lunes, 28 de septiembre de 2015

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Martes de la semana 26 de tiempo ordinario; año impar

Jesús corrige a sus apóstoles para aceptar con paz las contrariedades, sabiendo que todo será para bien
“Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo” (Lucas 9,51-56).
1. Jesús “envió mensajeros por delante; yendo de camino entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento, pero se negaron a recibirlo porque se dirigía a Jerusalén”.Empieza una larga sección en Lucas, sobre "el viaje a Jerusalén" (Lc 9-12), ya que el Evangelio está orientado hacia la subida de Jesús a la Ciudad santa, desde Galilea.
Jesús va hacia Jerusalén, cumpliendo las profecías de Elías, pues el término griego empleado por Lucas (literalmente "Cuando se iban a cumplir los días de su arrebatamiento") nos recuerda el arrebatamiento al cielo de Elías (4Re 2,9.10.11) que será realidad plena con la ascensión de Jesús al cielo (Hch 1,2.11.22). El Señor afronta su misión, literalmente dice que "también él (Jesús evidentemente) plantó cara a la situación encaminándose hacia Jerusalén". Ezequiel también lo profetizó por ejemplo en el texto que hoy leemos. Contemplo ese instante decisivo en tu corazón, Señor: ayúdanos en las decisiones valientes que a veces hemos de tomar. “La Cruz es llamada también gloria y exaltación de Cristo. Ella es el cáliz rebosante, de que nos habla el salmo, y la culminación de todos los tormentos que padeció Cristo por nosotros. El mismo Cristo nos enseña que la cruz es su gloria (...) También nos enseña Cristo que la cruz es su exaltación, cuando dice: cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Está claro, pues, que la cruz es la gloria y exaltación de Cristo” (S. Andrés de Creta).
«Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’. Pero volviéndose, les reprendió». Pasan por Samaria, donde no pueden ver a los judíos, sobre todo si van a Jerusalén. La reacción de Santiago y Juan es drástica. Se repite la reacción del profeta Elías, que hace bajar fuego del cielo contra los sacerdotes del dios Baal. Jesús, una vez más, les tiene que corregir, y duramente (algunos manuscritos griegos, que fueron seguidos por la Vulgata, añaden que Jesús reprendió): “diciendo: no sabéis a qué espíritu pertenecéis. El Hijo del hombre no ha venido a perder a los hombres sino a salvarlos”.
Cuando algo nos sale mal, cuando experimentamos el rechazo por parte de alguien: ¿somos tan violentos como los "hijos del trueno", Santiago y Juan, que nada menos que quieren que baje un rayo del cielo y fulmine a los que no les han querido dar hospedaje?, ¿reaccionamos así cuando alguien no nos hace caso o nos lleva la contra? La violencia no puede ser nuestra respuesta al mal. Jesús es mucho más tolerante. No quiere -según la parábola que él mismo les contó- arrancar ya la cizaña porque se haya atrevido a mezclarse con el trigo. El juicio lo deja para más tarde. “El Señor hace admirablemente las cosas (...) Actúa así con el fin de enseñarnos que la virtud perfecta no guarda ningún deseo de venganza, y que donde está presente la verdadera caridad no tiene lugar la ira y, en fin, que la debilidad no debe ser tratada con dureza, sino que debe ser ayudada” (S. Ambrosio).
Son defectos de los Apóstoles, que el Señor corrige. Cuenta la historia de un aguador de la India que, en los extremos de un palo que colgaba en sus espaldas, llevaba dos vasijas: una era perfecta y la otra estaba agrietada, y perdía agua. Ésta —triste— miraba a la otra tan perfecta, y avergonzada un día dijo al amo que se sentía miserable porque a causa de sus grietas le daba sólo la mitad del agua que podía ganar con su venta. El trajinante le contestó: —Cuando volvamos a casa mira las flores que crecen a lo largo del camino. Y se fijó: eran flores bellísimas, pero viendo que volvía a perder la mitad del agua, repitió: —No sirvo, lo hago todo mal. El cargador le respondió: —¿Te has fijado en que las flores sólo crecen a tu lado del camino? Yo ya conocía tus fisuras y quise sacar a relucir el lado positivo de ellas, sembrando semilla de flores por donde pasas y regándolas puedo recoger estas flores para el altar de la Virgen María. Si no fueses como eres, no habría sido posible crear esta belleza.
Todos, de alguna manera, somos vasijas agrietadas, pero Dios conoce bien a sus hijos y nos da la posibilidad de aprovechar las fisuras-defectos para alguna cosa buena. Y así el apóstol Juan —que hoy quiere destruir—, con la corrección del Señor se convierte en el apóstol del amor en sus cartas. No se desanimó con las correcciones, sino que aprovechó el lado positivo de su carácter fogoso —el apasionamiento— para ponerlo al servicio del amor. Que nosotros también sepamos aprovechar las correcciones, las contrariedades —sufrimiento, fracaso, limitaciones— para “comenzar y recomenzar”, tal como san Josemaría definía la santidad: dóciles al Espíritu Santo para convertirnos a Dios y ser instrumentos suyos.
La actitud de Santiago y Juan sigue estando presente en muchas falsas concepciones de la religión hoy en el mundo, y a lo largo de la historia, porque no se puede matar en nombre de Dios (como hemos visto en la historia). El espíritu de Jesús es un espíritu de no violencia, de misericordia. Jesús pide a sus discípulos que respeten los plazos de la conversión: el descubrimiento de la verdad es lento, muy lento, en el corazón del hombre. Jesús nos da aquí la verdadera imagen de Dios. El, que siendo Todopoderoso, no interviene como potentado para doblegar a los que le están sujetos o a sus enemigos, sino que, humildemente, pobremente, espera la conversión, a la manera de un padre o de una madre.
-"Y se marcharon a otra aldea." Como hacen los pobres cuando se les despide. Contemplo a Jesús marchándose hacia otra aldea... Señor, me interrogo sobre mis impaciencias... Ante mis propios pecados, mis propios fracasos, ante los rechazos de los demás, ante las lentitudes o los retrasos de la Iglesia... Danos, Señor, tu divina paciencia (Noel Quesson). Pablo irá a otro sitio cuando le rechazaban. Si aquí no nos escuchan, vamos a otra parte y seguiremos evangelizando, allá donde podamos. Sin impaciencias. Sin ánimo justiciero ni fiscalizador. Sin dejarnos hundir por un fracaso. Evangelizando, no condenando: "porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder, sino a salvar" (J. Aldazábal).
2. –“Así habla el Señor del universo: «He aquí que afluirán los pueblos y habitantes de muchas ciudades”. La visión universal de la salvación de Dios forma parte del alma de Israel en Zacarías y otros profetes, y se expresa anunciando que todos los pueblos irían un día, en peregrinación, a Jerusalén.
-“Y los de una ciudad irán a otra diciendo: «Ea, vamos a implorar al Señor; vamos a buscar el rostro del Señor del universo”. El verdadero Dios es atrayente. Nuestra luz debería hace también reflexionar a nuestros contemporáneos, que nos pregunten el secreto que nos anima, la alegría, el amor universal.
-“Pueblos numerosos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén a implorar al Señor del universo y a buscar su rostro”. La nueva Jerusalén es la Iglesia de Jesús. Si de los judíos se podía decir: "Dios está con vosotros", mucho más de nosotros, porque él nos ha enviado al que se llama en verdad "Dios-con-nosotros". S. Cirilo de Alejandría señala: “diciendo que serán de toda lengua aquellos que agarrarán al manto, ha puesto además de relieve claramente que aquel día la llamada a la bienaventuranza no estará reservada sólo a los israelitas, sino a todas las gentes dispersas por todo el mundo”. Pidamos a la Virgen esa radiante alegria que desprendamos, que atraiga a los demás.
-“En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas de las naciones asirán por la orla del manto a un judío diciendo: «Vamos con vosotros porque hemos sabido que Dios está con vosotros»”. Jesús proclamará un amor de Dios universal sin fronteras. La verdadera entrada de los paganos en el pueblo de Dios será la Iglesia de Pentecostés. Eso me hace pensar en mi dinamismo misionero, con un corazón abierto a todos (Noel Quesson).
3. El salmo decía poéticamente de Sión: "contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles", hasta el punto de sentirse todos orgullosos, porque "uno por uno todos han nacido en ella". Esa salvación no se limita a las naciones que, por lo menos, no hayan sido totalmente hostiles a Dios y a su Pueblo, sino que está abierta incluso a quienes les hicieron daño y les persiguieron como Egipto y Babilonia. Por medio de la Iglesia el Señor ha hecho realidad este plan de salvación por el que quiere manifestar su amor misericordioso a todas las naciones. La salvación viene solo de Dios;  pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre. El concilio Vaticano II ve en la Iglesia universal el lugar en donde se reúnen "todos los justos, desde Adán, desde el justo Abel hasta el último elegido". Esa Iglesia "llegará gloriosamente a su plenitud al final de los siglos" (Lumen gentium, 2). Confiamos nuestra petición a santa María: "Al refugiarnos bajo tu dignísima y poderosa intercesión, encontramos amparo, oh santa Madre de Dios, consuelo y descanso bajo la sombra de tu protección, como al abrigo de una muralla bien fortificada (…) inexpugnable a los asaltos de los ladrones (…) inalcanzable para los crueles traidores (…) donde acogiste a todos como habitantes, porque, mediante el nacimiento corporal de Dios, hiciste hijos de la Jerusalén de arriba a los hijos de la Jerusalén terrena. Por eso, sus labios bendicen tu seno virginal y todos te proclaman morada y templo de Aquel que es de la misma naturaleza del Padre. Así pues, con razón se te aplican las palabras del profeta: "Fuiste nuestro refugio y nuestro defensor frente a los torrentes en los días de angustia" (Sal 45,2)” (Gregorio de Narek).
