miércoles, 5 de junio de 2024

Jueves de la 9ª semana del Tiempo ordinario: el camino del amor a Dios y a los demás, es la senda auténtica de la vida feliz

Jueves de la 9ª semana del Tiempo ordinario: el camino del amor a Dios y a los demás, es la senda auténtica de la vida feliz

 

A. Lecturas:

   1. II Timoteo (2,8-15): Haz memoria de Jesucristo el Señor, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Este ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor. Pero la Palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna. Es doctrina segura: «Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.» Sígueles recordando todo esto, avisándoles seriamente en nombre de Dios que no disputen sobre palabras: no sirve para nada y es catastrófico para los oyentes. Esfuérzate por presentarte ante Dios y merecer su aprobación como un obrero irreprensible que predica la verdad sin desviaciones.

   2. Salmo 24: Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; enséñame porque tú eres mi Dios y Salvador.

   El Señor es bueno y recto y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.

   Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con los fieles y les da a conocer su alianza.

   3. Marcos 12,28-34: "En aquel tiempo, se llegó uno de los escribas y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: 'Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas'. El segundo es: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'. No existe otro mandamiento mayor que éstos».

   Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

   Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas".

 

B. Comentario:

   1. –"¡Acuérdate de Jesucristo, descendiente de David, resucitado de entre los muertos: éste es mi evangelio!" Tenemos esta "buena nueva": ¡Cristo ha resucitado! El hijo de María, Jesús de Nazaret, Hijo de Dios, que nos salva. Esta es nuestra fe. "Perfecto Dios, perfecto hombre", como se indica en un himno de fe. Gracias, Jesús (Salvador), ungido de Dios (Cristo), Emanuel (Dios con nosotros): si Tú fueras sólo un hombre, no podrías salvarme. Si fueras sólo Dios, no me entenderías… gracias, por ser uno de los míos.

   -"Por El estoy sufriendo, hasta llevar cadenas como un malhechor". Hay una unión mística entre Pablo y Cristo: también yo quiero unir mis cruces a tu Cruz, Jesús, unirme a tu misteriosa misión salvadora.

   -"Pero todo esto lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación por Jesucristo con la gloria eterna". Quiero unirme a tu misterio, Jesús, no lamentarme de mis penas y dolores, fracasos y sinsabores, sino unirme a ti, que me haces ver que contigo todo irá bien: "si morimos con El, viviremos con El".

   Esto significa que viva yo según tu corazón, Jesús. Ayúdame a vivir lo que indica el Apóstol: -"Procura presentarte ante Dios como hombre probado, como obrero que no tiene por qué avergonzarse, como fiel transmisor de la Palabra de la verdad".

   2. Para esto, te diré, Señor, con el salmista: "Señor, enséñame tus caminos, / instrúyeme en tus sendas: / haz que camine con lealtad; / enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador". Son como las indicaciones del Apóstol, hechas oración.

   "El Señor es bueno y es recto, / y enseña el camino a los pecadores; / hace caminar a los humildes con rectitud, / enseña su camino a los humildes". 

   Mi deseo, Señor, es ser humilde para poder ver. Dame ese "ver" que me haga saber encontrar el camino. Te lo pido por intercesión de Santa María, la caminante que sabe seguir tus mandatos, Señor, en la "obediencia de la fe": "Las sendas del Señor son misericordia y lealtad / para los que guardan su alianza y sus mandatos. / El Señor se confía con sus fieles / y les da a conocer su alianza".

   3. La pregunta que hacen a Jesús es sobre un tema importante: ¿qué es lo principal en la moral? «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» La hace un maestro de la Ley. Jesús le dio la respuesta, siguiendo la Escritura: "Escucha Israel, el primero es: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas." Amar… con "corazón, alma, mente, fuerza" que son nuestras facultades para amar.

   Sigue Jesús: -"El segundo es éste: "Amaras a tu prójimo como a ti mismo"".

   San Agustín dirá: «Ama y haz lo que quieras».

   Jesús ha respondido con el texto sagrado, como solían hacer los expertos en Escritura. Y el maestro de la ley se abre a la Verdad, explicada con la interpretación correcta de la Palabra (Jesús, que es la misma Palabra, da el sentido correcto); y proclama con otro texto bíblico: amar a Dios con todo el corazón y a los otros como a uno mismo «vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Ante tantas obligaciones como tenían los judíos, ha podido por fin establecer qué es lo esencial.

   Se habían multiplicado las leyes, que pueden agobiar si se toman como obligaciones. Pasaba esto con los judíos y nos puede pasar a nosotros. Tiene que haber leyes, pero necesitamos buscar la esencia para no perdernos con tantos preceptos. Para los judíos, 248 preceptos positivos y 365 negativos, que se complicaban con las diversas controversias según las escuelas de rabinos. También el Código de Derecho Canónico contiene 1752 cánones, aunque quieren regularse por el bien de las almas. Así, no hay ley que nos aprisione, si hay amor a Dios «con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas» y así participamos de ese amor a Dios, y podemos amar a los demás.

   En una conversación hablaron de una persona ausente diciendo con dureza que había hecho algo mal, y alguien añadió además: "¡porque hay que hacer las cosas como Dios manda!" San Josemaría, que estaba presente, dijo: "lo que Dios manda es que vivamos la caridad". Lo otro, la "perfección", podrá ser más o menos interesante, pero en este sentido secundario. Quizá utilizamos tantos "pequeños mandamientos" como son «los sacrificios y las ofrendas» para recriminar a los demás, como nuevos fariseos… Te pido, Señor, buscar la verdad con lealtad. Que como hace Jesús, la verdad se abra paso no a fuerza de imposiciones, sino por la misma fuerza de la verdad.

   El amor es el resumen de toda la ley. Amar a Dios (escucharle, adorarle, rezarle, amar lo que ama él) y amar al prójimo (a los simpáticos y a los menos simpáticos, ayudarles, acogerles, perdonarles). Por la noche, podemos hacer un poco de examen de conciencia y preguntarnos: ¿cómo hay ido hoy mi amor a Dios, a los demás?, ¿me he buscado a mí mismo? Hemos de llegar a mejorar el tercer mundo, pero comenzar por la familia y nuestro pequeño mundo, quienes nos rodean. En la misa, en el momento de darnos la paz con los más cercanos, podemos recordar cómo vamos en nuestro amor (J. Aldazábal).

   Llucià Pou Sabaté

martes, 4 de junio de 2024

Miércoles de la semana 9ª del tiempo ordinario: Dios escucha nuestras peticiones, y lo que hoy es pena mañana es gloria

Miércoles de la semana 9ª del tiempo ordinario: Dios escucha nuestras peticiones, y lo que hoy es pena mañana es gloria

 

A. Lecturas

   1. II Timoteo (1,1-3.6-12): Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio. De este Evangelio me han nombrado heraldo, apóstol y maestro, y ésta es la razón de mi penosa situación presente; pero no me siento derrotado, pues sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.

   2. Salmo 122: A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores.

   Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.

   3. Marcos 12,18-27: "En aquel tiempo, se le acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan que haya resurrección, y le preguntaban: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos: el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia; también el segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo. Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos, murió también la mujer. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer».

