domingo, 18 de marzo de 2018

San José, Esposo de la Virgen Maria

San José, Esposo de la Virgen María

(2 Sm 7,4-5.12-14.16) "Yo estableceré para siempre el trono de su reino"
(Rm 4,13.16-18.22) "Yo te he constituido padre de muchas gentes"
(Mt 1,16.18-21.24) "Él salvará a su pueblo de sus pecados"
Homilía I: con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II
Homilía en la plaza de Juan Pablo II en Térmoli (19-III-1983)
---S. José, Padre de Jesús
---Relación padres e hijos
---Intercesión de S. José
--- S. José, Padre de Jesús
“Cantaré eternamente las misericordias del Señor” (Sal 88,1).
Hoy la Iglesia celebra a San José, el “hombre justo” que, en la humildad del taller de Nazaret, proveyó con el trabajo de las propias manos al sustentamiento de la Sagrada Familia.
San José está ante vosotros como hombre de fe y de oración. La liturgia le aplica la Palabra de Dios en el Salmo 88: “Él me invocará: Tú eres mi padre,/ mi Dios, mi roca salvadora” (v.27). Ciertamente, ¡cuántas veces, durante las largas jornadas de trabajo, José habrá elevado su pensamiento a Dios para invocarlo, para ofrecerle su fatiga, para implorar luz, ayuda, consuelo! ¡Cuántas veces! Pues bien, este hombre, que con toda su vida parecía gritar a Dios: “Tú eres mi padre”, obtuvo esta gracia particularísima: el Hijo de Dios en la tierra lo trató como padre. José invoca a Dios con todo el ardor de su espíritu de creyente: “Padre mío”, y Jesús, que trabajaba a su lado con las herramientas del carpintero, se dirigía a él, llamándole “padre”.
Misterio profundo: Cristo que, en cuanto Dios, tenía directamente la experiencia de la Paternidad divina en el seno de la Santísima Trinidad, vivió esta experiencia, en cuanto hombre, a través de la persona de José, su padre putativo. Y José, a su vez, en la casa de Nazaret, ofreció al niño que crecía a su lado el apoyo de su equilibrio viril, de su clarividencia, de su valentía, de las dotes propias de todo buen padre, sacándolas de esa fuente suprema “de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra” (Ef 3,15).
--- Relación padres e hijos
Alguien ha dicho que hoy estamos viviendo la crisis de una “sociedad sin padres”.
Queridos padres: en Dios, fuente de toda paternidad, en su modo de actuar con los hombres, como nos revela la Sagrada Escritura, podéis encontrar el modelo de una paternidad capaz de incidir positivamente en el proceso educativo de vuestros hijos, no sofocando, por una parte, su espontaneidad, ni abandonando, por otra, su personalidad aún inmadura, a las experiencias traumatizantes de la inseguridad y de la sociedad.
José y su Esposa castísima, la Virgen María, no abdicaron de la autoridad que les competía como padres. El Evangelio dice significativamente de Jesús: “...estaba bajo su autoridad” (Lc 2,51). Era una sumisión “constructiva” aquella de la que fueron testigos las paredes de la casa de Nazaret, ya que dice el Evangelio que, gracias a ella, el Niño “iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (ib.,52).
En este crecimiento humano José guiaba y sostenía al Niño Jesús, introduciéndolo en el conocimiento de las costumbres religiosas y sociales del pueblo judío, y encaminándolo en la práctica del oficio de carpintero, del que durante tantos años de ejercicio, él había asimilado todos los secretos. San José enseñó a Jesús el trabajo humano, en el que era experto. El divino Niño trabajaba junto a él, y escuchándolo y observándolo aprendía a manejar los instrumentos propios del carpintero con la diligencia y la dedicación que el ejemplo del padre putativo le transmitía.
En el trabajo hay un específico valor moral con un significado preciso para el hombre y para su realización. En la Encíclica Laborem exercens, he hecho notar precisamente que “mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en cierto sentido se hace más hombre" (n.9).
--- Intercesión de S. José
“Te hago padre de muchos pueblos” (Rm 4,17), se proclama en la primera lectura. Las palabras que Dios dirige a Abraham, ya anciano y todavía sin descendencia, la liturgia se las aplica hoy a San José, el cual no tuvo en absoluto descendencia carnal; Después de haber sido un instrumento particular de la Providencia divina para con Jesús y María, sobre todo durante la persecución de Herodes, San José continúa desempeñando su providencial y “paterna” misión en la vida de la Iglesia y de todos los hombres.
“Padre de muchos pueblos”: la devoción con que los cristianos de todas las partes del mundo, animados en esto por la liturgia, se dirige a San José para confiarle las propias penas y para implorar su protección, confirma el hecho singular de esta paternidad sin límites.
“El me invocará: Tú eres mi padre”. Como San José, invocad también vosotros con una oración asidua y fervorosa al Padre celestial y también vosotros experimentaréis, como él, la verdad de las siguientes palabras del Señor: “Le mantendré eternamente mi favor/ y mi alianza con él será estable” (Sal 88,29).
DP-85
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Homilía II: a cargo de D. Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva
La figura de S. José, que hoy contemplamos, se agiganta cuando vemos que Jesús, siendo el hijo de Dios a quien el cielo y la tierra están sujetos, quiso estar bajo la autoridad de José. La sublimidad de esta obediencia honra a S. José más que todos los elogios que la piedad cristiana pueda dedicarle.
Dios puso en manos de S. José lo que más quería: su Hijo y su Madre. “Si es verdad que la Iglesia entera es deudora a la Virgen Madre por cuyo medio recibió a Cristo, después de María es S. José a quien debe un agradecimiento y una veneración singular. José viene a ser el broche del AT, broche en el que fructifica la promesa hecha a los patriarcas y los profetas. Sólo él poseyó de una manera corporal lo que para ellos había sido mera promesa” (S. Bernardino de Siena).
De ahí que la Iglesia rece así: “¡Oh, feliz varón, bienaventurado José, a quien le fue concedido no sólo ver y oír al Dios a quien muchos reyes quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron, sino también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo! Ruega por nosotros, bienaventurado José”.
