miércoles, 6 de septiembre de 2017

Jueves semana 22 de tiempo ordinario; año impar

Jueves de la semana 22 de tiempo ordinario; año impar

Nos saca Dios del dominio de las tinieblas para llevarnos al reino de su Hijo querido. Vemos cómo llama a los Apóstoles que, dejándolo todo, lo siguieron
“En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» Simón contestó: -«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: -«Apártate de mi, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron” (Lucas 5,1-11).
1. Lucas nos narra la llamada vocacional de Pedro y de los otros primeros discípulos, de una forma ligeramente distinta a los otros Evangelios (Mt 4,18-25; Mc 1,16-20; Jn 1,35-51) que cuentan la llamada en los inicios de la vida pública, pero Mateo y Marcos lo hacen como el primer acto del ministerio de Jesús y subrayan la identificación de los discípulos con el maestro; Lucas lo hace preceder de un breve ministerio de Jesús en Cafarnaún y un cierto trato de Jesús con los apóstoles, especialmente con Pedro (Biblia de Navarra).
Señor, hasta ahora aparecías en tu labor solo. Ahora buscas colaboradores. Ya ayer el evangelio nos habla de cómo curas de la fiebre a la suegra de Pedro.
-“Jesús se encontraba a la orilla del lago de Genezaret. La gente se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios”. Escena viva, concreta. Trato de imaginarla. ¿Tengo yo esa misma avidez?
-“Vio dos barcas junto a la orilla: Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Jesús subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la retirara un poco de tierra”. Quizá cuando Jesús mete el pie dentro, la barca bambolea un poco; pero Simón sabe restablecer el equilibrio como marino experto.
Hoy nos cuentas cómo, para poder apartarte un poco de la gente que se agolpaba en torno, le pides a Pedro que te preste su barca. Qué satisfacción sentiría Pedro: le pides su barca.
-“Luego se sentó y desde la barca enseñaba a la gente.” ¡Cuánto me hubiera gustado encontrarme en esa playa entre los oyentes! Cuando se va a Tierra Santa, uno de los sitios más impresionantes es este lago, donde tú, Jesús, viviste estas escenas tan bonitas…
-“Cuando acabó de hablar dijo a Simón: "Sácala mar adentro"... En aguas profundas. Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos pescado nada; pero ya que Tú lo dices, echaré las redes”. Y Simón sube la vela, o toma sus remos... y se boga, lago adentro con Jesús a bordo. A menudo, así, Jesús nos pide de hacer cosas sorprendentes. Salir de nuevo a pescar ¡cuando nada se ha logrado en toda una noche de esfuerzo! La fe es algo semejante. Es confiar en Jesús más que fiarse de los propios razonamientos.
-“Obtuvieron tal redada de peces que reventaba la red. Hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a echarles una mano... Llenaron las dos barcas que casi se hundían”. Contemplo esas barcas demasiado llenas que amenazan zozobrar. En los días de aridez espiritual es bueno acordarse de los buenos momentos... como Pedro debió recordarlos más tarde... en medio de los fracasos de su vida apostólica.
-“Al ver esto Simón Pedro se echó a los pies de Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador."” En el lenguaje bíblico ese miedo o espanto es señal de que Dios se ha acercado a nosotros. No se trata de caer en un miedo enfermizo y malsano -Dios es infinitamente bueno- pero ¿no nos sería muy conveniente volver a descubrir la santidad y el poder de Dios? -Dios es infinitamente grande-. Y ¿cómo no nos descubriríamos entonces, como Pedro, indignos de permanecer en su presencia? Señor, soy un pecador, una pecadora, no soy digno de recibirte...
-“Jesús dijo a Simón: "No temas, desde ahora serás pescador de hombres."” ¡No temas! Es uno de los refranes de Dios. Es natural que el hombre tiemble ante Dios; y he aquí que Dios mismo se empeña en tranquilizarnos. ¡Gracias, Señor! "Serás pescador de hombres"... Vocación divina. Dios cambia un destino (J. Aldazábal; Noel Quesson).
Duc in altum! Esta palabra resuena también hoy para nosotros y nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro: ‘Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre’” (Juan Pablo II).
