miércoles, 3 de septiembre de 2025

Jueves de la 22ª semana del Tiempo Ordinario (impar): Nos saca Dios del dominio de las tinieblas para llevarnos al reino de su Hijo querido. Vemos cómo llama a los Apóstoles que, dejándolo todo, lo siguieron

Jueves de la 22ª semana del Tiempo Ordinario (impar): Nos saca Dios del dominio de las tinieblas para llevarnos al reino de su Hijo querido. Vemos cómo llama a los Apóstoles que, dejándolo todo, lo siguieron


A. Lecturas

1. Colosenses (1,9-14):

Desde que nos enteramos de vuestra conducta, no dejamos de rezar a Dios por vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. De esta manera, vuestra conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificaréis en toda clase de obras buenas y aumentará vuestro conocimiento de Dios. El poder de su gloria os dará fuerza para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias al Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

2. Salmo 97,2-3ab.3cd-4.5-6

R/. El Señor da a conocer su victoria

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/


3. Lucas 5,1-11: "En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» Simón contestó: -«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: -«Apártate de mi, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron".


B. Comentario



1. –"Desde el día que oímos hablar de vuestra «vida en Cristo» no dejamos de orar por vosotros". "Aquí habla de la vida y de las obras, y es que también lo hace en todas partes: siempre junta la fe a la conducta (…) Efectivamente, quien conoce a Dios y es considerado digno de ser siervo de Dios, más aún, incluso hijo, mira tú cuánta virtud no necesitará" (San Juan Crisóstomo).

-"Pedimos a Dios que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual". Había mucho esoterismo-gnóstico y les previene ante esas especulaciones místico-intelectuales. –"Así vuestra conducta será digna del Señor y capaz de agradarle en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios". Una fe con obras.

-"Seréis confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, que os dará constancia y paciencia. Daréis gracias al Padre con alegría"... He ahí cuatro frutos del verdadero conocimiento de Dios: la perseverancia, la paciencia, la alegría, la acción de gracias. Todo ello signos de que ¡Dios está allí!

-"Al Padre que os ha hecho aptos para participar en la luz en la herencia del pueblo santo. Él nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo muy amado, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados". El hombre es «un ser capaz de Dios»… y dirá san León Magno: «Reconoce, oh cristiano, tu dignidad. Has llegado a ser participante de la naturaleza divina, no vuelvas a tu bajeza primera viviendo de un modo indigno de tu condición. Recuerda que has sido arrancado de las tinieblas y transplantado a la luz y al reino de Dios».

2. En este salmo, el apóstol san Pablo reconoció con profunda alegría una profecía de la obra de Dios en el misterio de Cristo: en el Evangelio "se ha revelado la justicia de Dios" (cf. Rm 1,17), "se ha manifestado" (cf. Rm 3,21). La interpretación que hace san Pablo confiere al salmo una mayor plenitud de sentido. Se amplía así lo que el salmo proclama: que Dios salva a su pueblo y que todas las naciones, al contemplarlo, se admiran. Orígenes interpreta: "Cántico nuevo es el Hijo de Dios que fue crucificado, algo hasta entonces inaudito. Una realidad nueva debe tener un cántico nuevo. "Cantad al Señor un cántico nuevo". En realidad, el que sufrió la pasión es un hombre; pero vosotros cantad al Señor. Sufrió la pasión como hombre, pero salvó como Dios (…) ¿qué hizo de nuevo para merecer un cántico nuevo? ¿Queréis saber lo que hizo de nuevo? Dios murió como hombre, para que los hombres tuvieran la vida; el Hijo de Dios fue crucificado, para elevarnos hasta el cielo"".

3. Lucas nos narra la llamada vocacional de Pedro y de los otros primeros discípulos, de una forma ligeramente distinta a los otros Evangelios (Mt 4,18-25; Mc 1,16-20; Jn 1,35-51) que cuentan la llamada en los inicios de la vida pública, pero Mateo y Marcos lo hacen como el primer acto del ministerio de Jesús y subrayan la identificación de los discípulos con el maestro; Lucas lo hace preceder de un breve ministerio de Jesús en Cafarnaún y un cierto trato de Jesús con los apóstoles, especialmente con Pedro (Biblia de Navarra).

Señor, hasta ahora aparecías en tu labor solo. Ahora buscas colaboradores. Ya ayer el evangelio nos habla de cómo curas de la fiebre a la suegra de Pedro.

-"Jesús se encontraba a la orilla del lago de Genezaret. La gente se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios". Escena viva, concreta. Trato de imaginarla. ¿Tengo yo esa misma avidez?

-"Vio dos barcas junto a la orilla: Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Jesús subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la retirara un poco de tierra". Quizá cuando Jesús mete el pie dentro, la barca bambolea un poco; pero Simón sabe restablecer el equilibrio como marino experto.

Hoy nos cuentas cómo, para poder apartarte un poco de la gente que se agolpaba en torno, le pides a Pedro que te preste su barca. Qué satisfacción sentiría Pedro: le pides su barca.

-"Luego se sentó y desde la barca enseñaba a la gente." ¡Cuánto me hubiera gustado encontrarme en esa playa entre los oyentes! Cuando se va a Tierra Santa, uno de los sitios más impresionantes es este lago, donde tú, Jesús, viviste estas escenas tan bonitas…

-"Cuando acabó de hablar dijo a Simón: "Sácala mar adentro"... En aguas profundas. Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos pescado nada; pero ya que Tú lo dices, echaré las redes". Y Simón sube la vela, o toma sus remos... y se boga, lago adentro con Jesús a bordo. A menudo, así, Jesús nos pide de hacer cosas sorprendentes. Salir de nuevo a pescar ¡cuando nada se ha logrado en toda una noche de esfuerzo! La fe es algo semejante. Es confiar en Jesús más que fiarse de los propios razonamientos.

-"Obtuvieron tal redada de peces que reventaba la red. Hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a echarles una mano... Llenaron las dos barcas que casi se hundían". Contemplo esas barcas demasiado llenas que amenazan zozobrar. En los días de aridez espiritual es bueno acordarse de los buenos momentos... como Pedro debió recordarlos más tarde... en medio de los fracasos de su vida apostólica.

-"Al ver esto Simón Pedro se echó a los pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador."" En el lenguaje bíblico ese miedo o espanto es señal de que Dios se ha acercado a nosotros. No se trata de caer en un miedo enfermizo y malsano -Dios es infinitamente bueno- pero ¿no nos sería muy conveniente volver a descubrir la santidad y el poder de Dios? -Dios es infinitamente grande-. Y ¿cómo no nos descubriríamos entonces, como Pedro, indignos de permanecer en su presencia? Señor, soy un pecador, una pecadora, no soy digno de recibirte...

-"Jesús dijo a Simón: "No temas, desde ahora serás pescador de hombres."" ¡No temas! Es uno de los refranes de Dios. Es natural que el hombre tiemble ante Dios; y he aquí que Dios mismo se empeña en tranquilizarnos. ¡Gracias, Señor! "Serás pescador de hombres"... Vocación divina. Dios cambia un destino (J. Aldazábal; Noel Quesson).

"Duc in altum! Esta palabra resuena también hoy para nosotros y nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro: 'Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre'" (Juan Pablo II).

-"Dejándolo todo lo siguieron". "Todo". Dejándolo todo. ¿Cuál es mi disponibilidad? Como Pedro no exige ningún signo, recibe el signo que se amolda a su vida, a su inteligencia y a su vocación. Dios procede con él como con María. Así procede Dios con su pueblo. La salvación exige fe, pero Dios apoya la fe con sus signos. (...) Simón ve en Jesús una manifestación (epifanía) de Dios. Ha visto y vivido el milagro, el poder divino que actúa en Jesús. La manifestación de Dios suscita en él la conciencia de su condición de pecador, de su indignidad, el temor del Dios completamente Otro, del Dios santo. Vemos en Isaías ese miedo… La admiración por Jesús atrae a Simón hacia él, la conciencia de su pecado le aleja de él. En la palabra "Señor" expresa la grandeza de aquel al que ha reconocido en su milagro (Comentarios Herder).