   Jesús les contestó: «¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos. Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error»".

 

B. Comentario:

   1. Mi vida no es una «pompa de jabón que se deshace», no es fruto del azar. He sido «querido» por Dios. Todo mi esfuerzo debe consistir en corresponderle, como reza hoy san Pablo: -Doy gracias a Dios... a quien rindo culto con una conciencia pura... Ruego sin cesar noche y día, acordándome de ti...

   Es bonito, Señor, vernos, pobres hombres, en comunicación contigo, con lo invisible.

   "Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos", sigue diciendo san Pablo a Timoteo, uno de los primeros sucesores de los apóstoles, lo que ahora llamamos obispos (2, 1,1-3,6-12). Jesús, ayúdame a revivir el bautismo cada día: cuando tome al agua bendita para signarme, hazme consciente de que soy hijo de Dios, Nos has sellado con tu Espíritu, Jesús, para que te veamos en el mundo y en la historia, y quisiera reavivarlo cada día cuando pido que sea santificado el Nombre de Dios, aquí en mi vida, y me encomiendo a ti que también en la gloria eternamente.

   También te pido para los pastores de tu Iglesia, Señor, lo que aquí se indica: -"Porque Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de templanza". Te pido que estas cualidades de fortaleza de ánimo y amor nos lleven a todos a dar testimonio: "No te avergüences pues del testimonio que has de dar del Señor ni de mí, su prisionero". Que vea, Señor, el «servicio del evangelio» en la acogida a todos, sin distinción, sin partidismos. Que tus sacerdotes sean mediadores, que estén disponibles a todos, sin pensar en que unos son buenos y otros malos. Y puesto que todos somos mediadores, que tengamos todos esas cualidades, para ayudar: empatía y escucha atenta, sin pensar en imponer nuestra verdad, sino acercarnos a ella para que nos posea: que tú, Señor, que eres la Verdad, nos poseas.

   -"Soporta conmigo los sufrimientos por el anuncio del Evangelio". Te pido, Señor, tomar con garbo la cruz de cada día, que no huya de los sufrimientos de mi situación, y que unido a ti, con paciencia y fe se conviertan estos en algo útil para la salvación de todos.

   No me hundiré, Señor: -"No me avergüenzo porque ¡sé bien en quien he confiado!, ¡en quien tengo puesta mi fe!"; mi vida se apoya en ti, Jesús, quiero como Pablo estar bien unido a ti, como desdea hoy Pablo con su saludo, que podemos repetir al inicio de la misa: «La gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús»…

   2. Quiero terminar mi oración con el salmo de hoy: "A ti levanto mis ojos, / a ti que habitas en el cielo". Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos / en el Señor, Dios nuestro, / esperando su misericordia.

   Muchos hombres ponen su esperanza en que tengan suerte en el juego, en que todo les salga bien, en la solución de sus problemas. Mi alegría se llama conocerte, saber de tu bondad infinita, más allá de donde alcanza mi razón.

   "Misericordia, Señor, misericordia, / que estamos saciados de desprecios… del desprecio de los orgullosos" (Sal 122). Tú eres una puerta abierta, una ventana llena de luz.

   Cuando los hombres me miran, me preguntan por qué sigo creyendo, por qué tú sigues siendo mi esperanza. Me digo: si te conocieran, si supieran sólo un poco de ti, si ellos descubrieran lo que tú me has dado, estoy seguro de que no dirían lo que dicen; pues tú eres maravilloso, acoges mis pies cansados.

   3. Los saduceos no creen en la resurrección y plantean el dilema de la mujer que enviuda siete veces, para criticar la doctrina de Jesús. Tú, Señor, nos haces ver que la vida eterna te pertenece a ti y no podemos entenderlo bien: «cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer, ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos». No llega mi cabeza, Señor, pero me fío de tus palabras, porque me llenan, mi corazón me dice que dicen la Verdad. También pienso que con lo que alabas el amor, que es para siempre, no indicas que en el cielo los lazos de amor de la tierra no existirán, sino que allí en "servir y alabar" a Dios (Mt 18,10) lo tendremos todo, también los amores que nos acompañarán en el cielo. Nos dices: «Yo soy la resurrección y la vida: el que crea en mí no morirá para siempre».

   No me imagino esa vida eterna pero seguro que tú sabes bien cómo hacernos felices, como señalaba San Agustín: «No padecerás allí límites ni estrecheces al poseer todo; tendrás todo, y tu hermano tendrá también todo; porque vosotros dos, tú y él, os convertiréis en uno, y este único todo también tendrá a Aquel que os posea a ambos». Imagino que puedo entenderlo a través del amor de una madre, que ama a varios hijos como si fuera el único, que así será el amor del cielo, con el que amaremos de un modo angelical, no con el exclusivismo humano que hay por ejemplo tiene que haber en la tierra con el amor conyugal, de "sólo tú", que es un camino para la unión con Dios. Por eso, cuando una persona sufre en su matrimonio y dice: "¿tendré que estar con él/ella toda la eternidad?" me parece que se le puede responder: "no, sólo 'hasta que la muerte os separe'", pues nada malo de la tierra permanece en el cielo. Y en cambio cuando alguien pregunta: "será este amor que tenemos sólo hasta que la muerte nos separe?" se le puede responder: "tranquilo/a, que ningún amor de la tierra deja de continuar en el cielo: estaréis juntos por toda la eternidad". Parece una contradicción una cosa con la otra, Jesús, pero sé que si no es de esta manera será de otra mejor, y que tú harás que seamos felices sin que no nos falte nadie ni nada en el cielo.

   También nos dices las palabras de la zarza ardiente: «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob», y agregas: «No es un Dios de muertos, sino de vivos». Señor, veo que te pones a la altura de los que te preguntan, con tu ciencia sagrada: te pedimos que amemos las Escrituras, que abras nuestra inteligencia a una comprensión más plena.

   Llucià Pou Sabaté

lunes, 3 de junio de 2024

Martes de la semana 9ª del Tiempo ordinario: estamos llamados a participar de las actividades temporales con el corazón lleno de amor de Dios.

Martes de la semana 9ª del Tiempo ordinario: estamos llamados a participar de las actividades temporales con el corazón lleno de amor de Dios.

 

A. Lecturas:

   1. II Pedro (3,12-15a.17-18): Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables. Considerad que la paciencia de Dios es nuestra salvación. Así, pues, queridos hermanos, vosotros estáis prevenidos; estad en guardia para que no os arrastre el error de esos hombres sin principios, y perdáis pie. Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien sea la gloria ahora y hasta el día eterno. Amén.

   2. Salmo 89: Antes que naciesen los montes o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre tú eres Dios.

   Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.» Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna.

   Aunque uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, la mayor parte son fatiga inútil, porque pasan aprisa y vuelan.

   Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria.

   3. Marcos 12,13-17: «Le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos para sorprenderle en alguna palabra. Acercándose, le dicen: Maestro, sabemos que eres veraz y que no te dejas llevar de nadie, pues no haces acepción de personas, sino que enseñas el camino de Dios de verdad. ¿Es lícito dar tributo al César o no? ¿Pagamos o no pagamos? Pero él, advirtiendo su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea. Ellos se lo mostraron, y les dice: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le respondieron: Del César Jesús les dijo: Dad, pues, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Y se admiraban de él».