Llucià Pou Sabaté
Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Son espíritus enviados para cuidarnos. Jesús nos dice: “Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”
“En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: -«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Natanael le contesta: -«¿De qué me conoces?» Jesús le responde: -«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: -«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: -«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: -«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre» (Juan 1,47-51).  
1. Gabriel, Rafael y Miguel son ángeles y además símbolos de la comunicación entre Dios y los hombres. Comunicación que en ti, Señor, se hace plena realidad. Tú anuncias a Natanael un tiempo en el que el cielo quedará abierto y los ángeles, mensajeros de Dios, subir y bajar del cielo a la tierra, como el sueño de Jacob en Betel (Gn 28,11-27). Este sueño se hace realidad en ti, Señor, pues unes cielo y tierra con tu vida. Eres tú, Jesús, el auténtico Enviado, “ángel” de Dios, te has convertido para nosotros en la Scala Sancta (Escalera Santa) como nos dirigimos a Dios Padre en el Canon de la misa: “Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel [Jesús, el único que puede hacer ese acto], para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición”.
Describes a Natanael como a modelo de israelita. La mención de la higuera alude a Os 9, 10 (LXX): «Como racimo en el desierto encontré a Israel, como en breva en la higuera me fijé en sus padres». El profeta describía la elección del pueblo; Natanael representa precisamente al Israel elegido que ha conservado la fidelidad a Dios. Ahora, Jesús, renueva la elección.
Nos hablas de los ángeles cuando te refieres al fin del mundo (“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles”), aparecen con ocasión de tu nacimiento (anunciándolo a los pastores de Belén); te sirvieron en el desierto después de su ayuno y de haber sido tentado por el diablo; un ángel te confortará en la agonía de Getsemaní; están presentes junto a tu sepulcro cuando resucitas; cuando vas a los cielos, animan a tus discípulos a la extensión del Evangelio. En las prisiones de Pedro, lo liberan unos ángeles.
Los ángeles son criaturas espirituales que glorifican a Dios sin cesar y que sirven a sus designios salvíficos con las otras criaturas (Catecismo). Los ángeles cooperan en toda obra buena que hacemos (santo Tomás de Aquino). La Iglesia venera a los ángeles que la ayudan en su peregrinar terrestre y protegen a todo ser humano. Los ángeles custodios están junto cada uno para asistirnos en nuestro camino hasta la casa del Cielo.
2. La liturgia de hoy nos ofrece como posible primera lectura dos textos alternativos. El primero está tomado del libro de Daniel, y en él se describe una visión fantástica que tiene el profeta contemplando el trono y la corte angélica de Dios, con miles y miles de ángeles a su servicio. Fantaseada imagen del mundo divino descrito al modo de una corte humana oriental. En nuestra pobreza mental, no sabemos hablar de Dios sino rebajándolo. El segundo, tomado del Apocalipsis, describe una terrible guerra entre Miguel y sus ángeles del cielo contra el dragón o serpiente primordial, arrojada del cielo. Este dragón, Satanás, queda derribado por el poder del Cordero triunfador.
El himno de Laudes es bien expresivo: “Miguel, Gabriel, Rafael. / ¡Oh espíritus señeros / arcángeles mensajeros  de Dios, que estáis junto a él! / A vuestro lado se sienten  / alas de fiel protección, / el incienso de oración  y el corazón obediente. / ‘¿Quién como Dios?’ / es la enseña; es el grito de Miguel... / Gabriel trae la embajada..., /  al ‘Sí’ de la Virgen Madre... / Rafael /  nos encamina  por la ruta verdadera... // ¡Oh Dios!, Tú  que nos diste a los ángeles por guías y mensajeros, concédenos ser también sus compañeros del cielo. Amén.
San Gregorio el Grande nos dice que esos ángeles llevan las comunicaciones, mediante su presencia y sus mismas acciones, que cambian decisivamente nuestras vidas. Se llaman, precisamente, “arcángeles”, es decir, príncipes de los ángeles, porque son enviados para las más grandes misiones (Jorge Mejía).
Miguel significa: “¿Quien como Dios?” La humildad es condición fundamental para ser fieles. Serviam!La paz, consecuencia de la lucha… Hubo una batalla en el cielo, y él encabezó la victoria. Pax in bello. Hemos de tener moral de victoria (Ap 12,7 ss.). En algunas oraciones litúrgicas le pedimos que nos proteja en el peligro (Defende nos in proelio…); que proteja a la Iglesia de sus enemigos y que los humille (ut inimímicos Sanctae Ecclesiae humiliare digneris). Nos anuncia, así, el misterio de la justicia divina, que también se ejerció en sus ángeles cuando se rebelaron, y nos da la seguridad de su victoria y la nuestra sobre el mal. Quizá las alas con que pintamos a los ángeles proceden de descripciones simbólicas de los profetas Daniel, Ezequiel e Isías.
En aquellos primeros momentos de la creación, algún espíritu creado por Dios se reveló en un pecado consciente, y la corrupción de lo mejor se convirtió en lo peor (corruptio optimi pessima). Su castigo no permite una redención, pues no quiere ser redimido, permanece en su odio, aunque sufra. Por ello odia a los hombres y trata de seducirlos. Su presencia en la historia es importantísima, pero por contraste se hace más luminosa la misericordia divina y la luminosa presencia de los ángeles fieles, Miguel el primero. San Gregorio Magno dice que "siempre que se debe realizar algo que requiere un poder extraordinario es enviado Miguel para que quede claro que nadie es más fuerte que Dios." Hacen falta migueles: fuertes, valientes, generosos en esa guerra de amor y de paz que es la vida. El nombre del enviado Gabriel es Poder de Dios, Fortaleza de Dios, ya que necesitamos fortaleza para decir que sí a lo que Dios nos dice por sus emisarios.
Gabriel fue enviado para anunciar a María Santísima la concepción virginal del Hijo de Dios, que es el principio de nuestra redención (Lc 1).
Rafael acompaña a Tobías “junior”, lo defiende y lo aconseja, socorre a Sara de la que murieron los anteriores 7 maridos, cura finalmente al padre Tobit (Tob). Nos ayuda a buscar la vocación, ayuda en el camino. Su nombre es “medicina de Dios”. Importa mucho no equivocar la ruta. San Rafael es el guía especial de los que aún han de conocer lo que Dios espera de ellos.
3. En el salmo rezamos: Te doy gracias, Señor, de todo corazón. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor. Con la inocencia de Natanael, la de los niños sencillos, queremos cantarte, Señor, con todos los ángeles, como dice S. Bernardo: “A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Dad gracias al Señor por su misericordia por las maravillas que hace con los hombres. Dad gracias y decid entre los gentiles: «El Señor ha estado grande con ellos». Señor, ¿qué es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él? Porque te ocupas ciertamente de él, demuestras tu solicitud y tu interés para con él. Llegas hasta enviarle tu Hijo único, le infundes tu Espíritu, incluso le prometes la visión de tu rostro. Y, para que ninguno de los seres celestiales deje de tomar parte en esta solicitud por nosotros, envías a los espíritus bienaventurados para que nos sirvan y nos ayuden, los constituyes nuestros guardianes, mandas que sean nuestros ayos.
A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Estas palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben infundirte una gran devoción y conferirte una gran confianza. Reverencia por la presencia de los ángeles, devoción por su benevolencia, confianza por su custodia. Porque ellos están presentes Junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes para protegerte, lo están en beneficio tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les ha dado esta orden, no por ello debemos dejar de estarles agradecidos, pues que cumplen con tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que son tan grandes.
”Seamos, pues, devotos y agradecidos a unos guardianes tan eximios; correspondamos a su amor, honrémoslos cuanto podamos y según debemos. Sin embargo, no olvidemos que todo nuestro amor y honor ha de tener por objeto a aquel de quien procede todo, tanto para ellos como para nosotros, gracias al cual podemos amar y honrar, ser amados y honrados.
”En él, hermanos, amemos con verdadero afecto a sus ángeles, pensando que un día hemos de participar con ellos de la misma herencia y que, mientras llega este día, el Padre los ha puesto junto a nosotros, a manera de tutores y administradores. En efecto, ahora somos ya hijos de Dios, aunque ello no es aún visible, ya que, por ser todavía menores de edad, estamos bajo tutores y administradores, como si en nada nos distinguiéramos de los esclavos.
”Por lo demás, aunque somos menores de edad y aunque nos queda por recorrer un camino tan largo y tan peligroso, nada debemos temer bajo la custodia de unos guardianes tan eximios. Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos, con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del Omnipotente”.
Oh Dios, que en tu providencia amorosa te has dignado enviar para nuestra custodia a tus santos ángeles, concédenos, atento a nuestras súplicas, vernos siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo.
Entre muchos otros piropos, dedicamos a nuestra Madre del Cielo el de Reina de los Ángeles. A Ella suplicamos confiadamente que nos recuerde, siempre que sea preciso, que contamos para nuestro bien con la poderosa y amable asistencia de nuestro ángel.

