domingo, 30 de octubre de 2016

Lunes semana 31 de tiempo ordinario; año par

Lunes de la semana 31 de tiempo ordinario; año par

No podemos estar cerrados, pues la apertura a los demás en el amor y el compartir es estar con Jesús
«Decía también al que le había invitado: «Cuando des una comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, no sea que también ellos te devuelvan la invitación y te sirva de recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, llama a pobres, tullidos, a cojos, y a ciegos; y serás bienaventurado, porque no tienen para corresponderte; se te recompensará en la resurrección de los justos»(Lucas 14,12-14).
1. –Jesús, eres amigo de la paradoja, y una vez más has querido despertar la curiosidad de sus oyentes... nos hablas de convidar a comer a los más desvalidos quizá nos dices que si no salimos de "nosotros mismos" en un primer círculo de personas que forman parte de nosotros... nos cerramos, y vamos mal. Podría ser en parte seguir amándonos a nosotros mismos. "Si amáis sólo a los que os aman ¿qué hacéis de extraordinario? Los pecadores también lo hacen" (Lc 6,32).
-“Por el contrario, cuando des un banquete, invita a "pobres", "lisiados", "cojos", "ciegos"...” Jesús, nos muestras un modo nuevo de vivir: - sin distinción de clase social (Lucas 14,12-14; Santiago 1,9; 2,1-6); - sin distinción de razas (Romanos 10,12; Corintios 12,13; Gálatas 3,28) - sin excluir, siquiera, a los pecadores (Lucas 7,36-5O).
-“Y "dichoso" serás tú entonces, porque no te pueden corresponder”. Esta es la palabra clave del amor evangélico: "amar sin esperar correspondencia". El desinterés más absoluto. Es difícil… cuántas veces una madre se deprime al ver que sus hijos no corresponden a todo el amor que ella ha puesto durante tantos años… es natural, pero el Señor nos anima a ir siempre más allá…
-“Esto te será devuelto cuando resuciten los justos”. Es lo mismo que decir amar "sólo por Dios". Hay casos, en que esta es la única motivación capaz de hacernos superar unas repugnancias invencibles, unos bloqueos afectivos, aparentemente sin salida y unas dificultades psicológicas extremas. Hay personas, que aman por encima de toda visión humana: «Es éste un distintivo del hombre justo: que, aun en medio de sus dolores y tribulaciones, no deja de preocuparse por los demás; sufre con paciencia sus propias aflicciones, sin abandonar por ello la instrucción que prevé necesaria para los demás, obrando así como el médico magnánimo cuando está él mismo enfermo. Mientras sufre las desgarraduras de su propia herida, no deja de proveer a los otros el remedio saludable» (San Gregorio Magno).
Sí, Dios interviene en el hombre para ensancharle el corazón. Y la "resurrección de los justos" será el brillante despliegue a pleno día de ese amor sin condiciones, sin fronteras, sin exclusivas... que es el amor mismo de Dios (Noel Quesson). Porque Dios "ama a los justos y a los injustos" (Lc 6,35; Mt 5,45).
Me llegó un texto (“Europa cerrada”, de J.M.A.S.) sobre la hipocresía con que Europa procura evitar la llegada de inmigrantes africanos, cuando no son otra cosa que el residuo patético de sus correrías coloniales de varios siglos. ¿Acaso espera Europa que luego de centurias de saquear África despojándola de su cultura, de sus recursos materiales y humanos, de inyectarla con su fiebre perniciosa de consumo, vaya a poder encarar el nuevo milenio como una suerte de castillo artillado y compacto en cuyo interior todos son felices mientras fuera cunde el hambre y la desesperación?
En el cuento de Edgar Allan Poe “La máscara de la muerte roja” se simboliza la futilidad del intento del príncipe de encerrarse en su palacio a dar fiestas hasta que pase la peste. El egoísmo no es solución. Hay un convidado con máscara de muerte, que era la peste, y se la transmite a los que pensaban estar aislados. Se les mete en casa. La muerte acabó entrando igual. Europa es rica gracias, en buena medida, a todo lo que se llevó de África.
Es una vergüenza pensar que tienen que morir de hambre a pocos kilómetros, mientras aquí se tira la comida. ¿Dónde están los derechos humanos? Todos somos responsables de reparar el daño hecho, invitando a nuestra mesa a los pobres. Es además de justicia, por el daño hecho por ingleses, franceses, alemanes, belgas (“El corazón de las tinieblas”, relato de Joseph Conrad, que fue guión de la película “Apocalipsys now” es impresionante sobre esta colonia), portugueses (aquí recuerdo una película de Spielberg, “Amistad”, sobre las penosas condiciones de los traslados de esclavos).
¿Con qué vergüenza rechazamos las pateras? Son personas sin medios en su país, devastado por nuestra rapiña muchas veces, que solo piden las migajas de una limosna, vender baratijas en las plazas, repartir diarios o limpiar automóviles... Y aun así no los queremos. Europa desea permanecer cerrada mientras una África saqueada se desangra... igual que América Latina... igual que el Oriente de segunda... Seguramente Europa abrirá su corazón, sus puertas... Seguramente aprenderemos algún día a tratarnos todos los seres humanos como iguales, porque si no fuera así, estaríamos aceptando los distintos genocidios ocurridos a lo largo de la historia como hechos normales... Seguramente invitaremos a comer a los necesitados, y así todos saldremos adelante.
2. La comunidad cristiana de Filipos debió de sentirse agitada por disensiones de grupos opuestos.
-“Si es verdad que «en Cristo» nos reconfortamos los unos a los otros...”El pensamiento de Cristo permanece presente. Es la única y constante referencia de Pablo. Usa la fórmula "en Cristo" a propósito de todo. En Cristo se encuentra un inmenso consuelo. Reconforta, Señor Jesús, a los que sufren... Te nombro a algunos de ellos... Sé también, Señor mi consuelo... te manifiesto mis preocupaciones del momento presente... Y ayúdame, hoy, a ejercer ese ministerio de aliento y consuelo mutuos, con los que se cruzarán en mi camino.
-“Si hay persuasión de amor, si se está en comunión «en el Espíritu»...” La fuente profunda de consuelo y de unidad, de la que hablará Pablo, se encuentra en la Trinidad: hay en el fondo de nosotros "tres Personas que no son más que uno"... si estamos en comunión con Ellas, ¿cómo podremos estar divididos entre nosotros? Por el contrario, hay que animarnos y alentarnos en el amor. Padre, Hijo y Espíritu, vosotros que vivís en el amor, hacednos vivir como vosotros.
-“Si existe entre vosotros una ternura entrañable, entonces colmaréis mi alegría...” El talante de Pablo no es sombrío ni triste. Para él, la cautividad, el sufrimiento, el combate de cada día, se viven en la alegría. Y tiene la sencillez de pedir a sus fieles de Filipos, que completen... esta alegría que él posee ya. "Dar alegría" a los que encontraré hoy... "Pedir alegría" a los que encontraré hoy. ¡Cuán atrayente sería la vida cristiana si mantuviera constantemente esa actitud!
-“Andad de acuerdo, teniendo un amor recíproco y un interés unánime por la unidad.” Si hay que "buscarla", ¡es que no está hecha! Me detengo a detectar, en mis propias relaciones y responsabilidades, todas las rupturas de unidad y también, todas las veces, que ha faltado el diálogo... Y la unidad no es un sueño... es una exigencia muy concreta que se ventila a nivel de las conductas más corrientes; san Pablo evoca unas actitudes del orden del pensamiento: «estar de acuerdo», la misma manera de ver... de la afectividad... «un amor recíproco», de la acción... «las mismas actitudes». Donde sea que yo viva, ayúdame, Señor a ser un artífice de unidad.
-“Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad considerando que los demás son superiores a vosotros”. Con mucho realismo, Pablo sugiere que la «humildad» es la condición esencial de la unidad: no creerse superior a los demás, no dar demasiada importancia a las propias ideas, ser capaz de cambiar de opinión admitiendo los puntos de vista de los demás, reconocer que los otros tienen razón. He ahí una especie de secreto de la felicidad. Las tres cuartas partes de nuestras dificultades de «relación» provienen de que hacemos comparaciones: tendríamos que llegar a regocijarnos de los éxitos ajenos, de la superioridad de los demás.
-“Busque cada cual no su propio interés, sino el de los demás.” Para dar una base a esos consejos familiares, pero de una importancia excepcional, Pablo continuará mañana su gran vuelo dogmático (Noel Quesson).
3. Te pido que sea verdad lo del salmo, Señor: “mi corazón no es ambicioso, / ni mis ojos altaneros; / no pretendo grandezas / que superan mi capacidad.” Porque contigo, puedo decir: “acallo y modero mis deseos, / como un niño en brazos de su madre. // Espera Israel en el Señor / ahora y por siempre”.
Llucià Pou Sabaté