 

B. Comentario:

   1. Este mundo es camino para el otro, pero aquí hemos de verte, Señor, como dice el Apóstol: "-Hermanos, esperad con impaciencia la venida del "Día del Señor"". Ayúdanos, Señor, a vivir de esperanza. Que sepamos trabajar en este mundo, en espera del gran día donde la justicia, belleza, amor, santidad vencerán toda injusticia, fealdad, egoísmo, todo mal: "-Porque esperamos, según la promesa del Señor, unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia". Lo mejor no está a nuestra espalda, sino delante de nosotros. Lo mejor no está en el pasado sino en el porvenir. Los cielos y la tierra son ya muy hermosos. Pero no son más que un pálido bosquejo de la maravilla que serán «los cielos nuevos y la tierra nueva» (Noel Quesson).

   -"En la espera de ese día, hermanos muy queridos, esforzaos en ser hallados en paz ante el Señor, sin mancilla y sin tacha, irreprochables". ¡Ayúdanos, Señor, a poner en todas las cosas ese «acabado perfecto» que esperas de nosotros! Es decir, que rezar me ayude a trabajar y no parar hasta que a mi lado no haya nadie en paro, sin poder trabajar… con paz.

   -"Vosotros estad alerta... No os dejéis arrastrar por el error... No abandonéis la firmeza"...

   2. Quiero cantarte con el Salmo: "Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación", con tu Providencia conservas y diriges todo, para que todo encuentre en Ti su plenitud. Contigo, Señor, todo irá bien. Te pido, por la mediación de santa María, construir una sociedad más fraterna, en vistas a la Gloria eterna.

   3. Jesús, te hacen una pregunta malévola, pero tú respondes con una regla de oro para compaginar la religión con la vida social. ¿Cómo compaginar el respeto a la libertad de la conciencia de cada uno, al mismo tiempo que busco la gloria de Dios? Quisiera profundizar en tus palabras: «Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios». Estoy en el mundo, pero soy hijo de Dios. Soy del mundo, pero no me limito a él, estoy llamado a algo más. No te tendré solo en el cielo, Señor, sino que ya estás aquí, en nuestras cosas, en las personas que conviven conmigo: «pues cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mateo 25,40). Quiero verte, Señor, y darte lo que es tuyo, en unión con los demás, respetando su modo de ser, su libertad política, unidos en el trabajo común, en buscar el bien común a través del trabajo, la justicia, la solidaridad.

   Que te sepa ver, Dios mío, en aquellos que tienen alguna necesidad material o espiritual, y que sepa darles lo que les toca por justicia, sin dejarme llevar por ese dios falso que es "don dinero".

   Se va acuñando el término "laicidad", para significar mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada parte, porque hoy día un "laicismo" quiere la no inclusión de la influencia religiosa en la vida social, fruto de un proceso de secularización. Cuando se rompió la unidad religiosa y un cierto control de la Iglesia sobre actividades seculares, especialmente a partir de la Ilustración, se va configurando una separación entre los ámbitos religioso y profano, con unas Constituciones democráticas donde se va plasmando esa separación Iglesia-Estado. En estos años primeros del siglo XXI, se ha focalizado la atención sobre la manifestación pública de los símbolos religiosos, como el crucifijo en los lugares públicos.

   En nuestra sociedad, que los Estados quieren controlar todo, cuesta más el "dad a Dios lo que es de Dios". "Laicidad" puede significar, en positivo, superar esas tensiones antiguas de "poder civil" opuesto a "poder religioso", es decir no subyugar un aspecto al otro, pues las áreas civiles y religiosas pertenecen igualmente a la persona en su carácter público. Así, toda forma de (cesaropapismo) quedaría superada y también una respuesta -¡por fin!- por parte de la Iglesia (Concilio Vaticano II, Decreto sobre la libertad religiosa) a la justa autonomía de la esfera civil, y de los laicos, en el orden político y social. Para los creyentes, en pocas palabras, se trataría de sustituir el sueño de la "teocracia" (gobierno con "censura" religiosa) a una aspiración de "teocentrismo": uno, libremente, puede albergar la luz de Dios en su interior, y con ella iluminar a su alrededor, sabiendo que la propia libertad acaba donde comienza la libertad de los demás.

   También hoy se olvida que muchos progresos de la humanidad han sido promovidos por las instituciones religiosas: en los campos del derecho (derecho de gentes, preludio del Derecho internacional), de la cultura (el comienzo de las Universidades, muchas escuelas), de los servicios (los hospitales y tantas otras cosas que ahora sustenta el Estado o entes privados), la comunicación, de la ciencia y de la tecnología. Algunos intentan excluir a Dios de estos y otros ámbitos de la vida, presentándolo como antagonista del hombre, cuando han sido los cristianos promotores de la libertad (que no existía como hoy entendemos en la antigua Grecia, por ejemplo).

   Los bienes de la Ilustración: libertad, igualdad, fraternidad, son de raíz cristiana en gran parte. Pero sin las raíces, no dan frutos: así, sin referencia al Padre, la fraternidad no se vive -sin padres, no hay hermanos-, sino que es una filantropía que muchas veces pisa a los demás, los ningunea a través de diversas formas de su corrupción.

   Jesús, tú desacralizas el concepto de impuesto, sin desprestigiar la autoridad civil que tiene derecho a la obediencia, pero nos indicas que siempre que no vaya contra la conciencia que indica una obediencia superior: la que se debe a Dios. Lo que indicas "Al César lo que le toca y Dios lo propio", no es contradictorio sino el modo de conjugar las dos cosas. Te pedimos valentía para defender por ejemplo la libertad de la conciencia ante los asaltos de los poderes del Gobierno, a los que quizá convendrá denunciar a los tribunales, cuando falten a ese respeto al marco constitucional.

   No te pedimos, Jesús, un lugar de privilegio para la Iglesia ni mandar sobre las cosas de la calle, pero sí un respeto a la libertad religiosa de cada persona. Te pido que nos ayudes a influir en la sociedad, cada uno en nuestro campo. En tu tiempo había algunos contrarios a los impuestos (zelotes) y otros que veían en ellos un modo de cuidar del Templo (fariseos), incluso algunos adulaban al poder establecido (herodianos). Jesús, que aprenda a no tomar parte sino estar con la verdad, a no "venderme" ante los poderosos, chantajes, tráfico de influencias,

   Te pido también, Jesús, no servirse de lo religioso para los intereses políticos, ni de lo político para los religiosos. Que no me deje llevar por el bienestar material, y ponga encima el espiritual. Ser un ciudadano pleno, comprometido en los varios niveles de la vida económica, profesional, política, y ser creyente, como dice Jerónimo, «tenéis que dar forzosamente al César la moneda que lleva impresa su imagen; pero vosotros entregad con gusto todo vuestro ser a Dios, porque impresa está en nosotros su imagen y no la del César».