Jesús, nos has prometido que nunca nos dejarás solos, estás siempre a nuestro lado. «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes» (Lc 5,5). Esta respuesta de Pedro la podemos entender en relación con las palabras de María en las bodas de Caná: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5). Y es en el cumplimiento confiado de la voluntad del Señor cuando nuestro trabajo resulta provechoso.

Y todo, a pesar de nuestra limitación de pecadores: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador» (Lc 5,8). San Ireneo de Lyón descubre un aspecto pedagógico en el pecado: quien es consciente de su naturaleza pecadora es capaz de reconocer su condición de criatura, y este reconocimiento nos pone ante la evidencia de un Creador que nos supera. Las aguas del mar eran lugar de muerte, pero ahora lo serán de salvación.


Llucià Pou Sabaté

Miércoles de la 22ª semana de Tiempo Ordinario (impar): Jesús con su misericordia nos sana, y abre nuestro corazón para las cosas espirituales, de Dios.

Miércoles de la 22ª semana de Tiempo Ordinario (impar): Jesús con su misericordia nos sana, y abre nuestro corazón para las cosas espirituales, de Dios.


A. Lecturas

1. Colosenses (1,1-8):

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos que viven en Colosas, hermanos fieles en Cristo. Os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre. En nuestras oraciones damos siempre gracias por vosotros a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, desde que nos enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todos los santos. Os anima a esto la esperanza de lo que Dios os tiene reservado en los cielos, que ya conocisteis cuando llegó hasta vosotros por primera vez el Evangelio, la palabra, el mensaje de la verdad. Éste se sigue propagando y va dando fruto en el mundo entero, como ha ocurrido entre vosotros desde el día en que lo escuchasteis y comprendisteis de verdad la gracia de Dios. Fue Epafras quien os lo enseñó, nuestro querido compañero de servicio, fiel ministro de Cristo para con vosotros, el cual nos ha informado de vuestro amor en el Espíritu.

2. Salmo 51,10.11

R/. Confío en tu misericordia, Señor, por siempre jamás

Pero yo, como verde olivo,
en la casa de Dios,
confío en la misericordia de Dios
por siempre jamás. R/.

Te daré siempre gracias
porque has actuado;
proclamaré delante de tus fieles:
«Tu nombre es bueno.» R/.

3. "En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: -«Tú eres el Hijo de Dios.» Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con Él e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero Él les dijo: -«También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.» Y predicaba en las sinagogas de Judea" (Lucas 4,38-44).


B. Comentario

1. -"Yo, Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Timoteo, el hermano, a los cristianos de Colosas, hermanos fieles en Cristo". Es la dirección y el saludo del comienzo de toda carta. Los primeros cristianos se llamaban hermanos. ¿Cómo vivo la fraternidad?

A partir de hoy, y durante ocho días, leeremos la Carta de Pablo a los cristianos de Colosas, una ciudad que estaba en Frigia, a unos doscientos kilómetros de Éfeso, en el Asia Menor, actual Turquía. Pablo no había fundado aquella comunidad, ni la conocía. Había sido su discípulo Epafras el evangelizador de aquella región. Pablo les dirige una carta amable, hacia el año 63, cuando estaba en Roma en arresto domiciliario. Se ve que aquellos cristianos, aunque no conocían personalmente a Pablo, habían oído hablar mucho y sentían "un profundo amor" por él. Por el contenido de su misiva se entrevé la vida de aquella comunidad, mezcla de griegos y judíos, también con algún problema doctrinal: por ejemplo la tendencia "gnóstica", la dualidad de su visión cósmica, tal vez con un excesivo aprecio de los ángeles, mientras que los cristianos sitúan claramente a Cristo en el centro de toda su cosmovisión. Por eso la Carta es muy "cristológica".

La primera página de esta Carta es un saludo afectuoso y lleno de optimismo. Pablo tenía buenas noticias de aquel "pueblo santo que vive en Colosas": tiene fama "vuestra fe en Cristo Jesús y el amor que tenéis a todo el pueblo santo". Buen retrato de una comunidad. Pablo aprovecha para decirles que la fe en Cristo, "el mensaje de la verdad, se sigue propagando y dando fruto en el mundo entero".

Ojalá se pudiera decir de todas nuestras comunidades –las familias, las diócesis, las parroquias, las comunidades religiosas, los diversos movimientos y asociaciones- que son famosas por su "fe en Cristo Jesús" y su "amor a todos los demás" y que "les anima en todo la esperanza". Luego pueden añadirse más cosas organizativas y vistosas. Pero lo principal es que existan estas tres virtudes llamadas teologales, las básicas de todo cristiano: la fe, la esperanza y la caridad. Éste es el mejor adorno de una comunidad, y la mejor garantía de que su presencia en medio de la sociedad será eficazmente misionera. En este documento tenemos, pues, una síntesis teológica muy corta, pero que expresa el pensamiento más maduro de Pablo tal como se manifiesta abiertamente en la epístola de los Efesios.

-"Miembros del pueblo santo, ¡que Dios nuestro Padre os dé la gracia y la paz!" Pablo tiene la costumbre de llamar «santos» a los cristianos, porque participan de la santidad de Dios al recibir su vida: «Dios nuestro Padre». Otra razón de llamarse «hermanos». Pablo llama santos a los Colosenses, consciente de que participan de la misma dignidad del Hijo de Dios, Jesucristo, por su unión a Él. Es un don divino, la alianza de su Amor, pero también correspondencia nuestra, para vivir unidos a Él sin desviarse por caminos equivocados. Sobre todo el amor fraterno aún en medio de grandes dificultades, sin perder la esperanza de que, al final, después de haber pasado por grandes tribulaciones, viviremos unidos eternamente al Señor. Trabajemos, pues, constantemente, guiados por el Espíritu Santo, para que el Reino de Dios llegue en nosotros a su plenitud en la caridad.

-"Damos gracias sin cesar a Dios... por vosotros en nuestras oraciones". La mayoría de las epístolas de san Pablo empiezan dando gracias o «eucaristía». Yo también, Señor, quisiera que me dieras un alma alegre, que no cese de dar gracias, pensando en... Enumero los nombres de las personas de las que soy responsable. Tenemos noticia de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis con todos los santos, en la esperanza de lo que nos aguarda en los cielos. La fe, la caridad y la esperanza caracterizan a los cristianos y es aquello sobre lo que versa la oración. La fórmula da a entender que el motor, el dinamismo de las otras dos virtudes, es la esperanza. El cristiano está en marcha. Sabe dónde va. Su vida tiene un sentido. Va hacia el cielo. Y la fe y la caridad son como un gustar anticipado de ese cielo que realizará en plenitud todas las aspiraciones del hombre.

-"De lo que fuisteis ya instruidos por la Palabra de la verdad, el Evangelio que llegó hasta vosotros que fructifica y crece entre vosotros, lo mismo que en todo el mundo"... ¡Cuando pensamos que los cristianos sólo eran entonces una ínfima minoría! Y nosotros nos entretenemos en lamentaciones sobre las crisis de la Iglesia. Danos, Señor, ese alegre dinamismo. Concede a cada cristiano sentirse responsable del progreso de la fe en el mundo entero (Noel Quesson).

