domingo, 7 de abril de 2024

Lunes de la segunda semana de Pascua: Jesús nos invita a nacer de nuevo, a una vida de la gracia, de hijos de Dios.

Lunes de la segunda semana de Pascua: Jesús nos invita a nacer de nuevo, a una vida de la gracia, de hijos de Dios.

 

A. Lecturas:

   1. Hechos 4,23-31: 23: Puestos en libertad, fueron a reunirse con los suyos y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. 24 Después de escucharlos, hicieron todos juntos, en voz alta, esta oración a Dios: «Soberano Señor, tú eres el Dios que has hecho el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos; 25 el que por boca de nuestro padre David, tu siervo, dijiste: ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen proyectos vanos? 26 Se levantan los reyes de la tierra y los príncipes conspiran a una contra el Señor y su Mesías. 27 Así ha sido. En esta ciudad, Herodes y Poncio Pilato se confabularon con los paganos y gentes de Israel contra tu santo siervo Jesús, tu Mesías, 28 para hacer lo que tu poder y tu sabiduría habían determinado que se hiciera. 29 Ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos predicar tu palabra, 30 y extiende tu mano para curar y obrar señales y prodigios en el nombre de tu santo siervo Jesús». 31 Acabada su oración, tembló el lugar en que estaban reunidos, y quedaron todos llenos del Espíritu Santo, y anunciaban con absoluta libertad la palabra de Dios.

   2. Salmo 2,1-9: 1 ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen proyectos vanos? 2 Se levantan los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y su Mesías: 3 «¡Rompamos sus cadenas, sacudamos su yugo!». 4 El que mora en el cielo se sonríe, el Señor se burla de ellos. 5 Luego les habla enfurecido, y con su ira los llena de terror: 6 «Ya tengo yo a mi rey entronizado sobre Sión, mi monte santo». 7 Proclamaré el decreto que el Señor ha pronunciado: «Tú eres mi hijo, yo mismo te he engendrado hoy. 8 Pídeme y te daré en herencia las naciones, en propiedad los confines de la tierra. 9 Los destrozarás con un cetro de hierro, los triturarás como a vasos de alfarero».

   3. Juan 3,1-8: "Había entre los fariseos un hombre importante, llamado Nicodemo. Una noche fue a ver a Jesús y le dijo: «Maestro, sabemos que Dios te ha enviado para enseñarnos, porque nadie puede hacer los milagros que Tú haces si no está Dios con él». Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios». Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo viejo? ¿Es que puede volver al seno de su madre y nacer de nuevo?». Jesús respondió: «Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañe que te diga: Es necesario nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere; oyes su voz, pero no sabes de dónde viene y a dónde va; así es todo el que nace del Espíritu»".

 

B. Comentario:

   1. Los Hechos (4,23-31) nos cuentan este tiempo de Pascua la acción de la primitiva Iglesia, y la acción del Espíritu Santo que la guía continuando la misión de Jesús. Hoy nos cuenta que Pedro y Juan, después que fueran apresados y liberados, volvieron junto a sus hermanos. Sí. Después del milagro de la curación del tullido, Pedro y Juan pasaron una noche en la cárcel. ¡El primer Papa en la cárcel! por haber curado a un enfermo y haber anunciado la resurrección de Jesús. Hace poco, Benedicto XVI viajó a Gran Bretaña, y también algunos querrían denunciarlo y meterlo en la cárcel… Podemos rezar ahora por la libertad de la Iglesia: Te ruego Señor, por todos los que están «encarcelados» por haber dado testimonio de su fe... por todos los que tienen dificultad en ser testigos, porque el ambiente en que viven es opresivo y constituye a su alrededor algo así como una cárcel que les impide vivir y anunciar a Jesucristo.

   Así dice hoy la lectura: "Puestos en libertad, fueron a reunirse con los suyos y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. Después de escucharlos, hicieron todos juntos, en voz alta, esta oración a Dios: «Soberano Señor, tú eres el Dios que has hecho el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos; el que por boca de nuestro padre David, tu siervo, dijiste: ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen proyectos vanos? Se levantan los reyes de la tierra y los príncipes conspiran a una contra el Señor y su Mesías (del Salmo 2). Así ha sido. En esta ciudad, Herodes y Poncio Pilato se confabularon con los paganos y gentes de Israel contra tu santo siervo Jesús, tu Mesías, para hacer lo que tu poder y tu sabiduría habían determinado que se hiciera". Rezaron con confianza de hijos de Dios. Con paz. Ante la "agitación de las naciones?", lo primero, orar. Se sitúan delante de Dios. La vida con todas sus penas (encarcelamiento de dos Apóstoles) ha de confrontarse con la Palabra: eso es orar... ver nuestras cosas con ojos de Dios: "¿Por qué esas naciones en tumulto, y esos vanos proyectos de los pueblos?" Se pueden levantar los poderes de la tierra contra el Señor, pero Dios, desde el cielo nos dice que tengamos confianza, pues sigue ese salmo diciendo: "Os anuncio el decreto del Señor: Tú eres mi Hijo... te doy en herencia las naciones!" ¡Qué valentía y audacia debieron sacar de tales plegarias! Los vemos que se atreven a enfrentarse al Poder político y religioso de su época. Pedro, el que temblaba de miedo ante unas criadas del sumo sacerdote, ahora se halla lleno de audacia y valentía. Ser apóstol no depende de nuestras fuerzas, sino de dejar actuar a Dios; pues las cualidades que tenemos también son don de Dios, y Le pedimos ahora: Señor, que sea yo con mi vida testimonio de tu amor para todos los que me rodean. Así sigue la lectura: "Ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos predicar tu palabra, y extiende tu mano para curar y obrar señales y prodigios en el nombre de tu santo siervo Jesús». Acabada su oración, "tembló el lugar en que estaban reunidos, y quedaron todos llenos del Espíritu Santo, y anunciaban con absoluta libertad la palabra de Dios". Quedan "llenos del Espíritu Santo"… esto se repite continuamente la primitiva Iglesia. Es el tiempo del Espíritu Santo, que "es fruto de la Cruz" (san Josemaría), de la resurrección. ¡Envíanos, Señor, el soplo de tu Espíritu sobre nuestro tiempo! ¡Señor, llénanos de tu Espíritu, danos la gracia de serte fieles! Como acabamos de leer, viene el Espíritu después de rezar. También te pedimos, Señor, la constancia en la oración. Y como consecuencia, "predicaron la Palabra de Dios", el apostolado. Es la compenetración entre «oración» y «acción». Pasan sin interrumpir de la oración a la proclamación del Evangelio (Noel Quesson).

   Esta primera oración comunitaria de la Iglesia, que en medio de la persecución está muy unida, nos hace pensar que las dificultades en nuestras vidas hacen que nos unamos más, en la familia y en la Iglesia. Nos unimos en la oración, pero a veces parece que algo no sale bien, y entonces tenemos idea de que tenemos la culpa nosotros. Muchas veces no es así, sino que llega la cruz. Pero si ese pensamiento nos da paz,  y nos anima a mejorar, puede servirnos lo que San Agustín nos dice: «Cuando nuestra oración no es escuchada es porque pedimos mal, porque somos malos y no estamos bien dispuestos para la petición. Mal, con poca fe y sin perseverancia, o con poca humildad. Mal, porque pedimos cosas malas, o van a resultar, por alguna razón, no convenientes para nosotros».

   2. Hemos visto también el temblor del lugar de la reunión, que se interpreta en la Escritura como asentimiento de Dios: Dios escuchó la oración de aquella comunidad. Los llenó de su Espíritu, en una renovada Pentecostés. La persecución, es decir cualquier pena, no ha de hundirnos sino unirnos con Dios y los demás. Los salmos nos ayudan a entender, no con la cabeza, sino con el corazón, esos planes ocultos de Dios. Los salmos se hacen vida en nuestras vidas. El salmo 2 ya citado en la primera lectura, por ejemplo, nos habla de que Dios ha constituido a su Hijo en Señor y Mesías de todo lo creado, y por eso nadie podrá oponerse al Plan de salvación divino. Y esa filiación del Hijo, ese anuncio de salvación, pasa por nosotros que somos hijos, a quien Dios dice "tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy". Esto nos llena de esperanza.

