahora (Mateo 13,53 a 17,23) es que volvemos a los hechos de la persona de Jesús que mientras se va revelando crece la incredulidad de las masas. Jesús, no te siguen más que algunos de tus apóstoles...
-“Jesús llegó a su pueblo y se puso a enseñar en aquella sinagoga. La gente decía asombrada: "¿De dónde saca éste ese saber y esos milagros?". Los Nazarenos creen conocer a Jesús. Sin embargo, entrevén que su persona es misteriosa: "¿de dónde le viene ese saber y esos milagros?" También hoy como ayer se minusvalora quien no ha estudiado en una escuela famosa, quien es un obrero “poco cualificado”.
Pasar de la incredulidad a la fe es un salto difícil. Se trata de un don de Dios y, a la vez, de mantener una actitud honrada por parte de la persona. En el mundo actual, como entre tus contemporáneos, Jesús, existen muchos elementos que condicionan la opción de fe de una persona. Jesús, ven en ti un origen “demasiado sencillo”, te esperaban más solemne y glorioso. Ya lo diría san Juan: «vino a su casa y los suyos no le recibieron». Los que creyeron fueron los sencillos de corazón, a quienes Dios sí les reveló los misterios del Reino. Seguro que conocemos personas que han quedado bloqueadas y no llegan a aceptar el don de la fe. ¿Les ayudamos?; ¿son convincentes o, al menos, estimulantes nuestra palabra y nuestro testimonio de vida, a fin de poderles ayudar en su decisión de fe? (J. Aldazábal).
¡Nada es tan peligroso como el pretender saberlo todo! Uno se cierra. No tiene nada que aprender. Y son los familiares de Jesús, en Nazaret, los que están más cerrados contra El. ¡Señor, conserva nuestras mentes y nuestros corazones abiertos! disponibles, prestos a renunciar a todo lo que creemos saber para ir más allá... Es el secreto para tantas crisis que alcanzan a tantas vidas. "Dudo. Me pregunto..." Invitación providencial a abandonar nuestras seguridades, nuestras certezas, para progresar y purificar nuestra Fe.
-“¿No es el hijo del carpintero? ¡Si su madre es María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas! ¡Si sus hermanas viven todas aquí! ¿De dónde saca entonces todo eso?” Es todo el clan familiar, todos los primos y primas que quieren recuperar a Jesús. Se le reprocha su origen modesto: un carpintero. Y situándose al lado de los pobres, es paradójico, Jesús, que no fueras comprendido por el pueblo sencillo como tampoco lo fuiste por los fariseos: ¡Se esperaba a un Mesías glorioso, poderoso, misterioso, celestial, transcendente! Pero Dios no encaja en nuestras ideas estereotipadas. Muchas veces no sabemos reconocer a Dios en la modestia y humildad de las situaciones ordinarias. Dios está aquí, y le buscamos fuera.
-“Y aquello les resultaba escandaloso”. ¡Sin haber hecho nada malo, Jesús escandaliza! El perfecto, el inocente, el santo, provoca escándalo... Señor, ayúdame a soportar las perplejidades que también yo tengo, como Tú las has soportado.
-“No hizo allí muchos milagros, por su falta de fe”. Sorprendente respeto a la libertad. Dios no fuerza las consciencias (Noel Quesson).
El problema siempre es el mismo: educación. De una parte, parece que todo está por hacer, que se pierden valores… de otra, hay algo que llevamos dentro en los genes, que va mejorando con lo que hemos recibido, y se transmite por los hijos, por la biología, además de la educación que se da día a día, con el ejemplo y la palabra… Jesús, tú no lograste convencer a tus propios compatriotas, pero tu vida ha influido en cada momento de la historia, en mi vida, en la de los demás. El misterio del rechazo de la fe se une al de este desarrollo misterioso de la fe.
Jesús, al verte despreciado en tu tierra, que buscas a marginados, pecadores, enfermos y gentiles, algunos no te valoran. Deseamos ser instruidos por importantes catedráticos, por personas con prestigio que se expresen con grandes discursos. La sencillez del Evangelio choca con el mundo (Servicio Bíblico).
Una mujer me dijo un día: “ya puedo hacer de señora… después de acabar las tareas domésticas”. Me hizo pensar en la deformación del teatro del mundo, donde no es “señora” la que sirve, pues la “señora” tiene empleadas que hacen diversos trabajos… pensé en mi madre, en la Virgen… esclava del Señor. En Jesús, que no vino a ser servido sino a servir. En lo que nos recuerda el Concilio: “servir es reinar”. Y que esto no es lo que hay en el mundo, sino que sigue escandalizando, pues el señorío del servicio se deja para los pobres. Pues esa “pobreza” es la que predica Jesús… y si no la tenemos no entendemos su persona y su mensaje.
2. Estrenamos la lectura del Levítico, siguiendo la historia del pueblo de Israel. Después, seguiremos con el Libro de los Números, el Deuteronomio, Josué, los Jueces y Rut. El Levítico contiene muchas prescripciones relativas al culto y a la santidad de vida del pueblo de Israel: hoy y mañana leemos las fiestas del año y el año jubilar:
- Pascua, en el mes primero del año, el de Nisán, en la que se juntan las antiguas fiestas agrícolas de los ácimos y los corderos con el recuerdo de la liberación de Egipto;
- Pentecostés, a los cincuenta días, cuando, junto a la fiesta de las gavillas y los primeros frutos de la cosecha, se celebra la Alianza sellada en el Sinaí;
- la fiesta de la Expiación (Yom-Kippur), en el mes séptimo, ya en el otoño, con ritos de penitencia y ofrenda de sacrificios;
- la de las Tiendas o Tabernáculos, también en el mes séptimo, con ocasión de la vendimia, cuando se recuerda la marcha por el desierto, construyendo, para unos días, unas cabañas en el campo.
-“Estas son las solemnidades del Señor, las reuniones sagradas que convocaréis en las fechas señaladas”. «Solemnidades»... Es la primera palabra que podemos subrayar. ¿Tenemos HOY el sentido de «la fiesta», es decir del día excepcional que permite al hombre estar más contento, dejar el quehacer y el ritmo cotidianos, romper la monotonía y lo grisáceo de la vida? Cada domingo debería tener para nosotros ese carácter festivo. ¿Es para mí el «día de la alegría»? ¿Qué hago para procurar que sea también alegre y excepcional para los demás, para los míos? «Reuniones sagradas»... Es la segunda palabra de toda fiesta. No se puede hablar de fiesta en la soledad y el individualismo. Quien dice «fiesta», dice reunión, multitud. El término «ecclesia=iglesia» quiere decir precisamente «convocación». Es la «reunión» de cada domingo la que crea la Iglesia Todo culto verdadero tiene un carácter social, público, comunitario. ¿Me preocupo de seguir honradamente el ritmo de la comunidad, de aportar mi colaboración, mi participación colectiva? ¿Qué concepción tengo de la misa? ¿Una oración personal? ¿Una oración junto con otros? ¿Me agrada elegir una hora de misa muy comunitariamente vivida?