2. Muchas persecuciones sufre el justo, pero de todas ellas Dios lo libra. El malvado se engríe en su maldad, se abalanza sobre los pobres e indefensos para maltratarlos y acabar con ellos, y piensa: Dios no lo ve, el Señor se oculta para no enterarse. Sin embargo, por los huesos del justo vela Dios y no le alcanzará la maldad de los inicuos. Por eso, quien confía en el Señor y en su amor sabe que ha plantado su vida como se plantan los olivos junto a las corrientes de los ríos y no le alcanzará tormento alguno; a pesar de los contratiempos, su esperanza en el Señor le conservará constantemente dando frutos de bondad, pues la presencia del Señor en el hombre justo no puede quedar infecunda, a pesar de la persecución y la muerte. Confiados en el amor que el Señor nos tiene ofrezcámosle, no sólo un sacrificio de acción de gracias, sino toda nuestra vida convertida en un continuo sacrificio de alabanza a su Santo Nombre.

El salmo hace un eco amable a este saludo: "confío en tu misericordia, Señor... proclamaré delante de tus fieles: tu nombre es bueno". El salmista espera vivir en la abundancia y muchos años como el olivo, que indica ambas cosas junto al Templo, y dar gracias a Dios toda la vida experimentando la fidelidad de Dios a Sí mismo y a sus fieles. La Iglesia conecta con esta esperanza ante los retos del mundo de hoy "devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de su destino más alto" (Gaudium et spes 21).

3. Lo que Jesús anunció en Nazaret lo va cumpliendo. Allí dijo, aplicándose la profecía de Isaías, que había venido a anunciar la salvación a los pobres y curar a los ciegos y dar la libertad a los oprimidos. En efecto, hoy leemos el programa de una jornada de Jesús "al salir de la sinagoga": cura de su fiebre a la suegra de Pedro, impone las manos y sana a los enfermos que le traen, libera a los poseídos por el demonio y no se cansa de ir de pueblo en pueblo "anunciando el reino de Dios". En medio, busca momentos de paz para rezar personalmente en un lugar solitario. El Reino ya está aquí. Ha empezado a actuar la fuerza salvadora de Dios a través de su Enviado, Jesús.

Buen programa para un cristiano y sobre todo para un apóstol. "Al salir de la sinagoga", o sea, "al salir de nuestra misa o de nuestra oración", nos espera una jornada de trabajo, de predicación y evangelización, de servicio curativo para con los demás y a la vez de oración personal. ¿Ayudamos a que a la gente se le pase la fiebre?, ¿a que se liberen de sus depresiones y males?, ¿atendemos a los que acuden a nosotros, acogiéndoles con nuestra palabra y dedicándoles nuestro tiempo?, ¿nos sentimos movidos a seguir anunciando la buena noticia del Reino, sea cual sea el éxito de nuestro esfuerzo?, ¿y lo hacemos todo en un clima de oración?

Jesús, no quieres "instalarte" en un lugar donde te han acogido bien: "también a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios" (J. Aldazábal).

"En cuanto rogaban al Salvador, enseguida curaba a los enfermos; dando a entender que también atiende las súplicas de los fieles contra las pasiones de los pecados" (S. Jerónimo).

Jesús, muestras tu curación y tu misericordia con nosotros; nos liberas de la esclavitud del pecado; nos muestras el amor de Dios, la filiación divina, y también nos animas a construir un mundo más justo, con menos pobreza y con más oportunidades para que todos disfruten de una vida más digna. Es necesario que no sólo nos fijemos en la solución de la enfermedad y de la pobreza material; tenemos que luchar porque el Reino de Dios nos quite nuestro anquilosamiento espiritual, que nos hace vivir como postrados en cama, sólo pensando en nosotros mismos y en nuestro provecho personal. Hemos de permitir que el Espíritu de Dios nos levante y nos ponga a servir, en amor fraterno, a quienes necesitan de una mano, no que los explote y maltrate, sino que les sirva con el amor que procede de Dios y habita en nosotros.

"Ningún hijo de la Iglesia Santa puede vivir tranquilo, sin experimentar inquietud ante las masas despersonalizadas: rebaño, manada, piara, escribí en alguna ocasión. ¡Cuántas pasiones nobles hay, en su aparente indiferencia! ¡Cuántas posibilidades! / Es necesario servir a todos, imponer las manos a cada uno —"singulis manus imponens", como hacía Jesús—, para tornarlos a la vida, para iluminar sus inteligencias y robustecer sus voluntades, ¡para que sean útiles!" (S. Josemaría, Forja 901; www.homiliacatolica.com).



Llucià Pou Sabaté

Martes de la 22ª semana de Tiempo Ordinario (impar): Jesús nos libera de nuestras enfermedades, y con su Espíritu nos hace conocer las profundidades de la Verdad y de Dios

Martes de la 22ª semana de Tiempo Ordinario (impar): Jesús nos libera de nuestras enfermedades, y con su Espíritu nos hace conocer las profundidades de la Verdad y de Dios



A. Lecturas

1. I Tesalonicenses (5,1-6.9-11): En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.

Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; él murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él. Por eso, animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer, como ya lo hacéis.

2. Salmo 26,1.4.13-14


R/. Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida


El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida,

¿quién me hará temblar? R/.


Una cosa pido al Señor, eso buscaré:

habitar en la casa del Señor por los días de mi vida;

gozar de la dulzura del Señor,

contemplando su templo. R/.


Espero gozar de la dicha del Señor

en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,

ten ánimo, espera en el Señor. R/.


3. Lucas 4,31-37: "En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenla un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: -«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.» Jesús le intimó: -«¡Cierra la boca y sal!» El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: -«¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.» Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca".


B. Comentario:

1. Termina hoy la lectura de Tesalonicenses, con la venida última de Cristo y la resurrección de los muertos: "el día del Señor llegará como un ladrón en la noche", o "como los dolores de parto a la que está encinta", y por eso no podemos vivir distraídos y en la oscuridad: "no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y vivamos sobriamente". Estas palabras de Pablo no quieren producir en nosotros angustia: Dios nos tiene destinados, no al castigo, "sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo".

A todos nos hace bien pensar en el futuro. Como a un viajero no se le olvida el destino que está marcado en el billete. Como al estudiante no le resulta superfluo pensar en el fin del curso y sus evaluaciones. Pablo nos invita a vivir en vigilancia, con una cierta tensión, aprovechando el tiempo, como "hijos de la luz", sin dejarnos adormecer por las cosas del camino. Además, Pablo da un consejo fundamental para que la comunidad cristiana encare con esperanza su marcha hacia adelante: "animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer, como ya lo hacéis". Si cada uno está despierto y vive como "hijo de la luz", sin trampas ni enredos, y además los hermanos de la comunidad también se ayudan mutuamente con su ejemplo, seguro que el "día del Señor", sea el último de la historia como el nuestro particular como las gracias continuas que se suceden en nuestra vida, nos encontrarán preparados. Seguirá infundiéndonos respeto la muerte, pero dentro del miedo sentiremos también confianza. Lo que nos da esperanza es saber que "Dios nos ha destinado a obtener la salvación por medio de Jesús", para que "despiertos o dormidos, vivamos con él" (J. Aldazábal).

Junto a la vigilancia, hay una referencia al encuentro con el Señor cara a cara… "Hijos de Dios. —Portadores de la única llama capaz de iluminar los caminos terrenos de las almas, del único fulgor, en el que nunca podrán darse oscuridades, penumbras ni sombras.

"—El Señor se sirve de nosotros como antorchas, para que esa luz ilumine… De nosotros depende que muchos no permanezcan en tinieblas, sino que anden por senderos que llevan hasta la vida eterna" (J. Escrivá, Forja 1).

