miércoles, 25 de noviembre de 2015

Jueves de la semana 34 de tiempo ordinario; año impar

Jueves de la semana 34 de tiempo ordinario; año impar

El final del mundo no es algo malo sino una boda con el Cordero, Jesús, en el mundo pleno y verdadero, el cielo, la Jerusalén celestial
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación»” (Lucas 21,20-28).
1. Lucas seguramente escribió su evangelio después de la destrucción de Jerusalén, del 70; se ve que pasó lo que Jesús dijo: -“Cuando veréis Jerusalén sitiada por los ejércitos”... Marcos y Mateo decían: «Cuando veréis la abominación de la desolación» (Mc 13,14; Mt 24,25). Era sin duda lo que, de hecho, había dicho Jesús, repitiendo una profecía de Daniel 11,31. Lucas «traduce» con mayor concreción.
-“Sabed que está cerca su devastación. Entonces los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad”. Después de un siglo de ocupación romana la revuelta que se estaba incubando terminó por explosionar, en los alrededores del año 60. Los Zelotes, que habían tratado de arrastrar a Jesús a la insurrección, multiplicaron los atentados contra el ejército de ocupación. El día de Pascua del 66, los Zelotes se sublevan y el país con ellos. Vespasiano es el encargado de sofocar la revolución. El joven Titus termina la guerra con el sitio de Jerusalén, arrasada. El historiador judío, Flavio José, habla de un millón cien mil muertos durante esta guerra, y noventa y siete mil prisioneros cautivos.
-“¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! porque habrá una gran calamidad en el país y un castigo para ese pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos”... Tus palabras, Jesús, son de dolor. Es emocionante verte llorar por las pobres madres de ese pueblo que es el tuyo.
-“Jerusalén será pisoteada por los paganos... hasta que la época de los paganos llegue a su término”. Jesús parece anunciar un tiempo para la evangelización de los paganos. A su término, Israel podrá volver a Cristo a quien rechazó entonces. Esta es la plegaria y la esperanza de san Pablo (Rm 11,25-27) compartida con san Lucas (Lc 13,35) ¿Comparto yo esa esperanza?
-“Aparecerán señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra se angustiarán las naciones por el estruendo del mar y de la tempestad. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo, pensando en lo que se le viene encima al mundo, porque hasta los astros se tambalearán”. Los tres grandes espacios: cielo, tierra y mar... serán trastornados. El caos se abate sobre el universo (ver Is 13,9-10; 34,3-4).
-“Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y majestad”. Ya no hay culto del Templo... pero sí el culto verdadero en torno al Cuerpo de Cristo, en la Iglesia, nuevo Templo de Dios (Noel Quesson).
Se mezclan al parecer dos planos: la caída de Jerusalén y el final del mundo, la segunda venida de Cristo, precedida de signos en el sol y las estrellas y el estruendo del mar y el miedo y la ansiedad "ante lo que se le viene encima al mundo". Pero la perspectiva es optimista: "entonces verán al Hijo del Hombre venir con gran poder y gloria". El anuncio no quiere entristecer, sino animar: "cuando suceda todo esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación".
Jesús, creo en que tú vienes a salvar. Nos dices: “Levantaos, alzad la cabeza”. Hay mucho que trabajar para bien de la humanidad, llevando a cabo la misión que tú iniciaste, Señor, y que luego nos encomiendas a nosotros. Tú ya inauguraste los cielos nuevos y la tierra nu J. Aldazábal).
Cristo predicar un Reino que hay que preparar con penitenciaY para entrar en él, hay que cumplir con la Voluntad de Dios: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos” (Mt 7).
La humildad es la puerta de entrada y condición indispensable para pertenecer a este Reino. “En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos. Pues todo el que se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos” (Mt 18, 3-4).
No caben, por tanto los que no sigan la ley de Dios, y en especial, los soberbios, pues la soberbia está en la raíz de todo pecado. ¿Acaso no sabéis que los injustos no heredarán el Reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios” (1 Cor 6,9-10).
Y habrá pecadores arrepentidos, que han creído en el Hijo de Dios y han actuado en consecuencia con su fe. “Díceles Jesús: En verdad os digo que los publicanos y las meretrices os preceden en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por el camino de la justicia, y no habéis creído en él, mientras que los publicanos y las meretrices creyeron en él. Pero vosotros, aun viendo esto, no os habéis al fin arrepentido, creyendo en él” (Mateo 21,30-34).
Pero es necesario esforzarse para poder entrar:Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos padece violencia, y los esforzados lo conquistan” (Mt 11,12).
2.- Vemos hoy a Daniel en el foso de los leones. Aquí también tenemos que aceptar el género «parábola». Esta escena ha sido repetida a menudo en los «espiritual-negros». Daniel aparece como el símbolo de la «fidelidad a Dios, que triunfa de todos aquellos que conspiran contra él».
-“Daniel, ese deportado de Judá, no hace caso de ti, oh Rey: tres veces al día hace su oración”. Esta es la denuncia. La plegaria que Daniel recitaba tres veces al día era sin duda el «Shema Israel». Es el signo de su Fe, el signo de su pertenencia al pueblo elegido. Jesús propondrá también una oración oficial, el «Padre-nuestro», que los primeros cristianos recitaban también tres veces al día. ¡Ayúdanos, Señor, a orar! ¿Cuál es mi fidelidad a la oración? ¿Oro con regularidad? Se critican a veces los hábitos de plegaria regular «oración de la mañana», «oración de la noche», «bendición de la mesa». Es verdad que las mejores cosas pueden pasar a ser rutinarias. Pero esto no quita el valor de las cosas. Se trata de conservar o de volver a dar su valor a todas las cosas.
-“Daniel, servidor de Dios, ese Dios que adoras con tanta fidelidad”. ¡La «fidelidad» no es un valor en boga hoy! Todo cambia, todo evoluciona. Y sin embargo ¿por qué no ser «fieles» a la verdad, al amor? ¿Qué pensamos personalmente de aquellos que son «infieles» a su compromiso, de aquellos que son «infieles» con nosotros? Haznos fieles, Señor. Concédenos perseverar y crecer en todos nuestros amores.
-“El Dios de Daniel es el Dios vivo, permanece siempre”. Una fidelidad alegre es contagiosa y misionera: revela a Dios. Por su actitud de oración, Daniel abrió una brecha en el corazón de los que lo veían vivir y orar. La oración: signo de Dios. La oración: signo existencial, experimental de Dios. La oración: acto de evangelización, que revela la buena nueva. No con palabras o con discusiones, sino con un acto, decimos «Dios». Decimos que Dios es importante para nosotros. Pero a condición de que la oración sea sincera, verdadera. A condición de que no sea tan sólo una «oleada de palabras, una charla formalista». A condición de que sea «encuentro con Dios», «diálogo con El», ¡«diálogo contigo»!
-“Su reino no será destruido y su imperio permanecerá hasta el fin”. Nos habla del reino de Jesús, "el Señor". El salva y libera; obra señales y milagros en los cielos y en la tierra. Toda una teología de la historia está también aquí. Una «historia sagrada» se desarrolla en el seno de la «historia profana». Dios actúa. Salva -en el presente-. Libera -en este mismo momento. Todo el esfuerzo de la revisión de vida radica en tratar de descubrir humildemente «la obra que Dios está realizando actualmente» en un «hecho de vida», en un «acontecimiento». Ayúdanos, Señor, a leer y a interpretar los acontecimientos. Ayúdame, Señor, a vivir contigo... a cooperar en tu trabajo... La oración así concebida no es una huida de la acción. Es el momento de una acción concentrada, más consciente, que gravita también sobre el mundo y sobre la historia. La oración nos remite a nuestras tareas para que «trabajemos contigo, Señor» (Noel Quesson).
3. Cantamos como salmo: “Rocíos y nevadas, bendecid al Señor. Témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor. Noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor. Rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor”. Es una sinfonía de toda la creación que reconoce a su creador, a su redentor.
Llucià Pou Sabaté