   Te pido verte en las cosas el mundo, buscar una ética en mi campo profesional, con un discernimiento que vaya madurando en la oración, donde –dice Tertuliano- «Cristo nos va enseñando cuál era el designio del Padre que Él realizaba en el mundo, y cual la conducta del hombre para que sea conforme a este mismo designio».

   San Jerónimo señala: «tenéis que dar forzosamente al César la moneda que lleva impresa su imagen; pero vosotros entregad con gusto todo vuestro ser a Dios, porque impresa está en nosotros su imagen y no la del César». A lo largo de su vida, Jesucristo plantea constantemente la cuestión de la elección. Somos nosotros los que estamos llamados a elegir, y las opciones son claras: vivir desde los valores de este mundo, o vivir desde los valores del Evangelio.

   Siempre es tiempo de elección, tiempo de conversión, tiempo para volver a "resituar" nuestra vida en la dinámica de Dios. Será la oración, y especialmente la realizada con la Palabra de Dios, la que nos vaya descubriendo lo que Dios quiere de nosotros. El que sabe elegir a Dios se convierte en morada de Dios, pues «si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él» (Jn 14,23). Es la oración la que se convierte en la auténtica escuela donde, como afirma Tertuliano, «Cristo nos va enseñando cuál era el designio del Padre que Él realizaba en el mundo, y cual la conducta del hombre para que sea conforme a este mismo designio». ¡Sepamos, por tanto, elegir lo que nos conviene!



 

 

Lunes de la semana 9ª del tiempo ordinario: somos la viña del Señor, que en Jesús nos salva, y cuida de nosotros para que demos fruto según su corazón.

Lunes de la semana 9ª del tiempo ordinario: somos la viña del Señor, que en Jesús nos salva, y cuida de nosotros para que demos fruto según su corazón.

 

A. Lecturas

   1. II Pedro (1,1-7): Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como a nosotros. Crezca vuestra gracia y paz por el conocimiento de Dios y de Jesús, nuestro Señor. Su divino poder nos ha concedido todo lo que conduce a la vida y a la piedad, dándonos a conocer al que nos ha llamado con su propia gloria y potencia. Con eso nos ha dado los inapreciables y extraordinarios bienes prometidos, con los cuales podéis escapar de la corrupción que reina en el mundo por la ambición, y participar del mismo ser de Dios. En vista de eso, poned todo empeño en añadir a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor.

   2. Salmo 90: Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.»

   «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación.»

   «Lo defenderé, lo glorificaré, lo saciaré de largos días y le haré ver mi salvación.»

   3. Marcos 12,1-12: "Y se puso a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó. Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías. De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron. Y envió a otro y a éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros. Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: "A mi hijo le respetarán". Pero aquellos labradores dijeron entre sí: "Este es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia." Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros. ¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido;     fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?» Trataban de detenerle - pero tuvieron miedo a la gente - porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron".

 

B. Comentario:

   1. En la primera lectura nos da S. Pedro el deseo de "«gracia y paz» por el conocimiento exacto de Dios y de nuestro Señor Jesucristo". La «gracia» es el don que nos hace partícipes de la naturaleza divina (la fe, ser hijos, el amor…). La «paz» es el sentido de plenitud que deja Dios con sus dones, es el deseo de los primeros cristianos: "la paz esté contigo/con vosotros". Señor, ¡danos tu paz! ¡Haz que la llevemos a los demás!

   Se nos habla también de «Vida y piedad». "Piedad" era «la veneración, el respeto, el amor filial y sagrado», lo que nos da esta vida plena: -"Para que os hicierais partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción que reina en el mundo". Me gusta esta expresión, que es la definición más cariñosa de "gracia de Dios": lo que nos hace "partícipes de la naturaleza divina", que no depende tanto de lo que hacemos bien, sino de dejar hacer a Dios en nosotros. Jesús, ¿ayúdame a preguntarme si estoy en comunión contigo.

   Pienso que no hemos de hacer oración cuando nos sentimos perfectos, sino que la perfección está en estar contigo, en oración, comunión, participar de tu amor… que se despliega en un actuar bien, como sigue el Apóstol: -"Por esa misma razón, añadid «a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor». Hay aquí siete virtudes en las que "habla el amor", que es el resumen de todas ellas. Ayúdame, Jesús, a entender que la fe y participar de Dios en Ti, es lo fundamental de mi vida, pero esto va unido a vivir con las obras de esta gracia y paz, de hijos de Dios.

   2. Te lo pedimos con el Salmo (90), pidiéndote lo que resume todo nuestro actuar, la confianza: "Di al Señor: "Refugio mío, alcázar mío, / Dios mío, confío en ti."

   Quiero meterme en este abandono en tus manos, Señor, entrar en tus sentimientos, sentirme partícipe de tu naturaleza y sentir que me acompañas siempre, pues dices: "me invocará y lo escucharé. / Con él estaré en la tribulación."  

   Y terminas asegurándome tu gloria, pues sigues diciendo de cada uno: "Lo defenderé, lo glorificaré, / lo saciaré de largos días / y le haré ver mi salvación."

   3. En esta parábola Jesús resume la historia de la salvación y su propia vida. Los judíos están acostumbrados a las viñas, comprenden muy bien la imagen que les pone el Señor, para mostrar las atenciones de Dios para que su pueblo diera frutos, y también muestra la malicia de los hombres, especialmente los jefes de Israel. Los del Gran Sanedrín le están espiando, y buscaban una ocasión para prenderle y matarle; esto da mucho más significado a toda la parábola:

   "Un hombre plantó una viña, la cercó de un muro, cavó un lagar y edificó una torre..." Jesús, como los que te escuchan, también yo veo que la "viña" es el pueblo de Israel. Amenizas la narración con detalles cargados de significado: la cerca es tu protección, el lagar (donde se recoge la uva para prensarla) es para mí una imagen de cómo darás la vida por nosotros y te ofreces en la Eucaristía, la torre es el reposo y vivienda… todo se refiere al cuidado de Dios por nosotros, que nos ama.

   -"Arrendó "su" viña y partió lejos de allí... Yo soy "tu" viña, Señor. Qué gran misterio... que me ames hasta considerarme tuyo... Misterio de amor escondido, porque a no te veo, ¡pero te siento tan próximo! "Jesús, has hecho conmigo lo mismo que con la viña: has plantado la semilla de la fe en mi alma; me has rodeado de familiares y amigos que me ayudan a vivir cristianamente; has excavado lo necesario para quitarme defectos; y has edificado poco a poco algunas virtudes que me facilitan la lucha por la santidad" (Pablo Cardona).

   «Ha de hacer cuenta el que comienza, que comienza a hacer un huerto en tierra muy infructuosa, que lleva muy malas hierbas, para que se deleite el Señor Su majestad arranca las malas hierbas, y ha de plantar las buenas. Pues hagamos cuenta de que está ya hecho esto cuando se determina a tener oración un alma, y lo ha comenzado a usar. Y, con la ayuda de Dios, hemos de procurar, como buenos hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarlas, para que no se pierdan, sino que vengan a echar flores que den de sí gran olor para dar recreación a este Señor nuestro, y así se venga a deleitar muchas veces a esta huerta y a holgarse entre estas virtudes» (Santa Teresa).

