miércoles, 28 de septiembre de 2016

Jornadas sobre ecología, pasado mañana

Hola! Os invitamos a las Jornadas que pasado mañana comienzan, son viernes y sábado y adjunto invitación (sobre Persona, ecología y liderazgo) Albert Schweitzer dijo: “Yo soy vida que quiere vivir en medio de vidas que quieren vivir”. Es una voluntad de vivir abierta a todo y a todos. Señala que el “bien consiste en conservar la vida, desarrollarla y elevarla a su máximo valor; el mal consiste en destruir la vida, perjudicarla e impedirle desarrollarse. Éste es el principio necesario, universal y absoluto de la ética». En estas jornadas queremos fomentar el respeto y la veneración hacia toda la naturaleza; fomentar la compasión, la responsabilidad y el cuidado con todos los seres, especialmente, con aquellos que más sufren; ver que todos dependemos de todos, que nadie está excluido ni sobra, que la vida vale la pena y que abarca toda la naturaleza. Respeto a la vida que significa amor, donación, compasión, solidaridad y compartir, con-vivir y un co-sufrir con los otros. Es entender que el ser humano no es otro animal depredador, sino que está dotado de consciencia, está llamado a tener cuidado de cada ser vivo. Al realizar esta misión alcanza el mayor grado de su humanidad. Este es el gran liderazgo interior, sentirse perteneciendo a un Todo mayor. Y este liderazgo se proyecta al exterior en el cuidado de la tierra, nuestra casa común, tratándola como una hermana, con la cual compartimos la existencia, una madre que nos acoge entre sus brazos y que clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable. «Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados» (Papa Francisco). La crisis ambiental no es distinta de la social, es una sola crisis socio-ambiental. El cultivo de ciertos valores mejorarán a la persona y la naturaleza, porque están interconexionadas. La degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas. El despertar de la consciencia llevará a cuidar la naturaleza con pequeñas acciones cotidianas, y esto dependerá de la educación en la responsabilidad ambiental, que será capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. Estas jornadas suponen un momento de reflexión, de diálogo y de encuentro para tomar consciencia de la necesidad de políticas de verdadera sabiduría, que no se sometan ante la tecnocracia y los intereses de algunas finanzas perversas; necesidad de una cultura donde la persona se sienta protagonista de una ecología que nos eleve por encima de una actitud que convierta la tierra en un inmenso basurero. Para eso se requieren líderes que ayuden al despertar de la consciencia colectiva, que ayuden a la participación y a que cada persona cobre protagonismo, que creen cultura, un nuevo paradigma que impregne la economía, la política, las distintas capas de la sociedad… Hablamos de un liderazgo que significa consciencia de misión, que requiere visión de conjunto y proyecto. Liderazgo que no busca protagonismo y que cesa cuando los demás toman consciencia. Liderazgo que es ayudar a los demás. Es ser consciente de quienes somos para ayudar a los demás a una contemplación del mundo que nos rodea. Y el despertar de nuestra consciencia, nuestra espiritualidad, se encuentra íntimamente relacionada con la ecología. Solamente cuando podemos ver en profundidad la belleza que es el mundo en que vivimos, podemos adquirir la conciencia de cuidarlo como se merece. Cuidado es conocer, contemplación amorosa, lo contrario del tener, del poder o individualismo. El otro es parte de mi vida, estamos interconexionados. El enemigo social es el poder político unido al mercado divinizado. El poder corrompe, en un proceso que va desde la ambición a la codicia y ésta a la corrupción y ésta a la destrucción. La materia está hoy sobre el espíritu, las cosas sobre las personas, la producción sobre la contemplación. Faltan recursos culturales y éticos, falta liderazgo en un mundo que globaliza el sistema tecnócrata. Hay una apatía vital que destruye al hombre quitándole el sentido de la vida, entreteniéndole en tonterías. Albert Schweitzer dijo también: “mi vida no es ni la ciencia ni el arte, sino hacerme un simple ser humano que, en el espíritu de Jesús, hace alguna cosa, por pequeña que sea”. Una parte de la sociedad está entrando en una etapa de mayor consciencia…