2. Como nos ha hecho decir el salmo: "espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida", pues "el Señor es mi luz y mi salvación (...); es la defensa de mi vida"; de ahí la confianza: "¿A quién temeré? (...) ¿Quién me hará temblar? (...) Mi corazón no tiembla. (...) Me siento tranquilo". San Pablo nos decía: "Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Rm 8,31). La serenidad interior, la fortaleza de espíritu y la paz son un don que se obtiene en la oración y confianza en Dios, que nos lleva a "habitar en la casa del Señor por años sin término". El monje Isaías en su Asceticon aplica este salmo a la oración durante la tentación: "Si vemos que los enemigos nos rodean con su astucia, es decir, con la acidia, sea debilitando nuestra alma con los placeres, sea haciendo que no reprimamos nuestra cólera contra el prójimo cuando no obra como debiera; si agravan nuestros ojos para que busquemos la concupiscencia; si quieren inducirnos a gustar los placeres de la gula; si hacen que la palabra del prójimo sea para nosotros como un veneno; si nos impulsan a devaluar la palabra de los demás; si nos inducen a establecer diferencias entre nuestros hermanos, diciendo: "Este es bueno; ese es malo"; por tanto, si todas estas cosas nos rodean, no nos desanimemos; al contrario, gritemos como David, con corazón firme, clamando: "Señor, defensa de mi vida" (Sal 26,1)".

Es un canto a la esperanza, a la luz de la que Jesús nos habla: "yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12), y Jesús resucitado da pleno sentido a la expresión "tierra de vivos" pues en el cielo está el santuario de Dios. Dice San Juan de Nápoles: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Dichoso el que así hablaba, porque sabía cómo y de dónde procedía su luz y quién era el que lo iluminaba. El veía la luz, no esta que muere al atardecer, sino aquella otra que no vieron ojos humanos. Las almas iluminadas por esta luz no caen en el pecado, no tropiezan en el mal.

"Decía el Señor: Caminad mientras tenéis luz. Con estas palabras, se refería a aquella luz que es él mismo, ya que dice: Yo he venido al mundo como luz, para que los que ven no vean y los ciegos reciban la luz. El Señor, por tanto, es nuestra luz, él es el sol de justicia que irradia sobre su Iglesia católica, extendida por doquier. A él se refería proféticamente el salmista, cuando decía: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

"El hombre interior, así iluminado, no vacila, sigue recto su camino, todo lo soporta. El que contempla de lejos su patria definitiva aguanta en las adversidades, no se entristece por las cosas temporales, sino que halla en Dios su fuerza; humilla su corazón y es constante, y su humildad lo hace paciente. Esta luz verdadera que viniendo a este mundo alumbra a todo hombre, el Hijo, revelándose a sí mismo, la da a los que lo temen, la infunde a quien quiere y cuando quiere.

"El que vivía en tiniebla y en sombra de muerte, en la tiniebla del mal y en la sombra del pecado, cuando nace en él la luz, se espanta de sí mismo y sale de su estado, se arrepiente, se avergüenza de sus faltas y dice: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Grande es, hermanos, la salvación que se nos ofrece. Ella no teme la enfermedad, no se asusta del cansancio, no tiene en cuenta el sufrimiento. Por esto, debemos exclamar, plenamente convencidos, no sólo con la boca, sino también con el corazón: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Si es él quien ilumina y quien salva, ¿a quién temeré? Vengan las tinieblas del engaño: el Señor es mi luz. Podrán venir pero sin ningún resultado, pues, aunque ataquen nuestro corazón, no lo vencerán. Venga la ceguera de los malos deseos: el Señor es mi luz. Él es, por tanto, nuestra fuerza, el que se da a nosotros, y nosotros a él. Acudid al médico mientras podéis, no sea que después queráis y no podáis".

Comentando este salmo, Orígenes escribe: "Si un hombre busca el rostro del Señor, verá sin velos la gloria del Señor y, hecho igual a los ángeles, verá siempre el rostro del Padre que está en los cielos". Y san Agustín, en su comentario a los salmos, continúa así la oración del salmista: "No he buscado de ti ningún premio que esté fuera de ti, sino tu rostro. "Tu rostro buscaré, Señor". Con perseverancia insistiré en esta búsqueda; en efecto, no buscaré algo de poco valor, sino tu rostro, Señor, para amarte gratuitamente, dado que no encuentro nada más valioso. (...) "No rechaces con ira a tu siervo", para que, al buscarte, no encuentre otra cosa. ¿Puede haber una tristeza más grande que esta para quien ama y busca la verdad de tu rostro?".

4. Rechazado en su pueblo, Nazaret, Jesús va a Cafarnaún.

-"Jesús enseñaba... Estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad". No dice cosas vacías ni sin vida, sino que del fondo de sí mismo surge un pensamiento magistral revestido de autoridad... y que, más que apoyarse en tradiciones de escuela, apela directamente a la conciencia de sus interlocutores. Jesús, yo quisiera también dejarme fascinar por tu palabra soberana, llegar a ser un mejor oidor tuyo y tu discípulo.

-"En la sinagoga había un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: ¿Qué tienes Tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos?"" Un hombre "no libre"... "alienado"... (de "alien", que vive la vida de otro dentro, es decir que no tiene vida propia). ¡El demonio es siempre hoy el que gravita sobre la libertad del hombre, para encadenarlo, para "poseerlo"! ¿Cuáles son mis alienaciones? ¿Qué es lo que me encadena? ¿Cuál es el mal que pesa sobre mi libertad? Costumbres o hábitos, pecados, aficiones... Por ejemplo, el domino de sí, "que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado" (Catecismo 2339), que sigue diciendo con palabras del Vaticano II: «La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir; movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa» (2339).

-"Sé muy bien quién eres: el "Santo", el "Santo de Dios." Jesús es conocido por ese demonio. ¡Tú, que eres "el santo": intercede siempre, sálvanos, libéranos!

-"Jesús le intimó: "¡Cállate la boca y sal de ese hombre!" El demonio tiró al hombre por tierra en medio de los asistentes y salió de él sin hacerle ningún daño". Tal es el primer milagro relatado por los sinópticos. Una liberación. Un hombre "encadenado" que es libertado de la malévola influencia que pesaba sobre él. Un hombre que vuelve a ser normal, que vuelve a ser un hombre. "Sin hacerle ningún daño"... La fuerza malévola es verdaderamente dominada. El demonio ha encontrado a otro más fuerte que él. Tal es Jesús. Desde el primer día. Un Salvador.

-"Todos quedaron estupefactos y se decían unos a otros: "¿Qué tendrá esa palabra, que manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos?"" Otra vez vemos que esa autoridad llega hondo en sus oyentes, que es alguien que habla más allá de -Y su fama se extendía por toda la región. Hoy también Jesús "está de moda". La opinión pública le es favorable. Pero, ¿sabremos ir más allá de las publicidades superficiales para descubrirle, a Él, en el secreto de su Persona viviente? (Noel Quesson).

Para el sediento sólo hay una obsesión: beber. Y cuando la "sed de Dios" atenaza con fuerza el corazón humano, toda la existencia se torna en búsqueda ardiente y apasionada. No vale lo que ya se sabía ni lo que se sabe aún. La persona entera se convierte en ansia enardecida, en sed abrasadora de encuentro…Yo sólo sé que, cuando miro el horizonte, cuando contemplo lo que me rodea, cuando adivino un amor más grande en la entrega de una madre, en la inmolación personal de un misionero, en la abnegación de quien, sin aspavientos y en silencio da la vida por otro... cuando una luz diferente asoma a los ojos transparentes de un niño o se deja adivinar en la serenidad reposada y madura de un anciano, todo mi ser se lanza hacia ese "algo más" que desvelan o que velan estas realidades y una sed abrasadora me tortura y, al mismo tiempo, me calienta el corazón. En esos momentos, creo tener la certeza de haber nacido sólo para un encuentro que no sabrá de fin, para un encuentro donde todo será pleno, para un encuentro en el que no cabrán de angustias ni temores... Y el silencio del corazón grita llamando a un Dios que se revela y que se vela, al que conocemos en penumbra hasta que llegue el día de verlo cara a cara.

San Agustín decía: "Mi alma es como tierra reseca frente a ti, porque así como no puede iluminarse con su propia luz, tampoco puede saciarse de sus propios recursos".

Luis Rosales también decía: "De noche iremos, de noche, /que, para encontrar la fuente, / sólo la sed nos alumbra" (Olga Elisa Molina).

