miércoles, 26 de febrero de 2014

Meditación: Jueves de la semana 7 de tiempo ordinario
Ayudar a los demás es ayudar a Jesús, hacer daño a los demás es hacer daño a Jesús
«Y cualquiera que os dé de beber un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, en verdad os digo que no perderá su recompensa. Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino, de las que mueve un asno, y sea arrojado al mar. Y si tu mano te escandaliza, córtala: más te vale entrar manco en la Vida que con las dos manos ir al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie te escandaliza, córtatelo: más te vale entrar cojo en la Vida que con los dos pies ser arrojado a la gehena del fuego inextinguible. Y si tu ojo te escandaliza, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que con los dos ojos ser arrojado al fuego del infierno, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga. Porque todos serán salados con fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened en vosotros sal y tened paz unos con otros» (Marcos 9, 41-50).
1. «Cualquiera que os dé de beber un vaso de agua en mi nombre no perderá su recompensa.» Es el símbolo del más pequeño servicio que pueda hacerse a alguien: ¡tan solo un vaso de agua. En mi nombre…En razón de pertenecer a Cristo... Jesús subraya la dignidad extraordinaria del "discípulo": pertenece a Cristo. El más pequeño de los creyentes, el más humilde discípulo de Jesús, ¡representa a Jesucristo! Jesús se identifica con el menor de los cristianos… no será defraudado de su recompensa. Es una verdad sorprendente que Jesús repetirá y desarrollará a lo largo de su discurso sobre el Juicio final (Mt 25,31-45): “Lo que hicisteis con alguno de mis hermanos más pequeños conmigo lo hicisteis"… Importancia de los menores gestos. Nada es pequeño. ¡Cuántas ocasiones dejo que se pierdan!
-“Y al que escandalizare a uno de esos pequeñuelos que creen en mí, mucho mejor le fuera que le ataran al cuello una de esas muelas de molino que mueve un asno y ¡le echaran al mar!” Después del consejo "positivo" -dar un vaso de agua-, la puesta en guardia "negativa" -no escandalizar-. Pero de hecho es la misma conducta: ¡la atención a los demás! Descubrimos aquí un nuevo aspecto de Jesús: su violencia interior, su capacidad de vehemencia. Me imagino que no pronunció estas palabras ¡de un modo dulzón y azucarado! Y la imagen que utiliza hace temblar: "¡más le valiera que le echaran al mar atado a una muela de molino!" ¿De quién se trata? ¿Quién es el hombre que merece tal suerte? El que ha arrastrado a otro al pecado." ¡Señor! ¡Señor! Ten piedad de nosotros.
-“Si tu mano te "escandaliza", te arrastra al "pecado", córtatela... Si tu pie te "escandaliza', córtatelo... Si tu ojo te "escandaliza, arráncatelo...” Lógicamente Jesús no habla de mutilarnos, sino de un sentido espiritual, y tiene toda la fuerza… Sólo Jesús tiene derecho a decir palabras semejantes: Sólo Él sabe, verdaderamente, qué es el "pecado". ¡Es algo muy serio! ¡Es dramático!
-“Mejor te será entrar tuerto al reino de Dios, que con ambos ojos ir a la gehena”. La vida eterna merece todos los sacrificios. Ayúdanos, Señor. ¿Somos capaces de esa elección radical, absoluta? ¡Nuestra libertad no es un juego... para hacer como si...!
Y es tremenda la posibilidad del pecado: «Por salvar al hombre, Señor; mueres en la Cruz; y, sin embargo, por un solo pecado mortal, condenas al hombre a una eternidad infeliz de tormentos...: ¡cuánto te ofende el pecado, y cuánto lo debo odiar!» (san J. Escrivá, Forja 1002).
El pecado mortal es una posibilidad radical de la libertad humana como lo es también el amor. Entraña la pérdida de la caridad y la privación de la gracia santificante, es decir; del estado de gracia. Si no es rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno” (Catecismo 1861).
