lunes, 7 de marzo de 2011

Sábado de la 8ª semana: «Siendo joven, deseé la sabiduría con toda mi alma», está en seguir a Dios: «Los mandatos del Señor son rectos y alegran el co

Sábado de la 8ª semana: «Siendo joven, deseé la sabiduría con toda mi alma», está en seguir a Dios: «Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón»
Eclesiástico 51,12-20: 12 Por eso te daré gracias y te alabaré, bendeciré el nombre del Señor. 13 Siendo joven aún, antes de ir por el mundo, me di a buscar abiertamente la sabiduría en mi oración, 14 a la puerta delante del templo la pedí, y hasta mi último día la andaré buscando. 15 En su flor, como en racimo que madura, se recreó mi corazón. Mi pie avanzó en derechura, desde mi juventud he seguido sus huellas. 16 Incliné un poco mi oído y la recibí, y me encontré una gran enseñanza. 17 Gracias a ella he hecho progesos, a quien me dio sabiduría daré gloria. 18 Pues decidí ponerla en práctica, tuve celo por el bien y no quedaré confundido. 19 Mi alma ha luchado por ella, a la práctica de la ley he estado atento, he tendido mis manos a la altura y he llorado mi ignorancia de ella. 20 Hacia ella endurecé mi alma, y en la pureza la he encontrado. Logré con ella un corazón desde el principio, por eso no quedaré abandonado.
Salmo 19,8-11 8 La ley de Yahveh es perfecta, consolación del alma, el dictamen de Yahveh, veraz, sabiduría del sencillo. 9 Los preceptos de Yahveh son rectos, gozo del corazón; claro el mandamiento de Yahveh, luz de los ojos. 10 El temor de Yahveh es puro, por siempre estable; verdad, los juicios de Yahveh, justos todos ellos, 11 apetecibles más que el oro, más que el oro más fino; sus palabras más dulces que la miel, más que el jugo de panales.
Marcos 11,27-33: 27 Vuelven a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, 28 y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?» 29 Jesús les dijo: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.» 31 Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: "Del cielo", dirá: "Entonces, ¿por qué no le creísteis?" 32 Pero ¿vamos a decir: "De los hombres?"» Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. 33 Responden, pues, a Jesús: «No sabemos.» Jesús entonces les dice: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»
Comentario: 1.- Si 51, 17-27. Termina nuestra lectura del Sirácida con un cántico de alabanza a la sabiduría. El autor muestra una legítima satisfacción porque desde joven la ha seguido y gozado de sus frutos. Da envidia pensar que este buen hombre, Jesús hijo de Sira, desde joven sólo consideró como riqueza apetecible poseer la sabiduría de Dios, ver las cosas y los acontecimientos desde los ojos de Dios: «Deseé la sabiduría con toda mi alma, la busqué desde mi juventud... mi corazón gozaba con ella... presté oído para recibirla... mi alma saboreó sus frutos».
-Quiero darte gracias, Señor, te alabaré, bendeciré tu nombre. Siendo joven aún, antes de ir por el mundo, me di a buscar abiertamente la sabiduría en la oración. La pedí delante del Templo y hasta el último día la andaré buscando. Es pues un hombre colmado, feliz, no le pesa haberse entregado ardientemente a la búsqueda de Dios. El clima de su alma es «la acción de gracias». Notemos que la «sabiduría» se busca «en la oración»... y desde la juventud. Y que esta búsqueda no acaba nunca...
-En su flor, como racimo en ciernes se recreó mi corazón. Compara la sabiduría a la fina y delicada flor de la viña, promesa del racimo de uva y del vino, promesa de alegría. Me detengo un instante ante esta hermosa imagen: «una flor que alegra el corazón». Dios es así. María cantaba: «¡Mi alma magnifica al Señor, exalta mi espíritu en Dios, mi salvador!». Dios como alegría. Dios como belleza. Dios como apertura y expansión. Dios como fecundidad.
