martes, 9 de septiembre de 2025

Sábado de la semana 22ª del tiempo ordinario (impar). Jesús no nos quiere aprisionados en intrincadas normativas farisaicas, sino que vayamos a los sustancial, la libertad del amor

Sábado de la semana 22ª del tiempo ordinario (impar). Jesús no nos quiere aprisionados en intrincadas normativas farisaicas, sino que vayamos a los sustancial, la libertad del amor


A. Lecturas

1. Colosenses (1,21-23):

Antes estabais también vosotros alejados de Dios y erais enemigos suyos por la mentalidad que engendraban vuestras malas acciones; ahora, en cambio, gracias a la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, Dios os ha reconciliado para haceros santos, sin mancha y sin reproche en su presencia. La condición es que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que escuchasteis. En el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo, y yo, Pablo, fui nombrado su ministro.

2. Sal 53,3-4.6.8

R/. Dios es mi auxilio

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mi con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R/.

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R/.

3. Lucas 6,1-5: "Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: -«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?» Jesús les replicó: -«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros.» Y añadió: -«El Hijo del hombre es señor del sábado».


B. Comentario

1. -"En otro tiempo fuisteis extraños", extranjeros. Podemos ser extraños a nosotros mismos, al no adecuarnos a nuestra misión en la vida. Extraños a los demás, si los vemos como rivales o enemigos, con imposibilidad de establecer con ellos solidaridad. Extraños a Dios en la imposibilidad de no percibirlo sino como un Dueño todopoderoso que vigila implacablemente por el buen orden del mundo. "Fuisteis extraños, pero Dios os ha reconciliado ahora por medio de Cristo". Reconciliación conmigo, con los demás, con Dios. Nos pide el Señor que no nos volvamos a someter a la esclavitud del miedo que hace dudar de uno mismo, con el fatalismo que os hace decir: "¿De qué sirve todo esto?"; no volváis a someteros a la esclavitud del realismo destructor de sueños y de la fría lucidez que adormece todos los entusiasmos. No os refugiéis en vuestros territorios bien defendidos, en la seguridad tras esas barreras que son vuestras prisiones, haciendo valer vuestros privilegios, dejando a un lado vuestras obligaciones por mantener vuestros derechos. No os dejéis apartar de la esperanza, encerrando a Dios en sus fronteras y levantando a la tierra contra el cielo. Os pondríais de nuevo bajo el yugo de una ley de muerte, después de haber saboreado en Cristo la vida (Noel Quesson).

Se nos pide ser "pueblo sin mancha y sin reproche", pero con la ayuda de la humanidad Santísima del Señor, instrumento salvador, es posible: mediante la pasión y muerte "sufrida en su cuerpo de carne" nuestro Señor venció al pecado y obtuvo las gracias necesarias para limpiar al hombre de sus culpas y para que pudiera presentarse ante Dios. Esto está lejos del espiritualismo, del dualismo que sufrían esos primeros cristianos: "Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida humana: en un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada día. Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir. "Yo solía decir a aquellos universitarios y a aquellos obreros que venían junto a mí por los años treinta, que tenían que saber materializar la vida espiritual. Quería apartarlos así de la tentación, tan frecuente entonces y ahora, de llevar como una doble vida: la vida interior, la vida de relación con Dios, de una parte; y de otra, distinta y separada, la vida familiar, profesional y social, plena de pequeñas realidades terrenas. ¡Que no, hijos míos! Que no puede haber una doble vida, que no podemos ser como esquizofrénicos, si queremos ser cristianos: que hay una única vida, hecha de carne y espíritu, y ésa es la que tiene que ser -en el alma y en el cuerpo- santa y llena de Dios: a ese Dios invisible, lo encontramos en las cosas más visibles y materiales.

"No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca. Por eso puedo deciros que necesita nuestra época devolver -a la materia y a las situaciones que parecen más vulgares- su noble y original sentido, ponerlas al servicio del Reino de Dios, espiritualizarlas, haciendo de ellas medio y ocasión de nuestro encuentro continuo con Jesucristo.

"El auténtico sentido cristiano -que profesa la resurrección de toda carne- se enfrentó siempre, como es lógico, con la desencarnación, sin temor a ser juzgado de materialismo. Es lícito, por tanto, hablar de un materialismo cristiano, que se opone audazmente a los materialismos cerrados al espíritu" (San Josemaría).

-"Y he ahí que ahora Dios os ha reconciliado con El... Gracias al cuerpo humano de Cristo y por su muerte"... El pagó el precio. Redención «costosa». –"Para presentaros santos, inmaculados e irreprensibles delante de Él. Con tal que permanezcáis sólidamente cimentados en la fe. Firmes e inconmovibles en la esperanza del Evangelio que oísteis, que ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo y del que yo, Pablo, he llegado a ser ministro". Que la «buena noticia» sea norma de mi vida, Señor: que la extienda a mi alrededor (Noel Quesson).

2. "Escucha mi súplica. Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida". Te doy gracias, Señor, en Jesucristo, mi Salvador.

3. Hoy, Jesús, nos hablas sobre el sábado. Apreciabas el sábado y, como buen judío, lo habías incorporado a tu espiritualidad: por ejemplo, ibas cada semana a la sinagoga, a rezar y a escuchar la Palabra de Dios con los demás. Y cumplirías seguramente las otras normas relativas a este día.

-"Un sábado atravesaba Jesús por unos campos de trigo". Jesús en plena naturaleza estival, al iniciarse la recolección.

-"Sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano". Gesto tan natural, tan anodino, tan sencillo, tan maquinal. ¡Es agradable mascar un grano de trigo tan harinoso! Pero la alegría no es compartida por todos, sobre todo cuando hay envidiejas, o complicación interior… Decía S. Cirilo de Alejandría: "¡Oh fariseo!, ves al que hace cosas prodigiosas y cura a los enfermos en virtud de un poder superior y tú proyectas su muerte por envidia".

-"Unos fariseos les dijeron: "¿Por qué hacéis lo que no está permitido en sábado?"" Aquí vemos la mente estrecha de algunos que interpretaba, a su manera minuciosa, las prescripciones rituales. La Ley de Moisés no habla de esas menudencias, pero las tradiciones, la Mischná, había añadido toda clase de detalles a la Ley, como las cosas prohibidas en sábado. Jesús, nos has liberado también de todo esto. El hombre tiene una fastidiosa tendencia a dar una importancia desmesurada a los "medios", olvidando a veces el fin. Debo atenerme a lo esencial. En mi Fe, en las costumbres religiosas, en los ritos, he de ver primero su finalidad, su objetivo profundo... y pensar que los modos de expresión pueden cambiar.