Jueves semana 26 de tiempo ordinario; año par

Jueves de la semana 26 de tiempo ordinario; año par

El cristiano ha de llevar la paz y alegría a los demás, ser portador de Cristo. La fe nos ayuda a vencer las dificultades
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios". Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo” (Lucas 10,1-12).
1. Hoy expandes la misión, Jesús, con el envío de 72 discípulos para que vayan de dos en dos a prepararle el camino.
-“Entre sus discípulos, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir El”. Es un envío similar al de los Doce…
-"La mies es abundante y los braceros pocos; por eso rogad al dueño de la mies que mande obreros a su mies". Les dices, Señor, que lo primero es la fuerza de la oración, pidiéndole a Dios que envíe obreros a recoger la cosecha, porque hay mucha labor y pocos brazos. Sabes de pesca, de labores de campo… te interesa la vida, entras en los detalles de las personas, de la cultura… Todo cristiano se debe sentir misionero, con una entrega generosa a la misión que nos encomiendas, Señor. Habrá laicos comprometidos, religiosos, ministros ordenados, para que se pueda realizar la obra salvadora con los niños, los jóvenes, la sociedad de nuestro tiempo, los mayores, los enfermos, los pueblos que no conocen a Cristo; ante todo, rezar, porque es Dios quien salva y quien anima a la Iglesia misionera.
Juan Pablo II comentaba que la actividad misionera esta aun en sus comienzos. Se ha llevado la fe a toda Europa, Asia, América, África, Oceanía… pero hay mucho por hacer: “Hoy se pide a todos los cristianos, a las Iglesias particulares y a la Iglesia universal la misma valentía que movió a los misioneros del pasado y la misma disponibilidad para escuchar la voz del Espíritu”.
-“Id, mirad que os envío como corderos entre lobos”. Jesús, pasas a hablar de cómo han de comportarse, y es que la "misión es ante todo un acontecimiento, un acto". Los misioneros anuncian el Reino de Dios ante todo por su modo de vivir. Primera consigna: no-violencia. Los "enviados de Dios", los misioneros, en primer lugar son hombres "indefensos", "corderos" entre lobos. Con ello indican ya que su fuerza no está en ellos... que no han ido para forzar la adhesión, sino para suscitar una adhesión libre.
-“No llevéis bolsa, ni alforja ni sandalias; y no os paréis a saludar a nadie por el camino”. La pobreza. No confiemos mucho en los medios humanos sino en la gracia de Dios: “tanta ha de ser la confianza que ha de tener en Dios el predicador, que, aunque no se provea de las cosas necesarias para la vida, debe estar persuadido de que no le han de faltar, no sea que mientras se ocupa de proveerse de las cosas temporales, deje de procurar a los demás las eternas” (S. Gregorio Magno).
La preocupación por las seguridades terrestres puede quitarnos la paz.
La libertad del apóstol, no estar atado a muchos negocios mundanos, le da alas para su misión. Jesús, tú siempre tienes tiempo para atender a todos; ¿qué quieres decir con lo de no pararse a saludar? Supongo que no nos perdamos por caminos laterales, porque es urgente la tarea principal;
-“Cuando entréis en una casa, lo primero, saludad: "Paz a esta casa". Si hay allí "gente de paz", la "paz que les deseáis", se posará sobre ellos; si no, volverá a vosotros”. La paz es otra de tus consignas, Señor, la alegría. La nuestra ha de ser una comunicación de paz y de alegría. Hay que volver a leer y a meditar de nuevo esas fórmulas admirables y, a su luz, revisar nuestra vida.
-“Curad a los enfermos que haya en la casa o en la ciudad donde estéis y decid a los habitantes: "Ya os llega el reino de Dios"”.Hacer el bien, apartar el mal. aliviar... y sobre todo anunciar el Reino, todo esto es la materia de nuestra palabra. Sobre todo ¡el Reino de Dios! ¡Que Dios reine! (Noel Quesson).
Jesús se dirige a los discípulos de todos los tiempos: "¡Poneos en camino!". A veces soñamos con tener todo claro para tomar una decisión. Pero esperar a ver con claridad nos paraliza. La luz se hace caminando. Porque cada vez que nos ponemos en camino, Él -como nos recuerda el relato de Emaús- "se pone a caminar con nosotros"  (gonzalo@claret.org).
2. Job rechaza la mala consolación de sus amigos: –“¡Piedad, piedad de mí, vosotros mis amigos! ¿Por qué me perseguís, como hace Dios?” ¡Callaos! No aumentéis mi pena. ¡Guardad silencio a mi alrededor!
-“Quisiera que se escribiera lo que voy a deciros, que mis palabras se grabaran sobre bronce con punzón de hierro y con buril, que para siempre en la roca se esculpieran”. Es consciente de que lo que ahora dirá es decisivo. Es algo profético, lleno de esperanza, que se adelanta a su época en la revelación de la vida más allá de la muerte:
-“Sé que mi libertador está vivo, y que al final se levantará sobre el polvo de los muertos”. La respuesta final a la cuestión, no está "aquí abajo". Hay que esperar hasta «el final» para juzgar la obra de Dios.
-“Tras mi despertar me mantendré en pie y con mis ojos de carne veré a Dios”. ¿Cómo no ver en esas palabras el anuncio de la resurrección? El mal es incomprensible, y Job se ve demasiado débil para comprender, y quiere confiar en Dios que ha hecho cosas tan buenas y tan hermosas. Aquí su pensamiento ha progresado, hasta el punto de creer que nada es imposible a Dios... Incluso la muerte no puede ser un obstáculo a Dios... Más todavía: si todas las apariencias terrenas me dicen lo contrario, yo continúo creyendo en Dios. La fe es una apuesta, un salto en lo desconocido total, pero confiando también totalmente en «aquel a quien me he confiado».
-“Sí, yo mismo veré a Dios y cuando mis ojos le mirarán, Él no se apartará de mí”. El punto final será allá, y sólo allá y no antes.
Hoy, en efecto, la «obra de Dios» está inacabada. Hay que esperar el final. Y Job llega a pensar que el horizonte no se iluminará aquí abajo; que no ganará el proceso antes de morir: a pesar de todo, sigue esperando... a pesar de todo, espera una salvación... a pesar de todo espera la felicidad... Pero es más allá de la muerte, cuando todo quedará iluminado.
El que confía en Dios afrontando la muerte, lanzándose a lo desconocido de la muerte... este tal, no cae en la nada, sino en las manos del Padre y cara a cara con ese Padre: «¡veré a Dios, con mis ojos, y Él no se apartará de mí!» Así lo hizo Jesús: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Noel Quesson).
La liturgia aplica ese texto, en la misa de los difuntos, a la esperanza de la salvación. El autor del libro desconoce en realidad la resurrección como la conocemos hoy, pero allí hay mucho adelantado.
Habrá que esperar hasta el libro atribuido a Daniel para que esta idea entre en el Antiguo Testamento. La fuerza de Job está precisamente en que espera en Dios sin conocer una recompensa en la otra vida. Pese a que sólo piensa en la vida umbrátil del sheol, Job quiere ver el triunfo de su causa.
Así el libro de Job preludia la idea de la resurrección y, sobre todo, aclara el concepto de Dios: Dios no se reduce a nuestras pobres concepciones, con frecuencia interesadas. La derrota de los amigos y de sus miras interesadas es evidente (J. Mas-Bayés).
3. El salmo, una vez más, nos quiere infundir sentimientos de fe y confianza en Dios. No entendemos el misterio del mal o el de la muerte, pero sí sabemos confiar en Dios, que es siempre Padre: "espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro... Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor".
Llucià Pou Sabaté
Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Son espíritus enviados para cuidarnos. Jesús nos dice: “Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”
“En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: -«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Natanael le contesta: -«¿De qué me conoces?» Jesús le responde: -«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: -«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: -«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: -«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre» (Juan 1,47-51).  
1. Gabriel, Rafael y Miguel son ángeles y además símbolos de la comunicación entre Dios y los hombres. Comunicación que en ti, Señor, se hace plena realidad. Tú anuncias a Natanael un tiempo en el que el cielo quedará abierto y los ángeles, mensajeros de Dios, subir y bajar del cielo a la tierra, como el sueño de Jacob en Betel (Gn 28,11-27). Este sueño se hace realidad en ti, Señor, pues unes cielo y tierra con tu vida. Eres tú, Jesús, el auténtico Enviado, “ángel” de Dios, te has convertido para nosotros en la Scala Sancta (Escalera Santa) como nos dirigimos a Dios Padre en el Canon de la misa: “Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel [Jesús, el único que puede hacer ese acto], para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición”.
Describes a Natanael como a modelo de israelita. La mención de la higuera alude a Os 9, 10 (LXX): «Como racimo en el desierto encontré a Israel, como en breva en la higuera me fijé en sus padres». El profeta describía la elección del pueblo; Natanael representa precisamente al Israel elegido que ha conservado la fidelidad a Dios. Ahora, Jesús, renueva la elección.
Nos hablas de los ángeles cuando te refieres al fin del mundo (“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles”), aparecen con ocasión de tu nacimiento (anunciándolo a los pastores de Belén); te sirvieron en el desierto después de su ayuno y de haber sido tentado por el diablo; un ángel te confortará en la agonía de Getsemaní; están presentes junto a tu sepulcro cuando resucitas; cuando vas a los cielos, animan a tus discípulos a la extensión del Evangelio. En las prisiones de Pedro, lo liberan unos ángeles.
Los ángeles son criaturas espirituales que glorifican a Dios sin cesar y que sirven a sus designios salvíficos con las otras criaturas (Catecismo). Los ángeles cooperan en toda obra buena que hacemos (santo Tomás de Aquino). La Iglesia venera a los ángeles que la ayudan en su peregrinar terrestre y protegen a todo ser humano. Los ángeles custodios están junto cada uno para asistirnos en nuestro camino hasta la casa del Cielo.
2. La liturgia de hoy nos ofrece como posible primera lectura dos textos alternativos. El primero está tomado del libro de Daniel, y en él se describe una visión fantástica que tiene el profeta contemplando el trono y la corte angélica de Dios, con miles y miles de ángeles a su servicio. Fantaseada imagen del mundo divino descrito al modo de una corte humana oriental. En nuestra pobreza mental, no sabemos hablar de Dios sino rebajándolo. El segundo, tomado del Apocalipsis, describe una terrible guerra entre Miguel y sus ángeles del cielo contra el dragón o serpiente primordial, arrojada del cielo. Este dragón, Satanás, queda derribado por el poder del Cordero triunfador.
El himno de Laudes es bien expresivo: “Miguel, Gabriel, Rafael. / ¡Oh espíritus señeros / arcángeles mensajeros  de Dios, que estáis junto a él! / A vuestro lado se sienten  / alas de fiel protección, / el incienso de oración  y el corazón obediente. / ‘¿Quién como Dios?’ / es la enseña; es el grito de Miguel... / Gabriel trae la embajada..., /  al ‘Sí’ de la Virgen Madre... / Rafael /  nos encamina  por la ruta verdadera... // ¡Oh Dios!, Tú  que nos diste a los ángeles por guías y mensajeros, concédenos ser también sus compañeros del cielo. Amén.
San Gregorio el Grande nos dice que esos ángeles llevan las comunicaciones, mediante su presencia y sus mismas acciones, que cambian decisivamente nuestras vidas. Se llaman, precisamente, “arcángeles”, es decir, príncipes de los ángeles, porque son enviados para las más grandes misiones (Jorge Mejía).
Miguel significa: “¿Quien como Dios?” La humildad es condición fundamental para ser fieles. Serviam! La paz, consecuencia de la lucha… Hubo una batalla en el cielo, y él encabezó la victoria. Pax in bello. Hemos de tener moral de victoria (Ap 12,7 ss.). En algunas oraciones litúrgicas le pedimos que nos proteja en el peligro (Defende nos in proelio…); que proteja a la Iglesia de sus enemigos y que los humille (ut inimímicos Sanctae Ecclesiae humiliare digneris). Nos anuncia, así, el misterio de la justicia divina, que también se ejerció en sus ángeles cuando se rebelaron, y nos da la seguridad de su victoria y la nuestra sobre el mal. Quizá las alas con que pintamos a los ángeles proceden de descripciones simbólicas de los profetas Daniel, Ezequiel e Isías.
En aquellos primeros momentos de la creación, algún espíritu creado por Dios se reveló en un pecado consciente, y la corrupción de lo mejor se convirtió en lo peor (corruptio optimi pessima). Su castigo no permite una redención, pues no quiere ser redimido, permanece en su odio, aunque sufra. Por ello odia a los hombres y trata de seducirlos. Su presencia en la historia es importantísima, pero por contraste se hace más luminosa la misericordia divina y la luminosa presencia de los ángeles fieles, Miguel el primero. San Gregorio Magno dice que "siempre que se debe realizar algo que requiere un poder extraordinario es enviado Miguel para que quede claro que nadie es más fuerte que Dios." Hacen falta migueles: fuertes, valientes, generosos en esa guerra de amor y de paz que es la vida. El nombre del enviado Gabriel es Poder de Dios, Fortaleza de Dios, ya que necesitamos fortaleza para decir que sí a lo que Dios nos dice por sus emisarios.
Gabriel fue enviado para anunciar a María Santísima la concepción virginal del Hijo de Dios, que es el principio de nuestra redención (Lc 1).
Rafael acompaña a Tobías “junior”, lo defiende y lo aconseja, socorre a Sara de la que murieron los anteriores 7 maridos, cura finalmente al padre Tobit (Tob). Nos ayuda a buscar la vocación, ayuda en el camino. Su nombre es “medicina de Dios”. Importa mucho no equivocar la ruta. San Rafael es el guía especial de los que aún han de conocer lo que Dios espera de ellos.
3. En el salmo rezamos: Te doy gracias, Señor, de todo corazón. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor. Con la inocencia de Natanael, la de los niños sencillos, queremos cantarte, Señor, con todos los ángeles, como dice S. Bernardo: “A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Dad gracias al Señor por su misericordia por las maravillas que hace con los hombres. Dad gracias y decid entre los gentiles: «El Señor ha estado grande con ellos». Señor, ¿qué es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él? Porque te ocupas ciertamente de él, demuestras tu solicitud y tu interés para con él. Llegas hasta enviarle tu Hijo único, le infundes tu Espíritu, incluso le prometes la visión de tu rostro. Y, para que ninguno de los seres celestiales deje de tomar parte en esta solicitud por nosotros, envías a los espíritus bienaventurados para que nos sirvan y nos ayuden, los constituyes nuestros guardianes, mandas que sean nuestros ayos.
A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Estas palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben infundirte una gran devoción y conferirte una gran confianza. Reverencia por la presencia de los ángeles, devoción por su benevolencia, confianza por su custodia. Porque ellos están presentes Junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes para protegerte, lo están en beneficio tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les ha dado esta orden, no por ello debemos dejar de estarles agradecidos, pues que cumplen con tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que son tan grandes.
”Seamos, pues, devotos y agradecidos a unos guardianes tan eximios; correspondamos a su amor, honrémoslos cuanto podamos y según debemos. Sin embargo, no olvidemos que todo nuestro amor y honor ha de tener por objeto a aquel de quien procede todo, tanto para ellos como para nosotros, gracias al cual podemos amar y honrar, ser amados y honrados.
”En él, hermanos, amemos con verdadero afecto a sus ángeles, pensando que un día hemos de participar con ellos de la misma herencia y que, mientras llega este día, el Padre los ha puesto junto a nosotros, a manera de tutores y administradores. En efecto, ahora somos ya hijos de Dios, aunque ello no es aún visible, ya que, por ser todavía menores de edad, estamos bajo tutores y administradores, como si en nada nos distinguiéramos de los esclavos.
”Por lo demás, aunque somos menores de edad y aunque nos queda por recorrer un camino tan largo y tan peligroso, nada debemos temer bajo la custodia de unos guardianes tan eximios. Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos, con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del Omnipotente”.
Oh Dios, que en tu providencia amorosa te has dignado enviar para nuestra custodia a tus santos ángeles, concédenos, atento a nuestras súplicas, vernos siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo.
Entre muchos otros piropos, dedicamos a nuestra Madre del Cielo el de Reina de los Ángeles. A Ella suplicamos confiadamente que nos recuerde, siempre que sea preciso, que contamos para nuestro bien con la poderosa y amable asistencia de nuestro ángel.

