domingo, 14 de septiembre de 2025

Lunes de la semana 24 de tiempo ordinario (impar): tu Palabra, Señor, nos trae la salvación con la Eucaristía y la caridad

Lunes de la semana 24 de tiempo ordinario (impar): tu Palabra, Señor, nos trae la salvación con la Eucaristía y la caridad

A. Lecturas

1. I Timoteo (2,1-8):

Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno, y de este testimonio –digo la verdad, no miento– yo he sido constituido heraldo y apóstol, maestro de los gentiles en la fe y en la verdad. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar elevando hacia el cielo unas manos piadosas, sin ira ni discusiones.

2. Sal 27

R/. Salva, Señor, a tu pueblo

Escucha, Señor, mi súplica
cuando te pido ayuda
y levanto las manos hacia tu santuario. 
R/.

El Señor es mi fuerza y mi escudo,
en él confía mi corazón;
él me socorrió y mi corazón se alegra
y le canta agradecido. 
R/.

El Señor es la fuerza de su pueblo,
el apoyo y la salvación de su Mesías.
Salva, Señor, a tu pueblo
y bendícelo porque es tuyo;
apaciéntalo y condúcelo para siempre. 
R/.

 

3. Lucas 7,1-10: «Cuando terminó de decir todas estas palabras al pueblo que le escuchaba, entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un criado enfermo y moribundo a quien estimaba mucho. Habiendo oído hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, cuando llegaron junto a Jesús, le rogaban encarecidamente diciendo: «Merece que hagas esto, pues aprecia a nuestro pueblo y él mismo nos ha construido una sinagoga». Jesús, pues, se puso en camino con ellos. Y no estaba ya lejos de la casa cuando el centurión le envió unos amigos para decirle: «Señor no te tomes esa molestia, porque no soy digno de que entres en mi casa, por eso ni siquiera yo mismo me he considerado digno de venir a ti; pero di una palabra y mi criado quedará sano. Pues también yo soy un hombre sometido a disciplina y tengo soldados bajo mis órdenes: digo a éste: ve, y va; y al otro: ven, y viene; y a mi siervo: haz esto, y lo hace». Al oírlo, Jesús quedó admirado de él, y volviéndose a la multitud que le seguía, dijo: «Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe». Y cuando volvieron a casa, los enviados encontraron sano al siervo.

B. Comentario

1. –"Ante todo recomiendo que se hagan plegarias... por todos los hombres". Una «plegaria universal»: ¡rogar por todos los hombres! El concilio Vaticano Il restableció esa antigua tradición. Las asambleas de los primeros cristianos debían de ser poco numerosas, pues no habiendo todavía iglesias ni capillas, se reunían sólo en casas particulares. Ahora bien, san Pablo les pide que amplíen su plegaria a las dimensiones del mundo entero. Aunque poco numerosos, todavía hoy, los cristianos reunidos representan la humanidad ante Dios y son solidarios de «todos». No se va a misa con el fin de rogar primero por sí mismo o por el círculo restringido de los suyos... se va por la «multitud» a la cual Jesús ha dado su vida. Esta invitación de Pablo podría ser para mí una incitación a reservar un rato a esa misma «oración universal».

-"Sobre las plegarias de petición, de intercesión de acción de gracias..." Este es el contenido ordinario de toda plegaria verdadera. Los fines de la misa resumen esa plegaria que dirigimos a Dios. La adoración, acción de gracias (eucaristía), petición de perdón, e impetración de dones. Conocí a un hombre bueno, Alvaro del Portillo, que rezaba: "¡Señor: gracias, perdón, y ayúdame más!" Sin darse cuenta quizá, resumía así los cuatro fines de nuestra misa y nuestra vida: "¡Señor!": adoración. "Gracias": agradecimiento. "Perdón", te pido perdón por eso y lo otro… "Y ayúdame más" en estas cosas que traigo en la cabeza…

-"Por los jefes de Estado y todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir con tranquilidad y seguridad, como hombres religiosos y cabales". Ya entonces sentía san Pablo la importancia de esas articulaciones colectivas y en particular de «aquellos que tienen responsabilidades» sobre todo un conjunto de hombres. Nuestras preces universales actuales han reemprendido esa intención. No olvidemos que los jefes de Estado por los que Pablo pedía oraciones eran en aquella época todos paganos. Esta nota nos permite subrayar el papel de la política, de los gobiernos, según san Pablo: en su terreno profano deben permitir y facilitar la paz civil, en la tranquilidad y seguridad... para que sea posible una vida humana religiosa y seria.

-"Porque Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al pleno conocimiento de la verdad". Frase célebre que hay que dejar que resuene en nuestro interior. Nuestra oración tiene que ser universal porque la voluntad de salvación es universal: ¡qué «todos» los hombres se salven!

-"No hay más que un solo Dios, un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos los hombres". Dos razones profundas motivan que nuestra oración sea universal. --Dios es el único Dios, el de todos... --Jesús es el único camino para ir a Dios... Si nuestro corazón ha de estar ampliamente abierto al mundo entero, es porque el corazón de Dios ama y quiere salvar a todos los hombres. ¡Cada hombre, cada mujer, uno a uno, es amado de Dios! (Noel Quesson).

-"Quisiera pues que los hombres oren en todo lugar elevando sus manos al cielo".

2.  El salmo recoge este tono de súplica: "escucha mi voz suplicante cuando te pido auxilio, cuando alzo las manos hacia tu santuario. Salva a tu pueblo y bendice tu heredad". Es la oración universal u oración de los fieles donde en la misa, "el pueblo, ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos los hombres... por la santa Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren alguna necesidad y por todos los hombres y la salvación de todo el mundo" (IGMR 45).

3. Jesús, hoy nos muestras tu diálogo con un hombre de fe: -"Jesús entró en Cafarnaúm. Un centurión del ejército romano tenía un siervo a quien estimaba mucho; éste estaba enfermo a punto de morir". Este oficial era un pagano... pues al hacer el milagro que le pedía, Jesús hizo notar "que no había encontrado una fe tal ni en Israel". Estamos ante una salvación universal… desde su fundación de Jesús, aunque luego no todos vivan ese espíritu…

-"El centurión había oído hablar de Jesús, y le envió unos notables judíos para rogarle que fuera a curar a su siervo...": "Merece que se lo concedas porque quiere a nuestra nación y es él quien nos ha construido la sinagoga". Ese pagano es seguidor de Jesús sin saberlo, busca la verdad, y de su propio bolsillo había pagado la construcción de una sinagoga, que no era su religión romana. Quizá había superado el politeísmo. Entre los paganos y los incrédulos que me rodean ¿no los hay que se interrogan y que buscan la verdad?

-"Jesús se fue con ellos. No estaba ya lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, que yo no soy quién para que entres bajo mi techo. Por eso tampoco me atreví a ir en persona a encontrarte."" No quiere el pagano que Jesús se manche entrando en su casa, pero Jesús, para quien no hay esas impurezas legales, agradece esa atención y es respetuoso con el detalle de cortesía.

-"No merezco que entres bajo mi techo". Como él, también nosotros nos encontramos indignos de estar en presencia de Dios: ¡es maravilloso pensar que la Iglesia no ha hallado fórmula mejor para poner en nuestros labios en el momento que nos acercamos a la eucaristía! Repito esa fórmula de humildad, de verdad. Rezo...