Llucià Pou Sabaté

domingo, 27 de septiembre de 2015

Lunes de la semana 26 de tiempo ordinario; año impar

Lunes de la semana 26 de tiempo ordinario; año impar

Jesús nos libera del orgullo, y de las cosas materiales, de manera que el camino de la humildad y del amor nos abre a un mundo mejor
“En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: -«El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.» Juan tomó la palabra y dijo: -«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.» Jesús le respondió: -«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro»” (Lucas 9,46-50).
1. Los apóstoles tienen ganas de figurar, como nosotros, y por eso les dices, Señor, que tu actitud es de Siervo: "no he venido a ser servido sino a servir". ¿Quién es el mayor? El que sirve. Y tomas un niño para decirnos que es "el más importante". El niño era, en la sociedad de su tiempo, el miembro más débil, indefenso y poco representativo. Pues a ése le pone Jesús como modelo.
-"¿Cuál de ellos sería el más grande?" Después de que les hablas de la cruz y del servicio, se les ocurre hablar de quien manda… El deseo de dominar, de ser "más" que los demás, nos puede. Veo en mi vida las huellas de ese mismo deseo y me pregunto: ¿Qué formas, aparentes o escondidas, toma mi deseo de dominar, de ser más grande...?
-“Jesús, adivinando lo que pensaban...” Un debate interior, mental -según san Lucas-, mientras que Marcos dice que hay una disputa entre ellos… “Jesús, de nuevo el Evangelio me recuerda que conoces hasta los más profundos pensamientos de mi corazón.
Nada se te oculta a tu conocimiento divino.
Pero esto no debe producirme una sensación de inquietud, como si estuviera acorralado, sino un sentimiento de paz y de seguridad, porque Tú   -que eres mi Padre- estás conmigo, porque me acompañas siempre, y me ayudas con tu gracia.
Jesús, ante la conducta soberbia de los apóstoles, no les reprimes -como si fueras un inspector que ha cogido a alguien en falso-, sino que les ayudas a entender el valor de la humildad tomando el ejemplo de un niño.
Así haces conmigo, si yo procuro mantenerme en tu presencia a lo largo del día; me enseñas, me guías, me animas, me das una mayor visión sobrenatural” (Pablo Cardona).
-“Tomó de la mano a un chiquillo, lo puso a su lado y les dijo. "El que toma a un niño en mi nombre, me acepta a mí, y el que me acepta, acepta también al que me ha enviado."” Señor, ayúdame a que no me agraden las acciones deslumbrantes, sino a encontrar mi alegría en lo "cotidiano" en las pequeñas cosas ordinarias. «El humilde se mantiene alejado de los honores terrenos, y se tiene por el último de los hombres; aunque exteriormente parezca poca cosa, es de gran valor ante Dios. Y cuando ha hecho todo lo que el Señor le ha mandado, afirma no haber hecho nada, y anda solícito por esconder todas las virtudes de su alma. Pero el Señor divulga y descubre sus obras, da a conocer sus maravillosos hechos, le exalta y le concede todo lo que pide en su oración» (San Basilio).
-“Pues el más pequeño entre todos vosotros, ¡ese es el mayor!” Lo grande no es reinar, sino servir. Sí, para Jesús el servir es cosa grande: porque servir al más despreciado de los hombres, es servir a Dios... y es imitar a Jesús. "Jesucristo, sin bienes y sin sabidurías, está en el orden de la santidad. No ha inventado nada, no ha reinado, pero ha sido humilde, paciente, santo, santo ante Dios, terrible ante los demonios, sin pecado alguno. Es sencillamente ridículo escandalizarse de la humildad de Jesucristo... Pero los hay que no admiran más que las grandezas carnales, como si no las hubiera espirituales... Todos los cuerpos juntos, y todos los espíritus juntos y todas sus producciones, no valen lo que el menor gesto de caridad..." (B. Pascal).
-“Intervino Juan y dijo: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y hemos intentado impedírselo, porque no anda con nosotros siguiéndote". Jesús le respondió: "No se lo impidáis; porque el que no está contra vosotros está a favor vuestro" El espíritu del poder es difícil de vencer. Juan mismo, no entendió nada. Quiere tener la exclusiva. Tiene envidia del éxito ajeno. Considera su vocación, su elección, como un privilegio (Noel Quesson). El servicio da una nueva dimensión a nuestro ser.
Josué, el fiel lugarteniente de Moisés, quiso castigar a los que "profetizaban" sin haber estado en la reunión constituyente, y Moisés, de corazón mucho más amplio, le tuvo que calmar, afirmando que ojalá todos profetizaran (Nm 11). Los celos, el creer que dentro de la Iglesia mi “grupo” es el mejor, es una tentación común en la historia. No tenemos la exclusiva. Lo importante es que se haga el bien, que la evangelización vaya adelante: no que se hable de nosotros. No se trata de "quedar bien", sino de "hacer el bien". También "los otros", los que "no son de los nuestros", sea cual sea el nivel de esta distinción (clero y laicos, religiosos y casados, mayores y jóvenes, católicos y otros cristianos, practicantes y alejados), nos pueden dar lecciones. Y en todo caso "el que no está contra nosotros, está a favor nuestro", sobre todo si expulsan demonios en nombre de Jesús. Si seguimos buscando los primeros lugares y sintiendo celos de los demás en nuestro trabajo por el Reino, todavía tenemos mucho que aprender de Jesús y madurar en su seguimiento (J. Aldazábal).
Hemos visto dos temas en el Evangelio de hoy: las disputas internas sobre el poder -quien es más-; y el rechazo hacia otros que no sean “de los nuestros”. Ante esto, Jesús nos habla de la sencillez del niño sin ambiciones, y que la Iglesia es abierta, no podemos controlar…
Un proverbio que se había hecho corriente desde la guerra civil de los romanos es parecido a lo que tú nos dices, Jesús: "Te hemos oído decir que nosotros (los hombres de Pompeyo) tenemos por adversarios nuestros a todos los que no están con nosotros, y que tú (César) tienes por tuyos a todos los que no están contra ti".
2. Escuchamos cinco breves oráculos -cada uno empieza con las palabras "así dice el Señor"-, esperanzadores todos ellos, porque parten de la convicción de que Dios ama a Sión apasionadamente, hasta celosamente.
-“Me fue dirigida la Palabra del Señor del universo en estos términos: «Siento por Sión un amor celoso y un ardor apasionado»: el gran Dios del universo, el «Señor Sabaot», el jefe de los ejércitos celestiales... es también el Dios que se interesa concretamente por un pueblo pequeño. Cuando me pongo ante Ti, Señor, me pierdo en el océano sin límite de tu poder. Tu transcendencia me aventaja infinitamente y tu luz me deslumbra. Sin embargo, al mismo tiempo, me siento amado personalmente, como si estuviese yo solo en el mundo contigo. Hay aquí un lenguaje de enamorados. «Siento por ti un amor celoso y un ardor apasionado.» Cuando la filosofía razonando se acerca a Dios, llega, a menudo, a unas nociones frías y abstractas. Cuando Dios se revela, se atreve a mostrarse apasionado y entusiasta: es un Dios tierno y ardiente; diríamos que es un Dios lleno ya de humanidad, ¡Todo ello anuncia la encarnación de Dios!
-“He vuelto a Sión y en medio de Jerusalén estableceré mi morada”. ¿Estoy realmente convencido de que Dios habita también en mi ciudad, en mi pueblo, en mi casa?
-“Jerusalén se llamará: «Ciudad-fiel» y la montaña del Señor del universo: "Monte-Santo"”. La presencia de Dios es fuente de responsabilidad. Dios transforma la ciudad donde mora. Su fidelidad y su santidad se transfunden en ella. ¿Contribuyo yo a transformar las relaciones humanas de mi ciudad, de mi barrio, de mi empresa, de mi familia en el sentido y dirección de Dios? Siempre con la convicción de que Dios está obrando en ellas.
-“Se sentarán viejos y viejas en las plazas de Jerusalén, cada cual con su bastón en la mano, por ser muchos sus días. Las plazas de la ciudad se llenarán de muchachos y muchachas que irán allá a jugar”. En las calles de la nueva Jerusalén volverán a sentarse los ancianos a tomar el sol y volverán a jugar los niños y jóvenes llenos de alegría. Los proyectos de Dios son siempre salvadores, proyectos de vida y renovación. Siempre está dispuesto a empezar de nuevo y nos invita a que también nosotros colaboremos. Sea cual sea la situación en que nos encontramos personalmente o como comunidad eclesial, siempre es posible, con la ayuda de Dios, la reconstrucción de la vida según la Alianza. Para nosotros tienen mayor sentido las palabras de Dios: "habitaré en medio de Jerusalén". Dejémonos conquistar por este optimismo del profeta, que es también el optimismo de un Dios que nos ama y que, no importa qué hayamos hecho antes, siempre nos da una nueva oportunidad para reconstruir nuestro futuro.
-“Si todo esto parece maravilloso para los supervivientes de aquel tiempo, ¿será también una maravilla imposible para mí? declara el Señor del universo”. Sueño de felicidad. Nada es imposible para Dios.
-“He aquí que yo salvo a mi pueblo, trayéndolo de nuevo del país de Oriente y de Occidente”. Dios anuncia que hará regresar a los exiliados. En el mismo seno de la desgracia y de la prueba hay que oír la promesa divina de felicidad.
-“Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, fiel y justo”. Fórmula de alianza, repetida tantas veces en los profetas. ¿Estoy de veras convencido de que Dios me ama y se ha unido a mí? (Noel Quesson). Con mucha frecuencia veo que éste es el problema que agobia a muchos, no creerse amados por Dios, no “sentirlo” como real. Dios está lleno de celo por cumplir las promesas mesiánicas: «plantará su tienda» entre nosotros.
3. El salmo prolonga el tono de esperanza: "el Señor reconstruyó Sión... desde el cielo se ha fijado en la tierra para escuchar los gemidos de los cautivos...". El Catecismo comenta la trascendencia divina que vemos en este Dios que es único (Is 44,6); en Dios no hay cambios: “En el transcurso de los siglos, la fe de Israel pudo desarrollar y profundizar las riquezas contenidas en la revelación del Nombre divino. Dios es único; fuera de Él no hay dioses (cf. Is 44,6). Dios transciende el mundo y la historia. Él es quien ha hecho el cielo y la tierra: "Ellos perecen, mas Tú quedas, todos ellos como la ropa se desgastan... pero Tú siempre el mismo, no tienen fin tus años" (Sal 102,27-28). En Él "no hay cambios ni sombras de rotaciones" (St 1,17). Él es "El que es", desde siempre y para siempre y por eso permanece siempre fiel a sí mismo y a sus promesas” (212).
Llucià Pou Sabaté
San Wenceslao, mártir. San Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires

Hijo del rey de Bohemia, Ratislav, el joven príncipe nació en el 907 cerca de Praga. Su abuela, Santa Ludimila, se encargó de la educación de su nieto, inculcándole siempre el amor y servicio al Padre Celestial. Cuando era todavía muy joven, el santo perdió a su padre en una de las batallas contra los magiares; su madre asumió el poder e instauró -bajo la influencia de la nobleza pagana- una política anticristiana y secularista, que convirtió al pueblo en un caos total. Ante esta terrible situación, su abuela trató de persuadir al príncipe para que asumiese el trono para salvarguardia del cristianismo, lo que provocó que los nobles la asesinaran al considerarla una latente amenaza para sus intereses.
Sin embargo, por desconocidas circunstancias, la reina fue expulsada del trono, y Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como primera medida, anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de Dios. Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud y además gobernó siempre con justicia y misericordia.
Por oscuros intereses políticos, Boleslao -que ambicionaba el trono de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino para que participara de los festejos del santo patrono y al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al santo rey. El pueblo lo proclamó como mártir de la fe, y pronto la Iglesia de San Vito -donde se encuentran sus restos- se convirtió en centro de peregrinaciones. Ha sido proclamado como patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande que se le profesa también como Patrono de Checoslovaquia.

El joven príncipe, que nació en Bohemia hacia el año 907, personifica el ideaI del héroe nacional, valientemente comprometido en la promoción cultural y religiosa del pueblo eslavo.
Cuando se derrumbó el reino moravio, en el 895 los príncipes bohemios, entrando en el juego diplomático de las potencies de ese entonces, se aliaron con el fuerte reino franco, y adoptando los principios de las antiguas civilizaciones comenzaron el proceso de europeización de los Estados de Europa central.
Lider de esta política de visión hacia el futuro fue el joven duque de Bohemia, Wenceslao. El había sido educado cristianamente por la abuela Ludmila, venerada como santa. Tan pronto tuvo la edad requerida, sucedió al padre después de la breve regencia de la madre Draomira. Mujer intrigante, Draomira prefería al segundo hijo, Boleslao, y fomentó con todos los medios a su alcance la rivalidad entre los dos, hasta el punto de llevar al segundo a mancharse con el grave delito del fratricidio.
En la mañana del 28 de septiembre del 935, mientras Wenceslao salía de case para ir a Misa, Boleslao, que lo esperaba en un lugar solitario con un grupo de cómplices, le saltó encima para herirlo por la espalda. El joven rey, que todavía no tenía treinta años, detuvo el golpe y echó mano a su espada, pero cuando se dio cuenta que el asesino era su hermano bajó el arma, murmurando: “Podría matarte, pero la mano de un siervo de Dios no debe mancharse con el fratricidio”. Fue asesinado por los sicarios de Boleslao.
Este ejemplarísimo príncipe cristiano anteponía sus deberes religiosos a los de soberano, hasta el punto de llegar tarde a una importante asamblea de Worms, convocada por el emperador Otón, porque estaba en Misa. No era raro ver al joven rey mezclado con los otros fieles, con los pies descalzos, durante las procesiones penitenciales. Impuso a su cuerpo la dura disciplina del cilicio y las diarias mortificaciones.
Fue considerado como un rey renunciatario por haber buscado la alianza con los poderosos francos limítrofes, pero el mismo hermano Boleslao, que le sucedió, después de haberlo mandado asesinar, comprendió esa política realistica y la siguió. Boleslao comprendió el error de valoración respecto de su hermano, hacia quien la devoción popular creció de día en día, por los prodigios que se obraban sobre la tumba del mártir, venerado inmediata mente como santo, el primero de los pueblos eslavos.
-----------------------------------------
SAN LORENZO RUIZ Y 15 COMPAÑEROS, MÁRTIRES
Lorenzo Ruiz y 15
compañeros, SantosSan Lorenzo Ruiz (c. 1600 - 29 de septiembre de 1637) fue un notario filipino, que murió martirizado en Okinawa. Es el primer beato filipino.
Los nuevos Santos hablan también hoy a todos los misioneros que, urgidos por el mandato de Cristo “ id y enseñad a todas las gentes ” (Mt 28, 19), 5), han salido por los caminos del mundo a anunciar la Buena Nueva de la salvación a todos los hombres, particularmente a los más necesitados.
Ellos, con su mensaje y su martirio, hablan a los catequistas, a los agentes de pastoral, a los laicos, a quienes la Iglesia, está dedicando particular atención y solicitud en el presente Sínodo de los Obispos. Ellos nos recuerdan que “morir por la fe es un don que se concede a algunos; pero vivir la fe es una llamada dirigida a todos” (Homilía durante la misa de beatificación de Laurencio Ruiz en Manila, n. 5, 18 de febrero de 1981).
La gran familia dominica, y en particular la Provincia del Santo Rosario que celebra el cuarto centenario de su creación, recibe hoy, con legítimo orgullo, entre sus Santos a estos mártires, algunos de los cuales estuvieron especialmente ligados al Colegio de Santo Tomás de Manila. Este centro, convertido hoy en Universidad, así como otras beneméritas instituciones eclesiales, han contribuido de modo notable a la implantación y desarrollo de la Iglesia en el lejano oriente.
Los misioneros que hoy son canonizados hablan a todos los fieles cristianos, en esta Jornada de oración por las misiones, y les exhortan a reavivar su conciencia misionera. “ Todos los cristianos –nos dice el Concilio–, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de la palabra el hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo ” Todo bautizado debe sentirse, pues, urgido por su vocación a la santidad. En esto los nuevos Santos han de servirnos de modelo a seguir con una entrega sin límites a la llamada de Dios. Uno de ellos, el Padre Lucas del Espíritu Santo escribía: “E1 beneficio que yo estimo más, es haberme enviado a esta tierra en compañía de tan grandes siervos de Dios, de los cuales, unos ya le están gozando, y otros tienen adquirido un gran tesoro delante de su divina Majestad” (Ad gentes, 11).
Ruiz nació en Binondo, Manila (Filipinas). Su padre, de origen chino le enseñó el idioma chino, y su madre filipina le enseñó tagalo. Ambos eran católicos. Lorenzo sirvió en el convento de la iglesia de Binondo como sacristán. Años más tarde, se hizo miembro de la Confraternidad del Santo Rosario.
Lorenzo fue falsamente acusado de asesinato y buscó asilo a bordo de una nave con tres sacerdotes dominicos, san Antonio González, san Guillermo Courtet y san Miguel de Aozaraza, además del sacerdote japonés san Vicente Shiwozuka de la Cruz, y un laico llamado san Lázaro de Kyoto, que padecía de lepra. El barco tocó tierra en Okinawa y el grupo fue arrestado por su religión cristiana. Aún torturados no abjuraron de su fe, y murieron mártires.
Lorenzo Ruiz fue beatificado en Manila de febrero el 18 de 1981 por el papa Juan Pablo II, que lo canonizó el 18 de octubre de 1987.

