Miércoles de la semana 13 de tiempo ordinario; año impar
Dios quita el mal en la historia, acude en nuestra necesidad y quiere que también nosotros vivamos en el amor
«Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, le fueron al encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, tan furiosos que nadie podía transitar por aquel camino. En ese momento se pusieron a gritar diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí antes de tiempo para atormentarnos? Había lejos de ellos una gran piara de cerdos que pacían. Los demonios le rogaban diciendo: Si nos expulsas, envíanos a la piara de cerdos. Les respondió: Id. Y ellos salieron y entraron en los cerdos. Entonces toda la piara corrió con ímpetu por la pendiente hacia el mar y pereció en el agua. Los porqueros huyeron y al llegar a la ciudad contaron todo, en particular lo de los endemoniados. Ante esto toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y al verle, le rogaron que se alejara de su región.» (Mateo 8, 28-34)
1. –“Desde el cementerio dos endemoniados salieron al encuentro de Jesús; eran tan peligrosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino”... Mateo cita a "dos", Marcos y Lucas "uno". Ya sabemos que son tradiciones distintas, que se respetaron como las contaron los apóstoles, y que concuerdan en la esencia: el milagro de Jesús. A orillas del lago hay unos senderos en cuesta abrupta y rocosa, con grutas y tumbas: guaridas de bandoleros y de anormales, que roban a los transeúntes... El demonio encuentra allí buena clientela.
-“Empezaron a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo?"” No sabemos la inteligencia que tienen los demonios, pero intuyen que es "antes de tiempo" porque llegará un momento, el Juicio final, cuando los demonios serán reducidos sin que tengan más influencia sobre nadie más. Jesús va a anticipar ese día con el exorcismo que hoy recordamos.
Las fuerzas del mal atacan al hombre, le desvían de su ruta normal, le impiden de realizar su camino. El mal hace su juego contra el hombre... aun cuando toma la apariencia de ser su placer o su bien.¡Es preciso desenmascarar a Satán, "aquel que impide al hombre de pasar"!
En diálogo con Jesús, los demonios le piden ir a una piara de cerdos (animal impuro entre los judíos, prohibido, suponemos que por las enfermedades que llevaban entonces los cerdos, y que ahora están superadas): -“He aquí que la piara entera se abalanzó al lago, acantilado abajo, y murió ahogada.” La piara está territorio pagano. ¿Qué sentido tiene eso? No lo sabemos. Quizá consideran a Jesús culpable de la pérdida de una piara de cerdos, que seguramente se debió a algún fenómeno natural (J. Aldazábal). Quizá, por medio de ese gesto espectacular, hace una catequesis popular para mostrar de manera sensible que el Mal será "tragado por el mar". La Bestia del Apocalipsis (19,20), también es precipitada al "mar de fuego".
-“Los porquerizos salieron huyendo, llegaron al pueblo y lo contaron todo incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo salió adonde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que abandonase su país”... Jesús saca los demonios de esos hombres, que están libres y felices. En cambio choca con la incomprensión de los hombres. El relato termina con la declaración de un fracaso dramático: ¡Jesús es expulsado! El camino que conduce a Dios está abierto, los demonios lo interceptan, pero los hombres se resisten a comprometerse. Señor, sana el mal uso de nuestra libertad (Noel Quesson).
En todo esto hay un sentido espiritual. Jesús, sigues ahora tu lucha contra el mal. Y nosotros, contigo. El mal que hay dentro de nosotros, el mal que hay en el mundo. Jesús, sigues siendo el más fuerte. Tanto si se trata del demonio, como de otro mal, todos tenemos experiencia de que existe el mal en nuestras vidas y, también, de nuestras pocas fuerzas para combatirlo. ¿Somos como los gerasenos, que desaprovechan la presencia del Mesías y no parecen querer que les cure de sus males?, ¿invocamos confiadamente a Jesús para que nos ayude en nuestra lucha? Haremos bien en pedirle que nos libere de las cadenas que nos atan, de los demonios que nos poseen, de las debilidades que nos impiden una marcha ágil en nuestra vida cristiana. En el Padrenuestro pedimos a Dios: «Mas líbranos del mal», que también se puede traducir «mas líbranos del malo».