   Maltrataron a tus enviados, Señor. Al acercarse la Pasión, recuerdas que ahora eres tú, el Hijo, que viene como Salvador: -Le quedaba todavía uno, su Hijo "muy amado" y se lo envió también a ellos... Es un derroche de amor el que haces con nosotros, Jesús, cuando te nos das hasta la muerte, y cambias todo, para que incluso la ignorancia sea motivo de salvación, cuando rezas por los que te matarán, para que se salven también ellos. Pones la primera piedra para una forma nueva de vivir, por el amor: "La piedra que desecharon los constructores vino a ser la principal piedra angular. ¡El Señor es el que hizo esto y estamos viendo con nuestros ojos tal maravilla!"

   Jesús sabe que quieren eliminarlo, pero proclama sin miedo la verdad, acepta su martirio y sabe que la Pasión nos salvará. Desde Isaías el pueblo judío sabe que está representado por la imagen de la viña, que cuida Dios, a pesar de que no daba los frutos que Dios esperaba de ella (Is 5). Por eso usas este ejemplo, Jesús, para mostrar el drama de lo que sucederá cuando te rechazan y te matan, cuando desprecian la piedra clave de la salvación. También hoy me examino con tus palabras, Señor, para revisar si soy coherente con la verdad: ¿Soy viña que da los frutos que tú esperas? ¿Acudo a los medios de salvación: Sacramentos, oración, perdón, amor?

   Vemos a los jefes de los judíos que acosan contra Jesús, hasta mentir y juzgarle luego, y matarlo. Jesús les muestra esto que está por pasar, como una evolución del rechazo de los arrendatarios hacia el amo de la viña: "Aquellos viñadores se dijeron: Este es el heredero. Matémoslo y será nuestra la herencia." Jesús, nos haces ver otra realidad, distinta del fracaso humano: que tu Pasión está unida a la resurrección y la gloria, y que esta realidad es más completa que ver solo logros humanos. Nos haces ver que ser rechazado por los hombres, muchas veces, es señal de elección divina como nos resumes en las bienaventuranzas, tu retrato vivo. Nos muestras quiénes son los nuevos arrendatarios (que ya son hijos), y –dice S. Ireneo- son los miembros de la Iglesia: "El Señor Dios la consignó –no ya cercada, sino dilatada por todo el mundo- a otros colonos que den fruto a sus tiempos, con la torre de elección levantada en alto por todas partes y hermosa. Porque en todas partes resplandece la Iglesia, y en todas partes está cavado en torno al lagar, porque en todas partes hay quienes reciben el Espíritu"; le pedimos a Él, que con sus dones nos ayude a dar frutos de gozo y de entrega, de trabajo y de amor, de sacrificios y de autenticidad y amor a la Verdad.

Llucià Pou Sabaté

sábado, 1 de junio de 2024

Las promesas divinas se cumplen en Jesús: la Nueva Alianza de su sangre nos libera de todo mal y nos abre las puertas del cielo (Solemnidad del Corpus Christi, año B)

Las promesas divinas se cumplen en Jesús: la Nueva Alianza de su sangre nos libera de todo mal y nos abre las puertas del cielo (Solemnidad del Corpus Christi, año B)

 

A. Lecturas

   1. Exodo 24,3-8. En aquellos días Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: -Haremos todo lo que dice el Señor.

   Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos y vacas, como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: -Haremos todo lo que manda el Señor y le obedeceremos.

   Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: -Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.

   2. Salmo 115,12-13.15.16bc.17-18: Mucho le cuesta al Señor / la muerte de sus fieles. / Señor, yo soy tu siervo, / rompiste mis cadenas.

   Te ofreceré un sacrificio de alabanza, / invocando tu nombre, Señor. / Cumpliré al Señor mis votos, / en presencia de todo el pueblo.

   3. Hebreos 9,11-1.5. Cristo ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes definitivos. Su templo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen el poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa; cuánto más la sangre de Cristo que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo. Por eso él es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

   4. Marcos 14,12-16.22-26. El primer día de los ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: -¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?

   El envió a dos discípulos, diciéndoles: -Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidlo, y en la casa en que entre decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos? Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

   Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: -Tomad, esto es mi cuerpo. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron. Y les dijo: -Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios. Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos.

 

B. Comentario:

   La fiesta del Corpus Christi se introdujo en la Iglesia en el siglo XIII, a partir de unas revelaciones a la Beata Juliana de Cornillon, se celebró en Lieja a partir de 1246. Vio la monja un disco lunar rodeado de rayos de luz de resplandeciente candor; en uno de los lados, sin  embargo, se apreciaba una superficie oscura que deformaba el disco: se trataba de la Iglesia, a la que todavía le faltaba una solemnidad en honor del Santísimo Sacramento. Uno de los más fervientes devotos de la nueva fiesta fue Jacques Pantaleón de Troyes, luego papa Urbano IV, que univeralizó la fiesta. El milagro eucarístico de Orvieto ayudó a ello: un sacerdote con dudas eucarísticas vio una hostia convertirse en carne sangrante que manchó el corporal, se conserva en la catedral de Orvieto. Santo Tomas de Aquino compuso algunos himnos entre los que destacan el "Adoro te devote", "Pange lingua", la del "O Sacrum Convivium"...

   La procesión del Corpus Christi, que ya en el siglo XI en el norte de Europa se celebraba en la procesión del Domingo de Ramos, y en la reserva del Jueves y Viernes Santo, se universaliza también. En 1279 consta procesión en la diócesis de Colonia, en 1314 en Cataluña, y en 1350 en Roma.

 

   1. Moisés es una figura del Jesús que vendrá, por eso leemos hoy que hizo una alianza, que es figura de que Jesús nos dejó en la Eucaristía: bajó del monte Sinaí "y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: -Haremos todo lo que dice el Señor. Moisés puso por escrito las palabras del Señor. Se levantó temprano e hizo un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel". Sacrificó animales y tomó "la sangre y roció al pueblo, diciendo: -Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos". Jesús dirá palabras parecidas, para significar que en él se cumplían las profecías antiguas de salvación, la nueva alianza y el perdón de los pecados. Al leer estas lecturas de la Misa, pienso en lo que tú has hecho por mí, Jesús: te das por entero, no ofreces animales como sacrificio sino a ti mismo; ayúdame a unirme contigo en la entrega de mi vida. Te doy gracias por todo lo que has hecho por mi. Ayúdame a ser mejor, a amarte de verdad. Cuando tú miraste a aquellos jóvenes del jueves santo que te seguían, poniendo en cada uno los ojos, les amaste. Yo también quiero sentir esta mirada de amor tuya, Jesús.  Quiero ser como tú, Jesús. Tanto si estoy contento como si en algún momento estoy triste, quiero hacer todo contigo, así me sentiré bien, y no estaré nunca solo; estaremos juntos en todos los momentos. Quiero estar siempre contigo, Jesús, porque sólo tú tienes palabras de vida eterna, como te dijo Pedro.

