miércoles, 9 de diciembre de 2015

Jueves de la semana 2 de Adviento

Jueves de la semana 2 de Adviento

Jesús viene a salvarnos, como anuncia el profeta: “Yo soy tu redentor, el Santo de Israel”, y Juan Bautista es modelo de cómo hemos de prepararnos estos días de Adviento
En aquel tiempo, dijo Jesús a las turbas: «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga»”. (Mateo 11,11-15).
1. Juan Bautista fue fiel a su misión. “Dijo Jesús a las turbas: «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista”. Su vida era servicio a los demás: predica la conversión y penitencia y bautiza con agua anunciando que vendrá quien bautiza con el Espíritu Santo. Proclama la verdad sin ningún respeto humano por quedar bien, o por miedo a perder la vida. Le siguieron como discípulos los que luego fueron primeros discípulos de Jesús: por lo menos Juan y Andrés, que luego llevaron a los demás. Estuvo  firme ante las dificultades, hasta la muerte: "El Reino de los Cielos padece violencia, y los esforzados lo conquistan."
“…sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”. En la lucha espiritual, no cuentan tanto los resultados sino la lucha en las cosas pequeñas de cada día: transformando la envidia en detalles de servicio, el mal genio en comprensión, la “memoria histórica” en perdón, la comodidad en pensar en los demás, el estar “en Babia” por prestar atención a lo que toca, el pesimismo por el volver a empezar.
"Hoy, decía san Josemaría Escrivá, que empieza un tiempo lleno de afecto hacia el Redentor, es un buen día para que nosotros recomencemos. ¿Recomenzar? Sí, recomenzar. Yo -me imagino que tú también- recomienzo cada jornada, cada hora; cada vez que hago un acto de contrición, recomienzo”. Y esto significa luchar “de tal manera que, detrás de cada pelea y de cada batalla, haya una pequeña victoria, con la gracia de Dios; y de este modo contribuimos a la paz de la humanidad”. En el mundo, tan lleno de agresividad, falta paz. En un pueblo me contaron de niños violentos que se peleaban en la calle, aparentemente los padres eran educados, pero los niños captan lo que hay en el interior de los mayores, más allá de estas capas de educación con que a veces nos revestimos. Y viendo una tensión de violencia contenida, ellos salían violentos sin ninguna careta. Por esto, si de verdad queremos que haya paz en el ambiente, hemos de llevarla en nuestro corazón.
Para ello, es importante no encerrarse en pequeños traumas e insatisfacciones, no conformarse con los fracasos, sino convertirlos en experiencia para recomenzar: luchar con perseverancia, convertir lo bueno en una ocasión de agradecimiento, y lo malo en ocasión de rectificar, con un poco más de amor. El tiempo litúrgico va clamando: ¡ven, Señor Jesús!, ¡ven! Estas son llamadas para ahondar en la fuerza y el amor que vienen de esta búsqueda sincera de Jesús, deseando que nazca en nosotros, que nos transforme en Él.
El examen de conciencia es una buena arma para luchar con este espíritu de victoria. El siervo de Dios Álvaro del Portillo nos aconsejaba “hacer a conciencia el examen de conciencia”, es decir poner atención a ahondar en las raíces de nuestra actuación, agradecer las luces sobre lo que aún no va, ya que saber a dónde hay que ir -qué es lo que hay que mejorar- es tener medio camino hecho.
Hasta el día 17 seguiremos al precursor, Juan Bautista, para llegar al Mesías, como rezamos en la Plegaria Eucarística IV: «cuando por desobediencia perdió tu amistad, no le abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca». Nos dice: «yo te cojo de la mano y te digo: no temas». Son dos manos que se unen: la nuestra que se eleva hacia Dios pidiendo salvación, y la de Dios, que nos ofrece mucho más de lo que podemos imaginar. Te pedimos, Señor, abrir los ojos para ver tu mano tendida hacia nosotros, para que «veamos y conozcamos, reflexionemos y aprendamos de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho» (J. Aldazábal).
“El Reino de Dios padece violencia, y quienes se esfuerzan lo conquistan”: los poderes del mal en el exterior, nuestras malas inclinaciones en el alma, muestra el mapa de esa violencia, y con lucha llena de paciencia y humildad, pidiendo más ayuda al Señor, podremos ir adelante llenos de esperanza. No importa si somos débiles, si nos acogemos a la fuerza de ti, Señor: “Detesta con todas tus fuerzas la ofensa que has hecho a Dios y, con valor y confianza en su misericordia, prosigue el camino de la virtud que habías abandonado” (San Francisco de Sales).