Llucià Pou Sabaté

domingo, 31 de agosto de 2025

Lunes de la 22ª semana de Tiempo Ordinario (impar): Jesús proclama la liberación de toda enfermedad y de todo mal, ha venido para traernos la misericordia divina

Lunes de la 22ª semana de Tiempo Ordinario (impar): Jesús proclama la liberación de toda enfermedad y de todo mal, ha venido para traernos la misericordia divina


A. Lecturas

1. I Tesalonicenses (4,13-18): No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.


2. Salmo 95,1.3.4-5.11-12a.12b-13


R/. El Señor llega a regir la tierra


Cantad al Señor un cántico nuevo,

cantad al Señor, toda la tierra.

Contad a los pueblos su gloria,

sus maravillas a todas las naciones. R/.


Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,

más temible que todos los dioses.

Pues los dioses de los gentiles son apariencia,

mientras que el Señor ha hecho el cielo. R/.


Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar

y cuanto lo llena; vitoreen los campos

y cuanto hay en ellos. R/.


Aclamen los árboles del bosque,

delante del Señor, que ya llega, ya llega

a regir la tierra: regirá el orbe con justicia

y los pueblos con fidelidad. R/.


3. Lucas 4,16-30: "En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: -«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.» Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: -«¿No es éste el hijo de José?» Y Jesús les dijo: -«Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo Y'; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.» Y añadió: -«Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel habla muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos habla en Israel en tiempos de] profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.» Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba".


B. Comentarios:



1. Pablo no quiere que los cristianos miren la muerte de sus seres queridos "sin esperanza", como los que no creen. Para nosotros, tanto la vida como la muerte son participación en el destino de Jesús: "si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo a los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él". Y esto no es una reflexión que hace él, sino que es Palabra del Señor. Aunque no sabemos bien a qué se refiere Pablo con el misterioso orden en que resucitaremos (primero los que hayan fallecido ya cuando llegue el final, y luego los que en aquel momento estén todavía vivos), lo que sí aparece claro es que el anuncio de la vuelta de Cristo como Juez, sea cuando sea, no quiere producir una sensación de terror, sino de esperanza: "el Señor llega a regir la tierra, cantad al Señor", "y así estaremos siempre con el Señor".

–"Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos". En el mundo entero el «sueño» es la imagen de la muerte. Esta imagen es dulce y tranquilizadora, porque cuando alguien «duerme» damos por descontado que se «despertará». Y es bueno aplicar esa imagen a nuestros difuntos (J. Aldazábal).

Los difuntos serán "los que duermen". Y señala S. Agustín: "¿Por qué se dice que duermen sino porque en su día serán resucitados?". La certeza de la resurrección es verdad central de nuestra fe.

-"Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera creemos que Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús". Nuestra seguridad proviene de que si vivimos en unión con Jesús y en comunión con su Cuerpo, el «destino» de Jesús será también el nuestro. Y no es una opinión, pues "como Palabra del Señor os decimos esto": «El Hijo del hombre vendrá con sus ángeles en la Gloria del Padre, y dará a cada cual según su conducta» (Mt 16,27).

2. "El Señor llega a regir toda la tierra: Decid a los pueblos: "El Señor es rey"". Es un canto nuevo que llena la tierra, de alegría por los dones divinos, por su gloria, de la que nos hace participar. De su reino, en el que nos hace sentar a su mesa.

3. Después de Marcos y de Mateo, hoy comenzamos el evangelio según san Lucas, hasta finales de noviembre que termine el tiempo ordinario. Como los episodios de la infancia han sido leídos alrededor de Navidad, comenzamos por la primera predicación en la sinagoga de Nazaret. Vemos la costumbre de ir a la sinagoga todos los sábados, y la invitación para que lea (de pie) al profeta; las lecturas de la Ley las hacían los rabinos; las de los profetas las podían hacer los laicos, como Jesús, que hubieran cumplido los treinta años. Este pasaje de Isaías lo escogiste, Señor, para mostrar tu programa mesiánico: "el Espíritu del Señor está sobre mí... me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres, para dar la libertad a los oprimidos... para anunciar el año de gracia del Señor";

Hiciste un comentario, una homilía: "hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír"; pero muchos no creen ti, Señor, por conocerte: "¿no es éste el hijo de José?"; Con dolor, Señor, citas dos refranes o dichos de la época: "médico, cúrate a ti mismo", y "ningún profeta es bien mirado en su tierra";

La ira se apodera de las gentes, que ante estas palabras, quieren despeñarte por el barranco; pero tú escapas, como sigue diciendo: Jesús "se abrió paso entre ellos y se alejaba".

Jesús, apareces desde la primera página como el Enviado de Dios, su Ungido, el lleno del Espíritu. Y apareces también como el que anuncia la salvación a los pobres, a los cautivos, a los ciegos, a los oprimidos.

Lucas va a ser para nosotros un buen maestro para que sepamos presentar a Jesús, también a nuestro mundo de hoy, como el salvador de los pobres. "Me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres". En la Plegaria Eucarística IV damos gracias a Dios Padre porque nos ha enviado a su Hijo Jesús, el cual "anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo (la alegría)". Es un buen retrato de Jesús, que se irá desarrollando durante las próximas semanas: el que atiende a los pobres, el que quiere la alegría para todos, el que ofrece la liberación integral a los que padecen alguna clase de esclavitud. ¿Es éste también el programa de su comunidad, o sea, de nosotros?, ¿se puede decir que estamos anunciando la buena noticia a los pobres?, ¿y somos nosotros mismos esos pobres que se dejan alegrar por el anuncio de Jesús?

Muchos necesitan tus palabras de verdad, Señor, como sus paisanos al principio: "toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él". Y cuando nos dices "hoy se cumple esta Escritura". Debemos ir cada día a lo que Dios nos ha dicho, para mi "hoy", en su Historia de Salvación (J. Aldazábal).

-Lucas... ¿Quién era? Con ese tercer evangelista pasamos a otro mundo, que no es ya el de los judíos. Lucas nació en Antioquía de Siria. Pertenecía a la sociedad pagana cultivada, y ejercía la medicina como profesión. Siendo adulto, convertido quizá por san Pablo, pasó muy pronto a ser compañero de apostolado de san Pablo. Lucas construye su evangelio, evidentemente, con elementos comunes a Marcos y a Mateo. Pero él mismo indica cómo llevó su propia encuesta personal con los testigos oculares que vivían aún (Lc 1,2). Hay pues pasajes de los que él es el único relator. El griego empleado es el más literario y el más artísticamente redactado de todo el Nuevo Testamento. Lucas, como todo autor, tiene características y acentos propios: es el evangelio de la alegría, de la misericordia, de la vida interior y de la oración... es un evangelio eminentemente social, que quiere promover una sociedad más justa y más dichosa... todos los oprimidos de la sociedad antigua son valorizados: el niño, la mujer, los pobres... Dirigiéndose a ambientes cultivados del mundo pagano, evita las alusiones a las costumbres judías que habrían chocado o habrían exigido demasiadas explicaciones a la gente que no las conocía (J. Aldazábal).

Así contaba Juan Pablo II en Dives in misericordia 3: "Ante sus conciudadanos, en Nazaret, Cristo hace alusión a las palabras del profeta Isaías: 'El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres; me envió a predicar a los cautivos la libertad, a los ciegos la recuperación de la vista; para poner en libertad a los oprimidos, para anunciar un año de gracia del Señor' (Lc 4,18).

Cuando los discípulos del Bautista le preguntan la autoridad de sus signos, responde: "Id y comunicad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan los pobres son evangelizados", para concluir diciendo: "y bienaventurado quien no se escandaliza de mí" (Lc 7,22ss.).

El amor de Dios se hace notar particularmente en el contacto con el sufrimiento, la injusticia, la pobreza; en contacto con toda la 'condición humana' histórica, que de distintos modos manifiesta la limitación y la fragilidad del hombre, bien sea física, bien sea moral.