Uno de los rasgos más llamativos de S. José es, sin duda, el silencioso discurrir de su existencia terrena Es realmente impresionante y ejemplar, la vida sencilla, modesta y laboriosa de un hombre que ha recibido de Dios luces tan extraordinarias, testigo de excepción junto con María de la Encarnación del Hijo de Dios -y en cierto modo protagonista-, y no siente la necesidad de encaminar sus pasos por un sendero llamativo que atraiga la atención de sus contemporáneos. “Para él los trabajos, las responsabilidades, los riesgos, los afanes de la singular y pequeña familia sagrada. Para él el servicio, el trabajo, el sacrificio en la penumbra del cuadro evangélico en el cual nos complace contemplarlo y, ahora que nosotros lo sabemos todo, llamarlo dichoso, bienaventurado” (Pablo VI).
“Maestro de vida interior, trabajador empeñado en su tarea, servidor fiel de Dios en relación continua con Jesús: éste es José. Con San José, el cristiano aprende lo que es ser de Dios y estar plenamente entre los hombres, santificando el mundo. Tratad a José y encontraréis a Jesús. Tratad a José y encontraréis a María, que llenó siempre de paz el amable taller de Nazaret” (S. Josemaría Escrivá).
El recurso a S. José debería ser tan confiado y frecuente como lo ha sido y lo es en las almas que le profesan una gran devoción. ¡Id a José! Los Sumos Pontífices han aconsejado a los padres de familia, a los trabajadores, a los emigrantes, a los exiliados, a los adoradores de Dios en el silencio de los templos y de los monasterios y conventos, a los afligidos, a los agonizantes, a los que confiesan su fe y luchan por los derechos de Dios, a todo el pueblo católico, que acudan confiados a S. José. “No me acuerdo de haberle pedido cosa que la haya dejado de hacer, decía Sta. Teresa. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este santo; los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma. Que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer una necesidad, mas este glorioso santo tengo experimentado que socorre en todas y que quiere darnos a entender que, así como le fue sujeto en la tierra, así en el cielo hará cuanto le pida”.
Es seguro, que quien recibió de Dios la misión de custodiar la frágil y amenazada infancia de Jesús, continuará protegiendo el también frágil y amenazado Cuerpo Místico de Cristo y cada uno de los miembros del mismo que somos cada uno de nosotros.
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Homilía III: basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
"La promesa está asegurada para toda la descendencia"
2 S 7,4-5a.12-14a.16: "El Señor Dios le dará el trono de David, su padre"
Sal 88,2-3.4-5.17-19: "Su linaje será perpetuo"
Rm 4,13.16-18.22: "Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza"
Mt 1,16.18-21.24a: "José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor"
El profeta Natán, que inicialmente había anunciado que David construiría el templo, cambia ahora el sentido de sus palabras, para decir que, por medio del rey, Dios "construirá" una dinastía ("casa") perdurable. Es una promesa personal, porque, mientras al pueblo de Israel se le aseguran paz y seguridad, a David se le anuncia un larguísimo linaje.
En José se dan dos momentos claves: saber esperar sin precipitaciones ("no quería denunciarla"), y aceptar desde la fe el anuncio del origen de la gravidez de su esposa. Con toda verdad se le puede llamar "justo", "bueno" y "honrado". Desde el primer momento de su narración, san Mateo trata de presentar la novedad de Cristo. José, perfecto conocedor de las maravillas obradas por Dios a lo largo del Antiguo Testamento, recibe ahora el anuncio de la última "maravilla". Y oye, atiende y entiende. Porque actuaba desde la plena confianza en Dios.
El hombre que dice no escuchar a Dios le tacha de mudo, pero nunca se le ocurre pensar si es que él mismo está sordo. La miseria del que no atiende ni escucha a otro está en que se cierra a sí mismo el camino, mientras no cambie. ¡Y es que no hay peor cosa que creer que uno ya lo ha escuchado todo y lo sabe todo! Y atender quiere decir que quien habla es importante, y si el mensaje es de Dios, nadie puede distraerse.
— La concepción virginal, obra divina:
"Los relatos evangélicos presentan la concepción virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensión y toda posibilidad humanas:  «Lo concebido en ella viene del Espíritu Santo», dice el ángel a José a propósito de María, su desposada (Mt 1,20). La Iglesia ve en ello el cumplimiento de la promesa divina hecha por el profeta Isaías:  «He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un Hijo»" (497; cf. 498).
— San José, patrono de la buena muerte:
"La Iglesia nos anima a prepararnos para la hora de nuestra muerte ( «De la muerte repentina e imprevista, líbranos Señor»), a pedir a la Madre de Dios que interceda por nosotros  «en la hora de nuestra muerte» (Ave María), y a confiarnos a san José, Patrono de la buena muerte" (1014).
— "La contemplación es escucha de la palabra de Dios. Lejos de ser pasiva, esta escucha es la obediencia de la fe, acogida incondicional del siervo y adhesión amorosa del hijo. Participa en el  «sí» del Hijo hecho siervo y en el  «fiat» de su humilde esclava" (2716).
— "El discípulo de Cristo acepta  «vivir en la verdad», es decir, en la simplicidad de una vida conforme al ejemplo del Señor y permaneciendo en su Verdad.  «Si decimos que estamos en comunión con Él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad» (1 Jn 1,6)" (2470; cf. 2570).
— "Sólo pido por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial personas de oración, siempre que le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a san José por lo bien que les ayudó a ellos" (Santa Teresa de Jesús, lib. vida, 6).
Tener el oído y el espíritu abiertos para oír a Dios es tener la voluntad decidida a llevar a cabo su encargo.