Llucià Pou Sabaté

martes, 27 de septiembre de 2016

Miércoles semana 26 de tiempo ordinario; año par

Miércoles de la semana 26 de tiempo ordinario; año par

La vocación se descubre en el tiempo, es un encuentro con el Señor que implica un compromiso… una misión divina en la que hay también cruz, que tiene un sentido salvador
“En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos e dijo uno: -«Te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: -«Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro le dijo: -«Sígueme.» Él respondió: -«Déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó: -«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.» Otro le dijo: -«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: -«El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios»” (Lucas 9,57-62).
1. En el camino de Jesús vemos como en un espejo nuestro camino. Vemos hoy tres personas que quieren seguir a Jesús, y su respuesta lacónica, que nos gustaría oír con su tono de voz…
-“Jesús subía hacia Jerusalén. Por el camino uno le dijo: "Te seguiré por doquiera que vayas". Se presenta esa persona, toma la iniciativa. Quizá está muy seguro de sí mismo. Se cree fuerte, sólido, generoso.
-“Jesús le respondió: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza"”. No basta el entusiasmo, la "dificultad" aparece al seguirlo: la falta de confort, la pobreza de su situación. También sufrir ser rechazado como él lo estuvo, es no tener seguridad... Señor, yo también quisiera siempre seguirte a donde Tú vayas... Pero ahora ya sé y la historia nos ha enseñado "dónde" ibas. Y el Gólgota me espanta, te lo confieso. Ciertamente que no podré seguirte si no me das la fuerza; pero tampoco me atrevo demasiado a pedírtela.
-“A otro le dijo: "Sígueme"”. Es Jesús que llama. El hombre respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre". Jesús le replicó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos". En Israel, dar sepultura era una obligación sagrada... pienso que hay un sentido misterioso en esas palabras. Jesús le viene a decir que no tiene necesidad su padre de que él lo acompañe, al menos de momento: puede ir con Jesús con tranquilidad. También la palabra “muertos” puede referirse a los que todavía no han encontrado a Jesús, y que la fe es haber pasado de la muerte a la vida, es haber entrado en otro mundo.
-“Tú ve a anunciar el reino de Dios”. El discípulo sólo tiene una cosa a hacer, ante la cual desaparece todo lo restante: "anunciar el reino de Dios". Es radical, absoluto. Esto no admite retraso alguno. “A veces la voluntad parece resuelta a servir a Cristo, pero buscando al mismo tiempo el aplauso y el favor de los hombres (…). Se empeña en ganar los bienes futuros, pero sin dejar escapar los presentes. Una voluntad así no nos permitirá llegar nunca a la verdadera santidad” (Juan Casiano).
-“Otro le dijo: "Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia". Jesús le contestó: "EI que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios"”. Mal entendido, parece que Jesús separa de las familias. Pero hay que leer esto en el conjunto del Evangelio, donde Jesús nos ha pedido que amemos a nuestros padres, y ha dado testimonio de un afecto delicado a su madre al confiarla a san Juan en el momento de su muerte. Pero también Dios puede pedirnos que renunciemos por él a las dulzuras familiares. Esto lo había ya exigido Elías a su discípulo (1 Reyes 19,19-21). Temple que hay que adecuar a las necesidades familiares, para no ser fanáticos sino generosos, y la regla será como siempre el amor (Noel Quesson).
Aquí no habla Jesús de no atender a la familia, sino de la radicalidad de la llamada divina. Nos dice «sígueme» y esa llamada puede cambiar nuestra vida, podemos sentir que no admite excusas, retrasos, condiciones, ni traiciones... La vida cristiana es este seguimiento radical de Jesús. Con el Bautismo, la nuestra ya no es la vida de una persona cualquiera: ¡llevamos la vida de Cristo inserta en nosotros! Por el Espíritu Santo derramado en nuestros corazones, ya no somos nosotros quienes vivimos, sino que es Cristo quien vive en nosotros. Así es la vida cristiana, porque es vida llena de Cristo, porque rezuma Cristo desde sus más profundas raíces: es ésta la vida que estamos llamados a vivir.
El Señor, cuando vino al mundo, aunque «todo el género humano tenía su lugar, Él no lo tuvo: no encontró lugar entre los hombres (...), sino en un pesebre, entre el ganado y los animales, y entre las personas más simples e inocentes. Por esto dice: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’» (San Jerónimo). El Señor encontrará lugar entre nosotros si, como Juan el Bautista, dejamos que Él crezca y nosotros menguamos, es decir, si dejamos crecer a Aquel que ya vive en nosotros siendo dúctiles y dóciles a su Espíritu, la fuente de toda humildad e inocencia (Lluc Torcal).
Desde Abrahán que salió de su tierra de Ur y peregrinó por tierras extrañas cumpliendo los planes de Dios, muchas personas han seguido este “sígueme” divino. La expresión “que los muertos entierren a los muertos” no significa dejar de atender la familia, sino que Jesús nos pide que no usemos excusas, no dar largas a nuestro seguimiento. Los primeros apóstoles fueron modelos, pues "dejándolo todo, le siguieron". Lo mismo nos enseña con lo de "no despedirse de la familia", es un modo de hablar, de prioridades (J. Aldazábal).
2. ¿Por qué sufrir? ¿Por qué el sufrimiento del justo y del inocente? ¿El Todopoderoso no puede impedir el desamparo de los niños, las torturas que se infligen a los inocentes?
Dos amigos de Job fueron a "sermonearle". Hay amigos que en la dificultad nos pintan todo negro, más que ayudar, ayudan a caer. Otros quieren decirnos cosas sobre el sufrimiento, por las que no han pasado. ¡Qué fácil es hablar del sufrimiento cuando no se sufre! Pero hay que estar ahí, sobre todo hacer compañía, y si lo necesitan decir algo. Recuerdo que hablé con un sacerdote mayor que se moría. Me dijo: “tú no puedes comprender lo que estoy pasando, pero dime algunas cosas, que me vendrán bien…”
-“Bien sé yo en verdad que es así; ¿cómo podría un hombre tener razón ante Dios?” Job busca y se fía de Dios aunque no ve la redención de Cristo, y por tanto una respuesta total dado que no sabemos «por qué ha dejado Dios una creación con "arrugas"», una «obra inacabada», imperfecta.
-“Quien pretenda litigar con Dios, no hallará respuesta ni una vez entre mil... ¿Quién le hará frente y saldrá bien librado?” No se enfrenta con Dios el buen Job…
-“Dios traslada los montes... Impera sobre el sol... Hizo las estrellas... Es autor de obras grandiosas, insondables, de maravillas sin número”. Tampoco juzga a Dios... suspende el juicio, pero se fía.
-“¿Quién le dirá: «¿Qué es lo que haces?» ¡Cuánto menos podré yo defenderme!” Job se aferra, tenazmente, a su certeza: Dios es «sabio», Dios es «inteligente», Dios es «bueno», Dios es «poderoso»... y de ello ha dado muchas pruebas en su creación maravillosa. Es verdad que tampoco comprendo «por qué» hay tanto mal en este mundo... pero quiero confiar en Dios. Él sabe «por qué» (Noel Quesson).
3. Juan Pablo II, en su carta "Salvifici Doloris" (1984), sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano, es el que mejor ha abordado este misterio. Sobre todo en su apartado tercero, "a la búsqueda de una respuesta a la pregunta sobre el sentido del sufrimiento", que toma pie precisamente del libro de Job. ¿Será, como le dicen sus amigos, que estas desgracias son necesariamente castigo de sus pecados?, ¿será una pedagogía divina, por el valor educativo que tienen las pruebas y el dolor? El libro de Job niega estos presupuestos como insuficientes, pero no llega a la clave verdadera. Como dice el Papa, "el libro de Job no es la última palabra de la revelación sobre este tema".
La respuesta la tenemos en Cristo, en su dolor asumido, en su solidaridad total, en su muerte inocente y en su resurrección. Dios nos ha querido salvar asumiendo él nuestro dolor, entrando hasta el fondo en el mundo de nuestro sufrimiento y dándole así un sentido redentor, de amor, desde la profundidad del sacrificio pascual de Cristo, el Siervo de Yahvé que se entrega por los demás voluntariamente, a pesar de ser inocente. Dios nos ha mostrado su amor precisamente a través de su dolor, solidario del nuestro. Nuestro dolor, entonces, se convierte en solidario del de Cristo. Con la misma finalidad: salvar al mundo (J. Aldazábal).
Seguirá siendo una pregunta difícil de contestar. Seguirá doliendo. La oración del salmo no nos da la respuesta, pero sí fuerzas para vivir el misterio: "llegue hasta ti mi súplica, Señor, ¿por qué me rechazas y me escondes tu rostro? Pero yo te pido auxilio, por la mañana irá a tu encuentro mi súplica".
Jesús nos dio el ejemplo, entregándose en manos de Dios y caminando hacia su sacrificio: "no se haga mi voluntad sino la tuya. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu".
Llucià Pou Sabaté
San Wenceslao, mártir. San Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires

Hijo del rey de Bohemia, Ratislav, el joven príncipe nació en el 907 cerca de Praga. Su abuela, Santa Ludimila, se encargó de la educación de su nieto, inculcándole siempre el amor y servicio al Padre Celestial. Cuando era todavía muy joven, el santo perdió a su padre en una de las batallas contra los magiares; su madre asumió el poder e instauró -bajo la influencia de la nobleza pagana- una política anticristiana y secularista, que convirtió al pueblo en un caos total. Ante esta terrible situación, su abuela trató de persuadir al príncipe para que asumiese el trono para salvarguardia del cristianismo, lo que provocó que los nobles la asesinaran al considerarla una latente amenaza para sus intereses.
Sin embargo, por desconocidas circunstancias, la reina fue expulsada del trono, y Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como primera medida, anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de Dios. Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud y además gobernó siempre con justicia y misericordia.
Por oscuros intereses políticos, Boleslao -que ambicionaba el trono de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino para que participara de los festejos del santo patrono y al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al santo rey. El pueblo lo proclamó como mártir de la fe, y pronto la Iglesia de San Vito -donde se encuentran sus restos- se convirtió en centro de peregrinaciones. Ha sido proclamado como patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande que se le profesa también como Patrono de Checoslovaquia.