sábado, 29 de octubre de 2016

Domingo semana 31 de tiempo ordinario; ciclo C

Domingo de la semana 31 de tiempo ordinario; ciclo C

El Señor nos ayuda a buscarle y convierte nuestro corazón
«Entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos y rico. Intentaba ver a Jesús para conocerle, pero no podía a causa de la muchedumbre, porque era pequeño de estatura. Y, adelantándose corriendo, subió a un sicómoro (una higuera), para verle, porque iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó al lugar, levantando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa». Bajó rápido y lo recibió con gozo. Al ver esto, todos murmuraban diciendo que había entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres y si he defraudado en algo a alguien le devuelvo cuatro veces más». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también éste es hijo de Abraham; porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lucas 19,1-10).
1. El Evangelionos habla del encuentro misericordioso de Jesús con Zaqueo. El Señor pasa por Jericó, camino de Jerusalén. Acaba de curar a un ciego a la entrada de la ciudad. La multitud llena la calle por donde pasaba el Maestro. Allí se encuentra también un hombre,que era jefe de publicanos y rico, conocido como recaudador de impuestos. Cobraba una sobretasa, de la cual vivía. Eran mal vistos. Zaqueointentaba ver a Jesús para conocerle, pero no podía a causa de la muchedumbre, porque era pequeño de estatura. Y adelantándose corriendo, subió a un sicómoro, para verle, porque iba a pasar por allí. Nos ayuda a no tener vergüenzas a nosotros, que también queremos ver a Jesús y permanecer con Él. Pero debemos examinar hoy la sinceridad y el vigor de estos deseos: ¿Quiero yover a Jesús? –preguntaba el Papa Juan Pablo II–, ¿hago todo lo posible parapoder verlo?: ¿verdaderamente quiero contemplarlo, o quizá evito el encuentro con Él? ¿Prefiero no verlo o que Él no me vea? Y si ya le vislumbro de algún modo, ¿prefiero entoncesverlo de lejos, no acercándome mucho, no poniéndome ante sus ojos para no llamar la atención demasiado..., para no tener que aceptar toda la verdad que hay en Él, que proviene de Él, de Cristo?
Cualquier esfuerzo que hagamos por acercarnos a Cristo es largamente recompensado.Cuando Jesús llegó al lugar, levantando la vista, le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me hospede en tu casa. ¡Qué inmensa alegría! Él, que se contentaba con verlo desde el árbol, se encuentra con que Jesús le llama por su nombre, como a un viejo amigo, y, con la misma confianza, se invita en su casa. «Quien tenía por grande e inefable el verle pasar –comenta San Agustín–, mereció inmediatamente tenerlo en casa» (Sermón 174,6).
Zaqueo «descubre que es amado personalmente por Aquel que se presenta como el Mesías esperado, se siente tocado en lo más profundo de su espíritu y abre su corazón» (Juan Pablo II,Homilía 5-XI-1989). Quiere estar cerca del Maestro:Bajó rápido y lo recibió con gozo. Experimentó la alegría singular de todo aquel que se encuentra con Jesús. Se convierte en un discípulo más del Maestro; pasa de la curiosidad a la conversión:Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres y si he defraudado a alguien le devolveré cuatro veces más. Todavía no lo da todo quizá, pero va dando pasos, como en el diálogo que se puede mantener en la confesión: se va abriendo el alma a Dios (F. Fernández Carvajal). "Donde entra mucho el sol, dice santa Teresa, el alma ve su miseria... toda se ve muy turbia".
San Agustín comenta: “Vas a decir: « Si voy como Zaqueo no podré ver a Jesús a causa de la muchedumbre». No te entristezcas, sube al árbol del que Jesús estuvo colgado por ti y verás. ¿Y a qué clase de árbol subió Zaqueo? A un sicómoro… Se levantó sobre la muchedumbre y vio a Jesús sin que ella se lo impidiese. En efecto, a los humildes, a los que siguen el camino de la humildad, a los que dejan en manos de Dios las injurias recibidas y no piden venganza para sus enemigos, a ésos los insulta la turba y les dice: «¡Inútil, que eres incapaz de vengarte!». La turba te impide ver a Jesús; la turba, que se gloria y exulta de gozo cuando ha podido vengarse, impide la visión de quien, pendiente de un madero, dijo: Padre, perdónales porque no saben lo que hacen(Lc23,34).
Por eso Zaqueo, que quería verle, simbolizando a las personas humildes, no pone su mirada en la turba, que es impedimento, sino que sube a un sicómoro, como al árbol de fruto necio [es su etimología]. Pues, nosotros,dice el Apóstol,predicamos a Cristo crucificado, escándalo ciertamente para los judíos-contempla el sicómoro-necedad, en cambio, para los gentiles (1Cor 1,23). Finalmente, los sabios de este mundo nos insultan a propósito de la cruz de Cristo y dicen: «¿Qué corazón tenéis quienes adoráis a un Dios crucificado?». «¿Qué corazón tenemos?», preguntas. Ciertamente, no el vuestro. La sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. No tenemos, pues, un corazón como el vuestro, Decís que nuestro corazón es necio. Decid lo que queráis; nosotros subimos al sicómoro para ver a Jesús. Vosotros no podéis ver a Jesús porque os avergonzáis de subir al sicómoro. Alcance Zaqueo el sicómoro, suba el humilde a la cruz. Poca cosa es subir; para no avergonzarse de la cruz de Cristo, póngala en la frente, donde está el asiento del pudor; allí precisamente, donde antes se nota el rubor; póngala allí para no avergonzarse de ella. Pienso que te ríes del sicómoro, pero también él me hizo ver a Jesús. Tú te ríes del sicómoro porque eres hombre, pero lo necio de Dios es más sabio que la sabiduría de los hombres (1 Cor1,25).
El Señor, que había recibido a Zaqueo en su corazón se dignó ser recibido en casa de él. Le dice:Zaqueo, apresúrate a bajar, pues conviene que yo me quede en tu casa (Lc 19,5). Gran dicha consideraba él ver a Cristo. Quien tenía por grande e inefable dicha el verle pasar, mereció inmediatamente tenerle en casa. Se infunde la gracia, actúa la fe por medio del amor, se recibe en casa a Cristo, que habitaba ya en el corazón. Zaqueo dice a Cristo:Señor, daré la mitad de mis bienes a los pobres, y si a alguien he defraudado le devolveré el cuádruplo (Lc19,8). Como si dijera: «Me quedo con la otra mitad, no para poseerla, sino para tener con qué restituir». He aquí, en verdad, en qué consiste recibir a Jesús, recibirle en el corazón. Allí, en efecto, estaba Cristo; estaba en Zaqueo, y por su inspiración se decía a sí mismo lo que escuchaba de su boca. Es lo que dice el Apóstol:Que Cristo habite en vuestros corazones por la fe(Ef 3,17).
Como se trataba de Zaqueo, el jefe de los publicanos y gran pecador, aquella turba, que se creía sana y le impedía que Jesús entrase en casa de un pecador, que equivale a reprochar al médico el que entre en casa del enfermo. Puesto que Zaqueo se convirtió en objeto de burla en cuanto pecador y se mofaban de él, ya sano, los enfermos, respondió el Señor a esos burlones: Hoy ha llegado la salvación a esta casa (Lc 19,9). He aquí el motivo de mi entrada:Hoy ha llegado la salvación.Ciertamente, si el Salvador no hubiese entrado no hubiese llegado la salvación a aquella casa” (Sermón174).
«Elige a un jefe de publicanos: ¿quién desesperará de sí mismo cuando este alcanza la gracia?», comenta San Ambrosio (en su comentario, in loc.). El Señor esclemente y misericordioso«¡No desesperéis nunca! Os lo diré en todos mis discursos, en todas mis conversaciones; y si me hacéis caso, sanaréis. Nuestra salvación tiene dos enemigos mortales: la presunción cuando las cosas van bien y la desesperación después de la caída; este segundo es con mucho el más terrible» (San Juan Crisóstomo).
Zaqueo invita a Jesús. Juan Pablo II decía: “No se asusta de que la acogida de Cristo en la propia casa pudiese amenazar, por ejemplo, su carrera profesional, o hacerle difícil algunas acciones ligadas con su actividad de jefe de publicanos”,
2. «A todos perdonas, porque son tuyos». La maravillosa afirmación de la primera lectura es que Dios ama todo lo que ha creado, pues si no, no lo habría creado. Muchos hombres, incluso muchos cristianos, no quieren creer esto debido a los males innumerables que existen en el mundo. Pero la prueba que el libro de la Sabiduría aporta para sostener su afirmación es tan simple y clara que no se la puede rechazar sin negar a Dios o acusarlo de contradicción interna. La naturaleza, como a una sola voz, nos dice: «No me hice a mí misma, sino que me hizo Dios». «Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado». Dios ama a todos los seres y por eso sólo castiga a los pecadores por amor y para propiciar su conversión al amor.
“Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey, bendeciré tu nombre por siempre jamás, Día tras día te bendeciré, y alabaré tu nombre por siempre jamás”. Es una oración agradecida, sobre todo porque “El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad, el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas”. Esta misericordia es la parte central del salmo, por eso: “Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan”.
3. «No perdáis fácilmente la cabeza». Parece como si la segunda lectura quisiera recordar la enseñanza de la primera. Dios, que «corrige, poco a poco a los pecadores», nos da tiempo para cumplir todos «los buenos deseos y la tarea de la fe». Por eso no hay que «alarmarse» por el anuncio del fin inminente del mundo, aunque esto se asegure mediante «supuestas» revelaciones o profecías, sino que hay que proseguir con tranquilidad y sin pánico alguno la tarea cristiana. El Señor no es solamente el que viene hacia nosotros desde el futuro como una amenaza («como un ladrón en medio de la noche»), sino también el que nos acompaña constantemente en nuestro camino hacia el cielo, nos ilumina con su presencia (como a los discípulos de Emaús) y nos libra de todo miedo que pudiera haber suscitado en nosotros (von Balthasar).
Llucià Pou Sabaté

viernes, 28 de octubre de 2016

Corto de Disney los pajaros y la grulla monstruos video de prueba

Alguna personas atacadas por el grupo, que son heridas y apartadas por ser diferentes, se convierten en los mejores, mientras que los que la criticaban terminan siendo del montón, motivo de una risa, de una burla disimulada.