sábado, 17 de marzo de 2018

Milagros del cielo

Hola!
   Me ha gustado la película "Los milagros del cielo", que te comparto. En algún momento es algo dramática, pero luego está superbien. Hay varias ideas: que el que tiene fe vive mejor, pero sobre todo que la vida es toda un milagro. Te la comparto: 

https://gloria.tv/video/26AxLMhPFgguBpdUY4GKy2Dfo

Me recuerda la canción del "Príncipe de Egipto": https://youtu.be/Ve3QFPy49ws

   Saludos!

Domingo semana 5 de Cuaresma; ciclo B

Domingo de la semana 5 de Cuaresma; ciclo B

Jesús anuncia que morirá por nosotros y nos salvará de ser esclavos. Nos invita, cuando tengamos que sufrir, a unirnos a su Cruz.
“En aquel tiempo entre los que habían venido a celebrar la Fiesta había algunos gentiles; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: -Señor, quisiéramos ver a Jesús.
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: -Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará. Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: -Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.
La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: -Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir” (Juan 12,20-33).
1. “En aquel tiempo entre los que habían venido a celebrar la Fiesta había algunos gentiles; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: -Señor, quisiéramos ver a Jesús”.¡Qué bonito, ver que muchos necesitan ver a Jesús!. ¡No saben cómo ir, y nos piden que les hablemos de cómo es Jesús!
 “Jesús les contestó: -Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. Recuerdo una historia que me contaron, de un caballero medieval que fue a una casa a pedir hospedaje, donde vivía un matrimonio de agricultores con tres hijos pequeños, que compartieron lo poco que tenían con el que acogieron y le dieron comida y cama.  Luego, por la mañana, éste se despidió con un regalo: les dio una semilla encantada, que si plantaban daría mucho fruto y ya nunca les faltaría comida. Siguió su camino, y los dos mayores plantaron sus semillas y al cabo de poco crecieron árboles frutales pero el pequeño guardaba su regalo y no quería que se pudriera, y claro, no había árbol… hasta que un día la madre le convenció para que fuera generoso, enterró la semilla y pronto creció un espléndido avellano… lo que mucho vale mucho cuesta… Para resucitar hay que morir, como la semilla que hemos contado, y dice Jesús: "Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto". Contaba san Josemaría de una abuela que se moría y le preguntaba su nieto: “piensas que te recibirá Jesús en el cielo, directamente?” y ella contestaba: “claro, yo le he recibido tantos años en la Eucaristía, que estoy segura de que Él me recibirá ahora a mí…”
 “El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará”.
“Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: -Lo he glorificado y volveré a glorificarlo. Todo este pasaje recuerda la agonía de Jesús en Getsemaní y su transfiguración en el Tabor. Juan, uno de los tres testigos en ambos casos, no dice nada expresamente al respecto; pero aquí recoge veladamente la misma experiencia.
Es la hora de Jesús. Hoy resuena el grito esperado de Jesús: «Ya ha llegado la hora.» Sí, ha llegado la hora, y estamos viviendo en ella, en que la antigua alianza cede el paso a la nueva, la alianza por la sangre de Cristo. Es la hora del perdón y de la filiación divina. La hora de la obediencia al Padre y del amor, de la ternura de Dios. Y la del juicio misericordioso: “La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: -Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir”. Muchos no conocen esta verdad revelada hoy: que el amor de Dios se encarna en Jesús, que nos dice que cuando estará en la cruz nos salvará: “cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Jesús está en la cruz, con los brazos abiertos de par en par, para que podamos ir a abrazarnos a Él, a pedirle perdón, lo está esperando, y nos perdona.
2. El profeta Jeremíashabla de “una alianza nueva” de Dios, que ya no será obligatoria como los esclavos: “Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”, y además no nos castigará por lo que no hemos hecho bien, “cuando perdone sus crímenes, y no recuerde sus pecados”.
La profecía de Jeremías adquiere todo su significado en la situación crítica en la que fue pronunciada: tiempos de ruina nacional, en los que el templo con todos sus símbolos se vino abajo. Y sin embargo esa presencia de Dios nos da el consuelo y se alza un canto de esperanza, de la misericordia divina. Dice la Plegaria eucarística IV: "Reiteraste, además, tu alianza a los hombres; por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación". Eso es lo que expresa aquí Jeremías. Todas las alianzas iban orientadas a una "nueva Alianza", no escrita en tablas de piedra, sino "escrita en los corazones". Esta interiorización y universalización de la Alianza y de la Ley ha sido posible gracias a la obra de Cristo: "Y tanto amaste al mundo, Padre santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu único Hijo". La salvación traída por Cristo posibilita que cada hombre y cada mujer pueda establecer una relación personal con Dios hecha de perdón por parte de Dios ("y no recuerde sus pecados"), y de "conocimiento o reconocimiento" por parte de los hombres: "porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande" (J. Llopis).
El Salmopide: “Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Oh Dios, crea en mí un corazón puro… no me quites tu santo espíritu”. Nosotros también queremos rezar: Señor, dicen que soy una buena persona pero no me preocupo si soy egoísta, si me porto mal contigo, soy pecador, pero Tú eres Padre, Tú perdonas y olvidas y aceptas, nunca me rechazas cuando te pido perdón. Hazme sentir limpio, perdonado, querido. Que aprenda de las experiencias para portarme mejor. Además, Jesús está en la Misa de una manera total, pero a veces al comulgar no sentimos nada, pero siempre que nos confesamos nos sentimos bien, ha querido que nos sintamos bien, contentos, después de confesar. Quizá porque nos cuesta más, a veces da vergüenza, pero así nos hacemos humildes, vemos que el pecado es equivocar el tiro, perder el camino, rebelarse… y pedir perdón es volver a tener salud porque vamos al Médico que es Jesús que en un momento nos cura. No podemos quedarnos tranquilos si estamos enfadados o tristes, el hijo pródigo no se queda pasando hambre, hemos de rezar: “Jesús, ¿por qué me pasa esto?” y tomarnos menos en serio y decir: “lo siento, tengo mal humor porque no me han pasado la pelota al fútbol” o lo que sea… y pedir perdón enseguida, y hacer las paces si nos habíamos enfadado, y volver a sonreír.
Habla san Agustín de los que no quieren ver sus pecados, y “al no poderse excusar a sí mismos, están siempre dispuestos a acusar a los demás. No es así como nos enseña el salmo a orar y dar a Dios satisfacción, ya que dice: Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. El que así ora no atiende a los pecados ajenos, sino que se examina a sí mismo, y no de manera superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdón…
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado; tú no lo desprecias. Este es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las más lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios. El corazón es lo que hay que quebrantar. Y no temas perder el corazón al quebrantarlo, pues dice también el salmo: Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Para que sea creado este corazón puro, hay que quebrantar antes el impuro”.
Ya no hay culpa sino alegría, no hay remordimiento sino apertura a la misericordia y ternura divinas. Orígenes habla de una terapia divina, que el Señor realiza a través de su palabra y mediante la obra de curación de Cristo: "Como para el cuerpo Dios preparó los remedios de las hierbas terapéuticas sabiamente mezcladas, así también para el alma preparó medicinas con las palabras que infundió, esparciéndolas en las divinas Escrituras. (...) Dios dio también otra actividad médica, cuyo Médico principal es el Salvador, el cual dice de Sí mismo: "No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos". Él era el médico por excelencia, capaz de curar cualquier debilidad, cualquier enfermedad"…
"Aunque nuestros pecados -afirmaba santa Faustina Kowalska- fueran negros como la noche, la misericordia divina es más fuerte que nuestra miseria. Hace falta una  sola  cosa:   que  el  pecador entorne al menos un poco la puerta de su corazón... El resto lo hará Dios. Todo comienza  en  tu  misericordia y en tu misericordia acaba".
Es significativo que tres veces se llame la Espíritu: "Renuévame  por dentro con espíritu firme; (...) no  me  quites  tu santo espíritu; (...) afiánzame con espíritu generoso". Es como una triple invocación del Espíritu Santo que cura al alma de sus pecados.
3. La carta a los Hebreosdice que Jesús “aprendió, sufriendo, a obedecer” y por esto nos salva si procuramos también hacer la voluntad de Dios como Él. Y no pensemos que es imposible levantarnos de los tropiezos, o ser mejor estudiante o hacer bien otro trabajo, o no decir mentiras o no discutir u obedecer… No es que nos falte valor porque son difíciles sino que son difíciles porque nos falta valor; hemos de mirar a Jesús, ver que Él nos da la fuerza para poder, que si somos generosos estaremos más contentos pues la felicidad está en darse, en pensar en los demás: como Jesús, que estos días pensaba en dar la vida por nosotros…