El joven príncipe, que nació en Bohemia hacia el año 907, personifica el ideaI del héroe nacional, valientemente comprometido en la promoción cultural y religiosa del pueblo eslavo.
Cuando se derrumbó el reino moravio, en el 895 los príncipes bohemios, entrando en el juego diplomático de las potencies de ese entonces, se aliaron con el fuerte reino franco, y adoptando los principios de las antiguas civilizaciones comenzaron el proceso de europeización de los Estados de Europa central.
Lider de esta política de visión hacia el futuro fue el joven duque de Bohemia, Wenceslao. El había sido educado cristianamente por la abuela Ludmila, venerada como santa. Tan pronto tuvo la edad requerida, sucedió al padre después de la breve regencia de la madre Draomira. Mujer intrigante, Draomira prefería al segundo hijo, Boleslao, y fomentó con todos los medios a su alcance la rivalidad entre los dos, hasta el punto de llevar al segundo a mancharse con el grave delito del fratricidio.
En la mañana del 28 de septiembre del 935, mientras Wenceslao salía de case para ir a Misa, Boleslao, que lo esperaba en un lugar solitario con un grupo de cómplices, le saltó encima para herirlo por la espalda. El joven rey, que todavía no tenía treinta años, detuvo el golpe y echó mano a su espada, pero cuando se dio cuenta que el asesino era su hermano bajó el arma, murmurando: “Podría matarte, pero la mano de un siervo de Dios no debe mancharse con el fratricidio”. Fue asesinado por los sicarios de Boleslao.
Este ejemplarísimo príncipe cristiano anteponía sus deberes religiosos a los de soberano, hasta el punto de llegar tarde a una importante asamblea de Worms, convocada por el emperador Otón, porque estaba en Misa. No era raro ver al joven rey mezclado con los otros fieles, con los pies descalzos, durante las procesiones penitenciales. Impuso a su cuerpo la dura disciplina del cilicio y las diarias mortificaciones.
Fue considerado como un rey renunciatario por haber buscado la alianza con los poderosos francos limítrofes, pero el mismo hermano Boleslao, que le sucedió, después de haberlo mandado asesinar, comprendió esa política realistica y la siguió. Boleslao comprendió el error de valoración respecto de su hermano, hacia quien la devoción popular creció de día en día, por los prodigios que se obraban sobre la tumba del mártir, venerado inmediata mente como santo, el primero de los pueblos eslavos.
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SAN LORENZO RUIZ Y 15 COMPAÑEROS, MÁRTIRES
Lorenzo Ruiz y 15
compañeros, SantosSan Lorenzo Ruiz (c. 1600 - 29 de septiembre de 1637) fue un notario filipino, que murió martirizado en Okinawa. Es el primer beato filipino.
Los nuevos Santos hablan también hoy a todos los misioneros que, urgidos por el mandato de Cristo “ id y enseñad a todas las gentes ” (Mt 28, 19), 5), han salido por los caminos del mundo a anunciar la Buena Nueva de la salvación a todos los hombres, particularmente a los más necesitados.
Ellos, con su mensaje y su martirio, hablan a los catequistas, a los agentes de pastoral, a los laicos, a quienes la Iglesia, está dedicando particular atención y solicitud en el presente Sínodo de los Obispos. Ellos nos recuerdan que “morir por la fe es un don que se concede a algunos; pero vivir la fe es una llamada dirigida a todos” (Homilía durante la misa de beatificación de Laurencio Ruiz en Manila, n. 5, 18 de febrero de 1981).
La gran familia dominica, y en particular la Provincia del Santo Rosario que celebra el cuarto centenario de su creación, recibe hoy, con legítimo orgullo, entre sus Santos a estos mártires, algunos de los cuales estuvieron especialmente ligados al Colegio de Santo Tomás de Manila. Este centro, convertido hoy en Universidad, así como otras beneméritas instituciones eclesiales, han contribuido de modo notable a la implantación y desarrollo de la Iglesia en el lejano oriente.
Los misioneros que hoy son canonizados hablan a todos los fieles cristianos, en esta Jornada de oración por las misiones, y les exhortan a reavivar su conciencia misionera. “ Todos los cristianos –nos dice el Concilio–, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de la palabra el hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo ” Todo bautizado debe sentirse, pues, urgido por su vocación a la santidad. En esto los nuevos Santos han de servirnos de modelo a seguir con una entrega sin límites a la llamada de Dios. Uno de ellos, el Padre Lucas del Espíritu Santo escribía: “E1 beneficio que yo estimo más, es haberme enviado a esta tierra en compañía de tan grandes siervos de Dios, de los cuales, unos ya le están gozando, y otros tienen adquirido un gran tesoro delante de su divina Majestad” (Ad gentes, 11).
Ruiz nació en Binondo, Manila (Filipinas). Su padre, de origen chino le enseñó el idioma chino, y su madre filipina le enseñó tagalo. Ambos eran católicos. Lorenzo sirvió en el convento de la iglesia de Binondo como sacristán. Años más tarde, se hizo miembro de la Confraternidad del Santo Rosario.
Lorenzo fue falsamente acusado de asesinato y buscó asilo a bordo de una nave con tres sacerdotes dominicos, san Antonio González, san Guillermo Courtet y san Miguel de Aozaraza, además del sacerdote japonés san Vicente Shiwozuka de la Cruz, y un laico llamado san Lázaro de Kyoto, que padecía de lepra. El barco tocó tierra en Okinawa y el grupo fue arrestado por su religión cristiana. Aún torturados no abjuraron de su fe, y murieron mártires.
Lorenzo Ruiz fue beatificado en Manila de febrero el 18 de 1981 por el papa Juan Pablo II, que lo canonizó el 18 de octubre de 1987.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Martes semana 26 de tiempo ordinario; año par