-Mi pie avanzó por el camino recto; desde mi juventud he seguido sus huellas. Incliné un poco mi oído y la recibí, y encontré una gran enseñanza. La sabiduría es pues, a la vez: -una actitud concreta, una conducta vital y moral... «Avanzar por el camino recto... seguir sus huellas...» -una fineza intelectual, un estar a la escucha de la verdad... «inclinar el oído... adquirir enseñanza»...
Así pues, la Fe es siempre indisolublemente «adhesión de la mente y del corazón»... y un «estilo de vida» que atañe a todo el ser.
-Gracias a ella he progresado; a quien me dio sabiduría daré gloria, porque decidí ponerla en práctica, tuve celo ardiente por el bien... Idea de «progreso». La sabiduría no es algo adquirido de una vez para siempre. Es una realidad viva que se desarrolla o vegeta. «Caminando se hace camino». Practicando la sabiduría, ejerciéndola, se la hace crecer. Mi alma ha luchado por ella... No parece pues cosa fácil. Requiere mucho esfuerzo.
-He prestado atención a practicar la "Ley". Para un judío la Ley era la estructura misma de la vida: la voluntad de Dios, expresada en los detalles concretos de cada día, es fuente de sabiduría.
-He tendido mis manos hacia el cielo y he llorado por no haberla conocido. Sí, las cosas no han ido siempre bien. Larga plegaria con "las manos tendidas hacia el cielo".
-Logré con ella dominar mi corazón, por eso no quedaré abandonado. Admirable fórmula: “he logrado dominar mi corazón”. ¡Si fuera esto verdad, Señor! (Noel Quesson).
2. Ojalá pudiéramos también nosotros afirmar, al final de una jornada, o de un año, o de la vida, que nos hemos dejado guiar por la verdadera sabiduría, la de Dios, sin hacer mucho caso a otras palabras y otras propagandas que nos bombardean continuamente. Escuchamos muchas veces la Palabra de Dios, la que nos dirige el Maestro que Dios nos ha enviado, Cristo Jesús: «Éste es mi Hijo amado, escuchadle». Pero ¿podemos decir que se nos pega su sabiduría, su visión de las cosas? ¿que se nos va comunicando poco a poco la mentalidad de Dios, la que aparece en las lecturas del AT, en las del NT y sobre todo en el evangelio de Jesús? La Palabra de Dios no es una doctrina que hay que saber como recuerdo histórico: es palabra viva dicha para nosotros hoy y aquí. Una palabra y una sabiduría que tiene fuerza para iluminar y transformar todos los posibles vericuetos de nuestra vida. Seguimos a Cristo, Camino, Verdad y Vida. Tenemos, por tanto, más motivos que el Sirácida para alegrarnos de tener la sabiduría de Dios muy cerca. En nuestro estilo de conducta y en las decisiones que vamos tomando, se tendría que notar que Jesús, el Maestro, nos va enseñando sus caminos. El Eclesiástico termina con un poema en el que la primera letra de cada verso sigue el orden del alfabeto en acróstico: Alef, Bet, Guimel, Dalet, He, etc... Es una especie de juego literario... Algo así como el enamorado repite de mil maneras el nombre de su amada. Ben Sirac repite, en todos los tonos, su amor a la «sabiduría» que se identifica a menudo con Dios mismo (J. Aldazábal).
3.- Mc 11,27-33. a) La escena de hoy es continuación de la de ayer: ante el gesto profético de Jesús expulsando a los mercaderes y cambistas del Templo, las autoridades, alborotadas por un gesto tan provocativo, envían una delegación a pedirle cuentas de con qué autoridad lo ha hecho. Jesús no les contesta, sino que a su vez les propone una pregunta. Cuando él ve que no hay fe, o que hay doblez en la pregunta, considera inútil dar argumentos. A veces se calla dignamente, como ante Caifás, Pilatos o Herodes. A veces contesta con un argumento ad hominem o planteando a su vez preguntas, como en el caso de la moneda del César. Jesús también sabe ser astuto y poner trampas a sus interlocutores, desenmascarando sus intenciones capciosas.