martes, 24 de noviembre de 2015

Miércoles de la semana 34 de tiempo ordinario; año impar

Miércoles de la semana 34 de tiempo ordinario; año impar

El Reino de Dios no es de este mundo, pero vencerá al final: “Todos os odiarán por causa mía, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá”.
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas»”
1. –“Os harán comparecer ante Reyes y Gobernadores a causa de mi Nombre”. Jesús, eres signo de contradicción. Tu nombre es salvación y también van contra tu nombre, te persiguen… Nunca prometiste que en esta vida seríamos aplaudidos y que nos resultaría fácil el camino. Lo que sí nos aseguras es que salvaremos la vida por la fidelidad, y que tú darás testimonio ante el Padre de los que hayan dado testimonio de ti ante los hombres.
-“Así tendréis ocasión de dar Testimonio”. Tus discípulos irán probando, a lo largo de la historia, lo que dice san Pablo: «Se ha hecho público en todo el Pretorio que me hallo en cadenas a causa de Cristo» (Fil 1,12). Testimoniar. Ser testigo.
Muchos cristianos, a lo largo de la historia, han sido perseguidos, llevados a la muerte. ¡Cuántos mártires, de todos los tiempos, también del nuestro, nos estimulan con su admirable ejemplo! Y no sólo mártires de sangre, sino también los mártires callados de la vida diaria, que están cumpliendo el evangelio de Jesús y viven con admirable energía y constancia tu seguimiento, Jesús, en la lucha de cada día, como nos dijiste: "con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas". El amor, la amistad y la fortaleza -y nuestra fe- no se muestran tanto cuando todo va bien, sino cuando se ponen a prueba  (J. Aldazábal). Nos lo avisó: "si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros" (Jn 15,20), pero también nos aseguró: "os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí; en el mundo tendréis tribulación, pero ¡ánimo! yo he vencido al mundo" (Jn 16,33).
-“Por tanto, meteos en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa: yo mismo os inspiraré palabras tan acertadas que ningún adversario os podrá oponer resistencia ni contradeciros”. Los apóstoles hablarán con sabiduría, cosa que extraña a todos «porque se trataba de hombres sin instrucción» (Hch 4,13).
Os echarán mano y os perseguirán; os llevarán a las sinagogas y os meterán en la cárcel”.Jesús anuncia que sus discípulos serán perseguidos, como efectivamente pasó: «Pedro y Juan hablaban al pueblo... El jefe del Templo y los saduceos fueron hacia ellos. Les echaron mano y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente» (Hechos 4,1-3; 5,18; 8,3; 24). «Los magistrados de la ciudad de Filipos dieron orden de que quitaran la ropa de Pablo y de Silas y los apalearan. Después de molerlos a palos los metieron en la cárcel» (Hch 16,22).
Los primeros cristianos fueron valientes y no aceptaron el sistema de valores pagano. Fueron criticados por no divinizar el Estado. Valoraron al ser humano por encima de las diferencias étnicas, religiosas y sociales. Constituyeron la comunidad en el centro de interés dejando a un lado el culto por el cuerpo y el placer. Este modo de ver y sentir la vida los llevó a inevitables enfrentamientos.
Jesús, no prometes el éxito, sino la Verdad. Tú no has mentido. Los cristianos se encuentran con la cruz. Pero esos, vencidos la Bestia, la vencerán (servicio bíblico latinoamericano).
-“Todos seréis detestados por causa de mi Nombre. Pero ni un solo cabello de vuestra cabeza se perderá”. ¡Con vuestro aguante y perseverancia conseguiréis la Vida! Perseverancia. Paciencia. Gozo, a pesar de todo. ¿Estoy yo convencido que yendo hacia mi "fin" voy hacia la "Vida"? (Noel Quesson). Aunque haya quienes no comprendan la vocación cristiana... Aunque lleguen dificultades económicas, familiares... aunque llegue la enfermedad, el desaliento, el cansancio... La paciencia es necesaria para perseverar, para estar alegres por encima de cualquier circunstancia; esto será posible porque tenemos la mirada puesta en Cristo, que nos alienta a seguir adelante, sin fijarnos demasiado en lo que querría quitarnos la paz. Sabemos que, en todas las situaciones, la victoria está de nuestra parte. Tú eres, Señor, mi esperanza, en quien confío, quien sé que no me va a fallar.
La paciencia es una virtud bien distinta de la mera pasividad ante el sufrimiento; no es un no reaccionar, ni un simple aguantarse: es parte de la virtud de la fortaleza, y lleva a aceptar con serenidad el dolor y las pruebas de la vida, grandes o pequeñas, como venidos del amor de Dios. Entonces identificamos nuestra voluntad con la del Señor, y eso nos permite mantener la fidelidad y la alegría en medio de las pruebas. Son diversos los campos en los que debemos ejercitar la paciencia. En primer lugar con nosotros mismos, puesto que es fácil desalentarse ante los propios defectos. Paciencia con quienes nos relacionamos, sobre todo si hemos de ayudarles en su formación o en su enfermedad: la caridad nos ayudará a ser pacientes. Y paciencia con aquellos acontecimientos que nos son contrarios porque ahí nos espera el Señor.
Para el apostolado, la paciencia es absolutamente imprescindible. El Señor quiere que tengamos la calma del sembrador que echa la semilla sobre el terreno que ha preparado previamente y sigue los ritmos de las estaciones. El Señor nos da ejemplo de una paciencia indecible. La paciencia va de la mano de la humildad y de la caridad, y cuenta con las limitaciones propias y las de los demás. Las almas tienen sus ritmos de tiempo, su hora. La caridad a todo se acomoda, cree todo, todo lo espera y todo lo soporta (1 Cor 13,7). Si tenemos paciencia, seremos fieles, salvaremos nuestra alma y también la de muchos que la Virgen pone constantemente en nuestro camino.
2. El festín de Baltasar es un texto tan «coloreado» de detalles concretos y que ha inspirado a tantos pintores célebres, es evidente que hay que retener lo esencial –en lugar de verlo como histórico-: ante Dios, el orgullo no vale nada. La orgía de la corte real, y además con los vasos sagrados fruto del pillaje en el templo de Jerusalén, no puede acabar bien. Este festín es como el símbolo del «paganismo» de todos los tiempos.
-"La seducción del orgullo": un gran festín... de mil invitados... comiendo en vajilla de oro y plata. El rey hace alarde de su lujo. ¿Quién paga el costo de todo esto? Los pobres de su reino, sin duda. Pero no piensa en ello. Deslumbra y aplasta a los humildes con su orgullo.
La seducción de la carne»... nos imaginamos la orgía sensual que los artistas han hecho resaltar... la abundancia de vinos... las «mujeres y las cantoras». Cuando la humanidad se abandona a sus instintos, excitada por el alcohol y el sexo ya no se detiene en el camino de la degradación y del envilecimiento. Hemos de ver la moral no tanto como algo personal sino ligado a la caridad, pues estamos concatenados con los demás, la comunión de los santos no es algo teórico, espiritualista o misticista, sino algo real, algo “sensible” y los demás notan si luchamos, si yo venzo los demás van adelante. Y es algo estimulante, ver la grandeza de la vida ordinaria, pues si me motivo, me ilusiono por algo, por ideales nobles de ayuda a los demás, tengo un motivo para levantame de la cama por la mañana, y ver que los demás necesitan eso de mí… así, pasa ese momento quizá de oscuridad donde no se ve nada sobrenatural, y cuando vuelve la luz, se da gracias a Dios por haber aguantado la tormenta y haber seguido en medio de la oscuridad. Quizá es también algo de eso la noche de la fe a la que se referían los místicos, cuando no queda más que cierto recuerdo de aquella luz, y sólo se va adelante por la intuición del amor…
El insulto a Dios»: en este estado es frecuente que el hombre se las haya con Dios. Baltasar, para mostrarse completamente «libre de todos los tabúes religiosos», imaginó «beber en los vasos sagrados, robados antaño al templo». Hay muchas otras maneras de burlarse de Dios.
El miedo y la angustia del más allá»: Se habla hoy mucho de la angustia metafísica del ateo. Se constata la proliferación de prácticas supersticiosas y mágicas, en las personas que no creen en el verdadero Dios. «El rey empalideció, su pensamiento se turbó, sus piernas temblaron». Se pasa de la blasfemia presuntuosa a la debilidad del timorato. Tiene miedo ante el misterio.
-“Tú no has glorificado al Dios que tiene en sus manos tu propio aliento y de quien dependen todos tus caminos”... Frente a ese materialismo pagano, Daniel recuerda «al verdadero Dios». Al hombre que pretende pasarse de Dios, el profeta, con una sola palabra le recuerda su dependencia radical: «¡Dios es el que tiene en sus manos tu propio aliento!» Daniel, en su papel de intérprete de las visiones, es valiente en anunciar lo que significan las letras que aparecen en la pared: "Dios ha contado tus días", "no has dado el peso en su balanza" y "tu reino se ha dividido". Antíoco Epífanes es contemporáneo a cuando se escribe esto, y a él se le puede aplicar todo el texto. Pero también va para cada uno de nosotros: "has adorado a dioses falsos" como el poder o dinero, "te falta peso en la balanza de Dios" porque falta amor… (Noel Quesson).
3. “Sol y luna, bendecid al Señor. Astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor. Vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor. Fríos y heladas, bendecid al Señor”. Que toda la naturaleza bendiga al Señor, pues Él ha hecho resplandecer su Rostro sobre todas las cosas. Cuando la naturaleza cumpla con la función que el Señor le ha asignado estará, con ello, bendiciendo al Señor, pues estará, finalmente, al servicio de la vida y no de la muerte.
Llucià Pou Sabaté
Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir

Santa Catalina, a quien los griegos llaman Aecatherina, glorificó a Dios con una ilustre confesión de la fe de Cristo en Alejandría en tiempo de Maximino II. Sus Actas están tan adulteradas que apenas puede hacerse uso de ellas. El Emperador Basilio, en su Menología Griega refiere con ellas, que esta santa, que era de sangre real, y excelente estudiante, confundió a una junta de hombres muy hábiles que el Emperador Maximino había mandado disputar con ella, y que convertidos por ella a la fe, fueron todos quemados en un mismo fuego por la confesión de su nueva creencia; y añade que Catalina fue por ultimo decapitada. Se dice también que antes había sido puesta en una máquina compuesta de cuatro ruedas, claveteadas con puntas de hierro, para que al dar movimiento a ellas fuesen despedazando el cuerpo de la mártir. Las Actas añaden que al ir a  mover las ruedas la vez primera se rompieron de pronto las cuerdas con que la santa estaba atada por ministerio de un ángel, y que haciéndose pedazos la máquina con la separación de las ruedas, fue liberada da aquella cruel muerte; de donde provino aquella común noción de la rueda de Santa Catalina.
El erudito Joseph Assemani piensa que cuantas noticias tenemos de los particulares relativos a esta santa, y en las que podernos confiar, son principalmente las que nos da Eusebio, aunque este historiador no la nombra. Su relación es del modo siguiente:  – en Alejandría había cierta mujer cristiana, la más rica y noble de todas las de aquella ciudad, que cuando algunas permitían ser mancilladas por el Tirano (Maximino) ella venció y resistió su ilimitada lujuria más que bestial. Esta dama era ilustre por su alto nacimiento, y de una  gran fortuna; y lo era también por su singular sabiduría; pero prefirió su virtud y su castidad a todas las ventajas del mundo. El Tirano después de haber en vano hecho varios asaltos a su virtud no quiso decapitarla viéndola tan dispuesta a morir; sino la despojó de todos sus estados y bienes y la envió al destierro. Maximino a poco de esto declaró la guerra a Licinio, y después de varios combates fue por último derrotado por este en el año de 313. Habiendo perdido el Imperio después de un reinado de cinco años, huyó a Tarso, y allí murió en suma miseria.
El cuerpo de Santa Catalina fue descubierto por los cristianos en Egipto hacia el siglo VIII, cuando gemían estos bajo el yugo sarraceno. Poco después fue trasladado a un monasterio que había en las cumbres del Sinaí, erigido por Santa Helena, y suntuosamente engrandecido y dotado por Justiniano, como testifican muchas inscripciones y molduras mosaicas que se hallan todavía en aquella parte. Falconio, Arzobispo de San Severino, habla de esta traslación del modo siguiente:
En cuanto a lo que se dice, que el cuerpo de esta santa fue llevado al monte Sinaí por ángeles, es la inteligencia, que fue conducido allí por los monjes de aquel lugar, para dotar ricamente su estancia con aquel tesoro, y enriquecerla devotamente. Es bien sabido que la palabra hábito angelical se usaba mucho en lugar de la de hábito monástico, y que los monjes por razón de la pureza de sus costumbres fueron antiguamente llamados ángeles de la tierra. Desde entonces es desde cuando hallamos frecuente mención de la festividad de Santa Catalina.
San Pablo de Larra guardaba su fiesta con una solemnidad y.devoción extraordinarias. Yendo a Rúan, en el siglo XI, Simeón, monje de Sinai, a recoger la limosna anual que Ricardo, Duque de Normandia daba a aquel santuario, llevó algunas reliquias de la santa, y las dejó allí. La parte principal del cuerpo de Catalina se conserva todavía en una urna de mármol en la iglesia de este monasterio en el monte Sinaí.
Por la erudición nada común de esta mártir, y extraordinario espíritu de piedad con que santificó su ciencia, y el uso que de ella hizo, fue elegida en las escuelas por patrona, y modelo de los filósofos cristianos.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Conferencia sobre "Cómo tener paz interior", de Gonzalo Rodríguez-Fraile, en el Hotel Santa Paula, este miércoles 25 de noviembre 2015

