lunes, 18 de enero de 2010

Domingo de la semana 2, ciclo C. El Señor no nos abandona, nos invita a ser suyos.

Domingo de la semana 2, ciclo C. El Señor no nos abandona, nos invita a ser suyos.

1. Isaías dice: "no callaré… no descansaré"… quiere salvar a su gente, que será como una esposa, la escogida por Dios: "Ya no te llamarán «abandonada»… a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu tierra «Desposada»; porque el Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo". A veces las personas se hacen daño cuando uno le dice a otro: "¡no tienes quien te escuche!", porque estar solo es algo duro, no tener alguien a quien contar las cosas. Pero Dios, que nos quiere con locura, está siempre a nuestro lado, nunca nos deja.

2. El Salmo nos anima, "cantad al Señor un cántico nuevo… sus maravillas a todas las naciones". Queremos cantar con los ángeles de Navidad "Gloria a Dios, paz a los hombres", "alegría en el cielo, fiesta en la tierra"... me gustaría aprender a cantar a mi Rey, Jesús, que de verdad sea el Rey de mi corazón, que agradezca los regalos que me ha traído en Navidad, su luz que ha nacido en mi corazón, sentirme querido por Dios, hijo de Dios, hermano de Él, de Cristo el Señor. Y si alguna vez se apaga esta luz, o afloja, quiero cargar las pilas, enchufar la batería para que se encienda otra vez, rezando, con el perdón (y haciendo las paces) y con el esfuerzo por mejorar en aquello que me pide el Señor (como portarme mejor en casa o estudiar un poco más). Así, vuelve la alegría y el "buen rollo" de navidad cada día, la luz se enciende en mi corazón.

3. San Pablo nos dice que hay "carismas", dones. Así como uno juega bien a fútbol, otro tiene el "don de sabiduría y el don de hablar con inteligencia (o el don de ciencia)". Pero lo importante no es tener muchas cosas de estas, sino amar, pues si amamos tenemos todo lo de todos. Había una chica a quien le habría gustado ser sacerdote, misionera… todo. Y dice que un día: "Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto por diferentes miembros, el más necesario, el más noble de todos no le faltaba, comprendí que la Iglesia tenía un corazón, que este corazón estaba ARDIENDO DE AMOR. Comprendí que el Amor solo hacía obrar a los miembros de la Iglesia, que si el Amor llegara a apagarse, los Apóstoles ya no anunciarían el Evangelio, los Mártires rehusarían verter su sangre... Comprendí que EL AMOR ENCERRABA TODAS LAS VOCACIONES. QUE EL AMOR ERA TODO, QUE ABARCABA TODOS LOS TIEMPOS Y TODOS LOS LUGARES... EN UNA PALABRA, QUE ES ¡ETERNO!" (Santa Teresa del Niño Jesús). Y ya quiso tener esta misión: el amor, estar en el corazón de la Iglesia.

4. El Evangelio nos habla de las bodas de Caná: Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo: -"No les queda vino". Jesús, que quizá no sabía que tenía que comenzar con los milagros, le contestó: -"Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora". O quizá era una manera de decir, para ver si ella insistía…Su madre, que sí que lo sabía, o que insistió en su petición, dijo a los sirvientes: -"Haced lo que él diga". Imagino que Jesús al obedecer a su madre dentro de su misterioso "Yo" divino, dentro de sí, sintió que el Padre le hacía ver que había llegado el momento de manifestarse, y dijo: -"Llenad las tinajas de agua". Y los criados las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: -"Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo". Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: -"Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambió has guardado el vino bueno hasta ahora". Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en Él. En la Misa también llevamos a Jesús el agua, unas gotas, y se transforman con el vino en la sangre de Cristo. Nuestro trabajo y nuestras preocupaciones, todo lo que ofrecemos, se convierten  en esas gotitas que nos llevan a la Misa. Ahí se da el matrimonio, y también la Alianza de Jesús con su esposa la Iglesia, que se consuma con su entrega en la Cruz. Ese "haced lo que él os diga" nos lleva a la obediencia de Jesús al Padre, y María representa la mujer madre de la Iglesia que nace… pongo un trozo de un romance de la gotita de agua, escrito por una carmelita descalza, habla de sueños y de infancia, de imaginación y de ganas de vivir, sin codicia que la distraiga del deseo de cumplir la voluntad de Dios, que va naciendo en su alma y que cultivará día a día: "Pues, he aquí que una vez, / una gotita de agua / en lo profundo del mar / vivía con sus hermanas. // Era feliz la gotita… / libre y rápida bogaba / por los espacios inmensos / del mar de tranquilas aguas / trenzando rayos de sol / con blondas de espuma blanca. // ¡Qué contenta se sentía, / pobre gotita de agua, / de ser humilde y pequeña, / de vivir allí olvidada / sin que nadie lo supiera, / sin que nadie lo notara! //  Era feliz la gotita… / ni envidiosa ni envidiada, / sólo un deseo tenía, / sólo un anhelo expresaba… // En la calma de la noche / y al despertar la alborada  / con su voz hecha murmullo / el Buen Dios así rezaba: / "Señor, que se cumpla en mí / siempre tu voluntad santa; / yo quiero lo que Tú quieras, / haz de mi cuanto te plazca"… / y escuchando esta oración, / Dios sonreía… y callaba.