   2. El Salmo canta esta Alianza eucarística que hoy celebramos: "Alzaré la copa de la salvación… Señor… yo soy tu siervo, / rompiste mis cadenas". Escapaban de Egipto los de Israel cuando el Faraón se puso a perseguirles… ellos atravesaron el Mar Rojo y los liberó el Señor. Era la pascua (paso de la esclavitud hacia la tierra prometida), así tú también, Jesús, haces tu Pascua, pasas de la muerte a la vida por el nuevo mar Rojo de tu sangre, y nos das la libertad haciéndonos pasar de la esclavitud del pecado a la libertad de hijos de Dios. Jesús, tú leiste este salmo el jueves santo mientras ofrecías tu cuerpo y tu sangre, cantaste la libertad que rompe las cadenas de la muerte, proclamaste tu bautismo que es pasar por el mar que pasaste y nacer a una vida de hijos de Dios.

   Ahora, Jesús, quiero hacer una alianza contigo, seguirte más de cerca, y pedirte por mis padres y hermanos, mis parientes y amigos, y todos los que llevo en el corazón, por todos los que necesitan ayuda. Ayúdanos a que seamos generosos y nos formemos en tu corazón, para cambiar el mundo.

   Quiero hablarte también de los países que sufren hambre, de los pobres que hemos de ayudar, para que puedan trabajar los mayores y jugar los niños y ser todos felices. Te pido para que en todos los sitios haya cristianos para que puedan darte a conocer a los demás, que haya sacerdotes para que puedan traerte en la Eucaristía.

   Te pido también por los enfermos, por todos los que sufren. Si alguna vez yo sufro o estoy triste, quiero ir a la cruz y ponerme en tus brazos y consolarme. Voy a parafrasear alguna oración de adoración para decirte cosas. Imagino que me dices: "¿qué te preocupa? ¿qué tienes en la cabeza, qué ilusiones y sueños tienes?  ¿No tienes alguna alegría que comunicarme?" Sí, Jesús, quiero contarte lo que me pasa, mis aventuras, los miedos que he tenido y dificultades que he superado.

   Quiero estar siempre contigo, Jesús, tú me amas tanto... yo quisiera saber amarte.  Quiero tenerte siempre en mi corazón, tener tu fuerza y serte fiel en todo.  Tú eres, Señor, mi fortaleza, dame esa fuerza de los mártires pues necesito fuerzas para ir contra corriente, me costará pero sé que sólo venciendo la tentación y malas inclinaciones soy feliz. Ayúdame a no ser egoísta, a no quejarme. Pongo en tus manos todas mis cosas, las buenas y las que no me parecen buenas, mis penas y preocupaciones, ya sé que para quien te ama todo es para bien, todo es bueno.  Que sepa hacer siempre y en todo tu voluntad, que me dé cuenta de que estás siempre pendiente de mí.

   Dime, Señor, ¿qué regalos esperas de mi, qué quieres de mi? ¿qué esperas que te dé? ¿en qué no estoy siendo generoso? Estos días quiero hacerte un regalo, darme más a los demás, oír cuando me dices: "Ven y sígueme", voy a caminar a tu lado en el camino de la vida. Ya veo como tu Iglesia y el mundo necesita santos, gente generosa que se te entregue para ser tus manos y tu boca, para ser apóstoles tuyos, que lo dejen todo y te sigan para ser sembradores de paz y de alegría. Como tu Madre la Virgen, te pido que se haga en mi según tu palabra.

   Quiero hacer propósitos, de sinceridad, de no ponerme nervioso y controlar, de no enfadarme y hacer las paces y arreglarlo siempre, ser amigo de todos y amable. Hacer lo que toca en cada momento, venciendo la pereza y la comodidad, esforzarme en estar en lo que hago, concentrado y no pasar. Y en todo momento te quiero tener presente a ti, Jesús, que me acompañas. Ayúdame Jesús, a ser constante en la oración, aprovechar la Misa para viajar en el espacio y situarme en el Cenáculo, viajar a través de este túnel del tiempo ir a tu Santa Cena, aprender de cuando viniste a la tierra por primera vez, quiero ver tu amor y aprender a amar.

   Te pido valentía y alegría para afrontar la lucha de cada día. Te pido por el Papa y sus intenciones, por la Iglesia y por todo el mundo, y especialmente por los necesitados, y que el Ángel de la guarda me sople al oído lo que quieres decirme. Madre mía, Virgen Santísima, ayúdame, tú me lo concederás. 

   3. Tú, Jesús, eres Sumo Sacerdote que entra en el Templo, pero no como los judíos para representar que se ponen los pecados en un animal que matan, sino que –como nos dice la carta a los Hebreos- "la sangre de Cristo que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo". Te pido, Señor, profundizar en el misterio de salvación de tu alianza, por eso sigues diciéndome: "Por eso él es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna". Hoy celebramos esta maravilla: Jesús «entró en el santuario» quiere decir «en el mismo cielo» ante Dios, y ahí nos reclama para acogernos, pues en la Cruz se hace «sumo sacerdote de los bienes definitivos»: ahí su amor se hace muy grande, lo más santo que se puede ser, y nos dice que santidad es amor, y que también nosotros estamos llamados a este "asombro" de contemplarle en la Eucaristía, vivir su vida, como María, la "mujer eucarística".

      4. San Marcos cuenta que en la última Cena, "mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: -Tomad, esto es mi cuerpo. Cogiendo una copa… dijo: -Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos". Jesús, todavía no haces el sacrificio de derramar tu sangre, lo harías luego, en la Cruz, y de tu costado abierto, herido por la lanza, brotará sangre y agua. Así como del costado del primer Adán dormido nació Eva, tú, nuevo Adán, dormido en al muerte, de tu costado abierto nacerá la Iglesia, los sacramentos, los frutos de tu entrega mediante la cual borras los pecados del mundo. Al celebrar la fiesta del Corpus, contemplamos tu corazón abierto, Jesús, del que manan los Sacramentos: el agua del Bautismo y la Confesión que nos lava, la Sangre de la Eucaristía que nos da vida…

   Hoy celebramos el amor de Dios, que Dios es amor y que nos ama sin medida: "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida". Ahora sí que podemos entender que Dios es amor. Ahora podemos estar seguros de una cosa: que Dios es sobre todo "el que nos ama de verdad". En la Ultima Cena, no te has limitado a consagrar el pan y el vino, sino que has dicho que podemos repetir esta maravilla en cada misa -"haced esto en memoria mía"- hasta el fin del mundo. Ahí estás en el altar, en el sagrario, con tu mismo cuerpo, el que nació en Belén, que trabajó en Nazaret, que hizo milagros, que lloró por sus amigos, que murió en la Cruz, que resucitó. Así, me acompañas siempre, y podemos ser amigos para siempre. Te lo diré, cuando comulgue, cuando haga genuflexión ante el sagrario.

   Jesús, te das como alimento de los que peregrinan, ¡qué bien, poder oírte decir: "quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré en el último día"!, poder comenzar a gustar el cielo en la comunión...

   "Canta, lengua, el sagrado misterio del Cuerpo glorioso y de la Sangre preciosa que, en rico precio del mundo, derramó el Rey de las gentes, fruto del más noble seno", celebra hoy un himno eucarístico.