-"Pero con una palabra tuya se curará mi criado". Jesús, sueles curar con gestos y palabras, y delante de la persona enferma. Aquí lo harás a distancia con el centurión, y solo con la palabra, como decimos en la misa: "pero di solamente una palabra y mi alma quedará salvada".

Y el oficial subraya el poder de la palabra, por su propia experiencia del mando -"digo a mis subalternos: "ve" y "va""- y quiere decir que tu palabra, Jesús, es una palabra potente, que realiza siempre lo que decide. Jesús, di una palabra por lo que te pido… (lo que tengamos en el corazón ahora mismo): que se cure esa persona, que se arregle esta situación… si conviene, si es la voluntad de Dios… tu sola Palabra está presente para salvarnos. Auméntame la fe, Señor, para creer en esta Palabra, que opera nuestra salvación.

-"Al oír esto Jesús se quedó admirado: No he encontrado tanta fe..."  La Fe... ese sexto sentido que nos permite percibir unas realidades nuevas, invisibles a los sentidos corporales. Dichosos ellos, paganos modernos o cristianos, que mantienen su corazón a la escucha de esas realidades misteriosas y que no aceptan estar solamente clavados a la materia... al tiempo... Lo eterno está aquí (Noel Quesson).

Hoy vemos también intercesores, santos que nos ayudan a aumentar la fe: «Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos a Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad» (Catecismo 956).

Señor, auméntame la fe, basada en la humildad: «no soy digno de que entres en mi casa»… y esto no depende de mis méritos: «Pásmate ante la bondad de Dios, porque Cristo quiere vivir en ti..., también cuando percibes todo el peso de la pobre miseria, de esta pobre carne, de esta vileza, de este pobre barro.

"-Sí, también entonces, ten presente esa llamada de Dios: Jesucristo, que es Dios, que es Hombre, me entiende y me atiende porque es mi Hermano y mi Amigo» (J. Escrivá, Forja 182).

 

Llucià Pou Sabaté

14 de septiembre, Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz: la misericordia divina transforma el mal y el pecado en perdón y salvación, pero es preciso mirar la Cruz, dejarse amar por Jesús

14 de septiembre, Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz: la misericordia divina transforma el mal y el pecado en perdón y salvación, pero es preciso mirar la Cruz, dejarse amar por Jesús

 

A. Lecturas:

   1. Números 21,4-9: En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo rodeando el territorio de Edom.

   El pueblo estaba extenuado del camino y habló contra Dios y contra Moisés: -¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos pan ni agua y nos da náusea ese pan sin cuerpo. 

   El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés diciendo: -Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes.

   Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: -Haz una serpiente y colócala en un estandarte: los mordidos de serpiente quedarán sanos al mirarla. Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte; cuando una serpiente mordía a uno, miraba la serpiente de bronce y quedaba curado.

   2. Salmo 77,1-2. 34-35. 36-37. 38: Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; / inclinad el oído a las palabras de mi boca: / que voy a abrir mi boca a las sentencias, / para que broten los enigmas del pasado.

   Y cuando los hacía morir, los buscaban, / y madrugaban para volverse hacia Dios; / se acordaban de que Dios era su roca, / el Dios Altísimo, su redentor.

   Lo adulaban con sus bocas, / pero sus lenguas mentían: / su corazón no era sincero con él / ni eran fieles a su alianza.

   El, en cambio, sentía lástima, / perdonaba la culpa y no los destruía: / una y otra vez reprimió su cólera, / y no despertaba todo su furor.

   3. Filipenses 2,6-11: Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble -en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo-, y toda lengua proclame: «¡Jesucristo es Señor!», para gloria de Dios Padre.

   4. Juan 3,13-17: "En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: -Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él".

 

B. Comentario:

   1. En el 630 Heraclio, emperador de Bizancio, tras derrotar al rey de Persia, Cosroes, recuperó la reliquia de la Santa Cruz que éste se había llevado de Jerusalén catorce años antes. Cuando iban a colocar de nuevo la reliquia de la Cruz en la basílica que Constantino había erigido en el Calvario, cuenta una tradición litúrgica que "Heraclio, revestido con ornamentos de oro y piedras preciosas, quiso cruzar la puerta que da al Calvario, pero no podía. Cuanto más se esforzaba por seguir, más se sentía como clavado en aquel lugar. Estupor general. Entonces el obispo Zacarías le hizo notar al emperador que tal vez aquellas ropas de triunfo no condecían con la humildad con que Jesucristo había cruzado aquel umbral llevando la cruz. Inmediatamente el emperador se despojó de sus lujosas vestiduras y, con los pies descalzos y vestido como un hombre cualquiera, recorrió sin la menor dificultad el resto del camino y llegó hasta el lugar donde había que colocar la cruz".

   De este episodio proviene remotamente el rito del Papa que se dirige sin ornamentos y con los pies descalzos, a besar la cruz. Nosotros también queremos, como el publicano (cf Lc 18,14), acercarnos con sencillez a la cruz y sentirnos perdonados, renovados como dice el profeta Isaías: "Será doblegado el orgullo del mortal, será humillada la arrogancia del hombre; sólo el Señor será ensalzado aquel día" (Is 2,17).

   En la Cruz, Señor, dijiste "todo está cumplido" (Jn 19,30). Te pido que hagas que ese día sea también hoy, que me meta en esas palabras de tu anonadamiento: "Cristo Jesús, a pesar de su condición divina, no se aferró a su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó a sí mismo" (Flp 2,6-8). Tú haces, Señor, que en tu carne el dolor sea convertido en gloria: "No tenía presencia ni belleza que atrajera nuestras miradas, ni aspecto que nos cautivase. Despreciado y evitado de la gente, al verlo se tapaban la cara; lo tuvimos por un contagiado, herido de Dios y afligido" (Is 53,2-4). María, tú entiendes de ese dolor, te pido que con tu intercesión participe yo también de "la fuerza de la cruz" (cf 1 Co 1,18), de la debilidad convertida en gloria.

   El pueblo de Israel se queja por el desierto de la comida, añora el pescado y las cebollas de Egipto cuando unas serpientes muy peligrosas los atacaron, y la serpiente de bronce levantada por Moisés sobre un asta en medio del campamento pasa a ser profecía de Jesús, levantado sobre el madero de la cruz. Somos salvados también nosotros si «nos volvemos» hacia la cruz de Jesús, es decir, si nos convertimos. El pecado de la serpiente del Génesis, la seducción de la humanidad por el mal, queda aquí transformado en motivo de salvación.

   Nos dijiste también, Señor, que «cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí. Decía esto para significar de qué muerte iba a morir» (Jn 12,32-33).  Moisés intercedió por el pueblo, y así tú, Señor, en oración eres el que nos lleva a la tierra prometida de tu Reino. Tú eres el Camino, la Verdad que en él encontramos, y la Vida que es compartir con nosotros la tuya.

   Así, te nos muestras en el salmo como el buen Pastor que nos busca para salvarnos: "Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; / inclinad el oído a las palabras de mi boca: / que voy a abrir mi boca a las sentencias, / para que broten los enigmas del pasado". Quiero aprender de tu providencia, Señor, para sentirme seguro en tus manos, en que me guías a lo largo de mi vida, de la historia como hiciste en la salida de Egipto de Israel, dándoles agua y comida en el desierto.

   En tu cruz, Señor, Dios se vuelve contra sí mismo, hasta que gana tu misericordia frente a la infidelidad de tu pueblo. Es la historia de nuestra flaqueza y tu amor de Padre: «Ellos abusaron de la paciencia de Dios y se rebelaron contra él; no guardaron los preceptos del Altísimo; fueron desertores y traidores como sus padres, fallaron como un arco flojo. Provocaron su ira».