Martes de la semana 26 de tiempo ordinario; año par

Jesús corrige a sus apóstoles para aceptar con paz las contrariedades, sabiendo que todo será para bien
“Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo” (Lucas 9,51-56).
1. Jesús “envió mensajeros por delante; yendo de camino entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento, pero se negaron a recibirlo porque se dirigía a Jerusalén”. Empieza una larga sección en Lucas, sobre "el viaje a Jerusalén" (Lc 9-12), ya que el Evangelio está orientado hacia la subida de Jesús a la Ciudad santa, desde Galilea.
Jesús va hacia Jerusalén, cumpliendo las profecías de Elías, pues el término griego empleado por Lucas (literalmente "Cuando se iban a cumplir los días de su arrebatamiento") nos recuerda el arrebatamiento al cielo de Elías (4Re [2Re LXX] 2,9.10.11) que será realidad plena con la ascensión de Jesús al cielo (Hch 1,2.11.22). El Señor afronta su misión, literalmente dice que "también él (Jesús evidentemente) plantó cara a la situación encaminándose hacia Jerusalén". Ez también lo profetizó en 21,7: "Por eso profetiza, hijo de hombre, y planta cara a Jerusalén, fija la mirada contra su santuario y profetiza contra la tierra de Israel." (El original hebreo contiene algunas variantes: "Hijo de hombre, gira tu cara contra Jerusalén y haz gotear tu palabra contra el santuario y profetiza contra la tierra de Israel".) Señor, tú dirás: "Mi vida, nadie la toma, soy Yo quien la da." Contemplo ese instante decisivo en tu corazón. Señor, ayúdanos en las decisiones valientes que a veces hemos de tomar. “La Cruz es llamada también gloria y exaltación de Cristo. Ella es el cáliz rebosante, de que nos habla el salmo, y la culminación de todos los tormentos que padeció Cristo por nosotros. El mismo Cristo nos enseña que la cruz es su gloria (...) También nos enseña Cristo que la cruz es su exaltación, cuando dice: cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Está claro, pues, que la cruz es la gloria y exaltación de Cristo” (S. Andrés de Creta).
Pasan por Samaria, donde no pueden ver a los judíos, sobre todo si van a Jerusalén. La reacción de Santiago y Juan es drástica: ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos? Se repite la reacción del profeta Elías, que hace bajar fuego del cielo contra los sacerdotes del dios Baal. Jesús, una vez más, les tiene que corregir, y duramente: "no sabéis de qué espíritu sois".
Cuando algo nos sale mal, cuando experimentamos el rechazo por parte de alguien: ¿somos tan violentos como los "hijos del trueno", Santiago y Juan, que nada menos que quieren que baje un rayo del cielo y fulmine a los que no les han querido dar hospedaje?, ¿reaccionamos así cuando alguien no nos hace caso o nos lleva la contra? La violencia no puede ser nuestra respuesta al mal. Jesús es mucho más tolerante. No quiere -según la parábola que él mismo les contó- arrancar ya la cizaña porque se haya atrevido a mezclarse con el trigo. El juicio lo deja para más tarde.
«Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’. Pero volviéndose, les reprendió». Aquí veo referencias a Elías, cuando el rey Ocozías de Samaría le envió unos mensajeros y se habla de que "hizo bajar fuego del cielo" (4Re [2Re] 1,1-14 LXX).
"Los increpó" (literalmente "conminó", como si estuviesen endemoniados), "poseídos" por una ideología que les impide actuar como personas sensatas: están repletos de odio, de intolerancia religiosa y de exaltación nacionalista. Jesús "se vuelve": esto quiere decir que él no se había inmutado y que proseguía su camino, mientras los discípulos atrás esperaban la venganza. “El Señor hace admirablemente las cosas (...) Actúa así con el fin de enseñarnos que la virtud perfecta no guarda ningún deseo de venganza, y que donde está presente la verdadera caridad no tiene lugar la ira y, en fin, que la debilidad no debe ser tratada con dureza, sino que debe ser ayudada” (S. Ambrosio). "Y se marcharon a otra aldea".
Son defectos de los Apóstoles, que el Señor corrige. Cuenta la historia de un aguador de la India que, en los extremos de un palo que colgaba en sus espaldas, llevaba dos vasijas: una era perfecta y la otra estaba agrietada, y perdía agua. Ésta —triste— miraba a la otra tan perfecta, y avergonzada un día dijo al amo que se sentía miserable porque a causa de sus grietas le daba sólo la mitad del agua que podía ganar con su venta. El trajinante le contestó: —Cuando volvamos a casa mira las flores que crecen a lo largo del camino. Y se fijó: eran flores bellísimas, pero viendo que volvía a perder la mitad del agua, repitió: —No sirvo, lo hago todo mal. El cargador le respondió: —¿Te has fijado en que las flores sólo crecen a tu lado del camino? Yo ya conocía tus fisuras y quise sacar a relucir el lado positivo de ellas, sembrando semilla de flores por donde pasas y regándolas puedo recoger estas flores para el altar de la Virgen María. Si no fueses como eres, no habría sido posible crear esta belleza.
Todos, de alguna manera, somos vasijas agrietadas, pero Dios conoce bien a sus hijos y nos da la posibilidad de aprovechar las fisuras-defectos para alguna cosa buena. Y así el apóstol Juan —que hoy quiere destruir—, con la corrección del Señor se convierte en el apóstol del amor en sus cartas. No se desanimó con las correcciones, sino que aprovechó el lado positivo de su carácter fogoso —el apasionamiento— para ponerlo al servicio del amor. Que nosotros también sepamos aprovechar las correcciones, las contrariedades —sufrimiento, fracaso, limitaciones— para “comenzar y recomenzar”, tal como san Josemaría definía la santidad: dóciles al Espíritu Santo para convertirnos a Dios y ser instrumentos suyos.
La actitud de Santiago y Juan sigue estando presente en muchas religiones del mundo. A lo largo de la historia han buscado la forma de acabar con los que piensan, actúan o viven de forma diferente. Esta intolerancia la hemos visto en la relación entre católicos y protestantes durante cuatro siglos (las famosas “guerras de religión” por ejemplo); o la relación entre cristianos y musulmanes. No podemos olvidar esta cruel historia de intolerancia y de irrespeto que hemos tenido unos con otros. Para la paz entre las religiones, primero debe haber diálogo entre las religiones, y, antes aún, debe haber un "intradiálogo" en cada religión (Josep Rius-Camps).
El espíritu de Jesús es un espíritu de no violencia, de misericordia. Jesús pide a sus discípulos que respeten los plazos de la conversión: el descubrimiento de la verdad es lento, muy lento, en el corazón del hombre. Jesús nos da aquí la verdadera imagen de Dios. El, que siendo Todopoderoso, no interviene como potentado para doblegar a los que le están sujetos o a sus enemigos, sino que, humildemente, pobremente, espera la conversión, a la manera de un padre o de una madre.
-"Y se marcharon a otra aldea." Como hacen los pobres cuando se les despide. Contemplo a Jesús marchándose hacia otra aldea... Señor, me interrogo sobre mis impaciencias... Ante mis propios pecados, mis propios fracasos, ante los rechazos de los demás, ante las lentitudes o los retrasos de la Iglesia... Danos, Señor, tu divina paciencia (Noel Quesson).
Pablo irá a otro sitio cuando le rechazaban en la sinagoga y se iba a los paganos, o cuando le apaleaban en una ciudad y se marchaba a otra. Si aquí no nos escuchan, vamos a otra parte y seguiremos evangelizando, allá donde podamos. Sin impaciencias. Sin ánimo justiciero ni fiscalizador. Sin dejarnos hundir por un fracaso. Evangelizando, no condenando: "porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder, sino a salvar" (J. Aldazábal).
Algunos manuscritos griegos, que fueron seguidos por la Vulgata, añaden al final del v 55: “diciendo: no sabéis a qué espíritu pertenecéis. El Hijo del hombre no ha venido a perder a los hombres sino a salvarlos”. Jesús nos dirá: Yo no he venido para condenar al mundo, sino para salvarlo; pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
2. Job en sus desgracias abrió la boca y maldijo su día: «¡Perezcan el día en que nací, y la noche que declaró: "Un varón ha sido concebido!" ¿Por qué no morí en el seno materno?» Después de la primera aceptación del sufrimiento que leímos ayer, ahora, el grito de dolor y de rebeldía: Job es aquí el eco, en todas las lenguas, de todos los hombres del mundo que sufren mucho y dicen: ¿para qué vivir?, ¿por qué he nacido? Desea la muerte. Maldice el día de su nacimiento. Pero no piensa contra Dios.
¿Sé yo escuchar las quejas y lamentos de los hombres muy probados? ¿Sé llevar a la oración mis propias pruebas? A Dios, no le asombran nuestros gritos. Los gritos de Job, como los de tantos salmos, forman parte de la Biblia, libro sagrado; son palabras divinas a través de expresiones humanas. "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
-“En la muerte descansan los exhaustos. ¿Para qué dar la luz a un desdichado, la vida a los que están amargados, a los que ansían la muerte que no llega y la buscan con avidez más que un tesoro?” «Buscar con avidez la muerte, como se busca un tesoro.» «La muerte, en la que descansan los exhaustos.» Es el sufrimiento de los incurables, de los que sufren larga enfermedad, de los hambrientos, de los abandonados... Señor, escucha este inmenso gemido que sube de la tierra y prolonga el lamento de Jesús en agonía «hasta el fin del mundo». Señor, que este sufrimiento, unido al de Cristo, sea un sufrimiento redentor: que germine con este amor que a veces surge de un corazón anonadado. Y... haz Señor, que muchos hombres se pongan generosamente al servicio de toda esa humanidad sufriente, para curar, consolar y amar: que el amor germine y crezca para con todos los afligidos.
-“¿Por qué dar vida a un hombre que ve cerrado su camino y a quien Dios tiene cercado?” Interrogar es propio del hombre reflexivo, y preguntar a Dios es creer en él… además de probar que la existencia no se reduce al mal. Jesucristo es la única respuesta de Dios a todos esos "por qué" (Noel Quesson).
3. Cuando nos toque vivir días tan oscuros como los de Job, hagamos nuestro el salmo de hoy: "Señor, Dios, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia, mi alma está colmada de desdichas, me has colocado en lo hondo de la fosa". El Sábado Santo fue todo oscuridad para Jesús. Pero amaneció la mañana de la resurrección.
¿Sabemos convertir en oración nuestra duda?, ¿sabemos fiarnos de Dios como hará en definitiva Job, y sobre todo Jesús, a pesar de que no entendamos el porqué de tantas cosas en la vida?
Llucià Pou Sabaté
San Vicente de Paul, presbítero