-“El mes primero, el día catorce del mes será la Pascua, fiesta de los Ácimos -de los panes sin levadura-. Fiesta de la primera gavilla de vuestra cosecha”... Dios espera ante todo al «hombre vivo»; ¡le pide aquí la ofrenda de su trabajo! ¿Está nuestra vida profesional separada de nuestro culto? ¿O bien, nos esforzamos en ofrecerla a Dios? Pascua ha pasado a ser una fiesta cristiana: san Pablo subrayará que Cristo es nuestro «pan ácimo», y nosotros lo somos con El (I Corintios 5, 7)
-“Cincuenta días después es Pentecostés”: Esta fiesta conmemoraba el don de la Ley en el Sinaí, en la tempestad y el fuego. El Espíritu Santo preparaba así la efusión que quería dar a los hombres a través de la Iglesia.
-“El día décimo del séptimo mes, es la fiesta del Kipur... Ayunaréis y ofreceréis manjares en sacrificio”. Es muy hermosa esta celebración del «perdón», del «gran perdón» de Dios a los pecadores. Nuestras celebraciones penitenciales, nuestras confesiones, ¿son una fiesta?
-“El día quince de ese séptimo mes celebraréis durante siete días la fiesta de las Tiendas en honor del Señor”. No olvidemos que Jesús celebró todas esas fiestas judías. Fue durante esos días festivos según san Juan 7,2-14 cuando Jesús levantó la voz en medio de los peregrinos para decirles: «Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que crea en Mí, de su seno manarán ríos de agua viva.» (Juan 7, 37).
Se constata un poco por todas partes que los jóvenes se aburren en la misa. Sin embargo la «liturgia» debería ser un lugar de expresión corporal: el alma humana tiene unas profundidades que sólo el rito puede alcanzar... es preciso pues que nuestra Fe «cante», se exprese por medio de gestos y de símbolos (Noel Quesson).
3. El salmo resalta la parte litúrgica: «acompañad, tocad los panderos... tocad la trompeta... aclamad a Dios, nuestra fuerza: yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto». En todas las culturas y religiones, la fiesta es un elemento valioso en la dinámica de la vida de fe comunitaria. Celebramos fiestas, como recuerda el salmo: "Tocad la trompeta por la luna nueva, que es nuestra fiesta". Celebramos la historia de la salvación, la libertad: "Clamaste en la aflicción, y te libré". Hay un compromiso divino, una alianza: "Escucha, pueblo mío. (...) Ojalá me escuchases, Israel (...). Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer. (...) Ojalá me escuchase mi pueblo"…
Llucià Pou Sabaté
San Ignacio de Loyola, presbítero

SAN IGNACIO nació probablemente, en 1491, en el castillo de Loyola en Azpeitia, población de Guipúzcoa, cerca de los Pirineos. Su padre, don Bertrán, era señor de Ofiaz y de Loyola, jefe de una de las familias más antiguas y nobles de la región. Y no era menos ilustre el linaje de su madre, Marina Sáenz de Licona y Balda. Iñigo (pues ése fue el nombre que recibió el santo en el bautismo) era el más joven de los ocho hijos y tres hijas de la noble pareja. Iñigo luchó contra los franceses en el norte de Castilla. Pero su breve carrera militar terminó abruptamente el 20 de mayo de 1521, cuando una bala de cañón le rompió la pierna durante la lucha en defensa del castillo de Pamplona. Después de que Iñigo fue herido, la guarnición española capituló.
Los franceses no abusaron de la victoria y enviaron al herido en una litera al castillo de Loyola (su hogar). Como los huesos de la pierna soldaron mal, los médicos consideraron necesario quebrarlos nuevamente. Iñigo se decidió a favor de la operación y la soportó estoicamente ya que anhelaba regresar a sus anteriores andanzas a todo costo.  Pero, como consecuencia, tuvo un fuerte ataque de fiebre con tales complicaciones que los médicos pensaron que el enfermo moriría antes del amanecer de la fiesta de San Pedro y San Pablo. Sin embargo empezó a mejorar, aunque la convalecencia duró varios meses. No obstante la operación de la rodilla rota presentaba todavía una deformidad. Iñigo insistió en que los cirujanos cortasen la protuberancia y, pese a éstos le advirtieron que la operación sería muy dolorosa, no quiso que le atasen ni le sostuviesen y soportó la despiadada carnicería sin una queja. Para evitar que la pierna derecha se acortase demasiado, Iñigo permaneció varios días con ella estirada mediante unas pesas. Con tales métodos, nada tiene de extraño que haya quedado cojo para el resto de su vida.
Con el objeto de distraerse durante la convalecencia, Iñigo pidió algunos libros de caballería (aventuras de caballeros en la guerra), a los que siempre había sido muy afecto. Pero lo único que se encontró en el castillo de Loyola fue una historia de Cristo y un volumen de vidas de santos. Iñigo los comenzó a leer para pasar el tiempo, pero poco a poco empezó a interesarse tanto que pasaba días enteros dedicado a la lectura. Y se decía: "Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, bien yo puedo hacer lo que ellos hicieron". Inflamado por el fervor, se proponía ir en peregrinación a un santuario de Nuestra Señora y entrar como hermano lego a un convento de cartujos. Pero tales ideas eran intermitentes, pues su ansiedad de gloria y su amor por una dama, ocupaban todavía sus pensamientos. Sin embargo, cuando volvía a abrir el libro de la vida de los santos, comprendía la futilidad de la gloria mundana y presentía que sólo Dios podía satisfacer su corazón. Las fluctuaciones duraron algún tiempo. Ello permitió a Iñigo observar una diferencia: en tanto que los pensamientos que procedían de Dios le dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad, los pensamientos vanos le procuraban cierto deleite, pero no le dejaban sino amargura y vacío. Finalmente, Iñigo resolvió imitar a los santos y empezó por hacer toda penitencia corporal posible y llorar sus pecados.
Le visita la Virgen; purificación en Manresa
Una noche, se le apareció la Madre de Dios, rodeada de luz y llevando en los brazos a Su Hijo. La visión consoló profundamente a Ignacio. Al terminar la convalecencia, hizo una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Montserrat, donde determinó llevar vida de penitente. Su propósito era llegar a Tierra Santa y para ello debía embarcarse en Barcelona que está muy cerca de Montserrat.  La ciudad se encontraba cerrada por miedo a la peste que azotaba la región. Así tuvo que esperar en el pueblecito de Manresa, no lejos de Barcelona y a tres leguas de Montserrat. El Señor tenía otros designios más urgentes para Ignacio en ese momento de su vida.  Lo quería llevar a la profundidad de la entrega en oración y total pobreza. Se hospedó ahí, unas veces en el convento de los dominicos y otras en un hospicio de pobres. Para orar y hacer penitencia, se retiraba a una cueva de los alrededores. Así vivió durante casi un año.
"A fin de imitar a Cristo nuestro Señor y asemejarme a El, de verdad, cada vez más; quiero y escojo la pobreza con Cristo, pobre más que la riqueza; las humillaciones con Cristo humillado, más que los honores, y prefiero ser tenido por idiota y loco por Cristo, el primero que ha pasado por tal, antes que como sabio y prudente en este mundo". Se decidió a "escoger el Camino de Dios, en vez del camino del mundo"...hasta lograr alcanzar su santidad.