-Buena es la sal; pero si la sal se hace sosa, ¿con qué se la salará? Tened sal en vosotros y vivid en paz unos con otros”. Marcos ha agrupado aquí una serie de consejos de Jesús sobre la vida fraterna: nada de querellas sobre prelaciones entre vosotros, sed servidores los unos de los otros, dejad a todo el mundo hacer el bien, ayudaros unos a otros, no seáis escándalo para nadie, vivid en paz... Y todo esto, después que les anunciara su propia Pasión: la moral cristiana está, por entero, ligada a Jesús. ¡Si por lo menos en nuestras familias, en nuestras comunidades cristianas se tuvieran esas exigencias profundas! (Noel Quesson).
2. Va corrigiendo Santiago los abusos de la vida social y económica. En nuestro tiempo, el Papa Francisco nos habla de ir a la periferia, de atender las necesidades de los demás. No hay derecho a taparse los oídos ante esas palabras ásperas y verdaderamente revolucionarias. ¡El evangelio está comprometido en ello! Pero, ¡cuidado! una vez más no hay que cargar esto a la espalda de los demás: cada uno de nosotros es un hombre más o menos rico, en relación con otros...
-“Sois vosotros, los ricos a quienes me dirijo: Llorad, lamentaos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre. ¡Esta herrumbre os acusará y devorará vuestras carnes como fuego!” Es el tono de todos los profetas y son las mismas expresiones (ver Amós 8). No olvidemos que es también el tono de Jesús (ver Lucas, 12,16-21; 16,19-31; 6-24). Evidentemente, no se trata de los que han aumentado sus bienes lenta y justamente al precio de su trabajo y de su competencia... sino de los que han sido verdaderamente explotadores y se han enriquecido a costa de los pobres.
Ese tipo de aprovechados desvergonzados se encuentra tanto en los países "capitalistas", como en los países "socializados"... sí, en todas partes hay gente que maneja inmensas fortunas en función de intereses particulares, en lugar de poner la mira en la promoción de los más pobres.
Pero si Santiago tiene en cuenta, en primer lugar ese caso de las grandes fortunas, cabe preguntarnos también cómo nos considera a nosotros... ¡a mí mismo! Sería muy extraño que yo no tuviera ningún apego al dinero. No hay que engañarse. Señor, ilumíname sobre mi apego a los bienes de la tierra.
-“Habéis acumulado riquezas «en estos días que son los últimos»”. Santiago no se refiere aquí al uso normal y moderado del dinero, sino a los que "amontonan", a los que hacen el dinero ¡a montones! La imagen es sugestiva. Ciertamente ¡hay demasiadas diferencias, demasiadas desigualdades entre los innumerables pobres que no tienen lo suficiente para su sustento y los que tienen los medios de «amontonar» y de «malgastar»!
La razón dada por Santiago es de orden religioso: «estamos en los últimos tiempos»... El Reino de Dios ha llegado... ha comenzado el Fin de los tiempos... Verdaderamente es así, nadie puede olvidar esto: se me pedirá cuenta de mi «gestión»... como dice Jesús en el evangelio (Lucas 16).
-“El salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando y las reivindicaciones de los segadores han llegado a oídos del Señor del Universo...” Con bastante regularidad, en la historia se ha acusado a la Iglesia de «hacer política», cuando ha repetido esas cosas. Y se dice entonces: «habladnos de Dios, ¡manteneos en lo espiritual!» ¡Pues bien! Justamente, hablemos de Dios: «sus oídos oyen el grito de aquellos a quienes oprimimos». El motivo de la Iglesia es precisamente Dios. Dios que quiere Justicia (Noel Quesson).
3. Compara el apóstol a esos codiciosos con los cerdos, a quienes se ceba para luego matarlos. Los ricos que viven con lujo, entregados al placer, están engordando para el día de la matanza. Qué sabio -y qué duro- se nos muestra el autor del salmo: «Éste es el camino de los confiados, el destino de los hombres satisfechos: son un rebaño para el abismo, la muerte es su pastor... No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa: cuando muera, no se Ilevará nada...». Mientras que Jesús nos ha asegurado: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos».
Llucià Pou Sabaté


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