Llucià Pou Sabaté

viernes, 16 de marzo de 2018

Sábado semana 4 de Cuaresma

Sábado de la semana 4 de Cuaresma

Dar a conocer la doctrina de Jesucristo
Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el Profeta". Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?". Y por causa de Él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre Él. Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?". Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre". Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en Él? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita". Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: "¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?". Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta". Y cada uno regresó a su casa” (Juan 7,40-53).
I. Cristo con su doctrina ha proclamado la verdad fundamental del hombre, su libertad y su dignidad sobrenatural, por la gracia de la filiación divina. Cristo tiene palabras de vida eterna (Juan 6, 68), y nos ha dejado el encargo de transmitirlas a todas las generaciones hasta el fin de los tiempos. Cada cristiano debe ser testimonio de buena doctrina, testigo –no sólo con el ejemplo: también con la palabra- del mensaje evangélico. Es mucha la urgencia de dar a conocer la doctrina de Cristo, porque la ignorancia es un poderoso enemigo de Dios en el mundo y “es causa y como raíz de todos los males que envenenan a los pueblos” (JUAN XXIII, Ad Petri cathedram). Quiere el Señor que nuestras palabras se hagan eco de sus enseñanzas para mover los corazones: “Él mismo nos ha elegido para que llevemos su luz por todas partes” (ALVARO DEL PORTILLO, Carta pastoral)
II. La vocación cristiana es vocación al apostolado, y Dios da la gracia para poder corresponder. No caben las excusas: no valgo, no sirvo, no tengo tiempo... Los cristianos debemos mostrar, con la ayuda de la gracia, lo que significa seguir de verdad a Jesús. “Se necesitan –dice Juan Pablo II- heraldos del Evangelio expertos en humanidad, que conozcan a fondo el corazón del hombre de hoy, participen de sus gozos y esperanzas, de sus angustias y tristezas, y al mismo tiempo sean contemplativos, enamorados de Dios. Para esto se necesitan nuevos santos. Los grandes evangelizadores de Europa han sido los santos. Debemos suplicar al Señor que aumente el espíritu de santidad de la Iglesia y nos mande nuevos santos para evangelizar el mundo de hoy” (Discurso al Simposio de Obispos Europeos).
III. De muchas manera podemos dar a conocer amablemente la figura y las enseñanzas de Jesús y de su Iglesia: con una conversación, participando en una catequesis, con el silencio que los demás valoran, escribiendo a los medios de comunicación por un trabajo acertado, insistiendo con frecuencia en las mismas ideas, esforzándonos en presentarlas en forma atrayente. Hemos de tener en cuenta que muchas veces tendremos que ir contra corriente, como han sido tantos buenos cristianos a lo largo de los siglos. Con la ayuda del Señor, seremos fuertes para no dejarnos arrastrar por errores en boga o costumbres permisivas y libertinas, que contradicen la ley moral natural y la cristiana. Siempre, y de modo especial en las situaciones más difíciles, el Espíritu Santo nos iluminará, y sabremos qué decir y cómo hemos de comportarnos.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
San Patricio, obispo