La pregunta de los jefes no era sincera. Sólo el Mesías, o quien viene con autoridad de Dios, podía tomar una actitud así, acompañada como está, además, de signos milagrosos que no pueden ser sino mesiánicos. Pero eso no lo admiten. Es inútil razonar con estas personas. Jesús no les va a dar el gusto de afirmar una cosa que no van a aceptar y que les daría motivos de acelerar su decisión de eliminarlo. Desde ahora se van a precipitar las cosas, con fuertes controversias que desembocarán en el proceso y la ejecución de Jesús.
b) Ante los gestos proféticos que también ahora se dan en el mundo y en la Iglesia, deberíamos afinar un poco más nuestra reacción. Hay que saber discernir personal y comunitariamente, bajo la guía de los responsables de la comunidad, si los movimientos o las voces nuevas vienen o no del Espíritu. Pero no deberían ser los intereses personales o el orgullo o la pereza ante los cambios lo que motive nuestra decisión. Los jefes que interpelan a Jesús, llenos de autoridad ellos, llenos de sabiduría, rechazan ya de entrada toda explicación que les vaya a dar: ¿quién es éste para poner en tela de juicio nuestra manera de organizar las cosas del Templo? Cuando no nos interesa un mensaje, intentamos desautorizar al mensajero. Cuando un profeta nos interpela en una dirección que sacude nuestros hábitos mentales o nuestra comodidad o nuestros intereses, en lugar de preguntarnos si vendrá de Dios, nos dedicamos rápidamente a desprestigiar al profeta, para no tener que hacerle caso. A los judíos les pasó con el Bautista y luego con Jesús. A nosotros nos pasa siempre que en nuestro camino vemos u oímos voces proféticas que ponen en evidencia nuestra pereza y nuestros fallos, o nos estimulan hacia caminos más exigentes. Lo hacemos con mayor disimulo que los jefes de Jerusalén. Pero lo hacemos. Ignoramos al profeta. No nos damos por enterados de lo que Dios nos estaba queriendo decir. Luego no nos quejemos de la obstinación de los judíos (J. Aldazábal).
-Jesús con sus discípulos había regresado a Jerusalén. Y paseándose por el templo se le acercaron los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos. La tercera jornada de Jesús en Jerusalén está ocupada por discusiones con las autoridades y la intelectualidad de la capital. Los responsables de la religión, los educadores y los intelectuales de entonces... acosan a preguntas a Jesús.
-¿Con qué poder haces estas cosas? ¿Quién te ha dado poder para hacerlas? Jesús ha manifestado que tiene autoridad sobre el Templo. En el contexto histórico éste fue un gesto significativo. Hoy estamos tentados de retener sólo el aspecto espectacular, pero para un judío de aquel tiempo el gesto de Jesús era la afirmación de una pretensión inverosímil. ¡Jesús reivindica su soberanía sobre la Casa de Dios! Y lo hace pretendiendo así cumplir las profecías mesiánicas que expresan la espera de todo un pueblo. Jesús, verdadero hombre, tan cercano a nosotros por muchos detalles de su vida... Jesús verdadero Dios, investido de una autoridad suprahumana. ¿Cómo me sitúo yo en relación a Jesús? ¿Qué replanteamiento, ésta "su autoridad" divina, debiera provocar en mí?
-Jesús les contestó: "También voy a haceros yo una pregunta: El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme. Esta misma pregunta a propósito de la autoridad de Jesús. Pero Jesús, hábilmente, hace una pregunta indirecta a propósito de Juan Bautista. Sabe, en efecto que ante El tiene a unos interlocutores que no buscan precisamente la verdad... sino prolongar quisquillosamente la discusión. No están dispuestos a cambiar de opinión ni de conducta: están seguros de sí mismos, poseen la verdad. La personalidad misteriosa de Jesús, sus palabras, sus acciones sorprendentes no les interpelan: están bloqueados en sus certidumbres. Yo mismo, ¿estoy dispuesto a avanzar, a cambiar algo, a dejarme "interrogar" por Jesús? Respondedme. Os hago sólo una pregunta. Discutían entre ellos: "Si decimos: del cielo, dirá: Pues ¿por qué no habéis creído en él?" Y nosotros, hoy, ¿qué hacemos? Tenemos miedo de sentirnos obligados a comprometernos, a hacer ciertos cambios... y a la vez nos las arreglamos para no contestar las preguntas hechas. Señor, ven en ayuda de nuestras pobres fuerzas.