Jesús, gracias por revelarnos el amor de Dios, en ti encarnado, "rico de misericordia", gracias por hacer de tu misericordia uno de los temas principales de tu predicación.

Nos pides también que el amor y la misericordia sean nuestra regla de vida. Esta exigencia forma parte del núcleo mismo del mensaje mesiánico y constituye la esencia del ethos evangélico. Tú, divino Maestro, lo expresas con el mandamiento "más grande" y tu bendición: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5,7).

Señor, Tú proclamas con las obras, más que con las palabras, la misericordia, que es una de las componentes esenciales del ethos evangélico. Y nos dices que "los misericordiosos... alcanzarán misericordia".

La unción del Señor expresada en este pasaje, así la explica S. Cirilo de Jerusalén: "Cristo, en efecto, no fue ungido por los hombres ni su unción se hizo con óleo, o ungüento material, sino que fue el Padre quien le ungió al constituirlo Salvador del mundo, y su unción fue en el Espíritu Santo".

No basta estar convencidos de que en Jesús se han cumplido las Escrituras, y que, por tanto, Dios ha cumplido sus promesas. No basta quedarnos admirados ante las palabras y obras de Jesús. No basta buscar a Jesús para que haga en nosotros lo que oímos que hizo en otros tiempos y lugares. Mientras no busquemos a Jesús para comprometernos con Él en la construcción del Reino, no podemos, en verdad, llamarnos hombres de fe y ser hijos de Dios (www.homiliacatolica.com).

Llucià Pou Sabaté

Domingo de la semana 22 de tiempo ordinario; ciclo C: la humildad nos asemeja a Jesús, a los pequeños, a los sencillos que sin darse importancia pueden entrar con libertad en el banquete del Reino de Dios

Domingo de la semana 22 de tiempo ordinario; ciclo C: la humildad nos asemeja a Jesús, a los pequeños, a los sencillos que sin darse importancia pueden entrar con libertad en el banquete del Reino de Dios

A. Lectura

1. Eclesiástico (3,17-18.20.28-29):

Hijo, actúa con humildad en tus quehaceres,

y te querrán más que al hombre generoso.

Cuanto más grande seas, más debes humillarte,

y así alcanzarás el favor del Señor.

«Muchos son los altivos e ilustres,

pero él revela sus secretos a los mansos».

Porque grande es el poder del Señor

y es glorificado por los humildes.

La desgracia del orgulloso no tiene remedio,

pues la planta del mal ha echado en él sus raíces.

Un corazón prudente medita los proverbios,

un oído atento es el deseo del sabio.

2. Salmo 67,4-5ac.6-7ab.10-11

R/. Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.

V/. Los justos se alegran,

gozan en la presencia de Dios,

rebosando de alegría.

Cantad a Dios, tocad a su nombre;

su nombre es el Señor. R/.


V/. Padre de huérfanos, protector de viudas,

Dios vive en su santa morada.

Dios prepara casa a los desvalidos,

libera a los cautivos y los enriquece. R/.

V/. Derramaste en tu heredad,

oh, Dios, una lluvia copiosa,

aliviaste la tierra extenuada;

y tu rebaño habitó en la tierra

que tu bondad, oh, Dios,

preparó para los pobre. R/.

3. Hebreos (12,18-19.22-24a):

Hermanos:

No os habéis acercado a un fuego tangible y encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni al estruendo de las palabras, oído el cual, ellos rogaron que no continuase hablando.

Vosotros, os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a las miríadas de ángeles, a la asamblea festiva de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos; a las almas de los justos que han llegado a la perfección, y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.

4. La idea que tenemos de los fariseos no es correcta. Cristo les reprocha muchas cosas, pero otros como Nicodemo y Pablo antes de la conversión no eran tan fanáticos, como Gamaliel, quien defendió a los apóstoles ante el Sanedrín. Hoy, uno de los fariseos invita a Jesús a comer en su casa. Jesús, te sirves de un ejemplo de la vida real para repetir una vez más la importancia de la humildad. Nos hablas de ser invitados, como a ti te convidaban según costumbre judía, los sábados, para dar doctrina. Somos invitados a la unión contigo, Señor, y ahí está nuestra grandeza: "Al aceptar el hecho de ser invitado, el hombre vuelve a encontrar la verdad plena sobre sí. Y descubre asimismo su puesto justo entre los demás hombres. En esto consiste el significado fundamental de la humildad de que habla Cristo en el Evangelio de hoy, cuando recomienda a los invitados a la boda que no ocupen el primer puesto, sino el último, en espera del puesto definitivo que les señalará el amo.

B. Comentario:

1. «Los humildes glorifican al Dios vivo». Esto lo sabe ya el antiguo sabio de la primera lectura. Dios es honrado solamente por aquellos que no se dan importancia; porque tampoco Dios se da importancia: simplemente es el que es, el Señor, el Poderoso. Es Él quien distribuye todas las cosas buenas, todos los dones, y el hombre no debe comportarse ante El como el «magnánimo» que reparte sus dones. El hombre humilde puede haber recibido muchos bienes, puede incluso ser considerado como una persona importante por los demás hombres; pero él sabe que todo lo que tiene se lo debe al único que de verdad es «Magnánimo». Es todo oídos para la sabiduría de Dios, pues goza con ella y se olvida de sí mismo.

2. "Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría", dirá el salmo, que anima: "Cantad a Dios, tocad en su honor, alegraos en su presencia". Es un Dios salvador, lleno de dones: "Padre de huérfanos, protector de viudas Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada; y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres".

3. "Os habéis acercado a la «ciudad del Dios vivo»", donde habitan innumerables ángeles, primogénitos, justos, por encima de los cuales se eleva Dios, el «juez de todos», y «Jesús, el mediador de la Nueva Alianza». Se alegra de pertenecer a esta ciudad y comprende que es una gracia de Dios poder estar en tan grata compañía, poder vivir en una sociedad congregada en torno a Dios. No se pregunta si es digno o indigno de pertenecer a ella, al igual que un niño tampoco se pregunta si es digno o no de participar en un banquete de adultos; simplemente goza con las cosas buenas que se le ofrecen y con la compañía de que disfruta. Es en esto un modelo para nosotros, hijos de Dios, a los que les ha tocado en suerte algo tan hermoso. Naturalmente, sin haberlo «merecido»: pues ¿en virtud de qué hubiéramos podido «merecerlo»? Pero nos encontramos muy bien en semejante compañía y no tenemos necesidad de sentirnos «forasteros» en ella.

4. La idea que tenemos de los fariseos no es correcta. Cristo les reprocha muchas cosas, pero otros como Nicodemo y Pablo antes de la conversión no eran tan fanáticos, como Gamaliel, quien defendió a los apóstoles ante el Sanedrín. Hoy, uno de los fariseos invita a Jesús a comer en su casa. Jesús, te sirves de un ejemplo de la vida real para repetir una vez más la importancia de la humildad. Nos hablas de ser invitados, como a ti te convidaban según costumbre judía, los sábados, para dar doctrina. Somos invitados a la unión contigo, Señor, y ahí está nuestra grandeza: "Al aceptar el hecho de ser invitado, el hombre vuelve a encontrar la verdad plena sobre sí. Y descubre asimismo su puesto justo entre los demás hombres. En esto consiste el significado fundamental de la humildad de que habla Cristo en el Evangelio de hoy, cuando recomienda a los invitados a la boda que no ocupen el primer puesto, sino el último, en espera del puesto definitivo que les señalará el amo.

"En esta parábola está oculto un principio fundamental, o sea, que para descubrir que ser hombre significa ser invitado, es necesario dejarse guiar por la humildad. El juicio desatinado sobre sí mismo ofusca en el hombre lo que está inscrito profundamente en su humildad, es decir el misterio de la invitación que viene de Dios" (Juan Pablo II, 31.8.1980).