Nacido en Gran Bretaña (Bennhaven Taberniae (pueblecito de Escocia que hoy no se encuentra en los mapas) hacia el 385, muy joven fue llevado cautivo a Irlanda, y obligado a guardar ovejas. Recobrada la libertad, abrazó el estado clerical y fue consagrado obispo Irlanda, desplegando extraordinarias dotes de evangelizador, y convirtiendo a la fe a numerosas gentes, entre las que organizó la Iglesia. Murió el año 461, en Down, llamado en su honor Downpatrik (Irlanda).
No se conoce con exactitud los datos cronológicos del Apóstol de Irlanda. Por lo que el santo dice de si mismo, se supone que era de origen romano-bretón. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejercito romano; su madre era familia de San Martín de Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en todo el occidente.
Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando ovejas. Trató de huir varias veces sin éxito.
La Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya que el mismo dijo que hasta entonces "aún no conocía al verdadero Dios", queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia.
Se cree que el lugar de su cautiverio fue en las costas de Mayo, al borde del bosque de Fochlad (o Foclut). De ser así, el monte de Crochan Aigli, que fue escenario del famoso ayuno de San Patricio, también fue el lugar donde vivió los tristes años de su juventud.
Lo mas importante es que para entonces, como el lo dice: "oraba de continuo durante las horas del día y fue así como el amor de Dios y el temor ante su grandeza, crecieron mas dentro de mí, al tiempo que se afirmaba mi fe y mi espíritu se conmovía y se inquietaba, de suerte que me sentía impulsado a hacer hasta cien oraciones en el día y, por la noche otras tantas. Con este fin, permanecía solo en los bosques y en las montañas. Y si acaso me quedaba dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba para orar, en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias. Por entonces estaba contento, porque lejos de sentir en mi la tibieza que ahora suele embargarme, el espíritu hervía en mi interior".
Después de seis años en tierra de Irlanda y de haber rezado mucho a Dios para que le iluminara sobre su futuro, una noche soñó que una voz le mandaba salir huyendo y llegar hasta el mar, donde un barco lo iba a recibir. Huyendo, caminó mas de 300 kilómetros para llegar a la costa. Encontró el barco, pero el capitán se negaba rotundamente a transportarlo. Sus reiteradas peticiones para que le dejasen viajar gratis fueron siempre rechazadas, hasta que al fin, después de mucho orar con fervor, el capitán accedió a llevarlo hasta Francia. La travesía fue aventurada y peligrosa. Después de tres días de tormenta en el mar, tocaron tierra en un lugar deshabitado de la costa, caminaron un mes sin encontrar a nadie y hasta las provisiones se agotaron. Patricio narra esa aventura diciendo:
"llegó el día en que el capitán de la nave, angustiado por nuestra situación, me instaba a pedir el auxilio del cielo. '¿Cómo es que nos sucede esto, cristiano? Dijiste que tu Dios era grande y todopoderoso, ¿por qué entonces no le diriges una plegaria por nosotros, que estamos amenazados de morir por hambre? Tal vez no volvamos a ver a un ser humano…' A aquellas súplicas yo respondí francamente: 'Poned toda vuestra confianza y volved vuestros corazones al Señor mi Dios, para quien nada es imposible, a fin de que en este día os envíe vuestro alimento en abundancia y también para los siguientes del viaje, hasta que estéis satisfechos puesto que El tiene de sobra en todas partes'. Fue entonces cuando vimos cruzar por el camino una piara de cerdos; mis compañeros los persiguieron y mataron a muchos. Ahí nos quedamos dos noches y, cuando todos estuvieron bien satisfechos y hasta los perros que aún sobrevivían, quedaron hartos, reanudamos la caminata. Después de aquella comilona todos mostraban su agradecimiento a Dios y yo me convertí en un ser muy honorable a sus ojos. Desde aquel día tuvimos alimento en abundancia."
Finalmente llegaron a lugar habitado y así Patricio quedó a salvo a la edad de veintidós o veintitrés años y volvió a su casa. Con el tiempo, durante las vigilias de Patricio en los campos, se reanudaron las visiones y, a menudo, oía "las voces de los que moran mas allá del bosque Foclut, mas allá del mar del oeste y así gritaban todas al mismo tiempo, como si salieran de una sola boca, estas palabras: 'Clamamos a ti, Ho joven lleno de virtudes, para que vengas entre nosotros nuevamente' ".   "Eternas gracias deben dársele a Dios, agrega, porque al cabo de algunos años el Señor les concedió aquello por lo que clamaban".
No hay ninguna certeza respecto al orden de los acontecimientos que se produjeron desde entonces.
Los primeros biógrafos del santo dicen que Patricio pasó varios años en Francia antes de realizar su trabajo de evangelización en Irlanda. Existen pruebas firmes de que pasó unos tres años en la isla de Lérins, frente a Canes, y después se radicó en Auxerre durante quince años mas. También hay sólidas evidencias de que tenía buenas relaciones personales con el obispo San Germán de Auxerre. Durante este tiempo le ordenaron sacerdote.
Algunos historiadores sostienen, que en esa época hizo un viaje a Roma y que, el Papa Celestino I fue quien le envió a Irlanda con una misión especial, ya que su primer enviado Paladio nunca logró cumplir porque a los doce meses de haber partido murió en el norte de Britania. Para realizar esa misión encomendada por el Pontífice, San Germán de Auxerre consagró obispo a Patricio.
Puesto que dependemos de datos confusos, legendarios y muchas veces contradictorios, de sus primeros biógrafos, es materialmente imposible obtener detalles del heroico trabajo en las tierras donde había estado cautivo. La tradición afirma que trabajó en el norte, en la región de Slemish, que dicen fue la misma donde Patricio cuidaba el ganado y oraba a Dios cuando era un joven esclavo. Una anécdota que antiguamente la tenían por auténtica en Irlanda relata que cuando el amo se enteró del regreso de Patricio convertido en venerado predicador, se puso tan furioso que prendió fuego a su propia casa, pereciendo en medio de las llamas.
Se afirma que, a su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saúl y que con la energía que lo caracterizaba se propuso la tarea de conquistar el favor del "Gran Rey" Laoghaire, que vivía con su corte en Tara, de la región de Meath.
Utilizaba un lenguaje sencillo al evangelizar. Por ejemplo, para explicarles acerca de la Santísima Trinidad, les presentaba la hoja del trébol, diciéndoles que así como esas tres hojitas forman una sola verdadera hoja, así las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, forman un solo Dios verdadero. Todos lo escuchaban con gusto, porque el pueblo lo que deseaba era entender.
San Patricio y sus enemigos
Sus acérrimos opositores fueron los druidas, representantes de los dioses paganos. También sufrió mucho a manos de los herejes pelagianos, que para arruinar su obra recurrieron inclusive a la calumnia. Para defenderse, Patricio escribió su Confessio. Por fortuna poseemos una colección bastante nutrida de esos escritos, que nos muestra algo de el mismo, como sentía y actuaba.
Circulaba entre los paganos un extraño vaticinio, una profecía, respecto al santo, que Muirchu, su historiador nos transmite textualmente así: "Cabeza de azuela (referencia a la forma aplanada de la cabeza tonsurada) vendrá con sus seguidores de cabezas chatas, y su casa (casulla o casuela, es decir casa pequeña) tendrá un agujero para que saque su cabeza. Desde su mesa clamará contra la impiedad hacia el oriente de su casa. Y todos sus familiares responderán, Amén, Amén". Los augurios agregaban esto todavía: "Por lo tanto, cuando sucedan todas estas cosas, nuestro reino, que es un reinado de idolatría, se derrumbará".
En la evangelización, San Patricio puso mucha atención en la conversión de los jefes, aunque parece ser que el mismo rey Laoghaire no se convirtió al cristianismo, pero si, varios miembros de su familia. Consiguió el amparo de muchos jefes poderosos, en medio de muchas dificultades y constantes peligros, incluso el riesgo de perder la vida (mas de cinco veces) en su trato con aquellos bárbaros. Pero se notaba que había una intervención milagrosa de Dios que lo libraba de la muerte todas las veces que los enemigos de la religión trataban de matarlo. En un incidente que ocurrió en misión, su cochero Odhran, quizás por algún presentimiento, insistió en reemplazar al santo en el manejo de los caballos que tiraban del coche, por consiguiente fue Odhram quien recibió el golpe mortal de una lanza que estaba destinada a quitarle la vida a San Patricio.