-Pero si decimos que de los hombres, es de temer la muchedumbre, porque todos tenían a Juan por verdadero profeta. Respondieron pues a Jesús: No lo sabemos. ¡Qué hipocresía! Lo sabían muy bien. Y henos también a nosotros entre la espada y la pared. A los pocos días de la Pasión surgen las posturas, los campos se delimitan... no es posible quedarse neutral. Nosotros también tendremos que escoger en pro o en contra de Jesús... y comprometernos por entero a seguirle.
-Jesús les dijo: "Tampoco Yo os digo con qué poder hago estas cosas. ¡No! que no se espere tampoco que Jesús les vaya a forzar la mano con una manifestación de potencia divina. Cuando, dentro de unos días le provocarán: "Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz"... ¡No bajará! Dios sólo quiere reinar sobre los corazones libres, los corazones que se entregan (Noel Quesson).
La controversia de Jesús frente al templo no terminó tan rápido. Jesús vuelve a Jerusalén y se pasea por el templo. Su presencia provoca a las autoridades religiosas. Después de haber criticado las estructuras religiosas de su tiempo se le acercan los que representan la jerarquía del templo y la estructura social israelita: son los sacerdotes escribas-ancianos, son los responsables del orden sagrado, los representantes de la ciudad y el templo; vienen para interrogar a Jesús sobre su autoridad y sobre su forma de hablar y de criticar las estructuras que durante años y siglos habían sustentado la vida de los judíos y que hacían de ellos un grupo muy importante y los únicos incluidos en el amor de Dios. El texto de hoy nos presenta la controversia sobre la autoridad, suscitada entre Jesús y los notables del pueblo y en relación al pasaje anterior sobre la expulsión de los mercaderes del templo. Pareciera que Jesús se resistiera a responder y a dar razón de parte de quién hablaba; no quiere situarse en el plano que ellos quieren situarlo, por eso toma distancia. Para Jesús no es importante dar razón en nombre de quién está hablando. Como sí lo era para sus adversarios. A Jesús lo acompaña el testimonio de su propia vida, la coherencia entre su palabra y las actitudes que asume frente a los demás. En cambio, para ellos era necesario el respaldo de la institución religiosa (que ya se encontraba en decadencia), y por eso su testimonio y la supuesta autoridad con la que se presentaban al pueblo. Jesús la pone en ridículo cuando se niega a responder de parte de quién hablaba. Con su actitud, Jesús dejó ver que no es necesario hablar en nombre de una institución, ya que la misma vida ratifica lo que predica o condena.
Sin embargo, Jesús no quiere dejarlos sin una respuesta y por eso los lleva al lugar donde pueden entenderse perfectamente, los lleva al tema de Juan Bautista y por eso les propone una nueva pregunta de contenido evangélico: "El bautismo de Juan ¿provenía de Dios o de los hombres? Respóndanme!. El bautismo de Juan es de perdón de los pecados y sólo el que busca el perdón de Dios puede entender el Evangelio. De esta manera Jesús quiere llevar a las autoridades religiosas y civiles al auténtico camino que conduce a la salvación. En cambio ellos no responden, los jefes supremos, los que dictan las sentencias enmudecen por miedo a la opinión del pueblo. Por eso, para no generar controversia, responden: "no sabemos". No quieren asumir el tema y sus implicaciones porque ello significaría acoger el mensaje de Jesús. De esta manera es evidente la respuesta de Jesús: "pues yo tampoco puedo decirles con qué autoridad hago esto".
Asumamos la misma actitud de Jesús, quien fue capaz de sustentar su palabra con la vida, y fue capaz de enfrentarse a los poderes de su tiempo y de buscar nuevas alternativas capaces de generar una sociedad nueva. Esta nueva sociedad pone sus bases en la defensa de la vida y de la justicia, en torno al Dios y Señor de la historia (servicio bíblico latinoamericano). Llucià Pou Sabaté, con textos de mercaba.org.

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