No te gusta, Jesús, la interpretación exagerada: ¿cómo puede ser contrario a la voluntad de Dios quitar así el hambre?

-"Jesús contestó" (pues la libertad que tienes, Jesús, es espontánea y actitud reflexiva a la vez): -"¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes dedicados -que sólo a los sacerdotes les está permitido comer-, comió él y les dio a sus hombres". Es una respuesta propia del hijo de David, que invoca las auténticas tradiciones (1 Sam 21). Es decir les razona con al Palabra, que ellos interpretan mal. Dios no quiere fastidiarnos. Lo que Dios quiere es que el hombre "viva". Las mismas normas de ley natural tienen una gradación: la conservación de la persona, de la vida, de la familia… ¿Cómo ha podido el cristianismo parecer a veces deshumanizante, menospreciador del cuerpo y de las realidades humanas? Mi cuerpo, ¿es importante para mí? ¿Qué haría sin él? Incluso la oración, la actividad más espiritual, es imposible sin ese buen compañero. Y "el Verbo se hizo carne", se hizo cuerpo.

-"Y Jesús añadió: "EI Hijo del hombre es señor del Sábado." ¡Dios bien sabía que el sábado era una institución sagrada! Ahora bien, Jesús afirma tener derecho a rechazar los detalles rituales concernientes al sábado para volver a encontrar la intención primitiva del legislador (Noel Quesson).

Jesús, hablas realmente con autoridad y poder. Te atreves a reinterpretar una de las instituciones más sagradas de su pueblo. Sobre todo les debió saber muy mal a los fariseos la última afirmación: "el Hijo del Hombre es señor del sábado". Si ese día era la representación de Dios, entonces te hacías Dios, y era algo blasfemo para ellos.

Pero en otros momentos dijiste también "no es el hombre para el sábado sino el sábado para el hombre". Ahí entiendo que nos decías que las normas son para las personas, para su bien, y no al revés. Que los mandamientos de amar a Dios y a los demás (y por tanto no caer en la idolatría o en el homicidio u otros crímenes) son básicos, pero que las demás obligaciones miran el bien de la persona, de la familia, de la comunidad. Por tanto, que su cumplimiento es válido cuando ayuda al fin de esas normas (el sábado es para el hombre), y no ha de ser el hombre para el sábado en el sentido de que pierda la salud o la familia por un cumplimiento de ellas.

Es una difícil sabiduría distinguir entre lo que es importante y lo que no. Guardar el sábado como día de culto a Dios, día de descanso en su honor, día de la naturaleza, día de paz y vida de familia, día de liberación interior, sí era importante. No valía la pena discutir y perder la paz por eso. Es un ejemplo de lo que ayer nos decía Jesús respecto al paño nuevo y a los odres nuevos. Cuántas ocasiones tenemos, en nuestra vida de comunidad, de aplicar este principio. Cuántas veces perdemos la serenidad y el humor por tonterías de estas, aferrándonos a nimiedades sin importancia. Lo que está pensado para bien de las personas y para que esponjen sus ánimos -como la celebración del domingo cristiano- lo podemos llegar a convertir, por nuestra casuística e intransigencia, en unas normas que quitan la alegría del espíritu. El domingo es un día que tiene que ser todo él, sus veinticuatro horas, un día de alegría por la victoria de Cristo y por nuestra propia liberación. Con la Eucaristía comunitaria en medio, pero con el espíritu liberado y gozoso: un espíritu pascual. El legalismo exagerado también puede matar el espíritu cristiano. Por encima de todo debe quedar la misericordia, el amor (J. Aldazábal).

Jesús, tú eres el Esposo y ha llegado el tiempo de la boda. Al atardecer del día sexto, Dios había descansado para consagrar la creación, y los hombres habían consagrado el sábado para alabar a Dios por sus maravillas. Un día para santificar el tiempo... Ahora, Jesús, ya estás tú aquí, y toda la vida del hombre es "santa": es tiempo del hombre y tiempo de Dios. En adelante, nada de cuanto es humano es ajeno a Dios. Ahora vivimos el "domingo", día del Señor (o como se dice en otros idiomas, día del Sol que eres tú, Señor, con tu Resurrección).

Nadie puede estar al 100% en esa interpretación de la voluntad de Dios. Recordemos lo que Pablo nos decía ayer: "¡No juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor!" Cabe, indudablemente, (no tenemos la clarividencia de Jesús) el riesgo de equivocarnos. Pero os confieso que, personalmente, prefiero equivocarme desde el amor y la misericordia que desde la observancia o la rigidez. No se trata de relativizar, como si todo diera lo mismo. Se trata de cultivar la conciencia de la propia fragilidad, de la propia e incesante necesidad de perdón, de la certeza de sólo Dios puede ver hasta el fondo nuestras intenciones y... las de los demás. Clamemos a El: su Amor nos sostendrá (Olga Elisa Molina).

Como rezaba Charles Peguy: Tenemos que salvarnos todos juntos. Todos hemos de llegar juntos a la casa del Padre. ¿Qué nos diría el Padre si nos viera llegar a unos sin los otros?

Llucià Pou Sabaté

lunes, 8 de septiembre de 2025

Martes de la XXIII semana (impar): Jesús nos elige y nos descubre un sentido de misión, para el que nos concedió las capacidades que vamos desarrollando en la vida

Martes de la XXIII semana (impar): Jesús nos elige y nos descubre un sentido de misión, para el que nos concedió las capacidades que vamos desarrollando en la vida

A. Lecturas

 

1. Colosenses 2, 6-15

Hermanos:

Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded según

Arraigados en él, dejaos construir y afianzar en la fe que os enseñaron, y rebosad agradecimiento.

Cuidado con que haya alguno que os capture con esa teoría que es una insulsa patraña forjada y transmitida por hombres, fundada en los elementos del mundo y no en Cristo.

Porque es en Cristo en quien habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y por él, que es cabeza de todo principado y autoridad, habéis obtenido vuestra plenitud.

Por él fuisteis también circuncidados con una circuncisión no hecha por hombres, cuando os despojaron de los bajos instintos de la carne, por la circuncisión de Cristo.

Por el bautismo fuisteis sepultados con él, y habéis resucitado con él, porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en él, perdonándoos todos los pecados. Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz, y, destituyendo por medio de Cristo a los principados y autoridades, los ofreció en espectáculo público y los llevó cautivos en su cortejo

2. Salmo 144, 1-2. 8-9. 10-11

R/. El Señor es bueno con todos.

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.. R/.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañasR/.