Recuerda, en algún momento Todo se nos devuelve.

Sábado semana 30 de tiempo ordinario; año par

Sábado de la semana 30 de tiempo ordinario; año par

La humildad va unida al servicio, y así estamos con el Señor, ya sin buscar gloria humana
«Y sucedió que al entrar él un sábado a comer en casa de uno de los principales fariseos, ellos le estaban observando. Proponía a los invitados una parábola al notar cómo iban eligiendo los primeros puestos diciéndoles: «Cuando seas invitado por alguien a una boda, no te sientes en el primer puesto, no sea que otro más distinguido que tú haya sido invitado por él, y al llegar el que os invitó a ti y al otro, te diga: "Cede el sitio a éste"; y entonces empieces a buscar lleno de vergüenza, el último lugar: Al contrario, cuando seas invitado, ve a sentarte en el último lugar, para que cuando llegue el que te invitó te diga: "Amigo, sube más arriba". Entonces quedarás muy honrado ante todos los comensales. Porque todo el que se ensalza será humillado; y el que se humilla será ensalzado» (Lucas14,1.7-11).
1. –“Durante la comida en casa de uno de los jefes de los fariseos, Jesús, notando que los invitados elegían los primeros puestos...” El mundo judío -por ejemplo, las "reglas de la Comunidad de Qumram- tenía gran preocupación por seguir el orden jerárquico. En un banquete, antes de sentarse, cada invitado elegía "su" puesto según su rango, según la idea que él tenía de su propia dignidad, en comparación a los demás invitados. Y esto estaba codificado por las escuelas de Doctores de la Ley. Se aconsejaba un poco de prudencia elemental, por ejemplo: "Sitúate dos o tres puestos más allá del que te convendría". Hoy tenemos muchos signos distintivos que permiten realzar la posición social de cada uno: marcas en el vestir... o de automovil...
-“Jesús les propuso esta parábola: "Cuando alguien te convide a una boda no ocupes el puesto principal...” Jesús, no entras aquí en los problemas de las conveniencias mundanas, no es tu objeto...  te interesa decirnos lo que otras veces: ¡sed humildes!, ¡disponeos a ser el servidor de los demás!, ¡ocupad el último puesto!, ¡los pequeños son los más grandes! Si no os hacéis pequeños, ¡no entraréis en el Reino de Dios! No, nadie puede revindicar la entrada a las Bodas eternas como algo que le es debido, en virtud de su propia justicia.
-“Al revés, cuando te conviden, vete derecho al último puesto”. Durante la última Cena, sabemos que hubo una discusión entre los Doce sobre sus jerarquías y sus prelaciones. "Llegaron a querellarse sobre quién parecía ser el mayor. Jesús les dijo: Los reyes de las naciones gobiernan como señores... Pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros, ocupe el puesto del más joven, y el que manda, el puesto del que sirve... Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve" (Lucas 22,24-27). En las primeras comunidades había estas discriminaciones en las asambleas litúrgicas, como cuenta Santiago: "Si en vuestra reunión entra un personaje con sortijas de oro, magníficamente vestido y entra también un pobretón con traje mugriento; si atendéis al primero en detrimento del pobre, ¿no hacéis una discriminación?" Hoy, hay muchas maneras de creerse superior, de excluir a un tal o a un cual, de hacer discriminaciones.
Señor, haznos acogedores los unos hacia los otros. Que todos los participantes a nuestras asambleas dominicales se sientan cómodos. Que las celebraciones eucarísticas no pasen a ser pequeños clubs cerrados en los que "las personas, allí reunidas, se sientan bien", porque se ha comenzado por excluir a "los que no piensan como nosotros".
-“El que se encumbre, lo abajarán, y al que se abaja lo encumbrarán”. Es la condena de cualquier suficiencia. Dios cerrará su Reino, a los que están persuadidos de su propia justicia. Ser humilde. Hacerse pequeño. Juzgarse indigno... No juzgar indignos a los demás.
La parábola del fariseo y el publicano se terminará con la misma fórmula (Lucas 18,14): "Todo el que se encumbra lo abajarán, y al que se abaja, lo encumbrarán." Señor, ayúdame; quiero combatir todas mis formas de orgullo. Quiero conocer mis miserias, para que no me estime superior a los demás. Ayúdame a encontrarme feliz en el "último puesto". Como Tú, Señor: "Jesús, de tal manera tomó para sí el último puesto, que nadie se lo ha podido quitar" (Noel Quesson).
"Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11,29): Jesús, nos enseñas que la humildad va unida al servicio, y quiero aprender de ti, de Belén, de tu vida en Nazaret, de tu entrega en la Cruz y en la Eucaristía.
"Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes da su gracia" (1 Pedro 5,5); dame, Señor, la humildad, para estar abierto a ti, pues nos dices: "Sin mí, nada podéis hacer " (Jn 15,5). Quiero pedirte ser humilde, Señor, por la intercesión de tu Madre María Santísima, meditar tu ejemplo, rectificar cuando la soberbia aprieta, ser sincero en la dirección espiritual, utilizar las experiencias negativas para sacar más fuerza y humildad de ellas, y que todo me sirva para hacer las cosas como tú las harías, para darme a los demás que es lo que me enriquece  y lo que tú dijiste de ti mismo, que “no he venido a dejarme servir sino a servir” (Mt 20,28).
Animaba san Josemaría: “no pienses nunca en ti. Huye de la soberbia de imaginar que eres eso que en mi tierra llaman el palico de la gaita. Cuando no te acuerdes de ti, entonces haces buena labor. No podemos creernos el centro, de modo que pensemos que todo debe girar alrededor de nosotros. Y lo peor es que, si caes en este defecto, cuando te digan que eres soberbio, no te lo creerás; porque mientras el humilde se cree soberbio, el soberbio se cree humilde”. La santísima Virgen es modelo de humildad y por eso es llena de gracia.
2. Sigue S. Pablo: “Hermanos: Cristo es anunciado; esto me alegra y seguirá alegrándome. No seré confundido en modo alguno, antes bien estoy completamente seguro, hoy como siempre que Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte”. Pablo estaba en la cárcel. Perseguido por el odio de los judaizantes, fue arrestado y conducido a Roma, es un cautivo vigilado. Siguió difundiendo el Evangelio. Algunos años más tarde habrá cristianos en el Pretorio -la Guardia nacional-, y en el palacio del Emperador. También en nuestras vidas hay circunstancias que sentimos como "contrarias", Dios puede aprovecharlas a pesar de todo. Me detengo a considerar en la vida de hoy lo que podría ser obstáculo, contrariedad en mi vida, en la vida del mundo y de la Iglesia. ¡Señor, haz que todo termine bien!
-“En efecto, para mí, vivir es Cristo”. Pablo es un apasionado de Cristo. Todo lo que abarca esta palabra «vivir»... es Cristo para Pablo... Cuando puede morir de un momento a otro Pablo exulta en el gozo: su gozo y su alegría es vivir en una comunión profunda y continua con Jesús. Su alegría no proviene de una situación confortable ni de razones humanas. ¿En cuanto a mí?... ¿De dónde proceden mis alegrías? ¿Cuál es la fuente de mi alegría?
Y morir, una ganancia... De una parte deseo partir y «estar en Cristo», lo cual es ciertamente lo mejor. Es así como Pablo considera la muerte: un momento de felicidad y de alegría... el encuentro definitivo con Jesús, el cara a cara con aquél a quien ha entregado su vida... la entrada en el gozo de Cristo. Para Pablo, la muerte no rompe la comunión que tiene aquí abajo con Jesús: la camaradería divina continúa y se acentúa. A ese nivel de fe, vivir o morir es indiferente... ¡Pablo es total y radicalmente libre! Danos, Señor, esas íntimas certidumbres.
-“Pero si viviendo en este mundo, alcanzo a hacer un trabajo útil, no sé qué escoger. Me siento apremiado por ambas partes... Para vosotros, quedarme en este mundo es más necesario...” Si ir a ver a Cristo sería preferible para él. Pero, pensando en sus fieles queridos escoge quedarse trabajando, sirviendo a sus hermanos.
-“Permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe”. Progresar. Tener la alegría de la fe. Señor, da a todos los cristianos ese dinamismo. Concede a tu Iglesia ese dinamismo de progreso y de alegría (Noel Quesson).
3. “Como busca la cierva / corrientes de agua, / así mi alma te busca / a ti, Dios mío”, te digo con el salmista. Porque quiero también yo centrarme en ti, Señor: “Tiene sed de Dios, / del Dios vivo: / ¿cuándo entraré a ver / el rostro de Dios?” y quiero trabajar en tu Evangelio como el Apóstol: “Recuerdo cómo marchaba a la cabeza del grupo / hacia la casa de Dios, / entre cantos de júbilo y alabanza, / en el bullicio de la fiesta”.
Llucià Pou Sabaté