   3. A partir de hoy, durante todo el Tiempo Pascual, leeremos el evangelio de Juan. Empezando durante cuatro días por el capítulo tercero, el diálogo entre Jesús y Nicodemo, fariseo y doctor de la ley. Los diálogos que recoge Juan dan viveza a la escena. El de hoy no tiene desperdicio: se trata del nacimiento a ser hijos de Dios, al misterio del Reino: "fue a ver a Jesús y le dijo: «Maestro, sabemos que Dios te ha enviado para enseñarnos, porque nadie puede hacer los milagros que Tú haces si no está Dios con él». Jesús le respondió: «Te aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios»". Jesús no impone: propone, conduce, se pone a la altura de Nicodemo y le ayuda paso a paso, a profundizar más en la fe, en el bautismo, que es un nacimiento en el Espíritu, y nos viene muy bien recordar las promesas bautismales que renovamos en la Vigilia Pascual para comprometernos en la dignidad que hemos adquirido y vivir esa nueva vida

   Es el gozo en el Espíritu, que nos recuerda el Ofertorio de hoy: «Recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo, y pues en la resurrección de tu Hijo nos diste motivo de tanta alegría, concédenos participar de este gozo eterno». Comenta San Juan Crisóstomo: «En adelante nuestra naturaleza es concebida en el cielo con Espíritu Santo y agua. Ha sido elegida el agua y cumple funciones de generación para el fiel... Desde que el Señor entró en las aguas del Jordán, el agua no produce ya el bullir de animales vivientes, sino de almas dotadas de razón, en las que habita el Espíritu Santo». Y San Agustín: «No conoce Nicodemo otro nacimiento que el de Adán y Eva, e ignora el que se origina de Cristo y de la Iglesia. Sólo entiende de la paternidad que engendra para la muerte, no de paternidad que engendra para la vida. Existen dos nacimientos; mas él sólo de uno tiene noticia. Uno es de la tierra y otro es del cielo; uno de la carne y otro del Espíritu; uno de la mortalidad, otro de la eternidad... Los dos son únicos. Ni uno ni otro se pueden repetir».

    "Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo viejo? ¿Es que puede volver al seno de su madre y nacer de nuevo?». Jesús respondió: «Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañe que te diga: Es necesario nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere; oyes su voz, pero no sabes de dónde viene y a dónde va; así es todo el que nace del Espíritu»" Ser bautizado, es renacer. Jesús, hijo de Dios se ha hecho hombre para que nosotros, hombres, nos hagamos hijos de Dios. Esto es todo lo que hoy pedimos, de la mano de María Santísima: Señor, haz que yo oiga cada día ese "viento" del "Espíritu" del que habla el Evangelio de hoy, ayúdame a hacerme pequeño para ver, pues "lo esencial es invisible para los ojos" (Saint-Exupery).

Llucià Pou Sabaté

 

sábado, 6 de abril de 2024

Pascua, domingo 2º de la Divina Misericordia: con la Resurrección, Jesús nos entrega el Espíritu Santo con el que se derrama sobre nosotros la divina misericordia del Padre

Pascua, domingo 2º de la Divina Misericordia: con la Resurrección, Jesús nos entrega el Espíritu Santo con el que se derrama sobre nosotros la divina misericordia del Padre

A. Lecturas

   1. Hechos de los Apóstoles 2,42-47: Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando.

   2. Salmo 117, 2-4,22-27: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. / Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. / Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. / Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. / Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; / el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. / Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos. / La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular. / Es el Señor quien lo ha hecho,  ha sido un milagro patente. / Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

   3. I San Pedro 1,3-9: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe -de más precio que el oro que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego- llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo, nuestro Señor. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

   4. Jn 20,19-31: "Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».

   Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído»".

B. Comentario:

     1. Los Hechos narran hoy la vida de los primeros cristianos… "Todos pensaban y sentían lo mismo". En este segundo domingo de Pascua se celebra la fiesta de la Divina Misericordia, que Juan Pablo II instauró en el comienzo del milenio en este día en que acabamos la octava de Pascua. Misericordia quiere decir que Dios se pone en mi lugar, sufre por mis pecados en Jesús (Jn 3,16) y me salva. El sacramento de la confesión nos ayuda a participar de esta misericordia divina –la Iglesia nos lo recuerda con el precepto pascual de confesar y comulgar por lo menos una vez al año en estas fechas-. Los dos rayos de la imagen de la fiesta, Jesús resucitado con rayos de plata y sangre, agua del bautismo el plata y la Eucaristía el rojo... estos sacramentos son la esencia de la devoción a la Misericordia Divina, que entendió Santa Faustina Kowalska. El centro de la vida de la religiosa fue el anuncio de la misericordia de Dios con cada ser humano. Su legado espiritual a la Iglesia es la devoción a la Divina Misericordia, inspirada por una visión en la que Jesús mismo le pedía que se pintara una imagen suya con la invocación «Jesús, en ti confío» y de ahí surgió la fiesta de este domingo, como institución de la «Fiesta de la Misericordia», así dice haber oído del Señor: «Esta Fiesta surge de Mi piedad más entrañable... Deseo que se celebre con gran solemnidad el primer domingo después de Pascua de Resurrección... Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y abrigo para todas las almas y especialmente para los pobres pecadores». Jesús pidió que Sor Faustina se preparara para la celebración de la Fiesta de la Misericordia con una novena que debía comenzar el Viernes Santo, que acudamos –le decía Jesús- "a la fuente de Mi misericordia, a fin de que por ella adquieran fortaleza y consuelo en las penalidades, y aquella gracia que necesiten para salir adelante, especialmente en la hora de la muerte».

   Juan Pablo II dijo: «Desde el principio de mi ministerio en la Sede Romana, hice de este mensaje mi tarea primordial. La Providencia me lo ha encargado ante la presente situación del hombre, de la Iglesia y del mundo. Podría también decirse que, precisamente esta situación, me ha llevado a hacerme cargo de este mensaje, como mi tarea ante Dios...», y la jaculatoria "Jesús, en ti confío" -dijo- «es un sencillo pero profundo acto de confianza y de abandono al amor de Dios. Constituye un punto de fuerza fundamental para el hombre, pues es capaz de transformar la vida». «En las inevitables pruebas y dificultades de la existencia, como en los momentos de alegría y entusiasmo, confiarse al Señor infunde paz en el ánimo, induce a reconocer el primado de la iniciativa divina y abre el espíritu a la humildad y a la verdad». «En el corazón de Cristo encuentra paz quien está angustiado por las penas de la existencia; encuentra alivio quien se ve afligido por el sufrimiento y la enfermedad; siente alegría quien se ve oprimido por la incertidumbre y la angustia, porque el corazón de Cristo es abismo de consuelo y de amor para quien recurre a Él con confianza». El papa Francisco también ha hecho de la ternura y la misericordia el centro de su programa.

   Los primeros discípulos compartían lo que tenían, sin preocuparse demasiado por el día de mañana, y todos disfrutaban como hermanos de una misma propiedad. "Los creyentes tenían un solo corazón…" y dice san Agustín: "¿Acaso perdieron lo que poseían personalmente? Si lo hubieran poseído ellos solos y cada uno hubiese tenido lo suyo, hubiese poseído solamente eso; pero al hacer común lo que era particular pasaron a ser suyos también los bienes de los demás... De las cosas que cada uno posee en particular dimanan las riñas, las enemistades, las discordias, las guerras entre los hombres, los alborotos, las mutuas disensiones, los escándalos, los pecados, las iniquidades y los homicidios. ¿De dónde nacen estas cosas? De lo que cada uno posee en particular. ¿Acaso litigamos por lo que poseemos en común? Usamos del aire en común; al sol lo vemos todos. Dichosos, pues, quienes preparan la morada al Señor de tal modo que no encuentran gozo en lo particular y privado".