 

3. Lucas 6,12-19: "Por aquellos días subió Jesús al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos."

B. Comentario:

1. San Pablo nos habla de Vivir "en Cristo"... «in Christo»... Esta fórmula, que se encuentra ciento sesenta y cuatro veces en las epístolas de san Pablo, es una de las que mejor expresan su pensamiento profundo. Estamos «en Cristo», como en un medio vital, un medio divino como el niño en el seno de su madre y que vive por ella.

-Vivid "enraizados y edificados" en El... Dos imágenes: un árbol que crece... cuya «raíz» es Cristo. Un edificio en construcción cuya base o «fundamentos» es Cristo.

-"Permaneced firmes en la fe, tal como se os ha enseñado, rebosando en acción de gracias". Continuemos con esas dos imágenes: la savia de ese árbol vivo es la fe y la alegría de la acción de gracias. El cemento que asegura la solidez de la construcción es la fe y la alegría.

No olvidemos que el término «acción de gracias» usado por san Pablo, es el término «eucaristía». Rebosad de eucaristía... superabundad de eucaristía...

-"Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía fundada en tradiciones humanas, según las fuerzas que rigen el universo y no según Cristo". Los colosenses se sentían inclinados a adoptar las ideologías de moda: que era entonces el culto a los astros o a los «elementos del mundo» considerados habitados por espíritus, por ángeles. Y nosotros HOY ¿en qué solemos poner una confianza excesiva? ¿Qué filosofía, qué sistema tendemos a absolutizar? Cristo liberó a sus discípulos de toda sujeción, de toda esclavitud ideológica o mágica: las fuerzas de la naturaleza, los condicionamientos políticos y técnicos erigidos en ídolos... Cristo confirma su caducidad. El cristiano es liberado de cualquier tabú o miedo.

-"Porque en él, en su propio cuerpo, reside toda la Plenitud de la Divinidad". Cristo es el único absoluto... ¡en El Dios habita corporalmente! La única materia sagrada es el Cuerpo de Cristo.

-"En Él lo habéis recibido todo en plenitud". Cristo comunicó su vida y su divinidad a los hombres. La primacía absoluta del Señor Jesús sobre el resto de la naturaleza tiene por tanto su homólogo en la primacía del hombre sobre todas las cosas. El hombre no ha de someterse a nada salvo a Cristo... y son todas las cosas las que deben estar sometidas al hombre. Esto aclara en profundidad la empresa humana: «¡dominad la tierra!».

-"En Él lo habéis recibido todo en plenitud, porque domina todas las soberanías del universo y las ha incorporado a su cortejo triunfal de la cruz". ¡Todo lo que nos oprimía ha sido vencido... por lo menos en la esperanza! Ya no existen potencias maléficas.

-"Sepultados con El en el bautismo, con El también habéis resucitado". Como Jesús, Pablo no separa nunca esos dos misterios. La comunicación de la «vida» de Jesús es más que un fenómeno de «vasos comunicantes", es un fenómeno de identificación: yo estaba «en Cristo" cuando bajaba a la tumba y cuando salió de ella. Su victoria, su vida, es la mía (Noel Quesson).

2. Es preciosa esta verdad: "en Cristo habita corporalmente la plenitud de la divinidad", que es "la cabeza de todo poder y autoridad" y que por él quedaron "destituidos los poderes y autoridades y los llevó cautivos en su cortejo". También en nuestra sociedad de hoy necesitamos que se nos anime a crecer en la fe y a vivir coherentemente nuestra incorporación a Cristo.

Los cristianos, por el bautismo, fuimos injertados a Cristo en su muerte y en su resurrección ("fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él"), estábamos muertos y ahora vivimos, éramos pecadores y ahora estamos perdonados (J. Aldazábal). Nos dice el apóstol que Jesús "borró el protocolo que nos condenaba y era contrario a nosotros: lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz". El salmo recoge esta idea del perdón de Dios: "el Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad".

3. -"En aquel entonces se fue a la montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios. Toda la noche..." Ayúdame, Señor, a rezar a ejemplo tuyo, dedicando tiempo a ese trato necesario con el Padre Dios. Te veo, Jesús, rezar habitualmente, y especialmente en los momentos señalados: en su bautismo en el Jordán, cuando muchedumbres quieren oírte y tu curación, antes de la elección de tus apóstoles... Especialmente en el huerto de Getsemaní, en la Cruz perdonando a todos, y al entregar tu alma al Padre...

-"Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a "doce" de ellos a los que nombró "apóstoles"" (que significa "enviados por alguien"). Por tanto ahí les diste, Señor, el nombre de "enviados".

«Un día -no quiero generalizar; abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia-, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana -que es la razón más sobrenatural-, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (J. Escrivá, Es Cristo que pasa 1).

¿Soy apóstol, en mi ambiente, en mi familia, en mi trabajo, en mi oración? ¿Soy consciente de que Jesús espera algo de mí, y me envía? El verdadero apóstol no acapara, no atrae hacia sí mismo... sino que orienta hacia el encuentro personal con Jesús.

-"Simón, Andrés, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, Simón el Zelote, Judas y Judas Iscariote, que fue el traidor". Misterio de la libertad humana (Noel Quesson).

La comunidad de Jesús es "apostólica". No es cuestión de ser perfectos, sin defectos, pues todo está cimentado en la piedra angular, que es Cristo Jesús. sino de apreciar el don de Dios en nuestra vida. «Es norma general de todas las gracias especiales comunicadas a cualquier creatura racional que, cuando la gracia divina elige a alguien para algún oficio especial o algún estado muy elevado, otorga todos los carismas que son necesarios a aquella persona así elegida y que la adornan con profusión» (San Bernardino de Siena).

En este Cuerpo de Cristo, del que él es la Cabeza, hay fundamento (apóstoles) y sus sucesores, como Bernabé y Timoteo y Tito, ministros y otros muchos hombres y mujeres fieles. Todos somos igualmente miembros activos de la Iglesia (J. Aldazábal).

Llucià Pou Sabaté

domingo, 7 de septiembre de 2025

8 de septiembre. La Natividad de la Santísima Virgen. "Hoy ha nacido la Virgen María, de la estirpe de David, por quien vino a los creyentes la salvación del mundo y cuya vida gloriosa llenó de luz toda la tierra"

8 de septiembre. La Natividad de la Santísima Virgen. "Hoy ha nacido la Virgen María, de la estirpe de David, por quien vino a los creyentes la salvación del mundo y cuya vida gloriosa llenó de luz  toda la tierra"

A. Lecturas:

   1. Miqueas 5,1-4a. Así dice el Señor: «Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz.»

   O bien: Romanos 8,28-30: "Hermanos: sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para bien, a los que Dios ha llamado conforme a su designio: A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos; a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; y a los que justificó, los glorificó".