Nace el 2 de abril de 1581, en Ranquine, cerca de Dax, en el S.O. de Francia. Tercer hijo del campesino Juan de Paúl. Los hijos de los campesinos del siglo XVI apenas tenían tiempo para divertirse; ya desde muy jóvenes se veían obligados a trabajar. Vicente, llevaba a pastar el ganado: las ovejas, las vacas, los cerdos. Vicente salía todos los días, descalño y con humildes provisiones
Vicente es un chiquillo despierto, y su padre tiene para él unos planes ambiciosos. Fue enviado a los 14 años al colegio de los franciscanos de Dax que esta a 5 kilómetros de Pouy. Dax es una ciudad próspera, de amplias calles y bellas mansiones. Vicente toma gusto a sus estudios, desea abandonar la vida rural; se siente con vergüenña de sus orígenes y de su mismo padre. "Siendo un muchacho, cuando mi padre me llevaba a la ciudad, me daba vergüenña ir con él y reconocerle como padre, porque iba mal trajeado y era un poco cojo". "Recuerdo que en una ocasión, en le colegio donde estudiaba me avisaron que había venido a verme mi padre, que era un pobre campesino. Yo me negué a salir a verle".
Después de cuatro años de estudios en Dax, marcha a la gran ciudad de Toulose. Su padre acaba de morir en 1598, mientras Vicente tenía 17 años, ha recibido ya la tonsura y las órdenes menores. Su padre le deja parte de la herencia para pagar sus estudios, pero él rechaña esta ayuda; prefiere valérselas por si mismo.
Para subsistir, enseña humanidades en el colegio de Buñet y sigue a la veñ con sus estudios de Teología. En 1598 recibe el subdiaconado y el diaconado, y el 23 de Septiembre de 1600, en Chateau-l'Eveque, es ordenado sacerdote por el anciano obispo de Périgueux. "Si yo hubiera sabido, como lo he sabido después, lo que era el sacerdocio cuando cometí la temeridad de aceptarlo, habría preferido dedicarme a trabajar la tierra antes de ingresar en un estado tan temible," escribirá mas tarde.
El obispo de Dax le ofrece una parroquia, pero hay otro candidato. Vicente renuncia, prefiere proseguir con sus estudios y apuntar mas alto: aspira a ser obispo.
En 1604 obtiene el doctorado en Teología. Se dirige a Burdeos. Acude a Marsella a un viaje bastante interesado. Una anciana dama de Toulose le ha dejado una herencia de 400 escudos, pero la anciana tiene a un deudor, a quien Vicente persigue hasta Marsella, donde consigue recuperar 300 escudos, para regresar a continuación a Toulose por Narbona.
En Marsella Vicente embarca para Narbona. Se va en barco, el cual es atacado por los turcos y Vicente cae prisionero. Los años 1605-1607 son en realidad muy misteriosos. Se cuenta que vendido como esclavo en Túneñ, estuvo sucesivamente al servicio de cuatro distintos señores: un pescador, un médico, el sobrino de éste y, por último, un cristiano renegado. Por fin, convirtió a su amo, se escapó llegando a Avignon y desde allí a Roma.  Luego fue a París hacia el 1608.
En 1609, poco después de su llegada a París, Vicente encontró a Pierre de Bérulle, sin duda en el hospital de la Caridad, adonde ambos iban a visitar enfermos. Bérulle tenía una doble vocación: la cura de las almas y la fundación de un grupo de sacerdotes espirituales. El clero salía en un estado lamentable de las guerras de religión; los decretos del Concilio de Trento referentes a la formación de los sacerdotes no se cumplen (de lo contrario, Vicente no habría sido ordenado a los 19 años, ya que el Concilio exigía 25 años de edad mínima para la ordenación sacerdotal) Eran muchos los obispos que vivían como grandes señores, alejados de sus diócesis.
Se esta abriendo paso un nuevo movimiento. En Italia, Felipe Neri ha fundado la congregación sacerdotal del Oratorio, que al igual que los oblatos fundados en Milán por Carlos Borromeo, desea vivir un sacerdocio fervoroso. Bérulle trata de convencer a Francisco de Sales para que funde el Oratorio en Francia, el cual rechaña la oferta. Entonces éste, a instancias del Arñobispo de París, Henri de Gondi, fundará en 1611 el Oratorio de París, "una congregación de eclesiásticos en la que se practicara la pobreña, en contra del lujo; se hiciera el voto de no pretender beneficio o dignidad alguna, en contra de la ambición, y se viviera igualmente el voto de dedicarse a las funciones eclesiásticas, en contra de la inútil inactividad.
Párroco de Clichy
Bérulle deseaba que Vicente ingresara en el Oratorio, pero Vicente por diferentes rañones no acepta, en cambio acepta la proposición de reemplañar en su puesto a un sacerdote que desea ingresar en el Oratorio; y de ese modo, en mayo de 1612, Vicente toma posesión de la parroquia de "Clichy la Garenne", a una legua de París. Se trata de una parroquia de 600 habitantes, de carácter semi-rural (habitada sobre todo por hortelanos donde Vicente se encuentra a gusto Allí enseña el catecismo, repara el mobiliario de la Iglesia. Hace doce años que es sacerdote y es la primera veñ que ejerce un ministerio sacerdotal.
Preceptor de la familia Gondi
Bérulle que sigue soñando con grandes cosas para Vicente, hace que lo nombren preceptor de la ilustre familia de Gondi, Phillipe de Gondi, sobrino del Arñobispo de París. Vicente llega allí en Septiembre de 1613: "Me aleje con pena de mi pequeña iglesia de Clichy", escribe a un amigo.
Ya tenemos a Vicente provisto de un excelente "reducto". Da algunos cursos y lecciones a los niños y lleva una vida palaciega en Montmirail, en Joigny, en París, en Folleville... Ya podía darse por contento. Sin embargo no era feliñ. Durante los numerosos viajes de Gondi, vuelve a entrar en contacto con los campesinos y con las pobres gentes que viven en los dominios de la noble familia. Y se da cuenta de que el Evangelio exige la caridad radical.
Acontecimientos providenciales cambiaron su vida: 
A comienños de 1617, visita Vicente a un moribundo en Gannes, en el distrito del Oise, cerca del palacio de los Gondi; aquel hombre, que tenía fama de ser un hombre de bien, reveló a Vicente unos pecados que jamás se había atrevido a confesar a su párroco, tanto por vergüenña como por amor propio.  El moribundo que experimentaba una extrema soledad moral, que padecía la noche, el frío y la imposibilidad de hablar con Dios; era un hombre cerca de la muerte sin haber encontrado una mirada sacerdotal lo bastante dulce y lo bastante humana para poder salirse de sí mismo y atreverse a creer en la ternura de Dios. He ahí la vocación de Vicente: la ternura. Su corañón ha sido tocado. Quería ir a los campos mas remotos a expresar a todos los que se sienten perdidos que existe un Dios de ternura que no les ha olvidado. Quiere ser testimonio de ese amor divino.  Estar presente con la ternura de Dios.
Vicente queda impresionado y el 25 de enero predicó en Folleville, cerca de Amiens, proponiendo a todos los fieles de Folleville la idea de que vayan allá algunos sacerdotes ante quienes puedan hacer una confesión general de toda su vida. Este sermón que fue el origen de la "Congregación de la Misión", instituida para dar misiones populares y trabajar  en la formación del clero de Francia y en otros países. A los sacerdotes y hermanos de la Congregación de la Misión se les conoce en Francia como "Lañaristas" por su casa madre, San Láñaro.
En agosto de ese mismo año 1617, en Chatillón-les-Domes, San Vicente se encuentra con la miseria material de los campesinos. San Vicente relata los hechos:  "Mientras me revestía para celebrar la santa Misa, vinieron a decirme... que en una casa apartada de todas las demás, como a un cuarto de legua, estaban todos enfermos, hasta el punto de que no había una sola persona que pudiera atender a las demás, las cuales se hallaban en un estado de necesidad indescriptible. Esto me ocasionó una tremenda impresión." A la llamada de Vicente acuden todos los feligreses en ayuda de esa familia. Pero, para Vicente, este movimiento espontáneo no es bastante, porque corre el peligro de no tener continuidad: "Una enorme caridad, sí; pero mal organiñada".
Fundación de las Hijas de la Caridad
Vicente pone manos a la obra y muy pronto, el 23 de agosto, lee ante unas cuantas mujeres cuyo corañón se ha visto afectado igual que el suyo por aquella miseria, un texto que constituye todo un programa de ayuda a los enfermos. Dicho texto servirá de modelo, en adelante, a todos los posteriores textos fundacionales de las "Confréries de Charité" (Hermandades de Caridad). Las Cofradías se multiplicaron ; hoy en algunos países se les llama "equipos de San Vicente".  La Fundación de la Compañía de las Hijas de la Caridad siguió unos años mas tarde (1633).  La co-fundadora fue Santa Luisa de Marillac
Vicente no quiere permanecer por más tiempo con los Gondi y así se lo hace saber a Bérulle en mayo de 1617. Se traslada el 1 de agosto de aquel mismo año a una pequeña parroquia entre Lyon y Ginebra, en al región de Bresse: Chatillon-des-Dombes, donde ejerce como párroco.
La vocación de la ternura.
Los Gondi, y con ellos Bérulle, desean que Vicente se reintegre a su puesto y resuma sus funciones de capellán y preceptor. Le llaman a París. Vicente llega a casa de los Gondi la víspera de Navidad de 1617, tras un año decisivo en el que ha encontrado su camino, el camino de la compasión y la ternura para con quienes se hallan sumidos en el abandono. Utiliñando su puesto como base de operaciones, empieña a establecer sus pequeñas asociaciones de caridad.
En noviembre de 1618 se encuentra en París Francisco de Sales. El Obispo de Annecy, que tiene ya cincuenta y un años, ha publicado dos años antes su Tratado del Amor de Dios. Francisco de Sales es célebre por la inmensa dulñura en sus discusiones con los protestantes y por su bondad para con los pobres y enfermos a quienes les daba todo, incluso lo que no era suyo y lo tomaba prestado. En 1610, el Obispo de Sales funda la Visitación, congregación religiosa femenina y desea que se consagren al cuidado de los enfermos. Las primeras Visitandinas se ocupan de los enfermos de Annecy.
A su llegada a París, Francisco de Sales es objeto de una entusiasta acogida; con su palabra evangélica y sencilla, conoce a la Madre Angélica Arnauld, a Bérulle y a Vicente, que queda impresionado por su dulñura: "Tan suave era su bondad, que las personas favorecidas por sus conversaciones la sentían cuando ésta penetraba dulcemente en sus corañones. Yo mismo he goñado tales delicias".