   Cristo cantó al finalizar la Última Cena el salmo que hoy leemos -así consta en las anotaciones de los salterios más antiguos- y con estos sentimientos nuestro Salvador se encaminó hacia la vía dolorosa. Hay una referencia a la pasión… El designio de su Padre era permanecer en la Cruz hasta el final. "Si no hubiera existido esa agonía en la Cruz, la verdad de que Dios es Amor estaría por demostrar" (Juan Pablo II).

   También se profetiza la resurrección. "No he de morir, viviré": "en realidad, es como decir: la muerte ya no será más la muerte. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte: Es Cristo quien da gracias al Padre no sólo por haber sido liberado, sino incluso por haber sufrido la Pasión" (S. Juan Crisóstomo). Jesús se aplicó explícitamente este salmo para concluir la parábola de los "viñadores homicidas": "la piedra que desecharon los constructores, se convirtió en la ¡piedra angular!". Jesús es esta "piedra" rechazada por los jefes de su pueblo (anuncio de su muerte), y que llegaría a ser la base misma del edificio espiritual del pueblo de Dios. Es el inicio de una nueva era y la Iglesia, en la noche de la Vigilia pascual y a lo largo de toda la Octava, saluda el nacimiento de ese día glorioso con el canto solemne de este salmo. ¡Este es el día que ha hecho el Señor! Y el día de los ramos, los mismos evangelistas señalan cuidadosamente que la muchedumbre aclamó a Jesús con las palabras del salmo: "¡Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor!". Jesús cantó este salmo después de la comida de Pascua, cada año de su vida terrena, y particularmente la tarde del Jueves Santo, ya que formaba parte del Hallel al finalizar la comida Pascual.

   3. Se ha escrito mucho sobre la posibilidad de que alguien descendiera de Jesús según la carne. Pero sabemos que la familia que Jesús inaugura no es según la carne, sino que son nacidos de Dios por la fe. Todos los que creen en Jesucristo son hermanos. Su familia es la Iglesia. Esencialmente todos en la Iglesia somos iguales, la misión o función es secundaria. El que cree que Jesús es el Cristo, nace de Dios. El amor es la prueba de que se pertenece a esa familia, pues sin amor el bautismo no tiene valor: "Quien no ama al hermano a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ve?" La Virgen, nuestra madre, nos ayude a amar así.

   4. "Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Nos encontramos al final del día de Pascua, cuando han pasado muchas cosas. Primero Pedro y Juan fueron solos al sepulcro, avisados por las santas mujeres que no encontraron el cuerpo del Señor; María Magdalena volvió allí sola, y se le apareció Jesús Resucitado, fue a la primera a quien se apareció, se dirigió por encargo suyo a los discípulos para decirles que el Señor había resucitado. A su Madre debió presentarse dándola a conocer su estado glorioso y que ya no viviría como antes en la tierra; quizá le volvió a recordar que ya en la Cruz le había entregado a Juan como su hijo.... parece razonable pensar que María mantuvo contacto personal con su Hijo resucitado, para gozar también Ella de la plenitud de la alegría pascual. Los primeros testigos de la Resurrección, por voluntad de Jesús, fueron las mujeres. Luego se apareció a aquellos dos que iban a Emaús. La tercera aparición fue a los apóstoles en el Cenáculo a puertas cerradas; y luego a los ocho días, que son las que leemos en el Evangelio de hoy; leeremos también dos apariciones más: la segunda pesca milagrosa y la sexta y última sería a los quinientos discípulos de Galilea en la montaña, a su Ascensión... Quizás habría más apariciones, pero no las relata el Evangelio.

   "Paz a vosotros"… Jesús trae la paz, en su aparición la misma tarde del «primer día de la semana», cuando muestra a los Apóstoles las heridas de las manos y del costado. Tu paz, Jesús,  es la paz del corazón, la paz interior que has conseguido con tu muerte, y que me ofreces si me abro a tu amor.

   "Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». La confesión sacramental es así un regalo pascual: "Cristo quiso que toda su Iglesia, tanto en su oración como en su vida y su obra, fuera el signo y el instrumento del perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio de su sangre. Sin embargo, confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio apostólico" (Catecismo, 1442). Jesús, nos hablas del perdón de los pecados en conexión con la paz que nos ofreces. ¡Qué medio más impresionante es la Confesión para recuperar la paz! Gracias, Jesús, por habérmelo dado.

   Jesús «sopla» sobre ellos y les dice: «Recibid el Espíritu Santo». Jesús «recibe» el Espíritu Santo en la Cruz, y Él, junto con el Padre, se lo entrega a los Apóstoles, a la Iglesia. Jesús lo «envía» hoy, el día de Pascua (y según Lucas también a los 50 días). "Les dijo: Recibid el Espíritu Santo". San Pablo nos dirá que Cristo, que era ya el Hijo de Dios en el momento de su concepción -en el seno de María- por obra del Espíritu Santo, en la Resurrección es «constituido» fuente de vida y de santidad -«lleno de poder de santificación»- por obra del mismo Espíritu Santo. La nueva vida en Cristo es vida en el Espíritu.

   "Sopló sobre ellos"… Así como Adán fue hecho «alma viviente», gracias al «aliento de vida» que Dios «insufló en sus narices», Jesucristo, nuevo Adán, y Dios verdadero al mismo tiempo, envía el Espíritu con un soplo, es «espíritu que da vida», la fuente de la nueva vida de los cuerpos resucitados, como dirá san Pablo: «se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual». Nuestra espiritualización a semejanza de Cristo, hará que nuestro cuerpo regido por la mente se transforme en dejarnos llevar por el Espíritu.

   Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré». Jesús irá a curar su incredulidad: Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído». Es hoy el domingo in Albis (blanco), de los que "no han visto y han creído", pues los que fueron bautizados el domingo de Pascua iban con su vestido blanco a participar ya como cristianos en la Misa. Santo Tomás, que antes no quería creer, expresa su fe con las palabras más bonitas que nadie dedicó a Jesús: "Señor mío y Dios mío". Y Jesús responde para los que creerán a lo largo del tiempo: "Porque me has visto has creído; dichosos los que sin ver creyeron". Y decía Juan Pablo II: "¡Y la bendición que el Resucitado pronunció en el coloquio con Tomás, dichosos los que han creído, permanezca con todos nosotros!"

   Sobre todo ante el escepticismo actual, esa conversión de Tomás –junto a las dudas, incredulidad y terquedad con que hemos visto que reaccionan los apóstoles ante la noticia de la resurrección- nos ayuda a creer -llevar la inteligencia más allá de sus límites basándonos en la confianza- que es un modo de amar, como afirmaba Newman: "creemos porque amamos". En la vida partimos de la fe –confianza en lo que nos han dicho- que conforma en nosotros unas creencias que en muchos casos podemos verificar. Por ejemplo, si vamos a Francia, ya conocemos por verificación la verdad de ese país, que conocíamos por creencia de lo que nos dijeron los libros y personas… Lo mismo nos pasa con las cosas de Dios: tenemos creencias hasta que conocemos la verdad, aquí o más allá, en el cielo. Por eso, es importante que cuando se participa mejor de la Verdad (por ejemplo, la libertad religiosa, o la salvación ofrecida a todos si siguen la voz de su conciencia…) no nos quedemos con nuestras creencias (por ejemplo la idea del limbo o de hacer Cruzadas) sino que hemos de dejar lo caduco y abrirnos a la Verdad. Jesús es la Verdad, y podemos ya dejar de lado aquellas creencias que eran muletas para llegar a la Verdad mientras no había esa evidencia. También, en nuestro corazón, podemos hablar de una cierta verificación de la fe, que es la paz que tenemos, y una cierta experiencia de Dios. Por tanto, la fe es en cierto modo también –a veces- experiencial, como dice el salmo: "gustad y ved qué bueno es el Señor". Y esto, además, es el mejor apostolado para acercar a los que no creen aún en Jesús: Bienaventurados los que tengan oportunidad de ver los signos en los creyentes, porque ellos también lo serán.