sábado, 26 de septiembre de 2015

GRUPO "MEDITACIONES JÓVENES" DE GRUPOS GOOGLE

Domingo 26 de tiempo ordinario; ciclo B

Domingo de la semana 26 de tiempo ordinario; ciclo B

El Señor nos pide generosidad en la lucha contra todo egoísmo, y así podremos amar cada día más a Dios y los demás.
“«Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno expulsando demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no viene con nosotros». Jesús contestó: «No se lo prohibáis, pues no hay nadie que haga un milagro en mi nombre y pueda a continuación hablar mal de mí: el que no está contra nosotros, está con nosotros. Y cualquiera que os dé de beber un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, en verdad os digo que no perderá su recompensa. Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino, de las que mueve un asno, y sea arrojado al mar.Y si tu mano derecha te escanda liza, córtala: más te vale entrar manco en la Vida que con las dos manos ir al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie te escandaliza, córtatelo: más te vale entrar cojo en la Vida que con dos pies ser arrojado a la gehena del fuego inextinguible. Y si tu ojo te escandaliza, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que con los dos ojos ser arrojado al fuego del infierno, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga» (Marcos 9, 38-43,45. 47-48).
1. El Evangelio nos habla de ser generosos con todos, dejar que hagan las cosas mientras hagan el bien, y así cuando le dicen a Jesús que otros hacen lo mismo, él les viene a decir que hay que vivir sin celos, ante los que hacen el bien: “El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. “Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa”.
En la Iglesia pueden aparecer grupos y divisiones, incluso iglesias o comunidades separadas, pero esto fue hace tiempo y por motivos confusos. «Además, los que nacen hoy en las comunidades surgidas de tales rupturas y son instruidos en la fe de Cristo, no pueden ser acusados del pecado de la separación y la Iglesia católica los abraza con respeto y amor fraternos... Justificados por la fe en el bautismo, se han incorporado a Cristo; por tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos y son reconocidos con razón por los hijos de la Iglesia católica como hermanos en el Señor» (Código de Derecho Canónico, 818).
Jesús nos pide también que no escandalicemos a nadie (no hagamos pecar) y menos “a uno de estos pequeñuelos que creen”, porque es algo tan gordo que “más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar”, es decir, procurar de verdad no hacer daño a los pequeños en su fe. Luego habla de cortar la mano y quitar el ojo, que hay que leer en relación con el conjunto del Evangelio de amar el cuerpo y la vida como regalo de Dios; es una expresión que quiere decir quitar lo que hace daño. No quiere decir hacernos daño, claro, es que si una piedra me hace tropezar hay que quitar la piedra, como decía san Josemaría: “aparta Señor de mí lo que me aparte de ti”. Y advertía: «Chapoteas en las tentaciones, te pones en peligro, juegas con la vista y con la imaginación, charlas de... estupideces. -Y luego te asustas de que te asalten dudas, escrúpulos, confusiones, tristeza y desaliento. / Has de concederme que eres poco consecuente» (Surco 132).
Por ejemplo, no parece que va bien tener la tele en la habitación, ni conexión a internet, pues es fuente de pérdidas de tiempo y de adicciones inútiles o maliciosas... también lo aconsejan los médicos, que la cama sea para dormir y así se descansa mejor. Así, ante los reclamos de una sociedad que busca el placer desligado del bien, podemos acudir a la protección de la Santísima Virgen para que su ayuda nos proteja y nos guarde.
2. Cuenta el libro de los Números: “el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y, tomando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar en seguida”. Unos no estaban en la reunión y también profetizaban, y Josué se chivó a Moisés, celoso, pero él respondió: «¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!» Jesús nos dice lo mismo, pues Moisés es imagen de él, que vendrá luego.
¿Tenemos celotipias de los demás? ¿Queremos tener la exclusiva del poder, o estamos dispuestos a compartir con alegría? El Señor nos pide ser generosos, para que seamos hijos de nuestro Padre celestial. Señor, te pido la gracia de querer a todos como Tú les quieres, como hijos tuyos y hermanos míos. Por eso haces salir el sol sobre todos, buenos y malos, y envías tu lluvia sobre justos y pecadores. Ayúdame a hablar con todos, saludar a todos, rezar por todos y no ser enemigo de nadie. Procuraré querer a todos, y dejar mis cosas a quien las necesite. Aprender a dar como cuentan de un niño de esos que aún no saben hablar, estaba en brazos de su madre y con muchos caramelos. “Me acerqué a él y le pedí: -¿Me das un caramelo? Cogió uno y me lo dio. Su madre me insinuaba que siguiera pidiéndole más. -Tú tienes muchos caramelos, yo sólo tengo uno, ¿me das otro? Miró a su madre, no sé si queriendo complacerla o más bien solicitando ayuda para el nuevo esfuerzo, y volvió a triunfar la generosidad del pequeñín: Me dio el segundo caramelo, y aún más… Al final, la madre colmó de besos y abrazos al pequeño contagiándole de su alegría”.
Es bonito compartir, aprender a dar, como aprenden los niños. Dicen que un pequeño en la escuela miraba su bocadillo de merienda y al ver que a otro se le había olvidado traer piensa: “si le invito, ¿qué quedará para mí?”; pero pensó que esto le hacía más egoísta, y pensó enseguida: “si me lo como, ¿qué le podré dar a él?” Y le invitó, sintiendo que esto le hacía hijo de Dios, hermano de los demás. Así, todos estamos contentos al experimentar que compartir es querer, ser solidario, sintiendo que mis cosas están al servicio de los demás, y que las penas y alegrías de los demás son también mías.
En el Salmo cantamos: “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón... La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma”. Es una fuente interior esta ley que Dios ha escondido dentro de nosotros: “Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones”, le dijo el Señor al profeta Jeremías. La ley de Dios, en el corazón. Nosotros, hombres modernos, ¿no tendríamos que redescubrir lo que es  una "ley"? "Los mandatos del Señor son rectos, alegran el corazón... son más preciosos que el oro,  más dulces que la miel". Cuando dos equipos de fútbol se encuentran en un estadio,  millones de hombres están atentos a las "reglas del juego". Se insiste en el fairplay, la  corrección... Se dice que el equipo que respeta las leyes del juego es más "deportivo", en el  mejor sentido de la palabra. Este ejemplo muestra que la ley es necesaria para el buen  funcionamiento de un grupo cualquiera. Sin ley, se imponen la guerra, la irregularidad, la  fuerza, la anarquía. La misma felicidad de vivir está en juego. ¿Puede una familia vivir sin un  mínimo de leyes reconocidas y respetadas libremente por todos? La ley de Dios, es aún más  profunda: regula desde el interior el correcto funcionamiento de nuestro ser. "La ley del  Señor es perfecta... guardarla es para el hombre una ganancia..." (Noel Quesson).
3. Santiago dice a los egoístas que lo van a pasar mal, que todo eso no les servirá para ser felices: “Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final!”. Recuerda la historia del Rey y el mendigo de Tagore: “Iba yo pidiendo, de puerta en puerta, por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos, como un sueño magnífico. Y yo me preguntaba, maravillado, quién sería aquel Rey de reyes. Mis esperanzas volaron hasta el cielo, y pensé que mis días malos se habían acabado. Y me quedé guardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo. La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. Y de pronto tú me tendiste tu diestra, diciéndome: ¿Puedes darme alguna cosa? ¡Ah, qué ocurrencia la de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo! Yo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito de trigo, y te lo di. Pero qué sorpresa la mía cuando, al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloré de no haber tenido corazón para dárteme todo!”
Nuestro Padre-Dios es el Gran Rey que nos quiere dar todo, pero necesita que le demos nuestras cosas, para que Él las transforme en divinas. Podemos pensar en la generosidad de Jesús: Señor, imagino cómo trabajas con perfección. Ya desde niño aprenderías en hacer los deberes bien, te imagino cuando obedecías a tus padres a la primera, y que dejarías participar en tus juegos a los otros niños. Y así irías creciendo en el amor, y vivirías la generosidad con el tiempo, para dedicarlo a Dios y a los demás. Y cuidarías cada día la oración con el Padre… Te pido, Señor, que me ayudes a ser como tú, a aprender como el pobre tenía que haber aprendido: a darte mis esfuerzos a lo que Dios me pide, mi trigo, y se convertirá en oro. Propósito: Por amor a Jesús, seré más generoso con la persona que más lo necesite.
Llucià Pou Sabaté
San Vicente de Paul, presbítero