jueves, 27 de octubre de 2016

Viernes semana 30 de tiempo ordinario; año par

Viernes de la semana 30 de tiempo ordinario; año par

Jesús nos enseña a “quemarnos” por caridad, pues Él lo ha dado todo por nosotros: no poner la reputación o las reglas por encima del amor
“Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: -«¿Es lícito curar los sábados, o no?» Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: -«Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?» Y se quedaron sin respuesta” (Lucas 14,1-6).
1. –“Un sábado, Jesús fue a comer a casa de uno de los jefes fariseos, y ellos lo estaban observando”. Jesús, no rehúsas las invitaciones de tus adversarios habituales. Porque ha venido a salvar a todos los hombres. La casa de ese jefe de los fariseos es muy significada por un gran respeto y devoción a la Ley: en ella, las tradiciones morales y culturales son respetadas de modo muy estricto. Es un sábado, un día sagrado para el anfitrión de Jesús.
-“Un hidrópico se encontraba en frente de Jesús”. Para los fariseos toda enfermedad era el castigo de un vicio no declarado. Según ellos, ese pobre hombre (que rondaba por ahí) debió haber llevado una vida inmoral y por esto Dios le habría castigado.
-“Jesús tomó la palabra y preguntó a los Doctores de la Ley y a los fariseos: "¿Es lícito curar en sábado, o no?" Ellos se callaron.” Porque piensan: ¡Qué extraña pregunta! ¿A qué viene ese innovador? Hace ya tiempo que las "Escuelas" han saldado definitivamente todos esos casos. Si Jesús hubiera ido a las Escuelas, sabría que: - Cuando la vida de una persona corre peligro, está permitido socorrerlo... - Cuando el peligro no es mortal agudo, hay que esperar que termine el día sábado para prestarle alguna ayuda. ¿No es esto lógico? ¿Por qué no contentarse con la "tradición de los antiguos"? ¿Por qué suscitar nuevas cuestiones? Los fariseos callan. No quieren discutir. Ellos poseen la verdad. No es cuestión de modificar en nada sus costumbres. Jesús no puede hablar ni actuar en nombre de Dios, puesto que no se conforma a "su" enseñanza... a la enseñanza tradicional.
El lunes pasado leíamos una que hizo Jesús con la mujer encorvada. Hoy es con un hombre aquejado del mal de la hidropesía, la acumulación de líquido en su cuerpo. Pero no importa tanto el hecho milagroso, que se cuenta con pocos detalles. Lo fundamental es el diálogo de Jesús con sus adversarios sobre el sentido del sábado: una vez más da a entender que la mejor manera de honrar este día santo es practicar la caridad con los necesitados. Y les echa en cara que por interés personal -por ejemplo para ayudar a un animal de su propiedad- sí suelen encontrar motivos para interpretar más benignamente la ley del descanso. Por tanto no pueden acusarle a él si ayuda a un enfermo.
-“Jesús tomó al enfermo de la mano, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: "Si a uno de vosotros se le cae al pozo su hijo o su buey ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado?"” Si un animal cae en una cisterna los legistas permitían que se le alimentara para que no muriera antes del día siguiente... y de otra parte, estaba permitido echarle unas mantas y almohadas para facilitarle salir por sus propios medios; pero ¡sin "trabajar" uno mismo en sábado! Esos ejemplos nos muestran la gran liberación aportada por Jesús. Una nueva manera de concebir el "descanso" del sábado, del domingo. Más allá de todos los juridicismos. El sábado es el día de la benevolencia divina, el día de la redención, de la liberación, de la misericordia de Dios para con los pobres, los desgraciados, los pecadores. El día por excelencia para hacer el bien, curar, salvar. El día en el que hay que dejarse curar por Jesús. Señor, ayúdanos a ser fieles, incluso en las cosas pequeñas, pero sin ningún formalismo, sin meticulosidad. Señor, ayúdanos a permanecer abiertos, a no estar demasiado seguros de nuestras opiniones, a no quedarnos inmovilizados en nuestras opciones precedentes. El mundo de hoy nos presenta muchas cuestiones nuevas: ¿sabremos abordarlas con la misma profundidad con que las juzga Jesús? (Noel Quesson).
Uno de los 39 trabajos que se prohibían en sábado era el de curar. Pero una reglamentación, por religiosa que pretenda ser, que impida ayudar al que está en necesidad, no puede venir de Dios. Será, como en el caso de aquí, una interpretación exagerada, obra de escuelas rigoristas. ¿Qué excusas ponemos nosotros para no salir de nuestro horario, en ayuda del hermano, y tranquilizar así nuestra conciencia?, ¿el rezo?, ¿el trabajo?, ¿el derecho al descanso? Sí, el domingo es día de culto a Dios, de agradecimiento por sus grandes dones de la creación y de la resurrección de Jesús. Todo lo que hagamos para mejorar la calidad de nuestra Eucaristía dominical y para dar a esa jornada un contenido de oración y de descanso pascual, será poco. Pero hay otros aspectos del domingo que también pertenecen a su celebración en honor del Resucitado: es un día de alegría, todo él -sus veinticuatro horas- vivido pascualmente, sabiendo encontrarnos a nosotros mismos y nuestra paz y armonía interior y exterior, un día de contacto con la naturaleza, por poco que podamos. Y también un día de apertura a los demás: vida de familia y de comunidad -que nos resulta menos posible los días entre semana- y un día de "saber descansar juntos", cultivando valores humanos importantes. Un día de caridad, en que se nos ocurran detalles pequeños de humanidad con los demás: ¿a qué enfermo de hidropesía ayudamos a sanar en domingo?, ¿no hay personas a nuestro lado con depresiones o agobiadas por miedos o complejos, a las que podemos echar una mano y alegrar el ánimo? Jesús iba a la sinagoga, los sábados. Y parece como que además prefiriera ese día precisamente para ayudar a las personas curándolas de sus males. Sus seguidores podríamos conjugar también las dos cosas (J. Aldazábal).
2. Comenzamos hoy la lectura de los Filipenses, la más personal de las cartas de san Pablo a la primera comunidad de lo que hoy llamamos Europa, en tono confidencial.
-“Nosotros, Pablo y Timoteo, servidores de Cristo Jesús...” Aquí, Pablo, no se da el título habitual de «apóstol», sino el de «servidor», -esclavo de Cristo en griego-: adivinamos en esta palabra todo lo que comporta de abnegación total, de pertenencia absoluta, de servicio concreto, de vida entregada hasta el fin.
-“Doy gracias a Dios cada vez que pienso en vosotros y, cada vez que ruego por vosotros, es siempre con alegría”.El tono de toda la Epístola es: la acción de gracias... la alegría... ¿Suelo orar de este modo por los que amo, por los que están a mi cargo o bajo mi responsabilidad, por los conocidos?
A causa de la colaboración que habéis prestado al Evangelio, desde el primer día... Y convencido de que quien inició en vosotros «su obra» la irá consumando hasta el final de la misma...” Intima colaboración de la libertad y de la gracia, Dios y nosotros. Ni Dios sin nosotros. Ni nosotros sin Dios. También hoy está Dios trabajando en nuestro mundo, en mi vida. ¿Trato habitualmente de meditar lo que Dios "está haciendo" en este momento... para incorporarme a El y para colaborar con El? ¿Estoy persuadido, como Pablo de que Dios conducirá su obra «hasta el final»? Optimismo fundamental. Alegre certeza.
-“Yo os llevo en mi corazón, partícipes como sois de mi gracia, tanto en mi cautividad como en la defensa y consolidación del Evangelio, pues testigo me es Dios de cuánto os quiero «en la ternura del corazón de Cristo Jesús»”. Tiene la impresión de ser suplantado desde el interior: no es él, el pobre Pablo quien ama... «es la ternura del corazón de Cristo» la que habita en él y la que ama a los hombres a través de él. Pablo puede morir de un momento a otro. Está prisionero y no sabe como acabará su proceso. Sin embargo exulta de gozo y de ternura. Ayúdanos, Pablo, a no apesadumbrarnos por nuestras propias miserias, cuando nos angustiemos por falta de perspectiva, por ver solo el problema, el túnel sin salida...
-“En mi oración pido que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y discernimiento con que podáis aquilatar lo más importante”. Es el amor lo que hace progresar el «conocimiento». Pide a Dios que aquellos a quienes ama "progresen por el amor, en el discernimiento de lo que es más importante..."
-“A fin, dice, que caminen sin tropiezos hacia el día de Cristo y que tengan en plenitud la santidad obtenida gracias a Jesucristo para gloria y alabanza de Dios” (Noel Quesson).
3. Te pedimos con el salmo: “Recuerda, Señor, que tu ternura / y tu misericordia son eternas; / acuérdate de mí con misericordia, / por tu bondad, Señor”. Sé que para acoger tu amor mi corazón tiene que estar abierto, por eso te pido: “Ensancha mi corazón oprimido / y sácame de mis tribulaciones. / Mira mis trabajos y mis penas / y perdona todos mis pecados”. Sé que guardarás mi vida, y me librarás de todo mal. “La inocencia y la rectitud me protegerán, / porque espero en ti.”
Llucià Pou Sabaté
Santos Simón y Judas, apóstoles