Llucià Pou Sabaté

 

viernes, 5 de abril de 2024

Sábado de la Octava de Pascua: Jesús ha vencido la muerte, es nuestra fortaleza

Sábado de la Octava de Pascua: Jesús ha vencido la muerte, es nuestra fortaleza

 

A. Lecturas:

   1. Hechos de los Apóstoles 4,13-21: Los miembros del Sanedrín estaban asombrados de la seguridad con que Pedro y Juan hablaban, a pesar de ser personas poco instruidas y sin cultura. Reconocieron que eran los que habían acompañado a Jesús, pero no podían replicarles nada, porque el hombre que había sido curado estaba de pie, al lado de ellos. Entonces les ordenaron salir del Sanedrín y comenzaron a deliberar, diciendo: "¿Qué haremos con estos hombres? Porque no podemos negar que han realizado un signo bien patente, que es notorio para todos los habitantes de Jerusalén. A fin de evitar que la cosa se divulgue más entre el pueblo, debemos amenazarlos, para que de ahora en adelante no hablen de ese Nombre". Los llamaron y les prohibieron terminantemente que dijeran una sola palabra o enseñaran en el nombre de Jesús. Pedro y Juan les respondieron: "Juzguen si está bien a los ojos del Señor que les obedezcamos a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído". Después de amenazarlos nuevamente, los dejaron en libertad, ya que no sabían cómo castigarlos, por temor al pueblo que alababa a Dios al ver lo que había sucedido.

   2. Salmo 118,1.14-21: ¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! / El Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación. / Un grito de alegría y de victoria resuena en las carpas de los justos: "La mano del Señor hace proezas, / la mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace proezas". / No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor. / El Señor me castigó duramente, pero no me entregó a la muerte. / "Abran las puertas de la justicia y entraré para dar gracias al Señor". / "Esta es la puerta del Señor: sólo los justos entran por ella". / Yo te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.

   3. Marcos 16,9-15: "«Habiendo resucitado, al amanecer el primer día de la semana se apareció en primer lugar a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. Ella fue a anunciarlo a los que habían estado con él, que se encontraban tristes y llorosos. Pero ellos, al oír que estaba vivo y que ella lo había visto, no lo creyeron. Después de esto se apareció, bajo distinta figura, a dos de ellos que iban de camino a una aldea; también ellos regresaron y lo comunicaron a los demás; pero tampoco les creyeron. Por último, se apareció a los Once cuando estaban a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no creyeron a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura»".

 

B. Comentario:

   1. Si somos conscientes de que Jesús es el único camino que nos conduce al Padre, ¿podremos guardar silencio y no proclamarlo ante todos? Vemos a los apóstoles obedecer al Señor en el mandato de anunciar el Evangelio, ser como auténticos profetas del Señor, sin dejarnos intimidar por los poderosos. También nosotros tenemos esta misión, que nos confías tú, Jesús resucitado. -Los miembros del gran consejo estaban maravillados, viendo la valentía de Pedro y Juan y enterados de que eran hombres sin instrucción ni cultura. Hacía solamente tres años que Pedro y Juan estaban reparando sus redes a la orilla del lago, puesto que eran pescadores. Efectivamente son gente «sin instrucción». Pero esos tres años los han pasado en la familiaridad de Jesús y, sobre todo, ellos han visto a Cristo resucitado. "La fe y el contacto cotidiano con la Palabra de Dios son capaces de transformar a los más humildes en hombres valientes y seguros de sí mismos. ¡Ayuda, Señor, a todos los bautizados a adquirir esa "seguridad"!"

   Muchas personas sienten el peso de su soledad, se cierran en su mundo, quizá estaban tristes y abatidos esos apóstoles que vuelven a su ambiente, a su pesca, cuando Jesús les "repesca" y les da esta fuerza que hoy vemos… sentirse querido, que somos importantes para alguien, que estamos en la verdad, llenarnos de esperanza… son las fuentes de la fuerza para emprender cualquier cosa con entusiasmo. Han pasado apenas tres meses desde que ese mismo Pedro soslayaba las preguntas indiscretas que le hacía una criada en el patio del gran sacerdote, por miedo de dar a conocer su fe. Hoy, por su audacia apostólica deja maravillado a ese mismo gran sacerdote. ¿Qué ha pasado entre tanto? Pedro ha recibido el Espíritu. ¡Pentecostés ha intervenido aquí! Es la fuerza de Dios en el débil Pedro, es la inteligencia de Dios en la escasa instrucción de Pedro.

   -"Los reconocieron, como «aquellos que habían estado con Jesús»". Señor, hoy no puedo dejar de pensar en el sucesor de Pedro, en el Papa, que es hoy el encargado de «hablar» ante el tribunal del mundo entero, y no sólo ante el tribunal de Jerusalén. Da tu fuerza y tu luz al sucesor de Pedro. He aquí una definición de los apóstoles: «los que han estado con Jesús». Debería ser también la definición de todo cristiano: «los que están con Jesús» ¡Esto es lo que les ha transformado! Señor, quédate hoy conmigo. Señor, quédate hoy con todos los hombres. "El Señor esté con nosotros -Y con vuestro espíritu". Anhelo esencial, nunca suficientemente repetido. Que yo lo diga de veras en cada misa. ¿Se me tiene también como alguien que está contigo, Señor? ¿En qué se nota? En el anuncio de la resurrección. En la vida que emana de un ser. En el amor que emana de un ser.

   -"¿Qué haremos con estos hombres? ¿Para que esto no se divulgue más?" El clima de la Iglesia primitiva nunca fue la «facilidad». La expansión de la fe no se hizo sin dolor y sin dificultades. Los hechos de los apóstoles son un largo relato de esfuerzos y de martirios.

   -"¡Juzgad si es justo delante de Dios, obedeceros a vosotros más que a Dios!" En cuanto a nosotros, no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído. Se les comprende en parte. ¿Cómo guardar para sí esas cosas? ¿Cómo callarse, cuando se han visto tales cosas? ¿Cómo se puede vivir una vida cristiana individualista, cada uno para sí? ¿Cómo se puede ser cristiano, sin ser apóstol? Pero para ello, hay que haber hecho la experiencia, haber comprobado hasta qué punto Dios es una «buena nueva» para el hombre" (Noel Quesson). La "buena nueva", es el mismo Cristo, el hijo de Dios, Emmanuel Dios, con nosotros. Es el nombre que se nos da para salvarnos, y queremos propagarlo por todo el mundo. San Juan Crisóstomo dice: «El mensaje que se os comunica no va destinado a vosotros solos, sino que habéis de transmitirlo a todo el mundo. Porque no os envío a  dos ciudades, ni a diez, ni a veinte; ni tan siquiera os envío a toda una nación, como en otro tiempo a los profetas; sino a la tierra, al mar y a todo el mundo, y a un mundo, por cierto muy mal dispuesto. Porque al decir: "Vosotros sois la sal de la tierra", enseña que los hombres han perdido su sabor y están corrompidos por el pecado. Por ello exige a todos sus discípulos aquellas virtudes que son más necesarias y útiles para el cuidado de los demás».

   Cristo ha de ser anunciado, conocido y amado. Él es el que actúa por medio de los apóstoles de entonces y de ahora. Así lo expresa San Agustín: «Podemos amonestar con el sonido de nuestra voz, pero si dentro no está el que se enseña, vano es nuestro sonido... Os hable Él, pues, interiormente, ya que ningún hombre está allí de maestro».

   2. "¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!" El paso del mar Rojo está también referido: "El Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación". Ahí está el fundamento de toda fortaleza cristiana pues Jesús ha vencido al mundo. Nace un nuevo orden establecido con la victoria del rey: "La mano del Señor hace proezas…" Es un canto a la protección divina. Somos salvados, y el Señor es nuestra victoria. El Señor nos ha liberado del pecado y de la muerte, nos llama a su gloria. Nos ayuda a ser fieles y dejarnos conducir por su Espíritu, que habita en nuestro corazón. Es lo que pide hoy la Colecta: «Oh Dios, que con la abundancia de tu gracia no cesas de aumentar el número de tus hijos, mira con amor a los que has elegido como miembros de tu Iglesia, para que, quienes han renacido por el Bautismo, obtengan también la resurrección gloriosa».