Cuando vamos a comulgar, se nos recuerda que ese Pan de vida que recibimos, Jesús Resucitado, es «el que quita el pecado del mundo». Al mismo tiempo, como seguidores de Cristo, tenemos que saber ayudar a otros a liberarse de sus males. Jesús nos da a nosotros el equilibrio interior y la salud, con sus sacramentos y su palabra. Nosotros hemos de ser buenos transmisores de esa misma vida a los demás, para que alcancen su libertad interior y vivan más gozosamente su vida humana y cristiana (J. Aldazábal).
2. Abraham es mayor cuando nació su hijo Isaac. Dios es fiel. Mantiene sus promesas. La fe de Abraham, puesta a prueba tanto tiempo, no fue vana. Después de una larga espera, el plan de Dios se realiza. ¡No tienes prisa, Señor! En la historia sagrada se nos presentan toda la colección de las miserias humanas: celos, peleas… pero Dios condesciende y se pone a nuestra altura, permite todas estas cosas, porque sabe sacar de todo ello algo bueno, sabe “reciclar” de todo eso material para su obra, como hacía –imitándolo- Gaudí en sus edificios, aprovechando los rotos para recomponer sus “collages” y mosaicos y saber sacar de aquello una obra de arte.
Aquí se nos revela una idea muy pura de Dios. Un Dios que, una vez más, está atento, un Dios que escucha. Ningún sufrimiento humano, ningún grito lo deja indiferente. Ayúdanos, Señor, a parecernos a ti. ¿Oiré yo, en mi vida, las llamadas y los sufrimientos de mis hermanos?
-“No temas. ¡Arriba! Levanta al pequeño y tómalo fuertemente de la mano, porque haré de él un gran pueblo”. Actitud constante de Dios: levantar, ¡poner al hombre de pie! Volver a tener el valor y el gusto de vivir, dar un «sentido» a la vida. Te ruego, Señor, por todos los desanimados de la existencia, por todos los niños que siguen gritando en los países del hambre, por todas las madres que están al borde de la desesperación, por todos los que necesitan levantarse (Noel Quesson).
Isaac, el hijo esperado, el hijo de la promesa, llena de alegría la casa. Isaac significa «Dios sonríe» o «Dios es propicio». Este relato es distinto del que leímos hace días, de las discusiones entre Sara y Agar. Lo común es que «Dios oyó la voz del niño» (Ismael significa «Dios escucha»), que llegará a ser el padre de los ismaelitas, nómadas del desierto, y los árabes, que se refieren de buen grado a Abrahán como su padre y origen. Esta versión elohísta de la expulsión de Ismael nos muestra también que éste no quedará excluido de la protección divina. Dios «sabe escribir derecho con líneas torcidas», y aunque no forma parte de la elección especial, está llamado a convertirse en un «gran pueblo» (J. Mas Anto).
Nosotros solemos tener prisa por conseguir nuestros objetivos. Desde que Dios le prometió que tendría descendencia pasaron bastantes años, y Abrahán no perdió la esperanza. Finalmente, llegó, cuando parecía imposible. ¿Perdemos la esperanza en el porvenir de la Iglesia, de las vocaciones, en los valores de la juventud?; ¿queremos resultados a corto plazo, como si todo dependiera de nosotros, o nos fiamos de Dios, que conduce la historia a su ritmo misterioso? Otra lección que tenemos que aprender de esta página del Génesis es la amplitud de corazón. Como Dios y como Abrahán, ¿sabemos acoger a todos, tanto a Isaac como a Ismael, tanto a la libre como a la esclava?; ¿o somos mezquinos de corazón y celosos? En nuestra familia o en nuestra comunidad, ¿sabemos ceder, como Abrahán, que, una vez, dejó a su sobrino Lot escoger los mejores pastos y ahora se preocupa tanto del hijo de la esclava como del de la libre?; ¿miramos con ojos de simpatía, con ojos de Buen Pastor, también a los que en nuestra Iglesia vemos como alejados, y estamos dispuestos a descubrir los valores que también ellos tienen, y que nos pueden enseñar a nosotros? Dios está también con Ismael. ¿Quiénes somos nosotros para hacer acepción de personas? Acaba la lectura: “Dios estaba con el muchacho”.
3. El salmo parece personificar la oración de Agar y de su hijo en el desierto: “si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de su angustia”. Es una continuación del salmo que ya hemos comenzado a considerar, la bondad de Dios es grande, y la perciben los que se abren a su voluntad, los que siguen sus sendas (J. Aldazábal).
Llucià Pou Sabaté