A las consolaciones de los primeros tiempos sucedió un período de aridez espiritual; ni la oración, ni la penitencia conseguían ahuyentar la sensación de vacío que encontraba en los sacramentos y la tristeza que le abrumaba. A ello se añadía una violenta tempestad de escrúpulos que le hacían creer que todo era pecado y le llevaron al borde de la desesperación. En esa época, Ignacio empezó a anotar algunas experiencias que iban a servirle para el libro de los "Ejercicios Espirituales". Finalmente, el santo salió de aquella noche oscura y el más profundo gozo espiritual sucedió a la tristeza. Aquella experiencia dio a Ignacio una habilidad singular para ayudar a los escrupulosos y un gran discernimiento en materia de dirección espiritual. Más tarde, confesó al P. Laínez que, en una hora de oración en Manresa, había aprendido más de lo que pudiesen haberle enseñado todos los maestros en las universidades. Sin embargo, al principio de su conversión, Ignacio estaba tan sugestionado por la mentalidad del mundo que, al oír a un moro blasfemar de la Santísima Virgen, se preguntó si su deber de caballero cristiano no consistía en dar muerte al blasfemo, y sólo la intervención de la Providencia le libró de cometer ese crimen.
Tierra Santa
En febrero de 1523, Ignacio por fin partió en peregrinación a Tierra Santa. Pidió limosna en el camino, se embarcó en Barcelona, pasó la Pascua en Roma, tomó otra nave en Venecia con rumbo a Chipre y de ahí se trasladó a Jaffa. Del puerto, a lomo de mula, se dirigió a Jerusalén, donde tenía el firme propósito de establecerse. Pero, al fin de su peregrinación por los Santos Lugares, el franciscano encargado de guardarlos le ordenó que abandonase Palestina, temeroso de que los mahometanos, enfurecidos por el proselitismo de Ignacio, le raptasen y pidiesen rescate por él. Por lo tanto, el joven renunció a su proyecto y obedeció, aunque no tenía la menor idea de lo que iba a hacer al regresar a Europa. Otra vez, la Divina Providencia tenía designios para esta alma tan generosa.
De nuevo en España donde es encarcelado por la inquisición.
En 1524, llegó de nuevo a España, donde se dedicó a estudiar, pues "pensaba que eso le serviría para ayudar a las almas". Una piadosa dama de Barcelona, llamada Isabel Roser, le asistió mientras estudiaba la gramática latina en la escuela. Ignacio tenía entonces treinta y tres años, y no es difícil imaginar lo penoso que debe ser estudiar la gramática a esa edad. Al principio, Ignacio estaba tan absorto en Dios, que olvidaba todo lo demás; así, la conjugación del verbo latino "amare" se convertía en un simple pretexto para pensar: "Amo a Dios. Dios me ama". Sin embargo, el santo hizo ciertos progresos en el estudio, aunque seguía practicando las austeridades y dedicándose a la contemplación y soportaba con paciencia y buen humor las burlas de sus compañeros de escuela, que eran mucho más jóvenes que él.
Al cabo de dos años de estudios en Barcelona, pasó a la Universidad de Alcalá a estudiar lógica, física y teología; pero la multiplicidad de materias no hizo más que confundirle, a pesar de que estudiaba noche y día. Se alojaba en un hospicio, vivía de limosna y vestía un áspero hábito gris. Además de estudiar, instruía a los niños, organizaba reuniones de personas espirituales en el hospicio y convertía a numerosos pecadores con sus reprensiones llenas de mansedumbre.
Había en España muchas desviaciones de la devoción. Como Ignacio carecía de los estudios y la autoridad para enseñar, fue acusado ante el vicario general del obispo, quien le tuvo prisionero durante cuarenta y dos días, hasta que, finalmente, absolvió de toda culpa a Ignacio y sus compañeros, pero les prohibió llevar un hábito particular y enseñar durante los tres años siguientes. Ignacio se trasladó entonces con sus compañeros a Salamanca. Pero pronto fue nuevamente acusado de introducir doctrinas peligrosas. Después de tres semanas de prisión, los inquisidores le declararon inocente. Ignacio consideraba la prisión, los sufrimientos y la ignominia como pruebas que Dios le mandaba para purificarle y santificarle. Cuando recuperó la libertad, resolvió abandonar España. En pleno invierno, hizo el viaje a París, a donde llegó en febrero de 1528.
Estudios en París
Los dos primeros años los dedicó a perfeccionarse en el latín, por su cuenta. Durante el verano iba a Flandes y aun a Inglaterra a pedir limosna a los comerciantes españoles establecidos en esas regiones. Con esa ayuda y la de sus amigos de Barcelona, podía estudiar durante el año. Pasó tres años y medio en el Colegio de Santa Bárbara, dedicado a la filosofía. Ahí indujo a muchos de sus compañeros a consagrar los domingos y días de fiesta a la oración y a practicar con mayor fervor la vida cristiana. Pero el maestro Peña juzgó que con aquellas prédicas impedía a sus compañeros estudiar y predispuso contra Ignacio al doctor Guvea, rector del colegio, quien condenó a Ignacio a ser azotado para desprestigiarle entre sus compañeros. Ignacio no temía al sufrimiento ni a la humillación, pero, con la idea de que el ignominioso castigo podía apartar del camino del bien a aquéllos a quienes había ganado, fue a ver al rector y le expuso modestamente las razones de su conducta. Guvea no respondió, pero tomó a Ignacio por la mano, le condujo al salón en que se hallaban reunidos todos los alumnos y le pidió públicamente perdón por haber prestado oídos, con ligereza, a los falsos rumores. En 1534, a los cuarenta y tres años de edad, Ignacio obtuvo el título de maestro en artes de la Universidad de París.
El Señor le da compañeros
Las palabras fervorosas de Ignacio, llenas del Espíritu Santo, abrió los corazones de algunos compañeros. Por aquella época, se unieron a Ignacio otros seis estudiantes de teología: Pedro Fabro, que era sacerdote de Saboya; Francisco Javier, un navarro; Laínez y Salmerón, que brillaban mucho en los estudios; Simón Rodríguez, originario de Portugal y Nicolás Bobadilla. Movidos por las exhortaciones de Ignacio, aquellos fervorosos estudiantes hicieron voto de pobreza, de castidad y de ir a predicar el Evangelio en Palestina, o, si esto último resultaba imposible, de ofrecerse al Papa para que los emplease en el servicio de Dios como mejor lo juzgase. La ceremonia tuvo lugar en una capilla de Montmartre, donde todos recibieron la comunión de manos de Pedro Fabro, quien acababa de ordenarse sacerdote. Era el día de la Asunción de la Virgen de 1534. Ignacio mantuvo entre sus compañeros el fervor, mediante frecuentes conversaciones espirituales y la adopción de una sencilla regla de vida. Poco después, hubo de interrumpir sus estudios de teología, pues el médico le ordenó que fuese a tomar un poco los aires natales, ya que su salud dejaba mucho que desear. Ignacio partió de París, en la primavera de 1535. Su familia le recibió con gran gozo, pero el santo se negó a habitar en el castillo de Loyola y se hospedó en una pobre casa de Azpeitia.