   3. Los relatos de las apariciones parecen un puzle en distintas versiones. Aquí se nos hace un resumen ordenado: primero la Magdalena; la segunda aparición fue a los discípulos de Emaús. En tercer lugar los apóstoles.

   María, que en la tradición latina es la "pecadora",  era ahora la favorecida. En casa de Simón el fariseo, Jesús ya lo había dejado entrever: "aquél a quien poco se le perdona, poco ama." Así, el pecado puede llegar a ser el inicio de una gran aventura espiritual. "Feliz falta, que nos ha valido un tal Redentor" canta la liturgia de la noche pascual, a propósito del pecado de Adán. Esto puede ser también verdad de nuestras faltas. Ella va a avisar a los demás según lo que le pide Jesús:

   -"Pero ellos, oyendo que vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron". Luego son fuertes, como vemos en la primera lectura: Al poco tiempo se les encuentra formando una comunidad ferviente, que proclama con valentía en Jerusalén e incluso delante del sanedrín que le condenó, que Jesús vive. Evidentemente no han exagerado. Necesariamente algo ha de haber pasado.

   -"Después de esto se mostró en otra forma a dos de ellos que iban de camino y se dirigían al campo. Estos, vueltos, dieron la noticia a los demás; ni aun a estos creyeron". Decididamente eran duros de mollera. Al fin se manifestó a los once, estando recostados a la mesa, y les reprendió su incredulidad y su terquedad por cuanto no habían creído a los que le habían visto resucitado.

   Feliz duda que nos proporciona una mayor certeza. No se trata pues de personas ingenuas o de iluminados... sino de gentes concretas, de inteligencia normal. Ayúdanos, Señor, en nuestras búsquedas y nuestras dudas, a conservar en nosotros una disponibilidad, una abertura...

   Los evangelistas no nos dejan saciar nuestra curiosidad cuando sentimos la tentación de hacerles preguntas indiscretas: ¿Cómo se realizó la resurrección? ¿Qué fue de su cadáver? ¿Qué es un cuerpo resucitado? Solamente nos han dicho "lo que ellos han visto". Modestia admirable de los apóstoles que no hacen sino balbucear ese algo que sucedió, y que les constriñe a "cambiar de opinión"... como humildemente reconocen.

   Después les dijo: "Id por todo el mundo y predicad la buena nueva a toda criatura". El envío a la misión. Hay que dar crédito a las maravillas de Dios... mientras esperamos verlas con toda claridad, al final (Noel Quesson).

   El Señor nos ha enviado al mundo entero a predicar la Buena Nueva de salvación a todas las persones, y también toda la creación. No podemos continuar destruyéndonos unos a otros; no podemos mal utilizar ni malbaratar la creación, los recursos naturales.

Llucià Pou Sabaté

jueves, 4 de abril de 2024

Viernes de la Octava de Pascua: Jesús resucitado está en nuestro trabajo y toda nuestra vida, para orientarnos hacia la salvación

Viernes de la Octava de Pascua: Jesús resucitado está en nuestro trabajo y toda nuestra vida, para orientarnos hacia la salvación

A. Lecturas:

   1. Hechos de los Apóstoles 4,1-12: Mientras los Apóstoles hablaban al pueblo, se presentaron ante ellos los sacerdotes, el jefe de los guardias del Templo y los saduceos, irritados de que predicaran y anunciaran al pueblo la resurrección de los muertos cumplida en la persona de Jesús. Estos detuvieron a los Apóstoles y los encarcelaron hasta el día siguiente, porque ya era tarde. Muchos de los que habían escuchado la Palabra abrazaron la fe, y así el número de creyentes, contando sólo los hombres, se elevó a unos cinco mil. Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes de los judíos, los ancianos y los escribas, con Anás, el Sumo Sacerdote, Caifás, Juan, Alejandro y todos los miembros de las familias de los sumos sacerdotes. Hicieron comparecer a los Apóstoles y los interrogaron: "¿Con qué poder o en nombre de quién ustedes hicieron eso?" Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos, ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue curado, sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos. El es la piedra que ustedes, los constructores, han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular. Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos alcanzar la salvación".

   2. Salmo 118,1-2.4.22-27: ¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! / Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! / Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! / La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. / Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. / Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. / Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad. / ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor: / el Señor es Dios, y él nos ilumina. "Ordenen una procesión con ramas frondosas hasta los ángulos del altar".

   3. Juan 21,1-14: "Después se apareció de nuevo Jesús a sus discípulos junto al mar de Tiberíades. Se apareció así: estaban juntos Simón Pedro y Tomas, llamado Dídimo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Les dijo Simón Pedro: Voy a pescar. Le contestaron: Vamos también nosotros contigo. Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Llegada ya la mañana, se presentó Jesús en la orilla; pero sus discípulos no sabían que era Jesús. Les dijo Jesús: Muchachos, ¿tenéis algo de comer? Le contestaron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y ya no podían sacarla por la gran cantidad de peces. Aquel discípulo a quien amaba Jesús dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Al oír Simón Pedro que era el Señor se ciñó la túnica, porque estaba desnudo, y se echó al mar Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra, sino a unos doscientos codos, arrastrando la red con los peces".

 

B. Comentario:

   1. Vemos a los discípulos encarcelados «por haber anunciado la resurrección», y su defensa. El sanedrín los intimida. Pedro -portavoz de los demás apóstoles- aprovecha para dar testimonio del Mesías delante de las autoridades, como lo había hecho delante del pueblo. Ya no tiene miedo. Respondió «lleno de Espíritu Santo». Al ver a Anás, Caifás… pensarían que esos mataron a Jesús. El proceso continúa: filósofos, historiadores, cineastas…

   2. "Este es el día en que actuó el Señor". Cristo rechazado ha resucitado y es el centro de todo: "Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia". Pues «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular». Así, Jesús «es la piedra que vosotros los constructores habéis despreciado y que se ha convertido en piedra angular. Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos» (Hechos 4,11-12)".

   3. El lago de Genesaret es un lugar privilegiado de la naturaleza: aguas dulces que bajan del Hermón hacia el Jordán. Vegetación arbolada y entorno de prados, en primavera todo lleno de hermosas florecillas. Temperatura deliciosa. Sembrado de puertos de pescadores. El Sermón del monte tuvo ese escenario. Nazaret está cercana, también Betsaida -lugar de nacimiento de Pedro, Juan, Felipe, Andrés y Santiago- Cafarnaúm -donde vivían Pedro y Andrés cuando Jesús les llamó definitivamente-, Magdala -lugar de la conversión de la mujer pecadora, Tiberíades -localidad romana de mala fama entre los judíos-, otras junto a pequeños puertos de pescadores, como Tesbhita, marco del texto de hoy. Pasa al lado de sus Apóstoles, junto a esas almas que se han entregado a Él: y ellos no se dan cuenta. ¡Cuántas veces está Cristo, no cerca de nosotros, sino en nosotros; y vivimos una vida tan humana!

   -"Salieron y entraron en la barca, y en aquella noche no cogieron nada". El fracaso. El trabajo inútil aparentemente. A cualquier hombre le suele pasar esto alguna vez: se ha estado intentando y probando alguna cosa... y después, nada. Pensemos en las propias experiencias, decepciones. No para entretenernos en ellas morbosamente, sino para ofrecértelas, Señor. Creo que Tú conoces todas mis decepciones... como Tú les habías visto afanarse penosamente en el lago, durante la noche, y como les habías visto volver sin "nada"...

   Cristo está vecino, y no se lleva una mirada de cariño, una palabra de amor de sus hijos. Jesús presenta horizontes más amplios en la vida.

   Entonces, el discípulo aquel que Jesús amaba se dirige a Pedro: es el Señor. El amor ve de lejos. Simón se lanza al mar. Los demás discípulos vinieron en la barca, tirando de la red llena de peces, pues no estaban lejos de tierra, sino como a unos doscientos codos.