Hola! Tendremos pasado mañana una charla con Gonzalo Rodriguez-Fraile: será el día 25 (miércoles) en el Hotel Santa Paula (Gran Via, en la parada del LAC parada  Marques de Falces), a las 18.30.

El tema será 'Como aprender a tener paz'.

También será la presentación del libro de Gonzalo "Un nuevo paradigma de la realidad?", que si alguien  quiere adquirir (sin ningún compromiso) será mucho mas barato que en librerías  (12 euros) y con firma del autor.

Será Dios mediante en la Sala Gran Forum (antigua capilla) junto al claustro del antiguo convento.

Se ruega confirmación cuanto antes para ir calculando el aforo.

Espero poder saludarte el día 25. Puedes invitar a quien quieras.

Martes de la semana 34 de tiempo ordinario; año impar

Martes de la semana 34 de tiempo ordinario; año impar

Dios suscitará un reino que nunca será destruido, sino que acabará con todos los demás reinos. No quedará piedra sobre piedra de lo viejo.
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -«Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» Ellos le preguntaron: -«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: -«Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "el momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: -«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo»” (Lucas 21,5-11).
1. –“Algunos discípulos de Jesús comentaban la belleza del Templo por la calidad de la piedra y de las donaciones de los fieles”. En tiempos de Jesús, el Templo estaba recién edificado; incluso no terminado del todo. Se comenzó su construcción diecinueve años antes de Jesucristo: era considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. Sus mármoles, su oro, sus tapices, sus artesonados esculpidos, eran la admiración de los peregrinos. Se decía: "¡Quien no ha visto el santuario, ése no ha visto una ciudad verdaderamente hermosa!"  
Jesús les dijo: "Eso que contempláis llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido". Símbolo de la fragilidad, de la caducidad de las más hermosas obras humanas. Los más bellos edificios del hombre se construyen sobre las ruinas de otros edificios destruidos. En ese mismo lugar ya había estado en otro tiempo otra maravilla: el Templo construido por Salomón, hacia el año 1.000 antes de Jesucristo, y destruido por Nabuconosor en 586... El Templo contemporáneo de Jesús, el Segundo Templo del que hablan aún los judíos, contraído por Herodes, será destruido unos años más tarde por Tito, en 70 d. de J.C..., para ser reemplazado en 687 por la Mezquita de Omar, que continúa en el mismo sitio. Existe en la actualidad, junto al Muro de las Lamentaciones (resto del Segundo Templo),  una exposición de lo que los judíos quieren que sea el Tercer Templo, incluso exhiben ya las vestiduras de los sacerdotes. Pero para ello tendrían que echar a los musulmanes de la Explanada de las Mezquitas, y saben muy bien que ello desencadenaría la peor guerra de que podamos imaginar…
Jesús hace una predicción de desgracia, en el más tradicional estilo de los profetas. Medito sobre la gran fragilidad de todas las cosas... sobre «mi» fragilidad... sobre la brevedad de la belleza, de la vida... Hay que saber mirar de frente esa realidad, siguiendo la invitación de Jesús: «todo será destruido».
-“Los discípulos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que va a suceder?” Los discípulos nos representan muy bien, junto a Jesús. Ellos le proponen la pregunta que nos hacemos hoy. Querríamos también saber el día y la señal... Creemos que sería más conveniente saber la «fecha»... Jesús respondió: "Cuidado con dejarse extraviar... porque muchos dirán-: «Ha llegado el momento» No los sigáis... No tengáis pánico..." Todas las doctrinas de tipo "adventistas" fundadas sobre una susodicha profecía precisa del retorno de Cristo, quedan destruidas por esa palabra de Jesús. Hay que vivir, día tras día, sin saber la fecha... sin dejarse seducir por los falsos mesías, sin dejarse amedrentar por los hechos aterradores de la historia (Noel Quesson).
Jesús, nos hablas de los acontecimientos futuros y del fin del mundo. No sé qué es de ahora y qué del final de los tiempos. Nos dices que "cuidado con que nadie os engañe: el final no vendrá en seguida". Esta semana, y durante el Adviento, escuchamos repetidamente la invitación a mantenernos vigilantes. Que es la verdadera sabiduría. Cada día es volver a empezar la historia. Cada día es tiempo de salvación, si estamos atentos a la cercanía y a la venida de Dios a nuestras vidas (J. Aldazábal).
En la imitación de Cristo (1,15,2) se lee: "Mucho hace quien mucho ama". El amor es el mejor de los maestros. Tanto haremos cuanto en verdad amemos aquello-Aquel por quien nos afanamos. Los últimos días del año litúrgico ponen al descubierto la verdad de nuestro amor. Si es verdad que el amor es el mejor de los maestros, las palabras de Jesús del evangelio de hoy las podemos meditar en esta clave: Lo importante no es la decoración externa sino la calidez de nuestro amor, esa Verdad sostén de nuestra alma y de nuestras convicciones que sobrevive a los cambios de decorado. "Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida… Mirad no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy" y "el tiempo está cerca". No les sigáis… Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo". ¿Hay mejor señal en el cielo que las provocadas por el amor?
La presencia de Dios sólo puede ser ligada a una vida que está dispuesta a aceptar su Palabra y a obrar en consecuencia. La destrucción de las falsas seguridades –el Templo- no debe llevarnos a un alarmismo nacido de un miedo que ve en todos los acontecimientos que nos rodean la intervención de Dios al final de los tiempos. Es necesario que sepamos interpretar los acontecimientos de la historia en su justa dimensión y no tomar a cada uno de ellos como un anuncio infalible del fin del mundo (Josep Rius-Camps).
2. –“A ti, ¡oh rey de reyes!, el Señor del Cielo ha dado reino, poder y gloria.” Realiza este rey pagano, sin saberlo, los proyectos de Dios. Creo, Señor, que los acontecimientos de HOY están bajo tu control. Hago oración para descubrir mejor su sentido... Te pido, Señor, que me otorgues participar en tu plan del mundo. A través de mi vida, de mis responsabilidades ¿qué puedo hacer para que la historia avance hacia su término? ¿Hacia el Reino, hacia el éxito en Dios? Señor, dame esperanza: venga lo que venga, Tú conduces la historia y tu plan avanza y tendrá éxito.
-“El Dios del cielo hará surgir un "reino" que jamás será destruido”. Venga a nosotros tu Reino, Señor: en mi familia, profesión, vida personal y vida colectiva... ¡hágase tu voluntad! Tú decías: «El Reino de Dios está cerca, está entre vosotros». Y nos encontramos en él. Estamos en los «últimos tiempos».
Presenta Daniel el sueño del gigante con la cabeza de oro, y va bajando la solidez del material hasta los pies de barro mezclado con hierro. Cae una piedra de un monte y lo derriba todo al ir a dar en los pies frágiles. Esta composición mixta de los pies del coloso indica la rivalidad que separaba a los Láguidas y a los Seléucidas, al mismo tiempo que subraya la fragilidad del reino seléucida, que pretendía imponer su ley a Israel. Bastará con una piedrecita para derribarlo. De esta piedra se dice que se desprenderá de una montaña, "sin intervención de mano alguna". Como por obra de Dios habrá ese derrumbamiento de los imperios terrenos, que "hará surgir un reino que jamás será destruido".
Y la piedra se convirtió en una gran montaña, que llenó la tierra entera; en efecto, en toda la tierra resuena el anuncio de la resurrección de Cristo y de todos los pueblos de la tierra se ha edificado el Resucitado su cuerpo místico, la Iglesia: -“La piedrecita que viste desprenderse del monte, sin intervención de mano alguna y que redujo a polvo el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro”... Jesús conocía esta profecía y la vuelve a tratar en relación a Él. «La piedra que desecharon los constructores, se ha convertido en piedra angular... Todo el que caiga sobre esta piedra se destrozará y a aquel sobre quien ella caiga, lo aplastará» (Lc 20,18).
-“El Dios grande ha dado a conocer al rey lo que ha de suceder”. ada de un reino procedente del cielo, el del Mesías. La lectura de hoy nos da ánimos para que confiemos en ese Reino universal de Cristo, que celebramos el domingo pasado y que da color a estos últimos días del Año Litúrgico y al próximo Adviento. Todo lo demás es caduco. Cristo, ayer, hoy, y siempre, el mismo.
La interpretación del sueño de Nabucodonosor alude -con los diversos metales- a los diversos reinos que se han ido sucediendo, para el tiempo en que se escribe este libro. Después del babilonio de Nabucodonosor (oro) el medo (v 39), el persa (v 39b) y el griego (vv 40ss), que se explicita más por ser el contemporáneo del autor: hasta la herencia de Alejandro (hierro), dividida entre los Láguidas (hierro) y Seléucidas (barro cocido). Al final de la visión apocalíptica se espera la aparición del reino de Dios (v 44: "el Dios de los cielos"; v 45: la piedra se desprende "sin ayuda de mano") que "permanecerá para siempre" (v 44). En la frase final ("el sueño es verdadero y cierta su interpretación": v 45) no es tanto a Nabucodonosor cuanto a los lectores a los que el autor tiene presentes. Es una esperanza de que el reino de Dios está cerca, como anunciará Jesús, y cuya pronta venida nos exhorta a pedir en el Padre Nuestro (Noel Quesson).
Aquí tenemos puntos de reflexión para una filosofía de la historia, para una teología de la historia, como hacía S. Agustín en La ciudad de Dios y Juan Pablo II en Memoria e identidad. Ahí se nos habla de que Dios actúa diciendo “¡basta!” a los 9 años de nazismo o 70 de comunismo, y por una piedra pequeña caen los muros de Berlín y el gran gigante, el socialismo ruso (la URSS)…, la historia está movida por los pequeños (los pastores de Fátima, la oración de los sencillos y sobre todo esa acción de Dios…)
Todo Imperio terrenal es como un gigante de pies de arcilla que puede derrumbarse en cualquier momento. Pero el pueblo fiel a Dios no pasará jamás.
3. «Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos... Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos»: invitación a bendecir a Dios dirigida a toda la creación; canto de acción de gracias que los fieles elevan al Señor por todas las maravillas del universo. El hombre se hace eco de toda la creación para alabar y dar gracias a Dios.
Llucià Pou Sabaté
San Andrés Dung-Lac, presbítero, y compañeros, mártires