Pocas cosas sabemos con certeza de estos dos Apóstoles que hoy celebra la Iglesia.
El nombre de Simón figura en el undécimo lugar en la lista de los Apóstoles. Lo único que sabemos de él es que era de Caná y que se le daba el apodo de «Zelotes» o «Celoso».
Judas, por sobrenombre Tadeo, es aquel Apóstol que en la última Cena preguntó al Señor por qué se manifestaba a los discípulos y no al mundo. (Juan 14, 22).
La liturgia romana, a diferencia de la de los orientales, conmemora el mismo día, juntamente, a estos dos Apóstoles.
En tiempos de Jesucristo había muchos grupos de matiz religioso-político y uno de éstos era el de Simón, de aquí el sobrenombre con que se le conoce. Simón ardía de celo por la religión judía y luchaba con todas sus fuerzas por echar de encima el yugo del dominio extranjero. Quizá era un poco parecido a Saulo en su celo por las leyes y costumbres de Israel.
Parece que era de temperamento fogoso, ardiente y que deseaba que todos pensaran como él. Pero llegó un día la gracia hasta él y el Maestro lo llamó a que le siguiera y, él, dejándolo todo, le siguió incondicionalmente. Desde entonces para distinguirlo de Simón Pedro le llamarán Simón el Zelotes. Es del Apóstol que menos datos fideldignos conservamos.
Simón el Zelotes ha entrado en el camino de la humildad. Su nombre y los rastros de su vida se pierden ya. Seguro que estuvo presente en todos los grandes acontecimientos de nuestra fe. Jesucristo lo amó entrañablemente y siguió la misma suerte que los demás Apóstoles. Estaba presente el día de Pentecostés y quedó lleno del Espíritu Santo. Lleno de aquel fuego abrasador salió por los mundos para predicar a Jesucristo. La tradición dice que recorrió varios países, especialmente Mesopotamia y Persia, donde murió mártir de Jesucristo.
De San Judas ya sabemos algo más, aunque sea poco. Era pariente del Señor y se le denomina siempre con el nombre de Tadeo «o no el traidor» para distinguirlo del Iscariote o el traidor.
Tadeo significa «el firme», «el valiente», «el esforzado». Como familiar de Cristo, le conoce a fondo. Quizá ya vivía con Jesús antes de comenzar el apostolado. En el corazón de Judas arde el fuego apostólico ya antes de ser enviado por el Maestro a predicar el Evangelio y antes de que venga sobre ellos la fuerza del Espíritu Santo el día de Pentecostés. Por ello él sentirá que aquellas maravillas que les dice a ellos, que el Mensaje de salvación que les predica Cristo, no llegue a todos los hombres. Judas posee, pues, un corazón ecuménico y universal. Por ello quiere que el Maestro alargue su misión. Esto ya lo hará por medio de ellos cuando sean su brazo largo, y hagan de voz, de pies y manos para llevar el Evangelio a toda criatura.
A Judas debemos una de las Cartas canónicas. Él escribe ya contra los primeros herejes a los que hay que atajar: «Hombres impíos -les llama- que cambian la gracia de nuestro Dios en lujuria, y niegan a Jesucristo, desprecian la sujeción y se corrompen». La Carta va dirigida a los que quieren seguir la verdadera fe y esperan a Jesucristo en su venida. San Judas se presenta humildemente en su Carta llamándose «un siervo de Jesucristo», quizá lo haga para no distinguirse ante los demás por los lazos de sangre y carne que le unían con el Maestro.
La tradición también une a Judas con Simón en su martirio en Persia. Esta noticia la trae San Jerónimo y algunos otros autores antiguos.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Jueves semana 30 de tiempo ordinario; año par

Jueves de la semana 30 de tiempo ordinario; año par

La vida del cristiano es una lucha, para la que el Señor nos prepara para la victoria, con su fuerza
«En aquel momento se acercaron algunos fariseos diciéndole: «Sal y aléjate de aquí, porque Herodes te quiere matar». Y les dijo: «Id a decir a ese zorro: he aquí que expulso demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día acabo. Pera es necesario que yo siga mi camino hoy y mañana y al día siguiente, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén!, que matas a los profetas y lapidas a los que te son enviados; ¡cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo las alas, y no quisiste! He aquí que vuestra casa se os va quedar desierta. Os aseguro que no me veréis hasta que llegue el día en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor» (Lucas 13,31-35).
1. –“Algunos fariseos se acercaron a Jesús para decirle: "Vete, márchate de aquí, que Herodes quiere matarte"”. Lucas presenta a fariseos que ayudan a Jesús para que salve su vida. Por tanto, no hay que pensar que todos los fariseos iban contra Jesús. Los poderosos de este mundo lo consideran un hombre peligroso al que hay que suprimir. Herodes sería capaz... ya había hecho decapitar a Juan Bautista, unos meses antes solamente. Quiero compartir contigo, Señor, esa angustia de tu muerte que se avecina.
-“Jesús les contestó: "Id a decir a ese zorro..."” Jesús, te veo con imperio, sin preocuparte de lo que será de ti, pues sabes que estás en buenas manos, y que tu misión está por encima de todo. El "zorro" es un animal miedoso que sólo caza de noche y huye a su madriguera al menor peligro... así defines, Señor, a ese gobernante.
-"Mira, hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; y al tercer día acabo". La expresión "el tercer día" es usual en lengua aramea para significar "en plazo breve". "Acabo"... estoy llegando al final, o bien "he logrado mi objetivo..." Jesús sube a Jerusalén. Sube hacia su muerte, va hacia un cumplimiento. No morirá el día que Herodes decida, sino ¡el día que está previsto.
-“Pero hoy, mañana, y el día siguiente es preciso que prosiga mi camino, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén”. Palabras misteriosas, anunciadas por tantos profetas, como el profeta Oseas: "Dentro de dos días, el Señor nos dará la vida y al tercer día, nos levantará y en su presencia, viviremos" (Oseas 6,2). Jesús, caminando hacia Jerusalén, caminando hacia su muerte, pone en manos de Dios el cuidado de prolongar su misión.
Jesús morirá por amor nuestro: «porque vine a servir y no a ser servido. Yo soy amigo, y miembro y cabeza, y hermano y hermana y madre: todo lo soy, y sólo quiero contigo intimidad. Yo, pobre por ti, mendigo por ti, crucificado por ti, sepultado por ti; en el cielo, por ti ante Dios Padre; y en la tierra soy legado suyo ante ti. Todo lo eres para Mí, hermano y coheredero, amigo y miembro. ¿Qué más quieres?» (San Juan Crisóstomo).
-¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían!... Jerusalén, ciudad de la "proximidad de Dios..." ciudad del rechazo a Dios... el punto culminante será ahora... ¡los hombres van a juzgar a Dios!
-“¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca a sus pollitos bajo las alas... pero no habéis querido!” Imagen de ternura. Imagen maternal. El pájaro que protege a sus polluelos. La oferta de la salvación, de la protección, de la ternura de Dios... ha sido rehusada. "¡No habéis querido!"
-“Pero Yo os digo: "No me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: Bendito el que viene en nombre del Señor"”. Jesús sabe que hay un más allá después de su muerte... Día vendrá en el que se le saludará exclamando: "Bendito el que viene" (Noel Quesson).
Jesús, quisiera tener una entrega decidida como la tuya, llena de misericordia y de amor (J. Aldazábal).
2. Al final de la Carta a los efesios que hemos leído estas semanas, Pablo exhorta a los cristianos «al combate espiritual», y a «la oración»:
-“Hermanos, sacad vuestra energía «del Señor», la encontraréis en la fuerza de su poder”. Esta expresión, “del Señor”, “en el Señor”, es muy usada por Pablo. Vivo «en Cristo» como en un «medio divino», decía el Padre Teilhard de Chardin: aquí Pablo nos recomienda extraer energía, fuerza y vigor «de Cristo»..., por lo contrario tan a menudo ¡busco mi fortaleza «en mí mismo»! ¡Señor, en mi debilidad, dame tu fuerza!
-“Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las asechanzas del diablo, porque nuestra lucha no es contra los hombres, sino contra las Fuerzas invisibles y el Poder de las tinieblas que dominan el mundo, los espíritus del Mal que están sobre nosotros”. La vida no es un pasatiempo, es un combate, una lucha. No se trata aquí de análisis políticos, sino algo interior, un combate «contra fuerzas espirituales invisibles».  Para esto, se nos sugiere:
-“El cinturón de la Verdad... La coraza de la Justicia...” Las sandalias del Celo por el Evangelio de la paz... El escudo de la Fe... El yelmo de la salvación... La espada del Espíritu... o sea la Palabra de Dios. Esta libertad la tiene Pablo, que mientras escribe esto, está encarcelado. Un soldado romano monta la guardia a su puerta. Lejos de lamentarse de su suerte, Pablo se distrae describiendo la armadura de los soldados de Cristo. Danos, Señor, esta fuerza...
Para describir la vida cristiana en forma breve, clara y atractiva, Pablo imagina al cristiano como un guerrero bien armado, listo para resistir al enemigo y atacarle a la vez. La armadura de Dios de la que tiene que revestirse el cristiano está constituida por la verdad y la justicia -cinturón y coraza- que obran en su vida. -“Que en toda circunstancia, el Espíritu os mueva a orar y a suplicar. Permaneced despiertos a fin de perseverar en la oración”. La «oración» es fuente de energía, como fuerza para el combate, como «doping» que da nuevo empuje. Hay que mantenerse en pie, permanecer despierto. La oración es el secreto de la fuerza de los hombres (Noel Quesson).
3. por eso, aunque el mal actúa con fuerza y echa mano de estratagemas, con la ayuda de Dios podemos seguir lo que nos dice el salmista: "buscad vuestra fuerza en el Señor, poneos las armas que Dios os da". El salmo sigue siendo estimulante: "Bendito el Señor, mi roca, que adiestra mis manos para el combate... mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo".
Llucià Pou Sabaté