Jesús, nos das algunas enseñanzas: para los convidados, para el anfitrión de la comida, para nosotros… -"No ocupes los primeros puestos".-Porque todo el que se enaltece será humillado y el que su humilla será enaltecido. No es simplemente una táctica piadosa. Hacerse el humilde no es ser humillado. Es un principio de vida y de convivencia. Enaltecerse es pretender hacerse como el Altísimo, o sea, endiosarse, creerse autosuficiente, mirar por encima del hombro a los demás, pasar de los otros. Es lo que ocurre en el sistema social que hemos generado y mantenemos incluso con las leyes: una sociedad de clases, de niveles de desigualdad, de privilegiados y de afortunados, de ricos y pobres. Y es lo que ocurre también en el orden internacional que favorecemos y protegemos: pueblos desarrollados y ricos, pueblos en la miseria y diezmados por el hambre. En un orden así hay pueblos que se endiosan y confabulan, y hay gentes que se endiosan y menosprecian a los demás, sólo porque tienen más dinero o más poder y se creen que no necesitan a nadie.

-"No invites a tus amigos".-Esa es nuestra costumbre y nuestra ética. Compartimos nuestros éxitos y beneficios con los familiares, con los amigos, con los de la misma clase o posición social, pero excluimos y a veces incluso nos avergonzamos de los parientes y amigos pobres. Pero Jesús va más lejos. No se trata sólo de nuestros banquetes y nuestras fiestas, se trata del banquete de la vida, del banquete del desarrollo, del banquete del bienestar. Sólo hay sitio para los privilegiados, sólo hay migajas, cuando las hay, para los pobres, pensionistas, parados, o sea, las clases pasivas, las discriminadas. Hemos inventado un sistema en el que aquel que más tiene más recibe, y apenas queda nada para los que nada tienen. Se suben hasta un cien por cien los sueldos altísimos, pero se escatima una subida miserable para los que tienen sueldos miserables. La proporcionalidad del sistema hace de nuestra justicia la mayor de las injusticias.

-"En tus asuntos procede con humildad".-La palabra de Dios nos enfrenta hoy con estas lacras, con estas injusticias, que ni vemos ni queremos ver porque estamos imbuidos de ellas y han llegado a parecernos "lo normal". Vemos y vivimos en medio de la desigualdad más inhumana y ni siquiera nos sonrojamos. Defendemos nuestro nivel y tren de vida frente a los que mendigan y se hacinan en viviendas bochornosas. Y estamos tan ufanos en el convencimiento -presunción, arrogancia, soberbia- de que nos merecemos lo que tenemos y disfrutamos, de que nos lo hemos ganado a pulso, de que somos más que los demás, cuando sólo tenemos más dinero o más poder, pero menos vergüenza. Los que tienen poder, por eso de que representan al pueblo viven mejor que el pueblo y a su costa, cuando debería ser al revés. Y los que tienen dinero siempre piensan que el dinero lo producen ellos, sin tener en cuenta a los verdaderos productores, a los que trabajan a sueldo. No hay humildad para ver la verdad: que todos somos necesarios, que todos dependemos de todos, que nadie puede ser rico ni poderoso sin la colaboración de los demás. ¿De dónde, pues, esas desigualdades inhumanas?

-"Dios revela su secreto a los humildes".-El engreimiento y la soberbia endurecen el corazón de los ricos y poderosos. Los que se encaraman al poder empiezan a ver las cosas de otra manera (desde el poder, desde su posición, desde el egoísmo) y pierden la capacidad crítica y la sensibilidad social. Y los que abundan en riquezas, lo mismo, ni ven a Dios, que es la verdad. El evangelio es muy duro frente a los ricos y poderosos, porque quiere ser un revulsivo que los saque de su obcecación y los libere de su injusto proceder, para que puedan ver la luz y proceder con humildad, o sea, con justicia. Pero es estimulante para el pobre, porque sólo los pobres pueden ver la verdad de Dios. Por eso Dios, que no puede ser parcial, está en favor de los pobres. Por eso Jesús hizo causa común con los pobres y plantó cara a los ricos y poderosos de su tiempo, que acabaron por darle muerte. Pero la causa de Jesús está en pie. Y nosotros, si somos cristianos, estamos enrolados en la causa de Jesús.

Sólo el que baja del pedestal -del poder y de la riqueza- y va al encuentro del hermano, del igual que él, aunque tenga distinta función, puede descubrir el rostro de Dios. Porque Dios se ha hecho hombre, pobre, perseguido, marginado, despreciado, lo último de la insensata escala social que hemos erigido soberbiamente como una torre de Babel contra Dios, es decir, contra los hombres, contra la humanidad ("Eucaristía 1989").

Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos, porque corresponderán invitándote y quedarás pagado... Cuando des un banquete, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos. Dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos». Se nos invita a actuar desde una actitud de gratuidad y de comunión con el pobre, opuesta totalmente a la lógica de quien busca acumular, aprovecharse y excluir a los demás de la propia riqueza. Se nos llama a compartir nuestros bienes gratis, sin seguir la lógica de quien busca siempre cobrar las deudas, aun a costa de humillar a ese pobre «que siempre está en deuda frente al sistema que lo exprime» (H. Echegaray).

Jesús, me pides que cuando me esfuerce por hacer algo o por dar algo, no lo haga buscando el beneficio personal, la recompensa en la tierra, sino que lo haga por amor a Ti y a los demás. Ya se nos da Dios mismo cuando nos damos, es la mejor recompensa, y también así nos hacemos mejores: «deberías estar agradecido, contento y feliz por el honor que se te ha concedido, al no ser tú quien ha de importunar a la puerta de los demás, sino los demás quienes acudan a la tuya. Y en cambio te retraes y te haces casi el inaccesible, rehúyes el encuentro con los demás, para no verte obligado o soltar una pequeña dádiva. Sólo sabes decir: 'No tengo nada que dar, soy pobre'. En verdad eres pobre y privado de todo bien; pobre en amor, pobre en humanidad, pobre en confianza en Dios, pobre en esperanza eterna» (San Basilio Magno).

Por la humildad, entramos en un camino hacia la comunión con «el último», y así a la unidad con el Ultimo que es verdaderamente el Primero y el Salvador. El, que en la eucaristía nos invita a su mesa, nos quiere inducir a vivir cada vez más eucarísticamente, a encontrarle a partir de ahí en las calles del vivir diario y así a estar en camino hacia su eterno banquete, donde los últimos serán para él siempre los primeros (Joseph Ratzinger).

José María Pemán describía de esta manera su programa de vida: "Ni voy de la gloria en pos, / ni torpe ambición me afana, / y al nacer cada mañana / tan sólo le pido a Dios / casa limpia en que albergar, / pan tierno para comer, / un libro para leer / y un Cristo para rezar.

"He resuelto no correr / tras un bien que no me calma; / llevo un tesoro en el alma / que no lo quiero perder".

Jesucristo es nuestro modelo: «Tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10, 45). El servicio de Jesús llega a su plenitud con la muerte en cruz, o sea, con el don total de sí mismo, en la humildad y el amor: «se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz...» (Flp 2, 7-8). También para el cristiano, "servir es reinar".

Sábado de la semana 21 de tiempo ordinario (impar): al final de la vida, seremos juzgados en el amor, en cómo aprovechamos los dones que Dios nos da

Sábado de la semana 21 de tiempo ordinario (impar): al final de la vida, seremos juzgados en el amor, en cómo aprovechamos los dones que Dios nos da

A. Lecturas

1. I Tesalonicenses (4,9-11):

Acerca del amor fraterno no hace falta que os escriba, porque Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros. Como ya lo hacéis con todos los hermanos de Macedonia. Hermanos, os exhortamos a seguir progresando: esforzaos por mantener la calma, ocupándoos de vuestros propios asuntos y trabajando con vuestras propias manos, como os lo tenemos mandado.

2. Salmo 97,1.7-8.9

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. 

