viernes, 12 de diciembre de 2014

Sábado de la semana 2 de Adviento

Sábado de la semana 2 de Adviento

San Juan Bautista es el cumplimiento del anuncio de Elías, la llegada de Jesús Salvador
“Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?». Respondió Él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos». Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista”(Mateo 17,10-13).
1. En aquel valle de Jericó, junto al Jordán, predicaba el Bautista, cerca del camino de caravanas que de Perea van hacia Jerusalén. Tiene cuerpo robusto, la piel curtida por el sol; cabellos largos. Resistente, parco en comer y hablar. Mirada profunda, exigente. Voz poderosa, que llega. Valiente, cumple su misión: "voz del que clama en el desierto." Sus discípulos preguntan a Jesús sobre la venida de Elías, que debe preceder a la del Mesías. La respuesta de Jesús es clara: “Elías ya ha venido”, es Juan Bautista. Cumplió el encargo de Elías: ser el profeta de la última hora y preparar al pueblo para el reino de Dios. San Juan Crisóstomo alaba así su tarea: «Es deber del buen servidor no sólo el de no defraudar a su dueño la gloria que se le debe, sino también el de rechazar los honores que quiera tributarle la multitud... San Juan dijo “quien viene detrás de mí, en realidad me precede”, y “no soy digno de desatar la correa de sus sandalias”, y “Él os bautizará con el Espíritu Santo y el fuego”, y que había visto al Espíritu Santo descender en forma de paloma y posarse sobre Él. Por último atestiguó que era el Hijo de Dios y añadió “he ahí al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”...
”…Juan, haciendo oficio de amigo, tomó la diestra de la esposa, al conciliarle con sus palabras las almas de los hombres. Y Él, tras haberles acogido, los ligó tan estrechamente a sí mismo que ya no regresaron a aquél que se los había confiado... [Jesús] lo llamó “amigo del esposo”, pues sólo él asistió a su boda».
A Elías se le reserva para "reconciliar a padres con hijos y restablecer las tribus de Israel". Un papel de reunificador. Esta venida (en san Juan) no es reconocida por muchos. Hoy también hay carismas... quizá tampoco  reconocemos al Señor, que viene en ciertas personas y acontecimientos (Adien Nocent). "Y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo". Dios está junto a nosotros, en nuestra vidas y en las vidas de los que nos rodean. Y pasa desapercibido.
"Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos". Solo hay creatividad en agonía o éxtasis, se dice… las pruebas de la vida pueden servir para algo muy bueno, como aquel fraile recluido nueve meses en una estrecha y oscura prisión, entre sufrimientos y privaciones escribió los más profundos y bellos poemas espirituales de literatura castellana. Cuando en la oración dejo de pensar en el “yo”, y quiero llegar al “Tu” divino, cuando dejo de “oírme” y comienzo a escuchar a Dios, cuando hay silencio al mismo tiempo que apertura de corazón, cuando hay sinceridad ante el espejo del alma, hay comunión con Jesús.
Rezamos desde lo profundo de nuestro ser: «Oh Dios, restáuranos», «que amanezca en nuestros corazones tu Unigénito, y su venida ahuyente las tinieblas del pecado y nos transforme en hijos de la luz» (oración).
 “El bautismo es el punto final del Antiguo Testamento y el punto de partida del Nuevo. Tenía como promotor a Juan, el Bautista, ´porque entre los hijos de mujer no ha habido uno mayor que Juan el Bautista’ (Mt 11,11) Juan era el último de una serie de profetas, porque “todos los profetas y la ley anunciaron esto hasta que vino Juan” (Mt 11,13) El inaugura la era mesiánica, tal como está escrito: ‘Comienza la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios...Apareció Juan el Bautista en el desierto...Juan bautizaba’ (cf Mc 1,1.4). (…) Todos los profetas eran admirables, pero ninguno es mayor que Juan el Bautista (…) en el claustro del seno materno saltó de gozo. Sin ver con los ojos de la carne, bajo la acción del Espíritu Santo, reconoció al Maestro. La grandeza del bautismo pedía un guía grande en el inicio de la nueva era” (San Cirilo de Jerusalén).
San Agustín tuvo la experiencia de su conversión, de ese itinerario largo hasta acabar rendido ante la Verdad: "¡Tarde te amé, hermosura soberana, tarde te amé! Y Tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y me lanzaba sobre estas cosas hermosas que Tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Me retenían lejos de Ti aquellas cosas que sin Ti no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera, exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de Ti, y ahora siento hambre y sed de Ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de Ti" (San Agustín).