   2. Salmo 12,6ab.6cd. Porque yo confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu auxilio.  Y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.

   3. Mateo 1,1-16.18-23. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: -«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Díos-con-nosotros"

B. Comentario: "Hoy nace una clara estrella, / tan divina y celestial, / que, con ser estrella, es tal, / que el mismo Sol nace de ella". Según la Tradición, la Virgen Madre de Dios nació en Jerusalén, cerca de la piscina de Bezatha. La Liturgia Oriental celebra su nacimiento como el preludio de la alegría universal, un día en el que comienzan a soplar los vientos que anuncian la salvación. La celebración de su nacimiento es una invitación a alegrarnos por la llegada de la Madre de Cristo, el Sol de Justicia.

   Nada nos dice el Nuevo Testamento sobre el nacimiento de María. Ni siquiera nos da la fecha o el nombre de sus padres, aunque según la leyenda se llamaban Joaquín y Ana. Así María con su nacimiento es alegría para Dios, que se complace en su nacimiento, en su humildad y discreción en Nazareth. Pero también, como es lógico -con la lógica divina- es causa de nuestra alegría -Causa nostrae letitiae-; antecede, es el preámbulo de nuestra Redención. Después, durante muchos años, la Virgen pasa oculta. Todo Israel espera a esa doncella, y no sabe que ya vive entre los hombres. Su naturalidad es un ejemplo de vida cristiana.

   1. Belén, pequeña aldea al sur de Jerusalén, será elevada a la más alta dignidad, pues de ella saldrá el que será Jefe de Israel y llenará la tierra con su grandeza, convirtiéndose en paz para todos. Cuando en Cristo se cumple esta profecía, el Señor se convierte en Pastor de todos los pueblos. Nos dirá san Pablo: "llegada la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de Mujer, nacido bajo la Ley para rescatar a los que vivían bajo la Ley". Al celebrar en este día la Natividad de la santísima Virgen María, nos alegramos porque en ella Dios nos preanuncia que su Hijo viene para liberarnos del pecado y poder presentarnos ante Él santos e inmaculados por haber depositado en el Señor nuestra fe, y habernos dejado conducir por el Espíritu Santo. Elevemos nuestra acción de Gracias al Padre Dios por el Salvador que nos dio por medio de María Virgen. Ella es ortus est sol iustitiæ, Christus Deus noster, nació Cristo, sol de justicia, nuestro Dios y Salvador (Misa del día, antífona de entrada). Benedicto XVI explica: "El oráculo dice que será descendiente del rey David, procedente de Belén como Él, pero su figura superará los límites de lo humano, pues "sus orígenes son de antigüedad", se pierden en los tiempos más lejanos, confinan con la eternidad; su grandeza llegará "hasta los últimos confines de la tierra", y así serán también los confines de la paz (cf. Mi 5,1-4…) para definir la venida del "Consagrado del Señor", que marcará el inicio de la liberación del pueblo, el profeta usa una expresión enigmática: "Hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz" (Mi 5, 2). Así, la liturgia, que es escuela privilegiada de la fe, nos enseña a reconocer que el nacimiento de María está directamente relacionado con el del Mesías, Hijo de David".

   Palabras de Miqueas que hacen alusión a la profecía de Isaías (Is 7,14; Mt 1,23): "he aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un hijo, que será llamado Enmanuel".

   Jesús significa "salvador", igual que Josué, el caudillo o salvador que, una vez muerto Moisés, introdujo al pueblo en la tierra prometida. Jesús será salvador, pero no del yugo o esclavitud de Egipto, de los enemigos o del poder extranjero, sino de los pecados, es decir, del pasado de injusticia del pueblo. Y todo esto sucede, según el evangelista, para que se cumpliese la escritura de Isaías:

   1 (Romanos): El Nuevo Testamento no menciona el nacimiento de María ni proporciona detalles sobre sus padres, que según la leyenda se llamaban Joaquín y Ana. A pesar de la falta de datos bíblicos concretos, la Iglesia celebra este nacimiento como un signo de la fidelidad de Dios con la humanidad. Como se dice en Romanos 8,28, "a los que aman a Dios todo les sirve para el bien". La celebración del nacimiento de María es una manifestación de esta fidelidad y una invitación a alegrarnos por la gracia que ella representa.

   Según la leyenda, Joaquín y Ana eran un matrimonio que, a pesar de su esterilidad, perseveraron en la oración. Su deseo de tener un hijo era tan profundo que, según el evangelio apócrifo de Santiago, Joaquín se retiró al desierto para hacer penitencia y Ana intensificó sus súplicas. Finalmente, Dios escuchó sus oraciones y les concedió una hija, María, quien sería la Madre de Jesucristo.

   San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María, son recordados por su fe y perseverancia. A pesar de la tardanza en tener un hijo, continuaron esperando en Dios. La tradición cristiana ha celebrado a Santa Ana desde tiempos antiguos, mientras que el culto a San Joaquín es más reciente. En Jerusalén, la iglesia de Santa Ana, cerca del Templo, es venerada como el lugar de nacimiento de la Virgen María.

   Desde su nacimiento, María se destacó por su pureza y santidad. Aunque los detalles sobre su infancia son escasos, se sabe que María vivió con una gracia especial. A pesar de ser una niña santa en un entorno pecador, María se mantuvo fiel a Dios y vivió en soledad, comprendiendo que su vida era una preparación para su futuro papel como Madre de Jesús.

   María, siendo Inmaculada desde su concepción, representaba el cumplimiento de la promesa de Dios de enviar una mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente. Su vida y su rol como Madre de Jesús fueron ejemplares, y su pureza y gracia se celebran con gran devoción en la Iglesia.

   Juan Pablo II, en una de sus audiencias generales, destacó a María como una "estrella del tercer milenio", modelo de peregrinación en la fe. María, que vivió la fe en su máxima expresión, es un referente para todos los cristianos. Su vida es un ejemplo de fidelidad y dedicación, y su maternidad a Jesús representa el cumplimiento de la promesa divina.

   En la fiesta de la Natividad de la Virgen María, la Iglesia no solo celebra su nacimiento, sino también el inicio de una nueva era de salvación. La figura de María, llena de gracia y pureza, es un símbolo de esperanza y fe para todos los creyentes. En este día, se nos invita a reflexionar sobre su vida, su papel en la historia de la salvación, y a pedir su intercesión para nuestras propias necesidades.