Vietnam escuchó el evangelio por primera vez durante el siglo XVI. El pueblo recibió la fe con gran alegría pero pronto vino la persecución. Durante los siglos XVII, XVIII y XIX muchos vietnamitas fueron martirizados, entre ellos obispos, presbíteros, religiosos, y seglares.
La historia religiosa de la Iglesia vietnamita señala que han existido un total de 53 Edictos, firmados por los Señores TRINH y NGUYEN o por los Reyes que, durante  más de dos siglos, en total 261 años (1625-1886), han decretado contra los cristianos persecuciones una más cruel que la otra. Son alrededor de unas 130.000 las víctimas caídas por todo el territorio nacional.
A lo largo de los siglos, estos mártires de la Fe ha sido enterrados en forma anónima, pero su recuerdo permanece vivo en el espíritu de la comunidad católica. Desde el inicio del siglo XX, 117 de este gran grupo de héroes, martirizados cruelmente, han sido elegidos y elevados al honor de los altares por la Santa Sede en 4 Beatificaciones:
en el 1900, por el Papa León XIII, 64 personas
en el 1906, por el Papa S. Pío X, 8 personas
en el 1909, por el Papa S. Pío X, 20 personas
en el 1951, por el Papa Pío XII, 25 personas
clasificadas así:
11 españoles: todos Dominicos: 6 Obispos, 5 Sacerdotes;
10 franceses: todos de las Misiones Extranjeras de París: 2 Obispos, 8 Sacerdotes;
96 vietnamitas: 37 Sacerdotes (11 de ellos dominicos) y 59 Cristianos (entre ellos: 1 seminarista, 16 catequistas, 10 terciarios dominicos y 1 mujer).
"Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero" (Apoc 7, 13-14), según el siguiente orden cronológico:
2 caídos bajo el reinado de TRINH-DOANH (1740-1767)
2 caídos bajo el reinado de TRINH-SAM (1767-1782)
2 caídos bajo el reinado de CANH-TRINH (1782-1802)
58 caídos bajo el reinado del Rey MINH-MANO (1820-1840)
3 caídos bajo el reinado del Rey THIEU-TRI (1840-1847)
50 caídos bajo el reinado del Rey TU-DUC (1847-1883)
Y en el lugar del suplicio el Edicto real, colocado junto a cada uno de los ajusticiados, precisa el tipo de sentencia:
75 condenados a la decapitación,
22 condenados a ser estrangulados,
6 condenados al fuego, quemados vivos,
5 condenados al desgarro de los miembros del cuerpo,
9 muertos en la cárcel debido a las torturas.
LISTA DE LOS 117 MÁRTIRES DE VIETNAM
1 Andrés DUNG-LAC, Sacerdote 21-12-1839
2 Domingo HENARES, Obispo O.P. 25-06-1838
3 Clemente Ignacio DELGADO CEBRIAN, Obispo O.P. 12-07-1838
4 Pedro Rosa Ursula BORIE, Obispo M.E.P. 24-11-1838
5 José María DIAZ SANJURJO, Obispo O.P. 20-07-1857
6 Melchor GARCIA SAMPEDRO SUAREZ, Obispo O.P. 28-07-1858
7 Jerónimo HERMOSILLA, Obispo O.P. O1-11-1861
8 Valentín BERRIO OCHOA, Obispo  O.P. 01-11-1861
9 Esteban Teodoro CUENOT, Obispo M.E.P. 14-11-1861
10 Francisco GIL DE FEDERICH, Sacerdote O.P. 22-O1-1745
11 Mateo ALONSO LECINIANA, Sacerdote O.P. 22-O1-1745
12 Jacinto CASTANEDA, Sacerdote O.P. 07-11-1773
13 Vicente LE OUANG LIEM, Sacerdote O.P. 07-11-1773
14 Emanuel NGUYEN VAN TRIEU, Sacerdote 17-09-1798
15 Juan DAT, Sacerdote 28-10-1798
16 Pedro LE TuY, Sacerdote 11-10-1833
17 Francisco Isidoro GAGELIN, Sacerdote M.E.P. 17-10-1833
18 José MARCHAND, Sacerdote M.E.P. 30-11-1835
19 Juan Carlos CORNAY, Sacerdote M.E.P. 20-09-1837
20 Vicente DO YEN, Sacerdote O.P. 30-06-1838
21 Pedro NGUYEN BA TUAN, Sacerdote 15-07-1838
22 José FERNANDEZ, Sacerdote O.P. 24-07-1838
23 Bernardo VU VAN DUE, Sacerdote 01-08-1838
24 Domingo NGUYEN VAN HANH (DIEU), Sacerdote O.P. 01-08-1838
25 Santiago Do MAI NAM, Sacerdote 12-08-1838
26 José DANG DINH (NIEN) VIEN, Sacerdote 21-08-1838
27 Pedro NGUYEN VAN TU, Sacerdote O.P. 05-09-1838
28 Francisco JACCARD, Sacerdote M.E.P. 21-09-1838
29 Vicente NGUYEN THE DIEM, Sacerdote 24-11-1838
30 Pedro VO BANG KHOA, Sacerdote 24-11-1838
31 Domingo TUOC, Sacerdote O.P. 02-04-1839
32 Tomás DINH VIET Du, Sacerdote O.P. 26-11-1839
33 Domingo NGUYEN VAN (DOAN) XUYEN, Sacerdote O.P. 26-11-1839
34 Pedro PHAM VAN TIZI, Sacerdote 21-12-1839
35 Pablo PHAN KHAc KHOAN, Sacerdote 28-04-1840
36 Josée DO QUANG HIEN, Sacerdote O.P. 09-05-1840
37 Lucas Vu BA LOAN, Sacerdote 05-06-1840
38 Domingo TRACH (DOAI), Sacerdote O.P. 18-09-1840
39 Pablo NGUYEN NGAN, Sacerdote 08-11-1840
40 José NGUYEN DINH NGHI, Sacerdote 08-11-1840
41 Martín TA Duc THINH, Sacerdote 08-11-1840
42 Pedro KHANH, Sacerdote 12-07-1842
43 Agustín SCHOEFFLER, Sacerdote M.E.P. 01-05-1851
44 Juan Luis BONNARD, Sacerdote M.E.P. 01-05-1852
45 Felipe PHAN VAN MINH, Sacerdote 03-07-1853
46 Lorenzo NGUYEN VAN HUONG, Sacerdote 27-04-1856
47 Pablo LE BAo TINH, Sacerdote 06-04-1857
48 Domingo MAU, Sacerdote O.P. 05-11-1858
49 Pablo LE VAN Loc, Sacerdote 13-02-1859
50 Domingo CAM, Sacerdote T.O.P. 11-03-1859
51 Pedro DOAN LONG QUY, Sacerdote 31-07-1859
52 Pedro Francisco NERON, Sacerdote M.E.P. 03-11-1860
53 Tomás KHUONG, Sacerdote T.O.P. 30-01-1861
54 Juan Teofano VENARD, Sacerdote M.E.P. 02-02-1861
55 Pedro NGUYEN VAN Luu, Sacerdote 07-04-1861
56 José TUAN, Sacerdote O.P. 30-04-1861
57 Juan DOAN TRINH HOAN, Sacerdote 26-05-1861
58 Pedro ALMATO RIBERA, Sacerdote O.P. 01-11-1861
59 Pablo TONG VIET BUONG, Laico 23-10-1833
60 Andrés TRAN VAN THONG, Laico 28-11-1835
61 Francisco Javier CAN, Catequista 20-11-1837
62 Francisco DO VAN (HIEN) CHIEU, Catequista 25-06-1838
63 José NGUYEN DINH UPEN, Catequista T.O.P. 03-07-1838
64 Pedro NGUYEN DicH, Laico 12-08-1838
65 Miguel NGUYEN HUY MY, Laico 12-08-1838
66 José HOANG LUONG CANH, Laico T.O.P. 05-09-1838
67 Tomás TRAN VAN THIEN, Seminarista 21-09-1838
68 Pedro TRUONG VAN DUONG, Catequista 18-12-1838
69 Pablo NGUYEN VAN MY, Catequista 18-12-1838
70 Pedro VU VAN TRUAT, Catequista 18-12-1838
71 Agustín PHAN VIET Huy, Laico 13-06-1839
72 Nicolás BUI DUC THE, Laico 13-06-1839
73 Domingo (Nicolás) DINH DAT, Laico 18-07-1839
74 Tomás NGUYEN VAN DE, Laico T.O.P. 19-12-1839
75 Francisco Javier HA THONG MAU, Catequista T.O.P. 19-12-1839
76 Agustín NGUYEN VAN MOI, Laico T.O.P. 19-12-1839
77 Domingo Bui VAN UY, Catequista T.O.P. 19-12-1839
78 Esteban NGUYEN VAN VINTI, Laico T.O.P. 19-12-1839
79 Pedro NGUYEN VAN HIEU, Catequista 28-04-1840
80 Juan Bautista DINH VAN THANH, Catequista 28-04-1840
81 Antonio NGUYEN HUU (NAM) QUYNH, Laico 10-07-1840
82 Pietro NGUYEN KHAC Tu, Catequista 10-07-1840
83 Tomás TOAN, Catequista T.O.P. 21-07-1840
84 Juan Bautista CON, Laico 08-11-1840
85 Martín THO, Laico 08-11-1840
86 Simón PHAN DAc HOA, Laico 12-12-1840
87 Inés LE THi THANH (DE), Laica 12-07-1841
88 Mateo LE VAN GAM, Laico 11-05-1847
89 José NGUYEN VAN Luu, Catequista 02-05-1854
90 Andrés NGUYEN Kim THONG (NAM THUONG), Catequista 15-07-1855
91 Miguel Ho DINH HY, Laico 22-05-1857
92 Pedro DOAN VAN VAN, Catequista 25-05-1857
93 Francisco PHAN VAN TRUNG, Laico 06-10-1858
94 Domingo PHAM THONG (AN) KHAM, Laico T.O.P. 13-01-1859
95 Lucas PHAM THONG (CAI) THIN, Laico 13-01-1859
96 José PHAM THONG (CAI) TA, Laico 13-01-1859
97 Pablo HANH, Laico 28-05-1859
98 Emanuel LE VAN PHUNG, Laico 31-07-1859
99 José LE DANG THI, Laico 24-10-1860
100 Mateo NGUYEN VAN (NGUYEN) PHUONG, Laico 26-05-1861
101 José NGUYEN DUY KHANG, Catequista T.O.P. 06-11-1861
102 José TUAN, Laico 07-01-1862
103 José TUC, Laico 01-06-1862
104 Domingo NINH, Laico 02-06-1862
105 Domingo TORI, Laico 05-06-1862
106 Lorenzo NGON, Laico 22-05-1862
107 Pallo (DONG) DUONG, Laico 03-06-1862
108 Domingo HUYEN, Laico 05-06-1862
109 Pedro DUNG, Laico 06-06-1862
110 Vicente DUONG, Laico 06-06-1862
111 Pedro THUAN, Laico 06-06-1862
112 Domingo MAO, Laico 16-06-1862
113 Domingo NGUYEN, Laico 16-06-1862
114 Domingo NHI, Laico 16-06-1862
115 Andrés TUONG, Laico 16-06-1862
116 Vicente TUONG, Laico 16-06-1862
117 Pedro DA, Laico 17-06-1862