   Cuenta una antigua leyenda que el pelícano devolvía la vida a sus hijos muertos hiriéndose él mismo y rociándolos con su sangre (Cfr. San Isidoro de Sevilla, Etimologías). Esta imagen fue aplicada por los cristianos, desde tiempo inveterado, a Jesucristo. Una sola gota de la Sangre Santísima de Jesús, derramada en el Calvario, hubiera sido suficiente para reparar por todos los crímenes, odios, impurezas, envidias... de todos los hombres de todos los tiempos, de los pasados y de los que deben venir. Pero Cristo aún quiso más: vertió hasta la última gota de su Sangre por toda la humanidad y por cada hombre, como si sólo hubiera existido él solo en la tierra... "Oh muerte que da vida a los muertos! -exclama San Agustín- ¿Qué hay más puro que esta sangre? ¿Qué herida es más saludable que ésta?" (San Agustín, In Joannis Evangelium tratatus,120,2).

   "Los autores medievales han comparado a menudo a María con la Nave bíblica que lleva el Pan desde lejos. Realmente es así. María es la que nos lleva el Pan Eucarístico; es la Mediadora; es la Madre de la vida divina que Él da a las almas. Sobre todo, a la luz de la Maternidad espiritual de María nos gusta considerar las relaciones entre María y la Eucaristía; como a Madre, Ella nos dice: ven, come el Pan que yo te he preparado, come fuerza, que te dará la vida verdadera" (Cfr.R.M.Spiazzi,María en el misterio cristiano).

   La Eucaristía es el gran misterio de fe y de amor: sólo bajo la perspectiva del amor se puede entender algo la gran donación que Jesús hizo, al darnos su carne y su sangre como alimento y bebida para la vida eterna.

   Podemos imaginar como dos personas que se quieren tienen que despedirse, porque uno se va a trabajar fuera, o a hacer el servicio militar o cualquier otra responsabilidad. Se hacen un regalo, se dan un beso, les gustaría fundirse en un abrazo, por suerte pueden verse a menudo en videoconferencia. Jesús se fue pero se queda en la Eucaristía, lo que nosotros no podemos él si puede hacerlo. La Eucaristía es prenda de la vida eterna: así como el pan procede de la tierra —dice S. Ireneo—, y recibiendo la invocación de Dios, ya no es pan corriente, sino Eucaristía (…), así tam­bién nuestros cuerpos, recibiendo la Eucaristía, ya no son corruptibles, tiene la espe­ranza de la resurrección.

   "Aunque en la Misa de Cena del Señor [que se celebra el Jueves Santo] se tiene un recuerdo especial de la institución de la Eucaristía, cuando Cristo cenó con sus discípulos y les entregó el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre para ser celebrado en la Iglesia, sin embargo, en la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor se ofrece a la piedad de los fieles el culto de tan salvífico Sacramento, para que celebren las maravillas de Dios significadas en él y realizadas por el misterio pascual, para que aprendan a participar en el Sacrificio Eucarístico y a vivir mas intensamente de él, para que veneren la presencia de Cristo el Señor en este Sacramento y den las debidas acciones de gracias a Dios por los bienes recibidos" (Ceremonial de los Obispos).

Sábado de la 8ª semana de Tiempo Ordinario (año par). Jesús tiene una coherencia entre su vida y sus palabras, es la Verdad; y podemos participar de su vida con nuestra unión con Él, siguiendo el impulso interior que Dios ha puesto en nuestro corazón.

Sábado de la 8ª semana de Tiempo Ordinario (año par). Jesús tiene una coherencia entre su vida y sus palabras, es la Verdad; y podemos participar de su vida con nuestra unión con Él, siguiendo el impulso interior que Dios ha puesto en nuestro corazón.

 

A. Lecturas

   1. Judas (17.20b-25): Acordaos de lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Continuando el edifico de nuestra santa fe y orando movidos por el Espíritu Santo, manteneos en el amor de Dios, aguardando a que nuestro Señor Jesucristo, por su misericordia, os dé la vida eterna. ¿Titubean algunos? Tened compasión de ellos; a unos, salvadlos, arrancándolos del fuego; a otros, mostradles compasión, pero con cautela, aborreciendo hasta el vestido que esté manchado por la carne.
Al único Dios, nuestro salvador, que puede preservaros de tropiezos y presentaros ante su gloria exultantes y sin mancha, gloria y majestad, dominio y poderío, por Jesucristo, nuestro Señor, desde siempre y ahora y por todos los siglos. Amén.

   2. Salmo 62,2.3-4.5-6: Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.   

   ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. 

   Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. 

   3. Marcos 11,27-33: "En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?». Jesús les dijo: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme».

   Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: 'Del cielo', dirá: 'Entonces, ¿por qué no le creísteis?'. Pero, ¿vamos a decir: 'De los hombres'?». Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. Responden, pues, a Jesús: «No sabemos». Jesús entonces les dice: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto»".

 

B. comentario:

   1. Leemos hoy también la carta de Judas (puede ser el hermano de Santiago, primo de Jesús): "acordaos de lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo". Vemos que la verdad es el evangelio... transmitido por los apóstoles. Es la «tradición», es decir "lo que se recibe". No inventamos la verdad, la recibimos hoy, nos dejamos poseer por Ti, Señor, que eres la Verdad; queremos conocerla mejor por la fuerza de tu Espíritu Santo, que nos guíe, en ese profundizar progresivamente en la verdad.

   No basta con «repetir» las palabras del pasado... pero es en estas "palabras" fielmente conservadas, que se encuentra el criterio de la verdad. A nosotros nos toca traducirlas sin traicionarlas. Costosa responsabilidad la de los cristianos de nuestro tiempo, en este reto: decir la verdad eterna en el lenguaje de hoy. Danos, Señor, esa fidelidad y esa audacia. Ser a la vez «hombres de tradición»... y «hombres de hoy»...: "Idos asentando sobre el cimiento de vuestra santa fe, orad movidos por el Espíritu Santo y manteneos así en el amor de Dios", nos dice el Apóstol, "aguardando a que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo os dé la vida eterna". Conforme a la práctica de la Iglesia primitiva la conclusión de san Judas se inscribe en el marco de un himno trinitario. Es lo que hacemos en las oraciones de la misa: en el "Gloria", el "Credo", en las plegarias eucarísticas...: siempre "por Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo". En esta lectura, después de hablar del Espíritu Santo y del Padre, se termina: "aguardando a que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo os dé la vida eterna".

   También vemos, en esta proclamación Trinitaria, un programa de vida, con las tres virtudes teologales reunidas: «Continuando el edificio de vuestra santa fe... manteneos en el amor de Dios, aguardando a que Jesucristo os dé la vida eterna». Fe, amor, esperanza del cielo.