-“Dejándolo todo lo siguieron”. "Todo". Dejándolo todo. ¿Cuál es mi disponibilidad? Como Pedro no exige ningún signo, recibe el signo que se amolda a su vida, a su inteligencia y a su vocación. Dios procede con él como con María. Así procede Dios con su pueblo. La salvación exige fe, pero Dios apoya la fe con sus signos. (...) Simón ve en Jesús una manifestación (epifanía) de Dios. Ha visto y vivido el milagro, el poder divino que actúa en Jesús. La manifestación de Dios suscita en él la conciencia de su condición de pecador, de su indignidad, el temor del Dios completamente Otro, del Dios santo. Vemos en Isaías ese miedo… La admiración por Jesús atrae a Simón hacia él, la conciencia de su pecado le aleja de él. En la palabra "Señor" expresa la grandeza de aquel al que ha reconocido en su milagro (Comentarios Herder).
Jesús, nos has prometido que nunca nos dejarás solos, estás siempre a nuestro lado. «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes» (Lc 5,5). Esta respuesta de Pedro la podemos entender en relación con las palabras de María en las bodas de Caná: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5). Y es en el cumplimiento confiado de la voluntad del Señor cuando nuestro trabajo resulta provechoso.
Y todo, a pesar de nuestra limitación de pecadores: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador» (Lc 5,8). San Ireneo de Lyón descubre un aspecto pedagógico en el pecado: quien es consciente de su naturaleza pecadora es capaz de reconocer su condición de criatura, y este reconocimiento nos pone ante la evidencia de un Creador que nos supera. Las aguas del mar eran lugar de muerte, pero ahora lo serán de salvación.
2. –“Desde el día que oímos hablar de vuestra «vida en Cristo» no dejamos de orar por vosotros”. “Aquí habla de la vida y de las obras, y es que también lo hace en todas partes: siempre junta la fe a la conducta (…) Efectivamente, quien conoce a Dios y es considerado digno de ser siervo de Dios, más aún, incluso hijo, mira tú cuánta virtud no necesitará” (San Juan Crisóstomo).
-“Pedimos a Dios que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual”. Había mucho esoterismo-gnóstico y les previene ante esas especulaciones místico-intelectuales. –“Así vuestra conducta será digna del Señor y capaz de agradarle en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios”. Una fe con obras.
-“Seréis confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, que os dará constancia y paciencia. Daréis gracias al Padre con alegría”... He ahí cuatro frutos del verdadero conocimiento de Dios: la perseverancia, la paciencia, la alegría, la acción de gracias. Todo ello signos de que ¡Dios está allí!
-“Al Padre que os ha hecho aptos para participar en la luz en la herencia del pueblo santoÉl nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo muy amado, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados”. El hombre es «un ser capaz de Dios»… y dirá san León Magno: «Reconoce, oh cristiano, tu dignidad. Has llegado a ser participante de la naturaleza divina, no vuelvas a tu bajeza primera viviendo de un modo indigno de tu condición. Recuerda que has sido arrancado de las tinieblas y transplantado a la luz y al reino de Dios».
3. En este salmo, el apóstol san Pablo reconoció con profunda alegría una profecía de la obra de Dios en el misterio de Cristo: en el Evangelio "se ha revelado la justicia de Dios" (cf. Rm 1,17), "se ha manifestado" (cf. Rm 3,21). La interpretación que hace san Pablo confiere al salmo una mayor plenitud de sentido. Se amplía así lo que el salmo proclama: que Dios salva a su pueblo y que todas las naciones, al contemplarlo, se admiran. Orígenes interpreta: "Cántico nuevo es el Hijo de Dios que fue crucificado, algo hasta entonces inaudito. Una realidad nueva debe tener un cántico nuevo. "Cantad al Señor un cántico nuevo". En realidad, el que sufrió la pasión es un hombre; pero vosotros cantad al Señor. Sufrió la pasión como hombre, pero salvó como Dios (…) ¿qué hizo de nuevo para merecer un cántico nuevo? ¿Queréis saber lo que hizo de nuevo? Dios murió como hombre, para que los hombres tuvieran la vida; el Hijo de Dios fue crucificado, para elevarnos hasta el cielo"”.
Llucià Pou Sabaté

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