   2. Ten aún paciencia conmigo, Señor. Abre mis ojos para que vea tus obras y confíe en tu poder. Que las lecciones del pasado levanten mi confianza en el futuro. Refréscame la memoria…; que sepa sentir como el salmista: "se acordaban de que Dios era su roca, / el Dios Altísimo, su redentor".

   Déjame que reconozca el historial de tu misericordia, Señor: «El, en cambio, sentía lástima, perdonaba la culpa y no los destruía: / una y otra vez reprimió su cólera, / y no despertaba todo su furor".

   3. Jesús, aceptaste la humillación recordada por el himno, te haces esclavo y te vacías de tu divinidad para darme Vida eterna: "Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz". La cruz, señal del cristiano: "Es preciso pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios" (Hch 14, 22). Así lo han hecho los santos.

   Señor, te doy gracias pues tu humanidad exaltada hasta entrar en Dios hace que "toda lengua proclame: Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre", como el centurión proclamó en tu cruz: "verdaderamente este hombre era hijo de Dios".

   Quisiera vivir tu consejo, Pablo: "tened los mismos sentimientos de Cristo Jesús". El himno tiene una primera parte descendente por la humillación, y una segunda ascendente pues al descenso gradual en la humillación corresponde una ascensión triunfal en la gloria. Esto nos recuerda otro pasaje: "siendo él rico se hizo pobre por vosotros, para que os hicierais vosotros ricos por su pobreza" (2 Cor 8,9). Te anonadaste, Señor (te vaciaste de ti mismo, en contraposición al que se hincha con un honor aparente) hasta el límite: hasta la muerte y muerte de cruz. Pero desde el abismo de la cruz adonde descendió porque quiso, Dios lo ensalzó para darle un "nombre" que está por encima de todo nombre. El nombre es para los hebreos la expresión del propio ser, la proclamación de lo que uno es; al recibir Jesús el "nombre-sobre-todo-nombre" se expresa lo que él es por encima de toda criatura. Jesús es el Señor. El nombre significa también la misión que uno ha de cumplir en el mundo, la misión de Cristo es la más excelsa.

   4. "En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: -Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre". Señor, te das a ti mismo, en ti Dios se nos da del todo.

   -"Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna". En esta tu entrega, Señor, se nos recuerda el sacrificio que otro padre -Abraham- hizo también de su hijo único Jesús, como el Padre se entrega también en ti. Aquí nos hablas de cuando "Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte", aquel gesto salvador del desierto, y así "cuando una serpiente mordía a uno, éste miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado". Todo ello era una profecía de tu pasión en la cruz; el que te mira, el que cree, queda curado, salvado.

   La salvación nos viene por tu Pasión, Señor: "Cuando yo sea levantado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí". Se salva el abismo que había abierto el pecado, eres Pontífice, creador de puentes, entre el cielo y la tierra, por el sacrificio de tu Persona divina y humana. Tu nombre, "Jesús", significa "Dios salva".

   El sentido de la cruz es misterioso, pues su exaltación con nos hace ver que nuestros sacrificios en bien de los demás nos identifica con el de Jesús, en las cosas grandes y también en las cosas pequeñas de cada día. Y cuando llega la cruz inesperada, podemos decir lo que una monja: "Corazón de Jesús, que me iluminas,/ hoy digo que mi Amor y mi Bien eres,/ hoy me has dado tu Cruz y tus espinas/ hoy digo que me quieres". Pues "El Señor, Sacerdote Eterno, bendice siempre con la Cruz", y si nos unimos a Él, participamos de la redención, nos hacemos corredentores.

   "Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él", nos sigues diciendo, Señor, en tu afán de salvarnos a todos… ayúdame a abrirme a tu salvación, a que mucha gente la acoja en su corazón.

 

Llucià Pou Sabaté

jueves, 11 de septiembre de 2025

Viernes de la 23ª semana (impar). Para poder ayudar a otros en la misión que nos pide el Señor, hemos de mejorar en primer lugar nosotros mismos

Viernes de la 23ª semana (impar).  Para poder ayudar a otros en la misión que nos pide el Señor, hemos de mejorar en primer lugar nosotros mismos

 

A. Lecturas

 

1. Timoteo 1,1-2.12-14. Pablo, apóstol de Cristo Jesús por disposición de Dios, nuestro salvador, y de Jesucristo, nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mi, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.

 

2. Salmo 15,1-2a y 5.7-8.11. R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres ¡ni bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

 

3. Lucas 6,39-42: "En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: -«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, sí bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano»".  

 

B. Comentario:

 

 

1. Leeremos esta semana y la que viene la primera Carta de Pablo a su discípulo Timoteo, uno de los compañeros más fieles de Pablo en sus viajes y responsable de la comunidad cristiana de Efeso. Es la primera de las "cartas pastorales".

-"A Timoteo, verdadero hijo mío en la fe, te deseo"... Pablo había convertido a Timoteo, pagano de Listra en Liconia, de padre griego y madre judía (Hch 16,1). –"Te deseo... gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro". Es la gracia de Dios que deja esos frutos de alegría y paz, que hemos de conquistar cada día con nuestra docilidad a la gracia.

-"Ya que me consideró digno de confianza al encargarme del ministerio, a mí, que antes fui un blasfemo, un perseguidor y un insolente". Es el agradecimiento por la «confianza que Dios le ha manifestado».

-"Cristo me perdonó, porque obré por ignorancia, porque no tenía fe". Propone como «buena nueva» su propia experiencia: ¡soy un pecador perdonado! ¡He experimentado la misericordia de Dios! Es la ignorancia de la fe la causa de estar perdido. La oración de Jesús en la cruz por los que "no saben lo que hacen" nos hace pensar en que puede haber salvación también para ellos.

-"Pero la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí, juntamente con la fe y el amor en Cristo Jesús". Es la primacía de la gracia, la gratuidad del don de Dios... la justificación por la fe y no por las obras... la salvación considerada como una obra de amor divino. Señor Jesús, ¡sé de veras el más fuerte! en mi vida de cada día, en mis combates cotidianos (Noel Quesson).

2. El salmo expresa sentimientos de alegría y confianza en Dios: "Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano". San Agustín comenta: "El salmista no dice: "Oh Dios, dame una heredad. ¿Qué me darás como heredad?", sino que dice: "Todo lo que tú puedes darme fuera de ti, carece de valor. Sé tú mismo mi heredad. A ti es a quien amo". (...) Esperar a Dios de Dios, ser colmado de Dios por Dios. Él te basta, fuera de él nada te puede bastar". Tener en herencia al propio Dios es mejor que todos los demás bienes, por eso se ve como el único bien, lo único que se quiere.

"Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré". Es la seguridad que nos da estar en manos de Dios.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha". Es un canto a la esperanza de la comunión con Dios, más allá de la muerte, en la vida eterna, como dirá san Pedro: "Dios resucitó a Jesús de Nazaret, librándole de los dolores de la muerte, pues no era posible que quedase bajo su dominio" (Hch 2,24). También San Pablo insiste: "No permitirás que tu santo experimente la corrupción. Ahora bien, David, después de haber servido en sus días a los designios de Dios, murió, se reunió con sus padres y experimentó la corrupción. En cambio, aquel a quien Dios resucitó -o sea, Jesucristo-, no experimentó la corrupción" (Hch 13,35-37).