Bendición del Papa; aparición del Señor
Dos años más tarde, se reunió con sus compañeros en Venecia. Pero la guerra entre venecianos y turcos les impidió embarcarse hacia Palestina. Los compañeros de Ignacio, que eran ya diez, se trasladaron a Roma; Paulo III los recibió muy bien y concedió a los que todavía no eran sacerdotes el privilegio de recibir las órdenes sagradas de manos de cualquier obispo. Después de la ordenación, se retiraron a una casa de las cercanías de Venecia a fin de prepararse para los ministerios apostólicos. Los nuevos sacerdotes celebraron la primera misa entre septiembre y octubre, excepto Ignacio, quien la difirió más de un año con el objeto de prepararse mejor para ella. Como no había ninguna probabilidad de que pudiesen trasladarse a Tierra Santa, quedó decidido finalmente que Ignacio, Fabro y Laínez irían a Roma a ofrecer sus servicios al Papa. También resolvieron que, si alguien les preguntaba el nombre de su asociación, responderían que pertenecían a la Compañía de Jesús (San Ignacio no empleó nunca el nombre de "jesuita". Este nombre comenzó como un apodo), porque estaban decididos a luchar contra el vicio y el error bajo el estandarte de Cristo. Durante el viaje a Roma, mientras oraba en la capilla de "La Storta", el Señor se apareció a Ignacio, rodeado por un halo de luz inefable, pero cargado con una pesada cruz. Cristo le dijo: "Ego vobis Romae propitius ero" (Os seré propicio en Roma). Paulo III nombró al padre Fabro profesor en la Universidad de la Sapienza y confió a Laínez el cargo de explicar la Sagrada Escritura. Por su parte, Ignacio se dedicó a predicar los Ejercicios y a catequizar al pueblo. El resto de sus compañeros trabajaba en forma semejante, a pesar de que ninguno de ellos dominaba todavía el italiano.
La Compañía de Jesús
Ignacio y sus compañeros decidieron formar una congregación religiosa para perpetuar su obra. A los votos de pobreza y castidad debía añadirse el de obediencia para imitar más de cerca al Hijo de Dios, que se hizo obediente hasta la muerte. Además, había que nombrar a un superior general a quien todos obedecerían, el cual ejercería el cargo de por vida y con autoridad absoluta, sujeto en todo a la Santa Sede. A los tres votos arriba mencionados, se agregaría el de ir a trabajar por el bien de las almas adondequiera que el Papa lo ordenase. La obligación de cantar en común el oficio divino no existiría en la nueva orden, "para que eso no distraiga de las obras de caridad a las que nos hemos consagrado". No por eso descuidaban la oración que debía tomar al menos una hora diaria.
La primera de las obras de caridad consistiría en "enseñar a los niños y a todos los hombres los mandamientos de Dios". La comisión de cardenales que el Papa nombró para estudiar el asunto se mostró adversa al principio, con la idea de que ya había en la Iglesia bastantes órdenes religiosas, pero un año más tarde, cambió de opinión, y Paulo III aprobó la Compañía de Jesús por una bula emitida el 27 de septiembre de 1540. Ignacio fue elegido primer general de la nueva orden y su confesor le impuso, por obediencia, que aceptase el cargo. Empezó a ejercerlo el día de Pascua de 1541 y, algunos días más tarde, todos los miembros hicieron los votos en la basílica de San Pablo Extramuros.
Ignacio pasó el resto de su vida en Roma, consagrado a la colosal tarea de dirigir la orden que había fundado. Entre otras cosas, fundó una casa para alojar a los neófitos judíos durante el período de la catequesis y otra casa para mujeres arrepentidas. En cierta ocasión, alguien le hizo notar que la conversión de tales pecadoras rara vez es sincera, a lo que Ignacio respondió: "Estaría yo dispuesto a sufrir cualquier cosa por el gozo de evitar un solo pecado". Rodríguez y Francisco Javier habían partido a Portugal en 1540. Con la ayuda del rey Juan III, Javier se trasladó a la India, donde empezó a ganar un nuevo mundo para Cristo. Los padres Goncalves y Juan Nuñez Barreto fueron enviados a Marruecos a instruir y asistir a los esclavos cristianos. Otros cuatro misioneros partieron al Congo; algunos más fueron a Etiopía y a las colonias portuguesas de América del Sur.
Un baluarte de verdad y orden ante el protestantismo
El Papa Paulo III nombró como teólogos suyos, en el Concilio de Trento, a los padres Laínez y Salmerón. Antes de su partida, San Ignacio les ordenó que visitasen a los enfermos y a los pobres y que, en las disputas se mostrasen modestos y humildes y se abstuviesen de desplegar presuntuosa- mente su ciencia y de discutir demasiado. Pero, sin duda que entre los primeros discípulos de Ignacio el que llegó a ser más famoso en Europa, por su saber y virtud, fue San Pedro Canisio, a quien la Iglesia venera actualmente como Doctor. En 1550, San Francisco de Borja regaló una suma considerable para la construcción del Colegio Romano. San Ignacio hizo de aquel colegio el modelo de todos los otros de su orden y se preocupó por darle los mejores maestros y facilitar lo más posible el progreso de la ciencia. El santo dirigió también la fundación del Colegio Germánico de Roma, en el que se preparaban los sacerdotes que iban a trabajar en los países invadidos por el protestantismo. En vida del santo se fundaron universidades, seminarios y colegios en diversas naciones. Puede decirse que San Ignacio echó los fundamentos de la obra educativa que había de distinguir a la Compañía de Jesús y que tanto iba a desarrollarse con el tiempo.
En 1542, desembarcaron en Irlanda los dos primeros misioneros jesuitas, pero el intento fracasó. Ignacio ordenó que se hiciesen oraciones por la conversión de Inglaterra, y entre los mártires de Gran Bretaña se cuentan veintinueve jesuitas. La actividad de la Compañía de Jesús en Inglaterra es un buen ejemplo del importantísimo papel que desempeñó en la contrarreforma. Ese movimiento tenía el doble fin de dar nuevo vigor a la vida de la Iglesia y de oponerse al protestantismo. "La Compañía de Jesús era exactamente lo que se necesitaba en el siglo XVI para contrarrestar la Reforma. La revolución y el desorden eran las características de la Reforma. La Compañía de Jesús tenía por características la obediencia y la más sólida cohesión. Se puede afirmar, sin pecar contra la verdad histórica, que los jesuitas atacaron, rechazaron y derrotaron la revolución de Lutero y, con su predicación y dirección espiritual, reconquistaron a las almas, porque predicaban sólo a Cristo y a Cristo crucificado. Tal era el mensaje de la Compañía de Jesús, y con él, mereció y obtuvo la confianza y la obediencia de las almas" (cardenal Manning). A este propósito citaremos las, instrucciones que San Ignacio dio a los padres que iban a fundar un colegio en Ingolstadt, acerca de sus relaciones con los protestantes: "Tened gran cuidado en predicar la verdad de tal modo que, si acaso hay entre los oyentes un hereje, le sirva de ejemplo de caridad y moderación cristianas. No uséis de palabras duras ni mostréis desprecio por sus errores". El santo escribió en el mismo tono a los padres Broet y Salmerón cuando se aprestaban a partir para Irlanda.
Una de las obras más famosas y fecundas de Ignacio fue el libro de los Los Ejercicios Espirituales. Es la obra maestra de la ciencia del discernimiento. Empezó a escribirlo en Manresa y lo publicó por primera vez en Roma, en 1548, con la aprobación del Papa. Los Ejercicios cuadran perfectamente con la tradición de santidad de la Iglesia. Desde los primeros tiempos, hubo cristianos que se retiraron del mundo para servir a Dios, y la práctica de la meditación es tan antigua como la Iglesia. Lo nuevo en el libro de San Ignacio es el orden y el sistema de las meditaciones. Si bien las principales reglas y consejos que da el santo se hallan diseminados en las obras de los Padres de la Iglesia, San Ignacio tuvo el mérito de ordenarlos metódicamente y de formularlos con perfecta claridad.