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes. 

Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. 

 

3. Mateo 25, 14-30: «Es también como un hombre que al marcharse de su tierra llamó a sus servidores y les entregó sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno sólo: a cada uno según su capacidad y se marchó. El que había recibido cinco talentos fue inmediatamente y se puso a negociar con ellos y llegó a ganar otros cinco. Del mismo modo, el que había recibido dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno, fue, cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo, regresó el amo de dichos servidores e hizo cuentas con ellos. Llegado el que había recibido los cinco talentos, presento otros cinco diciendo: Señor cinco talentos me entregaste, he aquí otros cinco que he ganado. Le respondió su amo: Muy bien, siervo bueno y fiel; puesto que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en el gozo de tu señor. Llegado también el que había recibido los dos talentos, dijo: Señor dos talentos me entregaste, he aquí otros dos que he ganado. Le respondió su amo: Muy bien, siervo bueno y fiel; puesto que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en el gozo de tu señor. Llegado por fin el que había recibido un talento, dijo: Señor sé que eres hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por eso tuve miedo, fui y escondí tu talento en tierra: aquí tienes lo tuyo. Le respondió su amo, diciendo: Siervo malo y perezoso, sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido; por eso mismo debías haber dado tu dinero a los banqueros, y así al venir yo, hubiera recibido lo mío junto con los intereses. Por tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez. Porque a todo el que tenga se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto al siervo inútil arrojadlo a las tinieblas exteriores: allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

 

B. Comenario:

1. La «marcha hacia la santidad», a la cual la Fe nos invita es presentada por san Pablo en dos terrenos concretos: -ayer vimos el problema de la sexualidad... y de la vida conyugal; -hoy Pablo nos recuerda la moral social: -"En cuanto al amor fraterno, no necesitáis que os escriba, ya que habéis sido instruidos por Dios para amaros mutuamente". Lo repetimos nuevamente. Cuando Pablo escribe esta carta, no ha sido redactado totalmente ningún «evangelio». Pero es ya vivido y propagado en su autenticidad. El amor de los demás considerados como hermanos... Hasta el amor de los mismos enemigos. Esto será el núcleo, el corazón de los evangelios. Ya estamos oyendo aquí la parábola del «buen Samaritano»... la invitación del «Juicio universal» a dar de comer, vestir, visitar... el ejemplo de Jesús «lavando los pies a sus apóstoles como un servidor»... Señor, ayúdame a interiorizar tu doctrina.

-"Hermanos, os exhortamos a que sigáis progresando". ¡Progresar, hacer nuevos progresos! Nada más contrario a Dios que el «conservadurismo», la actitud que dice siempre «basta». En cambio Dios, nuestro Dios nos repite ¡«de nuevo»! Caminad hacia adelante (Noel Quesson). -"Proponeos firmemente vivir con tranquilidad... -Ocupaos de vuestros asuntos..." Es la paz, esa ciencia divina…

2. "Cantad a Yahveh un canto nuevo, porque ha hecho maravillas; victoria le ha dado su diestra y su brazo santo".

El Señor nos dará su paz, pues "brama el mar y cuanto encierra, el orbe y los que le habitan; los ríos baten palmas, a una los montes gritan de alegría, ante el rostro de Yahveh, pues viene a juzgar a la tierra; él juzgará al orbe con justicia, y a los pueblos con equidad".

3. Señor, nos hablas hoy de velar, esperar tu venida. En estas parábolas del final, nos muestras que vendrás como un "Ladrón" inesperado, como un "prometido" que introduce en su intimidad..., como un "dueño" que pide cuentas...:

-"Un hombre, al irse de viaje, llamo a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes". Dios ha tenido confianza en nosotros al darnos "sus bienes". -"A uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno solo... El que recibió cinco, ganó otros cinco... El que recibió dos, ganó otros dos..." A cada uno se le pide "lo que puede y debe dar". Aquí lo fundamental es que hay una "nota" en el "concierto" que sólo yo puedo dar, y que Dios escucha. Hay "talentos" en el conjunto de la historia del cosmos que sólo yo puedo desarrollar y que Dios espera de mí. Soy irremplazable a los ojos de Dios. Todo ser humano es irremplazable a los ojos de Dios.

-"Al cabo de mucho tiempo volvió el dueño de aquellos empleados y se puso a saldar cuentas con ellos". A Dios le agrada la gente activa, con inventiva, creadora. Tomar iniciativas. Poner en marcha nuevas empresas. Desarrollar la propia inteligencia, mejorar la salud. Ayudar a la promoción colectiva de los hombres. Estimular el crecimiento. Engendrar "desarrollo"...

El que tiene varios, los fructifica, pero el que tiene uno se ha quedado con la pobre seguridad de enterrarlo. Y tú, Señor, le dices: -"¡Empleado negligente y cobarde! Quitadle su talento... echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el apretar de dientes".  El mismo final trágico que en la parábola de las "doncellas prudentes y necias". Ninguna parábola como la de los talentos, nos dice tan claramente, que cada ser humano construye su propio Juicio: el Juicio ya ha empezado... Es HOY (Noel Quesson).

«El tiempo es un don de Dios: es una interpelación del amor de Dios a nuestra libre y -si puede decirse- decisiva respuesta. Debemos ser avaros del tiempo, para emplearlo bien, con la intensidad en el obrar, amar y sufrir. Que no exista jamás para el cristiano el ocio, el aburrimiento. El descanso sí, cuando sea necesario, pero siempre con vistas a una vigilancia que sólo en el último día se abrirá a una luz sin ocaso» (Pablo VI).

«Me parece muy oportuno fijarnos en la conducta del que aceptó un talento: se comporta de un modo que en mi tierra se llama cuquería. Piensa, discurre con aquel cerebro de poca altura y decide: fue e hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

¿Qué ocupación escogerá después este hombre, si ha abandonado el instrumento de trabajo? Ha decidido irresponsablemente optar por la comodidad de devolver sólo lo que le entregaron. Se dedicará a matar los minutos, las horas, las jornadas, los meses, los años, ¡la vida!

¡Qué tristeza no sacar partido, auténtico rendimiento de todas las facultades, pocas o muchas, que Dios concede al hombre para que se dedique a servir a las almas y a la sociedad!

Nos dices, Jesús, que antes de ese final conocerán un levantamiento contra el Rey (tu Pasión) y el castigo ejemplar de la ciudad (la caída de Sión). Mientras, es el "tiempo de la Iglesia", que sigue a la caída de Jerusalén y hay una extraordinaria desproporción entre la tarea a llevar a cabo en este mundo y la recompensa prometida. El amo distribuye sus riquezas (es decir, los intereses del Reino) teniendo en cuenta las posibilidades de cada uno... aunque un solo talento constituía entonces una considerable fortuna. Sería un error interpretar esos "talentos" solamente como dones naturales a explotar. Se trata, principalmente, de los intereses del Reino, riquezas del Señor de las que cada cristiano deviene intendente, ya que el progreso del Reino sólo es posible con la colaboración de cada uno de sus componentes. La parábola descubre a los discípulos la obligación de hacer fructificar los bienes del Reino durante el tiempo que se les concede para tal menester, el tiempo de la Iglesia.

El siervo que había recibido un solo talento, rechazando mezquinamente toda clase de riesgos, se decide por escoger una seguridad totalmente falsa, ya que una riqueza muerta, sin invertir, se devalúa; y quien no multiplica lo que tiene, lo dilapida. Quien "entierra" su talento por miedo a perderlo, se entierra a si mismo y opta por la muerte. Este severa advertencia de Jesús a las autoridades religiosas de su tiempo conserva para nosotros toda su fuerza: no podemos dejar de participar en el mundo, con sus riesgos; atrevernos a poner en juego la herencia recibida de Jesucristo, sin miedo, pues quien no administra la herencia la tendría perdida ya de antemano (Maertens-Frisque).

Llucià Pou Sabaté