3. Jesús, sigues con tus parábolas: -"¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?" Nos equivocamos muchas veces, pues la inteligencia está influenciada por la emotividad, por tantas cosas que absolutizan un aspecto de la verdad. Por eso nos animas a tener los ojos muy abiertos, a no dejarnos engañar. Se señala la incapacidad de hacer de guía de otros, cuando uno está desorientado: ese afán puede esconder cierta tendencia de dominio, la ayuda a un necesitado puede esconder entonces ganas de ser como dueño de su destino…

Jesús, tú eres el maestro verdadero, y no has querido juzgar a los demás, sino que les ayudas; les ofreces lo que tienes. Este ejemplo del maestro se debe convertir en norma de conducta para todos los creyentes.

-"¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo, y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?" Muchas veces echamos la culpa a los demás, de algo que nosotros fallamos los primeros. La autocrítica es muy importante, la sencillez, y algo muy bonito que es la vulnerabilidad: mostrarnos como somos, con defectos, no intentar disimularnos. Esto hace más atractiva esa humanidad del cristiano, de quien se sabe con los méritos de Cristo aunque sea miserable.

Es muy grande la tendencia a dominar a los demás, querer hacerlos a nuestra medida, que piensen según la verdad que "yo tengo"… pero nadie es dueño de los otros, ni de la verdad… muchas veces la autoridad intenta imponer el criterio a los súbditos; sometidos así "a los que mandan". Jesús, ayúdanos a entender el modo de salir de estos egoísmos, con la lógica del amor (edic Marova).

-"¿Cómo te permites decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo...? ¡Te equivocas! Sácate primero la viga de tu ojo." Echamos la culpa a los gobiernos de la corrupción, pero fácilmente nos quedamos con un dinero que no nos toca, sin darnos cuenta de que la justicia social es la suma de pequeñas justicias personales. Así los padres echan la culpa a los profesores de la deficiente educación de sus hijos, y estos a los padres, y así muchas cosas… «Cuando nos veamos precisados a reprender a otros, pensemos primero si alguna vez hemos cometido aquella falta que vamos a reprender; y si no la hemos cometido, pensemos que somos hombres y que hemos podido cometerla. O si la hemos cometido en otro tiempo, aun que ahora no la cometamos. Y entonces tengamos presente la común fragilidad para que la misericordia, y no el rencor, preceda a aquella corrección» (San Agustín).

-"Sácate primero la viga de tu ojo, entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano". La "revisión de vida" es un ejercicio espiritual eminentemente evangélico: se trata de reconsiderarse a sí mismo, de revisar, de repasar la propia vía y los propios compromisos. Señor, haznos lúcidos y clarividentes; así podremos intentar ayudar a nuestros hermanos a ver también más claro (Noel Quesson).

¡Qué fácilmente vemos los defectos de nuestros hermanos, y qué capacidad tenemos de disimular los nuestros! Eso se llama ser hipócritas. Hablaba un sufí oriental que de joven quería cambiar el mundo, y fracasó; luego pensó cambiar a los que estaban más cerca de él, solo ellos… y también fracasó. Por fin, ya mayor, pensó en cambiar él mismo… por donde tenía que haber comenzado desde el principio. Pero yo añadiría que así es como podemos ayudar a los de alrededor, y cambiar el mundo, cuando hacemos la revolución en nuestro interior, y llenos de esperanza vamos llevando a otros corazones ese mismo afán de mejora. No hay más maestro que Jesús, y como instrumentos suyos podemos ser maestros, si sabemos que nunca hemos acabado de aprender nosotros. Jesús, te pido que cuando vea fallos en los demás, piense: "y yo seguramente tengo fallos mayores y los demás no me los echan en cara continuamente, sino que disimulan: ¿por qué tengo tantas ganas de ser juez y fiscal de mis hermanos?". Ayúdame, Jesús, a mirarme en el espejo de tu vida, en tu Palabra, que me vaya orientando día tras día (J. Aldazábal).

El evangelio de hoy nos invita a mirar el mundo y a los otros con la misma mirada de Jesús: una mirada de benevolencia. Los ojos son como un espejo en el que se refleja el mundo. "Si tú me dices: 'muéstrame a tu Dios', yo te diré a mi vez: 'muéstrame tú al hombre que hay en ti', y yo te mostraré a mi Dios. Muéstrame, por tanto, si los ojos de tu mente ven, y si oyen los oídos de tu corazón… ven a Dios los que son capaces de mirarlo, porque tienen abiertos los ojos del espíritu. Porque todo el mundo tiene ojos, pero algunos los tienen oscurecidos y no ven la luz del sol. Y no porque los ciegos no vean ha de decirse que el sol ha dejado de lucir, sino que esto hay que atribuírselo a sí mismos y a sus propios ojos. De la misma manera, tienes tú los ojos de tu alma oscurecidos a causa de tus pecados y malas acciones" (S. Teófilo de Antioquía).

Hay personas para las que toda la realidad es triste y está sujeta a lamentaciones. Todo va mal; y los "sí, pero..." minan toda razón de esperar. Son aguafiestas… El mundo, como por una especie de mimetismo, toma el color de nuestra mirada. Te pido, Señor, tu benevolencia, corazón bueno, y no ser de los que siempre están con sospechas o piensan que son los carceleros de la libertad de los demás, para tomarlos en la argolla de las condenaciones. No queremos ser de la "cofradía del santo reproche"… decía un slogan: "Los demás ven la vida en negro, nosotros vemos razones para esperar". Eso es la benevolencia cristiana: el amor tiene paciencia, lo excusa todo, lo perdona todo, porque toma como modelo la misericordia de Dios. Nuestra benevolencia no es "ver las cosas de color rosa"; es teologal. Nuestras razones para esperar se arraigan en el ser mismo de Dios, que tiene paciencia, y en su gracia, que no fallará jamás. Dios de paciencia infinita, / sé nuestro maestro: / enséñanos a amar como Tú solo puedes amar. / Danos un corazón misericordioso / y razones para esperar / que nuestro tiempo desembocará en la felicidad eterna (Dios cada día, Sal terrae).

El prestigio que de veras ha de interesarnos es el del amor, del que manan la buena conciencia, la misericordia y solidaridad... Danos, Señor, la gracia de ser sinceros, de reconocer nuestras propias miserias y debilidades antes de descubrir la parte oscura de la vida de nuestros hermanos, y de rectificar nuestra conducta, conforme a la verdad, justicia y caridad.

 

Llucià Pou Sabaté

miércoles, 10 de septiembre de 2025

Jueves de la 23ª semana (impar). Por encima de todo, el amor, que es la unidad consumada, siguiendo el consejo de Jesús: sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo.

Jueves de la 23ª semana (impar). Por encima de todo, el amor, que es la unidad consumada, siguiendo el consejo de Jesús: sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo.

 

A. Lecturas

1. Colosenses 3,12-17. Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón`, a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

 

2. Salmo 150, 1-2. 3-4. 5. R. Todo ser que alienta alabe al Señor.

Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras. Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas.

Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Señor.

 

3. Lucas 6,27-38:

"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros»".  