   Rezamos en la Colecta: «Dios Todopoderoso y eterno, que por el misterio pascual has restaurado tu alianza con los hombres; concédenos realizar en la vida cuanto celebramos en la fe». Celebramos el gran medio para la santificación, la misa, la Comunión: «Jesús dijo a sus discípulos: "Vamos, comed". Y tomó el pan y se lo dio. Aleluya» (cf. Jn 21,12-13) y pedimos en la Postcomunión: «Dios Todopoderoso, no ceses de proteger con amor a los que has salvado, para que así, quienes hemos sido redimidos por la Pasión de tu Hijo, podamos alegrarnos en su Resurrección».

   Ahí vamos a enraizarnos para llevar savia a todo lo que hacemos. San Hipólito decía: «Antes que los astros, inmortal e inmenso, Cristo brilla más que el sol sobre todos los seres. Por ello, para nosotros que nacemos en Él, se instaura un día de Luz largo, eterno, que no se acaba: la Pascua maravillosa, prodigio de la virtud divina y obra del poder divino, fiesta verdadera y memorial eterno, impasibilidad que dimana de la Pasión e inmortalidad que fluye de la muerte. Vida que nace de la tumba y curación que brota de la llaga, resurrección que se origina de la caída y ascensión que surge del descanso... Este árbol es para mí una planta de salvación eterna, de él me alimento, de él me sacio. Por sus raíces me enraízo y por sus ramas me extiendo, su rocío me regocija y su espíritu como viento delicioso me fertiliza. A su sombra he alzado mi tienda y huyendo de los grandes calores allí encuentro un abrigo lleno de rocío... Él es en el hambre mi alimento, en la sed mi fuente... Cuando temo a Dios, Él es mi protección; cuando vacilo, mi apoyo; cuando combato, mi premio; y cuando triunfo, mi trofeo...». Es lo que pedimos en el Ofertorio: «Realiza, Señor, en nosotros el intercambio que significa esta ofrenda pascual, para que el amor a las cosas de la tierra se transfigure en amor a los bienes del cielo».

   "La llamada de Pedro a ser pastor […] viene después de la narración de una pesca abundante; después de una noche en la que echaron las redes sin éxito, los discípulos vieron en la orilla al Señor resucitado. Él les manda volver a pescar otra vez, y he aquí que la red se llena tanto que no tenían fuerzas para sacarla; había 153 peces grandes y, "aunque eran tantos, no se rompió la red".

   Este relato al final del camino terrenal de Jesús con sus discípulos, se corresponde con uno del principio: tampoco entonces los discípulos habían pescado nada durante toda la noche; también entonces Jesús invitó a Simón a remar mar adentro. Y Simón, que todavía no se llamaba Pedro, dio aquella admirable respuesta: "Maestro, por tu palabra echaré las redes". Se le confió entonces la misión: "No temas, desde ahora serás pescador de hombres" (Lc 5,1.11). También hoy se dice a la Iglesia y a los sucesores de los apóstoles que se adentren en el mar de la historia y echen las redes, para conquistar a los hombres para el Evangelio, para Dios, para Cristo, para la vida verdadera.

   "Los Padres han dedicado también un comentario muy particular a esta tarea singular. Dicen así: para el pez, creado para vivir en el agua, resulta mortal sacarlo del mar. Se le priva de su elemento vital para convertirlo en alimento del hombre. Pero en la misión del pescador de hombres ocurre lo contrario. Los hombres vivimos alienados, en las aguas saladas del sufrimiento y de la muerte; en un mar de oscuridad, sin luz. La red del Evangelio nos rescata de las aguas de la muerte y nos lleva al resplandor de la luz de Dios, en la vida verdadera. Así es, efectivamente: en la misión de pescador de hombres, siguiendo a Cristo, hace falta sacar a los hombres del mar salado por todas las alienaciones y llevarlo a la tierra de la vida, a la luz de Dios.

   "Así es, en verdad: nosotros existimos para enseñar a Dios a los hombres. Y únicamente donde se ve a Dios, comienza realmente la vida. Sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida. No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario. Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él […]. Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada -absolutamente nada- de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera […] ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida " (Benedicto XVI).

   Es deliciosa la escena del desayuno con pescado y pan preparado por Jesús al amanecer de aquel día. Después de que casi todos le abandonaran en su momento crítico de la cruz, y Pedro además le negara tan cobardemente, Jesús tiene con ellos detalles de amistad y perdón que llenaron de alegría a los discípulos. San Agustín hará una alegoría: "El pez asado es Cristo sacrificado. Él mismo es el pan bajado del cielo. A este pan se incorpora la Iglesia para participar de la eterna bienaventuranza […] Esta es la comida del Señor con sus discípulos, con lo cual el Evangelista San Juan, aun teniendo muchas cosas que decir de Cristo, y absorto según mi parecer en alta contemplación de cosas excelsas, concluye su Evangelio».

Llucià Pou Sabaté

miércoles, 3 de abril de 2024

Jueves de la octava de Pascua: Jesús nos ofrece la paz, participar en su familia de hijos de Dios, por su Resurrección

Jueves de la octava de Pascua: Jesús nos ofrece la paz, participar en su familia de hijos de Dios, por su Resurrección

 

A. Lecturas:

   1. Libro de los Hechos de los Apóstoles 3,11-26: Como él no soltaba a Pedro y a Juan, todo el pueblo, lleno de asombro, corrió hacia ellos, que estaban en el pórtico de Salomón. Al ver esto, Pedro dijo al pueblo: "Israelitas, ¿de qué se asombran? ¿Por qué nos miran así, como si fuera por nuestro poder o por nuestra santidad, que hemos hecho caminar a este hombre? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de él delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad. Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Por haber creído en su Nombre, ese mismo Nombre ha devuelto la fuerza al que ustedes ven y conocen. Esta fe que proviene de él, es la que lo ha curado completamente, como ustedes pueden comprobar. Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes obraron por ignorancia, lo mismo que sus jefes. Pero así, Dios cumplió lo que había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías debía padecer. Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados. Así el Señor les concederá el tiempo del consuelo y enviará a Jesús, el Mesías destinado para ustedes. El debe permanecer en el cielo hasta el momento de la restauración universal, que Dios anunció antiguamente por medio de sus santos profetas. Moisés, en efecto, dijo: El Señor Dios suscitará para ustedes, de entre sus hermanos, un profeta semejante a mí, y ustedes obedecerán a todo lo que él les diga. El que no escuche a ese profeta será excluido del pueblo. Y todos los profetas que han hablado a partir de Samuel, anunciaron también estos días. Ustedes son los herederos de los profetas y de la Alianza que Dios hizo con sus antepasados, cuando dijo a Abraham: En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra. Ante todo para ustedes Dios resucitó a su Servidor, y lo envió para bendecirlos y para que cada uno se aparte de sus iniquidades".

   2. Salmo 8,2.5-9: ¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! Quiero adorar tu majestad sobre el cielo: / ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? / Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; / le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies: / todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes; / las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas.

   3. Lucas 24,35-48: "En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo habían conocido a Jesús en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy Yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.

   Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: 'Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí'». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas»".

 

B. Comentario:

   1. Leemos que después de la curación del mendigo cojo, Pedro habla nuevamente al pueblo, a los fieles que, como él, han subido al templo a orar, y les anuncia a Jesús, el Señor, en cuyo nombre ha obrado el milagro. Sus palabras pueden ser ejemplo de lo que fue la predicación de la Iglesia de Jerusalén en su período inicial:

   -"Habéis dado muerte al "Príncipe de la vida"... Pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos"... «Príncipe de la vida»... Un título poco habitual para hablar de Jesús: el Victorioso, el Viviente por excelencia ¡Danos, Señor, esta Vida! Comulgando el Cuerpo de Cristo, entramos en comunión con la Vida.