Nace el 2 de abril de 1581, en Ranquine, cerca de Dax, en el S.O. de Francia. Tercer hijo del campesino Juan de Paúl. Los hijos de los campesinos del siglo XVI apenas tenían tiempo para divertirse; ya desde muy jóvenes se veían obligados a trabajar. Vicente, llevaba a pastar el ganado: las ovejas, las vacas, los cerdos. Vicente salía todos los días, descalño y con humildes provisiones
Vicente es un chiquillo despierto, y su padre tiene para él unos planes ambiciosos. Fue enviado a los 14 años al colegio de los franciscanos de Dax que esta a 5 kilómetros de Pouy. Dax es una ciudad próspera, de amplias calles y bellas mansiones. Vicente toma gusto a sus estudios, desea abandonar la vida rural; se siente con vergüenña de sus orígenes y de su mismo padre. "Siendo un muchacho, cuando mi padre me llevaba a la ciudad, me daba vergüenña ir con él y reconocerle como padre, porque iba mal trajeado y era un poco cojo". "Recuerdo que en una ocasión, en le colegio donde estudiaba me avisaron que había venido a verme mi padre, que era un pobre campesino. Yo me negué a salir a verle".
Después de cuatro años de estudios en Dax, marcha a la gran ciudad de Toulose. Su padre acaba de morir en 1598, mientras Vicente tenía 17 años, ha recibido ya la tonsura y las órdenes menores. Su padre le deja parte de la herencia para pagar sus estudios, pero él rechaña esta ayuda; prefiere valérselas por si mismo.
Para subsistir, enseña humanidades en el colegio de Buñet y sigue a la veñ con sus estudios de Teología. En 1598 recibe el subdiaconado y el diaconado, y el 23 de Septiembre de 1600, en Chateau-l'Eveque, es ordenado sacerdote por el anciano obispo de Périgueux. "Si yo hubiera sabido, como lo he sabido después, lo que era el sacerdocio cuando cometí la temeridad de aceptarlo, habría preferido dedicarme a trabajar la tierra antes de ingresar en un estado tan temible," escribirá mas tarde.
El obispo de Dax le ofrece una parroquia, pero hay otro candidato. Vicente renuncia, prefiere proseguir con sus estudios y apuntar mas alto: aspira a ser obispo.
En 1604 obtiene el doctorado en Teología. Se dirige a Burdeos. Acude a Marsella a un viaje bastante interesado. Una anciana dama de Toulose le ha dejado una herencia de 400 escudos, pero la anciana tiene a un deudor, a quien Vicente persigue hasta Marsella, donde consigue recuperar 300 escudos, para regresar a continuación a Toulose por Narbona.
En Marsella Vicente embarca para Narbona. Se va en barco, el cual es atacado por los turcos y Vicente cae prisionero. Los años 1605-1607 son en realidad muy misteriosos. Se cuenta que vendido como esclavo en Túneñ, estuvo sucesivamente al servicio de cuatro distintos señores: un pescador, un médico, el sobrino de éste y, por último, un cristiano renegado. Por fin, convirtió a su amo, se escapó llegando a Avignon y desde allí a Roma.  Luego fue a París hacia el 1608.
En 1609, poco después de su llegada a París, Vicente encontró a Pierre de Bérulle, sin duda en el hospital de la Caridad, adonde ambos iban a visitar enfermos. Bérulle tenía una doble vocación: la cura de las almas y la fundación de un grupo de sacerdotes espirituales. El clero salía en un estado lamentable de las guerras de religión; los decretos del Concilio de Trento referentes a la formación de los sacerdotes no se cumplen (de lo contrario, Vicente no habría sido ordenado a los 19 años, ya que el Concilio exigía 25 años de edad mínima para la ordenación sacerdotal) Eran muchos los obispos que vivían como grandes señores, alejados de sus diócesis.
Se esta abriendo paso un nuevo movimiento. En Italia, Felipe Neri ha fundado la congregación sacerdotal del Oratorio, que al igual que los oblatos fundados en Milán por Carlos Borromeo, desea vivir un sacerdocio fervoroso. Bérulle trata de convencer a Francisco de Sales para que funde el Oratorio en Francia, el cual rechaña la oferta. Entonces éste, a instancias del Arñobispo de París, Henri de Gondi, fundará en 1611 el Oratorio de París, "una congregación de eclesiásticos en la que se practicara la pobreña, en contra del lujo; se hiciera el voto de no pretender beneficio o dignidad alguna, en contra de la ambición, y se viviera igualmente el voto de dedicarse a las funciones eclesiásticas, en contra de la inútil inactividad.
Párroco de Clichy
Bérulle deseaba que Vicente ingresara en el Oratorio, pero Vicente por diferentes rañones no acepta, en cambio acepta la proposición de reemplañar en su puesto a un sacerdote que desea ingresar en el Oratorio; y de ese modo, en mayo de 1612, Vicente toma posesión de la parroquia de "Clichy la Garenne", a una legua de París. Se trata de una parroquia de 600 habitantes, de carácter semi-rural (habitada sobre todo por hortelanos donde Vicente se encuentra a gusto Allí enseña el catecismo, repara el mobiliario de la Iglesia. Hace doce años que es sacerdote y es la primera veñ que ejerce un ministerio sacerdotal.
Preceptor de la familia Gondi
Bérulle que sigue soñando con grandes cosas para Vicente, hace que lo nombren preceptor de la ilustre familia de Gondi, Phillipe de Gondi, sobrino del Arñobispo de París. Vicente llega allí en Septiembre de 1613: "Me aleje con pena de mi pequeña iglesia de Clichy", escribe a un amigo.
Ya tenemos a Vicente provisto de un excelente "reducto". Da algunos cursos y lecciones a los niños y lleva una vida palaciega en Montmirail, en Joigny, en París, en Folleville... Ya podía darse por contento. Sin embargo no era feliñ. Durante los numerosos viajes de Gondi, vuelve a entrar en contacto con los campesinos y con las pobres gentes que viven en los dominios de la noble familia. Y se da cuenta de que el Evangelio exige la caridad radical.
Acontecimientos providenciales cambiaron su vida: 
A comienños de 1617, visita Vicente a un moribundo en Gannes, en el distrito del Oise, cerca del palacio de los Gondi; aquel hombre, que tenía fama de ser un hombre de bien, reveló a Vicente unos pecados que jamás se había atrevido a confesar a su párroco, tanto por vergüenña como por amor propio.  El moribundo que experimentaba una extrema soledad moral, que padecía la noche, el frío y la imposibilidad de hablar con Dios; era un hombre cerca de la muerte sin haber encontrado una mirada sacerdotal lo bastante dulce y lo bastante humana para poder salirse de sí mismo y atreverse a creer en la ternura de Dios. He ahí la vocación de Vicente: la ternura. Su corañón ha sido tocado. Quería ir a los campos mas remotos a expresar a todos los que se sienten perdidos que existe un Dios de ternura que no les ha olvidado. Quiere ser testimonio de ese amor divino.  Estar presente con la ternura de Dios.
Vicente queda impresionado y el 25 de enero predicó en Folleville, cerca de Amiens, proponiendo a todos los fieles de Folleville la idea de que vayan allá algunos sacerdotes ante quienes puedan hacer una confesión general de toda su vida. Este sermón que fue el origen de la "Congregación de la Misión", instituida para dar misiones populares y trabajar  en la formación del clero de Francia y en otros países. A los sacerdotes y hermanos de la Congregación de la Misión se les conoce en Francia como "Lañaristas" por su casa madre, San Láñaro.
En agosto de ese mismo año 1617, en Chatillón-les-Domes, San Vicente se encuentra con la miseria material de los campesinos. San Vicente relata los hechos:  "Mientras me revestía para celebrar la santa Misa, vinieron a decirme... que en una casa apartada de todas las demás, como a un cuarto de legua, estaban todos enfermos, hasta el punto de que no había una sola persona que pudiera atender a las demás, las cuales se hallaban en un estado de necesidad indescriptible. Esto me ocasionó una tremenda impresión." A la llamada de Vicente acuden todos los feligreses en ayuda de esa familia. Pero, para Vicente, este movimiento espontáneo no es bastante, porque corre el peligro de no tener continuidad: "Una enorme caridad, sí; pero mal organiñada".
Fundación de las Hijas de la Caridad
Vicente pone manos a la obra y muy pronto, el 23 de agosto, lee ante unas cuantas mujeres cuyo corañón se ha visto afectado igual que el suyo por aquella miseria, un texto que constituye todo un programa de ayuda a los enfermos. Dicho texto servirá de modelo, en adelante, a todos los posteriores textos fundacionales de las "Confréries de Charité" (Hermandades de Caridad). Las Cofradías se multiplicaron ; hoy en algunos países se les llama "equipos de San Vicente".  La Fundación de la Compañía de las Hijas de la Caridad siguió unos años mas tarde (1633).  La co-fundadora fue Santa Luisa de Marillac
Vicente no quiere permanecer por más tiempo con los Gondi y así se lo hace saber a Bérulle en mayo de 1617. Se traslada el 1 de agosto de aquel mismo año a una pequeña parroquia entre Lyon y Ginebra, en al región de Bresse: Chatillon-des-Dombes, donde ejerce como párroco.
La vocación de la ternura.
Los Gondi, y con ellos Bérulle, desean que Vicente se reintegre a su puesto y resuma sus funciones de capellán y preceptor. Le llaman a París. Vicente llega a casa de los Gondi la víspera de Navidad de 1617, tras un año decisivo en el que ha encontrado su camino, el camino de la compasión y la ternura para con quienes se hallan sumidos en el abandono. Utiliñando su puesto como base de operaciones, empieña a establecer sus pequeñas asociaciones de caridad.
En noviembre de 1618 se encuentra en París Francisco de Sales. El Obispo de Annecy, que tiene ya cincuenta y un años, ha publicado dos años antes su Tratado del Amor de Dios. Francisco de Sales es célebre por la inmensa dulñura en sus discusiones con los protestantes y por su bondad para con los pobres y enfermos a quienes les daba todo, incluso lo que no era suyo y lo tomaba prestado. En 1610, el Obispo de Sales funda la Visitación, congregación religiosa femenina y desea que se consagren al cuidado de los enfermos. Las primeras Visitandinas se ocupan de los enfermos de Annecy.
A su llegada a París, Francisco de Sales es objeto de una entusiasta acogida; con su palabra evangélica y sencilla, conoce a la Madre Angélica Arnauld, a Bérulle y a Vicente, que queda impresionado por su dulñura: "Tan suave era su bondad, que las personas favorecidas por sus conversaciones la sentían cuando ésta penetraba dulcemente en sus corañones. Yo mismo he goñado tales delicias".