   3. En el Evangelio, se citan en la genealogía de Jesús, a María su madre, y cuatro mujeres: Tamar que se prostituyó (Gn 38,2-26), Rut que era extranjera (para los judíos, otra cosa irregular), Rahab las dos cosas: extranjera y prostituta (Jos 2,1), y Betsabé, «la de Urías», adúltera (2 Sm 11,4). Ni racismo ni pureza de sangre, Jesús nace de una humanidad vulnerable. Benedicto XVI subraya que la genealogía, con sus figuras luminosas y oscuras, con sus éxitos y sus fracasos, nos demuestra que Dios también escribe recto con los renglones torcidos de nuestra historia. Dios nos deja nuestra libertad y, sin embargo, sabe encontrar en nuestro fracaso nuevos caminos para su amor. Dios no fracasa. Así esta genealogía es una garantía de la fidelidad de Dios, una garantía de que Dios no nos deja caer y una invitación a orientar siempre de nuevo nuestra vida hacia Él, a caminar siempre nuevamente hacia Cristo.

   "Así nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo". El matrimonio judío se celebraba en dos etapas: el contrato y la cohabitación. Entre uno y otra transcurría un intervalo, que podía durar un año. El contrato podía hacerse desde que la joven tenía doce años; el intervalo daba tiempo a la maduración física de la esposa. María está ya unida a José por contrato, pero aún no cohabitan. La fidelidad que debe la desposada a su marido es la propia de personas casadas, de modo que la infidelidad se consideraba adulterio. El «Espíritu Santo» es la fuerza vital de Dios (espíritu = viento, aliento), que hace concebir a María.

"Su esposo, José, que era hombre justo y no quería infamarla, decidió repudiarla en secreto". La Ley lo obligaba a repudiar a María, y él lo pasaría mal hasta que le sopla «el ángel del Señor» (cf. 28,2), y José es dócil a su aviso. En la actitud de José vemos una nueva realidad que acoge la redención que nos viene en Jesús. Muchos autores –Orígenes, San Efrén, San Basilio, San Jerónimo, Santo Tomás de Aquino, etc.- interpretan el gesto no como sospecha sino como señal de su intuición de una acción de Dios en María: "José se juzgaba indigno y pecador, y pensaba que no debía convivir con una mujer que le asombraba por la grandeza de su admirable dignidad. Él veía con temblor que Ella llevaba el signo cierto de la gestación de la divina presencia, y como no podía penetrar en el misterio, determinó dejarla (…) Se maravilló de la novedad del milagro y de la profundidad del misterio" (S. Bernardo).. El ángel del Señor, que representa a Dios mismo, resuelve el conflicto invitando al Israel fiel a aceptar la nueva comunidad, porque lo 'que nace en ella es obra de Dios.

   María "dará a luz un hijo", le dice el ángel, y le encarga una misión: "y le pondrás de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados". Jesús significa «Dios salva» es el mismo de Josué, el que introdujo al pueblo en la tierra prometida.

Llucià Pou Sabaté

Domingo de la semana 23 de tiempo ordinario; ciclo C: el amor a Dios nos da fuerzas para vivir con más intensidad el amor a los padres y todo amor humano: es el fundamento sobre el que edificar todo en la vida

Domingo de la semana 23 de tiempo ordinario; ciclo C: el amor a Dios nos da fuerzas para vivir con más intensidad el amor a los padres y todo amor humano: es el fundamento sobre el que edificar todo en la vida

A. Lecturas

1. Sabiduría (9,13-18):

¿Qué hombre conocerá el designio de Dios?,
o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere?
Los pensamientos de los mortales son frágiles
e inseguros nuestros razonamientos,
porque el cuerpo mortal oprime el alma
y esta tienda terrena abruma la mente pensativa.
Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra
y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance,
¿quién rastreará lo que está en el cielo?,
¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría
y le envías tu santo espíritu desde lo alto?
Así se enderezaron las sendas de los terrestres,
los hombres aprendieron lo que te agrada
y se salvaron por la sabiduría».

2. Salmo 89

R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

V/. Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. R/.

V/. Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

V/. Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervo. R/.

V/. Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.

3. Filemón (9b-10.12-17):

Querido hermano:
Yo, Pablo, anciano, y ahora prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien engendré en la prisión Te lo envío como a hijo.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nombre tuyo en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo: así me harás este favor, no a la fuerza, sino con toda libertad.
Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido, que silo es mucho para mí, cuánto más para ti, humanamente y en el Señor.
Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí.

4. Lucas 14, 25-33: «Iba con él mucha gente, y volviéndose les dijo: «Si alguno viene a mí y no odia a su padre y a su madre y a la esposa y a los hijos y a los hermanos y a las hermanas, hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no toma su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Porque, ¿quién de vosotros, al querer edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos a ver si tiene para acabarla?, no sea que, después de poner los cimientos y no poder acabar, todos los que lo vean empiecen a burlarse de él, diciendo: "Este hombre comenzó a edificar, y no pudo terminar". O ¿qué rey, que sale a luchar contra otro rey, no se sienta antes a deliberar si puede enfrentarse con diez mil hombres al que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando todavía está lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo».

B. Comentario:

1. «Se salvarán con la sabiduría». El mandamiento de Jesús sobre la perfecta expropiación -con vistas a la pura  disponibilidad para Dios- no es algo que pueda conseguir el hombre con su esfuerzo, es una  sabiduría (en la primera lectura) que viene dada de lo alto. El que piensa con categorías  puramente intramundanas, tiene que preocuparse de muchas cosas, porque las cosas  terrenales son muy precarias; y esta preocupación le impide divisar el panorama de la  despreocupación celeste. Su obligación de calcular no le permite hacerse una idea de los  «planes de Dios», que se fundamentan siempre en la entrega generosa y no en cálculos o  razonamientos. Sólo «la sabiduría» puede «salvar» al hombre de esta preocupación que le  impide toda visión de las cosas del cielo.

2. Dirá el salmo: "Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato". El paso del tiempo, la proximidad de la muerte, nos ayuda a vivir mejor, con sentido de responsabilidad, abiertos a la esperanza de la vida eterna.

"Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo": porque la Pascua de Cristo es el manantial de nuestra vida más allá de la muerte: «Después de haber recibido la dicha de la resurrección de nuestro Señor, por la que creemos que hemos sido redimidos y de resurgir también un día, ahora, transcurriendo en la alegría los días que nos quedan de nuestra vida, exultamos por esta confianza, y con himnos y cánticos espirituales alabamos a Dios por medio de Jesucristo, nuestro Señor» (Orígenes - Jerónimo, «74 homilías sobre el libro de los Salmos»).

"Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos". En nuestros días, a partir de Nietzsche, se afirma no solamente la ausencia y la muerte de Dios sino el fin del hombre... Ya que él ha matado a Dios, el hombre debe responder por su propia finitud. ¡Efectivamente, el ateísmo no es muy extraño! El salmista decía ya que el "hombre no es", pero creía que Dios "es". Se atrevía a dirigirse a este Dios sólido, para apoyarse en El. El signo de la grandeza del hombre, es precisamente, que él "habla a Dios", que lo trata de "tú"... Y se atreve a pensar que trae algo a Dios: -por la "sabiduría", recibida de Él, y que consiste en "contar bien nuestros días, para ocuparlos bien"... -por su "alabanza" cantada a Dios... -Finalmente por su "trabajo", que Dios mismo hace fructuoso... (Michel Foucault).

3. Pablo educa a Filemón en este  desprendimiento, en esta renuncia a todo lo propio, un desasimiento que no sólo es  compatible con el amor puro, sino que coincide con él. Cuando le remite al esclavo fugitivo,  Pablo hace saber a Filemón que le hubiera gustado retenerlo a su servicio, pero que deja  que sea él, Filemón, el que tome la decisión; le desliga de su propiedad (el esclavo  pertenecía a Filemón), pero también de todo cálculo (pues no gana nada si se lo devuelve a  Pablo). E incluso le expropia aún más profundamente, al enviar a Onésimo no como esclavo  sino como hermano querido, pues en eso es en lo que se ha convertido para Pablo; por eso  «cuánto más ha de quererlo» Filemón, y esto tanto «como hombre» (pues el esclavo se ha  convertido para Filemón mediante el amor de Pablo en un semejante, en un hermano) como  «según el Señor», que es el desasimiento por excelencia, superior a todo deseo de poseer (H. von Balthasar).

4. Nos dice hoy Jesús: "Si alguno viene a mí y no odia a su padre, y madre, y esposa, hijos, hermanos, hermanas y aun su propia alma, no puede ser mi discípulo. Y si no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo". El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser tu discípulo, Jesús: esto es lo que nos exiges. Y utilizas la palabra «odiar», un término ciertamente duro  que adquiere toda su significación allí donde algún semejante impide la relación inmediata  del discípulo con el maestro o la pone en cuestión. Jesús, exiges aquel amor indiviso que la ley antigua reclamaba para Dios: «con  todo el corazón, con todas las fuerzas». Nada puede competir con Dios, y Tú eres la  visibilidad del Padre. El que ha renunciado a todo por Dios está más allá de todo cálculo. El  hombre tiene que deliberar y calcular sólo mientras aspira a un compromiso (H. von Balthasar).

Odiar… "Son términos duros. Ciertamente, ni el odiar ni el aborrecer castellanos expresan bien el pensamiento original de Jesús. De todas maneras, fuertes fueron las palabras del Señor, ya que tampoco se reducen al amar menos, como a veces se interpreta templadamente, para suavizar la frase. Es tremenda esa expresión tan tajante no porque implique una actitud negativa o despiadada, ya que el Jesús que habla ahora es el mismo que ordena amar a los demás como a la propia alma, y que entrega su vida por los hombres: esta locución indica, sencillamente, que ante Dios no caben medias tintas. Se podría traducir las palabras de Cristo por amar más, amar mejor; más bien, por no amar con un amor egoísta ni tampoco con un amor a corto alcance: debemos amar con el Amor de Dios (J. Escrivá, Es Cristo que pasa, 97). Jesús quiere una disposición de seguirle, de priorizar el amor de Dios por encima de todo, para tener así todo de un modo pleno. Los afectos humanos ya no nos separarán, sino que unirán por ser más auténticos. Así, con ese amor, la persona se encuentra a sí misma, con el don sincero de sí, el único modo de encontrarse, a imagen de Dios que se hace don. A imagen de Dios familia, la paternidad biológica que nace con el matrimonio y la espiritual que nace del celibato son los dos modos de vivir ese hacerse don, abrirse a una nueva vida.

Luego añades: "¿Quién de vosotros queriendo edificar una torre, no se sienta primero a calcular si tendrá dinero para concluirla, no sea que, después de poner el cimiento, no pueda edificarla? Y todos los que pasen y la vean, empiecen a decir: Este hombre empezó a edificar y no pudo acabar. ¿O qué rey, yendo a trabar combate con otro rey, no se sienta primero a pensar si podrá salir al paso con diez mil soldados al que viene con veinte mil? En caso contrario. Cuando todavía está lejos, envía sus legados a pedir la paz". Y en la conclusión declaras a qué venían esas semejanzas diciendo: "Así, pues, aquel de vosotros que no renuncia a todo lo que posee no puede ser mi discípulo".

Y decía S. Agustín: "por donde vemos que el capital para edificar la torre y los diez mil soldados que se oponen al que viene con veinte mil, no significan otra cosa que renunciar a todo lo que tiene. Los antecedentes concuerdan con la conclusión. Porque en la renuncia a todas las posesiones se incluye también el odiar al padre, madre, esposa, hijos, hermanos, hermanas y aun la propia alma. Éstas son las posesiones que casi siempre dificultan el obtener, no las propiedades temporales y transitorias, sino las cosas comunes que han de permanecer para siempre. Por el hecho de que una mujer es tu madre, no puede serlo también mía: eso es temporal y transitorio. Ya ves que ha pasado el tiempo en que te concibió, te llevó en sus entrañas, te dio a luz y te amamantó con su leche. Pero en cuanto es hermana en Cristo, lo es para ti y para mí y para todos aquellos a quienes se promete, en la misma sociedad cristiana, una herencia celeste: a Dios por Padre y a Cristo por hermano. Esto es eterno y no perece con la pátina del tiempo. Lo mantenemos y esperamos con tanta mayor firmeza cuanto más común y menos privado es el derecho con que se alcanzará".

Agustín plantea no una aversión al amor a los padres, sino una ampliación mucho mayor del amor, es una lectura que ensancha el amor humano a la medida del divino, en lo que la Iglesia dirá que "tenían un alma sola y un solo corazón hacia Dios" (Hch 4,32). Y sigue: "De esta manera tu alma no es propia, sino de todos tus hermanos; y las almas de ellos son tuyas; o mejor dicho, las almas de ellos y la tuya no son almas, sino la única alma de Cristo". Y no pasa solo con los padres, sino también con uno mismo: "El que ame su alma la perderá" (Jn 12,25). "Y yo diré con persuasión: «Quien ame a sus padres, los perderá». Arriba mandó odiar al alma y aquí dice que la perderá. Este mandamiento, en el que se nos ordena perder el alma, no significa que hayamos de matarnos, lo que sería un crimen inexpiable. Significa que hemos de matar en nosotros el afecto carnal del alma, por el que esta vida presente nos deleita con detrimento de la futura.