martes, 25 de octubre de 2016

Miércoles semana 30 de tiempo ordinario; año par

Miércoles de la semana 30 de tiempo ordinario; año par

El Reino de Dios nos compromete, para vivir en cristiano en todas las circunstancias, con todas las personas, de la familia y sociedad
«Y recorría ciudades y aldeas enseñando, mientras caminaban hacia Jerusalén. Y uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». El les contestó: «Esforzaos para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os digo, intentarán entrar y no podrán. Una vez que el dueño de la casa haya entrado y cerrado la puerta, os quedaréis fuera y empezaréis a golpear la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos". Y os responderá: "No sé de dónde sois". Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y hemos bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas". Y os diré: "No sé de dónde sois; apartaos de mí todos los que obráis la iniquidad". Allí será el llanto y rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham y a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras que vosotros sois arrojados fuera. Y vendrán de Oriente y de Occidente y del Norte y el Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Pues hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos» (Lucas 13,22-30).
1.-“Camino de Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas que iba atravesando”. Jesús esta en camino, "viaja". La vida es un “camino”. Es uno de los términos preferidos por Lucas. Pablo es, también, como Jesús un gran viajero. Como los Apóstoles, nosotros somos también itinerantes, en el camino de la vida…
-“Uno le preguntó: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?" Jesús dio esta respuesta: "Esforzaos para abriros paso por la puerta estrecha..."” Ser activo. Esforzarse. Efectivamente, ser cristiano, no supone reposo. ¿Qué puerta? Tú mismo, Señor: «Yo soy la puerta; si alguno entra a través de mí, se salvará» (Juan 10,9). Mediador único para Dios: «De nadie puede decirse que sea puerta; esta cualidad Cristo se la reservó para sí; el oficio, en cambio, de pastor lo dio también a otros y quiso que lo tuvieran sus miembros; por ello, Pedro fue pastor y pastores fueron también los otros apóstoles, y son pastores también todos los buenos obispos» (Santo Tomás).
San Pablo lo tenía muy claro: «por eso mortifico mi cuerpo y lo castigo, no sea que habiendo predicado a otros sea yo desechado» (1 Corintios 9,27). Para entrar por la puerta angosta es preciso esforzarse por hacer buenas obras, y para ello hay que luchar contra la comodidad, la sensualidad y el egoísmo: corregir esos vicios y flaquezas, reformar esos ideales egoístas, transformar la vida entera (Pablo Cardona).
-“Porque, muchos intentarán entrar y no podrán”. Jesús, nos invitas a ser generosos, en una tensión amorosa. Condenas la molicie y la pereza. Señor, no me veo capaz de grandes cosas, pero me apoyo en tu fuerza para que me des empeño y no vaya yo a ciegas.
-“Una vez que el dueño de la casa, cierre la puerta...” Existe un tiempo favorable para la "salvación"... Jesús, nos has abierto la puerta del cielo. Pero como para el estudiante hay un día de examen, quieres invitarnos a la "decisión" de aplicarnos a lo que en conciencia vemos: no hay que dejarlo para después. ¿Cuánto tiempo me queda a mi? Vivir cada día como si fuera el día del Juicio. Vivir en plenitud cada día como si fuera el último.
-“El dueño de la casa os dirá: "No sé quién sois". Y si replicáis: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras calles". Responderá: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí los que practicáis el mal"”. Señor, ayúdanos a tomar en serio esa decisión que esperas de nosotros.
-“Seréis echados fuera. Entonces vendrán de oriente y de occidente, del Norte y del Sur a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios”. Nadie podrá acusar a Dios, si no entra a sentarse en el banquete eterno... porque tienen entrada aun los paganos de todos los puntos cardinales del mundo. Sabemos que Jesús nos presenta el amor incondicional de Dios, pero cuenta con nuestra entrega (Noel Quesson).
En el sermón de la montaña ya nos había avisado: "entrad por la entrada estrecha, porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la vida!" (Mt 7,13-14). El Reino es exigente y, a la vez, abierto a todos. No se decidirá por la raza o la asociación a la que uno pertenezca, sino por la respuesta de fe que hayamos dado en nuestra vida. Al final del evangelio de Mateo se nos dice cuál va a ser el criterio para evaluar esa conversión: "me disteis de comer... me visitasteis". Ahí se ve en qué sentido es estrecha la puerta del cielo, porque la caridad es de lo que más nos cuesta.
El Apocalipsis nos dice que es incontable el número de los que se salvan: "una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar" (Ap 7), los que han seguido a Cristo "entrarán por las puertas en la Ciudad" (Ap 22,14). Es de esperar que nosotros estemos bien orientados en el camino y que lo sigamos con corazón alegre. Para que al final no tengamos que estar gritando: "Señor, ábrenos", ni oigamos la negativa "no sé quiénes sois", sino la palabra acogedora: "venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros" (J. Aldazábal).
2. Pablo sigue hablando hoy de cómo vivir en cristiano en la sociedad en la que se encuentra, donde había "esclavitud", por ejemplo. Nos da consejos prácticos para vivir en esos ambientes, que se irán volviendo más libres con la verdad del Evangelio:
-“Hijos, escuchad y obedeced a vuestros padres, en el Señor. Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz”. Qué bien dicho, eso de poner el primer deber en "escuchar." Es condición de obediencia inteligente, porque hay que saber qué se pide para poder cumplirlo.Pero además, escuchar es condición para la comunicación entre personas, para el diálogo, por lo tanto, para el verdadero amor. Enseñar a un niño a saber "escuchar" es hacerlo salir de «sí mismo», es ya "enderezarle hacia otro", es enseñarle el movimiento esencial del amor. Para los que ayudamos en tareas de educación, nada tan importante como aprender a escuchar. Para los que están en una etapa de formación de infancia, adolescencia, o juventud, lo mismo. Para todos, aprender a escuchar es el mayor valor humano.
-“Padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino formadles por una educación inspirada en el Señor”. Otro principio educativo del Evangelio. Al igual que ayer con el matrimonio, también ha cambiado mucho la relación de los hijos con los padres desde el tiempo de Pablo. Pero siguen vivas las indicaciones: Nada de tiranías, educar en libertad y amor.  Así como el niño debe «escuchar según el Señor», así también el padre y la madre deben «educar según el Señor».
-“Esclavos, obedeced a vuestros amos de este mundo con respeto y temor, con sencillez de corazón, como a Cristo, no por ser vistos, como quien busca agradar a los hombres... Sabiendo que cada cual recibirá del Señor su "salario" sea esclavo o libre”.No es una invitación a la «sumisión», sino más bien a la «promoción de la dignidad humana».Y hay que tener la convicción, en el fondo de uno mismo, de la radical «igualdad» de todos: esclavos y patrón, puesto que tanto él como yo recibiremos, ¡el «verdadero salario» del Dios que nos juzga a ambos!
-“Amos, obrad de la misma manera con ellos, dejando las amenazas. Sabéis que el Amo vuestro y el de ellos está en los cielos y que en El no hay acepción de personas”. Fermento revolucionario: «Dios no hace diferencias entre los hombres». Es preciso que algún día, en las leyes y estructuras de la sociedad, los hombres lleguen a encontrar el modo de lograr, de asentar esta igualdad, esta «no-diferencia» (Noel Quesson). El criterio básico es siempre el ejemplo de Cristo Jesús: "como el Señor quiere", "como haría el Señor". ¿No está ahí, para todo cristiano, el principio fundamental de la dignidad de la persona humana y de su compromiso de fraternidad?
3. Todos dando gloria a Dios, felices, con el salmo: “Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, / que te bendigan tus fieles; / que proclamen la gloria de tu reinado, / que hablen de tus hazañas… / Tu reinado es un reinado perpetuo… /  El Señor es fiel a sus palabras, / bondadoso en todas sus acciones. / El Señor sostiene a los que van a caer, / endereza a los que ya se doblan”.
 Llucià Pou Sabaté