La prudencia y caridad del gobierno de San Ignacio le ganó el corazón de sus súbditos. Era con ellos afectuoso como un padre, especialmente con los enfermos, a los que se encargaba de asistir personalmente procurándoles el mayor bienestar material y espiritual posible. Aunque San Ignacio era superior, sabía escuchar con mansedumbre a sus subordinados, sin perder por ello nada de su autoridad. En las cosas en que no veía claro se atenía humildemente al juicio de otros. Era gran enemigo del empleo de los superlativos y de las afirmaciones demasiado categóricas en la conversación. Sabía sobrellevar con alegría las críticas, pero también sabía reprender a sus súbditos cuando veía que lo necesitaban. En particular, reprendía a aquéllos a quienes el estudio volvía orgullosos o tibios en el servicio de Dios, pero fomentaba, por otra parte, el estudio y deseaba que los profesores, predicadores y misioneros, fuesen hombres de gran ciencia. La corona de las virtudes de San Ignacio era su gran amor a Dios. Con frecuencia repetía estas palabras, que son el lema de su orden: "A la mayor gloria de Dios". A ese fin refería el santo todas sus acciones y toda la actividad de la Compañía de Jesús. También decía frecuentemente: "Señor, ¿qué puedo desear fuera de Ti?" Quien ama verdaderamente no está nunca ocioso. San Ignacio ponía su felicidad en trabajar por Dios y sufrir por su causa. Tal vez se ha exagerado algunas veces el "espíritu militar" de Ignacio y de la Compañía de Jesús y se ha olvidado la simpatía y el don de amistad del santo por admirar su energía y espíritu de empresa.
Durante los quince años que duró el gobierno de San Ignacio, la orden aumentó de diez a mil miembros y se extendió en nueve países europeos, en la India y el Brasil. Como en esos quince años el santo había estado enfermo quince veces, nadie se alarmó cuando enfermó una vez más. Murió súbitamente el 31 de julio de 1556, sin haber tenido siquiera tiempo de recibir los últimos sacramentos.
Fue canonizado en 1622, y Pío XI le proclamó patrono de los ejercicios espirituales y retiros.

miércoles, 29 de julio de 2015

Jueves de la semana 17 de tiempo ordinario; año impar

Jueves de la semana 17 de tiempo ordinario; año impar

En el mundo hay bien y mal, y el misterio del amor de Dios puede rehacer las cosas, como el barro se recompone en manos del alfarero
“En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?» Ellos les contestaron: -«Sí.» Él les dijo: -«Ya veis, un escriba que entiende el reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.» Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí” (Mateo 13,47-53).
1. Es la última parábola de la serie. No nos habla del trabajo del campo, sino de la pesca en el lago.
-“Se parece también el reino de Dios a la red que echan en el mar”... Jesús, hablas a marineros de sus faenas de pesca. Ayúdanos, Señor, a estar también cerca de la vida de cada día, para saber expresar las maravillas de la fe con las mismas palabras y experiencias de aquellos con los que quisiéramos compartirla. La "red que se echa en el mar" era, para ti, Jesús, reveladora del misterio del Reino... Los objetos familiares de tu época, eran, para ti transparentes, portadores de significaciones profundas. Yo también podría hacer oración partiendo de los "objetos familiares" que utilizo: el reino de Dios se parece a...
-“Y recoge toda clase de peces...” Buenos y malos juntos. Útiles e inútiles. Lo mismo que en la parábola de la cizaña y el trigo mezclados. Tú te propones decirnos, Señor, que dejas a los hombres todos, "un tiempo para convertirse". Una red sacada del mar, con todas las suciedades que contiene, no es nada hermoso. Así en el Reino, por ahora.
-“Cuando está llena, los pescadores la arrastran a la orilla, se sientan, recogen los buenos en cestos y tiran los malos”. ¿Quién soy yo, con mi mirada parcial, mi perspectiva concreta, sin visión de conjunto, para hacer este discernimiento? Esta selección definitiva es asunto de Dios, no nuestro.
-“Lo mismo sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos”... Sí, un día tendrá lugar esta gran selección. Ahora es el tiempo de la paciencia de Dios. En tu mente, Jesús, el Reino es una realidad que va creciendo en el tiempo, que se purifica poco a poco. Dejas que los hombres caminen lentamente, hasta el día en que la gran red divina será del todo limpia. Visión realista de la Historia. Visión optimista a fin de cuentas. Pero visión seria, sin embargo, y que contiene una advertencia.
-“Y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y el apretar de dientes”. Tu bondad, Señor, no es debilidad ni dejadez. No tenemos derecho a suprimir esas frases terribles del evangelio... incluso si conviene no tomarlas en su sentido material. Ciertamente significan algo, y Mateo las cita seis veces (8,12; 13,42; 13,50; 22,13; 24,51; 25,50). Como el resto de la parábola, son símbolos, imágenes muy evocadoras. Mediante este rigor, Jesús quiere despertar nuestras conciencias. No hay ningún sadismo en esto, ni ninguna venganza, es el amor de una persona clarividente que quiere hacernos comprender la gravedad de lo que está en juego. Cuando el cirujano introduce el bisturí en una inflamación purulenta, no es cruel, quiere salvar al enfermo. Haz, Señor, que yo trabaje en esa salvación (Noel Quesson).
Con las parábolas del tesoro escondido y de la perla que leímos ayer, Jesús presenta el valor supremo del Reino de los Cielos y la actitud del hombre para alcanzarlo. La de la de hoy con la red barredera tiene también relación con la parábola de los invitados a bodas (22,1-14) donde se invita a todos, “malos y buenos” y se dice que hay que ser no solo “llamado” sino también “elegido”, es decir digno. Aquí tenemos una explicación de las anteriores parábolas del Reino: es un reino interior a la persona, y al mismo tiempo forma un pueblo que es la Iglesia, donde las cosas antiguas (ley de Moisés) pasan al nuevo Israel (Jesús, y la nueva Ley), donde Cristo “siempre es nuevo, porque siempre renueva la mente, y nunca se hace viejo, porque no se marchitará jamás” (S. Bernardo; Biblia de Navarra).
Jesús compara su Reino -por tanto, su Iglesia- a una red que los pescadores recogen con peces buenos y malos, y la llevan a la orilla tal como está, sin preocuparse, de momento, de separarlos. Eso ya vendrá después, cuando llegue la hora de separar los buenos y los malos, el día de la selección, al igual que el día de la siega para separar la cizaña y el trigo.
La Iglesia, no nos engañemos, tiene santos y pecadores. Tú mismo, Jesús tratas con los pecadores, les diriges tu palabra, les das tiempo, les invitas, no les obligas a la conversión o a seguirle. También ahora en tu Iglesia coexisten trigo y cizaña, peces buenos y malos. Es una comunidad universal. Te esfuerzas por decirnos que, si alguna oveja se descarría, hay que intentar recuperarla, y, cuando vuelve, la alegría de Dios es inmensa cuando logra reconducirla al redil. Y que no has venido para los justos, sino para los pecadores. Como el médico está para los enfermos, y no para los sanos. ¿Cuál es nuestra actitud ante las personas que nos parecen débiles y pecadoras?,¿ante la situación de un mundo desorientado?, ¿confiamos en que pueden luchar y mejorar, o somos intransigentes con las personas? Claro que tenemos que luchar contra el mal. Pero sin imitar la presunción de los fariseos, que se tenían por los perfectos, y parecían querer excluir a todos los imperfectos o pecadores. Jesús, tú tienes otro estilo y otro ritmo (J. Aldazábal).