domingo, 22 de noviembre de 2015

Lunes semana 34 de tiempo ordinario; año impar

Lunes de la semana 34 de tiempo ordinario; año impar

No se encontró a ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, fieles a Dios. También Jesús vio una viuda pobre que echaba todo lo que tenía: tenía fe y se daba del todo
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: -«Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir» (Lucas 21,1-4).
1. –“Jesús enseñaba en el Templo”. Jesús habla y enseña. Después de tantos caminos, pueblos, a la orilla del mar, en las sinagogas provincianas, enseña «en el Templo».
-“Alzando los ojos vio a los que depositaban sus ofrendas en el arca del Tesoro”. Jesús, tus ojos ven, bajo el peristilo del templo, con una galería de columnas de mármol que adornaban la fachada, ante el vestíbulo de la «Tesorería», las trece grandes arcas, cuya cubierta formaba un embudo o buzón de amplia ranura. Un sacerdote de servicio se ocupaba de anotar el valor total de la ofrenda y la «intención» que le comunicaba el donante.
-“Vio a los ricos que depositaban sus donativos. Vio también a una viuda necesitada que echaba unos cuartos”. Dos «lepta»... Las monedas más pequeñas de entonces. Jesús lo miraba. Abre mis ojos, Señor, que sepa «mirar» mejor y en profundidad.
-“Jesús dijo: «En verdad os digo: Esa pobre viuda ha echado más que nadie. Porque todos esos han echado de lo que les sobra, mientras que ella, de lo que le hace falta. Ha dado todo lo que tenía”. La mirada de Dios, la apreciación de Dios... ¡Cuán diferente es de la mirada habitual de los hombres! Dios ve de un modo distinto. Los ricos parecen poderosos, y hacen ofrendas aparentemente mayores. Pero, para Jesús, la pobre mujer ha dado «más». ¡Cuánta necesidad tenemos de cambiar nuestro modo de «ver», para ir adoptando, cada vez más, la manera de ver de Dios!... los pobres, los humildes, los pequeños ¡Cuánta necesidad tenemos de un cambio en nuestros corazones! (Noel Quesson).
Ella creyó que nadie la veía, pero Jesús sí se dio cuenta y llamó la atención de todos. Otros, más ricos, echaban donativos mayores en el cepillo del templo. Ella, que era una viuda pobre, echó los dos reales que tenía. No importa la cantidad de lo que damos, sino el amor con que lo damos. A veces apreciamos más un regalo pequeño que nos hace una persona que uno más costoso que nos hacen otras, porque reconocemos la actitud con que se nos ha hecho. La buena mujer dio poco, pero lo dio con humildad y amor. Y, además, dio todo lo que tenía, no lo que le sobraba. Mereció la alabanza de Jesús. Aunque no sepamos su nombre, su gesto está en el evangelio y ha sido conocido por todas las generaciones. Y si no estuviera en el evangelio, Dios sí la conoce y aplaude su amor. ¿Qué damos nosotros: lo que nos sobra o lo que necesitamos?; ¿lo damos con sencillez o con ostentación, gratuitamente o pasando factura?; ¿ponemos, por ejemplo, nuestras cualidades y talentos a disposición de la comunidad, de la familia, de la sociedad, o nos reservamos por pereza o interés? No todos tienen grandes dones: pero es generoso el que da lo poco que tiene, no el que tiene mucho y da lo que le sobra. Dios se nos ha dado totalmente: nos ha enviado a su Hijo, que se ha entregado por todos, y que se nos sigue ofreciendo como alimento en la Eucaristía. ¿Podremos reservarnos nosotros en la entrega a lo largo del día de hoy? Al final de una jornada, al hacer durante unos momentos ese sabio examen de conciencia con que vamos ritmando nuestra vida, ¿podemos decir que hemos sido generosos para el bien común? Más aún, ¿se puede decir que nos hemos dado a nosotros mismos? Teníamos dolor de cabeza, estábamos cansados, pero hemos seguido trabajando igual, y hasta hemos echado una mano para ayudar a otros. Nadie se ha dado cuenta ni nos han aplaudido. Pero Dios sí lo ha visto, y ha sonreído, y lo ha escrito en su evangelio (J. Aldazábal).
Cristo Jesús, el Hijo de Dios encarnado, se hizo pobre por nosotros, no aferrándose a su dignidad de Hijo; despojándose de todo se humilló y se hizo Dios-con-nosotros; bajó hasta nuestra miseria para enriquecernos con su pobreza, con aquello de lo que se había despojado; elevándonos así, a la dignidad de hijos en el Hijo de Dios. Él se convirtió en el buen samaritano que se baja de su cabalgadura para colocarnos a nosotros en ella; que paga con el precio de su propia sangre para que nos veamos libres de la enfermedad del pecado, y que con su retorno glorioso nos eleva a la dignidad de hijos de Dios. Él no nos dio de lo que le sobraba, sino que lo dio todo por nosotros, pues amándonos, nos amó hasta el extremo, cumpliendo así, Él mismo, las palabras que había pronunciado: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Y el Señor nos pide que por el bien y por la salvación de nuestro prójimo no demos lo que nos sobra, sino que lo demos todo, pues toda nuestra vida se ha de convertir en causa de salvación para todos, por nuestra permanencia en la comunión y en el amor con Cristo (www.homiliacatolica.com).
“Hacedlo todo por Amor. -Así no hay cosas pequeñas: todo es grande. -La perseverancia en las cosas pequeñas, por amor, es heroísmo” (J. Escrivá, Camino 813).
2. El libro de Daniel, que leeremos en esta última semana del Año Litúrgico, sitúa sus relatos edificantes -no necesariamente históricos- en tiempos del rey Nabucodonosor, el que llevó al destierro al pueblo de Israel. Pero su intención va para los lectores de la época en que se escribió, cuando el pueblo estaba sufriendo el ataque paganizante del rey Antíoco Epífanes hacia el 170 antes de Cristo. Por tanto, es contemporáneo de los libros de los Macabeos. Daniel no es el autor del libro, sino su protagonista. Además del ejemplo de unos jóvenes en la corte real, el libro presenta unas visiones escatológicas referentes al final de los tiempos o a la venida del Mesías. Su estilo es el llamado "apocalíptico" o "de revelación", con visiones llenas de simbolismo sobre los planes de salvación que Dios quiere llevar a cabo en el futuro mesiánico, en el mismo tono como nosotros celebramos ayer la fiesta de Jesucristo Rey del Universo. Tiene mérito la postura de fidelidad a su fe de estos cuatro jóvenes, a pesar de los halagos y del ambiente pagano de la corte real. Pero Dios está con ellos y tanto en salud como en sabiduría son los mejores de entre todos los jóvenes al servicio del rey.
-“Cuatro jóvenes... Daniel Ananías, Misael, Azarías”. Entonces, como ahora, encuentran esos judíos en Babilonia la falta de fe, el ateísmo, el materialismo. Acepto, Señor, contemplar ese contexto de vida.
-“Se les enseñaba la escritura y la lengua de los caldeos... Se les asignaba una ración diaria de los manjares y vinos del rey”. Estaban destinados al servicio del monarca.
-“Los tres jóvenes eligieron «rechazar» los alimentos paganos”. Al cabo de diez días tenían mejor aspecto y muy buena salud. ¡Los que siguen la Ley de Dios no perjudican su salud ni su moral! Los tres jóvenes, viviendo de legumbres, verduras y agua fresca, tienen buen aspecto y muy buena salud, a pesar de las renuncias aceptadas por su Fe. Es un símbolo... ¿Soy un cristiano abierto?, ¿o un cristiano sombrío, taciturno? (Noel Quesson).
Dios les concedió a los cuatro un conocimiento profundo de todos los libros del saber. Daniel sabía además interpretar visiones y sueños. Al cumplirse el plazo señalado por el rey, el jefe de eunucos se los presentó a Nabucodonosor. Después de conversar con ellos, el rey no encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y los tomó a su servicio. Y en todas las cuestiones y problemas que el rey les proponía, lo hacían diez veces mejor que todos los magos y adivinos de todo el reino”.
3. Cada vez que rezamos el "cántico de Daniel y sus compañeros" -que a lo largo de esta semana iremos desgranando como salmo responsorial- podríamos acordarnos de cómo ellos, envueltos en mil tentaciones más inmediatas y atrayentes, entonan una alabanza al Dios creador del universo, y tratar de imitar su fe y su capacidad de admiración de la obra de Dios.
“Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, 
bendito tu nombre santo y glorioso.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el trono de tu reino.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos.
Bendito eres en la bóveda del cielo”.
“Este himno es como una letanía, repetitiva y a la vez nueva: sus invocaciones suben hasta Dios como figuras espirales de humo de incienso, recorriendo el espacio con formas semejantes pero nunca iguales. La oración no tiene miedo de la repetición, como el enamorado no duda en declarar infinitas veces a la amada todo su cariño. Insistir en las mismas cuestiones es signo de intensidad y de los múltiples matices propios de los sentimientos, de los impulsos interiores, y de los afectos” (Juan Pablo II).
Llucià Pou Sabaté

