lunes, 7 de octubre de 2013

Martes de la XXVII semana (impar): Jesús explica a Marta y María el modo de hacer las cosas del mejor modo, escoger la mejor parte. San Pablo nos ayuda a vivir cara a Dios
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: -«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.» Pero el Señor le contestó: -«Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán»” (Lucas 10,38-42). 
1.  En su camino hacia Jerusalén, Jesús se hospeda en una casa amiga: la de Marta y María. Jesús sabe tomarse un descanso y es capaz de amistad. Hermanas de Lázaro, a quien Jesús resucitó. La breve escena es muy familiar. Marta y María tienen carácter muy diferente: una, buena ama de casa, se esmera en atender a las cosas materiales; la otra se sienta a los pies de Jesús, en actitud de discípula, y le escucha atentamente. He aquí un relato propio de Lucas que sin duda lo había obtenido de un grupo de mujeres, de las que siguieron a Jesús y habían conservado unas tradiciones originales.
 “-Por el camino entró Jesús en una aldea, y una mujer de nombre Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María...” Marta y María aparecen en tres relatos, y en los tres las descripciones de sus temperamentos coinciden: Marta, la activa... María, la sensible, la contemplativa: Lucas (10,38-42) cuenta una comida muy sencilla que Jesús compartió con ellas... Juan (11,1-44) cuenta la pena que estaban pasando por la muerte de su hermano Lázaro... Juan (12,1-8) relata la unción perfumada que hizo María, una semana antes de la pasión... De modo que Jesús tenía amigos y en su casa se encontraba bien. Allí regresaba cada tarde de la última semana anterior a la pasión. Viven las dos la hospitalidad según su genio, como dice S. Agustín: “aquella se agitaba, ésta se alimentaba; aquélla disponía muchas cosas, ésta sólo atendía a una. Ambas ocupaciones eran buenas”.
-“María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra” ¿De qué les hablas, Señor? Seguramente, de lo que llevas dentro, tu próxima muerte y su resurrección, y necesitas la compasión y la amistad de los amigos. Eso haría más verosímil el hecho que María comprendiera, mejor que otros, el misterio de la unción previa a la sepultura de Jesús y el de la resurrección (Lc 14,8; 16,1). María está "sentada a los pies de Jesús". Esta es para Lucas, la posición del "discípulo" (Lc 8,35; Hch 22,3). Las posiciones corporales no son indiferentes, tienen una significación simbólica, y además facilitan o estorban tal o cual tipo de oración. La posición "sentado" facilita el escuchar: esta es la actitud litúrgica que la Iglesia recomienda en ciertos momentos de la misa en los cuales la meditación es lo primero... del mismo modo que la Iglesia recomienda "estar de pie" cuando se trata de expresar colectivamente la acción de gracias, durante la gran plegaria eucarística..."Sentada, María escuchaba."
-“Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose dijo: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile pues que me ayude"”. Marta es útil. Su servicio es indispensable. Todo amor, puesto al servicio de los demás, honra a Jesús, como tú has dicho: "me disteis de comer, me disteis de beber... venid los benditos de mi Padre" (Mt 25,34-35). Te ofrezco, Señor, las múltiples tareas domésticas, tan humildes, hechas con tanto amor, de innumerables mujeres de todo el mundo. Ayúdame a reconocer su grandeza.
-“Le respondió el Señor: "Marta, Marta, te afanas y preocupas por muchas cosas y hay necesidad de una sola...” La "preocupación", la "inquietud", es lo que veo que quieres que evitemos; tú, Jesús, lo repites a menudo. “No os agobiéis”, decías (Lc 12,22-31; 8,14; 21,34).
-“María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada”. No quieres que nos desviemos de lo esencial, Señor. Quizá los nervios por lo que escucha llevan a Marta a pensar en otra cosa, con la acción (Noel Quesson).
Ante la queja de Marta, Jesús, amablemente, le recuerda que "sólo una cosa es necesaria: María ha escogido la parte mejor", porque aprovecha la ocasión de que tienen al Maestro en casa y le escucha. A veces se ve a Marta como modelo de vida activa, a María de contemplativa, pero no es tanto en el exterior, sino dentro de cada persona, donde ha de encontrarse esta unidad de vida espiritual… como decía san Josemaría: “En esta tierra, la contemplación de las realidades sobrenaturales, la acción de la gracia en nuestras almas, el amor al prójimo como fruto sabroso del amor a Dios, suponen ya un anticipo del Cielo, una incoación destinada a crecer día a día. No soportamos los cristianos una doble vida: mantenemos una unidad de vida, sencilla y fuerte en la que se fundan y compenetran todas nuestras acciones (…)
”Seamos almas contemplativas, con diálogo constante, tratando al Señor a todas horas; desde el primer pensamiento del día al último de la noche, poniendo de continuo nuestro corazón en Jesucristo Señor Nuestro, llegando a El por Nuestra Madre Santa María y, por El, al Padre y al Espíritu Santo (…) Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles materiales, seculares de la vida humana (…). Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno descubrir”.