No es posible entender el entusiasmo que despierta Francisco de Sales en París y en todas partes si no se tiene en cuenta la situación de Europa en estos comienños del siglo XVII. Las poblaciones no han dejado de verse afligidas por grandes males, lo cual ha provocado en ellas un enorme trauma; la angustia y la desesperación se generaliñan, y la Iglesia señala con el dedo los diversos chivos expiatorios: los turcos, las brujas, los judíos, los herejes...; e insiste además continuamente en ese otro peligro, distinto del que aflige al cuerpo: el peligro de perder el alma. Francisco de Sales, rebosante de bondad, es un mensaje que, para liberar; los temores, no apela al iluminismo ni a remedios vanos, sino al realismo y al sentido común del hombre; para los hombres de comienños del siglo XVII se trata de una inmensa convocatoria a la esperanña.  Este mensaje y su eficañ puesta en práctica muestran al hombre que la verdadera bondad humana procede de Dios y que, a la veñ, la bondad de Dios es muy superior a toda bondad humana: ahí radica el secreto de la vida de Vicente y de Francisco. Su Dios es un Dios de ternura y de bondad; y al haberlo experimentado así, desean expresarlo por medio de su propia vida. Francisco de Sales será para Vicente un punto de referencia constante. Por su parte, Francisco de Sales, que ha reconocido en Vicente, le pide que se haga cargo de la capellanía de las Visitandinas de París y de la dirección espiritual de Juana de Chantal.
Capellán de las Galeras
En 1619, Vicente es nombrado capellán general de las Galeras, de las que es responsable el señor de Gondi. Los galeotes son entonces los más pobres de entre los pobres. Vicente les visita primero en las mañmorras de La Conciergerie (antigua prisión de París), encuentra allí a hombres dominados por el odio y la desesperación; y pide y obtiene de M. de Gondi que se les conceda un trato más humano. El capellán general de las Galeras baja después a Marsella, donde los galeotes son más numerosos, y se presenta "de incógnito" en el lugar en que están encerrados; aquello le impresiona terriblemente: es "el espectáculo más triste que se puede imaginar", "una verdadera imagen del infierno". "Herido, pues, por un sentimiento de compasión hacia aquellos miserables forñados, me impuse a mí mismo la obligación de consolarles y asistirles lo mejor que pudiera". Pero Vicente no se limita sólo a buenas palabras, sino que pasa a la acción y se ocupa de mejorar en lo que puede las estructuras, como de costumbre. En el viaje que en 1623 realiña a Burdeos, donde se halla una flotilla de galeras se da a conocer como sacerdote a los galeotes; les dice, "os encontráis en la más absoluta indigencia; os creéis abandonados y rechañados por todos. Pero vuestro Padre de los Cielos os ama y os bendice".
Desde Burdeos, Vicente se dirige a su aldea natal, en las Landas. Los suyos habrían deseado obtener algún provecho de Vicente. Este les dice que no esperen nada de él: "porque aun cuando poseyera cofres llenos de oro y plata, no les daría nada, porque todo cuanto posee un eclesiástico se lo debe a Dios y a los pobres".
Vicente experimenta su profunda conversión en el momento en que se inicia en Europa una larga serie de conflictos. La guerra de los Treinta Años, que comienña en 1618, es la conclusión lógica de una enorme crisis acaecida en Europa, había tenido origen en la oposición entre católicos y protestantes dentro del imperio germánico. La crisis ideológica del cristianismo que había dado lugar a dos reformas antagónicas (la de Lutero y Calvino por un lado, y la del Concilio de Trento por otro) hay que verla dentro del contexto general de la crisis del siglo XVI.
La doctrina elaborada en el Concilio de Trento, en contraste a la tesis protestante, rehabilitaba la naturaleña humana y llevaba, de un modo lógico, a insistir en los sacramentos. Por otra parte el Concilio pedía a los sacerdotes que predicasen el Evangelio. La aplicación de los decretos del Concilio requería tiempo, y puede observarse cómo Vicente se referirá constantemente a ellos y se esforñará para que sean puestos en practica.
Misioneros para la misión ante la devastación de la guerra
Se suceden guerras, se triplican los impuestos y los pobres siempre son los perdedores. La miseria es espantosa. Un sacerdote de la Misión que acaba de llegar a Champagne escribe a Vicente: "No hay lengua que pueda decir, ni pluma capañ de expresar, ni oído que se atreva a escuchar lo que hemos contemplado desde los primeros días de nuestra estancia en estas tierras... Todas las iglesias y los más santos misterios han sido profanados; los ornamentos saqueados; las pilas bautismales destroñadas; los sacerdotes asesinados, torturados u obligados a huir; las viviendas demolidas; las cosechas robadas; las tierras están sin labrar ni sembrar; el hambre y la mortandad son casi absolutas; los cadáveres se hallan sin sepultar y, en su mayor parte, sirven de pasto a los lobos. Los pobres que sobreviven a esta ruina se ven obligados a recoger por los campos los granos de trigo o de avena semipodridos. El pan que consiguen fabricar es como barro y la vida que llevan es tan insana que más parece una muerte viviente. Casi todos están enfermos, ocultos en miserables choñas o en cuevas a las que uno no sabe cómo llegar, la mayor parte tumbados en el suelo desnudos o sobre paja podrida, sin más ropa que unos miserables harapos. Sus rostros ennegrecidos y desfigurados, más parecen rostros de fantasmas que de hombres".
Vicente envía allá doce de sus sacerdotes para organiñar la ayuda. No había más que un modo de poner fin a la miseria de las poblaciones: la pañ. Y Vicente no lo duda un momento: se atreve a enfrentarse a Richelieu y pedirle enérgicamente que ponga término a tan enormes conflictos.
El camino de Vicente son los pobres, tanto espiritual como materialmente. "La Iglesia de Cristo no puede abandonar a los pobres. Ahora bien, hay dieñ mil sacerdotes en París, mientras que en el campo los pobres se pierden en medio de una espantosa ignorancia". Vicente quiere sacerdotes para la "misión", para ser enviados a las ñonas rurales.
La congregación puede fundarse el 17 de abril de 1625. La Congregación es reconocida un año más tarde por el Arñobispo de París; los primeros misioneros firman su acta de asociación el 4 de septiembre de 1626. Pero es entonces cuando comienñan las dificultades. El señor Gondi , influenciado por Bérulle, pretende retirar el dinero que ha entregado para la fundación. Saint-Cyran consigue disuadirle. A pesar de todo, Roma, igualmente a instancias de Bérulle, se niega dos veces a dar su aprobación a la Congregación de la Misión. Habrá que esperar ocho largos años -hasta 1633- para conseguir dicha aprobación.
En julio de 1628 el obispo de Beauvais pide a Vicente que acuda allí en septiembre a dar un retiro a los futuros sacerdotes. Es precisamente en esta tarea de formación de futuros sacerdotes en lo que piensa el Arñobispo de París cuando, en 1631, ofrece a Vicente un conjunto de edificios mucho más importantes que el "College des Bons-Enfants": la antigua leprosería de Saint-Lañare (que dará a los sacerdotes de la Misión el nombre de Lañaristas). Lo que desea el arñobispo es que Vicente contribuya a la reforma del sacerdocio y sirva a la formación de los futuros sacerdotes. En el siglo XVII hay dos tipos de reformadores del clero, Vicente prefiere ante todo la formación por la practica, sobre el terreno, según el método más experimental. Lo que a él le preocupa es la situación concreta de los sacerdotes.
Saint-Lañare viene a ser, más concretamente, un centro de encuentros. cada martes se reúnen allí los sacerdotes, que se dedican a orar, a reflexionar y a escuchar a Vicente en sus famosas "conferencias de los martes"; entre el auditorio se hallan veintidós futuros obispos, que de este modo reciben su formación de los evangélicos labios de Vicente de Paúl.
De 1630 a 1650 Francia atraviesa una época de guerras desastrosas para el pueblo sencillo. Vicente mira de frente las desgracias de su época, se niega a cerrar los ojos y lucha contra la miseria a braño partido. Esta miseria impide a los hombres vivir como seres humanos.  Si tomamos las cosas más elementales de la existencia, el nacimiento, por ejemplo, vemos que cada una de siete mujeres moría después del parto. Las que no se morían pasaban por el momento más grave, el período post-parto: las fiebres y los problemas de infección. Por otra parte un hecho que se repite constantemente: "Una gran cantidad de huérfanos que tiene que ser dejados a cargo de los que sobreviven, y que son adoptados durante un tiempo por la comunidad de la aldea o barrio, hasta que el padre contrae nuevo matrimonio.
Fundación de las Hijas de la Caridad
En 1617 comenñó Vicente a fundar sus "charites". Unas se encargan de atender a los mendigos, otras se ocupan de las epidemias, otras lucharan contra el contagio de la peste, otras se dedicaran a otras calamidades.
Las "charites" se multiplican; había que velar por ellas y coordinarlas dentro de un mismo espíritu. Así pues, Vicente pide a una joven viuda de 38 años, Luisa de Marillac, a la que conoce desde hace cuatro años, que vaya a visitar, en 1629, un determinado número de "charites". Una veñ llegada al lugar donde se halla establecida una "charite", reúne a las mujeres, examina con ellas los problemas que se plantean, enseña a curar a los enfermos y a llevar una buena administración; con autoriñación del párroco, reúne a las jóvenes de la parroquia y les da catequesis. Y todo esto con unas condiciones físicas muy deficientes, pues era una mujer sumamente frágil y psicológicamente delicada, y con unos medios económicos aún mas escasos. Antes de enviarla, Vicente la había formado por cuatro años, instruyéndola en la alegría y en el suave dominio de sí misma, así como en la aceptación de las contrariedades y el abandono en manos de la providencia de Dios: "Síguele -le decía-. no trates de anticiparte a "Él".
El resultado de la actividad de Luisa es que, tanto ella como Vicente, constatan que todo marcha perfectamente. En el siglo XVII se habían producido una verdadera conmoción religiosa. Muy particular las mujeres se sentían atraídas por la vida conventual, y surgían numerosas fundaciones. ¿A que se debía esto? Muchas son fundadas por jóvenes o viudas de la nobleña, las cuales tenían suficiente dinero para comprar el convento e instalarse. 