Al acabar esta semana vemos el sendero que nos marca el Señor, que nos señala Juan Bautista con su vida: ir a la luz, dejarse querer por Jesús (el buen pastor): "Como un pastor apacentará su rebaño, recogerá con su brazo los corderillos, los tomará en su seno, y conducirá él mismo las ovejas recién nacidas" (Is 40, 41). Y nosotros colaborar con el Señor: "Cristo espera mucho de tu labor. Pero has de ir a buscar las almas, como el Buen Pastor salió tras la oveja centésima: sin aguardar a que te llamen. Luego, sírvete de tus amigos para hacer bien a otros: nadie puede sentirse tranquilo —díselo a cada uno— con una vida espiritual que después de llenarle, no rebose hacia afuera con celo apostólico." (San Josemaría Escrivá). Juan no se echará atrás cuando el viento, el ambiente frívolo, le azote, y más adelante dará su cabeza al verdugo de Herodes, para que la Verdad siga viviendo.
Siguiendo el hilo de esta exigente llamada del Maestro, podemos revisar cómo nos va el examen de conciencia, ese repaso al corazón, cada día. "Y estas páginas blancas que empezamos a garabatear cada día, a mí me gusta encabezarlas con una sola palabra: ¡Serviam!, ¡serviré!, que es un deseo y una esperanza.... Y digo al Señor que vuelvo a empezar, Nunc coepi!, que vuelvo a empezar con la voluntad recta de servicio y de dedicarle mi vida, momento por momento, minuto por minuto" (S. Canals). Su finalidad es un conocimiento más profundo del estado de nuestra alma, y del conocimiento de la voluntad de Dios y de cómo vamos en cumplirla. Ahí nos preguntamos: “¿Dónde está mi corazón?” Ahí reconocemos detalles de vanidad, el buscar aplausos; quizás resentimientos y antipatías; sensualidad o rutina… pero todo ello no importa, si acaba con un acto de amor, de no dejarse llevar por el desánimo sino “arreglar” las faltas de amor con un acto de amor, recomenzar, volver a empezar… y por eso va bien terminar con un propósito. El examen nos predispone a tener un corazón nuevo, para preparar esos caminos del Señor como San Juan, del que decían: “¿Quién pensáis ha de ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él" (Lc 1, 57-66). Señala la presencia de Jesús y proclama: “ése es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo”,
Es la humildad de no querer brillo propio sino mostrar la luz del Señor. Fortaleza de dar la vida, de quitar lo que nos aparta de Dios, pues la debilidad se transforma en fortaleza cuando se aparta la ocasión. Apartar significa con frecuencia huir de las ocasiones de enfriamiento, con pequeños sacrificios en el cumplimiento del deber, ofrecer esos actos de entrega por las intenciones que llevamos en el corazón.
2. Los escribas esperaban el retorno de Elías... Jesús dice que Elías ya ha venido... ¡es El, Jesús, el nuevo Elías!... -“El profeta Elías surgió como fuego, su palabra ardía como una antorcha”. El fuego es una imagen constante en la Biblia, para simbolizar a Dios. En el Sinaí, Dios se manifestó en el fuego de la tormenta. Es natural que el portador de la voluntad divina tenga un rostro de fuego. El fuego será el instrumento de la purificación última de los últimos tiempos. Esa imagen sugestiva proviene seguramente del hecho que, en los sacrificios primitivos, el fuego era el elemento que unía el hombre a Dios. Se comía luego la víctima para consumar la comunión con Dios.
-“Elías, por tres veces, hizo caer fuego del cielo. Juan Bautista dirá: "El que viene detrás de mi, os bautizará en el Espíritu Santo y el fuego..." (Mateo 3,11). Y Jesús dirá: «He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que estuviera ya encendido...!» (Lc 12, 49). Y, en Pentecostés, "vieron aparecer unas lenguas, como de fuego..." (Hch 2,3). ¡Dios. Ven a abrasarnos, a purificarnos! ¡Ven a alumbrarnos, a guiarnos!
-“Elías, tú que fuiste arrebatado en torbellino de fuego, en carro de caballos de fuego”. Escucho la revelación. Acepto esas palabras como unas imágenes: a su muerte, el profeta es «arrebatado en Dios»...
-“Fuiste designado para el fin de los tiempos”. Es el anuncio del famoso «retorno de Elías» del que los escribas hablaban en tiempo de Jesús, al preguntarse si no sería Juan Bautista, o Jesús. Esto debe interpretarse, pues, espiritualmente. Para calmar la ira antes que estalle... Para reconducir el corazón de los padres a los hijos... y restablecer las tribus de Jacob... Dichosos los que te verán, dichosos los que se durmieron en el amor del Señor, porque también nosotros poseeremos la verdadera vida. Jesús dijo que había venido a asumir la función de Elías, el profeta. Sí, vino a «calmar la ira antes que estalle», y a «conducir de nuevo los corazones de los padres a los hijos»... Esa es la función confiada a la Iglesia y a los cristianos: ser signos de la venida de Dios en el mundo. Para eso recibimos, en Pentecostés, el fuego del Espíritu Santo (Noel Quesson).
3. Pedimos al Señor en el salmo que nos “guíe como un rebaño; tú que estás sentado entre querubes, resplandece (...) ¡despierta tu poderío, y ven en nuestro auxilio!”, y nos proponemos: “Ya no volveremos a apartarnos de ti; nos darás vida y tu nombre invocaremos”.
Llucià Pou Sabaté