2 –“Moisés obedeció todas las prescripciones del Señor. Erigió la morada de la «Tienda de Reunión»”. Hay muchos detalles de la liturgia del Templo que vemos ya aquí explicadas.
-“Moisés asentó las basas, colocó los tableros y los travesaños y erigió sus postes; desplegó la Tienda encima, tomó las «tablas de la Ley» y las colocó dentro del arca, puso el propiciatorio encima del arca”. El Dios de Israel es un Dios que «hace camino» con su pueblo, va en una tienda. La presencia que podemos gozar nosotros de Jesús en el Tabernáculo es la que ahí queda figurada.
-“La nube cubrió la Tienda de Reunión y la gloria de Dios llenó la morada”: no se ve a Dios, se ve una «nube». Dios es misterioso. En la Transfiguración, Jesús y sus apóstoles fueron también envueltos por una nube luminosa, evocación de la divinidad.
-“Por la noche, un fuego brillaba en la nube. El «fuego» también es símbolo de Dios. Sabemos que desde la Encarnación ese «fuego» ha venido al corazón de los hombres: el día de Pentecostés, llenó la Iglesia. Por el Espíritu, los bautizados han venido a ser los lugares de la Presencia de Dios. «¡Que vuestra luz brille!» decía Jesús. Un fuego brillaba en la nube sobre la Tienda de Dios. ¿Qué oración me sugiere este pasaje de la Escritura?
-“Así sucedía en todas sus etapas”. San Juan usa ese lenguaje para describir la Encarnación del Hijo de Dios. Y Jesucristo es en verdad Dios que plantó su tienda entre nosotros. Y Jesús se atrevió a afirmar que, en adelante, se podía "destruir el Templo", porque lo reconstruiría en tres días. El cuerpo de Cristo es la verdadera presencia de Dios entre nosotros, en todas las etapas de la vida, en todos los lugares de la tierra (Noel Quesson).
Termina el Éxodo… Lo comenzábamos con la imagen de la opresión de Israel a manos del faraón, símbolo de los poderosos. Ahora lo terminamos con la visión de un pueblo libre, que marcha, protegido y guiado por Yahvé hacia la tierra prometida. Dios en forma de nube acompañará al pueblo en la travesía del desierto marcándoles el camino que deben seguir. En la tradición cristiana es imagen de la fe, que ilumina la peregrinación del cristiano de día y noche hasta llegar a la tierra prometida, al cielo (Biblia de Navarra). Los santos Padres han considerado también esta nube como figura de Cristo: “él es la columna que manteniéndose recta y firme, cura nuestra enfermedad. Por la noche ilumina, por el día se hace opaca, para que los que no vean y los que ven se vuelvan ciegos” (S. Isidoro de Sevilla).
3. La Iglesia de Cristo también es un pueblo peregrino, en marcha. En este camino, nos sentimos acompañados por Dios. El nos ha enviado a su Hijo, el Dios-con-nosotros, que ha «plantado su tienda entre nosotros»: “qué deseables son tus moradas, Señor... dichosos los que viven en tu casa... dichosos los que encuentran en ti su fuerza: caminan de baluarte en baluarte”.
Contemplar el Templo es mirar a Jesús: "Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo", es el santuario del Dios vivo donde hay luz, vida y alegría, y es "dichoso el que confía" en el Señor, eligiendo la senda de la rectitud; ahí está la fortaleza para ir adelante: "Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación". Así lo comentaba san Juan Climaco: "Subid, hermanos, ascended. Cultivad, hermanos, en vuestro corazón el ardiente deseo de subir siempre. Escuchad la Escritura, que invita: "Venid, subamos al monte del Señor y a la casa de nuestro Dios" (Is 2,3), que ha hecho nuestros pies ágiles como los del ciervo y nos ha dado como meta un lugar sublime, para que, siguiendo sus caminos, venciéramos. Así pues, apresurémonos, como está escrito, hasta que encontremos todos en la unidad de la fe el rostro de Dios y, reconociéndolo, lleguemos a ser el hombre perfecto en la madurez de la plenitud de Cristo."
Llucià Pou Sabaté
San Pedro Crisólogo, obispo y doctor de la Iglesia

SAN PEDRO nació en Imola, en la Emilia oriental. Estudió las ciencias sagradas, y recibió el diaconado de manos de Cornelio, obispo de Imola, de quien habla con la mayor veneración y gratitud.  Cornelio formó a Pedro en la virtud desde sus primeros años y le hizo comprender que en el dominio de las pasiones y de sí mismo residía la verdadera grandeza y que era éste el único medio de alcanzar el espíritu de Cristo.
Elegido Obispo de Ravena - 433 AD.
Según la leyenda, San Pedro Crisólog fue elevado a la dignidad episcopal de la manera siguiente: Juan, el arzobispo de Ravena, murió hacia el año 433. El clero y el pueblo de la ciudad eligieron a su sucesor y pidieron a Cornelio de Imola que encabezase la embajada que iba a Roma a pedir al Papa San Sixto III que confirmase la elección. Cornelio llevó consigo a su diácono Pedro. Según se cuenta, el Papa había tenido la noche anterior una visión de San Pedro y San Apolinar (primer obispo de Ravena, que había muerto por la fe), quienes le ordenaron que no confirmase la elección. Así pues, Sixto III propuso para el cargo a San Pedro Crisólogo, siguiendo las instrucciones del cielo. Los embajadores acabaron por doblegarse. El nuevo obispo recibió la consagración y se trasladó a Ravena, donde el pueblo le recibió con cierta frialdad.  Es muy poco probable que San Pedro haya sido elegido en esta forma ya que el emperador Valentiniano III y su madre, Gala Placidia, residían entonces en Ravena y San Pedro gozaba de su estima y confianza, así como de las del sucesor de Sixto III, San León Magno.
Cuando San Pedro llegó a Ravena, aún había muchos paganos en su diócesis y abundaban los abusos entre los fieles. El celo infatigable del santo consiguió extirpar el paganismo y corregir los abusos. Se distinguió por la inmensa caridad e incansable vigilancia con que atendió a su grey, exponiéndoles con suma claridad doctrinal la palabra de Dios. Escuchaba con igual condescendencia y caridad tanto a los humildes como a los poderosos.
En la ciudad de Clasis, que era entonces el puerto de Ravena, San Pedro construyó un bautisterio y una iglesia dedicada a San Andrés. 
Sermones
En el siglo IX, se escribió una biografía de San Pedro que da muy pocos datos sobre él. Alban Butler llenó esa laguna con citas de los sermones del santo. Se conservan 176 homilías de estilo popular y muy expresivas. Son todas muy cortas, pues temía fatigar a sus oyentes. Explican el Evangelio, el Credo, el Padre Nuestro y citas de santos para imitación y exaltación de las virtudes del verdadero cristiano.  En una homilía define al avaro como "esclavo del dinero",  mientras que para el misericordioso el dinero es "siervo".
Sus sermones, al lector moderno, no le parecerán modelos de elocuencia. Pero la vehemencia y la emoción con que predicaba a veces le impedía seguir hablando. Aunque el estilo oratorio de San Pedro no sea perfecto si es, según Butler "exacto, sencillo y natural". Una vez mas se demuestra que la capacidad persuasiva de los santos no depende de elocuencia natural sino en la fuerza del Espíritu Santo que toca, por medio de ellos, a los corazones. 