sábado, 21 de noviembre de 2015

Jesucristo Rey del Universo; ciclo B

Jesucristo Rey del Universo; ciclo B

Jesucristo, Rey del universo.
“En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: - «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: - «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? » Pilato replicó: -«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?» Jesús le contestó: - «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» Pilato le dijo: - «Conque, ¿tú eres rey?» Jesús le contestó: - «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz» (Juan 18,33b-37). 
1. El Evangelio nos cuenta que Pilato preguntó a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí». Pilato le dijo: «Con que, ¿tú eres rey?» Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz». Jesús es Rey, pero no quiere ser dominante sino servidor, quiere ser rey de mi corazón, para hacerme feliz, quiere que llevemos amor a los demás, para hacer feliz a todos. Hoy pedimos que Cristo sea rey del universo no solo cuando venga a juzgar la historia y el mundo, a todos, sino que muchos lo acepten ya, que no haya guerras, que nos ayudemos todos, que no haya hambre, que no haya peleas, que haya enseguida hacer las paces, que todos nos sintamos hermanos, hijos de Dios, servidores de este Rey que es nuestro hermano.
2. El profeta Daniel nos habla de que vendrá “en las nubes del cielo como un hijo del hombre”, es decir que es Dios y hombre, Jesús: “le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su domino es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin”.
En el Salmo vemos al Señor como Rey, vestido de majestad, con poder. Pero nos gusta verlo como buen pastor que nos cuida: “el Señor es mi pastor, nada me falta”. Recuerdo que un sacerdote que se preparaba para morir, me pidió que le leyera este salmo: “en verdes praderas me hace reposar; hacia aguas tranquilas me guía…”, era un buen excursionista, y pensaba en las veces que subiendo por los prados iba cantando el salmo, y ahora subía al cielo entonándolo también... “reconforta mi alma, me conduce por sendas rectas…” sin miedo, pues con Él vamos seguros: “aunque camine por valles oscuros, no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan”. Y claro, él que había celebrado como sacerdote la Misa cada día se imaginaba estar con Jesús: “preparas una mesa para mí…” y después de haber sido ungido con el bautismo y el sacramento del orden, ahora era ungido con la unción de los enfermos: “unges con óleo mi cabeza”, pero –sigue diciendo el salmo- ya iba a pasar de la mesa de la Misa terrena a la del cielo: “mi copa rebosa”, para tener con Dios un sitio: “tu bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida” –una vida que ya no se acaba nunca- “y habitaré en la Casa del Señor por años sin fin”.
3. San Juan nos habla de que Jesús nos ha hecho libres de todos los pecados y así como él resucitó de entre los muertos: el primero de todos, también nos resucitará a nosotros, nos ha convertido en su reino. “Él viene en las nubes”, para reinar sobre todos, y al final no habrá nada malo, todo será bueno. Nos dice que hemos de ser “sacerdotes” por el bautismo, decía san Josemaría que hemos de tener alma sacerdotal, pues en la Misa ofrecemos nuestra vida con Jesús a Dios. Un día hablaba con dos personas sobre decoración y al fijarse en una lámpara con pantalla de pergamino con letras de canciones, dijo: “¡qué cosa más bonita!: pone Jesús, música maravillosa para el oído que te escucha, miel dulcísima, para los labios que te nombran, delicia para el corazón que te ama!". Se fijaba en las cosas y todo le ayudaba a rezar. Alma sacerdotal significa tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús, que nos ayude a hacer las paces enseguida, a sonreír y luchar otra vez para mejorar en aquello que no ha salido bien, sin rabietas ni orgullo. Hacer las cosas con Jesús, dejando que reine en nuestro corazón. Cuando le preguntaban a san Josemaría qué oratorio le gustaba… a veces decía: “¡la calle!… me gustan los oratorios, para rezar, pero me gusta más la calle… ahí donde estudiamos y hacemos los deberes sin retrasos y con atención, ahí está Jesús en los juegos sin trampas y sin enfados si perdemos, esto es saber ofrecer todo. Pero para funcionar bien necesitamos rezar cada día, pues así será Jesús nuestro Rey, si le tratamos, nos podrá orientar.
Llucià Pou Sabaté
Santa Cecilia, virgen y mártir