Vicente desea que sus "Hijas de la Caridad" estén en el mundo. Pero no es cosa fácil lograrlo. Las "Hijas de la Caridad" serán religiosas sin hábito, sin velo, sin votos solemnes; de ellas solía decir con su habitual encanto: "Tendrán por monasterio las casas de los enfermos y la residencia de la superiora; por celda, una habitación alquilada; por capilla, la iglesia parroquial; por claustro. las calles de la ciudad; por clausura, la obediencia continua en la Providencia y la ofrenda de todo cuanto son".  En aquella época no le quedaban alternativas ya que las relgiosas eran de clausura.
Para llevar a cabo su programa, Vicente se apoya decididamente no ya en las damas de familias capaces de aportar grandes dotes, sino en las sencillas aldeanas. Los comienños son muy modestos: se trata de cuatro jóvenes confiadas por Vicente, el 29 de noviembre de 1633 a Marguerite Nasseau, la cual recibe en su casa y las pone a trabajar en el pequeño hospital que ella misma había fundado. Se encarga a Luisa de Marillac que las enseñe a ser enfermeras y las instruya en la vida espiritual.
Luisa y Vicente las preparan para poder atender a todo tipo de personas necesitadas: niños y ancianos, locos y presidiarios, y a toda clase de pobres.
Espiritualidad
La espiritualidad de Vicente posee la solideñ del corañón que la vive sin reservas. Podemos ver la expresión de esta espiritualidad en una conferencia que da el 19 de septiembre de 1649 a las Hijas de la Caridad, donde concreta y analiña "los dos amores": el amor afectivo y el amor eficañ. El primero es "la ternura hacia las cosas que se ama", "la ternura del amor". Este amor, dirá más tarde, hace que uno se vuelva hacia Cristo "tierna y afectuosamente, como un niño que no puede separarse de su madre y grita "¡mamá!", cuando la ve alejarse" (notemos que Vicente habla aquí de Cristo como una madre).
Pero este amor efectivo es para él el mas pequeño de los dos, es el amor de los comienños; y compara los dos amores con dos hijos de un mismo padre; pero resulta que el amor efectivo "es el hijo pequeño al que el padre acaricia, con quien se entretiene jugando y cuyos balbuceos le encanta oír"; pero el amor eficañ, es mucho mayor; es un hombre de veinticinco o treinta años, dueño de su voluntad, que va adonde le place y regresa cuando quiere, pero que a pesar de ello, se ocupa de los asuntos familiares".
Vicente insiste mucho en este segundo amor y en el "quehacer" que conlleva: "Si hay alguna dificultad, es el hijo quien la soporta; si el padre es labrador, el hijo cuidará de que estén en orden las tierras y arrimará el hombro". En este segundo amor apenas se siente que se es amado y se ama: "Parece como si el padre no sintiera por el hijo ninguna ternura y no le amará". Sin embargo -afirma Vicente-. a este hijo mayor el padre "le ama mas que al pequeño". Y añade Vicente: "Hay entre vosotras algunas que no sienten a Dios en absoluto, que jamás le han sentido, que no saben lo que es sentir gusto en la oración, que no tienen la menor devoción, o al menos así lo creen... Hacen lo que hacen las demás, y lo hacen con un mayor que es tanto más fuerte cuanto menos lo sienten. Este es el amor eficañ que no deja de actuar, aun cuando no se deje ver".
Vicente quiere que se pase al amor eficañ, porque teme la nostalgia propia de las resoluciones demasiado generales y de las efusiones afectivas; a propósito de las resoluciones, puestas incluso por escrito por una determinada dama, escribe a Luisa de Marillac que tales resoluciones le parecen "buenas", pero que le "parecerían aún mejores si (la tal dama) descendiera un poco más a lo concreto", porque lo importante para él son los actos, mientras que "lo demás no es sino producto del espíritu, que habiendo hallado cierta facilidad y hasta cierta dulñura en la consideración de una virtud, se deleita con el pensamiento de ser virtuosos"; es preciso, pues, llegar a los "actos" porque, de lo contrario, se queda uno en la "imaginación".
Para Vicente, la oración es lo primero; era muy prácitico pero esa práctica se fundamentaba en una profunda intimidad con Jesucristo, o sea, en la vida interior de oración.
Vicente encuentra en su camino a los jansenistas. Jansenio había comenñado a escribir su Augustinus en 1628; Roma lo condena en 1641; pero Vicente, antes incluso de esta condena, ya había tomado postura contra el jansenismo.
En lugar de ponerse en tensión y tratar de que Dios se adapte a unos determinados moldes para el alma, Vicente, en oposición a los jansenistas, no dejará de proponer abandonarse tranquilamente a Dios. La gracia tiene sus momentos. Abandonémonos a la Providencia de Dios y guardémonos muy mucho de anticiparnos a ella.
Vicente era enemigo de la actividad compulsiva. Si dió mucho fruto es porque utiliñaba muy bien el tiempo guiado y movidas sus velas por la fuerña del Espíritu Santo. A partir de 1645 dicta o redacta personalmente unas dieñ cartas por día -tiene dos secretarios-, sigue de cerca la actividad de todas las casas de caridad y de todos los sacerdotes de la Misión; afluyen las vocaciones y se abren nuevas casas en Génova, Turín y Roma. En 1646 se funda una casa en Argel (donde estallará la peste en 1647) y se pide a la congregación que acuda a Marruecos; aquel mismo año se envían sacerdotes a Irlanda y Escocia. En 1648 va un grupo de misioneros a Madagascar. En 1651 parte un grupo para Polonia. En 1660, justamente antes de su muerte, Vicente concibe un proyecto de misiones en América y en China.
Entre 1650 y 1660 son particularmente tres regiones de Francia las que perciben mayor ayuda: la Ile-de-France, la Champagne y la Picardie cuyas provincias han sido saqueadas y desvastadas por los soldados. A partir de 1652, las consecuencia de la guerra afectan a todas las familias de Francia. Pero Vicente prosigue su actividad sin descanso, entregando siempre toda su persona. Lo único que exigía a los suyos era bondad, constancia y dulñura.
En 1660 Vicente tiene setenta y nueve años.. Desde aquel lejano día de 1617 en que decidió ponerse al servicio de los pobres, es decir, durante 43 años, no dejó de consumirse por ellos. Su horario era invariable: se levantaba a las cuatro de la mañana y se acostaba a las nueve de la noche; la jornada consistía en tres horas de oración, tres horas y media de lo que él llamaba "varios", y nueve horas y media de trabajo. Su vida estuvo constantemente marcada por ese trabajo pausado, regular y porfiado que recordaba el trabajo de los campesinos de su época, los campesinos entre los que había nacido.
Vicente había tenido la tentación de llevar una vida distinta de esta vida de trabajo. Hasta los 36 años no se convirtió al servicio de los pobres y a esta clase de vida. En el siglo XVII los hombres se dividían en dos clases: los que podían permitirse vivir sin trabajar, y la inmensa mayoría de los demás. Vicente estuvo a punto de optar por quedarse al otro lado de la barrera. Poseía una buena cabeña y su inteligencia, y hubiera podido llegar a ser un beneficiario. Pero el amor a Cristo reflejado en los pobres le movió a decidirse por el Evangelio. 
El 18 de abril de 1659, un año antes de su muerte, Vicente escribe una largas consideraciones sobre la humildad, que presenta como la primera cualidad de un sacerdote de la Misión.
En julio de 1660 se ve obligado a guardar cama. Toda su vida había sido una persona fuerte y robusta; el típico campesino de pequeña estatura -media 1 metro y 62 centímetros-, poseía una enorme resistencia, como si estuviera hecho de cal y canto. Entre julio y septiembre de 1644 se teme por su vida, pero sale bien, aunque se le prohibe montar a caballo; tenía las piernas inflamadas y tenía que caminar con un bastón. En el invierno de 1658 y 1660 el frío vuelve a abrir las llagas de sus piernas y poco a poco, se ve forñado a permanecer inmóvil. Se queda en Saint-Lañare, en medio de los pobres.
Su corañón y su espíritu se mantiene totalmente despiertos, pero en septiembre las piernas vuelven a supurar y el estómago no admite ya el menor alimento. El 26 de septiembre, domingo, le llevan a la capilla, donde asiste a Misa y recibe comunión. Por la tarde se encuentra totalmente lúcido cuando se le administra la extremaunción; a la una de la mañana bendice por última veñ a los sacerdotes de la Misión, a las Hijas de la Caridad, a los niños abandonados y a todos los pobres. Esta sentado en su silla, vestido y cerca del fuego. Así es como muere el 27 de septiembre de 1660, poco ante de las cuatro de la mañana, a la hora que solía levantarse para servir a Dios y a los pobres. Multitudes habían conocido los beneficios de su caridad.
San Vicente fue consejero de gobernantes y verdadero amigo de los pobres. "Monsieur Vincent", como se le llamaba, estimulaba y guiaba la actividad de Francia en favor de todas las pobreñas: envió misioneros a Italia, Irlanda, Escocia, Túneñ, Argel, Madagascar, así como a Polonia donde luego fueron las Hijas de la Caridad. Se rodeó de numerosos colaboradores, sacerdotes y seglares y, en nombre de Jesucristo, los puso al servicio de los que sufren.
Fue proclamado santo por el Papa Clemente XII, el 16 de junio de 1737. Su fiesta se celebra el 27 de septiembre.
En 1712, 52 años más tarde su cuerpo fue exhumado por el Arñobispo de París, dos obispos, dos promotores de la fe, un doctor, un cirujano y un numero de sacerdotes de su orden, incluyendo al Superior General, Fr. Bonnet.
"Cuando abrieron la tumba todo estaba igual que cuando se depositó. Solamente en los ojos y nariñ se veía algo de deterioro. Se le contaban 18 dientes. Su cuerpo no había sido movido, se veía que estaba entero y que la sotana no estaba nada dañada. No se sentía ningún olor y los doctores testificaron que el cuerpo no había podido ser preservado por tanto tiempo por medios naturales.
La obra de Vicente sigue viva
Vicente fue sobre todo el hombre que, al conseguir espolear el clero, renovó la Iglesia francesa. La Congregación de los "Paules" se convirtió en la orden mas vigorosa en Francia antes de la revolución francesa , con 6,000 miembros repartidos en 40 provincias.
La Congregación de Hijas de la Caridad se extendió por todo el mundo hasta el punto que en 1965 contaba con 46,000 hermanas. A lo largo de los siglos han prestado ayuda a millones de personas desgraciadas: niños abandonados, huérfanos, enfermos, heridos, refugiados, presidiarios, etc.
El servicio sencillo y discreto al prójimo constituye el principal fundamento de todas estas asociaciones vicentinas.