No obstante los contratiempos, el trabajo de la evangelización de Irlanda, siguió firme. En varios sitios de Irlanda, construyó abadías, que después llegaron a ser famosas y alrededor de ellas nacieron las futuras ciudades. En Leitrim, al norte de Tara, derribó al ídolo de Crom Cruach y fue uno de los lugares donde edificó una de las iglesias cristianas. En la región de Connaught, realizó cosas notables. En la población de Tirechan se conservó para la posteridad la historia de la conversión de Ethne y Fedelm, hijas del rey Laoghaire. También existen las narraciones de las heroicas predicaciones de San Patricio en Ulster, en Leinster y en Munster.
Por su santidad, manifiesta en su carácter su lenguaje sencillo al evangelizar y por el don de hacer milagros, San Patricio logró muchas victorias sobre sus oponentes paganos y hechiceros. Ese triunfo le sirvió para que los pobladores de Irlanda se abrieran a la predicación del cristianismo. De hecho hacen referencias en los textos del Senchus Mor (el antiguo código de las leyes irlandesas) a cierto acuerdo concertado en Tara entre los paganos y el santo y su discípulo San Benigno (Benen). Dicen esos libros que "Patricio convocó a los hombres del Erin para que se reunieran todos en un sitio a fin de conferenciar con él. Cuando estuvieron reunidos, se les predicó el Evangelio de Cristo para que todos lo escucharan. Y sucedió que, en cuanto los hombres del Erin escucharon el Evangelio y conocieron como este daba frutos en el gran poder de Patricio demostrado desde su arribo y al ver al rey Laoghaire y a sus druidas asombrados por las grandes maravillas y los milagros que obraba, todos se inclinaron para mostrar su obediencia a la voluntad de Dios y a Patricio".
Hay muchas fantasías sobre las confrontaciones de San Patricio con los magos druidas pero también hay relatos que tienen un trasfondo sin duda histórico. Dicen que un Sábado Santo, cuando nuestro santo encendió el fuego pascual, se lanzaron con toda su furia a apagarlo, pero por más que trataron no lo lograron. Entonces uno de ellos exclamó: "El fuego de la religión que Patricio ha encendido, se extenderá por toda la isla". Y se alejaron. La frase del mago se ha cumplido; la religión católica se extendió de tal manera por toda Irlanda, que hoy sigue siendo un país católico, iluminado por la luz de la religión de Cristo, y que a su vez a dado muchos misioneros a la Iglesia.
El Sínodo
Hay muchas y buenas razones para creer que San Patricio convocó a un sínodo, seguramente en Armagh, no se mencionó el sitio. Muchos de los decretos emitidos en aquella asamblea, han llegado hasta nosotros tal como fueron redactados, aunque no cabe dudas que a varios de ellos se le hicieron añadiduras y enmiendas. En esa época San Patricio era ya un anciano con la salud quebrantada por el desgaste físico de sus austeridades y de sus treinta años de viajes de evangelización. Probablemente el sínodo haya tenido lugar cuando los días del santo ya estaban contados
Vida de Santidad
Solo llegaremos a comprender el hondo sentimiento humano que tenía el santo y el profundo amor a Dios que lo animaba, si estudiamos detenidamente sus escritos contenidos en las "Confesiones", la Lorica y la carta a Coroticus de San Patricio. Conoceremos el secreto de la extraordinaria impresión que causaba a los que lo conocían personalmente. Patricio era un hombre muy sencillo, con un gran espíritu de humildad. Decía que su trabajo misionero era la simple actuación de un mandamiento divino y que su aversión contra los pelagianos se debía al absoluto valor teológico que él atribuía a la gracia. Era profundamente afectuoso, por lo que vemos en sus escritos referirse tantas veces al inmenso dolor que le produjo separarse de su familia de sangre y de su casa, a la que le unía un gran cariño. Era muy sensible, le hacía sufrir mucho que digan que trabajaba en la misión que había emprendido para buscar provecho propio, por eso insistía tanto en el desinterés que lo animaban a seguir trabajando.
De sus Confesiones"Incontables dones me fueron concedidos con el llanto y con las lágrimas. Contrarié a mis gentes y también, contra mi voluntad, a no pocos de mis mayores; pero como Dios era mi guía, yo no consentí en ceder ante ellos de ninguna manera. No fue por mérito propio, sino porque Dios me había conquistado y reinaba en mí. Fue El quien se resistió a los ruegos de los que me amaban, de suerte que me aparté de ellos para morar entre los paganos de Irlanda, a fin de predicarles el Evangelio y soportar una cantidad grande de insultos por parte de los incrédulos, que me hacían continuos reproches y que aun desataban persecuciones contra mí, en tanto que yo sacrificaba mi libertad en su provecho. Pero si acaso se me considera digno, estoy pronto a dar hasta mi vida en nombre de Dios, sin vacilaciones y con gozo. Es mi vida la que me propongo pasar aquí hasta que se extinga, si el Señor me concede esa gracia".
La santidad da frutos
El buen éxito de la misión de San Patricio se debe ante todo a su fe por la que se disponía a cualquier sacrificio y a la inteligente organización que supo crear en esa isla, carente de ciudades y dividida en muchas tribus o clanes, dirigidos por un jefe independiente cada una. El supo adaptarse a las condiciones sociales del lugar, formando un clero local, consagró obispos y sacerdotes y fundo monasterios y pequeñas comunidades cristianas dentro del mismo clan, sin rechazar usos ni costumbres tradicionales. Tuvo la feliz idea de que el obispo de cada región fuera al mismo tiempo el Abad o superior del monasterio más importante del lugar, así cada obispo era un fervoroso religioso y tenía la ayuda de sus monjes para enseñar la religión al pueblo. Las vocaciones que consiguió para el sacerdocio y la vida religiosa fueron muchísimas.
La obra de evangelización pudo progresar rápidamente gracias también a que San Patricio atrajo muchos discípulos fieles, como Benigno quién estaba destinado a sucederle. Siempre fue muy fiel a la Iglesia y, a pesar de la distancia, el santo se mantenía en contacto con Roma. En el año 444 se fundó la iglesia catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, dato que está asentado en los "Anales de Ulster". Es probable que no haya pasado mucho tiempo antes que Armagh se convirtiera en un gran centro de educación y administración.
San Patricio, en el transcurso de 30 años de apostolado, convirtió al cristianismo a "toda Irlanda". El propio santo alude, mas de una vez, a las "multitudes", a los "muchos miles" que bautizó y confirmó. "Ahí", dice San Patricio, "donde jamás se había tenido conocimiento de Dios; allá, en Irlanda, donde se adoraba a los ídolos y se cometían toda suerte de abominaciones, ¿cómo ha sido posible formar un pueblo del Señor, donde las gentes puedan llamarse hijos de Dios? Ahí se ha visto que hijos e hijas de los reyezuelos escoceses, se transformen en monjes y en vírgenes de Cristo". Sin embargo, como es lógico pensar, el paganismo y el vicio no habían desaparecido por completo. En las "Confesiones", que fueron escritas hacia el fin de su vida, dice el santo: "A diario estoy a la espera de una muerte violenta, de ser robado, de que me secuestren para servir como esclavo, o de cualquier otra calamidad semejante". Pero más adelante agrega: "Me he puesto en manos del Dios de misericordia, del Todopoderoso Señor que gobierna toda cosa y, como dijo el profeta: 'Deja tus cuidados con el Señor y El proveerá la manera de aliviarlos". En esta confianza estaba, sin duda su incansable valor y la firme decisión de San Patricio a lo largo de su heroica carrera. Su fortaleza de no permitir a los enemigos del catolicismo que propagaran por allí sus herejías, fue una de las razones para que Irlanda se haya conservado tan católica.
La obra del incansable misionero dio muchos frutos con el tiempo: Lo vemos en el maravilloso florecimiento de santos irlandeses. Logró reformar las leyes civiles de Irlanda, consiguió que la legislación fuera hecha de acuerdo con los principios católicos, lo cual ha contribuido a que esa nación se haya conservado firme en la fe por mas de 15 siglos, a pesar de todas las persecuciones.
Según un cronista de Britania, Nennius, San Patricio subió a una montaña a rezar y hacer ayuno y "desde aquella colina, Patricio bendijo al pueblo de Irlanda y, el objeto que perseguía al subir a la cima, era el de orar por todos y el de ver el fruto de sus trabajos…Después, en edad bien avanzada, fue a recoger su recompensa y a gozar de ella eternamente. Amén". Patricio murió y fue sepultado en el año 461, en Saúl, región de Stragford Lough, donde había edificado su primera iglesia.