2. La historia tiene un sentido porque hay Alguien que sabe adónde va, que marca un ritmo y deja libertad, pero a veces dice “basta” al mal, pone un límite, y reencamina todo hacia bien: un Dios que llena de su misericordia el mundo, es su huella:
-"No temas, gusanito de Yavhé". Israel ha sido en su destierro como un gusano pisoteado por las naciones. Pero tú, Señor, lo llevas de la mano, "te agarro de la diestra". Es bueno que gustemos esta maravillosa expresión de amor de Dios muchas veces al día: "Yo te llevo de la mano". Así estaremos mucho más tranquilos, con ocupaciones, pero sin preocupaciones…
-"Los pobres buscan..." Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia. Fórmula que expresa le espera, el deseo. –“Yo, el señor, les responderéNo temas, Yo te ayudo. No temas, Jacob, débil gusanillo; Israel, miserable mortal”. Esta es ya una bienaventuranza: la de los pobres. Pequeñez de ese pueblo de deportados, despreciados, explotados, perdidos en la gran Babilonia pagana. Pequeñez de María, portadora, sin embargo, del Misterio de Dios, «débil criatura» que vivía en una pobre aldea, casi desconocida. ¡No en Roma, la triunfante... No en Atenas, la sabia... Ni en Babilonia, la soberbia... Ni siquiera en Jerusalén, la santa... Ni en ninguna de las grandes capitales de la época! Sino en Nazaret poblado desconocido, en medio de gente humilde y sencilla. El verdadero valor no procede de la situación humana sino de la mirada de Dios. ¿Qué es lo que esto cuestiona mi vida?
-“Yo soy el Señor, tu Dios. Te tengo asido por la diestra”. Es preciso saborear, en el silencio, esas declaraciones de amor... Basta con dejarse llevar por esa imagen: ¡Toma mi diestra, Señor! ¡Quédate de veras «conmigo»! Escucho... Escucho esas palabras que me diriges. ¿Qué podría dañarme, en mi pequeñez, si, de verdad, conservo tu mano en la mía?
-“Triturarás los montes... Y tú te regocijarás en el Señor”. Es una réplica contra los opresores babilonios. Es, ante todo, el anuncio de un gran gozo después de la pena.
-“Los pequeños y los pobres buscan agua... pero no hay nada. Su lengua se les secó de sed. La boca de Dios lo testifica”. Nos recuerda aquel «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia.» Ser amados y considerados... ganar regularmente un salario justo... ir adquiriendo algo más de responsabilidad, de confort... ser como todo el mundo, no ser humillados... ser atendidos en las necesidades, con una visita oportuna... y que los sufrimientos y la mala suerte no sea algo normal en sus vidas... Ante esos deseos tan humanos, ante esa «sed», debemos también, como Dios, testificar «y no hay nada» ¿Es una espera frustrada, un deseo inútil, la Nada?
-“Yo, el Señor, los atenderé... No los abandonaré”... Señor, realiza tu promesa, hoy. Señor, ayúdanos también a atender a los pobres en todo lo que esté de nuestra parte.
-“Abriré en los montes, ríos y fuentes... Convertiré el desierto en lagunas... Y la tierra árida en hontanar de aguas... Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos, olivos, cipreses, pinos y enebros... De modo que todos vean y sepan que la mano del Señor ha hecho eso”. Imágenes de lozanía, de fecundidad y de abundancia. En nuestro mundo tan «árido», tan duro... ¡haz que mane el «agua viva»! (Noel Quesson).
3. El Salmo 144 canta con gozo: «El Señor es clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en piedad. Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey, bendecir tu nombre por siempre jamás. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Por eso queremos que todas las criaturas le den gracias, lo bendigan sus fieles, proclamen la gloria de su reinado, que hablen de sus hazañas, explicando sus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de su reinado, porque su reinado es un reinado perpetuo y su gobierno va de edad en edad». Demos gracias a Dios que se acerca en Jesús esta Navidad, pues «De su plenitud todos hemos recibido, gracia por gracia» (Jn 1,12.16). Por él «sabemos que hemos sido transplantados de la muerte a la vida» (1 Jn 3,14). «Vivamos, pues, la novedad de esta vida» (Rom 6,4), como verdaderos hijos de Dios, participando de su naturaleza divina.