San Pablo: "Y me presenté ante vosotros débil, tímido y tembloroso. Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una demostración del Espíritu y del poder para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios." (I Corintios 2:3-5)
San Pedro predicó en favor de la comunión frecuente y exhortó a los cristianos a convertir la Eucaristía en su alimento cotidiano. Sus sermones le valieron el apelativo "crisólogo" (hombres de palabras de oro") y  movieron a Benedicto XIII a declarar al santo doctor de la Iglesia, en 1729.  
Sumisión a la fe 
Eutiques, archimandrita de un monasterio de Constantinopla escribió una circular a los prelados más influyentes, entre ellos a San Pedro Crisólogo.  Les hacía una apología sobre la doctrina monofisita (una sola naturaleza en Cristo) en la víspera del Concilio de Calcedonia.  Pedro le contestó que había leído su carta con la pena más profunda, porque así como la pacífica unión de la Iglesia alegra a los cielos, así las divisiones los entristecen. Y añade que, por inexplicable que sea el misterio de la Encarnación, nos ha sido revelado por Dios y debemos creerlo con sencillez.  Exhorta a Eutiques a dirigirse al Papa León, puesto que "en el interés de la paz y de la fe no podemos discutir sobre cuestiones relativas a la fe sin el consentimiento del obispo de Roma". Eutiques fue condenado por San Flavio el año 448.
Final de su vida
Ese mismo año, San Pedro Crisólogo recibió con grandes honores en Ravena a San Germán de Auxerre; el 31 de julio, ofició en los funerales del santo francés, y conservó como reliquias su capucha y su camisa de pelo. San Pedro Crisólogo no sobrevivió largo tiempo a San Germán. Habiendo tenido una revelación sobre su muerte próxima, volvió a su ciudad natal de Imola, donde regaló a la Iglesia de San Casiano varios cálices preciosos.  Después de aconsejar que se procediese con diligencia a elegir a su sucesor, murió en Imola, el 31 de julio del 451 (otras fuentes: el 3 de diciembre del 450), y fue sepultado en la iglesia de San Casiano.
San Pedro Crisólogo, ruega por nosotros para que, como tú, amemos la verdad y la demos a conocer.

martes, 28 de julio de 2015

Miércoles de la semana 17 de tiempo ordinario; año impar

Miércoles de la semana 17 de tiempo ordinario; año impar

El Reino de Dios es como un tesoro escondido, una perla preciosa, por los que vale la pena dejarlo todo
El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra” (Mateo 13,44–46).
1. -Jesús hablaba en parábolas... Jesús hablaba en "imágenes", como todos los narradores de oriente. Jesús no hablaba de modo abstracto: más que "ideas", lanzaba "sugerencias"... usaba palabras, símbolos, términos evocadores, que cada uno podía comprender, y que resonaban hasta el infinito. No son razonamientos lógicos ni pensamientos rigurosos, lo que hay que buscar ante todo en las parábolas, sino "a la persona misma de Jesús que nos las cuenta", que las ha inventado para nosotros. Las parábolas han salido de su corazón.
-“El reino de Dios se parece a un tesoro”... Un tesoro. Sí. Un tesoro. No hay nadie en la tierra que no pueda entender; si bien cada uno lo entienda a su manera. Un tesoro es, para todos, algo deseable, algo codiciable.
-“Un tesoro escondido en un campo”... Introducido, escondido. En Palestina, en tiempos de Jesús no abundaban los Bancos o las cajas-fuertes para poner en seguridad los pequeños ahorros de una familia: se enterraban las monedas en algún lugar secreto; y solía pasar que el propietario del tesoro moría sin haber confiado a nadie el lugar del escondite.
-“La persona que lo encuentra, lo vuelve a esconder”... Vuelve a esconder el tesoro. Se cerciora de que no le han visto: ¿qué pasará?
-“Y de la alegría, va a vender todo lo que tiene”... He aquí a lo que Jesús quería llegar: A la alegría... Al desprendimiento total y gozoso, para el Reino. ¡No es la única vez que hablas de "alegría", Jesús! Estás contento, y nos invitas a participar de tu alegría. Me gustaría oírte y verte, Jesús, para ver el tono de tu voz, la expresión de tu rostro. Contemplar tu alegría. Tú que vivías tan íntimamente en el Reino, "vivías en la alegría". Y propones la alegría a los que descubren el Reino. ¡Vender todo lo que poseo! Me gusta contemplar tu radicalidad. ¡No te gustan los términos medios! ¡Lo das todo!
La persona que descubre el Reino de Dios, en Jesús y en su Palabra, se siente conmovido por esta experiencia. La ve como una verdadera fortuna por la cual es necesario darlo todo. Si seguir a Jesús se nos antoja un sacrificio muy grande es que igual todavía no hemos descubierto el verdadero valor del Reino. Hay muchos cristianos para los que serlo viene a ser como una especie de enorme carga que llevan pegada a la espalda. Para ellos ser cristiano no es motivo de gozo. Posiblemente todavía no han abierto el cofre del tesoro, ni han quitado el polvo que cubre la belleza sin límite de la perla.
El que encuentra un tesoro escondido bajo tierra y la del comerciante que, entre las perlas, descubre una particularmente preciosa, son dos parábolas más sobre el Reino. Los dos venden cuanto tienen, para asegurarse la posesión de lo que sólo ellos saben que vale tanto. Hoy, Jesús, podías hablar de invertir en bolsa al saber qué acciones van a subir, o el de un coleccionista que descubre por casualidad un cuadro o una partitura o una moneda de gran valor. Y no digamos, un pozo de petróleo. Es una sabiduría rara -la verdadera sabiduría- la de descubrir cuáles son los valores auténticos en esta vida, y cuáles, no, a pesar de que brillen más o parezcan más atrayentes. ¿Qué es más importante: el dinero, la salud, el éxito, la fuerza, el gozo inmediato?; ¿o la felicidad, el amor verdadero, la cultura, la tranquilidad de conciencia? Pero todavía es más necesaria la verdadera sabiduría cuando se trata de descubrir cuáles son los valores del Reino de Dios, cuáles sus planes sobre nosotros, los que nos conducen a la verdadera felicidad. Muchos tenemos la suerte de poder agradecer a Dios el don de la fe, o de haber descubierto en una determinada vocación el camino que Dios nos muestra, y hay quien siente haberse encontrado con Cristo Jesús, como Pablo cerca de Damasco, o como Mateo cuando estaba sentado a su mesa de impuestos, o como los pescadores del lago que oyeron la invitación de Jesús. Y lo han dejado todo y han encontrado la alegría y el pleno sentido de sus vidas. En la vida religiosa. O en el ministerio sacerdotal. O en una vida cristiana comprometida y vivida con coherencia, para bien de los demás, en la familia cristiana. Es una buena inversión. Aunque no sea aplaudida por este mundo ni cotice en la Bolsa (J. Aldazábal).
El tesoro significa la abundancia de dones, la perla la belleza del Reino… Dios “nunca falta de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo todo” (Santa Teresa de Jesús). La vida del Reino en seguimiento de Cristo es ardua, pero el fruto merece la pena. “El tesoro ha estado escondido porque debía ser también comprado en el campo. En efecto, por el tesoro escondido en el campo se entiende Cristo encarnado, que se encuentra gratuitamente (…) Pero no hay otro modo de utilizar y poseer ese tesoro con el campo, si no es pagando, y que no se pueden poseer las riquezas celestiales sin sacrificar el mundo” (S. Hilario de Poitiers).