jueves, 15 de marzo de 2018

Nieves Acosta Picado: el amor como camino de la existencia

Fwd: {tertulia} Intervención sobre el amor en Navidad en el Ayuntamiento de Granada, 16.12.2017

Antes pasé otra intervención, la de Nieves Acosta. Aquí va la mía: https://youtu.be/DG3XPx6jEe4

Hola!
   Paso el enlace de mi intervención en la última Jornada que tuvimos en el Ayuntamiento de Granada: https://youtu.be/ge3yeqrwwNc
   Saludos!

Viernes semana 4 de Cuaresma

Viernes de la semana 4 de Cuaresma

Reconocer a Cristo en los enfermos y en la enfermedad
Después de esto, Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también Él subió, pero en secreto, sin hacerse ver. Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar? ¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es". Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de Él y es Él el que me envió". Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre Él, porque todavía no había llegado su hora” (Juan 7,1-2.10.25-30).
I. El Evangelio de la Misa (Lucas 4, 10) nos ha dejado este detalle entrañable de Cristo con los enfermos. Los curó imponiendo sus manos sobre cada uno. Jesús se fija atentamente en cada uno de ellos y les dedica toda su atención, porque cada persona, y de modo especial la persona que sufre, es muy importante para Él. Cada hombre es siempre bien recibido por Jesús, que tiene un corazón compasivo y misericordioso para con todos, singularmente para aquellos que andan más necesitados. Nosotros, que queremos ser discípulos fieles de Cristo, debemos aprender de Él a tratar y amar a los enfermos. En nuestra vida habrá momentos en que estemos enfermos, o lo estén las personas que nos rodean. Eso es un tesoro que hemos de cuidar. En el trato con los que padecen y sufren enfermedades se hacen realidad las palabras del Señor: lo que hicisteis con uno de éstos, mis hermanos más pequeños, por Mí lo hicisteis (Mateo 25, 40).
II. La enfermedad, llevada por amor de Dios, es un medio de santificación, de apostolado; es un modo excelente de participar en la Cruz redentora del Señor. Especialmente en la enfermedad hemos de estar cerca de Cristo. Cuanto más dolorosa sea la enfermedad, más amor necesitaremos tener. Más gracias de Dios también recibiremos. Hemos de pedir ayuda al Señor para llevar la enfermedad con garbo humano, procurando no quejarse, obedeciendo al médico. El que sufre en unión con Cristo, completa con su sufrimiento lo que falta a los padecimientos de Cristo (Colosenses 1, 24), porque “Cristo en cierto sentido ha abierto el propio sufrimiento redentor a todo sufrimiento del hombre” (JUAN PABLO II, Salvifici doloris): con Cristo tienen sentido el dolor y la enfermedad.
III. La enfermedad, que entró en el mundo a causa del pecado, es vencida por Cristo en cuanto se puede convertir en un bien mucho mayor que la misma salud física. Con la Unción de los Enfermos se reciben innumerables bienes, que el Señor ha dispuesto para santificar la enfermedad grave: aumenta la gracia santificante, por lo que habrá qué confesarse si es posible, limpia las huellas del pecado en el alma, da una gracia especial para vencer las tentaciones, y otorga la salud del cuerpo si conviene para la salvación. Debemos estar atentos para que nuestros enfermos reciban este sacramento, muestra de la misericordia de Dios. En esta Cuaresma abramos nuestros ojos al dolor que nos rodea. Cristo quiere hacerse presente en su Pasión, en ese dolor, en la enfermedad propia o ajena, y darle un valor redentor.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.

Intervención sobre el amor en Navidad en el Ayuntamiento de Granada, 16.12.2017

Hola!
   Paso el enlace de mi intervención en la última Jornada que tuvimos en el Ayuntamiento de Granada: https://youtu.be/ge3yeqrwwNc
   Saludos!

miércoles, 14 de marzo de 2018

Jueves semana 4 de Cuaresma

Jueves de la semana 4 de Cuaresma

La santa Misa y la entrega personal
 “«Si yo diera testimonio de mí mismo,  mi testimonio no sería válido. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad. No  es que yo busque testimonio de un hombre,  sino que digo esto para que os salvéis. El era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz.Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz,  ni habéis visto nunca su rostro, ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que Él ha enviado.Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida. La gloria no la recibo de los hombres. Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis. ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés,  en quién habéis puesto vuestra esperanza. Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí. Pero si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?»” (Juan 5,31-47).
I. La entrega plena de cristo por nosotros, que culmina en el Calvario, constituye la llamada más apremiante a corresponder a su gran amor por cada uno de nosotros. En la Cruz, Jesús consumó la entrega plena a la voluntad del Padre y el amor por todos los hombres, por cada uno: me amó y se entregó por mí (Gálatas 2, 20) ¿Cómo correspondo yo a su Amor? En todo verdadero sacrificio se dan cuatro elementos esenciales, y todos ellos se encuentran presentes en el sacrificio de la Cruz: sacerdote, víctima, ofrecimiento interior y manifestación externa del sacrificio, expresión de la actitud interior. Nosotros, que queremos imitar a Jesús, que sólo deseamos que nuestra vida sea reflejo de la suya, nos preguntamos hoy si sabemos unirnos al ofrecimiento de Jesús al Padre, con la aceptación de la voluntad de Dios, en cada momento, en las alegrías y contrariedades, en el dolor y en el gozo.
II. La Santa Misa y el Sacrificio de la Cruz son el mismo y único sacrificio, aunque estén separados en el tiempo: se vuelve a hacer presente la total sumisión amorosa de Nuestro Señor a la voluntad del Padre. Cristo se ofrece a Sí mismo a través del sacerdote, que actúa in persona Christi. Su manifestación externa es la separación sacramental, no cruenta, de su Cuerpo y su Sangre, mediante la transustanciación del pan y el vino. Nuestra oración de hoy es un buen momento para examinar cómo asistimos y participamos en la Santa Misa. Si tenemos amor, identificación plena con la voluntad de Dios, ofrecimiento de nosotros mismos, y afán corredentor.
III. El Sacrificio de la Misa, al ser esencialmente idéntico al Sacrificio de la Cruz, tiene un valor infinito, independientemente de las disposiciones concretas de quienes asisten y del celebrante, porque Cristo es el Oferente principal y la Víctima que se ofrece. No existe un medio más perfecto de adorar a Dios o de darle gracias por todo lo que es y por sus continuas misericordias con nosotros. También es la única perfecta y adecuada reparación, a la que debemos unir nuestros actos de desagravio. La Santa Misa debe ser el punto central de nuestra vida diaria, como lo es en la vida de la Iglesia, ofreciéndonos nosotros mismos por Él, con Él y en Él. Este acto de unión con Cristo debe ser tan profundo y verdadero que penetre todo nuestro día e influya decisivamente en nuestro trabajo, en nuestras relaciones con los demás, en nuestras alegrías y fracasos, en todo. Acudamos a nuestro Ángel para evitar las distracciones cuando asistimos a la Santa Misa, y esforcémonos en cuidar con más amor este rato único de nuestro día.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.