"Lo mismo da decir perder el alma que odiarla, y ambas cosas se hacen con el amor, ya que el fruto de la conquista de esa alma se presenta claramente cuando se nos dice en el mismo mandamiento: Quien perdiere el alma en este siglo, la encontrará en la vida eterna. Eso mismo podemos decir con razón acerca de los padres: que el que los ama los perderá; pero no matándolos, al modo de los parricidas, sino hiriendo y matando piadosamente y con confianza, con la espada espiritual de la palabra de Dios, ese afecto carnal con que se empeñan en amarrar a los obstáculos de este mundo a ellos mismos y a los hijos que engendraron; pero dando vida al mismo tiempo a ese afecto por el que son hermanos, por el que en compañía de los hijos temporales reconocen a Dios y a la Iglesia por padres eternos".

Así –concluye- nos arrastra el amor divino, con la ayuda de quienes entienden qué es seguir la misión apostólica y hacer frente a visiones un tanto humanas, como aquella madre de los Macabeos: "Una madre que no permite renunciar a las preocupaciones seculares para formarse en la vida eterna, muestra bien cómo te permitiría repudiar enteramente el siglo para sufrir la muerte, si fuera menester". Hay que dejar "un afecto carnal, eco del hombre viejo. Se nos exhorta a que en la milicia cristiana demos muerte a ese hombre carnal en nosotros y en los nuestros; pero no de manera que seamos ingratos para con nuestros padres, como si enumeráramos para burlarnos esos beneficios con que nos dieron la vida, nos recibieron y nos educaron. Guardemos en todas partes la piedad, y mantengamos esos derechos cuando no haya que posponerlos a otros superiores" (Carta 243,1-7).

Llucià Pou Sabaté

jueves, 4 de septiembre de 2025

Viernes de la semana 22ª del tiempo ordinario (impar): Jesús es el esposo que llega de Dios, y hemos de hacer fiesta

Viernes de la semana 22ª del tiempo ordinario (impar): Jesús es el esposo que llega de Dios, y hemos de hacer fiesta


A. Lecturas

1. Colosenses (1,15-20):

Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

2. Salmo 99,2.3.4.5

R/. Entrad en la presencia del Señor con vítores

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias
y bendiciendo su nombre. R/.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.

3. Lucas 5,33-39: "En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: -«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.» Jesús les contestó: -«¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán.»Y añadió esta parábola: -«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»" .


B. Comentario


1. Pablo eleva un himno a Cristo, que nosotros repetimos -junto con parte del pasaje de ayer- en Vísperas de la Liturgia de las horas, cada miércoles.

-"Cristo es la imagen del Dios invisible"... La humanidad fue ya creada según ese modelo (Gen 1,26), tiene identidad de naturaleza divina entre el Padre y el Hijo, y se alude también a que el Hijo procede del Padre: es imagen perfectísima del Padre. «Se le llama "imagen" porque es consustancial y porque, en cuanto tal, procede del Padre, sin que el Padre proceda de Él» (S. Gregorio Nacianceno, De theologia 30,20). Y Santo Tomás explica que la Imagen del Padre es perfecta en el Hijo, e imperfecta en nosotros.

-"El primogénito en relación a toda criatura... Nacido antes que toda criatura»: «Fue llamado "primogénito" no por su proveniencia del Padre, sino porque en Él fue hecha la creación... Si el Verbo fuera una de las criaturas, habría dicho la Escritura que Él es primogénito de todas las criaturas. Ahora bien, diciendo los santos que Él es "primogénito de toda la creación" directamente se muestra que es otro distinto a toda la creación y que el Hijo de Dios no es una criatura» (S. Atanasio, Contra Arrianos 2,63).

Además, «ya sabemos los cristianos que se llevó a cabo la resurrección en nuestra Cabeza y que se llevará en los miembros. La cabeza de la Iglesia es Cristo, y los miembros de Cristo, la Iglesia. Lo que aconteció en la cabeza se cumplirá más tarde en el cuerpo. Ésa es nuestra esperanza» (S. Agustín).

-"Porque en El fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles todo fue creado por El y para El". Las fórmulas se acumulan y se completan: ¡todo es en El, por y para El!

-"El existe con anterioridad a todos los seres y todo subsiste en El". Y en Él la Creación continúa, construyéndose. -"Es también la cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia. –"Cristo en el Principio, el Primogénito de entre los muertos para que sea El el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en El toda la Plenitud".

-"Y quiso Dios reconciliar por Cristo y para Cristo todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz lo que hay en la tierra y en los cielos". ¡Todo! ¡La salvación de todos! ¡La reconciliación universal! Por su cruz, por su amor hasta el final, por su sangre ofrecida (Noel Quesson).

2. Es el salmo intenso llamamiento a la oración: «Aclamad..., servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios... Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre". Estamos en las manos de Dios, Señor y Rey, somos su pueblo, el Señor es bueno, su amor es eterno, su fidelidad no tiene límites: la bondad, el amor misericordioso («hésed»), la fidelidad. Son las tres virtudes que caracterizan la alianza de Dios con su pueblo. Como si siguiera la invitación de este salmo, la Virgen elevó al Señor un canto de alabanza manifestando su alegría; a ella en la Anunciación se le ha revelado la bondad del Señor y todas las generaciones lo proclamarán llamándola bienaventurada, reconociendo a Dios como santo.

3. Empiezan las discusiones con los fariseos.

-"Los fariseos y sus escribas dijeron a Jesús: "Los discípulos de Juan tienen sus ayunos frecuentes y sus rezos, y los de los fariseos también, en cambio los tuyos comen y beben."" En el Antiguo Testamento, el ayuno y la abstinencia de vino eran signos de austeridad, ligados a la espera del mesías. Simbólicamente significaban: "los tiempos son malos, estamos insatisfechos, hemos perdido el gusto de vivir... que venga de una vez el tiempo de la consolación y de la alegría, cuando el mesías estará aquí."

Acusan a los discípulos de que "comen y beben", lo mismo que achacarán a Jesús (Lc 7,33s). Jesús, tú mismo habías ayunado cuarenta días en el desierto y la comunidad cristiana, desde muy pronto, dedicó dos días a la semana (miércoles y viernes) al ayuno. No eliminas el ayuno, muy arraigado en Israel. Pero indicas que ha llegado el Mesías, ha llegado el Novio, y tus amigos están de fiesta.