   Sigue el Apóstol con consejos de paciencia y amor: "¿Titubean algunos? Tened compasión de ellos"; nos pide que ayudemos a los demás a salir de lo malo: "a unos, salvadlos, arrancándolos del fuego"; y cuando las cosas no puedan mejorarse, querernos como somos, pero sin condescender con lo malo: "a otros, mostradles compasión, pero con cautela, aborreciendo hasta el vestido que esté manchado por la carne". Jesús, te pido coherencia ante los nuevos gnósticos, parecidos a los de entonces, falsos maestros que se siguen colando en la Iglesia proclamando falsedades. Tú repruebas el libertinaje moral de entonces y ahora, y nos animas a mantenernos fieles, con fe recta, sin ceder en el mal pero con comprensión a las personas. ¡Qué poco te hemos seguido, con las intransigencias de la Inquisición! ¡Y qué poco te seguimos, con el relativismo de ahora! ¡Ayúdanos a ir de tu mano, con esa norma de comprensión con las personas, y fortaleza en defender la Verdad! Que sepa ir de la mano de los que no piensan como nosotros.

   2. Para esto necesito interioridad, no dejarme llevar por los vientos del momento, y te pido, Jesús, saber decirte en mi interior lo que el Salmo de hoy: "Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío". Juan Pablo II comenta que "es el salmo del amor místico, que celebra la adhesión total a Dios, partiendo de un anhelo casi físico y llegando a su plenitud en un abrazo íntimo y perenne. La oración se hace deseo, sed y hambre, porque implica el alma y el cuerpo".

   "Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, / mi alma está sedienta de ti; / mi carne tiene ansia de ti, / como tierra reseca, agostada, sin agua". Santa Teresa de Ávila comenta: "sed me parece a mí quiere decir deseo de una cosa que nos hace tan gran falta que, si nos falta, nos mata". Así vemos como el salmo engarza las ideas de hoy: Verdad que viene de la unión con Dios, autenticidad que es la coherencia con las obras, y así el corazón, como tierra reseca espera el agua del Señor, "manantial de aguas vivas", y no perdemos la vida construyendo "cisternas agrietadas, que no retienen el agua". Jesús mismo nos dirá el camino para llenarnos de lo que necesitamos: "Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba, el que crea en mí". Es la promesa a la samaritana: "El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna".

   Es el trato con Dios el "secreto" que canta también otro salmo: "Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo". Es la palabra de Dios alimento que nos sacia, y no hemos de perdernos en el tener, pues "no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca del Señor". Es lo que continuamos rezando con el salmo de hoy: "¡Cómo te contemplaba en el santuario / viendo tu fuerza y tu gloria! / Tu gracia vale más que la vida, / te alabarán mis labios".

   También hay alusiones a la Eucaristía: "Toda mi vida te bendeciré / y alzaré las manos invocándote. / Me saciaré como de enjundia y de manteca, / y mis labios te alabarán jubilosos" (Salmo 62,2-6). Como escribe santa Teresa de Ávila, "sed me parece a mí quiere decir deseo de una cosa que nos hace tan gran falta que, si nos falta, nos mata". Así como la tierra está reseca en espera del agua, el Señor es "manantial de aguas vivas", y había reprendido al pueblo por haber construido "cisternas agrietadas, que no retienen el agua". Jesús mismo exclamará en voz alta: "Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba, el que crea en mí". En pleno mediodía de una jornada soleada y silenciosa, promete a la samaritana: "El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna".

   San Juan Crisóstomo, comentando las palabras de san Juan: de su costado "salió sangre y agua", dice: "Esa sangre y esa agua son símbolos del bautismo y de los misterios", es decir, de la Eucaristía: "¿Veis cómo Cristo se unió a su esposa? ¿Veis con qué nos alimenta a todos? Con ese mismo alimento hemos sido formados y crecemos. En efecto, como la mujer alimenta al hijo que ha engendrado con su propia sangre y leche, así también Cristo alimenta continuamente con su sangre a aquel que él mismo ha engendrado".

3. "En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: -«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»" La escena de hoy es continuación de la de ayer: ante el gesto profético de Jesús expulsando a los mercaderes y cambistas del Templo, las autoridades, alborotadas por un gesto tan provocativo, envían una delegación a pedirle cuentas de con qué autoridad lo ha hecho. Jesús no les contesta, sino que a su vez les propone una pregunta. Muchas veces vemos que cuando no quieren más que discusión, no compensa hablar con alguien, no puede haber diálogo, contesta otra cosaLa oración, el trato con Dios, es expresión de la fe, y aumenta nuestra fe. San Gregorio Magno señala: «cuando insistimos en la oración con toda vehemencia, Dios se detiene en nuestro corazón y recobramos la vista perdida». Jesús, tú que eres la Verdad, por la intercesión de tu Madre Santa María, ayúdame a conocerte  como veo que me piden las lecturas de hoy; y a ser comprensivo con las personas que estén en el error.

   Te pido una fe que me lleve a rezar, como dice san Agustín: «si la fe falta, la oración es inútil. Luego, cuando oremos, creamos y oremos para que no falte la fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su vez la firmeza de la fe».

   3. Después de la expulsión de los mercaderes en el templo (que leímos ayer) se le acercaron a Jesús los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: -"¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?" Cuando alguien no quiere más que discusión, y no puede haber diálogo, no vale la pena hablar con él. Ante Caifás, Pilatos o Herodes, Jesús calla. Ahora, al preguntarle sobre su autoridad, Jesús les responde con una pregunta: "y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres?" Sabe que a ellos no les interesa conocer la verdad, están seguros de sí mismos, creen poseer la verdad. Jesús, tú eres la Verdad, y quiero dejarme "interrogar" por Ti. Sin el miedo que sienten esos judíos, de cambiar sus criterios, de comprometerse, sin el miedo que tenían a lo que dirán los demás: -«Si decimos que es de Dios, dirá: "¿Y por qué no le habéis creído?" Pero como digamos que es de los hombres...» (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.) Y respondieron a Jesús: -«No sabemos.»" ¡Qué hipocresía! Jesús, quiero comprometerme contigo, saborear la Verdad que nos das a conocer.

   Tú, Jesús, no respondes a estos intrigantes: sacerdotes-escribas-ancianos, los responsables del orden sagrado, los representantes de la ciudad y el templo. No respondes a las provocaciones, ni siquiera cuando te tentarán: "Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz"... ¡No bajará! ¿Por qué te ganas ahora, Jesús, la enemistad de los que viven del Templo y de sus ritos? Esto te llevará a la muerte, y Tú lo sabes. Pero es precisamente lo que te hace grande en lo humano: Te acompaña el testimonio de tu vida, la coherencia entre lo que dices y lo que haces. Quiero seguir tu ejemplo, Jesús, pues también hoy quizá irías contra tantas injusticias; somos muchos los que no creemos ni seguimos a las instituciones, sino a Ti, y a las personas que nos dan confianza, por su coherencia entre lo que dicen y lo que hacen, los testimonios ("mártires", se dice en griego).

   Jesús, también en nuestra época sentimos desconfianza con los que mandan en los gobiernos, en la economía, pues en lugar de la solidaridad se promueven los egoísmos. Te pido que sea capaz de llevar tu mensaje, aunque me enfrente a los poderes de mi tiempo; que sepa buscar, en unión con otros, nuevas alternativas, sobre todo una nueva sociedad que ponga sus bases en la defensa de la vida y de la justicia, en la que se te escuche, en la que quepas tú, Señor de la historia.