Martes semana 30 de tiempo ordinario; año par

Martes de la semana 30 de tiempo ordinario; año par

El Reino de Dios va creciendo como un grano de mostaza…
“En aquel tiempo, decía Jesús: - ¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas. » Y añadió: -¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta»” (Lucas 13,18-21). 
1. Gracias, Señor, por hablarnos hoy de tu Reino: -Jesús decía: "¿A qué se parece el reino de Dios? ¿Con qué lo compararé?" Nos dices que es un "reino escondido": "Mi Reino no es de este mundo..." Lucas nos habla muchas veces de tu Reino, de que has venido para traérnoslo; quiero considerar esas palabras, para entender mejor tu explicación de hoy:
- "Debo anunciar la "buena nueva" del Reino de Dios" (4,43).
- "Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios" (6,20).
- "El más pequeño en el Reino de Dios es mayor que Juan Bautista" (7,28).
- "A vosotros es dado conocer los misterios del Reino de Dios" (8,10).
- "Jesús envió a los Doce a proclamar el Reino de Dios" (9,2).
- "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios" (9,62).
- "El Reino de Dios está cerca" (10,9-11).
- "Padre, venga a nosotros tu Reino" (11,2).
- "Buscad el Reino de Dios, y eso se os dará por añadidura" (12,31).
- "El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Sabedlo, ya está entre vosotros el Reino de Dios" (17,21).
- "Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios" (14,15).
- "Los niños, y de los que son como éstos es el Reino" (18,16).
- "Es mas difícil a un rico entrar en el Reino de Dios” (18,25).
- "Nadie que haya dejado casa, mujer... por el Reino de Dios, quedará sin recibir el céntuplo" (18,29).
- [petición del buen ladrón]: "Jesús, acuérdate de mí cuando vayas a tu Reino" (23,42).
Nos pones dos parábolas: -“El reino se parece al grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta. Creció; se hizo un árbol”.Es, pues, un "crecimiento"... la potencia misma de la vida. No está ya edificada la Iglesia, sino que la obra de Dios crece "a la manera" de un árbol vivo. Me dieron unas semillas de mostaza, para plantar, y vi que es pequeñísima. Y, sin embargo, tiene una fuerza interior que la llevará a ser un arbusto de los más altos. A nosotros nos suelen gustar las cosas espectaculares, solemnes y, a ser posible, rápidas. No es ése el estilo de Dios. También en mi vida, el Reino de Dios conviene que crezca, día a día. Todos los días podemos pasar junto a un árbol sin notar que está creciendo. El Reino de Dios crece, sin que muchos se den cuenta de ello. Sólo la Fe nos abre a ese reconocimiento.
Muchas veces, son los pequeños los que transforman el mundo, aptos para ser instrumentos de Dios en su obra. Jesús, nos enseñas a tener paciencia y a no precipitarnos, a recordar que Dios tiene predilección por los humildes y sencillos, y no por los que humanamente son aplaudidos por su eficacia. Tu Reino -tu Palabra, tu evangelio, tu gracia- actúa, también hoy, humildemente, desde dentro, vivificado por el Espíritu. Tu Reino es la Iglesia: «El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir, de la llegada del Reino de Dios prometido desde hacía siglos en las Escrituras. Para cumplir la voluntad del Padre, Cristo inauguró el Reino de los cielos en la tierra. La Iglesia es el Reino de Cristo presente ya en misterio» (Catecismo 763). No nos dejemos desalentar por las apariencias de fracaso o de lentitud: la Iglesia sigue creciendo con la fuerza de Dios. En silencio. Estamos llamados a dar fruto, a no fijarnos en ramas secas que caen, en tener confianza en tantas ramas lozanas, en el Reino que se va desarrollando (J. Aldazábal).
-“El reino se parece a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que toda la pasta acabó por fermentar”. Cada ama de casa cocía el pan cada mañana. La víspera por la tarde preparaba la pasta; agua, un puñado de levadura todo mezclado con la harina... Durante la noche la mezcla "fermentaba" y a la mañana estaba a punto de ser metida en el horno. Así es de potente la acción de Dios: pero se ve poco… (Noel Quesson).
“En las horas de lucha y contradicción cuando quizá «los buenos» llenen de obstáculos tu camino, alza tu corazón de apóstol: oye a Jesús que habla del grano de mostaza y de la levadura. -Y dile: «edissere nobis parabolam» -explícame la parábola.
”Y sentirás el gozo de contemplar la victoria futura: aves del cielo, en el cobijo de tu apostolado, ahora incipiente; y toda la masa fermentada” (J. Escrivá, Camino 695).
2. Es la vida nueva "en Cristo" de la que nos continúa hablando hoy san Pablo. Se leía en las misas de bodas y hoy no se entiende, porque hay que distinguir la cultura de la época, que toma como ejemplo el Apóstol, y la enseñanza divina. La mujer tenía entonces una situación muy distinta a la nuestra: tenía una situación de inferioridad. Apoyándose en esa dependencia legal de la mujer respecto a su marido, Pablo sugiere que la Iglesia depende enteramente de Cristo. Si queremos que el texto sea actual, hacer una lectura fructuosa, la actitud adecuada consiste:
1º en tomar en sentido estricto todo lo que Pablo dice de Cristo y de la Iglesia.
2º en conjugar en los dos sentidos todo lo que se dice de la pareja. En la civilización de hoy se está todavía lejos de haber realizado la reciprocidad perfecta, pero se tiende hacia este ideal.
1º Cristo e Iglesia: -“Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo”.  La Iglesia se somete a Cristo.
Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla y presentársela resplandeciente a sí mismo, sin mancha, ni arruga, ni defecto alguno”... La quería santa e inmaculada. Cristo cuida con cariño a la Iglesia porque somos miembros de su Cuerpo. En estas frases hay dos imágenes entrelazadas: La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, la Iglesia es la Esposa de Cristo.
Cuerpo de Cristo: estamos en unión vital con Jesús. La Iglesia es Jesucristo. Los cristianos son Jesucristo en el mundo. Estamos ante una imagen de inmensa belleza y rica en consecuencias. Pero esta imagen, por sí sola, tendría el inconveniente de no marcar bastante la diferencia entre la Iglesia y Cristo. Pablo matiza pues su pensamiento diciendo primero que Cristo es «la Cabeza» de ese Cuerpo. No somos «Cristo» por nosotros mismos, sino porque lo recibimos todo de la cabeza.
Esposa de Cristo. Esta segunda imagen tiene un sentido análogo: se trata siempre de una unión íntima... pero de una relación entre dos personas distintas. ¡Cristo se ha desposado con su Iglesia! se unido a las buenas y a las malas con ella, para siempre... porque la ama. Ha «entregado» su vida por ella, ¡ha muerto por ella para embellecerla! ¡La quiere santa e inmaculada! ¡Cuida de ella! Cristo y la Iglesia son sólo uno, se dan totalmente el uno al otro, para dar a luz al mundo nuevo. Insiste en la sumisión de la Iglesia a Cristo, según la costumbre de la época, porque el "esposo es la cabeza".
2º La pareja: marido y mujer.
-“El hombre se unirá a su mujer y los dos serán uno solo: este misterio es grande... Lo digo pensando en Cristo y en la Iglesia”. A los esposos, les da a Cristo y a la Iglesia como modelo. El matrimonio elevado a nivel de «sacramento», de signo de gracia, de vía de santidad. Pero hoy ya no vemos una dirección única: marido y mujer han de ser fuente de gracia, y de santidad, el uno para el otro (Noel Quesson).
Ahora, nos preguntamos: ¿por qué la esposa no puede representar a Cristo en el sentido que aquí se apunta? Influenciado por su judaísmo y por el marco jurídico de la familia que él conoce, Pablo no se plantea que la esposa pueda ejercer ciertas funciones de mediación respecto a su esposo y, por tanto, ser la figura de Cristo, y que el esposo pueda también ser aceptación y receptabilidad, a la manera de la Iglesia. Vivió en un tiempo en que todas las mediaciones del hogar pasaban por el hombre. Y Pablo ha diferenciado, naturalmente, en la situación cristiana, un papel de mediador específico del esposo, figura de Cristo, y una función de receptividad propia de la esposa, figura de la Iglesia (Maertens-Frisque).
3. Pero Pablo nos habla del amor de Jesús con la Iglesia y no de igualdad entre hombres y mujeres, impensable en su tiempo, pero sí da los criterios que más tarde llevarán a esa conclusión. En otra carta dirá que "ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Ga 3,28).
El salmo es una imagen idílica de tiempos antiguos: "la mujer como parra fecunda en medio de tu casa, tus hijos como renuevos de olivo alrededor de tu mesa", que más allá de esas formas culturales históricas, ofrece el secreto de la verdadera felicidad y convivencia familiar: "dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos".
Llucià Pou Sabaté