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Santa Lucía, virgen y mártir

Virgen y mártir de Siracusa en Sicilia, cuya fiesta se celebra tanto por los latinos y griegos al igual el 13 de Diciembre. De acuerdo a la historia tradicional, ella nació de padres ricos y nobles como por el año del 283. Su padre era de descendencia Romana, pero su pronta muerte la dejó dependiente de su madre, cuyo nombre era Eutychia, que indica que tenía descendencia Griega. Como muchas de las primera mártires, Lucia había consagrado su virginidad a Dios, y ella deseaba dejar todas sus pertenencias terrestres al servicio de los pobres. Su madre no era de opinión simple, pero en ocasiones se la ofrecía cuando Lucia llevaba a cabo sus resoluciones generosas. La fama de la virgen-mártir Ágata, quien fue ejecutada cincuenta y dos años antes en la persecución Decana, estaba atrayendo numerosos visitantes a sus cenizas en Catania, a menos de cincuenta millas de Siracusa, y muchos milagros se le adjudicaron a ella. Eutychia por consiguiente fue persuadida a realizar un peregrinaje a Catania, con la esperanza de ser curada de su hemorragia, de la cuál había sufrido durante años.
En efecto ahí estaba curada, y Lucia, aprovechándose de la oportunidad, persuadió a su madre para que le permitiera distribuir gran parte de sus riquezas entre los pobres. Esta dadiva removió la avaricia del in merecedor joven al cual Lucia sin querer se había comprometido, y él la denunció a Pascasios, el Gobernador de Sicilia. Y fue en el año del 303, durante la intensa persecución de Diocletian. En principio fue condenada a sufrir la humillación de ser violada; pero gracias a la ayuda de Dios ella permaneció inmóvil, para que no se la pudieran llevar al lugar de la humillación. Montones de madera fueron colectados y puestos en sus pies y se les prendió fuego, y de nuevo Dios la salvó. Finalmente, encontró su muerte por medio de una espada. Pero antes de morir predijo el castigo de Pascasios y la pronta terminación de la persecución, agregando que Diocletian ya no reinaría mas, y que Maximiano encontraría la muerte. Entonces, con las últimas fuerzas de la vida, ella ganó su corona de virginidad y martirio.
Esta bella historia no puede aceptarse desafortunadamente sin critica. Los detalles pueden ser solamente repeticiones de acontecimientos similares de la vida y muerte de la virgen-mártir. Mas aún, la profecía no fue realizada, si se requería que Maximiano debería morir inmediatamente después de la terminación de su reinado.. Pascasios, también, es un nombre extraño para que lo conlleve un pagano. Aun sin embargo, aun que no hay otra evidencia por la cual puede comprobarse la historia, solo puede sugerirse que los hechos pertinentes a la historia de la santa merecen mención especial. Entre éstas, el lugar y fecha de su muerte no pueden ser cuestionadas, por el resto, las más notables son su conexión con Santa Ágata y la cura milagrosa de Eutychia, y se espera que éstas no hayan sido introducidas por el religioso recopilador de la historia de la santa o un intrínsico popular de entrelazar juntas dos santas nacionales. La historia, tal como la hemos descrito, puede rastrearse hasta la Acta, y estas datan desde el quinto siglo. Aunque no pueden darse como precisos, no puede dudarse de la gran veneración que fue mostrado por Santa Lucia por la Iglesia de antaño. Ella es una de las pocas santas femeninas cuyo nombre aparece en el canónigo de San Gregorio, y hay oraciones especial y antífonas para ella en “Sacramentario" y "Antifonal". Ella también se le conmemora en el Martirologio Romano Antiguo. San. Haldeéis (murió. 709) es el primer escritor que usa sus actos para contar plenamente sobre su vida y muerte. Esto lo hace en prosa en el "Tractatus de Laudibus Virginitatis" (Tract. xliii, P. L., LXXXIX, 142) y de nuevo, en verso, en el poema "De Laudibus Virginum" (P. L., LXXXIX, 266). Siguiéndole al, el Venerable Beda inserta la historia en su Martirologio.
En referencia a sus cenizas, Sigebert (1030-1112), un monje de Gembloux, en su "sermo de Sancta Lucia", dice que su cuerpo yace sin ser molestado en Sicilia ya por 400 años, antes de Faroald, Duque de Spoleto, tomo la isla y transfirió el cuerpo de la santa a Corfinium en Italia. De allí fue removido por el Emperador Otto I, 972, a Metz y depositado en la Iglesia de San Vicente. Y fue de este altar que un brazo de la santa fue tomado y llevado al monasterio de Luitburg en la Diócesis de Spires--un acontecimiento celebrado por Sigebert el mismo en verso. La historia subsiguiente de las cenizas no es claro. En la captura de Constantinopla en 1204, los Franceses encontraron algunas cenizas en esa ciudad, y el Doge de Venecia las aseguraron para llevarlas al monasterio de San Jorge en Venecia. En el año de 1513 los Venecianos ofrecieron a Luis XII de Francia la cabeza de la santa, la cual él deposita en la iglesia catedral de Borges. Otro acontecimiento, aun sin embargo, cuenta que la cabeza fue llevada a Borges de Roma hacia donde fue transferida durante ese tiempo cuando las cenizas reposaban en Corfinium.
JAMES BRIDGE
Trascrito por Janet Grayson
Traducido por Lourdes P. Gómez

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