-"Jesús les contestó: ¿Queréis que ayunen los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?"" La respuesta es clara. Los tiempos de fiesta no son para ayunar, y expresar esa alegría -los cristianos no pueden ser personas tristes- pues "el Esposo está con ellos."

-"Llegará el día en que se lleven al novio, y entonces, aquel día, ayunarán". Es lo que hacemos en tiempos de expectación del Señor, para prepararnos durante el año litúrgico.

-"Y les decía esta parábola: "Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para echársela a un manto viejo; porque el nuevo se queda roto, y al viejo no le irá el remiendo del nuevo."" Marcos y Mateo dicen que no sirve de nada porque el tejido nuevo tira del viejo. Lucas habla de que es estropear los dos paños. Lo nuevo es el amor de Dios, la Iglesia, y encuentro ante mí una maravillosa aventura. Jesús, tú haces nuevas todas las cosas. Te pido que renueves mi corazón para apreciar la novedad de tu amor encarnado.

-"Nadie echa tampoco vino nuevo en odres viejos, porque si no, el vino nuevo revienta los odres; el vino se derrama y los odres se echan a perder". La nueva Alianza, a pesar de la continuidad con la Antigua, es verdaderamente una novedad: ¡Dios hecho hombre!

Jesús, subrayas el carácter de radical novedad que supone el acogerte como enviado de Dios, con la doble comparación de la "pieza de un manto nuevo en un manto viejo" y del "vino nuevo en odres viejos".

Aceptarte en nuestras vidas comporta cambios importantes. No se trata sólo de "saber" unas cuantas verdades respecto a ti, sino de dejarme transformar, cambiar mi estilo de vida. Vivir con alegría interior.

Estamos de fiesta. ¿Se nos nota?, ¿o vivimos tristes, como si no hubiera venido todavía el Salvador? La fe en Cristo pide traje nuevo y odres nuevos. Jesús rompe moldes. Lo que Pablo llama "revestirse de Cristo Jesús" no consiste en unos parches y unos cambios superficiales. A los apóstoles les costó el cambio… Nosotros estamos rodeados de una ideología y una sensibilidad neopagana. También tenemos que ir madurando: el vino nuevo de Jesús nos obliga a cambiar los odres. El vino nuevo implica actitudes nuevas, maneras de pensar propias de Cristo, que no coinciden con las de este mundo. Son cambios de mentalidad, profundos. No de meros retoques externos. En muchos aspectos son incompatibles el traje de este mundo y el de Cristo. Por eso cada día venimos a escuchar, en la misa, la doctrina nueva de Jesús y a recibir su vino nuevo (J. Aldazábal).

"El mérito de nuestros ayunos no consiste solamente en la abstinencia de los alimentos; de nada sirve quitar al cuerpo su nutrición si el alma no se aparta de la iniquidad y si la lengua no deja de hablar mal" (S. León Magno).

El ayuno y la abstinencia de vino, actitudes específicas del nazireato (Lc 22,14-20), expresaban la insatisfacción de la época presente y la espera de la consolación de Israel. Juan Bautista hizo de esta actitud una ley fundamental de su comportamiento (Lc 1,15). Desde entonces, cuando los discípulos de Jesús se dispensan de los ayunos prescritos o espontáneos, dan la impresión de desinteresarse de la llegada del Mesías y de negarse a participar de la esperanza mesiánica. La respuesta de Jesús es clara: los discípulos no ayunan porque ya no tienen nada que esperar, puesto que ya han llegado los tiempos mesiánicos: ya no tienen que apresurar, mediante prácticas ascéticas, la llegada de un Mesías en cuya intimidad ya viven. Esta intimidad será interrumpida por la pasión y la muerte de su Maestro: en este momento, ayunarán (v 30, en relación con Lc 22,18) hasta el tiempo en que el Esposo les sea devuelto en la resurrección y en el Reino definitivo.

Las parábolas del vestido y de los odres proporcionan otra respuesta a la extrañeza de los discípulos de Juan y de los fariseos. Inaugurador de los tiempos mesiánicos, Jesús es consciente de aportar al mundo una realidad sin común medida con todo lo que los hombres han poseído hasta entonces (cf Lc 16,16 o el milagro de Caná: Jn 2,10). Las dos parábolas no ofrecen ningún juicio de valor al afirmar que el vino viejo es mejor que el nuevo o que el vestido nuevo es preferible al viejo. No establecen una comparación, sino que subrayan solamente una incompatibilidad: no hay que querer asociar lo nuevo a lo viejo, so pena de perjudicar a uno y otro, porque el vestido remendado combinará mal y el odre viejo se perderá irremediablemente... y el vino con él.

La Nueva Alianza hace ceder las prescripciones de la Antigua, que tienen que acomodarse a la Nueva. El bebedor de vino viejo no dice que el nuevo sea malo; afirma solamente que no puede beberse después de haber probado el viejo, puesto que sus aromas son incompatibles. El que no ha conocido al Esposo y desea participar de su amor no puede al mismo tiempo vivir como si no existiera. El Evangelio excluye ciertas componendas (Maertens-Frisque).

-"Nadie, después de beber el vino añejo, quiere el nuevo, porque dice: "¡El añejo es el bueno!"" Quedémonos con el "bueno". ¡Danos, Señor, tu vino! (Noel Quesson).

Nosotros estamos con el Señor, como amigos invitados al banquete de bodas. Él nos dice: vosotros seréis mis amigos si cumplís mis mandamientos. No basta, por tanto, estar en intimidad con Él a través de la oración, incluso prolongada. Mientras no estemos dispuestos a escuchar su Palabra y a ponerla en práctica, el Señor no podrá decir que somos sus amigos, y mucho menos de su familia como nos lo dice en otra ocasión: El que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre. Cuando en verdad permitamos al Espíritu Santo renovar nuestra vida, entonces seremos criaturas nuevas en Cristo; entonces la vida de fe en el Señor no será sólo un parche en nosotros, ni algo nuevo que llega a un corazón que continúa cargando con el hombre viejo, que se corrompe siguiendo la seducción de las concupiscencias. De nosotros se espera una vida que manifieste la alegría de sabernos amados y unidos a Cristo; sin embargo, al contemplar que hay muchos que viven separados de Él, o que ni siquiera han oído hablar de Él, nos ha de llevar a sacrificarnos a favor de ellos, poniendo todo nuestro empeño en hacer que el Señor llegue a habitar en todos para que nuestra humanidad se renueve en el amor, en la verdad, en la justicia, en la solidaridad, y en la comunión fraterna (www.homiliacatolica.com).


Llucià Pou Sabaté