sábado, 18 de mayo de 2013


Sábado de la 7ª semana de Pascua: Confiar en Jesús y seguirle, proclamar su Reino, es el camino de la felicidad: el Espíritu Santo viene a darnos esta alegría y abandono en el amor de Dios
Lectura del santo evangelio según san Juan (21,20-25): Volviéndose Pedro vio que le seguía aquel discípulo que Jesús amaba, el que en la cena se había recostado en su pecho y le había preguntado: Señor, ¿quién es el que te entregará? Viéndole Pedro dijo a Jesús: Señor, ¿y éste qué? Jesús le respondió: Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme. Por eso surgió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Hay, además,  otras muchas cosas que hizo Jesús, y que si se escribieran una por una, pienso que ni aun el mundo podría contener los libros que se tendrían que escribir” (Jn 21,20-25).
1. Pedro acaba de saber por boca de Jesús que será mártir. Morirá por los años 64-67 en los jardines de Nerón. En el Evangelio de hoy vemos que pregunta al Señor qué pasará con Juan. Con lo que dice Jesús hoy, Juan tendrá fama de "inmortal", y llegará de hecho a muy anciano… Dice S. Ireneo que Juan vivió mucho tiempo, alcanzando el imperio de Trajano (98-117).
Las palabras de Jesús quiero que resuenen hoy y siempre en mi corazón: “Tú sígueme”. Señor, quiero que esto sea lo importante en mi vida: seguirte. Que me convenza de que todo lo demás es secundario. Quiero seguir tu vida, Jesús: el plan que me das, mi vocación.
2. Pablo estará con Pedro en Roma. Los Hechos terminan hoy con esta llegada de Pablo a Roma acompañado por los hermanos de la ciudad, que habían salido a su encuentro; su situación es arresto domiciliario, y durante dos años puede enseñar libremente, “con un soldado que le custodiara”. Sin pérdida de tiempo, emprende la evangelización de Roma.  Convoca a los judíos, les habla primero a ellos, como siempre: “precisamente por la esperanza de Israel, llevo yo esas cadenas”. Les abre el sentido del Antiguo Testamento, portador de una "esperanza", que Jesús ha realizado.
Te pido, Jesús, que sepa leer las Escrituras cada día, para verte en ellas, para verme, para poder llevarte a los demás: “Pablo permaneció dos años completos en el lugar que había alquilado y recibía a todos los que acudían a él. Predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo relativo al Señor Jesucristo con toda libertad y sin ningún estorbo” (Hch 28,16-20.30-31).
Hoy quedan las ruinas de los Foros y de Templos romanos. El apostolado de Pablo y los primeros cristianos será una levadura que fermentará toda la pasta. Señor, que yo sepa proclamar tu «reino», y para esto te pido que yo te deje «reinar» en mí, para poder hacer realidad el “hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”. Hemos visto la conversión de muchos apóstoles de la fe cristiana: Pedro, Esteban, Felipe, Bernabé, Marcos, y luego hemos seguido a Pablo por sus correrías. Señor, sé que la historia continúa con otros protagonistas, que ya no salen en las Escrituras… que continúa con mi vida, con la vida de los que hoy formamos parte de tu Iglesia, que hoy sigue tu Espíritu Santo actuando en el mundo. Dame la fe de sentir tu presencia, tu acción en mí y en los demás.
3. Dios es mi Padre, y me quiere con locura. Me quiere como soy, con mis pecados y por eso envió a su Hijo, para perdonarme, para invitarme a vivir como hijo suyo: “El Señor es justo / y ama la justicia; / los rectos verán su rostro” (Salmo 10,7). Jesús, tú eres el Buen Pastor que me buscas como a la oveja descarriada, hasta que me tomas en tus brazos para llevarme al redil. Que me deje guiar, encontrar, salvar y amar por ti, Señor. “La alabanza conclusiva refleja la esperanza del justo. Ver el ‘rostro’ de Dios significa aquí tener libre y confiado acceso a Dios en el Templo, de modo parecido a como la expresión ‘ver el rostro del rey’ indica en otros pasajes del Antiguo  Testamento poder acceder a él libre y confiadamente. Jesús en las Bienaventuranzas promete asimismo a los limpios de corazón que verán a Dios” (Biblia de Navarra). Esta “promesa supera toda felicidad… en la Escritura, ver es poseer… el que ve a Dios obtiene todos los bienes que se pueden concebir” (S. Gregorio de Nisa).
Llucià Pou Sabaté

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