Llucià Pou Sabaté
Nuestra Señora de Loreto

La Santa Casa de Loreto es la misma casa de Nazaret que visitó el Arcángel Gabriel en la Anunciación a la Santísima Virgen María. Es allí donde el Verbo se hizo Carne y habitó entre nosotros. Allí también vivió la Sagrada Familia a su regreso de Egipto y donde Jesús pasó 30 de sus 33 años junto a La Virgen y San José.
Pronto La Santa Casa se convirtió en lugar de reunión para la celebración de la Santa Misa de los primeros Cristianos. Podemos imaginarnos con qué amor y veneración cuidaban este Santo Lugar.
Actualmente la Santa Casa está situada dentro de la Basílica que para ella se construyó en Loreto, Italia. Dentro de la casa de Loreto se venera la pequeña estatua de La Virgen de Loreto. La Santa Casa en Nazaret tenía dos partes: una parte era una pequeña gruta y la segunda parte una pequeña estructura de ladrillos que se extendía desde la entrada de la gruta. La estructura de ladrillos no tenía sino tres paredes, ya que un lado pegaba con la pared de la gruta.
¿Cómo llegó la casa de Nazaret a Loreto, Italia? Hay varias tradiciones. Una de ellas habla de ángeles que transportaron la casa por los aires. Pero hay documentos que parecen indicar que el responsable del traslado es un comerciante llamado Nicéforo Angelo del siglo XIII. Quizás su apellido inspiró la idea del traslado por medio de ángeles. En todo caso, tan extraordinaria empresa, sin duda, tuvo la protección y guía del cielo. Ya lo había dicho el ángel a la Virgen en esa misma casa: "Para Dios nada es imposible".
La casa de Loreto es sagrada en virtud de quienes en ella habitaron. Muchos consideran la Santa Casa de Loreto como uno de los lugares más sagrados del mundo y Dios no quiso que esta casa fuese profanada o destruida, sino preservada para siempre. El demonio, los hombres, y el mundo usualmente van contra todo lo que Dios quiere y con esta bendita casa no fue diferente. En 1291, los Sarracenos conquistaban la Tierra Santa. Quisieron acabar con toda la historia del cristianismo y la mejor forma para ellos era destruyendo todos los lugares sagrados. Pensaban que eliminando todos los signos visibles del cristianismo, apagarían el amor y la devoción.
Fueron en busca de cada lugar venerado por su asociación con la vida de Cristo. Cuando llegaron a las proximidades de Nazaret, La Santa Casa no tenía defensa humana. Esta era bien conocida, porque los cristianos desde el tiempo de los Apóstoles la tenían con gran reverencia y celebraban allí la Santa Misa. Los enemigos se decían: "Nunca más los cristianos celebrarán aquí la Anunciación"
La Basílica construida sobre la Santa Casa ya había sido destruida dos veces antes. La primera vez fue en 1090 A.D. Sin embargo, la casa quedaba intacta. Los cruzados reconstruyeron la Basílica, pero en 1263 fue destruida de nuevo. Una vez más la Santa Casa fue protegida. Esta vez los cruzados no pudieron reconstruir la Basílica y la Santa Casa se quedó sin protección.
Según tradición, en 1291, cuando los cruzados perdían control sobre la Tierra Santa, Nuestro Señor decidió enviar a los ángeles a proteger su Santa Casa y les dio el mandato de que movieran la casa a un lugar seguro. Llévense la Santa Casa a un lugar seguro, lejos del odio de mis enemigos de esta tierra donde nací. Elévenla sobre los aires, donde no la puedan alcanzar. Que no la vean.
El 12 de mayo de 1291 los ángeles trasladaron la casa hasta un pequeño poblado llamado Tersatto, en Croacia. Muy temprano en la mañana la descubrieron los vecinos y se asombraron al ver esta Casa sin cimiento y no se explicaban cómo llegó ahí. Se adentraron y vieron un altar de piedra. En el altar había una estatua de cedro de la Virgen María, que tenía al niño Jesús en sus brazos. El niño Jesús tenía sus dos dedos de la mano derecha extendido como bendiciendo. Con su mano izquierda sostenía una esfera de oro representando al mundo. Ambos estaban vestidos como con unas batas y tenían coronas de oro.
Unos días más tarde, la Virgen María se le apareció a un sacerdote de ese lugar y le explicó de dónde venía la casa. Ella dijo: "Debes saber que la casa que recientemente fue traída a tu tierra es la misma casa en la cual yo nací y crecí. Aquí, en la Anunciación del Arcángel Gabriel, yo concebí al Creador de todas las cosas. Aquí, el Verbo se hizo carne. El altar que fue trasladado con la casa fue consagrado por Pedro, el Príncipe de los Apóstoles. Esta casa ha venido de Nazaret a tu tierra por el poder de Dios, para el cual nada es imposible.
Ahora, para que tú puedas dar testimonio de todo esto, sé sanado. Tu curación inesperada y repentina confirmará la verdad que yo te he declarado hoy." El sacerdote, que había estado enfermo por mucho tiempo, se sanó inmediatamente y anunció al pueblo el milagro que había ocurrido. Comenzaron las peregrinaciones a la Santa Casa. Los residentes de este pequeño pueblo construyeron sobre la Santa Casa un edificio sencillo para protegerla de los elementos de la naturaleza. Pero la alegría de los croatas duró poco tiempo. Después de tres años y cinco meses de estar la casa en este poblado, en la noche del 10 de diciembre, de 1294, la casa desapareció de Tersatto para nunca más volver.
Un residente devoto de Tersatto construyó una pequeña iglesia en el lugar donde estuvo la casa, una réplica de esta. Y puso la siguiente inscripción: ¨La Santa Casa de la Virgen María vino de Nazaret el 10 de diciembre de 1291 y estuvo hasta el 10 de diciembre de 1294.¨La gente de Croacia continuó venerando a Nuestra Señora en la réplica de la Santa Casa. Fue tanta su devoción, que el Papa Urbano V envió a la gente de Tersatto una imagen de Nuestra Señora en 1367. Esta imagen se cree fue esculpida por San Lucas.
El 10 de diciembre de 1294, unos pastores de la región de Loreto en Italia reportaron que habían visto una casa volando sobre el mar, sostenida por ángeles. Había un ángel vestido con una capa roja (San Miguel) que dirigía a los otros y la Virgen María con el Niño Jesús estaban sentados sobre la casa. Los ángeles bajaron la casa en un lugar llamado Banderuola.
Muchos llegaban a visitar esta santa casa, pero también habían algunos que llegaban para asaltar a los peregrinos. Por esta razón las personas dejaron de llegar y la casa nuevamente fue trasladada por los ángeles a un cerro en medio de una finca. La Santa Casa no se quedaría aquí por mucho tiempo. La finca era de dos hermanos que comenzaron a discutir sobre quién era el dueño de la casa. Por tercera vez la casa es trasladada a otro cerro y la colocaron en el medio del camino. Ese es el lugar que ha ocupado ya por 700 años.
Los habitantes de Recanati y Loreto verdaderamente no sabían la historia de la Santa Casa, solo sabían de los milagros que se acontecían ahí. Dos años más tarde, la Virgen María se le apareció a un ermitaño llamado Pablo y le contó el origen y la historia de la Santa Casa: “Se mantuvo en la ciudad de Nazaret hasta que por el permiso de Dios, aquellos que honraban esta casa fueron expulsados por los enemigos. Ya que no se le honraba y estaba en peligro de ser profanada, mi Hijo quiso trasladarla de Nazaret a Yugoslavia y de ahí hasta tu tierra”. Pablo entonces se lo contó a las personas del pueblo y comenzaron a hacer gestiones para verificar la autenticidad de la casa. Fueron primero a Tersatto y luego a Nazaret.
Los expertos asignados a este proyecto fueron a Tersatto. Ahí les verificaron que las paredes eran de color rojizo y cerca de 16¨ de ancho. Descubrieron también que la replica medía exactamente igual que la de Loreto, 31 ¼ pies de largo por 13 pies y 4 pulgadas de ancho por 28 pies de alto. Tenía una sola puerta de 7 pies de alto y 4 1/2 de ancho. Tenía también una ventana. Todas las descripciones, incluso las de los elementos interiores y las estatuas, coincidían.
En Nazaret: descubrieron que de verdad era la casa de la Virgen. Las medidas de la fundación eran exactas a las de Loreto y la maqueta construida en Tersatto. Después de 6 meses regresaron a Loreto y declararon la autenticidad de la Santa Casa. Años más tarde, encontraron monedas debajo de la casa, no solo del área de Nazaret, sino que del período en que la casa estuvo en Nazaret. Las piedras y la tierra utilizada para el relleno de la casa era idéntica a las que se usaban en Nazaret en ese tiempo y civilización. La casa no tiene cimientos, ya que estos se quedaron en Nazaret.
Llegó un tiempo en que muchos peregrinos iban a este santuario y el Papa Clemente VII mandó que se cerrara la puerta original y se construyeran tres puertas, ya que solo había un puerta y las personas se peleaban para entrar y salir. Solo había un problema y era que nadie le había pedido permiso a la Virgen María para las alteraciones. Cuando el arquitecto cogió su martillo para comenzar, su mano se marchitó y comenzó a temblar. Enseguida se fue de Loreto y nadie más quiso hacer el trabajo. Tiempo después un clérigo llamado Ventura Barino aceptó hacer el trabajo, pero primero se arrodilló y rezó a la Virgen. Este le dijo que no era su culpa, sino la orden del Papa, que si ella estaba enojada que lo tomara contra el Papa y no contra él¨. El clérigo pudo completar el trabajo. Las personas de Loreto también decidieron proteger la Santa Casa poniéndole una pared de ladrillo, pero después que terminaron con la pared, la pared se separó de la casa. Por eso hay un espacio entre la Santa Casa y la pared que fue construida.
Una historia relata que el Obispo de Portugal visitó la Santa Casa y quiso llevarse una piedra para construir una Iglesia en honor a la Virgen de Loreto. El Papa le dio permiso y el Obispo mandó a su secretario a sacar la piedra y llevársela. El Obispo se enfermó de repente y cuando llegó su secretario casi estaba muerto. El Obispo les pidió a algunas hermanas religiosas que rezaran por él y algunos días después recibió este mensaje: "Nuestra Señora dice, si el Obispo desea recuperarse, debe devolver a la Virgen lo que él se ha llevado". El secretario y el Obispo se asombraron de esto, pues nadie sabía lo de la piedra de la Santa Casa. El secretario se fue inmediatamente de regreso a Loreto con la piedra y cuando llegó, el Obispo estaba completamente sanado. Por esta razón, durante los siglos, los Papas han prohibido, bajo amenaza de excomunión, la extracción de cualquier parte de la Santa Casa.
La Santa Casa es considerada entre los lugares más sagrados del mundo. Antes de que la Santa Casa fuese trasladada, San Francisco de Asís había profetizado que un día Loreto se iba a llamar el lugar más sagrado del mundo y que por ello debían abrir una casa allí.
Muchos santos, beatos y Papas han visitado esta casa. Entre ellos: San Francisco de Sales: hizo sus votos de celibato en la Santa Casa; Santa Teresa de Lisieux: antes de ir a pedir permiso al Papa para entrar al Carmelo a la edad de 15 años, visitó la Santa Casa; San Maximiliano Kolbe: en su regreso a la ciudad de la Inmaculada, poco antes de ser llevado al campo de concentración; y muchísimos otros santos.
El Papa Juan XXIII fue el día antes de convocar el Concilio Vaticano II y pidió a la Virgen de Loreto la protección del Concilio. Juan Pablo II ha visitado muchas veces la Casa de Loreto y ha tenido allí convenciones de jóvenes y familias.
Muchos peregrinos van cada año a visitar a la Santa Casa. A visitar el lugar donde la Sagrada Familia vivió y a recibir las gracias que Dios les quiere dar. Es una tradición rezar de rodillas el Santo Rosario alrededor de la Casa. Es un rosario penitencial pidiendo la intercesión poderosa de la Stma. Virgen. Procesiones con velas del Santísimo Sacramento forman parte de las celebraciones en la Basílica de la Santa Casa de Loreto.
La imagen de Nuestra Sra. de Loreto, se encuentra en el interior de la Casa, tiene una la túnica tradicional decorativa. El color oscuro de la imagen representa a la estatua original de madera, que con los siglos se oscureció con el hollín de las lámparas del aceite que se usaba en la capilla. En 1921 se destruyó la estatua original en un incendio, y otra similar fue colocada en el lugar.

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