 

B. Comentario:

1. Terminamos hoy la lectura de la carta a los Colosenses, con un hermoso programa de vida cristiana que Pablo les presenta a ellos y a nosotros. La comparación es esta vez con el vestido, el "uniforme" que deberían vestir como "pueblo elegido de Dios, pueblo santo y amado". Este uniforme se refiere sobre todo a las relaciones de unos con otros en la vida de la comunidad: "la misericordia, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el amor, la paz". El amor es la base de todas las virtudes que enumera, pues "si el amor no va por delante, no se cumplirá ninguno de los preceptos. Pues sólo dejamos de hacer el mal a los demás y nos preocupamos de hacer el bien, cuando amamos a los demás" (Severiano de Gábala).

Se nos pide que ofrezcamos misericordia, ser comprensivos, amables, a "sobrellevarnos mutuamente y perdonarnos cuando alguno tenga quejas contra otro". Y la razón es convincente: "el Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo". ¡Qué bien nos iría tomar como consigna para la jornada de hoy "el amor, que es el ceñidor de la unidad", y que "la paz de Cristo actúe de árbitro en nuestro corazón"!

 "Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo «cuerpo»": ¿cómo podría negarme a amar a tal persona... que es nada menos que un miembro del Cuerpo de Cristo y, por lo tanto, también uno de mis miembros puesto que formo parte del mismo Cuerpo?

Todo ello basado en la fuerza de Dios, su Palabra: "que la Palabra de Cristo habite entre vosotros": con una actitud de acción de gracias, que es la que llega a su expresión más densa en la Eucaristía: "celebrad la Acción de Gracias... cantad a Dios dadle gracias... ofreciendo la Acción de Gracias a Dios"; con nuestra oración, que parece aquí aludir a lo que en la Iglesia se organizó desde el principio como Oración de las Horas por la mañana y la tarde: "cantad a Dios, dadle gracias de corazón con salmos, himnos y cánticos inspirados". En esta maduración nos debemos ayudar fraternalmente: "enseñaos unos a otros con toda sabiduría, exhortaos mutuamente".

2. El salmo hace eco a esta oración: "alabad al Señor en su templo, alabadlo por sus obras magníficas... todo ser que alienta alabe al Señor"; y, sobre todo, en la misma vida: "todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús". Como en una sinfonía musical, va avanzando el canto, desde el santuario ("Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza) a un cántico con instrumentos: "Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras. Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas". Por fin, es todo ser que tenga aliento de vida (cf Gn 7,22): "Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Señor". San Francisco con su sugestivo Cántico del hermano sol invita a eso, como sugiere la carta a los Colosenses: "cantad agradecidos a Dios en vuestros corazones con salmos, himnos y cánticos inspirados". San Agustín dirá que los instrumentos musicales son los santos que alaban a Dios: "Vosotros, santos, sois la trompeta, el salterio, el arpa, la cítara, el tambor, el coro, las cuerdas y el órgano, los platillos sonoros, que emiten hermosos sonidos, es decir, que suenan armoniosamente. Vosotros sois todas estas cosas. Al escuchar el salmo, no se ha de pensar en cosas de escaso valor, en cosas transitorias, ni en instrumentos teatrales". Nuestra vida toda se ha de convertir en una continua alabanza del Nombre del Señor. Para eso hemos sido llamados a la vida; para eso somos llamados a la Vida eterna.

3. Jesús, te pido ayuda para entender que esos consejos que Lucas aquí recoge (y que Mateo había agrupado en el sermón de la Montaña) son unas actitudes evangélicas esenciales:

-"A vosotros que me escucháis os digo: "Amad a vuestros enemigos""... y se detallan unos ejemplos que no son otra cosa que aplicación de las bienaventuranzas que ayer leímos, cuando la cuarta bienaventuranza ("dichosos cuando os odien y os insulten") se desarrolla aquí. Jesús, aquí nos pides: - amad a vuestros enemigos, - haced el bien a los que os odian, - bendecid a los que os maldicen, - orad por los que os injurian, - al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra, - al que te quite la capa, déjale también la túnica... es una revolución. Nos dices: si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?; si hacéis el bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis?; si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis?

"En el hecho de amar a nuestros enemigos se ve claramente cierta semejanza con nuestro Padre Dios, que reconcilió al género humano, que estaba en enemistad con él y le era contrario, redimiéndole de la eterna condenación por medio de la muerte de su hijo" (Catecismo romano). La manera de llegar a la cercanía de Dios es la misericordia, y "el mismo Dios, que se digna dar en el cielo, quiere recibir en la tierra" (S. Cesáreo de Arlés, comentando que lo que hacemos a los demás lo hacemos con Él).

Finalmente, la llamada al perdón es clara, condición para el perdón de nuestras ofensas es que perdonemos a los demás: "el Señor añade una condición necesaria e ineludible, que es, a la vez, un mandato y una promesa, esto es, que pidamos el perdón de nuestras ofensas en la medida en que nosotros perdonamos a los que nos ofenden, para que sepamos que es imposible alcanzar el perdón que pedimos de nuestros pecados si nosotros no actuamos de modo semejante con los que nos han hecho alguna ofensa. Por ello, dice también en otro lugar: la medida que uséis, la usarán con vosotros. Y aquel siervo del Evangelio, a quien su amo había perdonado toda la deuda y que no quiso luego perdonarla a su compañero, fue arrojado a la cárcel. Por no haber querido ser indulgente con su compañero, perdió la indulgencia que había conseguido de su amo" (S. Cipriano).

Esta página del evangelio es de ésas que tienen el inconveniente de que se entienden demasiado. Lo que cuesta es cumplirlas, adecuar nuestro estilo de vida a esta enseñanza de Jesús, que, además, es lo que Él cumplía el primero. Después de escuchar esto, ¿podemos volver a las andadas en nuestra relación con los demás?, ¿nos seguiremos creyendo buenos cristianos a pesar de no vernos demasiado bien retratados en estas palabras de Jesús?, ¿podremos rezar tranquilamente, en el Padrenuestro, aquello de "perdónanos como nosotros perdonamos"?

Jesús, te pido ayuda para vivir lo que nos propones: -"tratad a los demás como queréis que ellos os traten"; "la medida que uséis la usarán con vosotros"; -"sed compasivos como vuestro Padre es compasivo"; y cuando amamos de veras, gratuitamente, seremos "hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos". Saludar al que no nos saluda. Poner buena cara al que sabemos que habla mal de nosotros. Tener buen corazón con todos. No sólo no vengarnos, sino positivamente hacer el bien. Poner la otra mejilla. Prestar sin esperar devolución. No juzgar. No condenar. Perdonar... (J. Aldazábal).

-"Amadles... Hacedles bien... Deseadles el bien... Rogad por ellas... Dad... No reclaméis"... Todo esto no son ideas, ni sentimientos... sino actos reales, actitudes concretas. No, no es fácil vivir el evangelio... ¡no es "agua de rosas"!

-"Tratad a los demás como queréis que ellos os traten". Ponerse en el lugar de los demás. ¡Cuán difícil es esto, Señor! Ven a nosotros.

-"Si amáis a los que os aman ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Si hacéis bien a los que lo hacen a vosotros... También los pecadores hacen otro tanto. Si prestáis sólo cuando esperáis cobrar..." Jesús, quieres que nuestro "amor" se haga universal, no centrado en los seres queridos.

-"Amad a vuestros enemigos, haced el bien sin esperar nada a cambio"... Es un amor desinteresado, gratuito.

-"Así tendréis una gran recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los malos y los desagradecidos. Sed misericordiosos, como Vuestro Padre es misericordioso".