martes, 13 de marzo de 2018

Luciano Pou Sabate: "el amor en acción, para un mundo en armonía"

Miércoles semana 4 de Cuaresma

Miércoles de la semana 4 de Cuaresma

Unidad de vida
«En verdad, en verdad os digo que el que oye mi palabra y cree en el que me envió tiene vida eterna, y no viene a juicio sino que pasa de la muerte a la vida. En verdad, en verdad os digo que llega la hora, y es ésta, en la que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán, pues como el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado al Hijo tener vida en sí mismo. Y le dio poder de juzgar; ya que es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto porque viene la hora en la que todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron el bien saldrán para la resurrección de la vida; y los que practicaron el mal, para la resurrección del juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo: según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad sino la voluntad del que me envió.» (Juan 5,17-30).
I. Jesús vino al mundo para que los hombres tuvieran luz y dejaran de debatirse en las tinieblas (Juan 8, 12), y, al tener luz, pudieran hacer del mundo un lugar donde todas las cosas sirvieran para dar gloria a Dios y ayudaran al hombre a conseguir su último fin. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron. Son palabras actuales para muchos, pues fuera de Cristo sólo existen tinieblas. Durante años las realidades temporales quedaron desvirtuadas al margen de la luz del Revelación. Al faltar esta luz se considera el mundo como un fin en sí mismo, sin ninguna referencia a Dios, para lo cual se han tergiversado incluso las verdades más elementales y básicas. El mundo queda en tinieblas si los cristianos, por falta de unidad de vida, no iluminan y dan sentido a las realidades concretas de la vida. El cristiano coherente con su fe es luz en medio del mundo, y es sal que da sabor y preserva de la corrupción.
II. Adán, con su soberbia, introdujo el pecado en el mundo, rompiendo la armonía de todo lo creado y del mismo hombre. En adelante, la inteligencia quedó oscurecida y con posibilidad de caer en error; la voluntad debilitada; la libertad enferma para amar el bien con prontitud. El hombre quedó profundamente herido, con dificultad para saber y conseguir su bien verdadero. Dios, en su misericordia infinita, se compadeció de este estado en el que había caído la criatura, y nos redimió en Jesucristo. Nos toca a los cristianos, principalmente a través de nuestra unidad de vida, hacer que todas las realidades terrenas se vuelvan medios de salvación, porque sólo así servirán verdaderamente al hombre.
III. La misión que el Señor nos ha encomendado es la de infundir un sentido cristiano a la sociedad, porque sólo entonces las estructuras, las instituciones, el descanso, tendrán un espíritu cristiano y estarán de verdad al servicio del hombre. Las prácticas personales de piedad no han de estar aisladas del resto de nuestros quehaceres, sino que, al buscar la unidad efectiva con el Señor, influyan en todas nuestras actuaciones. Procuremos vivir así, con Cristo y en Cristo, todos y cada uno de los instantes de nuestra existencia: en el trabajo, en la familia, en la calle, con los amigos... Esto es unidad de vida. En esta tarea de santificar las realidades terrenas, los cristianos no estamos solos: es principalmente fruto de la acción del Espíritu Santo, verdadero Señor de la historia. A Él le pedimos que remueva el alma de muchas personas para que sean sal y luz en las realidades terrenas.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.

lunes, 12 de marzo de 2018

Martes semana 4 de Cuaresma

Martes de la semana 4 de Cuaresma

Lucha paciente contra los defectos
“Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua. Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?". El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes". Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina". En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla". El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'". Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'". Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía". El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado” (Juan 5,1-16).
I. No podemos nunca “conformarnos” con deficiencias y flaquezas que nos separan de Dios y de los demás, excusándonos en que forman parte de nuestra manera de ser, en que ya hemos intentado combatirlos otras veces sin resultados positivos. La Cuaresma nos mueve precisamente a mejorar en nuestras disposiciones interiores mediante la conversión del corazón a Dios y las obras de penitencia que preparan nuestra alma para recibir las gracias que el Señor quiere darnos. El Señor siempre está dispuesto a ayudarnos, sólo nos pide nuestra perseverancia para luchar y recomenzar cuantas veces sea necesario, sabiendo que en la lucha está el amor. Nuestro amor a Cristo se manifestará en el esfuerzo por arrancar el defecto dominante o alcanzar aquella virtud que se presenta difícil adquirir, y en la paciencia que hemos de tener en la lucha interior.
II. Es necesario saber esperar y luchar con paciente perseverancia, convencidos de que con nuestro interés agradamos a Dios. La adquisición de una virtud no se logra con esfuerzos esporádicos, sino con la continuidad en la lucha, la constancia de intentarlo cada día, cada semana, ayudados por la gracia. El alma de la constancia es el amor; sólo por amor se puede ser paciente (SANTO TOMÁS, Suma Teológica) y luchar, sin aceptar los defectos y los fallos como algo inevitable. En nuestro caminar hacia el Señor sufriremos derrotas; muchas de ellas no tendrán importancia; otras sí, pero el desagravio y la contrición nos acercarán todavía más a Dios. Este dolor es el pesar de no estar devolviendo tanto amor como el Señor se merece, el dolor de estar devolviendo mal por bien a quien tanto nos quiere.
III. Además de ser pacientes con nosotros mismos hemos de serlo con quienes tratamos con más frecuencia, sobre todo si tenemos obligación de ayudarles en su formación, o una enfermedad. Hemos de contar con los defectos de quienes nos rodean. La comprensión y fortaleza nos ayudarán a tener calma, sin dejar de corregir cuando sea oportuno y en el momento indicado. La impaciencia hace difícil la convivencia, y también vuelve ineficaz la posible ayuda y la corrección. Debemos ser especialmente constantes y pacientes en el apostolado. Las personas necesitan tiempo y Dios tiene paciencia: en todo momento da su gracia, perdona y anima a seguir adelante. Con nosotros ha tenido esta paciencia sin límites. Pidamos a Nuestra Madre paciencia para nosotros mismos y para los que nos rodean.

Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.

Mesa redonda sobre filosofía de la consciencia

domingo, 11 de marzo de 2018

Mesa redonda sobre Filosofía de la Consciencia: Lunes 12 de marzo, Sala Val del Omar. Biblioteca de Andalucía-Biblioteca Provincial de Granada


Buenas tardes,
   Te recuerdo que mañana tenemos la mesa redonda sobre "Filosofía de la consciencia" a las 19'30.
   Adjuntamos el cartel y del acto.
Saludos cordiales,
Luciano 



Luciano Pou Sabate: "el amor en acción, para un mundo en armonía"