Durante más de mil años, Santa Cecilia ha sido una de las mártires de la primitiva Iglesia más veneradas por los cristianos. Su nombre figura en el canon de la misa. Las "actas" de la santa afirman que pertenecía a una familia patricia de Roma y que fue educada en el, cristianismo. Solía llevar un vestido de tela muy áspera bajo la túnica propia de su dignidad, ayunaba varios días por semana y había consagrado a Dios su virginidad. Pero su padre, que veía las cosas de un modo diferente, la casó con un joven patricio llamado Valeriano. El día de la celebración del matrimonio, en tanto que los músicos tocaban y los invitados se divertían, Cecilia se sentó en un rincón a cantar a Dios en su corazón y a pedirle que la ayudase. Cuando los jóvenes esposos se retiraron a sus habitaciones, Cecilia, armada de todo su valor, dijo dulcemente a su esposo: "Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí." Valeriano replicó: "Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides." Cecilia le dijo: "Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo verás al ángel." Valeriano accedió y fue a buscar al obispo Urbano, quien se hallaba entre los pobres, cerca de la tercera mojonera de la Vía Apia. Urbano le acogió con gran gozo. Entonces se acercó un anciano que llevaba un documento en el que estaban escritas las siguientes palabras: "Un solo Señor, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todo y en nuestros corazones." Urbano preguntó a Valeriano: "¿Crees esto?" Valeriano respondió que sí y Urbano le confirió el bautismo. Cuando Valeriano regresó a donde estaba Cecilia, vio a un ángel de pie junto a ella. El ángel colocó sobre la cabeza de ambos una guirnalda de rosas y lirios. Poco después llegó Tiburcio, el hermano de Valeriano y los jóvenes esposos le ofrecieron una corona inmortal si renunciaba a los falsos dioses. Tiburcio se mostró incrédulo al principio y preguntó: " ¿Quién ha vuelto de más allá de la tumba a hablarnos de esa otra vida?" Cecilia le habló largamente de Jesús. Tiburcio recibió el bautismo, y al punto vio muchas maravillas.
Desde entonces, los dos hermanos se consagraron a la práctica de las buenas obras. Ambos fueron arrestados por haber sepultado los cuerpos de los mártires. Almaquio, el prefecto ante el cual comparecieron, empezó a interrogarlos. Las respuestas de Tiburcio le parecieron, desvaríos de loco. Entonces, volviéndose hacia Valeriano, le dijo que esperaba que le respondería en forma más sensata. Valeriano replicó que tanto él como su hermano estaban bajo cuidado del mismo médico, Jesucristo, el Hijo de Dios, quien les dictaba sus respuesta. En seguida comparó, con cierto detenimiento, los gozos del cielo con los de la tierra; pero Almaquio le ordenó que cesase de disparatar y dijese a la corte si estaba dispuesto a sacrificar a los dioses para obtener la libertad. Tiburcio y Valeriano replicaron juntos: "No, no sacrificaremos a los dioses sino al único Dios, al que diariamente ofrecemos sacrificio." El prefecto les preguntó si su Dios se llamaba Júpiter. Valeriano respondió: "Ciertamente no. Júpiter era un libertino infame, un criminal y un asesino, según lo confiesan vuestros propios escritores."
Valeriano se regocijó al ver que el prefecto los mandaba azotar y hablaron en voz alta a los cristianos presentes: "¡Cristianos romanos, no permitáis que mis sufrimientos os aparten de la verdad! ¡Permaneced fieles al Dios único, y pisotead los ídolos de madera y de piedra que Almaquio adora!" A pesar de aquella perorata, el prefecto tenía aún la intención de concederles un respiro para que reflexionasen; pero uno de sus consejeros le dijo que emplearían el tiempo en distribuir sus posesiones entre los pobres, con lo cual impedirían que el Estado las confiscase. Así pues, fueron condenados a muerte. La ejecución se llevó a cabo en un sitio llamado Pagus Triopius, a seis kilómetros de Roma. Con ellos murió un cortesano llamado Máximo, el cual, viendo la fortaleza de los mártires, se declaró cristiano.
Cecilia sepultó los tres cadáveres. Después fue llamada para que abjurase de la fe. En vez de abjurar, convirtió a los que la inducían a ofrecer sacrificios. El Papa Urbano fue a visitarla en su casa y bautizó ahí a 400 personas, entre las cuales se contaba a Gordiano, un patricio, quien estableció en casa de Cecilia una iglesia que Urbano consagró más tarde a la santa. Durante el juicio, el prefecto Almaquio discutió detenidamente con Cecilia. La actitud de la santa le enfureció, pues ésta se reía de él en su cara y le atrapó con sus propios argumentos. Finalmente, Almaquio la condenó a morir sofocada en el baño de su casa. Pero, por más que los guardias pusieron en el horno una cantidad mayor de leña, Cecilia pasó en el baño un día y una noche sin recibir daño alguno. Entonces, el prefecto envió a un soldado a decapitarla. El verdugo descargó tres veces la espada sobre su cuello y la dejó tirada en el suelo. Cecilia pasó tres días entre la vida y la muerte. En ese tiempo los cristianos acudieron a visitarla en gran número. La santa legó su casa a Urbano y le confió el cuidado de sus servidores. Fue sepultada junto a la cripta pontificia, en la catacumba de San Calixto.
Esta historia tan conocida que los cristianos han repetido con cariño durante muchos siglos, data aproximadamente de fines del siglo V, pero desgraciadamente no podemos considerarla como verídica ni fundada en documentos auténticos. Tenemos que reconocer que lo único que sabemos con certeza sobre San Valeriano y San Tiburcio es que fueron realmente martirizados, que fueron sepultados en el cementerio de Pretextato y que su fiesta se celebraba el 14 de abril. La razón original del culto de Santa Cecilia fue que estaba sepultada en un sitio de honor por haber fundado una iglesia, el "titulus Caeciliae". Por lo demás, no sabemos exactamente cuándo vivió, ya que los especialistas sitúan su martirio entre el año 177 (de Rossi) y la mitad del siglo IV (Kellner).
E1 Papa San Pascual I (817-824) trasladó las presuntas reliquias de Santa Cecilia, junto con las de los santos Tiburcio, Valeriano y Máximo, a la iglesia de Santa Cecilia in Transtévere. (Las reliquias de la santa habían sido descubiertas, gracias a un sueño, no en el cementerio de Calixto, sino en el cementerio de Pretextato). En 1599, el cardenal Sfondrati restauró la iglesia en honor a la Santa en Transtévere y volvió a enterrar las reliquias de los cuatro mártires. Según se dice, el cuerpo de Santa Cecilia estaba incorrupto y entero, por más que el Papa Pascual había separado la cabeza del cuerpo, ya que, entre los años 847 y 855, la cabeza de Santa Cecilia formaba parte de las reliquias de los Cuatro Santos Coronados. Se cuenta que, en 1599, se permitió ver el cuerpo de Santa Cecilia al escultor Maderna, quien esculpió una estatua de tamaño natural, muy real y conmovedora. "No estaba de espaldas como un cadáver en la tumba," dijo más tarde el artista, sino recostada del lado derecho, como si estuviese en la cama, con las piernas un poco encogidas, en la actitud de una persona que duerme." La estatua se halla actualmente en la iglesia de Santa Cecilia, bajo el altar próximo al sitio en el que se había sepultado nuevamente el cuerpo en un féretro de plata. Sobre el pedestal de la estatua puso el escultor la siguiente inscripción: "He aquí a Cecilia, virgen, a quien yo vi incorrupta en el sepulcro. Esculpí para vosotros, en mármol, esta imagen de la santa en la postura en que la vi." De Rossi determinó el sitio en que la santa había estado originalmente sepultada en el cementerio de Calixto, y se colocó en el nicho una réplica de la estatua de Maderna.
Sin embargo, el P. Delehaye y otros autores opinan que no existen pruebas suficientes de que, en 1599, se haya encontrado entero el cuerpo de la santa, en la forma en que lo esculpió Maderna. En efecto, Delehaye y Dom Quentin subrayan las contradicciones que hay en los relatos del descubrimiento, que nos dejaron Baronio y Bosio, contemporáneos de los hechos. Por otra parte, en el período inmediatamente posterior a las persecuciones no se hace mención de ninguna mártir romana llamada, Cecilia. Su nombre no figura en los poemas de Dámaso y Prudencio, ni en los escritos de Jerónimo y Ambrosio, ni en la "Depositio Martyrum" (siglo IV). Finalmente, la iglesia que se llamó más tarde "titulus Sanctae Caeciliae" se llamaba originalmente "títulus Caecilia", es decir, fundada por una dama llamada Cecilia.
Santa Cecilia es muy conocida en la actualidad por ser la patrona de los músicos. Sus "actas" cuentan que, al día de su matrimonio, en tanto que los músicos tocaban, Cecilia cantaba a Dios en su corazón. Al fin de la Edad Media, empezó a representarse a la santa tocando el órgano y cantando.
Tomado del libro: Vida de los Santos de Butler, vol. IV.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Sábado de la semana 33 de tiempo ordinario; año impar