-"No juzguéis... No condenéis... Perdonad... Dad..." Dejo resonar en mí cada una de esas palabras, una a una, una después de otra. Y las llevo a la oración (Noel Quesson).

Entre 1915 y 1916, hubo en Turquía una gran masacre de cristianos armenios. Un joven fue asesinado a la vista de su hermana por un soldado turco; ella pudo escapar saltando una tapia. Más tarde, esta muchacha trabajaba de enfermera en un hospital, y llevaron a su sala al mismo soldado que había matado a su hermano. Se desencadenó entonces en el corazón de la joven una batalla: atenderlo o dejarlo morir. Deseaba vengarse, pero su fe cristiana le reclamaba amor y perdón. Felizmente para el soldado y para ella misma, ganó el amor de Cristo, y el infeliz criminal recibió las atenciones necesarias. Cuando el hombre se recuperó, reconoció a la joven que había perseguido y le preguntó por qué no lo había dejado morir. Ella respondió: «Porque yo sigo a Aquel que dijo: 'Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian'». El paciente se quedó pensativo y finalmente dijo: «Yo no sabía nada de una religión así. Explícame más sobre ella, porque la quiero conocer». El amor lo conquistó y ella tuvo el gozo de llevarlo a los pies del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Aquel individuo, que era imagen del hombre terreno, pasó a ser imagen del hombre celestial.

Como dice el Catecismo, «observar el mandamiento del Señor es imposible si se trata de imitar desde fuera el modelo divino. Se trata de una participación vital y nacida del fondo del corazón, en la santidad, en la misericordia y en el amor de nuestro Dios». El Cardenal Newman escribía: «¡Oh Jesús! Ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que vaya. Inunda mi alma con tu espíritu y vida. Penetra en mi ser, y hazte amo tan fuertemente de mí que mi vida sea irradiación de la tuya (...). Que cada alma, con la que me encuentre, pueda sentir tu presencia en mí. Que no me vean a mí, sino a Ti en mí». Amaremos, perdonaremos, abrazaremos a los otros sólo si nuestro corazón es engrandecido por el amor a Cristo (Josep Miquel Bombardó).

Sólo si reconozco al enemigo como persona, como ser humano puedo responder desde la misericordia de Dios a la crueldad ajena. Ser capaz de distinguir el mal que me hacen de quien me lo hace: quien me hace mal está por encima del mal que hace, en su dignidad de hijo de Dios, explicaba Jutta Burgraff. Amar a quien nos odia es la medida del verdadero amor. Porque quién sólo ama a quien le retribuye con los mismos sentimientos, no sobrepasa la medida del amor egoísta. Beneficiar a quien nos cause daño, bendecir al que nos maldice y ser generosos con los acaparadores es un modo de proceder que pone la lógica del mundo patas arriba.

Cuando respondemos bendiciendo a quien nos maldice, cuando oramos por quienes nos difaman, estamos propiciando una convivencia menos salvaje y, por lo menos, más humana; ojalá logremos que sea más fraterna y entonces, como dice el profeta Isaías: haremos de nuestras espadas arados, de nuestras lanzas podaderas; nadie se levantará contra los demás, ni nos prepararemos más para la guerra, pues caminaremos no conforme a nuestras miradas torpes y miopes, sino a la luz del Señor.

Llucià Pou Sabaté

martes, 9 de septiembre de 2025

Sábado de la semana 22ª del tiempo ordinario (impar). Jesús no nos quiere aprisionados en intrincadas normativas farisaicas, sino que vayamos a los sustancial, la libertad del amor

Sábado de la semana 22ª del tiempo ordinario (impar). Jesús no nos quiere aprisionados en intrincadas normativas farisaicas, sino que vayamos a los sustancial, la libertad del amor


A. Lecturas

1. Colosenses (1,21-23):

Antes estabais también vosotros alejados de Dios y erais enemigos suyos por la mentalidad que engendraban vuestras malas acciones; ahora, en cambio, gracias a la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, Dios os ha reconciliado para haceros santos, sin mancha y sin reproche en su presencia. La condición es que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que escuchasteis. En el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo, y yo, Pablo, fui nombrado su ministro.

2. Sal 53,3-4.6.8

R/. Dios es mi auxilio

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mi con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R/.

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R/.

3. Lucas 6,1-5: "Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: -«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?» Jesús les replicó: -«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros.» Y añadió: -«El Hijo del hombre es señor del sábado».


B. Comentario

1. -"En otro tiempo fuisteis extraños", extranjeros. Podemos ser extraños a nosotros mismos, al no adecuarnos a nuestra misión en la vida. Extraños a los demás, si los vemos como rivales o enemigos, con imposibilidad de establecer con ellos solidaridad. Extraños a Dios en la imposibilidad de no percibirlo sino como un Dueño todopoderoso que vigila implacablemente por el buen orden del mundo. "Fuisteis extraños, pero Dios os ha reconciliado ahora por medio de Cristo". Reconciliación conmigo, con los demás, con Dios. Nos pide el Señor que no nos volvamos a someter a la esclavitud del miedo que hace dudar de uno mismo, con el fatalismo que os hace decir: "¿De qué sirve todo esto?"; no volváis a someteros a la esclavitud del realismo destructor de sueños y de la fría lucidez que adormece todos los entusiasmos. No os refugiéis en vuestros territorios bien defendidos, en la seguridad tras esas barreras que son vuestras prisiones, haciendo valer vuestros privilegios, dejando a un lado vuestras obligaciones por mantener vuestros derechos. No os dejéis apartar de la esperanza, encerrando a Dios en sus fronteras y levantando a la tierra contra el cielo. Os pondríais de nuevo bajo el yugo de una ley de muerte, después de haber saboreado en Cristo la vida (Noel Quesson).

Se nos pide ser "pueblo sin mancha y sin reproche", pero con la ayuda de la humanidad Santísima del Señor, instrumento salvador, es posible: mediante la pasión y muerte "sufrida en su cuerpo de carne" nuestro Señor venció al pecado y obtuvo las gracias necesarias para limpiar al hombre de sus culpas y para que pudiera presentarse ante Dios. Esto está lejos del espiritualismo, del dualismo que sufrían esos primeros cristianos: "Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida humana: en un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada día. Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir. "Yo solía decir a aquellos universitarios y a aquellos obreros que venían junto a mí por los años treinta, que tenían que saber materializar la vida espiritual. Quería apartarlos así de la tentación, tan frecuente entonces y ahora, de llevar como una doble vida: la vida interior, la vida de relación con Dios, de una parte; y de otra, distinta y separada, la vida familiar, profesional y social, plena de pequeñas realidades terrenas. ¡Que no, hijos míos! Que no puede haber una doble vida, que no podemos ser como esquizofrénicos, si queremos ser cristianos: que hay una única vida, hecha de carne y espíritu, y ésa es la que tiene que ser -en el alma y en el cuerpo- santa y llena de Dios: a ese Dios invisible, lo encontramos en las cosas más visibles y materiales.

"No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca. Por eso puedo deciros que necesita nuestra época devolver -a la materia y a las situaciones que parecen más vulgares- su noble y original sentido, ponerlas al servicio del Reino de Dios, espiritualizarlas, haciendo de ellas medio y ocasión de nuestro encuentro continuo con Jesucristo.

"El auténtico sentido cristiano -que profesa la resurrección de toda carne- se enfrentó siempre, como es lógico, con la desencarnación, sin temor a ser juzgado de materialismo. Es lícito, por tanto, hablar de un materialismo cristiano, que se opone audazmente a los materialismos cerrados al espíritu" (San Josemaría).