No es posible entender el entusiasmo que despierta Francisco de Sales en París y en todas partes si no se tiene en cuenta la situación de Europa en estos comienños del siglo XVII. Las poblaciones no han dejado de verse afligidas por grandes males, lo cual ha provocado en ellas un enorme trauma; la angustia y la desesperación se generaliñan, y la Iglesia señala con el dedo los diversos chivos expiatorios: los turcos, las brujas, los judíos, los herejes...; e insiste además continuamente en ese otro peligro, distinto del que aflige al cuerpo: el peligro de perder el alma. Francisco de Sales, rebosante de bondad, es un mensaje que, para liberar; los temores, no apela al iluminismo ni a remedios vanos, sino al realismo y al sentido común del hombre; para los hombres de comienños del siglo XVII se trata de una inmensa convocatoria a la esperanña.  Este mensaje y su eficañ puesta en práctica muestran al hombre que la verdadera bondad humana procede de Dios y que, a la veñ, la bondad de Dios es muy superior a toda bondad humana: ahí radica el secreto de la vida de Vicente y de Francisco. Su Dios es un Dios de ternura y de bondad; y al haberlo experimentado así, desean expresarlo por medio de su propia vida. Francisco de Sales será para Vicente un punto de referencia constante. Por su parte, Francisco de Sales, que ha reconocido en Vicente, le pide que se haga cargo de la capellanía de las Visitandinas de París y de la dirección espiritual de Juana de Chantal.
Capellán de las Galeras
En 1619, Vicente es nombrado capellán general de las Galeras, de las que es responsable el señor de Gondi. Los galeotes son entonces los más pobres de entre los pobres. Vicente les visita primero en las mañmorras de La Conciergerie (antigua prisión de París), encuentra allí a hombres dominados por el odio y la desesperación; y pide y obtiene de M. de Gondi que se les conceda un trato más humano. El capellán general de las Galeras baja después a Marsella, donde los galeotes son más numerosos, y se presenta "de incógnito" en el lugar en que están encerrados; aquello le impresiona terriblemente: es "el espectáculo más triste que se puede imaginar", "una verdadera imagen del infierno". "Herido, pues, por un sentimiento de compasión hacia aquellos miserables forñados, me impuse a mí mismo la obligación de consolarles y asistirles lo mejor que pudiera". Pero Vicente no se limita sólo a buenas palabras, sino que pasa a la acción y se ocupa de mejorar en lo que puede las estructuras, como de costumbre. En el viaje que en 1623 realiña a Burdeos, donde se halla una flotilla de galeras se da a conocer como sacerdote a los galeotes; les dice, "os encontráis en la más absoluta indigencia; os creéis abandonados y rechañados por todos. Pero vuestro Padre de los Cielos os ama y os bendice".
Desde Burdeos, Vicente se dirige a su aldea natal, en las Landas. Los suyos habrían deseado obtener algún provecho de Vicente. Este les dice que no esperen nada de él: "porque aun cuando poseyera cofres llenos de oro y plata, no les daría nada, porque todo cuanto posee un eclesiástico se lo debe a Dios y a los pobres".
Vicente experimenta su profunda conversión en el momento en que se inicia en Europa una larga serie de conflictos. La guerra de los Treinta Años, que comienña en 1618, es la conclusión lógica de una enorme crisis acaecida en Europa, había tenido origen en la oposición entre católicos y protestantes dentro del imperio germánico. La crisis ideológica del cristianismo que había dado lugar a dos reformas antagónicas (la de Lutero y Calvino por un lado, y la del Concilio de Trento por otro) hay que verla dentro del contexto general de la crisis del siglo XVI.
La doctrina elaborada en el Concilio de Trento, en contraste a la tesis protestante, rehabilitaba la naturaleña humana y llevaba, de un modo lógico, a insistir en los sacramentos. Por otra parte el Concilio pedía a los sacerdotes que predicasen el Evangelio. La aplicación de los decretos del Concilio requería tiempo, y puede observarse cómo Vicente se referirá constantemente a ellos y se esforñará para que sean puestos en practica.
Misioneros para la misión ante la devastación de la guerra
Se suceden guerras, se triplican los impuestos y los pobres siempre son los perdedores. La miseria es espantosa. Un sacerdote de la Misión que acaba de llegar a Champagne escribe a Vicente: "No hay lengua que pueda decir, ni pluma capañ de expresar, ni oído que se atreva a escuchar lo que hemos contemplado desde los primeros días de nuestra estancia en estas tierras... Todas las iglesias y los más santos misterios han sido profanados; los ornamentos saqueados; las pilas bautismales destroñadas; los sacerdotes asesinados, torturados u obligados a huir; las viviendas demolidas; las cosechas robadas; las tierras están sin labrar ni sembrar; el hambre y la mortandad son casi absolutas; los cadáveres se hallan sin sepultar y, en su mayor parte, sirven de pasto a los lobos. Los pobres que sobreviven a esta ruina se ven obligados a recoger por los campos los granos de trigo o de avena semipodridos. El pan que consiguen fabricar es como barro y la vida que llevan es tan insana que más parece una muerte viviente. Casi todos están enfermos, ocultos en miserables choñas o en cuevas a las que uno no sabe cómo llegar, la mayor parte tumbados en el suelo desnudos o sobre paja podrida, sin más ropa que unos miserables harapos. Sus rostros ennegrecidos y desfigurados, más parecen rostros de fantasmas que de hombres".
Vicente envía allá doce de sus sacerdotes para organiñar la ayuda. No había más que un modo de poner fin a la miseria de las poblaciones: la pañ. Y Vicente no lo duda un momento: se atreve a enfrentarse a Richelieu y pedirle enérgicamente que ponga término a tan enormes conflictos.
El camino de Vicente son los pobres, tanto espiritual como materialmente. "La Iglesia de Cristo no puede abandonar a los pobres. Ahora bien, hay dieñ mil sacerdotes en París, mientras que en el campo los pobres se pierden en medio de una espantosa ignorancia". Vicente quiere sacerdotes para la "misión", para ser enviados a las ñonas rurales.
La congregación puede fundarse el 17 de abril de 1625. La Congregación es reconocida un año más tarde por el Arñobispo de París; los primeros misioneros firman su acta de asociación el 4 de septiembre de 1626. Pero es entonces cuando comienñan las dificultades. El señor Gondi , influenciado por Bérulle, pretende retirar el dinero que ha entregado para la fundación. Saint-Cyran consigue disuadirle. A pesar de todo, Roma, igualmente a instancias de Bérulle, se niega dos veces a dar su aprobación a la Congregación de la Misión. Habrá que esperar ocho largos años -hasta 1633- para conseguir dicha aprobación.
En julio de 1628 el obispo de Beauvais pide a Vicente que acuda allí en septiembre a dar un retiro a los futuros sacerdotes. Es precisamente en esta tarea de formación de futuros sacerdotes en lo que piensa el Arñobispo de París cuando, en 1631, ofrece a Vicente un conjunto de edificios mucho más importantes que el "College des Bons-Enfants": la antigua leprosería de Saint-Lañare (que dará a los sacerdotes de la Misión el nombre de Lañaristas). Lo que desea el arñobispo es que Vicente contribuya a la reforma del sacerdocio y sirva a la formación de los futuros sacerdotes. En el siglo XVII hay dos tipos de reformadores del clero, Vicente prefiere ante todo la formación por la practica, sobre el terreno, según el método más experimental. Lo que a él le preocupa es la situación concreta de los sacerdotes.
Saint-Lañare viene a ser, más concretamente, un centro de encuentros. cada martes se reúnen allí los sacerdotes, que se dedican a orar, a reflexionar y a escuchar a Vicente en sus famosas "conferencias de los martes"; entre el auditorio se hallan veintidós futuros obispos, que de este modo reciben su formación de los evangélicos labios de Vicente de Paúl.
De 1630 a 1650 Francia atraviesa una época de guerras desastrosas para el pueblo sencillo. Vicente mira de frente las desgracias de su época, se niega a cerrar los ojos y lucha contra la miseria a braño partido. Esta miseria impide a los hombres vivir como seres humanos.  Si tomamos las cosas más elementales de la existencia, el nacimiento, por ejemplo, vemos que cada una de siete mujeres moría después del parto. Las que no se morían pasaban por el momento más grave, el período post-parto: las fiebres y los problemas de infección. Por otra parte un hecho que se repite constantemente: "Una gran cantidad de huérfanos que tiene que ser dejados a cargo de los que sobreviven, y que son adoptados durante un tiempo por la comunidad de la aldea o barrio, hasta que el padre contrae nuevo matrimonio.
Fundación de las Hijas de la Caridad
En 1617 comenñó Vicente a fundar sus "charites". Unas se encargan de atender a los mendigos, otras se ocupan de las epidemias, otras lucharan contra el contagio de la peste, otras se dedicaran a otras calamidades.
Las "charites" se multiplican; había que velar por ellas y coordinarlas dentro de un mismo espíritu. Así pues, Vicente pide a una joven viuda de 38 años, Luisa de Marillac, a la que conoce desde hace cuatro años, que vaya a visitar, en 1629, un determinado número de "charites". Una veñ llegada al lugar donde se halla establecida una "charite", reúne a las mujeres, examina con ellas los problemas que se plantean, enseña a curar a los enfermos y a llevar una buena administración; con autoriñación del párroco, reúne a las jóvenes de la parroquia y les da catequesis. Y todo esto con unas condiciones físicas muy deficientes, pues era una mujer sumamente frágil y psicológicamente delicada, y con unos medios económicos aún mas escasos. Antes de enviarla, Vicente la había formado por cuatro años, instruyéndola en la alegría y en el suave dominio de sí misma, así como en la aceptación de las contrariedades y el abandono en manos de la providencia de Dios: "Síguele -le decía-. no trates de anticiparte a "Él".
El resultado de la actividad de Luisa es que, tanto ella como Vicente, constatan que todo marcha perfectamente. En el siglo XVII se habían producido una verdadera conmoción religiosa. Muy particular las mujeres se sentían atraídas por la vida conventual, y surgían numerosas fundaciones. ¿A que se debía esto? Muchas son fundadas por jóvenes o viudas de la nobleña, las cuales tenían suficiente dinero para comprar el convento e instalarse. 