   -"Es por la fe en su nombre que este hombre está aquí y todos vosotros le veis completamente restablecido". Es el símbolo de la humanidad salvada. ¡Que cada vez que salga de un pecado, Señor, sea con esa alegría! El pecado es lo que daña a la humanidad. La verdadera parálisis es la de la voluntad encogida, incapaz de reaccionar-. Danos, Señor, plena salud de alma y cuerpo... de alma sobre todo.

   -"Sin embargo, hermanos, sé que obrasteis por ignorancia, lo mismo que vuestros jefes". Es la ignorancia que tienen los que hacen el mal, siguiendo lo que decía Jesús: "Padre, perdónalos, no saben lo que se hacen..." También podemos relacionar ese perdón con el poder de atar y desatar, con el perdón que en nombre del Señor administra la Iglesia.

   -"Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados; así vendrá la consolación por parte del Señor". El perdón es el "tiempo de la consolación". ¡Admirable fórmula! ¿Concibo mis confesiones, como una participación en la resurrección? No cuento con apoyarme en la fuerza de mi voluntad, sino en la fuerza de «Aquél que resucitó a Jesús de entre los muertos» (Noel Quesson).

   2. "¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!  Quiero adorar tu majestad sobre el cielo: / ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? / Lo hiciste poco inferior a los ángeles". Se puede traducir como que ha sido «rebajados» a los ángeles, y lógicamente no habla de los hombres, pues nunca han estado por encima de ellos, y sigue con la majestad de Jesús y lo que le es destinado.

   «Lo coronaste de gloria y dignidad». En esa gloria, él vislumbra el premio que el Señor nos reserva cuando hemos superado la prueba de la tentación, y dice san Ambrosio: «El Señor ha coronado también de gloria y magnificencia a su amado. Ese Dios que desea distribuir las coronas, permite las tentaciones: por ello, cuando seas tentado, recuerda que te está preparando la corona. Si descartas el combate de los mártires, descartarás también sus coronas; si descartas sus suplicios, descartarás también su dicha». "Le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies: / todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes; / las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas". Dios prepara para nosotros esa «corona de justicia» (2 Tim 4,8) con la que recompensará nuestra fidelidad que le demostramos incluso en los momentos de tempestad que sacuden nuestro corazón y nuestra mente.

   3. Estaban los discípulos de Emaús hablando de lo que les había pasado, cuando encontraron a Jesús, y "Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros»". El saludo de paz es importante para que lo digamos muchas veces. San Gregorio Nacianceno nos exhorta: «Debiéramos avergonzarnos al prescindir del saludo de la paz, que el Señor nos dejó cuando iba a salir del mundo. La paz es un nombre y una cosa sabrosa, que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a los filipenses: 'La paz de Dios'; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los efesios: 'Él es nuestra paz'». Al leer este Evangelio en Misa, en el colegio, los niños al oír las palabras: "la paz sea con vosotros" responden "y con tu espíritu", y es cierto que con el espíritu de Jesús podemos tener paz. Disipa los temores que los Apóstoles han acumulado durante los días de pasión y de soledad. Pienso que las preguntas que angustian a las personas de hoy son: "¿de verdad hay Dios, o estaré solo cuando sufra, sobre todo cuando llegue la muerte?" "¿me salvaré, si hay un más allá?"

   "Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?" Es el "¡no temáis!" que suele decir Jesús. Nos dice también hoy el Señor: En mi vida personal, en la vida del mundo, de la Iglesia, evoco, hoy, una situación en la que falta la esperanza. Pero Tú estás aquí, Señor, "en medio de nosotros".

    "Mirad mis manos y mis pies; soy Yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies".  Él no es un fantasma, es totalmente real, pero, a veces, el miedo nos paraliza.

   "Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos". Los discípulos, en su alegría, no se atrevían a creer que es Jesús, por eso la comida: para esos semitas que ni siquiera tienen idea de una distinción del "cuerpo y del alma", si Jesús vive, ha de ser con toda su persona: no es un fantasma si es un cuerpo que come... Será un cuerpo sin materia corpórea, fuera del espacio y del tiempo podrá aparecerse a quien quiere y como quiere, como un disco duro del ordenador alberga todos los momentos de la vida, o una película puede presentarse en cualquiera de sus secuencias, así la resurrección transforma y quedaremos transfigurados, para poder salir del universo material, y penetrados por el Espíritu de Dios, como Cristo, aparecer en cualquiera forma. "Nosotros esperamos como salvador al Señor Jesucristo, que transfigurará el cuerpo de nuestra vileza conforme a su Cuerpo glorioso, en virtud del poder que tiene para someter a sí todas las cosas", dirá san Pablo (Flp 3, 21).

   "Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: 'Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí'». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas»". Esta catequesis de la Pascua es similar a la que había hecho con los discípulos de Emaús, sobre los sufrimientos del Mesías, la resurrección de los muertos, la conversión proclamada en su nombre para el perdón de los pecados... A todas las naciones, empezando por Jerusalén. Vosotros daréis testimonio de esto. "Jesucristo es ahora realmente el Señor, que tiene poder sobre todo el universo, sobre todos los hombres, y que da a los hombres la misión de ir a todo el mundo. En cierto sentido, todo está hecho en Cristo. Pero todo está por hacer. ¿Trabajo yo en esto? ¿Doy testimonio de esto?" (Noel Quesson).

   Es la Pascua la que ilumina las sagradas Escrituras, como habla San Ireneo: "Si uno lee con atención las Escrituras, encontrará que hablan de Cristo y que prefiguran la nueva vocación. Porque Él es el tesoro escondido en el campo, es decir, en el mundo, ya que el campo es el mundo; tesoro escondido en las Escrituras, ya que era indicado por medio de figuras y parábolas, que no podían entender según la capacidad humana antes de que llegara el cumplimiento de lo que estaba profetizado, que es el advenimiento de Cristo". Y cita al profeta Daniel: "Cierra estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del cumplimiento, hasta que muchos lleguen a comprender y abunde el conocimiento" (Dan 12,4).

Llucià Pou Sabaté

martes, 2 de abril de 2024

Pascua 1, miércoles: la experiencia de Jesús resucitado con los discípulos de Emaús, modelo de cómo Jesús nos busca y podemos encontrarle

Pascua 1, miércoles: la experiencia de Jesús resucitado con los discípulos de Emaús, modelo de cómo Jesús nos busca y podemos encontrarle

 

A. Lecturas:

   1. Hechos de los Apóstoles 3,1-10: En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la tarde. Allí encontraron a un paralítico de nacimiento, que ponían diariamente junto a la puerta del Templo llamada "la Hermosa", para pedir limosna a los que entraban. Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna. Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo: "Míranos". El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo. Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina". Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de inmediato, se le fortalecieron los pies y los tobillos. Dando un salto, se puso de pie y comenzó a caminar; y entró con ellos en el Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios. Toda la gente lo vio camina y alabar a Dios. Reconocieron que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del Templo llamada "la Hermosa", y quedaron asombrados y llenos de admiración por lo que le había sucedido.

   2. Salmo 105,1-4.6-9: ¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan conocer entre los pueblos sus proezas; / canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas! / ¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor! / ¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro; / Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido: / el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos. / El se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones, / del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac.

   3. Lucas 24,13-35: "Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.

   Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?». Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?». Él les dijo: «¿Qué cosas?». Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que Él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a Él no le vieron». Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?». Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre Él en todas las Escrituras.

   Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.

   Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan".

 

B. Comentario:

   1. –"Un tullido de nacimiento pedía limosna... Pedro le dijo: «oro no tengo, pero lo que tengo te doy: en nombre de Jesucristo el Nazareno, levántate y anda»". En mi vida familiar o profesional, ¿contribuyo a «levantar» a la humanidad? ¿Contribuyo a curar? Yo mismo, ¿sé apoyarme en la fuerza de la resurrección para ponerme de nuevo en pie cada vez que una prueba me ha paralizado o anonadado? «En nombre de Jesucristo, ¡que me levante y ande!»