-"Y he ahí que ahora Dios os ha reconciliado con El... Gracias al cuerpo humano de Cristo y por su muerte"... El pagó el precio. Redención «costosa». –"Para presentaros santos, inmaculados e irreprensibles delante de Él. Con tal que permanezcáis sólidamente cimentados en la fe. Firmes e inconmovibles en la esperanza del Evangelio que oísteis, que ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo y del que yo, Pablo, he llegado a ser ministro". Que la «buena noticia» sea norma de mi vida, Señor: que la extienda a mi alrededor (Noel Quesson).

2. "Escucha mi súplica. Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida". Te doy gracias, Señor, en Jesucristo, mi Salvador.

3. Hoy, Jesús, nos hablas sobre el sábado. Apreciabas el sábado y, como buen judío, lo habías incorporado a tu espiritualidad: por ejemplo, ibas cada semana a la sinagoga, a rezar y a escuchar la Palabra de Dios con los demás. Y cumplirías seguramente las otras normas relativas a este día.

-"Un sábado atravesaba Jesús por unos campos de trigo". Jesús en plena naturaleza estival, al iniciarse la recolección.

-"Sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano". Gesto tan natural, tan anodino, tan sencillo, tan maquinal. ¡Es agradable mascar un grano de trigo tan harinoso! Pero la alegría no es compartida por todos, sobre todo cuando hay envidiejas, o complicación interior… Decía S. Cirilo de Alejandría: "¡Oh fariseo!, ves al que hace cosas prodigiosas y cura a los enfermos en virtud de un poder superior y tú proyectas su muerte por envidia".

-"Unos fariseos les dijeron: "¿Por qué hacéis lo que no está permitido en sábado?"" Aquí vemos la mente estrecha de algunos que interpretaba, a su manera minuciosa, las prescripciones rituales. La Ley de Moisés no habla de esas menudencias, pero las tradiciones, la Mischná, había añadido toda clase de detalles a la Ley, como las cosas prohibidas en sábado. Jesús, nos has liberado también de todo esto. El hombre tiene una fastidiosa tendencia a dar una importancia desmesurada a los "medios", olvidando a veces el fin. Debo atenerme a lo esencial. En mi Fe, en las costumbres religiosas, en los ritos, he de ver primero su finalidad, su objetivo profundo... y pensar que los modos de expresión pueden cambiar.

No te gusta, Jesús, la interpretación exagerada: ¿cómo puede ser contrario a la voluntad de Dios quitar así el hambre?

-"Jesús contestó" (pues la libertad que tienes, Jesús, es espontánea y actitud reflexiva a la vez): -"¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes dedicados -que sólo a los sacerdotes les está permitido comer-, comió él y les dio a sus hombres". Es una respuesta propia del hijo de David, que invoca las auténticas tradiciones (1 Sam 21). Es decir les razona con al Palabra, que ellos interpretan mal. Dios no quiere fastidiarnos. Lo que Dios quiere es que el hombre "viva". Las mismas normas de ley natural tienen una gradación: la conservación de la persona, de la vida, de la familia… ¿Cómo ha podido el cristianismo parecer a veces deshumanizante, menospreciador del cuerpo y de las realidades humanas? Mi cuerpo, ¿es importante para mí? ¿Qué haría sin él? Incluso la oración, la actividad más espiritual, es imposible sin ese buen compañero. Y "el Verbo se hizo carne", se hizo cuerpo.

-"Y Jesús añadió: "EI Hijo del hombre es señor del Sábado." ¡Dios bien sabía que el sábado era una institución sagrada! Ahora bien, Jesús afirma tener derecho a rechazar los detalles rituales concernientes al sábado para volver a encontrar la intención primitiva del legislador (Noel Quesson).

Jesús, hablas realmente con autoridad y poder. Te atreves a reinterpretar una de las instituciones más sagradas de su pueblo. Sobre todo les debió saber muy mal a los fariseos la última afirmación: "el Hijo del Hombre es señor del sábado". Si ese día era la representación de Dios, entonces te hacías Dios, y era algo blasfemo para ellos.

Pero en otros momentos dijiste también "no es el hombre para el sábado sino el sábado para el hombre". Ahí entiendo que nos decías que las normas son para las personas, para su bien, y no al revés. Que los mandamientos de amar a Dios y a los demás (y por tanto no caer en la idolatría o en el homicidio u otros crímenes) son básicos, pero que las demás obligaciones miran el bien de la persona, de la familia, de la comunidad. Por tanto, que su cumplimiento es válido cuando ayuda al fin de esas normas (el sábado es para el hombre), y no ha de ser el hombre para el sábado en el sentido de que pierda la salud o la familia por un cumplimiento de ellas.

Es una difícil sabiduría distinguir entre lo que es importante y lo que no. Guardar el sábado como día de culto a Dios, día de descanso en su honor, día de la naturaleza, día de paz y vida de familia, día de liberación interior, sí era importante. No valía la pena discutir y perder la paz por eso. Es un ejemplo de lo que ayer nos decía Jesús respecto al paño nuevo y a los odres nuevos. Cuántas ocasiones tenemos, en nuestra vida de comunidad, de aplicar este principio. Cuántas veces perdemos la serenidad y el humor por tonterías de estas, aferrándonos a nimiedades sin importancia. Lo que está pensado para bien de las personas y para que esponjen sus ánimos -como la celebración del domingo cristiano- lo podemos llegar a convertir, por nuestra casuística e intransigencia, en unas normas que quitan la alegría del espíritu. El domingo es un día que tiene que ser todo él, sus veinticuatro horas, un día de alegría por la victoria de Cristo y por nuestra propia liberación. Con la Eucaristía comunitaria en medio, pero con el espíritu liberado y gozoso: un espíritu pascual. El legalismo exagerado también puede matar el espíritu cristiano. Por encima de todo debe quedar la misericordia, el amor (J. Aldazábal).

Jesús, tú eres el Esposo y ha llegado el tiempo de la boda. Al atardecer del día sexto, Dios había descansado para consagrar la creación, y los hombres habían consagrado el sábado para alabar a Dios por sus maravillas. Un día para santificar el tiempo... Ahora, Jesús, ya estás tú aquí, y toda la vida del hombre es "santa": es tiempo del hombre y tiempo de Dios. En adelante, nada de cuanto es humano es ajeno a Dios. Ahora vivimos el "domingo", día del Señor (o como se dice en otros idiomas, día del Sol que eres tú, Señor, con tu Resurrección).

Nadie puede estar al 100% en esa interpretación de la voluntad de Dios. Recordemos lo que Pablo nos decía ayer: "¡No juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor!" Cabe, indudablemente, (no tenemos la clarividencia de Jesús) el riesgo de equivocarnos. Pero os confieso que, personalmente, prefiero equivocarme desde el amor y la misericordia que desde la observancia o la rigidez. No se trata de relativizar, como si todo diera lo mismo. Se trata de cultivar la conciencia de la propia fragilidad, de la propia e incesante necesidad de perdón, de la certeza de sólo Dios puede ver hasta el fondo nuestras intenciones y... las de los demás. Clamemos a El: su Amor nos sostendrá (Olga Elisa Molina).

Como rezaba Charles Peguy: Tenemos que salvarnos todos juntos. Todos hemos de llegar juntos a la casa del Padre. ¿Qué nos diría el Padre si nos viera llegar a unos sin los otros?