Sábado de la semana 33 de tiempo ordinario; año impar

Jesús Rey de la historia nos abre la fe a la vida eterna, a un Dios que “no es Dios de muertos, sino de vivos”.
“En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: -«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: -«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.» Intervinieron unos escribas: -«Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas” (Lucas 20,27-40).
1. –“Unos saduceos, -los que negaban la resurrección- se acercaron a Jesús”. Los saduceos eran nobleza sacerdotal. Eran conservadores en religión y rechazaban toda evolución del judaísmo: aceptaban sólo el Pentateuco (la Torá), y no las tradiciones de los rabinos.
-"Maestro, Moisés nos dio esta Ley: Si un hombre tiene un hermano casado que muere dejando mujer pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano... Resultó que eran siete hermanos... [todos se casaron con ella y no dejó hijos]. Pues bien, a la resurrección esa mujer ¿de quién será la esposa...?" Quieren demostrar con ello que la resurrección no tiene ningún sentido. Análogamente nosotros nos entretenemos también a veces en cuestiones insignificantes o insólitas que no tienen salida. Es una "emboscada" para que tú, Jesús, quedes mal, respondas lo que respondas. Es la casuística típica de una religión de muertos.
La vida eterna va más allá de tener posesiones. Por eso el vínculo de amor no será ya de posesión (“¿de quién será mujer?”, le preguntan) sino una vida nueva transformada por Dios. No se trata de una prolongación de esta vida. No una prórroga para remediar entuertos. La resurrección abre las puertas de una vida distinta. De una plenitud difícil de comprender, pero que intuimos. Tú Jesús pones el dedo en la llaga cuando dices de ellos: "Están en un error por no entender las Escrituras y el Poder de Dios" (Mt 22,29).
-“Jesús responde: En esta vida los hombres y las mujeres se casan; en cambio los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección, no se casarán porque ya no pueden morir: Son como ángeles y son hijos de Dios siendo hijos de la resurrección”. Los judíos del tiempo de Jesús -los Fariseos en particular en oposición a los Saduceos- se representaban la vida de los resucitados como simple continuación de su vida terrestre. Jesús, de forma enigmática, habla del cambio radical entre «este mundo» y «el mundo futuro»... «serán como ángeles» quiere decir que dejarán de tener vigencia las limitaciones inherentes a la creación presente. Por ejemplo, suelen preguntar los matrimonios que se quieren: “¿Será que sólo estaremos juntos hasta que la muerte nos separe”? y hay que decirles: “no os preocupéis, que en el cielo los amores continúan por toda la eternidad, estaréis siempre unidos, también en el cielo, como marido y mujer”. Pero algún matrimonio, que lo pasa muy mal en su cruz, preguntan: “¿esta cruz que llevo en el matrimonio, será por toda la eternidad, o sólo hasta que la muerte nos separe?” “-No te preocupes, hay que contestarles, será sólo hasta que la muerte os separe, pues ninguna pena de este mundo pasa al otro, allí solo quedan los amores auténticos, sólo éstos perduran”. Es una condición nueva, la del Espíritu, imposible de enmarcar dentro de las coordenadas de espacio y de tiempo: «por haber nacido de la resurrección, serán hijos de Dios».
-“En cuanto a decir que los muertos deben resucitar, lo indicó el mismo Moisés... cuando llama al Señor: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». No es un Dios de muertos sino de vivos, porque para El todos viven”. Para contestar a los Saduceos, Jesús se vale de uno de los libros de la Biblia más antiguos, cuya autenticidad reconocían (Éx 3,6). Si Abraham, Isaac y Jacob estuviesen muertos definitivamente, esas palabras serían irrisorias. Hay algo precioso en esa frase de Jesús: «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque todos tienen la vida por El». Nuestros difuntos son «vivientes», viven «por Dios». Gracias, Dios mío, por haber inventado la maravilla de la «vida».
La fe en la resurrección se abrió paso en medio de los mártires en tiempos de los Macabeos. Es interesante observar que esta revelación divina ha sido reservada a través de los hombres y mujeres que perdían la vida por el compromiso de Dios y de su fe, que en su intuición abrían la doctrina… Nuestra fe se expresa en lo que rezamos, y estos días vemos en los mártires (los Macabeos, la profecía de Daniel, el Apocalipsis), lo que Jesús luego enseña, también con su vida y su doctrina: la resurrección de la carne.
Una gran prueba de la resurrección, de la vida eterna, es ver cómo gente da la vida, consciente de que hay algo más importante que la vida, ver que creen, esta esperanza viva es fuente viva de esperanza para todos, de la participación de los bienes de Dios al final de los tiempos.
-“Intervinieron algunos escribas: «Bien dicho, Maestro». Porque no se atrevían a hacerle más preguntas. Los doctores de la ley te llaman Maestro, Señor. Quisiera conocer bien tu pensamiento, Jesús, pues tú eres el gran doctor. Quiero creerte, Señor (Noel Quesson).
En esta vida a veces podemos sentir que "no hay salida", que la paz es muy difícil. Que hay mucha violencia y agresividad en las personas. Que no hay justicia. Que es difícil influir en hacer un mundo mejor, que es fácil desanimarse ante tanta corrupción política y de tantos sitios, y problemas como el hambre, que se mira con hipocresía. Señor, tú nos haces ver que "sí hay salida". Tu Iglesia es un lugar de vivos. Al final, la última palabra es del Dios de la vida. Y su palabra siempre es palabra de vida. Sí hay salida (Luis Ángel de las Heras).
Hoy, en ciertos sectores se ha ido abriendo camino la idea budista de la rencarnación, según como nos portáramos aquí se llegaría a vivir una nueva existencia más noble o más humilde, así repetidamente hasta lograr la purificación plena. Es señal de que no aceptamos a una muerte irrevocable, pero "la revelación cristiana excluye la rencarnación, y habla de un cumplimiento que la persona está llamada a realizarse en el curso de una única existencia sobre la tierra" (Juan Pablo II).
Jesús nos ha enseñado a ver a Dios como un "Dios de vivos". Él quiere que disfrutemos del don de la vida. Ya en el siglo II, San Ireneo afirmaba que "la gloria de Dios es que el ser humano viva". Sobre cada ser humano que viene a este mundo, Dios pronuncia una palabra de amor irrevocable: "Yo quiero que tú vivas". La vida eterna es la culminación de este proyecto de Dios que ya disfrutamos en el presente. Por eso, todas las formas de muerte (la violencia, la tortura, la persecución, el hambre) son desfiguraciones de la voluntad de Dios.
Al final, no reviviremos; seremos resucitados, elevados y quedaremos libres del sufrimiento, del llanto, del dolor, de la muerte, y de todo lo que nos angustiaba aquí en la tierra.
2. Acabamos la lectura de la historia de los Macabeos con el relato de la muerte de Antíoco, el impío rey que les había perseguido. Es otro ejemplo de cómo los autores sagrados leían la historia desde la perspectiva de la fe.
-Al conocer las derrotas de sus ejércitos, quedó el rey consternado, presa de intensa agitación y cayó en cama, enfermo de pesadumbre. El rey sintió que iba a morir: llamó a sus amigos y les dijo: «Huye el sueño de mis ojos... He sido bueno y amado mientras fui poderoso... Pero ahora caigo en cuenta de los males que hice en Jerusalén»”. Es un relato vivo, del que se desprende que Dios "derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes" (como dijo santa María en su Magnificat, precisamente hablando de la historia de su pueblo). Las consecuencias del mal aparecen tarde o temprano: sinsabor de boca, sensación de vaciedad, y el miedo a presentarnos delante de Dios con las manos vacías. De ese rey se recuerdan sus «pillajes de templos» para aumentar su tesoro. Su enfermedad y su muerte han sido interpretadas como un castigo divino. Nadie se ríe de Dios. El verdugo que sin escrúpulo ordenaba degollar a siete hijos en presencia de su madre pagará su culpa. Tú sabrás, Señor, que el misterio de tu misericordia se concilie con el de tu justicia. Porque también la desgracia que sufren los purifica de sus pecados. ¿Sabemos dar a todos una oportunidad de conversión, en lugar de encerrarles para siempre en su mal? Danos, Señor, a nosotros también ser conscientes de nuestro mal.
Reconozco que por esta causa me han sobrevenido los males presentes y muero de profunda pesadumbre en tierra extraña.» Es una especie de «confesión». «Preparémonos a la celebración de la eucaristía reconociendo que somos pecadores.» Lo reconozco, Señor. ¡No nos agrada meditar sobre la «justicia» de Dios! Somos, sin embargo, muy exigentes desde el punto de vista de la justicia, cuando se trata de nosotros, o de lo que nos atañe más directamente. Jesús nos ha pedido no "juzgar" a los demás. Pero en cambio nos pide que «nos» juzguemos a nosotros mismos. No se trata de condenar a cualquiera ni a fulminarle con la justicia de Dios: sería esto todo lo contrario al evangelio. Hay que desear la conversión de todos, incluso de los peores.
«Reconozco» que soy pecador, Señor. Pero sé todo cuanto Tú has hecho para salvarnos. Y cuento con tu amor misericordioso. Este es el sentido del Purgatorio. Es inútil querer imaginar el Purgatorio como un «lugar». Es más bien como «una maravillosa y última oportunidad dada» por Dios para una purificación total... para una toma de conciencia: reconozco que soy pecador, sáname. Que las almas de los fieles difuntos descansen en paz (Noel Quesson).
El asesino no puede sentarse a comer con la víctima, como si no hubiera pasado nada, es necesario un juicio en la historia… La conciencia no puede dejar tranquilos a quienes hicieron el mal a los inocentes. Tal vez uno pueda dedicarse de un modo inconsciente a "disfrutar la vida" a costa de hacer sufrir a otras personas. El tiempo pone las cosas en su sitio, incluso la locura podrían afectar a esas mentes depravadas. Aunque si piden perdón pueden siempre abrirse a la divina misericordia.
3. "Te doy gracias, Señor, de todo corazón, me alegro y exulto contigo... porque mis enemigos retrocedieron... reprendiste a los pueblos, destruiste al impío... los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron... y yo gozaré, Señor, de tu salvación". La serena alegría del salmo de hoy se abre a esa verdad: "El Señor reina": el Señor reina, vestido de esplendor.
Llucià Pou Sabaté
La Presentación de la Santísima Virgen

«Aún estaba él hablando a las multitudes, cuando su madre y sus hermanos se hallaban fuera intentando hablar con él. Alguien le dijo entonces: Mira que tu madre y tus hermanos están fuera intentando hablarte. Pero él respondió al que le hablaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Pues todo el que haga la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.» (Mateo 12, 46-50)

1º. Jesús, tu madre la Virgen y tus parientes  -«hermanos» en arameo es un término amplio que sirve para designar a los parientes en general-  quieren hablar contigo.
Y parece que no les hagas caso.
¿Cómo se compagina este comportamiento con lo que enseñas en el cuarto mandamiento: «amarás a tu padre y a tu madre?»
Aprovechas esta situación para explicarme otra verdad importante: «todo el que haga la voluntad de mi Padre que está en los Cielos» se une a Mí con unos lazos que son más fuertes aún que los de la sangre.
Son los lazos de la gracia, que me proporcionan un parentesco sobrenatural: el de ser hijo de Dios y hermano tuyo, Jesús.
«Hacerse discípulo de Jesús es aceptar la invitación a pertenecer a la familia de Dios, a vivir en conformidad con su manera de vivir: «El que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre» (C. I. C.-2233)
Jesús, Tú amas a tu madre como el mejor de los hijos, pero aún la amas más porque es la «llena de gracia» (Lucas 1,28).
Por eso, en el fondo, lo que estás haciendo es elogiar a María.
Ella es la criatura más querida por Dios no sólo por ser tu madre, sino porque ha sabido hacer en cada momento «la voluntad de mi Padre que está en los Cielos,» empezando por aceptar generosamente la vocación que le encomendaste, haciéndose «la esclava del Señor»
2º. «La Virgen Santa Maria, Maestra de entrega sin limites. -¿Te acuerdas?: con alabanza dirigida a Ella, afirma Jesucristo: «¡el que cumple la Voluntad de mi Padre, ése -ésa- es mi madre!...».
Pídele a esta Madre buena que en tu alma cobre fuerza -fuerza de amor y de liberación- su respuesta de generosidad ejemplar: «ecce ancilla Dominí!» -he aquí la esclava del Señor (Surco.-33).
Jesús, Tú eres el mejor ejemplo de obediencia a la voluntad de Dios.
En el huerto de los olivos, ante el sufrimiento que se te avecinaba, vuelves a decir que sí a ese plan divino: «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya»(Lucas 22,42).
Ayúdame a ser generoso, a no buscarme a mí mismo.
Que la intención de todo lo que haga durante el día sea cumplir tu voluntad, darte alegrías, servirte a Ti, y -por Ti- servir a los demás.
Jesús, la persona que ha sabido imitarte mejor es la Virgen María.
Sin buscar el espectáculo, en las tareas normales de una madre de familia, en las alegrías y dificultades de la vida diaria, María ha sabido hacerse «la esclava del Señor», ha buscado siempre y en todo hacer tu voluntad: «hágase en mí según tu palabra»
Si entre dos personas, la unión de voluntades -el amor- une más que la unión de la sangre, cuánto más cuando la relación es entre una persona y Dios: entre Tú y yo.
Por eso, aunque por el Bautismo soy hijo de Dios, sólo estaré unido verdaderamente a Ti si me esfuerzo por hacer tu voluntad.
Madre, tú que has sabido corresponder con generosidad ejemplar a lo que te pedía Dios en cada momento, ayúdame a poner siempre por delante la voluntad de Dios.
No dejes que mi pereza, mi comodidad, mi orgullo, mi sensualidad, mi vanidad y los demás defectos que me tientan continuamente, puedan conmigo y me esclavicen.
Que me dé cuenta de que la mejor manera de ejercer mi libertad -que es un don de Dios- es obedecer la voluntad divina, no dejarme esclavizar por mis pasiones o defectos.
Y sobre todo, que me dé cuenta de que sólo haciendo su voluntad podré estar unido a El y amarle.
Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.