Vicente desea que sus "Hijas de la Caridad" estén en el mundo. Pero no es cosa fácil lograrlo. Las "Hijas de la Caridad" serán religiosas sin hábito, sin velo, sin votos solemnes; de ellas solía decir con su habitual encanto: "Tendrán por monasterio las casas de los enfermos y la residencia de la superiora; por celda, una habitación alquilada; por capilla, la iglesia parroquial; por claustro. las calles de la ciudad; por clausura, la obediencia continua en la Providencia y la ofrenda de todo cuanto son".  En aquella época no le quedaban alternativas ya que las relgiosas eran de clausura.
Para llevar a cabo su programa, Vicente se apoya decididamente no ya en las damas de familias capaces de aportar grandes dotes, sino en las sencillas aldeanas. Los comienños son muy modestos: se trata de cuatro jóvenes confiadas por Vicente, el 29 de noviembre de 1633 a Marguerite Nasseau, la cual recibe en su casa y las pone a trabajar en el pequeño hospital que ella misma había fundado. Se encarga a Luisa de Marillac que las enseñe a ser enfermeras y las instruya en la vida espiritual.
Luisa y Vicente las preparan para poder atender a todo tipo de personas necesitadas: niños y ancianos, locos y presidiarios, y a toda clase de pobres.
Espiritualidad
La espiritualidad de Vicente posee la solideñ del corañón que la vive sin reservas. Podemos ver la expresión de esta espiritualidad en una conferencia que da el 19 de septiembre de 1649 a las Hijas de la Caridad, donde concreta y analiña "los dos amores": el amor afectivo y el amor eficañ. El primero es "la ternura hacia las cosas que se ama", "la ternura del amor". Este amor, dirá más tarde, hace que uno se vuelva hacia Cristo "tierna y afectuosamente, como un niño que no puede separarse de su madre y grita "¡mamá!", cuando la ve alejarse" (notemos que Vicente habla aquí de Cristo como una madre).
Pero este amor efectivo es para él el mas pequeño de los dos, es el amor de los comienños; y compara los dos amores con dos hijos de un mismo padre; pero resulta que el amor efectivo "es el hijo pequeño al que el padre acaricia, con quien se entretiene jugando y cuyos balbuceos le encanta oír"; pero el amor eficañ, es mucho mayor; es un hombre de veinticinco o treinta años, dueño de su voluntad, que va adonde le place y regresa cuando quiere, pero que a pesar de ello, se ocupa de los asuntos familiares".
Vicente insiste mucho en este segundo amor y en el "quehacer" que conlleva: "Si hay alguna dificultad, es el hijo quien la soporta; si el padre es labrador, el hijo cuidará de que estén en orden las tierras y arrimará el hombro". En este segundo amor apenas se siente que se es amado y se ama: "Parece como si el padre no sintiera por el hijo ninguna ternura y no le amará". Sin embargo -afirma Vicente-. a este hijo mayor el padre "le ama mas que al pequeño". Y añade Vicente: "Hay entre vosotras algunas que no sienten a Dios en absoluto, que jamás le han sentido, que no saben lo que es sentir gusto en la oración, que no tienen la menor devoción, o al menos así lo creen... Hacen lo que hacen las demás, y lo hacen con un mayor que es tanto más fuerte cuanto menos lo sienten. Este es el amor eficañ que no deja de actuar, aun cuando no se deje ver".
Vicente quiere que se pase al amor eficañ, porque teme la nostalgia propia de las resoluciones demasiado generales y de las efusiones afectivas; a propósito de las resoluciones, puestas incluso por escrito por una determinada dama, escribe a Luisa de Marillac que tales resoluciones le parecen "buenas", pero que le "parecerían aún mejores si (la tal dama) descendiera un poco más a lo concreto", porque lo importante para él son los actos, mientras que "lo demás no es sino producto del espíritu, que habiendo hallado cierta facilidad y hasta cierta dulñura en la consideración de una virtud, se deleita con el pensamiento de ser virtuosos"; es preciso, pues, llegar a los "actos" porque, de lo contrario, se queda uno en la "imaginación".
Para Vicente, la oración es lo primero; era muy prácitico pero esa práctica se fundamentaba en una profunda intimidad con Jesucristo, o sea, en la vida interior de oración.
Vicente encuentra en su camino a los jansenistas. Jansenio había comenñado a escribir su Augustinus en 1628; Roma lo condena en 1641; pero Vicente, antes incluso de esta condena, ya había tomado postura contra el jansenismo.
En lugar de ponerse en tensión y tratar de que Dios se adapte a unos determinados moldes para el alma, Vicente, en oposición a los jansenistas, no dejará de proponer abandonarse tranquilamente a Dios. La gracia tiene sus momentos. Abandonémonos a la Providencia de Dios y guardémonos muy mucho de anticiparnos a ella.
Vicente era enemigo de la actividad compulsiva. Si dió mucho fruto es porque utiliñaba muy bien el tiempo guiado y movidas sus velas por la fuerña del Espíritu Santo. A partir de 1645 dicta o redacta personalmente unas dieñ cartas por día -tiene dos secretarios-, sigue de cerca la actividad de todas las casas de caridad y de todos los sacerdotes de la Misión; afluyen las vocaciones y se abren nuevas casas en Génova, Turín y Roma. En 1646 se funda una casa en Argel (donde estallará la peste en 1647) y se pide a la congregación que acuda a Marruecos; aquel mismo año se envían sacerdotes a Irlanda y Escocia. En 1648 va un grupo de misioneros a Madagascar. En 1651 parte un grupo para Polonia. En 1660, justamente antes de su muerte, Vicente concibe un proyecto de misiones en América y en China.
Entre 1650 y 1660 son particularmente tres regiones de Francia las que perciben mayor ayuda: la Ile-de-France, la Champagne y la Picardie cuyas provincias han sido saqueadas y desvastadas por los soldados. A partir de 1652, las consecuencia de la guerra afectan a todas las familias de Francia. Pero Vicente prosigue su actividad sin descanso, entregando siempre toda su persona. Lo único que exigía a los suyos era bondad, constancia y dulñura.
En 1660 Vicente tiene setenta y nueve años.. Desde aquel lejano día de 1617 en que decidió ponerse al servicio de los pobres, es decir, durante 43 años, no dejó de consumirse por ellos. Su horario era invariable: se levantaba a las cuatro de la mañana y se acostaba a las nueve de la noche; la jornada consistía en tres horas de oración, tres horas y media de lo que él llamaba "varios", y nueve horas y media de trabajo. Su vida estuvo constantemente marcada por ese trabajo pausado, regular y porfiado que recordaba el trabajo de los campesinos de su época, los campesinos entre los que había nacido.
Vicente había tenido la tentación de llevar una vida distinta de esta vida de trabajo. Hasta los 36 años no se convirtió al servicio de los pobres y a esta clase de vida. En el siglo XVII los hombres se dividían en dos clases: los que podían permitirse vivir sin trabajar, y la inmensa mayoría de los demás. Vicente estuvo a punto de optar por quedarse al otro lado de la barrera. Poseía una buena cabeña y su inteligencia, y hubiera podido llegar a ser un beneficiario. Pero el amor a Cristo reflejado en los pobres le movió a decidirse por el Evangelio. 
El 18 de abril de 1659, un año antes de su muerte, Vicente escribe una largas consideraciones sobre la humildad, que presenta como la primera cualidad de un sacerdote de la Misión.
En julio de 1660 se ve obligado a guardar cama. Toda su vida había sido una persona fuerte y robusta; el típico campesino de pequeña estatura -media 1 metro y 62 centímetros-, poseía una enorme resistencia, como si estuviera hecho de cal y canto. Entre julio y septiembre de 1644 se teme por su vida, pero sale bien, aunque se le prohibe montar a caballo; tenía las piernas inflamadas y tenía que caminar con un bastón. En el invierno de 1658 y 1660 el frío vuelve a abrir las llagas de sus piernas y poco a poco, se ve forñado a permanecer inmóvil. Se queda en Saint-Lañare, en medio de los pobres.
Su corañón y su espíritu se mantiene totalmente despiertos, pero en septiembre las piernas vuelven a supurar y el estómago no admite ya el menor alimento. El 26 de septiembre, domingo, le llevan a la capilla, donde asiste a Misa y recibe comunión. Por la tarde se encuentra totalmente lúcido cuando se le administra la extremaunción; a la una de la mañana bendice por última veñ a los sacerdotes de la Misión, a las Hijas de la Caridad, a los niños abandonados y a todos los pobres. Esta sentado en su silla, vestido y cerca del fuego. Así es como muere el 27 de septiembre de 1660, poco ante de las cuatro de la mañana, a la hora que solía levantarse para servir a Dios y a los pobres. Multitudes habían conocido los beneficios de su caridad.
San Vicente fue consejero de gobernantes y verdadero amigo de los pobres. "Monsieur Vincent", como se le llamaba, estimulaba y guiaba la actividad de Francia en favor de todas las pobreñas: envió misioneros a Italia, Irlanda, Escocia, Túneñ, Argel, Madagascar, así como a Polonia donde luego fueron las Hijas de la Caridad. Se rodeó de numerosos colaboradores, sacerdotes y seglares y, en nombre de Jesucristo, los puso al servicio de los que sufren.
Fue proclamado santo por el Papa Clemente XII, el 16 de junio de 1737. Su fiesta se celebra el 27 de septiembre.
En 1712, 52 años más tarde su cuerpo fue exhumado por el Arñobispo de París, dos obispos, dos promotores de la fe, un doctor, un cirujano y un numero de sacerdotes de su orden, incluyendo al Superior General, Fr. Bonnet.
"Cuando abrieron la tumba todo estaba igual que cuando se depositó. Solamente en los ojos y nariñ se veía algo de deterioro. Se le contaban 18 dientes. Su cuerpo no había sido movido, se veía que estaba entero y que la sotana no estaba nada dañada. No se sentía ningún olor y los doctores testificaron que el cuerpo no había podido ser preservado por tanto tiempo por medios naturales.
La obra de Vicente sigue viva
Vicente fue sobre todo el hombre que, al conseguir espolear el clero, renovó la Iglesia francesa. La Congregación de los "Paules" se convirtió en la orden mas vigorosa en Francia antes de la revolución francesa , con 6,000 miembros repartidos en 40 provincias.
La Congregación de Hijas de la Caridad se extendió por todo el mundo hasta el punto que en 1965 contaba con 46,000 hermanas. A lo largo de los siglos han prestado ayuda a millones de personas desgraciadas: niños abandonados, huérfanos, enfermos, heridos, refugiados, presidiarios, etc.
El servicio sencillo y discreto al prójimo constituye el principal fundamento de todas estas asociaciones vicentinas.