A veces, Jesús recomienda claramente la caridad, el servicio a los demás, como ayer, con la parábola del samaritano. Otras, como hoy, destaca la actitud de fe y de escucha. A los doce apóstoles, y luego a los setenta y dos, les había recomendado que no tuvieran demasiadas preocupaciones materiales, sino que se centraran en lo esencial, la predicación del Reino. Otras veces nos dice que busquemos el Reino de Dios, que todo lo demás se nos dará por añadidura. Cuando quiso enseñarnos quiénes eran ahora su madre y sus hermanos, recordamos lo que dijo: "los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica". Lo cual quiere decir que no pueden ser opuestas las dos actitudes: la de la caridad detallista y la de la oración y la escucha. Sino complementarias. Hemos de ser hospitalarios, pero también discípulos. Con tiempo para los demás, pero también para nosotros mismos y para Dios. Y al revés: con oración, pero también con acción y entrega concreta. Cada cristiano -no sólo los monjes o sacerdotes- debe saber conjugar las dos dimensiones: la oración y el trabajo servicial. ¿Cuál es el aspecto que yo descuido?, ¿me refugio tal vez en la meditación y luego no doy golpe?, ¿o me dedico a un activismo ansioso y descuido los momentos de oración?, ¿soy sólo Marta, o sólo María?, ¿no debería unir las dos cosas? Nuestro trabajo no puede ser bueno si no tiene raíces, si no estamos en contacto con Dios, si no se basa en la escucha de su Palabra. Jesús no desautoriza el amor de Marta, pero sí le da una lección de que no tiene que vivir en excesivo ajetreo: debe encontrar tiempo para la escucha de la fe y la oración (J. Aldazábal). Marta se precipita a “hacer” y este “hacer” no parte de una escucha atenta de la Palabra de Dios que sí vive María, y por eso ella estará más cerca de la Cruz. Ha elegido inmediatamente, “la mejor parte”.
2. "De nuevo vino la palabra del Señor sobre Jonás: levántate y vete a Nínive". Yahvé se sale con la suya: Jonás se da cuenta de que no puede desobedecer, se levanta, va a Nínive y empieza a proclamar el mensaje que se le ha encargado. -“Jonás se levantó y partió hacia Nínive, según la palabra del Señor. Ahora bien, Nínive era una ciudad extraordinariamente grande: se necesitaban tres días para atravesarla”. El mundo a evangelizar nos parece HOY también enorme. -Jonás, si antes desobedeció, ahora obedece, y el éxito no depende de él sino del Señor… hizo un día de camino recorriendo la ciudad proclamando: "¡Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida!"
-“Enseguida los ninivitas creyeron en Dios”. Jesús hace referencia al buen corazón de los ninivitas, que se convierten al toque de la llamada divina (Mt 12,4), y quedan en la tradición cristiana como modelo de penitencia (cf Biblia de Navarra), como recuerda S. Clemente Romano: “recorramos todos los tiempos, y aprenderemos cómo el Señor, de generación en generación, concedió un tiempo de penitencia a los que deseaban convertirse a él. Noé predicó la penitencia, y los que lo escucharon se salvaron. Jonás anunció a los ninivitas la destrucción de su ciudad, y ellos, arrepentidos de sus pecados, pidieron perdón a Dios y, a fuerza de súplicas, alcanzaron la indulgencia, a pesar de no ser del pueblo elegido”. Y entonces Dios "se compadeció" y desistió de aplicar el castigo amenazado. Dios es el que perdona. Es lo suyo.
¡Qué poca confianza tenemos a veces en las personas! Sí, hay motivos para pensar que la sociedad está distraída, preocupada por otras mil cosas y no precisamente por el evangelio. Pero ¿tenemos derecho a perder la esperanza, a no dar a nuestros contemporáneos un margen de confianza, como el que les da Dios?
3. "Desde lo hondo a ti grito, Señor". El pecado provoca en nosotros arrepentimiento y así el perdón. San Ambrosio señala: "Tenemos un Señor bueno, que quiere perdonar a todos (…) si quieres ser justificado, confiesa tu maldad: una humilde confesión de los pecados deshace el enredo de las culpas... Mira con qué esperanza de perdón te impulsa a confesar". Añade: "Y no sólo te devuelve lo que te había quitado, sino que además te concede dones inesperados". Como con Zacarías, padre de Juan Bautista. "Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón... porque del Señor viene la misericordia".



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