Una tarde veraniega / durmióse la mar, cansada, / soñando que era un espejo / de fina y de bruñida plata / un sol de fuego lanzaba / sus besos más ardorosos. // Era feliz la gotita / al sentirse así besada… / el sol, con tiernas caricias, / la atraía y elevaba / hacia él y, en un momento, / transformóla en nube blanda. // Se reía la gotita / al ver cuan alto volaba, / y, dichosa, repetía / su oración acostumbrada: / "Cúmplase, Señor, en mí / Siempre tu voluntad santa"… / al escucharla el Señor / se sonreía… y callaba (Son momentos de subir, de goce, de sentir entusiasmada que todo se ve de color rosa, que todos los sueños se harán realidad)

Mas, llegado el crudo invierno / la humilde gota de agua, / estremecida de frío, / notó que se congelaba / y, dejando de ser nube, / fue copo de nieve blanca. // Era feliz la gotita / cuando, volando, tornaba / a la tierra, revestida / de túnica inmaculada / y en lo más alto de un monte / posaba su leve planta. // Al verse tan pura y bella / llena de gozo rezaba: / "Señor, que se cumpla en mí / Siempre tu voluntad santa"… / y allá, en lo alto del cielo / Dios sonreía… y callaba…. (Aquí veo que se hace monja del monte Carmelo)

Y llegó la primavera / de mil galas ataviada; / al beso dulce del sol / fundióse la nieve blanca  / que, en arroyo convertida, / saltando alegre cantaba / al descender de la altura / cual hilo de fina plata.

Era feliz la gotita… / ¡cuánto reía y gozaba / cruzando prados y bosques / en su acelerada marcha!  / y a su Dios esta oración / suavemente murmuraba: / "En el cielo y en el mar, / en el prado o la montaña, / sólo deseo, Señor, / cumplir tu voluntad santa"… / y Dios, al verla tan fiel, / se sonreía… y callaba… (cuando todo va bien, cuesta poco rezar...)

Pero un día la gotita / contempló, aterrorizada, / la oscura boca de un túnel / que engullirla amenazaba, / trató de huir, mas en vano, / allí quedó encarcelada  / en tenebrosa mazmorra / musitando en su desgracia / aquella misma oración / que antes, dichosa, rezaba: / "Señor, que se cumpla en mí / siempre tu voluntad santa… / en esta noche tan negra, / en esta noche tan larga / en que me encuentro perdida / Tú sabes lo que me aguarda, / yo quiero lo Tú quieras, / haz de mí cuanto te plazca"… / mirándola complacido / Dios sonreía… y callaba… (es la oscuridad, la noche, el sufrimiento)

Pasaron día y noches / y pasaron las semanas, / pasaron, lentos, los meses / y la gota, aprisionada / en aquel túnel tan triste / iba avanzado en su marcha / y… fue feliz la gotita, / porque cuando a Dios oraba, / sentía una paz muy honda / y de sí misma olvidada, / vivía para cumplir / de Dios la voluntad santa.

Mas, he aquí que, de pronto, / quedó como deslumbrada, / había vuelto a la luz / y se encontró colocada / en una linda jarrita / que una monjita descalz a / depositó con amor / sobre el ara consagrada.  // Presa de dulce emoción / la pobre gota temblaba / diciendo : "Yo no soy digna / de vivir en esta casa, / que es la casa de mi Dios / y de sus esposas castas". / El Señor que la vio humilde / Sonreía… y se acercaba (ahí, llevando todo a la Misa, tiene su sentido).  

Empezó la Eucaristía, / la gotita que, admiraba, / los ritos iba siguiendo, / sintió que la trasladaban / desde la bella jarrita / hasta la copa dorada / del cáliz de salvación / y, con el vino mezclada, / en puro arrobo de amor / repetía su plegaria: / "Señor que se cumpla en mí / siempre tu voluntad santa"… / y sonreía el Señor, / sonreía… y se acercaba…

Llegado ya el gran momento, / resonaron las palabras / más sublimes que en la tierra / pudieron ser pronunciadas, / y el altar se hizo Belén / en el Vino y la Hostia santa. / Y…¿qué fue de la gotita ?... / ¡Feliz gotita de agua!... / Sintió el abrazo divino / que hacia Sí la arrebataba / mientras, por última vez / mansamente suspiraba: / "Señor, que se cumpla en mí / siempre tu voluntad santa"… / y, al escucharla su Dios / sonreía…y la besaba / con un beso tan ardiente / que el "Todo" absorbió a la "nada"  / y en la sangre de Jesús / la dejó transubstanciada…

Esta es la pequeña historia / de una gotita de agua / que quiso siempre cumplir / de Dios la voluntad santa (nos perdemos en Él…)

llucia.pou@gmail.com

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