La alegría del Evangelio es propia de aquel que, habiendo encontrado la plenitud de la vida, se ve libre, sin ataduras, desenvuelto, sin temores, sin trabas. Ahora bien, ¿creéis, acaso, que quien ha encontrado la perla preciosa va a ponerse a despreciar todas las demás? ¡Ni mucho menos! El que ha encontrado la perla preciosa se hace capaz de colocar todas las demás en una escala justa de valores, de relativizarlas, de juzgarlas en relación con la perla más hermosa. Y lo hace con extrema simplicidad, porque, al tener como piedra de comparación la perla preciosa, sabe comprender mejor el valor de todas las demás. El que ha encontrado el tesoro no desprecia lo demás, no teme entrar en tratos con los que tienen otros tesoros, puesto que él está ahora en condiciones de atribuir a cada cosa su valor exacto (Carlo M. Martini).
"Pero ¡esto es una locura!"... debieron decir todos los que le vieron que vendía sus bienes. –“Y compró aquel campo”. No, no estaba loco. Los demás eran ignorantes. Lejos de ser una pérdida fue una total ganancia para él.
El que encuentra accidentalmente un tesoro nos puede hacer ver los que “tropiezan” con Jesús y su Palabra y descubren su valor. A estas personas las sobrecoge la alegría porque no esperaban nada, sin embargo, Dios les ha salido al encuentro. Su existencia a partir de ese momento estará iluminada por una nueva luz.
-“Se parece también el reino de Dios a un comerciante que busca perlas finas; al encontrar una perla de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró”. El Reino, no es solamente la Alegría, lo deseable, el tesoro... Es también la "belleza", la perfección, la perla fina y no basta dar con ella al azar, cultivando su campo... ¿Es así como te busco yo, Señor, ávidamente? (Noel Quesson).
Otras personas tienen afán de buscar un valor que dé significado a su vida. Descubrirán en Jesús lo que estaban buscando. Su vida será como un camino que los ha conducido al lugar adecuado.
2. –“Cuando bajó Moisés de la montaña del Sinaí, con las dos tablas de la Ley en sus manos, no sabía que su rostro «irradiaba» luz por haber estado hablando con el Señor”. Vivir con Dios, de modo más explícito, durante un tiempo prolongado, no puede dejar de transformar a un hombre. Tantas veces el rostro de una persona de Dios «irradia» luz! El término qaran, “resplandecer”, “ser radiante”, es muy parecido a qeren, “cuerno”, de ahí la traducción de S. Jerónimo: “y su rostro volvió con cuernos luminosos” que ha influido en el arte, como esculpió Miguel Ángel en el Moisés famoso, con sus cuernos.
 -Moisés los llama. Aaron y todos los jefes de la comunidad se le acercan y les dirige la palabra. Luego se acercan todos los hijos de Israel y les transmite las órdenes del Señor que había recibido en la montaña. Contemplar y transmitir. Orar y actuar. Moisés, «hombre de oración» y «hombre de acción». La mayoría de los grandes místicos fueron también hombres y mujeres sumamente activos. Pensemos en san Bernardo, santa Teresa de Jesús, san Josemaría Escrivá, el Padre de Foucauld. Nos equivocamos cuando oponemos los dos tipos de vida: ¿he de buscar quizá el equilibrio? ¿He de decidirme a un mayor compromiso? ¿Decidirme a disminuir mis compromisos en beneficio de la oración? Moisés el «libertador»... el «santo»... Se discute mucho HOY sobre la dimensión «política» de la Fe. En su sentido noble, la política, es todo lo que se refiere a la organización de los hombres en sociedad, es establecer las estructuras de las relaciones humanas en las ciudades, en los grupos que han de vivir juntos. ¿Cómo podría la fe permanecer extraña a ese dominio esencial? El Éxodo nos proporciona un ejemplo significativo: el amor de Dios suscita un pueblo que se organiza, que se libera, que se unifica. Moisés es un «líder», un jefe político suscitado por Dios. Pero también ¡qué interioridad, la suya! En efecto, Dios es un poder colectivo de liberación y de unión. Esta revelación del Éxodo nos desconcierta, a veces, porque estamos habituados a una predicación «espiritual» e «individual». Hemos de redescubrir la síntesis que logró Moisés: Dios, el primero en ser servido, pero Dios servido en nuestros hermanos. El evangelio no nos dirá otra cosa.
-“Cuando acabó de hablarles, Moisés se puso un velo sobre el rostro”.Siempre que se presentaba ante el Señor para conversar con El se quitaba el velo hasta que salía de la Tienda de Reunión... Se ponía de nuevo el velo hasta que volvía a hablar con el Señor... Un ritmo vital, el ritmo del corazón: «diástole», la sangre va al corazón... «sístole», la sangre va de nuevo al cuerpo... Emplear un tiempo con Dios... Emplear un tiempo con el mundo... ¿Qué significado atribuimos al «velo» con el cual Moisés se cubre el rostro? ¡Delante de Dios se presenta «a cara descubierta»! Delante de los hombres, ¡permanece «velado» (Noel Quesson).
3. «Moisés y Aarón con sus sacerdotes... invocaban al Señor y él respondía, Dios les hablaba desde la columna de nube». ¿Nos brilla el rostro después de haber estado orando y celebrando, en la presencia de Dios? ¿Se nos nota, cuando estamos con Dios rezando?: podemos abrirnos a una actitud de fe en Dios, de alegría, de esperanza, de entrega gozosa al trabajo, de optimismo. No nos quedamos en la montaña de la oración. Bajamos al valle del trabajo y la misión. Pero lo hacemos conjugando oración y entrega, como Moisés, impregnando de oración el trabajo y llevando el compromiso misionero a nuestra oración.
Llucià Pou Sabaté
Santa Marta

Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.
Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.
San Juan nos dice que "Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro" (Jn 11:5). 
 
Lucas añade:
"Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra,  mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.»  -Lucas 10:38-40
No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, esta mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Por que la otra no hace nada y soy la que trabajo?
El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:
«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.»  -Lucas 10: 41-42
Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.
Toda vida activa debe surgir de la contemplación.  La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: "sólo una cosa es necesaria". Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.
Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas... Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer.  No comprendemos que lo primero y mas importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración. 
Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle.   Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios.  También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).
Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es.  Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor.  Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas.  No podemos hacerlo todo.   No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor
San Agustín escribe: "Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú".  San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.
La resurrección de Lázaro
El capítulo 11 de San Juan narra el gran milagro de la resurrección de Lázaro.   En aquella ocasión vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: "Señor aquel que tú amas, está enfermo". En un mensaje de confianza en que Jesús va actuar a su favor.
Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo sin moverse de donde estaba.  A los apóstoles les dice: "Esta enfermedad será para gloria de Dios". Y luego les añade: "Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer".
A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: "Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá"
Jesús le dice: "Tu hermano resucitará".
Marta le contesta: "Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos".
Jesús añadió: "Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?"
Marta respondió: "Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."
Jesús dijo: "¿Dónde lo han colocado?". Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: "Mirad cómo lo amaba".
Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: "Quiten la piedra". Le responde Marta: "Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado". Le dice Jesús: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?". Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: "Lázaro ven afuera". Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.
El Banquete
Marta aparece también en un banquete en el que participa también Lázaro, poco después de su resurrección: también esta vez aparece Marta como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces ya lo sabía someter al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse. 
De los años siguientes de la santa no tenemos ningún dato históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.
Los primeros en dedicar una celebración litúrgica a santa Marta fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de santa María Magdalena, impropiamente identificada con su hermana María.
S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien.
Bibliografía: