martes, 26 de mayo de 2015

Lunes de la semana 8 de tiempo ordinario

Lunes de la semana 8 de tiempo ordinario; año impar

Jesús sube a Jerusalén, donde va a ser entregado por nosotros y por todos, pues la salvación es universal.
«Iban de camino subiendo a Jerusalén. Jesús los precedía y estaban admirados; ellos le seguían con temor. Tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a decirles lo que le iba a suceder: Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles; se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán, pero a los tres días resucitará.Entonces se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole: Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Y ellos le contestaron: Concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria. Y Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo bebo, o recibir el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le respondieron: Podemos. Jesús les dijo: Beberéis el cáliz que yo bebo y recibiréis el bautismo con que yo soy bautizado; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía concederlo, sino que es para quienes está dispuesto.Al oír esto los diez comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan. Entonces Jesús, llamándoles, les dijo: Sabéis que los que figuran como jefes de los pueblos los oprimen, y los poderosos los avasallan. No ha de ser así entre vosotros; por el contrario, quien quiera llegar a ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor; y quien entre vosotros quiera ser el primero, sea esclavo de todos: porque el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en redención por muchos.» (Marcos 10, 32-45)
1. Este tercer anuncio de la pasión de Jesús nos muestra el cumplimiento de las promesas mesiánicas. Jesús está en el camino hacia Jerusalén, camino hacia la entrega de su pasión y muerte, por eso dice: «se burlarán de él; le escupirán, lo azotarán y lo matarán». Los discípulos le seguirán en ese camino. Les anuncia su muerte, pero los discípulos no entendían nada. Se distraen en pedir los primeros puestos en el Reino. Santiago y Juan se acercaron a Jesús... "Concédenos sentarnos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda en tu gloria." Jesús les respondió: "No sabéis lo que pedís." Llenos de vanidad, quieren los mejores sitios… como yo tantas veces, por eso quiero escuchar sus palabras con atención:
-"¿Podéis beber el cáliz que Yo he de beber, o ser bautizados con el bautismo con que Yo he de ser bautizado?" Ayúdame a entenderte, Señor, a saber que a la gloria se llega por la cruz, no por el éxito o los mejores sitios. Les hablas de la copa amarga de la Pasión, del bautismo en la muerte. Y Santiago será precisamente el primero en sufrir el martirio por Cristo. Los otros se indignaron contra Santiago y Juan… quizá se indignan porque tienen la misma "ambición".
Te pido, Jesús, que no ambicione yo puestos de honor, que aprenda la lección de servicio que nos das: «el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos». Te pido entender la autoridad no como la de «los que son reconocidos como jefes de los pueblos», que dices que a los demás «los tiranizan y los oprimen». Ayúdame a imitar tu vida, a entender que «el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». ¿Sabes? Me cuesta el dolor y sufrimiento necesarios, a veces los rechazo, y me gusta el placer inmediato: ayúdame a que quiera seguirte por el camino estrecho, como me pides al que es tuyo: «que cargue cada día con su cruz y me siga».
Todo lo que es grande, cuesta… “Jesús, te has estado preparando para tu Pasión durante toda tu vida.
Pero ahora, el momento está cerca.
Calladamente -tal vez sólo la Virgen se da cuenta- estás sufriendo ya todos esos dolores que te esperan, esa agonía que tendrá su punto álgido en el huerto de los olivos, pero que se ha ido fraguando poco a poco a medida que se acerca tu hora.
De alguna manera estás ya clavado en la Cruz, sufriendo voluntariamente por mí.
Y yo no me entero: como Santiago y Juan, me acerco a Ti buscando mis intereses personales” (P. Cardona).
2.–“Ten piedad de nosotros, Dios, dueño de todas las cosas...” Alejandro Magno intentó unificar el mundo por las armas, en un solo Estado, aspiración a la unidad que siguió haciendo su camino con el helenismo, intento de una cultura común. Hoy vemos ciertos poderes políticos y económicos que pretenden lo mismo, pero el verdadero humanismo respeta los modos de ser de cada pueblo, de cada persona, sus culturas y su religión, etc.
-“Alza tu mano para que respeten tu nombre todas las naciones paganas... Que todos los habitantes de la tierra reconozcan que Tú eres el Señor, Dios de los siglos”. Este universalismo es hoy especialmente relevante con la “aldea global”, y el Concilio Vaticano II ha escrito: "Las condiciones de estos tiempos añaden a este deber de la Iglesia una mayor urgencia, para que todos los hombres, unidos hoy más íntimamente con toda clase de relaciones sociales, técnicas y culturales, consigan también la plena unidad con Cristo" (LG 1).
Sí, la unidad del mundo existe ya en el mismo corazón de Dios, que es el único Padre de todos los hombres. Y aunque nos tachen de utópicos vamos a aportar nuestro granito de arena a esa fraternidad universal que ofrece ser hermanos porque somos hijos de un Dios único. En medio de los más variados conflictos, de los nacionalismos y racismos más exacerbados, la Fe de los cristianos debería ser, de modo muy realista, constructora de paz universal... reuniendo así tantas aspiraciones y movimientos actuales.
-“Que las naciones te reconozcan, como nosotros hemos reconocido, que no hay Dios fuera de Ti, Señor”. Es el gran sueño unificador y universal, y «los que creen ya en el verdadero Dios» pueden hacer que los paganos sientan su «atracción» a la verdad.
-“Congrega todas las tribus de Jacob... Ten piedad del pueblo que lleva tu nombre, de Israel a quien hiciste tu primogénito... Ten piedad de Jerusalén, la ciudad de tu santuario”... ahora reza por su pueblo, pues el «amor sin frontera» será realidad si se comienza por los que están cerca, no sea que nos pase como aquel que citaba Dostoievski: “¿por qué será que cuanto más amo a la humanidad más me fastidian las personas que tengo cerca?” Jesús también rezó por la Unidad de todos los hombres en el Reino del Padre, y rogó primero por la unidad de sus discípulos (Jn 17,20). Señor, mantén en nosotros a la vez ese gran deseo universal y la voluntad de contribuir a que se realice dondequiera que sea posible (Noel Quesson).
3. “No recuerdes contra nosotros culpas de antepasados, vengan presto a nuestro encuentro tus ternuras, pues estamos abatidos del todo”; en el salmo nos abrimos a la ternura divina, donde encontramos nuestro descanso: “ayúdanos, Dios de nuestra salvación, por amor de la gloria de tu nombre; líbranos, borra nuestros pecados, por causa de tu nombre”.
Es un Dios lleno de misericordia, que siendo el Omnipotente nos escucha con el amor de un padre a sus hijos: “¡Llegue hasta ti el suspiro del cautivo, con la grandeza de tu brazo preserva a los hijos de la muerte!”
Reconocer esos dones divinos nos ayuda a estar abiertos a ellos y vivirlos con una vida de acción de gracias: “Y nosotros, tu pueblo, rebaño de tu pasto, eternamente te daremos gracias, de edad en edad repetiremos tu alabanza”.
Llucià Pou Sabaté

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