   -"Entró con ellos en el Templo".. Iba el sanado saltando... y alabando a Dios... Es algo muy comprensible. Imagino la escena en el templo. El poder maravilloso de la resurrección comienza a difundirse en el cuerpo de la humanidad, como presagio y anuncio de la exultación final de los «resucitados».

   2. "¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro"; Dios siempre fiel a su Alianza y a su amor hacia nosotros, jamás abandonará a su Pueblo a pesar de nuestras infidelidades. Volvamos al Señor, dejémonos amar por Él, busquemos su rostro. "Él se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones, / del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac". Convirtámonos en fieles testigos suyos, proclamando sus prodigios a todos los pueblos. "Hoy «es el día que hizo el Señor: regocijémonos y alegrémonos en Él» (Sal 117,24). Así nos invita a rezar la liturgia de estos días de la octava de Pascua. Alegrémonos de ser conocedores de que Jesús resucitado, hoy y siempre, está con nosotros. Él permanece a nuestro lado en todo momento. Pero es necesario que nosotros le dejemos que nos abra los ojos de la fe para reconocer que está presente en nuestras vidas. Él quiere que gocemos de su compañía, cumpliendo lo que nos dijo: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20)" (Xavier Pagès).

   3. María Santísima tendrá fe en todo momento, pero los discípulos están en desbandada, y ahí van los de hoy, desanimados, descorazonados. "Aquella tarde van de Jerusalén a Emaús, a pocas horas de camino de la Ciudad Santa, tristes, bajo el peso de la mayor de las decepciones: el Maestro acaba de ser crucificado como un malhechor, no había tenido ningún poder contra la muerte, y ahora todos los suyos se dispersaban sin saber dónde ir. Si el único que tenía palabras de vida eterna había muerto, ¿qué iba a ser de ellos? Andaban -eran dos, un tal Cleofás y otro- contándose entre sí una y otra vez todo aquel desastre, el fin de la gran esperanza. Sin duda se han equivocado, Jesús debió ser profeta, pero no el Mesías, habían entendido mal el mensaje, su muerte, un hecho tan seguro, sólo podía interpretarse así" (Carlos Pujol).

   -"Dos discípulos iban a Emaús... y hablaban entre sí"... El viernes último murió su amigo. Todo ha terminado. Vuelven a su casa. Sorprende que no sean capaces de tener en consideración el testimonio de las mujeres; quizá estaban tan deprimidos por el "fracaso" que para ellos era la muerte de Jesús, que están temporalmente cerrados a todo misterio. Hasta que llegan a la raíz de su decepción: "nosotros esperábamos que Él sería quien redimiera a Israel". Este es el tema. ¿Cuál era su esperanza?: parece una salvación humana; muchos problemas vienen de la tergiversación de la esperanza... ya el tercer día desde que han pasado estas cosas. Ya no esperan nada. "Nosotros esperábamos..." Estas palabras están llenas de una esperanza perdida. Me imagino su decepción. Camino con ellos. Les escucho. En toda vida humana esto sucede algún día: una gran esperanza perdida, una muerte cruel, un fracaso humillante, una preocupación, una cuestión insoluble, un pecado que hace sufrir. Humanamente, no hay salida.

   -"Jesús se les acercó e iba con ellos... pero sus ojos estaban ciegos, no podían reconocerle"... "¿De qué estáis hablando? Parecéis tristes." Por su camino has venido a encontrarles; e inmediatamente te interesas por sus preocupaciones. Tú conoces nuestras penas y nuestras decepciones. Me alivia pensar que no ignoras nada de lo que soporto en el fondo de mí mismo. Me dejo mirar e interrogar por ti.

   -"Lo de Jesús Nazareno... Cómo le entregaron nuestros magistrados para que fuese condenado a muerte y crucificado"... Jesús deja que se expresen detenidamente, sobre sus preocupaciones. No se da a conocer enseguida: deja que hablen, que se desahoguen.

   -"¡Hombres tardos de corazón para creer todo lo que vaticinaron los profetas! Y comenzando por Moisés y por todos los profetas les fue declarando cuanto a Él se refería en todas las Escrituras". He aquí el primer método para "reconocer" a Jesús: tomar contacto, profundamente, cordialmente, con las Escrituras con la Palabra de Dios. Hacer "oración". Procurar por encima de todo tener unos momentos de corazón a corazón. Leer y releer la Escritura.

    Llegan al pueblo, le piden que se quede: "Una de las súplicas más conmovedoras del Evangelio, oscurece (¿quién tiene miedo a la oscuridad, los de Emaús o su compañero misterioso?), y después de aquel coloquio ambulante ahora que todo son sombras lo necesitan." (Carlos Pujol).

   "Jesús en el camino. ¡Señor, qué grande eres siempre! Pero me conmueves cuando te allanas a seguirnos, a buscarnos, en nuestro ajetreo diario. Señor, concédenos la ingenuidad de espíritu, la mirada limpia, la cabeza clara, que permiten entenderte cuando vienes sin ningún signo exterior de tu gloria.

   Se termina el trayecto al encontrar la aldea, y aquellos dos que -sin darse cuenta- han sido heridos en lo hondo de su corazón por la palabra y el amor de Dios hecho hombre, sienten que se vaya. Porque Jesús les saluda con un ademán de continuar adelante. No se impone nunca, este Señor Nuestro. Quiere que le llamen libremente, desde que hemos entrevisto la pureza del Amor, que nos ha metido en el alma. Hemos de detenerlo por fuerza y rogarle: continua con nosotros porque ya es tarde, y ya va el día de caída, se hace de noche.

   Así somos: siempre poco atrevidos, quizá por insinceridad, o quizá por pudor. En el fondo, pensamos: quédate con nosotros porque nos rodean las tinieblas, y sólo Tú eres luz, sólo Tú puedes calmar esta ansia que nos consume. Porque 'entre las cosas hermosas, honestas, no ignoramos cuál es la primera: poseer siempre a Dios' (San Gregorio Nacianzeno).

   Y Jesús se queda. Se abren nuestros ojos como los de Cleofás y su compañero, cuando Cristo parte el pan; y aunque Él vuelva a desaparecer de nuestra vista, seremos también capaces de emprender de nuevo la marcha -anochece-, para hablar a los demás de Él, porque tanta alegría no cabe en un pecho solo.

   Camino de Emaús. Nuestro Dios ha llenado de dulzura este nombre. Y Emaús es el mundo entero, porque el Señor ha abierto los caminos divinos de la tierra" (San Josemaría Escrivá). Es una imagen de la Misa, de la primera parte, la liturgia de la palabra (explicación de Jesús de las Escrituras) y la Eucaristía (aquí vemos la fracción del pan): -"Jesús, "puesto con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Se les abrieron los ojos y le reconocieron". "Esta es la segunda experiencia para "reconocer a Jesús": la eucaristía, la fracción del pan. La primera había sido la Escritura, explicada por Él. La eucaristía es el sacramento, el signo eficaz de la presencia de Cristo resucitado. Es el gran misterio de la Fe: un signo muy pobre, un signo muy modesto. Comulgar con el "Cuerpo de Cristo". Valorar la eucaristía por encima de todo. Arrodillarse alguna vez ante un sagrario. En el mismo instante se levantaron, y volvieron a Jerusalén. Siempre la "misión". Nadie puede quedarse quieto en su sitio contemplando a Cristo resucitado: Hay que ponerse en camino y marchar hacia los hermanos" (Noel Quesson).

   Muchos cristianos, jóvenes y mayores, experimentamos en la vida, como los dos de Emaús, momentos de desencanto y depresión. A veces por circunstancias personales. Otras, por la visión deficiente que la misma comunidad puede ofrecer. El camino de Emaús puede ser muchas veces nuestro camino. Viaje de ida desde la fe hasta la oscuridad, y ojalá de vuelta desde la oscuridad hacia la fe. Cuántas veces nuestra oración podría ser: «quédate con nosotros, que se está haciendo de noche y se oscurece nuestra vida». La Pascua no es para los perfectos: fue Pascua también para el paralítico del templo y para los discípulos desanimados de Emaús (J. Aldazábal).

Llucià Pou Sabaté