Llucià Pou Sabaté

lunes, 8 de septiembre de 2025

Martes de la XXIII semana (impar): Jesús nos elige y nos descubre un sentido de misión, para el que nos concedió las capacidades que vamos desarrollando en la vida

Martes de la XXIII semana (impar): Jesús nos elige y nos descubre un sentido de misión, para el que nos concedió las capacidades que vamos desarrollando en la vida

A. Lecturas

 

1. Colosenses 2, 6-15

Hermanos:

Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded según

Arraigados en él, dejaos construir y afianzar en la fe que os enseñaron, y rebosad agradecimiento.

Cuidado con que haya alguno que os capture con esa teoría que es una insulsa patraña forjada y transmitida por hombres, fundada en los elementos del mundo y no en Cristo.

Porque es en Cristo en quien habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y por él, que es cabeza de todo principado y autoridad, habéis obtenido vuestra plenitud.

Por él fuisteis también circuncidados con una circuncisión no hecha por hombres, cuando os despojaron de los bajos instintos de la carne, por la circuncisión de Cristo.

Por el bautismo fuisteis sepultados con él, y habéis resucitado con él, porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en él, perdonándoos todos los pecados. Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz, y, destituyendo por medio de Cristo a los principados y autoridades, los ofreció en espectáculo público y los llevó cautivos en su cortejo

2. Salmo 144, 1-2. 8-9. 10-11

R/. El Señor es bueno con todos.

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.. R/.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañasR/.

 

3. Lucas 6,12-19: "Por aquellos días subió Jesús al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos."

B. Comentario:

1. San Pablo nos habla de Vivir "en Cristo"... «in Christo»... Esta fórmula, que se encuentra ciento sesenta y cuatro veces en las epístolas de san Pablo, es una de las que mejor expresan su pensamiento profundo. Estamos «en Cristo», como en un medio vital, un medio divino como el niño en el seno de su madre y que vive por ella.

-Vivid "enraizados y edificados" en El... Dos imágenes: un árbol que crece... cuya «raíz» es Cristo. Un edificio en construcción cuya base o «fundamentos» es Cristo.

-"Permaneced firmes en la fe, tal como se os ha enseñado, rebosando en acción de gracias". Continuemos con esas dos imágenes: la savia de ese árbol vivo es la fe y la alegría de la acción de gracias. El cemento que asegura la solidez de la construcción es la fe y la alegría.

No olvidemos que el término «acción de gracias» usado por san Pablo, es el término «eucaristía». Rebosad de eucaristía... superabundad de eucaristía...

-"Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía fundada en tradiciones humanas, según las fuerzas que rigen el universo y no según Cristo". Los colosenses se sentían inclinados a adoptar las ideologías de moda: que era entonces el culto a los astros o a los «elementos del mundo» considerados habitados por espíritus, por ángeles. Y nosotros HOY ¿en qué solemos poner una confianza excesiva? ¿Qué filosofía, qué sistema tendemos a absolutizar? Cristo liberó a sus discípulos de toda sujeción, de toda esclavitud ideológica o mágica: las fuerzas de la naturaleza, los condicionamientos políticos y técnicos erigidos en ídolos... Cristo confirma su caducidad. El cristiano es liberado de cualquier tabú o miedo.

-"Porque en él, en su propio cuerpo, reside toda la Plenitud de la Divinidad". Cristo es el único absoluto... ¡en El Dios habita corporalmente! La única materia sagrada es el Cuerpo de Cristo.

-"En Él lo habéis recibido todo en plenitud". Cristo comunicó su vida y su divinidad a los hombres. La primacía absoluta del Señor Jesús sobre el resto de la naturaleza tiene por tanto su homólogo en la primacía del hombre sobre todas las cosas. El hombre no ha de someterse a nada salvo a Cristo... y son todas las cosas las que deben estar sometidas al hombre. Esto aclara en profundidad la empresa humana: «¡dominad la tierra!».

-"En Él lo habéis recibido todo en plenitud, porque domina todas las soberanías del universo y las ha incorporado a su cortejo triunfal de la cruz". ¡Todo lo que nos oprimía ha sido vencido... por lo menos en la esperanza! Ya no existen potencias maléficas.

-"Sepultados con El en el bautismo, con El también habéis resucitado". Como Jesús, Pablo no separa nunca esos dos misterios. La comunicación de la «vida» de Jesús es más que un fenómeno de «vasos comunicantes", es un fenómeno de identificación: yo estaba «en Cristo" cuando bajaba a la tumba y cuando salió de ella. Su victoria, su vida, es la mía (Noel Quesson).

2. Es preciosa esta verdad: "en Cristo habita corporalmente la plenitud de la divinidad", que es "la cabeza de todo poder y autoridad" y que por él quedaron "destituidos los poderes y autoridades y los llevó cautivos en su cortejo". También en nuestra sociedad de hoy necesitamos que se nos anime a crecer en la fe y a vivir coherentemente nuestra incorporación a Cristo.

Los cristianos, por el bautismo, fuimos injertados a Cristo en su muerte y en su resurrección ("fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él"), estábamos muertos y ahora vivimos, éramos pecadores y ahora estamos perdonados (J. Aldazábal). Nos dice el apóstol que Jesús "borró el protocolo que nos condenaba y era contrario a nosotros: lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz". El salmo recoge esta idea del perdón de Dios: "el Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad".

3. -"En aquel entonces se fue a la montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios. Toda la noche..." Ayúdame, Señor, a rezar a ejemplo tuyo, dedicando tiempo a ese trato necesario con el Padre Dios. Te veo, Jesús, rezar habitualmente, y especialmente en los momentos señalados: en su bautismo en el Jordán, cuando muchedumbres quieren oírte y tu curación, antes de la elección de tus apóstoles... Especialmente en el huerto de Getsemaní, en la Cruz perdonando a todos, y al entregar tu alma al Padre...

-"Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a "doce" de ellos a los que nombró "apóstoles"" (que significa "enviados por alguien"). Por tanto ahí les diste, Señor, el nombre de "enviados".

«Un día -no quiero generalizar; abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia-, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana -que es la razón más sobrenatural-, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (J. Escrivá, Es Cristo que pasa 1).

¿Soy apóstol, en mi ambiente, en mi familia, en mi trabajo, en mi oración? ¿Soy consciente de que Jesús espera algo de mí, y me envía? El verdadero apóstol no acapara, no atrae hacia sí mismo... sino que orienta hacia el encuentro personal con Jesús.

-"Simón, Andrés, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, Simón el Zelote, Judas y Judas Iscariote, que fue el traidor". Misterio de la libertad humana (Noel Quesson).

La comunidad de Jesús es "apostólica". No es cuestión de ser perfectos, sin defectos, pues todo está cimentado en la piedra angular, que es Cristo Jesús. sino de apreciar el don de Dios en nuestra vida. «Es norma general de todas las gracias especiales comunicadas a cualquier creatura racional que, cuando la gracia divina elige a alguien para algún oficio especial o algún estado muy elevado, otorga todos los carismas que son necesarios a aquella persona así elegida y que la adornan con profusión» (San Bernardino de Siena).

En este Cuerpo de Cristo, del que él es la Cabeza, hay fundamento (apóstoles) y sus sucesores, como Bernabé y Timoteo y Tito, ministros y otros muchos hombres y mujeres fieles. Todos somos igualmente miembros activos de la Iglesia (J. Aldazábal).

Llucià Pou Sabaté