jueves, 20 de octubre de 2016

Viernes semana 29 de tiempo ordinario; año par

Viernes de la semana 29 de tiempo ordinario; año par

Jesús nos ayuda a entender los signos de los tiempos, a ver la salvación, en acoger la llamada divina
“En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: -«Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo» (Lucas 12,54-59).
1. Jesús, hoy nos quieres hacer entender que hay quien niega lo previsible:
-“Cuando veis subir una nube por el poniente decís enseguida: "Tendremos lluvia", y así sucede. Cuando sopla el viento sur decís: "Hará calor", y así sucede”. Por medio de esas palabras, Jesús reprocha a sus conciudadanos no saber interpretar los "signos de los tiempos", cuando son perfectamente capaces de interpretar los signos meteorológicos. La Iglesia contemporánea cuida especialmente de ser fiel a esa invitación de Jesús. En el Concilio Vaticano II decía: "Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura... Es necesario, por ello, conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el rasgo dramático que con frecuencia le caracteriza.
-“¡Hipócritas! si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo es que no sabéis interpretar el "momento presente"?Los hombres del campo y del mar, mirando el color y la forma de las nubes y la dirección del viento, tienen un arte especial, a veces mejor que los meteorólogos de profesión, para conocer el tiempo que va a hacer. Pero los judíos no tenían vista para "interpretar el tiempo presente" y reconocer en Jesús al Enviado de Dios, a pesar de los signos milagrosos que les hacía. Jesús les llama "hipócritas": porque sí que han visto, pero no quieren creer.
La ofuscación no era exclusiva de los contemporáneos de Jesús. Hay algunos muy hábiles en algunas cosas y necios y ciegos para las importantes. Espabilados para lo humano y obtusos para lo espiritual. Cuando Jesús se queja de esta ceguera voluntaria, emplea la palabra "kairós" para designar "el tiempo presente". "Kairós" significa tiempo oportuno, ocasión de gracia, momento privilegiado que, si se deja escapar, ya no vuelve. Nosotros ya reconocemos en Jesús al Mesías. Pero seguimos, tal vez, sin reconocer su presencia en tantos "signos de los tiempos" y en tantas personas y acontecimientos que nos rodean, y que, si tuviéramos bien la vista de la fe, serían para nosotros otras tantas voces de Dios.
Voces quizá ocultas bajo las ansias de libertad que tienen los pueblos, la solidaridad con los más injustamente tratados, la defensa de los valores ecológicos de la naturaleza, el respeto a los derechos humanos, la revalorización de la mujer en la sociedad y de los laicos en la Iglesia... Podríamos preguntarnos hoy si tenemos una "visión cristiana" de la historia, de los tiempos, de los grandes hechos de la humanidad y de la Iglesia, viendo en todo un "kairós", una ocasión de crecimiento en nuestra fe (J. Aldazábal).
El Concilio ha reconocido algunos "signos de los tiempos" esenciales. He ahí algunos: - la solidaridad creciente de los pueblos (A.S.,14) - el ecumenismo (D. Ecum. 4) - la preocupación por la libertad religiosa (L.R.15) - la necesidad del apostolado de los laicos (A.L.I). "Movido por la fe que le impulsa a creer que quien le conduce es el Espíritu del Señor, que llena el universo, el pueblo de Dios se esfuerza en discernir en los acontecimientos, las exigencias y los deseos que le son comunes con los demás hombres de nuestro tiempo y cuáles son en ellos las señales de la presencia o de los designios de Dios" (G.S. 11).
"¡Darnos cuenta" del momento en que nos encontramos! Dios conduce la historia, Dios sigue actuando hoy. Más que dolernos añorando la Iglesia del pasado... Más que evadirnos soñando la Iglesia de mañana... Es preciso, según la invitación de Jesús, "darnos cuenta del momento en que nos encontramos". Sus contemporáneos en la Palestina de aquella época no supieron aprovechar la actualidad prodigiosa del tiempo excepcional que estaban viviendo. ¿Y nosotros? La finalidad de la "revisión de vida" es tratar, humildemente de "reconocer" la acción de Dios en los acontecimientos, en nuestras vidas... para "encontrarlo" y participar en esa acción de Dios... a fin de "revelarlo", en cuanto fuere posible, a los que lo ignoran. Señor, ayúdanos a vivir los menores acontecimientos de nuestras vidas, como los mayores, a ese nivel. Reconocer participar, revelar tu obra actual.
-“Y ¿por qué no juzgáis vosotros mismos lo que se debe hacer?” El tiempo en el que "yo" estoy viviendo es el único verdaderamente decisivo para mí. "Juzgad vosotros mismos"... Nadie, nadie más que yo puede ponerse en mi lugar para esa opción.
-"Cuando vas con tu contrincante a ver al magistrado, haz lo posible para librarte de él mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel..." En Mateo, esa misma parábola (Mt 5,25) servía para insistir sobre el deber de la caridad fraterna. Lucas coloca esa parábola en una serie de consejos de Jesús sobre la urgencia de la conversión: no hay que dejar para mañana la "toma de posición", el discernimiento de los "signos de los tiempos" (Noel Quesson).
Los signos de los tiempos: El Señor sigue pasando cerca de nuestra vida, con suficientes referencias, y cabe el peligro de que en alguna ocasión no lo reconozcamos. Se hace presente en la enfermedad o en la tribulación, en las personas con las que trabajamos o en las que forman nuestra familia, en las buenas noticias esperando que le demos las gracias. Nuestra vida sería bien distinta si fuéramos más conscientes de la presencia divina y desaparecería la rutina, el malhumor, las penas y las tristezas porque viviríamos más confiados de la Providencia divina. La fe se hace más penetrante cuanto mejores son las disposiciones de la voluntad. Cuando no se está dispuesto a cortar con una mala situación, cuando no se busca con rectitud de intención sólo la gloria de Dios, la conciencia se puede oscurecer y quedarse sin luz para entender incluso lo que parece evidente. Si la voluntad no se orienta a Dios, la inteligencia encontrará muchas dificultades en el camino de la fe, de la obediencia o de la entrega al Señor (J. Piepper, La fe, hoy).
La limpieza de corazón, la humildad y la rectitud de intención son importantes para ver a Jesús que nos visita con frecuencia. Rectifiquemos muchas veces la intención: ¡para Dios toda la gloria! Todos vamos por el camino de la vida hacia el juicio. Aprovechemos ahora para olvidar agravios y rencores, por pequeños que sean, mientras queda algo de trayecto por recorrer. Descubramos los signos que nos señalan la presencia de Dios en nuestra vida. Luego, cuando llegue la hora del juicio, será ya demasiado tarde para poner remedio. Este es el tiempo oportuno de rectificar, de merecer, de amar, de reparar, de pagar deudas de gratitud, de perdón, incluso de justicia. A la vez, hemos de ayudar a otros que nos acompañan en el camino de la vida a interpretar esas huellas que señalan el paso del Señor cerca de su familia, de su trabajo... Hemos de saber descubrir a Jesús, Señor de la historia, presente en el mundo, en medio de los grandes acontecimientos de la humanidad, y en los pequeños sucesos de los días sin relieve. Entonces sabremos darlo a conocer a los demás (Francisco Fernández Carvajal).
2. La carta de Efesios insiste en esa vida de hijos de Dios:
-“Yo, preso por Cristo, os exhorto a que viváis de una manera digna de la vocación a la que habéis sido llamados...” Pablo, «cautivo de una causa divina», anima a sus fieles a mantenerse firmes.
-“Todo con mucha humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros por amor... Reunidos en la paz, poniendo empeño en conservar la unidad en un mismo Espíritu”. La fe no es sólo una idea hermosa y justa, es una convicción que compromete todo su ser, y que le obliga a adoptar unos comportamientos muy concretos, muy prácticos en la vida corriente... en particular en el ámbito de las relaciones humanas elementales. Humildad, Dulzura, Paciencia, Ayuda mutua.
Cuidado de conservar la unidad. Señor, ayúdame a mirar mi vida cotidiana desde este ángulo.
-“Un solo Cuerpo... Un solo Espíritu... Un solo Dios y Padre...” Fórmula Trinitaria: la exigencia de la unidad de todos los hombres es absoluta, esencial... el secreto de la «unidad» del género humano procede de la vida común de las Tres divinas personas. En el esquema sobre la Iglesia, el Concilio Vaticano II ha revalorizado esta convicción: «La Iglesia es el sacramento, es decir, el «signo» e «instrumento» de la intima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano... Las condiciones de estos tiempos añaden a este deber de la Iglesia una nueva urgencia. Es preciso que todos los hombres, unidos hoy más íntimamente entre ellos por toda clase de relaciones sociales, técnicas y culturales, consigan también la plena unidad en Cristo» (Lumen Gentium 1).
«La Iglesia se manifiesta como una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (ibid, 4). Quiero contemplar, Señor, tu Dinamismo Trinitario obrando en el mundo: el progreso de toda solidaridad, de todo trabajo en equipo, de todo acuerdo entre gentes que no se entendían, de todo compromiso al servicio de los demás, de todo servicio prestado... etc. Dios está allí donde «varios forman uno solo». Quisiera, Señor, que toda mi vida concreta, humilde, modesta, pequeña, cotidiana, marchase en el sentido de tu Dinamismo Trinitario.
-“Cristo... El Espíritu... El Padre...” La labor de Cristo, en el Espíritu, hasta el Padre. La humanidad se remonta hacia la unidad (Noel Quesson).
-“Una sola esperanza... Una sola fe... Un solo bautismo...” Una sola vocación, en la Iglesia, que se concreta en el lugar donde cada uno estamos, en ese diálogo entre Dios y el hombre que es la historia.
3. El salmo nos muestra el Señor del que “es la tierra y cuanto la llena, / el orbe y todos sus habitantes: / él la fundó sobre los mares, / él la afianzó sobre los ríos”. Ante él está “el hombre de manos inocentes / y puro corazón, / que no confía en los ídolos”. En la liturgia pedimos al Padre: "danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado" (Plegaria V b), y también que "crezcamos en la fidelidad al evangelio, que nos preocupemos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres" (Plegaria V c).
Llucià Pou Sabaté